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Confidencialidad

Los árbitros, las partes y las instituciones arbitrales, en su caso, están obligadas a guardar la
confidencialidad de las informaciones que conozcan a través de las actuaciones arbitrales.

Imparcialidad
Las partes, de mutuo acuerdo, seleccionan el tribunal arbitral, la sede y el lugar del arbitraje,
la ley aplicable al fondo de la controversia, y el idioma del procedimiento, entre otras cosas.

Especialización
Las partes eligen de mutuo acuerdo a los árbitros en base a los conocimientos técnicos y
experiencia para un caso concreto.

Flexibilidad
Las partes tienen libertad para configurar las reglas del procedimiento a las necesidades del
caso.

Inmediación
Los árbitros gestionan directamente la tramitación del procedimiento arbitral, desde su inicio
hasta que se dicte el laudo.

Apelación
Por lo general, los laudos arbitrales no son recurribles. Podrán revisarse y anularse en
situaciones muy excepcionales.

Rapidez
Por lo general, un arbitraje es considerablemente más rápido, pudiente durar todo el
procedimiento entre 6 y 18 meses, según la complejidad del asunto.

Prueba
En los procedimientos arbitrales las audiencias de prueba duran lo que resulte necesario,
siendo frecuente que se celebren durante varios días.

Costes
Las partes deben sufragar el procedimiento en su totalidad: Honorarios de árbitros, tasas
institucionales y práctica de pruebas, entre otros.

https://www.minjus.gob.pe/wp-content/uploads/2017/04/RECURSO-DE-ANULACION-DE-LAUDO-
ARBITRAL-Carlos-A.-Soto-Coaguila.pdf

es principio general que los derechos se deben aplicar de manera extensiva y que las restricciones
de los mismos deben ser aplicadas de forma estricta

Interpretación estricta es aquella que conduce a la conclusión de que el texto legal debe
ser interpretado únicamente a los casos que él expresamente menciona, sin extenderse a
más casos de los que este contempla ni restringirse a menos de los señalados por el
legislador.

 LA INTERPRETACIÓN RESTRICTIVA.–

Al contrario de lo que sucede en la interpretación extensiva, en la


Interpretación Restrictiva se restringe el alcance de la norma apartando de
ella determinados supuestos que se encontrarían incluidos de acuerdo con
la redacción de su texto, pero que se entiende que no fue voluntad del
legislador comprenderlos dentro de éste

 La Interpretación Extensiva.–

En esta clase de interpretación lo que hace el operador jurídico o intérprete


es extender el alcance de la norma a supuestos no comprendidos
expresamente en ella, por considerar que habría sido voluntad del
legislador comprender en la norma a aplicar tales supuestos.

a) La Interpretación Declarativa (o estricta).–

Esta clase de interpretación es también conocida como Interpretación


estricta, y se presenta cuando al interpretar el operador jurídico se ciñe a lo
que dice la norma, limitándose a aplicarla a los supuestos estrictamente
comprendidos en ella.

El mexicano José Luis Hernández Ramírez menciona que la Interpretación


Declarativa “se refería a los casos en que supuestamente se creía que las
palabras reproducían fielmente el pensamiento de la regla” (sic).

Como bien explica el maestro Mario Alzamora Valdez, la interpretación


declarativa es la de más corriente uso y su objeto es el de explicar el texto
de la ley. Continúa diciendo que este procedimiento se emplea cuando las
palabras son imprecisas u obscuras y se busca desentrañar a través de
ellas la mente de la ley y la del legislador.

b) La Interpretación Modificativa.–

Esta Interpretación es la que enrumba el alcance de la norma cuando, en


relación a lo que pretendía el legislador, ésta ha sido expresada con
excesiva estrechez, en cuyo caso deberá efectuarse una interpretación
extensiva, o con excesiva amplitud, en cuyo caso deberá efectuarse una
interpretación restrictiva.

– La Interpretación Extensiva.–

En esta clase de interpretación lo que hace el operador jurídico o intérprete


es extender el alcance de la norma a supuestos no comprendidos
expresamente en ella, por considerar que habría sido voluntad del
legislador comprender en la norma a aplicar tales supuestos.

