Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Areas Coralinas de Colombia
Areas Coralinas de Colombia
Áreas Coralinas
de Colombia
Áreas
Coralinas
de Colombia
Á REAS C ORALINAS
DE C OLOMBIA
Editado por
Juan Manuel Díaz M.
Dr.rer.nat, INVEMAR
ISBN: 958-95950-8-1
© Instituto de Investigaciones
Marinas y Costeras
“José Benito Vives De Andréis” - INVEMAR
Materias
1. Arrecifes coralinos
2. Mar Caribe
3. Océano Pacífico
4. Mapas temáticos
5. Ecología marina
Fotografías
Todas la fotografías tomadas por los autores excepto
Figuras 147 y 153 Archivo UAESPNN.
Fotografía de la morena
en la portada: Javier Reyes
Gráficos
Lina María Barrios, Maria Helena Cendales,
Mateo López-Victoria, Fernando Parra-Velandia
Cartografía Temática
Juan Manuel Díaz, Mateo López-Victoria,
Fernando Parra-Velandia, Jorge Pinzón,
María Helena Cendales, Juan Carlos Huertas
Diseño original
Germán Moreno Sánchez
E
n sus 40 años de vida, Henry
von Prahl fue investigador y
docente universitario en Santafé
de Bogotá (Universidad de Los Andes), Cali
( Universidad del Valle) y Wizenhausen
(Alemania). Su obra científica, de la que
hacen parte 84 artículos científicos y siete
libros, abarca un amplio espectro temático
que incluye trabajos sobre acuicultura, crustá-
ceos, aves, manglares, equinodermos, molus-
cos, peces, corales y arrecifes coralinos, sobre
estos últimos casi 30 contribuciones. Henry
fue un enamorado de la costa del Pacífico, de
su naturaleza y de sus gentes. Fue el gestor de
la idea de convertir la Isla Gorgona en un
Parque Natural. Además de su prolífica obra
científica, se destacó por su don de gentes y
sus habilidades en la pintura y el dibujo.
Investigador, docente y amigo, en su corta
vida, con entusiasmo, dedicación y generosi-
dad, fue pionero de los estudios sobre corales
y arrecifes coralinos en Colombia y contribu-
yó en forma significativa a la consolidación
de las ciencias del mar en Colombia. Al cum-
plirse diez años de su trágica muerte.
P resentación
E
ntre los llamados ecosistemas marinos estratégicos, el arrecife de coral es quizás
el que mayor interés despierta entre el común de las gentes, tanto por lo atractivo
del paisaje costero como por la policromía y variedad de la fauna y flora. Desde
el punto de vista de su importancia ecológica, el arrecife coralino es un valiosísi-
mo reservorio de biodiversidad, que da soporte a una intrincada cadena alimenticia, es en
muchos casos un rompeolas natural que proteje de la erosión las costas adyacentes y juega un
papel indirecto, pero significativo, en la fijación de gas carbónico de la atmósfera mediante la
construcción de andamiajes de carbonato de calcio.
Colombia es un país privilegiado al poseer extensiones importantes de arrecifes de coral tanto
en el Mar Caribe como en la costa del Pacífico. De este ecosistema se benefician directa o indi-
rectamente numerosas personas que derivan su sustento de los servicios ambientales que presta
(recursos pesqueros, turismo, recreación, materiales de construcción, etc.), por lo cual se hace
imperativo implementar medidas de manejo que permitan su uso sustentable y garanticen su con-
servación. Tales acciones, sin embargo, deben estar soportadas por una sólida base de informa-
ción producto del trabajo científico serio y riguroso.
Al INVEMAR, como instituto vinculado al Ministerio del Medio Ambiente, y por lo tanto ele-
mento crucial del Sistema Nacional Ambiental en materia de investigación científica marina, le
cabe más que a ningún otro la responsabilidad de poner a disposición, no sólo de la comunidad
científica, sino también del público en general y de las instancias de toma de decisión, la informa-
ción sobre los mares colombianos y sus recursos generada a través de sus programas y proyectos
científicos. Así, el INVEMAR, presenta con orgullo a la comunidad científica nacional e interna-
cional y al país el libro “Áreas Coralinas de Colombia”, que representa el culmen de más de seis
años de esfuerzo investigativo por parte de uno de los grupos de investigación más destacado del
país en el ámbito de las ciencias del mar por su elevada productividad y reconocimiento interna-
cional, y del cual hacen parte investigadores no sólo del INVEMAR, sino también de otras insti-
tuciones nacionales y extranjeras, quienes solidariamente y con un loable espíritu de equipo auna-
ron sus esfuerzos para hacer posible esta obra, que de seguro está destinada a convertirse en refe-
rencia obligada sobre el tema para esta y las próximas generaciones. Para INVEMAR es también
un honor dedicar esta publicación a la memoria del insigne científico colombiano Henry von
Prahl, al cumplirse diez años de su temprana y trágica muerte.
Áreas continentales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
8 Urabá chocoano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
9 Isla Tortuguilla . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
10 Complejo arrecifal de Isla Fuerte, Bajo Buhsnell y Bajo Burbujas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
11 Archipiélago de San Bernardo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108
12 Bajo Tortugas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114
13 Península de Barú, Islas del Rosario y bajos aledaños . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 117
14 Bajos de Salmedina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
15 Isla Arena . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
16 Banco de Las Ánimas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
17 Área de Santa Marta y del Parque Nacional Natural Tayrona . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
18 Áreas coralinas de La Guajira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175
P rólogo
L
os investigadores que se han dedicado en los últimos años a estudiar los arrecifes cora-
linos de Colombia son un ejemplo para el mundo. Hasta hace apenas unos cuantos
años era muy poco lo que se conocía acerca de este importantísimo ecosistema en
Colombia, eran contadas las publicaciones que existían al respecto, y éstas, en su mayo-
ría, eran de la autoría de científicos extranjeros. No fue sino hasta finales de la década de 1970 que
aparecieron las primeras contribuciones científicas sobre corales y arrecifes coralinos realizadas por
investigadores colombianos. Ahora, 20 años más tarde, al inicio del siglo XXI, los investigadores
en arrecifes coralinos en Colombia, independientemente o conformando reconocidos grupos de
investigación en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras-INVEMAR y en la Universidad
del Valle, han logrado ocupar un lugar destacado en el escenario internacional de las ciencias mari-
nas. En el VIII Simposio Internacional de Arrecifes Coralinos (Panamá-1996), el máximo evento
científico a nivel mundial en el tema, la participación de Colombia, con la presentación de varios
trabajos y nutrida asistencia, fue sólo superada por la de los Estados Unidos y Australia. Los traba-
jos publicados por estos investigadores, tanto por los resultados como por las metodologías aplica-
das en los estudios de línea base y monitoreo de arrecifes coralinos, han sido ampliamente recono-
cidos por la comunidad científica internacional y han servido de inspiración en la elaboración de
protocolos metodológicos para el estudio de comunidades coralinas en otras regiones.
Esta obra es un compendio de la información adquirida por los autores en los últimos años,
aunando esfuerzos y haciendo frente a dificultades logísticas y financieras, pero siempre con entu-
siasmo y espíritu de colaboración. Se desarrolló un plan sistemático de investigación acorde con las
necesidades de información para adelantar planes y estrategias de manejo del ecosistema, dentro de
los lineamientos del Programa Nacional de las Ciencias y Tecnologías del Mar.
En el transcurso de sus investigaciones, los autores ganaron amplia experiencia recorriendo y
estudiando las áreas coralinas de Colombia, lo cual se refleja en las numerosas publicaciones cientí-
ficas en reconocidas revistas de circulación internacional. La obra que aquí se presenta es el reflejo
de ese empeño y del sentido de compromiso de poner en conocimiento de todo público los diferen-
tes aspectos relacionados con los arrecifes de coral. Otros países del mundo deben imitar a
Colombia en esta noble labor. La contribución que han hecho los autores de este libro es importan-
te y debe ser motivo de orgullo e inspiración para los colombianos y para todos los latinoamerica-
nos. Esta es una muestra contundente de la capacidad científica de la región. No cabe duda de que
son obras como esta las que perduran en el tiempo y las que marcan el avance de un país. Quiero
agradecerles a mis colegas y amigos colombianos el honor que me han hecho al solicitarme elabo-
rar este prólogo. Estoy seguro que este magnifico libro motivará a presentes y futuras generaciones
a seguir adelante investigando el mundo que les rodea. Finalmente, no puedo dejar de sentirme
profundamente conmovido por el hecho de que este libro le sea dedicado al insigne científico, de
Colombia y del mundo, el Dr. Henry von Prahl, a los diez años de su trágica y prematura muerte.
15
I ntroducción
L
as áreas coralinas, entendidas flora. Cada uno de estos ambientes constitu-
éstas como aquellas porciones del ye una unidad discreta del paisaje propio de
pa isaje mar i no moldeadas y las áreas coralinas, cuya presencia y esquema
dominadas por la presencia y los de distribución dentro de dichas áreas es la
procesos geomorfológicos y ecológicos de respuesta a una serie de procesos geomorfo-
las formaciones coralinas, constituyen uno lógicos, hidrográficos y biológicos que ope-
de los escenarios más característicos de las ran en el corto, mediano y largo plazo (acre-
costas tropicales. La transparencia de las ción coralina, erosión, sedimentación, ener-
aguas, combinada con las diferentes textu- gía del oleaje, gradientes de profundidad,
ras y gradientes de profundidad del fondo tectonismo, oscilaciones en el nivel del mar,
marino, confieren al paisaje costero la clási- perturbaciones atmosféricas, etc.) y que mol-
ca belleza de multicolores tonalidades de la dean la identidad geomorfológica y ecológi-
que se han valido los clichés turísticos para ca de cada una de las áreas. La magnitud,
promocionar los paraísos del “relax” y el velocidad y periodicidad de varios de los
“leisure”. Aunque a primera vista parezca procesos puede ser común o similar en
extraño, la obra que aquí se presenta no algunas de las áreas, por lo que los esque-
dista mucho de ser un catálogo promocional mas geométricos, geomorfológicos y ecoló-
de las áreas coralinas de Colombia, pues lo gicos de algunas son similares. Pero tam-
que pretende efectivamente es mostrarlas y bién puede haber sustanciales diferencias en
darlas a conocer. Sin embargo, el lector que la magnitud y forma en que operan los pro-
persiga exclusivamente encontrar en este cesos y factores, de modo que ciertas áreas
libro descripciones acerca de las cualidades coralinas revelan rasgos muy particulares
y calidades de los servicios turísticos en los que no son comunes en las demás áreas. De
diferentes parajes que aquí se tratan, se lle- hecho, cada área coralina posee sus caracte-
vará una profunda decepción. El presente rísticas propias, aunque a grandes rasgos
libro está destinado al público interesado en muestre considerables semejanzas con otras.
conocer y entender las características natu- El nivel de resolución o detalle con que se
rales de las áreas coralinas de Colombia, capture la información primaria es el que
bien sea desde la perspectiva geográfica, fundamentalmente rige el grado de preci-
ambiental, geológica, ecológica o biológica, sión con que se evidencian las diferencias y
aunque no necesariamente para científicos, similitudes. Tanto la extensión (desde menos
valga la aclaración. de 1 km 2 hasta más de 1.000 km 2) como la
Las áreas coralinas comprenden por lo complejidad (mosaicos de hábitats, topogra-
general, además de las formaciones corali- fía del fondo, etc.) de las áreas coralinas es
nas que le dan su nombre, una serie de variable y, por ende, el nivel de resolución
biótopos y hábitats asociados, usualmente de la información obtenida en los estudios e
distribuidos en forma de mosaico, que se investigaciones y la forma en que se trata en
distinguen entre sí por la naturaleza física la presente obra, es variable. Sin embargo, el
del sustrato (sedimentos, escombros corali- nivel de resolución de la información pre-
nos, rocas), por componentes bióticos cons- sentada, tanto en mapas como en textos
picuos que cubren el fondo (algas, faneróga- descriptivos, cumple en cada caso las expec-
mas, esponjas, abanicos de mar, etc.) y por tativas necesarias para caracterizar en forma
poseer elementos característicos de fauna y general cada una de las áreas y comprender
17
los procesos básicos que determinan su de sedimentos. Dado que los corales herma-
identidad. típicos viven en simbiosis con algas micros-
El elemento común y el que en primera cópicas (zooxantelas), su distribución esta
instancia le otorga a las áreas coralinas la limitada a las aguas claras y a zonas poco
categoría de macrounidad de paisaje o, si se profundas, generalmente por encima de los
prefiere, de bioma marino, es la presencia y 50 m.
desarrollo de estructuras coralinas, que en Un arrecife que se levanta del fondo y
muchos casos alcanzan dimensiones signifi- alcanza hasta la superficie del mar actúa
cativas y se configuran en arrecifes o inclu- como rompeolas; por ello, su presencia pro-
so en complejos arrecifales. duce gradientes en la dinámica del agua,
Fueron seguramente los navegantes quie- desde zonas de gran turbulencia hasta otras
nes primeramente emplearon el vocablo de aguas calmas. Las estructuras tridimen-
“arrecife” para referirse a toda elevación del sionales de un arrecife crean diferentes con-
fondo marino que, aunque oculta por el diciones de luminosidad y modifican el
agua, pudiera obstaculizar el paso de embar- curso e intensidad de las corrientes. Se pro-
caciones. Sin embargo, geólogos y biólogos ducen también gradientes de temperatura y
emplean el término “arrecife” en un sentido en la concentración de nutrientes y oxígeno
más restringido: Un arrecife es una estructura entre las diferentes zonas del arrecife y entre
construida básicamente por organismos vivos, que éste y las aguas circundantes. De todo ello
modifica sustancialmente la topografía del lecho resultan multitud de microambientes y se
marino y cuya dimensión es tal que influencia las propicia la existencia de diversas asociacio-
propiedades físicas, y por ende ecológicas, del medio nes de organismos.
circundante; su consistencia es lo suficientemente El desarrollo de un arrecife coralino es un
compacta para resistir las fuerzas hidrodinámicas y, proceso que tarda de cientos a miles de
por lo tanto, está en capacidad de conformar un años, y es el resultado de la labor colectiva
hábitat duradero, estable y característicamente de numerosos organismos y de complejos
estructurado para albergar organismos especialmente procesos físicos y geológicos. Las larvas de
adaptados (Schuhmacher, 1982). los corales pétreos pueden establecerse con
Esta definición genérica se aplica a estruc- éxito únicamente sobre un fondo duro, bien
turas geomorfológicas, geológicas y ecológi- iluminado y en aguas relativamente cálidas y
cas fundamentadas en la capacidad de cier- bien oxigenadas. Con el tiempo se forma
tos invertebrados marinos para fabricar sobre el fondo un mosaico irregular de colo-
esqueletos duros, que llevan un tipo de vida nias coralinas aisladas que sirve de hábitat
sésil y gregaria, conocidos generalmente para otros corales y organismos sésiles
como organismos hermatípicos (= formadores (esponjas, octocorales, moluscos, gusanos,
de arrecifes). Ciertos grupos de algas rojas algas, etc.), formándose lo que se conoce
(rodofitas calcáreas o Corallinaceae), celen- como “tapete coralino”. El crecimiento
terados (corales pétreos o Scleractinia), hacia arriba y hacia los lados de los “núcleos
moluscos (gastrópodos sésiles de la familia de condensación” del arrecife, inicialmente
Vermetidae), anélidos (gusanos sésiles de las aislados unos de otros, hace que éstos se
familias Serpulidae y Sabellariidae) y crustá- fusionen entre sí y se compacten, levantán-
ceos (algunos balanos) son organismos que, dose paulatinamente el conjunto hacia la
cuando forman grandes colonias o agrega- superficie y dando origen a un verdadero
dos, están en capacidad de construir arreci- arrecife (Fig. 1).
fes. No obstante, dadas las dimensiones e Los arrecifes coralinos se distribuyen
importancia que tienen los arrecifes forma- mundialmente en la franja tropical. La
dos por los corales, son éstos los organis- región con mayor desarrollo de estructuras
mos hermatípicos por antonomasia. Los arrecifales y mayor diversidad de organis-
arrecifes de coral y las comunidades de coral mos arrecifales es el Indo-Pacífico, inclu-
se desarrollan mejor en aguas tropicales cla- yendo el Mar Rojo y la Polinesia. En el otro
ras y cálidas, con salinidades relativamente extremo, como las regiones con desarrollo
altas, entre 33 y 36, por lo que están gene- coralino más pobre, están el Atlántico
ralmente ausentes de las zonas de influencia or ienta l y el Pacíf ico a mer ica no. E l
de las descargas de aguas dulces y cargadas Atlántico occidental, en particular el Mar
18
Figura 1
Tipos básicos de formaciones
coralinas según su grado de
desarrollo hermatípico
(modificado de Geister, 1983)
Figura 2
Distribución de las áreas
coralinas en América Tropical
Caribe, ocupa una posición intermedia. En línea de costa por una laguna de poca pro-
esta última región, las formaciones coralinas fundidad (Fig. 3). Los arrecifes de barrera
se extienden desde las cercanías de Río de suelen desarrollarse en sentido paralelo a la
Janeiro (Brasil) en el sur hasta un poco al línea de costa y están separados de ésta por Figura 3
norte de Miami (Florida) y los Flower una laguna amplia de hasta 20 km de ancho Vista aérea de la costa
nororiental de la Isla Providencia;
Gardens (Golfo de México) en el norte, ade- (Fig. 4). Los atolones son arrecifes de se observa el arrecife franjeante
que bordea la costa de
más de algunos arrecifes de poco desarrollo forma aproximadamente circular que se Maracaibo Hill
19
levantan desde aguas oceánicas profundas
hasta la superficie y encierran una laguna
relativamente profunda (Fig. 5).
El desarrollo de los atolones está por lo
general asociado a una isla volcánica que se
ha hundido paulatinamente (Fig. 6). Los
arrecifes de plataforma se desarrollan
como domos o bancos ovalados que se
levantan aisladamente sobre la plataforma
continental. Existe una serie de tipos meno-
res o subdivisiones de estos cuatro tipos
básicos de arrecifes, definidos principalmen-
te de acuerdo a su forma y localización (ver
Geister, 1982), entre los que se destacan:
Arrecifes de parche (Fig. 7): Son arreci-
fes de diversas formas, cuyo tamaño es del
Figura 4
Vista aérea del sector oriental del complejo arrecifal de la Isla de San Andrés; se observa la zona de rompiente del oleaje a lo largo
orden de decenas a unas pocas centenas de
de la cresta del arrecife de barrera metros; suelen desarrollarse aisladamente o
en grupos en aguas someras y calmas, como
en bahías abrigadas y lagunas de atolones y
complejos arrecifales. De acuerdo a su
forma, los arrecifes de parche pueden ser
“faros” (aprox imadamente circu lares),
“montículos” (de forma irregular o ameboi-
de), “de cinta” (muy alargados y estrechos) y
“anastomosados” o “reticulados” (cuando
varios arrecifes “de cinta” se fusionan entre
sí parcialmente).
Miniatolones (Fig. 8): Son arrecifes de
forma circular cuyo diámetro es del orden
de decenas a unas pocas centenas de metros,
con una cresta casi emergente en la periferia
y una depresión central generalmente
cubierta por sedimentos; suelen desarrollar-
Figura 5
se en aguas someras y calmas de las lagunas
Vista aérea del atolón de cayos
de Albuquerque, archipiélago de
de atolones y complejos arrecifales.
San Andrés y Providencia Pináculos (Fig. 9): Son arrecifes de esca-
sas dimensiones, elevados verticalmente, en
los que la altura es mayor que el diámetro;
los pináculos generalmente se presentan for-
mando grandes agrupaciones.
De otra parte, un complejo arrecifal con-
siste en una extensión determinada en la
que el desarrollo diversificado de estructu-
ras coralinas ha dado lugar a varios de los
tipos de arrecifes antes mencionados. Así,
por ejemplo, las estructuras coralinas que
rodean las islas de San Andrés y Providencia
constituyen complejos arrecifales en los que
se presentan arrecifes de barrera, franjean-
tes, de parche, pináculos, etc.
Se ha estimado que la suma global de los
Figura 6
Secuencia idealizada del origen bienes y servicios que aportan al hombre los
y formación de un atolón
(Tomado de Littler et al., 1989) arrecifes coralinos asciende a 375.000 millo-
20
nes de dólares de EE.UU. al año (Constanza
et al., 1997), una suma realmente enorme,
que está representada no sólo en recursos
alimenticios y mineros, sino que incluye
también servicios de gran valor y de los que
muy poca gente tiene conciencia, como el de
la recreación y turismo o el papel de los arre-
cifes en la regulación y amortiguación de los
impactos en la zona costera que causarían
ciertas perturbaciones meteorológicas (hura-
canes, ciclones) y geológicas (tsunamis), en
caso de no existir las barreras coralinas.
Los arrecifes coralinos se cuentan entre
los ecosistemas biológicamente más produc-
tivos del mundo, a pesar de que se desarro-
llan en aguas pobres en nutrientes. Su pro-
ductividad primaria varía entre 5 y 20 gC/ Figura. 7
Vista aérea de la laguna arrecifal del
m 2/día y su potencial pesquero en alrededor Figura 8 Banco Quitasueño. Nótese, en color
Fotografía aérea de los Cayos de Albuquerque (North Cay oscuro, la filigrana que forman los
de 9 m i l lones de toneladas por año. y South Cay se observan en la parte inferior derecha); las arrecifes reticulados desarrollados
manchas claras de la parte central corresponden a principalmente por corales masivos del
Numerosas especies de peces e invertebra- arrecifes lagunares de parche de tipo miniatolón género Montastraea
21
coralinas. La espectacularidad del paisaje efectivamente a la construcción del anda-
costero y submarino, consecuencia misma miaje arrecifal. En contraste, las áreas cora-
del desarrollo del ecosistema coralino, atrae linas del Caribe, en total 21, están más
a multitudes de turistas locales y de los paí- ampliamente distribuidas (Fig. 10), ocupan-
ses de latitudes frías todas las temporadas. do una extensión total de algo menos de
En tal sentido, en promedio, una sola hectá- 3.000 km 2 , de los cuales más de dos terceras
rea de arrecife coralino representa algo más partes se localizan en el archipiélago oceáni-
de 3.0 0 0 dóla res de EE .U U. a l a ño co de San Andrés y Providencia (Tabla 1).
(Constanza et al., 1997). Geomorfológica y estructuralmente, las
Colombia es el único país suramericano áreas coralinas del Caribe son también más
con costas en los océanos Pacíf ico y heterogéneas y albergan una mayor cantidad
Atlántico. Aunque muy importantes, puesto de especies de coral (Tabla 2).
que albergan una diversa y particular fauna, En este libro se presentan los mapas de las
que incluye algunos elementos faunísticos unidades geomorfológicas y ecológicas de
del Pacífico Central, las áreas coralinas de la todas las áreas con crecimiento arrecifal de
costa pacífica son en su mayoría poco exten- importancia del Caribe y del Pacífico colom-
sas y dispersas. Éstas se encuentran en cua- bianos. Inicialmente se hace una descripción
tro localidades discretas, en torno a la Isla general de los distintos tipos de unidades
Figura 10 Gorgona, en la Ensenada de Utría, en inme- ecológicas a través de todas las áreas, y
Localización de las áreas
coralinas en Colombia y diaciones de Punta Tebada y en la Isla luego se procede a presentar con mayor
distribución espacial de las
masas de agua marina de
Malpelo, no sumando en conjunto más de detalle las características de cada área y los
acuerdo al grado de turbidez o
influencia oceánica vs.
15 km 2 de extensión (Fig. 10, Tabla 1) y en mapas correspondientes. Al final se hace
continental; aguas oceánicas
(transparentes), aguas oceánicas
ellas no se encuentran en total más que 18 una evaluación general del estado actual de
costeras (ligeramente turbias) y especies de corales hermatípicos (Tabla 2), los arrecifes y de las perspectivas para su
aguas costeras
(predominantemente turbias) de las cuales sólo unas pocas contribuyen conservación.
22
Tabla 1
La Áreas coralinas de colombia, con el grado y tipo de desarrollo de las formaciones arrecifales
Nombre tipo de formaciÓn E.T.* E.C.**
Santa Marta - Parque Tayrona Arrecifes y tapetes coralinos franjeantes y de parche 9,3 6,7
Áreas de La Guajira Tapetes coralinos, arrecifes franjeantes de desarrollo limitado 151,8 5,0 (?)
Chocó Norte (Utría, Cupica) Arrecifes franjeantes y de parche 0,2 (?) 0,2 (?)
Este volumen incorpora el ya publicado de nuevo junto con las restantes áreas, para
atlas de los arrecifes oceánicos del Caribe lograr en un solo volumen toda la informa-
c o l o m b i a n o ( D í a z e t a l . , 19 9 6 a) . ción general.
Inicialmente se había planteado presentar Adicionalmente, vimos la oportunidad de
las áreas arrecifales continentales del Caribe enaltecer la memoria de nuestro amigo y
y las del Pacífico en sendas entregas inde- colega, Henry von Prahl, fallecido trágica y
pendientes. Empero, al continuar con la prematuramente hace ya 10 años como con-
exploración de los arrecifes y con la clasifi- secuencia de un absurdo atentado al avión
cación de sus zonas geomorfológicas y eco- en el que viajaba. Este libro es, en cierto
lógicas, se vislumbró la necesidad de homo- modo, un complemento al trabajo pionero
genizar los criterios de clasificación y adap- publicado por Prahl y Erhardt (1985) en el
tarlos a las diferentes escalas espaciales de cual se describieron por primera vez, en un
los arrecifes mismos. Ello necesitó de solo esfuerzo y con relativamente poca
modificar ligeramente los mapas ya existen- información detallada de primera mano,
tes, y de allí la importancia de publicarlos todos los arrecifes colombianos.
23
especies de corales pÉtreos registradas en las distintas Áreas coralinas de colombia
Áreas Albuquerque Courtown Roncador Providencia Serrana San Andrés Quitasueño Urabá Ch. Tortuguilla I. Fuerte y B.
especies
HIDROZOA/MILLEPORIDAE
Millepora alcicornis X X X X,1, 2 X X, 1 X 1,3 5
Millepora complanata X X X X,1, 2 X X, 1 X 3 4 5
Millepora squarrosa 2 1 1 5
Millepora striata X ? 4
STYLASTERIDAE
Stylaster roseus X 2 1 X 1, 3 4 5
ANTHOZOA/ASTROCOENIIDAE
Stephanocoenia intersepta X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1, 3 5
THAMNASTERIIDAE
Psammocora brighami
Psammocora obtusangulata
Psammocora stellata
Psammocora superficialis
POCILLOPORIDAE
Madracis formosa X, 2
Madracis decactis X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1, 3 5
Madracis mirabilis X, 1, 2 X, 1 X 5
Madracis pharensis X, 2
Madracis myriaster
Pocillopora damicornis
Pocillopora danae
Pocillopora capitata
Pocillopora robusta
Pocillopora elegans
Pocillopora eydouxi
ACROPORIDAE
Acropora palmata X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1, 3 5
Acropora cervicornis X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1, 3 5
Acropora prolifera 2 1 X
Acropora valida
AGARICIIDAE
Agaricia agaricites X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1, 3 4 5
Agaricia tenuifolia X 1 1 X 1, 3 4 5
Agaricia lamarcki X X X, 1, 2 X X, 1 X 1 X
Agaricia fragilis 1, 2 1 X 3 4
Agaricia grahamae X X X
Agaricia humilis X 1 4 X
Agaricia undata X X X, 1, 2 1 X
Helioseris cucullata X X X X, 1, 2 X X, 1 X 3 4 5
Leptoseris papyracea
Pavona clavus
Pavona varians
Pavona sp. aff. frondifera
Pavona gigantea
Pavona maldivensis
Gardineroseris planulata
SIDERASTREIDAE
Siderastrea siderea X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1, 3 4 5
Siderastrea radians X X, 1, 2 X, 1 X 3 4 5
PORITIDAE
Porites astreoides X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1,3 4 5
Porites porites X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1,3 4 5
Porites colonensis 3
Porites branneri 2 1
Porites lobata
Porites panamensis
Porites californica
FAVIIDAE
Favia fagum X X X X, 1, 2 X, 1 X 3 4 5
Diploria clivosa X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1, 3 4 5
Diploria strigosa X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1, 3 4 5
Diploria labyrinthiformis X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1, 3 5
Manicina areolata 1, 2 1 X 1 X
Colpophyllia natans X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1, 3 5
Montastraea annularis X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1 X
Montastraea faveolata X X X X X X 3 4 5
Montastraea franksi X X X X X X 3 5
Montastraea cavernosa X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1, 3 4 5
Solenastrea hyades 3
Solenastrea bournoni X X
La Áreas coralinas de colombia, con el grado y tipo de desarrollo de las formaciones arrecifales
Áreas San Bernardo Tortugas Rosario y B. Salmedina Isla Arena S. Marta y T. Guajira Malpelo Gorgona Chocó Norte
especies
HYDROZOA/MILLEPORIDAE
Millepora alcicornis 1, 6 X X, 1, 7, 8 X X, 1, 10 X, 11
Millepora complanata 1, 6 X X, 1, 7, 8 X 9 X, 1 X
Millepora squarrosa 1 1, 8 1 1
Millepora striata 9
STYLASTERIDAE
Stylaster roseus 6
ANTHOZOA/ASTROCOENIIDAE
Stephanocoenia intersepta 1, 6 X X, 1, 7 X, 1, 10 1
THAMNASTERIIDAE
Psammocora brighami X?
