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LÁMPARA ES A MIS PIES TU PALABRA

2 de Timoteo

Introducción

Esta carta también pertenece a la sección conocida como “Las cartas


pastorales”. Por tal razón, invitamos al lector a consultar la introducción del
comentario realizado sobre 1 de Timoteo.

La segunda carta a Timoteo es considerada, dentro de la tradición cristiana, la


última carta escrita por el apóstol Pablo y en este sentido considerada “su
testamento.” Ella sería escrita poco tiempo después de 1 de Timoteo.

El tono de esta carta es más personal que la escrita con anterioridad a


Timoteo. La carta sirve para solicitar a Timoteo que se dirija a Roma (“Procura
venir pronto a verme” en 4,9 y 21) y para exhortarle que persista, cueste lo que
cueste, en la sana doctrina, estando presto a sufrir todo lo que el ministerio
cristiano demande. La lectura de esta carta nos lleva a pensar en que los
problemas en la iglesia de Éfeso, al parecer, no habían visto una solución, al
contrario parece que se estaban acrecentado.
2 Timoteo 1

1. (1, 1- 7) Saludo y consejo

Para saber acerca del emisor y destinatario remitimos al lector a comentario de 1 de


Timoteo (ver sección: 1. (1, 1- 2) Saludos iniciales).

Pablo tiene una manera tradicional para dar apertura a sus cartas, procurando siempre
su deseo de bienestar sobre el destinatario. En esta apertura, Pablo introduce y mezcla
elementos cristianos de intercesión y acción de gracias; además, anticipa elementos que
va a tratar más ampliamente en el desarrollo su carta, como los siguientes: el llamado al
ministerio, la tarea puesta por Dios, fidelidad al evangelio y lealtad a Pablo.

Desde el comienzo de la carta Pablo se refiere a su apostolado como suscitado “por la


voluntad de Dios” (1), un hecho que nunca se cansó de repetir. Esta vocación apostólica
ni él mismo la ha querido, ni ha sido producto del consenso humano. Esto es tan
diametralmente opuesto a lo que sucede cuando hay quienes se auto nombran y aceptan
de manos de personas la denominación de apóstoles, que lejos de ser una vocación se
vuelve en ciertos círculos una especie de título honorífico que trae estatus espiritual y
jerárquico.

Pablo agrega en el primer versículo de este capítulo 1: “según la promesa de la vida.”


Estas palabras adquieren un doble significado: nos remiten tanto a una esperanza futura
como a una realidad presente. Seguro que tal declaración debe haber tenido mucho
significado para alguien tan cerca de la muerte como lo estaba Pablo al momento de
escribir esta carta. Probablemente es un tipo de indicación de su tarea o del contenido del
evangelio como bien lo ha expresado Stott.

La descripción de Timoteo como amado hijo (2) agrega una nota de intimidad muy
particular a esta carta. Es mucho más personal que la declaración “verdadero hijo en la fe”
que aparece en 1 Timoteo 1,1; porque no se trata de una legitimación, sino de una
expresión de afecto. Ya este dato inicial concuerda con el carácter más personal de la
presente carta, que se enfoca menos en la iglesia y su organización y se dirige más hacia
la persona y ministerio de Timoteo.

En los versículos 3 al 7 tenemos la costumbre habitual de Pablo a expresar acciones


de gracias a Dios y la consiguiente intercesión a favor del destinatario. Le recuerda a
Timoteo que:

 hay mucho por lo cual estar agradecido, a pesar de los problemas que estaba
enfrentando (“al acordarme de tus lágrimas”, 4).

 acerca de su herencia piadosa y de la fe que Dios le ha dado, no sólo para la


salvación, sino también para la vida diaria y el servicio cristiano (5).

No sabemos si la abuela y madre de Timoteo, mencionadas por el apóstol Pablo,


todavía vivían en ese tiempo. Pero si aún estaba vivas, ciertamente que respaldarían a su
nieto e hijo mediante la oración.
Pablo expresa a Timoteo que sin cesar se acuerda de él en sus oraciones (3). Pablo
tenía una vida de oración constante; probablemente este dato se refiera a momentos
regulares de oración. Cabe recordar un dato de la cultura religiosa judía: muchos judíos
(palestinos) oraban en el templo en el momento de los sacrificios matutinos y vespertinos,
expresando bendiciones tanto al levantarse y acostarse.

Las palabras del versículo 7 son indicación de que Timoteo estaba experimentando
gran oposición, no sólo a su mensaje sino que también hacía sí mismo en su calidad de
líder en la iglesia. Su juventud, su asociación con Pablo y su liderazgo se hallaban bajo el
fuego de la oposición por parte de creyentes y no creyentes. Pablo lo anima a mantenerse
firme. Cuando permitimos que la gente nos intimide, neutralizamos nuestra efectividad
para con Dios. El poder del Espíritu Santo puede ayudarnos a vencer nuestro temor de lo
que alguien pueda decir o hacernos, y así continuar haciendo la obra de Dios.

Tanto Pablo como Timoteo servían a Dios en la línea de sus antepasados (“desde mis
mayores”, 3 y 5). Pablo menciona con su respectivo nombre a la abuela y madre de
Timoteo: Loida y Eunice. La mención de esas mujeres, ¡es un llamado implícito a la
fidelidad y la constancia para que esta herencia espiritual no se pierda!

En el versículo 6 encontramos ecos de palabras similares dichas por el apóstol en su


primera carta a Timoteo (“No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante
profecía con la imposición de las manos del presbiterio.” 4, 14, ver comentario al
respecto). El don de Dios, el carisma y lo carismático, implica involucramiento, actividad y
persistencia. El carisma, ¡no es un piloto automático! Timoteo recibe el siguiente consejo:
“Avives el fuego del don de Dios que está en ti”. Acaso, ¿habrán sido escritas estas
palabras justamente porque Timoteo se sentía tímido y demasiado pasivo en su labor
pastoral? (7).

La mención de la palabra “espíritu” con minúscula (7) puede llevarnos a pensar sólo
en la capacidad de lo humano, sin embargo no hay que perder de vista que tal espíritu ha
sido dado por Dios. De esta forma podemos pensar en el “Espíritu” con mayúscula (el
Espíritu Santo), debido a la conexión que existe con el carisma. Además, tenemos en
Romanos 8,15 noticias de un texto en donde la mención de espíritu claramente se refiere
al Espíritu Santo.

Seguramente Timoteo, debido al esfuerzo que tuvo que realizar para hacer frente a
algunas oposiciones en su contra, se sentía un poco cansado y con algo de temor. Pablo
le recuerda a este joven que la plenitud del Espíritu Santo y los dones que éste provee
dan suficiente poder para ejercer el ministerio. En el versículo 7 Pablo menciona tres
características del líder cristiano efectivo: poder, amor y dominio propio. Estas
características están a nuestra disposición porque el Espíritu Santo vive en nosotros. Si
seguimos la guía del Espíritu, y lo hacemos cada día, veremos cómo se mostrarán de
manera más efectiva en nuestras vidas estas características. Pablo no exhorta a Timoteo
desde la actitud del jefe, como diciéndole: “¡ya, vamos! Esfuérzate más, chico”. Sino que
lo hace para decirle: “Recuerda que no estás luchando solito; recuerda que Dios te ha
llamado, y El sabe lo que hace. El te ha puesto una tarea que no excede tus posibilidades,
porque Dios da lo que pide, y nos da dones y su Espíritu para poder cumplir”.
* El éxito en la fe y el ministerio está en la bendición de Dios, la intercesión y la
conciencia de lo que Dios nos ha dado.

2. (1, 8-14) Llamado a la firmeza y la fidelidad. Pablo anima y exhorta a Timoteo a ser
fiel y fuerte en el ministerio y fundamenta este llamado en la obra de Cristo y del Espíritu
Santo.

