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PRODUCCIÓN

CATEDRA B

CUADERNILLO I - 2020
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Artes

PRODUCCIÓN DE TEXTOS
– CÁTEDRA B
CUADERNILLO I
CUADERNILLO DE
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
Unidad 1
La siguiente selección de textos corresponde a las lecturas que se
abordarán en las clases de la primera Unidad de la materia durante el curso
2020. Está orientada a simplificar organizativamente el acceso a los mate-
riales necesarios para la cursada: no constituye la totalidad de lecturas con-
signadas como bibliografía en el Programa general de la materia. Los textos
se organizan con un criterio alfabético que no indica el orden en el que se
abordarán las lecturas en el aula.

6 Alvarado, Maite. Paratexto. (Selección p.p 13-20 y 27-79) Buenos Aires,


Editorial Eudeba, 2006

13 AA.VV “¿Qué es un texto?”. Apunte de cátedra, Producción de textos B,


2012

26 AAVV: “La situación enunciativa”, Apunte de Cátedra, Producción de tex-


tos B, FDA, UNLP, 2012

31 AAVV: “La palabra: su dimensión estética”. Apunte de Cátedra,


Producción de textos, FDA, UNLP, 2013

34 AAVV: Autobiografías. Selección de cátedra.

40 AAVV: “La Palabra”. Selección de cátedra

45 Arnoux, Elvira. “Polifonía” en Romero Daniel (Comp.) Elementos básicos


para el análisis del discurso. Buenos Aires, Libros del Riel, 1997.

58 Klein, Irene. “Prólogo”, en El taller del escritor universitario. Buenos Aires,


Prometeo Libros, 2007.

63 Walsh, Rodolfo. “Carta de un escritor a la Junta Militar, 24 de marzo de


1977” Material confeccionado por SUTEBA en el 30° aniversario del gol-
pe de Estado

71 Anexo (Guía de lecturas).


PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

PARATEXTO
Maite Alvarado
Naturaleza del paratexto

1. La forma del paratexto

Lo que llamamos texto es, en primera instancia, una superficie escrita


en la que, a simple vista, se distinguen zonas o bloques diferenciados. Los
títulos se destacan por su ubicación, por la distancia que los separa del resto
del texto y por otras marcas gráficas, como tipo de letra distinto o subrayado.
La disposición en párrafos, que pueden estar separados por un interlineado
más amplio o empezar con sangría, es otra de las primeras informaciones
que el lector obtiene, antes incluso de emprender la lectura propiamente
dicha, junto con lo escrito en los márgenes, las notas o anotaciones que no
pertenecen al texto sino que son agregados o aclaraciones hechas en un
momento posterior. A estos primeros datos, presentes en casi todos los tex-
tos, impresos o manuscritos, pueden sumarse variaciones de tipo y cuerpo
de letra, asteriscos o números insertados sobre o al nivel de la línea, comi-
llas, paréntesis, guiones, signos todos que son captados por contraste con
la grafía dominante. Algunos de ellos son signos de puntuación, es decir,
forman parte del código escrito en su dimensión ideográfica. Los signos de
puntuación, en su conjunto, integran un sistema de señalización del texto
escrito cuya finalidad principal es organizar la información que este aporta,
jerarquizar las ideas e indicar la distancia o el grado de compromiso que tie-
ne el que escribe con las palabras que usa. Los signos de puntuación, por lo
mismo, son parte del texto; sin ellos, este sería una masa indiscriminada de
palabras casi imposible de descifrar; es decir, no sería texto.

Pero no todos los signos que se relevan en este “barrido” inicial, previo
a la lectura, pertenecen al texto del mismo modo que la puntuación. Las va-
riaciones tipográficas y de diagramación o disposición de texto y gráfica (cua-
dros, gráficos, ilustraciones, etc.) en la página, son cuestiones morfológicas,
que hacen a la forma en que el texto se presenta a la vista. Un mismo texto
puede asumir “formas” (diseños) distintos, sin que el contenido del mismo
se modifique sustancialmente. Estos aspectos morfológicos constituyen un
“plus” que se agrega al texto para facilitar la lectura o para favorecer un tipo
de lectura que interesa al autor propiciar. Se trata, entonces, de elementos
paratextuales, auxiliares para la comprensión del texto.

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2. Un aparato de recepción

Del mismo modo, son paratextuales los textos subsidiarios, como no-
tas, referencias bibliográficas, índices, epígrafes...
“Antes de ser un texto, el libro es, para el lector, una cubierta, un título,
una puesta en página, una división en párrafos y en capítulos, una sucesión de
subtítulos eventualmente jerarquizados, una tabla de materias, un índice, etc., y,
desde luego, un conjunto de letras separadas por blancos. En síntesis, un libro
es ante todo un proceso multiforme de espacialización del mensaje que se pro-
pone a la actividad de sus lectores.” (Hébrard, 1983:70)
Si bien el paratexto no es privativo del material impreso, es allí donde
se manifiesta en todo su esplendor. Por una parte, porque a mayor tecno-
logía se multiplican los recursos destinados a facilitar la lectura. Por otra,
porque los textos impresos, por lo general, van destinados a un receptor
plural -a un público lector- y a un mercado. La mayoría de los textos impre-
sos -no todos, desde luego- son, además, mercancías, y, para competir en
el mercado específico, requieren de un aparato paratextual cada vez más
sofisticado. Proliferan, entonces, en el caso de los libros, fundas, bandas,
tapas de colores llamativos, destinadas a captar la atención del lector con un
mensaje corto y directo, que se añade al más clásico de solapas y contrata-
pas. Los medios de prensa, por su parte, compiten en el diseño de sus tapas
y en la ingeniosidad de sus titulares y copetes que anticipan el contenido de
las notas.
Rito de iniciación del texto que ingresa a la vida pública, el paratexto
se define como un aparato montado en función de la recepción (Genette, 1987).
Umbral del texto, primer contacto del lector con el material impreso, el pa-
ratexto es un instructivo, una guía de lectura. En este sentido, los géneros
escritos1 cuentan entre sus marcas aspectos paratextuales que permiten
anticipar, en cierta medida, el carácter de la información y la modalidad que
esta asumirá en el texto. Esto es particularmente evidente en el caso de la
prensa, donde la sola presencia de un recuadro rodeando un texto firmado
indica que se trata de una opinión sobre los sucesos referidos en la página;
pero también los géneros literarios, científicos o de divulgación ofrecen al
lector, desde su formato, elementos de reconocimiento y la oportunidad de
formular primeras hipótesis sobre el contenido del texto, que la lectura, a
posteriori, confirmará o refutará. Una ojeada rápida a una mesa de librería,
sin ir más lejos, permite discriminar, a partir del diseño de tapa, literatura,
ciencia, ensayo, libros técnicos, de auto-ayuda, etc.

1 Los géneros discursivos, para Mijaíl Bajtín, son tipos relativamente estables de enunciados
que comparten características temáticas, estilísticas y de estructura. Las distintas esferas
de la actividad se organizan alrededor de géneros discursivos más o menos específicos. Ver
Mijaíl Bajtín, “El problema de los géneros discursivos”, en Bajtín, M., Estética de la creación
verbal, México, Siglo XXI, 1982.

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3. Los márgenes del texto

Gérard Genette define el paratexto como lo que hace que el texto se


transforme en libro y se proponga como tal a sus lectores y al público en
general (Genette, 1987). Además de los elementos verbales (prefacios, epí-
grafes, notas, etc.), Genette incluye manifestaciones icónicas (ilustraciones),
materiales (tipografía, diseño) y puramente factuales (hechos que pesan
sobre la recepción, información que circula por distintos medios acerca de
un autor, por ejemplo. Es el caso del físico Stephen Hawkins, cuya Historia
del tiempo fue best-seller en 1991, en parte debido a la coincidencia, en la
persona del autor, de una extraordinaria capacidad intelectual y una notoria
discapacidad física).
Etimológicamente, “paratexto” sería lo que rodea o acompaña al texto
(para = junto a, al lado de), aunque no sea evidente cuál es la frontera que
separa texto de entorno. El texto puede ser pensado como objeto de la lectu-
ra, a la que preexiste, o como producto de ella: se lee un texto ya escrito o se
construye el texto al leer. Pero ya se considere que el texto existe para ser
leído o porque es leído, la lectura es su razón de ser, y el paratexto contribu-
ye a concretarla. Dispositivo pragmático, que, por una parte, predispone -o
condiciona- para la lectura y, por otra, acompaña en el trayecto, cooperando
con el lector en su trabajo de construcción -o reconstrucción- del sentido.
Desde una perspectiva pragmática, se podría decir que es el objetivo de
la lectura el que decide el recorte y, por lo tanto, define el carácter paratex-
tual o textual de algunos elementos. Un prólogo puede perder su carácter de
tal al ser desvinculado del corpus que prologa y analizado en sí mismo como
texto. Pero ese cambio de perspectiva implica su exclusión del paratexto. Lo
que relativiza la definición puramente pragmática y obliga a indagar en lo
discursivo si hay rasgos distintivos que diferencien texto de paratexto.
El propio Genette se encarga de precisar que el paratexto es, bási-
camente, “un discurso auxiliar, al servicio del texto, que es su razón de ser”
(Genette, 1987:16). En esta misma línea, Daniel Jacobi lo define como el
“conjunto de elementos del cotexto a los que el propio texto puede remitir
por un sistema de referencias señalizadas como “ver fig.” o “Cf.”2 ”. Claro
que escritores como Rodolfo Walsh, en su cuento “Nota al pie”, y Vladimir
Nabokov, en Pálido fuego3, han cuestionado la extraterritorialidad de lo para-
textual y su carácter subsidiario, trasladando a las notas el cuerpo central

2 Se trata de una nota al pie en la que Daniel Jacobi hace referencia a Martins-Balbar. Está
en Daniel Jacobi, “Figures et figurabilité de la science dans des revues de vulgarisation”,
Langages Nro 75 (Lettres et icone), setiembre 1984, p.25.
3 El cuento de R. Walsh está estructurado en dos niveles: texto principal y nota al pie; esta
última se continúa de página a página y va ocupando cada vez más lugar, hasta desplazar al
supuesto texto principal. En el caso de la novela de Nabokov, en cambio, se trata de notas a
un poema en las que el editor ficticio va construyendo una historia.

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del texto. Pero la literatura, es sabido, gusta de la transgresión.


Lindando con el texto por los márgenes o fundiéndose con él para dar-
le forma, recurriendo al lenguaje de la imagen o privilegiando el código lin-
güístico, el paratexto pone su naturaleza polimorfa a disposición del texto y
de su recepción.

Antes de emprender una lectura minuciosa del parágrafo 4, haga


una lectura por barrido (recorra la superficie del texto recogiendo la in-
formación que salte a la vista). ¿Cuál es el tema del parágrafo 4? ¿Qué sé
dice, a grandes rasgos, sobre ese tema?

4. Paratexto y comunicación escrita

La categoría de “paratexto” es propia del mundo gráfico, ya que des-


cansa sobre la espacialidad y el carácter perdurable de la escritura4.
Al pasar de un borrador a un texto para ser leído por otro, se ponen
en funcionamiento una serie de operaciones destinadas a darle legibilidad a
ese escrito. En buena medida, esas operaciones están orientadas a asegu-
rar la coherencia textual5: a separar lo que no debe estar junto y unir lo que
sí, a indicar cambios de tema, a resaltar los conceptos más importantes, a
completar la información que brinda el texto sin interrumpir su continuidad.
Estas operaciones paratextuales implican una, vuelta sobre el texto, que la
naturaleza del código escrito hace posible.

4. 1. El estatuto de la escritura.

Para Ferdinand de Saussure, la escritura era un código segundo, cuya


función no era otra que reproducir el habla (Saussure, 1965:72). Cuando
define el signo lingüístico, unidad mínima del código, Saussure describe el
significante como la huella psíquica del sonido, la imagen acústica que
acompaña al significado6. De esta manera, los sonidos se incorporan al código
como forma (“La lengua es forma pura”). A la escritura, por lo tanto, no le
queda otro destino que la transcripción de esos sonidos. Pero ¿es justo ese
destino de mero registro?

4 La cultura electrónica sustituye la noción de texto por la de “hipertexto”: en el hipertexto no


existe adentro ni afuera, principal ni accesorio, ya que se borran las fronteras que separan el
centro de la periferia. “(...) El diseño del hipertexto permite al lector agregar o borrar frag-
mentos y definir como creación propia el tipo de red articulatoria que configurará la lectura a
efectuar (...)” (Saccomano, 1993: 57-58).
5 La coherencia, para algunos autores, es una propiedad de los textos, cuyas proposiciones
se organizan en torno a un tema común o macroestructura. Para otros autores, en cambio, es
una construcción del lector, que asigna significado a la información que brinda el texto.
6 Saussure define el signo lingüístico como una entidad de dos caras: significado o concepto y
significante o imagen acústica.

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4. 1. 1. La escritura objetiva el mensaje.

Es evidente que el habla materializa el pensamiento de manera dis-


tinta de la escritura, ya que ésta, por su carácter de marca, permanece más
allá de su propia enunciación. La escritura marca un espacio, deja una hue-
lla, un dibujo que se separa del que enuncia y constituye un objeto distinto.
Esta objetivación es ajena al habla: la voz es prolongación del cuerpo y las
palabras pronunciadas, como dice el poeta, “son aire y van al aire”. Ese ob-
jeto inscripto en una superficie se puede recorrer en distintas direcciones,
tachar, borrar, corregir, e incluso destruir: el sujeto ejerce un control sobre
lo escrito que no es posible sobre lo oral. Refranes como “el pez por la boca
muere” son versiones populares de esta constatación. Como afirma Roland
Barthes, el habla sólo puede corregirse agregando más habla7. Por oposi-
ción, la sujeción de la escritura la vuelve más dócil, más cautelosa, menos
apta a los arrebatos y a las desprolijidades (difícilmente haya en la escritura
lugar para el lapsus ni para la espontaneidad que suele generar el contacto
interpersonal en la comunicación oral).

4.1.2. La recepción del mensaje escrito es diferida.

El habla se completa con los datos de la situación de enunciación, que lle-


na los sobreentendidos: el hecho de que emisor y receptor compartan un mismo
escenario y el tiempo de la enunciación, autoriza a valerse de índices lingüísti-
cos como los demostrativos, que señalan al contexto, así como de gestos y ade-
manes que, sumados a la entonación y a las pausas, completan el sentido de las
palabras. En el enunciado escrito, en cambio, el valor semántico de los términos
dependerá más del entorno verbal que del contexto. Esta mayor independencia se
explica porque la comunicación escrita es diferida, recepción y emisión no son
simultáneas sino que media tiempo entre ellas, lo que vuelve indispensable el
llenado de los sobreentendidos a fin de reducir la ambigüedad, dado que tampo-
co existe el feed-back que en la comunicación oral funciona como reaseguro de
que el mensaje ha sido correctamente decodificado.

4.1.3. La escritura es espacial.

Por último, la escritura se despliega en el espacio bidimensional de la


página, permitiendo la lectura cruzada, y también la disección, el análisis,
operaciones impensables en el habla. La diagramación, así como la dispo-

7 “El habla es irreversible, así es: no se puede retomar una palabra salvo aclarando con pre-
cisión que se la retoma. Aquí, borrar significa añadir; si quiero borrar aquello que acabo de
enunciar, no puedo hacerlo sino mostrando la goma (debo decir “o más bien”, “me expresé
mal”)...”dice Roland Barthes en “Escritores, intelectuales, profesores”, en: Roland Barthes, El
proceso de la escritura, Buenos Aires, Ediciones Caldén, 1974, pp.11-12.

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sición en cuadros, gráficos y tablas sólo son posibles en la escritura, que a


la ocupación y marcación del espacio suma la permanencia estructurada.
Si la tecnología ha posibilitado la permanencia del habla, desplazando a la
escritura de muchas zonas que tradicionalmente ocupaba, se trata de una
permanencia lineal, el habla sólo puede recorrerse en un sentido, en una
sucesión, y es imposible el manejo cuasi-simultáneo del mensaje a los fines
del análisis. La linealidad gráfica es doble, tanto horizontal como vertical, lo
que posibilita la clasificación y estructuración de la información. No casual-
mente se llama “texto” (tejido) al enunciado escrito. A la red de la escritura,
la lectura le superpone otras, porque también leer es desplegar redes, esta
vez sobre lo ya escrito. Estas redes de la lectura suelen dejar sus huellas en
el texto: subrayados, flechas, cruces, notas, signos diversos salpicando los
márgenes u ocupando el interlineado. De esta forma se señaliza el texto,
escribiéndolo, como una forma de apropiación8.

4.2. Posibilidad y necesidad del paratexto

Los elementos que integran el paratexto dependen del carácter espa-


cial y autónomo de la escritura: bibliografías, índices, serían impensables en
forma oral; así como la objetivación del mensaje, la distancia que supone la
escritura, hace posibles notas y prólogos, en los que el propio autor analiza,
critica, amplía o sintetiza su discurso. Además, los elementos del paratexto
cumplen, en buena medida, una función de refuerzo, que tiende a compen-
sar la ausencia del contexto compartido por emisor y receptor. Es el caso de
muchas ilustraciones, y en particular de la gráfica (representación visual de
la información en la superficie de la página).
La comunicación escrita exige la puesta en funcionamiento de un dis-
positivo que asegure o refuerce la interpretación del texto que el autor quiere
privilegiar. Ese dispositivo actúa, en buena parte, sobre el componente gráfi-
co del texto, sobre su carácter espacial, reforzando visualmente el sentido, o
bien superponiéndole un segundo mensaje, de naturaleza instruccional: lea
A antes que B, lea C con más atención que B, lea X junto con Y. El texto escrito
-impreso o manuscrito- busca evitar, por los medios a su alcance, los efectos del
diferimiento de la comunicación.
Pero no es esta, desde luego, la única función del paratexto.

5. Paratexto y texto impreso

5.1. Soportes móviles de la escritura

Según Marshall McLuhan, “el libro Impreso creó el mundo moderno, ya

8 No es otra la función de la firma, atribución de un discurso a un sujeto con carácter probatorio

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que prolongó la voz y la mente del hombre y puso fin, psíquica y socialmente, al
parroquialismo y al tribalismo en el espacio y en el tiempo” (McLuhan, 1985).
Un libro es básicamente un formato, una disposición de palabras sobre
papel, con una tipografía determinada. La propia palabra “libro”, en distintas
lenguas, designa al soporte:

“(... )Biblos, en griego, es la fibra interior de ciertas plantas, principalmen-


te el papiro; liber, en latín, es la capa fibrosa situada debajo de la corteza de los
árboles; book, en inglés, y Buch, en alemán, tienen la misma raíz indoeuropea
que bois en francés; kniga, en ruso, procede probablemente, por conducto del
turco y del mongol, del chino king, que designa el libro clásico, pero que en un
principio significaba la trama de la seda(...)” (Escarpit, 1968:16).

Si la invención de la escritura significó, para la palabra, la conquista del


tiempo, la invención del libro lo fue del espacio, ya que confirió movilidad al es-
crito, primero bajo la forma de volumen (rollo de hojas de papiro), luego de codex
(folios de pergamino cosidos), hasta asumir, con la llegada del papel a mediados
del siglo XIII, una forma más cercana a lo que actualmente conocemos.

Pero desde los primeros tiempos, el libro estuvo destinado a la venta. En


las librerías de Atenas y de Roma, se vendían ejemplares copiados a mano
por bibliógrafos o copistas. La copia a mano, ya fuera en los talleres (verdade-
ro antecedente de las editoriales), ya, durante la Edad Media, en los monas-
terios, se extendió hasta el siglo XIV, cuando el acceso a la lectura de nuevos
sectores de la sociedad implicó un aumento en la demanda de libros que la
antigua técnica no podía satisfacer, condiciones que hicieron posible el salto
tecnológico hacia la imprenta.

