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N o debería tener tantas dudas, no debería tener tantas ganas de saberlo, pero es

que por mucho que lo intento no logro entenderlo ¿por qué no puedo preguntar? ¿Por qué
ningún niño puede preguntar nada? ¿Qué tiene de malo querer saber?
Se supone que no debería estar escribiendo esto, lo sé, pero el otro día vi una palabra en el
diccionario de mis padres, “revolución”. Desde que nací jamás había oído hablar de esa
palabra, es una de esas cientos de palabras que entre los niños la tenemos prohibidas porque
pueden crearnos dudas, preguntas y preguntar está prohibido.
Mi nombre es Alicia, tengo 9 años y vivo en Dubitare, un país donde cualquier persona
menor de 12 años tiene prohibido preguntar, ¿por qué?, es una buena pregunta, una
pregunta que nadie se atreve a responder, pienso que tienen miedo, aunque todavía no sé a
qué.
Mis padres se suelen molestar mucho cada vez que sin querer les pregunto algo, me suelen
preguntar por qué no soy como los demás niños, aunque no creo que lo hagan porque sean
malos o no me quieran, lo hacen porque eso dicen las normas del país que deben hacer.
Normas, es otra de las palabras que leí hace poco, pero esta la leí en la escuela, en los
diccionarios que nos obligan a leer cuando entramos a la escuela a los 5 años, es lo único
que se nos permite leer hasta que cumplamos los 12.
Siendo sincera nunca le hice mucho caso a esta norma y es que pienso que las palabras no
deberían ser limitadas, hay palabras tan bellas y tan prohibidas que lo único que han
logrado es enamorarme de ellas; amor, duda, verdad, cambio, silencio, revolución… Todas
estas las leí en el diccionario que mis padres tienen escondido en el sótano (uno de mis
lugares favoritos en el mundo), a ellos se les permite leerlas, más no aplicarlas, al igual que
muchos otros libros que a escondidas he leído.
Revolución y cambio son mis palabras favoritas en el mundo, palabras tan prohibidas que
de solo nombrarlas estoy segura que me mandaría al MPD (Ministerio del poder Dubitare),
me pregunto ¿qué les hacen a los niños que son llevados ahí?, jamás vuelven…
La razón por la que decidí empezar a contar todo esto, aun arriesgándome a que me
descubran, es porque pienso que Dubitare debe saber la verdad, el mundo debe saber la
verdad, porque en el momento en todos sepan todo, las cosas van a cambiar…