Pablo le dice a Timoteo “no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor” (8),
más adelante, en el versículo 12 y 16, se menciona nuevamente el verbo avergonzar
(véase también Rom 1,16). Era y es normal en nuestros días, aún entre amigos y
familiares, que exista vergüenza por un preso conocido. En el griego los versículos que
van del 8 al 12 son una sola oración que profundiza el pensamiento con frases relativas
sucesivas. Pero la vergüenza se asocia primeramente con testificar de y para Cristo.
¡imagínese tener un Señor crucificado!, esto era algo horrible en ese mundo de paganos y
de judíos. Lamentablemente, para nosotros, la cruz se ha vuelto algo tan normal, que en
muchos sentido ha perdido su fuerza de escándalo. Sin embargo, para ese entonces la
cruz era una gran afrenta.

El apóstol usa la expresión “preso suyo”. Con esto indica que sea que esté libre o
preso, de igual manera pertenece a Cristo. O como lo dijera en otra oportunidad “sea que
vivamos, o que muramos, del Señor somos” (Rom 8,14). A Jesucristo pertenecemos, y
eso significa también que El nos cuida. ¿A quién temes más: a la gente o a Dios? Porque
a pesar de que los tiempos han cambiado, no obstante la cruz de Cristo no puede verse
vaciada de su contenido de escándalo, por eso, si somos fiel al mensaje de Jesús nos
tocará de alguna forma el sufrimiento y burla por causa del evangelio. Es al sufrimiento
por causa de Cristo que invita Pablo a Timoteo cuando le dice “sino participa de las
aflicciones por el evangelio según el poder de Dios” (8). En este versículo encontramos un
paralelismo antitético (“no te avergüences...sino participa”). La tarea de Timoteo (y la de
cualquier ministro del evangelio) involucra sufrimiento y aflicciones, pero no es en vano:
es por algo y, más aún, por alguien, que es muy digno, que vale la pena. Sólo
comprendiendo esto el servicio se vuelve inevitable, necesario y útil.

El versículo 10 menciona la palabra “aparición”. Esta palabra en griego suena así:


Epifaneia. El término indica en otros lugares la venida del Señor, conocida también como
la segunda venida. En este versículo la venida se refiere a la primera venida de Cristo, a
su encarnación. Hay paralelismo y unidad entre estas dos venidas; ellas son parte del
mismo actuar y revelar de Dios. La epifanía de Cristo es una teofanía (manifestación), lo
cual quiere decir que Dios aparece en medio de nosotros.

Pablo se refiere a Dios el Padre como el que nos “salvó” (9) y a Jesucristo, su Hijo,
como nuestro “salvador” (10). En todo caso en la economía de la salvación tales términos
son intercambiables pues el Padre nunca salva aparte del Hijo y el Hijo nunca lo hace
aparte del Padre. La trinidad en su plenitud, Padre, Hijo y Espíritu Santo, actúan a favor
de nuestra salvación. El eminente biblista y exégeta Gordon Fee ve todo este versículo no
tanto como una digresión, sino como una manera de animar y exhortar a Timoteo
teológica y espiritualmente con las verdades divinas. Se busca fundamento teológico y
confesional para animar el ministerio del joven Timoteo en medio de las dificultades.

En el versículo 12 Pablo se pone a sí mismo como ejemplo positivo de aquel que no se


avergüenza. No se siente avergonzado ni por su situación como preso, ni mucho menos
por el evangelio. Pero, Pablo no es un superhombre, un hombre de hierro, sino que su
confianza descansa en Dios. El apóstol se ha conectado con este poder divino, el cual
está fuera de sí mismo. Aquí es Dios quien guarda el “depósito”; en el versículo 14 es
Timoteo mismo quien lo hace. Esto no es una contradicción, ya que la actividad divina no
excluye sino que involucra la actividad humana. Pero en última instancia es Dios quien
guarda el depósito: la vida de Pablo, su salvación y su fidelidad al evangelio. Y lo
guardará “para aquel día”. Este día es el día escatológico, el día del Señor y de su
retorno. Estas palabras corren paralelas con la confesión de los versículos 9 al 10; Dios
actúa hasta llegar a un final glorioso.

Timoteo debe “retener la forma de las sanas palabras” que oyó del apóstol Pablo (13).
La palabra “sanas” alude a una metáfora vinculada a la salud; Timoteo debe cuidar la
sana doctrina de los ataques de una enseñanza enfermiza, débil, corrompida. En 2,2 se
volverá repetir el mandato de atender a lo dicho por Pablo (“lo que oíste de mi”).

Ya habíamos visto cómo Pablo había dicho que el depósito es guardado por Dios. El
“buen depósito” (14) es una metáfora económica; con esta palabra la enseñanza cristiana
quiere referirse a un gran tesoro. No somos dueños sino mayordomos del evangelio. Lo
guardamos no desde la carne, no con la racionalidad humana, con nuestro humano
poder, por lo demás muy limitado, sino en el poder de Dios por el Espíritu Santo. Se
necesita, por tanto, su dirección y empoderamiento. No es tanto que pidamos a Dios que
nos ayude en nuestros proyectos, sino que permitirle que cumpla sus metas en nuestras
vidas.

* Podemos ser fieles y fuertes en el ministerio si nos fundamentamos en la obra de


Cristo y del Espíritu Santo.

3. (1, 15-18) Ejemplos negativos y positivos.

Pablo expresa bendición y gratitud por la ayuda de Onesíforo y recuerda a Timoteo de


este hombre ejemplar. No sabemos con exactitud a qué hechos y personas se refiere el
apóstol en estos versículos. Pero, no cabe duda que Timoteo sí los conocía, puesto que
según los versículos 15 y 18 no trata de una nueva información (“ya sabes...tú lo sabes
mejor”). Las personas mencionadas en los versículos 15 y 16 vienen a ser una manera de
ilustrar concretamente lo dicho en los versículos 13 y 14. La función y el propósito de este
párrafo dentro del capítulo y de la carta son para animar y advertir. De esta manera
tenemos un añadido de los buenos ejemplos hasta ahora citados en este primer capítulo
(Loida, Eunice y el mismo Pablo), y se llama Onesíforo, su ejemplo sirve para exhortar y
animar a Timoteo. Este piadoso hombre era quizás diácono de Éfeso, porque la palabra
griega que se traduce por “ayudó” está familiarizada con la palabra “diácono”. Este
hombre vino a Roma, buscó a Pablo y le sirvió sin temor ni vergüenza en múltiples
ocasiones. La mención “la casa de Onesíforo” (16) no significa necesariamente que el
hombre hubiese fallecido, como sugiere Hendriksen, sino que es un concepto bíblico que
nos habla de colectividad, porque si el padre de familia escoge bien entonces bendice a
toda su familia: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”, fueron las
palabras de Pablo al carcelero de Filipos (Hechos 16,31)

* Alrededor de nosotros hay ejemplos negativos y positivos. ¡Cuidado a quienes


imitamos!

Síntesis aplicativa de temas importantes

1a. ¡Cuánto vale un amigo que ora por nosotros! ¡Seamos fieles en la
intercesión!Pablo se encontraba a las puertas de enfrentar el martirio, sin embargo,
¡dedicaba tiempo para orar por Timoteo! Le asegura a éste de su amor y sus oraciones,
diciéndole que le recordaba de noche y día ante el trono de la gracia. ¡Qué bendición es
tener amigos que oran por uno! Y, ¡qué estímulo es orar por otros y ayudarles en sus
vidas espirituales! En Samuel 12,23 leemos: “lejos sea de mí que peque yo contra Jehová
cesando de rogar por vosotros.” Hay que ser constantes y fieles en la intercesión; pero
debemos admitir que muchas veces nos cuesta. Primero recordemos el ejemplo de
nuestro Señor Jesucristo y su apóstol. Además pueden servirnos ciertas ayudas prácticas
como una lista en el escritorio o dormitorio, un día fijo de la semana, pegar fotos de las
personas por las que prometiste interceder, sólo por mencionar algunas ideas. “Y nosotros
persistiremos en la oración”, es lo que leemos en Hechos 6,4. Es parte indispensable de
nuestra tarea en el ministerio cristiano interceder por la gente. Así lo ha enseñado y
señalado nuestro Señor Jesucristo (véase, por ejemplo, Mateo 9,38; Mc. 10,16; Lc. 22,32;
23,34 y Juan 17). La constante intercesión debe ser prioridad para cada siervo del Señor.
Esta inversión generosa no será en vano sino será recompensada por nuestro fiel Dios.
Seamos amigos fieles en la intercesión tal y como lo era Pablo.