Psammocora obtusangulata 13
Psammocora stellata X, 1 X, 14
Psammocora superficialis 13
POCILLOPORIDAE
Madracis formosa 1, 7 X, 1
Madracis decactis 1, 6 X X, 1, 7 X X, 1, 10 X
Madracis mirabilis 1, 6 X X, 1, 7, 8 X X, 1
Madracis pharensis 1 1
Madracis myriaster 1
Pocillopora damicornis X, 1 X, 1, 14
Pocillopora danae 1
Pocillopora capitata X, 12 X, 1 1, 14
Pocillopora robusta 1 1
Pocillopora elegans 1 X, 1 1, 14
Pocillopora eydouxi X, 12 X, 1 14
ACROPORIDAE
Acropora palmata 1, 6 X, 1, 7 X 9 X, 1
Acropora cervicornis 1, 6 X X, 1, 7, 8 X 9 X, 1 X, 11
Acropora prolifera 1 1 9 X, 1
Acropora valida 1
AGARICIIDAE
Agaricia agaricites 1, 6 X X, 1, 7, 8 X X, 1, 10 X, 11
Agaricia tenuifolia 1, 6 X X, 1, 7, 8 X X, 1
Agaricia lamarcki 1 X X, 1, 7, 8 X, 1, 10
Agaricia fragilis 6 X 1, 7 X, 1
Agaricia grahamae 6 X X X X
Agaricia humilis X X, 7 X X, 1
Agaricia undata 6 X X, 7 X X
Helioseris cucullata 1, 6 X X, 1, 7 X X, 1 X, 11
Leptoseris papyracea 1
Pavona clavus X, 1,12 X, 1 1, 14
Pavona varians X, 1,12 X, 1 X, 1, 14
Pavona sp. aff. frondifera X ?
Pavona gigantea 1,12 X, 1 X, 1, 14
Pavona maldivensis X X ?
Gardineroseris planulata X, 1, 12 1 14
SIDERASTREIDAE
Siderastrea siderea 1, 6 X X, 1, 7, 8 X 9 X, 1, 10 X, 1, 11
Siderastrea radians 1, 6 X, 1, 7 9 X, 1, 10 X, 1, 11
PORITIDAE
Porites astreoides 1, 6 X X, 1, 7, 8 X 9 X, 1, 10 X, 1, 11
Porites porites 1, 6 X X, 1, 7, 8 X 9 X, 1 X, 1, 11
Porites colonensis
Porites branneri 1 1
Porites lobata X, 1, 12 X, 1 X, 14
Porites panamensis 1 1
Porites californica 1
FAVIIDAE
Favia fragum 1, 6 X X, 1, 7 X X, 1, 10 1, 11
Diploria clivosa 1, 6 X X, 1, 7, 8 X 9 X, 1 X, 1, 11
Diploria strigosa 1, 6 X X, 1, 7, 8 X 9 X, 1, 10 X, 1, 11
Diploria labyrinthiformis 1, 6 X X, 1, 7, 8 X X, 1
Manicina areolata 1, 6 X X,1 X,1
Colpophyllia natans 1, 6 X X, 1, 7, 8 X 9 X, 1
Montastraea annularis 1, 6 X X, 1, 7, 8 X 9 X, 1 X, 11
Montastraea faveolata 6 X X, 7 X X
Montastraea franksi 6 X X, 7 X
Montastraea cavernosa 1, 6 X X, 1, 7, 8 X X, 1, 10 11
Solenastrea hyades 1 1 X, 1 X, 11
Solenastrea bournoni 6 X X X
La Áreas coralinas de colombia, con el grado y tipo de desarrollo de las formaciones arrecifales
Áreas Albuquerque Courtown Roncador Providencia Serrana San Andrés Quitasueño Urabá Ch. Tortuguilla I. Fuerte y B.
especies
RHIZANGIIDAE
Astrangia solitaria 2 1
OCULINIDAE
Oculina diffusa
Oculina robusta
MEANDRINIDAE
Meandrina meandrites X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1, 3 4 5
Dichocoenia stokesi X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1, 3 4 5
Dendrogyra cylindricus X X, 1, 2 X, 1 X
MUSSIDAE
Scolymia cubensis X X X, 2 X X
Scolymia lacera X X, 1, 2 1 X 1 5
Scolymia wellsii
Mussa angulosa X X, 1, 2 1 X 3 5
Isophyllia sinuosa 2 X 1 X 1, 3 5
Isophyllastrea rigida X X X X, 2 X X, 1 X 3 5
Mycetophyllia lamarckiana X X X X, 1, 2 X X, 1 X 3 5
Mycetophyllia ferox X X X X X 1, 3 5
Mycetophyllia aliciae X X 2 X 1 X
Mycetophyllia danaana X X, 2 X X 4 X
Mycetophyllia reesi X X
CARYOPHYLLIIDAE
Cladocora arbuscula
Eusmilia fastigiata X X X X, 1, 2 X X, 1 X 1 5
Phyllangia americana
DENDROPHYLLIIDAE
Tubastraea aurea 1, 2 X
TOTAL 32 33 30 49 26 41 44 41 20 42
26
La Áreas coralinas de colombia, con el grado y tipo de desarrollo de las formaciones arrecifales
Áreas San Bernardo Tortugas Rosario y B. Salmedina Isla Arena S. Marta y T. Guajira Malpelo Gorgona Chocó Norte
especies
RHIZANGIIDAE
Astrangia solitaria 1 1 1
OCULINIDAE
Oculina diffusa X,1 X ? 1 1 X, 1, 11
Oculina robusta X
MEANDRINIDAE
Meandrina meandrites 1, 6 X X, 1, 7, 8 X X, 1, 10
Dichocoenia stokesi 1,6 X X, 1, 7 X X, 1
Dendrogyra cylindricus
MUSSIDAE
Scolymia cubensis 6 X X, 1, 7 X X
Scolymia lacera 1, 6 X 1, 7 X, 1
Scolymia wellsii X ?
Mussa angulosa 1, 6 X X, 1 X, 1 11
Isophyllia sinuosa 1, 6 X X, 1, 7 X, 1 11
Isophyllastrea rigida 1, 6 X X, 1, 7 X
Mycetophyllia lamarckiana 1, 6 X X, 1, 7, 8 X, 1
Mycetophyllia ferox 1, 6 X X, 1, 7, 8 X, 1
Mycetophyllia aliciae 1, 6 X X, 1, 7 X X
Mycetophyllia danaana 6 X X, 1, 7 X X
Mycetophyllia reesi 1, 7
CARYOPHYLLIIDAE
Cladocora arbuscula X, 1 1 1
Eusmilia fastigiata 1, 6 X X, 1, 7, 8 X X, 1
Phyllangia americana 1 1
DENDROPHYLLIIDAE
Tubastraea aurea 1, 6 1 X, 1 1 1
TOTAL 49 41 53 29 13 53 26 10 21 13
27
Esponja
Geodia neptuni
II UNIDADES ECOLÓGICAS
DE LAS ÁREAS CORALINAS
E
n ecología se emplea el término hacer comparaciones entre las distintas
“paisaje” para referirse a una áreas. Entre las unidades constituyentes no
unidad de espacio con límites es siempre posible reconocer límites físicos
geográficos (cartografiable) y discretos, siendo preferible considerar las
una caracterización climática y geomorfo- líneas limítrofes entre las unidades como
lógica particular. Al interior de estas unida- zonas de transición, más o menos amplias,
des de paisaje se puede presentar cierta donde se comparten características de hábi-
heterogeneidad y estar presentes varias tats reconociblemente diferentes.
comunidades, como consecuencia de la Las unidades ecológicas son presentadas
intervención de factores ecológicos pun- en forma de “fichas”, cuya estructura cons-
tuales, además de los factores biogeográfi- ta de un nombre (con su código de identifi-
cos y de la historia evolutiva, los cuales se cación), una fotografía como ejemplo típi-
evidencian mejor a gran escala. De otra co, información relevante de las condicio-
parte, las acciones humanas (degradación, nes físicas y geomorfológicas del hábitat,
contaminación, sobreexplotación, etc.) tie- una descripción de las principales caracte-
nen consecuencias más dramáticas a nivel rísticas y una relación de los organismos
de paisaje, causando cambios mayores en más representativos. Igualmente, se relacio-
periodos de tiempo variables, escapando nan las áreas coralinas en las que la unidad
muchas veces al análisis ecológico puntual. se encuentra mejor representada, en térmi-
El sistema de clasificación de unidades nos de extensión o área total ocupada. En
ecológicas, o unidades de paisaje, adoptado algunos casos en los que no se pudo esti-
para describir e ilustrar en este trabajo las mar el área por falta de información o por
áreas coralinas de Colombia, se ha inspira- limitantes cartográficos, se colocaron las
do en los protocolos propuestos para defi- letras NE (= no estimada).
n ir las un idades ecológicas de paisaje El nombre de las distintas unidades se
terrest re (ver Etter, 1991; A ndrade y basa en el (los) organismo(s) dominante(s)
González, 1995) y algunos esfuerzos aisla- o más conspícuo(s) del paisaje. No obstan-
dos sobre zonación de hábitats marinos te, en algunas zonas resultan de mayor rele-
(ver Geister, 1975, 1983; Van Duyl, 1985). vancia las características fisionómicas del
En tal sentido, este sistema es una modifi- ambiente, en cuyo caso los nombres corres-
cación a partir de otros modelos de clasifi- ponden a aspectos relacionados con la geo-
cación, adaptándolos a los ambientes cora- forma del hábitat o el tipo de fondo. En
linos, en el cual sólo han sido considerados ninguno de los casos el nombre denota la
ciertos parámetros, por cuanto ha sido composición de la unidad ecológica, para lo
diseñado para cumplir objetivos específicos cual es necesario revisar su descripción. En
con base en datos puntuales. No obstante, este sentido, tanto los organismos como el
es un sistema compuesto por unidades tipo de fondo de las distintas unidades
reconocibles en el campo, que no son un constituyen las propiedades emergentes,
artilugio producto de análisis estadísticos. producto de las condiciones ambientales y
Es pues un sistema que resume en 25 uni- las relaciones ecológicas en el tiempo.
dades ecológicas el esquema general de Debido a la dinámica natural de las forma-
zonación de las formaciones coralinas de ciones coralinas, que incluye numerosos
Colombia, ajustado de manera que permita estadios o niveles de desarrollo, y a los
31
efectos que ejerce el ser humano en este encuentran las unidades geomorfológicas,
tipo de ambientes, no es posible asegurar las cuales han sido modificadas a partir de
que para todos los casos se encuentre una la nomenclatura empleada por Geister
unidad ecológica que describa totalmente (1975, 1983), y son presentadas aquí en un
un paisaje determinado, razón por la cual modelo bidireccional que permite recono-
el modelo propuesto es de tipo generalista. cer para un mismo complejo varias zonas
Algunas variables físicas y de geoforma coralinas, dependiendo de la escala o nivel
son valoradas por medio de términos basa- de detalle con que sean evaluados (Fig. 11).
dos en datos puntuales recogidos durante El objetivo que se persigue con este mode-
los muestreos en campo. De esta forma, lo es brindar una guía con un buen núme-
para el caso del grado de exposición al ro de posibilidades para escoger y caracte-
oleaje se consideró una escala comparativa rizar geomorfológicamente un sector dado
subjetiva de 0 a 5, en donde 0 corresponde dentro de un área coralina. El hecho de
al mar en calma total y el 5 al mar bastante que en el modelo se presenten varias posi-
“agitado”. Así, el término “bajo” corres- bilidades para caracterizar un área, no
ponde a valores entre 0-2, “medio” entre indica que en un área determinada se pre-
2-4 y “alto” entre 4-5. En el caso de la senten todas las posibilidades, siendo más
incl inación del sustrato, los térm inos bien una “combinación” de algunas de las
empleados corresponden a rangos de incli- unidades geomorfológicas lo que caracteri-
nación en grados con respecto a la horizon- za un área coralina. En este sentido, son
tal, así: “suave” = 0-30°, “media” = 30-60° los complejos del Caribe oceánico los que
y “fuerte” > 60°. Por último, para el caso presentan mayor número de unidades,
del relieve, se tienen en cuenta dos opcio- mientras que las formaciones de las costas
nes simples que son “plano” (_ _ _ _ _) y continentales del Caribe y el Pacífico reve-
“ondulado” (~~~~~). lan una menor complejidad morfológica.
Como un componente fundamental de Del nivel de detalle o la escala con la que
las unidades ecológicas, que resume las se mire el modelo dependerá el número de
características y condiciones físicas secto- unidades geomorfológicas que puedan ser
rizando las formaciones cora l i nas, se reconocidas.
Figura11
32
Unidades presentes
en las áreas coralinas
Algas pétreas-Millepora complanata-Zoantídeos (Algpe-Mcom-Z)
1
Grado de exposición al oleaje: alto
Sustrato: matriz calcárea
Intervalo batimétrico: 0-3 m
Relieve: plano a ondulado
Inclinación del sustrato: suave
33
Arena-Escombros coralinos (Aresc)
3
Grado de exposición al oleaje: alto a medio
Sustrato: escombros, arena
Intervalo batimétrico: 1-20 m
Relieve: plano
Inclinación del sustrato: suave
34
Acropora palmata-Diploria strigosa (Apalm-Dstri)
5
Grado de exposición al oleaje: medio
Sustrato: matriz calcárea
Intervalo batimétrico: 0-6 m
Relieve: plano
Inclinación del sustrato: suave
Rodolitos (Rod)
6
Grado de exposición al oleaje: medio
Sustrato: sedimentos, escombros
Intervalo batimétrico: 1-10 m
Relieve: plano
Inclinación del sustrato: suave
35
Acropora cervicornis (Acerv)
7
Grado de exposición al oleaje: medio
Sustrato: matriz calcárea, sedimentos
Intervalo batimétrico: 6-15 m
Relieve: plano a ondulado
Inclinación del sustrato: suave a media
36
Octocorales-Corales mixtos (Oct-Cmix)
9
Grado de exposición al oleaje: medio
Sustrato: matriz calcárea
Intervalo batimétrico: 8-20 m
Relieve: plano
Inclinación del sustrato: suave
Octocorales-Esponjas (Oct-Esp)
10
Grado de exposición al oleaje: medio
Sustrato: sedimentos, escombros
Intervalo batimétrico: 5-15 m
Relieve: plano
Inclinación del sustrato: suave
Providencia 4,1
Isla Fuerte 4,1
Parque Tayrona 0,8
37
Porites porites (Ppor)
11
Grado de exposición al oleaje: bajo
Sustrato: matriz calcárea
Intervalo batimétrico: 1-8 m
Relieve: plano a ondulado
Inclinación del sustrato: suave
38
Montastraea spp (Mon)
13
Grado de exposición al oleaje: bajo
Sustrato: matriz calcárea
Intervalo batimétrico: 3-25 m
Relieve: plano a ondulado
Inclinación del sustrato: suave
39
Millepora alcicornis-Fanerógamas (Malc-F)
15
Grado de exposición al oleaje: bajo
Sustrato: escombros-arena
Intervalo batimétrico: 0-2 m
Relieve: plano
Inclinación del sustrato: suave
Es esta una de las unidades más peculiares entre las formaciones coralinas del
Caribe colombiano, por cuanto su presencia ha sido registrada solamente en las
áreas coralinas de Bahía Portete en la Guajira. Se caracteriza por estar compues-
ta en su gran mayoría por colonias ramificadas de Millepora alcicornis que se
desarrollan sobre escombros y sedimentos en medio de praderas de Thalassia tes-
tudinum.
Compuesta por varias especies del género Agaricia (A. tenuifolia, A. agaricites,
A. grahamae, A. lamarcki, entre otras) y algunas especies masivas como
Montastraea franksi, M. cavernosa y Mycetophyllia spp, es una unidad típica de
vertientes muy inclinadas que incluyen los taludes externos de los complejos oceá-
nicos. El grado de iluminación solar en este ambiente es reducido, debido a que
la fuerte pendiente del fondo limita la incidencia de la luz y a que ésta ha perdi-
do parte de su espectro a causa de la profundidad. Por ello, las colonias de
muchas especies, cuya forma de crecimiento típica es hemisférica, crecen aquí en
forma de platos o pagodas. También se encuentran otros organismos característi-
cos como las esponjas y en especial los antipatarios (corales negros), que le dan
un aspecto peculiar a la unidad al “emerger” de las paredes a manera de látigos.
Entre las algas son frecuentes Halimeda spp, Dictyota spp y Lobophora variegata.
Providencia 20,5
San Andrés 6,0
Courtown 5,3
40
Praderas de fanerógamas (Pradf)
17
Grado de exposición al oleaje: bajo
Sustrato: sedimentos
Intervalo batimétrico: 0-8 m
Relieve: plano
Inclinación del sustrato: suave
Serrana 23,3
Isla Fuerte 3,6
Urabá chocoano 0,1
41
Sedimentos bioturbados-Algas calcáreas (Sbiot)
19
Grado de exposición al oleaje: bajo
Sustrato: sedimentos, escombros
Intervalo batimétrico: 4-20 m
Relieve: plano a ondulado
Inclinación del sustrato: suave
Son fondos cubiertos por arenas o limos calcáreos en ambientes de baja turbulen-
cia. La acción bioturbadora en el sedimento por gusanos poliquetos, gastrópodos,
crustáceos y peces se evidencia en la formación de hondonadas y montículos
cónicos. Ocasionalmente, estos fondos están cubiertos por algunas algas psamofí-
ticas que crecen dispersas en las zonas menos bioturbadas (Penicillus spp,
Rhipocephalus phoenix, Halimeda incrassata, Udotea spp y Avrainvillea spp). En
este ambiente se observan ocasionalmente agregaciones de anguilas de jardín
(Heteroconger sp).
Quitasueño 127,9
Bahía Portete 115,4
Providencia 55,3
Han sido agrupados en esta unidad numerosos hábitats cuyo componente princi-
pal en la actualidad lo constituyen las algas y que se presume en un pasado fue-
ron ambientes con activo crecimiento coralino. Los escombros corresponden prin-
cipalmente a Acropora palmata, A. cervicornis, Porites porites y Agaricia tenuifo-
lia, los cuales se encuentran cubiertos por una gran variedad de algas que varían
en su composición dependiendo del área y la profundidad. Se destacan Dictyota
spp, Lobophora variegata, Halimeda spp y las especies constituyentes de los cés-
pedes algales. Es un componente importante del paisaje de muchos arrecifes en
todo el Caribe colombiano, especialmente en lugares en donde la cobertura de
corales acropóridos fue importante en el pasado.
En el Pacífico se ha hecho particularmente evidente esta unidad en los arrecifes
de Utría y Gorgona, en zonas en donde a partir de los fenómenos de blanquea-
miento, las algas coralináceas y frondosas han colonizado el sustrato duro que
constituyen los corales muertos de especies como Pocillopora spp.
ÁREAS EN DONDE SE ENCUENTRA MEJOR REPRESENTADA (km2)
42
Pocillopora capitata (Pcap)
21
Grado de exposición al oleaje: medio-alto
Sustrato: roca
Intervalo batimétrico: 5-12 m
Relieve: ondulado
Inclinación del sustrato: suave a fuerte
Isla Malpelo NE
Esta es la unidad coralina que ocupa las franjas más profundas de las for-
maciones coralinas del Pacífico colombiano, caracterizada por la presen-
cia de colonias masivas, relativamente dispersas, de Gardineroseris pla-
nulata, que en ocasiones ocupa hasta el 50% del sustrato duro disponible.
En la parte superior de esta unidad pueden estar entremezcladas algunas
colonias grandes de Porites lobata y Pavona gigantea.
Isla Malpelo NE
43
Pocillopora damicornis-Psammocora stellata (Pdam-Pste)
23
Grado de exposición al oleaje: bajo
Sustrato: sedimentos, escombros
Intervalo batimétrico: 1-5 m
Relieve: plano
Inclinación del sustrato: suave
Constituye una zona característica de la parte trasera y más somera del plano
arrecifal en las formaciones coralinas franjeantes de la Isla Gorgona, en donde
sobre los fondos generalmente arenosos se desarrollan colonias poco o mal
cementadas de Pocillopora damicornis y de Psammocora stellata. La cobertura
coralina es mayor en las depresiones o concavidades del plano arrecifal, dado
que allí tienen menos probabilidades de quedar expuestas al aire y a los rayos
directos del sol durante las mareas bajas extremas. Esta unidad está bien repre-
sentada en los arrecifes de la Isla Gorgona y de la Ensenada de Utría. En Punta
Tebada, esta unidad forma un tapete relativamente homogéneo entre 3 y 5 m de
profundidad en el costado protegido del oleaje.
Comparte la presencia de P. damicornis con la unidad Pocillopora spp (Poc); la
transición entre ambas unidades es generalmente muy sutil.
Isla Gorgona NE
Ensenada de Utría NE
Punta Tebada NE
Constituye la parte somera frontal del arrecife, formando en ocasiones una cresta.
La cobertura coralina es alta, dominada por Pocillopora damicornis y en menor
grado por P. robusta, P. eydouxi y P. capitata, formando un paisaje muy homogé-
neo con pocos contrastes.
Comparte la presencia de P. damicornis con las unidades Pocillopora damicornis-
Psammocora stellata (Pdam-Pste) y Pavona spp-Porites spp (Pav-Por), y la tran-
sición entre esta unidad, hacia la parte trasera y frontal del arrecife respectiva-
mente, es generalmente muy sutil.
Isla Gorgona NE
Ensenada de Utría NE
44
Pavona spp-Porites spp (Pav-Por)
25
Grado de exposición al oleaje: bajo
Sustrato: matriz calcárea,
escombros
Intervalo batimétrico: 6-25 m
Relieve: ondulado
Inclinación del sustrato: suave a fuerte
Isla Gorgona NE
Isla Malpelo NE
Ensenada de Utría NE
45
III ÁREAS CORALINAS
DEL CARIBE
Panorámica aérea del sector
central del archipiélago de
las Islas del Rosario (islotes
Pajarales y Pavitos)
III ÁREAS CORALINAS
DEL CARIBE
L
as áreas coralinas en el Caribe lizan faenas de pesca en esas áreas en busca
colombiano se distribuyen, de una de langostas, caracol y peces. Los atolones de
parte, en grupos discretos a lo Cayos Albuquerque y Cayos Courtown o
largo de la costa y sobre la plata- Bolívar son también visitados por turistas
forma continental y, por otro, como una desde la cercana San Andrés.
serie de atolones, bancos y complejos arreci- La historia geológica de las islas, atolones y
fales oceánicos que constituyen el archipiéla- bancos del archipiélago se remonta hasta
go de San Andrés y Providencia, a unos 700 finales del período Cretácico, hace unos 80
km de la costa continental de Colombia y a millones de años, y está aparentemente rela-
menos de 2 0 0 k m de las cost as de cionada con el origen y la formación de la
Centroamérica (Fig. 12). Elevación de Nicaragua y del Mar Caribe
En total, las áreas coralinas del Caribe (Geister, 1992). El esquema tectónico regio-
colombiano ocupan una extensión de 2.860 nal del fondo marino se caracteriza por
km2 , de los cuales el 76,5% corresponde a las zonas de fractura, siendo la más conspícua la
siete áreas oceánicas del archipiélago de San fractura de San Andrés. Todas las islas, ato-
Andrés y Providencia. Se trata, en este caso, lones y bancos coralinos del archipiélago se
de una serie de estructuras alineadas en originaron aparentemente a partir de volca-
dirección NNE a lo largo del flanco sur de nes dispuestos a lo largo de fracturas tectóni-
la Elevación de Nicaragua. A pesar de su cer- cas de la corteza submarina, orientadas pre-
canía a Centroamérica, el archipiélago perte- dominantemente hacia el NNE y el SW. Es
nece a la República de Colombia desde 1822. interesante anotar que el atolón de Cayos
Ún ica mente l as isl as Sa n A nd rés y Albuquerque, las islas de San Andrés y
Providencia (inclu ida su vecina Santa Providencia y el Banco Quitasueño se
Catalina) están permanente habitadas. San encuentran alineados en dirección NNE, lo
Andrés es la capital del departamento “oceá- que sugiere la posible presencia de una zona
nico de Colombia”, siendo a la vez centro de fractura submarina debajo de estas estruc- Figura 12
Aguas jurisdiccionales de
administrativo y comercial, con una pobla- turas (Geister, 1992; Geister y Díaz, 1997). Colombia en el Caribe
49
Tabla 3
Estabilización del nivel del mar actual. Parte de los complejos arrecifales de la costa y la plataforma
continental quedan emergidos (p.ej. islas de San Bernardo, del Rosario, Isla Fuerte y Tortuguilla)
0,005 - 0,003 Transgresión Flandriana Elevación del nivel del mar hasta + 4 m
Acreción arrecifal en todas las áreas coralinas de Colombia que antes estaban emergidas
0,1 Y Glaciación Würm (Wisconsin) Descenso del nivel del mar hasta - 100 m. Erosión de estructuras arrecifales emergidas (procesos
kársticos)
pleistoceno 1,8
0,15 Y Sangamoniano (interglacial) Elevación del nivel del mar hasta aprox. + 25 m. Acreción coralina. Posible formación de bancos
CENOZÓICO
0,9 - 0,25 Y Glaciaciones de Riss, Variaciones en el nivel del mar y alternación de períodos cálidos (interglaciales) y templados
Mindel y Günz, interglaciales (glaciaciones)
Formación de arrecifes en la zona central de la costa continental del Caribe (p.ej. Formación La Popa)
Formación de atolones oceánicos por subsidencia de las islas volcánicas del archipiélago de San Andrés y Providencia
Se originan islas volcánicas en el archipiélago oceánico y en torno a ellas se desarrollan arrecifes coralinos franjeantes
eoceno 55 Formación de arcos de islas en Centroamerica y las Antillas. Origen del Mar Caribe
Posterior a la elevación desde el fondo del archipiélago. Así, por ejemplo, el margen
marino y elevación sobre el nivel del mar de externo de casi todas las áreas posee conspi-
los distintos volcanes, la subsidencia o hun- cuos rasgos geomorfológicos comunes, que
dimiento gradual de sus basamentos permi- pueden interpretarse en relación con los
tió con el tiempo el cubrimiento simultáneo cambios del nivel del mar. Dicho margen,
de éstos con carbonatos biogénicos forma- demarcado por una terraza prearrecifal que
dos a poca profundidad (sedimentos y suele terminar súbitamente a una profundi-
estructuras calcáreas originadas a partir de dad aproximada de 20 m, para dar paso a un
corales, algas, moluscos, etc.) durante el pronunciado talud, corresponde a un trunca-
Terciario y Cuaternario, lo cual condujo miento del antiguo margen del arrecife debi-
finalmente a la formación de los bancos do a la erosión producida por el oleaje
coralinos y atolones actuales. Las islas emer- durante un nivel marino más bajo que el
gieron por posterior tecton ismo (San actual, el Sangamoniano, ocurrido antes del
Andrés) o vulcanismo (Providencia). Huellas último período interglacial hace aproxima-
de las oscilaciones del nivel del mar ocurri- damente 80.000-125.000 años (Geister, 1975;
das durante el Cuaternario, son observables 1992; Díaz et al., 1996b; Geister y Díaz,
tanto en las islas mayores como en las por- 1997). Muescas labradas sobre las paredes
ciones sumergidas de todas las área coralinas verticales del talud a distintas profundidades
50
(25 y 40 m) corresponden también a marcas
dejadas por antiguos niveles marinos (Fig.
13). Los arrecifes actuales se formaron sobre
el relieve preexistente que se generó con la
erosión subaérea de las estructuras durante
la última glaciación, hace unos 20.000 años,
cuando el nivel del mar estuvo 100 m por
debajo del actual (Tabla 3).
La morfología y estructura ecológica de las
formaciones coralinas de todas las áreas del
Figura 13
archipiélago han sido moldeadas y están Perfil esquemático (w-e) a través de la isla y el complejo arrecifal de San Andrés
51
Figura 15
Dirección predominante de las
corrientes superficiales en el Caribe
ga su mayor energía, como es el caso de los linas de la costa continental del Caribe
arrecifes de barrera del costado de barloven- colombiano se hallan dispersas a todo lo
to de las áreas coralinas del archipiélago largo de la costa y de la plataforma continen-
(coral de fuego, algas pétreas, zonatídeos), tal, desde el golfo de Urabá, muy cerca de la
son diferentes a los que conforman las cres- frontera con Panamá, hasta la región septen-
tas en las zonas de aguas calmas en las lagu- trional de la península de La Guajira. Pese a
nas arrecifales (Montastraea spp o Acropora que las aguas marinas costeras reciben en
spp) y a los que se establecen en la parte pro- mayor o menor grado la influencia de las
funda de las terrazas y de los taludes (formas descargas de aguas dulces con sedimentos en
hemisféricas o laminares de diversas espe- suspensión, lo que implica una serie de limi-
cies de corales masivos). Aunque menos tantes para el asentamiento y desarrollo de la
conspicuas las diferencias, las asociaciones comunidad coralina, en algunos sectores
de otros grupos de organismos muestran particulares se ha posibilitado el desarrollo
una composición característica en las distin- de verdaderas estructuras arrecifales, y la
tas zonas de oleaje, como fue documentado diversidad de corales y de otros organismos
recientemente para los octocorales gorgoná- que habitan en ellas puede ser equiparable o
ceos (Sánchez et al., 1998). incluso superar a la de las áreas oceánicas.
