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Reseña de libros

ARIZPE, Lourdes, Cultura de desarrollo. Una etnografía de


las creencias de una comunidad mexicana, México, El
Colegio de México/UNAM/Porrúa, 1989, 286 pp.

Mas la ciencia y la filosofía,


¿qué otra cosa son sino fantasía?
José Ortega y Gasset1

El tema de la cultura relacionada con las grandes transforma­


ciones causadas por el desarrollo es abordado de manera
original por Lourdes Arizpe en un libro que divulga resultados
de una investigación antropológica en el municipio de Zamo­
ra, Michoacán durante 1980 y 1984. El planteamiento más
interesante de este trabajo es la propuesta de conocer la
realidad cultural zamorana a través de lo que piensa la gente.
Para ello la autora define el problema particular de su inves­
tigación en términos de la cultura como expresión de creen­
cias.
Ante la pregunta de si desde las ciencias sociales se puede
reconstruir la arquitectura del pensamiento de la gente, Arizpe
examina distintos conceptos que pudieran responder a este
reto y finalmente decide retomar el concepto de creencia
formulado por José Ortega y Gasset. En el célebre ensayo del
filósofo español — escrito en 1934 y que lograría una vigencia
sin precedentes— las creencias son: “Todas aquellas cosas
con que absolutamente contamos, aunque no pensemos en
ellas. De puro estar seguro de que existen y de que son según
creemos, no nos hacemos cuestión de ellas”; en contrapartida
“Las ideas son, pues, las ‘cosas’ que nosotros de manera
consciente construimos, elaboramos, precisamente porque no
creemos en ellas” (Ortega:41).
Si la creencia puede expresar “lo que son y en lo que
están” los diferentes grupos étnicos que forman el mosaico
cultural zamorano, la autora se pregunta hasta dónde es
posible recuperar el sistema de creencias mediante un estudio
empírico (Arizpe: 15). La contribución más importante del
libro consiste en trazar veredas en la intrincada complejidad
de este proyecto; con ellas se evidencian las limitaciones de
los enfoques unidisciplinarios para abordar objetos de estudio
como las “creencias”,2 y además descubren algunos proble­
mas concernientes a la relación teoría/método, sólo posibles
de enunciar mediante una incursión audaz en el terreno de lo
empírico como la realizada por Lourdes Arizpe.
A lo largo de los seis capítulos del libro es posible apreciar
una rica gama de información etnográfica que recrea al “ma­
lestar cultural” de la población estudiada. Después de la
“introducción” en la que se presenta el problema de la inves­
tigación, la autora analiza en el capítulo 1: “Las cristalizacio­
nes: la problemática cultural contemporánea”, los supuestos
teóricos de los que parte para exponer y concluir sus acerca­
mientos a las creencias de los zamoranos. El capítulo 2: “Los
zamoranos: su visión sobre la sociedad y la cultura” describe
diferentes formas en que los entrevistados perciben el males­
tar social y cultural de su época.3 A través de algunos indica­
dores estadísticos se expone una trayectoria muy superficial
de los cambios ocurridos en el valle de Zamora durante los
últimos treinta años (Arizpe: 71-75). Llama la atención que la
autora no analice los cambios que desde principios de siglo
han incurrido en la modernización de la región, y especial­
mente en aquellos que han repercutido en la configuración
cultural de sus poblaciones étnicas.4
El dilema del cambio social consiste en que para algunos
zamoranos las costumbres se transforman aceleradamente, y
para otros no tan rápido como quisieran. Lourdes Arizpe lee
en estos síntomas el encuentro de dos pensamientos: el domi­
nado por las “creencias” y el dominado por la “racionalidad”.
Las expresiones de estas angustias constituyen la temática de
los siguientes capítulos. “Lo que vale en la vida” (Cap. 3)
perfila los valores predominantes entre cuatro grupos socia­
les. Valores como: Dios, familia, trabajo, salud y realización
personal, se ponderan de diferentes maneras entre grupos de
propietarios/empresarios, profesionistas, campesinos/ejida-
tarios y asalariados/empleados. En el capítulo 4: “Religiosi­
dad y Racionalismo” se analizan los cambios que han trasto­
cado el fondo de las creencias religiosas y su expresión en
temas como: la libertad, el destino y la verdad. Los matices
que el género y el grupo social imprimen en la configuración
de estos cambios es un elemento importante en la estructura
del capítulo. En “Política y autoritarismo” (Cap. 5) se tipifican
las opiniones recogidas en una encuesta con respecto a las
