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1769-Texto Del Artículo-3319-1-10-20181122 PDF
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Este artículo está basado en la investigación de Tesis para optar al Grado de Magíster en Psicología
Clínica de Adultos de Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile: “El campo de lo materno
y los avatares del vínculo madre e hija: aproximaciones teórico-clínicas al padecer femenino”, cuyo
profesor patrocinante fue Roberto Aceituno Morales. Esta investigación comenzó en Julio de 2010 y
finalizó en Diciembre de 2012.
Resumen
Esta investigación teórica surge a partir de las interrogantes que tienen lugar en la
experiencia clínica con pacientes mujeres. A través de una revisión del concepto de lo
femenino en la teoría psicoanalítica y su articulación con lo materno, se trabajarán los
conceptos de ligazón madre, estrago y efecto madre, revisando los aportes teóricos de
Freud, Lacan y psicoanalistas contemporáneas como Marie-Magdeleine Chatel y
Dominique Guyomard.
Abstract
This theoretical research arises from the questions that have place in the clinical
experience with female patients. Through a review of the feminine concept in
psychoanalytic theory and its linkage with the maternal, the present study will work the
concepts of mother-attachment, ravage and mother-effect, reviewing the theoretical
contributions of Freud, Lacan and the contemporary psychoanalysts Marie-Magdeleine
Chatel and Dominique Guyomard.
Resumo
Esta pesquisa teórica surge a partir das questões situadas na experiência clínica com
pacientes do sexo feminino. Através de uma revisão do conceito de feminilidade na
teoria psicanalítica e sua relação com o materno, os conceitos de vínculo materno,
devastação e efeito materno, revendo as contribuições teóricas de Freud, Lacan e
psicanalistas contemporâneos como Marie-Magdeleine Chatel e Dominique Guyomard.
Introducción
formas de padecer que presentan las pacientes y que implican su relación al propio
al vínculo originario entre madre e hija y a los efectos que dicho vínculo tendrá en la
vida de la futura mujer. Serán estas referencias a la madre, este malestar asociado a la
maternidad y estas formas de padecer las que conducen a interrogar desde la experiencia
investigación realizada en el marco del trabajo de tesis para optar al grado de Magíster
metodología de estudio de casos, llevándose a cabo entre los años 2010 y 2012.
ha tenido la teoría psicoanalítica para asir lo femenino como concepto teórico. Para
diferencias, es que se interesa por investigar cómo es que una niña deviene mujer
llegará a plantear que habría una la ligazón-madre preedípica que precede a la ligazón
padre propia del Complejo de Edipo y que en la mujer dicha ligazón-madre tiene un
lugar que es fundamental (Freud, 1931). Esta línea trazada por Freud al proponer la
ligazón-madre preedípica como una vía que permite bordear el enigma de lo femenino,
naturaleza estragante propia de la relación entre madre e hija (Lacan, 1972). En este
sentido es posible afirmar que a partir del desarrollo teórico freudiano y lacananiano una
vía para comprender teóricamente el padecer femenino es interrogar el lazo entre madre
e hija.
materno? ¿Qué señalan dichos conceptos en torno a la particularidad del lazo entre
interrogando los constructos teóricos que han sido elaborados en la teoría psicoanalítica
trabajado por Freud. Continuando con la teorización que desarrolla Jacques Lacan,
trabajo clínico con niños y mujeres adultas conceptualiza el efecto madre como un
modo de comprender el vínculo entre madre e hija. Para finalizar se presentará las
discusiones que surgen a partir de la revisión teórica y los alcances que tiene dicha
psicoanalítica.