Las óptimas condiciones ambientales han En otros sectores, donde la disponibilidad
permitido durante millones de años el desa- de sustrato adecuado es limitada y/o las con-
rrollo de grandes estructuras arrecifales en el diciones de salinidad, transparencia, sedi-
archipiélago. En la construcción y consolida- mentación y temperatura resultan menos
ción de los andamiajes calcáreos que confor- óptimas, las formaciones coralinas son poco
man las áreas coralinas de esta región parti- desarrolladas, su estructura es más simple y
cipan en la actualidad más de 50 especies de la diversidad de organismos que conforman
corales pétreos, unas 40 de octocorales, la comunidad es menor. Finalmente, en los
diversas algas calcáreas y más de 100 espe- sectores marcadamente influenciados por las
cies de esponjas. descargas de aguas continentales a través de
Con historias geológicas distintas y más los ríos más caudalosos (Magdalena, Atrato,
recientes, y por lo tanto con un menor desa- Sinú) y por el afloramiento casi permanente
rrollo del andamiaje arrecifal, las áreas cora- de aguas profundas frias (frente a la penín-
52
sula de La Guajira), las formaciones corali- fondo de la plataforma continental, a cierta
nas están practicamente ausentes. distancia de la costa, que se originaron
El carácter estacional del clima de la como resultado del plegamiento de las capas
región es impuesto por la migración a lo de sedimentos de la platforma debido a la
largo del año de la zona de convergencia presión a que son sometidas por el desplaza-
intertropical (ZCIT ), que determina la miento transversal y subducción de la placa
intensidad y persistencia de los vientos ali- tectónica del Caribe bajo el bloque conti-
sios del NE. Cuando la ZCIT se encuentra nental de Suramérica. En ese proceso, cono-
al sur de la región (diciembre a mayo), los cido como diapirísmo de lodo, las arcillas de
vientos del NE ejercen su mayor influencia las capas profundas de la plataforma son
y marcan el periodo de sequía. Cuando la empujadas hacia arriba por entre las capas
ZCIT se desplaza hacia el norte sobre la superficiales y son expulsadas a través de
región (julio a noviembre), sobreviene la “volcanes” de lodo, de los cuales existen
época de lluvias, con predominancia de cal- varios a lo largo de este sector costero
mas en la mitad septentrional y vientos del (Vernette, 1985, 1989a, b). Las formaciones
sur en la mitad meridional de la región. El coralinas se establecieron desde finales del
régimen de los vientos determina a su vez Terciario sobre algunos de los domos y alto-
la dirección e intensidad del oleaje, lo que relieves diapíricos de este sector, especial-
se traduce en que el oleaje sea más intenso y mente sobre aquellos que se elevaron más
provenga más frecuentemente del norte cerca de la superficie del mar posibilitando
cuanto más septentrional sea la localización el asentamiento de los organismos hermatí-
del área. La corriente predominante en esta picos. Con las oscilaciones del nivel del mar
región se dirige paralela a la costa en senti- ocurridas durante el Pleistoceno, algunas de
do SW - NE, y hace parte del giro Panamá las estructuras arrecifales quedaron emergi-
- Colombia de la corriente del Caribe (ver das temporalmente, otras permanentemente
Fig. 15). En la primera parte del año, los y otras no lograron crecer verticalmente lo
fuertes Alisios del NE logran frenar el efec- suficientemente rápido como para compen-
to de dicha corriente, al menos superficial- sar el ascenso del nivel del mar, “ahogándo-
mente, y limitan su desplazamiento y alcan- se” al quedar sumergidas a profundidades
ce hacia el NE. en donde la biota hermatípica no logró
La mayor concentración de áreas coralinas sobrevivir (ver Tabla 3). Tal es el caso del
en la costa y plataforma continental del bajo Nokomis, situado a más de 80 m de
Caribe colombiano se encuentra en el sector profundidad, cuyos fondos están tapizados
central, sobre una serie de altorrelieves del de restos coralinos fósiles (Vernette, 1985,
Figura 16
Esquema general de zonación de los
arrecifes coralinos oceánicos en el Mar
Caribe de acuerdo con los niveles de
energía del oleaje (Modificado de
Geister, 1977)
53
1989a , b). L os a rch ipiéla gos de Sa n
Bernardo y del Rosario, las islas Tortuguilla
y Fuerte y los bajos de Salmedina, Tortugas
y Bushnell, entre otros, son parte de las
estructuras de origen diapírico sobre las que
se desarrollan actualmente formaciones
coralinas.
Aquellas áreas coralinas que permanecie-
ron emergidas por algún tiempo durante las
glaciaciones pleistocénicas, quedaron así
expuestas a la acción erosiva del clima y la
escorrentía. Dentro del sustrato calcáreo se
formaron acuíferos y cursos de agua subte-
rraneos que dieron origen a una característi-
ca topografía kárstica. Las numerosas hon-
donadas que se observan actualmente en
muchas de las áreas coralinas de esta región,
algunas incluso formando lagunas en el
Figura 17
interior de las porciones que aún permane-
Vista aérea del Islote (centro) y de la isla Tintipán (arriba), archipiélago de San Bernardo. Las “pozas” o depresiones kársticas se
distinguen desde el aire por su coloración azul intenso
cen emergidas (islas de San Bernardo y del
Rosario, Fig. 17), son resultado del colapsa-
miento de los techos de un antiguo sistema
de cavernas y túneles subterraneos (López-
Victoria, 1999; López-Victoria y Díaz,
2000). La figura 18 ilustra en forma esque-
mática la secuencia histórica del posible
desarrollo de las formaciones coralinas en
esta región.
Otros sectores del Caribe en los que se
han desarrollado formaciones coralinas de
cierta relevancia y magnitud se encuentran a
lo largo de porciones de costa en las que se
alternan ensenadas o bahías con cabos de
acantilados rocosos. Tal es el caso de las
áreas del Urabá chocoano, cerca de la fron-
tera con Panamá, y de Santa Marta y Parque
Nacional Natural Tayrona, donde tapetes y
arrecifes coralinos franjeantes, fondos roco-
sos, praderas de pastos marinos y llanuras
de arena conforman mosaicos con caracte-
rísticas muy especiales que alojan en conjun-
to una inusitada diversidad de organismos.
En el extremo septentrional de Colombia
y de Suramérica, en las costas de la penínsu-
la de La Guajira, se encuentran algunas for-
maciones coralinas que, aunque de poca
extensión y sin alcanzar una gran compleji-
dad estructural, dadas las condiciones parti-
culares en que se desarrollan (aguas frias,
generalmente turbulentas, turbias, con alto
contenido de nutrientes), exhiben una serie
de atributos particulares en cuanto a su
Figura 18 composición y estructura que las hacen úni-
Secuencia esquemática hipotética del origen, formación y desarrollo de las estructuras coralinas sobre domos o altorelieves diapíricos
en la plataforma continental del Caribe colombiano. (Modificado de López-Victoria, 1999) cas entre las áreas coralinas de Colombia.
54
ÁREAS OCEÁNICAS
Parche coralino en la laguna
arrecifal del Banco Serrana
1 Cayos Albuquerque
E
l atolón de Cayos Albuquerque dancia de organismos sésiles aumenta pau-
(Cayos del SW) está situado a latinamente sobre la terraza prearrecifal
u nos 37 k m a l SW de San (Fig. 21). Particularmente conspicuos son
Andrés y a 190 km al E de la los jardines de gorgonáceos (de los géneros
costa de Nicaragua. Es el único de los ato- Pseudopterogorgia, Pterogorgia, Eunicea y
lones del archipiélago de forma aproxima- Pl e xa u r ell a) y a l g a s (Sa r ga ssu m sp p,
damente circular. Incluyendo la terraza pre- Stypopodium zonale, Halimeda opuntia), así
arrecifal hasta la isóbata de 50 m, su diáme- como algunos corales masivos (Diploria spp,
tro en sentido E-W es de 10,4 km y de 7,8 Porites porites, Siderastrea siderea, Montastraea
km en sentido N-S (Fig. 20). spp, Colpophyllia natans y otros). El relieve se
La primera descripción de las estructuras hace igualmente más rugoso, y aparecen en
arrecifales de este atolón fue publicada por mayor proporción zonas cubiertas exclusi-
Milliman (1969); la información que aquí se vamente por sedimentos gruesos y escom-
presenta se basa en ese y en los recientes bros coralinos. Hacia el borde externo de la
trabajos de Díaz et al. (1996a,b; 1997), terraza se presenta una comunidad muy
Díaz-Pulido y Díaz (1997), Geister y Díaz diversa, dominada por corales, esponjas y
(1997) y Sánchez et al. (1997). algas (Oct-Cmix, Fig. 22).
El margen de barlovento (lados N, E y El arrecife periférico de barlovento se
SE) está caracterizado por una terraza sua- extiende en los flancos N, E y SE por casi 6
vemente inclinada que súbitamente cambia km (Fig. 23); su cresta, formada por una Figura 19
su ángulo y da lugar a un cantil o talud exuberante asociación de t ipo A lg pe- Ambiente característico del fondo de
abrasión en la zona somera (-5 m) de
exterior muy pronunciado. El borde del Mcom-Z, es casi emergente en mareas bajas la terraza prearrecifal de barlovento.
Sobre el pavimento calcáreo se
talud se encuentra a 24-30 m de profundi- extremas. Un sistema de espolones y canales observan colonias dispersas de
Millepora complanata, Porites
dad. Un escalón casi horizontal, de 8-35 m se desarrolla preferencialmente en el sector astreoides y algunos octocorales
57
Figura 20
60
Figura 24
Vista aérea de los Cayos Albuquerque
(South Cay a la izquierda y North Cay
a la derecha) sobre la terraza lagunar
del atolón
Figura 25
Vista aérea (hacia el SE) del atolón de Cayos de Albuquerque; nótese en primer
plano la amplia terraza prearrecifal de sotavento y en el centro la cuenca lagunar
con sus dos tonalidades de azul que evidencian los dos niveles batimétricos de la
laguna
61
2 Cayos Courtown
E
ste pequeño atolón, conocido La mitad sur de la estructura del atolón
originalmente como Courtown está orientada en sentido SE-NW, mientras
Cays y actualmente como Cayo que la mitad norte lo está en dirección
Bolívar o Cayos del E.S.E, está NNW-SSE (Fig. 27). Ambas son direccio-
localizado a unos 25 km al SE de San nes tectónicas características de esta región
Andrés. Tiene forma de riñón, con una lon- del Caribe, por lo que estos rasgos pueden
gitud máxima (en dirección SE-NW ) de estar indicando la presencia de una impor-
11,7 km y un ancho de 5,1 km, hasta la isó- tante intersección de dos zonas de fractura
bata de 45 m (Fig. 28). con tendencias direccionales diferentes que
La primera descripción semi-detallada del subyacen el cono volcánico sumergido del
complejo arrecifal de Courtown Cays fue atolón. El arrecife periférico no circunscri-
publicada por Milliman (1969). Estudios be al atolón completamente. La laguna es
realizados más recientemente (Díaz et al., más bien abierta hacia el W y SW, ya que no
1996a,b, 1997; Díaz-Pulido y Díaz, 1997; está delimitada a sotavento por accidentes
Geister y Díaz, 1997 y Sánchez et al., 1998) topográficos conspicuos, excepto por seg-
han permitido conocer mejor y comple- mentos muy aislados del arrecife periférico.
Figura 27
mentar la información general preexistente Pese a que en este atolón existen actual-
Panorámica aérea (hacía el S) del sobre este atolón. En dichos trabajos se mente dos cayos vegetados (East Cay y
atolón de Cayos Courtown. Se observa
la rompiente del arrecife periférico, la basa la información presentada a continua- West Cay o Cayo Bol ívar propiamente
amplia terraza lagunar y el extremo
norte de la cuenca lagunar ción. dicho), un pequeño promontorio arenoso
emergido y otro formado por acumulación
de escombros coralinos, el tamaño, forma y
número de cayos ha variado considerable-
mente en las últimas décadas.
El margen externo del atolón se caracteri-
za por un pronunciado talud. Hacia barlo-
vento, éste se precipita con un ángulo de
inclinación de 40-50 o, mientras que hacia
sotavento lo hace en forma subvertical a
vertical. La plataforma en barlovento se
presenta inicialmente como una terraza
prearrecifal de hasta 1 km de ancho, que se
profundiza suavemente hasta los 20-25 m
(Fig. 29). Dicha terraza es un plano suave-
mente inclinado, cuyo sustrato calcáreo
hasta los 12-15 m de profundidad está recu-
bierto principalmente por algas costrosas,
esponjas recubrentes-excavantes y octocora-
les gorgonáceos ( Unidad Oct-Esp). Se
62
Figura 28
64
Figura 32
66
3 Complejo arrecifal de San Andrés
D
e forma alargada en sentido atolón, y está bordeada en las partes bajas
N-S, con una longitud de 12 de la isla por una amplia terraza coralina
km, una anchura máxima de pleistocénica. Durante el Pleistoceno, una
4 y un área de 26,6 km 2 , San serie de oscilaciones del nivel del mar pro-
Andrés es la isla mayor y el centro admi- dujeron sig n if icat ivas mod if icaciones
nistrativo y comercial del archipiélago. El geomor-fológicas, que se manifiestan en el
complejo arrecifal que la rodea, dispuesto truncamiento de las terrazas de abrasión y
en sent ido N NE , t iene u na long it ud de los cantiles a diferentes niveles.
aproximada de 19 km y una anchura máxi- En el lado expuesto a los vientos, al olea-
ma de 10 km (Fig. 38). je y a las corrientes predominantes, se ha
Los trabajos de Milliman y Supko (1968), desarrollado un cinturón de arrecifes que Figura 37
Secuencia que ilustra las etapas más
Geister (1973, 1975), Kokurko (1977), Díaz conforman una barrera, sobre la cual el representativas de la evolución
geológica del complejo arrecifal de
et al. (1995, 1996a), Geister y Díaz (1997) y oleaje oceánico descarga buena parte de su San Andrés desde la formación del
atolón en el Terciario (según Geister,
Zea et al. (1998), entre otros, describen y energía. La barrera separa dos ambientes 1975)
67
Figura38
69
Figura 40
71
vieron ampliamente representados en los
ambientes lagunares de San Andrés hasta
hace dos décadas, pero actualmente se
e n c u e n t r a n mu e r t o s y c o l a p s a d o s .
Exceptuando algunas colonias pequeñas y
dispersas en los arrecifes de parche en la
cuenca lagunar del norte del complejo, A.
cervicornis es actualmente una especie rara
en los arrecifes de San Andrés (Fig. 44).
A todo lo largo del lado occidental de la
isla (sotavento), la plataforma está dividida
en tres terrazas disectadas, dos de ellas
sumergidas y otra elevada 2-3 m sobre el
nivel del mar (Fig. 13). Entre cada una de
ellas hay un escalón o acantilado de 4-6 m
que presenta una muesca o excavación
intermareal en su base. La terraza sumergi-
da superior tiene una anchura variable y se
caracteriza por presentar el pavimento cal-
cáreo desnudo o recubierto de algas fila-
Figura 43
Vista aérea de la cuenca lagunar
Shoal, en la zona central de la laguna, exis- mentosas, con alg unos octocorales de
oriental de San Andrés. Se observa el ten arrecifes someros (0,5-2 m) de escaso pequeña talla, esponjas y costras de corales
pequeño cayo de Cotton Cay rodeado
por un arrecife (de color pardo) relieve, conformados casi exclusivamente escleractíneos aisladas (Unidad Oct-Esp).
formado por Porites porites y praderas
de fanerógamas (tonalidad verde); la por Porites porites (forma furcata), de color La terraza sumergida inferior se inicia a
tonalidad clara de los fondos someros
(-2 m) de la terraza lagunar (parte amarillo limón. Estos bajos se diluyen unos 8-9 m, luego de un abrupto escalón
superior izquierda) contrastan con los
del fondo de la laguna (-12 m) hacia los bordes en praderas de faneróga- vertical de 3-6 m. Una llanura arenosa es el
mas y algas. ambiente predominante en la zona superior
En la zona profunda de la laguna ubicada de esta terraza, y a partir de los 12 m de
al E de la isla, que constituye a su vez el profundidad se desarrolla un denso tapete
canal de acceso de embarcaciones al puerto coralino con alta diversidad de especies de
de San Andrés, se desarrollan algunos par- corales, esponjas, octocorales y algas.
ches pequeños de Montastraea spp, que se Particularmente conspicuas son las colonias
levantan escasamente del fondo arenoso columnares de Dendrog yra cylindricus y las
Figura 44 circundante. grandes cabezas de Diploria labyrinthiformis,
Escombros de Acropora cervicornis en
la laguna de San Andrés que Arrecifes conformados casi exclusiva- Colpophyllia natans y Montastraea spp (Unidad
evidencian la mortandad extensiva de
esta especie en años recientes mente por setos de Acropora cervicornis estu- Cmix). Las formaciones coralinas de esta
zona albergan en conjunto la fauna de cora-
les y esponjas más diversa del complejo
arrecifal, con cerca de 30 y 22 especies res-
pectivamente. Sin embargo, el desarrollo
coralino no alcanza a modificar mayormen-
te la tendencia homogénea del relieve de la
terraza. La terraza termina súbitamente a
20-22 m de profundidad con un escarpe
subvertical que desciende hasta un estrecho
escalón o truncamiento a 35-40 m cubierto
por sedimentos. A continuación, el talud se
precipita en forma casi vertical hasta pro-
fundidades de más de 500 m.
72
4 Complejo arrecifal de Providencia
L
a Isla de Providencia y su vecina nos y sobre el cual se yergue un faro, los islo-
Santa Catalina están rodeadas por tes que existen sobre la plataforma de
un extenso complejo arrecifal Providencia son todos de origen volcánico.
holocénico asentado sobre una La barrera arrecifal, con 32 km de longi-
plataforma calcárea submarina que corres- tud, es la segunda en extensión en el hemis-
ponde a un antiguo atolón de edad miocéni- ferio occidental después de la de Belice. La
ca. Los arrecifes y otros ambientes marinos barrera no circunscribe el complejo en su Figura 45
que hacen parte de este complejo arrecifal totalidad, sino que se extiende a lo largo del Imagen de satélite (Landsat) del
complejo arrecifal de Providencia; se
han sido objeto de varios estudios, entre los flanco de barlovento (SE, E, NE y N del observan los fondos de la terraza
prearrecifal, el arrecife de barrera de
que se destacan los de Prahl (1983a), Geister complejo). Morfológicamente, la barrera barlovento, la abundancia de arrecifes
de parche en la laguna y las praderas
(1983, 1992), Márquez (1987), Elhuyar puede dividirse en dos porciones característi- de fanerógamas en torno a la isla
73
Figura 46
pero particularmente en su porción central, inclinada que se extiende 1-3 km hacia mar
desde la zona donde se localiza el pequeño afuera y termina subitamente cuando alcanza
cayo basáltico Crab Cay hacia el norte y por una profundidad que oscila entre 25 y 40 m.
una distancia de unos 7 km, no existe una En su porción más somera, hasta los 10 m de
barrera arrecifal contínua, sino que ésta se profundidad, el fondo es irregular. Setos de
fragmenta en una miríada de pequeños arreci- Acropora palmata se observan comunmente en
fes que forman un intrincado laberinto que las depresiones, mientras que algunos con-
alcanza una anchura de hasta 1 km. En ausen- trafuertes y montículos aislados, que se ele-
cia de una barrera contínua, se presenta una van hasta casi la superficie, están coronados
transición gradual de la terraza prearrecifal en la parte superior por Millepora complanata.
hacia la terraza lagunar. La zona de transición Desde los 5-6 m hasta los 12-15 m de pro- Figura 48
Panorámica aérea (hacía el sur) del
está caracterizada por la presencia de innume- fundidad, la terraza prearrecifal presenta un sector SE del complejo arrecifal de
Providencia; de izquierda a derecha:
rables pináculos coralinos irregulares, que se fondo casi liso, desprovisto de sedimentos, porción discontínua del arrecife de
barrera (zona de pináculos), la amplia
elevan verticalmente 4-8 m hasta casi la con alguna cobertura de corales costrosos terraza lagunar con antiguos arrecifes
de cinta (hoy recubiertos por algas), la
superficie, formando un paisaje muy particu- (Diploria spp) y gorgonáceos (Unidad Oct- estrecha cuenca lagunar y la isla
75
Figura 49
Innumerables arrecifes de parche de diferen- sos. Las zonas más someras están coronadas
sotavento
tes dimensiones salpican el fondo de la lagu- por setos grandes de Acropora palmata, con
na y de la terraza lagunar, pero sólo algunos algunos setos dispersos de A. cervicornis
de ellos se elevan casi hasta la superficie (actualmente muertos en su mayoría) y colo-
(coronados por Acropora palmata). En el nias de Porites astreoides y P. porites f. furcata
extremo NE de la cuenca lagunar, detrás del (Fig. 53).
área de la barrera conocida como el Elbow, Uno de los rasgos morfológicos más sobre-
se encuentra una densa red de arrecifes salientes de la plataforma occidental es
anastomosados profundos (8-12 m), del tipo Channel Mouth, un valle submarino profun-
Montastraea spp. damente excavado orientado en sentido
Varios montículos arrecifales de forma NW-SE, que coincide con el canal de acceso
irregular se levantan 4-5 m desde el fondo de de los barcos hacia Catalina Harbour. El
la laguna al SE de Providencia (Fig. 51). La margen de sotavento de la plataforma insular
zona basal de estos montículos está domina- está marcado por una fuerte pendiente, que
da ampliamente por Montastraea faveolata, se inicia a partir de 12-28 m de profundidad. Figura 51
pero en las zonas superiores Porites porites y En el sector conocido como Blue Hole, al Vista aérea de la terraza lagunar y la
laguna en el sector SE de Providencia;
Dendrog yra cylindricus son las formas más norte de Channel Mouth, la pared vertical al fondo la playa de Manzanillo y
77
Figura 52
Panorámica aérea (hacía el sur) de la
ra de coral (Fig. 54), en la que predominan
Isla Providencia y de la laguna Montastraea franksi, M. cavernosa y Agaricia spp.
arrecifal. Nótese los arrecifes
franjeantes en la parte central de la La fuerte pendiente del cantil se interrumpe
fotografía
brevemente a 40-48 m de profundidad por
un escalón de sedimentos. A 50 m de pro-
fundidad aún se observan grandes colonias
Figura 53
de coral, especialmente Agaricia undata y
Setos de Acropora cervicornis Montastraea cavernosa, esponjas y abundantes
creciendo sobre el fondo arenoso de la
laguna arrecifal octocorales antipatarios.
Figura 54
Cantil subvertical en el margen occidental del complejo arrecifal de Providencia (sector
de Broken Ground)
78
5 Banco Roncador
E
l Banco Roncador, localizado a
u n o s 14 0 k m a l e s t e d e
Providencia, es un atolón alar-
gado, en forma de aguacate y
cuyo arrecife periférico describe la figura
de un anzuelo (Figs. 55 y 56). El atolón
mide unos 13 km en sentido NW-SE y 6,5
km en su porción más ancha, hasta la isó-
bata de 40 m. En el extremo norte del arre-
cife periférico, resultado de la acumulación
de escombros coralinos y sedimentos, se
encuentra el único cayo de dimensiones
considerables (Cayo Roncador), con escasa
vegetación, en el cual se erige un faro y hay
presencia militar (Fig. 57). Por ser un lugar
de anidamiento de varias especies de aves
marinas, en este cayo hubo explotación de
guano hasta comienzos del presente siglo
(Chiriví, 1988).
Aparte de una descripción muy general
del Banco Roncador realizada por Ortega
(1943), el primer trabajo que trató con
cierto detalle las características de los arre-
cifes de este banco fue el de Milliman
(1969), en el cual se basaron otras descrip-
ciones posteriores (p.ej. Prahl y Erhardt, vento, éste se extiende sin interrupción Figura 55
Imagen satelital (SPOT 1) del Banco
1985; Wells, 1988). Más recientemente, alguna en toda su longitud, unos 11 km, y Roncador. Se nota claramente la zona
de rompiente del arrecife periférico de
Díaz et al. (1996a,b), Díaz-Pulido y Díaz tramos considerables de su cresta emergen barlovento, la terraza lagunar en color
azul claro, la laguna en color azul
(1997) y Geister y Díaz (1997), han publica- sobre el nivel de la marea baja. En la mitad oscuro y el Cayo Roncador en el
extremo superior izquierdo; la escasa
do información más detallada que incluye norte del arrecife se observan grandes blo- vegetación en el cayo se representa por
el color rojo
aspectos geomorfológicos, ecológicos y flo- ques de roca arrojados sobre la cresta y
rísticos. La descripción que aquí se presen- detrás de ésta por el fuerte oleaje generado
ta se basa en dichos trabajos y está comple- durante tormentas. La difracción y refrac-
mentada con datos no publicados de la ción del oleaje oceánico en el extremo NW
expedición realizada por una parte de los del arrecife ha propiciado la acumulación
autores en 1995. de escombros coralinos y arenas en la parte
El arrecife periférico de Roncador es qui- posterior de la cresta, dando origen al Cayo
zás el mejor desarrollado de todo el archi- Roncador. Las fotografías aéreas del área
piélago (Fig. 58). En su trayecto de barlo- dejan entrever localmente el desarrollo de
79
Figura 56
81
Figura 60
83
En la mitad sur de la laguna, caracterizada por montículos arrecifales irregulares del
por aguas muy tranquilas, se desarrolla una tipo Montastraea spp. En los arrecifes de la
densa red de arrecifes anastomosados, algu- zona superior de la terraza (6-12 m de pro-
nos de ellos con crestas emergentes, que for- fundidad) la especie predominante es M.
man un intrincado laberinto. Estos arrecifes faveolata, que es reemplazada paulatinamente
son del tipo Montastraea spp en sus zonas por M. franksi y otras especies masivas hasta
inferiores hasta los 4-5 m de profundidad. que en el margen externo de la terraza (18-
Aquellos que se elevan casi hasta la superfi- 22 m de profundidad), la comunidad del
cie presentan setos de Acropora cervicornis. fondo está compuesta por una alta diversi-
Los arrecifes someros de las zonas de míni- dad de especies de corales, octocorales,
ma turbulencia están coronados por cabezas esponjas y algas.
grandes de Montastraea annularis entremezcla- A sotavento, el margen de la terraza está
das con Diploria spp, A. cervicornis y densas marcado por la presencia de un súbito cam-
poblaciones de octocorales; hacia los flancos bio de la pendiente del fondo a una profun-
de estos arrecifes, ya a 2-3 m de profundi- didad que oscila entre 15 y 22 m. Al W del
dad, se produce una rápida sucesión de Cayo Roncador y cerca del extremo sur del
especies, en la que Montastraea faveolata y atolón, la pendiente del talud es casi vertical,
Diploria labyrinthiformis son las formas más con extraplomos en algunos sectores. Sobre
conspícuas. las paredes calcáreas del cantil se observan
Los segmentos del arrecife periférico de grandes colonias en forma de tejado y roseta
sotavento que encierran la parte más sur de de diversas especies de corales, entre las que
la laguna están compuestos por mosaicos de se destacan Agaricia undata, A. lamarcki,
Montastraea spp, Diploria spp, Acropora palma- Montastraea franksi, Mycethophyllia aliciae y M.
ta y A. cervicornis; adicionalmente se obser- reesi, además de octocorales antipatarios,
van densas agregaciones de gorgonáceos esponjas, algas incrustantes y mechones col-
plexaúridos y Gorgonia ventalina. gantes de Halimeda spp. El desarrollo corali-
La terraza de sotavento es un plano suave- no en el talud es notorio hasta profundida-
mente inclinado hacia el W, que se va ensan- des de más de 50 m, pero la proporción de
chando hacia el S. No hay límite ni transi- fondo cubierta por finos sedimentos preci-
ción definidos entre la cuenca de la laguna y pitados desde la terraza prearrecifal se incre-
la terraza; al igual que en la parte norte y menta considerablemente, restringiendo la
central de la laguna, la terraza está salpicada disponibilidad de sustrato duro.
84
6 Banco Serrana
S
errana es un extenso banco de del extremo NW del arrecife periférico, está
forma triangular-ameboide, origina- formado principalmente por escombros
do a partir de un atolón anular, el coralinos sobre los que crece una vegetación
cual fue parcialmente disectado a rastrera poco densa y es sitio de anidamiento
sotavento por un nivel marino más bajo que de pájaros bobos (Sula spp) y fragatas (Fregata
el actual. El banco mide aproximadamente magnificens, Fig. 63).
15,5 km en dirección SW-NE y 33,4 km en Los tramos más largos del arrecife periféri-
sentido W-N, hasta la isóbata de 30 m. El co están orientados en sentido SW-NE y
nombre del banco hace memoria a Pedro SE-NW, pero el grado de desarrollo y la
Serrana, único sobrevieviente de un galeón anchura de la cresta es relativamente homo-
español que naufragó allí hacia 1520, quien génea en toda su extensión. Está interrumpi-
permaneció por espacio de siete años en el do en tres lugares por canales relativamente
cayo antes de ser rescatado por un navío anchos y profundos que permiten el ingreso
inglés (Parsons, 1964). a la laguna de embarcaciones de mediano
La descripción que se hace a continuación calado. Dos de estas escotaduras se localizan
de los principales rasgos geomorfológicos y en el tramo sur del arrecife (Fig. 64).
ecológicos se basa en la información publi- Pequeños cayos arenosos o de escombros
cada por M i l l iman (1969), Díaz et al. coralinos, desprovistos de vegetación, se Figura 63
(1996a,b), Díaz-Pulido y Díaz (1997) y localizan en las puntas terminales de los seg- Varias especies de aves marinas
forman colonias de anidación en los
Geister y Díaz (1997), complementada con mentos del arrecife o en sus inmediaciones. cayos del Banco Serrana, en este caso
en North Cay, algunos individuos del
datos no publicados de la expedición reali- A barlovento de la cresta parece no existir en género Sula
85
de algas coralináceas y los corales Porites
astreoides y Diploria spp. Agaricia agaricites
forma también colonias dispersas en los
flancos de los espolones. Un elemento muy
conspicuo del paisaje de esta zona, más que
en cualquiera de los otros complejos arreci-
fales del archipiélago, es la cantidad de aba-
nicos de mar (Gorgonia ventalina, Fig. 66). En
Figura 64
los relieves bajos de esta zona se observan
Panorámica aérea del extremo nororiental del Banco Serrana; de izquierda a derecha se observa: el fondo de la amplia terraza
prearrecifal, el arrecife periférico con porción contínua (arriba) y discontínua (centro) y parte de la laguna con arrecifes de parche
también setos achaparrados de Acropora pal-
mata y manchas oscuras de esponjas exca-
vantes (complejo Cliona aprica - C. langae - C.
caribbaea). La diversidad y cobertura de cora-
les y otros organismos se incrementa paula-
tinamente con la profundidad (Unidad Oct-
Cmix). A 12 m de profundidad la topografía
es uniforme, con estrechos canales arenosos
alternando con crestas calcáreas anchas y
Figura 65
Modelo tridimensional
poco elevadas, sobre las que, además de los
del Banco Serrana
(DTM) visto desde el
abanicos, crecen otras especies de gorgoná-
NE. Exageración ceos y mayor cantidad de especies masivas
vertical 10X
de coral (Agaricia agaricites, Porites porites,
Mycetophyllia ferox, Diploria strigosa y Siderastrea
siderea, entre otras). Como en ninguna otra
área arrecifal oceánica, Eusmilia fastigiata
forma en la zona entre 10 y 15 m de profun-
didad extensos parches monoes-pecíficos.
