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EL DIARIO LITERARIO

GUIA DE TRABAJO GRADO ONCE


TIEMPO:
OBJETIVO. Reconocer la importancia del diario literario como
medio de expresión personal e íntimo.
. Conocer autores representativos de la literatura universal y algu
nos fragmentos de sus diarios personales.

Definición de diario personal. En literatura se llama diario personal


o sencillamente diario a un subgénero que integra el género de la
biografía, más precisamente de la autobiografía, y que consiste en la
narración que lleva a cabo una persona, autora del diario, de las
experiencias personales que va viviendo. Es una narración personal
y en primera persona que ejecuta alguien sobre sus vivencias y sus
sentimientos.
Sin lugar a dudas el diario personal es un elemento que muchas
personas han tenido o tienen y escribirlo es una práctica extendida
en el mundo entero.

CARACTERISTICAS GENERALES ENERALES


El diario personal está escrito en primera persona y tanto narrador
como autor son los mismos.
El tiempo verbal que se maneja es el presente y se recurre al pasado
o futuro eventualmente para comentar cuestiones sucedidas o
proyectos.
Su forma de escritura es coloquial cercana y sencilla, porque la
persona que lo escribe habla de sí y de sus intereses y habla de
alguna manera consigo mismo.
Su escritura regularmente es diaria; Entre sus señas particulares
podemos citar la fragmentación con la cual se le escribe y la
consignación de la fecha antes del comienzo de la narración.
Un espacio personal para interpretarse reflexionar y expresarse.
Meditaciones muy personales, un medio de desahogo efectivo de
desengaños amorosos, peleas familiares y otros hechos que causan
reflexión personal.

Es una alternativa excelente para llevar un registro de aquellas


experiencias y vivencias importantes e inolvidables, para reflexionar
y conocerse más profundamente. Por tal cuestión los diarios p
personales de las grandes personalidades una vez publicados suelen
despertar una gran atención del público y de la prensa en general.
EL DIARIO DE ANA FRANK, UN EMBLEMA Y UN DOCUMENTO
HISTÓRICO SOBRE EL HOLOCUASTO.
Entre los diarios personales más célebres destaca el diario de ANA
FRANK , que fue escrito por esta joven judía entre los años 1942 y
1944, en el marco de su huida y ocultamiento de los nazis cuando
estos ocuparon a Ámsterdam durante la segunda guerra mundial.
Estos cuadernos fueron entregados por su padre Otto Frank, quien
decidió publicarlos como símbolo de las evidencias del holocausto.
Los 6 grandes diarios de
la literatura que debes
leer
La literatura no sólo guarda historias de ficción; muchos
escritores han documentado sus vivencias
Silvia Barrán Guerra 08.11.2018 | 17:21
Seis grandes diarios de la

literatura. GETTY IMAGES

Todo escritor se ha
visto condicionado
por el periodo
histórico que le ha
tocado vivir. Esto,
además de influenciar en sus obras originales, también lo ha hecho en su vida
privada. En muchas ocasiones, estas experiencias personales quedaron narradas y
publicadas tras su muerte. Por ello, porque a través del testimonio personal podemos
transportarnos a una época concreta y ponernos más que nunca en la piel y la mente
del narrador, hemos elaborado una lista de seis diarios literarios indispensables.

1. 'El diario de Ana Frank'


Tal vez sea el diario más famoso de la lista. La familia Van Daan se escondió con otra
familia judía durante la ocupación nazi de Holanda. Ana Frank, la pequeña de la
familia, narra el encierro que se extendió a lo largo de dos años hasta su detención
por la Gestapo.

2. 'Cautivado por la alegría' (C.S.Lewis)


El escritor de 'Las crónicas de Narnia' entre otras tantas obras a lo largo de su
carrera relata en este libro su proceso de conversión al cristianismo. Lo hizo debido a
la cantidad de peticiones de seguidores que le llegaron para que explicara su
caso. Para ello retorna a su infancia y hace un profundo análisis de su vida personal.

3. 'Diarios' (Franz Kafka)


Estos escritos contienen la vida del autor de 'La metamorfosis' durante los años 1910
hasta 1923. La misteriosa personalidad y mentalidad de escritor son descubiertos en
estos diarios.

4. 'La conciencia uncida a la carne' (Susan Sontag)


Esta es la segunda parte de sus diarios durante los años 1964-1980. En ellos cuenta
sus viajes a Suecia y a Hanoi, esta última de la mano de la guerra de Vietnam. La
pensadora explica su despertar político y moral en un libro en el que se descubren
sus mecanismos internos, emociones y reflexiones.

5. 'El dolor' (Marguerite Duras)


Este libro narra los últimos días de la ocupación nazi en Francia y los primeros
de su liberación. Marguerite narra cómo los papeles de verdugos y víctimas se
intercambiaron de bando, además de su propio drama personal. Espera el retorno de
un marido al que ya no ama y su complicada relación con un agente de la Gestapo al
que entregará a la Resistencia.
6. 'Diario íntimo' (Miguel de Unamuno)
Este diario está formado por cinco cuadernos en los que el escritor narra sus
sentimientos y dudas, esperanzas y temores que sufrió con su crisis espiritual
durante los últimos años del siglo XIX. Con este cambio de perspectiva se puede
llegar a comprender mejor sus últimos trabajos y el cambio de rumbo que sufrió su
vida.