1b. Sigamos en la fe de nuestros antepasados. Meditemos sobre la vida y las lecciones


que hemos recibido por medio de nuestros padres, abuelos y otros familiares. Ellos nos
observan en nuestra carrera de la fe (Hebreos 12,1). No todos han tenido el privilegio de
crecer en un ambiente cristiano. Sin embargo, no adoramos a las personas, sino al Dios
que la gente piadosa nos ha comunicado en palabras y obras. Si vemos la obra del Señor
a lo largo de las generaciones, eso debe llevarnos a la alabanza y adoración. Los
creyentes no comienzan desde cero, sino que arrancan con una herencia espiritual
tremenda por ser parte del pueblo de Dios que ya existe desde hace siglos. Ya desde
nuestra concepción, antes de nuestro nacimiento, brilla la obra soberana de nuestro Dios
sobre nosotros (Salmo 139,13). Su misericordia alcanza para mil generaciones (Éx 20,6).
De nosotros depende, si vivimos en la gracia de Dios, el no permitir que la cadena de
transmisión de la fe cristiana se detenga. ¿Qué dirán nuestros hijos y nietos sobre nuestro
ejemplo de vida?

2a. Estemos dispuestos a sufrir por causa del evangelio. Los cristianos procuramos
sobrellevar todo lo necesario para que el evangelio de Dios avance, aunque en el camino
nos encontremos con ofensas, burlas, calumnias, discriminación, pérdidas materiales y
otros circunstancias semejantes. No se trata de buscar el sufrimiento, sino que éste se
acepta como consecuencia de ser fieles a nuestro Señor Jesucristo (vs. 8). La vergüenza
(8), los padecimientos (12), las penalidades hasta prisiones (2,9), son todas “aflicciones
por el evangelio” y por eso son honrosas e indispensables. Son consecuencias de
obedecer el mandato de retener fielmente la enseñanza de Cristo (13) y de guardar lo que
el Espíritu nos ha encomendado (14). ¡Guardemos y transmitamos con toda dedicación el
santo evangelio cueste lo que cueste! Probablemente nos traerá resistencia y burlas, pero
más nos importa la obediencia a Cristo y su mensaje.

2b. Suframos por el evangelio en el poder de Cristo. Hay una forma de perseverar y
resistir en medio del sufrimiento por causa de Cristo, cuando lo hacemos “según el poder
de Dios” (8). Lograremos aguantar todo lo necesario si recordamos todo lo que Cristo ha
hecho por nosotros (9 y 10), de esta manera la gratitud y el compromiso serán más
fuertes que el temor. Recordemos también nuestro llamado original (11). Estemos
dispuestos a sufrir lo que sea, confiando en Cristo en quien hemos puesto nuestra fe (12).
No confiamos en nuestras fuerzas sino en las del Dios todopoderoso. El será fiel y
suficiente hasta el final. Otra manera de expresar esta esperanza futura la encontramos
en el versículo 14; podemos guardar la sana doctrina y el evangelio por el Espíritu de
Dios, es decir, en su poder. En el libro de los Hechos vemos cómo el Espíritu daba
valentía y confianza a los apóstoles frente a la persecución; y todo eso nos dará si se lo
pedimos.

2c. Suframos por el evangelio recordando su profundo y rico contenido. En los


versículos 9 y 10 se dibuja en forma amplia la obra de Dios en Cristo. Trata de una
maravillosa obra de gracia, la cual brilla en contraste con nuestras obras perversas y
egoístas. Trata de una obra de salvación que se realizaba a través del tiempo conforme a
las promesas y propósitos de Dios. El consejo bondadoso de Dios desde la eternidad se
ha hecho realidad en medio de la historia humana. Trata de la revelación de Dios quien se
manifestó y así nos hizo conocer al Padre. Trata de la liberación por salvarnos del poder
del pecado y de la muerte. La salvación es recibir vida y vida eterna. Estos versículos
hablan claramente del carácter de la salvación (perdón y glorificación), de la fuente de la
salvación (no nosotros sino Dios) y del fundamento de la salvación (la obra histórica de
Cristo) (John Stott). Cuando meditemos sobre este evangelio tan grande y precioso
seremos llevados a la adoración y la alabanza, llevando en palabras y hechos la
proclamación del evangelio a todos nuestros semejantes. ¡Llevemos este evangelio hasta
los confines de la tierra!

3. Busquemos y sirvamos a las personas en necesidad. Que el Señor nos ayude y


guarde de no parecernos a Figelo y Hermógenes que abandonaron a otros creyentes y
líderes en situaciones duras y vergonzosas. Esperamos más bien que Dios nos inspire
por el ejemplo de Onesíforo. Como creyentes debemos tener una mentalidad diaconal y
servicial. No solamente respondiendo a pedidos sino tomando iniciativas para buscar a las
personas en su necesidad, con solicitud y amor como lo hacía Onesíforo. No hay que
esperar a que las personas vengan hacia nosotros con su problema, sino salir pro-
activamente allí donde están para buscarlos y hallarlos como lo hacía el Buen Pastor. En
eso seamos imitadores de nuestro hermano Onesíforo y del Gran Diácono Jesucristo
quien nos buscó y nos busca en nuestra perdición. Si así hallamos a los necesitados,
hallaremos misericordia del Señor por su gracia y habrá gran recompensa de parte de
Cristo en el juicio final y desde ya habrá, en el presente, bendición para nuestra familia.
La actitud proactiva de servicio de Onesiforo no era un incidente o un abrupto de emoción,
sino algo constante y consistente. Por eso ayudaba y confortaba al apóstol muchas
veces, con ayuda práctica y con palabra de consolación y ánimo. Como consecuencia el
apóstol expresa dos veces su deseo que este fiel servidor reciba misericordia divina (16 y
18). Efectivamente “bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán
misericordia” según la promesa del Señor en Mateo 5,7.
2 Timoteo 2

1. (2, 1- 7) Un ministerio esforzado y enfocado. Timoteo y todos los siervos y siervas


del Señor pueden encontrar las fuerzas necesarias para el ministerio; pero, si la buscan
en el lugar indicado: ¡en Cristo Jesús! (1). Su gracia es el fundamento para la vida
cristiana y de la misma forma para el ministerio. El ministro cristiano necesita una
dependencia total de su Señor y su poder. Sólo así podrá cumplir su llamado aun contra
vientos y mareas.

Simultáneamente Timoteo debe estar enfocado en el futuro del ministerio y de la


iglesia. Pablo visualiza una cadena de ministerios con varios eslabones (2). Timoteo ha
recibido un encargo: el evangelio, la sana doctrina, la enseñanza de la gracia de Dios.
Este es el depósito al que se alude en 1Timoteo 6,20 y que ya ha aparecido en esta carta
en 1,12.14. Ahora que Pablo está por partir, ordena a Timoteo que transmita el mensaje y
la tarea ministerial a otros jóvenes para que la obra del Señor siga en las próximas
generaciones. Los recipientes deben ser fieles, confiables, creyentes dedicados y
probados. Además deben tener la capacidad estratégica (en forma rudimentaria) de
enseñar ellos también a otros. Es parte indispensable del ministerio seleccionar y preparar
a la próxima generación de líderes.

