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MODULO V
Pág.
4
1 Introduccion
7 Examen 51
I. INTRODUCCION:
La primera consideración que se debe establecer es la importancia que tiene el trabajo o las
condiciones de trabajo en la salud de la población en general y en la de los trabajadores/as en
particular.
Así tenemos que, de acuerdo con estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT), en el mundo cada año se producen 270 millones de accidentes y 160 millones de
enfermedades de trabajo. Se pierde 4 por ciento del producto interior bruto mundial (1’251 353
millones de dólares) por el costo del ausentismo, tratamientos, indemnizaciones y prestaciones
derivadas por este concepto. Las enfermedades cardiacas y músculo esqueléticas, juntas, son
la causa de más de la mitad de los costos atribuibles a las enfermedades de trabajo. Se
reportan 355 000 muertes por el trabajo cada año.
Por eso OIT ha ido desarrollando aspectos en cuanto a aspectos relacionados a la ergonomía ,
asi en su tercera edición de su Enciclopedia, publicada en 1983, la ergonomía se resumió en
un artículo de tan sólo cuatro páginas. Desde dicha publicación, ha habido un cambio
importante en el énfasis y en la comprensión de las interrelaciones entre salud y seguridad: el
mundo ya no puede clasificarse tan fácilmente en medicina, seguridad y prevención de riesgos.
Durante la última década, en casi todas las ramas del sector de producción y servicios se ha
hecho un gran esfuerzo por mejorar la productividad y la calidad. Este proceso de
reestructuración ha generado una experiencia práctica que demuestra claramente que la
productividad y la calidad están directamente relacionadas con el diseño de las condiciones de
trabajo. Una medida económica directa de la productividad, los costes del absentismo por
enfermedad, está relacionada con las condiciones de trabajo. Así, debería ser posible
aumentar la productividad y la calidad y evitar el absentismo prestando más atención a la
concepción de las condiciones de trabajo. En resumen, una hipótesis simple de la ergonomía
moderna podría ser: el dolor y el agotamiento causan riesgos para la salud, pérdidas en la
productividad y disminución de la calidad, que son las medidas de los costes y beneficios del
trabajo humano.
Esta sencilla hipótesis puede ser contrastada con la medicina del trabajo, que generalmente se
ocupa exclusivamente de establecer la etiología de las enfermedades profesionales. El objetivo
de la medicina del trabajo es establecer las condiciones en las que se minimice la probabilidad
de desarrollar dichas enfermedades. Empleando los principios de la ergonomía, estas
condiciones pueden definirse más fácilmente en forma de demandas y limitaciones de carga.
Puede decirse que la medicina del trabajo establece “limitaciones a través de estudios médico-
científicos”.
La ergonomía tradicional considera que su papel consiste en definir los métodos que permiten
poner en práctica las limitaciones que establece la medicina del trabajo, a través del diseño y la
organización del trabajo. Así, la ergonomía tradicional podría definirse como aquella que
desarrolla “correcciones a través de estudios científicos”, donde “correcciones” son todas
aquellas recomendaciones para la concepción del trabajo en las que se presta atención a los
límites de carga sólo para evitar los riesgos para la salud.
Etimológicamente, el término “ergonomía” proviene del griego “nomos”, que significa norma, y
“ergo”, que significa trabajo. Podría proponerse que la ergonomía debería desarrollar “normas”
para una concepción prospectiva del diseño más encaminada hacia el futuro. Al contrario de la
“ergonomía correctiva”, la idea de la ergonomía prospectiva se basa en aplicar
recomendaciones ergonómicas que tienen en cuenta, simultáneamente, los márgenes de
beneficios (Laurig 1992). Las normas básicas para el desarrollo de este enfoque pueden
deducirse de la experiencia práctica y fortalecerse con los resultados de la higiene del trabajo y
las investigaciones ergonómicas.
Según la OMS “La salud es el estado de bienestar físico, mental y social completo y no
meramente la ausencia de daño o enfermedad”.
Asimismo, el concepto de salud que contempla este organismo plantea un hecho positivo, el
bienestar. Desde esta perspectiva, ha de verse el trabajo como un factor social que
contribuye al desarrollo de la sociedad y, dentro de ella, al desarrollo del ser humano, lo antes
mencionado se puede describe en la siguiente figura :
Además de estas dos manifestaciones de los riesgos laborales, es preciso tener en cuenta
otros efectos derivados de la carga de trabajo sobre los que se debe actuar para conseguir
mantener el adecuado nivel de salud en las tres dimensiones dadas en la definición de la
OMS.
Accidente por trabajo es toda lesión corporal que el trabajador sufre con ocasión o por
consecuencia del trabajo que ejecuta por cuenta ajena.
B. Condiciones de trabajo :
Condición de trabajo, es cualquier característica del mismo que pueda tener una influencia
significativa en la generación de riesgos para la seguridad y la salud del trabajador. Aquí se
incluyen:
El operador humano, que es el centro del estudio, puede ser un profesional cualificado que
maneje una máquina compleja en un entorno artificial, un cliente que haya comprado
casualmente un aparato nuevo para su uso personal, un niño dentro del aula o una persona
con una discapacidad, recluida a una silla de ruedas.
La ergonomía examina no sólo la situación pasiva del ambiente, sino también las ventajas
para el operador humano y las aportaciones que éste/ésta pueda hacer si la situación de
trabajo está concebida para permitir y fomentar el mejor uso de sus habilidades. Las
habilidades humanas pueden caracterizarse no sólo en relación al operador humano
genético, sino también en relación a habilidades más específicas, necesarias en situaciones
determinadas, en las que resulta crucial un alto rendimiento.
Por ejemplo, un fabricante de automóviles deberá tener en cuenta el tamaño y la fuerza física
de los posibles conductores de un determinado modelo para garantizar que los asientos sean
cómodos; que los controles se identifiquen con facilidad y estén accesibles; que la visibilidad,
tanto delantera como trasera, sea buena y que los indicadores interiores sean fáciles de leer.
También deberá considerar la facilidad para entrar y salir del coche.
El concepto de carga mental de trabajo (CMT) está adquiriendo cada vez más importancia ya
que las tecnologías modernas, semiautomáticas e informáticas pueden imponer mayores
exigencias en cuanto a las capacidades humanas mentales o de procesamiento de la
información, tanto en las tareas administrativas como de fabricación.
De este modo, especialmente en el campo de análisis del trabajo, evaluación de los requisitos
para un puesto determinado y diseño del puesto, el concepto de “carga mental de trabajo”, ha
adquirido incluso más importancia que el de la carga física de trabajo tradicional.
No existe una definición universal de carga mental de trabajo. La razón principal es que hay al
menos dos definiciones y enfoques que cuentan con una base teórica sólida:
1. la CMT se considera, en términos de las exigencias de la tarea, como una variable
independiente externa a la que los trabajadores tienen que enfrentarse de manera
más o menos eficaz, y
2. la CMT se define en términos de interacción entre las exigencias de la tarea y las
capacidades o recursos de la persona (Hancock y Chignell 1986; Welford 1986;
Wieland-Eckelmann 1992). Aunque surgen de contextos diferentes, ambos enfoques
son necesarios y ayudan a entender distintos problemas de forma bien
fundamentada.
El enfoque de la interacción exigencias-recursos se desarrolló dentro del contexto de las
teorías de adaptación o no adaptación entre personalidad y entorno, que tratan de explicar las
reacciones que distinguen a unos individuos de otros ante condiciones y exigencias idénticas
en el plano físico y psicosocial.
Así, este enfoque puede explicar las diferencias individuales en los patrones de reacciones
subjetivas ante determinadas exigencias y condiciones de carga, por ejemplo, en términos de
fatiga, monotonía, aversión afectiva, agotamiento o enfermedad (Gopher y Donchin 1986;
Hancock y Meshkati 1988).
El ambiente de trabajo adecuado es uno de los más importantes aspectos que deben ser
estudiados por las empresas. Las acciones empresariales deben estar encaminadas a
mejorar el ambiente de trabajo y el desempeño de los trabajadores. Uno de los riesgos
ambientales que se observa como más predominante en el sector industrial es el ruido.
Este tipo de ruido está en conflicto con las condiciones de vida humana y se contrapone al
aumento de la productividad del trabajo y a la calidad de salud del trabajador, o sea, si el
empleado es obligado a trabajar en ambientes ruidosos disminuye su productividad por
efectos psicofisiológicos, que van desde la simple irritación hasta la pérdida de la audición.
El asunto de la salud acústica se agrava cuanto mayor y más complejo sea el proceso
industrial, pues las exigencias acústicas se diversifican más.
Como el ser humano tiene una capacidad de adaptación a diversos ambientes, el desarrollo
de un estado de cansancio y fuga de energía puede ocurrir sin que la persona lo perciba,
terminando con sus límites de resistencia.
Pero el ruido actúa no sólo en el aspecto físico; sino que también ejerce influencia sobre el
aspecto intelectual, principalmente en la capacidad de atención, reduciendo el rendimiento del
trabajo del individuo, tanto intelectual como físico.
Según el tipo de partículas, los efectos sobre la salud pueden ser más o menos graves. No
obstante, no hay polvos inocuos; cualquier exposición a polvo supone un riesgo. En general,
el polvo provoca irritación de las vías respiratorias y, tras exposiciones repetidas, puede dar
lugar a bronquitis crónica.
Otros tipos de polvo provocan enfermedades específicas (amianto, sílice, plomo). Hay tipos
de polvo que, además, pueden ser explosivos en ambientes confinados (carbón, caucho,
aluminio). Para conocer el tipo de polvo, a veces, es suficiente con saber la composición del
material que lo origina. Otras veces, hay que recurrir al análisis químico de muestras de aire.
Los Trastornos musculo esqueléticos-TME, de origen laboral son, según la Agencia Europea
para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, alteraciones que sufren estructuras corporales como
los músculos, articulaciones, tendones, ligamentos, nervios, huesos y el sistema circulatorio,
causadas o agravadas fundamentalmente por el trabajo y los efectos del entorno en el que éste
se desarrolla. Los TME afectan principalmente a la espalda (especialmente en la zona lumbar) y
al cuello, aunque también pueden afectar a los hombros, a las extremidades superiores y a las
extremidades inferiores.
En la actualidad los TME de origen laboral constituyen una de las principales causas de
enfermedad relacionadas con el trabajo. En Europa el 24% de los trabajadores afirma sufrir dolor
de espalda y el 22,8% se queja de dolores musculares. La repercusión de los problemas
músculo-esqueléticos no sólo afecta a la calidad de vida de los trabajadores (disminuyendo sus
ingresos debido a las bajas laborales, aumentando sus gastos en fármacos, precisando
consultas médicas, etc.), sino que además, suponen un importante coste social: prestaciones
económicas por incapacidad temporal o permanente, gastos hospitalarios, consultas médicas,
prestación farmacéutica, etc., y económico.