Figura 66
Algas de los géneros Dictyota, Halimeda y
Zona de espolones y
surcos (-4 m) en la
Penicillus forman localmente praderas mix-
terraza prearrecifal
del Banco Serrana,
tas. Hacia el borde de la terraza, a 20-28 m
donde los abanicos de profundidad, la comunidad coralina es
(Gorgonia ventalina)
son elementos muy diversa.
característicos
La terraza prearrecifal de sotavento, allí
ningún lugar un sistema bien desarrollado de donde no está antepuesta a ningún segmento
surcos y espolones como el que se encuentra representativo del arrecife periférico, es un
en la mayoría de los complejos arrecifales y plano fuertemente inclinado hacia el W, que
atolones del archipiélago. En contraste, la desciende uniformemente y cuyo límite exte-
parte trasera de la cresta está generalmente rior no está muy bien definido. La transición
surcada por canales de admisión. entre la terraza y el talud de sotavento es
Al igual que en los otros complejos arreci- muy ténue y se insinúa solamente con un
fales del archipiélago, la terraza prearrecifal leve cambio en la pendiente del fondo. Este
de barlovento en Serrana es un plano suave- sector está predominantemente cubierto por
mente inclinado que se extiende por 1-1,5 sedimentos con algunos corales masivos dis-
km entre el arrecife periférico y el margen persos (Montastraea franksi, Porites astreoides,
exterior de la plataforma del banco (Fig. 65). Agaricia lamarcki y Stephanocoenia intersepta) y
Las características geomorfológicas y bióti- abundantes algas (L obophora var iegata,
cas son básicamente las mismas a las descri- Halimeda opuntia, Sargassum spp, Udotea spp,
tas para los complejos arrecifales de San Penicillus spp, Fig. 68).
Andrés y Providencia (Fig. 67). La terraza lagunar de Serrana está muy
La zona superior de la terraza prearrecifal bien desarrollada en las áreas donde el arre-
de barlovento, frente al arrecife periférico, cife periférico recibe el oleaje más frontal-
está caracterizada por un fondo de topogra- mente. Sin embargo, en las áreas donde el
fía irregular, con espolones o contrafuertes oleaje difractado enfrenta al arrecife en
de mediano relieve recubiertos por costras forma oblícua, particularmente en la parte
86
Figura 67
88
7 Banco Quitasueño
L
ocalizado a 70 km al NNE de la Hacia el costado E se presentan las forma-
Isla de Providencia, el Banco ciones coralinas más someras, siendo evi-
Quitasueño es el primer complejo dente un extenso arrecife de rompiente de
coralino en extensión del archipié- 42 km de longitud, el segundo más largo
lago y de Colombia (Fig. 72). Tiene una longi- después del de Serrana (Fig. 71). Esta excep-
tud total de 64 km incluyendo la plataforma cional formación coralina exhibe el desarro-
somera que rodea el complejo coralino hasta la llo característico de los demás complejos del
isóbata de 100 m y 29 km en su porción más archipiélago a barlovento y en ella se distin-
ancha, hacia la parte central. A diferencia de guen los sistemas de surcos y espolones y la
los demás complejos del archipiélago, no cresta dominada por organismos adaptados
posee porciones emergidas. El banco tiene a ambientes de alta dinámica de oleaje.
forma alargada y se extiende en sentido Hacia la parte baja de la mitad N del arrecife
SW-NE, siguiendo la alineación que forman se encuentra un par de canales o escotaduras
conjuntamente Cayos Albuquerque, San de tamaño mediano, que permiten el paso
Andrés y Providencia. El banco tuvo su ori- de embarcaciones pequeñas. Un canal de
gen posiblemente en un atolón, el cual fue mayor tamaño se encuentra en la parte cen- Figura 71
Panorámica aérea (hacía el SW) de la
fuertemente truncado en su flanco de sotaven- tral de la mitad S del arrecife. La unidad parte central del Banco Quitasueño; se
aprecia parte de la terraza
to durante un nivel marino más bajo que el ecológica característica de esta formación es prearrecifal, el arrecife de barlovento,
la terraza lagunar y parte de la
actual en el Pleistoceno. Durante esa época, la Algpe-Mcom-Z, la cual se ve expuesta en cuenca lagunar
89
Figura 72
91
Figura 75
especies características de las unidades Mon Vista aérea de un sector discontínuo de la cresta del arrecife de barlovento del
Banco Quitasueño donde se aprecia el casco de un barco encallado; nótese a
y Cmix. La profundidad en este sector oscila la izquierda y abajo los espolones y surcos de la zona frontal del arrecife
93
ÁREAS continentales
Colonias masivas (Montastraea
cavernosa y M. faveolata) en el sector
sur del archipiélago de San Bernardo
8 Urabá chocoano
E
n la porción más meridional del
Mar Caribe, donde el istmo cen-
troamericano se encuentra con la
masa continental de Suramérica,
conocida como la región del Darién, se
encuentra el Golfo de Urabá, una identación
de la costa de aproximadamente 85 km de
longitud y 15-30 km de ancho. En el ámbito
terrestre, esta región representa el extremo
septentrional del Chocó biogeográfico, una
de las regiones de mayor biodiversidad del
planeta.
Aunque la mayor parte de la costa que rodea
el golfo está dominada por planos aluviales
con pantanos y manglares, una escarpada
serranía basáltica, la serranía del Darién, con
altitudes entre 100 y 300 m y cubierta por una
densa selva húmeda tropical, configura el pai-
saje costero de la parte noroccidental del
golfo, cerca de la frontera con la República de
Panamá. Allí, el litoral está formado por acan-
tilados rocosos que se prolongan en el mar
hasta 15-30 m de profundidad, dando paso nía del Darién y a la elevada pluviosidad del Figura 78
Panorámica aérea de la ensenada de
por lo general a fondos arenosos y lodosos de área (alrededor de 3.000 mm al año), las con- Zapsurro
suave inclinación, aunque en algunos sectores diciones del agua en la zona costera distan de
vuelven a aflorar en forma de islotes rocosos a ser óptimas para el asentamiento y crecimien-
corta distancia de la costa, como es el caso de to de corales. No obstante, a lo largo del lito-
Isla Narza y Terrón de Azúcar. La costa acan- ral del margen noroccidental del Golfo de
tilada está regularmente interrumpida por pla- Urabá, en cercanías de la frontera con
yas de bolsillo y ensenadas protegidas del olea- Panamá, se desarrollan formaciones coralinas
je, como las de Capurganá, Zapsurro y que alcanzan a formar arrecifes franjeantes y
Pinorroa (Fig. 78). El origen geológico del de parche. Estas estructuras fueron brevemen-
área está asociado con el levantamiento orogé- te descritas por Werding y Manjarrés (1978) en
nico causado por la tectónica de compresión un informe inédito. Posteriormente, Prahl y
que se ejerce entre el Arco de Panamá y el blo- Erhardt (1985) y Wells (1988) transcribieron
que de Suramérica (Coates y Obando, 1996). algunos apartes de dicho informe. En sep-
Debido a las copiosas descargas de agua tiembre de 1995, durante una expedición reali-
dulce y sedimentos por parte del Río Atrato y zada por algunos de los autores, se obtuvo la
de los numerosos arroyos que drenan la serra- mayor parte de la información aquí presentada
97
los islotes rocosos. Algunas de estas estructu-
ras se levantan varios metros sobre el sustrato
basal, generalmente arenoso. Oquedades y
pequeñas cuevas se observan a una profundi-
dad de 8 m donde las vertientes son subverti-
cales, revelando la existencia de un antiguo
nivel marino.
La unidad Algpe-Mcom-Z es característica
de sitios turbulentos, expuestos a oleaje fuerte
en una terraza calcárea somera sumergida que
bordea casi todo el litoral rocoso hasta los 8 m
y que es evidencia de antiguos arrecifes trun-
cados durante los cambios de nivel del mar.
Las condiciones abrasivas de esta zona decre-
cen gradualmente con la profundidad, dando
paso a unidades con mayor diversidad y cubri-
miento coralino. En sectores de poca inclina-
Figura 79
Ambiente característico de la zona
sobre las formaciones coralinas en esta área, ción del fondo, la transición hacia la unidad
profunda (-15 m) del arrecife que se encuentra publicada con mayor detalle Cmix es gradual, pasando por franjas irregula-
franjeante afuera de la ensenada de
Zapsurro en el trabajo de Díaz et al. (2000). Inventarios res de las unidades Apalm-Dstri o Ssid-
de algunos grupos de la biota marina de esta Mcom. De otra parte, la unidad Agar-Cmix
área, como crustáceos, han sido publicados monopoliza los lugares en donde una fuerte
por Werding (1978) y Campos y Manjarrés pendiente trunca el margen exterior de la
(1988), de peces por Acero y Garzón (1987) y terraza. Sobre fondos someros con poca tur-
de algas por Bula-Meyer y Schnetter (1988). bulencia, como en el interior de la ensenada
En términos generales, el desarrollo arreci- de Zapsurro, se desarrollan parches con enor-
fal, la diversidad y la cobertura viva de coral mes colonias de Siderastrea siderea (unidad Ssid-
sobre el fondo se incrementan en sentido Mcom, Fig. 80).
SW-NW, reflejando el mejoramiento de las En general, la cobertura de coral vivo es alta
condiciones para el asentamiento y crecimien- (42,5% con respecto al sustrato duro) en com-
to coralino en esa dirección. Aunque los tape- paración con otras áreas del Caribe colombia-
tes con costras de coral, algas calcáreas y octo- no. Mortandad coralina significativa (30% con
corales representan el hábitat somero más respecto al sustrato duro), sobrecrecimiento de
común (Fig. 79), estructuras arrecifales con los arrecifes por algas y blanqueamientos son
Figura 80
una biota arrecifal diversa se encuentran en evidentes en varios lugares (Fig. 81), particu-
Grandes colonias de Siderastrea inmediaciones de las ensenadas de Capurganá larmente en las zonas dominadas por especies
siderea en la ensenada de Zapsurro, 2
m de profundidad y Zapsurro (Figs. 82 y 83), así como rodeando de corales ramificados y foliares.
Figura 81
Invasión de macroalgas sobre colonias coralinas en el sector de Capurganá
98
Figura 82
Figura 83
C
omo el último remanente emergi- lectada por algunos autores durante una
do del “cinturón diapírico” en su expedición real izada en abril de 1999
parte más meridional y a 9 km de (López-Victoria et. al., en prensa).
Puerto Escondido (departamento Pese a su escasa superficie, la isla se
de Córdoba), se encuentra ubicada Isla encuentra rodeada por una extensa plata-
Tortuguilla. Con diez hectáreas de superficie forma somera en la que, a pesar de las con-
(Fig. 84), la isla está constituida por arrecifes diciones sub-óptimas caracterizadas por
subfósiles cubiertos por una vegetación com- alta turbidez y sedimentación, se han desa-
puesta básicamente por palmas de coco y rrollado parches y tapetes coralinos. El sec-
algunos árboles frutales y pequeños rodales tor N de esta plataforma es bastante com-
de mangle “bobo” (Conocarpus erectus). Se pacto y abrasivo, mientras que los costados
encuentra habitada por los miembros de una W y S presentan un porcentaje mayor de
familia y, eventualmente, por pescadores que cobertura de sedimentos y condiciones
Figura 84 pernoctan allí. La descripción que se hace a menos turbulentas. En el costado E, por su
Panorámica del costado NW de la isla
Tortuguilla tomada desde el faro continuación, se basa en información reco- parte, se desarrollan las formaciones más
100
Figura 85
101
10 Complejo arrecifal de Isla Fuerte, Bajo Bushnell y Bajo Burbujas
I
sla Fuerte, Bajo Bushnell y Bajo un sector menos inclinado y ligeramente
Burbujas son tres áreas coralinas plano que se eleva hasta los 18 m de pro-
localizadas aprox. a 11 km de la fundidad.
costa, sobre la parte sur-central de la La información existente hasta ahora
plataforma continental del Caribe colom- acerca de los arrecifes coralinos y ambien-
biano. Isla Fuerte es una pequeña platafor- tes asociados en Isla Fuerte, Bajo Bushnell
ma calcárea en forma de pera, que presenta y Bajo Burbujas es muy escasa y fragmenta-
una ligera inclinación en dirección N-S y ria. La primera información publ icada
una porción emergida en el sector NE, con sobre historia de la población, economía,
una elevación máxima de 12 m (Fig. 87). clima, geografía, geología, fauna y f lora
Tradicionalmente habitada por familias que terrest re f ue rea l izada por A nderson
vivían esencialmente de la pesca y agricul- (1975); sin embargo el autor se refiere sólo
tura de subsistencia (Anderson, 1975), está marginalmente a la existencia de arrecifes
siendo actualmente transformada en un coralinos y praderas de pastos marinos
lugar turístico, especialmente para buceo alrededor de la isla. Prahl y Erhardt (1985)
deportivo. Bushnell, por su parte, es un realizan por primera vez una breve descrip-
pequeño bajo en forma de meseta localiza- ción de los arrecifes y listan las especies de
do a 18 km al NW de Isla Fuerte, que se coral más comunes con base en informa-
eleva de la plataforma continental desde 70 ción suministrada por buzos.
hasta 12 m de profundidad, con una pen- Posteriormente, Sánchez y Ortiz (1992)
diente pronunciada hacia el norte y leve- registraron la presencia de algunas especies
mente inclinada hacia el sur. La parte supe- de corales negros en bajo Bushnell y Torres
rior del domo, entre 22 y 12 m de profun- (1993) hizo una descripción de la zonación
didad, presenta una terraza plana e irregu- ecológica de dicho bajo. La información
lar. El bajo debe su nombre al barco del que aquí se presenta corresponde a datos
servicio hidrográfico de Estados Unidos recolectados durante tres campañas de
Bushnell, el cual registró su existencia en muestreo en la zona, una en 1995 (Díaz et
1938. También es conocido localmente al., 1996c), la segunda en 1998 y la tercera
como Bajo de Afuera, y es visitado por en 1999 (Huertas, 2000).
buzos deportivos y pescadores artesanales En el sector occidental de Isla Fuerte
de la región. existe una terraza calcárea que se extiende
Bajo Burbujas, denominado así por los por unos 2 km hacia el W, con profundida-
buzos y pescadores de la zona debido a la des entre 5 y 7 m, denominada Bajo el
constante emisión de gas natural que pre- Bobito (Fig. 88). El bajo ocupa el 37,2%
senta en uno de sus costados, es un domo del área total que conforman la terraza y la
de origen diapírico de forma circular, ubi- isla y se caracteriza por presentar un patrón
cado a 9 km al NW de Isla Fuerte (rumbo reticulado de surcos cubiertos por algas
277°N). El bajo posee un talud pronuncia- calcáreas, octocorales y corales costrosos
do entre 60 y 20 m de profundidad, con (Costroc), siendo Diploria clivosa, D. strigosa
102
Figura 87
104
Figura 90
106
Figura 93
temporal (turistas), lo que posiblemente ha coral vivo, con respecto al sustrato duro,
incrementado la presión sobre los recursos ha disminuido aparentemente de 41 a 31%
de las áreas coralinas. en los últimos 5 años.
Por su mayor distancia de la costa, Bajo Bajo Burbujas por sus características
Bushnell no se ve afectado particularmente especiales, ha tenido siempre escasa cober-
por los aportes terrígenos. Sin embargo, tura viva de coral, pero las pocas especies
son evidentes la disminución del caracol presentes se encuentran en buen estado de
pala (Strombus gigas), la ausencia de peces de salud, presentando uno de los porcentajes
talla comercial y cada vez mayor la afluen- de mortalidad más bajos (18%) entre las
cia de pescadores y buzos. El porcentaje de áreas coralinas del Caribe colombiano.
Figura 94
Ambiente característico del fondo en la
vertiente sur del Bajo Bushnell; se
destacan grandes esponjas vasiformes
(Xestospongia muta) sobre el fondo de
cascajo calcáreo
107
11 Archipiélago de San Bernardo
L o ca l iza c i ó n Á r e a t o t a l Á r e a e m e r g i d a Á r e a o c u p a d a p o r
formaciones coralinas r e c i e n t e sT i p o s U n i d a d e s mejor
representadasPoblaciónActividades humanas
E
levándose por encima de un de pancoger, entre los cuales se destaca la
fondo sedimentario formado palma de coco y algunos árboles frutales
por un antiguo valle aluvial, (Fig. 98). La población residente se encuen-
frente a las costas del departa- tra conformada por descendientes directos
mento de Sucre, se encuentra el archipiéla- de los primeros colonos que llegaron al
go de San Bernardo. Compuesto en la archipiélago en busca de tortugas hacia
actualidad por nueve islas de origen corali- finales del siglo XVII. La principal activi-
no (Boquerón, Cabruna, Palma, Ceycén, dad económica de sus pobladores ha sido
Pa nda, Ma ngle, Múcu ra, Ma rav i l la y durante más de dos siglos la pesca, la cual
Tintipán) y un islote artificial (Fig. 95), al parecer ha sido desarrollada a niveles
construido por pescadores a base de con- tanto artesanales como semi-industriales.
chas de caracol y escombros coralinos, Hoy en día existen adicionalmente otras
constituye el sistema de bajos e islas más actividades económicas relacionadas con un
extenso sobre la plataforma continental turismo incipiente, mal organizado y que
colombiana (Figs. 96 y 97). El archipiélago promete aumentar vertiginosamente. El
Figura 95
presenta las condiciones climáticas caracte- a rch ipiél a go f ué ad her ido a l Pa rque
Panorámica aérea (hacia el N) del
sector del Islote (izquierda) y de la isla
rísticas de la zona central del Caribe colom- Nacional Natural Corales del Rosario en
Tintipán (arriba a la derecha); se
aprecian en tonalidad azul intenso las
biano, lo cual le confiere una vegetación de 1996.
“pozas” de origen kárstico, que bosque muy seco tropical dominada en su Sobre las formaciones coralinas del archi-
contrastan con los fondos someros
(-1 a -4 m) de tonalidad clara mayoría por manglares y algunos cultivos piélago se han adelantado algunos estudios
fragmentarios que corresponden a inven-
tarios de corales pétreos con descripciones
generales de algunos sectores coralinos
(Erhardt y Meinel, 1975; Prahl y Erhardt,
1985), estudios dirigidos a evaluar el posible
impacto de derrames de hidrocarburos aso-
ciados con los riesgos de operación de la
infraestructura petrolera existente en cove-
ñas y el golfo de Morrosquillo (Laverde, et
al., 1987; Ramírez y Viña, 1992; Ramírez et
al., 1994), así como descripciones generales
sobre algunas formaciones aledañas a las
islas (Patiño y Flórez, 1993). La informa-
ción que se presenta a continuación es la
síntesis de estos trabajos, complementada
en buena parte con los resultados de cam-
pañas de muestreo realizadas por varios de
los autores durante 1998 (López-Victoria,
1999; López-Victoria y Díaz, 2000).
108
Figura 96
Figura 97
Modelo tridimensional (visto hacia el
NE) del área del archipiélago de San
Bernardo, exageración vertical 10X
109
101). Se destacan los ambientes dominados
por las unidades Mon en la zona profunda,
Aten en la franja intermedia y Ppor en la
par te somera de los bajos ( Fig. 99).
También son notorias extensas zonas some-
ras dominadas por escombros de acropóri-
dos cubiertos por algas, lo que hace supo-
ner la existencia en décadas pasadas de
extensiones importantes dominadas por
esas especies.
El sector de sotavento (desde el S hasta el
E del archipielago) se caracteriza por un
desarrollo menor, limitado a un mosaico
discontinuo de parches, tapetes coralinos y
corales dispersos sobre un fondo arenoso.
No obstante, existen algunos montículos
Figura 98
Vista aérea de la Isla Ceycén; se
Las formaciones coralinas actuales se dis- coralinos monoespecíficos de Porites porites
aprecia la vegetación de mangle en la tribuyen por todo el complejo, presentando próximos a las islas Múcura, Maravilla y
isla; la tonalidad pardo rojiza de los
parches coralinos en la parte superior mayor desarrollo y cobertura en los flancos Ceycén, además de parches y tapetes corali-
derecha de la fotografía denota la
predominancia de colonias de Porites N y W, en donde se observan arrecifes fran- nos que bordean el costado S y E del com-
porites
jeantes y parches coralinos hasta los 30 m plejo. En estos sectores dominan las unida-
de profundidad. Las formaciones más des- des Mon y Cmix, esta última caracterizada
tacadas de este sector son aquellas ubicadas por su alta diversidad de especies coralinas.
al N y NW de Isla Mangle, al N de Isla La plataforma somera que rodea las islas y
Tintipán y a lo largo del costado N y W de que conforma extensos bajos está dominada
los bajos Las Nubes, Minalta y Julián (Fig. por praderas de fanerógamas (Fig. 100),
pr i ncipa l mente Thalassia testudinum y
Syringodium filiforme, alternadas con parches
coralinos y corales masivos dispersos. Es
evidente la cantidad de depresiones kársti-
cas diseminadas por todo el archipiélago,
las cuales modifican sustancialmente la
topografía del fondo y le dan al complejo
un aspecto característico desde el aire (Fig.
102). Se presume que estas formaciones se
originaron durante la última glaciación,
hace 120.000 años aproximadamente, como
resultado de la disolución de las estructuras
de carbonato de calcio existentes, que que-
daron expuestas a la acción de las aguas de
lluvia. En el interior de algunas islas se
encuentran también depresiones kársticas
que en la actualidad forman lagunas bor-
Figura 99 deadas por manglares, cuyas raíces constitu-
Paisaje submarino característico de la
llamada zona de transición; se yen el hábitat de gran diversidad de organis-
aprecian, entre otros, colonias de
Montastraea spp, Agaricia tenuifolia y mos y sirven de refugio para muchas larvas
Porites porites
de peces de arrecife (Fig. 103). Las figuras
104 y 105 muestran de forma esquemática la
distribución de las diferentes unidades eco-
lógicas en el área de San Bernardo.
En cuanto a la comunidad de corales
Figura 100
El pasto marino Thalassia testudinum
pétreos, se han registrado hasta el momento
forma densas praderas en los fondos alrededor de 50 especies según los trabajos
de arena que rodean las islas de San
Bernardo de Erhardt y Meinel (1975) y Prahl y
110
Figura 101
Mapa de unidades ecológicas de los fondos marinos del área del archipielago de San Bernardo
Figura 102
Panorámica aérea (hacia el SW) de la
Erhardt (1985). De ellas fueron registradas
Isla Ceycén y fondos aledaños. Las en 1998 tres especies de hidrocorales y 40
lagunas de agua salobre en el interior
de la isla corresponden a depresiones de escleractíneos (ver tabla 2). Se destacan
kársticas y están rodeadas por
vegetación de mangle por su frecuencia de aparición Porites astreoi-
des, P. porites y Colpophyllia natans, al igual que
las especies del género Montastraea (M. annu-
laris, M. faveolata y M. franksi) que, en con-
junto, se constituyen no sólo en el grupo
más frecuente sino también el de mayor
cobertura. Otros grupos importantes den-
tro de las formaciones coralinas son las
esponjas y octocorales, particularmente en
el Bajo Sotavento, las vertientes del costado
este y la zona del Canal Herrera, al sur del
complejo. Cabe destacar que las algas, como
competidores de los corales pétreos, alcan-
zan en el archipiélago valores de cobertura
Figura 103
Las raices sumergidas del mangle rojo,
importantes, llegando a ser casi el 100% del
Rhizophora mangle, en los canales
interiores de la Isla Tintipán están
sustrato duro en lugares en donde las
densamente colonizadas por una gran
variedad de organismos; se destacan
poblaciones de corales han desaparecido,
varias especies de ostras, gusanos como ocurre en las zonas antiguamente
sésiles, ascidias y algas
ocupadas por acropó-ridos al N y W del
con artes deletéreos como la dinamita, el complejo, a profundidades entre 4 y 10 m
calentamiento global y la descarga de aguas (Fig. 106).
continentales. Con respecto al último ten- Además de las condiciones de deterioro
sor, y a pesar de no haber sido determinada evaluadas en el área (ver capítulo 5), existen
con exactitud la influencia del río Sinú en el en el archipiélago otros tensores de inciden-
área, debe tenerse en cuenta que las descar- cia global y/o regional como lo son la
gas de sedimentos del río están presentes sobrepesca, la extracción de coral, la pesca
112
Figura 104
Perfil esquemático idealizado a lo largo de las formaciones coralinas en el sector de barlovento del complejo de las islas de San Bernardo, mostrando la zonación coralina característica (modificado de López-Victoria, 1999)
Figura 105
Perfil esquemático idealizado a lo largo de las formaciones coralinas en el sector de sotavento del complejo de las islas de San Bernardo, mostrando la zonación coralina característica (modificado de López-Victoria, 1999)
113
12 Bajo Tortugas
E
l Bajo Tortugas es un alto-relieve tientes es regular y poco pronunciada, y por
o banco de la plataforma conti- encima de los 40 m se hace más pronunciada.
nental de forma alargada, orienta- Su parte superior muestra un relieve quebra-
do e n se nt ido N N E - S S W do y heterogéneo que combina crestas y pla-
(351°N), que se extiende como una prolonga- nos, de desarrollo arrecifal reciente, con hon-
ción submarina del complejo de islas y bajos donadas y depresiones circulares heredadas
del archipiélago de las islas del Rosario hacia de los procesos kársticos que tuvieron lugar
el SSW. Aparte de la información que puede sobre las estructuras arrecifales precedentes
extraerse de las cartas de navegación y de una (Fig. 107). La parte más meridional del bajo
descripción general (Torres, 1993), no existe se bifurca, y entre ambas ramificaciones se
hasta ahora ninguna caracterización publica- abre un profundo valle que conduce directa-
da acerca de la morfología ni de las formacio- mente a los fondos profundos de la platafor-
nes coralinas de este bajo. Una parte de los ma continental (Fig. 108).
autores visitaron el área en 1998 y realizaron Dada su profundidad, en el bajo Tortugas
las observaciones en las que se basa la presen- no se encuentran asociaciones coralinas que
te descripción. correspondan a oleaje de alta energía. Las
El bajo tiene unos 14 km de largo por 3,5 zonas más someras o cimas de las crestas
km en su porción más ancha y se eleva desde entre las depresiones kársticas se hallan a
Figura 107
el fondo de la plataforma, a unos 100 m de profundidades entre 5 y 12 m, pero la moda
Perfil batimétrico de un sector del Bajo profundidad, hasta 5 m debajo de la superfi- es de 9 m en toda el área. Dichas crestas
Tortugas mostrando las características
típicas del relieve del fondo (la cie en su parte más somera. Entre los 100 y están constituidas por una estructura corali-
localización de la sección ilustrada se
muestra en la figura 108) 40 m de profundidad la pendiente de sus ver- na construida casi exclusivamente por
Agaricia tenuifolia (Aten), que ahora se encuen-
tra casi completamente muerta y cubierta por
un tapete de algas rojas calcáreas (Fig. 109).
Únicamente hacia los márgenes de estas par-
tes planas, en los bordes superiores de las
vertientes de las hondonadas kársticas, se
observa aún algo de cobertura viva de esa
especie. En las partes someras del flanco
occidental, mayormente expuesto a la
influencia oceánica, el fondo está conforma-
do por colonias masivas y costrosas de varias
especies de coral, especialmente de los géne-
ros Siderastrea, Montastraea y Diploria acompa-
ñadas por diversos octocorales ramificados
propios de ambientes turbulentos. Esta aso-
ciación se asienta sobre amplios espolones
alargados que no tienen una orientación defi-
114
Figura 108
115
Figura 111
poco más del 40%, algo superior al de las las con el suficiente detalle en un mapa a la
otras áreas cercanas. escala empleada para este trabajo. Como
Dada la heterogeneidad del relieve y la dis- alternativa, la figura 112 muestra un perfil
tribución de las unidades ecológicas en el típico con la distribución de las asociaciones
Bajo Tortugas, resulta imposible representar- coralinas.
