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DIPLOMADO EN SALUD OCUPACIONAL Y SEGURIDAD EN EL TRABAJO.

MODULO V

Pág.

4
1 Introduccion

Aspectos conceptuales de la Ergonomía , Audiometría, Espirómetro y 5


2
Psicología en Salud Ocupacional.

Aspectos Operativos de la Ergonomía en Salud


3 10
Ocupacional.

4 Aspectos Operativos de la Audiometría en Salud Ocupacional. 40

5 Aspectos Operativos de la Espirómetria en Salud Ocupacional. 45

6 Aspectos Operativos de la Psicología en Salud Ocupacional. 48

7 Examen 51

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I. INTRODUCCION:

La primera consideración que se debe establecer es la importancia que tiene el trabajo o las
condiciones de trabajo en la salud de la población en general y en la de los trabajadores/as en
particular.

Así tenemos que, de acuerdo con estadísticas de la Organización Internacional del Trabajo
(OIT), en el mundo cada año se producen 270 millones de accidentes y 160 millones de
enfermedades de trabajo. Se pierde 4 por ciento del producto interior bruto mundial (1’251 353
millones de dólares) por el costo del ausentismo, tratamientos, indemnizaciones y prestaciones
derivadas por este concepto. Las enfermedades cardiacas y músculo esqueléticas, juntas, son
la causa de más de la mitad de los costos atribuibles a las enfermedades de trabajo. Se
reportan 355 000 muertes por el trabajo cada año.

Por eso OIT ha ido desarrollando aspectos en cuanto a aspectos relacionados a la ergonomía ,
asi en su tercera edición de su Enciclopedia, publicada en 1983, la ergonomía se resumió en
un artículo de tan sólo cuatro páginas. Desde dicha publicación, ha habido un cambio
importante en el énfasis y en la comprensión de las interrelaciones entre salud y seguridad: el
mundo ya no puede clasificarse tan fácilmente en medicina, seguridad y prevención de riesgos.

Durante la última década, en casi todas las ramas del sector de producción y servicios se ha
hecho un gran esfuerzo por mejorar la productividad y la calidad. Este proceso de
reestructuración ha generado una experiencia práctica que demuestra claramente que la
productividad y la calidad están directamente relacionadas con el diseño de las condiciones de
trabajo. Una medida económica directa de la productividad, los costes del absentismo por
enfermedad, está relacionada con las condiciones de trabajo. Así, debería ser posible
aumentar la productividad y la calidad y evitar el absentismo prestando más atención a la
concepción de las condiciones de trabajo. En resumen, una hipótesis simple de la ergonomía
moderna podría ser: el dolor y el agotamiento causan riesgos para la salud, pérdidas en la
productividad y disminución de la calidad, que son las medidas de los costes y beneficios del
trabajo humano.

Esta sencilla hipótesis puede ser contrastada con la medicina del trabajo, que generalmente se
ocupa exclusivamente de establecer la etiología de las enfermedades profesionales. El objetivo
de la medicina del trabajo es establecer las condiciones en las que se minimice la probabilidad
de desarrollar dichas enfermedades. Empleando los principios de la ergonomía, estas
condiciones pueden definirse más fácilmente en forma de demandas y limitaciones de carga.
Puede decirse que la medicina del trabajo establece “limitaciones a través de estudios médico-
científicos”.

La ergonomía tradicional considera que su papel consiste en definir los métodos que permiten
poner en práctica las limitaciones que establece la medicina del trabajo, a través del diseño y la
organización del trabajo. Así, la ergonomía tradicional podría definirse como aquella que
desarrolla “correcciones a través de estudios científicos”, donde “correcciones” son todas
aquellas recomendaciones para la concepción del trabajo en las que se presta atención a los
límites de carga sólo para evitar los riesgos para la salud.

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Una característica de estas recomendaciones correctivas es que quienes las practican se


quedan finalmente solos en su tarea de aplicarlas, ya que no existe un trabajo de equipo
multidisciplinario. El objetivo original cuando se inventó la ergonomía, en 1857, contrasta con
esta “ergonomía correctiva”: … un enfoque científico que nos permitirá cosechar, en beneficio
propio y de los demás, los mejores frutos del trabajo de toda la vida con el mínimo esfuerzo y la
máxima satisfacción (Jastrzebowski 1857).

Etimológicamente, el término “ergonomía” proviene del griego “nomos”, que significa norma, y
“ergo”, que significa trabajo. Podría proponerse que la ergonomía debería desarrollar “normas”
para una concepción prospectiva del diseño más encaminada hacia el futuro. Al contrario de la
“ergonomía correctiva”, la idea de la ergonomía prospectiva se basa en aplicar
recomendaciones ergonómicas que tienen en cuenta, simultáneamente, los márgenes de
beneficios (Laurig 1992). Las normas básicas para el desarrollo de este enfoque pueden
deducirse de la experiencia práctica y fortalecerse con los resultados de la higiene del trabajo y
las investigaciones ergonómicas.

En otras palabras, el término ergonomía prospectiva significa buscar alternativas en el diseño


del trabajo que eviten la fatiga y el agotamiento del trabajador, con el objeto de promover la
productividad humana (“...en beneficio propio y de los demás”). Este enfoque global de la
ergonomíaprospectiva incluye el diseño del equipo y del lugar de trabajo, así como el diseño de
las condiciones de trabajo determinadas por una cantidad cada vez mayor de procesamiento
de la información y una organización del trabajo en continua evolución.

La ergonomía prospectiva es, por lo tanto, un enfoque interdisciplinario de investigadores y


médicos de muy diversos campos unidos por el mismo objetivo, y parte de una base general
para una concepción moderna de la salud y la seguridad en el trabajo (UNESCO 1992). Con
este criterio, el capítulo de Ergonomía de la cuarta edición de la Enciclopedia de la OIT abarca
los diferentes grupos de conocimientos y experiencias orientados hacia las características y
capacidades del trabajador y que tienen como objetivo el uso óptimo del recurso “trabajo
humano” haciendo el trabajo más “ergonómico”, es decir, más humano.

II. ASPECTOS CONCEPTUALES DE LA ERGONOMÍA , AUDIOMETRÍA,


ESPIRÓMETRIA Y PSICOLOGÍA EN SALUD OCUPACIONAL

A. Daños derivados del trabajo :

Según la OMS “La salud es el estado de bienestar físico, mental y social completo y no
meramente la ausencia de daño o enfermedad”.

El aspecto más importante de esta definición es la triple dimensión que plantea, y la


importancia de que las tres se encuentren en equilibrio.

Asimismo, el concepto de salud que contempla este organismo plantea un hecho positivo, el
bienestar. Desde esta perspectiva, ha de verse el trabajo como un factor social que
contribuye al desarrollo de la sociedad y, dentro de ella, al desarrollo del ser humano, lo antes
mencionado se puede describe en la siguiente figura :

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La materialización de un riesgo puede dar lugar a daños a la salud, cuyas manifestaciones


más apreciables son:
 Accidente.
 Enfermedad.

Además de estas dos manifestaciones de los riesgos laborales, es preciso tener en cuenta
otros efectos derivados de la carga de trabajo sobre los que se debe actuar para conseguir
mantener el adecuado nivel de salud en las tres dimensiones dadas en la definición de la
OMS.

Las características fundamentales de estas manifestaciones del daño son:


 En el accidente, el daño para la salud se presenta de forma brusca e inesperada. Es el
indicador inmediato y más evidente de unas malas condiciones de trabajo.
 En la enfermedad, el daño lo constituye un deterioro paulatino y lento de la salud del
trabajador producido por una exposición crónica a condiciones adversas durante la
realización del trabajo.
 Otras patologías, derivadas de la carga de trabajo, tanto física como mental.

Accidente por trabajo es toda lesión corporal que el trabajador sufre con ocasión o por
consecuencia del trabajo que ejecuta por cuenta ajena.

Enfermedad profesional, es la contraída a consecuencia del trabajo ejecutado por cuenta


ajena en las actividades que se especifiquen en el cuadro que se apruebe por las
disposiciones de aplicación y desarrollo de la Ley, y que esté provocada por la acción de los
elementos o sustancias que en dicho cuadro se indiquen para cada enfermedad profesional.

B. Condiciones de trabajo :

Condición de trabajo, es cualquier característica del mismo que pueda tener una influencia
significativa en la generación de riesgos para la seguridad y la salud del trabajador. Aquí se
incluyen:

 Las características generales de los locales, instalaciones, equipos, productos y demás


recursos existentes en el centro de trabajo.

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 La naturaleza de los agentes físicos, químicos y biológicos presentes en el ambiente de


trabajo y sus correspondientes intensidades, concentraciones o niveles de persistencia.
 Los procedimientos para la utilización de los agentes citados anteriormente que influyan en
la generación de los riesgos mencionados.
 Todas aquellas otras características del trabajo, incluidas las relativas a su organización y
ordenación, que influyan en la magnitud de los riesgos a que esté expuesto al trabajador.

Las condiciones de trabajo poseen las siguientes características:


 Locales.
 Instalaciones.
 Equipos.
 Productos.
 Útiles.
 Agentes físicos.
 Agentes químicos.
 Agentes biológicos.
 Procesos.
 Organización.

C. Naturaleza y Objetivos de la Ergonomia :

Ergonomía significa literalmente el estudio o la medida del trabajo. En este contexto, el


término trabajo significa una actividad humana con un propósito; va más allá del concepto
más limitado del trabajo como una actividad para obtener un beneficio económico, al incluir
todas las actividades en las que el operador humano sistemáticamente persigue un objetivo.
Así, abarca los deportes y otras actividades del tiempo libre, las labores domésticas, como el
cuidado de los niños o las labores del hogar, la educación y la formación, los servicios
sociales y de salud, el control de los sistemas de ingeniería o la adaptación de los mismos,
como sucede, por ejemplo, con un pasajero en un vehículo.

El operador humano, que es el centro del estudio, puede ser un profesional cualificado que
maneje una máquina compleja en un entorno artificial, un cliente que haya comprado
casualmente un aparato nuevo para su uso personal, un niño dentro del aula o una persona
con una discapacidad, recluida a una silla de ruedas.

El ser humano es sumamente adaptable, pero su capacidad de adaptación no es infinita.


Existen intervalos de condiciones óptimas para cualquier actividad. Una de las labores de la
ergonomía consiste en definir cuáles son estos intervalos y explorar los efectos no deseados
que se producirán en caso de superar los límites; por ejemplo, qué sucede si una persona
desarrolla su trabajo en condiciones de calor, ruido o vibraciones excesivas, o si la carga
física o mental de trabajo es demasiado elevada o demasiado reducida.

La ergonomía examina no sólo la situación pasiva del ambiente, sino también las ventajas
para el operador humano y las aportaciones que éste/ésta pueda hacer si la situación de
trabajo está concebida para permitir y fomentar el mejor uso de sus habilidades. Las
habilidades humanas pueden caracterizarse no sólo en relación al operador humano
genético, sino también en relación a habilidades más específicas, necesarias en situaciones
determinadas, en las que resulta crucial un alto rendimiento.

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Por ejemplo, un fabricante de automóviles deberá tener en cuenta el tamaño y la fuerza física
de los posibles conductores de un determinado modelo para garantizar que los asientos sean
cómodos; que los controles se identifiquen con facilidad y estén accesibles; que la visibilidad,
tanto delantera como trasera, sea buena y que los indicadores interiores sean fáciles de leer.
También deberá considerar la facilidad para entrar y salir del coche.

En cambio, el diseñador de un coche de carreras considerará que el conductor tiene una


constitución atlética, por lo que la facilidad para entrar o salir del vehículo, por ejemplo, no
será tan importante e intentará ajustar todo el diseño del vehículo al tamaño y preferencias de
un conductor determinado, para asegurar que éste pueda desarrollar todo su potencial y
habilidad como conductor o conductora.

En cualquier situación, actividad o tarea, lo más importante es la persona o personas


implicadas. Se supone que la estructura, la ingeniería y otros aspectos tecnológicos están ahí
para servir al operador, y no al contrario

D. Carga mental frente a carga física :

El concepto de carga mental de trabajo (CMT) está adquiriendo cada vez más importancia ya
que las tecnologías modernas, semiautomáticas e informáticas pueden imponer mayores
exigencias en cuanto a las capacidades humanas mentales o de procesamiento de la
información, tanto en las tareas administrativas como de fabricación.

De este modo, especialmente en el campo de análisis del trabajo, evaluación de los requisitos
para un puesto determinado y diseño del puesto, el concepto de “carga mental de trabajo”, ha
adquirido incluso más importancia que el de la carga física de trabajo tradicional.

No existe una definición universal de carga mental de trabajo. La razón principal es que hay al
menos dos definiciones y enfoques que cuentan con una base teórica sólida:
1. la CMT se considera, en términos de las exigencias de la tarea, como una variable
independiente externa a la que los trabajadores tienen que enfrentarse de manera
más o menos eficaz, y
2. la CMT se define en términos de interacción entre las exigencias de la tarea y las
capacidades o recursos de la persona (Hancock y Chignell 1986; Welford 1986;
Wieland-Eckelmann 1992). Aunque surgen de contextos diferentes, ambos enfoques
son necesarios y ayudan a entender distintos problemas de forma bien
fundamentada.
El enfoque de la interacción exigencias-recursos se desarrolló dentro del contexto de las
teorías de adaptación o no adaptación entre personalidad y entorno, que tratan de explicar las
reacciones que distinguen a unos individuos de otros ante condiciones y exigencias idénticas
en el plano físico y psicosocial.

Así, este enfoque puede explicar las diferencias individuales en los patrones de reacciones
subjetivas ante determinadas exigencias y condiciones de carga, por ejemplo, en términos de
fatiga, monotonía, aversión afectiva, agotamiento o enfermedad (Gopher y Donchin 1986;
Hancock y Meshkati 1988).

El enfoque relacionado con las exigencias de la tarea se desarrolló en el seno de aquellas


ramas de la psicología laboral y la ergonomía que están más vinculados con el diseño de
tareas, especialmente en lo que respecta al diseño de tareas nuevas y futuras, aún

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desconocidas: el denominado diseño prospectivo de tareas. El concepto básico es el de


estrés-tensión. Los requisitos de la tarea constituyen el estrés y los trabajadores tratan de
adaptarse o de enfrentarse a las exigencias impuestas de la misma forma que lo harían con
otras formas de estrés (Hancock y Chignell 1986).

E. Riesgos laborales relacionados al ruido:

El ambiente de trabajo adecuado es uno de los más importantes aspectos que deben ser
estudiados por las empresas. Las acciones empresariales deben estar encaminadas a
mejorar el ambiente de trabajo y el desempeño de los trabajadores. Uno de los riesgos
ambientales que se observa como más predominante en el sector industrial es el ruido.

Se entiende por ruido a un agente físico contaminante; un sonido indeseable, es incómodo.


Es definido como sonido o grupo de sonidos de gran amplitud que puede ocasionar dolencias
o interferencia en el proceso de comunicación. En cuanto a la diferencia entre el sonido y el
ruido, se sabe que el primero puede ser cuantificado, en cuanto que el segundo es
considerado un fenómeno subjetivo.

De modo objetivo, es considerada toda señal acústica periódica, originada de la


superposición de varios movimientos de vibración con diferentes frecuencias, las cuales no
presentan relación entre sí; de modo subjetivo es considerado toda sensación de desagrado,
incomodidad y/o de intolerancia recurrente de una exposición sonora.

El ruido industrial existe en todas las industrias a consecuencia del funcionamiento de


máquinas de los más variados tipos, algunas máquinas principalmente las que están dotadas
de menos tecnología producen ruidos excesivos, más allá de lo tolerable.

Este tipo de ruido está en conflicto con las condiciones de vida humana y se contrapone al
aumento de la productividad del trabajo y a la calidad de salud del trabajador, o sea, si el
empleado es obligado a trabajar en ambientes ruidosos disminuye su productividad por
efectos psicofisiológicos, que van desde la simple irritación hasta la pérdida de la audición.

El asunto de la salud acústica se agrava cuanto mayor y más complejo sea el proceso
industrial, pues las exigencias acústicas se diversifican más.

Como el ser humano tiene una capacidad de adaptación a diversos ambientes, el desarrollo
de un estado de cansancio y fuga de energía puede ocurrir sin que la persona lo perciba,
terminando con sus límites de resistencia.

Pero el ruido actúa no sólo en el aspecto físico; sino que también ejerce influencia sobre el
aspecto intelectual, principalmente en la capacidad de atención, reduciendo el rendimiento del
trabajo del individuo, tanto intelectual como físico.

Se cree hasta el presente momento que un ruido de 80 dB no provoca sordera para la


mayoría de los individuos, siempre y cuando la duración de la exposición diaria no exceda las
16 horas. Entre tanto, un ruido de 92 dB (A) puede causar sordera profesional a lo largo del
tiempo, si la exposición del trabajador excede tres horas por dia.

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F. Riesgos laborales relacionados al polvo :

Entendemos por polvo la dispersión de partículas sólidas en el ambiente. Cuando estas


partículas son más largas que anchas, hablamos de fibras. La exposición a polvo en el lugar
de trabajo es un problema que afecta a muchos y muy diversos sectores (minería, fundición,
canteras, textil, panaderías, agricultura, etc.).

Tradicionalmente, las neumoconiosis (enfermedades por exposición a polvos) han sido


consideradas como profesionales. Hoy en día representan la quinta parte del total de
enfermedades profesionales reconocidas en España. Se producen muchos otros casos de
enfermedades respiratorias (asma, bronquitis crónica, enfisema pulmonar) en las que la
exposición laboral a polvo juega un papel importante y, sin embargo, se consideran
enfermedades comunes.