En Europa, en 1999, el coste anual de los TME oscilaba entre el 0,5% y el 2% del Producto
Interior Bruto (PIB) , manteniéndose actualmente dicho coste en el 1,6% del PIB [Agencia
Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo et al., 2008].
En algunos países de la Unión Europea el 40% de los costes económicos que tienen las
enfermedades y los accidentes de trabajo se deben a los TME. Como consecuencia, tanto las
empresas que ven afectada su productividad, como organismos oficiales encargados de velar
por la salud y la seguridad de los trabajadores, prestan especial atención a este tipo de
dolencias.
La atención prestada por los organismos oficiales se refleja, entre otras iniciativas, en la continua
publicación de informes sobre los TME y en el desarrollo de campañas y políticas destinadas a
su prevención.
Algunos TME poseen síntomas bien definidos, como por ejemplo: la tendinitis de muñeca
(inflamación de los tendones de la muñeca), el síndrome del túnel carpiano (irritación del nervio
mediano responsable del cerrado del dedo índice y una mitad del dedo anular), la epicondilitis
(irritación del tendón en los músculos del antebrazo), o la hernia discal (desplazamiento de un
fragmento de un disco intervertebral que al comprimir el nervio adyacente es dolorosa). Sin
embargo, otros TME presentan síntomas y signos poco definidos, como por ejemplo, las mialgias
(dolor y deterioro funcional de los músculos).
Existen numerosos factores de riesgo que pueden ser causa de TME, la Agencia Europea para
la Seguridad y la Salud en el Trabajo, los agrupa en factores físicos y biomecánicos, factores
organizativos y psicosociales, y factores individuales y personales.
Para finalizar, existen factores de riesgo individuales, o asociados a las características propias
del trabajador, también asociados con los TME, como: su historial médico, la edad, el género, la
obesidad o el tabaquismo.
Algunos estudios destinados a identificar y cuantificar factores de riesgo asociados con los TME
han dado lugar a métodos de evaluación ergonómica, actualmente utilizados por los ergónomos
como herramientas para el rediseño de puestos de trabajo que prevengan los TME.
Destacan los estudios sobre la manipulación manual de cargas de, sobre el mantenimiento de
posturas forzadas de y sobre los movimientos repetitivos. Según afirma la Agencia Europea para
la Seguridad y la Salud en el Trabajo, muchos TME pueden prevenirse mediante intervenciones
ergonómicas que modifiquen el trabajo y los lugares de trabajo a partir de la evaluación de los
factores de riesgos. Sin embargo, para que la adaptación de los puestos y de las condiciones de
trabajo resulte efectiva, será básico conocer qué riesgos influyen realmente en el desarrollo de
los diferentes TME, objetivo éste de un gran número de investigaciones.
En la actualidad los TME relacionados con el trabajo son considerados el problema de salud más
común en Europa según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo.
Fuente : Eurofound
Son muchas y diversas las dolencias que se engloban dentro de los TME. La primera
clasificación considera el elemento dañado, mientras que la segunda propuesta agrupa las
lesiones músculo-esqueléticas según la zona del cuerpo donde se localizan.
Si en lugar del tipo de elemento dañado (articulación, partes blandas o huesos) se considera la
zona del cuerpo donde se localiza la dolencia músculo-esquelética, se obtiene la siguiente
agrupación: miembros superiores, zona del cuello y hombros; mano y muñeca; brazo y codo;
columna y miembros inferiores.
Existe gran variedad de lesiones músculo-esqueléticas, algunas bien definidas como por ejemplo
el síndrome del túnel carpiano, y otras denominas no específicas, cuyas causas y fuentes de
dolor son desconocidas [Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, 00a].
Hernia discal
subacromiodeltoideas.
Trabajos en la minería y aquellos que requieran presión mantenida en las zonas
anatómicas referidas.
Bursitis de la fascia anterior del muslo.
Zapateros y trabajos que requieran presión mantenida en cara anterior del muslo.
Bursitis maleolar externa.
Sastrería y trabajos que requieran presión mantenida en región maleolar externa.
Bursitis preesternal.
Carpintero y trabajos que requieran presión mantenida en región preesternal.
Higroma crónico del codo.
Trabajos que requieren de un apoyo prolongado sobre la cara posterior del codo.
Enfermedades provocadas por posturas forzadas y movimientos repetitivos en
el trabajo; enfermedades por fatiga e inflamación de la vainas tendinosas, de
tejidos peritendinosos e inserciones musculares y tendinosas:
Hombro: patología tendidosa crónica de maguito de los rotadores.
Trabajos que se realicen con los codos en posición elevada o que tensen los
tendones o bolsa subacromial, asociándose a acciones de levantar y alcanzar; uso
continuado del brazo en abducción o flexión, como son pintores, escayolistas,
montadores de estructuras.
Codo y antebrazo: epicondilitís y epitrocleitís.
Trabajos que requieran movimientos de impacto o sacudidas, supinación o pronación
repetidas del brazo contra resistencia, así como movimientos de flexoextensión
forzada de la muñeca, como pueden ser: carniceros, pescaderos, curtidores,
deportistas, mecánicos, chapistas, caldereros, albañiles.
Muñeca y mano: tendínitís[13] del abductor largo y extensor corto del pulgar (T.
De Quervain), tenosinovitis estenosante digital (dedo en resorte), tenosinovitis
del extensor largo del primer dedo.
Trabajos que exijan aprehensión fuerte con giros o desviaciones cubitales y radiales
repetidas de la mano así como movimientos repetidos o mantenidos de extensión de
la muñeca.
trabajo:
Lesiones del menisco por mecanismos de arrancamiento y compresión
asociadas, dando lugar a fisuras o roturas completas.
Trabajos que requieran posturas en hiperflexión de la rodilla en posición mantenida en
cuclillas de manera prolongada como son: Trabajos en minas subterráneas,
electricistas, soladores, instaladores de suelos de madera, fontaneros.
La Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, identifica los siguientes factores
de riesgo relacionados con los TME :
Factores físicos:
Aplicación de fuerza, como por ejemplo, el levantamiento, el transporte, la tracción, el empuje y
el uso de herramientas.
Movimientos repetitivos.
Posturas forzadas y estáticas, como ocurre cuando se mantienen las manos por encima del
nivel de los hombros o se permanece de forma prolongada en posición de pie o sentado.
Presión directa sobre herramientas y superficies.
Vibraciones.
Entornos fríos o excesivamente calurosos.
Iluminación insuficiente que, entre otras cosas, puede causar un accidente.
Niveles de ruido elevados que pueden causar tensiones en el cuerpo.
Factores organizativos y psicosociales:
Trabajo con un alto nivel de exigencia, falta de control sobre las tareas efectuadas y escasa
autonomía.
Bajo nivel de satisfacción en el trabajo.
Trabajo repetitivo y monótono a un ritmo elevado.
Falta de apoyo por parte de los compañeros, supervisores y directivos.
Factores individuales:
Historial médico.
Capacidad física.
Edad.
Obesidad.
Tabaquismo.
Fuente : Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo
En un estudio basado en el juicio de expertos europeos sobre los riesgos emergentes asociados a
los TME (European Agency for Safety and Health at Work), la mayoría de las opiniones
coincidieron en destacar la falta de actividad física como el riesgo más emergente. Las razones
esgrimidas, fueron el creciente trabajo frente a pantallas de visualización de datos, así como el
incremento del tiempo que los trabajadores permanecen sentados debido a la automatización de
los sistemas. Los riesgos multifactoriales (causados por una combinación de factores) fueron
identificados como importantes cara al futuro.
estáticas y los movimientos repetitivos, si bien el consenso fue menor, fueron los siguientes
riesgos señalados.
El detallado informe realizado por Bernard y publicado por el Instituto Nacional de Salud y
Seguridad Ocupacional de Estado Unidos, contiene una amplia recopilación de estudios
epidemiológicos centrados en el análisis de factores de riesgo asociados con los TME. El informe
determina el grado de evidencia científica sobre el desarrollo de TME en distintas partes del
cuerpo (cuello, cuello/hombros, hombros, codo, mano/muñeca y espalda), y la exposición a
determinados factores de riesgo como los movimientos repetitivos, la aplicación de fuerzas, las
posturas forzadas, las vibraciones o la combinación de varios de dichos factores.
Devereux et al., resume las causas de los TME en el cuello en: el levantamiento de 6 a 15 Kg.
más de 10 veces por hora o levantamientos de hasta 16 Kg., en total, siempre o a menudo con
la espalda en posiciones forzadas, trabajar con la cabeza/cuello doblada o torcida
excesivamente, trabajar con herramientas o máquinas que produzcan vibraciones, permanecer
sentado utilizando un ordenador durante más de la mitad del tiempo de trabajo y estar sentado
durante 30 minutos o más sin un descanso mientras se realiza el trabajo.
Hartman et al., en su análisis sobre los factores de riesgo físicos en la agricultura holandesa y
su relación con las bajas por enfermedad debida a TME, concluye que las dolencias lumbares
están relacionadas con las vibraciones en todo el cuerpo y la torsión del tronco, mientras que la
repetitividad o las posturas estáticas están relacionadas con la lesiones en la el cuello, hombros
y extremidades superiores.
Por otra parte, los estudios sobre la relación entre las vibraciones y los TME en el cuello o
cuello-hombros, no proporcionan información suficiente que evidencie dicha relación.
Tabla 6: Grado de evidencia de la relación entre los TME en el cuello y la zona del cuello-
hombros y los factores de riesgo: repetición, fuerza, postura y vibración (adaptado de Bernard,
97).
Fuerte Evidencia
Factor de riesgo Evidencia
evidencia insuficiente
Repetición (trabajo cíclico que
conllevan movimientos
repetitivos del cuello o
movimientos repetidos de los
brazos y hombros que
generan carga en el cuello)
Fuerza (trabajos que implican
aplicación de fuerza)
Posturas (trabajos que
implican adoptar posturas
forzadas o estáticas)
Vibración (trabajos que
exponen al trabajador a
vibraciones)
Otros estudios relacionan las posturas forzadas con la existencias de dolencias músculo-
esqueléticas de los hombros no específicas o con desordenes combinados en cuello y
hombros. También existen estudios que asocian las posturas estáticas a los TME en los
hombros.
Otro factor asociado a los TME en los hombros es la repetición de movimientos que impliquen a
las articulaciones de los hombros. Los estudios realizados por Ohlsson et al., relacionan la
repetición de movimientos con la tendinitis de hombro, si bien los resultados obtenidos se
atribuyeron a la combinación de los movimientos repetitivos y las posturas forzadas. Otros
estudios asocian la repetición con dolencias músculo-esqueléticas de los hombros no
específicas o bien combinadas con dolencias localizadas en el cuello.
