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El Punto

Para Raimundo ya casi es hora de cerrar la tienda y Jael es el último cliente que le queda. Tres
Sameritos es una compra rara dada la hora, pero una compra, al fin y al cabo. Jael le entrega la
tarjeta, Raimundo la introduce en el punto y va ingresando los datos que Jael le dicta.

Ya es la hora de cerrar, pero el punto todavía no pasa. Raimundo toma una decisión: saca una
botella de Cinco Estrellas que estaba guardando para más tarde, pero dadas las circunstancias,
podrían compartirla. Jael acepta, sirve uno de los Sameritos en la botella, Raimundo saca dos
vasos de plástico y empiezan a beber.

Los dos ya borrachos, hablan sobre ellos y Jael termina contando el cómo una chica llamada
Daniela lo engañó con un tal Carlos y después lo dejó. Los Sameritos eran para emborracharse en
su casa con el licor que tiene allá, pero al menos ahora tiene buena compañía. Raimundo lo
entiende y lo apoya. Cuando van a servirse más, se dan cuenta que la botella ya está vacía, pero de
una vez, Raimundo saca una segunda botella, cosa que los hace gritar de emoción.

Jael y Raimundo ahora están viendo las fotos de la fiesta en la que está Daniela ahora mismo, Jael
se enoja y la llama. Daniela contesta y Jael desahoga toda la frustración que siente, está indignado
por lo que le hizo y que ni siquiera le pidiera disculpas o le diera una compensación; cada vez que
ella responde, él la interrumpe hablando más alto. Jael le pasa el teléfono a Raimundo y él la
regaña de manera mucho más calmada, le dice que no debió hacer eso, que se portó muy mal
pues dejó a Jael muy dolido. Daniela se harta finalmente y cuelga la llamada, cosa que los dos
toman como una victoria.

Después de las risas, más conversación y Raimundo afeitando la cabeza de Jael, su partida de
Piedra, Papel o Tijeras es interrumpida por el novio de Daniela quién reclama por todo lo que le
dijeron a ella, Jael no se intimida por la voz de Carlos y lo insulta a él también, los amenaza con
darles una paliza y Raimundo trata de calmarlos a los dos, sin éxito, por lo que cuelga la llamada.
Jael celebra su segunda victoria moral, pero Raimundo le dice que eso de ir a insultar a su exnovia
no estuvo bien, Jael lo sabe y es por eso que finalmente se desmorona y comienza a llorar.
Raimundo lo tiene con sus brazos, le dice que está bien, es normal que una ruptura duela, pero
que, con el tiempo, él lo superará y seguirá con su vida, Jael solo es capaz de darle las gracias por
ser tan buen amigo, aunque sea la primera noche en la que se hablan.

Finalmente es de día, los dos se despiertan con la luz del sol dándoles en la cara. Se levantan con
dificultad y contemplan el mostrador con tres botellas vacías, los sobres de Samerito ya abiertos y
pelos regados a lo largo del mostrador. Mientras van cobrando conciencia de lo que pasó anoche,
la factura emerge, el punto ya pasó. Raimundo le da la tarjeta a Jae, se despiden y Jael se va, como
si nada hubiera pasado. Casi de inmediato, entra otro sujeto pues la tienda no había cerrado,
Raimundo recoge las botellas y trata de limpiar un poco el mostrador. El sujeto quiere comprar un
Fruit Punch, le da la tarjeta y un papelito con los datos, pero más temprano que tarde, Raimundo
suelta un suspiro, dándose cuenta que otra vez el punto se tarda en pasar.

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