Según el tipo de partículas, los efectos sobre la salud pueden ser más o menos graves. No
obstante, no hay polvos inocuos; cualquier exposición a polvo supone un riesgo. En general,
el polvo provoca irritación de las vías respiratorias y, tras exposiciones repetidas, puede dar
lugar a bronquitis crónica.

Otros tipos de polvo provocan enfermedades específicas (amianto, sílice, plomo). Hay tipos
de polvo que, además, pueden ser explosivos en ambientes confinados (carbón, caucho,
aluminio). Para conocer el tipo de polvo, a veces, es suficiente con saber la composición del
material que lo origina. Otras veces, hay que recurrir al análisis químico de muestras de aire.

III. ASPECTOS OPERATIVOS DE LA ERGONOMÍA EN SALUD OCUPACIONAL.

Los Trastornos musculo esqueléticos-TME, de origen laboral son, según la Agencia Europea
para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, alteraciones que sufren estructuras corporales como
los músculos, articulaciones, tendones, ligamentos, nervios, huesos y el sistema circulatorio,
causadas o agravadas fundamentalmente por el trabajo y los efectos del entorno en el que éste
se desarrolla. Los TME afectan principalmente a la espalda (especialmente en la zona lumbar) y
al cuello, aunque también pueden afectar a los hombros, a las extremidades superiores y a las
extremidades inferiores.

En la actualidad los TME de origen laboral constituyen una de las principales causas de
enfermedad relacionadas con el trabajo. En Europa el 24% de los trabajadores afirma sufrir dolor
de espalda y el 22,8% se queja de dolores musculares. La repercusión de los problemas
músculo-esqueléticos no sólo afecta a la calidad de vida de los trabajadores (disminuyendo sus
ingresos debido a las bajas laborales, aumentando sus gastos en fármacos, precisando
consultas médicas, etc.), sino que además, suponen un importante coste social: prestaciones
económicas por incapacidad temporal o permanente, gastos hospitalarios, consultas médicas,
prestación farmacéutica, etc., y económico.

En Europa, en 1999, el coste anual de los TME oscilaba entre el 0,5% y el 2% del Producto
Interior Bruto (PIB) , manteniéndose actualmente dicho coste en el 1,6% del PIB [Agencia
Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo et al., 2008].

En algunos países de la Unión Europea el 40% de los costes económicos que tienen las
enfermedades y los accidentes de trabajo se deben a los TME. Como consecuencia, tanto las

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empresas que ven afectada su productividad, como organismos oficiales encargados de velar
por la salud y la seguridad de los trabajadores, prestan especial atención a este tipo de
dolencias.

La atención prestada por los organismos oficiales se refleja, entre otras iniciativas, en la continua
publicación de informes sobre los TME y en el desarrollo de campañas y políticas destinadas a
su prevención.

Algunos TME poseen síntomas bien definidos, como por ejemplo: la tendinitis de muñeca
(inflamación de los tendones de la muñeca), el síndrome del túnel carpiano (irritación del nervio
mediano responsable del cerrado del dedo índice y una mitad del dedo anular), la epicondilitis
(irritación del tendón en los músculos del antebrazo), o la hernia discal (desplazamiento de un
fragmento de un disco intervertebral que al comprimir el nervio adyacente es dolorosa). Sin
embargo, otros TME presentan síntomas y signos poco definidos, como por ejemplo, las mialgias
(dolor y deterioro funcional de los músculos).

A este tipo de dolencias músculo-esqueléticas se les denomina, TME de origen laboral no


específicos. Existen otras agrupaciones de trastornos de tipo músculo-esquelético que han dado
lugar a términos como LMR (Lesiones por Movimientos Repetitivos), TMOLCES que son TME de
origen laboral que afectan al cuello y las extremidades superiores, o DTAs (Dolencias
Traumáticas Acumulativas), que son lesiones provocadas por esfuerzos o movimientos
continuados que afectan a las partes blandas de las articulaciones .

Existen numerosos factores de riesgo que pueden ser causa de TME, la Agencia Europea para
la Seguridad y la Salud en el Trabajo, los agrupa en factores físicos y biomecánicos, factores
organizativos y psicosociales, y factores individuales y personales.

Entre los factores físicos y biomecánicos se encuentran: la manipulación manual de cargas


(levantamientos, transportes, empujes), la aplicación de fuerzas, la realización de movimientos
repetitivos, la adopción de posturas, el mantenimiento de posturas estáticas, las vibraciones y
los entornos fríos. Entre los factores de riesgo organizativos y psicosociales se encuentran: los
trabajos con alta exigencia psicológica, la falta de control sobre las tareas, la escasa autonomía,
el bajo nivel de satisfacción de los trabajadores], los trabajos monótonos y repetitivos y el escaso
soporte social.

Para finalizar, existen factores de riesgo individuales, o asociados a las características propias
del trabajador, también asociados con los TME, como: su historial médico, la edad, el género, la
obesidad o el tabaquismo.

Algunos estudios destinados a identificar y cuantificar factores de riesgo asociados con los TME
han dado lugar a métodos de evaluación ergonómica, actualmente utilizados por los ergónomos
como herramientas para el rediseño de puestos de trabajo que prevengan los TME.

Destacan los estudios sobre la manipulación manual de cargas de, sobre el mantenimiento de
posturas forzadas de y sobre los movimientos repetitivos. Según afirma la Agencia Europea para
la Seguridad y la Salud en el Trabajo, muchos TME pueden prevenirse mediante intervenciones
ergonómicas que modifiquen el trabajo y los lugares de trabajo a partir de la evaluación de los
factores de riesgos. Sin embargo, para que la adaptación de los puestos y de las condiciones de
trabajo resulte efectiva, será básico conocer qué riesgos influyen realmente en el desarrollo de
los diferentes TME, objetivo éste de un gran número de investigaciones.

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Magnitud del problema de los TME en el marco socio-económico actual

En la actualidad los TME relacionados con el trabajo son considerados el problema de salud más
común en Europa según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo.

Según la IV Encuesta Europea sobre Condiciones de Trabajo - Eurofound, el 24,7% de los


trabajadores de la Unión Europea afirman sufrir dolor de espalda y el 22,8% se queja de dolores
musculares. En los nuevos estados miembros (Rumania y Bulgaria) estos porcentajes son aún
mayores, con un 39 % y un 36 %.

Fuente : Eurofound

Clasificación de los TME :

Son muchas y diversas las dolencias que se engloban dentro de los TME. La primera
clasificación considera el elemento dañado, mientras que la segunda propuesta agrupa las
lesiones músculo-esqueléticas según la zona del cuerpo donde se localizan.

Atendiendo al elemento dañado las patologías músculo-esqueléticas se dividen en:


 Patologías articulares: afectan a las articulaciones (mano, muñeca, codo, rodilla…),
generalmente son consecuencia del mantenimiento de posturas forzadas, aunque influye
también la excesiva utilización de la articulación. Los síntomas iniciales y a la vez más
comunes son las artralgias o dolores de las articulaciones. Entre las patologías que
pertenecen a este grupo de TME se encuentran la artrosis y la artritis.
 Patologías periarticulares: son conocidas como reumatismos de partes blandas.
Pertenecen a este grupo de patologías las lesiones del tendón, la tenosinovitis, las
lesiones de los ligamentos, la bursitis, el ganglio, las mialgias, las contracturas y el
desgarro muscular.
 Patologías óseas: lesiones que afectan a los huesos.

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Si en lugar del tipo de elemento dañado (articulación, partes blandas o huesos) se considera la
zona del cuerpo donde se localiza la dolencia músculo-esquelética, se obtiene la siguiente
agrupación: miembros superiores, zona del cuello y hombros; mano y muñeca; brazo y codo;
columna y miembros inferiores.

Principales lesiones músculo-esqueléticas y su localización :

Existe gran variedad de lesiones músculo-esqueléticas, algunas bien definidas como por ejemplo
el síndrome del túnel carpiano, y otras denominas no específicas, cuyas causas y fuentes de
dolor son desconocidas [Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, 00a].

En el presente punto se incluye la definición, según [González-Maestre, 08], de algunas de las


lesiones músculo-esqueléticas más frecuentes entre los trabajadores.

 TME en el cuello y hombros


o Síndrome de tensión cervical: provoca rigidez en el cuello y molestias en el trabajo y en
reposo.
o Síndrome cervical: proceso degenerativo de la columna que implica un estrechamiento del
disco, causando daños en las vértebras cervicales y en los discos intervertebrales.
Además, produce la irritación de las terminaciones nerviosas.
o Torticolis: estado de dolor agudo y rigidez del cuello que puede ser provocado por un giro
brusco del cuello. Mantiene al cuello inclinado e impide el giro de la cabeza.Hombro
congelado: incapacidad de la articulación del hombro, causada por inflamación o herida,
que se caracteriza por una limitación de la abducción y rotación del brazo. La causa
principal es el desgaste de la cápsula de los ligamentos debido a una inmovilización
prolongada del hombro.

 TME en los brazos y el codo


o Epicondilitis o codo de tenista: es una inflamación del periostio y los tendones en las
proyecciones del hueso (condilo) del brazo, en la parte posterior del codo.
o Epitrocleitis o codo de golfista: es la inflamación de los tendones que flexionan y pronan la
mano en su origen, a nivel del relieve que existe en la cara interna del codo llamado
epitróclea.
o Síndrome del pronador redondo: aparece cuando se comprime el nervio mediano en su
paso a través de los dos vientres musculares del pronador redondo del antebrazo.
o Síndrome del túnel radial: aparece al atraparse periféricamente el nervio radial, originando
por movimientos rotatorios repetidos del brazo.
o Tenosinovitis del extensor: originados por movimientos rotatorios repetidos del brazo.
o Bursitis del codo: se produce generalmente en el trabajo de oficinista cuando se apoyan
mucho los codos.

 TME en la mano y la muñeca


o Síndrome de DeQuervain: es un caso especial de tenosinovitis que aparece en los
tendones abductor corto y extensor largo del pulgar, que comparten una vaina común. Los
síntomas son dolor localizado en el dorso de la muñeca junto a la base del pulgar, el dolor
aumenta cuando tratamos de guardar el pulgar bajo el resto de dedos flexionados, es
decir, de cerrar el puño.
o Síndrome del túnel carpiano: se produce por la compresión del nervio mediano a su paso
por el túnel del carpo [Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo]. El túnel
carpiano es un canal o espacio situado en la muñeca por el cual pasan los tendones

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flexores de los dedos y el nervio mediano [Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el


Trabajo]
o Síndrome del canal de Guyon: se produce al comprimirse el nervio cubital cuando pasa a
través del túnel de Guyon en la mano.
o Dedo en maza (martillo o garra): estado en el cual el primer hueso o falange de un dedo
de la mano está flexionado hacia la palma, impidiendo su alineamiento con el resto de
dedos. Está provocado por el desgarramiento del primer tendón del dedo a causa de un
movimiento excesivamente violento de la articulación. Se asocia a trabajos donde las
manos soportan fuertes golpes.
o Contractura de Dupuytren: afección de las manos en la que los dedos están flexionados
permanentemente en forma de garra. Los tendones de los dedos se adhieren a la capa
fibrosa, la cual, con su posterior contracción, provoca el estiramiento de los tendones y la
flexión y encurvamiento de los dedos.
o Síndrome del escribiente: trastorno neurológico que produce temblor y movimientos
incontrolados que pueden alterar las funciones de la mano que requieren alta precisión y
control, notándose especialmente en la escritura.

 TME en la columna vertebral


o Hernia discal: desplazamiento del disco intervertebral, total o en parte, fuera del límite
natural o espacio entre ambos cuerpos vertebrales.

Hernia discal

o Fractura vertebral: arrancamientos por fatiga de las apófisis espinosas.


o Dorsalgia: puede localizarse a nivel de cualquier segmento dorsal. Se manifiesta por dolor
que a veces se irradia en sentido anterior, con manifestaciones que simulan patologías
torácicas orgánicas.
o Lumbalgia aguda: se caracterizan por dolor más o menos intenso en las regiones
lumbares o lumbosacras, que a veces irradia hacia la nalga y la cara posterior del muslo
por uno o por ambos lados. Se presentan de forma aguda generalmente debido a un
sobreesfuerzo.
o Lumbalgia crónica: hay casos en los que el dolor en la zona lumbar aparece
gradualmente, no alcanza el grado e intensidad de la forma aguda, pero persiste
prácticamente de forma continua.
o Lumbago agudo: dolor originado por la distensión del ligamento común posterior a nivel
lumbar. Existe dolor en toda la zona lumbar con impotencia funcional dolorosa y
contractura antiálgica.

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o Lumbo-ciatalgias: la hernia de disco se produce entre la cuarta y la quinta vértebra lumbar


o bien entre la quinta y el sacro. El dolor está causado por una presión en el nervio ciático
Se inicia en la región lumbosacra y se irradia a lo largo de la cara posterior o externa del
muslo y de la pantorrilla hasta el pie y los dedos.
o Cifosis: curvatura anormal con prominencia dorsal de la columna vertebral.

 TME en los miembros inferiores


o Rodilla de fregona: lesión de uno o ambos discos del cartílago del menisco de las rodillas.
o Tendinitis del tendón de Aquiles: la carga excesiva del tendón puede producir
inflamaciones y procesos degenerativos del tendón y de los tejidos circundantes.

TME considerados enfermedades profesionales:


Un importante indicador de la importancia de los TME en el entorno laboral es el gran número de
lesiones músculo-esqueléticas incluidas en la lista de enfermedades profesionales aprobada en
España. Dicha lista trata de recoger los resultados de las investigaciones científicas sobre
enfermedades relacionadas con el trabajo alcanzados desde 1978.

Tabla 1: Listado de enfermedades profesionales

Enfermedades profesionales causadas por agentes físicos con la relación de las


principales actividades capaces de producirlas.
Enfermedades osteoarticulares o angioneuróticas provocadas por las vibraciones
mecánicas:
Afectación vascular.
Afectación osteoartícular.
Trabajos en los que se produzcan: vibraciones transmitidas a la mano y al brazo por
gran número de máquinas o por objetos mantenidos sobre una superficie vibrante
(gama de frecuencia de 25 a 250 Hz), como son aquellos en los que se manejan
maquinarias que transmitan vibraciones, como martillos neumáticos, punzones,
taladros, taladros a percusión, perforadoras, pulidoras, esmeriles, sierras mecánicas,
desbrozadoras.
Utilización de remachadoras y pistolas de sellado.
Trabajos que exponen al apoyo del talón de la mano de forma reiterativa, percutiendo
sobre un plano fijo y rígido así como los choques transmitidos a la eminencia hipotenar
por una herramienta percutante.

Tabla 2: Continuación del Listado de enfermedades profesionales

Enfermedades profesionales causadas por agentes físicos con la relación de las


principales actividades capaces de producirlas.
Enfermedades provocadas por posturas forzadas y movimientos repetitivos en
el trabajo; enfermedades de las bolsas serosas debida a la presión, celulitis
subcutáneas:
Bursitis crónica de las sinoviales ó de los tejidos subcutáneos de las zonas de
apoyo de las rodillas.
Trabajos que requieran habitualmente de una posición de rodillas mantenidas como
son trabajos en minas, en la construcción, servicio doméstico, colocadores de parquet
y baldosas, jardineros, talladores y pulidores de piedras, trabajadores agrícolas y
similares.
Bursitis glútea, retrocalcánea, y de la apófisis espinosa de C7 y

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subacromiodeltoideas.
Trabajos en la minería y aquellos que requieran presión mantenida en las zonas
anatómicas referidas.
Bursitis de la fascia anterior del muslo.
Zapateros y trabajos que requieran presión mantenida en cara anterior del muslo.
Bursitis maleolar externa.
Sastrería y trabajos que requieran presión mantenida en región maleolar externa.
Bursitis preesternal.
Carpintero y trabajos que requieran presión mantenida en región preesternal.
Higroma crónico del codo.
Trabajos que requieren de un apoyo prolongado sobre la cara posterior del codo.
Enfermedades provocadas por posturas forzadas y movimientos repetitivos en
el trabajo; enfermedades por fatiga e inflamación de la vainas tendinosas, de
tejidos peritendinosos e inserciones musculares y tendinosas:
Hombro: patología tendidosa crónica de maguito de los rotadores.
Trabajos que se realicen con los codos en posición elevada o que tensen los
tendones o bolsa subacromial, asociándose a acciones de levantar y alcanzar; uso
continuado del brazo en abducción o flexión, como son pintores, escayolistas,
montadores de estructuras.
Codo y antebrazo: epicondilitís y epitrocleitís.
Trabajos que requieran movimientos de impacto o sacudidas, supinación o pronación
repetidas del brazo contra resistencia, así como movimientos de flexoextensión
forzada de la muñeca, como pueden ser: carniceros, pescaderos, curtidores,
deportistas, mecánicos, chapistas, caldereros, albañiles.
Muñeca y mano: tendínitís[13] del abductor largo y extensor corto del pulgar (T.
De Quervain), tenosinovitis estenosante digital (dedo en resorte), tenosinovitis
del extensor largo del primer dedo.
Trabajos que exijan aprehensión fuerte con giros o desviaciones cubitales y radiales
repetidas de la mano así como movimientos repetidos o mantenidos de extensión de
la muñeca.

