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DOI: 10.22199/S07198175.2010.0002.00002
RESUMEN
Jesús es ciertamente uno de los hombres históricos más conocidos. Cada persona y cada épo-
ca cree conocerlo y lo presenta según sus propios criterios. El artículo hace un recorrido de las
apreciaciones sobre Jesús a través de autores cristianos, no cristianos y ateos, sobre todo de la
época moderna.
Palabras claves: Jesús – Cristo – religiones – historia de las religiones.
Jesus
ABSTRACT
Jesus is certainly one of the most known men in history. Everyone and every epoch believes
to know him and represents him according to their own criteria. This article trays to show the di-
fferent ideas about Jesus. In order to do so, the author takes Christians, non Christians and atheist
thinkers, especially from the modern times.
Key words: Jesus – Christ – religions – history of religions.
F igura “incontournable” (“imposible de evitar”) de la historia de la humanidad,
Jesús de Nazaret ha sido proclamado por sus fieles seguidores como el Ungido de
Dios, el Cristo, el Hijo del Padre Eterno. Esta afirmación ha adquirido más fuerza
con el tiempo, pero ha sido también muy a menudo edulcorada o negada.
Ofrecemos a continuación un panorama condensado de esas diversas opinio-
nes. Algunas coinciden con la afirmación de la divinidad de Jesús, otras se centran
más en su admirable y adorable humanidad.
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como el mismo Jesús lo hizo, si aceptan la Buena Nueva: la cercanía de Dios que
actúa graciosamente en nosotros para salvarnos del mal y de la mediocridad.
Jesús era de un carácter tan noble y de una moralidad tan elevada que podría
pasar por un extraterrestre. Su plena pertenencia a la humanidad, sin embargo,
hace de Él un modelo accesible y muchos han logrado imitarlo de tal modo que
han sido reconocidos como santos, amigos íntimos del Santo por excelencia.
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cosa con Dios. Era fraternal para con todos los hombres. Es uno de los hombres
que ha mostrado a la humanidad una imagen pura y clara de lo que ella debe ser
(D.-F. Strauss). Para E. Renan, Jesús fue un dulce doctor galileo en quien la ternura
del corazón se transformó en una dulzura infinita. Un encanto extraordinario salía
de su persona. Su carácter amable fascinaba. Fue el individuo que hizo hacer a
la humanidad el más grande de los pasos hacia lo divino. En él se condensó todo
lo bueno y lo elevado que había en la naturaleza humana. Nunca será superado y
todos los siglos proclamarán que entre los hijos de hombres no ha nacido ninguno
tan grande como él.
Más cerca de nosotros en el tiempo, aquellos que niegan que Jesús es Dios,
reconocen que es un genio religioso, un moralista que sabe muchísimo de Dios, de
la virtud, de la inmortalidad y que fue un campeón de las ideas sociales.
Los estudios más críticos de exégetas y teólogos modernos como R. Bultmann
han suscitado reacciones que han llevado a ver en el nazareno al majestuoso Se-
ñor de la Comunidad y a reafirmar que el Señor resucitado y el Señor terrestre es
la misma persona: el anunciador del Reino de Dios es el Anunciado.
A pesar de los resultados de los estudios críticos, la figura de Jesucristo sigue
siendo fascinante. Se admira la afirmación en sus labios de su filiación divina, su
audacia para corregir la Ley de Moisés, el atreverse a perdonar los pecados, su
pretensión de ser más que Salomón, más que Jonás y más que un simple hombre
(B. Sesboüé). Es el Redentor y el Maestro. Amigo de los hombres, en particular
de los pobres (A. Chevrier) y de los pecadores (F. Roustang), es fiel y tierno (E.
Bonnard). Es el Hijo de Dios y nuestro hermano (K. Adam), nuestro acompañan-
te (J. Guillet), nuestro radiante compañero (L. de Funes). Rey del universo (Litur-
gia católica) y Señor de la Historia es el justo juez (M. Rastoin), pero también el
Siervo humillado (F. Mies). Seguro de sí mismo (R. Schwager) y sin resentimiento
(M.Léna), es el hombre verdadero (J. Guillet). Es nuestro pedagogo (F. Roustang).
Fuente de vida y de libertad, Él es nuestro camino (E. Garin). Para P.-P. Pasolini,
la humanidad de Cristo, que fue un contestatario del orden establecido con sus
violentos sermones, es tan grande, tan rigurosa, tan perfecta que trasciende los
límites ordinarios de lo humano.
