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Sócrates:
Sócrates paseaba por las calles de Atenas y tropezaba, por ejemplo, con un
militar o con un retórico. Les hace una pregunta sobre cualquier extremo
relacionado con su profesión. Ellos dan una respuesta más o menos acertada;
entonces Sócrates les pide una aclaración sobre los fundamentos en que ello se
basa, preguntándoles, simplemente, ¿por qué? Las más de las veces, los
interrogados no resisten dos de estas preguntas y comienzan a divagar o a dar
respuestas huecas.
A esta experiencia llega Sócrates valiéndose del primer aspecto de su método,
que se ha llamado ironía.
· Cínicos: Antístenes interpretó, en cambio, que ese bien u objetivo último de una
vida serena y racional era la virtud, es decir, el dominio de las propias pasiones y
apetencias. El sabio debe vivir ateniéndose a lo indispensable, despreciando todo lo
superfluo como fuente de esclavitud moral. Los cínicos prescindían así de todas las
convenciones sociales y hacían gala de sinceridad y aun de desfachatez en sus juicios y
respuestas. De aquí el concepto de «cínico» que ha llegado hasta nuestros días. En lo
demás, se sometían a una vida mísera y ascética como imperativo de la virtud.
(Cínico más famoso es Diógenes, acumulaba basura, abandonado físicamente, ageno a
la sociedad y a sus leyes, él solo iba en búsqueda del “hombre”). Historia con Alejandro
Magno.
5. PLATÓN Y ARISTÓTELES
Platón:
Para Platón las Ideas son innatas, es decir, que el alma posee desde
siempre las ideas de todas las cosas, solo que las ha olvidado. Platón justificó la
existencia de ideas innatas aplicando el dualismo ontológico al conocimiento: si
existe un mundo suprasensible y nuestra alma, cuya actividad propia es conocer lo
inteligible de ese mundo, estaba en contacto con él antes de caer en el mundo
sensible y olvidarlo todo, parece lógico mantener que las ideas que nos parece
aprender son innatas, es decir que nacemos con ellas. Por tanto, el alma noes una
“tabula rasa”, como será para Aristóteles, donde no hay nada escrito, sino que se
va llenando a medida que se van adquiriendo nuevos conocimientos. No, el alma
es, más bien, una “tabula plena”, está cubierta, podríamos decir, por el polvo de
olvido y parece que en ella no hay nada escrito. Conocer sería quitar el polvo.
Aristóteles:
Entre las obras que de Aristóteles se conservan hay que destacar en primer
lugar, por su carácter introductorio, la Lógica. No obstante, el pensamiento
principal de Aristóteles es la Metafísica. Aristóteles dio a este tratado el nombre de
Filosofía primera; el de metafísica le advino después, debido al lugar que ocupaba
en su obra, detrás de la física. Esta Filosofía primera es, según su propia
definición, la ciencia del ser en cuanto ser, es decir, la ciencia que resulta del
tercer grado de abstracción.
Pues bien, la noción de ser no debe concebirse como unívoca ni como equívoca,
sino como análoga. «Ser —dice Aristóteles— se dice de muchas maneras». No se
dice lo mismo de la sustancia que del accidente, de la potencia que, del acto, de
Dios que de las cosas naturales.
Esto que llamamos hombre es para él una unidad sustancial, no una mera
episódica unión accidental de alma y cuerpo, como en Platón. En su seno supone
Aristóteles que hace el alma papel de forma y el cuerpo de materia. No será así
posible la preexistencia ni la transmigración de las almas. Esta doctrina de la unión
sustancial es, sin duda, la que más responde a los hechos, esto es, a la estrecha
solidaridad en que se encuentran en nosotros los fenómenos psíquicos y los
fisiológicos.