El primer momento en el que empecé a preguntarme ¿por qué?, fue el día en que me atreví
a entrar al sótano por primera vez, estaba sola en casa, mis padres estaban trabajando, me
aburría y estaba cansada del mismo diccionario y los mismos programas de siempre, quería
algo más, necesitaba algo más. Sabía perfectamente que si me descubrían iba a tener un
gran castigo, podrían incluso mandarme al MDP, pero no quería seguir en una rutina. La
única forma de salir de la rutina era probar algo que no hubiera probado antes, y en la casa
lo único que no había hecho era entrar en el sótano, sabía que ahí había cosas que solo los
mayores podían ver, mi mamá entraba muy seguido, a veces salía con los ojos hinchados
como si hubiera llorado y otras veces salía riéndose a carcajadas.
Decidí entrar, me asusté tanto al principio que el pomo de la puerta se me resbalo de los
dedos, pero respire profundo y volví a intentarlo, abrí la puerta pero no había mucho, solo
oscuridad, baje las escaleras, encendí la luz y me enamoré de lo que vi, 4 bibliotecas
enormes llenas de libros, al principio me dio mucho medio pero ya estaba ahí, la regla ya
estaba rota, así que me acerque y roce cada libro con los dedos, jamás había visto algo así.
Estaba leyendo o por lo menos intentando leer los títulos de cada uno de los libros ya que
había muchas palabras que desconocía, pero me detuve en uno que conocía a la perfección;
Diccionario, ¿por qué lo tenían ahí si no estaba prohibido? Lo he leído muchas veces. Lo
agarre, lo abrí en una página al azar y leí la primera palabra: Amor, fue cuando lo entendí,
había mucho más de lo que conocía, muchas más palabras y un mundo distinto.
Han pasado 4 meses desde entonces y cada día en el que me quede sola, leí un libro
distinto. Aprendí muchísimas palabras nuevas, muchas historias e incluso que antes las
cosas eran completamente distintas de cómo son ahora, los niños tenían permitido
preguntar, podían leer lo que quisieran y al crecer todos podían ser lo que quisieran siempre
que lo quisieran… Ojala hubiera nacido en ese entonces.
1 mes después de empezar a leer esos libros, deje de buscar preguntas y empecé a buscar
respuestas, algo que me dijera ¿por qué cambiaron las cosas? La única persona en el país
que sabía las respuestas exactas a esas preguntas era el presidente, Javier Gómez. El entró
en el poder hace unos 10 años, cuando su padre murió, su padre era Daniel Gómez, fue
quien hace 25 años creo la gran ley y al morir dejo a su hijo en su cargo con todas las
respuestas.
Tenía que encontrar la forma de saber las respuestas, pero las únicas posibles formas eran
crecer y así saber todas las respuestas sin siquiera tener que verlo o ir al MDP y con suerte
ver a Javier Gómez. La primera llevaba demasiados años y la segunda era demasiado
peligrosa y arriesgada ya que cabía la posibilidad de no verlo y no volver a casa.
A pesar del riesgo me decidí por la segunda, tenía mucho miedo pero más grandes eran las
ganas de saber. Estuve 2 semanas planeando la forma de que por hacer algo malo me
llevaran al MDP; no podía ser cualquier cosa, tenía que ser algo realmente imperdonable lo
cual era difícil ya que mis padres me perdonaban demasiadas cosas, no querían que me
llevaran, me amaban y yo los amaba a ellos.
Todavía recuerdo el día que me llevaron, tenía clases así que decidí llevarme un libro en el
bolso del colegio, pero no un libro cualquiera, sino uno de esos que está en el sótano, uno
de esos que contiene la palabra “amor”, te hace tener miles de preguntas y te obliga a
derramar algunas lágrimas. Al irme al colegio me despedí de mis padres con un gran
abrazo, sabía que probablemente era el último que les iba a dar.
Me fui al colegio y como cada día repasamos el diccionario y las muchas reglas que
debíamos cumplir, todo iba normal como siempre hasta que nos mandaron a leer algunas
definiciones en voz alta, a un niño se le trabo la lengua al nombrar la palabra y se le escapo
una pregunta; ¿qué dice aquí?, puede resultar inocente pero la profesora no lo dejo pasar,
empezó a gritarle y lo llevó a la dirección, los padres debían encerrarlo en una habitación
por un día haciéndole leer una y otra vez el diccionario y las normas. Me asuste muchísimo
con los gritos y pensé en posponer el plan, pero era el mejor momento para hacerlo,
mientras la profesora estaba en la dirección saqué el libro y empecé a leerlo, todos se me
quedaron mirando sorprendidos; ¿Qué haces? ¿Qué lees? tienes prohibido preguntarlo, solo
puedes observar.