Figura 112
Perfil esquemático idealizado de la
zonación coralina en el Bajo Tortugas
116
13 Península de Barú, Islas del Rosario y bajos aledaños
A
l suroccidente de la bahía de Bomba existieron formaciones coralinas
Cartagena, en la zona central de vivas hasta hace algún tiempo, actualmente
la costa continental del Caribe han desaparecido o se encuentran en avan-
colombiano, se extiende un área zado estado de deterioro, proceso que se ini-
caracterizada por un profuso desarrollo de ció hace tres siglos con la apertura del Canal
formaciones coralinas. De hecho, aunque las del Dique, un canal navegable que comunica
formaciones calcáreas de Barú y de las Islas el r ío M a gda lena con las ba h ías de
del Rosario datan de distintas épocas, Plio- Cartagena y Barbacoas, vertiendo aguas dul-
Pleistoceno las primeras y Holoceno las ces con una alta carga de sedimentos
segundas, buena parte de ellas resultaron (Alvarado et al., 1986).
emergidas en el Holoceno, hace unos 5.000 Actualmente, las formaciones coralinas
años, y constituyen el sustrato actual del vivas se encuentran bordeando el flanco NE
litoral (Vernette, 1985; 1989a,b). Aunque hay de la península de Barú, en torno a las Islas
evidencia de que también en el interior de la del Rosario y formando varios bancos sobre
bahía de Cartagena y en torno a Tierra altorelieves de la plataforma continental a
Figura 113
118
Figura 115
sus bordes se hacen a veces evidentes a pro- súbitamente por una vertiente con pendien-
fundidades entre 8-12 m y 21-25 m respecti- te pronunciada que generalmente exhibe un
vamente. En muchos lugares no es posible exuberante crecimiento coralino hasta más
reconocer estos niveles por estar cubiertos allá de 40 m de profundidad. Tal es el caso
por formaciones de coral recientes o acumu- de los f lancos N de las islas Tesoro y
laciones de sedimentos. Las terrazas que Pajarales (Fig. 117). También en Barú, frente
forman una especie de plataforma que rodea a Punta Gigante y Punta Barú, así como al
las islas son el resultado de la erosión y abra- NW de Isla Rosario, se observan estructuras
Figura 117
Ambiente característico del fondo en la
sión marina antigua (Fig. 116). arrecifales similares aunque de menor tama-
zona profunda (-12 m) de la terraza Las terrazas hacia barlovento se caracteri- ño. Isla Grande sin embargo, presenta una
de barlovento de las Islas del Rosario
(sector de Pajarales) zan por ser de poca amplitud y cortadas terraza extensa y densamente cubierta de
120
Figura 118
Mapa de unidades ecológicas del área de Barú y de las Islas del Rosario
Figura 119
Perfil esquemático idealizado de la
“pozas”, o depresiones de origen kárstico coral constituidos por una o unas cuantas
zonación coralina en el flanco norte que alcanzan en su zona central profundida- especies, algunos de los cuales se elevan
(barlovento) de Isla Rosario
(modificado de Cendales, 1999) des de hasta 20 m y son resultado del colap- hasta unos pocos centímetros por debajo de
samiento de los techos de antiguas cavernas la superficie. En Pajarales sin embargo, en el
formadas dentro de las antiguas estructuras sitio denominado Pavitos, se observan pen-
calcáreas por infiltración y circulación de dientes fuertes que presentan un desarrollo
aguas subterráneas en las épocas en que coralino apreciable y variedad de especies.
dichas estructuras permanecieron emergi- La composición y estructura de la comuni-
das. Las pozas son una característica rele- dad coralina en el área muestran una zona-
vante del macropaisaje del área, ya que tam- ción vertical que responde a los gradientes
bién se pueden encontrar formando parte de de profundidad y turbulencia. En las zonas
la mayoria de las islas. someras del costado de barlovento, hasta los
Sobre las terrazas se desarrollan en general 7 m de profundidad, predomina la unidad
arrecifes franjeantes o costeros, que son los compuesta por algas calcáreas, corales de
que mayor número y variedad de ambientes f ue g o y zoa nt ídeos (u n id a d A l g pe -
presentan (Fig. 118). Algunos de estos arre- Mcom-Z), con algunos corales masivos
cifes pueden desarrollarse formando barre- (Porites astreoides). Esta asociación está espar-
ras que protegen la costa de la erosión mari- cida por toda el área en zonas de rompiente,
na. Tras estas barreras, como en el canal por como en la cresta de los arrecifes franjeantes
el que circulan las embarcaciones del lado del costado de barlovento de las islas
norte de Isla Grande, el fondo está general- Tesoro, Grande y Pajarales, y generalmente
mente tapizado por praderas de pastos se desarrollan sobre escombros de Acropora
marinos. palmata. En sotavento, hasta 11 m de pro-
En sotavento las terrazas son más amplias fundiad, el paisaje se modifica y es domina-
(aprox. 1,5 km) y su margen externo puede do por restos de A. cervicornis, entre los que
alcanzar los 25 m de profundidad. Las pen- crecen colonias de Montastraea annularis prin-
dientes de las terrazas y vertientes de sota- cipalmente, siendo particularmente impor-
vento son, por lo general, menos pronuncia- tantes al sur de Isla Rosario. En barlovento
das, con desarrollo coralino menos variado se presenta también esta unidad pero forma
pero más profuso. Sobre las partes planas solamente una franja de transición. La figu-
predominan los parches y montículos de ra 119 muestra un perfil típico de la zona-
122
ción arrecifal del flanco de barlovento de las
Islas del Rosario. En zonas someras pero
con baja exposición al oleaje, la mayoría en
sotavento, se encuentran parches bastante
deteriorados de Porites porites (Unidad Ppor).
Esta especie puede estar acompañada de P.
astreoides y del alga frondosa Dictyota spp en
diferentes densidades (Fig. 120), siendo
observable hasta 10 m de profundidad alre-
dedor de algunas islas como Periquito.
En las vertientes de barlovento, entre 2 y
18 m de profundiad, predominan las forma-
ciones de Agaricia tenuifolia con abundante
material particulado proveniente de la parte
somera y producto de la erosión; en sotaven-
to, esta franja no es tan ancha ni definida y
puede estar acompañada por otras especies dad. Dependiendo de su profundidad, sus Figura 120
Parche coralino constituido casi
en diferentes densidades. En las zonas pro- partes superiores están constituidas por exclusivamente por Porites porites,
parcialmente invadido por algas
fundas de sotavento, por debajo de 15 m, diversas especies de corales masivos pero verdes
123
14 Bajos de Salmedina
L
os Bajos de Salmedina se locali- Sobre la vertiente del sector N, a 30 m de
zan aproximadamente a 6 km al profundidad, el paisaje del fondo está domi-
o cc ide nt e de l a c iu d a d de nado por colonias del género Montastraea
Cartagena. Las aguas del sector (Fig. 121) creciendo en forma de costras
alcanzan a recibir la influencia de las des- sobre un plano con pendiente mayor a 60°
cargas continentales del Río Magdalena (Unidad Cmix). En la parte somera del
durante la época de los vientos Alisios del mismo sector (5-10 m de profundidad), el
NE (diciembre-abril) y se ven afectadas casi sustrato está constituido por roca calcárea y
constantemente por los flujos de sedimentos escombros de Porites porites y Acropora cervicor-
y aguas servidas (industriales y domésticas) nis, sobre los que crecen colonias en forma
de la Bahía de Cartagena en la segunda de costras o hemisféricas y abundantes octo-
parte del año, cuando los Alisios se debili- corales y algas calcáreas ( Unidad Oct-
tan y predomina la Contracorriente del Cmix). La figura 122 muestra un perfil típi-
Darién hacia el NE. co de la zonación arrecifal del flanco N del
La información existente a la fecha sobre bajo.
el área es muy escasa y fragmentaria, limita- A pesar de que en la actualidad no posee
da a la que puede extraerse de las cartas de extensas formaciones coralinas o marcado
navegación del sector y la que puede hallarse desarrollo arrecifal, el área muestra una
en algunos folletos promocionales para cobertura promedio de coral vivo de 33,3%
buzos deportivos. La información que se sobre el sustrato duro, comparable a la de
presenta a continuación está basada en una otras áreas con mayor desarrollo arrecifal.
visita efectuada por una parte de los autores La evidencia de muerte coralina reciente
en junio de 1998. (10% en promedio) y la presencia de grandes
L os B ajos de S a l me d i n a (o B ajo cantidades de escombros de Porites porites y
Salmedina) son tres elevaciones de origen Acropora cervicornis, indican que hasta tiem-
diapírico (Vernette, 1985) sin porción emer- pos relativamente recientes en Salmedina
gida, que se elevan desde los fondos de la existieron exuberantes y diversas formacio-
plataforma continental a 60 m de profundi- nes coralinas. La sedimentación y posible-
dad hasta 5 m por debajo del nivel del mar. mente la pesca con dinamita han sido los
En el flanco N, entre 60 y 20 m de profun- factores de mayor impacto.
didad, la zona posee un talud especialmente
marcado. Entre 20 y 5 m, esa vertiente es
mucho menos pronunciada, formando una
plataforma que está surcada por una serie de
espolones ca lcá reos con or ient ación
NE-SW. Hacia el sur, los bajos se profundi-
zan suavemente formando un plano cubier-
to predominantemente por arenas bioclásti-
cas gruesas.
124
Figura 121
Figura 122
Perfil esquemático idealizado de la
zonación coralina en el flanco norte
del bajo Salmedina
125
15 Isla Arena
I
sla Arena es un pequeño islote locali- mitad del año, y se encuentra dentro del
zado a 8 km de la costa, resultado de área de influencia de la pluma de sedimen-
la acumu lación de sedimentos y tos del Río Magdalena, cuya desembocadura
escombros calcáreos sobre un peque- principal se encuentra a escasos 40 km hacia
ño promontorio sedimentario de la platafor- el NE (Andrade y Thomas, 1988; Pinzón et
ma continental en la parte externa de la al., 1998a). La información sobre las forma-
ensenada de Amansaguapos, frente a la ciones coralinas de esta área se basan en el
población de Galerazamba. La plataforma estudio de Perdomo y Pinzón (1997), resu-
continental en el sector tiene un ancho de mido y publicado por Pinzón et al. (1998a).
35 a 40 km, con pendiente muy suave y sus Las diferentes zonas o unidades ecológicas
fondos están constituidos fundamentalmen- en torno a la isla se ordenan primordialmen-
te por arenas y lodos litoclásticos, aunque en te en respuesta al esquema impuesto por los
los alrededores de la isla el sustrato base niveles de energía del oleaje (Fig. 123). Este
consiste en lodolitas, arenas finas y algunos proviene predominantemente del NNE,
restos calcáreos (Correa, 1990). Sobre la pla- descarga buena parte de su energía en el
taforma continental y en la costa adyacente, f lanco norte de la isla (barlovento), se
el diapirismo de lodo es un rasgo caracterís- refracta en los extremos oriental y occiden-
tico que ha causado la deformación de los tal de la misma y enfrenta el costado de
estratos sedimentarios de la plataforma for- sotavento con menor fuerza (Fig. 124). En la
mando ondulaciones y altorelieves del parte central del flanco de barlovento pre-
fondo, sobre uno de los cuales, particular- dominan fondos arenosos en constante
mente favorecido por las corrientes y condi- resuspensión, mientras que hacia los extre-
ciones del agua, se estableció la biota herma- mos, entre 2 y 5 m de profundidad, se desa-
típica que dio origen a Isla Arena y a las for- rrollan estructuras coralinas de escasa mag-
maciones coralinas que la rodean (Pinzón et nitud dominadas por setos erectos de
al., 1998a). El volcán de El Totumo, a unos Acropora palmata (Fig. 125) y colonias costro-
10 km al SE de Isla Arena, es una manifes- sas o hemisféricas de Diploria spp, detrás de
tación clara de la actividad diapírica en el las cuales aparece una franja irregular de
área. La isla está deshabitada pero es colonias masivas de Siderastrea siderea entre-
comúnmente utilizada por pescadores de la mezcladas con coral de fuego Millepora com-
costa adyacente para pernoctar. planata. La zona de rompiente está constitui-
Como se comprueba al comparar series de da por escombros coralinos recubiertos por
fotografías aéreas tomadas en diferentes algas calcáreas, coral de fuego y zoantídeos
años, el tamaño y forma de la isla cambian (unidad Algpe-Mcom-Z). A sotavento, en la
con el tiempo, probablemente debido a la zona central, se halla un rodal de faneróga-
dinámica del oleaje y las corrientes. Por su mas marinas que se desarrolla sobre una lla-
localización, Isla Arena está expuesta al nura de sedimentos finos, en tanto que
fuerte oleaje producido por los vientos hacia el extremo oriental crecen exuberante-
Alisios del NE, especialmente en la primera mente algunos setos de Acropora cervicornis
126
Figura 123
127
16 Banco de Las Ánimas
E
l Banco de las Ánimas es una dos por aguas frías debidas a surgencia de
asociación calcárea con desarrollo masas de agua subsuperficiales en el área del
coralino incipiente que se localiza Parque Nacional Natural Tayrona, lo que
cerca del borde de la plataforma sugiere una similitud de las condiciones ocea-
continental, entre los 25 y 30 m de profundi- nográficas entre ambas áreas (Bula-Meyer y
dad, aproximadamente a 12 km de distancia Díaz-Pulido, 1994).
al norte de la costa de la Isla Salamanca, fren- Entre los 20 y 30 m de profundidad, el
te al complejo laguno-estuarino de la Ciénaga fondo está predominantemente cubierto por
Grande de Santa Marta. La plataforma conti- rodolitos de algas calcáreas pertenecientes a
nental de este sector consiste en un lóbulo los géneros Lithothamnion y Goniolithon (Fig.
sedimentario que corresponde a un remanen- 126), sobre los cuales crecen profusamente
te de un antiguo delta del Río Magdalena for- macroalgas frondosas, esponjas, algunos
mado cuando su desembocadura principal se octocorales y colonias pequeñas y muy dis-
hallaba más al oriente de la actual (Erffa, persas del coral pétreo Porites astreoides
1973). Contrario a lo que sugiere su nombre, (Unidad Oct-Esp). Luego de los 30 m de pro-
geomorfológicamente no corresponde real- fundidad, y hasta probablemente los 35, apa-
mente a una formación arrecifal de banco, recen paulatinamente otras especies masivas
puesto que no es un altorrelieve arrecifal en y foliosas de coral, tales como Agaricia tenuifo-
la plataforma continental; las estructuras her- lia y Siderastrea siderea, acompañadas por octo-
matípicas apenas han alterado en unos pocos corales (Unidad Oct-Cmix). Es muy poco lo
centímetros la topografía del fondo de la pla- que se conoce aún acerca de la composición y
taforma. estructura de las formaciones coralinas de
A pesar de que las aguas del golfo de esta área. En la figura 127 se muestra un per-
Salamanca son turbias la mayor parte del fil típico de la zonación ecológica del área.
tiempo debido a la influencia de la pluma del
R ío Magdalena y a las descargas de la
Ciénaga Grande de Santa Marta, en el área
en donde se encuentra esta formación se pre-
senta durante una buena parte del año una
cuña de aguas oceánicas relativamente claras
y de salinidad adecuada para el asentamiento
y desarrollo de organismos hermatípicos
(Blanco et al., 1994), los cuales han coloniza-
do y consolidado el sustrato arenoso compac-
tado a manera de lajas de arenisca por debajo
de los 20 m de profundidad. La composición
de la comunidad de macroalgas asociadas al
fondo de esta área es muy semejante a la que
se encuentra en ciertos ambientes caracteriza-
128
Figura 126
Figura 127
Perfil esquemático idealizado de la
zonación ecológica en el Banco de
Las Ánimas (modificado de Blanco
et al., 1994)
129
17 Área de Santa Marta y del Parque Nacional Tayrona
L
os rasgos morfológicos y paisajís- meses de sequía (diciembre a abril), los fuer-
ticos del área de Santa Marta y tes alisios del NE generan una corriente en
del Parque Nacional Natural sentido paralelo a la costa en la parte orien-
Tayrona están determinados por tal del área y hacia mar afuera en la parte
el macizo montañoso de la Sierra Nevada de occidental, produciendo un fenómeno local
Santa Marta, cuyas estribaciones septentrio- de surgencia o afloramiento de aguas subsu-
nales se adentran hacia el mar formando una perficiales relativamente frías (20°-25°C), el
característica costa de tipo “rías”, en la que cual le imprime al área ciertas características
se alternan bahías con playas arenosas en su ecológicas especiales (Bula-Meyer, 1985;
interior y cabos rocosos con acantilados. La Ramírez, 1990). Durante el período de llu-
plataforma continental, en sentido estricto, vias, o menos seco, las aguas superficiales
es prácticamente ausente en esta área, y los tienden a ser más cálidas (27°-29°C) y trans-
fondos se precipitan rápidamente a profun- parentes debido a la ausencia de surgencia y
didades de más de 500 m a distancias relati- a la inf luencia de la contracorriente de
vamente cortas de la l ínea de costa. Panamá, que trae consigo cierta carga de
Geológicamente, el litoral está dividido en material orgánico e inorgánico proveniente
dos sectores, separados a la altura del cabo de las descargas cont inentales del rio
San Juan de Guía; al E de este sitio afloran Magdalena y de la Ciénaga Grande de Santa
las rocas cuarzo-dioríticas del batolito de Marta (Bula-Meyer, 1985; Ramírez, 1990).
Santa Marta alternadas con extensiones de En esta área se han realizado desde la
playa. Las rocas del batolito se disponen en década de 1970 numerosos estudios faunísti-
hileras paralelas a la línea de costa, forman- cos, florísticos y ecológicos, varios de ellos
do en algunos sectores un rompeolas natu- en relación con la composición ( p.ej.
ral. Al W del cabo, los acantilados están Antonius, 1972; Werding, 1976; Werding y
conformados por esquistos y filitas meta- Erhardt, 1976; Erhardt y Werding, 1975a,b;
mórficas (Doolan y McDonald, 1976). El sintetizadas por Prahl y Erhardt, 1985),
contorno de la costa en este sector está estructura (Solano, 1987; Acosta, 1992), dis-
caracterizado por una serie de ensenadas t r ibución ( Werd i ng y Sánchez, 1989;
relativamente cerradas (de W a E: Granate, Garzón-Ferreira y Cano, 1990), dinámica
Concha, Chengue, Gayraca, Nenguan-ge, temporal (Zea y Duque, 1990; Garzón-
Cinto, Guachaquita y Palmarito), cuyos cos- Ferreira y K ielman, 1993; CARICOMP,
tados occidentales están más expuestos al 1999) y biota asociada de las formaciones
viento y al oleaje, y algunos islotes rocosos coral inas ( p.ej. Botero, 1987; Acero y
(isla Aguja, El Morro, etc.) que representan Garzón, 1987; Díaz et al., 1991; Zea, 1993).
prolongaciones interrumpidas de las estri- La información que aquí se presenta es una
baciones montañosas. síntesis de algunos de los trabajos mencio-
La hidrodinámica en el área presenta cier- nados, complementada con las observacio-
tas particularidades y está determinada por nes realizadas por varios de los autores en
el régimen de los vientos alisios. Durante los 1998 y 1999.
130
Las formaciones coralinas que bordean embargo pueden alcanzar coberturas altas
buena parte de la costa rocosa del área, espe- (>80%) a profundidades mayores a los 10 m
cialmente a lo largo del litoral de acantila- en algunos sitios.
dos, se pueden organizar en dos grupos En las zonas más protegidas de las bahías
según el tipo de sustrato y el espesor del las formaciones coralinas son más complejas
andamiaje coralino. El primero corresponde y diversas en especies, con predominancia de
a bloques de roca metamórfica caidos y acu- grandes formas masivas. En algunas de las
mulados como producto de la erosión de los ba h í as, como en l as de Chen g ue y
acantilados, los cuales han sido parcialmente Nenguange donde el relieve poco escarpado
colonizados por biota hermatípica a partir de lo permite, se desarrollan arrecifes de parche
los 5-8 m de profundidad (Fig. 128). El a cierta distancia del litoral, que han logrado
segundo tipo son formaciones coralinas edi- incluso formar una cresta arrecifal constitui-
ficadas sobre un sustrato rocoso más estable, da por setos de Acropora palmata, A. cervicor-
generalmente en zonas menos expuestas a la nis, y en zonas algo más expuestas, por coral
acción del oleaje, que han alcanzado un cier- de fuego y zoantídeos, la cual actua como
to espesor y están constituidas generalmente rompeolas y brinda protección contra la ero-
por corales masivos hemisféricos de gran sión a la costa adyacente. Entre estas forma-
tamaño (Montastraea cavernosa, M. faveolata, ciones y la costa se extiende generalmente
Colpophyllia natans, entre otras). Estas forma- un ambiente típico de laguna arrecifal, con
ciones franjeantes son por lo general poco fondos someros de arena y/o limo orgánico
amplias y se profundizan relativamente rápi- cubiertos densamente con algas y faneróga-
do hasta los 25-30 m, donde se inicia un mas, estas últimas conformando rodales
plano inclinado arenoso con escombros mixtos. Dichas “lagunas arrecifales” están
coralinos. La diversidad y abundancia de en parte rematadas en el litoral por una fran-
octocorales en estas formaciones es mucho ja de mangle que aisla una laguna muy some-
mayor en las zonas expuestas al oleaje, espe- ra que contribuye significativamente con
cialmente en los cabos y en los costados aportes de agua salobre y materia orgánica al
occidentales de las bahías. Por el contrario, entorno de la bahía durante las épocas llu-
en esas zonas la cobertura de corales pétreos viosas. Este conjunto de ambientes en las
es baja y está dominada por formas con cre- zonas menos expuestas al oleaje dentro de
cimiento costroso (Fig. 129), las cuales sin las bahías configura un mosaico característi-
Figura 128
Perfil esquemático idealizado de la
zonación en las formaciones coralinas
franjeantes del área del Parque
Nacional Natural Tayrona (modificado
de Garzón-Ferreira y Cano, 1990)
131
Figura 129
Figura 130
Panorámica aérea (hacia el S) del sector interno de la bahía de Chengue; se aprecia la laguna, separada del mar por una barra arenosa vegetada por mangle
132
co de ecosistemas (Figs. 130 y 131) entre los
que se producen interesantes flujos biológi-
cos, químicos y físicos. En las figuras 132 a
137 se aprecia la distribución de las unidades
ecológicas de paisaje submarino a lo largo de
la costa, las cuales se basan en buena parte
en los mapas elaborados por Garzón-
Ferreira y Cano (1990).
En algunos sectores la cobertura promedio
de coral vivo registrada en 1998-1999
(37.3%) es mayor a la estimada recientemente
en la mayoría de las demás áreas coralinas
del Caribe colombiano. No obstante, en cier-
tos sectores fuertemente impactados por las
desca rg a s de desechos u rba nos ( E l Figura 131
Perfil esquemático idealizado de la zonación ecológica en la parte interna de la bahía de Chengue,
Rodadero, Santa Marta, Taganga y zonas ale- Parque Nacional Natural Tayrona
Figura 132
Figura 133
134
Figura 134
Figura 135
Figura 137
L
a península de La Guajira repre- rial calcáreo (restos de conchas de moluscos,
senta el extremo septentrional de equinodermos y de otros organismos) y
Colombia y del continente sura- algas costrosas. En éste se desarrolla un
mericano. Las costas de este exuberante “jardín” constituido por diver-
territorio semiárido se caracterizan por ser sos octoco-rales ramificados de los géneros
generalmente bajas, con planos arenosos y Pseudo-pterogorgia, Eunicea, Plexaura, Muricea,
salinos; la plataforma continental es amplia, Plexaurella y Pterogorgia. Muy dispersas se
con fondos predominantemente arenosos. observan colonias costrosas de los corales
Ello, de por sí, restringe a unos cuantos sec- pétreos Diploria strigosa, Porites astreoides y
tores de la parte más septentrional de la Millepora sp, además de algunas esponjas
península, donde algunas serranías y colinas vasiformes (Borrero et al., 1996). Con una
de material consolidado se extienden hacia composición similar a la de El Bajo, aunque
el mar para formar acantilados, la disponibi- a menor profundidad, existen algunos tape-
lidad de sustratos lo suficientemente firmes tes coralinos de poca extensión distribuidos
para propiciar el asentamiento y crecimiento discretamente en las inmediaciones del
de biota hermatípica. De otra parte, los Cabo de La Vela, como el que se halla
fuertes vientos del E y NE, que caracterizan rodeando la roca del Morro, localizada a
y condicionan el clima de la región, trans- unos 500 m al frente del cabo.
portan continuamente grandes cantidades Las formaciones coralinas más conocidas
de partículas del suelo arcilloso que se del área de La Guajira son las que se desa-
depositan sobre el mar y contribuyen a la rrollan en la parte interna de la bahía de
turbidez de las aguas; estos vientos generan Portete. Prahl y Erhardt (1985) hicieron una
también fuerte oleaje que mantiene los sedi- primera descripción general de estas forma-
mentos de los fondos poco profundos en ciones, la cual fue complementada poste-
continua resuspensión. La orientación de la riormente por los estudios de Díaz et al.
costa con respecto a los vientos propicia (1988), INVEMAR (1992) y Solano (1994);
además la ocurrencia de una surgencia con el área fue visitada nuevamente por algunos
aguas superficiales frias (21-25°C) y ricas en de los autores en 1999. Portete es una exten-
nutrientes. No obstante, en algunas áreas sa bahía comunicada al norte con el mar
existen formaciones coralinas que, aunque abierto por una estrecha boca. La costa está
de escaso desarrollo y reducida diversidad bordeada por una franja estrecha de mangla-
de especies, resultan peculiares y dignas de res de poco desarrollo y el fondo de la
mención. bahía, que alcanza una profundidad máxima
A unos 3 km al noroccidente de la costa de 18 m, es predominantemente lodoso.
frente a la población de Manaure, a profun- Las escasas formaciones coralinas se dis-
didades entre 9 y 12 m, se encuentra un área tribuyen en el sector suroccidental de la
conocida localmente como El Bajo. Se trata bahía formando mosaicos asociados con las
de un tapete coralino relativamente extenso, praderas de fanerógamas (Fig. 138). En estas
establecido sobre un sustrato duro de mate- formaciones se dejan reconocer dos tipos
137
Figura 138
Figura 140
Perfil esquemático idealizado de las
formaciones coralinas y unidades
ecológicas en la Bahía de Portete
139
Figura 141
Figura 142
Perfil esquemático idealizado de las
formaciones coralinas del área de
Puerto lópez
tado por fanerógamas (Thalassia testudinum) y dos en las décadas anteriores y que impacta-
algas (Halimeda spp, Caulerpa spp). El origen ron particularmente a esa especie, fueron
de estos montículos se desconoce, pero colonizadas y recubiertas por otras especies
podría tratarse probablemente de viejas de coral; A. palmata, que no fue registrada
estructuras formadas por setos de Acropora en las observaciones realizadas en el área en
palmata que, al morir por alguna de las epi- 1999, hizo parte de las especies observadas
demias o eventos de blanqueamiento ocurri- en 1968.
140
IV ÁREAS CORALINAS
DEL PACÍFICO
Paisaje submarino de Isla Malpelo
IV ÁREAS CORALINAS
DEL PACÍFICO
L
as áreas cor al in as del Pac íf ic o térm inos gener ales, est as form ac iones se
colombiano, a diferencia de aque caracter izan por una baja diversidad y una
llas que se desar rollan en el mar marcada dom inancia por parte de una o dos
Car ibe, son de tamaño y desar ro especies de coral, siendo el número máx imo
llo reduc idos. Se enc uent ran conf in ad as a de especies encont radas en la misma locali
cuat ro sectores únicamente, siendo éstos las dad de 19 y el mín imo de 7 (ver Tabla 2).
islas de Malpelo y Gorgona, la ensenada de Aunque la información aquí presentada está
Utría y Punta Tebada, los dos últ imos en la basada en los conocim ientos adquir idos por
reg ión sept ent rion al del Choc ó (Fig.143). diversos invest ig adores hast a la fecha, una
Sobre la composic ión y zon ac ión de est as rev isión más detallada tanto de las especies
formaciones, así como sobre alg unos aspec como de su taxonom ía pod ría arrojar una
tos ecológ icos se han adelant ado alg unos diversidad ligeramente mayor.
est ud ios, la mayor ía de los cuales se encuen El clima y las cond iciones oceanog ráf icas
tran recopilados en Prahl y Erhardt (1985), para el desar rollo de los arrecifes próx imos
Prahl (1986b) y Wells (1988). Otros trabajos al cont inente en el Pacíf ico colombiano dis
relacionados con el tema, como taxonom ía tan de ser opt im as (Glynn et al., 1982).
de org an ismos arrec ifales, crec im iento de Per iód icamente se presentan reducciones en
corales pét reos, biog eog raf ía y efectos del los valores de salin idad y penet ración de la
fenómeno del Niño, han sido recopilados luz, atribuibles al elevado aport e de agua
por Zapata y Vargas-Angel (en prensa). Este dulce por parte de los numerosos ríos que
capít ulo toma como base alg unos de estos desembocan en el Pacíf ico y a la alta cober
est ud ios, así como observaciones y datos sin tura de nubes propia de una de las reg iones
publicar de los autores, brindando una sín más lluv iosas del mundo, alrededor de 5.000
tesis del conocim iento act ual sobre la ecolo mm anuales, alc anzando valores de hast a
gía de las comun idades y arrecifes coralinos, 7.000 mm anual es en alg un os sect or es
hac iendo énfasis en la dist ribuc ión de las (West, 1957; Eslava, 1993). Por otra parte,
formaciones y la est ruct ura de las comun i las int ens as lluv ias dur ant e la époc a de
dades. inv ierno elevan la concent ración de part ícu
La dist ribución de los corales y las forma las suspend id as en el agua de mar, inc re
ciones coral inas en el Pacíf ico colombiano ment adas en alg unas local idades por sed i
están directamente relacionadas con la pre mentos proven ientes de aguas de escor ren
senc ia-dispon ibil id ad de sust ratos duros y tía e incluso der rumbes de tier ra, lim itando
aguas clar as, alejados de la inf luenc ia de el des ar rol lo de los cor ales. Fin alm ent e,
descargas de ríos y sistemas est uar inos con otros factores de carácter per iód ico como
bosques de manglar. De acuerdo con su ubi una intensa surgencia en el golfo de Panamá
cación geog ráf ica y sig uiendo un grad iente (Legeck is, 1988) y el efecto ocasionalmente
de prox im id ad al cont inente, est as forma muy fuerte del fenómeno del Niño, causan
ciones pueden div id irse en tres grupos: 1. est rés térm ic o, blanq ueam ient o y muert e
Arrecifes franjeantes de la costa cont inental coralina (Prahl, 1983b; Vargas-Angel, 1996).
del Chocó norte (ensenada de Utría y Punta En térm in os gen er ales, las princ ip ales
Tebada); 2. Arrecifes franjeantes de isla con especies const ructoras del andam iaje arreci
tinental (isla Gorgona); y 3. Arrecifes fran fal en las formaciones del Pac íf ico colom
jeantes de isla oceán ica (isla Malpelo). En biano pert enecen al género Poc illopora, las
143
Figura 143
Localización de las áreas coralinas en el pacífico colombiano y distribución espacial de las masas de agua marina de acuerdo al grado de turbidez o influencia oceánica vs. continental; aguas oceánicas (transparentes),
aguas oceánicas costeras (ligeramente turbias) y aguas costeras (predominantemente turbias)
cuales, acomp añ ad as de otras esp ec ies de litorales rocosos (cabos Cor rientes y Marzo)
los géneros Pavona, Por ites, Psammocora y Gar se desar rol lan alg unas colon ias aisladas de
din er oser is plan ulat a, const it uyen el paisaje coral ent remezcladas con otros invertebra
submar ino de los ambientes coral inos des dos sés iles com o bal an os, oct oc or ales y
critos en las unidades ecológ icas. En alg u esponjas, pero no llegan a const it uirse real
nos sect or es aisl ad os dond e pred om in an mente en áreas coralinas.
