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Consigna
Responder a la pregunta ¿Qué debemos atesorar y que debemos resignificar?
A partir de las vivencias de este año y de las categorías teóricas trabajadas en la clase,
los y las invitamos a pensar cómo es posible proyectar y proyectarse como docentes y
como sostenedores del vínculo educativo en la postpandemia.
Las vivencias transcurridas en éste 2020 han generado una transformación forzada de
nuestras prácticas. En el curso, nos han presentado en la presente clase varias
categorías, de las cuales vamos a seleccionar las siguientes, pero también sumar dos
categorías:
Deconstrucción/Desnaturalización;
Comprensión intelectual;
Comprensión humana intersubjetiva;
Contexto – categoría expresada por Morín -;
Estrategia sobre el Programa – también expresada por Morín -.
Pero antes, nos gustaría pensar que entendemos por pospandemia. Podemos
concebirla como la instancia temporal posterior al ASPO, en el cual retomamos el
contacto más fluido con nuestros estudiantes, futuros docentes, en un marco de
presencialidad, en función de los parámetros de salud permitidos. No podemos definir
si será un sistema mixto, sólo presencial o con continuidad de virtualidad, pero si, que
buscará favorecerse la fluidez en los contactos.
En una segunda instancia, dar cuenta sobre la Estrategia sobre el Programa, ya que “el
programa establece una secuencia de acciones que deben ser ejecutadas sin variación
en un entorno estable; pero desde el momento en que se establece una modificación
de las condiciones exteriores el programa se bloquea. En cambio, la estrategia elabora
un escenario de acción examinando las certezas y las incertidumbres de la situación,
las probabilidades, las improbabilidades. El escenario puede y debe ser modificado
según las informaciones recogidas, los azares, contratiempos u oportunidades
encontradas en el curso del camino” (MORÍN, 1999: 45). Por eso, el contexto es
necesario para repensar las estrategias y comprender el escenario-contexto en el cual
nos encontramos insertos. Se refiere a la necesidad de acotar actividades y propuestas,
orientándonos a los núcleos relevantes, y, dejar de lado las concepción de brindar
contenidos para “reelaborar los métodos de enseñanza” (ROIG, 1998: 15).
Para lograr lo anteriormente dicho, hay que deconstruir nuestras prácticas, pensando
en “estrategia flexible ya que el proceso puede ser modificado. Es una acción
intencional planificada que se puede modificar o cambiar dependiendo del momento o
de acuerdo con las circunstancias” (CHIRINOS, RONDÓN y PADRÓN, 2011:105). Pensar
la formación docente como inacabada e interpelada por el contexto, siempre
pensando en barajar y dar de nuevo, más que necesaria en la postpandemia.
Dicho todo esto, es que podemos responder a la pregunta ¿Qué debemos atesorar y
que debemos resignificar?
Laura Pitetti.