Está en la página 1de 17

Las artes plásticas peruanas cuentan con representantes de

primera calidad, que a pesar de las dificultades


presupuestales, no dejan de crear y difundir las nuevas
tendencias de la pintura y escultura. Cada vez con más
fuerza, muchos peruanos son testigos de numerosos espacios
que sirven para transgredir conceptos y presentar propuestas
que alientan la personalidad propia de las artes
contemporáneas en el Perú.
ALICE WAGNER
ENRIQUE POLANCO
JORGE CABIESES
JORGE MIYAGUI
Rocío Rodrigo-Nana Gold-Claudia Coca.
Alex Angeles-Marcel Velaochaga
Alfredo Márquez
Cármen Reátegui
Jaime Higa
Juan Javier Salazar
Perú Fábrica

Pablo Patrucco
Rocio Rodrigo
Susana Torres
El ámbito artístico se ha caracterizado por su clara
inscripción en el ámbito de la cultura oficial desde la
distinción entre arte (lo culto) y la artesanía) (lo popular)
hasta la rigidez y el carácter excluyente del entorno
institucional (museos, galerías, mercado etc. ) Este
panorama, sin embargo ha comenzado a cambiar en el
Perú, han surgido espacios nuevos alejados del
mercado especialmente, centros culturales y, de manera
mas importante, han surgido nuevos lenguajes que
utilizan nuevos formatos y soportes y que además,
incorporan elementos de la cultura popular urbana como
significados que en el contexto de la obra de arte se re-
simbolizan y a la vez transforman la obra, otorgándole
rasgos de identidad cultural y propósito critico (frente a
las características mas puramente formales y estéticas
del arte del Circuito oficial. Se trata, entonces, de un
proceso de hibridación o transculturización en el ámbito
artístico.
Combis y ticos por doquier. Desorden. Calles y edificios
descuidados, basura. Una multitud de vendedores
ambulantes de todas las edades que ofrece productos de
una inconcebible variedad. Esa suele ser la imagen que
nos hacemos de Lima: caos urbano difícil de igualar y, al
parecer, imposible de combatir. Asociado a ese caos,
viviendo en o de él, suena la tecnocumbia, hablan las
inscripciones en combis y taxis (Guíame Sr. de Muruhuay,
A mis hijas Jocelin y Maryori), cubren las paredes, siempre
superpuestos, los afiches de grupos musicales, fondos
negros y letras color neón. Asociados, he dicho, porque así
se los percibe. Pero se trata de una asociación errónea. No
son parte del caos sino lo que, dentro de él, comienza a
instaurar un orden, una identidad. Una en la cual es tan
posible que sobrevivan y florezcan manifestaciones tan
autóctonas y reñidas con lo occidental como el
curanderismo, como que las grandes mayorías añoren un
par de zapatillas Nike.
Ante tan compleja realidad, los estudios culturales han
preferido abandonar la vieja idea de mestizaje, general y
homogéneo, y reemplazarla por nociones menos ambiciosas
y abarcadoras, pero más realistas, de procesos de
transculturación o hibridación circunscritos a ámbitos
determinados.

Entre éstos, el del arte ha permanecido, en general, ajeno a


la transculturación. Uno de los epítomes de la alta cultura, el
medio artístico se ha mantenido como uno de los pocos
reductos del orden impuesto, una de esas zonas reservadas
de Occidente en el Perú. Claro que no han faltado iniciativas
que incorporen o reivindiquen elementos de la cultura
popular, pero no ha sido sino hasta hace muy recientemente
que tal apertura del medio artístico a la estética popular ha
cobrado verdadera vigencia, tanto por la calidad como por la
cantidad de las distintas propuestas.

También podría gustarte