144
1 Isla Malpelo
M
alp elo es una peq ueñ a isl a linas. Los temporales y torment as generan
oceán ica de origen volcán ico oleajes ext remadamente fuertes que pueden
de 2,1 km de long it ud por arrancar de su base y voltear grandes colonias
1 km de ancho máximo, loca de corales masivos y romper las ramas de
lizada aprox imadamente 400 km al W de la corales ramif icados. Ello hace que las zonas
costa pacíf ica colombiana. Esta isla fue decla menos prof undas del sublitoral rocoso apa
rada Sant uar io de Fauna y Flora en 1995 y rezcan casi desnudas y que las pocas forma
actualmente se está tramitando ante la Orga ciones coralinas alrededor de la isla se desa
nizac ión Mar ít ima Intern ac ion al (OMI) la rrollen por debajo de los 5-6 m de profundi
pet ic ión par a convert ir a Isla Malp elo en dad, donde la fuerza y el efecto abrasivo del
Zon a Mar ít im a Esp ec ialm ent e Sens ib le. oleaje se hacen menos intensos.
Debido a su aislam iento, Malpelo ha sido Los cor ales herm at ípicos se enc uent ran
muy poco estudiada. Alg unos aspectos bioló princ ip alm ent e com o una delg ad a cap a,
gicos, geológ icos y oceanográf icos de la isla interd ispersos con otros invertebrados sési
se encuent ran descritos en Graham (1975), les, esp ec ialment e balanos, oct oc or ales y
Prahl (1990) y Brando et al. (1992). Las comu alg as cost rosas (Fig. 144). En la zon a de
nidades mar inas fueron descritas en mayor Pavona-Por ites (Pav-Por) los corales adopt an
detalle por Birkeland et al. (1975) y Garzón- formas de crecim iento a manera de tejados Figura 144
Ferreira y Pinzón (1999). sobre las paredes vert icales. En los pocos Detalle de la comunidad sésil asociada
al sustrato rocoso subvertical de la isla
Malpelo es la única estructura emergida de lug ares en que la pend iente es menos pro Malpelo; se destacan en color lila las
algas rojas costrosas, en color pardo
la cordillera submarina conocida como eleva nunc iad a o sob re las ter raz as, se elev an el coral Porites sp. y en color rojo
anaranjado el coral ahermatípico
ción de Malpelo, la cual est á separada del alg unas est ruct uras coralinas que alcanzan a Tubastrea coccinea
145
formar un andam io, aunque de espesor des Gpla) se hace dom inante y en ocasiones es
conocido. La formación coralina más desa la única especie de coral en esa franja, con
rrollada se localiza en una pequeña ent rante una cobert ura promed io de 53%.
del cost ado orient al de la isla y se conoce Otra formación coral ina se encuent ra en
como El Arrecife. En 1972 la cobert ura de el cost ado occ ident al de la isla, en el sit io
coral vivo en esta formación osciló ent re 42 conocido como El Mirador. Allí, ent re los 5
y 89%, mient ras que en 1999 se obt uv ieron y 10 m de prof und id ad, el sust rat o est á
valores ent re 15 y 60%. Este arrecife exh ibe dom inado por colon ias aplanadas de Poc illo
un claro pat rón de zonación, a diferencia de pora capitata y Poc illopora eydouxi. La seg unda
otros arrec ifes en el Pac íf ico colombiano. zona, ent re los 10 y 20 m de prof und idad,
Las colon ias de Poc illopora capitata de la zona está densamente cubierta (> 90%) por colo
super ior (Unidad Pcap, 9-12 m de prof und i nias en forma de teja de Por ites lobata. Por
dad) presentan una cobert ura del 80 al 94%. deb ajo de los 20 m, grand es colon ias de
A part ir de 14 m son los corales masivos la Pavona clavus y Pavona var ians son abundantes
nota predom inante; Por ites lobata y Pavona cla sobre el fondo poco inclinado que se desva
vus (Unidad Pav-Por) son las espec ies más nece en una plan icie arenosa. Otras forma
abundantes hasta 18 m, presentando cober cion es cor al in as men or es exist en en los
turas coralinas del 80 y 54% respect ivamen sit ios conocidos como El Náufrago y el bajo
te. Por debajo de esa prof und idad, y hast a de Jun ior. La fig ura 145 muest ra la dist ribu
los 27 m, Gard in er oser is plan ulat a (Unid ad ción tipica de corales en Malpelo.
Figura 145
Perfil esquemático idealizado de la
zonación ecológica submarina en un
sector de la isla Malpelo
146
2 Isla Gorgona
G
org on a es una peq ueñ a isl a Eoceno superior tard ío, Gorgona es aparen
montañosa de aproximadamen temente una porción emergida de una exten
te 9,3 km de largo y una anchu sión de la Ser ran ía del Baudó. La isla se
ra máxima de 2,6 km, localiza enc uent ra loc al iz ad a dent ro del área de
da aproximadamente 35 km fuera de la costa, inf luencia de la Zona de Convergencia Inter
cerca del margen exter ior de la plat aforma tropical (ZCIT), cuyo desplazamiento perió
cont inental. La Isla de Gorgona, el islote de Figura 146
147
Paso de Tasca, que separa las islas Gorgona y
Gorgon illa (Fig. 147). La gran cant idad de
cascajo y escombros coralinos presentes en
esas áreas, part icularmente en El Remanso y
Playa Pizarro, sug iere que puede tratarse de
restos de arrecifes que fueron dest ruidos y
colapsados durante las últ imas dos décadas,
probablemente después del intenso evento de
El Niño de 1982-1983.
Al menos cuatro áreas en Gorgona presen
tan formaciones arrecifales incipientes. En La
Gómez existen una serie de elevaciones cora
linas lineales aparentemente formadas en res
puesta a la dirección prevaleciente del oleaje.
Estas, al igual que var ios parches coralinos
en el área de La Ventana, están formadas por
una densa cobert ura de corales pocillopóri
Figura 147
Panorámica aérea (hacía el NW) del
dico produce un patrón de precipitación uni dos que se elevan hast a un met ro sobre el
sector del Paso de Tasca, que separa mod al-biest ac ion al, con una est ac ión más sust rato basal (Unidad Poc). En el área del
las islas de Gorgonilla (izquierda) y
Gorgona (derecha); de coloración húmeda entre mayo y octubre, y una precipi Paso de Tasca existe un pequeño arrec ife
oscura, se aprecian en primer plano
las crestas de sustrato rocoso tación promedio anual de 6.700 mm. Aunque localizado en el extremo norte de la Isla de
parcialmente colonizadas por corales
la temperat ura superf icial del mar alrededor Gorgonilla, conocido también como el arre
de la isla, normalmente entre 26 y 28°C, está cife de Los Far al lones; present a un crec i
dentro del rango en que ocurre un vigoroso miento vert ical de 1-2 m, una planicie arreci
crecimiento coralino y un normal desarrollo fal formada principalmente por pocillopóri
arrec ifal, la sal in id ad (ent re 28 y 32) y la dos muertos densament e cement ados por
transparencia del agua (entre < 5 y 25 m) son alg as cor al in ác eas y una crest a arrec if al
frecuentemente disminuidas por la escorren dom inada por pocillopóridos vivos (Unidad
tía local y el arribo de aguas cont inentales de Poc). La base extern a del arrec ife, sit uad a
salin idad reducida y cierta carga de sedimen más hacia el norte, es una amplia plan icie
tos en suspensión. arenosa con restos bioc lást icos y colon ias
Excepto por un arrecife, todas las forma grandes y dispersas de corales masivos, prin
ciones coralinas de Gorgona están localiza cipalmente Pavona gigantea (Unidad Pav-Por).
das en el lado oriental (sot avento). Tapetes Cabe resaltar la presencia de un sector, llama
coralinos se distribuyen de forma intermiten do La Camaronera, el cual presenta dos tipos
te a lo largo de todo el lado oriental de la isla de form ac iones: 1) una ser ie de pequeños
sobre sust ratos rocosos. Estas comun idades arrec ifes sup erf ic iales cuya plan ic ie es un
se enc uent ran en El Horno, El Rem anso, andamio compacto de Pocillopora spp (Unidad
Yund ig ua, Playa Pizar ro, La Gómez, y La Poc), desarrollado sobre el sustrato basált ico
Ventana. Adicionalmente, otras formaciones y que se profundiza rápidamente hasta el fon
coralinas se localizan en el sur, en el área del do arenoso a 4 m; y 2) varios espolones linea
Figura 148
Perfil esquemático idealizado de la
zonación coralina en el arrecife de La
Azufrada
148
les localizados más hacia afuera de la costa,
orientados paralelamente a la dirección pre
valeciente del oleaje, sobre los que se desarro
llan alg unas colon ias de pocillopóridos cuyo
crecimiento vert ical acumulado es de 2-3 m.
La Camaronera carece de alg una zonación
evidente.
En general, los arrecifes coralinos del cos Figura 149
Paisaje característico de la zona de
tado oriental son los mejor desar rollados y cresta del arrecife de La Azufrada,
constituida casi exclusivamente por
presentan un esquema de zonación que, aun Pocillopora damicornis; la fotografía
que dif us o, puede ser relat iv ament e bien fue tomada durante una pleamar
149
arrecifal se transforma ya sea en una plan icie El más pequeño de los arrecifes del costado
arenosa con restos bioclást icos o en un plano oriental es el arrecife de El Muelle, con ape
inclinado cubierto por escombros coralinos y nas unos 69 m de largo y una extensión de
sedimentos finos, sobre los cuales se desarro 0,16 ha. Aunque en 1979 se reg ist raron 10
llan parches poco densos de Psammocora stella especies de corales en este arrecife, incluyen
ta y colonias aisladas de Pavona var ians. do especies de los géneros Psammocora, Por ites
y Pavona, act ualmente son evidentes unica
ment e los poc il lop ór idos, princ ip alment e
Pocillopora damicornis (Unidad Poc). Este arre
cife puede tener un grosor acumulado de has
ta 6 m.
El arrecife de La Azufrada es el más grande
del área y el mejor estudiado. Tiene alrededor
de 1.000 m de largo por 98-244 m de ancho y
ocupa una extensión aproximada de 14,4 ha.
Aunque está dominado ampliamente por Poci
llopora dam icorn is, otras nueve espec ies han
sido registradas allí, incluyendo otros pocillo
póridos y representantes de los géneros Psam
moc ora, Pav ona, Gard in er oser is y Por ites (Fig.
154). El grosor del andam io arrecifal var ía
Figura 152
Ambiente característico de la zona
entre 2 y 8,3 m.
dominada por corales de los géneros El arrecife de Playa Blanca (Fig. 153) está
Pavona y Porites
const ituido por dos grandes parches separa
dos por un canal de unos 60 m de ancho. El
más pequeño, local izado más al norte, de
unos 240 m de largo por 40 m de ancho y
orientado paralelamente a la costa, exhibe un
denso crecimiento coralino. El seg undo par
che tiene una longitud de 930 m y un ancho
que var ía ent re 60 y 230 m, cubriendo un
área de 9,9 ha. El and am io arrec if al est á
const ruido principalmente por corales poci
llopóridos, con grandes colonias de Pocillopora
eydoux i en la crest a y zona front al (Unidad
Poc, Fig. 155).
Figura 153
Vista aérea (hacía el
W) del sector de
Playa Blanca; se
aprecia la parte
somera del arrecife Figura 155
franjeante Colonias de Pocillopora eydouxi en el
arrecife de Playa Blanca
Figura 154
Ambiente característico de la zona basal del arrecife de la Azufrada
150
3 Chocó Norte: Ensenada de Utría y Punta Tebada
L
os arrecifes coralinos en el Parque contraste, han ocurrido cambios en la com
Nacional Nat ural de la ensenada posición de la comun idad que se man if iestan
de Utría se han desar rol lado en en la red ist rib uc ión esp ac ial de bloq ues
bah ías proteg idas sobre sust ratos monoespecíf icos de Pocillopora damicornis des
someros. Se destacan principalmente dos for de el sector próximo a la costa hacia la parte
maciones conocidas como el arrecife de La med ia de la plan ic ie arrecifal. También ha
Chola (Prahl y Erhardt, 1985) y el arrecife Figura 156
151
Figura 157
Mapa de unidades ecológicas del
arrecife de La Chola en la ensenada
de Utría (modificado de Vargas-Ángel,
1996)
ocurrido un notable incremento en la cober que incluyen el Fenómeno del Niño, sed i
tura de macroalgas. ment ac ión ter ríg en a, pesc a con din am it a,
La otra formación coralina de importancia mareas bajas recur rentes y bioerosión, han
en la ensenada de Utría, el arrecife Diego, es jugado un papel importante en el deter ioro
de menor tamaño, con algo menos de 1,5 ha. de la comun idad coralina en esta área.
Su planicie arrecifal comienza a unos 100 m La form ac ión cor al in a de Punt a Tebad a
de la costa y se ext iende unos 150 m hacia el está localizada al sur del Golfo de Cupíca (ver
W, hasta una profundidad de 2-2,5 m, donde Fig. 156), separada de la costa por un canal
se inclina el sustrato de manera gradual hasta de aprox im ad amente 500 m de ancho. Se
alcanzar la base del arrecife a 6-8 m de pro enc uent ra proteg id a del efecto directo del
fund id ad. Est a form ac ión se enc uent ra oleaje por una caden a de pequeñ as islas y
cubiert a princ ipalmente por escombros de rocas emerg idas. La formación es bast ante
cor al y alg as cor al in as inc rust ant es, y no somera sin llegar a quedar expuesta durante
exh ibe una cobert ura coralina viva superior las mareas bajas ext rem as, y present a una
al 2% (Vargas-Angel, 1996). Las pocas espe ligera inclinación y una extensión cercana a
cies coralinas incluyen a Psammocora stellata y las 4,5 ha. A pesar de que varias especies de
Poc illop ora dam ic orn is, est ando ausent es las cor al est án pres ent es, inc luy end o Pav on a
especies masivas. var ians, P. gigantea y Poc illopora damicornis, la
Tratar de establecer y caracterizar las causas especie dominante es Psammocora stellata, que
del deterioro de la comun idad arrecifal en la alcanza hasta el 80% de la cobertura coralina
ensenada de Utría resulta difícil, debido a la viva (Unidad Pdam-Pste). Alg unas pruebas
falta de datos cuant itat ivos previos a 1989. Se realizadas en 1996 ind ican que esta forma
ha sug er ido por lo pronto (Varg as-Ang el, ción tiene un andamiaje arrecifal de al menos
1996) que causas naturales y antropogén icas, 4 m de espesor en la plan icie arrecifal.
152
V ProblemÁtica de deterioro y
conservaciÓn de los arrecifes
coralinos en colombia
Fotografía aérea del sector norte de la
isla de San Andrés, en la parte inferior
se observan parches coralinos
V ProblemÁtica de deterioro y
conservaciÓn de los arrecifes
coralinos en colombia
S
e ha observado en los últ imos años Pacíf ico cent ro-occident al y el Índ ico. Por
un deterioro paulat ino y generaliza otro lado, se han registrado deterioros impor
do de los ambientes coralinos en el tantes tanto en arrecifes localizados cerca de
mundo, especialmente desde la déca masas cont inentales y centros urbanos, como
da de los años ochent a (Bak y Nieuwland, en áreas coralinas remotas y oceánicas (Gar
1993). Ello ha generado preocupación en los zón-Ferreira, 1997).
cient íf icos a nivel mundial, razón por la cual Resultados de trabajos realizados anterior
se han intensif icado las acciones tendientes a mente en Colombia muestran que el proceso
determinar las causas y la gravedad del pro de deter ioro coral ino ha alcanzado niveles
blema. Para hacerse una idea de la magnitud preocupantes también en nuestro país (Prahl,
del proceso, bastaría con revisar los resulta 1985; Díaz et al., 1988, 1995, 1996a; Zea,
dos de dos import antes eventos cient íf icos 1993; Garzón-Ferreira et al., 1996; Pinzón et
llevados a cabo recientemente: un coloquio al., 1998b y Zea et al., 1998). Adicionalmen-
mund ial org an izado por la Universidad de te, las observaciones llevadas a cabo desde
Miami en 1993 sobre salud, amenazas e his 1988 en los arrec ifes coral inos del Car ibe
tor ia de los arrecifes (Ginsburg, 1994) y el colombiano indican que el deterioro en estos
oct avo cong reso internac ional de arrec ifes ambientes es también generalizado, de forma
coralinos realizado en Panamá en 1996 (Les similar al que esta ocurriendo en otras áreas
sios y Mac Intyr e, 1997). Aunq ue se han del mundo, y se ha man ifestado no solo en
det ect ad o sínt om as de alt er ac ión en cas i sit ios somet idos a intensa act ividad humana
todas las reg iones coral inas del mundo, el (ya sea por tur ismo o pesca como en San
deterioro actual tiende a acentuarse en ciertos Andrés, Islas del Rosario, Islas de San Ber
sectores geog ráf icos; por ejemplo, las reg io nardo o Isla Fuerte), sino también en sit ios
nes del gran Car ib e y el Pac íf ico tropic al aislados como Quitasueño, Serrana, Ronca
americano han resultado más afectadas que el dor o Bajo Tortugas.
155
niveles de 20-30% con respecto al total de lina luego de los eventos de mortalidad de
sust rato duro. En evaluaciones más recientes los años ochenta.
(1996-1999) llevadas a cabo en la mayor ía de Debido a que no existen datos sobre los
las áreas coral in as del Car ibe colombiano, niveles de cobert ura de coral en los arrecifes
los valores est imados de cobert ura coralina coralinos de Colombia antes de iniciarse la
viva relat iva al tot al del sust rato duro han década de los ochenta, no es posible calcular
fluct uado también alrededor del 30%, sien cuál ha sido la pérd ida real de tejido corali
do el promed io más alto el de las Islas de no vivo de los últ imos tiempos con base en
San Bern ardo (46,1%) y el más bajo el de est a var iable. Grac ias a que los esqueletos
San And rés (21,5%). En las áreas coralinas coral inos perduran en general lueg o de la
de poca extensión, como las de la Guajira, el muerte de las colon ias o partes de las mis
valor más alto de cob ert ur a cor al in a viva mas, ha sido posible entonces evaluar est a
relat iva al sust rato duro fue el de Bah ía Por pérd id a calc ul and o la cant id ad de cor al
tet e (48,6%) y el más bajo el de Puert o recién muerto en los arrecifes (MR), que se
López (16,7%). Reducciones apreciables en est ima ha ocur rido en los últ imos 30 años
la cobert ura coral in a han sido reg ist rad as (Fig. 158). Así, por ejemplo, para la Isla de
recientemente en dos sit ios que fueron eva San Andrés se est imó en 1992 una mortali
luados en 1995 y poster iormente en 1998: en dad reciente de aprox imadamente la mit ad
Isla Fuerte este valor pasó de 50,5 a 38,3% y del tejido coralino (Díaz et al., 1995). Evalua
en Bajo Bushnell de 41,7 a 31,3%. En alg u ciones post er iores (1996-1999), llevad as a
nos casos, como el de las Islas de San Ber cabo en la mayor ía de las áreas coralinas del
nard o, el valor prom ed io de cor al viv o Car ibe colombiano por los autores, mues
podría estar sobrest imado, ya que la mayor ía tran que los valores de MR promed io para
de las obs er v ac ion es se real iz ar on en cada una de las áreas se encuent ran alrede
ambientes con cobert ura coralina mayor al dor del 38%, siendo el promed io más alto el
10%; por esta razón, y dadas las cond iciones de Banco Roncador (51%) y el menor el de
act uales de deter ioro, est as cob ert ur as de Bajo Burbujas (18%).
coral pod rían resultar menores si se toman En la cost a Pac íf ic a se han det ect ad o
en cuenta sit ios como las barreras de Acropo reducciones dramát icas pero temporales de
ra que han sufrido fuertes mortandades en la cobert ura de coral vivo asociadas al fenó
la mayor ía de las áreas coralinas colombia meno de El Niño, que elevó la temperat ura
nas. En ciertos lug ares como la Bah ía de del agua 1-2°C durante un per iodo cercano
Figura 158
Cheng ue (Parque Nat ural Tayrona), donde a 11 meses (Prahl, 1985; Glynn, 1990), con
Colonia de Montastraea annularis
parcialmente afectada por muerte
se ha real iz ad o un seg uim ient o anual al int ervalos máx imos (alrededor de 3,5 °C)
actual; la porción blanca de la arrec if e desd e 1992 (Garz ón-Fer reir a, durante el mes de marzo de 1983. Al igual
colonia ha perdido el tejido en unos
pocos días (MA). La porción 1999a), se ha observado por el cont rar io, que en otros sit ios afectados por dicho fenó
cubierta por algas corresponde a
muerte reciente (MR) estabilidad en los niveles de cobert ura cora meno, el primer signo de est res termal fue el
blanqueam iento coralino. El blanqueam ien
to (Fig. 159), o pérd ida masiva de las algas
simb iont es (zoox ant elas) de los cor ales y
otros org an ismos arrecifales, es una de las
afecciones más documentadas y que ha ori
ginado mayor mortalidad en las poblaciones
de corales en los últ imos años, part icular
mente desde los años ochenta (Glynn, 1993).
Este fenómeno afecta la vitalidad y el creci
mient o del arrec if e (Reak a-Kudl a et al.,
1993), puesto que reduce la capacidad de los
corales para el crecim iento esquelét ico, desa
rrollo gonadal, reproducción y habilidad de
regeneración, incrementando así la mortali
dad (CAR ICOMP, 1997). Eventos de blan
queam iento como consec uenc ia de var ios
factores de est res ambient al (ent re ellos el
156
aumento de la temperat ura), se han doc u
mentado en el Car ibe colombiano en 1987,
1990, 1995 (Zea & Duque, 1990; Solano et
al., 1993; Solano, 1994; CAR ICOMP, 1997)
y 1998-1999.
En la Isla Gorg on a, el blanq ueam ient o
coralino alcanzó proporciones catast róf icas
par a jun io de 1983, cuando Prahl (1983b)
documentó valores de este signo de deter io
ro cercanos al 85% en todos los arrecifes de
la isla lueg o del fenómeno de El Niño de
1982-1983. El blanqueam iento fue acompa
ñado de una reducción en la producción de
muc us, princ ipalmente en corales poc il lo-
pór idos, y reducc ión de otros org an ismos
simbiontes (Prahl, 1985). Para julio de 1983,
la mayor ía de las colon ias en el arrecife de
La Azuf rad a hab ían muert o y est ab an de la cobert ura coralina, de valores cercanos Figura 159
Colonia de Montastraea annularis
cubiertas por algas. La recuperación de los al 65% (resp ect o al tot al del sust rat o), a afectada por blanqueamiento,
resultado de la expulsión de las
arrecifes coralinos en Gorgona desde 1983 com ienz os de los años set ent a, a niveles zooxantelas
ha sido lenta, debido a las bajas tasas de cre act uales de 45% (Garzón-Ferreira y Pinzón,
cim iento y rec lut am iento coral ino, y a las 1999).
pert urbaciones ambient ales (Zapat a y Var Ent re mayo de 1997 y jun io de 1998 se
gas-Ang el, en prens a). En nov iemb re de presentó el seg undo evento fuerte relaciona
1984, se reg ist ró una rec up er ac ión en la do con el fenómeno de El Niño, con aumen
cobert ura cercana al 15%, debida principal tos de temperat ura de 3-4°C ent re agosto de
mente a la regeneración de las colon ias de 1997 y sept iembre de 1998. Dur ant e est e
pocillopór idos. En oct ubre de 1985 aún se seg undo evento y, al igual que en muchos
obs erv ab an grand es ext ens iones de cor al arrecifes tropicales alrededor del mundo, en
muerto, y para diciembre de 1987, especies el Pacif ico colombiano se observó blanquea
como Psamoccora stellata y Pocillopora damicornis miento moderado a severo y mort al id ades
habían recolon izado la mayor ía de los cora en Utría, Gorgona y Malpelo (Zapata y Var
les muertos (Prahl et al., 1989; Zapata y Var gas-Ang el, en prensa). En est a ocasión, el
gas-Angel, en prensa). Para 1995, la cobert u blanqueam iento sobre las especies masivas
ra cor al in a se había rec uper ado allí tot al fue mayor que sobre las especies ram if ica
mente, alcanzando cobert uras de 78% (Bár das. Evidentemente, la extensión del blan
cenas et al., 1996); sin embargo, esta recupe queam ient o y mort al id ad dur ant e est e
rac ión cas i tot al no ocur rió en todos los seg undo evento no alcanzó las grandes pro
arrecifes de Isla Gorgona. Act ualmente, se porciones del evento de 1982-1983. Obser
encuent ran todos los corales masivos, inclu vac iones hechas en agosto de 1998 en los
yendo especies de los géneros Pavona, Por ites principales arrecifes de Isla Gorgona, mos
y Gard in er os er is, per o en baja abund anc ia traron que a pesar de haber ocurrido morta
(Zapat a y Varg as-Angel, en prensa), y las lidad, la mayor ía de los corales que habían
tasas de crecim iento son bajas comparadas suf rido blanq ueam iento present ab an par a
con las reg ist radas antes del evento de calen esta época una coloración normal. La dife
tam iento de 1982-1983 (Glynn y Stewart, rencia en la mortalidad de las especies, debi
1973; Prahl, 1985). Sin embargo, la baja tasa da bás ic am ent e a la men or cap ac id ad de
de crecim iento coralino que se ha reg ist rado recuperación de los corales masivos, explica
en los últ imos años puede ser el efecto de la alt a dom inancia de pocillopor idos sobre
otros factores tales como la fuerte surgencia los arrecifes coralinos act uales.
de aguas frías ocurrida en el Golfo de Pana Ot ro i nd ic ad or de deg rad ac ión del
má en 1985 (Legeck is, 1988; Guzmán et al., ambiente coralino es la ocurrencia de mor
1990). En la Isla de Malpelo se ha documen talidades masivas de otros organ ismos aso
tado recientemente también una reducción ciados, que ha ven ido document andose en
157
los últ imos 20 años. Uno de los casos fue el caso más conocido y mejor documentado de
observado en los años ochent a en todo el mortandad masiva de un organ ismo arreci
Car ib e en los cor ales del género Acrop ora fal es el del erizo neg ro Diadema antillar um,
com o cons ec uenc ia princ ip alm ent e de la uno de los herbívoros mar inos más abun
enfermed ad de band a blanc a (Gladfelt er, dantes y sign if icat ivos ecológ i-camente en
1982; Fig. 160). Estos cor ales, de los más los arrecifes de la reg ión. Esta especie desa
caracter íst icos y más importantes como for pareció casi por completo en 1983 a causa de
madores de arrecifes en la reg ión, se vieron un agente patógeno desconocido (Lessios et
a tal punto afect ados que desap ar ec ier on al., 1984). Aunque en Colombia no se docu
casi por completo y en poco tiempo de la mentó adecuadamente su mort andad, sí se
mayor ía de las áreas coralinas (Solano et al., detectó desde entonces su ausencia o presen
1993; Garz ón-Fer reir a y Kielm an, 1993; cia mín ima en todas las áreas coralinas eva
Díaz et al., 1995). También, se han observa luad as. En la act ual id ad se aprec ia ya una
Figura 160 do mort al id ades mas ivas en otros grup os recuperación considerable de sus poblacio
Setos de Acropora palmata afectados
parcialmente por la enfermedad de la como los aban icos de mar (gorg on áceos), nes en muchos sit ios (Fig. 162).
banda blanca. El área que está siendo
afectada se aprecia de color blanco,
que llevaron a reducciones cercanas al 100% La reducc ión drást ica de las poblac iones
en tanto que la zona que ya fue
afectada ha dejado sin tejido el
de especies como Gorgonia ventalina y G. flabe de organ ismos comerciales es, por su parte,
esqueleto coralino, el cual ha sido ya
colonizado por algas filamentosas que
llum en alg unas áreas del sur del Car ibe (Fig. otro factor que se puede considerar como
confieren la coloración amarillo 161), inc luy end o las cost as colomb ian as evidencia del deter ioro act ual en los arreci
verdoso. Al fondo se observan setos de
esta especie completamente muertos (Garz ón-Fer reir a y Zea, 1992). Quiz ás el fes del mundo (Birkeland, 1997). En Colom
bia no existen estad íst icas pesqueras conf ia
bles par a doc ument ar est e problem a. Sin
embargo, es evidente en todos los arrecifes
del Car ib e colombiano el agot am iento de
org an ismos de gran valor pesquero, como
pargos (Lutjan idae), meros y chernas (Serra
nidae), roncos (Haemulidae), langostas (Pali
nur idae), cang rejos y caracoles. En su lugar,
ahora son capt uradas especies consideradas
anter iormente de baja calidad para el consu
mo humano, como son los peces loro (Scar i
dae), cir ujan os (Acanthur id ae), isab el it as
( Pom ac anth id ae) y cac húas o bal lest as
(Balist idae). La mayor ía de los pescadores en
las dif er ent es áreas cor al in as del Car ib e
hacen afirmaciones como: “hace 20 años se
encont raban tantos pargos, meros, barracu
das y tiburones, que al común de la gente le
dab a miedo nad ar en est as aguas; act ual
mente puede considerarse priv ileg iado aquel
que log re ver un tiburón o alg un as de las
otras especies de valor comercial”.