sexos. Ya en sus tres ensayos de Teoría Sexual Freud (1905) habría afirmado que las
grandes y simples necesidades vitales y que es la madre quien, por lo general, se dedica
a estos cuidados. Freud (1905) señala que la madre es el primer objeto de amor en
ambos sexos, sin detenerse en este trabajo en la particularidad de este lazo en la niña y
comienza a interrogar la sexualidad femenina, más allá del paralelismo del desarrollo
sexual del niño y de la niña. Reconoce entonces que si bien la mujer desarrollará un
de su organización fálica y del complejo de castración que la diferencia del varón. Son
relación a la castración, las que conducen a Freud a interrogar el lugar que tendrá está
“La feminidad” de 1933 que dará especial importancia al vínculo preedípico de la niña y
su madre, ligazón-madre que tendrá una lugar crucial en el devenir mujer de la niña y en
la génesis de su neurosis. De este modo Freud plantea que algo del orden de la
constitución psíquica y sexual de la mujer se llevará acabo en un terreno que llamó “lo
preedípico”. Freud afirma que la ligazón-madre tendría una intensidad y una duración
no aportará nuevos rasgos a la vía amorosa, más que “el cambio de vía [Wechsel] del
objeto” (Freud, 1931, p. 228). Señalando que “el vínculo-madre primario se había
edificado de manera muy rica y plurilateral.” (Freud, 1931, p. 228). Es decir que la
cónyuge, seguirán entonces el modo del vínculo de esta ligazón-madre (Freud, 1931).
Así, si bien el objeto cambia, la forma de este vínculo seguirá operando en la mujer, lo
de los casos llegará hasta los cuatro e incluso los cinco años, abarcando gran parte la
vida sexual infantil, e incluso en algunos ocasiones “era preciso admitir la posibilidad
ligazón-madre originaria y nunca produjeran una vuelta cabal hacia el varón.” (Freud,
mujer le otorga a la ligazón-madre una significación que no se le había dado hasta ese
momento a la fase preedípica de la mujer. Esta fase afirmará: “deja espacio para todas
secundaria, precedida por esta fase de ligazón-madre preedípica. Freud señala que esta
fase tiene que caer al fundamento, la niña tendrá que resignar a la madre como objeto de
amor, para dirigirse al padre e ingresar en el Complejo de Edipo (Freud, 1931). Este
extrañamiento respecto de la madre se producirá bajo una fuerte hostilidad, que hará que
la ligazón-madre tierna acabe en odio. Es este odio, esta hostilidad, la que posibilita que
en un comienzo, cuando la niña se da cuenta que el niño tiene algo que ella no tiene, se
confirmará cuando descubre que su madre también está castrada. Es en este punto que el
viraje se efectúa. La castración desatará la envidia del pene en la mujer y una demanda
de objeto ¿de qué orden será aquello que la hija resigna de esta ligazón-madre? En este
punto será importante retomar lo que Freud (1931) señala en tanto que algo del modo de
esta ligazón de la niña con la madre seguirá operando; así si bien el objeto cambia, la
forma de este vínculo continúa operando. El vínculo con la madre en tanto originario
marcará entonces los vínculos futuros de la niña, amará de la forma que fue amada y los
avatares de sus lazos amorosos, como hija de su padre y luego en sus relaciones de
posición femenina no implica para Lacan una condición anatómica, si no que una
posición como ser hablante. Posición que por tanto no tiene que ver con una
hombre o mujer tiene al lenguaje. En el Seminario Aún (1972-1973) Lacan trabaja las
constituyendo éstas un modo de ubicarse de todos ser hablante ante la funcion fálica.
Lacan señala:
fálica, aunque para la posición femenina está orientación respecto de la función fálica es
“no-toda” (Lacan, 1973). Así si bien la mujer, desde la posición femenina se puede
orientar hacia la función fálica, hay un más allá. Lacan señala entonces:
“La mujer tiene distintos modos de abordar ese falo, y allí reside
todo el asunto. El ser no-toda en la función fálica no quiere decir
que no lo esté del todo. No es verdad que no esté del todo. Está de
lleno allí. Pero hay algo más allá.” (1973, p. 90).