En los versículos 3 al 6 Pablo considera tres ilustraciones de la vida diaria para


explicar que el ministerio cristiano conlleva sufrimiento y mucho esfuerzo. Saca
comparaciones de la vida de las siguientes personas: soldado (3), atleta (5) y campesino
(6). Lo que une a los tres ejemplos es el gran esfuerzo y la gran recompensa que se
obtiene producto de ese mismo esfuerzo y disciplina. Al igual que un soldado el líder
cristiano debe estar dispuesto a sufrir y estar focalizado en el llamado que ha recibido de
parte de Dios. No debe meterse en tantas cosas a la vez, sino concentrarse en una sola
cosa: el ministerio de la Palabra. Como un atleta (de carrera o de boxeo) debe respetar
las reglas: obedecer completamente los mandatos de Dios. No está “encima de la ley” o
algo por el estilo sino que debe respaldar su enseñanza con su propia vida. Y como el
campesino el líder debe trabajar hasta sudar, esperar mucho, y así merecer recompensa
y el disfrute de los frutos que otorga la tierra.

Finalmente, en el versículo 7 Pablo llama a Timoteo a la reflexión propia y a la apertura


para la dirección del Señor. Esta promesa otorga la esperanza de saber que Dios nos
dará sabiduría en medio de muchas decisiones por tomar. Hay que meditar bajo la gracia
de Dios antes de actuar. Dios acompañará e iluminará en este proceso al joven Timoteo.
Pablo insta a una reflexión sobre lo expuesto porque la experiencia arroja mucha luz
acerca del ministerio cristiano. En el proceso el Señor le dará entendimiento a Timoteo.

* Debemos ejercer el ministerio en el poder de Dios y con un propósito estratégico


preciso.

2. (2, 8-13) Un ministerio sufrido Cristo-céntrico. En este párrafo Pablo expresa


claramente la motivación y actitud en el ministerio. No se enfoca tanto en técnicas o
estrategias ministeriales sino en el corazón del siervo. Algunos libros de liderazgo,
supuestamente cristiano, omiten o ignoran completamente el modelo, la vida y la obra de
Cristo. Muestran como si todo tendríamos que hacerlo con nuestros propios esfuerzos y
no sobre la sólida base de la obra cumplida de Cristo. De nuevo, Pablo aclara que sufrir
penalidades es parte integral y normal del ministerio cristiano (9).

Los versículos 11 al 13 parecen ser material tradicional, bien compuesto, algo poético,
con bonita simetría y densa dicción. Es lo que podríamos catalogar como una canción o
poema cristológico. Sin embargo, desde el punto de vista estructural el final del versículo
13 (“El no puede negarse a sí mismo”) rompe la simetría, mas eso enfatiza con mayor
fuerza la fidelidad de Dios. Las primeras palabras con que se inicia este versículo (“Si
fuéremos infieles, él permanece fiel”) podrían entenderse como un consuelo, sin embargo
por el contexto parece más un aviso, una advertencia. La fidelidad de Cristo, en este
caso, significa: cumplir y realizar sus amenazas (“Y a cualquiera que me niegue delante
de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” Mateo
10,33). Todo eso no es mera información o descripción pero tiene una función retórica:
para animar, avisar, orientar para que desde el futuro ajustemos nuestro presente.
Nuestra actual vida tendrá consecuencias eternas en el futuro cercano. Todo eso quiere
ser una motivación fuerte y correcta para el ministerio cristiano. Cristiano, ¡que sea sólo la
verdad de inicio a fin! , llevada a cabo en íntima comunión con Cristo, por él y para él.

* Debemos constantemente tener en la mente el ejercer el ministerio con Cristo el


crucificado y resucitado.

3. (2, 14- 26) Un ministerio que proclama la sana doctrina y que evita la mala
doctrina. En este pasaje el apóstol avisa repetidamente que el obrero cristiano no debe
meterse en discusiones fútiles sobre palabritas y detallitos (vea el comentario sobre 1
Timoteo 1 sección 2.a). Es pérdida de tiempo, expresión de orgullo, y afecta la unidad del
Cuerpo de Cristo caer en tales cosas. Más concretamente, alejan de las sanas palabras
enseñadas por nuestro Señor Jesucristo, pues son inventos de la mente humana. Si en
las discusiones falta la sanidad y salud, pronto se verá afectará también la santidad y las
personas se encaminarán inevitablemente hacia la impiedad y una conducta enferma (16
y 17). La herejía habitualmente lleva a errores y pecados. Al otro lado, el evangelio
edifica a los creyentes, unifica la iglesia y lleva a una vida de buenas obras (21).

Debemos desarrollar nuestro ministerio y tarea cristiana en una forma diligente y


esforzada (15). Porque tenemos una responsabilidad importante ante los ojos de Dios. El
nos evaluará. “Procura con diligencia presentarte”, probablemente teniendo presente el
juicio final. ¿Cómo usar bien la palabra de Dios? Para usar bien la palabra de verdad
debemos estudiar y meditar constantemente la Biblia. El siervo fiel no la cambia, la
expone en su totalidad, compara la Escritura con Escritura (analogía de la fe), usa la
Palabra para edificación y no para propósitos egoístas.

Contrario al obrero aprobado Pablo menciona el anti-ejemplo de dos líderes que eran
falsos maestros, quienes confundían los tiempos y dispensaciones de Dios (18). El Reino
de Dios tiene sus etapas y no ha llegado todavía a su plenitud. Estos líderes pretendían
que ya había llegado la gloria (“diciendo que la resurrección ya se efectuó”), pero Pablo
aclara en el versículo 19 que Dios es firme en sus designios y que mientras tanto
debemos vivir en obediencia a sus mandamientos, alejándonos activamente del pecado.
Una incorrecta comprensión de los los tiempos escatológicos, puede afectar la vida en su
santidad.

Pablo considera a los obreros de Jesucristo como vasos nobles, de gran valor (20).
Esto lo hace usando la metáfora de los diferentes materiales con que se fabrican los
utensilios de casa. Este honor es una responsabilidad que debe llevarles a apartarse de
las actitudes y acciones como las de Himeneo y Fileto, quienes, siguiendo con la metáfora
son aquellos utensilios que sirven para usos viles (17, 19 y 21).

“El siervo del Señor no debe ser contencioso” (24), como los falsos maestros. No se
trata de evitar toda confrontación sobre la verdad para quedar bien con todos. Hay que
luchar por la sana doctrina, pero no meterse en discusiones que conducen a nada. Por
esa razón en el versículo 25 se profundiza en la conducta del ministro cristiano. Se
aconseja un trato correctivo, generoso y amable a los que se oponen a fin de producir un
resultado positivo. Pablo sabe que la gentileza no puede producir arrepentimiento, pero
Dios puede lograrlo si se adopta una actitud conciliadora. Pablo expresa el resultado
deseado en una forma positiva (“para conocer la verdad”) y también en forma negativa (“y
escapen del lazo del diablo”, 26).

* Debemos dedicarnos a la sana doctrina y evitar la mala doctrina.

Síntesis aplicativa de temas importantes

1. El ministerio consiste en una acción espiritual y estratégica. La acción espiritual es


buscar y esperar nuestra fuerza en Cristo para realizar el ministerio. Debemos, por tanto,
fortalecernos en la gracia de Dios. Parece una exhortación paradójica pero contiene un
rico secreto para el ministerio. Esta gracia no solamente nos rescató sino también nos
capacita y llena para la tarea del servicio cristiano. El favor inmerecido de Dios sigue
manifestándose y así podemos cumplir con todo a lo que Dios nos llama. El siervo debe
esforzarse, pero no en su propio poder que es pequeño y fluctuante. Lo mejor es
tengamos un ministerio esforzado por la gracia de Dios. El no nos llama a una tarea
imposible; Dios nos provee todo lo necesario en su gran amor para realizarla. Si
escuchamos con fe a este mandato inspirado encontraremos un equilibrio entre esfuerzo
y descanso en Dios. Porque si el mismo Señor combinaba en la creación el trabajo y el
reposo, entonces sigamos este ejemplo perfecto. Bien visto, la gracia nos impulsa hacia
un ministerio laborioso y a la vez nos permite descansar debidamente. Algunos ministros
trabajan siempre y tan desesperadamente como si Dios y su gracia existieran. Deben
aprender la lección de la parábola en la que Dios hace crecer la semilla mientras que el
campesino duerme (Marcos 4, 26-29).

