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2 de Timoteo
Introducción
Pablo tiene una manera tradicional para dar apertura a sus cartas, procurando siempre
su deseo de bienestar sobre el destinatario. En esta apertura, Pablo introduce y mezcla
elementos cristianos de intercesión y acción de gracias; además, anticipa elementos que
va a tratar más ampliamente en el desarrollo su carta, como los siguientes: el llamado al
ministerio, la tarea puesta por Dios, fidelidad al evangelio y lealtad a Pablo.
La descripción de Timoteo como amado hijo (2) agrega una nota de intimidad muy
particular a esta carta. Es mucho más personal que la declaración “verdadero hijo en la fe”
que aparece en 1 Timoteo 1,1; porque no se trata de una legitimación, sino de una
expresión de afecto. Ya este dato inicial concuerda con el carácter más personal de la
presente carta, que se enfoca menos en la iglesia y su organización y se dirige más hacia
la persona y ministerio de Timoteo.
hay mucho por lo cual estar agradecido, a pesar de los problemas que estaba
enfrentando (“al acordarme de tus lágrimas”, 4).
Las palabras del versículo 7 son indicación de que Timoteo estaba experimentando
gran oposición, no sólo a su mensaje sino que también hacía sí mismo en su calidad de
líder en la iglesia. Su juventud, su asociación con Pablo y su liderazgo se hallaban bajo el
fuego de la oposición por parte de creyentes y no creyentes. Pablo lo anima a mantenerse
firme. Cuando permitimos que la gente nos intimide, neutralizamos nuestra efectividad
para con Dios. El poder del Espíritu Santo puede ayudarnos a vencer nuestro temor de lo
que alguien pueda decir o hacernos, y así continuar haciendo la obra de Dios.
Tanto Pablo como Timoteo servían a Dios en la línea de sus antepasados (“desde mis
mayores”, 3 y 5). Pablo menciona con su respectivo nombre a la abuela y madre de
Timoteo: Loida y Eunice. La mención de esas mujeres, ¡es un llamado implícito a la
fidelidad y la constancia para que esta herencia espiritual no se pierda!
La mención de la palabra “espíritu” con minúscula (7) puede llevarnos a pensar sólo
en la capacidad de lo humano, sin embargo no hay que perder de vista que tal espíritu ha
sido dado por Dios. De esta forma podemos pensar en el “Espíritu” con mayúscula (el
Espíritu Santo), debido a la conexión que existe con el carisma. Además, tenemos en
Romanos 8,15 noticias de un texto en donde la mención de espíritu claramente se refiere
al Espíritu Santo.
Seguramente Timoteo, debido al esfuerzo que tuvo que realizar para hacer frente a
algunas oposiciones en su contra, se sentía un poco cansado y con algo de temor. Pablo
le recuerda a este joven que la plenitud del Espíritu Santo y los dones que éste provee
dan suficiente poder para ejercer el ministerio. En el versículo 7 Pablo menciona tres
características del líder cristiano efectivo: poder, amor y dominio propio. Estas
características están a nuestra disposición porque el Espíritu Santo vive en nosotros. Si
seguimos la guía del Espíritu, y lo hacemos cada día, veremos cómo se mostrarán de
manera más efectiva en nuestras vidas estas características. Pablo no exhorta a Timoteo
desde la actitud del jefe, como diciéndole: “¡ya, vamos! Esfuérzate más, chico”. Sino que
lo hace para decirle: “Recuerda que no estás luchando solito; recuerda que Dios te ha
llamado, y El sabe lo que hace. El te ha puesto una tarea que no excede tus posibilidades,
porque Dios da lo que pide, y nos da dones y su Espíritu para poder cumplir”.
* El éxito en la fe y el ministerio está en la bendición de Dios, la intercesión y la
conciencia de lo que Dios nos ha dado.
2. (1, 8-14) Llamado a la firmeza y la fidelidad. Pablo anima y exhorta a Timoteo a ser
fiel y fuerte en el ministerio y fundamenta este llamado en la obra de Cristo y del Espíritu
Santo.