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Tabla 3: Continuación del Listado de enfermedades profesionales

Enfermedades profesionales causadas por agentes físicos con la relación de las


principales actividades capaces de producirlas.
Enfermedades provocadas por posturas forzadas y movimientos repetitivos en el
trabajo:
Arrancamiento por fatiga de las apófisis espinosas.
Trabajos de apaleo o de manipulación de cargas pesadas.
Enfermedades provocadas por posturas forzadas y movimientos repetitivos en el
trabajo: parálisis de los nervios debidos a la presión:
Síndrome del canal epitrocleo-olecraníano por compresión del nervio cubital en el
codo.
Trabajos en los que se produzca un apoyo prolongado y repetido de forma directa o
indirecta sobre las correderas anatómicas que provocan lesiones nerviosas por
compresión. Movimientos extremos de hiperflexión y de hiperextensión. Trabajos que
requieran apoyo prolongado en el codo.
Síndrome del túnel carpíano por compresión del nervio mediano en la muñeca.
Trabajos en los que se produzca un apoyo prolongado y repetido de forma directa o
indirecta sobre las correderas anatómicas que provocan lesiones nerviosas por
compresión. Movimientos extremos de hiperflexión y de hiperextensión. Trabajos que
requieran movimientos repetidos o mantenidos de hiperextensión e hiperflexión de la
muñeca, de aprehensión de la mano como lavanderos, cortadores de tejidos y material
plástico y similares, trabajos de montaje (electrónica, mecánica), industria textil,
mataderos (carniceros, matarifes), hostelería (camareros, cocineros), soldadores,
carpinteros, pulidores, pintores.
Síndrome del canal de Guyon por compresión del nervio cubital en la muñeca.
Trabajos en los que se produzca un apoyo prolongado y repetido de forma directa o
indirecta sobre las correderas anatómicas que provocan lesiones nerviosas por
compresión. Movimientos extremos de hiperflexión y de hiperextensión. Trabajos que
entrañen compresión prolongada en la muñeca o de una presión mantenida o repetida
sobre el talón de la mano, como ordeño de vacas, grabado, talla y pulido de vidrio,
burilado, trabajo de zapatería, leñadores, herreros, peleteros, lanzadores de martillo,
disco y jabalina.
Síndrome de compresión del ciático popliteo externo por compresión del mismo a
nivel del cuello del peroné.
Trabajos en los que se produzca un apoyo prolongado y repetido de forma directa o
indirecta sobre las correderas anatómicas que provocan lesiones nerviosas por
compresión. Movimientos extremos de hiperflexión y de hiperextensión. Trabajos que
requieran posición prolongada en cuclillas, como empedradores, soladores, colocadores
de parqué, jardineros y similares.
Parálisis de los nervios del serrato mayor, angular, romboides, circunflejo.
Trabajos en los que se produzca un apoyo prolongado y repetido de forma directa o
indirecta sobre las correderas anatómicas que provocan lesiones nerviosas por
compresión. Movimientos extremos de hiperflexión y de hiperextensión. Trabajos que
requieran carga repetida sobre la espalda de objetos pesados y rígidos, como mozos de
mudanzas, empleados de carga y descarga y similares.
Parálisis del nervio radial por compresión del mismo.
Trabajos en los que se produzca un apoyo prolongado y repetido de forma directa o
indirecta sobre las correderas anatómicas que provocan lesiones nerviosas por
compresión. Movimientos extremos de hiperflexión y de hiperextensión. Trabajos que
entrañen contracción repetida del músculo supinador largo, como conductores de
automóviles, presión crónica por uso de tijera.
Enfermedades provocadas por posturas forzadas y movimientos repetitivos en el

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trabajo:
Lesiones del menisco por mecanismos de arrancamiento y compresión
asociadas, dando lugar a fisuras o roturas completas.
Trabajos que requieran posturas en hiperflexión de la rodilla en posición mantenida en
cuclillas de manera prolongada como son: Trabajos en minas subterráneas,
electricistas, soladores, instaladores de suelos de madera, fontaneros.

Factores de riesgo relacionados con los TME


Los TME pueden originarse a partir de múltiples factores subraya la dificultad que dicha
circunstancia supone para los ergónomos a la hora de aislar los factores de riesgo que contribuyen
a los TME.

La Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, identifica los siguientes factores
de riesgo relacionados con los TME :

Factores físicos:
Aplicación de fuerza, como por ejemplo, el levantamiento, el transporte, la tracción, el empuje y
el uso de herramientas.
Movimientos repetitivos.
Posturas forzadas y estáticas, como ocurre cuando se mantienen las manos por encima del
nivel de los hombros o se permanece de forma prolongada en posición de pie o sentado.
Presión directa sobre herramientas y superficies.
Vibraciones.
Entornos fríos o excesivamente calurosos.
Iluminación insuficiente que, entre otras cosas, puede causar un accidente.
Niveles de ruido elevados que pueden causar tensiones en el cuerpo.
Factores organizativos y psicosociales:
Trabajo con un alto nivel de exigencia, falta de control sobre las tareas efectuadas y escasa
autonomía.
Bajo nivel de satisfacción en el trabajo.
Trabajo repetitivo y monótono a un ritmo elevado.
Falta de apoyo por parte de los compañeros, supervisores y directivos.
Factores individuales:
Historial médico.
Capacidad física.
Edad.
Obesidad.
Tabaquismo.
Fuente : Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo

En un estudio basado en el juicio de expertos europeos sobre los riesgos emergentes asociados a
los TME (European Agency for Safety and Health at Work), la mayoría de las opiniones
coincidieron en destacar la falta de actividad física como el riesgo más emergente. Las razones
esgrimidas, fueron el creciente trabajo frente a pantallas de visualización de datos, así como el
incremento del tiempo que los trabajadores permanecen sentados debido a la automatización de
los sistemas. Los riesgos multifactoriales (causados por una combinación de factores) fueron
identificados como importantes cara al futuro.

De hecho, el siguiente riesgo emergente señalado fue la combinación de los factores de


exposición a riesgos músculo-esqueléticos y los factores de riesgo psicosociales. Es más, los
expertos indicaron que factores como la inseguridad laboral y el temor al futuro, causados por un
mercado laboral inestable, acentúan el efecto de los factores de riesgo físicos derivados, por
ejemplo, de diseños de puestos ergonómicamente inadecuados. El mantenimiento de posturas

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estáticas y los movimientos repetitivos, si bien el consenso fue menor, fueron los siguientes
riesgos señalados.

Factores de riesgo asociados a las distintas partes del cuerpo

El detallado informe realizado por Bernard y publicado por el Instituto Nacional de Salud y
Seguridad Ocupacional de Estado Unidos, contiene una amplia recopilación de estudios
epidemiológicos centrados en el análisis de factores de riesgo asociados con los TME. El informe
determina el grado de evidencia científica sobre el desarrollo de TME en distintas partes del
cuerpo (cuello, cuello/hombros, hombros, codo, mano/muñeca y espalda), y la exposición a
determinados factores de riesgo como los movimientos repetitivos, la aplicación de fuerzas, las
posturas forzadas, las vibraciones o la combinación de varios de dichos factores.

 Factores de riesgo relacionados con TME en el cuello y cuello-hombros


Existe una fuerte relación entre los TME en el cuello y en la zona del cuello-hombros y la
adopción de posturas forzadas o estáticas. También resulta evidente la relación causal entre
altos niveles de repetitividad en el trabajo (ciclos de trabajo de menos de 30 segundos) y los
TME en el cuello y en el cuello-hombros.

La aplicación de fuerza también parece influir significativamente en el desarrollo de dolencias


músculo-esqueléticas en el cuello (por ejemplo puede provocar mialgia de trapecio) y en el
cuello-hombros. Ohlsson en su estudio sobre los desórdenes del cuello y de las extremidades
superiores de las mujeres en la industria del procesado de pescado, afirma que el elevado
tiempo dedicado a tareas con una alta repetitividad está claramente asociado con desórdenes
músculo-esqueléticos en el cuello y en los hombros.

Hansson et al., analiza el impacto de la exposición física en los desórdenes músculo-


esqueléticos en el cuello y en las extremidades superiores en las mujeres dedicadas a trabajos
repetitivos, y observa una mayor prevalencia de los TME en el cuello, hombro y muñeca/mano
en las mujeres dedicadas a este tipo de trabajos que en el resto. Además se observa que la
elevada frecuencia de la repetitividad se asocia con una alta prevalencia de los desórdenes
músculo-esqueléticos (56%), en comparación con frecuencias bajas (26%).

Devereux et al., resume las causas de los TME en el cuello en: el levantamiento de 6 a 15 Kg.
más de 10 veces por hora o levantamientos de hasta 16 Kg., en total, siempre o a menudo con
la espalda en posiciones forzadas, trabajar con la cabeza/cuello doblada o torcida
excesivamente, trabajar con herramientas o máquinas que produzcan vibraciones, permanecer
sentado utilizando un ordenador durante más de la mitad del tiempo de trabajo y estar sentado
durante 30 minutos o más sin un descanso mientras se realiza el trabajo.

Hartman et al., en su análisis sobre los factores de riesgo físicos en la agricultura holandesa y
su relación con las bajas por enfermedad debida a TME, concluye que las dolencias lumbares
están relacionadas con las vibraciones en todo el cuerpo y la torsión del tronco, mientras que la
repetitividad o las posturas estáticas están relacionadas con la lesiones en la el cuello, hombros
y extremidades superiores.
Por otra parte, los estudios sobre la relación entre las vibraciones y los TME en el cuello o
cuello-hombros, no proporcionan información suficiente que evidencie dicha relación.

Tabla 6: Grado de evidencia de la relación entre los TME en el cuello y la zona del cuello-
hombros y los factores de riesgo: repetición, fuerza, postura y vibración (adaptado de Bernard,
97).

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Fuerte Evidencia
Factor de riesgo Evidencia
evidencia insuficiente
Repetición (trabajo cíclico que
conllevan movimientos
repetitivos del cuello o
movimientos repetidos de los
brazos y hombros que
generan carga en el cuello)
Fuerza (trabajos que implican
aplicación de fuerza)
Posturas (trabajos que
implican adoptar posturas
forzadas o estáticas)
Vibración (trabajos que
exponen al trabajador a
vibraciones)

 Factores de riesgo relacionados con TME en los hombros


Las dolencias músculo-esqueléticas localizadas en los hombros se asocian a la adopción de
posturas forzadas y estáticas. Dicha relación es mayor cuando se combinan estas posturas con
factores físicos como, por ejemplo, el manejo de herramientas sobre la cabeza. Así, por
ejemplo, existen numerosos estudios que relacionan la adopción de posturas forzadas con la
tendinitis de hombro.

Otros estudios relacionan las posturas forzadas con la existencias de dolencias músculo-
esqueléticas de los hombros no específicas o con desordenes combinados en cuello y
hombros. También existen estudios que asocian las posturas estáticas a los TME en los
hombros.

Otro factor asociado a los TME en los hombros es la repetición de movimientos que impliquen a
las articulaciones de los hombros. Los estudios realizados por Ohlsson et al., relacionan la
repetición de movimientos con la tendinitis de hombro, si bien los resultados obtenidos se
atribuyeron a la combinación de los movimientos repetitivos y las posturas forzadas. Otros
estudios asocian la repetición con dolencias músculo-esqueléticas de los hombros no
específicas o bien combinadas con dolencias localizadas en el cuello.

Devereux et al., señala como posibles factores de riesgo físicos para los hombros: trabajar con
la cabeza/cuello doblados o torcidos excesivamente; levantar entre 6 y 15 Kg. durante más de
10 veces por hora, o levantar 16 Kg., en total, siempre o con frecuencia con la espalda en
posiciones forzadas; realizar movimientos de giro repetitivos; movimientos repetitivos de los
brazos; estar sentado durante 30 minutos o más sin descanso.

Bernard, señala falta de evidencia epidemiológica respecto a la influencia de la aplicación de


fuerza o de exposición a vibraciones y los TME en los hombros. Sin embargo, sí relaciona la
aplicación de fuerza con dolencias en la zona de cuello-hombros.

Tabla 7: Grado de evidencia de la relación entre los TME en los hombros y los factores de
riesgo: repetición, fuerza, postura y vibración (adaptado de Bernard).

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Fuerte Evidencia
Factor de riesgo Evidencia
evidencia insuficiente
Repetición (trabajos que implican
flexión cíclica, extensión, abducción
o rotación de las articulaciones de
los hombros)
Fuerza (trabajos que implican
aplicación de fuerza)
Posturas (trabajos que implican
adoptar posturas forzadas o
estáticas)
Vibración (trabajos que exponen al
trabajador a vibraciones)

 Factores de riesgo relacionados con TME en el codo


Existe evidencia de la influencia de la exposición a la combinación de riesgos (por ejemplo, de
fuerza y repetición, o de fuerza y postura) y la epicondilitis o codo de tenista, especialmente si
los niveles de riesgo de los factores son altos. Sin embargo, sostiene que no existen evidencias
suficientes para afirmar que sólo la realización de movimientos repetitivos o la adopción de
posturas forzadas o estáticas puedan ser causa del desarrollo de epicondilitis.

Estudios posteriores también ponen de manifiesto la inconsistencia de la relación entre la


realización de movimientos repetitivos de los brazos (sin aplicación de fuerzas) y la
epicondilitis. Por otra parte, la aplicación de fuerza, por si sola, si es considerada por diversos
estudios como posible causa de dicha dolencia. El reciente estudio realizado en Shir et al.,
sobre la prevalencia de la epicondilitis y sus determinantes, también concluye que la interacción
entre la aplicación de fuerza y la repetitividad de movimientos está estrechamente relacionada
con dicha dolencia.

Devereux et al., identifica como factores de riesgo físicos relacionados con los TME en el codo
y el antebrazo: las vibraciones de herramientas o máquinas que provocan vibraciones en la
mano, movimientos repetitivos del brazo, y realizar el trabajo en una posición desviada o
doblada de la muñeca.
Tabla 8: Grado de evidencia de la relación entre los TME en el codo (epicondilitis) y los
factores de riesgo: repetición, fuerza, postura y combinación de factores (adaptado de
Bernard.

Fuerte Evidencia
Factor de riesgo Evidencia
evidencia insuficiente
Repetición (trabajo cíclico que
conllevan movimientos repetitivos
de los brazos)
Fuerza (trabajos que implican
aplicación de fuerza)
Posturas (trabajos que implican
adoptar posturas forzadas o
estáticas)
Combinación (combinación de
varios factores como fuerza-
repetición, o fuerza-postura)

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 Factores de riesgo relacionados con TME en la mano y la muñeca


Respecto al síndrome del túnel carpiano (STC) existe evidencia de su asociación con la
realización de movimientos repetitivos. También existe relación entre la aplicación de fuerza y
el STC.

En el estudio realizado por Roquelaure et al., factores como la aplicación de fuerza (superior a
1 Kg.) en operaciones elementales cortas (10 s.), la falta de cambio en las tareas o la escasez
de pausas (menos de 15% del tiempo diario de trabajo), así como la falta de rotación entre
trabajos, fueron asociados con la aparición de STC.

Por otro lado, ninguna postura fue asociada a dicha dolencia.

Según sostiene Bernard, no existen suficiente información epidemiológica para concluir la


relación del STC y la adopción de posturas forzadas, por si solas.

La falta de estudios epidemiológicos que analicen de forma aislada el factor de riesgo “postura
forzada” en relación al STC, puede deberse a la variabilidad de las posturas adoptadas según
el trabajador y el puesto, que se traduce en dificultad a la hora de estandarizarlas, o a que
normalmente se analiza en combinación con otros factores de riesgo, como la aplicación de
fuerza.

En el estudio realizado por Chaffin, se observó que los trabajadores diagnosticados con el STC
habían adoptado posturas con la muñeca desviada con mayor frecuencia que los demás
trabajadores, sin embargo, no fue posible saber si la desviación se producía en respuesta a
síntomas del STC o por el contrario la adopción de dichas posturas ocasionaron las lesiones.

La combinación de factores de riesgo como la aplicación de fuerza y la repetición de


movimientos o la adopción de determinadas posturas, sí parece estar estrechamente
relacionada con el STC.

El estudio realizado por Tanaka et al., concluye la relación entre el STC y la adopción de
posiciones de la mano doblada o, retorcida y la aplicación de fuerza (en este caso la postura
forzada si aparece como factor de riesgo, pero no de forma aislada).

La información epidemiológica recopilada por Bernard, indica que los ratios más altos de STC
se producen en ocupaciones que requieren de un intenso esfuerzo manual, como por ejemplo:
el empaquetado de carne, el procesado de carne de ave o el ensamblado de automóviles.

Por último, parece clara la asociación entre la exposición del trabajador a vibraciones y el
desarrollo del STC.

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Tabla 9: Grado de evidencia de la relación del STC y los factores de riesgo: repetición, fuerza,
postura, vibraciones y combinación de factores (adaptado de Bernard).

Evidencia
Factor de riesgo Fuerte evidencia Evidencia
insuficiente
Repetición (trabajo cíclico que
conllevan movimientos
repetitivos de la mano/muñeca)
Fuerza (trabajos que implican
aplicación de fuerza)
Posturas (trabajos que implican
adoptar posturas forzadas de la
mano/muñeca)
Combinación (combinación de
varios factores como fuerza-
repetición, o fuerza-postura)
Vibraciones (mano de
herramientas que provocan
vibraciones en la mano/muñeca)

La tendinitis en la mano o muñeca está relacionada con la realización de movimientos


repetitivos, con la aplicación de fuerza, así como con la adopción de posturas forzadas, tanto si
dichos factores aparecen de forma aislada como combinada. Dicha posible combinación de
factores aumenta el riesgo de desarrollar tendinitis en la mano o muñeca.