Sobre el particular, el tratadista Werner Goldschmidt dice:

“Si resulta que la norma en su sentido lingüístico usual se queda a la zaga


de la voluntad auténtica de su autor, hay que ensancharla para que llegue
a alcanzar aquél.” (sic).

La interpretación es extensiva, explica el Profesor Mario Alzamora se da


cuando los términos de la ley expresan menos de lo que el legislador quiso
decir, y se trata de averiguar cuáles son los verdaderos alcances de su
pensamiento; continúa diciendo que “más que extensiva es esta
interpretación ‘integrativa’ puesto que su objeto es referir la norma no a
casos nuevos sino a aquellos que contiene virtualmente, porque si así no
fuera no sería interpretación sino creación”. (sic).

 LA INTERPRETACIÓN RESTRICTIVA.–

Al contrario de lo que sucede en la interpretación extensiva, en la


Interpretación Restrictiva se restringe el alcance de la norma apartando de
ella determinados supuestos que se encontrarían incluidos de acuerdo con
la redacción de su texto, pero que se entiende que no fue voluntad del
legislador comprenderlos dentro de éste.
Alberto Trabucchi lo explica del siguiente modo: “La interpretación
restrictiva se dará cuando la interpretación lógica restrinja el significado
propio de la expresión usada por la ley; …” (sic).

La derogación determina la pérdida de existencia de un enunciado jurídico.

Las normas pueden desaparecer del sistema jurídico por un acto posterior que las
extingue.
La derogación puede ser de dos tipos: explícita e implícita.

En el primer caso se trata de una disposición que identifica con precisión el objeto de
derogación. Por ejemplo, “queda derogada la ley X”
La derogación es implícita y se dirige al significado del enunciado normativo
propiamente dicho, a través de una disposición que afirma “quedan derogadas todas
las disposiciones que se opongan a lo establecido en esta ley” .

La derogación puede producirse por una contradicción entre dos normas o


significados atribuidos a dos disposiciones y en virtud del principio según el cual la
norma posterior en el tiempo deroga a la anterior en el caso de normas de igual
rango jerárquico e igual grado de especialidad.

Introducción

Conforme la norma Constitucional el artículo 103 señala que “(…) una ley solo
se deroga por otra ley” concordante con ella, el Código Civil en su Título
Preliminar, exactamente en el artículo I, bajo la sumilla “Abrogación de la ley”
señala que: “La ley se deroga sólo por otra ley. La derogación se produce por
declaración expresa, por incompatibilidad entre la nueva ley y la anterior o
cuando la materia de ésta es íntegramente regulada por aquella. Por la
derogación de una ley no recobran vigencia las que ella hubiere derogado.

En tal sentido, tomando en cuenta la norma antes las formas que puede
asumir la derogación de una ley se produce i) por declaración expresa, ii) por
incompatibilidad entre nueva ley y la anterior o cuando la materia que de esta
es íntegramente regulada por aquella.

Bajo lo antes precisado, el Código Civil establecería tres formas de derogación


aplicables a las normas, la primera conocida como derogación expresa y las
otras dos llamadas derogación tácita. Sobre el particular Marcial Rubio
precisa que “la primera es la llamada derogación expresa y consiste en la
mención de las normas anteriores que son derogadas por la nueva. La otras
don son las formas de derogación tácita y son descritas de la siguiente
manera: cuando existe “incompatibilidad entre la nueva ley y la anterior”,
cuando “la nueva materia de esta-la norma anterior- es íntegramente regulada
por aquella- la nueva norma (RUBIO CORREA, 2007, p. 23).

De otro lado, Juan Espinoza señala una clase mas, la derogación indirecta de
la leyes subordinadas, la cual consiste en “quitar eficacia a las normas de ley
(o equiparadas )que dependen de institutos expresa o tácitamente abrogados
y cuya supervivencia no solo carecería de fundamento sino que estaría en
pugna con las innovaciones legislativas introducidas (ESPINOZA ESPINOZA,
2003, p. 33).