A su vez, la enorme demanda de lectura por parte de una clase para


la que no estaba pensado el libro fue una de las causas del desarrollo de los
diarios. Evidentemente, el universo del texto impreso no se agota en el libro:
desde antiguo, bandos y proclamas, hojas volantes (literatura de buhoneros),
literatura “de cordel” (folletines), circulan, por distintos canales, más masi-
vamente que el libro. Este es el destino de los periódicos, que irán capturan-
do paulatinamente las apetencias lectoras de un público más extendido cada
vez, independientemente de los vaivenes de la industria del libro.

Instituto de Lingüística
Facultad de Filosofía y Letras
Cátedra de Semiología y Oficina de Publicaciones
Ciclo Básico Común - Universidad de Buenos Aires

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UNLP–FDA
Taller de Producción de Textos – Cátedra B
APUNTE DE CÁTEDRA:
¿QUÉ ES UN TEXTO?
“Llamamos texto a la unidad de carácter lingüístico formada por un conjunto de enunciados
con una estructura interna. Es el resultado de una actividad verbal, en la cual el emisor actúa con una
intención comunicativa, y en un contexto determinado. Cuando tenemos que analizar un texto, identifi-
camos los diferentes elementos lingüísticos que hacen dotar de coherencia a esa estructura interna”.

En: Los Conectores y Operadores de Refuerzo Argumentativo, elementos que dan fuerza al
discurso oral formal: el Debate. Álvaro Antonio Escobar Soriano

“El texto es una unidad lingüística formada por un conjunto de enunciados que tienen una
intención comunicativa y que están internamente estructurados. Dicho de otro modo, un texto es un
conjunto de enunciados internamente estructurado, producido por un emisor que actúa movido por
una intención comunicativa en un determinado contexto. Para que un conjunto de enunciados pueda
ser considerado como un texto es necesario una serie de relaciones semánticas y gramaticales entre
sus elementos de manera que el destinatario pueda interpretarlo como una unidad”.

Tomado de: http://www.buenastareas.com/ensayos/Propiedades-Del-Texto/1066602.html

“Un texto es una composición de signos codificado en un sistema de escritura (como un alfa-
beto) que forma una unidad de sentido. Su tamaño puede ser variable. En otras palabras un texto es un
entramado de signos con una intención comunicativa que adquiere sentido en determinado contexto.
También es un conjunto de oraciones agrupadas en párrafos que habla de un tema determinado”.
Tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Texto

Como puede apreciarse en las definiciones dadas previamente, se con-


sidera texto a la unidad de sentido formada por un conjunto de enunciados,
con determinada intención en un contexto particular. Sin embargo, quisiéra-
mos poder ahondar en la conceptualización del mismo.

La palabra texto deriva del verbo latino tejer (texere, textui, textum).
Entonces, podemos pensar el concepto de texto a partir de su etimología. Si
texto deriva del verbo tejer, una imagen posible es la de imaginar un texto
como un tejido en el cual los hilos, los nudos, las costuras, no están forma-
dos por lana o algodón sino por palabras, oraciones, signos de puntuación,

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párrafos. Es decir, un texto es un tejido formado por oraciones que se entre-


lazan, se cruzan, se anudan entre sí y hacen referencia a personas, situacio-
nes, acontecimientos, u objetos del mundo real o de mundos imaginarios.
Estas oraciones no están dispuestas en la página de cualquier manera sino
que el enunciador del texto ata y conecta los enunciados según su inten-
ción. La intención del enunciador es la que determina el dibujo del tejido,
es decir el formato y la estructura del texto. Por ejemplo, si comparamos
el formato de un cuento con el formato de cualquier publicidad (o también el
de una carta y un graffiti), enseguida nos daremos cuenta de que el formato
del texto varía según los fines que se persiga. En cambio, si confrontamos
un texto científico con una novela, no notaremos ninguna diferencia desde el
punto de vista del formato; sin embargo, la divergencia entre ellos reside en
la estructura interna del texto. Para notar el formato no es necesario leer el
texto, pero para distinguir estructuras sí, porque éstas siempre son internas.

Si bien hemos presentado un modo de concebir qué es un texto, no po-


demos dejar de notar los elementos o particularidades que lo componen y lo
definen como tal. Al esquema que presentamos a continuación se le pueden
agregar otros componentes, sólo presentamos lo primordial que contiene
todo texto:

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HUELLAS: DEIXIS (Pronombres personales, Tiene una


índices temporales y espaciales). INTENCIÓN, que es la
POLIFONÍA que predomina en el
texto: narrar,
persuadir, describir,
dialogar, expresar,
COMPETENCIAS PUESTAS EN explicar.
JUEGO: LINGÜISTICA,
PARALINGUISTICA,
IDEOLOGICA, CULTURAL,
TEXTUAL.
ADECUACION DISCURSIVA

¿A quién está AUTOR ≠ SECUENCIAS:


dirigido? ENUNCIADOR NARRATIVA
ENUNCIATARI ARGUMENTATIVA
O DESCRIPTIVA
DIALOGAL
Elección del EXPLICATIVA
REGISTRO DE
LENGUA:
Formal
Informal
¿Dónde se
EL TEXTO
encuentra el
texto?
PROGRESIÓN SOPORTE
TEMÁTICA: TEXTUAL:
(correcta DIARIOS,
distribución de REVISTAS,
la información). DICCIONARIOS,
ES UNA UNIDAD DE
LIBROS DE
SENTIDO, NO ES
FICCIÓN, E-
UNA ACUMULACIÖN
BOOKS, BLOGS,
DE ORACIONES,
Coherencia PÁGINAS-NET,
PORQUE TIENE:
y Cohesión ETC.

COHESIÓN
TÍTULO
PROCEDIMIENTOS SUBTÍTULOS FORMATO
COHESIVOS PÁRRAFOS (Aspecto
ELIPSIS (Delimitados exterior)
CONECTORES por sangrías y
SINONIMIA punto y
REFERENCIA aparte).
PRONOMINAL

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Son muchos los autores (Beaugrande, Dressler 1 y otros) que señalan


que las características que debe poseer todo texto bien elaborado son las
siguientes:

1. En primer lugar, debe ser coherente, es decir, centrarse en un solo tema,


de manera tal que las diversas ideas desarrolladas contribuyan a la creación
de una idea global.

2. En segunda instancia, este texto coherente, debe presentarse de forma


cohesionada; lo que significa que las diferentes secuencias que lo componen
han de relacionarse entre sí.

3. En tercer lugar, deberá saber a qué enunciatario se dirige para poder uti-
lizar un lenguaje comprensible, además de ofrecer toda la información ne-
cesaria (y el mínimo de información innecesaria) para un mejor desarrollo.

4. Este texto -coherente, cohesivo, que se amolda a su enunciatario- conta-


rá con una intención comunicativa. Esta última puede ser describir, narrar,
explicar, persuadir, etc. La intención del texto determinará las secuencias a
utilizar en el mismo y el predominio de alguna de ellas.

5. Sin embargo, la construcción de este texto no se da de manera aislada, ni


de forma abstracta, ha de enmarcarse en una situación discursiva; lo que
supone pronunciarse desde un aquí y ahora concreto. Hecho que permite
configurar un horizonte de expectativas y un contexto para su comprensión.

El sentido de un texto no sólo nos es develado por las características


que acabamos de señalar sino también porque lo interpretamos conforme
a una serie de competencias, tipos y géneros, pues como dijimos anterior-
mente, los textos no se originan de forma aislada.

Elementos y particularidades textuales


1.- Coherencia textual

Cuando decimos que un texto debe ser coherente nos referimos a


una correcta progresión temática y distribución de la información.

Todo texto presenta un tema que se va desarrollando en su devenir.


Esto debe suceder de manera tal que a los elementos ya mencionados se le
vayan agregando componentes nuevos para que el lector pueda ir compren-
diendo y construyendo el sentido global. En lingüística, a la información ya

1 de Beaugrande, Robert A. y Dressler; Introducción a la lingüística del texto. Barcelona, Ariel, 1997

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conocida previamente por el lector se le llama tema y a la información nueva


(lo que se dice acerca del tema) se le llama rema.
La progresión se da correctamente cuando el lector puede reconocer
la información ya dada y la nueva a través de la lectura sucesiva del texto:
la información ya conocida de una oración tiene que haber sido presentada
como nueva en la oración anterior, a esta información ahora conocida se le
agrega una nueva que se convertirá en conocida en la oración posterior.
Quien escribe debe explotar el formato que le otorga cada texto para organi-
zar la progresión y la distribución de la información conocida y nueva que se
reproducirá en el texto.

2.- Procedimientos cohesivos

La conexión entre los componentes gramaticales y léxicos de un texto


se denomina cohesión. Es una de las propiedades indispensables para que
se constituya un texto. Permite que las palabras e ideas que pertenecen a
distintas oraciones y a distintos párrafos se puedan vincular claramente.

Para poder relacionar todas las secuencias que integran un texto y


lograr la cohesión se deben aplicar los procedimientos cohesivos.

La elipsis es la supresión de una o más palabras en una oración o en


un párrafo para evitar las reiteraciones que vuelven al texto confuso. Repre-
senta un vacío: la palabra ha sido omitida porque se encuentra en un enun-
ciado anterior.

Ejemplos:

“-¿Cuántas horas dormiste?
-Ocho”.

“Los niños se despertaban y se sentaban en sus camitas y él les decía: — Mirar,


mirar bien a vuestra madre y no olvidaros nunca que es una... —.Y decía la palabra
de cuatro letras”2.

• El uso de pronombres también permite evitar repeticiones excesivas, el sig-


nificado del pronombre siempre coincide con una palabra que ya apareció
en el texto y a la cual está haciendo referencia. Esto se llama referencia
pronominal. Son elementos léxicos que no tienen un significado “estable”
sino “variable”, lo “obtienen” de otras palabras a las que refieren y que se
han expresado previamente en el texto.

Ejemplo:
Mi amiga y yo fuimos a la playa. Con nosotras vino la perra. La hubiéramos querido
dejar en nuestra casa pero ella no quiso.

2 García Hortelano, Juan. Cuentos completos, Alianza, 2008.

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

• En la construcción de textos escritos u orales se usa también como recurso


la sustitución de términos o sinonimia. Consiste en el reemplazo de los
términos que se quiere evitar repetir por otras palabras o expresiones sinó-
nimas, es decir, que signifiquen lo mismo.

Ejemplo:

En un cuarto había una nena, la habitación era pequeña.

• Los conectores son elementos lingüísticos que sirven para marcar distintos ti-
pos de correspondencias entre las diferentes oraciones (ideas) presentes en el
texto. Estas relaciones pueden ser de oposición, temporales, de causa y con-
secuencia, etc. Existen conectores adecuados para identificar cada una de ellas.

Uno de los problemas que se generan en los textos de registro escrito


consiste en incurrir en repeticiones innecesarias (de una o más palabras).
Es un inconveniente porque confunde, cansa al lector y -en términos genera-
les- desmerece al texto (no ocurre lo mismo en la oralidad, donde las repeti-
ciones son, a veces, útiles o necesarias para quien escucha). Para evitar este
error frecuente se pueden utilizar los procedimientos antes mencionados:

3.- Formato del texto

Es un elemento textual reconocible a simple vista, es decir que


usualmente podemos conocer el formato del texto sin leer su contenido. Es
suficiente un “vistazo” de la disposición gráfica de los elementos en el so-
porte del texto para aprehender el formato. Por eso decimos que el formato
constituye un aspecto externo del texto. Puede presentar también elementos
paratextuales como imágenes, gráficos, esquemas, etc.

El título del texto por lo general es un indicador del tema macro


(grande, macrotema) que lo recorre y atraviesa en su totalidad. En cambio,
cada uno de los párrafos aporta a un aspecto específico del tema postulado
en el título, contienen microtemas (temas pequeños) que confluyen todos en
el tema macro y por eso deben permanecer vinculados entre sí. Por lo tanto,
cada párrafo es una unidad de sentido del texto conformado por oraciones
relacionadas unas con otras.

Los párrafos se distinguen gráficamente porque comienzan luego de un


pequeño espacio blanco (sangría) y terminan con un punto y aparte (que puede
generar o no otro espacio en blanco en el texto, el que quede luego del punto).

En la amplia diversidad textual existente pueden presentarse varias


formas de dividir el cuerpo del texto, por ejemplo: varios párrafos agrupados

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

bajo un subtítulo constituyen un apartado (en una noticia u opinión periodís-


ticas) o incluso un capítulo (en una novela). Los subtítulos son útiles en textos
extensos, cumplen la función de guiar la lectura y la comprensión del sen-
tido, marcan la necesidad de dividir y abarcar por partes de forma gradual y
progresiva un tema extenso o complejo.

El formato del texto varía según la intención del autor.

4.- El autor del texto

Se puede definir al autor del texto como el individuo real que habla,
que pronuncia o escribe el texto. Pero también se lo puede concebir como el
principio de agrupación del discurso, la unidad y el origen de sus significa-
ciones, el foco de su coherencia.

El filósofo Michel Foucault habla del autor como una función organi-
zadora del texto y de su inserción en los diversos discursos que nos rodean.
Esta función no actúa de manera uniforme sino que es variable: alrededor
nuestro circulan discursos sin que su sentido o eficacia tengan que venir
avalados por un autor preciso al cual se le atribuyen, es el caso por ejemplo,
de las conversaciones cotidianas, o cualquier otro discurso que transita en
un “anonimato” relativo.

Pero en otro tipo de géneros discursivos como la literatura, las cien-


cias, la filosofía, la política o el periodismo la atribución a un autor es in-
dispensable como indicadora de propiedad intelectual. La función autor en
estos casos se refuerza. Varía también de acuerdo a la época: por ejemplo,
durante la Edad Media, los poemas, comedias y otros textos literarios sub-
sistían de forma anónima, la función autor no era tan importante. Actual-
mente en cambio, es necesario saber de dónde proceden los textos, quién
los escribe, y cuáles son los sentidos que lo recorren.

Entonces, podemos afirmar que el autor es la persona que crea el


texto (ya sea oral o escrito) y se sitúa por fuera de él, en lo que podemos
llamar situación extratextual (aquella que se produce por fuera del texto)

Lo que se configura dentro del texto, es decir la situación intratextual


es la figura del enunciador, narrador, yo poético, es decir una voz ficticia, una
entidad puramente lingüística que no debe confundirse con el autor. Esta
presencia meramente discursiva se “despega” de la persona real que es el
autor y queda plasmada en el texto.

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

“Según Filinich, el sujeto enunciador no es no el autor empírico del


enunciado sino la cristalización en el discurso de una voz que es a la vez cau-
sa y efecto del enunciado. Causa, ya que no puede haber enunciado sin el acto
de apropiación de la lengua que realiza un sujeto para dirigirse a otro; y efecto
porque dicho sujeto no está constituido de antemano sino que se configura en el
enunciado mismo. Lo mismo ocurre con el enunciatario, al que no deberemos
confundir con el receptor real del enunciado. Es también un sujeto discursivo,
es la imagen de destinatario que el enunciador necesita formarse para construir
el enunciado”3.

4.1.-
Cuando leemos el autor frecuentemente está ausente, solo dispone-
mos de lo escrito, del texto que él produjo. Pero percibimos una presencia,
la del enunciador, y una serie de “huellas” que va dejando en su discurso y
que se localizan en distintos elementos textuales:

Hablamos de expresiones deícticas o deixis para marcar o señalar


ciertos elementos lingüísticos que muestran la posición del enunciador o ha-
blante y nos remiten tanto a los aspectos textuales como a los extratextuales.

La polifonía consiste en la interacción de múltiples “voces” dentro de


un texto. Es decir, no solo se manifiesta la voz propia del autor en su texto,
sino que también lo hacen otras, que él puede incluir de manera más o me-
nos evidente. Existen varias formas de polifonía, siendo muy frecuente las
citas (introducidas mediante la modalidad de discurso directo o indirecto)
que consisten en transcribir dentro del texto propio enunciados emitidos por
otras personas. La polifonía es un fenómeno complejo que se manifiesta de
diversas maneras en el discurso oral y escrito4.

4.2.-
Producir o comprender un texto implica poner en juego variados sis-
temas de conocimientos interrelacionados.

Se llaman competencias a las capacidades que tienen los hablantes


de hacer uso de su lengua. Las mismas intervienen tanto en la generación
de un texto, como en su recepción El concepto de competencias ha sido
desarrollado y trabajado por distintos teóricos como el lingüista Noam
Chomsky y el filósofo Jürgen Habermas.

3 Carolina Seoane, Carolina Zunino y Marcelo Muschietti, “La situación enunciativa” en: El
taller del escritor universitario. Irene Klein (Comp.) Buenos Aires, Prometeo Libros, 2007.
4 Para una mejor comprensión del concepto véase Elvira Arnoux, “La Polifonía” en: Romero
Daniel (Comp.) Elementos básicos para el análisis del discurso. Buenos Aires, Libros del Riel, 1997.

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

Existen competencias lingüísticas (comprenden los conocimientos y


destrezas de uso de la lengua por parte de cada individuo) y otras paralin-
güísticas (no tienen que ver con la lengua exclusivamente) son los factores
psicológicos (sentimientos, afectos, sensaciones, ideologías) y el contexto
sociocultural (particularidades de cada sociedad y cultura) que van estipu-
lando el modo de producir y aprehender textos. En una producción oral o
escrita se ponen en juego las competencias de quien produce el mismo y de
quien lo recibe.

4.3.-
El autor siempre posee un propósito, un objetivo al momento de pro-
ducir un texto, se llama intención a aquello que quiere lograr respecto de
su recepción. El lingüista John Austin desarrolló el concepto de “actos de
habla” para denominar a las intenciones del autor, las más importantes son:
expresar, narrar, persuadir, explicar, informar, ordenar.

Cada intención genera distintos tipos de textos, por ejemplo la inten-


ción de ordenar determina reglamentos, leyes, instrucciones de juego o de
uso, etc. En cambio cuando la intención es persuadir surgen textos publi-
citarios, opiniones, etc. La intención es la que guía la conformación de las
distintas secuencias que componen un texto.

4.4.-
Una secuencia textual es una unidad de escritura menor al texto y
mayor a la oración y generalmente coincide con el párrafo. Está conformada
por un conjunto de oraciones que presenta una organización interna que le
es propia y la caracteriza.

Existen cinco secuencias textuales importantes: narrativa, descrip-


tiva, argumentativa, explicativa, y dialogal. Estas no se dan de manera pura
al interior de los textos sino que se encuentran de forma combinada; ya que
los mismos se caracterizan por su complejidad y heterogeneidad. Por ello,
es más preciso y adecuado hablar de secuencias textuales, y definir el texto
como una estructura compleja que se compone de secuencias del mismo
tipo o de tipos diferentes.

La secuencia predominante será la que determine la trama del texto;


es decir, un texto es argumentativo cuando la secuencia argumental es la
dominante o que es explicativo si prevalece la secuencia explicativa, etc.

Siempre habrá una secuencia predominante porque ello responde a la


intención que persigue el texto; por ejemplo, si se pretende narrar un cuen-
to sería extraño encontrar predominancia de secuencias argumentativas,

21
CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

puesto que estas poseen otro fin. Sin embargo, a lo largo del año veremos
que las distintas tramas no se componen de una forma tan pura como pre-
tenden ciertas tipologías y que las distintas combinaciones producen textos
difíciles de clasificar.

5.- El registro de lengua

El diccionario de la R.A.E. define al “registro” como el modo de expre-


sarse que se adopta en función de las circunstancias.

Entonces, la presencia de distintos registros en el uso de la lengua


se debe a que no siempre se la utiliza de la misma manera, sino que se rea-
lizan modificaciones en los enunciados para adecuarlos a las variables que
presentan las situaciones comunicativas en las que se generan.