Casi simultáneamente, con la reducción de
la cobert ura coralina y la casi desapar ición
de org an ismos arrec ifales imp ort ant es, se
han detect ado otros cambios considerables
en la est ruct ur a y func ión del ecosist em a
coralino (Garzón-Ferreira, 1997). Uno de los
casos más notables ha sido la reducción del
herb iv or ism o (com o cons ec uenc ia de la
muerte masiva del erizo Diadema y la dism i
nución, en número, de otros herbívoros por
sobrepesca) y la prol ifer ac ión de las alg as
Figura 161
Detalle de una porción de abanico (Gorgonia ventalina) afectada por el hongo Aspergillus sp (Ginsburg, 1994; Hughes, 1994a,b). Como
158
en muchas reg iones del Caribe, las algas se
han vuelto el componente dom inante de la
biota bentón ica en la mayor ía de los arreci
fes colombianos (Fig. 163). Por ejemplo, la
cobert ura algal en San Andrés fue est imada
Figura 162
en un 70% en promed io en 1992 (Díaz et al., Agregación de
individuos de erizo
1995), mient ras que en el área de Santa Mar negro Diadema
antillarum, cuyas
ta ha fluct uado ent re 50 y 60% durante la poblaciones se han
recuperado
últ ima década (Zea, 1993; Garzón-Ferreira, ostensiblemente en
1999a,b). Las algas frondosas (en especial las algunas áreas luego
de la mortandad
pard as del orden Dictyot ales y las verdes masiva ocurrida entre
1982 y 1984 que
calcáreas del género Halimeda) se han obser hizo casi desaparecer
a esta especie del mar
vad o prol if er and o en tod os los arrec if es Caribe (Islas San
Bernardo, 1999)
colombianos del Caribe, part icularmente en
áreas prot eg id as de la energ ía direct a del
oleaje, donde lleg an a cubrir las colon ias
coralinas y generar blanqueam iento y morta
lidad del tejido coralino (Díaz et al., 1996a;
Zea et al., 1998). Otras alt er ac iones en la
est ruct ur a del ecos ist em a cor al ino tienen
que ver con el reemplazo en la dom inancia
de las especies de corales como consecuen
cia de las mortandades recientes de especies
import antes y la nula o lent a recuperación
de las mismas. Un ejemplo de este cambio
de especies es la act ual dom inancia del coral
Por ites ast reoid es en ambient es donde ant es
predom inaba Acropora palmata, alg o que es
evid ent e part ic ul arment e en las Isl as del
Rosario y las Islas de San Bernardo (López-
Victor ia, 1999; Cendales, 1999). Debido a la
complejidad de interacciones biológ icas del
ecosistema arrecifal, se sospecha que pueden Figura 163
ocurrir muchos otros cambios como conse Proliferación de algas del género Dictyota en un arrecife de parche de la laguna arrecifal del complejo de la Isla Providencia
159
2. CAUSAS DEL DETERIORO
160
tan los corales, pero después de repet idas y
prologadas exposiciones, los tejidos expues
tos (generalmente porciones dist ales de las
ram as) present an blanqueam iento y fin al
mente mortalidad. Poster ior a la mortalidad
aparecen filamentos algales que con el tiem
po crecen y event ualmente lleg an a cubrir
toda la colon ia. Como resultado, los secto
res someros o porc iones emerg id as de las
crestas presentan algas como un componen
te importante del paisaje.
Exist en otros dos agent es nat ur ales de
det er ior o cor al ino que afect an princ ip al
mente las costas del Pacíf ico colombiano, la
surgencia y el tecton ismo de placas. La sur
genc ia a lo larg o de la cost a pac íf ic a de
reg ist ró impacto negat ivo sobre las comun i Figura 165
Amér ic a Cent ral es más aprec iab le de Setos de Acropora palmata volcados
dades coralinas, eventos de est a nat uraleza en el banco Quitasueño, posible
diciembre a marzo. Bajo estas cond iciones, consecuencia de una tormenta o de un
pueden no solamente afect ar sever amente huracán
las aguas superf iciales costeras pueden ser
los arrec if es cor al in os, sin o que pued en
alejadas rápidamente de la cost a, dism inu
aument ar el efecto de otras pert urbaciones
yendo el nivel del mar y reduciendo la tem
nat urales (Cortés et al., 1992).
perat ura superf icial cerca de 10°C en menos
Como en la mayor parte del Mar Car ibe,
de un día (Legeck is, 1988). Durante marzo
diversas enfermed ades han sido relac ion a
de 1985, se presentó una surgencia bastante
das con mort and ad es mas iv as de var ios
prolongada en el golfo de Panamá y Papaga
inv ert eb rad os imp ort ant es en arrec if es
yo, caus and o mar eas rojas que afect ar on
colombianos durante las dos últ imas déca
var ios arrecifes coralinos en Amér ica Cen
das, incluyendo las del erizo Diadema y de
tral (Guzmán et al., 1990). Seg ún Legeck is
los aban icos de mar Gorgonia spp, menciona
(1988), este fenómeno dism inuyó la tempe
das anter iormente. En el caso de los aban i
rat ura del agua alrededor del sector afecta
cos, se ha ident if icado rec ientemente a un
do, alc anz and o las Isl as Gal áp ag os. Sin
hong o de origen ter rest re (género Aspergi
embargo, no hay reg ist ros de los efectos de
llus) com o resp ons able de la enfermed ad
est e event o en los arrec if es del Pac íf ic o
(Smith et al., 1996).
colombiano. No obstante, los corales de Isla
En cuanto a las afecciones de origen pató
Gorgona y Utría deben haber sido afectados
gen o en cor ales, se han dif er enc iad o en
por las bajas temperat uras, la tox icidad, la
Colombia seis tipos de enfermed ades que
dism inución del oxígeno disuelto y la reduc Figura 166
los afectan y les producen mortalidad (Gar Enfermedad de la banda negra
ción en la penet rac ión de la luz causad as afectando la parte superior de una
zón-Fer reira et al., en prensa). La enferme colonia de Diploria strigosa
por el boom de dinof lagelados (Guzmán et
al., 1990). En febrero de 1989, se observó un
amplio blanqueam iento cor al ino asoc iado
con bajas temperat uras y mareas rojas en la
ensenada de Utría (Vargas-Angel, 1996).
La act iv idad tectón ica por su parte, es un
event o bast ant e com ún en el Pac íf ic o
colombiano, siendo la subsidencia tectón ica
el principal proceso a lo largo de estas cos
tas (Herd et al., 1981). Durante el ter remoto
reg ist rado en Tumaco el 12 de diciembre de
1979, cuyo epicent ro se sit uó a 200 km al
SW de la isla Gorgona, el fondo mar ino del
est recho de Tasca (que separa a Gorgona de
Gorg on il la), present ó una subs idenc ia de
0,8 m (Herd et al., 1981). Aunq ue no se
161
dad de la band a negra (BBD) (Fig. 166) ha tip os de WBD que se diferenc ian bás ic a
sido detectada en numerosas localidades del mente por la ubicación de la afección sobre
Car ibe, incluyendo a Colombia y el Indopa la colon ia. Se observa en general como una
cíf ico (Garzón-Fer reira, 1997). Afecta cora band a sin tejido cor al ino, que muest ra el
les masivos y se observa como una banda de color blanco del esqueleto (Díaz et al., 1995;
filamentos sobre la colon ia, que puede ser Peters, 1997; Santavy Peters, 1997). Ambas,
de color neg ro o mar rón oscuro. La enfer BBD y WBD, fueron detectadas en Colom
medad de la banda blanca (WBD) (Fig. 167) bia por primera vez en 1992 en las áreas del
ha sid o obs erv ad a en cor ales de form as Parque Nacional Nat ural Tayrona (PNNT)
ram if ic ad as y ha sid o señ al ad a com o la y en la Isla de San And rés respect ivamente,
Figura 167
principal causa de las recientes mortandades y poster iormente han evidenciado una dis
Enfermedad de la banda blanca masivas de Acropora palmata y A. cerv icornis tribución más amplia (Garzón-Fer reira et al.,
afectando setos de Acropora
cervicornis (Sant avy y Pet ers, 1997). Se conocen dos en prens a). La enferm ed ad de los lun ar es
oscuros (DSD) (Fig. 168) es la más común en
Colombia y afecta principalmente a corales
de form a mas iv a com o Sid erast rea sid er ea,
Stephanocoenia intersepta y Montastraea annular is.
Se caracter iza por la presencia de depresio
nes circulares con una tonalidad más oscura
en el tejido coralino vivo (Díaz et al., 1995).
La enfermedad de la banda amar illa (YBD),
fue descubierta recientemente en Colombia
a part ir de una epidem ia ocur rid a en las
Islas de San Bern ardo (Garzón-Fer reira et
al., en prensa). Se aprecia como una banda
marc ad a de color amar il lo int ens o (Fig.
169). La banda roja (RBD) se caracter iza por
la prol if er ac ión de un tejid o ext rañ o de
color rojo lad ril lo y hast a ahor a ha sid o
observada solamente en el Banco Quitasue
ño en 1998. La plaga blanca (WPD), descu
bierta en la Flor ida a principios de los años
novent a (Fig. 170), es una enfermedad que
afecta a numerosas especies de corales masi
vos. Se observa usualmente como una man
cha blanca irreg ular sin tejido coralino blan
do, ubicada en los márgenes de la colon ia.
Existen dos tipos de WPD ident if icados en
Figura 168
Enfermedad de los la act ualidad (Richardson et al., 1998), pero
lunares oscuros
afectando a una sus dif er enc ias mac rosc óp ic as son muy
colonia de
Stephanocoenia ténues. Fue detect ad a por primera vez en
intercepta
Colombia en 1994 en el área del Parque Tay
ron a, afect ando colon ias del coral Montas
traea cavernosa. En los años sig uientes ha sido
obs erv ad a más frec uent em ent e en otras
áreas y afectando a otras especies.
Observac iones rec ientes real izad as en el
Car ibe colombiano sug ieren que en los arre
cif es exist e una alt a inc id enc ia de otros
agent es nat ur ales de mort al id ad cor al in a,
cuy a acc ión pued e hab ers e inc rement ado
Figura 169 como consecuencia de los cambios ocasio
Enfermedad de banda
amarilla afectando a nad os por otros fact or es tales com o la
una colonia de
Montastraea faveolata sobrep esc a y las mort and ades mas ivas de
162
otros organ ismos. Estos agentes son básica
ment e el res ult ad o de las int er acc ion es
(dep red ac ión, comp et enc ia) de ot ros
macroorgan ismos del arrecife con los cora
les. Uno de los más comunes es la depreda
ción de tejid o cor al in o por part e de los
Figura 170
peces loro (Scar idae), los cuales además pue Enfermedad de la
163
de turb id ez y sed iment ac ión cost er a. No menos en el Car ibe, debido a que casi todas
obst ante, la presencia de sed imentos finos las poblaciones costeras (var ias de las cuales
sobre depósitos de arenas gruesas en alg u cuent an con más de 200.000 hab it ant es)
nos arrecifes como los del Parque Nat ural descarg an sus aguas serv idas direct amente
Tayrona (Garzón-Fer reira y Cano, 1990), los en la cost a sin ning ún trat am iento (COR
altos niveles de deforestación en el país y la PES, 1992). Se han encont rado evidenc ias
fuerte deg radación y altas tasas de sed imen claras de deg rad ac ión coral in a en relac ión
tación de alg unos arrecifes localizados cerca con desc arg as de aguas neg ras en San
de las desembocaduras de ríos (Werd ing y And rés, una de las islas más densament e
Sánc hez, 1988; Acost a, 1994; Zea, 1993), poblad as del Car ib e (Díaz et al., 1995), y
sug ieren que el incremento en la sed imenta alg un a ind ic ac ión de ello en la Bah ía de
ción costera debe ser considerado como una Santa Marta (Werd ing y Sánchez, 1988; Zea,
fuente de impacto para los arrecifes cont i 1993). La polución quím ica ha sido ident if i
nentales del Car ibe. cada como otro agente potencial de deg ra
Para la cost a cont inent al del Pacíf ico no dación arrecifal debido a la presencia de ciu
exist e mayor inform ac ión per o se asum e dades indus-trial izad as en la zon a costera
que el impacto ocasionado por la carg a de (como Bar ran-quil la y Cart ag en a) y de las
sed imentos aport ad a por los numerosos y desembocaduras de grandes ríos que trans
caudalosos ríos no sólo es uno de los princi portan los desechos contam inantes de otras
pales lim it ant es de la dist ribuc ión de los ciudades grandes del inter ior del país.
corales en est a reg ión, sino que represent a Alteraciones en la morfolog ía del cauce y
un factor importante de est rés para las esca en la ubicación de desembocaduras de ríos
sas form ac iones cor al in as exist ent es. Las para facilitar el desar rollo costero han gene
cond iciones ambientales subópt imas asocia rad o det er ior o cons id er ab le de arrec if es
das con alt as tasas de sed iment ac ión son coralinos en Colombia desde épocas hispá
factores causales de la reducción en las tasas nicas. Durante el siglo XVII, los españoles
de crecim iento de Poc illopora damicornis en la const ruy er on un braz o art if ic ial del Río
ensen ad a de Utría (Prahl y Varg as-Ang el, Magdalena (el Canal del Dique) para desem
1989). Imágenes de satélite sug ieren que los bocar en la Bah ía de Cartagena. Ello alteró
sed imentos en suspensión descarg ados por las cond ic ion es amb ient ales de la bah ía
los ríos que desembocan en la costa cont i generando un sistema est uar ino y elim inó
nental adyacente alcanzan a afectar las con form ac ion es ext ens as de cor ales que allí
dic iones del agua en inmed iac iones de la exist ían (INV EM AR, 1997). Dur ant e las
Isla Gorg on a, y que esa inf luenc ia se ha dos últ imas décadas se han abierto desem
incrementado en los últ imos 20 años. bocaduras adic ion ales del can al del Dique
Figura 174
Otra fuente importante de est rés para los en la Bah ía de Barbacoas, ubicada al sur de
Vertimiento al mar de aguas negras sin ecosistemas costeros en Colombia es la con la bah ía de Cartagena y frente a Bar ú y las
tratamiento previo en la Isla de San
Andrés tam inac ión por aguas neg ras (Fig. 174), al Islas del Rosar io, con lo cual se producen
cor rient es turb ias y eut rof ic ac ión de las
aguas afectando considerablemente los arre
cifes coralinos del complejo de las Islas del
Rosar io (Alvarado y Corchuelo, 1992).
Como se mencionó anter iormente, es evi
dente el agotam iento de recursos pesqueros
en la mayor ía de los arrecifes colombianos,
pero part ic ularmente en los del Car ibe, lo
que demuest ra que la pesca ha sido excesiva
y ha cont ribuido a los cambios en el ecosis
tema (Fig. 175 ). Además de la sobrepesca,
la pesc a ilíc it a con explos ivos ha sido un
factor de deter ioro que ha est ado presente
trad icionalmente en var ias áreas coral inas,
como el Parque Nat ural Tayrona y las islas
del Rosar io y de San Bernardo.
164
La utilización intensiva y sin cont rol ade
cuado de las áreas coral inas para act iv ida
des náut icas o de recreación en general, que
se ha ven id o acent uand o en los últ im os
años, también ha cont ribuido al proceso de
deter ioro coralino (Fig. 176). Volcam ientos,
ray on es y fragm ent ac ión de las colon ias
deb id a a las anc las y las hél ic es de las
emb arc ac ion es y los enc al lam ient os de
grandes barcos, comunes en los arrecifes de
bar rera y per ifér icos del archipiélago de San
And rés (Zea et al., 1998) y Prov idencia, son
frecuentemente el resultado de tales act iv i
dades.
A cont in uac ión se pres ent a una tab la Figura 175
resumen del efecto de alg unas de las princi Dos pequeñas langostas son presa de un pescador en los arrecifes del área de San Bernardo
Figura 176
Huellas inconfundibles ocasionada por
el casco de una embarcación
encallada (Isla San Andrés)
I. DEL ROSARIO
B. SALMEDINA*
Áreas
PROVIDENCIA*
B. TORTUGAS
B. BURBUJAS
QUITASUEÑO
SAN ANDRÉS
B. BUSHNELL
I. GORGONA
PTO. LÓPEZ
I. MALPELO
I. FUERTE
URABÁ*
CAYOS*
tensores
PNNT
Huracanes 2 3 3 2 0 0 0 0 0 0 0 0 0 2 0 0
Calentamiento 2 2 2 2 2 1 1 2 3 1 3 1 1 2 3 2
Enfermedades** 3 2 3 2 1 0 0 1 2 1 2 ? 3 1 ? 1
Sobrepesca*** 3 2 2 2 3 2 2 3 2 2 3 2 2 1 ? ?
Descargas aguas continentales
(sedimentación 7 alteración cuencas) 0 1 0 0 2 1 1 2 2 2 3 2 2 3 1? ?
Aguas negras 2 1 0 0 1? 0 0 1? 1 0 2 1 1 0 0 0
Pesca con dinamita 0 0 0 0 ? 1 0 2 2 0 2 1 3 0 0 0
Actividades náuticas 3 2 1 1 2 1* 1* 2 2 0 3 1 3 1 2 1
Extracción coral 1 1 0 0 1 0 0 2 3 0 2 0 1 0 1 0
165
perspectivas de manejo y conservación
166
país (Garzón-Fer reir a, 1999b). El manejo En estas áreas, en general, son proh ibidas
para la conservación de los arrecifes corali todas las act ividades diferentes a las de con
nos en Colombia fue impulsado a través de servación, invest ig ación, educación, recrea
la Ley 99 de 1993 que creó el Sistema Nacio ción, cultura, recuperación y control.
nal Ambient al (SINA) y el Min ister io del Adicionalmente, desde diciembre de 1996
Med io Ambiente. El SINA est á integ rado existe el Area de Manejo Especial los Corales
por el Min isterio, 34 corporaciones reg iona del Archipiélago de San Andrés, Providencia,
les, 5 inst it uciones de invest igación y la Uni Santa Catalina y Cayos, que incluye todas las
dad Adm in ist rat iva Especial del Sistema de áreas coralinas, cayos y formaciones similares
Parques Nacionales Nat urales (UAESPNN), dentro del Archipiélago de San Andrés y Pro
que trabajan en coord in ac ión par a imple videncia.
mentar acciones de manejo (fundamentadas A pesar de haber sido proteg idas, las for
en información cient íf ica) que perm itan pro mac iones cor al in as del Pac íf ic o y Car ib e
teger los recursos nat urales. colombianos no están totalmente exentas de
En Colombia existen act ualmente 6 par pert urb ac iones induc id as por act iv id ad es
ques nac ion ales que involuc ran arrec ifes humanas. Act ualmente, la pesca es todav ía
coralinos dentro de sus áreas de protección, una práct ica común en muchas de estas áreas
tanto en el Caribe como en el Pacíf ico: y una de las mayores fuentes de conf licto
entre los pescadores locales y las autoridades.
1. Parque Nacional Natural Tayrona: creado en Por su parte, la recolección de corales para la
agosto de 1969, que abarca la mayoría de fabricación de artesan ías es una práct ica que
las formaciones coralinas del área de San parece mantenerse en muchas áreas coralinas
ta Marta. colombianas.
Es cierto que frenar la deforestación mun
2. Parque Nacional Natural Corales del Rosario dial o evitar el cambio climát ico global resul
y San Bernardo: creado en jun io de 1979 y ta práct icamente imposible; sin embargo, es
que amplió su cobertura a las Islas de San necesario desarrollar acciones que cont ribu
Bernardo y Bajo Tortugas en 1996, inclu yan a conocer, promover, valorar, proteger,
ye casi todos los arrecifes de coral de Isla conservar y aprovechar de forma sustentable
Barú, Islas del Rosario, Islas de San Ber los dist intos ecosistemas. Frente a la falta de
nardo y bajos cercanos. información que aún persiste sobre los facto
res que determ inan la est ruct ura, función y
3. Parque Nacional Natural Old Providence and salud de los arrecifes coralinos, es necesario
Mc Bean Lagoon: creado en enero de 1996, seg uir manten iendo una posición conserva
cuenta con alg unos arrecifes coralinos al dora al tomar decisiones relacionadas con la
frente de la costa NE de la Isla de Provi explotación de sus recursos. Paralelamente,
dencia. es fundament al cont inuar con la invest ig a
ción básica y aplicada, no sólo de los corales
4. Parque Nacional Natural Isla Gorgona: crea sino también de la biot a asoc iad a a estos
do en noviembre de 1983, posee las for ambientes, ampliando a su vez los programas
maciones coralinas mejor desarrolladas en de mon itoreo, para contar con mejores ele
el Pacíf ico colombiano. mentos de juicio y poder tomar med idas de
manejo acert ad as. Ent re est as últ im as, es
5. Parque Nacional Natural Ensenada de Utría: urg ente hacer verd aderamente efect ivos el
creado en diciembre de 1986. control y la protección de los parques natura
les y otras áreas de reserva y establecer siste
6. Parque Nacional Natural Malpelo: creado en mas de tratamiento adecuados para las aguas
oct ub re de 1995, clas if ic ad o tamb ién servidas, tanto de las ciudades costeras como
como sant uario de fauna y flora, abarca de las ciudades tierra adentro que las vierten
las áreas coralinas alrededor de la isla. a los ríos.
167
B ibliografía
Acero, A. y J. Garzón. 1987. Los peces marinos hallados durante la expedición Urabá II al Caribe chocoano (Colombia). An.
Inst. Invest. Mar. Punta Betín, 17: 113-136.
Acosta, L. A. 1992. Reproducción sexual del coral Montastraea cavernosa (Scleractinia: Favidae) en la región de Santa Marta,
Caribe colombiano. INVEMAR. 102p.
Acosta, L. A. 1994. Contamination gradient and its effects on the coral community structure in the Santa Marta area, Colombian
Caribbean. En R. N. Ginsburg (Comp.): Proceedings of the Colloquium on Global Aspects of Coral Reefs: Health,
Hazards and History. University of Miami, RSMAS, p: 233-239.
Alvarado, E. M. y M. C. Corchuelo. 1992. Los nutrientes, la temperatura y la salinidad provenientes del canal del dique como fac-
tores de deterioro en el Parque Nacional Natural Corales del Rosario (Cartagena, Colombia). p: 277-287. En:
Seminario Nacional de Ciencias y Tecnologías del Mar (Santa Marta, octubre 26 al 30).
Alvarado, E. M., F. Duque, L. Flórez y R. Ramírez. 1986. Evaluación cuantitativa de los arrecifes coralinos de las Islas del Rosario
(Cartagena, Colombia). Bol. Ecotrópica, 15: 1-30.
Anderson, P. S. 1975. Isla Fuerte. Colombia Geográfica, 5(2): 119-191.
Andrade, A. y A. González. 1995. Base de datos para la zonificación ecológica: Una propuesta. Revista SIG-PAFC, 2(5-6):
30-85.
Andrade, C. A. y Y. F. Thomas. 1988. Sedimentos en suspensión e hidrodinámica al sureste del delta del río Magdalena, Mar
caribe, Colombia. Bol. Cient. CIOH, 8: 27-34.
Antonius, A. 1972. Ocurrence and distribution or stony corals (Anthozoa and Hidrozoa) in the vicinity of Santa Marta, Colombia.
An. Inst. Inv. Mar. Punta Betín, 6: 89-103.
Bak, R. P. M. y G. Nieuwland. 1994. Twenty years of change in coral communities over deep reef slopes along leeward coast in
the Netherlands Antilles. En R. N. Ginsburg (Comp.): Proceedings of the Colloquium on Global Aspects of Coral Reefs:
Health, Hazards and History. University of Miami. RSMAS, p: 154-159.
Bárcenas, C. E., A. C. Bejarano, J. M. Jiménez y R.E. Sedano. 1996. Temporary variation in the structure of a coral reef communi-
ty in Gorgona Island (Colombia). Abstracts 8th International Coral Reef Symposium, Panamá: 13.
Birkeland, C. 1996. Why some species are especially influential on coral reef communities and other are not? Galaxea, 13:
77-84.
Birkeland, C. (Ed.). 1997. Life and death of coral reefs. Chapman & Hall, New York, 536 p.
Birkeland, C., D. L. Meyer, J. P. Stames y C. L. Buford. 1975. Subtidal communities of Malpelo. En J. B. Graham (Ed.): The biologi-
cal investigation of Malpelo Island, Colombia. Smith. Contrib. Zool., 176: 55-68.
Blanco, J. A., J. M. Díaz, G. Ramírez y M. L. Cortés. 1994. El Banco de Las Ánimas: Una amplia formación arrecifal desarrollada
sobre un antiguo delta del rio Magdalena. Bol. Ecotrópica, 27: 10-18.
Borrero, F. J., J. M. Díaz y A. Seczon. 1996. Las ostras perlíferas (Bivalvia: Pteriidae) en el Caribe colombiano: Historia de su
explotación, ecología y perspectivas para su aprovechamiento. INVEMAR, Publ. Esp., 1, Santa Marta, 53 p.
Botero, L. 1987. Zonación de octocorales gorgonáceos en el área de Santa Marta y Parque Nacional Natural Tayrona, costa
Caribe colombiana. An. Inst. Inv. Mar. Punta Betín, 17: 61-80.
Brando, A., H. v. Prahl y J. R. Cantera. 1992. Malpelo, isla oceánica de Colombia. Banco de Occidente, OP Gráficas, Bogotá,
195 p.
Bula-Meyer, G. 1985. Un núcleo nuevo de surgencia en el Caribe colombiano detectado en correlación con las macroalgas. Bol.
Ecotrópica, 12: 2-26.
Bula-Meyer, G. y R. Schnetter. 1988. Las macroalgas recolectadas durante la expedición Urabá II, costa caribe del noroeste cho-
coano, Colombia. Bol. Ecotrópica, 18: 19-32.
Bula-Meyer, G. y G. Díaz-Pulido. 1994. Macroalgas del Banco Las Ánimas y nuevos registros para el Caribe colombiano. An.
Inst. Inv. Mar. Punta Betín, 24: 173-183.
168
Burel, T. y G. Vernette. 1982. Huellas de la última transgresión marina en la región de Cartagena. Bol.
Cient. CIOH, 4: 33-47.
Campos, N. H. y G. Manjarrés. 1988. Decápodos Brachyura de la región noroccidental del Golfo de
Urabá (Caribe colombiano). An. Inst. Invest. Mar. Punta de Betín, 18: 17-24.
Cantera, J. R. 1983. Distribution des peuplements des scléractiniaires sur un récif d l’ille de Gorgona
(côte pacifique de Colombie). Tethys, 11: 25-31.
CARICOMP. 1997. Studies on Caribbean coral bleaching, 1995-1996. Proc. 8th Int. Coral Reef Symp. 1:
673-678.
CARICOMP. 1999. Coral reef, seagrass, and mangrove site characteristics. UNESCO, Paris.
Cendales, M. H. 1999. Cartografía, composición y estado actual de los biótopos marinos arrecifales de
Isla Rosario, Isla Barú y de los bajos intermedios del Archipiélago del Rosario. Trabajo de
Grado, B. Sc. U. Nacional de Colombia, 113p.
Chiriví, H. 1988. Fauna tetrápoda y algunos aspectos ecológicos de los cayos del Archipiélago de San
Andrés y Providencia. Trianea, 2: 277-337.
Coates, A. G. y J. A. Obando. 1996. The geologic evolution of the Central American Isthmus. En J. B.
C. Jackson, A. F. Budd & A. G. Coates (Eds.): Evolution and Environment in Tropical
America. University of Chicago Press, Chicago & London, p: 21-56.
CORPES C. A. 1992. El Caribe colombiano, realidad ambiental y desarrollo. Consejo Regional de
Planificación de la Costa Atlántica, Santa Marta, 275 p.
Correa, I. D. 1990. Inventario de erosión y acreción litoral (1793-1990) entre Los Morros y
Galerazamba, Departamento de Bolívar, Colombia. Mem. 1er Semin. Andino Geol. Amb.,
Uribia, p:129-142.
Cortés, J. 1990. The coral reefs of Golfo Dulce, Costa Rica: Distribution and community structure. Atoll
Res. Bull., 344: 1-37.
Cortés, J. y M. J. Risk. 1985. A reef under siltation stress: Cahuita, Costa Rica. Bull. Mar. Sci., 36: 339-
356.
Cortés, J., R. Soto, C. Jiménez y A. Astorga. 1992. Earthaquake associated mortality of intertidal and
coral reef organisms (Caribbean of Costa Rica). Proc. 7th Int. Coral Reef Symp., 1: 235-240.
Costanza, R., R. dÁrge, R. de Groota, S. Farber, M. Grasso, B. Hannon, K. Limburg, S. Naeem, R. V.
O´Neill, J. Paruelo, R. G. Raskin, P. Sutton y M. van den Belt. 1997. The value of the world’s
ecosystem services and natural capital. Nature, 387: 253-260.
Díaz, J. M., O. Solano, P. R. Dueñas y J. Garzón-Ferreira. 1988. Diagnóstico actual de las comunidades
marinas de la Bahía de Portete, análisis de efectos reales por la construcción y operación
de las instalaciones portuarias. Informe final. INVEMAR, 156p.
Díaz, J. M., L. A. Escobar y L. E. Velásquez. 1991. Reef associated molluscan fauna of the Santa Marta
area, Caribbean coast of Colombia. An. Inst. Inv. Mar. Punta Betín, 19-20: 173-196.
Díaz J. M., J. Garzón-Ferreira y S. Zea. 1995. Los arrecifes coralinos de la Isla de San Andrés,
Colombia: estado actual y perspectivas para su conservación. Academia Colombiana de
Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Colección Jorge Alvarez Lleras, No. 7, Santafé de
Bogotá, 150 p.
Díaz, J. M., G. Díaz-Pulido, J. Garzón-Ferreira, J. Geister, J. A. Sánchez y S. Zea. 1996a. Atlas de los
arrecifes coralinos del Caribe colombiano, I. Complejos arrecifales oceánicos. INVEMAR,
Serie publicaciones especiales 2, Santa Marta, 83 p.
Díaz, J. M., J. A. Sánchez, S. Zea y J. Garzón-Ferreira. 1996b. Morphology and marine habitats of two
southwestern Caribbean atolls. Atoll Res. Bull., 435: 1-35.
Díaz, J. M., J. A. Sánchez y G. Díaz-Pulido. 1996c. Geomorfología y formaciones coralinas de Isla
Fuerte y Bajo Bushnell, plataforma continental del Caribe colombiano. Bol. Invest. Mar.
Cost., 25: 87-106.
Díaz, J. M., J. A. Sánchez y J. Geister. 1997. Development of Lagoonal reefs in oceanic reef-complexes
of the southwestern Caribbean: Geomorphology, structure and development. Proc. 8th Int.
Coral Reef Symp., Panamá, 1: 779-784.