La profesora entró al salón, me vio con el libro en la mano y noto como todos me
observaban. Al principio pensé que me iba a gritar, pero no lo hizo, simplemente me quito
el libro de las manos, lo cerró, me tomo de la mano derecha la cual estaba muy sudada,
como la primera vez que intenté abrir la puerta del sótano, como la primera vez que roce
ese libro con mis dedos. Me llevó a la dirección, me hizo sentarme al lado de ese niño.
- Me llamo Juan- Me dijo algo sorprendido al ver que yo también estaba ahí.
- Y yo Alicia.
- Alicia, ven aquí- me dijo la profesora muy desde la puerta de la habitación donde se
encontraba la directora.
- Me senté frente a la directora, me miró fijamente y pregunté- ¿qué hago aquí?
La directora llamó a mis padres y al MDP, debían llevarme. Mis padres llegaron primero y
les contaron todo lo sucedido.
- No entiendo cómo pasó, tengo todos los libros encerrados en el sótano, ella nunca
entra ahí.
- Pues eso no es lo que parece y lo importante en estos momentos no es de dónde
sacó el libro sino que Alicia no puede estar con los demás niños ni en su casa, tiene
que ir con los MDP.
A mis padres le costó un poco aceptar que me tenía que ir, pero terminaron por entenderlo,
debían hacerlo. La directora nos dejó a solas para que se pudieran despedir de mí, ellos
sabían que los niños que se iban con MDP no volvían.
- Mi papá me tomó la mano y me preguntó- ¿tienes miedo?- negué con la cabeza.
- Pequeña… ¿por qué lo hiciste?, sabes que no debes hacer esas cosas- me preguntó
mi mamá con los ojos llorosos.
- Lo sé y lo siento pero necesito saber la verdad- Se escucharon voces en el pasillo,
habían llegado.
- Mi mamá se acercó a mi oído y me susurro antes de que entraran- Alicia significa
verdad.
Esa fue la última vez que los vi, creo que aunque fue triste e inesperada para ellos fue una
de las mejores despedidas que pudimos tener. Me llevaron al MDP, era un sitio muy grande,
había un montón de adultos con uniformes blancos, algunos llevando a niños y
encerrándolos en unas habitaciones que no podía ver por dentro y otros anotando cosas. Me
llevaron a una de esas habitaciones, había una cama pequeña, como para cualquier niño,
una pequeña mesa justo al lado con un diccionario encima y un pequeño folleto con las
normas, un baño y una silla en la que estaba sentada una señora vestida con uno de esos
uniformes blancos.
- ¿Alicia?
- Si.
- Siéntate en la cama- Me senté y los señores que me traían se fueron dejándonos
solas.
- ¿Qué fue exactamente lo que hiciste?
- Leí un libro en clases.
- ¿Qué libro?
- La ladrona de libros.
- Sabes que no puedes leerlo hasta cumplir 12 ¿no?
- Si.
- ¿y por qué lo leíste?
- Encogí los hombros- curiosidad, dudas, preguntas que quería responder de alguna
forma.
- Me miro seria- sabes perfectamente que no puedes preguntar nada.
- Todos los niños del mundo se preguntan algo aunque esa pregunta jamás salga de
sus labios.
- Se quedó callada unos segundos hasta que decidió preguntarme otra cosa- ¿por qué
empezaste a leer ese libro frente a todos?
- Para poder venir aquí y ver al presidente Javier Gómez, ¿puedo hablar con él?
Me miró fijamente en silencio por unos segundo, luego se levantó y se fue. Estuve ahí
encerrada varias horas, sola y aburrida, a la hora de comer me llevaron la comida a la
habitación, por ser nueva no podía salir a comer con los demás ni podía hablar con ningún
otro niño. Mientras comía la puerta se abrió nuevamente, pensé que era la señora de blanco
de nuevo pero para mi sorpresa era Javier Gómez, el hombre que tenía las respuestas y el
hombre que me tenía ahí encerrada.
- Hola, me dijeron que querías hablar conmigo- entró y se sentó en la silla.
- Aparte a un lado el plato de comida y asentí- quería preguntarle ¿por qué?
- Me miro extrañado- ¿Por qué?
- ¿Por qué los niños no podemos preguntar?
- Me miro muy serio- eres demasiado pequeña para saberlo.
- No me importa.
- Pero a mí sí.
- ¿Por qué?
- Suspiró- me estás haciendo molestar.
- Lo único que molesta es lo que realmente importa- mire hacia otro lado unos
segundos y luego lo volví a mirar a los ojos- ¿tienes miedo?
- Note como se secaba las manos en el pantalón, estaba nervioso- la única que debería
tener miedo aquí eres tú.
- ¿Por qué?
- ¡Deja de preguntar por qué!
- No, necesito que me respondas, no vine aquí por nada, sé que hay algo que
escondes, sé que de algo tienes miedo.
- Completamente lleno de rabia decidió responder- Te guste leer mucho ¿no?- Asentí
con la cabeza- pues imagino que en el sótano de tus padres habrás leído algo sobre
cómo eran las cosas antes, todos los niños vivían haciendo preguntas, todo el
tiempo, preguntas incomodas, preguntas estúpidas y algunos preguntas con las que
al crecer terminaban marcando al mundo, pero ¿qué pasa con esos que no se
atrevían a preguntar? ¿qué pasa con esos niños que aunque preguntaban jamás les
respondían?, quedaban en el olvido, crecían convirtiéndose en unos fracasados,
morían y a nadie le importaba, se hicieron polvo y jamás fueron recordados-
suspiró- mi padre era uno de esos niños, sus amigos eran de esos niños y todas las
personas que estuvieron de acuerdo con la gran ley eran de esos niños y ellos no se
dejaron pisotear por aquellos que con sus preguntas pretendían dejar una huella y
hundirlos, por eso los niños tienen prohibido preguntar, para que todos podamos ser
iguales, para que nadie al hacerse polvo quede en el olvido.
- Por miedo.
- ¡NO ES MIEDO!
- Si lo es, tienen miedo de ser olvidados, pero no tienes que tener miedo, cuando el
mundo sepa la verdad lo va a entender.
- ¡Nadie, tiene que saber esto! ¿me entendiste?, ¡Nadie!
- No te puedo jurar que no lo voy a decir porque sería mentirte y mentir a los mayores
está mal.
- No tienes que jurar nada…
Mi nombre era Alicia, que significa verdad, tenía 9 años y vivía en Dubitare, un país donde
cualquier persona menor de 12 años tiene prohibido preguntar, ¿por qué?, es una buena
pregunta, y aquí está la respuesta.

Hoream Barrio.

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