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de MAYO
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RECUPEREMOS
editorial LA MEMORIA
El paso del tiempo, unido a la labor de zapa del capi- con esta situación no valen manifestaciones y actos sim-
talismo, ha logrado que la población no solo se desmovi- bólicos de este estilo: el primer paso a dar es fomentar
lice, sino también que olvide su historia. Hoy día, hablar entre el pueblo la capacidad de analizar por si mismo la
del primero de mayo es hablar de un día meramente fes- realidad que le rodea, más allá de las mentiras burgue-
tivo, en el cual se sale de procesión sin saberse muy bien sas. Sin esta capacidad de análisis, es decir, SIN CON-
por qué. CIENCIA DE CLASE, no hay nada que hacer: el pueblo,
Es nuevamente la manifestación del problema más sin ella, sigue siendo una marioneta en manos de titirite-
viejo de la historia: quien domina y oprime ha de lograr ros sin escrúpulos.
que los oprimidos olviden la resistencia que en su día El texto de este número es, básicamente, un capítulo
ejercieron contra el opresor. Esta tarea de exterminio de del libro de Samuel Yellen “Luchas obreras en América” (in-
la memoria histórica la sufre en esta época la clase tra- cluido en el libro de Michael Horowitz “El anarquismo II: La
bajadora de una manera feroz, buena prueba de lo cual práctica”, editado por Alianza Editorial), y nos muestra, en
es que la escasa resistencia que hoy se efectúa desde el definitivas cuentas, cómo el capitalismo logró desactivar,
mundo del trabajo es más escasa, dispersa y atomizada mediante una simple bomba, el surgimiento en EE.UU. de
que nunca, no pasando de ser meramente testimonial. un movimiento obrero combativo consciente de sus intere-
La plutocracia ha logrado semejante éxito por un ses como clase. Esta historia se ha repetido, con variacio-
motivo muy sencillo: ellos SI SABEN cuales son sus inte- nes, a lo largo de la historia: por eso, no está de más recor-
reses. La clase trabajadora, hoy por hoy, no. Para acabar dar ahora, 110 años después, lo ocurrido en Chicago.
NUMEROS PUBLICADOS
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CHICAGO 1.886
La justicia burguesa
contra el anarco-sindicalismo
EL MOVIMIENTO OBRERO EN EE.UU.
En EEUU, 1873 marcó al mismo tiempo el na- de las líneas de las líneas de ferrocarriles y de telégra-
cimiento de un movimiento obrero nacional con con- fos por el gobierno federal.
ciencia propia, y la aparición de un socialismo realista Pero le movimiento social americano se resintió tam-
que venía a sustituir a los vagos deseos utópicos de los bién del cisma que se había producido en la Primera
primeros socialistas, que se limitaban a mantener ele- Internacional, dividiéndose en dos facciones en vir-
vadas conversaciones intelectuales y a elaborar escritos tud de sus diferencias en los métodos de lucha y en las
románticos. A partir de esta fecha, los socialistas en vez cuestiones tácticas. Los internacionalistas pensaban que
de poner de modo idealista sus esperanzas en el maña- había que armarse en secreto y preparar directamente
na, comenzaron a actuar sobre el presente, organizando la revolución social, controlando estrechamente las ac-
desfiles contra el hambre, manifestaciones de parados, tividades sindicales y políticas, a las que consideraban
huelgas, reuniones multitudinarias y mítines políticos. como actividades auxiliares, para evitar que naufragasen
En un principio, actuaron como Partido Obrero en las peligrosas aguas del oportunismo.
en los Estados Unidos, cuya fundación data de 1876, Los seguidores de Lasalle, por su parte, trataban de
y que desempeñó un papel de suma importancia en las acceder gradualmente a una nueva sociedad mediante la
huelgas de ferroviarios de 1877 -especialmente en Chi- educación, la organización política y el juego parlamen-
cago y San Luis-. Después del fracaso de las huelgas de tario. Durante algunos años, los lasallianos dirigieron la
ferrocarriles, el Partido Obrero se convirtió en Par- política del partido, e incluso en Chicago, bastión de la
tido Obrero Socialista, cuya principal función era la orientación sindicalista y de los elementos revoluciona-
acción política, aunque mantenía amistosas relaciones rios, se entregaron a la lucha electoral.