Pablo le dice a Timoteo “no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor” (8),
más adelante, en el versículo 12 y 16, se menciona nuevamente el verbo avergonzar
(véase también Rom 1,16). Era y es normal en nuestros días, aún entre amigos y
familiares, que exista vergüenza por un preso conocido. En el griego los versículos que
van del 8 al 12 son una sola oración que profundiza el pensamiento con frases relativas
sucesivas. Pero la vergüenza se asocia primeramente con testificar de y para Cristo.
¡imagínese tener un Señor crucificado!, esto era algo horrible en ese mundo de paganos y
de judíos. Lamentablemente, para nosotros, la cruz se ha vuelto algo tan normal, que en
muchos sentido ha perdido su fuerza de escándalo. Sin embargo, para ese entonces la
cruz era una gran afrenta.
El apóstol usa la expresión “preso suyo”. Con esto indica que sea que esté libre o
preso, de igual manera pertenece a Cristo. O como lo dijera en otra oportunidad “sea que
vivamos, o que muramos, del Señor somos” (Rom 8,14). A Jesucristo pertenecemos, y
eso significa también que El nos cuida. ¿A quién temes más: a la gente o a Dios? Porque
a pesar de que los tiempos han cambiado, no obstante la cruz de Cristo no puede verse
vaciada de su contenido de escándalo, por eso, si somos fiel al mensaje de Jesús nos
tocará de alguna forma el sufrimiento y burla por causa del evangelio. Es al sufrimiento
por causa de Cristo que invita Pablo a Timoteo cuando le dice “sino participa de las
aflicciones por el evangelio según el poder de Dios” (8). En este versículo encontramos un
paralelismo antitético (“no te avergüences...sino participa”). La tarea de Timoteo (y la de
cualquier ministro del evangelio) involucra sufrimiento y aflicciones, pero no es en vano:
es por algo y, más aún, por alguien, que es muy digno, que vale la pena. Sólo
comprendiendo esto el servicio se vuelve inevitable, necesario y útil.
Pablo se refiere a Dios el Padre como el que nos “salvó” (9) y a Jesucristo, su Hijo,
como nuestro “salvador” (10). En todo caso en la economía de la salvación tales términos
son intercambiables pues el Padre nunca salva aparte del Hijo y el Hijo nunca lo hace
aparte del Padre. La trinidad en su plenitud, Padre, Hijo y Espíritu Santo, actúan a favor
de nuestra salvación. El eminente biblista y exégeta Gordon Fee ve todo este versículo no
tanto como una digresión, sino como una manera de animar y exhortar a Timoteo
teológica y espiritualmente con las verdades divinas. Se busca fundamento teológico y
confesional para animar el ministerio del joven Timoteo en medio de las dificultades.
Timoteo debe “retener la forma de las sanas palabras” que oyó del apóstol Pablo (13).
La palabra “sanas” alude a una metáfora vinculada a la salud; Timoteo debe cuidar la
sana doctrina de los ataques de una enseñanza enfermiza, débil, corrompida. En 2,2 se
volverá repetir el mandato de atender a lo dicho por Pablo (“lo que oíste de mi”).
Ya habíamos visto cómo Pablo había dicho que el depósito es guardado por Dios. El
“buen depósito” (14) es una metáfora económica; con esta palabra la enseñanza cristiana
quiere referirse a un gran tesoro. No somos dueños sino mayordomos del evangelio. Lo
guardamos no desde la carne, no con la racionalidad humana, con nuestro humano
poder, por lo demás muy limitado, sino en el poder de Dios por el Espíritu Santo. Se
necesita, por tanto, su dirección y empoderamiento. No es tanto que pidamos a Dios que
nos ayude en nuestros proyectos, sino que permitirle que cumpla sus metas en nuestras
vidas.
