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1
ARDILES: op.cit. P.85.-
Hay en la filosofía contemporánea un verdadero giro antropológico en el
sentido de haber vuelto la mirada sobre el hombre concreto en todas sus
dimensiones, como lo único que dá sentido a la labor del pensamiento. Más
recientemente, se habla de una nueva vuelta de tuerca en esa misma dirección,
un giro lingüístico en los estudios sobre el hombre. Es el lenguaje la piedra
de toque para comprender la realidad humana y, en algunos autores, la realidad
entera. Las corrientes actuales de pensamiento hablan de un tercer momento en
esta vuelta al hombre concreto: un giro pragmático. De las dimensiones del
lenguaje (sintáctica, semántica y pragmática) se pone ahora el acento en la
dimensión pragmática: se estudia al lenguaje en el acto vital de la
comunicación.
2
Ibíd., p.85-86.-
3
Cfr. CORTINA Adela, Etica comunicativa en Concepciones de la ética, edición de V.Camps, O. Guariglia y F. Salmerón
(Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía Nº 2), Ed.Trotta, CSIC, Quinto Centenario. Madrid 1992.-
validez son: pretensión de verdad para sus proposiciones, veracidad para sus
expresiones, inteligibilidad de lo dicho, corrección de las normas de acción.
Tales pretensiones prestan racionalidad a las acciones comunicativas, y la
aceptación implícita de las mismas por parte de los interlocutores (pues sin
ellas perderían sentido nuestros actos de habla) muestra que se reconocen como
personas, como seres con autonomía para elevar tales pretensiones, aceptarlas o
rechazarlas.
4
Ibíd., pp.184-185.
5
DUSSEL Enrique: De la “pragmática trascendental” a una “económica trascendental”. En Etica en América Latina, VI
Congreso Internacional de Filosofía Latinoamericana, Universidad Santo Tomás. Bogotá, 1990. Pp. 45-79.
Comunidad de vida real, histórico-posible e ideal, que es anterior y es
condición de la comunidad de comunicación, pues la “vida en comunidad” es el
lugar del lenguaje humano.
6
Ibíd., p.65.
7
DE ZAN Julio: Libertad, Poder y Discurso. Editoriales Almagesto/Fundación Ross. Buenos Aires, 1993. P. 209.
internacional, basadas en una racionalidad universal, pluralista
y abarcadora. Pero también es cierto que todo “ethos” cultural
lleva implícito en su proyecto una racionalidad que le es propia
y que posibilita una comprensión y una comunidad humana más
profunda, una convivencia más entrañable y más fecunda entre sus
miembros, las cuales no pueden ser sacrificadas en función de un
cosmopolitismo despersonalizante, nivelador y abstracto.
8
Ibíd., p. 238.