La acción estratégica es transmitir el evangelio y el ministerio a otros líderes. Tenemos


que pensar en el futuro de la iglesia. No basta con guardar lo que ya tenemos. Para ilustra
esto nos ayuda entender cómo funciona una carrera de relevos. Primero tenemos que
guardar bien el testimonio y saber entregarlo a la siguiente persona. Hemos de procurar
correr la carrera hasta el final y no perder la posta en el camino. Ya vimos que en 1,14
Pablo instaba a guardar el depósito, ahora ordena a pasarlo a otros. Ambas acciones
tienen igual importancia. Tenemos que ser fieles al evangelio y a la verdad de Dios, luego
tenemos que compartir y pasar a otros la responsabilidad. Esta es una técnica de
seguimiento y multiplicación. Tristemente, muchos líderes no piensan tan
estratégicamente. Aquí viene al caso el libro de Hans Finzel: “Los líderes, sus 10 errores
más comunes”, ELA Mexico 2002. El mandato apostólico se conecta con el error 4:
estorbar a los líderes en potencia, no queriendo asumir que ellos son el futuro. Las
grandes organizaciones generalmente anulan a los jóvenes emprendedores antes de que
puedan progresar. Los jóvenes cometen muchos errores por su misma naturaleza- errores
que las instituciones necesitan. Aprendamos a reconocer a los verdaderos y potenciales
líderes espirituales de la iglesia de Cristo.

El mandato de encargar a otros se conecta también con lo que Finzel llama Error 9:
“Tener éxito sin tener sucesores.” Esto ocurre cuando el orgullo se aferra al liderato; pero
la humildad lo deja ir.

 Entregar el liderazgo es como enviar a los hijos a la universidad: Nos duele pero
hay que hacerlo.

 Enseñar a otros es una función no negociable del liderato exitoso. Esto es, servir
de mentor a otros. Lo ideal es estar de por vida en una “constelación de mentoría”
con mentores ascendente, descendente y de par (interno y externo).
Constantemente influenciando y siendo influenciado para bien. Este es el diseño de
Dios para la iglesia y su liderazgo, no algo hecho para crear individualismo sino
para ser vivido y compartido en forma comunitaria. Jesús mismo nos dejó ejemplo
al discipular a los líderes del futuro, los doce; él pasaba con ellos mucho tiempo
enseñándoles por palabras y obras el reino de Dios. El secreto del ministerio está
en Cristo y su gracia, con eso empieza y concluye el párrafo.

2. El ministerio exige sufrimiento por amor a Cristo y su iglesia. La mayor motivación


para el ministerio es tener nuestra mente llena de Cristo. Al recordar su obra en la cruz y
su resurrección nos sentimos más vigorizados. Al contemplar su pasión, contemplamos su
gran amor. Juan nos dice que “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” (1
Jn 4,19) Dios no ha dejado a Cristo sin recompensa ni rehabilitación, ni tampoco nos
dejará sin éstas. Sin cruz no hay corona, pero luego del padecimiento vendrá la gloria
gracias a Cristo y su obra completa. Esta promesa es palabra de Dios y por eso fiel y
fidedigna. Vea además la aplicación 2 del capítulo 3. Sin embargo, esta lógica
Cristocéntrica y esta armonía se rompe si negamos a Cristo y nos quedamos en
infidelidad. Siempre habrá oportunidad de arrepentimiento, pero si no nos volvemos habrá
juicio y castigo. Entonces, allí, la fidelidad y la justicia de Dios se volverán en contra de
nosotros (2,11-13). Pero el temor al castigo no debe ser motivación para servir a Dios,
sino la meditación profunda del amor de Dios manifestado en Jesucristo.

Y dentro del amor de Dios, una segunda motivación para el ministerio, aun si conlleva
sufrimiento, es el amor hacia la iglesia (10). Ella se compone de los escogidos de Dios y
por eso es de sumo valor. Nuestro ministerio es una cooperación con la gran obra de Dios
para la salvación de pecadores. Todo sufrimiento ministerial vale la pena si hay efectos
positivos en la vida de la gente que Dios ha dejado bajo nuestro cuidado pastoral. Es una
gran recompensa, ya en el presente, ver que ellos se encuentran en el camino hacia la
salvación eterna, camino que hacen concreto en su vinculación con los necesitados de
alrededor. Esto amerita cualquier sacrificio, ¡hagámoslo impulsado por el amor de Dios!

3. el ministerio ante Dios exige acciones positivas y negativas. Para cumplir


cabalmente nuestro ministerio debemos dedicarnos a ciertas cosas y alejarnos de otras.
Son como dos lados de la misma moneda: se complementan entre sí. Tal combinación
entre lo que se debe hacer y dejar de hacer se nos presenta en los versículos 22 y 24.
Algunas personas del mundo conocen a los cristianos tan sólo por las cosas que no
hacen. A veces hay demasiado énfasis en lo negativo, pero no basta: debe haber también
alternativas activas y positivas en nuestras vidas para que Dios sea glorificado. Los
siervos del Señor han de dedicarse a la exhortación (14), a una vida ante el rostro del
Señor (15), a toda buena obra (21), al seguimiento continuo de la justicia, fe, amor y paz
(22), la amabilidad para con otros, y la corrección mansa de los oponentes (25). La vida
que agrada a Dios tiene entonces dimensiones personales, interpersonales y espirituales.
Involucra una orientación horizontal y vertical, respectivamente ante los humanos y Dios.

Al otro lado, el ministerio exige que no estemos envueltos en palabrerías profanas y