Los registros de uso de la lengua se dividen en tres grupos de opuestos:

oral / escrito

formal / informal

estándar / vulgar / profesional

Todo texto se caracteriza por adoptar un término de cada uno de


estos grupos.

El enunciador escoge el registro de lengua pertinente para adecuar-


se a la situación comunicativa que se le presenta; no es lo mismo escribir
un examen que una nota a un amigo o un manual técnico de instrucciones.
Todos estos textos requieren el uso del registro que les sea adecuado.

Por eso el autor debe tener en cuenta a quién se dirige y hacer la selec-
ción de términos y expresiones adecuadas, de lo contrario no habrá eficacia en
la comunicación.

De los grupos que figuran anteriormente el enunciador toma uno de


los términos y lo armoniza con otro par de otro grupo, sin embargo, no to-
das las combinaciones son posibles: por ejemplo, una respuesta de examen
puede ser oral o escrita pero no puede ser informal, ni vulgar. La situación
enunciativa en la que se inscribe el texto o discurso es la que determina cuá-
les serán los modos correspondientes.

6.- El soporte textual


El soporte es aquel material donde se deposita información, como el
papel, la cinta de video o el disco compacto, según la definición que se

22
CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

encuentra en el diccionario. Lo cierto es que desde los inicios de la escritura


ha habido transformaciones respecto al soporte material que han modifica-
do las costumbres de leer y escribir.

Durante la antigüedad se ha pasado de las tablas de arcilla al papiro,


del papiro al códice o al pliego in foloio. Todos estos cambios tuvieron conse-
cuencias en los hábitos de lectoescritura; no es lo mismo leer de un rollo de
papiro que de un códice (muy parecido al libro) que permite, por ejemplo, la
relectura, cuestión que en el papiro era muy complicada.

Con la invención de la imprenta y con la aparición del libro el soporte


sigue su evolución, con frecuencia se estima que el libro impreso creó el
mundo moderno materializando el pensamiento del hombre en el papel. Sin
embargo, el texto impreso no aparece sólo en libros: diarios, hojas volantes,
folletines, folletos, revistas y demás impresos circulan tan masivamente en
la actualidad como el libro.

Por supuesto que el soporte virtual desarrollado en los últimos tiem-


pos para muchos implica una nueva revolución: e-book, blogs, páginas web,
pantallas de celulares y cualquier otro dispositivo tecnológico continúa pro-
vocando cambios en la escritura, la lectura y los hábitos de ejercitarlas. Es
decir, el soporte material es un elemento que también determina la esencia
del texto.

Prof. Mariana Petriella, Lic. Ana Balut y Prof. Julieta Sanders

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

CONECTORES
Elaboración a cargo del Profesor Luis E. Maggiori

AMPLIACIÓN EXPOSICIÓN U ORDEN


Para ampliar: Para mostrar relaciones de or-
Y,a, o, por añadidura, también, den entre partes del discurso o se-
además, de acuerdo con, sumado ñalar continuidad discursiva en una
a esto, asimismo, además de esto, exposición:
al mismo tiempo, paralelamente, a Primero, en primer lugar, luego, a
continuación, en otros casos, de la continuación, más adelante, en tercer
misma manera… lugar, finalmente…

CAUSA-EFECTO LOCACIÓN O ESPACIO


Para establecer relaciones de Para relacionar ideas en el espacio:
causa y efecto:
Porque, entonces, por esta razón, Aquí, allá, acá, en ese lugar, donde,
consecuentemente, en consecuen- allí, al lado de, debajo, arriba, a la iz-
cia, puesto que, debido a, por ello, quierda, en el medio, en el fondo…
por esta causa, por lo antedicho, de
lo antedicho se desprende que, lo
que antecede permite deducir, de
ahí que, por lo tanto, así, en efec-
to…

FINALIDAD MANERA O MODO


Para mostrar propósitos o intencio- Para mostrar la manera en que los
nes: fenómenos se relacionan:
Para, en orden a, con el propósito Como, de modo similar, del mismo
de, con el fin de, con el objeto de, modo, de igual manera, de diferente
con tal objeto, a fin de, a estos efec- modo, de esta manera, similarmente,
tos, en procura de, para eso (esto)… inversamente…

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

CONTRASTE EJEMPLIFICACIÓN Y ESPECIFICA-


Para mostrar oposición respecto CIÓN
de algo dicho anteriormente en el Para explicar algo relacionándolo
discurso o contrastar ideas: con lo anteriormente dicho:
No obstante (lo dicho), sin embar- Por ejemplo, tal es el caso de, para
go, en oposición a, con todo, aun- ejemplificar, en otras palabras, es
que, aun cuando, contrariamente como, es decir, en particular, es pre-
a, pero, si bien, en contraste con, cisamente, lo que quiere decir, dicho
empero, a pesar de, pese a (lo ex- de otra manera, o bien…
puesto), en cambio, inversamente,
al contrario…

CONCESIÓN RESUMEN Y CONCLUSIÓN


Para hacer una concesión a algo Para resumir o concluir un discurso
dicho recién en el discurso: o fragmento de discurso relacionán-
Pero, aunque, no obstante, bien dolo con lo anteriormente dicho:
que, sin embargo… En resumen, en síntesis, para con-
cluir, para terminar, sintéticamente,
en forma sumaria, por último, para
concretar, en suma…

CONDICIÓN ÉNFASIS
Para relacionar ideas en la que Para destacar las ideas más importan-
una es condición de otra/s: tes en relación con el resto:
Si…entonces… Si (tal cosa) tal Sobre todo, lo que es más importante,
(otra). es preciso señalar, repetimos, subra-
yamos, conviene poner énfasis, cabe
destacar, cabe resaltar, en otras pa-
labras…
TIEMPO
Para relacionar ideas
temporalmente:
Antes (anterioridad), después (pos-
terioridad), mientras (simultanei-
dad), anteriormente, más tarde,
actualmente, previamente, poste-
riormente, un momento después,
mucho tiempo antes, hasta que,
cuando, finalmente, después, ya…

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

UNLP–FDA
Producción de Textos–Cátedra B
APUNTE DE CÁTEDRA:
LA SITUACIÓN ENUNCIATIVA
El presente material de estudio para los alumnos fue
confeccionado por la cátedra a partir de los aportes de distintos autores
y tiene como objetivo precisar los elementos que se presentan en la
situación enunciativa. 1

La situación enunciativa

«La enunciación es el acto por el cual alguien, el enunciador,


hace efectiva una intención comunicativa a través de
una producción verbal o enunciado, dirigida a algún otro […],
en un lugar, un tiempo y una situación determinados.»

Jean-Paul Bronckart (1987)

La comunicación, tanto oral como escrita, se produce siempre dentro de


un contexto que permite orientar a los participantes acerca del modo en que
se configurará el intercambio discursivo. Este entorno situacional que rodea el
acto comunicativo recibe el nombre de situación comunicativa. De acuerdo a
las características que la componen, y a la intención que guía el acto comunica-
tivo, los enunciados que profiere el hablante adquieren una configuración par-
ticular. Denominamos a esa configuración situación enunciativa. Entonces, si
la situación comunicativa es una instancia extratextual, la situación enunciativa,
por su parte, se construirá, implícitamente, dentro del texto, es decir, será una
instancia intratextual. De este modo, una clase, una conversación entre amigos,
una entrevista laboral, un discurso político, un ensayo académico y cualquier
otra interacción verbal supondrán diferentes situaciones comunicativas que
condicionarán la forma que adquieran los enunciados que circulen en ellas, en
otras palabras: las situaciones enunciativas que se configuren en cada caso.
Establecer esta diferenciación y analizar sus particularidades resulta funda-
mental para comprender qué decisiones tomamos cada vez que interpretamos
o producimos enunciados, cada vez que hacemos uso de la palabra.

1 Todos los destacados en negrita nos pertenecen

26
CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

En este orden de ideas, Carolina Seoane, Carolina Zunino y Marcelo


Muschietti (en Klein, 2007) señalan: «Cada vez que un hablante o escritor
utiliza la lengua para comunicarse con otros produce un hecho de habla.
Esa enunciación se caracteriza, según Benveniste (1978), por ser un acto de
apropiación de la lengua, es decir, una instancia en la que cada sujeto utiliza
el sistema formal de la lengua (elige algunas entre las diversas formas lin-
güísticas disponibles en el sistema) y se instaura como eje de las referencias
personales, temporales y espaciales presentes en los enunciados proferi-
dos. En ese uso el hablante-escritor construye discursivamente una ver-
sión de sí mismo (enunciador), del mundo (referente) y de aquel o aquellos
a quienes se dirige (enunciatarios)» (p. 27).

Esta conceptualización merece observaciones de distinto orden. La


primera de ellas, sobre las figuras de enunciador y enunciatario, ya que se
trata de categorías que suelen prestarse a confusión o malos entendidos.
Según María Isabel Filinich (2001), «el sujeto enunciador no es el autor em-
pírico del enunciado sino la cristalización en el discurso de una voz que
es a la vez causa y efecto del enunciado. Causa, ya que no puede haber
enunciado sin el acto de apropiación de la lengua que realiza un sujeto para
dirigirse a otro; y efecto porque dicho sujeto no está constituido de ante-
mano, sino que se configura en el enunciado mismo. Lo mismo ocurre con
el enunciatario, al que no deberemos confundir con el receptor real del
enunciado. Es también un sujeto discursivo, es la imagen de destinatario
que el enunciador necesita formarse para construir el enunciado» (en Klein,
2007, pp. 25-26). De lo afirmado se desprende el carácter ficticio de estas
instancias discursivas: enunciador y enunciatario son entes lingüísticos que
podemos encontrar en los textos o en los discursos orales pero no son per-
sonas; por ello no deberán plantearse como sinónimos de emisor y receptor
que sí pueden encarnar en la persona real. Del mismo modo que en las na-
rraciones ficcionales distinguimos a un narrador que cuenta la historia -al
que no confundimos con el autor real- en los textos de carácter no ficcional
reconocemos a esa figura con el nombre de enunciador.

La segunda observación se relaciona con una cuestión que siempre


debiera tenerse presente al leer o escribir un texto, a saber: «todos los
discursos son proferidos desde determinado lugar, desde el lugar que el
enunciador se sitúa y que implica un punto de vista sobre el mundo» (Klein,
2007, p. 26). De este modo, analizar las huellas o marcas discursivas que
señalan la mayor o menor presencia del enunciador, las valoraciones que se
ponen en juego al construir el referente, o que permiten inferir el contexto en
el que produjeron los enunciados, supone explicitar la subjetividad presente
detrás de todo discurso, reconocer el carácter ideológico del lenguaje y po-
ner de manifiesto el posicionamiento del sujeto ante el mundo.

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

Por todo lo anterior, resulta fundamental que, tanto en la interpreta-


ción como en la producción textual, se tengan en cuenta –como insoslaya-
bles- los elementos o rasgos que se transcriben a continuación:

I- La situación comunicativa en la que el texto se inscribe, que involucra:

* El tiempo y el espacio en el que el texto es producido.


*Los participantes, es decir, las personas que intervienen en la situación
comunicativa y la relación entre ellas (por ejemplo: la diferencia jerárquica
entre los interlocutores —laboral, etaria, situacional—; la mayor o menor
proximidad afectiva—la lejanía o cercanía respecto a la confianza, el cariño
o el parentesco que pudieran tener entre sí—; sus roles sociales—doctor/a,
paciente, juez-acusado—; etcétera).
* El propósito de la interacción, esto es, el fin para el cual se establece la co-
municación (por ejemplo, para convencer a otro de una idea, explicarle un
tema, promover instrucciones para que realice una tarea, etcétera).
* El canal por el que se lleva a cabo la comunicación (oral o escrito).
*Las normas socialmente establecidas para las diferentes situaciones co-
municativas, puesto que cada entorno social regula el modo en que circulan
los discursos y los roles que asumen los participantes (por ejemplo, el del
director/a de una escuela con sus estudiantes).

II- El género discursivo al que pertenece el texto

Para entender qué es un género discusivo vamos a tomar lo que dice


Mijaíl Bajtín (1982).El semiólogo ruso sostiene que el uso de la lengua se
lleva a cabo en forma de enunciados (orales y escritos) concretos y singu-
lares que, por su composición, estilo y contenido temático, conforman una
totalidad. Los enunciados son individuales, pero «cada esfera del uso de la
lengua elabora sus tipos relativamente estables de enunciados, a los que
denominamos géneros discursivos» (p. 248). Por lo tanto, «un discurso es
un conjunto de enunciados que posee un contenido temático, estilo y com-
posición determinados por la actividad humana que lo genera. Dichos com-
ponentes permiten clasificar a los discursos como pertenecientes a diversos
géneros discursivos» (Klein, 2007, p. 27). Por ejemplo: discurso médico, aca-
démico, judicial, periodístico, escolar, etcétera.

Al respecto, Irene Klein (2007) destaca que, a partir de Bajtín «la no-
ción de géneros discursivos fue aplicada progresivamente a un conjunto
de producciones verbales organizadas bajo la modalidad de la escritura
o la oralidad» (p. 12). Es decir, que para realizar cualquier producción ver-
bal el enunciador dispone de un conjunto de géneros discursivos de uso en
la lengua y de los conocimientos y representaciones que posee acerca de

28
CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

esos géneros. En consecuencia, elige un modelo textual que supone como


más pertinente o adecuado a la situación comunicativa. Por ejemplo, si en
un parcial se les indicara «definir el concepto de armonía» o «referir los
procedimientos de orden vinculados al tiempo en el lenguaje audiovisual»,
posiblemente nadie respondería en forma de poema, con métrica fija y rima
asonante, aunque allí —de algún modo—se vertiera el concepto requerido.
¿Por qué? Porque, seguramente, se evaluaría que esa forma discursiva no
se corresponde con la situación comunicativa en la que debiera inscribirse el
texto, en este caso, la respuesta al examen.

En este sentido, conviene no olvidar que para producir un texto o pro-


nunciar un discurso es necesario tener en cuenta ciertas características a
las que deberá ajustarse o adecuarse la verbalización del enunciador, a los
efectos de lograr una clara receptividad por parte del enunciatario y que el
texto escrito o el discurso oral cumplan con su objetivo. Las características
que presenta cualquier producción, sea oral o escrita, son las que «permiten
al lector identificar el género discursivo de un texto y evidenciar el ámbito
social de su producción y, por ende, su función social» (Klein, 2007, p. 28).
Reconocerlas en la escritura de otro nos posibilitará entender desde qué
lugar se está diciendo aquello que se expresa. Cuando esto no ocurre, es de-
cir, cuando no hay una correcta interpretación de la situación comunicativa
-porque no se tienen en cuenta las características mencionadas- se incurre
en errores fundamentales de la comunicación como puede apreciarse en la
historieta –con el inconfundible humor de Caloi.

29
CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

Referencias
Bajtín, M. (1982). “El problema de los géneros discursivos”. En Estética de la
creación verbal (pp. 248-293). Ciudad de México: Siglo XXI.
Bronckart, J. P. (1987). Interactions, discours, significations. Langue Française nº 74.
Filinich, M. I. (2001). Enunciación. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: EUDEBA.
Klein, I. (Coord.). (2007). El taller del escritor universitario. Ciudad Autónoma
de Buenos Aires: Prometeo.

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

UNLP–FDA
Taller de Producción de Textos–Cátedra B
APUNTE DE CÁTEDRA
LA PALABRA.
SU DIMENSIÓN ESTÉTICA
Que la palabra tiene una dimensión comunicativa es una afirmación que,
a rasgos generales, nadie dejaría de sostener. Esa dimensión puede definirse
en pocas líneas: se emplean palabras para compartir con otros todo tipo de
información respecto del mundo y de nosotros mismos. Cada cosa tiene un
nombre y ese nombre nos permite entendernos cuando nos referimos a ellas:
decimos mesa cuando queremos indicar un objeto en particular; llamamos
verde a un color que luce de un modo particular; nos imaginamos un gesto
específico cuando decimos risa y otro muy distinto cuando decimos correr.

Sin embargo, la palabra no se reduce a su dimensión comunicativa.


También tiene una dimensión estética, cuya definición es mucho más com-
pleja. Habitualmente se cree que algunos términos son más poéticos que
otros; los primeros tendrían una dimensión estética que estaría ausente en
los segundos. Un ejemplo puede ilustrar la cuestión: el sentido común afir-
maría que “radiante” es una palabra más estética que “horno”, y rechazaría
taxativamente que “podrido” tuviera algún atributo distinto a indicar un es-
tado de putrefacción. Lo interesante será empezar a problematizar que no
es caprichosa esa forma de pensar la palabra. Entender de modo exclusivo
y excluyente la dimensión estética, implica definirla en términos de belleza,
y esta concepción está íntimamente relacionada con la creencia de que la
estética del lenguaje sólo habita en la literatura.

A lo largo de las próximas líneas, se abordará una definición más


amplia de la dimensión estética, cuyo punto de partida es que ninguna
palabra puede carecer de ella. Por eso, será necesario distinguir dos as-
pectos del lenguaje: la denotación y la connotación. La denotación alude
a aquella cualidad que vincula un signo lingüístico, por ejemplo la palabra
“horno”, con su referente, en este caso “dispositivo que permite generar
calor y mantenerlo dentro de un cierto compartimiento”. Cuando se habla de
denotación, nos referimos al significado en un sentido explícito, literal, de la
definición que encontramos en el diccionario. La connotación en cambio,

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

alude a la capacidad de un término de correr los márgenes de su literalidad y


referirse a sentidos que escapan a la relación entre cierto nombre y cierto
objeto. Cuando estamos con poca paciencia y alguien insiste en desafiarnos,
le decimos que “el horno no está para bollos” no porque nos queramos re-
ferir a un horno, ni a unos cuantos bollos; esas palabras connotan, es decir
expresan, un sentido que se escapa de los límites de sus referentes. Ahí ra-
dica la dimensión estética del lenguaje: en determinadas circunstancias, las
palabras no significan, sino que re-significan, vuelven a significar por sobre
su sentido explícito, para indagar en un sentido figurado; es decir, un senti-
do que figura algo distinto a lo que se define en términos literales. Su fun-
ción no es meramente utilitaria, informativa, sino que se extiende a un uso
completamente asentado en la capacidad expresiva.

La vida diaria está llena de ejemplos donde el lenguaje se articula en


función de su dimensión estética. Anteriormente se indicaba que el sentido
común reprobaría el carácter estético de la palabra “podrido”. Desde esta
nueva concepción de la dimensión estética, podría decirse que esa repro-
bación sólo tiene en cuenta lo que el término denota. Ahora bien, lo que
connota dependerá de cómo se lo utilice. Por ejemplo, la frase “me tenés po-
drido”, connota hartazgo; en cambio, la frase “nuestra relación está podrida”
connota un vínculo cuyos problemas son profundos. Lo mismo ocurre con las
expresiones “sos un perro”, o “sos un gato”, que denotan ciertos animales
y connotan, en el primer caso, un desempeño poco satisfactorio y en el se-
gundo, una conducta histérica.

Recapitulando, no existen palabras que en sí mismas sean más estéti-


cas, más poéticas, más bellas que otras. La dimensión estética atraviesa el
lenguaje y se manifiesta en la capacidad de emplear los vocablos de diferen-
tes modos, de generar amalgamas de términos que al converger construyan
realidades distintas a las que define el diccionario.

Al inicio de estas líneas se sostenía que entender de modo exclusivo


y excluyente la dimensión estética, implica definirla en términos de belleza,
y esta concepción está íntimamente relacionada con la creencia de que la
estética del lenguaje sólo habita la literatura. Luego de haber redefinido la di-
mensión estética, no caben dudas de que ésta desborda la literatura y aparece
en cada acto de comunicación, oral o escrita. Será ahora necesario despojar
la definición de su condición de belleza: un término puede exponerse por com-
pleto en su aspecto connotativo sin resultar “bello”, ni siquiera “adecuado”. El
espectador de una película que al salir del cine anuncia que la trama le pare-
ció “una mierda”, se expresa de un modo que nadie calificaría en términos de
belleza, ni tampoco en términos de adecuación. No obstante, ello no significa
que la dimensión estética de la palabra mierda haya sido anulada.