con los sindicatos. Cando se produjo este cambio, el Pronto surgió un conflicto, sin embargo, en relación
Comité Ejecutivo Nacional del Partido Obrero Socia- con las organizaciones militares de los trabajadores. La
lista ordenó que se celebraran reuniones de masas para más importante de éstas, la Lehr und Wehr Verein, ha-
presentar a los órganos legislativos las resoluciones en bía sido creada en 1875 por los socialistas alemanes de
favor de la ley de las ocho horas, se la supresión de toda Chicago para defenderse de las intimidaciones físicas
conspiración contra los trabajadores y de la adquisición de que eran objeto de parte de los viejos partidos en las
campañas electorales; la necesidad de tal protección se
había puesto en evidencia una vez más durante la huelga
de ebanistas de julio de 1877, cuando la policía irrumpió
en las reuniones pacíficas, atacando con inusitada bruta-
lidad a los asistentes a las mismas.
Cuando el Partido Obrero Socialista, a través de su
Comité Ejecutivo nacional, repudió estar organizaciones
militares, la postura de los elementos revolucionarios
de Chicago se hizo aún más antagónica. La hostilidad
de este sector se agudizó todavía más en 1880, tras el
desalentador fracaso de los socialistas en las elecciones;
los revolucionarios atacaron a los moderados por el pac-
to que habían concertado ese mismo año con el partido
“Greenback”. Por otra parte, el único concejal socialista
que fue reelegido en Chicago no pudo ocupar su puesto
Conflictos laborales de 1877. Disturbios en el viaducto de la calle
Halsted, en Chicago, durante las huelgas de ferroviarios. en la junta democrática del Ayuntamiento, y los revo-
lucionarios resaltaron la inutilidad de pretender llegar a
una nueva sociedad por los métodos electorales.
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EL ANARCOSINDICALISMO DE CHICAGO
En Chicago, debido a una serie de atrocidades co- además los miembros más inteligentes y capaces, como
metidas por la policía, muchos trabajadores se unie- Parsons, Spies, Samuel Fielden y Michael Schwab. Los
ron a la Internacional, de forma que sólo esta ciudad internacionalistas de Chicago publicaban en total cinco
contaba con más de la tercera parte de los cinco o seis periódicos: Alarm, con una tirada de dos mil ejempla-
mil miembros de la organización. En Chicago estaban res; el Chicagoer Arbeiter-Zeitung, con una tirada de
3.600 ejemplares; Die Fackel y el Vorbote, también en
alemán, y el Boudocnost, en checo.
Pronto este núcleo revolucionario penetró en el
movimiento sindical, y bajo su influencia, el Sindicato
de Cigarreros Progresistas invitó en junio de 1884 a
todos los sindicatos de la ciudad a que se separaran
de la conservadora Asamblea Mixta del Comercio y la
Industria y organizaran un nuevo Sindicato Obrero
Central, con una línea combativa. Cuatro sindicatos
alemanes respondieron al llamamiento (los de los tra-
bajadores del metal, los carniceros, los carpinteros y
ensambladores y los ebanistas) y se aprobó una decla-
ración de principios que decía:
-que todas las tierras son patrimonio de la colectivi-
dad;
-que la riqueza está producida por el trabajo;
-que no puede existir armonía entre el capital y el tra-
bajo,
-y que todo trabajador debía separarse de los partidos
políticos capitalistas y consagrarse a la lucha sindical.
Desde el principio, el Sindicato Obrero Central
estuvo en contacto con el grupo internacionalista. El
Partido Obrero Socialista, por su parte, siguió inte-
grado en la Asamblea Mixta.
