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Nunca en mi vida había examinado lo que esas palabras significaban para Dios. Había leído el
versículo de la biblia que dice “Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi
boca” (Apocalipsis 3:16), sin ponerme a pensar lo que cada estado significa ante los ojos de Dios.
La persona que se encuentra en el estado “frío”, es la que no distingue entre lo bueno ni lo malo (2
Corintios 4:4).
Son las personas que no han conocido a Dios o tal vez lo han conocido pero ya no sienten nada;
nada los toca.
A tales, tampoco les interesa cambiar su estilo de vida; se sienten bien dónde y cómo están.
A ellos no se les puede llamar Cristianos – son impíos. Me dio tanta alegría cuando escuché tal
definición en el re-encuentro que acabamos de tener en la iglesia. ¿Por qué me alegré? Podrías
preguntarte. Lo hice porque eso significaba que yo no estaba entre los fríos pues yo sí creo en
Dios, le he entregado mi vida completa a Él y estoy dispuesta a cambiar lo que no le guste para
servirle mejor.
Ahora, pregúntate ¿Cuál es tu estado? ¿Eres frio, tibio o caliente? Si eres frio, acepta a Jesús,
entrégate por completo a Él y déjalo que transforme tu ser. Si eres tibio, preocúpate y pídele
perdón a Dios por causarle náuseas. Si eres caliente, ¡Gloria a Dios! Sigue así y brillarás como las
estrellas del cielo.