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

Hasta aquí, se ha definido el carácter estético de toda palabra,


permitiendo incorporar así aquellas que habitualmente se consideran inade-
cuadas. Por último, cabría referirse a los otros términos, los que se creen
intrínsecamente poéticos.

El sentido común delimita lo que socialmente se considera escribir


bien. Y esa delimitación, cuando de indagar la expresividad de la palabra se
trata, suele asociarse a emplear ciertas fórmulas que “embellezcan” que
den “vuelo poético” a las expresiones.

Así, frente a una infancia a secas, se prefiere una “tierna infancia”;


frente a la espuma de mar, se prefiere la “blanca y suave espuma de las
olas que rompen”. Nada hay de problemático en estas frases. El problema
radica en creer que es en ellas donde se apuntala el carácter connotativo.
Si “tierna infancia” connota una etapa prematura de la vida de una persona,
podría decirse “infancia con chupete” o “infancia gateada”, sin hacer uso de
la frase hecha. En todo caso, la dimensión estética seguiría presente. Según
Marcelo Di Marco, el clishé es un molde fijo que sustituye nuestra voz por una
cualquiera, que es en realidad la de todo el mundo.1 Es decir, uniforma los
modos de expresar, porque se ha naturalizado tanto que la mayoría de las
veces se lo reproduce sin pensar hasta dónde se adecúa al sentido que se le
pretende atribuir.

El conflicto no está en qué decir, sino en cómo hacerlo. ¿Cómo decir


que la mañana es radiante? Si se hace un recorrido por las frases hechas,
diríamos que el sol irrumpe por la ventana con su cálido fulgor. Algo muy
distinto ocurre si se asume como punto de partida un conjunto de términos
que descontextualizados no se asocien a “radiante”, para mezclarlos en su
contenido, en su sonoridad y trasladarlos a un nuevo lugar de significación.
Si los términos fueran, por ejemplo, taza-café-salir, podría decirse que “la
mañana parecía salirse de mi taza de café”. Dos formas distintas de referir-
se a un mismo contenido, que generan dos efectos diferenciados. Lo central
está en saber que el efecto no siempre se genera de modo efectista. Usar fra-
ses hechas garantiza una recepción efectista, en tanto quien las percibe las
conoce. La singularidad de generar nuevas asociaciones garantiza explorar
efectos de lectura que no descansan en el conocimiento previo de las frases.

Esta distinción que parece menor, puede devenir una cuestión central.
Pretender garantizar el “vuelo poético” a través del clishé lleva la mayoría de
las veces a reproducir recetas que acotan la capacidad de expresión, en tanto
no articulan nuevos sentidos.

1 DI Marco, Marcelo. Hacer el verso. Editorial De Bolsillo, Buenos Aires, 2009.

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

Tal como se ha indicado a lo largo de estas líneas, la posibilidad de


explorar la dimensión estética de la palabra, radica precisamente en desar-
ticular la red de asociaciones a las que estamos acostumbrados, generando
nuevas convergencias y con ellas, nuevas formas de decir.
Prof. Paula Phielipp, Lic. Ana Bal Prof. Julieta Sanders

AUTOBIOGRAFÍAS
Selección de Cátedra
Antonio Di Benedetto (en Günter Lorenz, Diálogo con América Latina, 1968).

He leído y he escrito. Más leo que escribo, como es natural; leo mejor que escribo.
He viajado. Preferiría que mis libros viajen más que yo. He trabajado, trabajo.
Carezco de bienes materiales (excepto la vivienda que tendré).
Una vez, por algo que escribí, gané un premio, y después otro y después…hasta
10 de literatura, uno de periodismo y uno de argumentos de cine. Una vez tuve
una beca que me dio el Gobierno de Francia, y pude estudiar algo en París.
Un tiempo quise ser abogado y no me quedé en querer serlo, estudié mucho,
aunque nunca lo suficiente.
Después quise ser periodista. Conseguí ser periodista. Persevero.
Un tiempo anduve de corresponsal extranjero (por ejemplo, revolución de
Bolivia, la que llevó al poder a René Barrientos).
Yo quería escribir para el cine. Pero en general no soy más que un espectador
de cine, y también periodista de cine. Una vez fui al Festival de Berlín, y otra al de
Cannes, y otra a Hollywood el día de los Oscars, y otra…
Bueno, en el Festival de Mar del Plata una vez me pusieron en el Jurado
Internacional de la Crítica.
Soy argentino, pero no he nacido en Buenos Aires.
Nací el Día de los Muertos del año 22.
Música, para mí, la de Bach y la de Beethoven. Y el “cante jondo”.
Bailar no sé, nadar no sé, beber sí sé. Auto no tengo.
Prefiero la noche. Prefiero el silencio.

Olga Orozco ANOTACIONES PARA UNA AUTOBIOGRAFÍA (fragmento), en Relám-


pagos de lo invisible, Bs. As., Fondo de Cultura Económica, 1998.

Con el sol en Piscis y ascendente en Acuario, y un horóscopo de estratega


en derrota y enamorada trágica, nací en Toay (La Pampa), y salí sollozan-
do al encuentro de temibles cuadraturas y ansiadas conjunciones que aún
ignoraba. Toay es un lugar de médanos andariegos, de cardos errantes, de

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

mendigas con collares de abalorios, de profetas viajeros y casas que des-


atan sus amarras y se dejan llevar, a la deriva, por el viento alucinado. Al
atardecer, cualquier piedra, cualquier pequeño hueso, toma en las planicies
un relieve insensato. Las estaciones son excesivas, y las sequías y las he-
ladas también. Cuando llueve, la arena envuelve las gotas con una avidez
de pordiosera y las sepulta sin exponerlas a ninguna curiosidad, a ninguna
intemperie. Los arqueólogos encontrarán allí las huellas de esas viejas tor-
mentas y un cementerio de pájaros que abandoné. Cualquier radiografía mía
testimonia aún ahora esos depósitos irremediables y profundos.
Cuando chica era enana y era ciega en la oscuridad. Ansiaba ser sonám-
bula con cofia de puntillas, pero mi voluntad fue débil, como está señalado
en la primera falange de mi pulgar, y desistí después de algunas caídas sin
fondo. Desde muy pequeña me acosaron las gitanas, los emisarios de otros
mundos que dejaban mensajes cifrados debajo de mi almohada, el basilisco,
las fiebres persistentes y los ladrones de niños, que a veces llegaban sin
haberse ido. Fui creciendo despacio, con gran prolijidad, casi con esmero, y
alcancé las fantásticas dimensiones que actualmente me impiden salir de
mi propia jaula. Me alimenté con triángulos rectángulos, bebí estoicamente
el aceite hirviendo de las invasiones inglesas, devoré animales mitológicos
y me bañé varias veces en el mismo río. Esta última obstinación me lanzó a
una fe sin fronteras. En cualquier momento en que la contemple ahora, esta
fe flota, como un luminoso precipitado en suspensión, en todos los vasos co-
municantes con que brindo por ti, por nosotros y por ellos que son la trinidad
de cualquier persona, inclusive de la primera del singular.
En cuanto hablo de mí, se insinúa entre los cortinajes interiores un yo que
no me gusta: es algo que se asemeja a un fruto leñoso, del tamaño y la con-
textura de una nuez. Trato de atraerlo hacia afuera por todos los medios,
aun aspirándolo desde el porvenir. Y en cuanto mi yo se asoma, le aplico un
golpe seco y preciso para evitar crecimientos invasores, pero también inúti-
les mutilaciones. Entonces ya puedo ser otra. Ya puedo repetir la operación.
Este sencillo juego me ha impedido ramificarme en el orgullo y también en
la humildad. Lo cultivé en Bahía Blanca junto a un mar discreto y encerrado,
hasta los dieciséis años, y seguí ejerciéndolo en Buenos Aires, hasta la ac-
tualidad, sin llegar jamás hasta la verdadera maestría, junto con otras incli-
naciones menos laboriosas: la invisibilidad, el desdoblamiento, la traslación
por ondas magnéticas y la lectura veloz del pensamiento. Mis poderes son
escasos. No he logrado trizar un cristal con la mirada, pero tampoco he con-
seguido la santidad, ni siquiera a ras del suelo. Mi solidaridad se manifiesta
sobre todo por el contagio: padezco de paredes agrietadas, de árbol abatido,
de perro muerto, de procesión de antorchas y hasta de flor que crece en el

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

patíbulo. Pero mi peste pertinaz es la palabra. Me punza, me retuerce, me


inflama, me desangra, me aniquila. Es inútil que intente fijarla como a un
insecto aleteante en el papel. ¡Ay, el papel! “blanca mujer que lee el pensa-
miento” sin acertar jamás. ¡Ah la vocación obstinada, tenaz, obsesiva como
el espejo, que siempre dice “fin”! Cinco libros impresos y dos por revelar,
junto con una pieza de teatro que no llega a ser tal, testimonian mi derrota.
En cuanto a mi vida, espero prolongarla trescientos cuarenta y nueve años,
con fervor de artífice, hasta llegar a ser la manera de saludar de mi tío abue-
lo o un atardecer rosado sobre el Himalaya, insomne, definitivo. Hasta el
momento sólo he conseguido asir por una pluma el tiempo fugitivo y fijar su
sombra de madrastra perversa sobre las puertas cerradas de una supuesta
y anónima eternidad. No tengo descendientes. Mi historia está en mis manos
y en las manos con que otros la tatuaron. Mi heredad son algunas posesio-
nes subterráneas que desembocan en las nubes. Circulo por ellas en berlina
con algún abuelo enmascarado entre manadas de caballos blancos y paisa-
jes giratorios como biombos. Algunas veces un tren atraviesa mi cuarto y
debo levantarme a deshoras para dejarlo pasar. En la última ventanilla está
mi madre y me arroja un ramito de nomeolvides.
¿Qué más puedo decir? Creo en Dios, en el amor, en la amistad. Me aterran
las esponjas que absorben el sol, el misterioso páncreas y el insecto perverso.
Mis amigos me temen porque creen que adivino el porvenir. A veces me visitan
gentes que no conozco y que me reconocen de otra vida anterior. ¿Qué más
puedo decir? ¿Que soy rica, rica con la riqueza del carbón dispuesto a arder?

Osvaldo Soriano (en Speranza, Graciela, Primera persona. Conversaciones con


quince narradores argentinos. Buenos Aires, Norma, 1995).

Mi primer libro lo leí en 1961 y todavía tengo el ejemplar, mortecino y pegado


con el scotch amarillo de aquellos tiempos. Es Soy leyenda de Richard Ma-
theson, un tipo que el verano pasado, ya viejo se jugó la vida en el incendio de
California para salvar su gato. Después vino Raymond Chandler y a ´l le debo
el gusto por escribir historias con muchos diálogos. Chandler, enamorado de
los gatos, hacía un romanticismo irónico de hombres duros que dicen frases
shakespeareanas. Esto explica muchas cosas. Me las explica a mí al menos.
El día que nací en la calle Alem de Mar del Plata, había un gato esperando al
otro lado de la puerta. Mi padre fumaba como un loco en el patio de la casilla
de madera. Mi madre dice que fue un parto difícil, a las cuatro y veinte de la
tarde de un día de verano. El sol rajaba la tierra. Los jóvenes Borges y Bioy
Casares paraban cerca, ahí en Los Troncos, alucinando las historias de don
Isidro Parodi. A Borges lo seguían los gatos.

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

A mí un gato me trajo la solución para Triste, solitario y final. Un negro de mi-


rada fija y contundente, muy parecido a la gata de Chandler. Otro me acom-
pañó al exilio. Tuve uno llamado Peteco que me sacó de muchos apuros en
los sufrientes días en que escribía. A sus plantas rendido un león. Viví con
una chica alérgica a los gatos y al tiempo nos separamos. En París, mientras
trabajaba en El ojo de la patria, en un quinto piso inaccesible, se me apareció
un gato equilibrista caminando por la canaleta del desagüe. Para sentirme
más seguro de mí mismo puse un gato negro al comienzo y uno colorado al
final de Una sombra ya pronto serás.
Para decirlo mal y pronto: hay gatos en todas mis novelas. Soy uno de ellos,
perezoso y distante. No sé si aprendí la sutileza de la especie. Ahora mismo,
una de mis gatas se lava las manos acostada sobre el teclado y tengo que
apartarla con suavidad para seguir escribiendo. Hace cinco meses que ella
y yo hemos parado de fumar. Juntos sufrimos la abstinencia. Hace unos me-
ses esta habitación era un quemadero de fragancias maravillosas. Tabacos
de aquí y de Cuba, de Holanda y de Egipto. Ya no: resignamos algo de utilería
que compone a los duros: cigarrillos, sombrero, impermeable, un revólver.
El realismo sucio de Matheson y Chandler sobrevive a las modas y los des-
precios porque el lector quiere verse ahí, en la sangre de papel. Necesita
leer sus miedos. Con eso Stephen King hizo una obra. En uno de sus libros
un personaje acusa de plagiario al narrador y le mata al gato.
La mitología dice que al morir los gatos van a sentarse sobre la redondez de
la luna. Hay quienes sólo pueden verlos en las noches claras. Yo no tengo
biografía. Me la inventarán, un día, los gatos que vendrán cuando yo esté,
muy orondo, sentado en los bordes de la luna.

Hebe Uhart (en Speranza, Graciela, Primera persona. Conversaciones con quince
narradores argentinos, Buenos Aires, Norma, 1995).

Tengo 56 años pero me siento como de 46. Vivo en un barrio medio, ni pobre
ni rico y así es como me gusta: no desearía ser ni rica ni pobre. Tengo y he
tenido desde que recuerdo muchos amigos, tengo la certeza de que puedo
hacerme amigos en cualquier parte del mundo, aunque la barrera del idioma
es enojosa, le tengo miedo a los aviones; me gusta viajar pero volar es un
suplicio. ¿Cómo voy a volar si no tengo alas? Me gusta viajar para encontrar
a mi casa diferente, bah, para volver.
De los primeros libros que compré en mi vida (y los segundos y los etc.)
no conservo ninguno: los presté, los perdí, los regalé y los vendí; ahora los
guardo más. Cuando un libro me gusta mucho suelo reponerlo y comprarlo,
porque he leído siempre mucho todo lo que me gusta o pienso que me va a

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

gustar: en ese sentido soy muy prejuiciosa: si pienso que algo no me va a


gustar, no lo leo. Por eso estoy bastante desinformada, lo que en sí mismo no
me preocupa, salvo cuando quedo fuera de las conversaciones. Soy egresada
de Filosofía y lo mismo me pasa con los filósofos: si me interesa, leo mucho
de lo mismo, autor o tema y si no, ignoro.
Como soy una persona que saca poco partido de la experiencia en cuestiones
prácticas y además no me gusta luchar o pelear, siempre tengo que hacer
muchas gestiones: administrativas, editoriales y de dentista. Cada vez que
debo ir a una editorial nueva para llevar mis cosas o al dentista yo misma
me premio. Yendo así a variados dentistas, editoriales y gestores, uno puede
entender lo uno y lo múltiple. “Venga la semana que viene”, o “No hay plata”,
dicho de las maneras más inverosímiles.
Desde hace más de treinta años trabajo en la docencia, primaria, secunda-
ria, ahora universitaria, privada, pública, de adultos. No creo que los jóvenes
de ahora sean tan distintos de cómo fuimos nosotros: quieren ser reconoci-
dos, valorados y tratados con justicia, por lo tanto, casi siempre responden.
Rechazo las ideas apocalípticas en todas sus manifestaciones, a saber: que
los jóvenes no leen y van a ser ágrafos, que el mundo se va a destruir, que el
país va hacia la disolución, que el tango va a morir, etc. De los libros de la Bi-
blia, el Apocalípsis es el que menos me gusta. Tengo muy pocos principios o
convicciones firmes, pero sí creo que debemos tratar bien a los que tenemos
cerca y en que todas las personas tienen derecho a momentos de placer,
alegría o como se llame: debemos tratar de no amargar a nadie.

Rodolfo Walsh (en Ese hombre y otros papeles personales. Buenos Aires, Seix
Barral, 1996).

Me llaman Rodolfo Walsh. Cuando chico, ese nombre no terminaba de con-


vencerme: pensaba que no me serviría, por ejemplo, para ser presidente
de la República. Mucho después descubrí que podía pronunciarse como dos
yambos aliterados, y eso me gustó. Nací en Choele-Choel, que quiere decir
“corazón de palo”. Me ha sido reprochado por varias mujeres.
Mi vocación se despertó tempranamente: a los ocho años decidí ser aviador.
Por una de esas confusiones, el que la cumplió fue mi hermano. Supongo
que a partir de ahí me quedé sin vocación y tuve muchos oficios. El más
espectacular: limpiador de ventanas; el más humillante: lavacopas; el más
burgués: comerciante de antigüedades; el más secreto: criptógrafo en Cuba.
Mi padre era mayordomo de estancia, un transculturado al que los peones
mestizos de Río Negro llamaban Huelche. Tuvo tercer grado, pero sabía bo-
lear avestruces y dejar el molde en la cancha de bochas. Su coraje físico

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

sigue pareciéndome casi mitológico. Hablaba con los caballos. Uno lo mató,
en 1947, y otro nos dejó como única herencia. Este se llamaba “Mar Negro”,
y marcaba dieciséis segundos en los trescientos: mucho caballo para ese
campo. Pero esta ya era zona de la desgracia, provincia de Buenos Aires.
Tengo una hermana monja y dos hijas laicas.
Mi madre vivió en medio de cosas que no amaba: el campo, la pobreza. En su
implacable resistencia resultó más valerosa, y durable, que mi padre. El ma-
yor disgusto que le causo es no haber terminado mi profesorado en letras.
Mis primeros esfuerzos literarios fueron satíricos, cuartetas alusivas a
maestros y celadores de sexto grado. Cuando a los diecisiete años dejé el
Nacional y entré en una oficina, la inspiración seguía viva, pero había perfec-
cionado el método: ahora armaba sigilosos acrósticos.
La idea más perturbadora de mi adolescencia fue ese chiste idiota de Rilke:
Si usted piensa que puede vivir sin escribir, no debe escribir. Mi noviazgo con
una muchacha que escribía incomparablemente mejor que yo me redujo a
silencio durante cinco años. Mi primer libro fueron tres novelas cortas en el
género policial, del que hoy abomino. Lo hice en un mes, sin pensar en la
literatura, aunque sí en la diversión y el dinero. Me callé durante cuatro años
más, porque no me consideraba a la altura de nadie. Operación masacre
cambió mi vida. Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades
íntimas, existía un amenazante mundo exterior. Me fui a Cuba, asistí al naci-
miento de un orden nuevo, contradictorio, a veces épico, a veces fastidioso.
Volví, completé un nuevo silencio de seis años.
En 1964 decidí que de todos mis oficios terrestres, el violento oficio de es-
critor era el que más me convenía. Pero no veo en eso una determinación
mística. En realidad, he sido traído y llevado por los tiempos; podría haber
sido cualquier cosa, aun ahora hay momentos en que me siento disponible
para cualquier aventura, para empezar de nuevo, como tantas veces.
En la hipótesis de seguir escribiendo, lo que más necesito es una cuota ge-
nerosa de tiempo. Soy lento, he tardado quince años en pasar del mero na-
cionalismo a la izquierda; lustros en aprender a armar un cuento, a sentir
la respiración de un texto; sé que me falta mucho para poder decir instan-
táneamente lo que quiero, en su forma óptima; pienso que la literatura es,
entre otras cosas, un avance laborioso a través de la propia estupidez.

