Está en la página 1de 1

EL CURA SIN CABEZA –

Hace tiempo cuando el país y el mundo estigmatizaba a un lugar llamado Lazareto de Agua de Dios
donde llegaba enfermos de lepra de todo los países, donde el control fue muy extremo a punto de
llegar de rodear este sitio con alambres de púas y tenían policías externos e internos, el cual nunca
nadie podría salir ni entrar. Dicen que por mucho tiempo los policías internos veían hacia las afueras
de Agua de Dios un cura sin cabeza el cual aterrorizaba a todos, el chisme llego a un policía externo
el cual no tuvo miedo y se propuso a capturarlo, una noche espero y al verlo de lejos el policía
amenazo con la escopeta, al hacerla sonar dicho espanto salió despavorido del lugar pero a lo lejos
el tan dicho espanto cayo y el policía sin pensarlo dos veces corrió hacia donde se encontraba,
cuando se acercó se encontró con tremenda sorpresa, no era ningún cura sin cabeza, era un
contrabandista que sobre su cabeza llevaba un costal lleno de licor y encima caía una sotana para
cubrir todo y así poder entrar.
Hace mucho tiempo en un lugar que ni el mismo Cabo hubiera podido describir. Existe una leyenda,
una leyenda que nace de las entrañas de un pueblo estigmatizado por un país, por la misma fe y por
el mundo.
Tomando el nombre del santo que padeció su misma enfermedad, este lugar se conocía como el
lazareto de Agua de Dios, un lugar que al igual que una cárcel nadie quería entrar y del cual todos
querían salir, el lazareto estaba rodeado en alambre de púas, contaba con policía interna y una
moneda propia para evitar el contagio de la enfermedad, los policías internos en el lazareto, decían
que en las noches de luna llena se veía a las afueras de agua de dios un cura sin cabeza, el cual
aterrorizaba a la población.
La gente que lo escuchaba pasar decía que el espanto hacia un sonido extraño, el cual hacia poner
los nervios de punta
La gente murmuraba algunos decían oírlo pasar
Mujer 1. Vecina, escucho el espanto anoche
Mujer 2: si vecina yo vi pasar la sombra del cura sin cabeza
Mujer 1: yo escuche cuando paso y hacia un ruido extraño
Mujer 2: si, sonaban como campanas, las campanas del infierno
Mujer 1: ¿las campanas del infierno?, ¡padre santo protégenos!
El chisme como sucede en cualquier pueblo corrió más rápido que el viento y llego a oídos de un
policía de los que estaban afuera de la cerca de alambre, un hombre valiente que decidió ver por si
mismo este espanto que aterrorizaba los habitantes.
Una noche, decidió partir hacia donde la gente decía oír pasar al cura sin cabeza, el policía bajo la
luz de la luna y recostado tras una ceiba espero toda la noche aquel espectro infernal

También podría gustarte