Este “más allá” alude al “no toda” de la posición femenina y es que no habría un
significante que represente a La Mujer, por eso es que Lacan tachará el “La” de La
Mujer: “No hay La mujer, artículo definido para designar el universal (1973). No hay
La mujer puesto que –ya antes me permití el término, por qué tener reparos ahora– por
esencia ella no toda es.” (Lacan, 1973, p. 89). De este modo no existe un significante
que represente a la comunidad de las mujeres, a diferencia de los hombres que se agrupa
en torno a un significante fálico. Por tanto no es posible hablar de las mujeres, si no que
ante cada mujer nos encontramos con una singularidad irreductible, radical, imposible
de universalizar.
Es justamente en este “no toda”, en este “más allá” de la posición femenina, que
Lacan (1973) ubica el goce femenino, diferenciandolo del goce fálico. Este goce no está
en relación a la función fálica. Lacan señala que: “la mujer tiene un goce adicional,
suplementario respecto a lo que designa como goce la función fálica” (1973, p. 89). Y
de este goce ella nada sabe, señala: “Hay un goce suyo del cual quizá nada sabe ella
misma, a no ser que lo siente: eso sí lo sabe. Lo sabe, desde luego, cuando ocurre. No le
ocurre a todas.” (1973, p. 90). De todos modos Lacan señala que la mujer tiene varios
modos de abordar la referencia al falo: “El ser no-toda en la función fálica no quiere
decir que no lo esté del todo. No es verdad que no esté del todo. Está de lleno allí. Pero
hay algo más allá.” (Lacan, 1973, p. 90,). Este más allá será justamente el goce otro, el
goce femenino.
sexuación de Lacan y señala que ésta es la forma en que los hombres y mujeres se
será aquella que orienta, que establece una dirección ante la función fálica tanto para
hombres como para mujeres. Así será la dirección que la función fálica indica “la que
permite a una mujer alojarse en lo femenino” (Hopen, 2002, p. 29). Para la autora la
para cada sexo, si no más bien distingue modalidades diferentes de abordar a este
objeto. Será en es esta dimensión propiamente femenina del no todo, en aquello que no
pertenece al campo de lo fálico que se puede ubicar el estrago entre madre e hija
(Lessana, 2000).
en la mujer, señalando:
De este modo el estrago entre madre e hija tendrá un lugar primario en la mujer,
virtud de lo que señala Lacan que se podría, entonces, interrogar la dimensión del
estrago “no debe considerarse como una desdicha, ni como un síntoma resultante de una
mala madre, sino como una catástrofe que existe en el corazón mismo de la relación
entre una madre y su hija.” (Chatel, 1993, p. 48). El estrago será entonces propio de la
relación madre hija, y no efecto de uno u otro devenir de esta relación. La relación
1
Marie-Magdeleine Chatel es la misma autora que más adelante será citada como Marie-
Magdaleine Lessana, dado que los trabajos citados de esta autora están firmados con su nombre de soltera
y de casada respectivamente.
madre e hija será siempre ha de ser estragante. ¿Qué quiere decir que esta relación sea
Lacan no es posible una comunidad de las mujeres, no existe un universal para las
mujeres. Será justamente en este imposible que el estrago se ubica. No será posible
entonces compartir ni transmitir entre madre e hija una experiencia en torno a lo sexual,
ni habrá la posibilidad de una identificación femenina entre madre e hija. De este modo
1993).
señala que los avatares de esta relación estarán marcados por el hecho de que ambas
habitan un cuerpo femenino, ubicando como punto medular de los vicisitudes de este
lazo la imagen de un cuerpo de mujer que deslumbra y que se hace deseable en tanto
esta imagen entraña la promesa de un gozo inalcanzable. Esta imagen del cuerpo de la
aparece como un flash que encandila y que hace desaparecer y desvanecerse a quien
mira. Esta imagen del cuerpo de la madre se edifica en un lugar donde no hay nada del
mujer que podría ser deseado por un hombre, de modo que tendrá lugar cuando la niña
llega a la pubertad y su cuerpo adquiere los rasgos femeninos que anuncian a la futura
mujer. Será en este momento que la madre debe entregar a su hija, entrega que para la
entre ellas en una actividad sexual (Lessana, 2000). Así el estrago es tal para la hija pero
también para la madre, quien de algún modo entregará o no a su hija para que está
despertará este tormento de amor-odio propio del estrago. Tal como señala Chatel: “Los
sucesos del cuerpo femenino, “hembra”, tales como las reglas, el acto sexual, el
embarazo, el parto, el aborto, son momentos de apertura a fenómenos extraños, tal vez
porque convocan la relación de una mujer con su madre.” (1993, p. 45). Sucesos que se
y a su propia madre.
