Un día llegó un niño a un pue-blo que le pareció un poco es-pecial... Toda la
gente era muy pequeña.El niño tenía mucha hambre y le dieron de comer. Como no encontró a sus padres en aquel pueblo, dio las gracias por la comida y, ya se iba a marchar para seguir bus-cándolos, cuando le dijeron que lo que había comido costaba mucho dinero y que tendría que pagar por ello. Pero el dinero que tenía el niño no valía para pagar en aquel pueblo.Entonces le dijeron que tendría que trabajar para poder pa-gar su comida. El niño contestó que él no sabía trabajar por-que era un niño. Le contestaron que era demasiado grande para ser niño y que podía trabajar mejor que nadie porque era un gigante.Así que el niño, que era muy obediente, se puso a trabajar. Como trabajó mucho, le entró hambre y tuvo que comer otra vez. Y, como estaba muy cansado, tuvo que quedarse allí a dormir. Y al día siguiente tuvo que trabajar otra vez para poder pagar la comida y el alojamiento. Los trabajos y los días, primer cicloLos derechos de la infancia20 de noviembreCada día trabajaba más y más, cada día tenía más y más ham-bre y cada día tenía que pagar más y más por la comida y la cama. Y cada día estaba más cansado porque era un niño.La gente del pueblo estaba encantada. Como aquel gigante hacía todo el trabajo, ellos cada día tenían menos que hacer. En cambio, los niños estaban muy preocupados: el gigante estaba cada día más delgado y más triste. Todos le llevaban sus meriendas y las sobras de comida de sus casas; pero aun así el gigante seguía pasando hambre. Y, aunque le contaron historias maravillosas, no se le pasaba la tristeza.Así es que decidieron que, para que su amigo pudiera des- cansar, ellos harían el trabajo. Pero como eran niños, aquel trabajo tan duro les agotaba y además, como estaban siem-pre trabajando, no podían jugar, ni ir al cine, ni estudiar. Los padres veían que sus hijos estaban cansados y débiles.Un día los padres descubrieron lo que ocurría y decidieron que había que castigar al gigante por dejar que los niños hicieran el trabajo pero, cuando vieron llegar a los padres del niño gigan- te, que recorrían el mundo en busca de su hijo, comprendieron que estaban equivocados. El gigante ¡era de verdad un niño!Aquel niño se fue con sus padres y los mayores de aquel pue-blo tuvieron que volver a sus tareas como antes. Ya nunca obli-garían a trabajar a un niño, aunque fuera un niño gigante. CAMBIANDO ALGO Don Roberto ha despertado lentamente, al abrir sus ojos se ve en una cámara de oxigeno, antes de apresurarse a abrirla se pone su mascara y repite nuevamente sin que nadie escuche su eco de su voz. – ¡¡Hubiera hecho algo!! cuento-infantil-cielo-y-tierra Con su cuerpo ya cansado y abatido, delgado por la desnutrición se sienta y toma un trozo de papel y carbón… – Es tanta la contaminación que se generó hace 60 años, la sobre explotación de los bosques, la contaminación de los mantos acuíferos, la cantidad de basura; ahora las casas flotan por el gas generado de la contaminación. Hay solo alimento en latas y los pocos que quedamos somos viejos. Enfermos trabajamos dos veces por cada seis destellos solares. En una montaña con un pincel cavamos un túnel y resguardamos plantas que nos dan un poco de oxígeno. El agua que escurre es ácida, utilizamos proceso largos de casi veinte destellos solares para purificar. – Yo soy de la generación de niño que jugó al Xbox, duraba horas bajo regadera, traía celulares que cambiaba cada mes y desechaba el otro. Aquel que pensaba que ver tirado un papel en el suelo le daba igual; escuchaba mensaje de que arruinábamos el planeta. Veía aquellos camiones en mal estado ahumar el azul cielo, recuerdo ver las estrellas… De pronto una gran sequía mato a los animales, el agua se contaminó, los hospitales desaparecieron, peleaban por medicamentos. Se cubrieron las calles de basura y no se podía respirar. Subimos a la montaña más grande, de pronto todo se oscureció, veías flotar la contaminación aún más. Pensamos en sobrevivir matándonos unos a otros. Ahora se desvanece la raza humana junto al planeta… tan solo ¡¡ Si hubiera cambiando algo!!. Don Roberto deja su trozo de carbón y papel entrando nuevamente en su cama de oxígeno, se recuesta y cierra sus ojos; después los vuelve a abrir y una fuerte voz se oye: – ¡Roberto, date prisa que no llegaremos a la escuela, recuerda, hoy no circula el coche, cogeremos el microbús!.