vanas (16), en iniquidades (19 y 21), las pasiones juveniles (22), cuestiones necias e
insensatas (23), y en contiendas (24). Todo esto era costumbre de los falsos maestros,
que con su arrogancia y legalismo buscaban un puesto de honor en la iglesia de Cristo-
Sobre este asunto vea el comentario sobre 1 Timoteo y Tito. Debemos ser muy
cuidadosos en evitar su doctrina y conducta vergonzosa porque ellas afectan a la verdad
revelada y a la iglesia comprada por la sangre preciosa del Señor. Toda nuestra
enseñanza y vida deben ser dirigidas por la disciplina de la Palabra de Dios. Esa palabra
permanece para siempre y dará fruto en abundancia, treinta, sesenta y hasta cien veces
(Marcos 4,8 y 20). Así lo ha prometido el Señor en persona.
2 Timoteo 3
1. (3, 1- 9) Características de los falsos maestros
“Los postreos días” (1) han empezado con la resurrección de Cristo (ver Hechos 2,17).
Vivimos, por tanto, en tiempos que son peligrosos y engañosos, por lo que hay que estar
precavidos y ser cuidadosos, estar a la defensiva. Hay mucho engaño y peligro doctrinal y
moral. Si bien el verbo venir está en futuro, no obstante hay una clara conexión entre el
presente y el futuro. Pablo advierte de falsos maestros que harán su aparición en un
futuro no muy lejano y en otras parte advierte contra aquellos que ya están actuando en
medio de la comunidad de fe. A éstos debe evitar el joven colaborador de Pablo (5),
sabiendo que algunos, siguiendo a estos falsos maestros, llegarán a apostatar de la fe
(véase 1 Timoteo 4,1).
Pablo está muy preocupado por la degeneración moral que acarreará la falsa
enseñanza. Se nos presenta una lista, mezcla de acciones y de actitudes erróneas de
parte de estas personas (2-4). El contraste entre las primeras (“hombres amadores de sí
mismos”) y las ·ltimas palabras (“más que de Dios”) en la lista muestran una vívida
diferencia entre el amor a uno mismo y el amor a Dios. La lista evidencia en realidad las
consecuencias desastrosas del amor a sí mismo. Hay varias palabras aquí que apuntan a
la arrogancia: vanagloriosos, soberbios, blasfemos, crueles y envanecidos. Son términos
que llaman a un serio auto-examen y a un ejercicio de humillación ante Dios, porque algo
de todo eso está en nosotros. Tenemos que luchar contra esas tendencias naturales,
demasiado humanas, pero no por ello justificadas.
Estos falsos maestros parecen ser cristianos (5), pero a la verdad, ¡no lo son! Se dice
que las apariencias engañan. Pero, entonces, ¿cómo podemos distinguir a estos falsos
maestros? Lo podemos hacer cuando atendemos al estilo de vida de tales personas,
porque finalmente ella habla más fuertemente que sus palabras. Se demostrará que su
vida no evidencia el poder transformador de la piedad; no se observa el impacto positivo
del evangelio que produce cambios reales, desde adentro, no meramente retoques
“cosméticos”. La presencia de Dios y la sujeción a su Palabra se muestra claramente en
el trato con los semejantes. La llenura del Espíritu renueva las relaciones interpersonales.
Los versículos 6 al 9 revelan una situación muy delicada en medio de la comunidad
cristiana: los falsos maestros tenían, al parecer, mucha influencia sobre ciertas mujeres,
debido a su falta de educación y discernimiento. Acerca de la situación de las mujeres en
la congregación ya habíamos recibido noticias en la primera carta dirigida a Timoteo (ver
1 Tim 2,11.12 y 5,13). El error y la futilidad de los maestros se duplican y deja huellas en
sus alumnos. Pablo compara a los falsos maestros con un ejemplo tomado de la tradición
judía. No se menciona a Janes y Jambres en ningún otro lugar en la Biblia, aunque sí en
el Tárgum de Jonatán sobre Éxodo 7,11 (los tárgumes eran interpretaciones de la Biblia
hebrea, escritos en arameo) y además en los rollos del Mar Muerto. Podemos presumir
que en la época de Pablo era de conocimiento común que Janes y Jambres fueron dos de
los magos de Faraón. La similitud entre esos dos magos y los falsos maestros
contemporáneos reside en que ambos se oponen a la verdad, por lo que deben ser
rechazados. Los oponentes de Pablo apelaban a mitos judíos (véase 1 Tim 1,4; 2 Tim 4,4
y Tito 1,14), y ahora Pablo les combate con sus propias armas. Punto de comparación: el
engaño y fingir una conversión. Esta apariencia y engaño puede seguir por un tiempo,
pero llegará el momento en que quedará al descubierto su insensatez, porque finalmente
la verdad de Dios y el carácter egoísta y real de los falsos maestros saldrán a la luz (9,
también en 13. Véase además 1 Tim 5, 24 y 25).
* Hace falta ver con precisión y detenimiento las cosas para descubrir de qué fuente
vienen las enseñanzas, pero como dice la Escritura “Por sus frutos los conocerán.”
(Mt 7,16).

2. (3, 10-17) Las medidas para escapar del engaño. Pablo elabora ahora la alternativa
para la falsa doctrina e indica cómo Timoteo y la iglesia del Señor puede evitar el engaño.
Primero, el apóstol recuerda a su encargado el aprendizaje integral que ha recibido (10).
El ministerio piadoso contempla una vida unida bajo la palabra de Dios. En una forma
armoniosa y conectada se combinan aspectos del contenido de la fe, el carácter y el costo
del discipulado. Pablo mismo vivía lo que enseñaba. Su historia personal respaldaba su
enseñanza. Ya habφamos visto en el capítulo 2 que el siervo de Cristo tendrá que sufrir.
Pablo alaba al Señor por su fidelidad al permitirle salir glorioso de toda circunstancia (11).
En el versículo 12 el apóstol generaliza y aclara que la vida cristiana normalmente
contiene su cuota de sufrimiento; sin embargo, esto no debe sorprendernos, pues es de
esperarlo en una vida verdaderamente piadosa. A fin de cuentas un servidor es menos
que su Se±or, “porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se
hará?” (Lc 23,31). Porque a los discφpulos les esperan liberación y bendición, mas a los
perseguidores y falsos maestros enredos y juicio (13). Pablo le dice a Timoteo que
refuerce lo aprendido por su ejemplo personal (14) y todo el consejo de la Escritura que
ha aprendido desde la ni±ez en el cálido contexto familia (ver 1,5). Así la fuente y norma
de enseñanza son las Sagradas Escrituras ya que son la Palabra de Dios mismo; éstas
enseñan el camino de salvación (15). Aquí las Sagradas Escrituras hacen alusión al
Antiguo Testamento, porque el Nuevo Testamento todavía está en proceso de escritura y
aceptación canónica; sin embargo, lo aplicado al primero se aplica al segundo.
John Stott nos dice, citando el versículo 16, que enseñar tiene que ver con qué
enseñar; redargüir con qué no creer; corregir con qué no hacer; Instruir con qué hacer.
Todo eso muestra la utilidad de la Biblia contra la futilidad y las disputas interminables de
los falsos maestros. La Santa Escritura (aquí en singular para destacar su unidad) es
autoridad, fuente y contenido de nuestra fe y ética. Su propósito es llevar al Hombre de
Dios hacia su perfección (16). La nominación “hombre de Dios” es propia del contexto
veterotestametario (aparece también en 1 Tim 6,11), y es el lenguaje usado para referirse
a los siervos de Dios como son los profetas. Porque ellos pertenecen a Dios y están a su
servicio. Nunca debemos olvidar que la mayor herramienta para la formación del siervo
del Señor es la Biblia.
* La santa Biblia es el medio provisto por Dios para poder descubrir y resistir el
engaño.