A lo largo de un año, el nuevo Sindicato Obrero
Central experimentó un lento crecimiento, pero a fines
de 1885 contaba ya con 13 sindicatos, frente a 19 de la
Asamblea, y en pocos meses sobrepasó a su rival, lle-
gando a contra con 22 sindicatos, entre ellos los 11 más
Pancartas obreras de la época con lemas anarquistas (“En la
importantes de la ciudad. Mantenía contactos con la In-
ausencia de leyes todos los seres humanos son libres”, “traba- ternacional, y colaboraba con ella en reuniones y mani-
jadores de todos los oficios, unios, no teneis nada que perder
salvo vuestras cadenas, y un mundo que ganar”). festaciones. Comenzó asimismo una importante labor
de agitación en pro de la jornada de ocho horas, aunque
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sus motivaciones en esta campaña diferían de las de la (la violencia), y acordamos también que, a pesar de
Asamblea y los Caballeros del Trabajo, ya que consi- que esperamos bien poco de la implantación de la
deraban que el objetivo último no era la reducción de la jornada de ocho horas, nos comprometemos firme-
jornada laboral, sino la consecución del frente obrero mente a ayudar a nuestros hermanos más atrasados
común y la lucha de clases. En octubre de 1885 aprobó en esta lucha de clases con todos los medios de que
la siguiente resolución, propuesta por Spies: disponemos, haciendo frente resueltamente a nues-
Acordamos hacer un urgente llamamiento a la tro común opresor: los aristócratas vagabundos y los
clase asalariada para que se arme y pueda esgrimir explotadores. Nuestro grito de guerra es: “¡Muerte a
contra sus explotadores el único argumento eficaz los enemigos de la raza humana!”
LA LUCHA EN CHICAGO
Los trabajadores de Chicago, a pesar de los esfuer- ción todo su ardor combativo. Le aportó además el peso
zos de sus organizaciones, vivían en su mayoría en las local de su prensa, que estaba lejos de ser despreciable.
peores condiciones. Muchos trabajaban aún catorce o El Arbeiter Zeitung, en idioma alemán, había pasado
dieciséis horas diarias, partían al trabajo a las cuatro de de trisemanal y socialdemócrata de izquierda a diario y
la mañana y regresaban a las siete u ocho de la noche, libertario bajo la dirección de Hessois Auguste Spies,
o incluso más tarde, de manera que “jamás veían a sus de treinta y un años de edad y residente en América
mujeres y sus hijos a la luz del día”. Unos se acosta- desde 1872. El Alarm, semanario en inglés, tenía por
ban en corredores y desvanes, otros en chozas en que se redactor jefe a Albert Parsons, americano, uno de cuyos
hacinaban tres o cuatro familias. Muchos no tenían alo- antepasados había combatido en la guerra de la Inde-
jamiento; se les veía juntar restos de legumbres en los pendencia. En 1879 había rechazado la candidatura a la
recipientes de desperdicios, como los perros, o comprar presidencia de los Estados Unidos ofrecida por el Par-
al carnicero algunos céntimos de recortes. tido Socialista Obrero. Lizzie M. Schwab, más tarde
Por otra parte, la generalidad de los empresarios Lizzie M. Holmes, lo secundaba, en tanto que su mari-
tenían una mentalidad de caníbales. Sus periódicos es- do, Michael Schwab, nacido en Mannheim (Alemania)
cribían que el trabajador debía curarse “de su orgullo” en 1883, redactaba con Spies el Vorbote y Die Fackel,
y ser reducido al “papel de máquina humana”. Con- ambos semanarios.
sideraban que el plomo era “la mejor alimentación La iniciática del movimiento pro jornada de ocho
para los huelguistas”. El Chicago Times osó decir: horas en Chicago se dejó en manos de la Asociación
“La prisión y los trabajos forzados son la única so- de las Ocho Horas, integrada en la Asamblea Mix-
lución posible de la cuestión social. Hay que esperar ta, el Partido Obrero Socialista y los Caballeros del
que su uso se generalizará”. Trabajo, pero el anarcosindicalista Sindicato Obrero
Huelga decir que ante semejante estado de cosas Central colaboró también activamente en la campa-
aumentó el espíritu de rebeldía en la clase obrera, tan- ña. El domingo anterior al 1 de mayo organizó una
to más cuanto que Chicago, que fue siempre el centro enorme manifestación de apoyo a la jornada de ocho
más poderoso de la agitación revolucionaria en los Es- horas, en la que participaron 25.000 personas, y habla-
tados Unidos, había llegado a ser el cuartel general del ron Parsons, Spies, Fielden y Schwab. Cuando llegó
movimiento anarquista en América. el momento de la lucha, la mayor parte de los que in-
Este, después de haber desdeñado en un principio tervinieron en el movimiento en pro de la jornada de
la acción por las ocho horas, la había apoyado luego, ocho horas en Chicago actuaron bajo las banderas del
como hemos visto, poniendo en la lucha para su obten- Sindicato Obrero Central y de la Internacional.