figuras de autoridad política y a las ideologías que presentan
algunos partidos políticos en la región. Finalmente, “Morali­
dad y Sexismo” (Cap. 6) es un capítulo que trata de manera
interesante uno de los principales temas “tabú” no sólo de la
sociedad zamorana sino de la mexicana en general. En las
“Conclusiones Generales” la autora recupera gran parte de
sus propuestas esbozadas en la “Introducción” para reflexio­
nar sobre el cambio sociocultural en la sociedad zamorana y
sobre los matices de sus significados que proporcionan los
grupos sociales y sus géneros. En la exposición de cada
capítulo se combinan el dato cuantitativo con el cualitativo,
recurso que en algunos capítulos hace la lectura amena y en
otros no tanto.
En lo que respecta a las aportaciones teórico-metodológi-
cas de la investigación que sustenta el libro podemos comen­
tar lo siguiente: en primer lugar destaca la reducción teórica
de la noción “creencias” de Ortega Gasset. Lourdes Arizpe
define en términos operativos la “creencia” como “Enuncia­
dos” que se asumen sin cuestionamiento, casi en forma in­
consciente, como base congnoscitiva y de valores y que son
la forma característica de sociedades no incorporadas al
racionalismo secular, constitutivo de la racionalidad capita­
lista” (Arizpe:62. Subrayados míos). Si bien esta definición
propone una manera de resolver el problema metodológico
de objetivar una categoría abstracta, también sucede que tal
objetivación omite la dimensión histórica en la que insiste
Ortega y Gasset. Para él, el conocimiento de las creencias no
se reduce a su “identificación” en la realidad, su pregunta de
fondo es ¿cuáles son y han sido las creencias que operan en
cada época y cuales sus consecuencias para la vida? (Orte-
ga:30). Más aún, con esta pregunta ahonda en uno de los
problemas más debatidos actualmente por la filosofía de la
ciencia, que consiste en considerar cómo el hombre contem­
poráneo ha convertido la “razón” (las ideas) en una “creen­
cia”, esto es: en creer no sólo en la eficiencia del intelecto
como una de las realidades que hay, sino además priorizar su
“eficacia” por sobre otro tipo de creencias (Ortega:28-29).
Si bien Lourdes Arizpe considera esta problemática al
analizar el predominio de la “racionalidad instrumental“ en
nuestras sociedades “modernas”, no por ello la retoma como
el objeto mismo de su investigación. En mi opinión la autora
da una salida “positivista” al reto de reconstruir las “creen­
cias” de la sociedad zamorana, en la medida que dicotomiza
el “racionalismo” como expresión de una cultura secular-ra­
cional, y el “dogmatismo” como manifestación de una cultura
fincada en sus creencias asumidas por la fe. Si reflexionamos
la propuesta de Ortega y Gasset veremos que el problema
consiste no tanto en la dicotomía de ambas “visiones del
mundo” como en la comprensión de la dinámica histórica que
ha entretejido en la realidad la convivencia de dos pensamien­
tos opuestos.
Según la perspectiva de Lourdes Arizpe el problema
debería plantearse por la necesidad de elaborar un mapa o
sintagmática social de las creencias. Con ello se propone
superar lo que sería un mero inventario de lo que la gente cree,
y analizaría las posiciones de las creencias en relación a otras.
Se trata no solamente de saber qué se dice, sino quién lo dice
respecto a su posición de clase social y de género (Arizpe:62-
63). En la medida que se pretende hacer el mapeo de las
creencias en un momento determinado, o más bien su foto­
grafía desde un ángulo reducido, la observación y registro de
la “creencia” a través del enunciado no puede ignorar la
contradicción entre el decir y el hacer (la contradicción entre
pensamiento y praxis). Para la autora esta contradicción no
existe, ya que el enunciado de la creencia es en sí una
práctica. De ello deduce que de haber alguna contradicción
sería entre dos tipos de “prácticas” diferentes: la práctica del
decir y la práctica del hacer “cada una inserta en un ámbito
social de comportamiento distinto” (Arizpe:63). En conclu­
sión Lourdes Arizpe “delimita” en su investigación la “prác­
tica del decir” omitiendo el otro tipo de “práctica”. Con ello
más que retomar a Ortega y Gasset, lo que en realidad valora
teóricamente es una de las propuestas más controvertidas de
Althusser y seguidores que consiste en adjudicarle a la pro­
ducción ideológica el papel de “práctica social”. Mi comen­
tario se orienta en destacar el abismo que hay entre los
postulados de Ortega y Gasset y otros autores como Adorno
y Habermas, citados con frecuencia en el escrito, y lo que