Síntesis aplicativa de temas importantes


1. íCuidado con el engaño! La palabra de Dios nos avisa contra el engaño de los últimos
tiempos. No nos dejemos llevar por la primera impresión y por la apariencia. Hay que
distinguir los espíritus si provienen de Dios. El egoφsmo de algunos se cubre de un barniz
de religiosidad pero muestra su verdadero rostro en el trato interpersonal y en las
consecuencias que acarrea su comportamiento. En ellos brilla por su ausencia la llenura y
dirección del Espíritu Santo. Debemos examinar nuestras verdaderas motivaciones en el
ministerio cristiano y hacer lo mismo con los predicadores a fin de evitar la influencia
nefasta de los falsos maestros. Porque es necesario alejarnos de esa dañina influencia.
Pero sobre este fondo oscuro brilla más claramente la luz del evangelio. En medio del
engaño y del egoísmo existe otra opción: la eficacia de la piedad (10). Cuando la vida es
experimentada en dependencia del Señor entonces se darán ricos frutos. Una vida cerca
de Cristo y en obediencia a sus mandatos renueva nuestras actitudes. Es caminando con
Cristo como somos transformados a su imagen, sólo así habrá amor para Dios y para el
prójimo; en vez de engaño y apariencia, mostraremos que caminamos en la verdad.
2. Maneras de resistir el engaño. Los versículos 10 al 17 nos presentan varios principios
para mantenernos firmes en contra del engaño de los falsos maestros, como: seguir
buenos ejemplos, persistir en las correctas enseñanzas, adoptar una actitud de confianza
en el sufrimiento y perseverar en el estudio de las Escrituras. Este párrafo, como otros en
las Cartas Pastorales, demuestran claramente los fallos de la llamada teología de la
prosperidad de tanta actualidad en iglesias con poco criterio bíblico de discernimiento. Tal
enseñanza torcida pretende que la vida cristiana contempla solamente bendición, victoria
y prosperidad material. Se enseña que Dios quiere que cada creyente sea sano, rico y
exitoso. Y si eso no ocurre en la vida concreta de los creyentes es por culpa de ellos
mismos, porque obviamente no tienen suficiente fe o no han “sembrado” suficientes
ofrendas. Esta falsa doctrina choca claramente con el aviso de la Palabra que nos dice
que en este mundo sufriremos tribulaciones (Juan 16:33; Hechos 14:22). Pablo avisa que
las penalidades son la suerte del buen soldado de Jesucristo. Además, la teología de la
prosperidad da demasiada importancia a los testimonios de ciertos individuos en
detrimento de la autoridad absoluta de la Biblia. ¡Se presta más atención a los cuentos de
éxito de personas humanas que al mensaje puro y perfecto que Dios nos ha inspirado!
Solamente la Biblia debe ser nuestra suma norma de fe y conducta; solamente ella puede
llevarnos a la perfección y la salvación. La palabra de Dios tiene una utilidad que ningún
mensaje humano puede igualar. A diferencia del mensaje de éxito y prosperidad, la
palabra de Dios fomenta la responsabilidad y la misericordia hacia el prójimo. Además
avisa repetidamente contra el deseo de ser rico y de lo engañoso de la riqueza terrenal.
Tristemente, la teología de la prosperidad fomenta el materialismo, el egoísmo y el
individualismo. En el Antiguo Testamento, en la vida de Cristo y en el libro de Hechos se
indican otras pistas para salir de la pobreza. Sin duda Dios nos bendice en muchas
formas, siempre con la intención compartir tal bendición con otros. Recuérdese el llamado
de Abraham: fue bendecido para ser bendición para las naciones. Recordemos bien que
la mayor bendición de todas es la salvación por gracia en Cristo Jesús.
A partir de los versículos 15 al 17 tenemos que la sana doctrina tiene un origen,
propósito, utilidad y meta:
Origen. Aquí hablamos de la inspiración de la Biblia como Palabra de Dios. La inspiración
nos habla de un proceso divino donde hubo escritores humanos.
Propósito. Es medio para alcanzar la salvación, conocer el evangelio y la verdad.
Además la Biblia hace sabio en contraste con el engaño.

Utilidad. Es norma para distinguir la verdad y la mentira.

Meta. Es medio de crecimiento y capacitación ministerial.

Podemos preguntarnos: ¿qué papel juega la Escritura en nuestra formación espiritual y


personal? ¿Es la Palabra de Dios un mero objeto de estudio o me dejo guiar, instruir, y
corregir por ella? ¿Permito que la Escritura, en cierto sentido, me lea a mí? (vea más
adelante la aplicación primera del siguiente capítulo).
2 Timoteo 4

1. (4, 1-8) Predica la Palabra de Dios

Pablo introduce con mucho énfasis y solemnidad el mandato del versículo 2. Eso
subraya la singular importancia de la predicación de la Palabra de Dios, tomando a Dios y
Cristo como testigos (1), “que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en
su reino” (para la palabra manifestación, vea los comentarios a 1,10 y en 1 Tim 6,14).
“Que prediques la palabra” le manda Pablo. La Palabra indica todo el evangelio, la sana
doctrina (3), la verdad (4). La Palabra de Dios ha quedado testimoniada en la Biblia, la
cual aunque sea una Biblia se compone de muchos libros; aunque fue transmitida por
muchos escritores en cada una de sus páginas somos testigos del hablar y actuar de Dios
a favor de las personas. Y así como un heraldo anuncia en la plaza pública el mensaje de
los gobernadores, así esa palabra de Dios debe ser proclamada en el mundo entero.
Todos deben conocerla y obedecerla.

Y la Palabra de Dios ha de ser predicada “a tiempo y fuera de tiempo”. El predicador


debe siempre estar dispuesto a transmitir lo que Dios dice. Es un llamado a la diligencia.
Se debe instar, redargüir, reprender y exhortar. Se ha de predicar el evangelio en su
totalidad, sin dejar fuera el lado crítico que condena el pecado y advierte de juicio para los
que no se arrepientan. El mensaje debe ser bien claro y expuesto con paciencia (vea 2,24
y 25) y en forma didáctica, práctica y clara.

Este encargo por predicar se hace urgente, sobretodo cuando se vislumbra un


horizonte futuro en donde las cosas se pondrán peores (3-5). En aquel tiempo muchos ya
no aguantarán la verdad y cerrarán sus oídos a la sana verdad (compárese 1 Tim 4,1). Se
debe predicar el evangelio mientras las circunstancias lo permitan, porque llegará el
momento en que la gente escogerá lo que desee oír teniendo presente su propios deleites
y gustos. A pesar de esta dura realidad, el siervo de Dios no puede desanimarse (5), debe
continuar con su obra porque es mandato de Dios. Tiene órdenes puntuales de su Señor,
a quien debe obedecer aun si con esto se atrae sufrimientos y resistencias.

Este encargo se vuelve como el deseo final de quien se sabe cercano a su muerte, de
ahí también su tono de seriedad y solemnidad (6). Pablo considera su muerte como un
sacrificio para la gloria de Dios, como una libación de vino. Él apóstol declara que el
tiempo de su partida se encuentra cerca. La palabra partida se usa en el contexto de
quien desarma una tienda o suelta un barco. Con mucha gratitud y satisfacción el apóstol
puede mirar hacia atrás y hacia adelante. Compara la vida cristiana con una batalla (7,
véase también 1 Cor 9,25; 1 Tim 1,18) y una carrera (Hechos 20,24; Hebreos 12). “He
guardado la fe” que es lo mismo que decir: me he mantenido fiel en mantener a salvo la fe
que confesamos. Fue justamente esta fe la atacada y adulterada por los falsos maestros
(vea 2,18; 3,8.10 y 15). Durante todo su ministerio Pablo se ha presentado como un
modelo positivo a seguir. También describe su futuro con figuras deportivas: Dios ya le
tiene lista la corona del vencedor (8). En este caso no de laurel sino de la justicia. El Dios
justo compartirá su justicia con los creyentes que han perseverado y han sido fieles en el
ministerio. Esta justicia indica la correcta y buena relación con Dios. Pablo, luego, amplia
esta recompensa gloriosa a los creyentes. No está del todo claro si trata la mención de la
venida haga alusión a la manifestación futura de Cristo o su encarnación. Lo más
probable es que –en concordancia con el versículo 1- se trate del regreso del Señor.

* Es encargo de Dios el predicar su Palabra con total dedicación hasta que Cristo
venga.

2. (4, 9-18) Información personal

Pablo le indica a Timoteo que realice lo más pronto posible un viaje que los vuelva a
reunir cara a cara (9). El apóstol se siente necesitado de compañía, en especial cuando
hay algunos que le han dejado por propia decisión (10) y otros porque han tenido que
emprender misiones pastorales en otros territorios (12); por eso necesita ver a “su hijo
amado” y a otros colaboradores (11), y de la misma manera requiere de cosas materiales
que son de uso personal (13). El apóstol durante este periodo ha tenido que soportar
acusaciones de algunas personas (14), lo cual le ha llevado, al parecer, a un tribunal de la
ciudad. Un dictamen en su contra tendría terribles consecuencias para su persona (“así fui
librado de la boca del león”). Si situación fue realmente penosa y grave pues se sentía
solo contra el mundo, ¿dónde estaban sus amigos en un momento tan crucial de su vida?
Sin embargo, no les guarda rencor (16). Y Aunque Pablo estuvo sin la compañía de sus
colaboradores y amigos, tenía la presencia más importante: la de su Señor quien lo
fortalecía y libraba (17). Inclusive aun estando en la sala de juicio pudo cumplir con su
llamado supremo de predicar. ¡A la verdad el apóstol predicaba la palabra “a tiempo y
fuera de tiempo” (2)! Estaba viejo y solo pero lejos de ser derrotado y desanimado.