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

LA PALABRA
Selección de cátedra
La función del lector/I.
Eduardo Galeano

Cuando Lucía Peláez era muy niña, leyó una novela a escondidas. La leyó
a pedacitos, noche tras noche, ocultándola bajo la almohada. Ella la había
robado de la biblioteca de cedro donde el tío guardaba sus libros preferidos.

Mucho caminó Lucía, después, mientras pasaban los años. En busca de fan-
tasmas caminó por los farallones sobre el río Antioquia, y en busca de gente
caminó por las calles de las ciudades violentas.

Mucho caminó Lucía, y a lo largo de su viaje iba siempre acompañada por los
ecos de los ecos de aquellas lejanas voces que ella había escuchado, con sus
ojos, en la infancia.

Lucía no ha vuelto a leer ese libro. Ya no lo reconocería. Tanto le ha crecido


adentro que ahora es otro, ahora es suyo.

Galeano, Eduardo. El libro de los abrazos, Siglo XXI, España, 1993.

Ventana sobre la palabra


Eduardo Galeano

Magda recorta palabras de los diarios, palabras de todos los tamaños, y las
guarda en cajas. En cajas rojas guarda las palabras furiosas. En caja verde,
las palabras amantes. En caja azul, las neutrales. En caja amarilla, las tris-
tes. Y en caja transparente guarda las palabras que tienen magia. A veces,
ella abre las cajas y las pone boca abajo sobre la mesa, para que las palabras
se mezclen como quieran. Entonces, las palabras le cuentan lo que ocurre y
le anuncian lo que ocurrirá.

Galeano, Eduardo. Las palabras andantes, Siglo XXI, España, 1998.

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

Para la cátedra de Historia


Eduardo Galeano

Hace unos quince mil millones de años, según dicen los en-
tendidos, un huevo incandescente estalló en medio de la nada
y dio nacimiento a los cielos y a las estrellas y a los mundos.

Hace unos cuatro mil o cuatro mil quinientos millones de


años, año más, año menos, la primera célula bebió el caldo
del mar, y le gustó, y se duplicó para tener a quien convidar
el trago.

Hace unos dos millones de años, la mujer y el hombre, casi


monos, se irguieron sobre sus patas y alzaron los brazos y se
abrazaron y se entraron, y por primera vez tuvieron la alegría
y el pánico de verse, cara a cara, mientras estaban en eso.

Hace unos cuatrocientos cincuenta mil años, la mujer y el


hombre frotaron dos piedras y encendieron el primer fuego,
que los ayudó a defenderse del invierno.

Hace unos trescientos mil años, la mujer y el hombre se dije-


ron las primeras palabras y creyeron que podían entenderse.

Y en eso estamos, todavía: queriendo ser dos, muertos de


miedo, muertos de frío, buscando palabras.

Galeano, Eduardo. Para la Cátedra de Historia. Contribuciones, Página 12.

La Palabra
Pablo Neruda

Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las
que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las per-
sigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas…
Las que glotonamente se esperan, se escuchan, hasta que de pronto caen…
Vocablos amados… Brillan como piedras de colores, saltan como platinados
peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan
hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo,
cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como


frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo,
las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto…
Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñi-
da, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en
la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de
sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la
esperaba y que le obedeció… Tienen sombra, transparencia, peso, plumas,
pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río,
de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y re-
cientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada…
Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores
torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las
Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco ne-
gro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha
visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus,
idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde
pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las
botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las
palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Sa-
limos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro…
Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.

Neruda, Pablo: “La palabra”, en Confieso que he vivido, Buenos Aires, Losa-
da, 1974.

El hombre se posee en la medida que posee su lengua


Pedro Salinas

No habrá ser humano completo, es decir, que se conozca y se dé a conocer,


sin un grado avanzado de posesión de su lengua. Porque el individuo se po-
see a sí mismo, se conoce, expresando lo que lleva dentro, y esa expresión
sólo se cumple por medio del lenguaje.

Ya Lazarus y Steindhal, filólogos germanos, vieron que el espíritu es len-


guaje y se hace por el lenguaje. Hablar es comprender, y comprenderse es
construirse a sí mismo y construir el mundo. A medida que se desenvuelve
este razonamiento y se advierte esa fuerza extraordinaria del lenguaje en
modelar nuestra misma persona, en formarnos, se aprecia la enorme res-
ponsabilidad de una sociedad humana que deja al individuo en estado de
incultura lingüística. En realidad, el hombre que no conoce su lengua vive
pobremente, vive a medias, aún menos.

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

¿No nos causa pena, a veces, oír hablar a alguien que pugna, en vano, por
dar con las palabras, que al querer explicarse, es decir, expresarse, vivirse,
ante nosotros, avanza a trompicones, dándose golpazos, de impropiedad en
impropiedad y sólo entrega al fin una deforme semejanza de lo que hubiera
[nótese el subjuntivo] querido decirnos? Esa persona sufre como de una re-
baja de la dignidad humana. No nos hiere su deficiencia por vanas razones
de bien hablar, por ausencia de formas bellas, por torpeza técnica, no. Nos
duele mucho más adentro, nos duele en lo humano; porque ese hombre de-
nota con sus tanteos, sus empujones a ciegas por las nieblas de su oscura
conciencia de la lengua, que no llega a ser completamente, que no sabremos
nosotros encontrarlo.

Hay muchos, muchísimos inválidos del habla, hay muchos cojos, mancos,
tullidos de la expresión. Una de las mayores penas que conozco es la de en-
contrarme con un mozo joven, fuerte, ágil, curtido en los ejercicios gimnás-
ticos, dueño de su cuerpo, pero que cuando llega el instante de contar algo,
de explicar algo, se transforma, de pronto, en un baldado espiritual, incapaz
casi de moverse entre sus pensamientos; ser precisamente lo contrario, en
el ejercicio de las potencias de su alma, a lo que es en el uso de las fuerzas
de su cuerpo.

Podrán, aquí, salirme al camino los defensores de lo inefable, con su cuen-


to de que lo más hermoso del alma se expresa sin palabras. No lo sé. Me
aconsejo a mí mismo una cierta precaución ante eso de lo inefable. ¿Puede
existir lo más hermoso de un alma sin palabras, acaso? Pero no llegará a to-
mar forma humana completa, es decir, convivida, consentida, comprendida
por los demás. Recuerdo unos versos de Shakespeare, en The Merchant of
Venice1 (El mercader de Venecia), que ilustran esa paradoja de lo inefable:

Madam, you have bereft me of all words,


Only my blood speaks to you in my veins2.

Es decir: la visión de la hermosura le ha hecho perder el habla; lo que en él


habla desde adentro es el ardor de su sangre en las venas. Todo está muy
bien, pero hay una circunstancia que no debemos olvidar, y es que el per-
sonaje nos cuenta que no tiene palabras por medio de las palabras, y que
sólo porque las tiene sabemos que nos las tiene. Hasta lo inefable lleva su
nombre: necesita llamarse “lo inefable”. No. El ser humano es inseparable
de su lenguaje. El viejo consejo de Píndaro: «Sé lo que eres», el más reciente

1 El mercader de Venecia (Anotación de la Cátedra)


2 Señora, usted me ha despojado de todas las palabras, solamente mi sangre habla a usted
de mis venas. (Traducción de la Cátedra).

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

de Goethe: «Sepamos descubrir, aprovechar lo que la naturaleza ha querido


hacer de nosotros», pueden cumplirse tan sólo por la posesión del lenguaje.

El alma humana es misteriosa y en todos nosotros una parte de ella, es


decir, parte de nosotros, se recata entre sombras. Es lo que Unamuno ha
llamado «el secreto de la vida», de nuestra propia vida. Y el lenguaje nos
sirve de método de exploración interior, ya hablemos con nosotros mismos o
con los demás, de luz con la que vamos iluminando nuestros senos oscuros,
aclarándonos más y más, esto es, cumpliendo ese deber de nuestro destino
de conocer lo mejor que somos, tantas veces callado en escondrijos aún sin
habla de la persona.

La palabra es espíritu, no materia, y el lenguaje, en su función más tras-


cendental, no es técnica de comunicación, hablar de lonja: es liberación del
hombre, es reconocimiento y posesión de su alma, de su ser. «¡Pobrecito!»,
dicen los mayores cuando ven a un niño que llora y se queja de un dolor sin
poder precisarlo. «No sabe dónde le duele». Esto no es rigurosamente exac-
to. Pero ¡qué hermoso! Hombre que malconozca su idioma no sabrá, cuando
sea mayor, dónde le duele ni dónde se alegra. Los supremos conocedores
del lenguaje, los que lo recrean, los poetas, pueden definirse como los seres
que saben decir mejor que nadie dónde les duele.

Salinas, Pedro. El Defensor. Alianza, Madrid, 1967.

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

POLIFONÍA
Elvira Arnoux
El término polifonía recubre las variadas formas que adopta la inte-
racción de voces dentro de una secuencia discursiva o de un enunciado. La
situación de diálogo que toda producción verbal supone, su orientación hacia
el otro, aparece siempre con mayor o menor grado de explicitación en el
tejido textual. Pero también en éste, y de múltiples maneras, está presente
lo ya dicho, los otros textos, así como las diversas voces sociales con sus
peculiares registros.

Ruptura de la isotopía estilística


La isotopía estilística, es decir, la pertenencia de un discurso o una len-
gua, a un lecto, a un determinado estilo o género, es a menudo quebrada por
la irrupción de fragmentos que remiten a variedades distintas. Su presencia
en un mismo espacio textual genera por contraste diversos efectos de sen-
tido y pone de manifiesto los juicios de valor asociados a las variedades en
juego. Al referirse al contacto entre dos lenguas en un texto literario Bachtin
señala que éste “subraya y objetiva precisamente el aspecto ´concepción del
mundo´ de una y otra lengua, su forma interna, el sistema axiológico que le
es propio. En West Indies Ltd, por ejemplo, del poeta cubano Nicolás Guillén,
la presencia de términos en inglés reactiva las connotaciones asociadas a
las dos lenguas: “aquí están los que piden Bread and butter/ y coffee an milk.
/ Aquí está lo mejor de Port-au-Prince, / lo más puro de Kingston, la high life
de la Habana.../ Pero aquí están también los que reman en lágrimas / galeotes
dramáticos, galeotes dramáticos...¨
Los efectos específicos de estas rupturas, cuyas marcas pueden ser
rasgos fónicos, prosódicos, gráficos, sintácticos o léxicos, dependerán del
funcionamiento global del texto considerado, del entorno verbal en el que
aparecen. En algunos textos narrativos apuntará a caracterizar al persona-
je, en otros una situación, en algunos discursos argumentativos funcionará
como símbolo de prestigio o como índice de una pertenencia cultural. Pero
siempre el contraste patentizará a partir del juego connotativo que se instau-
rará la aprehensión ideológica de una u otra lengua o variedad.
En muchos casos la ruptura de la isotopía estilística se debe a la pre-
sencia de unidades que remiten a distintos estados de lengua, a sincronías
diferentes (presencia de arcaísmos, por ejemplo). En otros casos estos des-
ajustes evocan no la comunidad lingüística como totalidad sino grupos dife-
renciados geográficamente (dialectos), socialmente (sociolectos), por edad

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

(cronolectos), o según su actividad, profesión o pertenencia política. Es im-


portante señalar que la “norma” textual no coincide necesariamente con la
norma social. En el tango Cambalache, por ejemplo, la ruptura de la homo-
geneidad discursiva la producen términos como “problemático” y “febril”:
“siglo veinte cambalache, problemático y febril/ el que no llora no mama y el que
no afana es un gil /Dale nomás...”
También el contraste puede darse entre registros situacionales dife-
rentes (lo coloquial en un texto formal, rasgos de la oralidad en la escritura)
o entre distintos tipos de discurso. En el siguiente fragmento del Libro de
Manuel de Julio Cortázar la isotopía, sostenida por las alusiones a las letras
de tango, es quebrada por la presencia de una canción infantil:
“... copetín del recuerdo, mezcla rara de Museta y de Mimí / salud
Delfino, camarada de infancia / ser argentino en un suburbio de París /
Caracol col col saca los cuernos al sol”.
La presencia de géneros intercalados alcanza su máxima expresión en
la novela, que es como señala Bachtin, un “fenómeno pluriestilístico, pluri-
lingual y plurivocal”. Esta integra, estilizándolos o en forma de parodia, tanto
géneros primarios “corrientes” (diálogos, relatos orales, cartas, diarios ín-
timos) como literarios o extra literarios (textos filosóficos, descripciones et-
nográficas, discursos morales, fragmentos periodísticos). En algunos textos,
como el de Cortázar, al que nos hemos referido, la integración de otros tipos
de discursos se realizan conservando la materialidad que les es propia: las
crónicas y comentarios periodísticos aparecen en forma de recortes con lo
que se refuerza el valor documental que el narrador les adjudica.

Intertextualidad
Con el nombre de intertextualidad se designa, en sentido restringido,
la relación que se establece entre dos textos (que pueden ser o no isóto-
pos estilísticamente) a partir de la inclusión de uno en otro en forma de cita
o de alusión. Este juego intertextual apela, particularmente en sus formas
menos explícitas, a la competencia cultural e ideológica de los receptores.
Su decodificación es más fácil cuanto más estereotipado y “universal” es
el enunciado aludido o citado. Así muchos textos contemporáneos, integran
mensajes publicitarios o consignas políticas difundidos por los medios de
comunicación de masas. Cambalache 1982, por ejemplo, de Osvaldo Rosslex
se va armando a partir de los títulos de programas televisivos y de los “slo-
gans” más comunes en la Argentina de la guerra de las Malvinas:
“Argentina en video, en caos, en salsa / se perdió una batalla, no la guerra. /
pero eso sí, con muchos asesores / con mundial campeonato por el medio /
con Minutos de noticias / con ´Argentinos a vencer´ en coro...”

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

En los casos en los que la alusión remite universos culturales más


restringidos la “recuperación” del enunciado puede plantear dificultades, e
incluso se puede llegar a no percibir la alusión como tal. El diálogo inter-
textual que propone el título del cuento de García Márquez Muerte constante
más allá del amor al evocar, permutando sus términos, el soneto de Quevedo,
sólo puede ser percibido por un lector más o menos informado acerca de la
literatura española. En algunas obras estas dificultades se resuelven con
al aparición, en forma de cita, del enunciado aludido en otro momento del
texto. Así en el mismo cuento de García Márquez el protagonista pronuncia
un discurso electoral (“estamos aquí para derrotar a la naturaleza. Ya no
seremos más los expósitos de la patria...”) “por oposición a una sentencia
fatalista del libro cuarto de los Recuerdos de Marco Aurelio”. Y la sentencia
aludida aparece en la parte final del cuento:

“Recuerda que seas tú u otro cualquiera, estaréis muerto dentro de un tiempo


muy breve y que poco después no quedará de vosotros ni siquiera el nombre”.

Enunciados referidos
Discurso directo e indirecto
Las gramáticas reconocen dos modelos morfosintácticos de inclu-
sión de un discurso en otro: directo e indirecto. En el primer caso la frontera
entre el discurso citado y el citante es nítida; en los textos escritos está mar-
cada a menudo por los dos puntos, comillas o guiones, y en los enunciados
orales por rasgos suprasegmentales como juntura o tono; el discurso citado
conserva además las marcas de su enunciación. En el segundo caso el dis-
curso citado pierde su autonomía, se subordina sintácticamente al discurso
citante y éste borra sistemáticamente las huellas de la otra enunciación;
esto se manifiesta en particular por los cambios de embragues y tiempos
verbales, la neutralización de los giros expresivos que remiten directamente
al locutor del discurso citado, la normalización de las oraciones, el “relleno”
de las elipsis y la unificación de las repeticiones.
El discurso directo (D.D.) produce un efecto de fidelidad al original, la
ilusión de “reproducir” el discurso del otro. El Esbozo de la Nueva Gramática
de la Lengua Española de la Real Academia lo expresa al decir: “Llámase
directo al estilo cuando el que habla o escribe reproduce textualmente las
palabras con que se ha expresado el autor de ellas”. Este enfoque deja de
lado no sólo la importancia del entorno verbal y de la nueva situación de
enunciación en la que el discurso citado se inscribe sino también las limi-
taciones de la memoria en los casos de discursos orales. Pero es indudable
que el D.D. da la impresión de constituir un documento veraz, un fragmento

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

verbal auténtico. De allí que sea explotado tanto por el periodismo como en
la conversación cotidiana, por aquellos hablantes que quieren presentar los
hechos “tal cual” reduciendo su intervención al máximo para dar la impre-
sión de objetividad.
El discurso indirecto (D.I.), en la medida en que no conserva la ma-
terialidad del enunciado, supone una interpretación del discurso del otro,
una versión del mismo, y da lugar a síntesis o despliegues según los casos.
Al hacerse cargo del discurso citado, al integrarlo al suyo, el hablante se
muestra, poniendo de manifiesto sus posiciones ideológicas o afectivas. Por
eso es siempre interesante comparar las distintas formas de referir en estilo
indirecto un mismo enunciado.
D.D. y D.I. constituyen dos estrategias discursivas distintas con sus
exigencias propias. Los hablantes prefieren una u otra por razones psicoló-
gicas o restricciones temáticas o situacionales. Cuando Guillermo Patricio
Kelly narra su secuestro a un periodista del diario Tiempo Argentino, refiere
de esta manera lo que le habían dicho sus secuestradores: “qué pescado
gordo es usted. ¿sabe el bolonqui que hay en el mundo entero con esto?”
Más adelante, en el mismo texto recuerda el episodio en estos términos:
“presté atención cuando me dijo que había un revuelo mundial por mi asunto
y que no se imaginaban que yo era un pez tan gordo”. Las modalidades de
enunciación exclamativa e interrogativa del D.D. desaparecen en el D.I. que
sólo posee la modalidad del discurso citante, en este caso declarativa. La
exclamación es interpretada como “no se imaginaban que...”; “¡Qué pescado
gordo es usted!” se transforma en “que yo era una pez tan gordo” donde a
los cambios de pronombre personal y tiempo verbal, y al reemplazo de “qué”
por “tan” al alterarse el orden de las palabras por el cambio de modalidad,
se agrega la sustitución de “pescado” por “pez”. Este último parece ser para
el locutor el término no marcado estilísticamente o tal vez, en la medida en
que el sujeto del discurso citado coincide con el sujeto de enunciación del
discurso citante, el término connotado axiológicamente en forma más posi-
tiva que “pescado”. Manifestación de un proceso similar es el cambio de “bo-
lonqui” por “revuelo”. En la sustitución de “esto” por “mi asunto” parecen
haber intervenido otras razones: al cambiar la situación de enunciación el
demostrativo “eso” resultaría insuficiente, además el locutor quiere señalar
que la importancia acordada al hecho se debe a que él era el afectado.

El entorno verbal: los verbos introductores.