Por ello el principio general en el derecho es que el único instrumento que


pueda derogar y dejar sin efecto una norma jurídica es otra norma jurídica de
igual o mayor rango, La ley solo es derogable por otra ley. Sin embargo,
existen determinadas circunstancias en los que de manera clara precisa y
expresa no se advierte la existencia de una derogación normativa y ello genera
una gran complicación al sistema jurídico en razón de no saber a ciencia
cierta si dicha norma podría o no ser aplicada. En tal sentido, lo que se quiere
determinar aquí quien será el responsable de advertir la aplicabilidad o no de
tal norma en el caso en concreto.

Definición

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define derogar


como “abolir, anular una cosa establecida como ley o costumbre”.

Según el derecho romano, la derogación viene del latín derogare, que supone
la revocación parcial de la ley, a diferencia de la abrogación que significa la
supresión completa de una ley.

Para Hans Kelsen, referenciado por Aguiló Regla, “la derogación consisten en
la eliminación de la validez de una norma por otra. Escribe Kelsen: “Así como
una norma jurídica puede eliminar completamente la validez de otra. También
esas normas derogatorias son normas no independientes, que solo pueden
ser entendidas conjuntamente con otras que estatuyen actos
coactivos” (AGUILÓ REGLA, 2019, pp. 223-224).
Por su parte Marina Gascon precisa que “La derogación es la expresión del
principio de la lex posterior Pues bien, otra cuestión que parece fundamental
para determinar los efectos y el alcance del instituto derogatorio es la de si
estamos ante un principio lógico o ante un principio exclusivamente histórico-
jurídico” (GASCÓN AVELLÁN, 2019, p. 850).

Hablamos de derogación expresa cuando una norma jurídica resta validez a


otras normas, es decir la elimina del ordenamiento jurídico.

En doctrina se señala que “LA DEROGACIÓN.- Es la extinción parcial de la


norma y no podemos llamarlo abrogación parcial, en tanto que la abrogación
es total o es ninguna, las modificaciones parciales a la norma jurídica se
denominan derogación, y en dicha institución podemos encontrar diversas
formas o modalidades entre otros podemos señalar; a) DEROGACIÓN
PARCIAL.- Es la modificación parcial de una norma; b) DEROGACIÓN TOTAL.-
Es la modificación total de una norma.”

Tipos de derogación normativa

Como hemos señalado, en nuestro sistema el sustantivo derogación, es el


único que define a todas las formas enunciadas de modificación o supresión
de una ley. Así, de conformidad con el artículo I del Título Preliminar del
Código Civil, la derogación de las leyes puede ser expresa o tácita.

Derogación expresa

La derogación —la derogación expresa— es el acto normativo que tiene como


efecto primordial y típico la supresión de esa cualidad de las reglas
jurídicas. (JIMÉNEZ CAMPO, 1991, p. 276).

 “La derogación se da cuando la misma norma señala que norma dejara de


tener vigencia y a partir de qué fecha, que generalmente es la fecha de entrada
en vigor de la norma que se deroga. Además de la Ley existe en nuestra
legislación la figura del Legislador negativo, esto es el Tribunal Constitucional,
que deroga las normas lesivas y contrarias a la constitución, el mismo que se
ha hecho presente en diversas sentencias como son los casos de los
procesos (…).En estos casos la sentencia que declaran inconstitucional la
norma legal determinada deberá de publicarse en el diario oficial El Peruano y
a partir de ello dejara de tener eficacia la norma inconstitucional, sin embargo
dicho efecto no es retroactivo. Esta figura ya es reconocida por la Constitución
de 1993 en su artículo 103.” (CORNEJO YANCCE, 2019).

De otro lado Gascón señala que “La derogación expresa no es asunto de


incompatibilidad normativa. En la derogación expresa no está presente una
contradicción entre dos normas, sino, si acaso, entre dos actos normativos: el
acto de promulgación de la norma y el acto derogatorio de la
misma” (GASCÓN AVELLÁN, 2019, p. 851).

