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Álvaro Casanova
Tema 6. Infecciones agudas de la vía aérea. neumonías de la comunidad
ÍNDICE
1 RESFRIADO COMÚN........................................................................................................3
2 LARINGOTRAQUEÍTIS AGUDA.......................................................................................3
4 RESUMEN.........................................................................................................................11
NEUMOLOGÍA
© Editorial Médica Panamericana/Universidad Francisco de Vitoria Madrid. (ISBN 978-84-9110-243-4)
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Tema 6. Infecciones agudas de la vía aérea. neumonías de la comunidad
PUNTOS CLAVE
●● La neumonía es una lesión inflamatoria aguda pulmonar en respuesta a un agente infeccioso.
●● Las neumonías se clasifican en función del huésped como neumonía en inmunocompetente o en
inmunodeprimido y, según el ámbito de adquisición, como comunitaria o como nosocomial.
●● Son múltiples los microorganismos capaces de producir una neumonía. El agente etiológico más frecuente
es el Streptococcus pneumoniae.
●● Es imprescindible realizar una radiografía de tórax para establecer el diagnóstico clínico de neumonía. La
historia clínica y el examen físico no permiten diferenciar con certeza otras alteraciones respiratorias agudas
(bronquitis, traqueítis, gripe).
●● A pesar de utilizar las diferentes técnicas diagnósticas, sólo en un 50 % de los casos se logra establecer el
diagnóstico etiológico.
●● Los hemocultivos deben realizarse a los pacientes con una NAC grave, pese a que los primeros tienen una
baja sensibilidad (inferior al 20 %).
●● La detección de antígenos bacterianos en la orina es útil en el diagnóstico de la neumonía por Streptococcus
pneumoniae y Legionella pneumophila. Constituye la técnica diagnóstica de elección para confirmar o
descartar la neumonía por legionella.
●● Tras el diagnóstico de NAC, se valorará la gravedad para decidir el lugar de tratamiento (ambulatorio,
hospitalización convencional o UCI) y la pauta antibiótica más adecuada.
●● El tratamiento antibiótico de la NAC se establece de forma empírica en función de la gravedad, la etiología
más probable y el patrón de resistencias de cada región.
1 RESFRIADO COMÚN
Es la enfermedad aguda del tracto respiratorio superior, de origen viral y curso benigno. Es la infección más frecuente
de las vías aéreas superiores y se caracteriza por afectar a la rinofaringe.
Su etiología es vírica; los virus más frecuentemente implicados son los rhinovirus y coronavirus. Se transmite a través
de la tos o del estornudo de una persona infectada. El período de incubación es de 1 o 2 días y los síntomas duran
entre 1 y 2 semanas.
Los síntomas más habituales son molestias faríngeas, rinorrea acuosa, febrícula, malestar general, estornudos y tos.
En general, la utilización de antibióticos no está indicada en su tratamiento, ya que la mayoría de los casos se
resuelven espontáneamente. El tratamiento sintomático incluye paracetamol, de 500 mg o 1 g a demanda y según la
sintomatología. Como alternativa, pueden emplearse los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como el ibuprofeno.
Para el tratamiento de la rinorrea puede usarse la fenilefrina o la pseudoefedrina.
2 LARINGOTRAQUEÍTIS AGUDA
Se trata de una enfermedad inflamatoria, habitualmente infecciosa, que afecta a las estructuras laríngeas y traqueales.
Ocurre más frecuentemente en niños de entre 3 meses y 3 años. La etiología es vírica; el microorganismo más frecuente
es el parainfluenzavirus tipo 1. También puede estar causada por el virus respiratorio sincitial (VRS) y el influenzavirus.
Los síntomas más frecuentes son la tos, la disnea, el estridor y la ronquera. En general son intensos y a veces
agobiantes.
El tratamiento consiste en la inhalación de aire húmedo y frío, los corticoides inhalados y sistémicos. En casos graves
puede ser necesaria la administración de adrenalina por vía inhalatoria.
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3.1.1 Epidemiología
La NAC constituye una entidad muy frecuente en la práctica clínica habitual. Estudios poblacionales sitúan una
incidencia anual de entre 1,5 y 13,4 casos por cada 1.000 habitantes. Es más frecuente en varones, en los extremos
de la vida y en el período invernal.
El número de ingresos hospitalarios por NAC oscila entre 1,1 y 4/1.000 pacientes. El número de ingresos aumenta con
la edad: 1,29 por 1.000 en pacientes de 18-39 años, 13 por 1.000 en pacientes ≥ 55 años.
