El drama se desarrolla en el dormitorio de la casa
LA MUERTE: ¡Dios santo! Casi me rompo el cuello.
NAT (observando perplejo): ¿Quién es usted? LA MUERTE: La Muerte. NAT: ¿Quién? LA MUERTE: La Muerte.... ¿puedo sentarme? NAT: ¿Quién es usted? LA MUERTE: La Muerte. ¿No tendría un vaso de agua? NAT: ¿La Muerte? ¿Qué quiere decir... La Muerte? LA MUERTE: ¿Qué diablos le pasa? ¿No ve mi traje negro y mi rostro blanco? NAT: Sí. LA MUERTE: ¿Y le parece que puedo ser Pinocho? NAT: No. LA MUERTE: Entonces soy La Muerte. Ahora bien, ¿podría darme un vaso de agua... o un agua tónica? NAT: Si se trata de una broma... LA MUERTE: ¿Qué clase de broma? ¿Tiene cincuenta y siete años? ¿Nat Ackerman? ¿Calle Pacific 118? A menos que me haya equivocado... ¿dónde habré dejado el papel? (Se revisa los bolsillos hasta que saca una tarjeta con una dirección. La verifica.) NAT: ¿Qué quiere de mí? LA MUERTE: ¿Que qué quiero? ¿Qué le parece que quiero? NAT: Debe de estar bromeando. Estoy en perfecto estado de salud. No quiero irme todavía. LA MUERTE: ¿Usted no quiere irse? Por favor, no empecemos. No empeore las cosas. Subí por la tubería del desagüe. Quería hacer una entrada dramática. Vi las ventanas abiertas y pensé que usted estaría despierto leyendo. Imaginé que sería divertido subir y entrar así, por las buenas, ya sabe... Mire, mejor vamonos de una vez. Ha sido una noche terrible. NAT: ¿Así que, además, me ha roto la tubería del desagüe? LA MUERTE: Roto, roto, no, sólo un poco torcido. ¿No oyó nada? Me pegué un porrazo en el suelo. NAT: Estaba leyendo. LA MUERTE: Entonces debía estar muy concentrado. (Hojea el periódico que leía Nat.) «Colegialas sorprendidas en una orgía de marihuana.» ¿Me lo presta? NAT: Aún no he terminado. Escuche, señor, es muy tarde. LA MUERTE: Tiene razón. Bueno, ¿vamos? NAT: ¿Adonde? …Espere un minuto. Necesito tiempo. No estoy listo para ir. LA MUERTE: Lo lamento mucho. No puedo hacer nada por usted. Me gustaría, pero ha llegado la hora. NAT (estudiándolo): Perdone, pero no puedo creer que sea usted La Muerte. LA MUERTE: ¿Por qué? ¿Qué se esperaba... Leonardo Di Caprio? NAT: No, no se trata de eso. LA MUERTE: Siento mucho haberle desilusionado, pero, oiga usted... NAT: No se enfade. No sé; siempre pensé que usted sería... eh... un poco más alto. Deme un poco de tiempo. Un día más. LA MUERTE: No puedo… NAT: Un día más. Veinticuatro horas. ¿No podríamos llegar a algún acuerdo? LA MUERTE: ¿Como cuál? NAT: ¿Juega al ajedrez? LA MUERTE: No. NAT: Le diré lo que haré... LA MUERTE: No quiera llegar a ningún acuerdo conmigo. NAT: Le reto al gin rummy. Si gana usted, me voy enseguida. Si gano yo, me da un poco más de tiempo. Un poquitín... un día más. LA MUERTE: ¿Y quién tiene tiempo para jugar al rummy? NAT: Vamos, vamos. LA MUERTE: Aunque me gustaría hacer una partidita... NAT: Vamos, pórtese como un caballero. Jugamos media hora. LA MUERTE: En realidad, no debería... NAT: Aquí mismo tengo las cartas. No se ahogue en un vaso