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09/10/2020

“La imaginación nos transporta a un mundo de historias agradables”

La Tortuga Gigante - Horacio Quiroga

El cuento nos narra la historia de un hombre sano y feliz que


vivía en Buenos Aires con sus hermanos menores. Un día el
hombre cayó enfermo, los médicos le dijeron que la única
manera de curarse era ir al vivir al campo. El hombre no
podía irse ya que tenía a sus hermanos y no podía dejarlos
solos, pero cada día enfermaba más, hasta que un día, un
amigo quien era director del Zoológico, le
dijo que siguiera su camino rumbo al monte, mientras él se encargaría de sus hermanos. El
hombre aceptó y fue a un monte muy lejano, a donde hacía mucho calor, lo cual era muy bueno
para su salud.

Luego de un tiempo, el hombre comenzó a recuperar la fuerza y el hambre y decide ir a cazar.


Camino a la orilla de una laguna, ve a un tigre, el cual quería comer a una tortuga. El tigre ve al
hombre y salta hacia él, sin embargo, el hombre reacciona rápido, apunta al tigre entre los ojos y
lo mata. Tras ello, el hombre ve a la tortuga y le dan muchas ganas de comérsela, pero tuvo
piedad y no lo hizo.
La tortuga estaba muy lastimada, y el hombre la lleva arrastrándola hacia su refugio pues la
tortuga era gigante. La cuidó allí y curó sus heridas. Un día
la tortuga sanó, pero el hombre
enfermó nuevamente hasta el punto de perder el
conocimiento, tras altas fiebres.

La tortuga, al ver lo sucedido, ayudó al hombre tal como él


había procedido con ella. Cada mañana la tortuga buscaba
raíces y agua para que el hombre no muriera de hambre ni
de sed. El
hombre comía y bebía sin darse cuenta de quién
lo ayudaba porque tenía delirio con la fiebre.
Transcurrido un tiempo, el hombre recupera el
conocimiento, se da cuenta que estaba solo y cree
que moriría allí, así que la tortuga decide llevarlo
a Buenos Aires al ver que en el monte no
sobreviviría.
La tortuga cortó enredaderas, acostó con mucho
cuidado al hombre encima de su lomo, y lo sujetó bien para que no se cayese.
La tortuga caminó día y noche durante semanas con el hombre moribundo. Cada vez más la
tortuga se iba debilitando hasta que se rindió, decidió cerrar los ojos y morir con el hombre, sin
darse cuenta que ya estaba muy cerca de Buenos Aires. Un ratón que pasaba por allí y los vio, y
le preguntó a la tortuga qué sucedía. Ella contestó que llevaba al hombre hacia Buenos aires,
pero que ya estaba rendida. El ratón le indicó que la luz que se veía cercana era Buenos Aires. Al
escuchar las indicaciones del ratón, la tortuga se animó y siguió caminando hasta llegar al
zoológico en el cual se encontraba el amigo del hombre.
El amigo, al verlos, corrió rápidamente a buscar remedios para el hombre. Pasaron un par de
días, y el hombre sanó. Al ver lo sucedido, el hombre quiso llevarse a la tortuga a casa en
gratitud al haberle salvado la vida. No obstante, su casa era muy pequeña así que el director del
Zoológico se comprometió a tenerla en el Jardín, y a cuidarla como si fuera su propia hija. El
hombre continuó su vida visitándola todos los días. Y así pasó la tortuga su vida, feliz y contenta
con el cariño que todos le tienen.

Extraído de : Cuentos clásicos

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