La mortalidad puede oscilar entre 1-5 % en pacientes ambulatorios, 5-14 % en pacientes hospitalizados y 34-50 % en
pacientes ingresados en la unidad de cuidados intensivos (UCI).
La neumonía tiene implicaciones sanitarias muy importantes por su frecuencia, su coste económico y social y por la
morbilidad y mortalidad que lleva asociadas.
3.1.2 Etiología
Son múltiples los microorganismos capaces de producir neumonía. Los más habituales son: Streptococcus pneumoniae,
Haemophilus influenzae, Staphylococcus aureus, Mycoplasma pneumoniae, Chlamydophila pneumoniae, Legionella
pneumophila, Moraxella catarrhalis, bacilos gramnegativos (BCG) y los virus respiratorios.
Los agentes etiológicos varían según el ámbito de tratamiento de la NAC (ambulatorio, hospitalario en planta convencional
o en la UCI). El más frecuente en todas las series y en todos los ámbitos es el S. pneumoniae (neumococo). El M.
pneumoniae es una causa frecuente en adultos jóvenes y varía según las ondas epidémicas que ocurren cada 3-4
años.
En la población infantil, en los niños menores de 6 meses, los gérmenes más frecuentes son la Chlamydia trachomatis
y el VRS. Entre los 6 meses y los 5 años, el S. pneumoniae y entre los 5 y los 18 años el M. pneumoniae.
Entre los factores de riesgo independientes para el desarrollo de NAC destacan: el consumo de alcohol y tabaco, la
diabetes mellitus, la comorbilidad cardiovascular, la insuficiencia renal, la malnutrición, la EPOC, las bronquiectasias,
el tratamiento con corticoides, la antibioterapia previa, la institucionalización y los cambios bruscos de temperatura
en el ámbito laboral. En la tabla 1 se exponen los microorganismos más frecuentes de NAC según los factores
epidemiológicos.
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3.1.3 Patogenia
En condiciones normales, la vía respiratoria inferior es estéril gracias a los mecanismos de filtrado y eliminación
mucociliar. Cuando en la superficie traqueobronquial se deposita un patógeno, el movimiento de los cilios es capaz de
arrastrarlo a la orofaringe para ser deglutido.
Si a pesar de todo, llega a depositarse en la superficie alveolar, son las células fagocitarias (principalmente los
macrófagos alveolares) y la inmunidad humoral los encargados de su eliminación.
Si fallan todos estos mecanismos de defensa o si el inóculo de microorganismos es muy elevado, se produce el proceso
inflamatorio a través de la secreción de citosinas, que facilitan la creación de una respuesta inflamatoria.
Los gérmenes pueden invadir el parénquima pulmonar por varias vías:
¬¬ Microaspiración (de microorganismos que colonizan la orofaringe): Es la vía más frecuente de adquisición.
Los individuos sanos son portadores en la orofaringe de S. pneumoniae, S. pyogenes, S. aureus, H. influenzae, M.
catarrhalis y BGN. La mitad de los adultos sanos pueden llevar a cabo microaspiraciones de secreciones orofaríngeas
durante el sueño.
¬¬ Inhalación: Es la vía habitual de microorganismos atípicos: M. pneumoniae, C. pneumoniae, C. psittaci, C. burnetii,
virus, M. tuberculosis, L. pneumophila, hongos (Aspergillus).
¬¬ Diseminación hematógena: En casos de endocarditis bacteriana o cuando hay una infección de catéteres
intravenosos. El ejemplo típico es el del S. aureus.
¬¬ Inoculación directa: Puede ocurrir durante la intubación orotraqueal.
¬¬ Diseminación por contigüidad de una infección adyacente.
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Los signos en la exploración física más frecuentes son: taquipnea, taquicardia e hipertermia. Es característico aunque
no frecuente el soplo tubárico y los crepitantes inspiratorios.
En función de su presentación clínica, clásicamente se ha dividido en: síndrome típico y síndrome atípico.
¬¬ Neumonía típica. Se trata de un cuadro agudo de fiebre elevada, escalofríos, tos productiva y dolor pleurítico de
inicio brusco. En la exploración física destacan los crepitantes y el soplo tubárico o la egofonía. La radiografía de
tórax muestra un patrón de neumonía lobar o bronconeumonía.
Es la forma de presentación más habitual de la neumonía neumocócica. Se acompaña de leucocitosis y la complicación
más frecuente es el empiema.
¬¬ Neumonía atípica. Se caracteriza por un cuadro clínico de presentación más subagudo. Entre los síntomas más
habituales destacan la fiebre sin escalofríos, la cefalea, las mialgias, las artralgias y la tos seca. La auscultación
pulmonar suele ser normal, aunque a veces pueden escucharse crepitantes y sibilancias.