Si bien la actividad interpretativa a la cual da lugar la trasposición
de un enunciado resulta más evidente en el discurso indirecto, no está en
absoluto ausente en el discurso directo. Tanto en un caso como en otro se

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

retoma un enunciado producido en otra situación comunicativa, para finali-


dades distintas, se lo recorta y se lo inserta en un texto que despliega sus
propias redes semánticas. Como ya lo señalaba Voloshinov en El signo ideo-
lógico y la filosofía de lenguaje (1930) “el discurso referido es discurso dentro
del discurso, enunciado dentro del enunciado, y al mismo tiempo discurso
acerca del discurso y enunciado acerca del enunciado”. Este trabajo del dis-
curso citante sobre el citado, su recepción activa de las palabras del otro,
las marcas de su distancia o las formas de su adhesión se muestran par-
ticularmente en el entorno verbal en el que el enunciado se ubica. De allí
la importancia de las fórmulas introductorias, de los verbos de decir que lo
anuncian y sus modificadores. La distancia que el locutor establece respecto
de enunciado referido es por cierto mayor cuando dice “X se atreve a afirmar
que ...” que cuando simplemente señala “Según X...”. También la adhesión
es más fuerte en “Respondió lúcidamente que...” que en “Dijo que...”.
Los verbos, que remiten al dominio semántico del habla, no sólo introducen
el enunciado referido sino que también orientan respecto de cómo deben ser
entendidas las palabras del otro. Aportan así informaciones diversas: pue-
den explicitar la fuerza ilocutoria (“aconsejó que no se dejaran provocar”);
presuponer la verdad o falsedad de lo que el discurso citado afirma (“reveló
que el ministro había renunciado”); especificar el modo de realización fóni-
ca del enunciado (“gritó que estaba harto”); caracterizarlo a partir de una
tipología de los discursos (“lo que pasa –argumentó- ...”); situarlo dentro de
una cronología discursiva (“eso dependerá –replicó- de las posibilidades...”).
Respecto del discurso directo pueden ubicarse en distintas posiciones: ini-
cial (“Dijo: ´Es necesario superar la discusión estéril´”); intercalado (“los
argentinos –señaló- vamos a estar a la altura de las circunstancias”); o pos-
puesto (“Tenemos que ser protagonistas, recalcó”). Estas posibilidades de
articulación entre el discurso citante y el citado no dejan de tener incidencia
semántica ya que implican modalidades de mensaje distintas.

Los límites: las comillas


Las comillas constituyen una de las marcas más habituales para
señalar, en los textos escritos, una secuencia directamente referida. En el
discurso directo no regido, es decir en aquel en el que no hay verbo intro-
ductor, funciona como único límite entre las dos voces: “pasaron unos cinco
minutos antes de que aparecieran. ´Vaya una comitiva´. Venían su hijo mayor
y su hijo menor”. (Guillermo Cabrera Infante, Así en la paz como en la guerra).
En los enunciados referidos indirectamente las comillas permiten mante-
ner y realzar los rasgos verbales propios del enunciador del discurso citado.
Voloshinov habla en este caso de modificación analítica de la textura: “Las

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

palabras y locuciones que se incorpora caracterizan la fisonomía subjetiva y


estilística del mensaje considerado como expresión”.
En algunos casos en los que se resumen los enunciados de otro se
integran fragmentos “textuales” que refuerzan el efecto de fidelidad al origi-
nal. Es lo común en algunos discursos periodísticos que sintetizan discursos
o respuestas a entrevistas: “El presidente instó a un ´esfuerzo´ como única
forma de ´ salir rápidamente de la crisis ´ “.
Las rupturas de isotopía estilística como, por ejemplo, la introducción
de términos técnicos o pertenecientes a otras lenguas o a otros subsistemas
pueden ser marcadas por las comillas. Su presencia dependerá de cómo sea
percibido por el sujeto de enunciación (¿es para él un cuerpo extraño?) y de
la estrategia discursiva en la que se inscriba. En los textos de Roberto Arlt,
por ejemplo, el uso bastante arbitrario de este recurso gráfico permite en
un mismo gesto la aceptación y violación de la norma: “En cuanto te ´reto-
babas´ te fajaban”; “El otro cayó seco y Arévalo rajó, fue a esconderse en la
casa de mi hermana que era planchadora pero al otro día lo ´cacharon´ ” .
Las comillas pueden también señalar las reservas del hablante respecto de
un término que considera aproximativo, discutible pero que utiliza a falta de
otro mejor : “Estas ´citas´ no explícitas...”
Pero las comillas sirven también para que el sujeto de enunciación esta-
blezca distancias respecto de un término o sintagma que remite a una ins-
tancia enunciativa con la cual no se identifica, o porque forma parte de los
estereotipos culturales no compartidos (“no debemos olvidar ´las bondades
del estilo de vida británico´ durante sus cien años de dominación en la In-
dia”) o porque pertenece a otro grupo político o ideológico. En un artículo de
Descartes (Juan Domingo Perón) en el diario Democracia las comillas se-
ñalan los términos desvalorizadores del discurso adjudicado al adversario:
“El pacto político regional sucumbió abatido por los trabajos subterráneos
del imperialismo empeñado en dividir e impedir toda unión propiciada o rea-
lizada por los ´nativos´ de estos países ´poco desarrollados´, que anhela
gobernar y anexar pero como factorías de ´negros y mestizos´”.

Los límites inciertos: contaminación de voces


Con los nombres de “conjunción discursiva” o “hibridación” se designan
las distintas formas que adopta la “contaminación” de voces dentro de una
secuencia discursiva. La ausencia de signos gráficos o de las marcas de
subordinación habituales permite un contacto fluido entre el discurso cita-
do y el citante, llegando incluso a integrarlos dentro de un mismo enuncia-
do. El caso más extremo es el discurso indirecto libre que se define por la
imposibildad de reconocer una fuente enunciativa única ya que, y éste es su

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

rasgo específico, narrador y personaje hablan a un “mismo” tiempo.


“Así era la ley. Rosendo Maqui despreciaba la ley. ¿Cuál era la que favorecía
al indio? La instrucción primaria obligatoria no se cumplía. ¿Dónde estaba la
escuela de la comunidad de Rumi? ... ¡ Vaya, no quería pensar en eso porque
le quemaba la sangre!” (Ciro Alegría, El mundo es ancho y ajeno).

Este discurso a dos voces que en general conserva los rasgos expresivos
del discurso citado y los tiempos y personas del citante, fusiona en una sola
construcción lingüística actos de habla con distinta orientación.
Así como segmentos del discurso del otro pueden aparecer con sus
acentos propios diseminados en el discurso del narrador, así también pueden
irrumpir enunciados enteros en discurso directo no regido, sin comillas que
separen los dos registros:

“Aquel pobre diablo que yacía bien muerto era el sacristán de la iglesia. Pero:
tonto!... la culpa ha sido suya... ¿pues a quién se le ocurre, señor, vestir pan-
talón, chaqueta y gorrita?”
(Mariano Azuela, Los de abajo)

Pero también el discurso citante puede penetrar en el citado bajo la


forma de una construcción incidental. La presencia de un verbo de decir inter-
calado permite al discurso indirecto, por ejemplo, articularse sin subordina-
ción sintáctica previa pero al mismo tiempo no perder su carácter de referido:

“... su suegro le daba lecciones esquemáticas. Los liberales, le decía; eran


masones, gente de mala índole, partidaria de ahorcar a los curas.... Los con-
servadores, en cambio, que habían recibido el poder directamente de Dios,
propugnaban por la estabilidad del orden público y la moral familiar”.

(Gabriel García Márquez, Cien años de soledad).

La dimensión dialógica del discurso argumentativo

La argumentación supone, más allá del encadenamiento lógico propio


de todo razonamiento, un alocutario al cual se busca convencer, en el cual
se trata de provocar una adhesión a las tesis presentadas o de impulsar-
lo a una determinada acción. Las preguntas, objeciones, críticas, formula-
das explícitamente o supuestas por el locutor, las evidencias compartidas
van a determinar la articulación de sus partes y su ritmo. Voloshinov seña-
la que incluso “detrás del recurso de dividir el texto en unidades llamadas
párrafos se encuentra la orientación hacia el oyente o el lector, el cálculo de

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

sus posibles reacciones”. En los textos didácticos o en las clases la exposi-


ción se organiza como respuestas a preguntas que en muchos casos apa-
recen formuladas por un enunciador que se identifica con el alocutario; en
otros discursos se teatraliza la recepción ya que aparecen presentadas otras
voces que señalan contradicciones o manifiestan sus reservas respecto del
discurso del locutor:
“¡Mitología! Acaso, pero hay que mitologizar respecto a la otra vida como en
tiempos de Platón... ¡Y sin embargo! Sin embargo sí, hay que anhelar la vida
eterna por absurda que nos parezca...”

(Miguel de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida)

También el llamado discurso interior adopta la forma de un diálogo.


Bachtin, en Estructura del enunciado, al referirse a esa segunda voz que apa-
rece señala que puede desempeñar distintos papeles. En general el de re-
presentante típico del grupo social al cual el individuo pertenece: el conflicto
entre las dos voces es el que éste vive al enfrentarse con su propia norma.
En algunos casos las dos voces tienen el mismo estatus; el conflicto, no re-
suelto todavía por la historia, entre dos clases sociales se manifiesta en el
discurso interior por una polémica en la que no hay voz dominante. Final-
mente, cuando esa segunda voz no ocupa ninguna posición estable, cuando
se manifiesta en una serie incoherente de reacciones determinadas para las
circunstancias del momento “se asiste entonces a una escisión de naturale-
za ideológica de la individualidad con su medio social”.
En muchos de los textos argumentativos que “reflejan” el discurso in-
terior, la segunda voz, la de la “conciencia”, delimita el lugar del lector, insta-
la a éste en el seno mismo de la norma y lo lleva a través de deslizamientos
sucesivos a aceptar las tesis propuestas. Dentro de las estrategias de per-
suasión es tal vez una de las más eficaces ya que utiliza la retórica de lo co-
tidiano. En un texto de Unamuno, Sobre la europeización de España (Ensayos,
I), el paso de lo íntimo del cuestionamiento a lo impersonal de la norma se
muestra particularmente en el cambio de las personas gramaticales (de la
primera a la segunda del singular, luego el “nosotros” inclusivo y finalmente
el “se” impersonal):

“...y me pregunto a solas con mi conciencia ¿soy europeo?, ¿soy moderno? Y mi


conciencia me responde: no, no eres europeo, eso que se llama ser europeo;
no, no eres moderno, eso que se llama ser moderno. Y vuelvo a preguntarme:
y eso de no sentirte ni europeo ni moderno ¿arranca acaso de ser tú español?
¿Somos los españoles en el fondo irreductibles a la europeización y a la mo-
dernización?... si así fuera ¿habríamos de acongojarnos por ello? ¿Es que no
se puede vivir y morir, sobre todo morir bien fuera de esa dichosa cultura?”

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

La presencia del otro es particularmente evidente en las formas


más públicas del discurso político como la arenga, la proclama o el discur-
so electoral. El alocutario aparece designado de una determinada manera y
este apelativo lo constituye en sujeto de la interacción verbal que el discurso
postula. En la Proclama al Ejército del Norte, por ejemplo, San Martín, al
llamar a sus soldados “Hijos valientes de la Patria” y “Vencedores en Tupiza,
Piedras, Tucumán y Salta”, les ofrece una imagen positiva donde puedan re-
conocerse y fijarse.
Pero es tal vez en las interrogaciones y negaciones donde el diálogo con el
otro aparece con mayor claridad. En su Manifiesto de 1810 Miguel Hidalgo se
expresa en estos términos:
“¿Creéis que al atravesar (los gachupines) inmensos mares, exponerse al
hambre, a la desnudez, a los peligros de la vida inseparables de la navega-
ción, lo han emprendido por venir a haceros felices? Os engañáis, america-
nos... El móvil de todas estas fatigas no es sino su sórdida avaricia”.

La pregunta inicial pone en escena una supuesta afirmación de los interlo-


cutores, muestra el asombro de locutor frente a semejante opinión y antici-
pa la respuesta negativa que introduce “Os engañáis”. El juego dialógico se
completa: en la última oración del fragmento donde el locutor niega todas
las otras interpretaciones posibles y afirma la suya como única respuesta
válida (“...no es sino...”).
También la afirmación explícita funciona como operador polifónico.
Así en el discurso de Primo de Rivera al fundarse la Falange española (“Yo
quisiera que este micrófono que tengo adelante llevara mi voz hasta los úl-
timos rincones de los hogares obreros para decirles: sí, nosotros llevamos
corbatas; sí, de nosotros podéis decir que somos señoritos. Pero traemos el
espíritu de lucha por aquello que no nos interesa como señoritos...”), el peso
argumentativo lo soporta “pero” y el juego dialógico a “sí” que precede a los
enunciados afirmativos. En la primera ocurrencia el “sí” funciona como la
marca de una operación que retoma un enunciado previo y lo muestra. En la
segunda la operación se despliega a través de las formas propias del estilo
indirecto: “podéis decir que somos...”.

Las citas
El discurso argumentativo no sólo presenta las huellas del diálogo
con el otro y “consigo mismo” sino que también muestra el trabajo con los
otros textos. Los fragmentos que se insertan pueden cumplir diversas fun-
ciones. Las citas epígrafes señalan la pertenencia a un determinado uni-
verso discursivo o las grandes orientaciones del texto. Así, si un trabajo de
lingüística comienza con esta frase de Nietzsche:
“Temo que no nos desembaracemos nunca de Dios, ya que seguimos creyen-
do en la gramática”, posiblemente el lector tendrá tendencia a esperar un

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

cuestionamiento de las líneas institucionalmente aceptadas de la disciplina.


En algunos casos la cita tiene como función primera “santificar” el texto:
Raúl Alfonsín terminaba sus discursos electorales confundiendo su voz con
la de los constituyentes de 1853 al introducir fragmentos del Preámbulo de
la Constitución. Otras citas, reconocidas como evidencias en una cultura y
que por lo tanto están al alcance de todos, permiten establecer acuerdos
fáciles que estimulen adhesiones futuras: “Recordando aquello de ´por sus
frutos los conoceréis´ no es difícil admitir que...” En ciertos textos las citas
funcionan como “pruebas” dentro de un desarrollo argumentativo; cuando
lo fundamental es la firma nos encontramos frente a las llamadas “citas de
autoridad”:

“La única forma de tratar que se remedien ciertos males ciudadanos es ´vol-
ver sobre ellos oportuna e inoportunamente´, como dice San Pablo en sus
Epístolas”.

En el discurso polémico, particularmente en sus variedades más


violentas, la manipulación de las palabras del adversario puede adoptar
diversas modalidades. Se puede así prolongar una cita para descalificarla:
“´Llegaremos al año próximo con una economía consolidada´... si no nos
morimos antes”. Se puede introducir pequeñas reflexiones discordantes:
“Repiten: ´Rosas, como estanciero (lo que para algunos pequeño-burgueses
es imperdonable) no supo defender...´´”O se pueden también utilizar las pa-
labras del otro en su contra, de allí el nombre de “cita boomerang”:

“Quienes intentan la defensa de la figura del tirano no ignoran, porque ellos


mismos lo han señalado, que ´la interpretación histórica se hace desde la
actuación política presente´. ¿Qué puede entonces esperar la democracia de
tales ideólogos?”

Transtextualidad

Gerard Genette, en Palimpsestes (Seuil, París, 1982), define la transtextuali-


dad, o trascendencia textual del texto, como “todo aquello que lo relaciona,
manifiesta o secretamente, con otros textos”. Reconoce cinco tipos de rela-
ciones transtextuales:

1- Intertextualidad: relación de co-presencia entre dos o más textos.


Su forma más explícita y literal es la cita, pero también se incluyen
en esta categoría el plagio (préstamo no declarado pero literal), y
la alusión (cuando la comprensión plena de un enunciado supone la
percepción de su relación con otro).

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

2- Paratextualidad: relación que el texto en sí mantiene con su “para-


texto”: títulos, subtítulos, prólogos, epílogos, advertencias, notas,
epígrafes, ilustraciones, faja, etc. También pueden funcionar como
paratexto los “pretextos”: borradores, esquemas, proyectos de autor.

3- Metatextualidad: relación de “comentario” que une un texto a otro


del cual habla y al cual incluso puede llegar a no citar. La crítica es la
expresión más acabada de esta relación metatextual.

4- Hipertextualidad: relación de un texto con otro anterior del cual de-


riva por transformación (el Ulises de Joyce respecto de La Odisea) o
por imitación (la Eneida respecto de La Odisea, el Guzmán de Alfara-
che respecto de El Lazarillo de Tormes).

La transformación que lleva de La Odisea al Ulises es simple o directa:


consiste en transponer la acción al Dublín del siglo XX. La imitación es tam-
bién una transformación pero más compleja e indirecta: Virgilio en La Eneida
cuenta otra historia pero inspirándose en el tipo genérico (es decir, formal y
temático) establecido por Homero. La imitación exige la constitución previa
de un modelo de competencia genérica (en este caso épico) capaz de engen-
drar un número indefinido de realizaciones miméticas. Para transformar un
texto puede bastar un gesto simple y mecánico (arrancar unas hojas: trans-
formación reductora); para imitarlo hay que adquirir un dominio al menos
parcial de los rasgos que se ha decidido imitar.
La diferencia aparece con mayor claridad en ejemplos elementales:
Transformación

“Volverán las ilusas profesoras


de su saber los frutos a mostrar...”

Imitación:

“Jerónimo Luis Cabrera


que aquesta ciudad fundades
que en necios es la primera
entre todas las ciudades
¿por qué non resucitades?
¿por qué non la desfundades
e fundáis otra cualquiera?
Jerónimo Luis Cabrera.”

(estudiantes universitarios, Córdoba, 1918).

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

Genette considera sólo aquellos casos en los que la derivación de un


texto a otro es a la vez masiva (B deriva en su totalidad de A) y declarada de
una manera más X menos oficial. Propone así la siguiente clasificación ge-
neral de las prácticas hipertextuales:

Relación lúdico S atírico serio

Transformación PARODIA TRASVESTIMIENTO TRASPOSICIÓN


“Tanto v a el c ántaro Virgilio t ravesti Vida de Don
a la f uente q ue al f in (S.carron) Quijote y Sancho
se llena” (Unamuno)
Imitación PASTICHE CARICATURA CONTINUACIÓN
L´AffaireLemoine (charge) (falsificación/
(Proust) A la manera de.... forgerie)
Segundo tomo
del ingenioso
hidalgo
(Avellaneda)

Parodia: “desvío” de un texto con transformación mínima. El ejemplo


más simple es la deformación de los refranes: “Cuando la razón no está los
ratones bailan”.

Travestimiento: transformación estilística con función degradante, su


forma ejemplar es la escritura en octosílabos y en estilo “vulgar” de un texto
épico: escritura de La Eneida, por ejemplo conservando su acción, es decir su
contenido fundamental y su movimiento, pero imponiéndole otro estilo. Uno
de los blancos favoritos del travestismo popular es la fábula.

Trasposición: esta “transformación seria” es la más importante de to-


das las prácticas hipertextuales. En ella la amplitud textual y la ambición es-
tética y/o ideológica llevan a ocultar o hacer olvidar su carácter hipertextual
(Doctor Fausto de T. Mann, Ulises de Joyce). Las formas más habituales de
esta práctica son la traducción y el resumen.

Un caso interesante, en el marco de la literatura española, es el de


Vida de don Quijote y Sancho de Miguel de Unamuno, en el cual el autor con-
serva las aventuras del héroe pero las interpreta a su manera pretendiendo
mostrar las verdaderas razones y el verdadero sentido de las mismas:

“ ´Pero el generoso león más comedido que arrogante, no haciendo


caso de niñerías ni de bravatas, después de haber mirado a una y otra parte,
como se ha dicho, volvió las espaldas y enseñó sus partes traseras a Don
Quijote, y con gran flema y remanso se volvió a echar en al jaula!

56
CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

¡Ah condenado Cide Hamete Benengeli o quienquiera que fuese el que


escribió tal hazaña, y cuán menguadamente la entendiste!... No, no fue así,
sino lo que en verdad pasó es que el león se espantó o se avergonzó más
bien al ver la fiereza de nuestro caballero, pues Dios permite que las fieras
sientan más al vivo que los hombres la presencia del poder incontrastable
de la fe...

No, el león no podía ni debía burlarse de Don Quijote, pues no era hom-
bre sino león, y las fieras naturales, como no tienen estragada la voluntad por
pecado original alguno, jamás se burlan. Los animales son enteramente se-
rios y enteramente sinceros, sin que en ellos quepa socarronería ni malicia”.

Pastiche: imitación de un estilo, desprovista de función satírica. Una


vez constituido el modelo de competencia, o idiolecto estilístico que se viene
a imitar, el “pastiche” puede prologarse indefinidamente

Caricatura: pastiche satírico cuya forma canónica es “A la manera de...”