Díaz, J. M., G. Díaz-Pulido y J. A. Sánchez. 2000. Distribution and structure of the southernmost
Caribbean coral reefs: Golfo de Urabá, Colombia. Sci. Mar., 64(3):327-336
Díaz-Pulido, G. y J. M. Díaz. 1997. Algal assemblages in lagoonal reefs of Caribbean oceanic atolls.
Proc. 8th Int. Coral Reef Symp., Panama, 1: 827-832.
169
Doolan, B. L. y W. D. MacDonald. 1976. Structure and metamorphism of schists of the Santa Marta
area, Colombia. Mem. 1er Congr. Colomb. Geol., Univ. Nacional (Bogotá agosto 4-8 de
1969): 187-205.
Echavarría. 1978. Komatiites from Gorgona Island, Colombia. En: Ayndt, N. T. y F. G. Nisbett (Eds.).
Komatiites. Georges Allen & Unwth. London, p:199-209.
Elhuyar, M. 1988. Estudio geomorfológico y sedimentológico del complejo carbonatado de las Islas de
Providencia y Santa Catalina. Bol. Cient. CIOH, 8: 3-107.
Erhardt, H. y W. Meinel. 1975. Die scleractinen Korallen der Isla Ceycén, Islas San Bernardo, vor der
kolumbianischen Atlantikküste. Philippia, 2: 236-247.
Erhardt, H. y B. Werding. 1975a. Los corales de la ensenada de Granate, pequeña bahía al este de
Santa Marta, Colombia. Caldasia, 53: 106-138.
Erhardt, H. y B. Werding. 1975b. Los corales (Anthozoa e Hydrozoa) de la bahía de Santa Marta,
Colombia. Bol. Mus. Mar., 7: 3-50.
Erffa, V. A. F. von. 1973. Sedimentation, Transport und Erosion an der Nordküste Kolumbiens zwischen
Barranquilla und der Sierra Nevada de Santa Marta. Mitt. Inst. Colombo-Alemán Invest.
Cient., 7: 155-209.
Eslava, J. A. 1993. Climatología. En P. Leyva (Ed.): Colombia Pacífico, Vol. 1. Fondo FEN Colombia,
Santafé de Bogotá, p: 136-147.
Etter, A. 1991. Introducción a la ecología del paisaje: un marco de integración para los levantamientos
ecológicos. Documento inédito, Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Bogotá.
Garay, J., F. Castillo, C. Andrade, J. Aguilera, L. Niño, M. de La Pava, W. López y G. Márquez. 1988.
Estudio oceanográfico del área insular y oceánica del caribe colombiano - Archipiélago de
San Andrés y Providencia y cayos vecinos. Bol. Cient. CIOH, 9: 3-73.
Ganser, A. 1950. Geological and petrological notes on Gorgona Island in relation to north-western S.
América. Min. Petr. Mitt., 30(2): 219-237.
Garzón-Ferreira, J. 1997. Arrecifes coralinos: Un tesoro camino a la extinción?. Colombia: Ciencia y
Tecnología, 15 (1): 11-19.
Garzón-Ferreira, J. 1999a. Bahía de Chengue, Parque Natural Tayrona, Colombia. En B. Kjerve (Ed.):
Caribbean Coastal Marine Productivity (CARICOMP): coral reef, seagrass, and mangrove
site characteristics. UNESCO, Paris: 115-125.
Garzón-Ferreira, J. 1999b. SIMAC: a new program to monitor coral reef condition in Colombia. Reef
Encounter, 25: 14-15.
Garzón-Ferreira, J. y M. Cano. 1990. Tipos, distribución, extensión y estado de conservación de los
ecosistemas marinos costeros del Parque Nacional Natural Tayrona. Manuscr. VII Concur.
Nal. Ecol., FEN/INVEMAR, Bogotá/Santa Marta, 82 p.
Garzón-Ferreira, J. y S. Zea. 1992. A mass mortality of Gorgonia ventalina (Cnidaria: Gorgoniidae) in
the Santa Marta area, Caribbean coast of Colombia. Bull. Mar. Sci., 50(3): 522-526.
Garzón-Ferreira, J. y M. Kielman. 1993. Extensive mortality of corals in the Colombian Caribbean during
the last two decades. En R. N. Ginsburg (Comp.): Proceedings of the Colloquium on Global
aspects of coral reefs: Health, Hazards and History. University of Miami, RSMAS, p: 247-253.
Garzón-Ferreira, J. y J. Pinzón. 1999. Evaluación rápida de estructura y salud de las formaciones corali-
nas de la Isla Malpelo (Pacífico colombiano). Bol. Invest. Mar. Cost., (28): 137-154.
Garzón-Ferreira, J., S. Zea y J. M. Diaz. 1996. Coral health assessment in four western Caribbean
atolls. Abstracts 8th Int. Coral Reef Symp., Panamá: 68.
Garzón-Ferreira, J., D. L. Gil-Agudelo, L. M. Barrios y S. Zea. En prensa. Stony coral diseases observed
in southwestern Caribbean reefs. Hidrobiológica.
Geister, J. 1973. Los arrecifes de la Isla de San Andrés (Mar Caribe, Colombia). Mitt. Inst. Colombo-
Alemán Invest. Cient., 7: 211-228.
Geister, J. 1975. Riffbau und geologische Entwicklungsgeschichte der Insel San Andrés (westliches
Karibisches Meer, Kolumbien). Stuttgarter Beitr. Naturk. Ser. B. (Geol. and Paläont.) 15:
1-203.
Geister, J. 1977. The influence of wave exposure on the ecological zonation of Caribbean coral reefs.
Proc. 3rd Int. Coral Reef Symp., Miami, 1: 23-29.
Geister, J. 1982. Pleistocene reef-terraces and coral environments at Santo Domingo and Near Boca
Chica, southern coast of the Dominican Republic. Trans. Pth Caribb. Geol. Conf., 2: 689-
703.
170
Geister, J. 1983. Holozäne westindische Korallenriffe: Geomorphologie, Oekologie und Fazies. Facies
9: 173-284.
Geister, J. 1992. Modern reef development and Cenozoic evolution of an oceanic island/reef complex:
Isla de Providencia (Western Caribbean Sea). Facies, 27:1-70.
Geister, J. y J. M. Díaz. 1997. A field guide of the oceanic barrier reefs and atolls of the southwestern
Caribbean (Archipielago of San Andrés and Providencia, Colombia). Proc. 8th Int. Coral
Reef Symp., Panama, 1: 235-262.
Ginsburg, R. N. (Comp.). 1994. Proceedings of the Colloquium on Global Aspects of Coral Reefs:
Health, Hazards and History. University of Miami, RSMAS, Miami, 420p.
Gladfelter, W. 1982. White-Band disease in Acropora palmata: Implications for the structure and growth
of shallow reefs. Bull. Mar. Sci., 32(2): 639-643.
Glynn, P. W. 1990. Coral mortality and disturbances to coral reefs in the tropical eastern Pacific. En
Glynn, P. W. (Ed.): Global ecological consequences of the 1982-83 El Niño Southern
Oscillation. Elsevier Oceanogr. Ser., Amsterdam, p: 55-56.
Glynn, P. W. 1993. Coral bleaching: ecological perspectives. Coral Reefs, 12: 1-17.
Glynn, P. W. y R. H. Stewart. 1973. Distribution of coral reefs in the Pearl Islands (Gulf of Panama) in
relation to thermal conditions. Limnol. Oceanogr., 18(3): 367-379.
Glynn, P. W., H. von Prahl y F. Guhl. 1982. Coral reefs of Gorgona Island, Colombia, with special refe-
rence to corallivores and their influence on community structure and reef development. An.
Inst. Invest. Mar. Punta Betín, 12: 185-214.
Graham, J. B. 1975. The biological investigation of Malpelo Island, Colombia. Smith. Contrib. Zool.,
176: 1-8.
Guzmán, H. M., J. Cortés, R. H. Richmond y P. W. Glynn. 1990. Coral mortality associates with dinofla-
gellate blooms in the eastern Pacific (Costa Rica and Panama). Mar. Ecol. Prog. Ser., 60:
299-303.
Guzmán, H. y J. Cortés. 1993. Arrecifes coralinos del Pacífico oriental tropical: Revisión y perspecti-
vas. Rev. Biol. Trop. 41: 535 - 557
Herd, D. G., L. Youd, H. Meyer, J. L. Arango, W. J. Pearson y C. Mendoza. 1981. The great Tumaco,
Colombia earthquake of 12 December 1979. Science, 211: 441-445.
Hubbard, D. K. 1986. Sedimentation as a control of reef development. Coral reefs, 5: 117-125.
Huertas, J. C. 2000. Caracterización estructural, composición y estado de salud de las formaciones
coralinas de Isla Fuerte, Bajo Burbujas y Bajo Bushnell, Caribe colombiano. Trabajo de
grado, U. Antioquia, Departamento de Biología. Medellín, 96p.
Hughes, T. P. 1994a. Catastrophes, phase shifts, and large-scale degradation of a Caribbean coral reef.
Science. 265: 1547-1551.
Hughes, P. T. 1994b. Coral reef degradation: A long-term study of human and natural impacts. En R. N.
Ginsburg (Comp.): Proceedings of the Colloquium an Global aspects of coral reefs: Health,
Hazards and History. University of Miami, RSMAS, p: 208-213.
INVEMAR. 1992. Descripción inicial de unidades de monitoreo de ecosistemas marinos en la Bahía
Portete y determinación del área de influencia de Puerto Bolívar afuera de la Bahía Portete.
Informe final, INVEMAR-INTERCOR, Santa Marta, 67 p.
INVEMAR. 1997. Diagnóstico del estado de las comunidades bióticas de la Bahía Cartagena y su res-
puesta a la contaminación. Informe final, INVEMAR/CIOH, Santa Marta/Cartagena, 111 p.
Kokurko, M. J. 1977. Preliminary survey of modern marine environments of San Andres Island,
Colombia. Tulane Stud. Geol. Paleont., 13(3): 111-134.
Laverde, J., R. Araujo, G. Vargas y E. Patiño. 1987. Monitoreo del Golfo de Morrosquillo. Primera parte,
aspecto biológico. Informe Especial, Asoc. Cravo Norte, Exxon-Ecopetrol.
Leble, S. y R. Cuignon. 1987. El archipiélago Islas del Rosario, estudio morfológico, hidrodinámico y
sedimentológico. Bol. Cient. CIOH, 7: 37-52.
Legeckis, R. 1988. Upwellings off the gulfs of Panama and Papagayo in the tropical Pacific during
March 1985. J. Geoph. Res., 92: C12, 15485-15489.
Lessios, H. A. y I. G. Macintyre (Eds.). 1997. Proceedings of the 8th International Coral Reef Symposium.
Smithsonian Trop. Res. Inst., Balboa, Panamá: 2115 p.
Lessios, H. A., D. R. Robertson y J. D. Cubit. 1984. Spread of Diadema mass mortality through the
Caribbean. Science, 226: 335-337.
171
Llinás, R., J. Pinto, F. Peña y F. Caro. 1990. Geología. En J. Aguirre y O. Rangel (Eds.): Biota y ecosiste-
mas de Gorgona. Fondo FEN Colombia, Bogotá, p: 55-59.
Littler, D. S., M. M. Littler, K. E. Bucher y J. N. Norris. 1989. Marine plants of the Caribbean. Smith. Inst.
Press, Washington, 263p.
López-Giraldo, J. D. 1992. Study of marine zonation at the Gorgona and Gorgonilla National Park
(Colombia) for management purposes. Tesis M.Sc., Univ. Newcastle upon Tyne, Gran
Bretaña.
López-Victoria, M. 1999. Estado actual de las áreas coralinas del archipiélago de San Bernardo: distri-
bución, estructura, composición y estado de salud, con notas sobre su origen y desarrollo
geológico. Trabajo de Grado. Universidad del Valle. 143p.
López-Victoria, M. y J. M. Díaz. 2000. Morfología y estructura del archipiélago de San Bernardo,
Caribe colombiano. Rev. Acad. Colomb. Cienc., 24(91): 219-230.
López-Victoria, M., J. M. Díaz y J. C. Márquez. En prensa. Las formaciones coralinas de Isla Tortuguilla
(Caribe colombiano). Bol. Invest. Mar. Cost., 29.
Márquez, G. 1987. Las Islas de Providencia y Santa Catalina, Ecología Regional. Fondo FEN Colombia-
Univ. Nacional de Colombia, Bogotá, 110p.
Milliman, J. D. 1969. Four southwestern Caribbean atolls: Courtown Cays, Albuquerque Cays, Roncador
Bank and Serrana Bank. Atoll. Res. Bull., 129: 1-22.
Milliman, J. D. y P. R. Supko. 1968. On the geology of San Andrés Island, western Caribbean. Geol.
Mijn., 47:102-105.
Ortega, D. 1943. Los cayos colombianos del Caribe. Bol. Soc. Geogr. Col., 7(3): 273-291.
Parsons, J. J. 1964. San Andrés y Providencia, una geografía histórica de las islas colombianas del Mar
Caribe occidental. Publ. Banco de la República, Bogotá, 152 p.
Patiño, F. y F. Flórez. 1993. Estudio ecológico del Golfo de Morrosquillo. Univ. Nacional de Colombia -
Fondo FEN Colombia, Bogotá, 295p.
Peters, E. C. 1997. Diseases of coral reef organisms. En Birkeland, C. (Ed): Life and death of coral reefs.
Capman & Hall. New York, 536p.
Penereiro, J. L., G. R. Navas, R. A. Montoya, F. Cleves y L. T. Moreno. 1990. Cartografía ecológica de
los fondos submarinos adyacentes al conjunto de islas Latifundio-Minifundio, Parque
Nacional Natural Corales del Rosario, Caribe colombiano. Mem. VII Semin. Cienc. Tecnol.
Mar., CCO, Cali: 184-194.
Pfaff, R. 1969. Las Scleractinia y Milleporina de las Islas del Rosario. Mitt. Inst. Colombo-Alemán Invest.
Cient., 3: 17-24.
Perdomo, A y J. Pinzón. 1997. Cartografía de biótopos y caracterización de la comunidad arrecifal de
Isla Arena, Caribe colombiano. Trabajo de grado, Univ. Jorge Tadeo Lozano, Santa Marta.
44p.
Pinzón, J., A. Perdomo y J. M. Díaz. 1998a. Isla Arena, una formación coralina saludable en el área de
influencia de la pluma del rio Magdalena, plataforma continental del Caribe colombiano.
Bol. Invest. Mar. Cost., 27: 21-37.
Pinzón, J., A. Perdomo, O. Solano y G. Navas. 1998b. Blanqueamiento coralino de 1995 en la región
de Santa Marta, Caribe colombiano. Carib. J. Sci., 34(3-4): 330-333.
Prahl, H. v. 1983a. Notas sobre las formaciones de manglares y arrecifes coralinos en la Isla de
Providencia. Mem. Semin. Desarrollo Planif. Ambient. San Andrés y Providencia, FIPMA,
Cali: 57-67.
Prahl, H. v. 1983b. Blanqueo masivo y muerte de los corales en la isla de Gorgona, Pacífico colombia-
no. Cespedesia, 12: 125-129.
Prahl, H. v. 1985. Blanqueo y muerte de corales hermatípicos en el Pacífico colombiano atribuidos al
fenómeno de El Niño 1982-83. Boletín ERFEN, 12: 22-24.
Prahl, H. v. 1986a. Notas sobre la geología, climatología, régimen de mareas y oceanografía. En H. v.
Prahl y M. Alberico (Eds.): Isla de Gorgona. Biblioteca Banco Popular, Bogotá, p: 19-28.
Prahl, H. v. 1986b. Corales y arrecifes coralinos. En H. v. Prahl y M. Alberico (Eds.): Isla de Gorgona.
Biblioteca Banco Popular, Bogotá, p: 59-88.
Prahl, H. v. 1986c. Crustáceos decápodos asociados a diferentes hábitats en la ensenada de Utría,
Chocó Colombia. Actual. Biol., 15: 95-99.
Prahl, H. v. 1990. Malpelo, la roca viviente. Fondo FEN Colombia, Bogotá, 57p.
172
Prahl, H. v. y H. Erhardt. 1985. Colombia, Corales y Arrecifes Coralinos. Fondo FEN Colombia, Bogotá,
295p.
Prahl, H. v. y B. Vargas-Angel. 1989. Tasa de crecimiento del coral Pocillopora damicornis en un arreci-
fe costero del Pacífico colombiano. Univ. del Valle, Fac. Ciencias, Rev. Ciencias, 2: 37-43.
Prahl, H. v., F. Guhl y M. Grögl (Eds.). 1979. Gorgona. Universidad de Los Andes, Bogotá, 279p.
Ramírez, A. y G. Viña. 1992. Estructura de las formaciones coralinas de las Islas de San Bernardo. En
E.M. Alvarado (Ed.): Taller de arrecifes coralinos. Boletín Ecotrópica, Supl. 2.
Ramírez, A., I. B. de Ramírez y J. E. Correal. 1986. Ecología descriptiva de las llanuras madreporarias
del Parque Nacional Submarino Los Corales del Rosario (Mar Caribe), Colombia. Fondo
FEN Colombia, Bogotá, 71p.
Ramírez, A., D. Miranda y G. Viña. 1994. Estructura arrecifal del archipiélago de San Bernardo (Mar
Caribe, Colombia), estudio de línea base. Trianea, 5: 189-219.
Ramírez, G. 1990. Evaluación de los parámetros y su relación con la surgencia de aguas costeras. En J.
M. Díaz (Ed.): Estudio ecológico integrado de la zona costera de Santa Marta y Parque
Nacional Natural Tayrona. Informe Final INVEMAR-COLCIENCIAS, Santa Marta, p: 19-76.
Rangel, O. y A. Rudas, 1990. Clima. En J. Aguirre y O. Rangel (Eds.): Biota y ecosistemas de Gorgona.
Fondo FEN Colombia, Bogotá, p: 13-52.
Reaka-Kudla, M. L., D. S. O´Connell, J. D. Regan y R. I. Wicklund. 1993. Effects of temperature and uv-b
on different components of coral reef communities from the Bahamas. En R. N. Ginsburg
(Comp.): Proceedings of the Colloquium an Global aspects of coral reefs: Health, Hazards
and History. University of Miami, RSMAS, p: 126-131.
Richardson, L. L., W. M. Goldberg, R. G. Carlton y J. C. Halas. 1998. Coral disease outbreak in the
Florida Keys: Plague Type II. Rev. Biol. Trop., 46 Supl. 5: 187-198.
Roberts, H. H. y Murray. 1983. Controls on reef development and the terrigenous-carbonate interface
on a shallow shelf, Nicaragua (Central América). Coral Reefs, 2: 71-80.
Sánchez, J. A. 1995. Benthic communities and geomorphology of the Tesoro Island coral reef,
Colombian Caribbean. An. Inst. Inv. Mar. Punta Betín, 24: 55-77.
Sánchez, J. A. y V. Ortiz. 1992. Distribución de los corales negros (Antipatharia, Antipathidae) de arre-
cifes entre Cartagena y el Golfo de Urabá, Caribe colombiano. Mem. VIII Semin. Nac.
Cienc. Tecnol. Mar, CCO, Bogotá, 1: 362-369.
Sánchez, J. A., J. M. Díaz y S. Zea. 1997. Gorgonian communities in two contrasting environments on
oceanic atolls of the southwestern Caribbean. Bull. Mar. Sci., 61(2): 453-465.
Sánchez, J. A., S. Zea y J. M. Díaz. 1998. Patterns of coral and black octocoral distribution in the oce-
anic barrier reef-complex of Providencia Island, southwestern Caribbean. Carib. J. Sci.,
34(3-4): 250-264.
Santavy, D. L. y E. C. Peters. 1997. Microbial pest: coral disease in the Western Atlantic. Proc. 8th Int.
Coral Reef Symp., Panamá, 1: 607-612.
Schönwald, N. 1998. Distribución y composición de los hábitats marinos asociados a las estructuras
arrecifales del área de Isla Grande, Archipiélago del Rosario, Caribe colombiano. Trabajo
de Grado, Univ. de Los Andes, Bogotá, 57p.
Schuhmacher, H. 1982. Korallenriffe, ihre Verbreitung, Tierwelt un Ökologie. BLV Verlagsgesellschaft,
Munich, 274p.
Smith, G. W., L. D. Ives, I. A. Nagelkerken y K. B. Ritchie. 1996. Caribbean sea fan mortalities. Nature,
383: 487.
Solano, O. D. 1987. Estructura y diversidad de la comunidad de corales hermatípicos en la bahía de
Chengue. Tesis M.Sc., Univ. Nacional de Colombia, Santa Marta. 111p.
Solano, O. D. 1994. Corales, formaciones arrecifales y blanqueamiento coralino de 1987 en Bahía
Portete (Guajira, Colombia). An. Inst. Inv. Mar. Punta Betín, 23: 149-163.
Solano, O. D., G. Navas y S. K. Moreno. 1993. Blanqueamiento coralino de 1990 en el Parque
Nacional Natural Corales del Rosario (Caribe colombiano). An. Inst. Inv. Mar. Punta Betín,
22: 97-111.
Solano, O. D., A. Guzmán-Alvis, G. Navas y T. Camargo. 1995. Caracterización rápida de comuni-
dades ícticas y coralinas (Isla Barú, Caribe colombiano). Bol. Ecotrópica, 29.
Torres, D. F. 1993. Abundancia y diversidad de 26 familias de peces arrecifales del costado oeste del
Caribe colombiano. Trabajo de grado, Univ. Jorge Tadeo Lozano, Bogotá, 118p.
173
Van Duyl, F. C. 1985. Atlas of the living reefs of Curacao and Bonaire (Netherlands Antilles). Foundation
for Cultural Cooperation (Sticusa), The Netherlands, 38p.
Vargas-Angel, B. 1996. Distribution and community structure of the reef corals of Ensenada de Utría,
Pacific coast of Colombia. Rev. Biol. Trop., 44: 643-651.
Vernette, G. 1985. La plate-forme continentale caraibe de Colombie: Importance du diapirisme agileux
sur la morphologie et la sedimentation. Tesis doctoral, Univ. de Burdeos, Bordeaux, 385p.
Vernette, G. 1989a. Les variations du niveau marin. Exemple de la cote Colombienne des caraibes a
l´holocene. Bull. Inst. Geól. Bassin d´Aquitaine. Bordeaux. 45: 81-95.
Vernette, G.1989b. Impact du diapirisme argileux sur les recifs de la plate-forme Colombienne des
Caraibes. Bull. Inst. Geól. Bassin d´Aquitaine, Bordeaux. 45: 97-105.
Wells, S. 1988. Coral reefs of the world. Vol. 1: Atlantic and eastern Pacific. UNEP Regional Seas
Directories and Bibliographies, IUCN, Gland, Switzerland, 373p.
Werding, B. 1976. Informe final sobre el estudio ecológico de la Bahía de Nenguange, Parque
Nacional Natural Tayrona. Santa Marta, INVEMAR. 116p.
Werding, B. 1978. Los porcelánidos (Crustacea: Anomura: Porcellanidae) de la región de Acandí (Golfo
de Urabá), con algunos encuentros nuevos de la región de Santa Marta (Colombia). An.
Inst. Invest. Mar. Punta de Betín, 10: 213-222.
Werding, B. y H. Erhardt. 1976. Los corales (Anthozoa e Hydrozoa) de la bahía de Chengue en el
Parque Nacional Natural Tayrona, Colombia. Mitt. Inst. Colombo-Alemán Inv. Cient., 8:
45-57.
Werding, B. y G. Manjarrés. 1978. Informe sobre las estructuras litorales y la flora y fauna marina en el
nor-oeste del Golfo de Urabá. Instituto de Investigaciones Marinas de Punta de Betin,
INVEMAR, informe inédito, 85p.
Werding, B. y H. Sánchez. 1979. Situación general y estructuras arrecifales. En: Informe faunístico y flo-
rístico de las Islas del Rosario en la costa norte de Colombia. An. Inst. Inv. Mar. Punta Betín,
11: 7-20.
Werding, B. y H. Sánchez. 1988. Deterioro observado en las formaciones coralinas de la Bahía de
Santa Marta, Colombia. An. Inst. Invest. Mar. Punta Betín, 18: 9-16.
Werding, B. y H. Sánchez. 1989. The coral formations and their distributional pattern along a wave
exposure gradient in the area of Santa Marta, Colombia. Medio Ambiente, 10(2):61-68.
West, R. C. 1957. The Pacific lowlands of Colombia. Louisiana State Univ. Press, Baton Rouge. 278p.
Wilkinson, C. R. y R. W. Buddemeier. 1994. Global climate change and coral reefs: implications for
people and reefs. IUCN, Gland, Suiza, 124p.
Zapata, F. y B. Vargas-Angel. En prensa. Corals and coral reefs of the Pacific coast of Colombia. En J.
Cortés (Ed.): Coral reefs of Latin America and the Caribbean. Elsevier Science, Amsterdam.
Zea, S. 1993. Cover of Sponges and other sessile organisms in rocky and coral reef habitats of Santa
Marta, Colombian Caribbean sea. Carib. J. Sci., 29 (1-2): 75-88.
Zea, S. y F. Duque. 1990. Bleaching of reef organisms in the Santa Marta region, Colombia: 1987
Caribbean-wide event. Trianea, 3: 37-51.
Zea, S., J. Geister, J. Garzón-Ferreira y J. M. Díaz. 1998. Biotic changes in the reef complex of San
Andrés Island (Southwestern Caribbean Sea, Colombia) occurring over nearly three deca-
des. Atoll. Res. Bull. 456: 1-30.
174
A gradecimientos
E
sta publicación es el producto de una serie de invest igaciones y estud ios de varios
años durante los cuales, además de los autores, muchas personas e inst ituciones estu
vieron involucradas directa e indirectamente, bien como part icipantes en las expedi
ciones al campo, en la organización y logíst ica, en el análisis y discusión de los resul
tados y/o en la financiación, o como colaboradores desinteresados en las múlt iples act ividades
que implica el hecho de colectar, almacenar, analizar, comparar y mostrar información cient íf ica.
Este trabajo no hubiera sido posible sin el concurso de todos ellos, por lo que nos sent imos en el
deber de expresarles nuestros más sinceros agradecimientos. Luz S. Mejía, Guillermo Díaz-Puli
do y Juan A. Sánchez hicieron parte del Grupo Arrecifes Coralinos de INV EM AR entre 1995 y
1997, y contribuyeron en forma sign if icat iva al fortalecimiento y consolidación del mismo. Los
estudiantes de tesis y pract icantes Diana P. Báez, Sonia Bejarano, Juan C. Márquez, Juan M. Sara
súa, Amelia Villa y Stephan Winter fueron de gran ayuda en las labores de campo y/o en la digi
talización de datos. Agradecemos muy especialmente a June Marie Mow (COR ALINA), Juan
Carlos Huertas (Centro de Buceo de Isla Fuerte) y Rafael Vieira (Oceanario de las Islas del Rosa
rio) por su amable hospitalidad y facilidades para el desarrollo del trabajo de campo. A la tripula
ción del B/I Ancón, especialmente a su capitán, José E. Polo, agradecemos su colaboración y
ayuda durante los cruceros de invest igación. Especial reconocimiento debemos al C.N. Francisco
A. Arias I., Director General del INV EM AR y a Leonor Botero A. (COLCIENCIAS) por su
decidido apoyo a nuestras ideas y proyectos. Nuestros sinceros agradecimientos a Elvira Alvara
do, Jorge Cortés, Robert N. Ginsburg, Héctor M. Guzmán y David R. Stoddart por su interés,
crít icas, consejos y reconocim iento a nuestro trabajo. Las invest igaciones en el Caribe fueron
posibles gracias al apoyo financiero de INV EM AR, del Inst ituto Colombiano para el Desarrollo
de la Ciencia y la Tecnología (COLCIENCIAS), de la Corporación para el Desarrollo Sustentable
del Archipiélago de San Andrés y Prov idencia (COR AL INA), de la Universidad Nacional de
Colombia, del Inst ituto de Geología de la Universidad de Berna y del Departamento de Asuntos
Exteriores de Suiza. El trabajo en las áreas cobijadas bajo el sistema de Parques Nacionales fue
facil it ado por Jesús Henao y Rebeca Franke (Parque Tayrona), Efraín Rod ríg uez y Cam ilo
Gómez (Parque Nacional Corales del Rosario y San Bernardo) y por Marcela Cano (Unidad
Administrat iva Especial del Sistema de Parques Nacionales Naturales, UAESPNN).
Las invest igaciones en el Pacíf ico fueron posibles gracias a la ayuda de Jaime R. Cantera,
Raúl Neira, Yaneth A. Morales, Carlos E. Bárcenas, Juan M. Jiménez, Pilar A. Herrón, Valer ia
Francisco, Sacha Lozano, Cam ilo Mora, Liz A. Serrano, And rés F. Ospina, Krupskaya Nar
váez, Gerardo Toro, Edgardo Londoño, Carlos A. Orozco y otros miembros del Grupo de
Invest igación en Ecolog ía de Est uar ios y Arrecifes Coralinos del Pacíf ico de la Universidad del
Valle. Franklyn Est upiñán, Adolfo Salinas, C. Moren y F. Ortega también ayudaron a realizar
el trabajo de campo. Claud ia Acevedo, Gustavo Mayor, Harold Moreno, Sand ra Bessudo y la
UAESPNN otorgaron perm isos y sum in ist raron apoyo log íst ico para el trabajo de campo en
los Parques Nacionales Gorgona, Ensenada de Utría y Malpelo. Agradecemos también a Jorge
Cortés, Héctor M. Guzmán, Juan L. Maté, Douglas Fenner y D. Ross Robertson por compart ir
su conocim iento sobre los corales y arrecifes del Pacíf ico y por su ayuda en múlt iples formas.
Las invest igaciones en el Pacíf ico han contado con el apoyo financiero de la Universidad del
Valle, COLCIENCIAS, la Fundación para la Promoción de la Invest igación y la Tecnolog ía del
Banco de la República y la Universidad de Miam i.
175
Un tiburón gato (Ginglymostoma
cirratum) merodeando en los
arrecifes del Banco Quitasueño
Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras
“José Benito Vives De Andreis”
INVEMAR