Devereux et al., señala como posibles factores de riesgo físicos para los hombros: trabajar con
la cabeza/cuello doblados o torcidos excesivamente; levantar entre 6 y 15 Kg. durante más de
10 veces por hora, o levantar 16 Kg., en total, siempre o con frecuencia con la espalda en
posiciones forzadas; realizar movimientos de giro repetitivos; movimientos repetitivos de los
brazos; estar sentado durante 30 minutos o más sin descanso.
Tabla 7: Grado de evidencia de la relación entre los TME en los hombros y los factores de
riesgo: repetición, fuerza, postura y vibración (adaptado de Bernard).
Fuerte Evidencia
Factor de riesgo Evidencia
evidencia insuficiente
Repetición (trabajos que implican
flexión cíclica, extensión, abducción
o rotación de las articulaciones de
los hombros)
Fuerza (trabajos que implican
aplicación de fuerza)
Posturas (trabajos que implican
adoptar posturas forzadas o
estáticas)
Vibración (trabajos que exponen al
trabajador a vibraciones)
Devereux et al., identifica como factores de riesgo físicos relacionados con los TME en el codo
y el antebrazo: las vibraciones de herramientas o máquinas que provocan vibraciones en la
mano, movimientos repetitivos del brazo, y realizar el trabajo en una posición desviada o
doblada de la muñeca.
Tabla 8: Grado de evidencia de la relación entre los TME en el codo (epicondilitis) y los
factores de riesgo: repetición, fuerza, postura y combinación de factores (adaptado de
Bernard.
Fuerte Evidencia
Factor de riesgo Evidencia
evidencia insuficiente
Repetición (trabajo cíclico que
conllevan movimientos repetitivos
de los brazos)
Fuerza (trabajos que implican
aplicación de fuerza)
Posturas (trabajos que implican
adoptar posturas forzadas o
estáticas)
Combinación (combinación de
varios factores como fuerza-
repetición, o fuerza-postura)
En el estudio realizado por Roquelaure et al., factores como la aplicación de fuerza (superior a
1 Kg.) en operaciones elementales cortas (10 s.), la falta de cambio en las tareas o la escasez
de pausas (menos de 15% del tiempo diario de trabajo), así como la falta de rotación entre
trabajos, fueron asociados con la aparición de STC.
La falta de estudios epidemiológicos que analicen de forma aislada el factor de riesgo “postura
forzada” en relación al STC, puede deberse a la variabilidad de las posturas adoptadas según
el trabajador y el puesto, que se traduce en dificultad a la hora de estandarizarlas, o a que
normalmente se analiza en combinación con otros factores de riesgo, como la aplicación de
fuerza.
En el estudio realizado por Chaffin, se observó que los trabajadores diagnosticados con el STC
habían adoptado posturas con la muñeca desviada con mayor frecuencia que los demás
trabajadores, sin embargo, no fue posible saber si la desviación se producía en respuesta a
síntomas del STC o por el contrario la adopción de dichas posturas ocasionaron las lesiones.
El estudio realizado por Tanaka et al., concluye la relación entre el STC y la adopción de
posiciones de la mano doblada o, retorcida y la aplicación de fuerza (en este caso la postura
forzada si aparece como factor de riesgo, pero no de forma aislada).
La información epidemiológica recopilada por Bernard, indica que los ratios más altos de STC
se producen en ocupaciones que requieren de un intenso esfuerzo manual, como por ejemplo:
el empaquetado de carne, el procesado de carne de ave o el ensamblado de automóviles.
Por último, parece clara la asociación entre la exposición del trabajador a vibraciones y el
desarrollo del STC.
Tabla 9: Grado de evidencia de la relación del STC y los factores de riesgo: repetición, fuerza,
postura, vibraciones y combinación de factores (adaptado de Bernard).
Evidencia
Factor de riesgo Fuerte evidencia Evidencia
insuficiente
Repetición (trabajo cíclico que
conllevan movimientos
repetitivos de la mano/muñeca)
Fuerza (trabajos que implican
aplicación de fuerza)
Posturas (trabajos que implican
adoptar posturas forzadas de la
mano/muñeca)
Combinación (combinación de
varios factores como fuerza-
repetición, o fuerza-postura)
Vibraciones (mano de
herramientas que provocan
vibraciones en la mano/muñeca)
Tabla 10: Grado de evidencia de la relación de la tendinitis y los factores de riesgo: repetición,
fuerza, postura y combinación de factores.
Fuerte Evidencia
Factor de riesgo Evidencia
evidencia insuficiente
Repetición (trabajo cíclico que
conllevan movimientos repetitivos de
la mano/muñeca)
Fuerza (trabajos que implican
aplicación de fuerza)
Posturas (trabajos que implican
adoptar posturas forzadas de la
mano/muñeca)
Combinación (combinación de varios
factores como fuerza-repetición, o
fuerza-postura)
En la investigación realizada por Burdorf et al., sobre las consecuencias de las vibraciones
en las articulaciones y huesos de las manos de trabajadores encargados del remachado
de aviones, se concluyó la relación entre las vibraciones provocadas por la remachadora y
la presencia de entumecimiento de los dedos, y la rigidez del codo y/o de los brazos.
Por último, Devereux et al., identifica los siguientes factores de riesgo físicos asociados
con los TME en la mano y la muñeca: las vibraciones de herramientas y máquinas que
hacen vibrar la mano, los movimientos de torsión durante la mayor parte del día, los
movimientos repetitivos del brazo, utilizar un teclado más de 4 horas diarias, y realizar el
trabajo en una posición desviada o doblada de la muñeca.
Se considera trabajo físico pesado aquel que exige al trabajador un gran consumo de energía.
Desde el punto de vista biomecánico el trabajo físico pesado es aquel que provoca grandes
fuerzas de compresión en la espina dorsal, como por ejemplo, la manipulación manual de
cargas (levantamientos, empujes, trasportes, arrastres).
Existe evidencia sobre la relación entre los TME en la espalda, sobre todo en la parte lumbar, y
la realización de trabajo físico pesado o la adopción de posturas forzadas.
Numerosos estudios han analizado los efectos de los levantamientos de carga sobre los
trabajadores y han obtenido resultados que confirman la estrecha relación entre dicho factor de
riesgo y las lesiones músculo-esqueléticas de espalda.
Además, algunos de dichos estudios han dado lugar a métodos orientados hacia su evaluación
y prevención. Hangai et al., afirma que la degeneración de los discos intervertebrales lumbares
está directamente relacionada con las ocupaciones que conllevan levantamientos de cargas.
En la investigación realizada por Xiao et al., se observa que los dolores lumbares prevalecen
en los trabajadores que realizan trabajos de manipulación manual de cargas (63.8%) frente a
los que no manejan cargas (37.3%). Además, el mismo estudio, confirma que la repetitividad de
los levantamientos tiene un efecto nocivo significativo sobre el dolor lumbar, si bien por lo
general dicho factor de riesgo se asocia principalmente a TME en las extremidades superiores
y son escasos los estudios que la relacionan con los TME de espalda. Por ejemplo, Bernard, no
incluye la repetitividad como factor de riesgo independiente en relación a los TME en la
espalda.
Wang et al., en su estudio sobre los riesgos asociados con el trabajo de confección de prendas
con máquinas de coser, también observa que el trabajo monótono y repetitivo está
especialmente relacionado con el dolor de espalda y de caderas. Pese a la escasez de
estudios que relacionan el dolor de espalda y la repetitividad, cabe señalar que muchos de los
estudios que han dado lugar a métodos para la evaluación ergonómica de puestos de trabajo
que conllevan levantamientos de carga, sí han incluido la frecuencia de los levantamientos
como factor de riesgo, y ello se refleja en la disminución del peso máximo recomendado a
medida que aumenta la frecuencia de los levantamientos.
En el estudio realizado por Punnett et al.,sobre la relación entre el dolor de espalda y los
riesgos a los que se exponían los trabajadores en una planta de ensamblado de automóviles,
se observó que el tiempo que los trabajadores pasaban en posiciones forzadas (con el tronco
muy flexionado o doblado) estaba directamente relacionado con el desarrollo de lesiones de
espalda. Sin embargo, no fue posible determinar cuáles de las posturas forzadas observadas
contribuían más al riesgo, debido a que todas estaban altamente correlacionadas. El mismo
estudio también concluyó la relación entre el levantamiento de cargas y los TME en la espalda.
Dicho estudio resulta relevante, puesto que pone de manifiesto la relación entre la duración de
la tarea y el desarrollo de TME en la espalda. Un sistema de rotación entre puestos diversos
permitiría a los trabajadores reducir el tiempo de exposición a posturas forzadas, siempre y
cuando no todos los puestos seleccionados para la rotación implicasen la adopción de posturas
de este tipo, y por tanto contribuiría a la prevención de las lesiones músculo-esqueléticas de
espalda.
El estudio concluye que permanecer sentado no constituye por si sólo un factor de riesgo, pero
que dicha posición si supone riesgo en combinación con otros factores como la exposición a
vibraciones trasmitidas a todo el cuerpo o a la adopción de posturas forzadas (por ejemplo
giros durante la conducción de vehículos). Dicha conclusión coincide con la expuesta por
Bernard, que considera que no existen evidencias suficientes que confirmen el riesgo de
padecer TME en la espalda ante la adopción únicamente de posturas estáticas.
Para concluir, Devereux et al., identifica como factores físicos de riesgo asociados a los TME
en la zona lumbar: levantar cargas de entre 6 y 15 Kg. más de 10 veces por hora o levantar 16
Kg., en total, y siempre o con frecuencia con la espalda en posiciones forzadas, y empujar o
tirar de objetos combinado con tareas que requieran levantamientos.
Fuerte Evidencia
Factor de riesgo Evidencia
evidencia insuficiente
Levantamiento/movimientos
enérgicos (empuje de cargas,
arrastre de cargas, trasporte
de cargas, etc.)
Posturas forzadas
Trabajo físico pesado
Vibraciones en todo el cuerpo
Posturas estáticas
Cabe recordar que tanto la edad como el género son factores que también influyen a la hora de
diseñar las rotaciones de puestos de trabajo:
Existe una clara tendencia a que los trabajos más favorables (según la evaluación de expertos)
sean asignados a trabajadores de más edad (de más de 45 años), mientras que a los
trabajadores más jóvenes se les asignan puestos más desfavorables. Consecuentemente la
edad y el riesgo inducido por el puesto no son variables independientes.
El estudio concluye que los síntomas de dolor lumbar aparecen con mayor frecuencia en
trabajadores mayores (de más de 50 años), incluso en casos en que los trabajos asignados son
relativamente poco exigentes, lo cual parece indicar efectos acumulativos del riesgo a largo
plazo. Además, cuando las condiciones de trabajo son desfavorables (según la evaluación de
los expertos), los síntomas ocurren con mayor frecuencia en los trabajadores mayores (más de
41 años).