Con el desarrollo de la psicología de las profundidades surgen autores como
E. Drewermann que enfoca a la persona y acciones de Jesús como las de un mé-
dico dedicado a liberar a la humanidad de su angustia y de sus temores. Para él,
Cristo es, antes que nada, un médico cuya palabra sana la conciencia procurán-
dole paz, reconciliación consigo mismo y la posibilidad de salir de las limitaciones
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En Japón, Jesús es un Dios que sana las heridas humanas con sus propias lla-
gas (Kitamori). Es también el colérico que echa a los mercaderes del Templo, el co-
munista que debe poner fin al orden establecido (Siku). Para los chinos, Jesús es
el Extranjero (B. Vermander) o un proletario revolucionario o un “hombre nuevo”
maoísta. Para los cristianos chinos es Sabiduría, Docente, Curandero, Liberador,
Guía espiritual, el Iluminado, el Amigo que se compadece de los pobres, el Buen
Samaritano, el Buen Pastor y el Obediente (Betty Ann Maheu).
Para los hindúes, Jesucristo es un avatar de Visnú, divinidad que bajó a la
tierra para luchar contra las fuerzas del mal, organizar el espacio y mantener el
orden (J.-L-Machuron). Es un ser humano ejemplar, un maestro moral que nos ha
enseñado a vivir, por su palabra y su ejemplo. Nos ha abierto el camino del descu-
brimiento de sí mismo y el comportamiento ético. A través de Él vemos claramente
a Dios por trasparencia (Bhakti de Sen). Es el gurú que anuncia el Misterio (H.
Le Saux) y que es el Misterio mismo (R. Panikkar). Para Vivekananda, Jesús era
un avatar o una reencarnación de Dios, pero no la única. Había hecho la expe-
riencia de su profunda unidad con lo divino y en esto es nuestro modelo. Cristo
era un yogui que había realizado su liberación última en esta vida. Es un modelo
de renunciación. Para Gandhi, Jesús es un mártir, una encarnación del sacrificio,
que por su ejemplo pertenece al mundo entero, con su dulce figura, tan paciente,
tan bondadoso, tan lleno de amor y de perdón. Es un modelo marcado por la no-
violencia y el sufrimiento aceptado por amor del otro. Para Nikhil Biswas, Jesu-
cristo simboliza el dolor y la agonía de un hombre que sufre. Nadie ha sufrido tanto
como él, opina Arup Das. Por otra parte, nos ha ofrecido su alegría, su coraje y su
amistad (John Biswas). Para otros, es el ejemplo del hombre que ha llegado a ser
Dios (S. Radhakrishnan).
Para los indios cristianos, Jesús –que era asiático- tiene algo que ver con
nuestra historia: nos ayuda a transformarla. Él es nuestro modelo y nuestro jefe
(M. Amaladoss). Meditativo como Buda o bailando en una alegría creadora como
Siva Nataraja, es nuestro Señor y Salvador. Señor resucitado, es el autor de toda
belleza y de todo bien; por su resurrección levanta a la persona caída (Saju Geor-
ge).
Para ciertos budistas y confucianistas de diversos países, Jesús es el sabio
que ayuda a descubrir el camino de la vida y enseña una moral. En Filipinas, país
de mayoría católica, Jesús es visto en su relación fundamental con el Padre, a
nombre de quien se hizo cercano a los pobres y al mundo marcado por el pecado.
Su misión consiste en una liberación total del hombre y del cosmos (C. Abesamis).
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Este rápido recorrido nos muestra la riqueza de la personalidad, de la vida y
de la obra de Jesucristo. Como Hijo, nos dijo de Dios todo lo que podía decirnos
(Y. Raguin), pero estamos sólo en los comienzos de la evangelización de las na-
ciones. El futuro nos promete una esplendorosa explicitación de su mensaje y un
mayor conocimiento de su persona y de su condición de Hijo de Dios a partir de
las diversas culturas, las que florecen continuamente a lo largo de los siglos y de
los continentes.
BIBLIOGRAFÍA.
– H. DENZINGER-P.HÜNERMANN, El Magisterio de la Iglesia, Ed. Herder, Barce-
lona, 2000.
– B. SESBOÜÉ, Jésus Christ à l’image des hommes, Desclée De Brouwer, Paris,
1997.
– WIKIPEDIA, Muchos artículos.
Carlos HALLET SJ
Profesor emérito.
Universidad Católica del Norte – ANTOFAGASTA.
Challet4@gmail.com
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