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De pueblo a Ciudad
MARZO DE 2008
De pueblo a Ciudad Maracena
No obstante, Maracena pasa a ser oficialmente una ciudad. No es cuestión baladí, sino
todo lo contrario, pasar de pueblo a ciudad. Esto supone una serie de competencias, que
en el caso de Maracena llevan asumidas hace más de una década, y unos ingresos
distintos a los de un pueblo. Pero, antes de explicar que significación tiene dicho paso
adelante, hagamos algo de historia.
Las primeras cifras oficiales de población que existen en el INE datan del año 1842 y
nos ofrecen una población de 1.794 habitantes. Anteriormente a esa fecha en Maracena,
así como en todos los lugares, villas y ciudades castellanas, el recuento se hacía por
número de vecinos, es decir, por cabezas de familia. Diversos historiadores han
establecido que por familia había unas 3’5 personas. Así a una población de 200 vecinos
correspondería un censo de unos 700 habitantes más menos. Sí existe un documento,
cuyo original está celosamente guardado en el archivo municipal del Ayuntamiento de
Granada, que aborda una cuestión importante: la limpieza de los aljibes de Maracena.
La diligencia, datada en 1817, hace casi 200 años, reparte el gasto entre todos los
vecinos del pueblo y distribuye las cuantías a depositar de manera que pagaban los que
más tenían y en algunos casos, sobre todo viudas y pobres, no pagaban nada. Aún así
estos figuraban en el rapartimiento por lo que este documento se convierte, en manos de
la historiografía, en un censo muy fiable. El reparto nos arroja una cifra de 417 vecinos,
figuran incluso nombres y apellidos de estas personas, o lo que, aplicando la media
anterior, supone una población de 1460 habitantes. Como pueden apreciar una cifra muy
acorde con el dato de 1842. Apurando un poco más el Catastro del Marqués de la
Ensenada, fechado en 1752, señala que Maracena dispone de 250 vecinos, unos 875
habitantes. Pero aún tenemos un dato de la reconquista en el que el cronista del Rey
Enrique IV de Castilla, en 1456, cifra los vecinos de Maracena en unos 200, esto es,
unos 700 habitantes. Por tanto, de los 200 habitantes de época musulmana, se va
subiendo hasta alcanzar, con algún retroceso que otro debido a expulsiones de moriscos
o epidemias, la cantidad de casi 900 en 1752 y unos 1.460 habitantes en 1817. De ahí
pasamos a la cifra oficial de 1.794 pobladores en 1842.
En 1877 Maracena superaba los 2.000 habitantes y se fijaba en 2.256 para retroceder en
1887 hasta los 2.239, seguramente debido a la crisis de la filoxera que arruinó todos los
viñedos y obligó a la emigración a América. Para 1900 la población comenzaba a
recuperarse y la cifra estaba ya en 2.718 habitantes. Con la llegada de la II República,
Maracena se situaba en 4.000 habitantes que, a pesar de la Guerra Civil, aumentaron
hasta los 4.190 en 1940. Hasta 1960 la cifra se mantuvo en una constante, pero lenta,
evolución alcanzando los 4.768 pobladores. Pero fue en esta década cuando Maracena
comenzó a evolucionar. El boom económico, el aumento de la natalidad de los 60, el
descenso en la mortalidad, la mejor calidad de vida pero, sobre todo, la llegada de la
inmigración procedente de otras zonas deprimidas de la provincia de Granada,
aumentaron el censo en sólo una década en 2.777 almas. Es decir, Maracena aumentó en
diez años lo que había hecho en los 100 anteriores. Para 1970 Maracena contaba ya con
7.545 personas. Con la llegada de la democracia y la expansión urbanística las cifras
siguieron inflándose hasta alcanzar los 9.837. En 1991, el año que Luís López era
relevado en la alcaldía por Manuel Macías, estábamos ya 12.959 maraceneros y
maraceneras puesto que el gentilicio, con los nuevos tiempos, había de distinguir entre
población femenina y masculina. Entre el 91 y el 96, ya con Paco Olvera como alcalde,
el censo alcanzaba los 14.095, en 1999, con la llegada de Álvarez Siller al sillón de
primer edil, todavía estábamos en 14.331. En 2003, Con Julio Pérez en la alcaldía, la
cifra alcanza los 16.587 vecinos y en 2007, con la marcha de este, 19.659. Es en 2008,
aunque referido al uno de enero de 2007, cuando el alcalde actual, Noel López, manda
revisar el censo, actualizarlo y remitirlo al organismo encargado de oficializar las cifras,