El estrago será para Lessana (2000) un “pasaje”, una experiencia que da cuerpo
al odio torturante, sordo, presente en el amor exclusivo entre madre e hija. El estrago
imagen no es del orden de lo especular, sino que será la imagen de un cuerpo erotizado.
El estrago entre madre e hija no tiene que ver con la rivalidad especular, sino con algo
del orden de lo real y del goce del cuerpo, esto dado que “el goce sexual femenino no
ofrece ningún rasgo visible en el espejo del semejante.” (Lessana, 2000, p. 167). En el
estrago lo que se pone en juego es la violencia que movilizará un odio, muchas veces
(2000) este atravesamiento dependerá de la posibilidad de que el odio entre madre e hija
tenga lugar y sea confrontado por ambas. El estrago la convoca, se trata de que “madre e
166). Proceso que presentará dificultades para ambas. Tanto a la madre que ha de
imposible que le dirige, demanda que guarda relación con la transmisión de un saber y
estrago:
“Se trata de un hacer que opere una separación sin sustitución, sin residuos, sin
es una deserción. Es hacer inscribir una cicatriz que valdrá como una huella de la
Una cicatriz que evoca así una inscripción en el cuerpo que no está atravesada
vía del campo de lo materno (2013). La propuesta de esta psicoanalista es que el vínculo
originario con la madre permite cierta comprensión de lo femenino que no se rige por su
como una modificación de los trayectos pulsionales masculinos, si no que portará una
2012).
para dar cuenta de las condiciones mediante las cuales el vínculo primario entre madre e
hija ha de ser estructurante para una mujer. Concepto que juega con la homofonía en
francés de l’effet-mére (efecto madre) y l'éphémère (lo efímero), en tanto este efecto
madre ha de ser efímero para tener un efecto subjetivante. La autora señala que este
de la hija por parte de la madre: “Es en este placer vivido donde una hija enraíza su
propio placer de ser mujer: lo femenino de ella debe ser amado por su madre para
2013, p. 27). Será necesario entonces que este vínculo narcisizante sea un encuentro
entre madre e hija, que implicará por parte de la madre reconocer y amar lo femenino
que ve en su hija: “El placer del vínculo narcisizante de la díada madre-hijo – placer de
hija que llegará a ser mujer. La hija ha de causar el deseo en su madre y experimenta el
entre madre e hija, que para devenir estructurante del narcisismo de una mujer ha de ser
efímero.