La derogación es expresa, cuando la ley señala de manera expresa que deroga


la antigua. En la derogación expresa, el legislador señala en forma precisa y
concreta los artículos que deroga. Es decir, no resulta necesaria ninguna
interpretación, pues simplemente se excluye del ordenamiento uno o varios
preceptos legales, desde el momento en que así lo señale el legislador.

Derogación tacita

“Cuando una norma jurídica no señala expresamente la norma que es


derogada, sino que existe entre otros incompatibilidad, colisionan en su
contenido regulatorio con otra norma. En determinados casos la norma que
deroga simplemente manifiesta que se derogan todas las normas que se
opongan a la presente norma, frase por la cual se deroga tácitamente todas
aquellas que se opongan en su contenido regulatorio a la nueva norma. Esta
institución se basa en el antiguo aforismo “lex posterior derogat anterior” (la
ley posterior deroga a la anterior) y el “generi per speciem derogatum”, entre
norma general y especial se prefiere a la norma especial” (CORNEJO YANCCE,
2019).

Respecto de la derogación tácita Diez Picazo señala que, No es ésta, sin


embargo, una «auténtica derogación» (DÍEZ-PICAZO, 1990, p. 331) porque —
dicho ahora en muy pocas palabras— no provoca la pérdida de vigencia de la
lex praevia, sino su mera inaplicación ad casum por el órgano judicial,
apreciada que sea aquella antinomia. Así, la derogación por incompatibilidad
no se sitúa, como la expresa, en el plano de la creación normativa, sino en el
de la aplicación del Derecho, y por ello sus efectos no son irreversibles ni tan
siquiera —añado— generales por necesidad, pues es evidente que la
incompatibilidad apreciada por un órgano judicial puede no ser advertida —o si
advertida, superada— por otro juzgador. La construcción que resumo me
parece por entero inobjetable y además —ya en un plano diverso— oportuna,
inmersos como estamos en un clima (no lo sé llamar de otro modo) de
replanteamiento, no siempre riguroso, de la posición del juez ante la ley. Es
pertinente, por ello, subrayar que «la decisión sobre qué reglas pertenecen
activamente al ordenamiento corresponde exclusivamente al legislador»
(DÍEZ-PICAZO, 1990, p. 323).

La derogación es tácita, cuando la nueva ley contiene disposiciones que no


pueden conciliarse con las de la ley anterior. Este tipo de derogación supone
un cambio de legislación, una incompatibilidad con respecto a lo regulado en
la nueva ley y la ley que antes regía o regulaba determinada circunstancia.
Hecho que hace necesaria la interpretación de ambas leyes, para establecer
qué ley rige la materia, o si la derogación es total o parcial.

Al respecto Gascón puntualiza que “En este punto, debemos concluir con
Bobbio que en el ordenamiento no hay una exigencia lógica de coherencia
normativa. Más exactamente: sobre el legislador no pesa ninguna carga de
legislar coherentemente, de modo que cuando una contradicción normativa se
produce no hay ningún principio ínsito a la propia idea de ordenamiento que
haga suponer que la norma posterior «deroga» a la anterior. La imposibilidad
de satisfacer al mismo tiempo dos normas incompatibles, que es a lo que
conduce una contradicción o incoherencia normativa, podría resolverse
simplemente inaplicando la anterior o la posterior (piénsese en un
ordenamiento de tipo tradicionalista) o las dos, pero desde luego no ha de
resolverse necesariamente haciendo cesar la vigencia de la anterior en el
tiempo. La derogación sólo tendrá lugar en la medida en que el propio
ordenamiento así lo determine, es decir, en la medida en que exista una norma
sobre la producción jurídica que establezca el efecto derogatorio” (GASCÓN
AVELLÁN, 2019, p. 854).