En el estudio realizado por Tanaka et al., 9sobre el síndrome del túnel carpiano en los
trabajadores de Estados Unidos, se concluyó que el riesgo de padecer STC aumentaba con la
edad de los trabajadores.
Riihimäki et al., estudió la frecuencia de las dolencias como la ciática, el lumbago y dolores no
específicos en la zona baja de la espalda, entre trabajadores de diferentes ocupaciones
(estibadores, operadores de excavadora, carpinteros y oficinistas municipales), y observó que
la ciática era más común entre los trabajadores que se ocupaban del funcionamiento de
máquinas (estibadores y trabajo con escavadoras), incluso más frecuente que entre los
carpinteros. Las diferencias entre ocupaciones fueron considerablemente menores en relación
al lumbago y a dolencias no específicas en la zona baja de la espalda. Además de las
diferencias encontradas entre ocupaciones, el análisis de los resultados puso de relieve el
efecto significativo de la edad sobre la ocurrencia de ciática.
Por su parte Tortosa et al., considera que el riesgo de molestias músculo esqueléticas en las
zonas del cuello y de la espalda aumenta con la edad, especialmente entre los trabajadores
que realizan tareas con demandas físicas elevadas, sin embargo, no observa esta tendencia
para las molestias en los miembros superiores y en los inferiores.
En un estudio realizado por Ohlsson et al., en el sector del procesado de pescado, se observó
que los trabajadoras de más edad eran las que más señalaban como causa del abandono del
trabajo las lesiones músculo-esqueléticas. También en Ohlsson et al., se concluyó la relación
entre la edad de los trabajadores y la causa de abandono del trabajo, en concreto el 26% de
los trabajadores que causaban baja permanente indicaban el dolor como causa de ésta.
En el estudio epidemiológico realizado por Devereux et al., que analizó 8.000 sujetos durante
aproximadamente 14 meses, se concluye la relación significativa entre la edad avanzada de los
trabajadores y las lesiones en el codo, antebrazo y los hombros, mientras que en el caso de las
mujeres dicho factor de edad se relacionó con dolores en los hombros.
Ming et al., analiza el dolor de cuello y hombros provocados por el trabajo frente a ordenadores
y señala la edad como uno de los factores de riego individuales relacionados con dichas
dolencias. Según Mishra et al., los cambios en los tejidos, como la sarcropedia (degeneración
de la masa muscular), que se desarrollan con la edad, pueden provocar dolor en el cuello. Por
su parte Ming et al., argumenta que a medida que pasa el tiempo los discos intervertebrales
empiezan a degenerarse, los discos se contraen y dejan menos espacio entre las vértebras.
Dicho cambios pueden originar no sólo dolor, sino también la disminución del grado de
movilidad del cuello. La degeneración de los discos por la edad es inevitable, pero una buena
postura y los músculos del cuello pueden reducir el riesgo y el grado de compresión del nervio.
Sin embargo, aunque son muchos los estudios que relacionan la edad con los TME, no todas
las investigaciones obtienen resultados positivos de dicha asociación. Según afirma Tortosa et
al., el hecho de que en ocasiones, para algunos TME se observe una estabilización y, en
ocasiones, una disminución de las lesiones músculo-esqueléticas en el grupo de mayor edad,
podría deberse a que los trabajadores que no son capaces de hacer frente a las demandas
físicas de su actividad laboral, debido a problemas músculo-esqueléticos, dejan de pertenecer
al grupo estudiado, abandonando el puesto (baja laboral o discapacidad) o cambiando a un
trabajo con menor demanda física. Dicho argumento es compartido por Bernard, que considera
que si los trabajadores con problemas de salud abandonan o cambian sus puestos por otros de
menor riesgo, la población trabajadora que se analizará en los posteriores estudios incluirá sólo
a los trabajadores que no han sido afectados negativamente por su trabajo. Otra posible
respuesta a estos resultados, es que los trabajadores del grupo de mayor edad cambian sus
métodos y su técnica de trabajo para poder hacer frente a las demandas físicas pesadas del
trabajo (empleando técnicas de trabajo más eficientes y seguras). Vézina, señala la capacidad
de los trabajadores con mayor antigüedad (que generalmente suelen coincidir con los de más
edad) para desarrollar mecanismos de protección frente a los TME. Por último, los resultados
negativos sobre la asociación de la edad con los TME, puede deberse a la disminución de la
carga física del trabajo en los trabajadores mayores, al asignar las tareas con demandas físicas
pesadas a los más jóvenes.
Construcción.
Comercio.
Metal (incluyendo
Sector Sanidad y Servicios Sociales.
industria del automóvil).
Limpieza.
Cárnicas.
Manufacturas.
En la extensa revisión bibliográfica realizada por Treaster et al., sobre las diferencias de género
en la prevalencia de TME en los miembros superiores, tras analizar 56 artículos, al respecto se
concluyó que existe una fuerte evidencia de que las mujeres presentaban una mayor incidencia
de los TME en los miembros superiores que los hombres. Por ejemplo, las mujeres
experimentan mayor número de casos de síndrome de túnel carpiano que los hombres. Según
Treaster et al., dicha diferencia puede deberse a que hombres y mujeres se exponen a factores
de riesgo distintos. Las mujeres generalmente realizan trabajos que son más repetitivos y
monótonos que los hombres, lo cual puede incrementar su riesgo a desarrollar TME sobre todo
en los miembros superiores. Existe también ciertas evidencias de que existen variables
psicosociales y psicológicas que son relevantes en las diferencias entre hombres y mujeres.
Los factores biológicos y culturales también parecen tener un papel importante en dicha
diferencia.
Si bien el trabajo de las mujeres suele ser percibido como menos exigente, debido a que
generalmente no supone la aplicación de fuerza, con frecuencia se caracteriza por una elevada
carga estática en la región del cuello y los hombros, por ritmos de trabajo rápidos, por requerir
precisión y por el uso repetitivo de músculos pequeños, todos ellos factores de riesgo
asociados a los TME. El Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, obtiene, en la
V encuesta sobre condiciones de trabajo (España), que las molestias músculo-esqueléticas de
cuello son significativamente más frecuentes en las mujeres (54,5%) que en los hombres
(31,6%).Aunque hombres y mujeres tengan la misma responsabilidad, las mujeres pueden
exponerse a mayor riesgo debido a que los puestos de trabajo no se adaptan a sus
dimensiones antropométricas. Muchos puestos son diseñados en base a las medidas
antropométricas de los hombres, lo cual supone una desventaja para las mujeres, por regla
general, más pequeñas y débiles.
Para compensar dicha inadaptación del puesto a las mujeres, éstas pueden desarrollar
técnicas de trabajo diferentes a las de los hombres, y que por tanto las expongan a diferentes
riesgos. Dicha diferencia en los métodos de trabajo también puede observarse en tareas que
requieran la aplicación de fuerza. Otra explicación para las diferencias observadas entre
géneros está relacionada con los factores psicosociales. Según afirma Treaster et al., las
mujeres son más sensibles al estrés que los hombres, por ejemplo, ante situaciones de presión
relacionadas con fechas de entrega o ante conflictos en el trabajo. Como consecuencias, la
contribución de los factores psicosociales a los TME puede ser más importante en las mujeres
que en los hombres, especialmente en el hombro y en el cuello. El incremento del estrés
mental o psicológico puede aumentar la tensión muscular y limitar la relajación en el trascurso
de la jornada laboral. Algunos estudios han demostrado que la tensión muscular aumenta con
las demandas mentales de la tarea y otros indican una relación directa entre la percepción de
tensión y la existencia de dolores en el cuello y los hombros.
Algunos factores de estrés psicosocial pueden ser más importantes en las mujeres que en los
hombres, como por ejemplo, la solidaridad, la dependencia de múltiples supervisores, los
conflictos entre las obligaciones familiares y laborales, o la falta de soporte en las áreas
dominadas por los hombres. Además, según Kelsh et al., las mujeres suelen sentir que deben
trabajar más duro para probarse a sí mismas en las industrias dominadas por los hombres.
Las mujeres informan sobre sus dolores o incomodidades con mayor frecuencia que los
hombres. Punnett et al., señala que las mujeres suelen estar más predispuestas que los
hombres a informar sobre sus síntomas, a entrevistarse con los supervisores para indicarles
sus problemas de salud, o a someterse a seguimientos médicos, en condiciones idénticas de
dolor. El reporte de las mujeres de mayor número de síntomas que los hombres pueden reflejar
diferencias en la sensibilidad ante el dolor o la incomodidad. Es ampliamente conocido que las
mujeres tienen un umbral del dolor más bajo que los hombres, que provocaría que sintieran
dolor a intensidades menores. Dichas circunstancias podrían explicar la mayor prevalencia de
los TME en las mujeres. Desde la perspectiva cultural existen algunos aspectos que pueden
influir en la mayor prevalencia de los TME en las mujeres que en los hombres. Por ejemplo,
Treaster et al., afirma que en algunas culturas está mejor visto que las mujeres informen sobre
sus dolencias que el que lo hagan los hombre. Otro factor que puede influir es que las mujeres
son, generalmente, las responsables del trabajo del hogar, el cuidado de los niños y de los
ancianos. En Estados Unidos, se ha estimado que el 75% del trabajo del hogar lo realizan las
mujeres, que también se ocupan en un 80% del cuidado de los niños, tareas que se suman a
sus responsabilidades laborales. Esto puede conllevar una doble exposición a factores físicos y
psicológicos de estrés. Cuando la exposición al riesgo se produce en el trabajo y en el hogar, el
tiempo de recuperación se reduce. Un ejemplo de la influencia del cuidado de los niños en los
TME se encuentra en el estudio realizado por Bergqvist et al., sobre la influencia de las
pantallas de visualización de datos en los TME. Dicho estudio concluye que las mujeres con
hijos jóvenes son más propensas a TME que los hombres o que otras mujeres.
Existen ciertos factores biológicos que están directamente relacionados con las diferencias
entre géneros en los TME. Por ejemplo, el riesgo de padecer el síndrome del túnel carpiano
aumenta durante el embarazo Voitk et al. Ello puede deberse a los cambios en la respuesta
inflamatoria durante el embarazo. Las hormonas sexuales pueden ocupar un papel regulador
de la función conectiva de los tejidos. Tanto los tendones como los ligamentos poseen
receptores de estrógenos y probablemente responden a cambios en los niveles hormonales.
Las fluctuaciones hormonales que ocurren durante el ciclo menstrual o durante el embarazo
pueden contribuir a diferencias en la regulación de los tejidos conectivos.