Tabla 10: Grado de evidencia de la relación de la tendinitis y los factores de riesgo: repetición,
fuerza, postura y combinación de factores.
Fuerte Evidencia
Factor de riesgo Evidencia
evidencia insuficiente
Repetición (trabajo cíclico que
conllevan movimientos repetitivos de
la mano/muñeca)
Fuerza (trabajos que implican
aplicación de fuerza)
Posturas (trabajos que implican
adoptar posturas forzadas de la
mano/muñeca)
Combinación (combinación de varios
factores como fuerza-repetición, o
fuerza-postura)

Finalmente, el síndrome de la vibración mano-brazo está relacionado con la utilización de


herramientas que trasmiten vibraciones a la mano-brazo del trabajador.

En el estudio realizado por Bovenzi et al., sobre trabajadores dedicados a la silvicultura se


observa que la utilización de sierras con sistemas antivibración contribuye a reducir el
número de lesiones músculo-esqueléticas en los trabajadores.

En la investigación realizada por Burdorf et al., sobre las consecuencias de las vibraciones
en las articulaciones y huesos de las manos de trabajadores encargados del remachado
de aviones, se concluyó la relación entre las vibraciones provocadas por la remachadora y
la presencia de entumecimiento de los dedos, y la rigidez del codo y/o de los brazos.

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Además se encontró una relación significativa entre la duración de la exposición a la


vibración y dichas dolencias. Puesto que según el estudio de Burdorf et al., el efecto de las
vibraciones es función del tiempo de exposición, es posible afirmar que un plan de
rotaciones que permitiera al trabajador alternar trabajos con implicación de vibraciones con
otros sin exposición a dicho factor de riesgo, favorecería la prevención de los TME
causados por las vibraciones al reducirse el tiempo total de exposición.

Por último, Devereux et al., identifica los siguientes factores de riesgo físicos asociados
con los TME en la mano y la muñeca: las vibraciones de herramientas y máquinas que
hacen vibrar la mano, los movimientos de torsión durante la mayor parte del día, los
movimientos repetitivos del brazo, utilizar un teclado más de 4 horas diarias, y realizar el
trabajo en una posición desviada o doblada de la muñeca.

 Factores de riesgo relacionados con TME en la espalda


Los factores de riesgo más estudiados por la literatura en relación a los TME que afectan a la
espalda son: el trabajo físico pesado, los levantamientos de carga, los movimientos enérgicos,
las posturas forzadas (espalda doblada o retorcida), la exposición a vibraciones en todo el
cuerpo y las posturas estáticas.

Se considera trabajo físico pesado aquel que exige al trabajador un gran consumo de energía.
Desde el punto de vista biomecánico el trabajo físico pesado es aquel que provoca grandes
fuerzas de compresión en la espina dorsal, como por ejemplo, la manipulación manual de
cargas (levantamientos, empujes, trasportes, arrastres).

Existe evidencia sobre la relación entre los TME en la espalda, sobre todo en la parte lumbar, y
la realización de trabajo físico pesado o la adopción de posturas forzadas.

Numerosos estudios han analizado los efectos de los levantamientos de carga sobre los
trabajadores y han obtenido resultados que confirman la estrecha relación entre dicho factor de
riesgo y las lesiones músculo-esqueléticas de espalda.

Además, algunos de dichos estudios han dado lugar a métodos orientados hacia su evaluación
y prevención. Hangai et al., afirma que la degeneración de los discos intervertebrales lumbares
está directamente relacionada con las ocupaciones que conllevan levantamientos de cargas.

En la investigación realizada por Xiao et al., se observa que los dolores lumbares prevalecen
en los trabajadores que realizan trabajos de manipulación manual de cargas (63.8%) frente a
los que no manejan cargas (37.3%). Además, el mismo estudio, confirma que la repetitividad de
los levantamientos tiene un efecto nocivo significativo sobre el dolor lumbar, si bien por lo
general dicho factor de riesgo se asocia principalmente a TME en las extremidades superiores
y son escasos los estudios que la relacionan con los TME de espalda. Por ejemplo, Bernard, no
incluye la repetitividad como factor de riesgo independiente en relación a los TME en la
espalda.

Wang et al., en su estudio sobre los riesgos asociados con el trabajo de confección de prendas
con máquinas de coser, también observa que el trabajo monótono y repetitivo está
especialmente relacionado con el dolor de espalda y de caderas. Pese a la escasez de
estudios que relacionan el dolor de espalda y la repetitividad, cabe señalar que muchos de los
estudios que han dado lugar a métodos para la evaluación ergonómica de puestos de trabajo
que conllevan levantamientos de carga, sí han incluido la frecuencia de los levantamientos

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como factor de riesgo, y ello se refleja en la disminución del peso máximo recomendado a
medida que aumenta la frecuencia de los levantamientos.

En el estudio realizado por Punnett et al.,sobre la relación entre el dolor de espalda y los
riesgos a los que se exponían los trabajadores en una planta de ensamblado de automóviles,
se observó que el tiempo que los trabajadores pasaban en posiciones forzadas (con el tronco
muy flexionado o doblado) estaba directamente relacionado con el desarrollo de lesiones de
espalda. Sin embargo, no fue posible determinar cuáles de las posturas forzadas observadas
contribuían más al riesgo, debido a que todas estaban altamente correlacionadas. El mismo
estudio también concluyó la relación entre el levantamiento de cargas y los TME en la espalda.

Dicho estudio resulta relevante, puesto que pone de manifiesto la relación entre la duración de
la tarea y el desarrollo de TME en la espalda. Un sistema de rotación entre puestos diversos
permitiría a los trabajadores reducir el tiempo de exposición a posturas forzadas, siempre y
cuando no todos los puestos seleccionados para la rotación implicasen la adopción de posturas
de este tipo, y por tanto contribuiría a la prevención de las lesiones músculo-esqueléticas de
espalda.

El factor de riesgo vibraciones en todo el cuerpo se refiere a las oscilaciones de energía


mecánica que son trasferidas a todo el cuerpo del trabajador, normalmente a través de
sistemas de soporte, como asientos, o plataformas . Una actividad típica que expone a este tipo
de factor es la conducción de vehículos (automóviles, tractores, autobuses, vehículos para
operaciones industriales, etc.). Existe una estrecha relación entre la exposición a vibraciones
en todo el cuerpo de los trabajadores y el desarrollo de dolencias músculo esqueléticas en la
espalda.

Tanto la revisión de estudios epidemiológicos sobre la exposición a vibraciones en todo el


cuerpo realizada por Bernard, como la presentada por Bovenzi et al., concluyen la asociación
entre los TME en la espalda y la exposición a vibraciones en el cuerpo.

Respecto a la asociación entre la adopción de posturas estáticas y los TME en la espalda, no


parecen existir evidencias suficientes que la confirmen afirma que desarrollar trabajos
sedentarios puede tener un efecto protector o neutro frente a las lesiones lumbares, mientras
que los trabajos físicos pesados constituyen un factor de riesgo significativo. Lis et al., realiza
una exhaustiva revisión de la literatura sobre la asociación entre trabajos en los que los
trabajadores permanecen sentados más de la mitad de su tiempo de trabajo y la presencia de
dolencias lumbares.

El estudio concluye que permanecer sentado no constituye por si sólo un factor de riesgo, pero
que dicha posición si supone riesgo en combinación con otros factores como la exposición a
vibraciones trasmitidas a todo el cuerpo o a la adopción de posturas forzadas (por ejemplo
giros durante la conducción de vehículos). Dicha conclusión coincide con la expuesta por
Bernard, que considera que no existen evidencias suficientes que confirmen el riesgo de
padecer TME en la espalda ante la adopción únicamente de posturas estáticas.

Para concluir, Devereux et al., identifica como factores físicos de riesgo asociados a los TME
en la zona lumbar: levantar cargas de entre 6 y 15 Kg. más de 10 veces por hora o levantar 16
Kg., en total, y siempre o con frecuencia con la espalda en posiciones forzadas, y empujar o
tirar de objetos combinado con tareas que requieran levantamientos.

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Tabla 11: Grado de evidencia de la relación de los TME en la espalda y factores de


riesgos como: el levantamiento o los movimientos enérgicos, las posturas forzadas, el
trabajo físico pesado, las vibraciones en todo el cuerpo y las posturas estáticas
combinación de factores.

Fuerte Evidencia
Factor de riesgo Evidencia
evidencia insuficiente
Levantamiento/movimientos
enérgicos (empuje de cargas,
arrastre de cargas, trasporte
de cargas, etc.)
Posturas forzadas
Trabajo físico pesado
Vibraciones en todo el cuerpo
Posturas estáticas

Características individuales del trabajador que influyen en los TME :


Además de los factores de riesgo asociados a los TME analizados hasta el momento: movimientos
repetitivos, posturas forzadas y estáticas, vibraciones y manipulación manual de cargas. Parecen
existir evidencias significativas de la correlación entre la presencia de TME y otros factores
individuales como: la edad de los trabajadores, su género, el tabaquismo, o las medidas
antropométricas.

Cabe recordar que tanto la edad como el género son factores que también influyen a la hora de
diseñar las rotaciones de puestos de trabajo:

 La influencia de la edad y la antigüedad laboral en los TME


La existencia de TME parece aumentar a medida que aumentan los años de trabajo. Según
Bernard, existe una importante correlación entre la edad de los trabajadores y los años de
trabajo, por lo que resulta complicado determinar si el factor de riesgo es únicamente la edad o
bien la antigüedad laboral, o ambos. Por su parte Buckwalter et al., sostiene que los TME
constituyen el problema de salud más importante entre los trabajadores de mediana y
avanzada edad. Recientemente Landau et al., ha llevado a cabo un estudio en el que se
analiza la relación entre la edad de los trabajadores y los TME.

La investigación se realiza en líneas de ensamblaje de automóviles, caracterizadas por la


existencia de trabajos repetitivos con ciclos de trabajo cortos. La primera conclusión que
obtiene es que la edad parece influir en la asignación de los diferentes trabajos localizados en
la línea de ensamblado.

Existe una clara tendencia a que los trabajos más favorables (según la evaluación de expertos)
sean asignados a trabajadores de más edad (de más de 45 años), mientras que a los
trabajadores más jóvenes se les asignan puestos más desfavorables. Consecuentemente la
edad y el riesgo inducido por el puesto no son variables independientes.

El estudio concluye que los síntomas de dolor lumbar aparecen con mayor frecuencia en
trabajadores mayores (de más de 50 años), incluso en casos en que los trabajos asignados son
relativamente poco exigentes, lo cual parece indicar efectos acumulativos del riesgo a largo
plazo. Además, cuando las condiciones de trabajo son desfavorables (según la evaluación de
los expertos), los síntomas ocurren con mayor frecuencia en los trabajadores mayores (más de
41 años).

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En el estudio realizado por Tanaka et al., 9sobre el síndrome del túnel carpiano en los
trabajadores de Estados Unidos, se concluyó que el riesgo de padecer STC aumentaba con la
edad de los trabajadores.

Riihimäki et al., estudió la frecuencia de las dolencias como la ciática, el lumbago y dolores no
específicos en la zona baja de la espalda, entre trabajadores de diferentes ocupaciones
(estibadores, operadores de excavadora, carpinteros y oficinistas municipales), y observó que
la ciática era más común entre los trabajadores que se ocupaban del funcionamiento de
máquinas (estibadores y trabajo con escavadoras), incluso más frecuente que entre los
carpinteros. Las diferencias entre ocupaciones fueron considerablemente menores en relación
al lumbago y a dolencias no específicas en la zona baja de la espalda. Además de las
diferencias encontradas entre ocupaciones, el análisis de los resultados puso de relieve el
efecto significativo de la edad sobre la ocurrencia de ciática.

Por su parte Tortosa et al., considera que el riesgo de molestias músculo esqueléticas en las
zonas del cuello y de la espalda aumenta con la edad, especialmente entre los trabajadores
que realizan tareas con demandas físicas elevadas, sin embargo, no observa esta tendencia
para las molestias en los miembros superiores y en los inferiores.

En un estudio realizado por Ohlsson et al., en el sector del procesado de pescado, se observó
que los trabajadoras de más edad eran las que más señalaban como causa del abandono del
trabajo las lesiones músculo-esqueléticas. También en Ohlsson et al., se concluyó la relación
entre la edad de los trabajadores y la causa de abandono del trabajo, en concreto el 26% de
los trabajadores que causaban baja permanente indicaban el dolor como causa de ésta.

En el estudio epidemiológico realizado por Devereux et al., que analizó 8.000 sujetos durante
aproximadamente 14 meses, se concluye la relación significativa entre la edad avanzada de los
trabajadores y las lesiones en el codo, antebrazo y los hombros, mientras que en el caso de las
mujeres dicho factor de edad se relacionó con dolores en los hombros.

Ming et al., analiza el dolor de cuello y hombros provocados por el trabajo frente a ordenadores
y señala la edad como uno de los factores de riego individuales relacionados con dichas
dolencias. Según Mishra et al., los cambios en los tejidos, como la sarcropedia (degeneración
de la masa muscular), que se desarrollan con la edad, pueden provocar dolor en el cuello. Por
su parte Ming et al., argumenta que a medida que pasa el tiempo los discos intervertebrales
empiezan a degenerarse, los discos se contraen y dejan menos espacio entre las vértebras.
Dicho cambios pueden originar no sólo dolor, sino también la disminución del grado de
movilidad del cuello. La degeneración de los discos por la edad es inevitable, pero una buena
postura y los músculos del cuello pueden reducir el riesgo y el grado de compresión del nervio.

Sin embargo, aunque son muchos los estudios que relacionan la edad con los TME, no todas
las investigaciones obtienen resultados positivos de dicha asociación. Según afirma Tortosa et
al., el hecho de que en ocasiones, para algunos TME se observe una estabilización y, en
ocasiones, una disminución de las lesiones músculo-esqueléticas en el grupo de mayor edad,
podría deberse a que los trabajadores que no son capaces de hacer frente a las demandas
físicas de su actividad laboral, debido a problemas músculo-esqueléticos, dejan de pertenecer
al grupo estudiado, abandonando el puesto (baja laboral o discapacidad) o cambiando a un
trabajo con menor demanda física. Dicho argumento es compartido por Bernard, que considera
que si los trabajadores con problemas de salud abandonan o cambian sus puestos por otros de
menor riesgo, la población trabajadora que se analizará en los posteriores estudios incluirá sólo

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a los trabajadores que no han sido afectados negativamente por su trabajo. Otra posible
respuesta a estos resultados, es que los trabajadores del grupo de mayor edad cambian sus
métodos y su técnica de trabajo para poder hacer frente a las demandas físicas pesadas del
trabajo (empleando técnicas de trabajo más eficientes y seguras). Vézina, señala la capacidad
de los trabajadores con mayor antigüedad (que generalmente suelen coincidir con los de más
edad) para desarrollar mecanismos de protección frente a los TME. Por último, los resultados
negativos sobre la asociación de la edad con los TME, puede deberse a la disminución de la
carga física del trabajo en los trabajadores mayores, al asignar las tareas con demandas físicas
pesadas a los más jóvenes.

 La influencia del género en los TME:


Aunque los TME afectan a trabajadores de todos los sectores y de ambos sexos, las mujeres
parecen presentar un mayor riesgo de padecerlos sobre todo en el cuello y los miembros
superiores. Vega-Martínez afirma que las mujeres presentan el problema de los TME con
mayor frecuencia que los hombres y de forma distinta .

Tabla 12: Diferencias de género en TME


HOMBRES MUJERES
Más dispersión.
Menor dispersión.
Zona afectada
Más en hombros, cuello,
Más en zona lumbar.
miembros superiores.
Momento en que se
A menos edad. A más edad.
produce
Más lesiones por movimientos
repetitivos.
Más lesiones por
Tipo de trastorno
sobreesfuerzo.
Amplia variedad de dolor y
molestias.
Más accidentes de Más enfermedades
Reconocimiento legal
trabajo. profesionales.
Textil.

Construcción.
Comercio.

Metal (incluyendo
Sector Sanidad y Servicios Sociales.
industria del automóvil).

Limpieza.
Cárnicas.

Manufacturas.

Dicha desigualdad entre géneros suele atribuirse a diferencias biológicas, mentales y


sociológicas. Así, por ejemplo, Vega-Martínez atribuye las posibles diferencias entre géneros a
factores como: las diferencias biológicas que obligan a las mujeres frecuentemente a adoptar
posturas forzadas y realizar sobreesfuerzos, debido a la falta de adaptación ergonómica de los
puestos y equipos; a la combinación de la vida familiar y laboral, especialmente en las
trabajadoras con personas dependientes a su cargo, que favorece la acumulación de la fatiga;
o a la división de tareas por sexos (formal o informal) en el entorno laboral que provoca la
exposición a riesgos diferentes entre mujeres y hombres.

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En la extensa revisión bibliográfica realizada por Treaster et al., sobre las diferencias de género
en la prevalencia de TME en los miembros superiores, tras analizar 56 artículos, al respecto se
concluyó que existe una fuerte evidencia de que las mujeres presentaban una mayor incidencia
de los TME en los miembros superiores que los hombres. Por ejemplo, las mujeres
experimentan mayor número de casos de síndrome de túnel carpiano que los hombres. Según
Treaster et al., dicha diferencia puede deberse a que hombres y mujeres se exponen a factores
de riesgo distintos. Las mujeres generalmente realizan trabajos que son más repetitivos y
monótonos que los hombres, lo cual puede incrementar su riesgo a desarrollar TME sobre todo
en los miembros superiores. Existe también ciertas evidencias de que existen variables
psicosociales y psicológicas que son relevantes en las diferencias entre hombres y mujeres.
Los factores biológicos y culturales también parecen tener un papel importante en dicha
diferencia.