LO QUE FUE PRESENTE


Héctor Abad Faciolince
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Fragmento
Prólogo
He tenido el extraño vicio de duplicar los sucesos de mi vida escribiendo sobre ellos.
Supongo que fue por darle a ese vicio un orden y una forma que a finales de 1985
empecé a llevar un diario. En principio este diario fue el resultado d e constatar que,
aunque quería ser escritor, escribía muy poca ficción y mucho sobre mis obsesiones.
Quería dejar escrito, al menos, que era incapaz de escribir. Había, además, una
circunstancia nueva que me producía al mismo tiempo alegría y ansiedad: mi mujer
estaba embarazada y esperábamos la que sería nuestra primera hija. La vida y las
lecturas, así como la comparación entre mi vida real y la vida que yo quería vivir, fueron
el acicate para empezar mi propio diario.

Según García Márquez «todo el mundo tiene tres vidas: la pública, la privada y la
secreta». Estos cuadernos míos contienen poco o nada de mi vida pública, porque ni la
tenía; se nutren casi siempre de mi vida privada, y no omiten partes de mi vida secreta.
Son así porque, al menos al principio, nunca tuve el temor de que alguien los leyera, y
porque no fueron escritos para ser publicados. Eran un memorándum para mí mismo.
Si mucho, yo pensaba que alguien podría interesarse en ellos después de mi muerte y
por lo mismo tampoco pensé nunca en destruirlos. Ahora estos papeles póstumos los
publico en vida.

Cuando los releí, pensando ya en una posible edición, me di cuenta de que los había
escrito para no enloquecer, para dejar puesta en palabras mi locura e intentar tener, en
la vida, un comportamiento más normal, más cuerdo, menos insensato. En ese sentido
veo que mis diarios, testimonio de un hombre inmaduro y enamoradizo, se nutren de la
parte más oscura de mi mente y de mi existencia. No se exponen aquí las partes
luminosas o edificantes de mi vida —si las hubiera— sino las sombrías. Rara vez en ellos
relato lo amable, lo alegre, lo feliz: se alimentan, casi siempre, de mi insatisfacción, de
mis penas y de mi vergüenza. En este sentido los cuadernos eran una especie de
purgatorio de las cosas que me angustiaban. También, como los diarios de Stendhal, un
repaso de mis amores furtivos, o, como en las Confesiones de san Agustín, de mis
pecados y sentimientos de culpa. Uso estas expresiones conscientemente, pues aunque
no tengo religión ni creo en penas o premios después de la muerte, non possiamo non
dirci cristiani, no podemos dejar de ser cristianos, como sostuvo Croce, y un católico a
pesar suyo no se ufana de sus virtudes, sino que reconoce sus faltas.

¿Por qué publico algo que desnuda tanta intim idad propia y ajena? ¿Por qué expongo
partes de mi vida de las que no estoy nada orgulloso y que más bien me parecen feas,
tristes e incluso sórdidas? No lo sé bien, pero creo que fue una especie de sustituto que
me inventé tras el fracaso de una novela. Una noche conversando ya de sobremesa con
Gabriel Iriarte, mi editor en Colombia, después de haberle dicho que había resuelto no
publicar el libro que acababa de terminar (Tal vez el centro), con el que no estaba
satisfecho, le dije que lo único que me quedaba entre manos eran cuadernos, muchos
cuadernos de diarios amontonados en un baúl. A él le cambió la cara; hasta la expresión
de las manos se animó. Dijo: «Eso ya es otra cosa», y parecía contento. Se le ocurrió
que aquello, si yo era capaz de vencer mis escrúpulos, podría publicarse. Que tenía de
bueno y de novedoso, además, el hecho de que en Colombia ningún escritor había
publicado, que él recordara, sus diarios. (Más tarde Mario Jursich me recordaría los de
Vargas Vila y los de Jorge Gaitán Durán). Hun dido como estaba yo en la desesperación
del escritor que no escribe, o peor, al que no le gusta lo que escribe, esas palabras de
Gabriel fueron como oír una luz que podía salvarme de la mudez y del silencio. Si
publicaba lo impublicable, lo que, si mucho, yo pensaba que mis hijos podrían espulgar
y expurgar tras mi muerte, iba a tener todavía en vida algo que contar.