Sobre ese aspecto, lo que se advierte es un grave problema en la aplicación de


una norma dentro del ordenamiento jurídico por ausencia de seguridad; ello en
el sentido, de no saber a ciencia cierta si la norma que ha sido derogada
tácitamente lo está vigente o no en su real dimensión. A diferencia de la
derogación expresa, es fácilmente determinable advertir que una norma
desaparece o es eliminada del ordenamiento para dar paso a una nueva
porque así lo ha establecido de manera clara y precisa la propia norma que ha
dejado sin efecto a la anterior. Aquí no hay problema ni interpretación alguna
que podría dar paso al análisis frente a una norma que ha sido expelida del
ordenamiento legal.

Sin embargo en el caso de la derogación tácita no se advierte tal circunstancia


y por ende complica la labor del operador de justicia, al respecto es importante
poner a consideración lo señalado por Gascón, para quien “Hemos dicho en
este trabajo que la derogación expresa hace cesar la vigencia de las
disposiciones jurídicas. La derogación tácita, por el contrario, ya se conciba en
clave de mera regla de preferencia, de derogación o de invalidez sobrevenida,
termina resolviéndose en un problema de interpretación que, sobre todo allí
donde no existen mecanismos fuertes de unificación jurisprudencial, puede
constituir una seria amenaza para la certeza del Derecho y para la igualdad en
su aplicación. Al final, por tanto, la derogación tácita plantea un problema de
inseguridad jurídica, en el sentido de falta de certeza o de conocimiento claro
de las normas vigentes, y, derivadamente, de desigualdad en la aplicación de
la ley, pues si la valoración de la derogación de una norma se deja en manos
de los operadores jurídicos, es muy posible que no todos ellos la estimen
unánimemente derogada (o no derogada)  (GASCÓN AVELLÁN, 2019, p. 858).

Resulta claro entonces que a diferencia de la derogación expresa, donde


desde su origen existe una disposición que señala cual es la norma que ha de
dejarse sin efecto y sin validez a consecuencia del nacimiento de la nueva
norma; en la derogación tácita o de carácter implícita, no se advierte con
precisión que norma quedo derogada, lo que representa una dificultad que da
origen a una incertidumbre jurídica. Así, siendo determinante en la derogación
tácita la idea de incompatibilidad, será necesario determinar cuales son las
normas incompatibles, circunstancia que ha de exigir determinar dicha
incompatibilidad  lo que exige una interpretación de las disposiciones
normativas en relación a un caso en concreto; pero además debe tenerse en
cuenta que el resultado de la interpretación es una aspecto que puede generar
posiciones  a favor y en contra de manera que, se ha de trasladar la
responsabilidad al órgano jurisdiccional quien ha de determinar la existencia
de incompatibilidad por lo que es un tema de criterio no existiendo la certeza
que de la derogación expresa. Reiteramos aquí cabe la interpretación de
ambas leyes para establecer que ley se encuentra vigente y al existir tal
circunstancia no hay texto claro y expreso que disponga una derogación
propiamente dicha.

Conclusiones

La derogación es la expresión legal que hace referencia al hecho de que una


norma jurídica resta validez a otras normas, es decir la elimina del
ordenamiento jurídico.

La derogación es expresa, cuando la ley señala de manera enunciativa que


deroga la antigua.

La derogación es expresa no requiere de interpretación alguna ya que


simplemente se excluye del ordenamiento uno o varios preceptos legales,
desde el momento en que así lo señale el legislador.

La derogación es tácita, surge cuando la nueva ley contiene disposiciones que


no pueden conciliarse con las de la ley anterior.

En el caso de la derogación tácita surge la idea de incompatibilidad, será


necesario determinar cuáles son las normas incompatibles, circunstancia que
ha de exigir determinar dicha incompatibilidad  lo que exige una interpretación
de las disposiciones normativas en relación a un caso en concreto.

Aquí cabe la interpretación de ambas leyes para establecer que ley se


encuentra vigente y al existir tal circunstancia no hay texto claro y expreso que
disponga una derogación propiamente dicha

1. Interés de una persona reconocido y protegido por el derecho.


2. Situación jurídica que se ostenta en relación con la actuación de otra persona y que
conlleva la facultad de exigirle, a través de un procedimiento administrativo o judicial,
un comportamiento ajustado a derecho

https://es.slideshare.net/augucho/el-acto-jurdico-y-el-negocio-jurdico
https://es.slideshare.net/nikolaymosquerarojas/cuadros-acto-juridico
Condición suspensiva: cuando se suspende la existencia de una obligación.
Condición resolutoria: cuyo cumplimiento resuelve la obligación, volviendo las cosas al estado
que tenían, como si la obligación no hubiere existido.

