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Ensayo: Algunas apreciaciones sobre la NO existencia de un ser

superior.

Jose Luis Arévalo Zuleta

Universidad del Atlántico

Facultad: Ciencias de la Educación

Lic. En Ciencias Sociales

Puerto Colombia, Atlántico.

2020
A lo largo de la historia de la humanidad hemos visto como la interrogante de la existencia de

un ser superior o la no existencia de este ser, ha circulado en diferentes ámbitos de los

diferentes grupos sociales y, por supuesto, se han establecido un sin número de argumentos

que respaldan, desde distintos puntos/perspectivas, estas conclusiones.

Lo cierto es, que, hasta el día de hoy, existen (y no siento errar al pensar que no dejaran de

existir) filósofos que no se limitan a plantearse esta incógnita, la cual no se centra,

simplemente, a una dicotomía de: “existencia o no existencia”. Como menciono con

anterioridad, existen diversos argumentos que se permiten respaldar uno u otro extremo de la

interrogante, como lo hace Agustín de Hipona en lo que me permito llamar:

Razones ontológicas

En el año 354 d.C. Nace Agustín de Hipona, en una región de Cartago.

siendo un filósofo y teólogo, quien sostiene importancia debido a la introducción en el seno

del cristianismo de las grandes cuestiones de la filosofía platónica. San Agustín, quien

siempre fue creyente, se caracteriza por una ontología materialista, donde distingue dos tipos

de seres: un ser absoluto o Dios y los seres contingentes creados por Dios. Para san Agustín

Dios parte de las “verdades eternas” y era esta la manera que tenia de “probar” la existencia

de Dios, porque, entonces, solo en las almas era donde se podían encontrar las verdades

universales y los principios por lo que tenía que someterse el hombre. Debido a esto sus

argumentos, por supuesto, no pueden ser las cosas físicas, realidades cambiantes o mortales,

tampoco lo podía ser el alma, porque esta también cambia, ya que, Agustín, que tenía una

idea diferente a Platón sobre las almas, pensaba que: las almas pasaban de generación en

generación y esta, también, su manera de explicar el pecado original y como bien se sabe,

San Agustín, cambiaba de escuela filosófica sin encontrar una verdad a sus inquietudes llega

al pensamiento creacionista en el cual sostiene que el alma es creada directamente por Dios.
Es aquí cuando, precisamente, entran los conflictos con la libertad y es que, en la filosofía

antigua, más precisamente en la griega, el ser humano era libre si alejaba sus acciones del

mal, pero este mismo ser, era ignorante de sus acciones mal intencionadas lo que significa

que el ser, no era consciente de que las acciones podrían limitar su libertar, entonces, Agustín

de Hipona postula que: el ser humano era libre y sin libertad no existir, gracias a esto, se

pregunta ¿Por qué aun sabiendo que algunas acciones (malas) nos privan de la libertad, nos

resultan tan atractivas? Y reflexiona, postulando que, solo en la conducta y bien supremo se

encuentra la felicidad, esta misma que no es capaz de alcanzarse en los bienes finitos

externos, ni en la búsqueda de la perfección de la mente, si no, únicamente en la presencia del

alma ante la gracia de Dios. Resulta que esta respuesta la halla en sus estudios a Plotino, un

neoplatónico, que le permite hacerse una idea de cómo existe situaciones que distancia la

realidad material de un Dios, cuando descubre que Plotino, en la teoría de lo uno, plantea que

la unidad es lo más grande y esto lo determina como la idea de un Dios único e infinito como

principio y ultima realidad. Se trata, entonces, de la unidad que funda la existencia de todas

las cosas, es el centro de un todo es su doctrina. “el uno está más allá del ser” siguiendo con

el interrogante inicial ¿Por qué las malas acciones nos resultan atractivas? Plotino, en su

momento, se plantea la misma inquietud, pero, desde su teoría de belleza, donde estipula que,

aun en la acción más alejada del bien hay una tendencia que no permite mirar hacia lo feo de

la multiplicidad, si no, hacia la idea de lo uno. a raíz de esto nacen una serie de interrogantes

para Agustín, donde todo se centra en la anterioridad de la creación y el proceso de esta, tales

interrogantes nacen desde la temprana inquietud de: ¿Es Dios creador de todas las cosas?

Entonces, ¿qué hacía antes de la creación? Suponer que hacía algo antes de la creación, para

san Agustín, resulta absurdo debido a que el concibe a dios como una causa y un creador del

mundo, entonces, a la respuesta del interrogante: ¿Qué hacía Dios antes de la creación? El

plantea que no hacía nada porque no existía nada. En mi planteamiento, lo que se deriva de
la existencia de un ser en aquello que plantea san Agustín se puede entender lógicamente que

no existió en ningún momento un dios, si no un ser creador. Bajo esta tesis en la cual se ha

basado san Agustín, en su propia pregunta y en su respuesta, se puede entender que su

argumento no se puede llevar a la lógica actual debido a que todo su planteamiento y

educación nacen del seno de su doctrina cristiana.

Dios, es la metáfora para representar la realidad absoluta del ser humano, en la cuela, a su vez

se centra en nuestros principios místicos. Desde la filosofía Nietzscheana se plantea que

“Dios ha muerto” (Nietzsche,1882, p.125) En este sentido, la muerte de dios se le atribuye al

hombre, gracias a que el hombre moderno vive sin un horizonte, este “horizonte” refleja la

ausencia de Dios (como realidad absoluta en el hombre), entendiéndose que dios, como

metáfora, puede sustituir conceptos, tanto de verdad y la noción del bien. En el momento que,

Nietzsche declara que Dios ha muerto, nos dice, realmente que hemos matado a Dios, gracias

a que esta metáfora (para el hombre actual) ya no funciona como un fin.

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