EL DIARIO DE ANA FRANK ( fragmento )

12 de junio de 1942
Espero poder confiártelo todo como aún no lo he podido hacer con nadie, y espero que
seas para mí un gran apoyo.
28 de septiembre de 1942 (Añadido)
Hasta ahora has sido para mí un gran apoyo, y también Kitty, a quien escribo
regularmente. Esta manera de escribir en mi diario me agrada mucho más y ahora me
cuesta esperar cada vez a que llegue el momento para sentarme a escribir en ti.
¡Estoy tan contenta de haberte traído conmigo!
Domingo, 14 de junio de 1942
Lo mejor será que empiece desde el momento en que te recibí, o sea, cuando te vi en la
mesa de los regalos de cumpleaños (porque también presencié el momento de la
compra, pero eso no cuenta).
El viernes 12 de junio, a las seis de la mañAnne ya me había despertado, lo que se
entiende, ya que era mi cumpleaños. Pero a las seis todavía no me dejan levantarme, de
modo que tuve que contener mi curiosidad hasta las siete menos cuarto. Entonces ya no
pude más: me levanté y me fui al comedor, donde Moortje,1 el gato, me recibió
haciéndome carantoñas.
Poco después de las siete fui a saludar a papá y mamá, y luego al salón, a desenvolve r
los regalos; lo primero que vi fuiste tú, y quizá hayas sido uno de mis regalos más
bonitos. Luego un ramo de rosas y dos ramas de peonías. Papá y mamá me regalaron
una blusa azul, un juego de mesa, una botella de zumo de uva que a mi entender sabe
un poco a vino (¿acaso el vino no se hace con uvas?), un rompecabezas, un tarro de
crema, un billete de 2,50 florines y un vale para comprarme dos libros. Luego me
regalaron otro libro, La cámara oscura, de Hildebrand (pero como Margot ya lo tiene he
ido a cambiarlo), una bandeja de galletas caseras (hechas por mí misma, porque
últimamente se me da muy bien eso de hacer galletas), muchos dulces y una tarta de
fresas hecha por mamá. También una carta de la abuela, que ha llegado justo a tiempo;
pero eso, naturalmente, ha sido casualidad.
Entonces pasó a buscarme Hanneli y nos fuimos al colegio. En el recreo convidé a
galletas a los profesores y a los alumnos, y luego tuvimos que volver a clase. Llegué a
casa a las cinco, pues había ido a gimnasia (aunque no me dejan participar porque se
me dislocan fácilmente los brazos y las piernas) y como juego de cumpleaños elegí el
voleibol para que jugaran mis compañeras. Al llegar a casa ya me estaba esperando
Sanne Lederman. A Ilse Wagner, Hanneli Goslar y Jacqueline van Ma arsen las traje
conmigo de la clase de gimnasia, porque son compañeras mías del colegio. Hanneli y
Sanne eran antes mis mejores amigas, y cuando nos veían juntas, siempre nos decían:
«Ahí van Anne, Hanne y Sanne». A Jacqueline van Maarsen la conocí hace po co en el
liceo judío y es ahora mi mejor amiga. Ilse es la mejor amiga de Hanneli, y Sanne va a
otro colegio, donde tiene sus amigas.
El club me ha regalado un libro precioso, Sagas y leyendas neerlandesas, pero por
equivocación me han regalado el segundo tomo, y por eso he cambiado otros dos libros
por el primer tomo. La tía Helene me ha traído otro rompecabezas, la tía Stephanie un
broche muy mono y la tía Leny, un libro muy divertido, Las vacaciones de Daisy en la
montaña. Esta mañAnne, cuando me estaba bañando, pensé en lo bonito que sería tener
un perro como Rin-tin-tín. Yo también lo llamaría Rin-tin-tín, y en el colegio siempre lo
dejaría con el conserje, o cuando hiciera buen tiempo, en el garaje para las bicicletas.
Lunes, 15 de junio de 1942
El domingo por la tarde festejamos mi cumpleaños. Rin-tin-tín gustó mucho a mis
compañeros. Me regalaron dos broches, un punto para libros y dos libros. Ahora
quisiera contar algunas cosas sobre las clases y el colegio, comenzando por los alumnos.
Betty Bloemendaal tiene aspecto de pobretona, y creo que de veras lo es, vive en la Jan
Klasenstraat, una calle al oeste de la ciudad, que ninguno de nosotros sabe dónde
queda. En el colegio es muy buena alumna, pero solo porque es muy aplicada, pues su
inteligencia va dejando que desear. Es una chica bastante tranquila.
A Jacqueline van Maarsen la consideran mi mejor amiga, pero nunca he tenido una
verdadera amiga. Al principio pensé que Jacque lo sería, pero me ha decepcionado
bastante.
D. Q.1 es una chica muy nerviosa que siempre se olvida de las cosas y a la que en el
colegio dan un castigo tras otro. Es muy buena chica, sobre todo con G. Z.
E. S. es una chica que habla tanto que termina por cansarte. Cuando te pregunta algo,
siempre se pone a tocarte el pelo o los botones. Dicen que no le caigo nada bien, pero no
me importa mucho, ya que ella a mí tampoco me parece demasiado simpática.
Henny Mets es una chica alegre y divertida, pero habla muy alto y cuando juega en la
calle se nota que todavía es una niña. Es una lástima que tenga una amiga, llamada
Beppy, que influye negativamente en ella, ya que esta es una marrAnne y una grosera.

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