Continuación: “imitación seria” de una obra que tiende a prolongarla o


completarla. Por ejemplo, La Segunda Parte del Lazarillo de “Tormes” publica-
da un año después del “auténtico” Lazarillo y también anónima.

5 - Arquitextualidad: relación del texto con el conjunto de categorías


generales a las que pertenece, como tipos de discurso, modos de enuncia-
ción o géneros literarios. A veces esta relación se manifiesta en una mención
paratextual (Ensayos, Poemas, La novela de dos centavos), pero en general es
implícita, sujeta a discusión y dependiente de las fluctuaciones históricas de
la percepción genérica.

57
CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

El taller del escritor universitario

PRÓLOGO
IRENE KLEIN
Escribir
Escribir, señala el novelista Don de Lillo (2005), “es una forma concentrada
de pensar. A través del lenguaje se puede llegar a ideas a las que de otra
manera no hubiéramos tenido acceso”.

“Escribo”, afirma la ensayista Beatriz Sarlo (2001), “porque quiero saber


cómo es eso que estoy pensando y que no lograré saber si no lo escribo. Se
piensa porque se escribe”.

Tanto un escritor de ficción como una escritora de ensayos críticos asumen


una posición coincidente: considerar a la escritura no como un medio para
“expresar” lo que se piensa sino como un proceso por el que se descubre y
transforma el conocimiento.

El sujeto que escribe produce un objeto, un trazo material (Barré-De Miniac,


2003): esa producción fuera de sí mismo le permite tomar distancia en rela-
ción al contenido escrito y observar y cuestionarlo. Es así que, al tiempo que
moviliza los saberes que el sujeto tiene sobre la lengua y sus conocimientos
sobre el mundo, la escritura posibilita configurar y reconfigurar esos sabe-
res, o sea, construir conocimiento.

La escritura incide en el pensamiento y se inscribe, de ese modo, en el do-


minio de la cognición, cuyo sentido etimológico, precisamente, es el del
“conocimiento”.

Enseñar a escribir: un proceso fundado en la lengua

Utilizamos la lengua para organizar nuestra experiencia, categorizar el


mundo, dar sentido a nuestras actividades cotidianas, relacionarnos con
quienes nos rodean y construirnos como seres sociales. En el lenguaje el
sujeto construye su identidad social y cultural: el modo como organizamos
con palabras nuestra relación con el mundo define lo que el mundo es para
nosotros. Las diversas disciplinas académicas que conforman las carreras
universitarias se presentan como distintas formas de pensar y comprender
al mundo, de darle sentido y de representarlo. De ahí que sea sobre todo en

58
CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

las Ciencias Sociales y en las Humanidades donde surgen en mayor medida


los problemas específicos de la transmisión e interpretación de los discur-
sos de otros.

El lenguaje no es un simple instrumento sino el “escenario discursivo” (M.


C. Martínez, 1997) en el que se realiza el encuentro significativo entre dos
sujetos – el que se asume como enunciador de un texto y su lector virtual- y
una experiencia externa o saber que desea transmitirse. No usamos la pa-
labra para reproducir la realidad sino para construirla en función de intere-
ses determinados. Tomar la palabra no es, entonces, una actividad ingenua:
la elección de un tema, de determinadas unidades léxicas y de una organi-
zación retórica, etc., que hace un sujeto incide en los esquemas mentales
ajenos- en los del auditorio o lector de su texto-; esto es, en sus modos de
representar el mundo.

Ayudar a desarrollar una capacidad estratégica tanto para producir como para
comprender los textos, es decir, tanto para adecuar el texto que se escribe a
un determinado propósito como para reconocer el objetivo textual en el que
se lee, es, por lo tanto, el objetivo esencial de la enseñanza de la escritura.

La escritura en la universidad

La escritura es una tarea habitual tanto para los estudiantes universitarios-


que escriben parciales, monografías, tesinas, reseñas, informes- como para
los profesionales, que elaboran artículos, papers, trabajos de investigación.
Unos como otros no desconocen que escribir constituye una tarea intelectual de
enorme complejidad que exige analizar lo que otros han dicho sobre un tema,
establecer relaciones semánticas en el interior de su propio texto como así tam-
bién entre diversos textos; constituirse en un observador agudo y analítico que
pueda tomar distancia de su postura personal, considerar el tema dentro de un
marco o sistema conceptual más amplio y fundamentar sus aserciones.

Sin embargo, salvo excepcionalmente, en ninguna disciplina se reflexiona


sobre el proceso mismo de escribir. ¿Por qué? Tal vez porque se presupone
que la escritura es un medio para comunicar lo que se sabe y, por lo tan-
to, basta con poseer dicho saber para poder hacerlo. Pocas veces se toma
conciencia de que escribir no solo es transmitir ese saber sino sobre todo
configurarlo. A lo sumo, entonces, frente a esa posibilidad de escribir un tex-
to, se reclaman técnicas desde el anhelo de que, a través de ellas y de ma-
nera instantánea, tal como opera el pensamiento mágico, se logre plasmar
en la hoja el saber que se tiene sobre determinada disciplina. Pero basta
comenzar a producir un texto para darse cuenta de que no es tan fácil
trasladar a la escritura lo que uno sabe y quiere decir; la escritura es más

59
CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

que un sistema de convenciones al que se debe responder. De modo similar,


aun la descripción más precisa sobre las técnicas de modelado le resultarán
insuficientes a un artesano cuando quiera dar forma a la masa de arcilla:
solo hundiendo una y otra vez las propias manos en ella logrará que adopte
la forma del jarrón que tiene en mente.

La escritura concebida en general como medio de registro y transmisión de


un conocimiento y no como instrumento que contribuye a conformar conoci-
miento, se constituye a lo largo de las carreras universitarias fundamental-
mente en un medio de evaluación. Es decir, se evalúa a través de la escritura
la capacidad del estudiante de reproducir un saber pero en pocas ocasiones
se le ofrecen al estudiante los elementos necesarios para que, a través de la
escritura, pueda construirlo.

La posibilidad de escribir un buen parcial o una monografía no se vincula con


el dominio que se tenga de los temas y conceptos de la materia ni tampoco
del sistema de la lengua. No pocos profesionales, al momento de tener que
dar forma escrita a sus investigaciones, enfrentan la tarea de escribir un ar-
tículo, una ponencia, una tesis, como un desafío complejo. ¿En qué consiste
ese desafío? Fundamentalmente en tomar determinadas decisiones en fun-
ción de objetivos que el escritor se ha trazado para que el texto resulte eficaz.

Escribir en la universidad implica que el enunciador se construya como


miembro de la comunidad académica y se dirija a un enunciatario que no es
el docente, aun cuando sea el que evalúa los textos, sino uno de sus pares.
Producir un texto eficaz implica atender a las restricciones que las situacio-
nes de escritura le imponen al escritor en las diversas disciplinas académi-
cas. Así, por ejemplo, el que escribe un análisis sobre un texto, ¿se dirige a
un lector que conoce el texto que comenta o a un lector que puede no haberlo
leído? Es en función de una u otra opción que el escritor toma determinadas
decisiones como, por ejemplo la elección del tipo y de la extensión de los
ejemplos y citas textuales que incluirá en el texto. La decisión responde a
objetivos diferentes: en el primer caso, tal vez, al de ofrecer al lector una
mirada nueva sobre el texto conocido; en el segundo le resultará impres-
cindible ofrecer al lector la información necesaria para que pueda seguir el
comentario sobre un texto que desconoce.

Así, por ejemplo, tener conocimiento del paradigma verbal lingüístico para
escribir un texto narrativo no garantiza que se lo pueda utilizar de manera
eficaz: el escritor debe atender a los efectos de lectura que desee provocar,
ya que no es lo mismo narrar, por ejemplo, en presente, a fin de acercar al
lector al acontecimiento narrado, que en pretérito perfecto, que lo distancia.

60
CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

Los géneros académicos

Los textos son productos de la actividad humana; por lo tanto, están articu-
lados en base a las necesidades, intereses y condiciones de funcionamiento
de las formaciones sociales en el seno de las cuales son producidos.

En nuestro siglo, y sobre todo a partir de Bajtín, la noción de géneros discur-


sivos fue aplicada progresivamente a un conjunto de producciones verbales
organizadas bajo la modalidad de la escritura o la oralidad.
Para realizar la producción el emisor o enunciador dispone de un conjunto
de géneros discursivos en uso en la lengua y de los conocimientos y repre-
sentaciones que posee acerca de esos géneros. En base a su apreciación
de la situación comunicativa o de la acción (Bronckart, 1996) en la que se
encuentra, va a elegir el modelo textual que le parece más pertinente y más
eficaz y va a realizar una producción más o menos conforme a ese modelo.
Los géneros son múltiples, infinitos y no se constituyen como modelos de
referencia estable y coherente dado que las producciones textuales tienen
carácter histórico y, como tal, dinámico (hay géneros que desaparecen o se
modifican; hay géneros que, como el correo electrónico o el mensaje de tex-
to, surgen a raíz de las innovaciones tecnológicas). Por lo tanto, los géneros
se le presentan al usuario de una lengua como un conjunto de textos de
fronteras huidizas que se intersectan muchas veces solo parcialmente en la
clasificación.

Son las secuencias que entran en la composición de los géneros las que
pueden ser identificadas porque presentan ciertas regularidades de estruc-
turación lingüística.

El género académico es la producción discursiva propia del ámbito académi-


co que comprende a su vez diferentes tipos de textos, tales como el parcial, la
monografía, el informe de lectura, para citar algunos. Una tesina se distingue
del informe fundamentalmente en la composición de sus secuencias; si en la
primera predomina la secuencia argumentativa, en el segundo la expositiva.
Es en función de la situación comunicativa en la que se inscribe el texto que
el enunciador elige un determinado género discursivo, un registro de mayor
o menor formalidad, una construcción sintáctica más o menos compleja, pro-
fundiza o no el tema, hace referencia a saberes compartidos, etc., ya que o
es lo mismo escribir, por ejemplo, un artículo sobre la globalización para un
medio masivo de comunicación que para un libro de ciencias sociales. Esa
situación comunicativa incide también en la estructura de un texto; es decir,
rige la organización de las ideas o enunciados, esto es, su coherencia.

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

Escribir en el taller*
El libro*
Sus autores*
Bibliografía*

*Los apartados correspondientes a los títulos señalados con un asterisco


que integran el prólogo han sido suprimidos en la presente versión.

Klein, Irene. (Coordinadora). El taller del escritor Universitario. Buenos Aires, Pro-
meteo Libros, 2007.

62
CUADERNILLO I
1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi
casa en El Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que
murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta for-
ma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como es-
critor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la
acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes
llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y
lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que forma-
ban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política re-
presiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nue-
ve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el
mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso demo-
crático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse
en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones
de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como ex-
presión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese
“ser nacional” que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e inte-
reses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas producti-
vas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo
puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo sin-
dicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha
conocido la sociedad argentina.

2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de
miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guar-
niciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún
juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los
procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la
mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y
el fusilamiento sin juicio.1
Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativa-
mente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni
siquiera se ha presentado porque se conoce de antema- ta, intemporal, metafísica en la medida que el fin origi-
no su inutilidad o porque no se encuentra abogado que nal de obtener información se extravía en las mentes
ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que perturbadas que la administran para ceder al impulso
lo hacían fueron a su turno secuestrados. de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y ha-
De este modo han despojado ustedes a la tortura de cerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que us-
su límite de tiempo. Como el detenido no existe, no hay tedes mismos han perdido.
posibilidad de presentarlo al juez en diez días según
manda una ley que fue respetada aún en las cumbres re- 3. La negativa de esa Junta a publicar los nombre de los
presivas de anteriores dictaduras. prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemáti-
La falta de límite en el tiempo ha sido complemen- ca ejecución de rehenes en lugares descampados y ho-
tada con la falta de límite en los métodos, retrocedien- ras de la madrugada con el pretexto de fraguados com-
do a épocas en que se operó directamente sobre las ar- bates e imaginativas tentativas de fuga.
ticulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias
auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dis- o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian
pusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el son los estereotipos de un libreto que no está hecho para
despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores ser creído sino para burlar la reacción internacional ante
medievales reaparecen en los testimonios junto con la ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el
picana y el “submarino”, el soplete de las actualizacio- carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y
nes contemporáneas.2 en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Fede-
el fin de exterminar a la guerrilla justifica todos los me- ral, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de
dios que usan, han llegado ustedes a la tortura absolu- Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio

1 Desde enero de 1977 la junta empezó a publicar nóminas incompletas de nuevos detenidos y de “liberados” que en su mayoría no son tales si-
no procesados que dejan de estar a su disposición pero siguen presos. Los nombres de millares de prisioneros son aún secreto militar y la con-
diciones para su tortura y posterior fusilamiento permanecen intactas.

2 El dirigente peronista Jorge Lizaso fue despellejado en vida, el ex diputado radical Mario Amaya muerto a palos, el ex diputado Muñiz Barre-
to desnucado de un golpe. Testimonios de una sobreviviente: “Picana en los brazos, las manos, los muslos, cerca de la boca cada vez que llo-
raba o rezaba... Cada veinte minutos abrían la puerta y me decían que me iban a hacer fiambre con la máquina de sierra que se escuchaba”.
les, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores
no armados, simples sospechosos a los que se mata pa-
ra equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina
extranjera de “cuenta-cadáveres” que usaron los SS en
los países ocupados y los invasores de Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados en
combates reales es asimismo una evidencia que surge
de los comunicados militares que en un año atribuye-
ron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos,
proporción desconocida en los más encarnizados con-
flictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo
periodístico de circulación clandestina que revela que
entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de
1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvie-
ron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.3
Más de cien procesados han sido igualmente abati-
dos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco
está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la
guerrilla y los partidos de que aún los presos reconoci-
dos son la reserva estratégica de las represalias de que
disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha
de los combates, la conveniencia didáctica o el humor
del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Me-
néndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24
de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, deteni-
do en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca
Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas apli-
caciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y na-
rradas sin pudor.4
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de
1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete pri-
sioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército
que manda el General Suárez Masson, revela que estos
episodios no son desbordes de algunos centuriones alu-
cinados sino la política misma que ustedes planifican en
sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabi-
nete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas
y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.

4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido ma-


sacradas en secreto después que ustedes prohibieron in-
formar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos
de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que si- países, por su magnitud genocida o por el espanto pro-
guió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la ex- vocado entre sus propias fuerzas.5
plosión que destruyó la comisaría de Ciudadela, for- Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre mar-
man parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos com- zo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, perque-
bates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a ña parte quizás del cargamento de torturados hasta la
su mando no tuvieron muertos. muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fon-
Depositarios de una culpa colectiva abolida en las deados en el Río de La Plata por buques de esa fuerza,
normas civilizadas de justicia, incapaces de influir en la incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda,
política que dicta los hechos por los cuales son represa- atado de pies y manos, “con lastimaduras en la región
liados, muchos de esos rehenes son delegados sindica- anal y fracturas visibles” según su autopsia.

3 “Cadena Informativa”, mensaje Nº 4, Febrero de 1977.


4 Una versión exacta aparece en esta carta de los presos en la Cárcel de Encausados al obispo de Córdoba, monseñor Primatesta: “El 17 de ma-
yo son retirados con el engaño de ir a la enfermería seis compeñeros que luego son fusilados. Se trata de Miguel Angel Mosse, José Svagusa,
Diana Fidelman, Luis Verón, Ricardo Yung y Eduardo Hernández, de cuya muerte en un intento de fuga informó el Tercer Cuerpo de Ejérci-
to. El 29 de mayo son retirados José Pucheta y Carlos Sgadurra. Este último había sido castigado al punto de que no se podía mantener en pie,
sufriendo varias fracturas de miembros. Luego aparecen tambíen fusilados en un intento de fuga”.
Un verdadero cementerio lacustre descubrió en Agosti. Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que us-
agosto de 1976 un vecino que buceab en el Lago San tedes presiden no es el fiel de la balanza entre “violen-
Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le cias de distintos signos” ni el árbitro justo entre “dos te-
recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la rrorismos”, sino la fuente misma del terror que ha per-
publicaron.6 dido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el muerte.8
3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de ju- La misma continuidad histórica liga el asesinato del
lio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de mar- General Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con
co a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zel-
muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en mar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de asi-
Lomas de Zamora. lados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad
En esos enunciados se agota la ficción de bandas de de procesos democráticos en Chile, Bolivia y Uruguay.9
derecha, presuntas herederas de las 3A de López Rega, La segura participación en esos crímenes del De-
capaces de atravesar la mayor guarnición del país en partamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Fede-
camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de ral, conducido por oficiales becados de la CIA a través
la Plata o arrojar prisioneros al mar desde los transpor- de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio
tes de la Primera Brigada Aérea7 , sin que se enteren el Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridade de Mr.
general Videla, el almirante Massera o el brigadier Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argen-

5 En los primeros 15 días de gobierno militar aparecieron 63 cadáveres, según los diarios. Una proyección anual da la cifra de 1500. La presun-
ción de que puede ascender al doble se funda en que desde enero de 1976 la información periodística era incompleta y en el aumento global
de la represión después del golpe. Una estimación global verosímil de las muertes producidas por la Junta es la siguiente. Muertos en comba-
te: 600. Fusilados: 1300. Ejecutados en secreto: 2000. Varios: 100. Total: 4000.
6 Carta de Isaías Zanotti, difundida por ANCLA, Agencia Clandestina de Noticias.
7 “Programa” dirigido entre julio y diciembre de 1976 por el brigadier Mariani, jefe de la Primera Brigada Aérea del Palomar. Se usaron trans-
portes Fokker F-27.
8 El canciller vicealmirante Guzzeti en reportaje publicado por La Opinión el 3 - 10 - 76 admitío que “el terrorismo de derecha no es tal” sino
“un anticuerpo”.
9 El general Prats, último ministro de Ejército del presidente Allende, muerto por una bomba en setiembre de 1974. Los ex-parlamentarios uru-
guayos Michelini y Gutiérrez Ruíz aparecieron acribillados el 2-5-76. El cadáver del general Torres, ex presidente de Bolivia, apareció el 2-
6-76, después que el ministro del Interior y ex jefe de Policía de Isabel Martínez, general Harguindeguy, lo acusó de “simular” su secuestro.
tina, es semillero de futuras revelaciones como las que bleas y comi-
hoy sacuden a la comunidad internacional, que no han siones internas,
de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de alargando ho-
esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados rarios, elevan-
por el general Menéndez, en la creación de la Logia Li- do la desocupación al récord del 9%12 y
bertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos,
que su papel global fue asumido por esa Junta en nom- ha retrotraído las relaciones de producción a los co-
bre de las 3 Armas. mienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores
Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el han querido protestar los han calificado de subversivos,
arreglo personal de cuentas como el asesinato del capi- secuestrando cuerpos enteros de delegados que en al-
tán Horacio Gándara, quien desde hace una década in- gunos casos aparecieron muertos, y en otros no apare-
vestigaba los negocios de altos jefes de la Marina, o del cieron.13
periodista de “Prensa Libre”, Horacio Novillo, apuña- Los resultados de esa política han sido fulminantes.
lado y calcinado después que ese diario denunció las En este primer año de gobierno el consumo de alimen-
conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopo- tos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de
lios internacionales. medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas
A la luz de estos episodios cobra su significado final populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde
la definición de la guerra pronunciada por uno de sus je- la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos igua-
fes: “la lucha que libramos no reconoce límites morales la con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermeda-
ni naturales, se realiza más allá del bién y del mal”.10 des como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la ra-
bia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las
5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo superan. Como si esas fueran metas deseadas y busca-
civilizado, no son sin embargo los que mayores sufri- das, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pú-
mientos han traído al pueblo argentino ni las peores blica a menos de un tercio de los gastos militares, supri-
violaciones de los derechos humanos en que ustedes in- miendo hasta los hospitales gratuitos mientras centena-
curren. En la política económica de ese gobierno debe res de médicos, profesionales y técnicos se suman al
buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la
una atrocidad mayor que castiga a millones de seres “racionalización”.
humanos con la miseria planificada. Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires
En un año han reducido ustedes el salario real de los para comprobar la rapidez con que semejante política
trabajadores al 40%, disminuido su participación en el la convierte en una villa miseria de diez millones de ha-
ingreso nacional al 30% elevado de 6 a 18 horas la jor- bitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua
nada de labor que necesita un obrero para pagar la canas- porque las industrias monopólicas saquean las napas
ta familiar11, resucitando así formas de trabajo forzado subterráneas, millares de cuadras convertidas en un so-
que no persisten ni en los últimos reductos coloniales. lo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios
Congelando salarios a culatazos mientras los pre- militares y adornan la Plaza de Mayo, el río más gran-
cios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo to- de del mundo contaminado en todas sus playas porque
da forma de reclamación colectiva, prohibiendo asam- los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él

10Teniente Coronel Hugo Ildebrando Pascarelli, según La Razón del 12-6-6. Jefe del Grupo I de Artilleria de Ciudadela, Pascarelli es el presun-
to responsable de 33 fusilamientos entre el 5 de enero y el 3 de febrero de 1977.