McCormick, pero la policía les salió al paso. Porras imprenta del Arbeiter-Zeitung y compuso, en inglés y
y revólveres disolvieron a la multitud; la policía tiró en alemán, la siguiente proclama:
deliberadamente a dar a los huelguistas que corrían, y ¡VENGANZA!
hubo al menos cuatro muertos y numerosos heridos. ¡A LAS ARMAS, TRABAJADORES!
Spies, indignado ante aquel nuevo ultraje, corrió a la Los amos han enviado contra vosotros a sus sa-
buesos: a la policía; esta tarde, en McCormick, han
matado a seis de vuestros hermanos. Mataron a
esos pobres desgraciados porque ellos, como voso-
tros, osaron desobedecer la todopoderosa voluntad
de vuestros patronos. Les asesinaron porque osaron
pedir la disminución de la jornada de trabajo. ¡Les
asesinaron para demostraros, “ciudadanos libres de
América”, que debéis estar satisfechos y contentos
con lo que vuestros amos tengan a bien daros, si no
queréis morir!
Durante años habéis soportado las humillaciones
más abyectas; durante años habéis aguantado ini-
quidades inconmensurables; habéis trabajado hasta
morir, habéis sufrido las punzadas del hambre y la
miseria, vuestros hijos han sido sacrificados al dios
de la fábrica. En resumen, durante todos estos años
habéis sido esclavos miserables y obedientes. ¿Y para
qué? ¿Para satisfacer la avidez insaciable, para lle-
nar los cofres de un amo perezoso y ladrón? ¡Cuan-
do ahora le pedís que aligere vuestra carga, envía a
sus sabuesos a dispararos, a asesinarxos!
Si sois hombres, si sois hijos de aquellos nobles
padres que derramaron su sangre para liberaros, os
levantareis con toda vuestra fuerza, como Hércules,
y destruiréis al monstruo repugnante que quiere des-
truiros. ¡A las armas os llamamos! ¡A las armas!
Vuestros hermanos
Una segunda circular convocaba a un mitin de
protesta para el día siguiente por la tarde en el viejo
Haymarket, en la calle Randolf.
LA TRAGEDIA DE HAYMARKET
El martes 4 de mayo por la mañana, la policía atacó
a una columna de 3.000 huelguistas cerca de la calle
Treinta y Cinco. Los ataques a los grupos de huelguis-
Spies, interviniendo durante el mitin de Haymarket (Imagen superior).
Carteles convocando al mitin de Haymarket (Abajo). tas continuaron durante las primeras horas de la tarde,
destacándose uno que se produjo entre las calles Die-
ciocho y Morgan, en la parte sur de la ciudad. No obs-
tante, el alcalde Carter H. Harrison autorizó la reunión
de masas, y a las 7:30 de la tarde la gente comenzó a
congregarse en Haymarket Square, centro del distrito
de los almacenes de madera y las fábricas de material
de embalaje.
De 8 a 9 de la noche estuvieron presentes en la reunión
unas 3.000 personas, entre ellas el alcalde Harrison, que
asistió como espectador para cerciorarse de que no se
alteraba el orden. A media manzana de allí se encon-
traba la comisaría de la calle Desplaines, donde estaba
preparado un numeroso destacamento de la policía. La
reunión fue muy tranquila. Spies habló a la multitud
desde un coche situado ante la fábrica Crane Bross. A
continuación, habló Parsons, ciñéndose al tema de la
reivindicación de las ocho horas; le sucedió Fielden.
