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Indudablemente que todos los hechos que han girado en torno a la pandemia mundial han

sido, hasta el momento, un reflejo de la crisis que estamos atravesando como especie que se
encuentra a mitad de camino entre la extinción o una evolución próspera. Dicha situación ha
puesto a la vista los errores y los aciertos de muchos de los diversos aspectos que componen
nuestra forma de vida moderna. No quiero que escuches estos como si yo fuera un extremista o
alarmista, más te pido que trates de salirte de tu prejuicio e intentes reflexionar las siguientes
palabras como si fueras un tercero, alguien que se encuentra ajeno a la situación y aun así debiera
de decidir en base a las pruebas presentadas, qué juico tomar.

Para esto te pido que primero reflexiones, analices tus valores, pienses qué es lo que
entendés por bueno o malo, lo correcto e incorrecto, lo verdadero de lo falso; y todos aquellos
factores que hacen que al día de hoy vos seas la persona que sos. Imagínate también que todo lo
que has vivido, las tragedias y las victorias, las desilusiones y los desencantos, las alegrías y las
tristezas, es lo que de alguna manera te ha convertido en tu yo de este presente. Una vez que
tengas esa pequeñísima noción de lo que sos y por todo eso que has experimentado, fíjate qué es
lo que queda, ¿Cuál es tu verdad? ¿Qué es lo que realmente importa al final del día? ¿Vale la pena
tanto sufrimiento? ¿Es mi vida digna de ser vivida? Y sos capaz de aceptar esas respuestas, ¿serás
capaz de mirar al que tenés al lado con el mismo respeto con el que te miras a vos mismo?

Son todas estas preguntas, y creo que muchas más, las que nos tendríamos que estar
haciendo como colectivo planetario. Porque más allá de un virus mortal que se ha propagado por
todos lados y amenaza con diezmar a la población si no hacemos lo que nos dicen que hagamos,
considero que es necesario tomar esta crisis para preguntarnos si realmente queremos prosperar.
Si, yo quiero crecer laboralmente, tener mi casa, mi autito y poder darme esos lujos, pero de qué
sirve realmente si no podré ser capaz de heredarle una situación próspera a aquellos que vendrán
después de mí. ¿Qué clase de humano tendría que considerarme si no puedo, aunque sea intentar
dejarle algo mejor de lo que yo recibí a aquellos que me seguirán?

El mundo es cruel, la competencia es feroz y sólo la ley del más apto o fuerte es la que
rige. ¿Quién dijo que eso tiene que ser así? Acaso no vez que la realidad se presenta de esa
manera. Con hambre y la miseria, por un lado, y los excesos de unos pocos por el otro. Acaso esta
tierra no tiene suficiente espacio para todos. No nos muestra con innumerables ejemplos su
capacidad de regeneración y abundancia. ¿de qué miseria estamos hablando realmente?
Indaguemos un poco sobre esto. Si hay algo que ha salido a la luz en estos tiempos turbulentos, es
a mi entender la fragilidad que tiene la veracidad de un hecho y cómo se maneja la información y
hasta se manipula de acuerdo a los criterios que tenga un grupo. Si intentamos ponernos como el
observador, más allá de quién tenga la verdad o no, todo el fenómeno del Covid e Internet es un
ejemplo perfecto. Se ha puesto muy de moda catalogar cualquier noticia que no entre dentro de
una suerte de criterios, como falsa o Fake news. Obiviamente, a nadie le gusta leer noticias que
sean falsas, por que por algo las noticias son las noticias. Se supone que tienen que ser objetivas,
no tomar partido por ninguno de los aspectos implicados y, quien sea el autor, debe estar
completamente convencido de siempre actuar por el bien común en su tarea de mensajero de la
población.

Hemos sido testigos de un fenómeno de censura en las principales redes de comunicación


que no hacen más que poner en evidencia intereses que no benefician al bien común. Pues, no es
necesario ser un astrofísico para ver las múltiples y diferentes versiones que han salido sobre la
verdad de este tema viral que incluso en fuentes oficiales han llegado a contradecirse. No estamos
diciendo que no se puedan tener errores, lo que si estamos diciendo es que, a pesar de los fallos y
los aciertos, quien sea juez para determinar qué noticia es verdadera y que otra falsa, tendría que
ser una persona o un grupo que realmente demuestre con sus hechos que están al servicio del
bien común. Y esto es así porque muchas veces, cosas que en algún momento son verdaderas, en
algún otro, perfectamente pueden ser falsas y viceversa. Veamos en perspectiva: es conocida la
historia de Copérnico, muy resumida, el buen hombre dijo que nuestro planeta giraba en torno al
Sol y no al revés. En su momento fue perseguido porque lo que planteaba era inaudito y luego se
aceptó eso como verdad absoluta. Hoy por hoy, diversas teorías plantean cosmovisiones
diferentes y se generan grandes polémicas. Lo que sí es un hecho sobre ese asunto es que, en vez,
de abrir un diálogo donde las diferentes verdades o puntos de vista se toquen, se realiza una
compaña de enfrentamiento. Unos, por un lado, otros por el otro, divididos y en la práctica la no
tolerancia por el de al lado.

A mi entender, es oficio de quienes dedican realmente su vida al conocimiento donde


debería recaer la responsabilidad de decir que una información es verdadera o falsa. Creo que, en
este sentido, nuestra situación actual ha sido un excelente exponente de la importancia que existe
actualmente en el manejo de la información y cómo es posible, y en ciertos casos, necesaria, la
manipulación de la misma si la situación lo amerita. Nuestro mundo contemporáneo es el mundo
de la información. Y quien sepa manejarla de la manera más eficiente, tendrá una ventaja
competitiva en sistema que es esencialmente competitivo. De ahí que nuestra libertad está
estrechamente relacionada con la capacidad informativa a la que accedamos y la veracidad de la
misma. Si el responsable de filtrar información pertenece a un partido o una empresa o alguna
entidad que sea parcial (un partido va a buscar el beneficio de sus miembros en primera instancia
y no el bien común general) automáticamente se debería de cuestionar la objetividad de la
información y por tal motivo, no es éticamente correcto que la decisión de decir que algo es falso
o verdadero recaiga sobre algo o alguien que no ha demostrado con hecho estar al servicio del
bien común y del buen vivir de una población determinada.

Creo que es tarea de una ciencia, aquella que no sólo sea racionalmente objetiva y no
dogmática, sino también que sea consciente de la importancia de prosperar (con lo que realmente
implica este concepto) o hacer ese salto evolutivo necesario para cualquier especie que se jacte de
autodenominarse como racional, en dónde la economía sea principalmente sustentable,
cooperativa y abundante; y siempre que se pueda, intente generar unidad y no división. La división
no es mala, somos todos diferentes. Y si lográramos alguna unirnos con nuestras diferencias,
realmente podríamos entender que la tolerancia y la igualdad no es algo por lo que debamos
luchar, sino que ni se tendrían que mencionar por ser tan evidentes como respirar y exhalar:
forman parte de cualquier especie que naturalmente prospera.

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