finalmente la autora cristaliza en sus premisas teóricas.
Pero el lector se preguntará sobre el producto de esta
investigación, esto es: si finalmente Lourdes Arizpe llega a
presentarnos un mapa de las creencias de los zamoranos, y si
este mapa cultural y étnico podemos leer, aunque sea en
términos de paisaje, lo que son y con lo que cuentan para vivir.
Yo encontré dos tipos de respuestas. En términos de
información los seis capítulos logran el propósito de codificar
situaciones cotidianas representativas que pudieran servir
para polemizar lo descrito a la luz de la realidad. En este
sentido sería muy importante divulgar el libro entre los zamo­
ranos que fueron interrogados y “observados”, para ver hasta
dónde las “ideas” que la autora y el lector nos hacemos de
ellos corresponden a sus “creencias”.
La otra respuesta es más bien veta de algunas críticas
necesarias de recuperar y discutir para quienes nos interesa
este tipo de investigaciones. Comento sólo dos. La primera
se refiere a las limitaciones de la definición de “creencia”
como solamente la “práctica del decir”. Esta limitación tiene
repercusiones concretas en el análisis de la información y en
la comprensión de su significado. En principio es necesario
desafiar críticamente el discurso del informante en la medida
que somos conscientes de que captamos “significantes” con
múltiples “significados” detrás.5 La interpretación positivista
que predomina en el libro consiste en valorar el “significante”
del discurso como la expresión misma de la creencia, esto es,
como expresión directa del “significado”. Debido a que la
autora rompe con la dinámica de contradicción entre el decir
y el hacer y destierra de sus observables las “prácticas del
hacer”, no logra construir datos que contrasten los “signifi­
cantes de los enunciados con otra información que también
expresan las creencias.
Un ejemplo ilustrativo es el análisis que hace de la dimen­
sión política del autoritarismo. El capítulo 5 “Política y
Autoritarismo” es quizás el más caricaturesco de la realidad
zamorana porque se reduce a describir las respuestas que los
encuestados dieron a preguntas sobre “¿Quién cree que go­
bierna en México?, ¿Quién debería gobernar?, ¿Qué tipos de
líderes necesita México?”. Preguntas casi todas, retomadas
de una encuesta que Theodor Adorno aplicó en su estudio
sobre la personalidad autoritaria (1950). Lo criticable en este
caso es la “creencia” de la autora de que con este tipo de
instrumento captaba las “creencias” políticas de los encues­
tados, cuando lo que en realidad capturaba eran algunas
representaciones ideológicas de una parte de la realidad polí­
tica que viven. Al parecer la investigación ignoró los decires
y haceres de los zamoranos en situaciones de confrontación
política como la de diciembre de 1983 con las elecciones de
alcaldes. Este tipo de hechos, que entrarían en el esquema de
las “prácticas del hacer”, echarían por tierra las hipótesis
basadas en los enunciados precodificados de la encuesta y las
entrevistas profundas.
La segunda y última crítica es una reflexión sobre las
conclusiones de la autora en términos de la dicotomía entre
lo que fuera el predominio de las “creencias” y el avance del
“pensamiento racional”. ¿Hasta dónde el viraje que dió a la
noción de “creencias” de Ortega y Gasset y al problema de
conocimiento que entrañaba, le impidió captar, por ejemplo,
la dinámica de “adaptación” a los cambios de la modernidad
entre los dirigentes de la Iglesia Católica zamorana? Este
fenómeno de “acomodación”, o “integración de nuevas es­
tructuras” tiene importantes repercusiones en la conforma­
ción de las creencias. En términos hipotéticos sugiere la
transformación de una institución que creía en el dogma como
“práctica del hacer”, por otra que ha integrado en esta “prác­
tica” la racionalidad instrumental para lograr los objetivos del
dogma.6 En el fondo se trata de conocer las expresiones
históricas que han convertido a la “razón” en una creencia, y
también las formas en que esta conversión ha producido
nuevas relaciones con el mundo.
En conclusión, la interrogante histórica continuará siendo
imprescindible para conocer las creencias que conforman la
visión cultural de una sociedad, y la apertura a los saberes
pluridisciplinarios, la vía para avanzar en este tipo de cono­
cimiento. Por ello el libro de Lourdes Arizpe es una aporta­
ción importante para enriquecer la discusión de este quehacer,
y como ella lo señala: para construir alternativas al proyecto
de modernidad vigente que deberán surgir de lo que las gentes
mismas buscan a través de sus creencias.