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A eso de las 10, una amenazadora tormenta co- años después afirmó: “…Ese capitán Bonfield fue el
menzó a dispersar a los reunidos; Spies y Parsons se verdadero responsable de la muerte de los policías”.
habían marchado ya. Sólo quedaba Fielden hablando La policía se detuvo a poca distancia del orador, y el
a los pocos centenares de personas que aún permane- capitán Ward ordenó a la multitud que se dispersase.
cían. El alcalde Harrison, viendo que la reunión trans- Fielden respondió que aquella era una reunión pacífi-
curría pacíficamente y creyendo que todo había ter- ca. Cuando el capitán Ward se dio la vuelta para dar
minado, la abandonó poco después de las 10, se pasó una orden a sus hombres, alguien arrojó una bomba
por la comisaría de la calle Desplaines para informar desde algún lugar de la acera, ligeramente al sur de
de que no había habido problemas, y se marchó a la donde se encontraba el coche. La bomba hizo explo-
cama. sión en medio de los policías e hirió a 66, siete de los
No obstante, pocos minutos después de irse el alcal- cuales murieron más tarde.
de, el inspector John Bonfield, odiado en toda la ciu- Presa de la histeria, la policía abrió fuego inme-
dad por su historial de brutalidades, encabezó un des- diatamente y disparó descarga tras descarga sobre la
tacamento de 180 policías para disolver la reunión. No multitud, matando a varias personas e hiriendo a 200.
existía ninguna excusa para aquella expedición, fuera El terror se apoderó del barrio: se llamó a los médicos;
del deseo de Bonfield de romper algunas cabezas más, las farmacias se llenaron de personas heridas.
según las declaraciones del gobernador Altgeld, que
LA HISTERIA ANTIANARQUISTA
Los periódicos adoptaron una actitud de pánico, no
sólo en Chicago, sino en todas partes. Pidieron que se
ejecutase inmediatamente a todos los subversivos. En
el plazo de unos días, la policía detuvo a los anarquistas
y revolucionarios más destacados de la ciudad -Spies,
Fielden, Schwab, Adolph Fischer, George Engel, Louis
Lingg, Oscar Neebe- y a muchos otros, incluidos los
25 impresores de la Arbeiter-Zeitung. El único que
faltaba era Parsons, a quien la policía no pudo capturar
pese a su minuciosa búsqueda.
Cuando se hizo pública la muerte del policía Mathias
J. Degan, la prensa exigió que los culpables compa-
reciesen inmediatamente ante el Gran Jurado. Duran-
te semanas, atizó el terror del público. Sus titulares
clamaban: Bestias Sangrientas, Rufianes Rojos, Fa-
bricantes de Bombas, Portadores de Banderas Rojas,
Anarcodinamiteros, Monstruos Sangrientos.
El Chicago Tribune escribió el día 6 de mayo: “Esas
serpientes se han cobijado y se han alimentado al ca-
lor de la tolerancia, hasta que al fin se han atrevido a
atacar a la sociedad, la ley, al orden y al gobierno”. El
Chicago Herald, el 6 de mayo: “La chusma, instigada
a matar por Spies y Fielden, no se compone de ameri-
canos. Son los desechos de Europa que han llegado a
estas costas para abusar de la hospitalidad y desafiar
la autoridad de esta nación”. El Chicago Inter-Ocean,
el 6 de mayo: “Durante meses y años, estos apestados
han estado divulgando sus doctrinas sediciosas y pe- Una imagen típica de la época, aparecida en la prensa: el Estado,
“armado” con el casco de la civilización, el escudo de la justicia y la
ligrosas”. El Chicago Journal, el 7 de mayo: “Debería espada de la ley, se prepara para acabar con la anarquía, representa-
hacerse rápidamente justicia con estos anarquistas. da como una amenazadora Medusa armada con bombas y antorchas.
Este tipo de dibujos aparecieron de manera sistemática en la prensa
La ley de este Estado es tan clara respecto de la com- de la época, para calentar los ánimos contra el movimiento anarquista.
plicidad con un crimen que los juicios serán breves”.