el INE. La revisión al alza surte efecto y es cuando Maracena alcanza los 20.076
habitantes
Pero ¿Qué significa pasar de pueblo a ciudad? Según la Ley de Régimen Local, 7/1985
de dos de abril, las competencias aumentan. Según esta ley, además de los servicios que
cada pueblo ofrece a sus habitantes, los que superen los 20.000 habitantes, es decir, las
Otro cambio que experimentará Maracena, visible en 2011, tiene que ver con la
representación política ya que pasaremos de 17 concejales a 21. Podríamos pensar que
el resultado sería el mismo pero no. Fíjense que hubiera pasado, prácticamente con el
mismo censo electoral, aplicando los votos de 2007 con un municipio de 21 ediles y
aplicando la Ley D’Hont. El PSOE tendría 9 concejales, necesitaría dos más para
mayoría absoluta. El PP seguiría con 6 concejales, pasaría de estar a uno sólo del
vencedor a tres escaños. IU pasaría a tener cuatro concejales, uno más que ahora, y
ADM dispondría de dos asientos, uno más. Es decir, si PSOE sólo tuvo un opción de
negociación para alcanzar la mayoría, pese a que se comprometió a no contemplar
ninguna otra, a efectos matemáticos podría contar con los ediles de ADM. Igualmente
andalucistas y ecologistas seguirían sin representación. Por tanto, para las próximas
elecciones locales se nos presenta una nueva forma de reparto y un encarecimiento, para
los partidos pequeños, en la obtención de representatividad.
Sin embargo, pese al constante aumento de población en los últimos años, se nota un
decrecimiento en el mismo, que no tiene nada que ver con el retroceso que sí
experimentan otras localidades, sobre todo del Norte provincial. De hecho hay
poblaciones como Armilla que ya nos han rebasado y otras, como Atarfe, que si bien
aún no se acercan sí podrán hacerlo en la próxima década. Maracena se había mantenido
en los últimos dos lustros como el pueblo más grande del cinturón metropolitano y en el
sexto de la provincia sólo superado por las históricas ciudades de Motril, Baza, Loja,
Guadix y Almuñécar. En esta ocasión Armilla ha rebasado en tres centenares la
población maracenera y parece deberse al aumento considerable en la especulación
urbanística que esta localidad, con una extensión muy parecida a Maracena, ha padecido
en los últimos años y que ha supuesto la intervención del TSJA y el cambio de alcalde,
que no de partido. Pero es que Atarfe, que anuncia la construcción de Ciudad Elvira con
capacidad para 35.000 almas, supera ya los 14.000 habitantes y se sitúa en los niveles
de Maracena en 2000. O Albolote que tiene ya la misma población que teníamos en
2003. Las Gabias está ya en 14.000, Santa Fe en 15.000 o La Zubia en 17.000, los
mismos que en 2004 tenía nuestra ciudad. La evolución del censo, los nuevos planes
urbanísticos de Maracena, los convenios de Jimesa y Castro Nievas así como el
retroceso de Guadix, Baza y Loja, o el más que posible estancamiento de Armilla,
podrán colocar a Maracena como la tercera población en importancia de populosidad en
los próximos cinco años, sólo superada por Motril y Almuñécar, cuyo crecimiento está
garantizado para los próximos 20 años e incluso, en el caso de Motril, podría ser
espectacular una vez finalizadas las infraestructuras viarias proyectadas.
Hoy por hoy, Maracena mantiene su tufillo pueblerino. Aún se aprecian rasgos propios
de las localidades que han acompañado durante siglos a Granada, la capital de un reino,
en los avatares de la Historia. La llegada de nuevas gentes, el aumento poblacional, las
nuevas competencias o los cambios fisonómicos sufridos o venideros no obstan para
que Maracena sea reconocida y reconocible en el contexto metropolitano y comarcal.
Ser maracenero era un plus de cateteo hace unos años, hoy en día, es un plus de
formalidad, de solidario, de pueblerino, de granadino y, lo más curioso, de ser una
persona simpática. Frente al epíteto de “malafollá” con el que los granadinos son
conocidos en media España, los maraceneros son, paradójicamente, esos tipos
simpáticos que animan el bestiario provincial. Ni siquiera el ascenso a ciudad librará a
Maracena de estos tópicos que, lejos de ser un lastre, parecen agradar tanto a naturales
como a recién llegados. Así es este pueblo, convertido en ciudad, que es Maracena y del
que tan orgullosos nos sentimos.