Miguel Hernández Madrid


El Colegio de Michoacán

NOTAS

1. Ortega y Gasset, Ideas y creencias, 8a. edición, Madrid, Espasa-Calpe, 1976, p. 41.
2. Y si hablamos de “creencias” tenemos que contemplar otras formas de plantear el
problema a través de conceptos como: “visión de mundo” (L. Goldmann, B. Fioethuy-
sen), “mentalidades” (Lefebvre, Vovelle, Lafaye) “imaginarios sociales” (Chatelet) y
“construcción de universos simbólicos” (Luckmann/Berger).
3. En la “introducción” y en el “Anexo Metodológico” se indican las técnicas de
investigación utilizadas así como los instrumentos que sirvieron en la captura de
información. De acuerdo a esto, un equipo de seis investigadores realizó el trabajo de
campo antropológico que comprendió la observación participante y entrevistas abieitas
a informantes. Paralelamente se aplicó una encuesta de preguntas cerradas a una
muestra de 250 individuos. (Arizpe: 64-65, 257-274).
4. Cabe observar que a pesar de que la autora cita trabajos de Luis González, Gustavo
Verduzco y Jesús Tapia que presentan un panorama completo del proceso de moder­
nización en el Bajío Zamorano, no haya una recuperación sustancial de los fenómenos
que estos autores apuntan (Arizpe:277, 280,281).
5. Este aspecto es importante para considerar la complejidad que reviste tanto el registro
como el análisis de observables que pudieran conducimos a la comprensión de las
“creencias”, “visiones de mundo”, etc. En el fondo se perfila un problema de construc­
ción del objeto, viable de solucionar a largo plazo mediante el trabajo pluridisciplina-
rio. Ello plantea la necesidad de recuperar aportaciones de autores como Lacan,
Braunstein, Piaget, Goldmann, Kolakowski y el mismo Adorno junto con otros
pensadores de la Escuela Crítica de Frankfurt.
6. Al respecto son interesantes las reflexiones de Jesús Tapia sobre el fenómeno del
cambio religioso entre la Iglesia Católica de la región zamorana. Ver: Jesús Tapia S.,
“El impacto de la Iglesia en la región de Zamora” en Guillermo de la Peña (comp.),
Antropología social de la región purépecha, México, El Colegio de Michoacán/Go-
biemo del Estado de Michoacán, 1987, p. 153-190.

PARÉ, Luisa, Los pescadores de Chapala y la defensa de su


lago. Guadalajara, Jalisco, Instituto Tecnológico y de
Estudios Superiores de Occidente (ITESO), 1989. Con­
tiene fotos, mapas, gráficas, cuadros, una bibliografía
general sobre Chapala y el texto en 143 páginas.

Una investigación que duró poco más de un año realizada por


Luisa Paré y un pequeño grupo de colaboradores, se plasma
en este libro que apela a la conservación del lago de Chapala
y a la responsabilidad de los grupos sociales que viven de sus
recursos o que trastornan el frágil equilibrio de su sistema
ecológico.
Para la realización del estudio la autora contó con el apoyo
del Programa Universitario de Alimentos (PUAL), el Instituto
de Investigaciones Sociales de la UNAM y el Instituto Tecno­
lógico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Este
último proporcionó a través de su Centro de Coordinación y
Promoción Agropecuaria (CECOPA) a las personas que reali­
zaron el trabajo promocional y de servicio social que formó
parte de la investigación, además de encargarse de la publi­
cación, auspiciada también por la UNAM y el Colegio de
Jalisco.

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