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Atizar la histeria pública se convirtió en la prin- pechosas de tener la más remota relación con el movi-
cipal actividad de la policía. El inspector Bonfield miento radical fueron detenidas. La policía se encargó
y el capitán Schaak, en especial, deseaban man- de que las redadas fueran fructíferas. Todos los días
tener vivo el fermento de odio y temor nacido de se descubrían municiones, rifles, espadas, mosquetes,
la bomba para que no decreciese la excitación de pistolas, bayonetas, porras, literatura anarquista, ban-
los ciudadanos. Tres años más tarde, en el curso de deras rojas, pancartas incendiarias, cartuchos, puñales,
una entrevista, el jefe de policía Ebersold confesó: balas, plomo, material para fabricar torpedos, moldes
“Después del 4 de mayo (de 1886) mi deseo era para balas, dinamita, bombas, granadas, cápsulas ful-
que las cosas se tranquilizasen lo antes posible. minantes, artefactos infernales, trampas secretas, ga-
El estado general de inquietud era nocivo para lerías de tiro subterráneas.
Chicago. Por otra parte, el capitán Schaak quería Cada hallazgo hecho público por la policía era
que las cosas siguiesen moviéndose, quería que se coreado por la prensa. Se difundió el rumor de que
encontrasen bombas aquí, allá, por todas partes… Herr Most había salido de Nueva York con dirección
Cuando logramos destruir las asociaciones anar- a Chicago, sin duda, para encargarse de la dirección
quistas, Schaak quería mandar hombres para or- de los próximos asesinatos, y la policía montó un es-
ganizar inmediatamente otras nuevas”. pectáculo en la estación. Se reunió una multitud para
La policía se incautó de la lista de suscriptores de esperar la amenazadora llegada, pero Herr Most no
la Arbeiter-Zeitung y llevó a cabo una larga serie de apareció. Se preparaba cuidadosamente el ambiente
redadas. Irrumpió en locales de reunión, imprentas y para el juicio.
viviendas, y realizó registros. Todas las personas sos-
LA FALSIFICACIÓN DE TESTIMONIOS
En su discurso preliminar, tras el comienzo de intentaron probar que Fielden les había dispara-
la fase probatoria el 14 de julio, el fiscal Grinnell do desde detrás del coche desde el que se habían
aseguró al jurado que el hombre que había arro- pronunciado los discursos, pero sus afirmaciones
jado la bomba comparecería ante el tribunal. Evi- resultaban contradictorias.
dentemente, la acusación era incapaz de cumplir El gobernador Altgeld decía en su mensaje de
con lo que había prometido. No obstante, al prin- gracia, respecto de los testigos y los testimonios pre-
cipio intentó fabricar, mediante el testimonio de sentados por la acusación: “Se ha demostrado que
dos supuestos anarquistas que eran testigos de la gran parte de las pruebas presentadas en el juicio
acusación, un complot anarquista para dinamitar habían sido fabricadas; que algunos de los prin-
todas las comisarías cuando apareciese la palabra cipales funcionarios de la policía, guiados por un
“Ruhe” (tranquilidad, en alemán) en la Arbei- celo equivocado, no sólo aterrorizaron a hombres
ter-Zeitung. El testimonio quedó muy debilitado ignorantes metiéndoles en la cárcel y amenazán-
en el contrainterrogatorio. dolos con torturarlos si se negaban a jurar lo que
Cuando aquello falló, se presentaron otras ex- ellos deseaban, sino que ofrecieron dinero y traba-
trañas pruebas. Un testigo llamado Gilmer que, jo a los que consintieron en hacerlo. Asimismo, se
según se demostró en el contrainterrogatorio, era ha demostrado que proyectaron deliberadamente
un perjuro profesional que con toda posibilidad crear conspiraciones ficticias para lograr la glo-
había sido pagado para testificar, juró que había ria consiguiente a su descubrimiento. Además de
visto a Spies, Schwab y Schnaubelt pasarse un las declaraciones, incluidas en las actas, de algu-
objeto que parecía una bomba, y que también ha- nos testigos que juraron haber recibido pequeñas
bía visto a este último arrojar la bomba en me- sumas de dinero, también hay varios documentos
dio de los policías. Por otra parte, varios policías que lo corroboran”.