Pablo termina con alabanza y confianza (18) porque sabe que su Dios nunca lo dejará,
más bien le dará entrada en su reino. La conclusión de la carta es desde luego una
doxología que nunca acaba; es necesaria la eternidad para alabar al Señor en forma
suficiente.

* Aunque nos falte la compañía humana, nunca nos faltará la compañía del Señor.
Eso nos llena de confianza y alabanza.

3. (4, 19-22) Saludos y bendición final

En su despedida Pablo envía a Timoteo saludos personales y de otros hermanos que


están con él en Roma. La serie de nombres demuestra que Pablo trabajaba con la
filosofía del ministerio en equipo. Excepto muy pocas ocasiones, siempre viajaba y
trabajaba con un conjunto de colaboradores y aprendices. Las estatuas y pinturas a
menudo muestran a un apóstol solitario pero en la realidad siempre buscaba la compañía
y colaboración de los demás. La expresión “todos los hermanos” es una referencia a la
iglesia local. Esta linda metáfora presenta al pueblo del Señor como una familia cuyo
Padre es Dios. Pablo pide que Timoteo lo busque antes del invierno, porque en esa
temporada era difícil y fuera de lo común realizar viaje alguno.
La bendición final (22) nos recuerda a la que aparece en Filemón (25) y Gálatas (6,18),
pero algo más extensa. Pablo desea que la gracia de Dios esté con Timoteo y el resto del
equipo. El plural “vosotros” muestra que la carta va dirigida no tan solo a Timoteo sino que
también a la comunidad de los hermanos. Este escrito a su amado hijo se convierte en
una carta abierta para otros (vea el comentario sobre la despedida en las otras Cartas
Pastorales).

* El ministerio es un trabajo en equipo y depende de la gracia de Dios.

Síntesis aplicativa de temas importantes

1a. Es una tarea crucial el predicar la Palabra de Dios. Es el llamado divino del profeta,
del maestro y del predicador. Es uno de los ejes de la Reforma que apunta a esta
vocación: Sola Scriptura. La Biblia es la única norma de fe y conducta. Y aunque las
tradiciones son importantes, no obstante es la Escritura la “norma normans” (la norma que
norma). Por tanto, hay que tener cuidado con lo que predicamos; pues sólo debemos
predicar la Palabra de Dios y toda la Palabra de Dios. En esto consiste el mandato santo
de proclamar todo el consejo de Dios. No se trata de predicar moralismos, ni lo que la
gente quiere escuchar, sino lo que Dios dice. La Biblia debe ser el contenido de las
predicaciones de inicio a fin. Pero tristemente nos percatamos que en muchos cultos,
llamados evangélicos, la Biblia apenas es predicada, y si se la cita es a menudo como
pretexto o medio para propósitos personales e institucionales, así en las iglesias en donde
se predica la teología de la prosperidad o en las sectas que anuncian milagros y
sanidades a “de acuerdo al bolsillo”. También se cae en el error de iniciar la prédica
tomando textos fuera de contexto, o “picoteando un poco aquí y otro poco allá”, sin
atender al contexto en el cual se insertan los textos y pasajes bíblicos. Es ya común notar
que en ciertas confesiones evangélicas los testimonios y, principalmente, los cánticos
(alabanzas) tienen más importancia y por tanto se les dedica casi todo el tiempo del culto.
Cualquier manifestación especial del Espíritu sólo es válida si se sujeta a la Palabra de
Dios; pues ella es la única que tiene autoridad divina. Y no olvidar que esa Palabra de
Dios se encarnó en la vida y obra de nuestro Señor Jesucristo.

1b. ¿Cómo queremos terminar? Muchos creyentes y líderes no terminan bien su carrera
ministerial. Se desvían de la verdad o caen en pecado. Otros empiezan a hacer de su
ministerio una rutina y la dependencia en Dios es cada vez menor. Se habla de tres
tentaciones a las que son expuestos los ministros: la fama, las faldas y las finanzas. El
orgullo, la sexualidad pecaminosa, el abuso de poder, o el estancamiento en auto-
suficiencia causan un saldo final muy negativo. Pablo pudo terminar bien su vida cristiana
y ministerio; y esto, por la gracia de Dios y porque constantemente pensaba en el final.
Vemos por los versículos 1 y 8 que Pablo tenía clara consciencia del regreso de Cristo y
del juicio venidero. Que sea nuestro deseo el terminar como Pablo y entonces escuchar la
voz del Señor que nos dice: “Bien, siervo bueno y fiel...entra en el gozo de tu Señor!”
(Mateo 25,23). En el poder de Cristo e inspirados en su obra consumada, ¡Sí, podemos
lograrlo! Pablo era seguidor de su Señor Jesús quien demostró terminar bien la obra del
Padre sobre esta tierra (vea Juan 17,4 y 19,30. La palabra “terminar” aquí es de la misma
raíz griega que encontramos en nuestro versículo 7 “he terminado la carrera.”). Todos
nosotros podemos terminar bien si nos cuidamos de las trampas del diablo, si seguimos
los modelos correctos y si nos encomendamos en la gracia de Dios provista por Cristo.

2. Aun en medio de situaciones adversas el Señor no nos deja y nos da su fuerza


para predicar su palabra. Pablo demostraba con su vida que en medio de situaciones
muy adversas podemos ser “más que vencedores por medio de Aquel que nos amó” y
que no nos deja de amar (Rom 8:31-39). Y aunque estaba viejo, solo y con la muerte muy
cercana, Pablo todavía estaba cumpliendo su llamado de predicar a los gentiles, los reyes
y los hijos de Israel (Hechos 9:15). Deseaba que todos escucharan la Palabra de Dios. No
miraba a sus propios problemas sino que se dedicaba plenamente a su ministerio y
vocación. Así llegó a convertir su cárcel en una oficina de misiones. Las cadenas no
impedían que siguiera con su tarea (Hechos 28). En esta misma confianza pidamos y
recibamos de parte de Dios las fuerzas para cumplir con su mensaje. El Señor estará a
nuestro lado para darnos todo lo necesario para ser sus testigos y mensajeros. Así
caminaremos como Pablo de liberación en liberación. Con la confianza no en nosotros
mismos sino en el Dios que promete preservarnos hasta el final para darnos por su gracia
libre entrada en su reino eterno. ¡A Él sea la gloria eternamente!

3. Mantengamos en el ministerio el respaldo espiritual y social. Nadie puede


desarrollar bien el ministerio en la iglesia del Señor sin la bendición de Dios. Nos
inclinamos a tomar decisiones con el cerebro o el hígado, pero debemos hacerlo siendo
guiados por el Espíritu (Rom 8,15). Procuremos contar siempre con la bendición de Dios,
su presencia en nuestra mente y corazón y su gracia en todo lo que emprendamos.
Solamente si el Señor edifica la casa, no sudarán en vano los constructores (Salmo 127).
Trabajemos constantemente en esta dependencia, pero más cuando tenemos viento en
popa. Tengamos conciencia de que todo lo bueno viene de arriba, de parte de nuestro
Señor Jesucristo. Busquemos en todo movimiento ministerial primero la dirección de Dios
y su respaldo. Además, necesitamos formar y mantener una base social para nuestro
ministerio. Nadie puede florecer en forma solitaria. El individualismo es un pecado y
sumamente contra-productivo. No es el diseño de Cristo llegar a ser “llaneros solitarios”.
Cada ministro necesita un equipo y gente alrededor suyo para corregirlo, complementarlo
y animarlo. Pueden ser personas de la propia congregación o de otros sitios. Los saludos,
cariños y bendiciones corren de casa a casa y de corazón a corazón; en ambientes así se
saborea la preciosa comunión en el Señor Jesucristo. Valoremos e invirtamos en el
respaldo social de nuestros ministerios tal como el apóstol de los gentiles lo hacía.

Ps. Alberto T. van Blijderveen, Doctor en Ministerio (D.Min.), 2012.

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