1a. ¡Cuánto vale un amigo que ora por nosotros! ¡Seamos fieles en la
intercesión!Pablo se encontraba a las puertas de enfrentar el martirio, sin embargo,
¡dedicaba tiempo para orar por Timoteo! Le asegura a éste de su amor y sus oraciones,
diciéndole que le recordaba de noche y día ante el trono de la gracia. ¡Qué bendición es
tener amigos que oran por uno! Y, ¡qué estímulo es orar por otros y ayudarles en sus
vidas espirituales! En Samuel 12,23 leemos: “lejos sea de mí que peque yo contra Jehová
cesando de rogar por vosotros.” Hay que ser constantes y fieles en la intercesión; pero
debemos admitir que muchas veces nos cuesta. Primero recordemos el ejemplo de
nuestro Señor Jesucristo y su apóstol. Además pueden servirnos ciertas ayudas prácticas
como una lista en el escritorio o dormitorio, un día fijo de la semana, pegar fotos de las
personas por las que prometiste interceder, sólo por mencionar algunas ideas. “Y nosotros
persistiremos en la oración”, es lo que leemos en Hechos 6,4. Es parte indispensable de
nuestra tarea en el ministerio cristiano interceder por la gente. Así lo ha enseñado y
señalado nuestro Señor Jesucristo (véase, por ejemplo, Mateo 9,38; Mc. 10,16; Lc. 22,32;
23,34 y Juan 17). La constante intercesión debe ser prioridad para cada siervo del Señor.
Esta inversión generosa no será en vano sino será recompensada por nuestro fiel Dios.
Seamos amigos fieles en la intercesión tal y como lo era Pablo.
2a. Estemos dispuestos a sufrir por causa del evangelio. Los cristianos procuramos
sobrellevar todo lo necesario para que el evangelio de Dios avance, aunque en el camino
nos encontremos con ofensas, burlas, calumnias, discriminación, pérdidas materiales y
otros circunstancias semejantes. No se trata de buscar el sufrimiento, sino que éste se
acepta como consecuencia de ser fieles a nuestro Señor Jesucristo (vs. 8). La vergüenza
(8), los padecimientos (12), las penalidades hasta prisiones (2,9), son todas “aflicciones
por el evangelio” y por eso son honrosas e indispensables. Son consecuencias de
obedecer el mandato de retener fielmente la enseñanza de Cristo (13) y de guardar lo que
el Espíritu nos ha encomendado (14). ¡Guardemos y transmitamos con toda dedicación el
santo evangelio cueste lo que cueste! Probablemente nos traerá resistencia y burlas, pero
más nos importa la obediencia a Cristo y su mensaje.
2b. Suframos por el evangelio en el poder de Cristo. Hay una forma de perseverar y
resistir en medio del sufrimiento por causa de Cristo, cuando lo hacemos “según el poder
de Dios” (8). Lograremos aguantar todo lo necesario si recordamos todo lo que Cristo ha
hecho por nosotros (9 y 10), de esta manera la gratitud y el compromiso serán más
fuertes que el temor. Recordemos también nuestro llamado original (11). Estemos
dispuestos a sufrir lo que sea, confiando en Cristo en quien hemos puesto nuestra fe (12).
No confiamos en nuestras fuerzas sino en las del Dios todopoderoso. El será fiel y
suficiente hasta el final. Otra manera de expresar esta esperanza futura la encontramos
en el versículo 14; podemos guardar la sana doctrina y el evangelio por el Espíritu de
Dios, es decir, en su poder. En el libro de los Hechos vemos cómo el Espíritu daba
valentía y confianza a los apóstoles frente a la persecución; y todo eso nos dará si se lo
pedimos.