Si bien el trabajo de las mujeres suele ser percibido como menos exigente, debido a que
generalmente no supone la aplicación de fuerza, con frecuencia se caracteriza por una elevada
carga estática en la región del cuello y los hombros, por ritmos de trabajo rápidos, por requerir
precisión y por el uso repetitivo de músculos pequeños, todos ellos factores de riesgo
asociados a los TME. El Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, obtiene, en la
V encuesta sobre condiciones de trabajo (España), que las molestias músculo-esqueléticas de
cuello son significativamente más frecuentes en las mujeres (54,5%) que en los hombres
(31,6%).Aunque hombres y mujeres tengan la misma responsabilidad, las mujeres pueden
exponerse a mayor riesgo debido a que los puestos de trabajo no se adaptan a sus
dimensiones antropométricas. Muchos puestos son diseñados en base a las medidas
antropométricas de los hombres, lo cual supone una desventaja para las mujeres, por regla
general, más pequeñas y débiles.

Para compensar dicha inadaptación del puesto a las mujeres, éstas pueden desarrollar
técnicas de trabajo diferentes a las de los hombres, y que por tanto las expongan a diferentes
riesgos. Dicha diferencia en los métodos de trabajo también puede observarse en tareas que
requieran la aplicación de fuerza. Otra explicación para las diferencias observadas entre
géneros está relacionada con los factores psicosociales. Según afirma Treaster et al., las
mujeres son más sensibles al estrés que los hombres, por ejemplo, ante situaciones de presión
relacionadas con fechas de entrega o ante conflictos en el trabajo. Como consecuencias, la
contribución de los factores psicosociales a los TME puede ser más importante en las mujeres
que en los hombres, especialmente en el hombro y en el cuello. El incremento del estrés
mental o psicológico puede aumentar la tensión muscular y limitar la relajación en el trascurso
de la jornada laboral. Algunos estudios han demostrado que la tensión muscular aumenta con
las demandas mentales de la tarea y otros indican una relación directa entre la percepción de
tensión y la existencia de dolores en el cuello y los hombros.

Algunos factores de estrés psicosocial pueden ser más importantes en las mujeres que en los
hombres, como por ejemplo, la solidaridad, la dependencia de múltiples supervisores, los
conflictos entre las obligaciones familiares y laborales, o la falta de soporte en las áreas
dominadas por los hombres. Además, según Kelsh et al., las mujeres suelen sentir que deben
trabajar más duro para probarse a sí mismas en las industrias dominadas por los hombres.

Las mujeres informan sobre sus dolores o incomodidades con mayor frecuencia que los
hombres. Punnett et al., señala que las mujeres suelen estar más predispuestas que los
hombres a informar sobre sus síntomas, a entrevistarse con los supervisores para indicarles
sus problemas de salud, o a someterse a seguimientos médicos, en condiciones idénticas de

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dolor. El reporte de las mujeres de mayor número de síntomas que los hombres pueden reflejar
diferencias en la sensibilidad ante el dolor o la incomodidad. Es ampliamente conocido que las
mujeres tienen un umbral del dolor más bajo que los hombres, que provocaría que sintieran
dolor a intensidades menores. Dichas circunstancias podrían explicar la mayor prevalencia de
los TME en las mujeres. Desde la perspectiva cultural existen algunos aspectos que pueden
influir en la mayor prevalencia de los TME en las mujeres que en los hombres. Por ejemplo,
Treaster et al., afirma que en algunas culturas está mejor visto que las mujeres informen sobre
sus dolencias que el que lo hagan los hombre. Otro factor que puede influir es que las mujeres
son, generalmente, las responsables del trabajo del hogar, el cuidado de los niños y de los
ancianos. En Estados Unidos, se ha estimado que el 75% del trabajo del hogar lo realizan las
mujeres, que también se ocupan en un 80% del cuidado de los niños, tareas que se suman a
sus responsabilidades laborales. Esto puede conllevar una doble exposición a factores físicos y
psicológicos de estrés. Cuando la exposición al riesgo se produce en el trabajo y en el hogar, el
tiempo de recuperación se reduce. Un ejemplo de la influencia del cuidado de los niños en los
TME se encuentra en el estudio realizado por Bergqvist et al., sobre la influencia de las
pantallas de visualización de datos en los TME. Dicho estudio concluye que las mujeres con
hijos jóvenes son más propensas a TME que los hombres o que otras mujeres.

Existen ciertos factores biológicos que están directamente relacionados con las diferencias
entre géneros en los TME. Por ejemplo, el riesgo de padecer el síndrome del túnel carpiano
aumenta durante el embarazo Voitk et al. Ello puede deberse a los cambios en la respuesta
inflamatoria durante el embarazo. Las hormonas sexuales pueden ocupar un papel regulador
de la función conectiva de los tejidos. Tanto los tendones como los ligamentos poseen
receptores de estrógenos y probablemente responden a cambios en los niveles hormonales.
Las fluctuaciones hormonales que ocurren durante el ciclo menstrual o durante el embarazo
pueden contribuir a diferencias en la regulación de los tejidos conectivos.

Diferentes estudios han demostrado que las mujeres son más propensas a desarrollar el
síndrome del túnel carpiano que los hombres. En el lugar de trabajo el riesgo para las mujeres
es de entre 10 y 20 % más alto que para los hombres, dicho porcentaje aumenta hasta el 300%
en estudios sobre población no sólo trabajadora. Inicialmente se pensó que el canal carpiano
de las mujeres era menor que el de los hombres y que, por ello, las exponía a mayor
compresión del nervio mediano. Sin embargo, investigaciones posteriores sobre las
dimensiones de canal carpiano no han demostrado ninguna relación entre STC y las
dimensiones del canal.

Otro factor individual que podría explicar las diferencias en los TME entre géneros es la
tolerancia a la carga biomecánica. Por ejemplo, Jager et al., concluyó que las mujeres tenían
entre 25 y 30% menos fuerza que los hombres. Por su parte Lindman et al, descubrieron que
las fibras en el músculo trapecio difieren entre géneros. Las mujeres tienen más fibras Tipo I
(también llamadas rojas o de contracción lenta) que los hombres. Dicha circunstancia podría
explicar las diferencias en los desórdenes musculares.

También las diferencias sensoriales entre géneros pueden influir en los TME. Según, Velle las
mujeres son más sensibles a los olores, tacto y al gusto que los hombres. El umbral de dolor
más bajo que presentan las mujeres puede deberse precisamente a la mayor sensibilidad del
sistema nervioso de las mujeres a estímulos externos. En el lugar de trabajo dicha mayor
sensibilidad sensorial puede influir en el estrés psicológico de las mujeres, por ejemplo, en
lugares de trabajo con ruido, éste puede afectar más a las mujeres aumentando su estrés

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psicológico, y como consecuencia afectando a la tensión muscular y a los niveles de dolor o


incomodidad .

Sin embargo, no todos los estudios sostiene la prevalencia de los TME en las mujeres. Tras la
revisión bibliográfica realizada por Hooftman et al., éste concluye una fuerte evidencia de que
los hombres presentaban un riesgo mayor de lesiones de espalda por levantamiento de cargas
que las mujeres. Dicha afirmación coincide con el resultado de la V Encuesta sobre condiciones
de trabajo publicada por el [Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, 03], que
indica que los hombres presentan un porcentaje mayor de dolencias en la parte baja de la
espalda que las mujeres, si bien el resultado es el contrario en dolencias de la parte alta de la
espalda. Según, Hooftman et al., los hombres presentaban mayor riesgo de lesiones en la zona
cuello-hombros que las mujeres, debido a la utilización de herramientas que trasmiten
vibraciones a los brazos.

 La influencia de determinadas medidas antropométricas en los TME


Peso, la altura y el índice de masa corporal (IMC, ratio entre el peso y el cuadrado de la altura)
han sido identificadas por diferentes estudios como riesgos potenciales de los TME,
especialmente para el síndrome del túnel carpiano (STC) y la hernia de disco lumbar.

En relación al síndrome del túnel carpiano, en principio se pensó que el tamaño reducido del
canal carpiano aumentaba el riesgo de padecer dicha dolencia, sin embargo investigaciones
posteriores han rechazado dicha hipótesis. Aunque, sí parece existir una relación fuerte entre la
obesidad y el desarrollo del STC.

Respecto a la hernia de disco, Hrubec et al., encontró relación entre dicha dolencia y el peso y
la altura. Algunos estudios han observado que la media de altura de las personas aquejadas de
dolor de espalda es mayor que los que no padecen dicha dolencia. Landau et al., en su estudio
sobre los TME en trabajos de ensamblado en la industria del automóvil, centrado en la relación
entre la edad y las dolencias músculo-esqueléticas, observa que los síntomas que afectan a la
cabeza, el cuello, la región de los hombros, la zona lumbar y las extremidades superiores están
relacionados con la altura del cuerpo y el índice de masa corporal.

La revisión sistemática de 65 estudios epidemiológicos sobre la relación entre el dolor lumbar y


la obesidad realizada por Leboeuf-Y, concluyó que sólo el 32% de los estudios analizados
obtenían una asociación positiva entre el dolor lumbar y la obesidad. Mirtz et al., en su revisión
bibliográfica tampoco obtiene una clara evidencia de la relación entre la obesidad y el dolor en
la parte baja de la espalda. En el estudio realizado por Xu et al., sobre las diferencias en el
levantamiento de cargas ente individuos obesos (IMC>30) y de peso normal (IMC<25), se
concluye que, contrariamente a los resultados esperados, los individuos del grupo con mayor
IMC realizaban movimientos más dinámicos durante los levantamientos que los del grupo de
menor IMC. Según el autor, los resultados obtenidos cuestionan la utilidad del IMC como
medida de la obesidad y puede explicar el porqué de la limitada evidencia de la relación entre
el IMC y la incidencia del dolor en la parte baja de la espalda observado en la literatura.

Por su parte, Shiri et al., en su estudio sobre la relación de la obesidad con los dolores
lumbares en individuos jóvenes (entre 24 y 39 años), sí encuentra relación entre la longitud de
la circunferencia de la cintura y el dolor lumbar en las mujeres. Así el estudio concluye que la
obesidad abdominal puede incrementar el riesgo de padecer lesiones lumbares.

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Kortt et al., encuentra relación significativa entre la probabilidad de padecer TME y el nivel de
obesidad.

Otras variables socio-económicas como la edad, el sexo, el origen, el nivel de ingresos, el


estatus del empleo así como la localización geográfica, también muestran relación significativa.
Según el autor los resultados obtenidos pueden ser utilizados por los médicos y educadores
para identificar riesgos y diseñar estrategias dirigidas a los pacientes expuestos.
Webb et al., afirma que la obesidad es un importante indicador para el pronóstico del dolor de
espalda y de su severidad.

Por su parte, Woolf et al., sostiene que el riesgo de padecer osteoartritis en la rodilla aumenta
aproximadamente en un 15% por cada Kg. /m2 de incremento en el índice de masa corporal
(para IMC >27). La obesidad también aumenta el riesgo de padecer osteoartritis en la cadera,
sin embargo, dicha relación no es tan fuerte como en el caso de la rodilla. Tsuritani et al., indica
que la obesidad provoca dolor músculo-esquelético en las piernas y dificulta los movimientos
diarios en la mujeres de mediana edad japonesas.

Mishra et al., observa que la relación entre el sobrepeso y los TME en el cuello y los hombro es
confusa, por lo que algunos investigadores suscriben dicha relación, mientras otros no
encuentran dicha asociación.

 La influencia del tabaquismo en los TME

En el estudio realizado por Vieira et al.,sobre el dolor lumbar entre enfermeras y soldadores, se
concluye que el tabaquismo, la falta de actividad física y el sobrepeso son factores personales
relacionados con las dolencias lumbares. Por lo tanto, según Vieira et al., los programas de
prevención de las lesiones lumbares deberían centrarse no sólo en reducir las sobrecargas o
en mejorar la organización del trabajo y los factores psicosociales, sino que también debería
incluir programas para dejar de fumar, campañas de actividad física regular y promover una
alimentación sana.

La asociación entre el tabaquismo y el dolor lumbar no es clara, existen estudios que concluyen
una asociación positiva, mientras otros indican resultados que rechazan dicha asociación,
según Dempsey et al.

Dicho autor en su estudio sobre la influencia de las variables personales en el dolor en la parte
baja de la espalda de origen laboral, sugiere que la edad, el género, el historial de lesiones, el
esfuerzo relativo, el tabaquismo y las variables psicosociales deberían ser estudiadas en el
futuro como posibles factores de riesgo asociados a las dolencias en la zona lumbar.

Mientras que considera improbables los efectos significativos de otros factores como la altura,
el peso, las patologías, los factores genéticos, el consumo máximo de oxígeno, y el esfuerzo
absoluto.

Por su parte, Leboeuf-Yde et al, en su investigación sobre la relación entre el tabaquismo y el


dolor de espalda, tras analizar 13 estudios, obtiene que en 8 de los 13 estudios se observa una
asociación inicial positiva, si bien, en 5 de los estudios dicha asociación se pierde tras realizar
un análisis multi-variante posterior.

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Wai et al.,parte de la hipótesis de que abandonar el hábito de fumar es beneficioso para


mejorar el dolor crónico en la parte baja de la espalda.

Al dejar de fumar disminuyen los efectos potencialmente dañinos del tabaquismo sobre la
espina dorsal, como los microtraumas producidos por la tos crónica, que puede provocar hernia
discal, o la reducción del flujo sanguíneo a los disco y cuerpos vertebrales, que contribuyen a
su degeneración temprana y provoca la disminución de la densidad mineral de los huesos.

Sin embargo, tras un análisis detallado no encuentra evidencias suficientes para afirmar que
dejar de fumar suponga una intervención efectiva de mejora del dolor crónico lumbar. Si bien,
subraya que dicha conclusión debe ser considerada con precaución debido al reducido número
de pruebas realizadas.

En la revisión bibliográfica realizada por Goldberg et al., en la que se analizaron 38 estudios


que investigaban la asociación entre las lesiones no específicas de espalda y el tabaquismo, se
obtuvo una asociación positiva de dicho factor en 18 de 26 estudios para los hombres, y en 18
de 20 estudios para las mujeres.

En el caso de la ciática y la hernia de disco se observó asociación positiva en 4 de 8 estudios


para los hombres y en 1 de 5 estudios para las mujeres. Respecto a la relación entre haber
fumado en el pasado y dolores de espalda no específicos, se obtuvo relación en 5 de 9
estudios para los hombres y en 5 de 6 estudios para las mujeres.

Tras dichos resultados, Goldberg et al., concluye que la información disponible es consistente
con la hipótesis de que el tabaquismo está asociado con la incidencia y la prevalencia de
dolores de espalda no específicos, sin embargo, afirma que el número de estudios disponibles
en la actualidad son demasiado escasos para concluir dicha relación para otras dolencias
específicas como la ciática o la hernia de disco.

Bernard, por su parte, también aborda la influencia del tabaquismo en los TME, si bien no
concluye definitivamente dicha relación, sí aporta gran cantidad de estudios que relacionan el
dolor lumbar, la ciática, la hernia de disco intervertebral, el dolor de cuello o el dolor de cuello-
hombros con dicho factor de riesgo.

Aunque la mayoría de los estudios se centran en la influencia del tabaquismo en el dolor de


espalda, existen también estudios que analizan su efecto sobre otras partes del cuerpo. Por
ejemplo, Holmström, analiza la asociación entre el dolor en el cuello-hombros y el tabaquismo y
concluye que es más habitual dicha dolencia entre trabajadores que fuman que entre los que
nunca han fumado.

Si bien un análisis posterior que consideraba la edad, factores individuales y de la ocupación


de los individuos puso de relieve la influencia significativa únicamente en los individuos que
nunca habían fumado.

Por su parte, Gore et al., en su estudio sobre el tabaquismo y la degeneración de la espina


cervical, no obtiene evidencia que sugiera que el tabaquismo es un factor causante de la
degeneración de la espina cervical. La influencia del tabaquismo sobre los dolores de cuello y
hombros no está clara si bien se encuentra bajo discusión.

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Por último, Palmer et al., estudió la relación entre el hábito de fumar y el dolor de espalda,
cuello y extremidades inferiores, y obtuvo que tanto los fumadores como los exfumadores
presentaban mayor riesgo de dolencias en todas las partes del cuerpo analizadas que el resto
de individuos.

 La influencia de los factores psicosociales en los TME


Los factores de riesgo psicosociales son características de las condiciones de trabajo y, sobre
todo, de su organización, que afectan a la salud de las personas a través de mecanismos
psicológicos y fisiológicos a los que también se denomina estrés.

Según afirma, Menzel, los TME tienen un origen multifactorial que incluye no sólo aspectos
físicos sino también factores de riesgo psicosocial.

El término psicosocial engloba a una gran cantidad de factores que Bernard, agrupa en tres
dominios:
 Factores asociados con el trabajo y el entorno de trabajo,
 factores asociados con el entorno externo al trabajo y
 características personales del individuo.

A los factores pertenecientes al dominio del trabajo en ocasiones se le denomina factores


organizacionales del trabajo.

Bernard, subraya que la asociación entre los TME y los factores psicosociales es compleja
dada la gran variedad de situaciones posibles, sobre todo en relación a los factores personales.

Los principales argumentos que tratan de explicar la asociación entre los factores psicosociales
y los TME son, en primer lugar, que las exigencias psicosociales pueden producir un aumento
de la tensión muscular y exacerbar el esfuerzo biomecánico de la tarea.

En segundo lugar, las exigencias psicosociales pueden afectar a la conciencia y al informe


sobre los síntomas músculo-esqueléticos y/o a la percepción de sus causas. En tercer lugar,
los episodios de dolor provocados por factores físicos pueden causar disfunciones crónicas en
el sistema nervioso, tanto fisiológicas como psicológicas, que perpetúen procesos crónicos de
dolor.

