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El Peligro Del Poder. Richard Exley PDF
El Peligro Del Poder. Richard Exley PDF
Vida
Dedicados A La Excelencia
ISBN 0-8297-0305-5
Categoría: Educación cristiana
Lujuria: la guerra
interna
"Estoy escribiendo este artículo en forma
anónima p o r q u e estoy a p e n a d o . Estoy apena-
do p o r mi esposa y mis hijos, p e r o más q u e
todo p o r mí mismo."
Así empieza un artículo en Leadership (Oto-
ño 1982), escrito p o r un ministro a n ó n i m o , en
el cual describe su lucha personal con la luju-
ria. Continúa así:
. . . si yo pensara que fuera el único que
luchaba en esta guerra, no gastaría ener-
gía emocional r e m e m o r a n d o tan penosos
incidentes. Pero creo que mi experiencia
no es única, es quizás hasta típica de pas-
tores, escritores y conferencistas. Nadie habla
ni escribe sobre este tema, p e r o está ahí,
como un cáncer inadvertido que metasti-
ciza más fácilmente cuando nadie se che-
quea con rayos X ni se palpa para detectar
bultos cancerosos.
Sé que no estoy solo, p o r q u e las pocas
veces q u e me he abierto y he c o m e n t a d o
16 El peligro del poder
En mi sueño, el yo real,
el que yo reconocía,
trató de razonar con el otro,
aquel maníaco musculoso,
sin resultado alguno.
Le dije que estaba tirando su propia vida.
¿Por qué tenía que lanzarme a la muerte
cuando podía usar su enorme fuerza y agili-
dad
para hacer carrera como atleta profesional?
Parecía no escucharme
y la muerte era inminente.
1 Ibíd.,p. 16.
Cuando el bien sale mal 45
1 Merrill, p. 124.
46 El peligro del poder
1 Merrill, p. 202.
2 ibíd.,p.212.
56 El peligro del poder
Aventuras amorosas
de la edad madura
"Oscar Wilde escribió una vez: 'En este mundo,
hay sólo dos tragedias: una es no obtener lo que
uno quiere, y la otra obtenerlo.'" En ningún otro
lugar está más de manifiesto la verdad de este
axioma que durante la edad madura. Muchos hom-
bres y mujeres han alcanzado mucho más éxito de
lo que jamás se hubieran imaginado posible, sólo
para descubrir cuando llegan a la edad madura, y
están en la cima de sus carreras, que están desespe-
radamente insatisfechos. Este fenómeno no es po-
co común en el ministerio, y acaba a menudo en
una aventura amorosa de la edad madura.
David Seamands, profesor de ministerio pastoral
en el Seminario Teológico Asbury, explica:
Seis compañeros de universidad de mi de-
nominación cayeron moralmente cuando es-
taban en la cumbre del éxito. Subieron la escala
metodista.
1 Harold Kushner, When All You 've Ever Wanted Isn 't Enough
(Nueva York: Summit Books, una division de Simon & Schuster,
Inc., 1986), p. 3.
62 El peligro del poder
1 Ibíd.,p.64.
70 El peligro del poder
1 Ibíd.,p.57.
Aventuras amorosas de la edad madura 71
1 Ibíd.,p.38.
2 Para obtener una completa información sobre este tema, por
favor refiérase a The Rhythm of Life (Ritmo de la vida) de
Richard Exley (Honor Books: A Division of Harrison House,
Tulsa, Oklahoma, 1987).
Aventuras amorosas de la edad madura 73
Señor,
aún no ha amanecido
y estoy solo en este santuario en penumbras
Una suave y necesaria lluvia
hace un ruido agradable en el techo.
Me siento tan agradecido de estar aquí,
solo contigo,
juntos de nuevo.
Las últimas cuatro o cinco semanas
han sido duras en especial.
He viajado cerca de diez mil millas
y he predicado como cuarenta veces.
El ministerio ha sido tremendo,
pero ahora me siento vacío, seco.
Necesito la soledad, la quietud,
estar solo . . .
lejos de la presión de la gente.
Mucho de esto es culpa mía.
Todavía no he aprendido
a mantener el ritmo de la vida
mientras estoy viajando.
Todo sufre
mi vida devocional sucumbe
ante la presión del ministerio público
dos o tres veces al día.
La soledad se llena con la comunión con los
hermanos,
y la comunión en sí se pierde
en una conversación amable,
ahogada por el constante clamor
de las interminables preguntas.
Aventuras amorosas dé la edad madura 81
¡Gracias, Señor!
Yo necesitaba este tiempo
para estar tranquilo,
para renovarme.
Amen.
El momento de prepararse para la edad madura
es ahora. Para seguir siendo eficientes en el minis-
terio y evitar una aventura amorosa de la edad
madura, debemos desarrollar una red de amigos
espirituales, un sistema de apoyo, con nuestra es-
82 El peligro del poder
Hijo mío,
tus preocupaciones están bien justificadas,
tanto por el ministerio
como por ti mismo.
No es fácil ser una voz profética;
y tienes razón,
el peligro mayor,
la mayor tentación,
es volverse crítico y condenador.
No hay una cura total,
ningún lugar seguro,
donde seas inmune a la tentación;
pero hay algunos principios
que protegerán tu corazón.
Primero, recuerda siempre que yo los amo a
«ellos'
tanto como te amo a ti.