Los versículos 11 al 13 parecen ser material tradicional, bien compuesto, algo poético,
con bonita simetría y densa dicción. Es lo que podríamos catalogar como una canción o
poema cristológico. Sin embargo, desde el punto de vista estructural el final del versículo
13 (“El no puede negarse a sí mismo”) rompe la simetría, mas eso enfatiza con mayor
fuerza la fidelidad de Dios. Las primeras palabras con que se inicia este versículo (“Si
fuéremos infieles, él permanece fiel”) podrían entenderse como un consuelo, sin embargo
por el contexto parece más un aviso, una advertencia. La fidelidad de Cristo, en este
caso, significa: cumplir y realizar sus amenazas (“Y a cualquiera que me niegue delante
de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” Mateo
10,33). Todo eso no es mera información o descripción pero tiene una función retórica:
para animar, avisar, orientar para que desde el futuro ajustemos nuestro presente.
Nuestra actual vida tendrá consecuencias eternas en el futuro cercano. Todo eso quiere
ser una motivación fuerte y correcta para el ministerio cristiano. Cristiano, ¡que sea sólo la
verdad de inicio a fin! , llevada a cabo en íntima comunión con Cristo, por él y para él.
3. (2, 14- 26) Un ministerio que proclama la sana doctrina y que evita la mala
doctrina. En este pasaje el apóstol avisa repetidamente que el obrero cristiano no debe
meterse en discusiones fútiles sobre palabritas y detallitos (vea el comentario sobre 1
Timoteo 1 sección 2.a). Es pérdida de tiempo, expresión de orgullo, y afecta la unidad del
Cuerpo de Cristo caer en tales cosas. Más concretamente, alejan de las sanas palabras
enseñadas por nuestro Señor Jesucristo, pues son inventos de la mente humana. Si en
las discusiones falta la sanidad y salud, pronto se verá afectará también la santidad y las
personas se encaminarán inevitablemente hacia la impiedad y una conducta enferma (16
y 17). La herejía habitualmente lleva a errores y pecados. Al otro lado, el evangelio
edifica a los creyentes, unifica la iglesia y lleva a una vida de buenas obras (21).
Contrario al obrero aprobado Pablo menciona el anti-ejemplo de dos líderes que eran
falsos maestros, quienes confundían los tiempos y dispensaciones de Dios (18). El Reino
de Dios tiene sus etapas y no ha llegado todavía a su plenitud. Estos líderes pretendían
que ya había llegado la gloria (“diciendo que la resurrección ya se efectuó”), pero Pablo
aclara en el versículo 19 que Dios es firme en sus designios y que mientras tanto
debemos vivir en obediencia a sus mandamientos, alejándonos activamente del pecado.
Una incorrecta comprensión de los los tiempos escatológicos, puede afectar la vida en su
santidad.
Pablo considera a los obreros de Jesucristo como vasos nobles, de gran valor (20).
Esto lo hace usando la metáfora de los diferentes materiales con que se fabrican los
utensilios de casa. Este honor es una responsabilidad que debe llevarles a apartarse de
las actitudes y acciones como las de Himeneo y Fileto, quienes, siguiendo con la metáfora
son aquellos utensilios que sirven para usos viles (17, 19 y 21).
“El siervo del Señor no debe ser contencioso” (24), como los falsos maestros. No se
trata de evitar toda confrontación sobre la verdad para quedar bien con todos. Hay que
luchar por la sana doctrina, pero no meterse en discusiones que conducen a nada. Por
esa razón en el versículo 25 se profundiza en la conducta del ministro cristiano. Se
aconseja un trato correctivo, generoso y amable a los que se oponen a fin de producir un
resultado positivo. Pablo sabe que la gentileza no puede producir arrepentimiento, pero
Dios puede lograrlo si se adopta una actitud conciliadora. Pablo expresa el resultado
deseado en una forma positiva (“para conocer la verdad”) y también en forma negativa (“y
escapen del lazo del diablo”, 26).
El mandato de encargar a otros se conecta también con lo que Finzel llama Error 9:
“Tener éxito sin tener sucesores.” Esto ocurre cuando el orgullo se aferra al liderato; pero
la humildad lo deja ir.
Entregar el liderazgo es como enviar a los hijos a la universidad: Nos duele pero
hay que hacerlo.
