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Cómo Trabajar Con El Espejo Negro para Enfrentar La Magia Ritual
Cómo Trabajar Con El Espejo Negro para Enfrentar La Magia Ritual
la Magia Ritual.
11 de julio de 2015 a las 20:48
Las técnicas agresivas dependen más de la intensidad con que son ejecutadas
(por ser las emociones no solamente el factor primitivo de la psiquis más
poderoso, sino también movilizadores naturales de poderosas fuerzas
energéticas) que de lo ritualístico o litúrgico en sí.
Un brujo que clave agujas en serie en una cadena de muñecos tendrá,
seguramente, menos éxito que aquél que, tal vez haciéndolo por primera vez,
concentra toda su atención para no incurrir en errores y con ello, no sólo sus
emociones, sino también su potencialidad parapsicológica.
Siguiendo esta corriente de pensamiento, hasta la simple, dominante y
cotidiana envidia es una forma velada de ataque psíquico. Existen diversos
objetos de protección que, quienes dicen haber sido sus víctimas,
recomiendan llevar consigo o colocar en las viviendas. La diversidad de esos
objetos tiene que ver también con la personalidad de cada persona.
Pero desde la Antigüedad, los practicantes de la meditaciòn Indo
Tibetana (de donde deviene el sistema de Autocontrol Mental homónimo)
han venido aplicando lo que se llama El Espejo Negro. Es una técnica tanto
para “abrir el Tercer Ojo” con fines de clarividencia como para, a través del
mismo (o, para ser más prolijos, desde el chakra del entecejo) irradiar energía
psíquica con intensidad suficiente para bloquear el ataque que desde los
campos sutiles aplique el agresor.
Hay dos formas de proceder. O llenando de agua bien cristalina un
recipiente esférico de vidrio o cristal, echando luego en la misma varias gotas
de tinta negra hasta que la misma se vuelva completamente oscura:
O tomando un cuenco cuyo interior esté pintado de color negro, y llenándolo
de agua (esta vez sin colorear la misma).
Debemos luego ubicarnos a unos cuarenta centímetros, ya sea de la
superficie del agua en el caso del cuenco, ya de la superficie de cristal si del
recipiente esférico se trata, en forma tal que estemos en un ángulo de unos 30º
con respecto al horizonte del mismo. Si bien la vista debe dejarse llevar al
fondo del campo visual, la atención debe detenerse sobre la superficie misma.
Los pensamientos comenzarán a fluir: déjenlos correr. Pestañeen lo que sea
necesario, pero no aparten la vista del punto donde la han llevado.
Ahora, lleven su atención (no su mirada) a la periferia del campo
visual. Esto es, mientras siguen mirando hacia delante buscan darse cuenta de
lo que pueda verse en los límites de su campo visual, a la izquierda, la derecha,
arriba y abajo. Parece sencillo; por el contrario, lo es sólo por unos segundos.
Irremediablemente la mirada física tratará de seguir la atención perceptual, y
contra esa tendencia es que deben ustedes luchar. Sólo cuando logren sostener
el estado propuesto al menos tres minutos seguidos es que habrán
desarrollado la capacidad que nos interesa a efectos de este ejercicio.
Cuando esto sea obtenido, comenzarán a darse cuenta que “bultos
informes”, sombras y movimientos difusos ocurren en esa periferia visual:
habrán ustedes desarrollado así su visiòn espiritual, o clarividencia de lo
astral.
Y cuando hayan llegado a este punto de la práctica, veremos como
emplear esta herramienta para combatir los ataques de planos sutiles.