(De izquierda a derecha) El inspector Blonfield, responsable de lo ocurrido en Haymarket. El capitán Schaak, responsable de la implacable
persecución desatada contra los miembros del movimiento anarquista tras Haymarket. El juez Joseph E. Gary, responsable del juicio-
farsa y de las condenas a muerte, y el fiscal Julius S. Grinnell, que argumentaría al pedir las condenas a muerte que “Estos hombres han
sido seleccionados (…) y acusados porque eran dirigentes (…) hagan un escarmiento con ellos, cuélguenlos, y habrán salvado nuestras
instituciones, nuestra sociedad”.
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August Spies
31 años
Oscar Neebe
37 años
LAS EJECUCIONES
Su ejecución se aplazó mientras se llevaba el caso
ante el Tribunal Supremo de Illinois. Tras varios meses
de examen, el Tribunal Supremo admitió que el juicio
había incurrido en errores legales, pero confirmó en
1887 el veredicto del tribunal inferior. Un intento de
apelar al Tribunal Supremo de los Estados Unidos
fracasó cuando este organismo decidió que no tenía
jurisdicción sobre el caso.
Varias organizaciones laborales pidieron el per-
dón de los condenados. La American Federation
of Labor (AFL) aprobó una resolución en este sen-
tido, y la Noble Order of the Knights of Labor
(Noble Orden de los Caballeros del Trabajo) no
hizo otro tanto porque se lo impidió personalmente
su dirigente, Powderly, que odiaba a los anarquistas
y quería mantener su grupo ajeno a toda relación
con ellos.
Durante los últimos días, Fielden y Schwab pidie-
ron clemencia y solicitaron que se les conmutase su
sentencia. Los demás pidieron libertad o muerte. El
gobernador Oglesby conmutó la sentencia de Fielden
August Spies en su celda y Schwab, condenándoles a cadena perpetua, y estos
se reunieron con Neebe en la penitenciaría del estado
de Joliet. Lingg escapó al patíbulo haciendo estallar
en su boca un tubo de dinamita en la víspera de su
ejecución. Los otros cuatro fueron colgados el día 11
de noviembre de 1887.
Les colocaron rápidamente al cuello los lazos
corredizos, les pusieron las capuchas y se apresuraron
a dirigirse a las trampillas. Entonces, de detrás de las
capuchas, surgieron estas palabras:
Spies: “Llegará un tiempo en que nuestro silencio
será más poderoso que las voces que hoy estran-
gulais”.
Fischer: “Vina la anarquía”.
“¡Libertad o muerte!“, manuscrito de Adolph Fischer de noviembre
de 1887, poco antes de su ejecución. Engel: “¡Viva la anarquía!”
Fischer: “¡Este es el momento más feliz de mi
vida!”
Parsons: “¿Se me permite hablar, hombres de
América? ¡Déjeme hablar, sheriff Mason! ¡Que
se oiga la voz del pueblo! Oh…”
En el funeral desfilaron 25.000 trabajadores. Wi-
lliam P. Black, que había sido uno de los defensores,
habló ante las tumbas:
“…Yo amaba a estos hombres. No los conocía
hasta que entré en contacto con ellos en su hora
de dolor y angustia. A medida que pasaban los me-
ses y hallaba en las vidas de aquellos con los que
hablaba el testimonio de su amor por el pueblo, de
su paciencia, de su ternura y su valor, mi corazón
abrazó su causa… Digo que, cualesquiera que sean
los errores que estos hombres hayan podido come-
ter, el pueblo a quien amaban y por cuya causa han
muerto puede cerrar el volumen, sellar la historia y
dedicar su voz a alabar sus heroicas acciones y su
La ejecución de Spies, Fischer, Engel y Parsons. sublime autosacrificio”.
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LA AMNISTÍA
Pese a aquella prolongada oleada de odio, en 1889
se creó una Amnesty Association (Asociación para la
Amnistía) para desarrollar la campaña en favor de la
libertad de Neebe, Fielden y Schwab. Pero el goberna-
Cesare Lombroso, “científico” que, manipulando diferentes
dor Fifer, que sucedió a Oglesby, no quiso oír hablar
materiales, afirmó a finales de siglo que quienes luchaban del asunto y la Asociación para la Amnistía tuvo que
por la revolución eran personas enfermas debido a defectos
genéticos hereditarios.
esperar hasta el año 1893, año en que el cargo de go-
bernador de Illinois fue ocupado por John P. Altgeld.