de la niña que deviene mujer. De modo que el paso del vínculo a la relación, al estar
del narcisismo en la mujer atravesará entonces ciertas dificultades que tiene que ver con
(Guyomard, 2013, p. 29). Es necesario entonces que este vínculo establezca una cierta
alteridad entre madre e hija, que permita una diferencia. Lo complejo será justamente
como entre madre e hija se juega algo de lo mismo, en torno al sexo, y a la manera en
entre madre e hija se produzca, radicará en la imposibilidad de que esta diferencia sea
necesidad vital de esta primera narcisización.” (Guyomard, 2013, p. 48). Así el proceso
para una mujer y, por lo tanto, para la pequeña hija, pasa por una primera identificación
huella de este narcisismo del vínculo: “La madre es -como objeto- garante de lo materno
este modo: “Lo materno es fundador de un narcisismo bajo ciertas condiciones. Una
primera condición es que haya tenido lugar; otra, es transformarse y dejar un resto que
femenino, y para esto será condición que el narcisismo del vínculo haya tenido lugar,
pero en una temporalidad acotada y efímera que permita que el placer del vínculo
hija ocupe un lugar en el psiquismo y fantasma de la madre, que implicará que la madre
través de sus cuidados dibuje en los bordes del cuerpo de su hija las zonas erógenas,
implantando la vida pulsional en el cuerpo de la niña. Parece ser que a esto a lo que se
refiere Guyomard (2013) cuando señala la importancia de que el narcisismo del vínculo
haya tenido lugar. El segundo aspecto fundamental será que este efecto-madre sea
Para Guyomard (2013) será la erotización del vínculo entre madre e hija lo que
garantiza su transmisión, señala: “En efecto, es necesario que este placer del vínculo
tenga lugar para constituirse como vínculo narcisizante, y su destete debe ser la garantía
entre madre e hija se realice la erotización del vínculo. Será necesario entonces que este
vínculo narcisisante sea un encuentro entre madre e hija. Encuentro que implicará por
parte de la madre reconocer y amar lo femenino que ve en su hija, así: “Ese primer
vínculo, a condición de que sea también encuentro, inscribe para una hija la memoria de
necesario que la madre ame a su hija en tanto mujer, para posibilitar una transmisión de
lo femenino: “La ausencia de este vínculo, así como la dificultad para crearlo para una
madre con su hija pequeña, implica otros obstáculos que ponen en riesgo para esta su
Discusión final
psicoanalíticos que refieren al lazo entre madre e hija. Esta forma de acceder al estudio
conformaría la particularidad del vínculo con la madre y los efectos que éste tiene en la
mujer.
antecedente a la hora de pensar el vínculo madre e hija y sus efectos, en tanto este autor
señala que dicha ligazón tendría un lugar fundamental en la génesis de la neurosis y que
incluso seguiría operando en los lazos futuros de una mujer. Lo que permanecería de
esta ligazón, que cae bajo una represión particularmente despiadada, es la modalidad del
vínculo, es decir, que si bien el objeto madre es resignado y la niña se dirige al padre
como objeto de amor, el modo de establecer la ligazón con el padre seguirá una
una mujer con las mujeres, radica para el autor en que no es posible hablar de un
estragantes que implican la relación de la mujer con su propio cuerpo, con su identidad
esa modalidad particular del vínculo entre madre e hija que Freud señala. Se podría
pensar que esta modalidad del vínculo es justamente es estragante, en tanto implica
que hace la hija a su madre, pero también – y esto es lo nuevo que introduce Chatel- a la
de efecto madre permite comprender cómo es que este vínculo, que puede devenir
constitución del narcisismo femenino. Este vínculo pulsional entre madre e hija es
condición de posibilidad para que la niña devenga mujer, pero tiene que operar por la
vía de este efímero efecto de madre. Los avatares de este vínculo, muestran la
efímero y sigue operando bajo una modalidad estragante. De modo que si el estrago es
los avatares de esta transmisión los que ponen en riego su identidad, en tanto ponen en
peligro el narcisismo femenino. Que el efecto madre tenga lugar, es condición para la
el modo en que éste concepto ha sido teorizado, como lugar fronterizo y enigmático,
que no son posibles de comprender bajo la lógica edípica freudina y la lógica estructural
Referencias
Guyomard, D. (2013). Nace una madre. Del vínculo a la relación. Santiago de Chile:
Catalonia.
Freud, S. (1905). “Tres ensayos de teoría sexual”. En Obras Completas, Vol. VII.
Freud, S. (1924). “El sepultamiento del complejo de Edipo”. En Obras Completas, Vol.
Lessana, MM. (2000). Entré mère et fille: un ravage. Paris: Hachette Litteratures.
Traducción inédita.
Submissão: 15/07/15
Última revisão: 12/11/15
Aceite final: 10/12/15