Por último, Bernard, indica que en algunas situaciones de trabajo, los cambios en las
exigencias psicosociales pueden estar asociadas a cambios en las exigencias físicas y al
estrés biomecánico.

Los TME pueden ser consecuencia de las exigencias físicas o de las psicosociales o del efecto
modificador de la relación entre ambas. Según numerosos autores unas condiciones
psicosociales mediocres pueden traducirse en la aparición de TME.

Devereux et al., realiza un amplio estudio sobre 8.000 trabajadores, de 20 organizaciones, en


11 sectores industriales del Reino Unido, para determinar la influencia de los factores
psicosociales y el estrés en el desarrollo de TME.

El estudio concluye relación entre diferentes factores psicosociales y dolencias músculo-


esqueléticas en la zona lumbar, el cuello, los hombros, el codo/antebrazo y la mano/muñeca,
tal como se señala en la siguiente tabla:

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Tabla 13: Resumen de los factores psicosociales que pueden afectar a las diferentes
partes del cuerpo

Zona expuesta a
lesiones músculo- Factores psicosociales del trabajo
esqueléticas
Esfuerzo extrínseco.
Esfuerzo intrínseco.
Zona lumbar
Conflicto de roles.
Amenaza del daño o de lesión física.
Esfuerzo intrínseco.
Ambigüedad del fututo del trabajo.
Cuello
Abuso verbal y/o confrontaciones con los
clientes y el público en general.
Escaso soporte social.
Escasa recompensa.
Hombros
Incertidumbre sobre el fututo del trabajo.
Amenaza de daño o de lesión física.
Escasa capacidad de decisión.
Escaso soporte social.
Escasa recompensa.
Codo/antebrazo
Conflicto de roles.
Incertidumbre sobre el fututo del trabajo.
Amenaza de daño o de lesión física.
Esfuerzo intrínseco.
Mano/Muñeca Conflicto de roles.
Incertidumbre sobre el fututo del trabajo.

En los estudio realizados por Smith et al.,sobre los TME en China, se concluye una gran
correlación entre los factores psicosociales y los TME, confirmando la evidencia creciente que
asocia los factores psicosociales y mentales con los problemas músculo-esqueléticos.

En el análisis realizado por Bongers et al, en base a diversos estudios epidemiológicos, sobre
la relación entre los problemas músculo-esqueléticos en los miembros superiores y los factores
psicosociales, se observa que la gran mayoría de los estudios señalan la relación de al menos
un factor psicosocial con los síntomas o signos de lesiones en las extremidades superiores.

Un elevado estrés parece asociado, consistentemente, con todos los problemas de las
extremidades superiores. [Bernard, 97] también encuentra relación entre las lesiones músculo-
esqueléticas en los miembros superiores y factores psicosociales como la intensidad del
trabajo, la monotonía del trabajo o los niveles bajos de soporte social.

La falta de control sobre el trabajo y la insatisfacción laboral también aparecen como factores
que influyen significativamente en los TME de las extremidades superiores.

Walker-Bone et al., realiza una exhaustiva revisión bibliográfica sobre los factores que influyen
en los TME en las extremidades superiores y concluye que los factores mecánicos y
psicosociales contribuyen sustancialmente al desarrollo de dolencias músculo-esqueléticas en
los miembro superiores.

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Los factores psicosociales también han sido citados como factores adicionales causantes del
síndrome del túnel carpiano por Katz et al., Butler et al., y Walker-Bone et al.

En el sector sanitario los TME son una afección extendida entre las enfermeras, sobre todo en
el cuello y en la zona lumbar. Dichas dolencias son atribuidas a factores tanto físicos como
psicosociales.

Niedhammer et al., asocia los dolores en los hombros de las cajeras de supermercado con
factores psicosociales de su trabajo En el estudio realizado por Simon et al., se concluye que
los factores psicosociales están incluso más fuertemente asociados con las dolencias músculo-
esqueléticas en la espalda y el cuello que los factores físicos.

Los factores psicosociales incluidos en el estudio corresponden a la exigencia cuantitativa del


trabajo o intensidad del trabajo (medida basada en la escala del Cuestionario Psicosocial de
Copenhagen (COPSOQ), la influencia en el trabajo que mide el control sobre el entorno de
trabajo, y la relación entre el esfuerzo del trabajador y la recompensa obtenida (effort-reward
imbalance ratio, ERI ratio).

La recompensa no sólo incluye el beneficio económico, sino también oportunidades/seguridad


en la carrera y la valoración profesional. Éste último factor resultó ser el de mayor influencia
sobre los TME en la espalda y en el cuello.

Según los autores, dicho resultado es consistente con otros estudios que han indicado
evidencias sobre la asociación significativa entre los factores psicosociales y estados de dolor
agudos y crónicos (discapacidades) en la espalda y el cuello.

Finalmente, el estudio concluye que la fuerte relación entre los factores psicosociales
(especialmente la relación entre esfuerzo y recompensa) y las discapacidades en la espalda y
el cuello deben dar lugar a medidas preventivas que traten de reducir dichas lesiones.

Crook et al., tras realizar una amplia revisión bibliográfica sobre los determinantes de las
lesiones en la parte baja de la espalda, concluye que la angustia psicológica y el entorno de
trabajo (además de otros factores no psicosociales como: los factores demográficos, la
discapacidad funcional, el informe de dolor y los episodios previos), se identifican como
importantes factores de pronóstico de las discapacidades en la zona baja de la espalda.

Por su parte, Bernard, también concluye que al igual que en el caso de las extremidades
superiores, parece existir una evidencia creciente de la asociación entre los TME en zona baja
de la espalda y los factores psicosociales.

Linton et al., analiza la relación entre las variables psicológicas del trabajo y el dolor de cuello y
hombros entre 420 secretarias. El estudio concluye que los entornos de trabajo
psicológicamente mediocres, presentan una mayor frecuencia del dolor de cuello y hombros.
Además, también se observa relación entre los TME en el cuello y los hombros y el contenido
del trabajo y el soporte social. Según el autor, el resultado del estudio demuestra la posible
importancia del entorno psicológico de trabajo en el desarrollo de desórdenes músculo-
esqueléticos.

Wang et al., en su estudio sobre los riesgos asociados a la confección de ropa con máquinas
de coser, concluye que existe relación entre la baja autonomía de decisión y el dolor en las

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extremidades superiores, espalda y caderas. Además, la elevada exigencia psicológica del


trabajo está asociada con el incremento del riesgo de dolor en las extremidades superiores.

Rissen, en su estudio sobre el trabajo repetitivo y monótono entre las cajeras de supermercado,
obtiene como resultado que las reacciones negativas al estrés (tensión, agotamiento) durante
el trabajo, se asocian a una mayor actividad muscular en el músculo trapecio y una menor
cantidad de reposo de dicho músculo. En contraposición, no parece existir correlación
significativa entre reacciones positivas al estrés (estimulación, concentración, felicidad) y la
actividad muscular.

La Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, señala que aunque existen
pruebas que apoyan la relación entre las reacciones de estrés y los TME, es difícil concluir si
tales reacciones participan de un modo significativo en el desarrollo de los TME, o si las
reacciones de estrés que experimentan las personas que padecen TME se deben
sencillamente al dolor y al deterioro funcional. Por su parte la Comisión Europea, ha elaborado
una guía con el objetivo de prevenir el estrés en el trabajo y con ello tratar de reducir una
amplia gama de trastornos, enfermedades y malestares, así como evitar la disminución de
productividad.

En la guía se discuten con detalle las enfermedades músculo-esqueléticas. Numerosas


investigaciones: Linton et al., Bongers et al., Leino et al., 95; Ylipaa et al.,Brulin et al., Carayon
et al., Linton, Bongers, e iniciativas de organizaciones destinadas a preservar la salud de los
trabajadores (OIT-OMS), Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, parecen
coincidir en que los factores psicosociales se relacionan con TME en distintas partes del cuerpo
(extremidades superiores, espalda y cuello). Si bien, la mayoría de los estudios subrayan la
necesidad de ampliar la investigación que clarifique la asociación entre los factores
psicosociales y los TME.

ERGONOMIA :

Una hipótesis simple de la ergonomía moderna podría ser: el dolor y el agotamiento causan
riesgos para la salud, pérdidas en la productividad y disminución de la calidad, que son las
medidas de los costes y beneficios del trabajo humano.

Esta sencilla hipótesis puede ser contrastada con la medicina del trabajo, que generalmente se
ocupa exclusivamente de establecer la etiología de las enfermedades profesionales. El objetivo
de la medicina del trabajo es establecer las condiciones en las que se minimice la probabilidad
de desarrollar dichas enfermedades.

Empleando los principios de la ergonomía, estas condiciones pueden definirse más fácilmente en
forma de demandas y limitaciones de carga. Puede decirse que la medicina del trabajo establece
“limitaciones a través de estudios médico-científicos”.

La ergonomía tradicional considera que su papel consiste en definir los métodos que permiten
poner en práctica las limitaciones que establece la medicina del trabajo, a través del diseño y la
organización del trabajo. Así, la ergonomía tradicional podría definirse como aquella que
desarrolla “correcciones a través de estudios científicos”, donde “correcciones” son todas
aquellas recomendaciones para la concepción del trabajo en las que se presta atención a los
límites de carga sólo para evitar los riesgos para la salud. Una característica de estas

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recomendaciones correctivas es que quienes las practican se quedan finalmente solos en su


tarea de aplicarlas, ya que no existe un trabajo de equipo multidisciplinario.

El objetivo original cuando se inventó la ergonomía, en 1857, contrasta con esta “ergonomía
correctiva”: un enfoque científico que nos permitirá cosechar, en beneficio propio y de los demás,
los mejores frutos del trabajo de toda la vida con el mínimo esfuerzo y la máxima satisfacción
(Jastrzebowski 1857).

CONCEPTO DE ERGONOMIA:

Etimológicamente, el término “ergonomía” proviene del griego “nomos”, que significa norma, y
“ergo”, que significa trabajo. Podría proponerse que la ergonomía debería desarrollar “normas”
para una concepción prospectiva del diseño más encaminada hacia el futuro. Al contrario de la
“ergonomía correctiva”, la idea de la ergonomía prospectiva se basa en aplicar recomendaciones
ergonómicas que tienen en cuenta, simultáneamente, los márgenes de beneficios (Laurig 1992).
Las normas básicas para el desarrollo de este enfoque pueden deducirse de la experiencia
práctica y fortalecerse con los resultados de la higiene del trabajo y las investigaciones
ergonómicas.

En otras palabras, el término ergonomía prospectiva significa buscar alternativas en el diseño del
trabajo que eviten la fatiga y el agotamiento del trabajador, con el objeto de promover la
productividad humana (“...en beneficio propio y de los demás”).

Este enfoque global de la ergonomía prospectiva incluye el diseño del equipo y del lugar de
trabajo, así como el diseño de las condiciones de trabajo determinadas por una cantidad cada
vez mayor de procesamiento de la información y una organización del trabajo en continua
evolución. La ergonomía prospectiva es, por lo tanto, un enfoque interdisciplinario de
investigadores y médicos de muy diversos campos unidos por el mismo objetivo, y parte de una
base general para una concepción moderna de la salud y la seguridad en el trabajo (UNESCO
1992).

Ergonomía significa literalmente el estudio o la medida del trabajo.


En este contexto, el término trabajo significa una actividad humana con un propósito; va más allá
del concepto más limitado del trabajo como una actividad para obtener un beneficio económico,
al incluir todas las actividades en las que el operador humano sistemáticamente persigue un
objetivo. Así, abarca los deportes y otras actividades del tiempo libre, las labores domésticas,
como el cuidado de los niños o las labores del hogar, la educación y la formación, los servicios
sociales y de salud, el control de los sistemas de ingeniería o la adaptación de los mismos, como
sucede, por ejemplo, con un pasajero en un vehículo.

El operador humano, que es el centro del estudio, puede ser un profesional cualificado que
maneje una máquina compleja en un entorno artificial, un cliente que haya comprado
casualmente un aparato nuevo para su uso personal, un niño dentro del aula o una persona con
una discapacidad, recluida a una silla de ruedas. El ser humano es sumamente adaptable, pero
su capacidad de adaptación no es infinita.

Existen intervalos de condiciones óptimas para cualquier actividad. Una de las labores de la
ergonomía consiste en definir cuáles son estos intervalos y explorar los efectos no deseados que
se producirán en caso de superar los límites; por ejemplo, qué sucede si una persona desarrolla

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su trabajo en condiciones de calor, ruido o vibraciones excesivas, o si la carga física o mental de


trabajo es demasiado elevada o demasiado reducida.

La ergonomía examina no sólo la situación pasiva del ambiente, sino también las ventajas para
el operador humano y las aportaciones que éste/ésta pueda hacer si la situación de trabajo está
concebida para permitir y fomentar el mejor uso de sus habilidades. Las habilidades humanas
pueden caracterizarse no sólo en relación al operador humano genético, sino también en
relación a habilidades más específicas, necesarias en situaciones determinadas, en las que
resulta crucial un alto rendimiento.

Por ejemplo, un fabricante de automóviles deberá tener en cuenta el tamaño y la fuerza física de
los posibles conductores de un determinado modelo para garantizar que los asientos sean
cómodos; que los controles se identifiquen con facilidad y estén accesibles; que la visibilidad,
tanto delantera como trasera, sea buena y que los indicadores interiores sean fáciles de leer.

También deberá considerar la facilidad para entrar y salir del coche. En cambio, el diseñador de
un coche de carreras considerará que el conductor tiene una constitución atlética, por lo que la
facilidad para entrar o salir del vehículo, por ejemplo, no será tan importante e intentará ajustar
todo el diseño del vehículo al tamaño y preferencias de un conductor determinado, para asegurar
que éste pueda desarrollar todo su potencial y habilidad como conductor o conductora.
En cualquier situación, actividad o tarea, lo más importante es la persona o personas implicadas.
Se supone que la estructura, la ingeniería y otros aspectos tecnológicos están ahí para servir al
operador, y no al contrario.

La evaluación ergonómica de puestos de trabajo tiene por objeto detectar el nivel de presencia,
en los puestos evaluados, de factores de riesgo para la aparición, en los trabajadores que los
ocupan, de problemas de salud de tipo disergonómico.

Existen diversos estudios que relacionan estos problemas de salud de origen laboral con la
presencia, en un determinado nivel, de dichos factores de riesgo. Es obligación de las empresas
identificar la existencia de peligros derivados de la presencia de elevados riesgos ergonómicos
en sus puestos de trabajo.

En este sentido, las legislaciones de cada país son más o menos exigentes. En general existen
dos niveles de análisis: el análisis de las condiciones de trabajo para la identificación de riesgos
(nivel básico), y la evaluación de los riesgos ergonómicos en caso de ser detectados (nivel
avanzado).

La identificación inicial de riesgos (nivel de análisis básico) permitirá la detección de factores de


riesgo en los puestos. En caso de ser estos detectados se procederá con el nivel avanzado.
Buenos indicadores de la presencia de riesgos son, por ejemplo: la presencia de lesiones
agudas (lumbalgias, fatiga física, hernias discales, ciáticas...), lesiones crónicas (epicondilitis,
síndrome del túnel carpiano...), o enfermedades profesionales entre los trabajadores de un
determinado puesto. El análisis estadístico de los registros médicos de la empresa pueden ser
de gran ayuda para esta detección inicial de riesgos.

Para llevar a cabo la identificación inicial de riesgos es conveniente el empleo de listas de


identificación de riesgos como la "Lista de comprobación ergonómica" o el "Manual para la
evaluación y prevención de riesgos ergonómicos y psicosociales en la PYME del Instituto
Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT) de España". La aplicación de las listas

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de identificación inicial de riesgos parte de la agrupación de los puestos de la empresa que


tengan características similares en cuanto a tareas realizadas, diseño del puesto y condiciones
ambientales. En una segunda fase se aplica la lista de identificación de riesgos a cada puesto o
a cada tipo de puestos si han sido agrupados.

En el nivel avanzado de análisis se evalúan la amplitud de los factores de riesgo detectados.


Para evaluar el nivel de riesgo asociado a un determinado factor de riesgo existen diversos
métodos que tratan de facilitar la tarea del evaluador. Cada factor de riesgo puede estar presente
en un puesto en diferentes niveles.

Así, por ejemplo, debe evaluarse si la repetitividad de movimientos, que es un factor de riesgo
para la aparición de Transtornos Músculo-Esqueléticos (TMEs) en la zona cuello-hombros,
presenta un nivel suficiente en el puesto evaluado como para considerar necesaria una
actuación ergonómica.

La labor realizada por un trabajador en un puesto puede ser diversa, es decir, el trabajador
puede llevar a cabo tareas muy distintas en un mismo puesto. Una consecuencia directa de esto
es que lo que debe ser evaluado son las tareas realizadas, más que el puesto en su conjunto.
Así pues, se debe llevar a cabo un desglose del trabajo realizado por el trabajador en distintas
tareas, evaluando por separado cada una de ellas, aunque manteniendo una visión del conjunto.
Desglosado el trabajo en tareas se establecerán los factores de riesgo presentes y, finalmente,
qué métodos son de aplicación para la valoración de cada tarea.

Evaluar un puesto de trabajo suele requerir de la aplicación de varios métodos de evaluación,


dado que en un mismo puesto pueden existir diversas tareas y en cada tarea diversos factores
de riesgo presentes.