Ellos no son enemigos que hay que atacar,
sino hermanos que hay que restaurar.
Siempre debes tener cuidado en diferenciar
el problema del individuo.
Los peligros del poder 85
1 Richard J. Foster, Money, Sex & Power (San Francisco: Harper &
Row, Publishers, 1985), pp. 178-189.
Los peligros del poder 101
4 Foster, p. 223.
Los peligros del poder 103
1 Foster, p. 240.
104 El peligro del poder
En mi sueño
Brenda estaba ligada emocionalmente
con otro hombre.
106 El peligro del poder
Entonces me despertaba
sintiéndome enfermo y enojado.
Esto continuó,
como ya he dicho,
durante casi dieciséis años.
Lo soñé de nuevo,
una mañana temprano,
y cuando me desperté,
fui al baño.
Apoyando mi cabeza en la pared, lloré.
"Señor, ¿qué es lo que esto significa?"
Instantáneamente, él me respondió.
Los peligros del poder 107
Él dijo,
en un tono de voz que sólo mi espíritu po-
día oír:
"Ese sueño no trata de Brenda.
Trata de ti y de mí,
y me estás partiendo el corazón."
Aunque he estado metido activamente
en el ministerio durante todos mis años de
adulto,
en el fondo de mi corazón,
he alimentado una fantasía secreta.
He soñado con ser rico y poderoso,
quizas un abogado criminal,
o un político,
un novelista o un actor.
Nunca he perseguido esos sueños,
pero no estaba dispuesto a renunciarlos,
es decir, hasta ahora.
Por primera vez entendí
lo que significan,
lo que estaban produciendo
en mi relación con el Señor.
En verdad, yo era una esposa infiel,
reservando una parte de mi corazón para al-
guien,
o algo, que no era Él.
"Oh Señor, perdóname
— oré —.
Renuncio a todo menos a ti.
108 El peligro del poder
Rehabilitación y
restauración
En los meses recientes, hemos sido testigos, des-
graciadamente, de las indiscreciones morales de
algunos de los voceros más conocidos del cristianis-
mo. La reacción de los creyentes ha variado desde
una completa incredulidad (lo atribuyen a una
mentira del enemigo), a un juicio radical (esto es
una desgracia y no deben dejarlos predicar nunca
más).
Hasta aquí en este libro hemos tratado las causas
de este tipo de caída moral de nuestros líderes
espirituales: la lujuria, las relaciones inapropiadas,
las frustraciones de la edad madura, y el abuso del
poder. Tanto la investigación como la experiencia
personal indican que casi toda la inmoralidad mi-
nisterial es el resultado de uno de estos factores o
de una combinación de los mismos.
La pregunta que se nos presenta ahora es la
siguiente: ¿Cómo debe la Iglesia ministrarles a estos
hermanos que han caído? Algunos han recomen-
dado "olvidar y perdonar", mientras que otros han
aconsejado que se tomen severas medidas discipli-
Rehabilitación y restauración 111
1 Ibíd.
Rehabilitación y restauración 119
Restaurando el
matrimonio
Ella había venido por las oraciones de sanidad,
y ahora estaba de pie frente a mí resollando,
luchando por cada aliento. Oramos por ella pero
no obtuvimos resultados visibles. Una segunda y
tercera vez tuvieron el mismo resultado: seguía
sin aliviarse. Finalmente le pregunté si podía
hablar, y me dijo que sí con la cabeza, así es que
nos dirigimos al final del altar y nos sentamos.
— ¿Cuánto tiempo hace que padece de asma? —
le pregunté.
— Como cuatro años — dijo —, quizás cuatro
años y medio.
— ¿Eso quiere decir que nunca había tenido un
ataque de asma hasta hace cuatro años?
Ella movió la cabeza afirmativamente.
— ¿Y no le ocurrió esto nunca durante la niñez?
— pregunté, tratando de presionarla—. Seguro
que le ocurrió esto en algún momento durante
su crecimiento.
— ¡Nunca!
Traté una vez más:
Restaurando el matrimonio 135
1 Ibíd.,p.64.
142 El peligro del poder
1 Ibíd.,p. 198.
Restaurando el matrimonio 151
1 Wangerin, p. 79.
Restaurando el matrimonio 153
Rehaciendo el
ministerio
Al llegar al último capítulo, me sigo haciendo la
misma pregunta: "¿Es que puede prevenirse la
inmoralidad en el ministerio?" La respuesta más
sincera sería no, es decir, no completamente. Los
asuntos que entran en la cuestión son muy comple-
jos; el ataque del enemigo es muy sutil e implacable;
y la personalidad de los hombres y las mujeres en
el ministerio varía demasiado como para pensar
que la inmoralidad se pueda eliminar.
Dicho esto, debo añadir que creo que se puede
reducir significativamente el número de inciden-
tes, pero para hacerlo tenemos que rehacer el
ministerio. Con esto quiero decir que tendremos
que reexaminar y ajustar el modo en que prepara-
mos a las personas para el ministerio. Debemos
establecer nuevos modelos: líderes servidores en
vez de personalidades carismáticas. Debemos ayu-
dar al ministro a establecer nuevas metas tanto para
sí mismo como para su ministerio: metas de carác-
ter espiritual en vez del poder personal.
Nuestras normas para medir el éxito en el minis-
158 El peligro del poder
í Ibid., p 25.
160 El peligro del poder