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En Argentina hay un incremento de personas inmigrantes en la sociedad.

Y si bien no
es algo nuevo, ya que de antaño nuestro país tiene un fuerte contenido migratorio, hoy
en día se hace necesario hacer visible la necesidad de crear mecanismos eficaces de
inclusión de minorías étnicas y culturales que surjan desde el respeto y del principio
de igualdad. Toda cultura está en proceso de cambio constante y debe guiar a la hora
de abordar las diferencias culturales en el contexto educativo. El enfoque intercultural
señala que las diferencias culturales son la norma y están presentes en toda reflexión y
práctica educativa.
El termino interculturalidad nace para superar las carencias de conceptos como
multiculturalismo, que refleja como una foto fija una situación en la que coexisten
diferentes grupos culturales sin interrelación. Este termino pone el foco en la
comunicación e intercambio de diversas formas culturales. El término nace para
superar las carencias de conceptos como multiculturalismo, que refleja como una foto
fija una situación en la que coexisten diferentes grupos culturales, sin interrelación y
nuevas construcciones socioculturales.

El enfoque intercultural señala que las diferencias culturales son la norma y están
presentes en todo contexto educativo y social. El termino también implica que haya
un intercambio e interacción entre marcos culturales diversos.

Debemos entender que el término de interculturalismo, dentro del ámbito educativo es


lograr la coexistencia de diversos grupos, que se manifiestan en una convivencia civil,
esto es, que haya un respeto recíproco, de igual manera, una participación de igualdad
entre las diferentes culturas, esto quiere decir que también debe haber una apertura
política de aceptación y participación del país en un sentido y el respeto de una
identidad cultural, pero que esto no se traduzca en una asimilación cultural. Por lo
tanto, la interculturalidad en la escuela se debe traducir en una propuesta pedagógica o
en su caso de estrategia metodológica y que requiera de una voluntad política y social
por parte de los involucrados.

Aquí hablamos de un reto en el aspecto educativo, que sea capaz de reconocer y


construir una identidad propia a partir de lo propio, con la finalidad de preservar la
diversidad cultural. En este sentido si queremos llegar a lo que es una sociedad
multicultural debemos hacer énfasis para que haga una nueva articulación entre
identidad y ciudadanía.

Se debe plantear dentro del currículum todos los aspectos culturales originarios de los
alumnos/as sin dejar fuera la cultura universal. Debe haber un diálogo abierto entre la
cultura étnica y la cultura occidental para llegar a una educación de la diversidad. El
escenario actual de la educación intercultural reclama ser impulsada y legitimada por
un marco normativo. En América Latina se ha avanzado en la materia, pero en
Argentina muy poco, debido a que “no hay políticas públicas que estimulen
esto”. Para ello, se vuelve fundamental construir un modelo que reconozca y valore
las diversidades y las diferencias de género, socioculturales, étnicas y económicas.

Trabajar la interculturalidad en la escuela implica dar una mirada distinta a una serie
de aspectos
de nuestra labor educativa. Exige repensar toda nuestra práctica docente y analizar su
pertinencia
a la luz de las características socioculturales de los niños y las niñas con quienes

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trabajamos y de sus
necesidades como personas y como miembros de un grupo social particular.
Si observas detenidamente tu aula e institución educativa, es probable que constates
que hay niños y niñas que provienen de otros pueblos o que sus padres tienen otras
tradiciones culturales. Como maestro o maestra debes conocer muy bien a tus
estudiantes, saber quiénes son sus familiares, de dónde provienen, qué lenguas hablan,
entre otros datos importantes. Por ello, te recomendamos hacer un pequeño
diagnóstico de su procedencia sociogeográfica y cultural, para lo cual puedes
diseñar un instrumento con todos los datos que consideres importantes para
conocerlos mejor
Asumiendo que la interculturalidad debe ayudarnos a construir
relaciones equitativas y dialógicas con personas de distintas tradiciones
socioculturales, quizá éste sea el nivel más importante y difícil de trabajar. Conocer y
valorar a los “otros”, pero, especialmente, desarrollar una actitud de reconocimiento y
respeto a sus derechos es un reto para todos. Cuando hablamos de los “otros”, nos
referimos tanto a aquellos que están cerca y con quienes convivimos en nuestra
comunidad, como a los que están más lejos —personas de otras comunidades, pueblos
o ciudades del país y de otros países—, con quienes también nos relacionamos directa
o indirectamente.
Nos encontramos con distintas maneras de pensar y de entender, y con distintas
maneras de explicar y de hacer las cosas. Por ello, es importante desarrollar en los
niños y niñas una forma diferente de actuar y de relacionarse en un país tan diverso
sociocultural y lingüísticamente: una forma que asegure la disposición de comprender
y asumir las diferencias como una manera de enriquecerse individual y
colectivamente. Desarrollar una educación intercultural implica un cambio en las
actitudes de los diferentes actores de la educación y el desarrollo de una visión
particular de concebir la escuela y los roles que debe cumplir cada actor.

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