El Derecho a la vida privada o The right of privacy, como se le conoce en el Common Law
norteamericano, como derecho autónomo, tiene su punto de partida en 1890, cuando dos
jóvenes abogados de Boston (USA), Samuel D. WARREN y Louis BRANDEIS, escribieron un ensayo
titulado The right to privacy, publicado en el Harvard Law Review 15. Ello no quiere decir que, con
anterioridad, no se haya protegido este aspecto de la vida del ser humano, pero se hizo mezclado
con otros derechos.

El origen de este derecho autónomo está marcado por el conflicto con el derecho a la
información y, específicamente, con la libertad de expresión. En efecto, Samuel D. WARREN, fue
casado con la hija de un conocido Senador de la República de apellido Bayard, y debido a la vida
azarosa que llevaba fue objeto de comentarios respecto de facetas que correspondían a su vida
privada; esto incomodó al joven abogado que decidió asociarse con Louis BRANDEIS, quien
posteriormente sería nombrado Magistrado de la Corte Suprema de los Estados Unidos de
Norteamérica, para escribir un ensayo que desarrollara el tema de la vida privada y la necesidad
de protegerlo frente a la intromisión de la "prensa amarilla" que, más preocupación tenía por el
aspecto mercantil que el respeto de la dignidad del ser humano, en lo que se refiere a la labor
periodística. En este ensayo, los autores, desarrollaron el concepto to be let alone, es decir, el
derecho a la soledad, el derecho a vivir en paz, el derecho a no sufrir interferencias, ni del Estado
ni de terceras personas, en asuntos que sólo corresponden a la esfera de su privacidad.

El origen está relacionado con el desarrollo vertiginoso de la información y, fundamentalmente,


con los medios de comunicación masiva, en ese entonces representado por los diarios. Los
autores mencionados rechazaron las extralimitaciones en que incurrían dichos medios de
información, en el tratamiento de ciertas noticias que no obedecían a un interés general y que,
por el contrario, sólo constituían invasión a la esfera de la privacidad. Nace así el right of privacy,
que fue desarrollado posteriormente en base a la labor jurisprudencial de los tribunales
norteamericanos, adquiriendo dimensiones y proyecciones inusitadas, en función al progreso y
desarrollo de la sociedad norteamericana. La semilla la sembraron los jóvenes abogados,
adquiriendo este derecho, a partir de ese momento, autonomía.

Las características de la sociedad contemporánea ha complicado la existencia del ser humano.


Aun cuando le puede proporcionar mayor comfort y bienestar, el avance de la ciencia y la
tecnología hacen que el ser humano se torne vulnerable, entre otros aspectos, frente al poder de
la información y de los medios de comunicación. Por ello, el derecho a la vida privada cobra, hoy
en día, vital importancia en la educación y formación del ser humano en toda sociedad con
pretensiones democráticas.

El origen norteamericano marca el inicio universal del right of privacy, conocido en América Latina
y en el Perú en particular, como derecho a la intimidad. Este derecho recién es incorporado
normativamente en el Perú en la Constitución Política del Estado de 1979; posteriormente,
desarrollado en forma limitada por el Código civil de 1984 16y, finalmente, algunas conductas que
afectan la vida privada de las personas son tipificadas como delitos en el Código penal de 1991.
La Constitución de 1993 también la incorpora dentro del conjunto de derechos fundamentales.
Antes de la Constitución de 1979, el derecho a la intimidad no fue recogido por las normas ni
del Código civil de 193617, ni por la Constitución Política de 1933. El Código penal de 1924
tampoco le otorgó autonomía, confundiéndose en la experiencia jurídica con los delitos que
atentaban contra el honor de las personas.