de agua. Vamos. LA MUERTE: De acuerdo, empecemos. Juguemos un poco. Me relajará. NAT(tomando las cartas, una hoja, para anotar, un lápiz): No se arrepentirá. LA MUERTE: No me dore la píldora. Vamos a las cartas, deme un agua tónica y algo de picar. ¡Vaya! Aparece un desconocido en su casa y usted no tiene ni patatas fritas para ofrecerle. NAT: Abajo hay galletas en un plato. LA MUERTE: ¿Galletas? Y si viene el presidente, ¿qué? ¿También le daría galletas? NAT: Usted no es el presidente. LA MUERTE: Juegue. NAT: ¿No puede decirme nada? ¿Adonde vamos? LA MUERTE: ¿Nosotros? Para decirle la verdad, usted tropezará en un montón de pliegues en el suelo y se caerá. NAT: ¡Oh, no quiero verlo! ¿Me va a doler? LA MUERTE: Un par de segundos. NAT: ¿Por qué? LA MUERTE: ¡Porque todo el mundo se cae al suelo! Déjeme en paz. Estoy tratando de concentrarme. NAT: ¿Por qué tiene que ser al suelo? ¡Es lo único que digo! ¿Por qué demonios no puedo estar al lado de un sofá cuando suceda? LA MUERTE: Haré lo que pueda. ¿Quiere jugar, sí o no? NAT: Sesenta y ocho... ciento cincuenta... Bueno, ha perdido. LA MUERTE (mirando, abatido, los naipes): Sabía que no debía haber tirado ese nueve. ¡Mierda! NAT: Entonces, le veo mañana. LA MUERTE: ¿Qué significa eso de que me ve mañana? NAT: Me gané un día extra. Ahora déjeme. LA MUERTE: ¿Habla en serio? NAT: Un trato es un trato. LA MUERTE: Sí, pero... NAT: No me venga con «peros». Le gané las veinticuatro horas. Vuelva mañana. LA MUERTE: No sabía que jugábamos por tiempo. NAT: Lo siento mucho. Tendría que prestar más atención. LA MUERTE: ¿Y ahora qué voy a hacer durante veinticuatro horas? NAT: A mí ¿qué me importa? El asunto es que le gané un día extra. LA MUERTE: ¿Qué quiere que haga... que camine por las calles? NAT: Métase en un hotel, váyase al cine. Tome un Baño de Vapor.1 LA MUERTE: A lo mejor se ha equivocado al contar. NAT: No sólo no me he equivocado, sino que me debe, además, veintiocho dólares. LA MUERTE: ¿Qué? NAT: Así es, amigo. 1 Baño de vapor, en yiddish. (N. del T.) LA MUERTE (revisándose los bolsillos): Tengo sólo unas cuantas monedas NAT: Le acepto un cheque. LA MUERTE: ¿Un cheque? ¿En qué cuenta? NAT: ¡Si todos mis clientes fueran como usted! LA MUERTE: Ponga un pleito, demándeme, haga lo que quiera. ¿Cómo voy a tener yo una cuenta corriente? NAT: Muy bien, muy bien. Deme lo que tenga y quedamos en paz. LA MUERTE: Escuche, necesito este dinero. NAT: ¿Por qué va a necesitar dinero La Muerte? LA MUERTE: Y la gasolina ¿qué? ¿Y el peaje? NAT: ¿Conque vamos en coche? LA MUERTE: Ya verá. (Agitado.) Mire, vuelvo mañana y me da otra oportunidad para recuperar mi pasta, ¿eh? De lo contrario, tendrá problemas. NAT: Como quiera. Es muy posible que gane una semana extra o un mes. Quizás un año... De modo que juega... NAT: ¡Hasta mañana! (llamándole) Y tenga cuidado al bajar. ¡En uno de los escalones, la alfombra está suelta! (Y, al instante, se oye un gran estruendo y el sonido de alguien que cae).