Diferentes estudios han demostrado que las mujeres son más propensas a desarrollar el
síndrome del túnel carpiano que los hombres. En el lugar de trabajo el riesgo para las mujeres
es de entre 10 y 20 % más alto que para los hombres, dicho porcentaje aumenta hasta el 300%
en estudios sobre población no sólo trabajadora. Inicialmente se pensó que el canal carpiano
de las mujeres era menor que el de los hombres y que, por ello, las exponía a mayor
compresión del nervio mediano. Sin embargo, investigaciones posteriores sobre las
dimensiones de canal carpiano no han demostrado ninguna relación entre STC y las
dimensiones del canal.
Otro factor individual que podría explicar las diferencias en los TME entre géneros es la
tolerancia a la carga biomecánica. Por ejemplo, Jager et al., concluyó que las mujeres tenían
entre 25 y 30% menos fuerza que los hombres. Por su parte Lindman et al, descubrieron que
las fibras en el músculo trapecio difieren entre géneros. Las mujeres tienen más fibras Tipo I
(también llamadas rojas o de contracción lenta) que los hombres. Dicha circunstancia podría
explicar las diferencias en los desórdenes musculares.
También las diferencias sensoriales entre géneros pueden influir en los TME. Según, Velle las
mujeres son más sensibles a los olores, tacto y al gusto que los hombres. El umbral de dolor
más bajo que presentan las mujeres puede deberse precisamente a la mayor sensibilidad del
sistema nervioso de las mujeres a estímulos externos. En el lugar de trabajo dicha mayor
sensibilidad sensorial puede influir en el estrés psicológico de las mujeres, por ejemplo, en
lugares de trabajo con ruido, éste puede afectar más a las mujeres aumentando su estrés
Sin embargo, no todos los estudios sostiene la prevalencia de los TME en las mujeres. Tras la
revisión bibliográfica realizada por Hooftman et al., éste concluye una fuerte evidencia de que
los hombres presentaban un riesgo mayor de lesiones de espalda por levantamiento de cargas
que las mujeres. Dicha afirmación coincide con el resultado de la V Encuesta sobre condiciones
de trabajo publicada por el [Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, 03], que
indica que los hombres presentan un porcentaje mayor de dolencias en la parte baja de la
espalda que las mujeres, si bien el resultado es el contrario en dolencias de la parte alta de la
espalda. Según, Hooftman et al., los hombres presentaban mayor riesgo de lesiones en la zona
cuello-hombros que las mujeres, debido a la utilización de herramientas que trasmiten
vibraciones a los brazos.
En relación al síndrome del túnel carpiano, en principio se pensó que el tamaño reducido del
canal carpiano aumentaba el riesgo de padecer dicha dolencia, sin embargo investigaciones
posteriores han rechazado dicha hipótesis. Aunque, sí parece existir una relación fuerte entre la
obesidad y el desarrollo del STC.
Respecto a la hernia de disco, Hrubec et al., encontró relación entre dicha dolencia y el peso y
la altura. Algunos estudios han observado que la media de altura de las personas aquejadas de
dolor de espalda es mayor que los que no padecen dicha dolencia. Landau et al., en su estudio
sobre los TME en trabajos de ensamblado en la industria del automóvil, centrado en la relación
entre la edad y las dolencias músculo-esqueléticas, observa que los síntomas que afectan a la
cabeza, el cuello, la región de los hombros, la zona lumbar y las extremidades superiores están
relacionados con la altura del cuerpo y el índice de masa corporal.
Por su parte, Shiri et al., en su estudio sobre la relación de la obesidad con los dolores
lumbares en individuos jóvenes (entre 24 y 39 años), sí encuentra relación entre la longitud de
la circunferencia de la cintura y el dolor lumbar en las mujeres. Así el estudio concluye que la
obesidad abdominal puede incrementar el riesgo de padecer lesiones lumbares.
Kortt et al., encuentra relación significativa entre la probabilidad de padecer TME y el nivel de
obesidad.
Por su parte, Woolf et al., sostiene que el riesgo de padecer osteoartritis en la rodilla aumenta
aproximadamente en un 15% por cada Kg. /m2 de incremento en el índice de masa corporal
(para IMC >27). La obesidad también aumenta el riesgo de padecer osteoartritis en la cadera,
sin embargo, dicha relación no es tan fuerte como en el caso de la rodilla. Tsuritani et al., indica
que la obesidad provoca dolor músculo-esquelético en las piernas y dificulta los movimientos
diarios en la mujeres de mediana edad japonesas.
Mishra et al., observa que la relación entre el sobrepeso y los TME en el cuello y los hombro es
confusa, por lo que algunos investigadores suscriben dicha relación, mientras otros no
encuentran dicha asociación.
En el estudio realizado por Vieira et al.,sobre el dolor lumbar entre enfermeras y soldadores, se
concluye que el tabaquismo, la falta de actividad física y el sobrepeso son factores personales
relacionados con las dolencias lumbares. Por lo tanto, según Vieira et al., los programas de
prevención de las lesiones lumbares deberían centrarse no sólo en reducir las sobrecargas o
en mejorar la organización del trabajo y los factores psicosociales, sino que también debería
incluir programas para dejar de fumar, campañas de actividad física regular y promover una
alimentación sana.
La asociación entre el tabaquismo y el dolor lumbar no es clara, existen estudios que concluyen
una asociación positiva, mientras otros indican resultados que rechazan dicha asociación,
según Dempsey et al.
Dicho autor en su estudio sobre la influencia de las variables personales en el dolor en la parte
baja de la espalda de origen laboral, sugiere que la edad, el género, el historial de lesiones, el
esfuerzo relativo, el tabaquismo y las variables psicosociales deberían ser estudiadas en el
futuro como posibles factores de riesgo asociados a las dolencias en la zona lumbar.
Mientras que considera improbables los efectos significativos de otros factores como la altura,
el peso, las patologías, los factores genéticos, el consumo máximo de oxígeno, y el esfuerzo
absoluto.
Al dejar de fumar disminuyen los efectos potencialmente dañinos del tabaquismo sobre la
espina dorsal, como los microtraumas producidos por la tos crónica, que puede provocar hernia
discal, o la reducción del flujo sanguíneo a los disco y cuerpos vertebrales, que contribuyen a
su degeneración temprana y provoca la disminución de la densidad mineral de los huesos.
Sin embargo, tras un análisis detallado no encuentra evidencias suficientes para afirmar que
dejar de fumar suponga una intervención efectiva de mejora del dolor crónico lumbar. Si bien,
subraya que dicha conclusión debe ser considerada con precaución debido al reducido número
de pruebas realizadas.
Tras dichos resultados, Goldberg et al., concluye que la información disponible es consistente
con la hipótesis de que el tabaquismo está asociado con la incidencia y la prevalencia de
dolores de espalda no específicos, sin embargo, afirma que el número de estudios disponibles
en la actualidad son demasiado escasos para concluir dicha relación para otras dolencias
específicas como la ciática o la hernia de disco.
Bernard, por su parte, también aborda la influencia del tabaquismo en los TME, si bien no
concluye definitivamente dicha relación, sí aporta gran cantidad de estudios que relacionan el
dolor lumbar, la ciática, la hernia de disco intervertebral, el dolor de cuello o el dolor de cuello-
hombros con dicho factor de riesgo.
Por último, Palmer et al., estudió la relación entre el hábito de fumar y el dolor de espalda,
cuello y extremidades inferiores, y obtuvo que tanto los fumadores como los exfumadores
presentaban mayor riesgo de dolencias en todas las partes del cuerpo analizadas que el resto
de individuos.
Según afirma, Menzel, los TME tienen un origen multifactorial que incluye no sólo aspectos
físicos sino también factores de riesgo psicosocial.
El término psicosocial engloba a una gran cantidad de factores que Bernard, agrupa en tres
dominios:
Factores asociados con el trabajo y el entorno de trabajo,
factores asociados con el entorno externo al trabajo y
características personales del individuo.
Bernard, subraya que la asociación entre los TME y los factores psicosociales es compleja
dada la gran variedad de situaciones posibles, sobre todo en relación a los factores personales.
Los principales argumentos que tratan de explicar la asociación entre los factores psicosociales
y los TME son, en primer lugar, que las exigencias psicosociales pueden producir un aumento
de la tensión muscular y exacerbar el esfuerzo biomecánico de la tarea.
Por último, Bernard, indica que en algunas situaciones de trabajo, los cambios en las
exigencias psicosociales pueden estar asociadas a cambios en las exigencias físicas y al
estrés biomecánico.
Los TME pueden ser consecuencia de las exigencias físicas o de las psicosociales o del efecto
modificador de la relación entre ambas. Según numerosos autores unas condiciones
psicosociales mediocres pueden traducirse en la aparición de TME.
Tabla 13: Resumen de los factores psicosociales que pueden afectar a las diferentes
partes del cuerpo
Zona expuesta a
lesiones músculo- Factores psicosociales del trabajo
esqueléticas
Esfuerzo extrínseco.
Esfuerzo intrínseco.
Zona lumbar
Conflicto de roles.
Amenaza del daño o de lesión física.
Esfuerzo intrínseco.
Ambigüedad del fututo del trabajo.
Cuello
Abuso verbal y/o confrontaciones con los
clientes y el público en general.
Escaso soporte social.
Escasa recompensa.
Hombros
Incertidumbre sobre el fututo del trabajo.
Amenaza de daño o de lesión física.
Escasa capacidad de decisión.
Escaso soporte social.
Escasa recompensa.
Codo/antebrazo
Conflicto de roles.
Incertidumbre sobre el fututo del trabajo.
Amenaza de daño o de lesión física.
Esfuerzo intrínseco.
Mano/Muñeca Conflicto de roles.
Incertidumbre sobre el fututo del trabajo.
En los estudio realizados por Smith et al.,sobre los TME en China, se concluye una gran
correlación entre los factores psicosociales y los TME, confirmando la evidencia creciente que
asocia los factores psicosociales y mentales con los problemas músculo-esqueléticos.
En el análisis realizado por Bongers et al, en base a diversos estudios epidemiológicos, sobre
la relación entre los problemas músculo-esqueléticos en los miembros superiores y los factores
psicosociales, se observa que la gran mayoría de los estudios señalan la relación de al menos
un factor psicosocial con los síntomas o signos de lesiones en las extremidades superiores.
Un elevado estrés parece asociado, consistentemente, con todos los problemas de las
extremidades superiores. [Bernard, 97] también encuentra relación entre las lesiones músculo-
esqueléticas en los miembros superiores y factores psicosociales como la intensidad del
trabajo, la monotonía del trabajo o los niveles bajos de soporte social.
La falta de control sobre el trabajo y la insatisfacción laboral también aparecen como factores
que influyen significativamente en los TME de las extremidades superiores.
