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Introducción

La crisis de 2008 encuentra algunas similitudes con la Gran Depresión. En ambos casos,

hubo un colapso económico agudo e inesperado, y ambas comenzaron en los Estados Unidos y

se extendieron rápidamente al resto del mundo. Hoy en día, el sistema financiero es más

complejo y las ideas económicas no solo se sustentan en una construcción teórica. De hecho,

actualmente hay intereses financieros de diferentes instituciones con poderes económicos y

políticos muy diversos. Keynes no solo trató de exponer la deficiencia de las ideas

predominantes en sus días, sino que también las sustituyó por un análisis alternativo (la teoría

general). Entre la Segunda Guerra Mundial y su muerte en 1946, Keynes contribuyó a la

creación de un orden institucional en Bretton Wood que buscaba evitar otra crisis de

consecuencias similares (Knoop, 2004, 39).

Las recetas keynesianas funcionaron desde 1945 hasta 1973, cuando la crisis del petróleo

inició un escenario completamente nuevo de coexistencia de la inflación y el desempleo (ibid,

105). Keynes no había anticipado esta circunstancia porque en 1973, por primera vez, la

inflación no se basaba en la demanda sino en el coste (los precios aumentaron a consecuencia de

la subida de los precios de la energía y del petróleo). Sin recesión económica y demanda, los

precios siguieron subiendo, por lo que la inflación de la demanda se convirtió en inflación de

costes. De este modo, los problemas de desempleo e inflación coexistieron y las políticas de

Keynes fueron reemplazadas por teorías monetaristas (ibid, 55).


La crisis de las subprime de 2008 constituyó una nueva etapa de la crisis que hizo que el

desempleo coexistiese con una situación deflacionaria en lugar de con la inflación, es decir, hubo

desempleo con precios más bajos y deflación. Al comienzo de la crisis, la deflación llegó con la

expectativa de precios bajos. Eso, junto con el hecho de que muchas personas perdieron sus

empleos y, en consecuencia, su poder de compra, retrasó el consumo. Esta situación puso en

peligro la economía, ya que habría hecho que los precios cayeran incluso por debajo de los

costes de producción, con la consiguiente pérdida de las empresas. Sin embargo, la teoría

keynesiana fue resucitada y sus políticas proporcionaron una solución.

El marco teórico y la perspectiva de Keynes para la crisis de 2008

La crisis de 2008 fue una crisis de activos líquidos donde la incertidumbre de los

mercados desempeñó un papel principal en las decisiones de los individuos. En la teoría general,

Keynes hizo hincapié en las expectativas de los agentes. De esta manera, cualquier pronóstico

económico se vuelve incierto, y las crisis están ligadas a los cambios en las expectativas de los

actores económicos que causan que «prices reflect the market sentiment on the value of the

assets rather than investors’ decisions based on discounted expected returns» (Bilginsoy, 2015,

294). Según Keynes, la expectativa de los inversores no solo está determinada por la eficiencia

esperada de un determinado activo, sino por su espíritu animal. Keynes creía que cuando la

incertidumbre aumenta, los agentes económicos generalmente prefieren un gasto excesivo de

liquidez y, como consecuencia el consumo, la inversión y la demanda se reducen (Knoop, 2004,

43). La preferencia por la liquidez en la crisis de las subprime fue, por lo tanto, una consecuencia

natural de un sistema económico dinámico. La explicación más común de una crisis para Keynes
no es el aumento en los tipos de los impuestos, sino un colapso en la eficiencia del capital.

Además, el pesimismo y la inestabilidad que viene con la ruptura de la eficiencia del capital

provocan que las personas prefieran la liquidez, lo que supone una disminución de la inversión.

(Bilginsoy, 2015, 267-268).

La tendencia de las economías occidentales en los años anteriores a la crisis de 2008

estuvo relacionada con el concepto de la trampa de liquidez, analizada por Keynes. La liquidez

entre los inversores generó nuevas inversiones debido a las altas expectativas del auge

económico, pero posteriormente con la recesión, la política monetaria también se volvió muy

ineficiente. La crisis de 2008 es también una crisis en la demanda efectiva; esto significa que la

mayoría de la gente prefiere la liquidez. La pregunta que surge aquí es cómo la crisis de alto

riesgo originada en un mundo financiero puede tener efectos en la demanda y las actividades

reales de la economía. La teoría keynesiana sostiene que la explicación se haya en la neutralidad

del dinero. El enfoque clásico considera que los cambios producidos en la oferta monetaria solo

afectan a las variables nominales (el nivel de precios, los salarios nominales y la producción

nominal), y no las variables reales (producción real, desempleo, trabajo, capital y tecnología).

Esto se conoce como la neutralidad del dinero (Knoop; 2004, 36). A diferencia de los

economistas clásicos, los monetaristas creen que esta llamada neutralidad monetaria solo se

mantiene a largo plazo. La razón de esto tiene que ver con información inexacta y percepciones

erróneas de precios. Sin embargo, para Keynes el dinero no es neutral, ya que forma parte de los

pasivos de los bancos. Los bancos tienen activos en forma de dinero porque esos activos serán

validados por flujos de liquidez provenientes de empresas, familias e incluso de estados. Por lo
tanto, según Keynes, el dinero no es simplemente un medio de intercambio, sino una herramienta

para financiar inversiones y comprar activos financieros.

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