Enseñar a otros es una función no negociable del liderato exitoso. Esto es, servir
de mentor a otros. Lo ideal es estar de por vida en una “constelación de mentoría”
con mentores ascendente, descendente y de par (interno y externo).
Constantemente influenciando y siendo influenciado para bien. Este es el diseño de
Dios para la iglesia y su liderazgo, no algo hecho para crear individualismo sino
para ser vivido y compartido en forma comunitaria. Jesús mismo nos dejó ejemplo
al discipular a los líderes del futuro, los doce; él pasaba con ellos mucho tiempo
enseñándoles por palabras y obras el reino de Dios. El secreto del ministerio está
en Cristo y su gracia, con eso empieza y concluye el párrafo.
Y dentro del amor de Dios, una segunda motivación para el ministerio, aun si conlleva
sufrimiento, es el amor hacia la iglesia (10). Ella se compone de los escogidos de Dios y
por eso es de sumo valor. Nuestro ministerio es una cooperación con la gran obra de Dios
para la salvación de pecadores. Todo sufrimiento ministerial vale la pena si hay efectos
positivos en la vida de la gente que Dios ha dejado bajo nuestro cuidado pastoral. Es una
gran recompensa, ya en el presente, ver que ellos se encuentran en el camino hacia la
salvación eterna, camino que hacen concreto en su vinculación con los necesitados de
alrededor. Esto amerita cualquier sacrificio, ¡hagámoslo impulsado por el amor de Dios!
2. (3, 10-17) Las medidas para escapar del engaño. Pablo elabora ahora la alternativa
para la falsa doctrina e indica cómo Timoteo y la iglesia del Señor puede evitar el engaño.
Primero, el apóstol recuerda a su encargado el aprendizaje integral que ha recibido (10).
El ministerio piadoso contempla una vida unida bajo la palabra de Dios. En una forma
armoniosa y conectada se combinan aspectos del contenido de la fe, el carácter y el costo
del discipulado. Pablo mismo vivía lo que enseñaba. Su historia personal respaldaba su
enseñanza. Ya habφamos visto en el capítulo 2 que el siervo de Cristo tendrá que sufrir.
Pablo alaba al Señor por su fidelidad al permitirle salir glorioso de toda circunstancia (11).
En el versículo 12 el apóstol generaliza y aclara que la vida cristiana normalmente
contiene su cuota de sufrimiento; sin embargo, esto no debe sorprendernos, pues es de
esperarlo en una vida verdaderamente piadosa. A fin de cuentas un servidor es menos
que su Se±or, “porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se
hará?” (Lc 23,31). Porque a los discφpulos les esperan liberación y bendición, mas a los
perseguidores y falsos maestros enredos y juicio (13). Pablo le dice a Timoteo que
refuerce lo aprendido por su ejemplo personal (14) y todo el consejo de la Escritura que
ha aprendido desde la ni±ez en el cálido contexto familia (ver 1,5). Así la fuente y norma
de enseñanza son las Sagradas Escrituras ya que son la Palabra de Dios mismo; éstas
enseñan el camino de salvación (15). Aquí las Sagradas Escrituras hacen alusión al
Antiguo Testamento, porque el Nuevo Testamento todavía está en proceso de escritura y
aceptación canónica; sin embargo, lo aplicado al primero se aplica al segundo.
John Stott nos dice, citando el versículo 16, que enseñar tiene que ver con qué
enseñar; redargüir con qué no creer; corregir con qué no hacer; Instruir con qué hacer.
Todo eso muestra la utilidad de la Biblia contra la futilidad y las disputas interminables de
los falsos maestros. La Santa Escritura (aquí en singular para destacar su unidad) es
autoridad, fuente y contenido de nuestra fe y ética. Su propósito es llevar al Hombre de
Dios hacia su perfección (16). La nominación “hombre de Dios” es propia del contexto
veterotestametario (aparece también en 1 Tim 6,11), y es el lenguaje usado para referirse
a los siervos de Dios como son los profetas. Porque ellos pertenecen a Dios y están a su
servicio. Nunca debemos olvidar que la mayor herramienta para la formación del siervo
del Señor es la Biblia.