Walker-Bone et al., realiza una exhaustiva revisión bibliográfica sobre los factores que influyen
en los TME en las extremidades superiores y concluye que los factores mecánicos y
psicosociales contribuyen sustancialmente al desarrollo de dolencias músculo-esqueléticas en
los miembro superiores.
Los factores psicosociales también han sido citados como factores adicionales causantes del
síndrome del túnel carpiano por Katz et al., Butler et al., y Walker-Bone et al.
En el sector sanitario los TME son una afección extendida entre las enfermeras, sobre todo en
el cuello y en la zona lumbar. Dichas dolencias son atribuidas a factores tanto físicos como
psicosociales.
Niedhammer et al., asocia los dolores en los hombros de las cajeras de supermercado con
factores psicosociales de su trabajo En el estudio realizado por Simon et al., se concluye que
los factores psicosociales están incluso más fuertemente asociados con las dolencias músculo-
esqueléticas en la espalda y el cuello que los factores físicos.
Según los autores, dicho resultado es consistente con otros estudios que han indicado
evidencias sobre la asociación significativa entre los factores psicosociales y estados de dolor
agudos y crónicos (discapacidades) en la espalda y el cuello.
Finalmente, el estudio concluye que la fuerte relación entre los factores psicosociales
(especialmente la relación entre esfuerzo y recompensa) y las discapacidades en la espalda y
el cuello deben dar lugar a medidas preventivas que traten de reducir dichas lesiones.
Crook et al., tras realizar una amplia revisión bibliográfica sobre los determinantes de las
lesiones en la parte baja de la espalda, concluye que la angustia psicológica y el entorno de
trabajo (además de otros factores no psicosociales como: los factores demográficos, la
discapacidad funcional, el informe de dolor y los episodios previos), se identifican como
importantes factores de pronóstico de las discapacidades en la zona baja de la espalda.
Por su parte, Bernard, también concluye que al igual que en el caso de las extremidades
superiores, parece existir una evidencia creciente de la asociación entre los TME en zona baja
de la espalda y los factores psicosociales.
Linton et al., analiza la relación entre las variables psicológicas del trabajo y el dolor de cuello y
hombros entre 420 secretarias. El estudio concluye que los entornos de trabajo
psicológicamente mediocres, presentan una mayor frecuencia del dolor de cuello y hombros.
Además, también se observa relación entre los TME en el cuello y los hombros y el contenido
del trabajo y el soporte social. Según el autor, el resultado del estudio demuestra la posible
importancia del entorno psicológico de trabajo en el desarrollo de desórdenes músculo-
esqueléticos.
Wang et al., en su estudio sobre los riesgos asociados a la confección de ropa con máquinas
de coser, concluye que existe relación entre la baja autonomía de decisión y el dolor en las
Rissen, en su estudio sobre el trabajo repetitivo y monótono entre las cajeras de supermercado,
obtiene como resultado que las reacciones negativas al estrés (tensión, agotamiento) durante
el trabajo, se asocian a una mayor actividad muscular en el músculo trapecio y una menor
cantidad de reposo de dicho músculo. En contraposición, no parece existir correlación
significativa entre reacciones positivas al estrés (estimulación, concentración, felicidad) y la
actividad muscular.
La Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, señala que aunque existen
pruebas que apoyan la relación entre las reacciones de estrés y los TME, es difícil concluir si
tales reacciones participan de un modo significativo en el desarrollo de los TME, o si las
reacciones de estrés que experimentan las personas que padecen TME se deben
sencillamente al dolor y al deterioro funcional. Por su parte la Comisión Europea, ha elaborado
una guía con el objetivo de prevenir el estrés en el trabajo y con ello tratar de reducir una
amplia gama de trastornos, enfermedades y malestares, así como evitar la disminución de
productividad.
ERGONOMIA :
Una hipótesis simple de la ergonomía moderna podría ser: el dolor y el agotamiento causan
riesgos para la salud, pérdidas en la productividad y disminución de la calidad, que son las
medidas de los costes y beneficios del trabajo humano.
Esta sencilla hipótesis puede ser contrastada con la medicina del trabajo, que generalmente se
ocupa exclusivamente de establecer la etiología de las enfermedades profesionales. El objetivo
de la medicina del trabajo es establecer las condiciones en las que se minimice la probabilidad
de desarrollar dichas enfermedades.
Empleando los principios de la ergonomía, estas condiciones pueden definirse más fácilmente en
forma de demandas y limitaciones de carga. Puede decirse que la medicina del trabajo establece
“limitaciones a través de estudios médico-científicos”.
La ergonomía tradicional considera que su papel consiste en definir los métodos que permiten
poner en práctica las limitaciones que establece la medicina del trabajo, a través del diseño y la
organización del trabajo. Así, la ergonomía tradicional podría definirse como aquella que
desarrolla “correcciones a través de estudios científicos”, donde “correcciones” son todas
aquellas recomendaciones para la concepción del trabajo en las que se presta atención a los
límites de carga sólo para evitar los riesgos para la salud. Una característica de estas
El objetivo original cuando se inventó la ergonomía, en 1857, contrasta con esta “ergonomía
correctiva”: un enfoque científico que nos permitirá cosechar, en beneficio propio y de los demás,
los mejores frutos del trabajo de toda la vida con el mínimo esfuerzo y la máxima satisfacción
(Jastrzebowski 1857).
CONCEPTO DE ERGONOMIA:
Etimológicamente, el término “ergonomía” proviene del griego “nomos”, que significa norma, y
“ergo”, que significa trabajo. Podría proponerse que la ergonomía debería desarrollar “normas”
para una concepción prospectiva del diseño más encaminada hacia el futuro. Al contrario de la
“ergonomía correctiva”, la idea de la ergonomía prospectiva se basa en aplicar recomendaciones
ergonómicas que tienen en cuenta, simultáneamente, los márgenes de beneficios (Laurig 1992).
Las normas básicas para el desarrollo de este enfoque pueden deducirse de la experiencia
práctica y fortalecerse con los resultados de la higiene del trabajo y las investigaciones
ergonómicas.
En otras palabras, el término ergonomía prospectiva significa buscar alternativas en el diseño del
trabajo que eviten la fatiga y el agotamiento del trabajador, con el objeto de promover la
productividad humana (“...en beneficio propio y de los demás”).
Este enfoque global de la ergonomía prospectiva incluye el diseño del equipo y del lugar de
trabajo, así como el diseño de las condiciones de trabajo determinadas por una cantidad cada
vez mayor de procesamiento de la información y una organización del trabajo en continua
evolución. La ergonomía prospectiva es, por lo tanto, un enfoque interdisciplinario de
investigadores y médicos de muy diversos campos unidos por el mismo objetivo, y parte de una
base general para una concepción moderna de la salud y la seguridad en el trabajo (UNESCO
1992).
El operador humano, que es el centro del estudio, puede ser un profesional cualificado que
maneje una máquina compleja en un entorno artificial, un cliente que haya comprado
casualmente un aparato nuevo para su uso personal, un niño dentro del aula o una persona con
una discapacidad, recluida a una silla de ruedas. El ser humano es sumamente adaptable, pero
su capacidad de adaptación no es infinita.
Existen intervalos de condiciones óptimas para cualquier actividad. Una de las labores de la
ergonomía consiste en definir cuáles son estos intervalos y explorar los efectos no deseados que
se producirán en caso de superar los límites; por ejemplo, qué sucede si una persona desarrolla
La ergonomía examina no sólo la situación pasiva del ambiente, sino también las ventajas para
el operador humano y las aportaciones que éste/ésta pueda hacer si la situación de trabajo está
concebida para permitir y fomentar el mejor uso de sus habilidades. Las habilidades humanas
pueden caracterizarse no sólo en relación al operador humano genético, sino también en
relación a habilidades más específicas, necesarias en situaciones determinadas, en las que
resulta crucial un alto rendimiento.
Por ejemplo, un fabricante de automóviles deberá tener en cuenta el tamaño y la fuerza física de
los posibles conductores de un determinado modelo para garantizar que los asientos sean
cómodos; que los controles se identifiquen con facilidad y estén accesibles; que la visibilidad,
tanto delantera como trasera, sea buena y que los indicadores interiores sean fáciles de leer.
También deberá considerar la facilidad para entrar y salir del coche. En cambio, el diseñador de
un coche de carreras considerará que el conductor tiene una constitución atlética, por lo que la
facilidad para entrar o salir del vehículo, por ejemplo, no será tan importante e intentará ajustar
todo el diseño del vehículo al tamaño y preferencias de un conductor determinado, para asegurar
que éste pueda desarrollar todo su potencial y habilidad como conductor o conductora.
En cualquier situación, actividad o tarea, lo más importante es la persona o personas implicadas.
Se supone que la estructura, la ingeniería y otros aspectos tecnológicos están ahí para servir al
operador, y no al contrario.
La evaluación ergonómica de puestos de trabajo tiene por objeto detectar el nivel de presencia,
en los puestos evaluados, de factores de riesgo para la aparición, en los trabajadores que los
ocupan, de problemas de salud de tipo disergonómico.
Existen diversos estudios que relacionan estos problemas de salud de origen laboral con la
presencia, en un determinado nivel, de dichos factores de riesgo. Es obligación de las empresas
identificar la existencia de peligros derivados de la presencia de elevados riesgos ergonómicos
en sus puestos de trabajo.
En este sentido, las legislaciones de cada país son más o menos exigentes. En general existen
dos niveles de análisis: el análisis de las condiciones de trabajo para la identificación de riesgos
(nivel básico), y la evaluación de los riesgos ergonómicos en caso de ser detectados (nivel
avanzado).
Así, por ejemplo, debe evaluarse si la repetitividad de movimientos, que es un factor de riesgo
para la aparición de Transtornos Músculo-Esqueléticos (TMEs) en la zona cuello-hombros,
presenta un nivel suficiente en el puesto evaluado como para considerar necesaria una
actuación ergonómica.
La labor realizada por un trabajador en un puesto puede ser diversa, es decir, el trabajador
puede llevar a cabo tareas muy distintas en un mismo puesto. Una consecuencia directa de esto
es que lo que debe ser evaluado son las tareas realizadas, más que el puesto en su conjunto.
Así pues, se debe llevar a cabo un desglose del trabajo realizado por el trabajador en distintas
tareas, evaluando por separado cada una de ellas, aunque manteniendo una visión del conjunto.
Desglosado el trabajo en tareas se establecerán los factores de riesgo presentes y, finalmente,
qué métodos son de aplicación para la valoración de cada tarea.