Este recibió una petición de 60.000 firmas.
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Si hubiese presentado su perdón como un acto de gracia, acusar a la comunidad de asesinato legal.
basándolo en que los condenados ya habían pasado siete años Como consecuencia, al perdonar a Neebe, Fielden y
en penitenciaría, probablemente hubiera sido aplaudido por Schwab, atrajo sobre su cabeza una tormenta a la que solo
la comunidad y su conciencia hubiera quedado tranquila. ganaba en intensidad la que habían sufrido los propios
Pero insistió en realizar una investigación a fondo, y anarquistas. Pero, dándose cuenta desde un principio de
descubrió que se había cometido un error legal irreparable que la posición legal del gobernador era inexpugnable,
y monstruoso, no sólo con los tres hombres que todavía los ultrajados guardianes de la sociedad se apresuraron a
permanecían en la cárcel, sino también con los cinco que recurrir a su arma favorita, descargando sobre el propio
habían muerto. Altgeld una ola de infamias tan intensa y prolongada como
Cuando escribió su mensaje de gracia, que probaba de pocos hombres públicos han sufrido en alguna ocasión.
modo irrebatible que los ocho acusados no habían sido Si no podían impugnarse sus argumentos, al menos se
sometidos. Un juicio imparcial y que la acusación no había podían poner en duda sus motivos, destruir su reputación
logrado establecer ninguna relación entre ellos y la persona y arruinar su carrera política y profesional; a estos
desconocida que arrojó la bomba en Haymarket; cuando fines dedicó la prensa sus esfuerzos, apoyada activa o
demostró que el tribunal, el jurado y el fiscal habían actuado pasivamente por las nueve décimas partes de las personas
bajo la histeria deliberadamente creada e intensificada por más respetables de la vida americana, con un fervor y una
la prensa y la policía de Chicago, lo que hizo en realidad fue persistencia casi fanáticos.
TRIUNFO TOTAL DE LA PLUTOCRACIA
Las facciones radicales del movimiento obrero tar- lleros del Trabajo, que gracias a la campaña en favor de
daron en recobrarse de aquel periodo de persecucio- las ocho horas había pasado de 50.000 afiliados en 1883
nes. Tras el asunto de Haymarket, la Internacional a más de 700.000 a mediados de 1886, perdió partida-
Negra quedó reducida a un pequeño grupo de intelec- rios como consecuencia de su traición oficial durante la
tuales, al retirarse los obreros atemorizados. Aunque huelga y de su negativa a pedir el perdón de los conde-
la corriente conocida con el nombre de la “línea de nados, pasando a tener 200.000 afiliados a mediados de
Chicago” reapareció más tarde, el anarquismo como 1888, y menos de 50.000 en 1894, convirtiéndose en
teoría y como práctica nunca recuperó su influencia una organización insignificante.
sobre el movimiento obrero de los Estados Unidos. Entre la clase obrera, los anarquistas ejecutados fue-
Los trabajadores se volvieron hacia la AFL, más ron considerados mártires del trabajo; tres años des-
conservadora, que contaba en su haber con la energía pués de los sucesos de Haymarket, en 1889, tuvo lugar
desplegada con ocasión del movimiento en pro de la en París un Congreso de todas las tendencias socia-
jornada de ocho horas y con la aprobación de una reso- listas, donde se decidió celebrar todos los primero de
lución pidiendo la liberación de los ocho condenados. mayo de cada año la fiesta internacional del trabajo,
Gracias a ello, la AFL no paró de crecer y en 1893 supe- en honor y recuerdo de los mártires de Chicago. A dia
ró los 250.000 afiliados. La Noble Orden de los Caba- de hoy, dicha fecha sigue sin ser día festivo en EEUU.
Tu solo/a
NUNCA
Solucionarás tus problemas
No lo olvides:
La única solución: la asociación
¡ORGANIZATE!