* La santa Biblia es el medio provisto por Dios para poder descubrir y resistir el
engaño.
Pablo introduce con mucho énfasis y solemnidad el mandato del versículo 2. Eso
subraya la singular importancia de la predicación de la Palabra de Dios, tomando a Dios y
Cristo como testigos (1), “que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en
su reino” (para la palabra manifestación, vea los comentarios a 1,10 y en 1 Tim 6,14).
“Que prediques la palabra” le manda Pablo. La Palabra indica todo el evangelio, la sana
doctrina (3), la verdad (4). La Palabra de Dios ha quedado testimoniada en la Biblia, la
cual aunque sea una Biblia se compone de muchos libros; aunque fue transmitida por
muchos escritores en cada una de sus páginas somos testigos del hablar y actuar de Dios
a favor de las personas. Y así como un heraldo anuncia en la plaza pública el mensaje de
los gobernadores, así esa palabra de Dios debe ser proclamada en el mundo entero.
Todos deben conocerla y obedecerla.
Este encargo se vuelve como el deseo final de quien se sabe cercano a su muerte, de
ahí también su tono de seriedad y solemnidad (6). Pablo considera su muerte como un
sacrificio para la gloria de Dios, como una libación de vino. Él apóstol declara que el
tiempo de su partida se encuentra cerca. La palabra partida se usa en el contexto de
quien desarma una tienda o suelta un barco. Con mucha gratitud y satisfacción el apóstol
puede mirar hacia atrás y hacia adelante. Compara la vida cristiana con una batalla (7,
véase también 1 Cor 9,25; 1 Tim 1,18) y una carrera (Hechos 20,24; Hebreos 12). “He
guardado la fe” que es lo mismo que decir: me he mantenido fiel en mantener a salvo la fe
que confesamos. Fue justamente esta fe la atacada y adulterada por los falsos maestros
(vea 2,18; 3,8.10 y 15). Durante todo su ministerio Pablo se ha presentado como un
modelo positivo a seguir. También describe su futuro con figuras deportivas: Dios ya le
tiene lista la corona del vencedor (8). En este caso no de laurel sino de la justicia. El Dios
justo compartirá su justicia con los creyentes que han perseverado y han sido fieles en el
ministerio. Esta justicia indica la correcta y buena relación con Dios. Pablo, luego, amplia
esta recompensa gloriosa a los creyentes. No está del todo claro si trata la mención de la
venida haga alusión a la manifestación futura de Cristo o su encarnación. Lo más
probable es que –en concordancia con el versículo 1- se trate del regreso del Señor.
* Es encargo de Dios el predicar su Palabra con total dedicación hasta que Cristo
venga.
Pablo le indica a Timoteo que realice lo más pronto posible un viaje que los vuelva a
reunir cara a cara (9). El apóstol se siente necesitado de compañía, en especial cuando
hay algunos que le han dejado por propia decisión (10) y otros porque han tenido que
emprender misiones pastorales en otros territorios (12); por eso necesita ver a “su hijo
amado” y a otros colaboradores (11), y de la misma manera requiere de cosas materiales
que son de uso personal (13). El apóstol durante este periodo ha tenido que soportar
acusaciones de algunas personas (14), lo cual le ha llevado, al parecer, a un tribunal de la
ciudad. Un dictamen en su contra tendría terribles consecuencias para su persona (“así fui
librado de la boca del león”). Si situación fue realmente penosa y grave pues se sentía
solo contra el mundo, ¿dónde estaban sus amigos en un momento tan crucial de su vida?
Sin embargo, no les guarda rencor (16). Y Aunque Pablo estuvo sin la compañía de sus
colaboradores y amigos, tenía la presencia más importante: la de su Señor quien lo
fortalecía y libraba (17). Inclusive aun estando en la sala de juicio pudo cumplir con su
llamado supremo de predicar. ¡A la verdad el apóstol predicaba la palabra “a tiempo y
fuera de tiempo” (2)! Estaba viejo y solo pero lejos de ser derrotado y desanimado.