11Unión de Bancos Suizos, dato correspondiente a junio de 1976. Después la situación se agravó aún más.

12Diario Clarín.
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

Rodolfo convirtió la realidad en su obra maestra,


asedió las respuestas con preguntas durísimas,
tuvo una enojosa obsesión por la verdad,
cómo no iban a odiarlo si sabían que sabía,
maltrecho o pertrecho con su cara de insomnio
sus ojos pálidos de testigo
sus opiniones de pedernal
su seriedad de clown en día de asueto
sus
residuos industria- Rodolfo convirtió la realidad en su obra maestra
les, y la única medi- averiguó hasta llegar al máximo rigor de la tristeza s
da de gobierno que e desprendió de los pretextos como de hollejos
ustedes han tomado se puso el riesgo con la mejor de sus sencilleces
es prohibir a la gen- desde la rabia invadió la esperanza
te que se bañe. y bregó hasta que le secuestraron la noticia
Tampoco en las me- pero tenía otras culpas todas sin atenuantes
tas abstractas de la economía, a las que suelen llamar cómo no iban a odiarlo si le mataron a la hija
“el país”, han sido ustedes más afortunados. Un des-
censo del producto bruto que orilla el 3%, una deuda Rodolfo convirtió la realidad en su obra maestra
exterior que alcanza a 600 dólares por habitantes, una uno podía abrirla en cualquier tiroteo
inflación anual del 400%, un aumento del circulante y salían volando inocencias fervores
que en sólo una semana de diciembre llegó al 9%, una paces y guerras extraños ciudadanos
baja del 13% en la inversión externa constituyen tam- que se sabían comprendidos a la exacta medida
bién marcas mundiales, raro fruto de la fría delibera- de su justicia visceral modestísima
ción y la cruda inepcia. cómo no iban a odiarlo si era justo
Mientras todas las funciones creadoras y protecto- y no tuvo vergüenza de saberlo.
ras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura
anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mario Benedetti
Mil ochocientos millones de dólares que equivalen
a la mitad de las exportaciones argentinas presupues-
tados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil mente el ministro Martínez de Hoz y todos los miem-
nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce bros de su gabinete.
mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que Un aumento del 722% en los precios de la produc-
duplican el de un obrero industrial y triplican el de un ción animal en 1976 define la magnitud de la restaura-
director de escuela, mientras en secreto se elevan los ción oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en
propios sueldos militares a partir de febrero en un consonancia con el credo de la Sociedad Rural expues-
120%, prueban que no hay congelación ni desocupa- to por su presidente, Celedonio Pereda: “Llena de asom-
ción en el reino de la tortura y de la muerte, único bro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan in-
campo de la actividad argentina donde el producto cre- sistiendo en que los alimentos deben ser baratos”.14
ce y donde la cotización por guerrillero abatido sube El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en
más rápido que el dólar. una semana ha sido posible para algunos ganar sin tra-
bajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay em-
6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional se- presas que de la noche a la mañana duplicaron su capi-
gún una receta que se aplica indistintamente al Zaire o tal sin producir más que antes, la rueda loca de la espe-
a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica culación en dólares, letras, valores ajustables, la usura
de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vie- simple que ya calcula el interés por hora, son hechos
ja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especulado- bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con
ra y un grupo selecto de monopolios internacionales el “festín de los corruptos”.
encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el
U.S. Steel, la Siemens, al que están ligados personal- crédito nacional en manos de la banca extranjera, indem-

69
CUADERNILLO I
Para vos atleta

Para vos que sabés del frío, del calor,


de triunfos y derrotas.
Para vos que tenés el cuerpo sano,
el alma ancha y el corazón grande.
Para vos que tenés muchos amigos,
muchos anhelos,
la alegría adulta y la sonrisa de los niños.
Para vos que no sabés de hielos ni de soles,
de lluvias y rencores.
nizando a la ITT y a la Siemens se premia a empre- Para vos, atleta,
sas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de que recorriste pueblos y ciudades
expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la uniendo Estados con tu andar.
Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean em-
pleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Para vos, atleta,
Argentina. Frente al Conjunto de esos hechos cabe que desprecias la guerra y ansías la paz.
preguntarse quiénes son los apátridas de los comuni-
cados oficiales, dónde están los mercenarios al servi-
cio de intereses foráneos, cuál es la ideología que Miguel Sánchez
amenaza al ser nacional.
Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme
de hechos malvados no pretendiera que esa Junta

M
procura la paz, que el general Videla defiende los de- iguel Sánchez, tucumano joven, poeta sua-
rechos humanos o que el almirante Massera ama la ve, cadete bancario, militante esperanzado,
vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en atleta tenaz, dejó de correr carreras y de so-
Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al ñar mundos y de esperar victorias el 8 de enero de
que conducen al país tras la ilusión de ganar una 1978, cuando una patrulla criminal de la última dic-
guerra que, aún si mataran al último guerrillero no tadura militar lo secuestró de su casita de Villa Espa-
haría más que empezar bajo nuevas formas porque ña, Berazategui, para volverlo un desaparecido. El
las causas que hace más de veinte años mueven la re- régimen militar, el más brutal de los muchos que pa-
sistencia del pueblo argentino no estarán desapareci- deció la Argentina, cumplía entonces un año, nueve
das sino agravadas por el recuerdo del estrago cau- meses y quince días ejerciendo el poder y la barba-
sado y la revelación de las atrocidades cometidas. rie y, sin dudas, los secuestradores de Miguel, igual
Estas son las reflexiones que en el primer ani- que los secuestradores de muchos miles, supusieron
versario de su infausto gobierno he querido hacer que atrapándolo y desapareciéndolo acabarían con
llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de una historia entera. Como en tantas cosas, erraron:
ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pe- treinta años después del Golpe de Estado, el nombre
ro fiel al compromiso que asumí hace mucho tiem- de Miguel Sánchez resuena con potencia dentro y
po de dar testimonio en momentos difíciles. fuera de la Argentina y es todo un símbolo.
Quizás haya que decirlo de nuevo: un símbolo.
¿En qué consiste el símbolo? En que, a pesar de la
política arrasadora de la dictadura, Miguel está. A
partir de finales de la década del noventa, su histo-
ria fue repasada y recuperada en distintos artículos
periodísticos hasta hacer nacer un fenómeno con-
movedor: hoy, en muchas partes, muchas veces y
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

ANEXO
Guías de análisis / Material de trabajo
Clase 1
Para analizar los textos:

1-¿Cómo se entiende la escritura en el “Prólogo” de Irene Klein?


2-¿Cuál es la vinculación entre el sujeto social y la lengua?
3-¿Por qué para la autora tomar la palabra no es una actividad ingenua?
4-¿Qué relación encuentran ustedes entre la escritura y el estudio universitario?
5-Explicar el título del texto de Pedro Salinas. ¿Por qué según el autor, el
hombre se posee en la medida que posee su lengua?

Clase 2
Para analizar los textos:

A) A partir de la lectura del Apunte de Cátedra: “La situación enunciativa”


responder los siguientes interrogantes:
¿Qué cuestiones deben tenerse en cuenta al momento de leer y escribir un
texto?
¿Qué dice al respecto Irene Klein en el Prólogo a El taller del escritor
universitario?

Fragmentos de texto para realizar el TP Nº 2

Texto 1
La representación de la familia como aquella organización conformada por la
madre, el padre y los hijos se corresponde con un modelo homogéneo y hege-
mónico de familia: la familia burguesa (y su principio de autoridad que rige las
relaciones familiares), ubicada entre fines del siglo XVIII y la primera mitad del
siglo XX. A partir de entonces se han ido sucediendo variados fenómenos que
provocaron transformaciones más o menos profundas de orden económico, po-
lítico, social, tecnológico, ideológico, filosófico, cultural, etc., las que a su vez
produjeron importantes modificaciones en la vida cotidiana.

Entre los hechos más significativos ocurridos a nivel societal podemos


mencionar: la defensa de los derechos de las minorías sexuales; la lucha de las
mujeres por la igualdad de género; los movimientos feministas; la adopción; el
derecho al aborto; el divorcio; la incorporación sostenida de la mujer al ámbito
productivo; la tenencia compartida; la inseminación artificial; la unión civil de
parejas del mismo sexo; el derecho a morir; la donación de semen; el alquiler de

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

vientres; la disminución de matrimonios; el aumento de parejas convivenciales;


el matrimonio igualitario; los cambios en los roles parentales, sólo para
citar algunos.

El matrimonio (y su indisolubilidad religiosa, en algunos casos) ha sido la


institución por excelencia que ha reforzado aquella idea tradicional de fa-
milia, erguida sobre los pilares del parentesco, la convivencia y la sexuali-
dad (heterosexual). Desde tales parámetros, difícilmente pudiera hablarse
libremente de relaciones concubinarias, uniones homosexuales, parejas di-
vorciadas, familias ensambladas, mujeres sin pareja que adoptan un niño,
etc. Estas modalidades de relación e interacción vienen imponiéndose en el
escenario colectivo, recreando la concepción tradicional y patriarcal que de
la familia se tenía.

Texto 2
Era una familia bien constituida: el hijo le robaba al padre para pagarle a
la mucama que le prestaba su habitación para acostarse con el jardinero
quien, a su vez, estaba sobornado por el contador, el que le pagaba por no
revelar que era el amante de la madre a la que esquilmaba, sin saber que
ella contaba con la anuencia del padre, que también prefería al jardinero, a
pesar de que era chantajeado por él con la amenaza de descubrirlo ante su
hijo, a sus ojos muy viril, ya que solía verlo de madrugada salir del cuarto de
la mucama, de quien todos ignoraban que era voyeurista y se pegaba a los
agujeros de las cerraduras más calientes de la casa. Como a la mucama le
convenía el silencio, a la madre sólo le importaba el amante, el padre conta-
ba con muchísimo dinero y el jardinero tenía cuerda para rato, la estabilidad
familiar estaba asegurada.

Texto 3

Nunca creí en la familia nuclear. Porque yo creo que todos aspiramos a tener
una familia, pero la familia nuclear es moderna, individualista y egoísta.
Creo en la familia ampliada, aquella en la que también es familia el que está
en la casa, aunque no tenga vínculo de sangre. Nosotros pertenecemos a
muchísimas tradiciones familiares en el interior, donde tenemos hermanos
y hermanas que no son de sangre, que tienen sus padres y sus madres, pero
que vivieron en nuestras casas y que hoy tienen títulos universitarios, mucho
más que nosotros. Yo creo en esa familia.

Creo en la familia que tiene los amigos, en la que puede y debe tener de-
rechos, y creo que la mejor familia -esto es lo que hay que legislar- es una
familia mucho más amplia, aunque diversa y rica, no sólo con fundamentos
en el matrimonio heterosexual o en la pareja homosexual, sino que creo que

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

puede haber distintos casos, como se da en el conurbano, con madres que


están criando a los hijos de un marido que tuvo esos hijos con otra mujer y
él se los dejó.

Me pregunto qué son esos hijos. Si no tienen vínculos de sangre, ¿no son familia?

Selección de textos para trabajar con el fenómeno de coherencia y cohesión


I-
Fragmentos
Me encuentro hoy ante ustedes en una situación bastante paradójica. Mien-
tras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir
dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde
1970. Sin embargo, no se nace sino que se deviene mujer. Este mes se lleva-
rá a cabo un encuentro de científicos argentinos. Para conducir a un pueblo
la primera condición es que uno haya salido del pueblo, que sienta y piense
como el pueblo.

Quien se dedica a la conducción debe ser profundamente humanista: el con-


ductor siempre trabaja para los demás, jamás para él. Tus manos, heridas
de intrincados caminos, son la historia de una raza de amadores. Los traba-
jadores no tienen nada que perder, salvo sus cadenas. Tienen un mundo por
ganar. Aunque parezca paradójico, la vida imita al arte mucho más que el
arte imita a la vida.

II-
Locuras
Era joven y hermosa y soñé con hacer mía a aquella mujer después de res-
catar a esa mujer de la obscuridad y la loca me miró a través de las rejas
y sonrió y yo la miraba y a mí me dolía la hermosura de la loca y la sonrisa
de niña confiada de la loca y mi sueño de curarla y tenerla a ella se hicieron
trizas, pues ella nunca fue cuerda y sin embargo, ahora somos felices y volví
una y otra vez, pero el médico me dijo a mí: «Es incurable» y yo me volví loco
y estamos juntos.

III-
Serú Girán, Charly García

Cosmigonón
gisofanía
serú girán
paralía
narcisolón

73
CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
CÁTEDRA B - 2020

solidaría
serú girán
serú girán
paralía
eiti leda
luminería caracó
ah... lirán marino
ah... lirán ivino
parastaría necesari eri desi oia
seminare narcisolesa desi oia serilerilán
eiti leda luminería caracó.

IV-

Agua salvaje,Tristán Tzara


los dientes hambrientos del ojo
cubiertos de hollín de seda
abiertos a la lluvia
todo el año
el agua desnuda
oscurece el sudor de la frente de la noche
el ojo está encerrado en un triángulo
el triángulo sostiene otro triángulo
el ojo a velocidad reducida
mastica fragmentos de sueño
mastica dientes de sol dientes cargados de sueño
el ruido ordenado en la periferia del resplandor
es un ángel
que sirve de cerradura a la seguridad de la canción
una pipa que se fuma en el compartimiento de fumadores
en su carne los gritos se filtran por los nervios
que conducen la lluvia y sus dibujos
las mujeres lo usan a modo de collar
y despierta la alegría de los astrónomos
todos lo toman por un juego de pliegues marinos
aterciopelado por el calor y el insomnio que lo colora
su ojo sólo se abre para el mío
no hay nadie sino yo que tenga miedo cuando lo mira
y me deja en estado de respetuoso sufrimiento
allí donde los músculos de su vientre y de sus piernas inflexibles
se encuentran en un soplido animal de hálito salino
aparto con pudor las formaciones nubosas y su meta
carne inexplorada que bruñen y suavizan las aguas más sutiles

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CUADERNILLO I
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
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V-
La tortuga, Leo Masliah

Salí a caminar porque me sentía solo y el tedio me abrumaba. Afuera el sol


resplandecía. Las nubes también pero más oscuros. Llegué al parque y me
llené los bronquios de aire pura. Los ojos de los árboles se movían a impulso
de una brisa fresca y delicado que hacía tintinear además los esqueletos de
algunos insectos muertas contra fragmentos de botellas rotos. Me acerqué
al lago y vi que una tortuga trataba de avanzar por el barro pugnando por
llegar hasta el agua. No la dejé. Su caparazón era duro y su semblante in-
teligente y serena. Me la llevé para casa, a fin de paliar mi soledad. Cuando
llegamos la puse en la bañera y me fui a buscar en la biblioteca un libro de
cuentas para leerle. Ella escuchó atento, interrumpiéndome de vez en cuan-
do para pedirme que repitiera alguna frase que le hubiese parecido especial-
mente hermoso. Luego me dio a entender que tenía hombre y ya me fui nue-
vamente al lago a buscar alga que le resultara apetecible. Recogí pasto y una
planta de ojos verdes oscuras. También junté algún hormiga, por si acaso. De
nuevo en casa, fui a llevar las cosas al baño, pero el tortuga no estaba allí. Lo
busqué por todas partes, en el ropero, la refrigeradora, entre los sábanos,
alfombras, vajillo, estantes, pero no hubo casa, no lo encontré. Entonces me
vinieron deseos de ir al baño y los hice, pero cuando tirábamos la cadena
comprobaste que el inodoro estaba tapada. Se les ocurrió entonces que the
tortuga podía haberse metida allí. ¿Cómo rescatarlos? Salí de casa y caminé
hasta encontrar una alcantarilla. Levantéi la tapa y me metisteis ahí. No ha-
bían luces. Caminéi. Los pies se me mojarán. Una rata morderói. Yo seguéi.
"¡Tortuguéi, tortuguéi!", gritéi. Nodie contestoy. Avancex. Olor del agua no
ser como la del lago. "¡Tortugúy, vini morf papit!", insistiti. Ningún resultoti.
Expedición fútil.

Salí del cantarillo y en casa me limpí y me preparó cafés. Lo tomés a sor-


bo corta, mirondo televicián. En sópito ¿qué vemos in pantalla? Tortugot.
"¿Cómo foi a parar alá?", le preguntete. Y ella dijome ofri con dichosa con-
testaçao: "No por Allah: Budapest. Corolarius mediambienst cardinal e input
fosforest". A la que je la contesté "bon, but mut canalis et adeus, Manuelita".
"¡Nai, nai!", dictio tort, "eu program mostaza interesting".
"Demostric", pidulare.
Tons turtug bailó, candó, concertare, crobacía y magiares, asta que yo poli
me zzz

La tortuga y otros cuentos, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1990.

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PRODUCCIÓN DE TEXTOS
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Clase 4
Consigna de trabajo:
1. Definir coherencia y cohesión
2. Determinar cuáles son los procedimientos cohesivos. Definirlos y ejemplificar.
3. ¿A qué se define dimensión estética de la palabra?

Fragmentos de texto para realizar el TP Nº 4


El arte sabe: agítese antes de usar
Josu Larrañaga Altuna

RESUMEN
Se plantea que el arte es crítico o no lo es porque este es el encargo social
que lo sustenta: hacer emerger sensaciones, visualidades y pensamientos
desconocidos. Es así que se inserta como saber en nuestra experiencia. Y es
por esto que produce efectos sociales. Una lectura nómada y trasversal de
los criterios, de los recursos y de los procesos que emergen de las prácticas
artísticas produce una agitación que nos permite observar las articulaciones
complejas y múltiples que generan las experiencias artísticas contemporá-
neas. Por esta razón, el texto está construido como un inventario de huellas.
EN ARTE E INVESTIGACIÓN. REVISTA CIENTÍFICA DE LA FACULTAD DE AR-
TES (N 12- 2016)

La llave maestra
La Paritaria Nacional Docente abrió la puerta al inicio de clases
Los cuerpos gremiales deben refrendarlo.
Antes del comienzo de clases, los cinco gremios nacionales consensuaron
un salario inicial mínimo de 23 mil pesos en marzo y de 25 mil pesos desde
julio. Además, habrá una suma fija de 4840 pesos a cuenta, a pagar en cua-
tro cuotas a partir de abril. "Esto tiende a reducir la brecha salarial que hoy
existe", celebró el ministro de Educación, Nicolás Trotta.
(Página/12 - 27 de febrero de 2020)

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CUADERNILLO I

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