Así, para evaluar si el nivel del factor de riesgo "Levantamiento de Carga" en una tarea es lo
suficientemente elevado como para ocasionar TMEs, pueden utilizarse diferentes métodos, como
la Ecuación de NIOSH o la Guía Técnica de Levantamiento de Carga del INSHT. Por lo tanto, a
la hora de escoger un método de evaluación no deben plantearse preguntas como: ¿qué método
emplearé para evaluar un puesto de reponedor de almacén? sino que la pregunta adecuada
será: ¿qué factores de riesgo están presentes en el puesto que deseo evaluar? Una vez
respondida esta pregunta se escogerán los métodos adecuados para cada factor de riesgo
detectado.
productos y procesos que se realizan, el número de trabajadores, los turnos, las pausas, las
horas extras y cualquier problema o incidente que pueda existir en el lugar de trabajo.
3. Observe el puesto de trabajo. Anote y describa en su documento el entorno físico, las
herramientas manuales, el orden y limpieza en el entorno, el espacio disponible, la
maquinaria presente, el número y tipo de indicadores y controles, el nivel y adecuación de la
iluminación, el calor o frío excesivo, el nivel de ruido, los equipos de protección individual,...
Para realizar esta tarea puede ayudarse de un check list como la "Lista de comprobación
ergonómica".
4. Si como resultado del paso 3 y de la aplicación de la "Lista de comprobación ergonómica" ha
encontrado necesario mejorar algún aspecto de los lugares, equipos y condiciones de trabajo,
indíquelo en su documento. Proponga acciones preventivas y recomendaciones (la Lista de
comprobación ergonómica le ayudará en esta tarea). Si el problema identificado requiere una
acción preventiva prioritaria y urgente informe a los responsables pertinentes para la toma de
medidas inmediatas.
5. Conozca al trabajador presente en el puesto previamente a la evaluación. Infórmele sobre el
motivo de su presencia. Solicítele que realice su tarea de la forma habitual y procure que su
forma de actuar no se vea condicionada por la evaluación.
6. Observe el puesto de trabajo mientras el trabajador desempeña su labor. Realice grabaciones
en video si lo considera necesario. Analice el número de tareas distintas realizadas. Mida los
tiempos empleados en cada una de ellas. Vuelque esta información en su documento de
evaluación.
7. Determinado el número de tareas distintas realizadas por el trabajador analice y describa con
cuidado cada una de ellas. Establezca qué factores de riesgo ergonómico están presente en
cada una de ellas (puede consultar este documento para conocer en detalle dichos factores).
Indique en su documento de trabajo el desglose en tareas y los factores de riesgo ergonómico
presentes en cada tarea.
8. Para cada una de las tareas, y para cada factor de riesgo presente, seleccione el método de
evaluación ergonómica adecuado (emplee, si lo necesita, esta herramienta de selección de
métodos) . Cada tarea puede precisar ser analizada con varios métodos si presenta varios
factores de riesgo distintos. Aunque puede emplear un método de evaluación global de
puestos de trabajo, como el método Lest, es preferible emplear métodos más específicos
para cada factor de riesgo.
9. Durante la realización de cada tarea, y según los métodos de evaluación escogidos, realice la
toma de datos y mediciones: ángulos, distancias, pesos... Tome fotografías para documentar
la evaluación. Anote esta información en una hoja de campo.
10.Con los datos obtenidos aplique cada método de evaluación (puede emplear estas
aplicaciones informáticas para ello). A partir de los resultados haga una valoración de cada
factor de riesgo ergonómico en cada tarea. Si en algún caso el nivel de riesgo no es tolerable,
proponga medidas correctivas o un rediseño del puesto. Exponga toda esta información en su
documento de evaluación ergonómica.
11.Redacte en su documento las conclusiones de la evaluación. Si los hay, indique los
problemas detectados y las medidas correctivas propuestas.
además del ruido la exposición a ciertas sustancias químicas en el ambiente laboral, pueden
contribuir al desarrollo de esta patología.
Por lo que una excesiva exposición al ruido puede desencadenar trastornos acústicos,
psicológicos y cardiovasculares, lo que se traduce en poca productividad, ausentismo laboral
aumento del gasto en salud, conflictos familiares, baja autoestima, hasta pérdida del empleo.
DEFINICIONES
Hipoacusia: Es la incapacidad total o parcial para escuchar sonidos en uno o ambos oídos. La
hipoacusia es la disminución del nivel de audición por encima de lo que se considera normal,
medida en decibeles (dB). Se promedia con frecuencias de 500,1000 y 2000 Hz; para salud
ocupacional hasta 3000Hz y para el abordaje del paciente con pérdida auditiva inducida por ruido
es importante la descripción de las frecuencias de los niveles desde 500 hasta 8000Hz, esto con
el fin de precisar la severidad de la hipoacusia para las frecuencias agudas, que son las primeras
en comprometerse.
<25 dB: Audición normal.
26-40 dB: Hipoacusia leve .
41-55 dB: Hipoacusia moderada .
56-70 dB: Hipoacusia moderada a severa .
71-90 dB: Hipoacusia severa .
>90 dB: Hipoacusia profunda.
Hipoacusia mixta: Disminución de la capacidad auditiva por una mezcla de alteraciones de tipo
conductivo y neurosensorial en el mismo oído, que se deben a entidades patológicas que afectan
simultáneamente el oído medio e interno, como la otoesclerosis de los osiculos y la cóclea, los
traumatismos craneales, la otitis media crónica, el colesteatoma, los tumores del oído medio y
algunas malformaciones del oído interno.
Hipoacusia ocupacional: Es un daño del oído interno por ruido o vibraciones debido a ciertos
tipos de ocupaciones.
Hipoacusia inducida por ruido (hir): La HIR se define como la disminución de la capacidad
auditiva de uno o ambos oídos, parcial o total, permanente y acumulativa, de tipo neurosensorial
que se origina gradualmente, durante y como resultado de la exposición a niveles perjudiciales
de ruido en el ambiente laboral, de tipo continuo o intermitente de intensidad relativamente alta
(> 85 dB SPL) durante un periodo grande de tiempo, debiendo diferenciarse del Trauma
acústico, el cual es considerado más como un accidente, más que una verdadera enfermedad
profesional.
Causas de Hipoacusia:
La perdida de la audición es un problema común que todos experimentan a lo largo del tiempo.
Más comúnmente ocurre cuando se sube una montaña o se vuela por avión, que da una
sensación de abombamiento en ambos oídos, dejando la necesidad de hacer “pop” para sentir
que se puede oír mejor. La disminución de la audición también se ha visto en las infecciones de
oído, pero este tipo tiende a durar poco. Otra causa importante es la perdida de la audición
neurosensorial que ocurre con la edad, que todos experimentaremos en diferentes grados.
Conductivas
Causas del oído externo: Microtia o atresia congénita, Otitis externa, Trauma, Carcinoma de
células escamosas, Exostosis, Osteoma, Psoriasis, Cerumen
Causas del oído medio: Atresia congénita o malformaciones de los huesecillos, Otitis media,
Colesteatoma, Otosclerosis, Perforación de la membrana timpánica, Trauma de hueso
temporal, Tumor del glomus .
Neurosensorial
Causas del oído interno: Perdida de la audición hereditaria, Infecciones virales congénitas,
Malformaciones congénitas, Presbicusia, Meningitis, Tirotoxicosis, Cocleitis viral, Drogas
ototoxicas, Cirugía otológica, Enfermedad de Meniere, Exposición al ruido, Baro trauma,
Trauma penetrante, Neuroma acústico, Meningioma, Enfermedad autoinmune, Esclerosis
múltiple, Isquemia cerebrovascular
En cuanto al ruido se sabe que los tonos agudos son más nocivos que los graves.
Los tonos agudos son los que se producen con más frecuencia en el medio industrial. De ahí que
el examen audio métrico de los trabajadores que han estado sometidos a una exposición
prolongada a altos niveles de ruido revela, pérdida de agudeza auditiva en las gamas de
frecuencias más altas: entre 3.000 y 6.000 Hz, y en particular, alrededor de los 4.000 Hz. La
lesión comienza alrededor de los 4.000 Hz, y luego se extiende a las frecuencias más próximas .
Existen diferentes tipo de sordera o hipoacusia profesional, entre ellos tenemos: causada por
exposición a ruido, por trauma barométrico del oído medio, por embolia gaseosa, por trauma
encefalocraneanos, por tóxicos industriales.
Hipoacusia por exposición por baro trauma: Es una lesión en la membrana timpánica del
oído medio causada por variaciones bruscas de la presión barométrica asociadas con los
cambios de la función normal de la trompa de Eustaquio. Se pueden producir de dos formas
similares, por aumento de presión o por disminución de la misma en inmersiones marinas
rápidas, o cuando un buzo emerge a la superficie, en picados intensos de aviación, y en
aterrizajes a excesiva velocidad. Hay un taponamiento del oído medio con dolor de moderado
a intenso, y hemorragia en caso de rotura timpánica. La prevención se basa en la correcta
ejecución de la descompresión endotimpánica y el tratamiento de cualquier afección
rinofaríngea que pueda causar estenosis de la trompa de Eustaquio .
Hipoacusia por embolia gaseosa: Cuando se ha respirado aire a presiones elevadas,
existen grandes cantidades de nitrógeno disuelto en la sangre. Si el retorno a la presión
normal no se realiza correctamente, surgen embolias por el paso de este nitrógeno de la
sangre a los tejidos. Entre los síntomas surge una hipoacusia, que será irreversible, con
zumbidos y alteraciones del equilibrio .
Hipoacusia por trauma encefalocraneano: Se debe a una fractura del cráneo (por un golpe
en el mentón que causa la incrustación del cóndilo mandibular, rompiendo el tímpano o los
huesos del oído medio, causando así una hipoacusia de transmisión) o a una conmoción
cerebral sin fractura. En este último caso la pérdida de la audición es de tipo sensorial, y
generalmente mono lateral .
Hipoacusia por agentes tóxicos: que puede ser de origen industrial (ototoxicidad), ingestión
de determinados fármacos o sustancias.
La exposición al ruido, es una situación a la que todos estamos expuestos a lo largo del día, el
exceso de ruido puede afectar a largo plazo el grado de presbicusia que se desarrolla. La
constante exposición a ruidos de alta frecuencia puede causar sordera neurosensorial. La
fisiopatología de este tipo de sordera es causada por el daño directo de las estructuras cocleares
y una sobre carga metabólica por sobre estimulación. Algunos efectos metabólicos son la
excesiva liberación de oxido nítrico que puede dañar las células, generando radicales libres de
oxigeno, llevando así a la toxicidad sobre la membrana y una baja concentración de magnesio
que debilita las células al disminuir la concentración intracelular de calcio .
Por la asociación de esta patología al ambiente laboral, existen múltiples guías o estándares
para los trabajadores de áreas de alto riesgo, como por ejemplo los trabajadores expuestos a
más de 85 dB la mayoría del tiempo, deben entrar en un programa de conservación y protección
de la audición, o según la cantidad de dB que vaya a recibir el trabajador menos cantidad de
horas debe de tener en esta área. A corto plazo los ruidos altos que usualmente van desde 120 a
155 dB pueden causar una sordera neurosensorial profunda, dolor o hiperacusia .