Pablo termina con alabanza y confianza (18) porque sabe que su Dios nunca lo dejará,
más bien le dará entrada en su reino. La conclusión de la carta es desde luego una
doxología que nunca acaba; es necesaria la eternidad para alabar al Señor en forma
suficiente.
* Aunque nos falte la compañía humana, nunca nos faltará la compañía del Señor.
Eso nos llena de confianza y alabanza.
1a. Es una tarea crucial el predicar la Palabra de Dios. Es el llamado divino del profeta,
del maestro y del predicador. Es uno de los ejes de la Reforma que apunta a esta
vocación: Sola Scriptura. La Biblia es la única norma de fe y conducta. Y aunque las
tradiciones son importantes, no obstante es la Escritura la “norma normans” (la norma que
norma). Por tanto, hay que tener cuidado con lo que predicamos; pues sólo debemos
predicar la Palabra de Dios y toda la Palabra de Dios. En esto consiste el mandato santo
de proclamar todo el consejo de Dios. No se trata de predicar moralismos, ni lo que la
gente quiere escuchar, sino lo que Dios dice. La Biblia debe ser el contenido de las
predicaciones de inicio a fin. Pero tristemente nos percatamos que en muchos cultos,
llamados evangélicos, la Biblia apenas es predicada, y si se la cita es a menudo como
pretexto o medio para propósitos personales e institucionales, así en las iglesias en donde
se predica la teología de la prosperidad o en las sectas que anuncian milagros y
sanidades a “de acuerdo al bolsillo”. También se cae en el error de iniciar la prédica
tomando textos fuera de contexto, o “picoteando un poco aquí y otro poco allá”, sin
atender al contexto en el cual se insertan los textos y pasajes bíblicos. Es ya común notar
que en ciertas confesiones evangélicas los testimonios y, principalmente, los cánticos
(alabanzas) tienen más importancia y por tanto se les dedica casi todo el tiempo del culto.
Cualquier manifestación especial del Espíritu sólo es válida si se sujeta a la Palabra de
Dios; pues ella es la única que tiene autoridad divina. Y no olvidar que esa Palabra de
Dios se encarnó en la vida y obra de nuestro Señor Jesucristo.
1b. ¿Cómo queremos terminar? Muchos creyentes y líderes no terminan bien su carrera
ministerial. Se desvían de la verdad o caen en pecado. Otros empiezan a hacer de su
ministerio una rutina y la dependencia en Dios es cada vez menor. Se habla de tres
tentaciones a las que son expuestos los ministros: la fama, las faldas y las finanzas. El
orgullo, la sexualidad pecaminosa, el abuso de poder, o el estancamiento en auto-
suficiencia causan un saldo final muy negativo. Pablo pudo terminar bien su vida cristiana
y ministerio; y esto, por la gracia de Dios y porque constantemente pensaba en el final.
Vemos por los versículos 1 y 8 que Pablo tenía clara consciencia del regreso de Cristo y
del juicio venidero. Que sea nuestro deseo el terminar como Pablo y entonces escuchar la
voz del Señor que nos dice: “Bien, siervo bueno y fiel...entra en el gozo de tu Señor!”
(Mateo 25,23). En el poder de Cristo e inspirados en su obra consumada, ¡Sí, podemos
lograrlo! Pablo era seguidor de su Señor Jesús quien demostró terminar bien la obra del
Padre sobre esta tierra (vea Juan 17,4 y 19,30. La palabra “terminar” aquí es de la misma
raíz griega que encontramos en nuestro versículo 7 “he terminado la carrera.”). Todos
nosotros podemos terminar bien si nos cuidamos de las trampas del diablo, si seguimos
los modelos correctos y si nos encomendamos en la gracia de Dios provista por Cristo.