Aunque de forma genérica se hable de "Evaluación ergonómica de puestos de trabajo", la


realidad es que lo que se evalúa es la presencia de riesgos ergonómicos (o disergonómicos). Por
este motivo es un error tratar de determinar qué método de evaluación emplear en función del
puesto a evaluar. El método debe escogerse en función del factor de riesgo que se desea
valorar.

Así, para evaluar si el nivel del factor de riesgo "Levantamiento de Carga" en una tarea es lo
suficientemente elevado como para ocasionar TMEs, pueden utilizarse diferentes métodos, como
la Ecuación de NIOSH o la Guía Técnica de Levantamiento de Carga del INSHT. Por lo tanto, a
la hora de escoger un método de evaluación no deben plantearse preguntas como: ¿qué método
emplearé para evaluar un puesto de reponedor de almacén? sino que la pregunta adecuada
será: ¿qué factores de riesgo están presentes en el puesto que deseo evaluar? Una vez
respondida esta pregunta se escogerán los métodos adecuados para cada factor de riesgo
detectado.

En resumen el procedimiento sería:


1. Conozca la empresa a la que pertenece el puesto, su sector productivo, su estructura
jerárquica, los turnos y horarios, la planificación y organización del tiempo de trabajo, la
estructura sindical... Describa estos aspectos en la introducción de su documento de
evaluación ergonómica.
2. Conozca y describa en su documento de evaluación las características y factores más
importantes del lugar de trabajo que se va a analizar, como por ejemplo, los diferentes

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productos y procesos que se realizan, el número de trabajadores, los turnos, las pausas, las
horas extras y cualquier problema o incidente que pueda existir en el lugar de trabajo.
3. Observe el puesto de trabajo. Anote y describa en su documento el entorno físico, las
herramientas manuales, el orden y limpieza en el entorno, el espacio disponible, la
maquinaria presente, el número y tipo de indicadores y controles, el nivel y adecuación de la
iluminación, el calor o frío excesivo, el nivel de ruido, los equipos de protección individual,...
Para realizar esta tarea puede ayudarse de un check list como la "Lista de comprobación
ergonómica".
4. Si como resultado del paso 3 y de la aplicación de la "Lista de comprobación ergonómica" ha
encontrado necesario mejorar algún aspecto de los lugares, equipos y condiciones de trabajo,
indíquelo en su documento. Proponga acciones preventivas y recomendaciones (la Lista de
comprobación ergonómica le ayudará en esta tarea). Si el problema identificado requiere una
acción preventiva prioritaria y urgente informe a los responsables pertinentes para la toma de
medidas inmediatas.
5. Conozca al trabajador presente en el puesto previamente a la evaluación. Infórmele sobre el
motivo de su presencia. Solicítele que realice su tarea de la forma habitual y procure que su
forma de actuar no se vea condicionada por la evaluación.
6. Observe el puesto de trabajo mientras el trabajador desempeña su labor. Realice grabaciones
en video si lo considera necesario. Analice el número de tareas distintas realizadas. Mida los
tiempos empleados en cada una de ellas. Vuelque esta información en su documento de
evaluación.
7. Determinado el número de tareas distintas realizadas por el trabajador analice y describa con
cuidado cada una de ellas. Establezca qué factores de riesgo ergonómico están presente en
cada una de ellas (puede consultar este documento para conocer en detalle dichos factores).
Indique en su documento de trabajo el desglose en tareas y los factores de riesgo ergonómico
presentes en cada tarea.
8. Para cada una de las tareas, y para cada factor de riesgo presente, seleccione el método de
evaluación ergonómica adecuado (emplee, si lo necesita, esta herramienta de selección de
métodos) . Cada tarea puede precisar ser analizada con varios métodos si presenta varios
factores de riesgo distintos. Aunque puede emplear un método de evaluación global de
puestos de trabajo, como el método Lest, es preferible emplear métodos más específicos
para cada factor de riesgo.
9. Durante la realización de cada tarea, y según los métodos de evaluación escogidos, realice la
toma de datos y mediciones: ángulos, distancias, pesos... Tome fotografías para documentar
la evaluación. Anote esta información en una hoja de campo.
10.Con los datos obtenidos aplique cada método de evaluación (puede emplear estas
aplicaciones informáticas para ello). A partir de los resultados haga una valoración de cada
factor de riesgo ergonómico en cada tarea. Si en algún caso el nivel de riesgo no es tolerable,
proponga medidas correctivas o un rediseño del puesto. Exponga toda esta información en su
documento de evaluación ergonómica.
11.Redacte en su documento las conclusiones de la evaluación. Si los hay, indique los
problemas detectados y las medidas correctivas propuestas.

IV. ASPECTOS OPERATIVOS DE LA AUDIOMETRÍA EN SALUD OCUPACIONAL.

La sordera ocupacional, patología incluida dentro de la lista de enfermedades profesionales de la


OIT (Oficina Internacional del Trabajo) referida allí como ¨Deterioro de la audición causada por
ruido¨ se ha asociado fuertemente a hipoacusia neurosensorial o sordera en los casos más
extremos. Aunque en la actualidad también se han realizado estudios en los que muestran que

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además del ruido la exposición a ciertas sustancias químicas en el ambiente laboral, pueden
contribuir al desarrollo de esta patología.

La sordera ocupacional que ocurre predominantemente en personas mayores de 40 años,


conlleva a ser un grave problema, pues en la edad adulta, hay mayor dificultad psicológica para
aceptar una limitación funcional, que no se circunscribe solamente al oído, pues la audición
además de ser una función de primer orden en la vida de relación social, de comunicación con el
entorno y con las demás personas, es también un sistema de alerta relacionado con otros
órganos.

Por lo que una excesiva exposición al ruido puede desencadenar trastornos acústicos,
psicológicos y cardiovasculares, lo que se traduce en poca productividad, ausentismo laboral
aumento del gasto en salud, conflictos familiares, baja autoestima, hasta pérdida del empleo.

DEFINICIONES
Hipoacusia: Es la incapacidad total o parcial para escuchar sonidos en uno o ambos oídos. La
hipoacusia es la disminución del nivel de audición por encima de lo que se considera normal,
medida en decibeles (dB). Se promedia con frecuencias de 500,1000 y 2000 Hz; para salud
ocupacional hasta 3000Hz y para el abordaje del paciente con pérdida auditiva inducida por ruido
es importante la descripción de las frecuencias de los niveles desde 500 hasta 8000Hz, esto con
el fin de precisar la severidad de la hipoacusia para las frecuencias agudas, que son las primeras
en comprometerse.
 <25 dB: Audición normal.
 26-40 dB: Hipoacusia leve .
 41-55 dB: Hipoacusia moderada .
 56-70 dB: Hipoacusia moderada a severa .
 71-90 dB: Hipoacusia severa .
 >90 dB: Hipoacusia profunda.

Hipoacusia conductiva: Es la disminución de la capacidad auditiva por alteración a nivel del


oído externo o del oído medio que impide la normal conducción del sonido al oído interno. Puede
ser causada por cerumen, restos celulares y cuerpos extraños; la tumefacción del revestimiento
del propio conducto; la atresia o estenosis y los tumores del conducto; las perforaciones de la
membrana timpánica, la alteración de la cadena de huesecillos como se observa en la necrosis
de la apófisis larga del yunque en los causas de traumatismo o infección; la otoesclerosis y los
cuadros de acumulación de líquido, la cicatrización o tumores en el oído medio.

Hipoacusia neurosensorial: Disminución de la capacidad auditiva por la alteración a nivel del


oído interno, del octavo par craneal o de las vías auditivas centrales. Las alteraciones más
frecuentes se relacionan con las modificaciones en la sensibilidad coclear.

Hipoacusia mixta: Disminución de la capacidad auditiva por una mezcla de alteraciones de tipo
conductivo y neurosensorial en el mismo oído, que se deben a entidades patológicas que afectan
simultáneamente el oído medio e interno, como la otoesclerosis de los osiculos y la cóclea, los
traumatismos craneales, la otitis media crónica, el colesteatoma, los tumores del oído medio y
algunas malformaciones del oído interno.

Hipoacusia ocupacional: Es un daño del oído interno por ruido o vibraciones debido a ciertos
tipos de ocupaciones.

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Hipoacusia inducida por ruido (hir): La HIR se define como la disminución de la capacidad
auditiva de uno o ambos oídos, parcial o total, permanente y acumulativa, de tipo neurosensorial
que se origina gradualmente, durante y como resultado de la exposición a niveles perjudiciales
de ruido en el ambiente laboral, de tipo continuo o intermitente de intensidad relativamente alta
(> 85 dB SPL) durante un periodo grande de tiempo, debiendo diferenciarse del Trauma
acústico, el cual es considerado más como un accidente, más que una verdadera enfermedad
profesional.

La HIR se caracteriza por ser de comienzo insidioso, curso progresivo y de presentación


predominantemente bilateral y simétrica. Al igual que todas las hipoacusias neurosensoriales, se
trata de una afección irreversible, pero a diferencia de éstas, la HIR puede ser prevenida. (Torres
F.A. Ruido e hipoacusia. Conferencia. Diplomado de Audiología, Centro de Neurociencias de
Cuba, nov 2002-mar 2003).

Desde un punto de vista conductual y para su mejor compresión y adecuado seguimiento


audiológico la HIR se puede dividir en cuatro fases o etapas basándonos en las clasificaciones
de Azoy y Maduro:

 Fase I (de instalación de un déficit permanente). Antes de la instauración de una HIR


irreversible se produce un incremento del umbral de aproximadamente 30-40 dB en la
frecuencia 4 kHz. Esta fase tiene como característica que el cese de la exposición al ruido
puede revertir el daño al cabo de los pocos días.
 Fase II (de latencia). Se produce después un periodo de latencia donde el déficit en los 4
kHz se mantiene estable, ampliándose a las frecuencias vecinas en menor intensidad e
incrementándose el umbral entre 40-50 dB, sin comprometer aun la compresión de la
palabra pero ya no hay reversibilidad del daño auditivo. Su descubrimiento reviste
importancia en lo concerniente a la profilaxis.
 Fase III (de latencia subtotal). Existe no solo afectación de la frecuencia 4 kHz sino
también de las frecuencias vecinas, se produce un incremento del umbral entre 70-80 dB,
acarreando por ende la incapacidad en la compresión de la palabra.
 Fase IV (terminal o hipoacusia manifiesta). Déficit auditivo vasto, que afecta todas las
frecuencias agudas, con compromiso de frecuencias graves y un incremento del umbral a
80 dB o más.

Trauma acústico: Es la disminución auditiva producida por la exposición a un ruido único o de


impacto de alta intensidad (mayor a 120 dB). El episodio causante de trauma es a menudo
dramático, de manera que la persona no suele tener dificultad en especificar el comienzo del
problema resultante, produciéndose pérdidas repentinas de la audición.

Perdida auditiva ototóxica: Con frecuencia la pérdida auditiva es el resultado de la exposición


a sustancias que lesionan la cóclea. Dañan las células ciliadas en forma directa. En la mayoría
de los casos se debe a medicamentos, como antibióticos como amino glucósidos; diuréticos de
asa o agentes antineoplásicos. Otras sustancias que pueden ser otoxigenicas son el cianuro,
benceno, tinturas de anilina, yodo, clorofenotano, dimetil sulfoxido, dinitrofenol, propilenglicol,
metilmercurio, bromato de potasio, disulfuro de carbono, monóxido de carbono, y solventes como
estireno y tolueno.

Causas de Hipoacusia:
La perdida de la audición es un problema común que todos experimentan a lo largo del tiempo.
Más comúnmente ocurre cuando se sube una montaña o se vuela por avión, que da una

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sensación de abombamiento en ambos oídos, dejando la necesidad de hacer “pop” para sentir
que se puede oír mejor. La disminución de la audición también se ha visto en las infecciones de
oído, pero este tipo tiende a durar poco. Otra causa importante es la perdida de la audición
neurosensorial que ocurre con la edad, que todos experimentaremos en diferentes grados.

Se tienen diferentes diagnósticos diferenciales, que deben considerarse como causantes de


disminución de la audición o hipoacusia, entre ellos.

Tipos de hipoacusia y sus causas :

Conductivas
 Causas del oído externo: Microtia o atresia congénita, Otitis externa, Trauma, Carcinoma de
células escamosas, Exostosis, Osteoma, Psoriasis, Cerumen
 Causas del oído medio: Atresia congénita o malformaciones de los huesecillos, Otitis media,
Colesteatoma, Otosclerosis, Perforación de la membrana timpánica, Trauma de hueso
temporal, Tumor del glomus .

Neurosensorial
 Causas del oído interno: Perdida de la audición hereditaria, Infecciones virales congénitas,
Malformaciones congénitas, Presbicusia, Meningitis, Tirotoxicosis, Cocleitis viral, Drogas
ototoxicas, Cirugía otológica, Enfermedad de Meniere, Exposición al ruido, Baro trauma,
Trauma penetrante, Neuroma acústico, Meningioma, Enfermedad autoinmune, Esclerosis
múltiple, Isquemia cerebrovascular

En cuanto al ruido se sabe que los tonos agudos son más nocivos que los graves.
Los tonos agudos son los que se producen con más frecuencia en el medio industrial. De ahí que
el examen audio métrico de los trabajadores que han estado sometidos a una exposición
prolongada a altos niveles de ruido revela, pérdida de agudeza auditiva en las gamas de
frecuencias más altas: entre 3.000 y 6.000 Hz, y en particular, alrededor de los 4.000 Hz. La
lesión comienza alrededor de los 4.000 Hz, y luego se extiende a las frecuencias más próximas .

Existen diferentes tipo de sordera o hipoacusia profesional, entre ellos tenemos: causada por
exposición a ruido, por trauma barométrico del oído medio, por embolia gaseosa, por trauma
encefalocraneanos, por tóxicos industriales.

 Hipoacusia por exposición por baro trauma: Es una lesión en la membrana timpánica del
oído medio causada por variaciones bruscas de la presión barométrica asociadas con los
cambios de la función normal de la trompa de Eustaquio. Se pueden producir de dos formas
similares, por aumento de presión o por disminución de la misma en inmersiones marinas
rápidas, o cuando un buzo emerge a la superficie, en picados intensos de aviación, y en
aterrizajes a excesiva velocidad. Hay un taponamiento del oído medio con dolor de moderado
a intenso, y hemorragia en caso de rotura timpánica. La prevención se basa en la correcta
ejecución de la descompresión endotimpánica y el tratamiento de cualquier afección
rinofaríngea que pueda causar estenosis de la trompa de Eustaquio .
 Hipoacusia por embolia gaseosa: Cuando se ha respirado aire a presiones elevadas,
existen grandes cantidades de nitrógeno disuelto en la sangre. Si el retorno a la presión
normal no se realiza correctamente, surgen embolias por el paso de este nitrógeno de la
sangre a los tejidos. Entre los síntomas surge una hipoacusia, que será irreversible, con
zumbidos y alteraciones del equilibrio .

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 Hipoacusia por trauma encefalocraneano: Se debe a una fractura del cráneo (por un golpe
en el mentón que causa la incrustación del cóndilo mandibular, rompiendo el tímpano o los
huesos del oído medio, causando así una hipoacusia de transmisión) o a una conmoción
cerebral sin fractura. En este último caso la pérdida de la audición es de tipo sensorial, y
generalmente mono lateral .
 Hipoacusia por agentes tóxicos: que puede ser de origen industrial (ototoxicidad), ingestión
de determinados fármacos o sustancias.

La exposición al ruido, es una situación a la que todos estamos expuestos a lo largo del día, el
exceso de ruido puede afectar a largo plazo el grado de presbicusia que se desarrolla. La
constante exposición a ruidos de alta frecuencia puede causar sordera neurosensorial. La
fisiopatología de este tipo de sordera es causada por el daño directo de las estructuras cocleares
y una sobre carga metabólica por sobre estimulación. Algunos efectos metabólicos son la
excesiva liberación de oxido nítrico que puede dañar las células, generando radicales libres de
oxigeno, llevando así a la toxicidad sobre la membrana y una baja concentración de magnesio
que debilita las células al disminuir la concentración intracelular de calcio .

Los sonidos patológicos están presentes en el ambiente, incluyendo en el trabajo (constructores


y militares), o recreación (conciertos de rock, uso de audífonos), y viene en dos formas
principalmente:
 Sonido de explosión o impulso: dados por explosiones y armas de fuego, que producen
sonidos de alta intensidad, que dañan las células de la estereocilia y produce lesiones
discretas en el epitelio sensorio de la cóclea .
 Exposición crónica al ruido: generado en conciertos de rock, en aviones militares y
comerciales, y en plantas industriales que generan tóxicos como las especies reactivas de
oxigeno, y cambios fisiológicos en la barrera de sangre en el laberinto que lleva así a una
disfunción temporal de la audición y a veces puede ser permanente.

Por la asociación de esta patología al ambiente laboral, existen múltiples guías o estándares
para los trabajadores de áreas de alto riesgo, como por ejemplo los trabajadores expuestos a
más de 85 dB la mayoría del tiempo, deben entrar en un programa de conservación y protección
de la audición, o según la cantidad de dB que vaya a recibir el trabajador menos cantidad de
horas debe de tener en esta área. A corto plazo los ruidos altos que usualmente van desde 120 a
155 dB pueden causar una sordera neurosensorial profunda, dolor o hiperacusia .

Las toxinas químicas están presentes en varias situaciones, incluyendo en el trabajo (pinturas de
solvente, estaciones de gas), abuso de sustancias orgánicas de base con solventes (spray
adhesivos), y varios medicamentos de importancia en el tratamiento de patologías especificas
(cisplatino y aminoglicósidos). Estas sustancias ototóxicas también generan especies reactivas
de oxígeno, y puede interferir con múltiples procesos bioquímicos.