El patrón radiológico más habitual es el patrón intersticial. No suele acompañarse de leucocitosis marcada y es la forma
de presentación más habitual de M. pneumoniae, C. pneumoniae, C. psittaci, C. burnetii y diversos virus.
Actualmente se tiende a considerar esta clasificación como algo artificial, ya que ciertos microorganismos pueden
presentarse de ambas formas. No obstante, sigue siendo útil para orientar el diagnóstico etiológico.
Pruebas de imagen
La historia clínica y el examen físico no permiten diferenciar con certeza una neumonía de otras alteraciones respiratorias
agudas (traqueítis, bronquitis, gripe). Por tanto, para poder decir que una persona tiene una neumonía es necesario
disponer de una radiografía de tórax.
La presencia de un infiltrado en la radiografía de tórax de un paciente con manifestaciones clínicas compatibles con nac
es el patrón oro para el diagnóstico de esta enfermedad.
La radiografía de tórax permite confirmar el diagnóstico clínico, establecer su localización, extensión y gravedad,
detectar posibles complicaciones y es útil en el seguimiento de pacientes con alto riesgo.
En la práctica, toda condensación radiológica de reciente aparición, no atribuible a otra causa y acompañada de fiebre
de menos de 1 semana de duración, debe considerarse y tratarse como una neumonía, mientras no se demuestre lo
contrario.
La afectación bilateral, o de dos o más lóbulos y la existencia de derrame pleural son indicadores de gravedad.
La tomografía computarizada (tc) torácica tiene más sensibilidad y especificidad que la radiografía de tórax. Sin
embargo, en la actualidad sólo está indicada en la evaluación de posibles complicaciones y en el establecimiento de
diagnósticos alternativos.
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Pruebas de laboratorio
Son inespecíficas y no sirven para establecer el diagnóstico. Informan sobre el estado del paciente y contribuyen a
estratificar la gravedad de la neumonía. Entre las pruebas de laboratorio rutinarias en el estudio de la nac se incluyen:
¬¬ Hemograma: leucocitosis con desviación izquierda (neutrofilia).
¬¬ Bioquímica: la alteración del perfil hepático, de los electrolitos y de la función renal son indicadores de gravedad.
¬¬ Elevación de reactantes de fase aguda (pcr, vsg, ldh).
¬¬ Gasometría arterial: la insuficiencia respiratoria constituye un criterio de gravedad.
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4 RESUMEN
La neumonía es un proceso inflamatorio agudo del parénquima pulmonar de origen infeccioso. Los microorganismos
llegan al pulmón la mayoría de las veces por microaspiraciones de secreciones orofaríngeas. Suele coincidir con una
alteración de los mecanismos de defensa del huésped. Las neumonías constituyen un problema de 1er orden debido
a su elevada incidencia y a su morbimortalidad asociada. La sospecha clínica (tos, fiebre, expectoración purulenta
y dolor torácico pleurítico) debe confirmarse con una radiografía de tórax en la que se observe una condensación
parenquimatosa. Además del patrón más habitual de neumonía, alveolar o lobar, algunos microorganismos pueden
dar lugar a otros patrones radiológicos (bronconeumonía y neumonía intersticial). El S. pneumoniae es el agente
etiológico más frecuente. Las pruebas de laboratorio, aunque inespecíficas, ayudarán para completar la valoración
inicial del paciente y decidir dónde realizar el tratamiento (ambulatorio, hospitalario o en UCI). El cultivo de esputo y los
hemocultivos tienen una baja rentabilidad y deben realizarse a pacientes que cumplen criterios de ingreso hospitalario.
La detección de antígenos de neumococo y legionella en orina son técnicas diagnósticas rápidas. El tratamiento
inicial de la NAC es empírico y dependerá de la gravedad del cuadro clínico y de la etiología más probable. En la
NAC ambulatoria pueden emplearse penicilinas a dosis altas como amoxicilina o amoxicilina-ácido clavulánico. Si se
sospecha un microorganismo atípico se puede asociar un macrólido. En la NAC hospitalaria el tratamiento de elección
es una combinación de un betalactámico intravenoso y un macrólido intravenoso o una floroquinolona intravenosa.
En la NAC que ingresa en la UCI se combinará un β-lactámico intravenoso a un macrólido o a una fluoroquinolona
intravenosa. A medida que aumenta la gravedad de la NAC, se prolonga la duración del tratamiento.
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