Las toxinas químicas están presentes en varias situaciones, incluyendo en el trabajo (pinturas de
solvente, estaciones de gas), abuso de sustancias orgánicas de base con solventes (spray
adhesivos), y varios medicamentos de importancia en el tratamiento de patologías especificas
(cisplatino y aminoglicósidos). Estas sustancias ototóxicas también generan especies reactivas
de oxígeno, y puede interferir con múltiples procesos bioquímicos.
Los efectos sinérgicos de los efectos del ruido y de los solventes orgánicos, son más afines
cuando hay exposición a repetición de ambos a bajos niveles.
Al igual que en todo paciente, la evaluación debe iniciar con una adecuada historia clínica donde
se deben preguntar ciertas preguntas claves para hacer un correcto enfoque:
¿Cuándo inicio y como progreso?, ¿La pérdida es con algún tipo específico de sonido o con
todos?, ¿Tiene dolor o salida de algún liquido por fuera del oído, asociado a la perdida?, ¿Ha
tenido trauma asociado, como sonidos de alta frecuencia o baro trauma?, ¿Ha tenido
infecciones anteriormente en el oído?, ¿Ha tenido cirugías otológicas?, ¿Está asociado a
tinnitus, vértigo o desequilibrio?, ¿Tiene antecedentes familiares de sordera?, ¿Qué
medicamentos toma?.
En el examen físico para algunos pacientes incluyen test simples que puede realizarlo cualquier
médico general. Aunque alguno pacientes ya necesitan test audiológicos o especializados.
Evaluación de la audición: existen múltiples formas para la evaluación como el test de susurrar
palabras en el oído del paciente estando detrás de él, usar un otoscopio que emite tono y el uso
de diapasones.
El uso de diapasones puede usarse para evaluar a los pacientes con sordera. Existen dos tipos
de vías de conducción del sonido que se pueden evaluar con diapasones, como la conducción
de aire, donde el sonido viaja a la membrana timpánica y se convierte en sonido en el oído
interno; y la conducción ósea, donde el sonido de trasmite por la vibración del cráneo a la cóclea.
Para este tipo de pruebas tenemos el test de Weber y Rinne. También es importante la
evaluación de la membrana timpánica por medio de la otoscopia y la neumatoscopia .
Luego de realizar esta evaluación, es importante en caso tal de hallar una anormalidad, realizar
exámenes audiológicos especializados como el test de conducción de tono, aire y hueso,
audiometría del habla y audiometría por impedancia.
Los objetivos del estudio funcional pulmonar en Medicina del Trabajo son diversos entre ellos:
Como ayuda en el diagnóstico (Bisinosis, Asmas de origen ocupacional, etc.).
En la evaluación legal de las Neumoconiosis.
En los exámenes previos en empresas de riesgo (TDI, PVC, etc.).
obtienen, se alcanza una evaluación del estado de la ventilación del sujeto, en un grado
suficiente y satisfactorio en la práctica clínica diaria. Siendo además casi utópico el disponer en
un servicio médico de empresa de todo el utillaje necesario e indispensable para valorar por
completo y de forma exhaustiva la función pulmonar.
Espirometría dinámica
Cuando se introduce como unidad de referencia el tiempo pasamos a considerar aspectos
dinámicos de la ventilación, variaciones de volumen por unidad de tiempo (flujos).
FEF 25-75% : Forced Expiratory Flow 25-75%(Flujo Espiratorio Forzado entre el 25 y el 75% de
la Capacidad Vital Forzada).
Tipos de Espirómetro
Se pueden distinguir tres tipos de espirómetros:
Espirómetros secos
Se subdividen en dos tipos de pistón y de cuña, tienen la ventaja sobre los húmedos de ser
portátiles y ofrecer menos resistencias.
Son muchas las tablas de valores teóricos utilizadas: CECA, MORRIS, KNUDSON, COTES, etc.,
la mayoría de ellas son de origen anglosajón que, por razones étnicas, poca relación guardan
con la población mediterránea, debido a este motivo, se inició en Barcelona un estudio
multicéntrico: Servicio de Neumología del Hospital Clínico Provincial; Servicio de Neumología del
Centro Nacional de Condiciones del Trabajo del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el
Trabajo.
Para obtener valores teóricos propios de la población mediterránea, valores que fueron
presentados en el Congreso de la Sociedad Española de Patología Respiratoria en Santiago de
Compostela en el año 1982 y desde entonces se recomienda el uso generalizado de los mismos,
con la finalidad de hablar todos el mismo lenguaje. (Se adjuntan fórmulas de regresión).
Ejemplo práctico:
Valor observado de FVC en (BTPS) = 4.00 litros
Valor teórico = 4.00 litros
Existe otro síndrome muy común en los fumadores y que es la primera manifestación patológica
respiratoria que es el llamado S.A.D. (Small Airway Disease, Enfermedad de los Bronquios
Periféricos), se manifiesta cuando la FVC, FEV y %FEV1 son normales pero el FEF25%-75%
está por debajo del 65%.
Varones
FVC= 0.0678 x T - 0.0147 x A - 6.0548
FEV1 = 0.0499 x T - 0.0211 x A - 3.837
%FEV1 = -0. 1902 x A + 85.58
FEF25%-75% = 0.0392 x T - 0.043 x A - 1.1574
PEF = 0.0945 x T - 0.0209 x A - 5.7732
Mujeres
FVC = 0.0454 x T - 0.0211 x A - 2.8253
FEV1 = 0.0317 x T - 0.025 x A - 1.2324
%FEV1 = - 0.224 x A - 0.1126 x P + 94.88
FEF25%-75% = 0.023 x T - 0.046 x A + 1.1055
FEF25%-75% = 0.023 x T - 0.046 x A + 1.1055
Donde :
T: talla en centimetros.
A: edad en años.
P: peso en Kg.
Junto a esas fuerzas se considera que las mujeres y los hombres que trabajan percibirán cada
vez más su propia situación laboral desde una perspectiva mundial.
Estos cambios, además de afectar a las economías de los países, tienen consecuencias sobre la
población laboral activa, pues influyen en las opciones de empleo; las relaciones sociales o
familiares; las necesidades de formación; la actualización de conocimientos y destrezas; los
ritmos de trabajo; la disponibilidad de recursos; la ordenación de los procesos laborales; los
cambios en las ofertas laborales, y también sobre la salud de la población.
Debido a estas variaciones observamos que el perfil de las enfermedades y accidentes laborales
ha cambiado las últimas décadas hacia una situación en la que los riesgos de origen psicosocial,
y sus consecuencias, han cobrado protagonismo por el incremento de la frecuencia con que
aparecen implicados en el origen de las bajas laborales, ocasionadas por problemas de salud
con origen en el trabajo, o la accidentabilidad laboral.
Los factores psicosociales pueden favorecer o perjudicar la actividad laboral y la calidad de vida
laboral de las personas. En el primer caso fomentan el desarrollo personal de los individuos,
mientras que cuando son desfavorables perjudican su salud y su bienestar.
En este caso hablamos de riesgo psicosocial, que es fuente de estrés laboral, o estresor, y que
tiene el potencial de causar daño psicológico, físico, o social a los individuos.
Los riesgos psicosociales con origen en la actividad laboral pueden estar ocasionados por un
deterioro o disfunción en:
a) Las características de la tarea: cantidad de trabajo, desarrollo de aptitudes, carencia de
complejidad, monotonía o repetitividad, automatización, ritmo de trabajo, precisión,
responsabilidad, falta de autonomía, prestigio social de la tarea en la empresa, etc.
b) Las características de la organización: variables estructurales (tamaño y diferenciación de
unidades, centralización, formalización), definición de competencias, estructura jerárquica,
canales de comunicación e información, relaciones interpersonales, procesos de socialización
y desarrollo de la carrera, estilo de liderazgo, tamaño, etc.
c) Las características del empleo: diseño del lugar de trabajo, salario, estabilidad en el empleo y
condiciones físicas del trabajo.
d) La organización del tiempo de trabajo: duración y tipo de jornada, pausas de trabajo, trabajo
en festivos, trabajo a turnos y nocturno, etc.
La exposición a este tipo de riesgos no deteriora necesariamente la salud del trabajador, aunque
como su nombre indica son una fuente de riesgo, pues si el individuo utiliza unas estrategias de
afrontamiento funcionales podrá manejar la situación laboral para eliminar el riesgo, o podrá
modificar su comportamiento, sus cogniciones o su emociones para adaptarse a la situación y
convivir con ella.
UNIVERSIDAD NACIONAL SAN LUIS GONZAGA DE ICA. ACCEDE.INTERNACIONAL Página 50
DIPLOMADO EN SALUD OCUPACIONAL Y SEGURIDAD EN EL TRABAJO. MODULO V
El origen del problema en las situaciones de riesgo psicosocial no está en el individuo, sino que
suele estar en el entorno que es de donde provienen dichas situaciones de riesgo debido a un
mal diseño y ordenación del trabajo. Esto es, los riesgos psicosociales en el trabajo aparecen
porque se generan unas condiciones laborales difíciles de tolerar para la mayoría de los
trabajadores.
Por este motivo, las condiciones laborales de exposición crónica a riesgos psicosociales van más
allá de ser un problema individual, y pueden constituir un verdadero problema de salud pública
cuando su tasa de prevalencia e incidencia resulta alta. La promoción de la salud laboral es una
estrategia de intervención importante para fomentar la salud de los trabajadores y,
consecuentemente, de la población.
Los profesionales que abordan el estudio de la salud desde esta aproximación conciben su
campo de acción diferente de lo que podría definirse como un acercamiento médico al estudio de
la salud ocupacional.
La PSO es una nueva especialidad de la psicología con carácter básico y aplicado, que resulta
de la integración de contenidos en la Salud Pública con la Medicina Preventiva, la Psicología
Clínica y la Psicología de la Salud, aplicados en el contexto de las organizaciones laborales.
Los ambientes saludables y la salud de los trabajadores son condiciones esenciales para la
efectividad de las personas y para el rendimiento de las organizaciones.
Por ello, la PSO busca cuidar la salud de las personas y desarrollar ambientes saludables, pues
ambos frentes son inseparables.
la salud laboral y la prevención de las enfermedades y accidentes laborales relacionados con los
riesgos psicosociales deberían ser materia de salud pública para los gobiernos.
EXAMEN
3. ¿Defina cuales son las clases de hipoacusia y las causas relacionadas en salud ocupacional?
5. ¿Describa cuáles son los factores psicosociales relacionados al trabajo y que busca la
psicología ocupacional?