Los efectos sinérgicos de los efectos del ruido y de los solventes orgánicos, son más afines
cuando hay exposición a repetición de ambos a bajos niveles.

También se ha visto asociado ciertos medicamentos, como los aminoglicosidos, cisplatino,


quinolonas y diuréticos, son otóxicos y pueden causar diferentes grados de pérdida de la
audición temporal y permanente. Los diuréticos son conocidos por generar perdida transitoria de
la audición, por el bloqueo del reciclaje de potasio, perdida del potencial endolinfático y edema
de la estría vascularis.

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Evaluación del paciente


Generalmente los síntomas iniciales de los pacientes es la hipoacusia parcial o completa. La
pérdida auditiva probablemente empeora con el tiempo con la continua exposición. Algunas
veces puede estar acompañado de tinnitus .

Al igual que en todo paciente, la evaluación debe iniciar con una adecuada historia clínica donde
se deben preguntar ciertas preguntas claves para hacer un correcto enfoque:
 ¿Cuándo inicio y como progreso?, ¿La pérdida es con algún tipo específico de sonido o con
todos?, ¿Tiene dolor o salida de algún liquido por fuera del oído, asociado a la perdida?, ¿Ha
tenido trauma asociado, como sonidos de alta frecuencia o baro trauma?, ¿Ha tenido
infecciones anteriormente en el oído?, ¿Ha tenido cirugías otológicas?, ¿Está asociado a
tinnitus, vértigo o desequilibrio?, ¿Tiene antecedentes familiares de sordera?, ¿Qué
medicamentos toma?.

En el examen físico para algunos pacientes incluyen test simples que puede realizarlo cualquier
médico general. Aunque alguno pacientes ya necesitan test audiológicos o especializados.

Evaluación de la audición: existen múltiples formas para la evaluación como el test de susurrar
palabras en el oído del paciente estando detrás de él, usar un otoscopio que emite tono y el uso
de diapasones.

El uso de diapasones puede usarse para evaluar a los pacientes con sordera. Existen dos tipos
de vías de conducción del sonido que se pueden evaluar con diapasones, como la conducción
de aire, donde el sonido viaja a la membrana timpánica y se convierte en sonido en el oído
interno; y la conducción ósea, donde el sonido de trasmite por la vibración del cráneo a la cóclea.
Para este tipo de pruebas tenemos el test de Weber y Rinne. También es importante la
evaluación de la membrana timpánica por medio de la otoscopia y la neumatoscopia .

Luego de realizar esta evaluación, es importante en caso tal de hallar una anormalidad, realizar
exámenes audiológicos especializados como el test de conducción de tono, aire y hueso,
audiometría del habla y audiometría por impedancia.

V. ASPECTOS OPERATIVOS DE LA ESPIRÓMETRIA EN SALUD OCUPACIONAL.

Los objetivos del estudio funcional pulmonar en Medicina del Trabajo son diversos entre ellos:
 Como ayuda en el diagnóstico (Bisinosis, Asmas de origen ocupacional, etc.).
 En la evaluación legal de las Neumoconiosis.
 En los exámenes previos en empresas de riesgo (TDI, PVC, etc.).

En patología pulmonar laboral es imprescindible el estudio de la función pulmonar.

La finalidad de esta nota es el familiarizar y servir de consulta a los servicios médicos de


empresa.

Afortunadamente el estudio de la ventilación (proceso ya en si complejo: volúmenes y


capacidades pulmonares; resistencias, compliance, mecánica respiratoria, etc.) es suficiente
para evaluar en gran parte el estado de la función respiratoria.

Centraremos la atención dentro de este proceso en al apartado de la espirometría dinámica. Ello


está justificado por el hecho de que en último término, con la medición de los parámetros que se

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obtienen, se alcanza una evaluación del estado de la ventilación del sujeto, en un grado
suficiente y satisfactorio en la práctica clínica diaria. Siendo además casi utópico el disponer en
un servicio médico de empresa de todo el utillaje necesario e indispensable para valorar por
completo y de forma exhaustiva la función pulmonar.

Espirometría dinámica
Cuando se introduce como unidad de referencia el tiempo pasamos a considerar aspectos
dinámicos de la ventilación, variaciones de volumen por unidad de tiempo (flujos).

Así hablaremos de:


 Curvas de Volumen - Tiempo.
 Curvas de Flujo - Volumen.

Curvas de Volumen – Tiempo


De estas curvas se obtienen fundamentalmente los siguientes parámetros:
 FVC: Forced Vital Capacity (Capacidad Vital Forzada) es el volumen de aire que podemos
espirar (en forma rápida, sostenida y máxima) tras una inspiración máxima.
 FEV1: Forced Expiratory Volume in one Second (VEMS, Volumen Espiratorio Máximo en un
Segundo).
 %FEV1: Indice de Tiffeneau, es la relación porcentual entre el volumen espiratorio Máximo en
un Segundo (FEV1) y la Capacidad Vital Forzada (FVC) .

 FEF 25-75% : Forced Expiratory Flow 25-75%(Flujo Espiratorio Forzado entre el 25 y el 75% de
la Capacidad Vital Forzada).

Curvas flujo – volumen


La investigación en fisiología pulmonar ha ido evolucionando con los años y los avances
tecnológicos han permitido desarrollar este tipo de curvas. Aún a pesar de tener una gran
equivalencia con las curvas de volumen-tiempo, obtenemos por medio de ellas una mayor
cantidad de información sobre las zonas de ventilación en las que no está presente el factor
esfuerzo -dependiente del sujeto a examinar.

En esta curva se estudian los siguientes datos entre otros:


 MF75%: Máximal Flow 75% (Flujo Máximo al 75% de la capacidad Vital Forzada), puede ser
medido en inspiración (MIF75%), o en espiración (MEF75%).
 MF50%: Maximal Flow 50% (Flujo Máximo al 50% de la Capacidad Vital Forzada), puede ser
medido en inspiración (MIF50%), o en espiración (MEF50%).
 MF25%: Maximal Flow 25% (Flujo Máximo al 25% de la Capacidad Vital Forzada), puede ser
medido en inspiración (MIF25%), o en espiración (MEF25%).
 PF: Peak Flow (Apice de Flujo), es el punto máximo en un instante del flujo ya en inspiración
(PIF), ya en espiración (PEF).

Tipos de Espirómetro
Se pueden distinguir tres tipos de espirómetros:

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 Espirómetros húmedos o de agua


 Espirómetros secos
 Espirómetros electrónicos (Neumotacógrafos);

Espirómetros húmedos o de agua


Consisten en un tambor invertido sobre una cámara de agua, equilibrado por un contrapeso. En
el interior del tambor, hay aire u oxígeno, con un tubo que conecta a la boca del sujeto a
examinar, que al inspirar o espirar desplazará el tambor hacía arriba o abajo, realizando así por
medio de un registro un trazado espirográfico.

Espirómetros secos
Se subdividen en dos tipos de pistón y de cuña, tienen la ventaja sobre los húmedos de ser
portátiles y ofrecer menos resistencias.

Espirómetros electrónicos (Neumotacógrafos);


Son aparatos más recientes y por ello mucho más sofisticados, están compuestos por un
ordenador (microprocesador), un transductor de flujo, un convertidor analógico digital y un
neumotacógrafo.

Valoración de los resultados


Una vez obtenidas las gráficas y calculados los resultados se comparan con los valores teóricos
según edad, sexo y peso, expresando el resultado final en forma de porcentaje.

Son muchas las tablas de valores teóricos utilizadas: CECA, MORRIS, KNUDSON, COTES, etc.,
la mayoría de ellas son de origen anglosajón que, por razones étnicas, poca relación guardan
con la población mediterránea, debido a este motivo, se inició en Barcelona un estudio
multicéntrico: Servicio de Neumología del Hospital Clínico Provincial; Servicio de Neumología del
Centro Nacional de Condiciones del Trabajo del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el
Trabajo.

Para obtener valores teóricos propios de la población mediterránea, valores que fueron
presentados en el Congreso de la Sociedad Española de Patología Respiratoria en Santiago de
Compostela en el año 1982 y desde entonces se recomienda el uso generalizado de los mismos,
con la finalidad de hablar todos el mismo lenguaje. (Se adjuntan fórmulas de regresión).

Ejemplo práctico:
Valor observado de FVC en (BTPS) = 4.00 litros
Valor teórico = 4.00 litros

Se consideran normales aquellos valores superiores al 80% del valor teórico.

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Síndromes de alteración ventilatoria

N=Normal; D= Ligeramente disminuido; DD= Muy disminuido

Existe otro síndrome muy común en los fumadores y que es la primera manifestación patológica
respiratoria que es el llamado S.A.D. (Small Airway Disease, Enfermedad de los Bronquios
Periféricos), se manifiesta cuando la FVC, FEV y %FEV1 son normales pero el FEF25%-75%
está por debajo del 65%.

Fórmulas de regresión para el cálculo de los valores teóricos

Varones
FVC= 0.0678 x T - 0.0147 x A - 6.0548
FEV1 = 0.0499 x T - 0.0211 x A - 3.837
%FEV1 = -0. 1902 x A + 85.58
FEF25%-75% = 0.0392 x T - 0.043 x A - 1.1574
PEF = 0.0945 x T - 0.0209 x A - 5.7732

Mujeres
FVC = 0.0454 x T - 0.0211 x A - 2.8253
FEV1 = 0.0317 x T - 0.025 x A - 1.2324
%FEV1 = - 0.224 x A - 0.1126 x P + 94.88
FEF25%-75% = 0.023 x T - 0.046 x A + 1.1055
FEF25%-75% = 0.023 x T - 0.046 x A + 1.1055

Donde :
T: talla en centimetros.
A: edad en años.
P: peso en Kg.

VI. ASPECTOS OPERATIVOS DE LA PSICOLOGÍA EN SALUD OCUPACIONAL.

El mundo laboral es un fenómeno complejo y cambiante.


En el informe del año 2006 de la Conferencia Internacional del Trabajo se identifican cuatro
fuerzas como los principales motores del cambio en el mundo del trabajo:
1. el imperativo del desarrollo;
2. la transformación tecnológica;
3. la intensificación de la competencia a escala mundial; y
4. la mayor orientación en función de los mercados, y una función más reducida del Estado.

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Junto a esas fuerzas se considera que las mujeres y los hombres que trabajan percibirán cada
vez más su propia situación laboral desde una perspectiva mundial.

Estos cambios, además de afectar a las economías de los países, tienen consecuencias sobre la
población laboral activa, pues influyen en las opciones de empleo; las relaciones sociales o
familiares; las necesidades de formación; la actualización de conocimientos y destrezas; los
ritmos de trabajo; la disponibilidad de recursos; la ordenación de los procesos laborales; los
cambios en las ofertas laborales, y también sobre la salud de la población.

Debido a estas variaciones observamos que el perfil de las enfermedades y accidentes laborales
ha cambiado las últimas décadas hacia una situación en la que los riesgos de origen psicosocial,
y sus consecuencias, han cobrado protagonismo por el incremento de la frecuencia con que
aparecen implicados en el origen de las bajas laborales, ocasionadas por problemas de salud
con origen en el trabajo, o la accidentabilidad laboral.

Factores y riesgos psicosociales derivados del trabajo


Los factores psicosociales son condiciones presentes en situaciones laborales relacionadas con
la organización del trabajo, el tipo de puesto, la realización de la tarea, e incluso con el entorno;
que afectan al desarrollo del trabajo y a la salud de las personas trabajadoras. Los términos
“organización del trabajo” y “factores organizativos” son intercambiables en el contexto laboral
con “factores psicosociales” para señalar las condiciones de trabajo que conducen al estrés.

Los factores psicosociales pueden favorecer o perjudicar la actividad laboral y la calidad de vida
laboral de las personas. En el primer caso fomentan el desarrollo personal de los individuos,
mientras que cuando son desfavorables perjudican su salud y su bienestar.

En este caso hablamos de riesgo psicosocial, que es fuente de estrés laboral, o estresor, y que
tiene el potencial de causar daño psicológico, físico, o social a los individuos.

Los riesgos psicosociales con origen en la actividad laboral pueden estar ocasionados por un
deterioro o disfunción en:
a) Las características de la tarea: cantidad de trabajo, desarrollo de aptitudes, carencia de
complejidad, monotonía o repetitividad, automatización, ritmo de trabajo, precisión,
responsabilidad, falta de autonomía, prestigio social de la tarea en la empresa, etc.
b) Las características de la organización: variables estructurales (tamaño y diferenciación de
unidades, centralización, formalización), definición de competencias, estructura jerárquica,
canales de comunicación e información, relaciones interpersonales, procesos de socialización
y desarrollo de la carrera, estilo de liderazgo, tamaño, etc.
c) Las características del empleo: diseño del lugar de trabajo, salario, estabilidad en el empleo y
condiciones físicas del trabajo.
d) La organización del tiempo de trabajo: duración y tipo de jornada, pausas de trabajo, trabajo
en festivos, trabajo a turnos y nocturno, etc.

La percepción de riesgo no se concreta siempre en percepción de riesgo físico, también puede


ser riesgo psicológico (por ejemplo: despido, pérdida de estatus, pérdida de prestigio, etc.).

La exposición a este tipo de riesgos no deteriora necesariamente la salud del trabajador, aunque
como su nombre indica son una fuente de riesgo, pues si el individuo utiliza unas estrategias de
afrontamiento funcionales podrá manejar la situación laboral para eliminar el riesgo, o podrá
modificar su comportamiento, sus cogniciones o su emociones para adaptarse a la situación y
convivir con ella.
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Por esto, es importante desarrollar programas de formación en materia de prevención junto a


otro tipo de acciones dirigidas a eliminar las fuentes de riesgo. No obstante, y debido a que se ha
demostrado que los riesgos psicosociales en el trabajo suelen tener carácter crónico, la
exposición a situaciones de riesgo psicosocial supone una tensión psicológica continua para
todos los individuos.

El origen del problema en las situaciones de riesgo psicosocial no está en el individuo, sino que
suele estar en el entorno que es de donde provienen dichas situaciones de riesgo debido a un
mal diseño y ordenación del trabajo. Esto es, los riesgos psicosociales en el trabajo aparecen
porque se generan unas condiciones laborales difíciles de tolerar para la mayoría de los
trabajadores.

Obviamente, podemos encontrar individuos que presentan unas cualidades personales


superiores al resto de sus compañeros, pero no todos los seres humanos somos capaces de
batir un récord olímpico. Por ello, es necesario evaluar el entorno e intentar modificarlo para
generar unas condiciones de trabajo adecuadas para el“trabajador normal” que debe
desempeñar el puesto.

Por este motivo, las condiciones laborales de exposición crónica a riesgos psicosociales van más
allá de ser un problema individual, y pueden constituir un verdadero problema de salud pública
cuando su tasa de prevalencia e incidencia resulta alta. La promoción de la salud laboral es una
estrategia de intervención importante para fomentar la salud de los trabajadores y,
consecuentemente, de la población.

PSICOLOGÍA DE LA SALUD OCUPACIONAL

La disciplina que aborda el estudio de los riesgos psicosociales en el trabajo, y de la calidad de


vida laboral es la Psicología de la Salud Ocupacional (PSO). Su objetivo es que las personas
puedan producir, atender a los demás, desarrollarse, y ser valoradas en el ejercicio de su
actividad laboral, además de tener la posibilidad de utilizar su talento, sus conocimientos, y sus
destrezas y habilidades, como vía para alcanzar un alto rendimiento, al tiempo que perciben alta
satisfacción laboral y bienestar en el trabajo.

Los profesionales que abordan el estudio de la salud desde esta aproximación conciben su
campo de acción diferente de lo que podría definirse como un acercamiento médico al estudio de
la salud ocupacional.

La PSO es una nueva especialidad de la psicología con carácter básico y aplicado, que resulta
de la integración de contenidos en la Salud Pública con la Medicina Preventiva, la Psicología
Clínica y la Psicología de la Salud, aplicados en el contexto de las organizaciones laborales.

Los ambientes saludables y la salud de los trabajadores son condiciones esenciales para la
efectividad de las personas y para el rendimiento de las organizaciones.

Por ello, la PSO busca cuidar la salud de las personas y desarrollar ambientes saludables, pues
ambos frentes son inseparables.

Fomentar la salud psicosocial en el lugar de trabajo es fomentar la salud pública de la población,


pues las personas en edad de trabajar pasan la mayor parte de su tiempo de vigilia en contextos
laborales, o desarrollando una actividad laboral en su domicilio. Por este motivo, la promoción de

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la salud laboral y la prevención de las enfermedades y accidentes laborales relacionados con los
riesgos psicosociales deberían ser materia de salud pública para los gobiernos.

Como ha señalado la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo , la promoción


de la salud en el lugar de trabajo no es solo cumplir la normativa en materia de seguridad y salud
en el trabajo, también se debe fomentar que las empresas e instituciones contribuyan de manera
activa a la mejora de la salud mental, al bienestar y a la calidad de vida laboral de sus
trabajadores, teniendo en cuenta sus necesidades, fomentando la participación en la
organización, y el diseño saludable de los lugares de trabajo.

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EXAMEN

1. ¿Definir que es Trastorno musculo-esquelético y describa la clasificación de éstos?

2. ¿Defina que es Ergonomía y cuál es su aplicación en salud ocupacional?

3. ¿Defina cuales son las clases de hipoacusia y las causas relacionadas en salud ocupacional?

4. ¿Describa que es la espirómetria y cuál es su uso en salud ocupacional ?

5. ¿Describa cuáles son los factores psicosociales relacionados al trabajo y que busca la
psicología ocupacional?

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