A diferencia de los Estados Unidos de Norteamérica, nuestra jurisprudencia ha sido


particularmente parca en el desarrollo de este derecho, a pesar de la profunda sensibilidad que
caracteriza a las sociedades latinas, como la nuestra. Y, si bien es cierto, la fuente principal del
Derecho norteamericano está dada por los precedentes judiciales y por ello el gran desarrollo
jurisprudencial de este Derecho, como en otros, vitales para el ser humano, también es cierto que,
por ser nuestra fuente principal la norma escrita, ello no debería impedir que la jurisprudencia
desarrolle el derecho en estudio, captando circunstancias particulares que nos brindan los casos
concretos.

En ambos sistemas jurídicos, la doctrina juega un papel trascendental. Lamentablemente, en


nuestro país, muy poco se ha desarrollado doctrinariamente respecto a este derecho, mientras
que en Norteamérica la doctrina ha ido a la par de la jurisprudencia 18.

El respeto al ser humano, llevado hasta sus últimas consecuencias, implica el respeto a su
dignidad personal "y a lo que le pertenece en lo más secreto de su yo, de sus relaciones y de sus
situaciones de vida" 19. Esto no fue comprendido por el antiguo legislador, ni ha sido
comprendido por los magistrados peruanos. Felizmente, en el Perú, los legisladores
constituyentes de 1979 y 1993, así como el legislador del Código civil de 1984, consideraron el
derecho a la intimidad tanto en las Constitucio-nes de 1979 y 1993 y en el Código en referencia,
respectivamente; sin dejar de mencionar el Código penal de 1991 y el Código procesal civil de
1992, que regulan en forma directa lo relacionado al tema de la intimidad personal y familiar.

Los orígenes se han dado en distintas etapas de desarrollo de cada sociedad; prácticamente un
siglo de diferencia, por lo tanto, un siglo de diferencia en el desarrollo del derecho; sin embargo,
los orígenes están marcados por los elementos conceptuales similares y, fundamentalmente, uno
de ellos, el relacionado con la información. Si revisamos los artículos 14 y 16 del Código
civil peruano de 1984, encontramos que lo que se resalta es la defensa de la vida privada o
intimidad controlando la difusión, la divulgación, la puesta en conocimiento. Evidentemente, ello
no impide interpretar extensivamente el artículo 14 y considerar que, no sólo se protege la vida
privada controlando la información de hechos o circunstancias que sólo incumben a la persona y
su familia, sino que la protección también está referida a impedir la intromisión, el fisgoneo de la
vida personal o familiar.

DÍAZ MOLINA, nos señala que si bien the right of privacy es creación del Common Law y, por lo
tanto, participa de sus características fundamentales, fundado en los principios generales que
constituyen la estructura de dicho sistema jurídico, es lógico que no se haya arraigado en las
legislacio-nes hispanoamericanas en las dimensiones deseadas, por obedecer a la estructura de
un sistema jurídico diferente; sin embargo, considera que ha llegado el momento "en que no son
suficientes las garantías y defensas de los derechos fundamentales del individuo contenidas en las
Constituciones políticas. Esa protección tendrá que complementarse y perfeccionarse con otra
más efectiva y eficaz, sancionadoras de esas conductas ilícitas que hoy en día quedan impunes" 20.

En el caso peruano, el reconocimiento del derecho a la intimidad en las Constituciones de 1979 y


1993, el Código civil de 1984, el Código penal de 1991, el Código procesal civil de 1992, marcan el
inicio del desarrollo de este importante derecho. Corresponderá a la doctrina y, en especial, a la
jurisprudencia, el afinamiento del derecho en estudio para la comprensión más amplia de las
distintas situaciones que presenta la vida diaria.

Nuestra realidad socio-existencial nos demuestra la necesidad de profundizar en el tema. Los


casos que se presentan diariamente, por el tratamiento de las noticias, tanto en los periódicos,
revistas, como en la televisión, son clamorosos. Se ha llegado al extremo de estructurar
programas de televisión cuyo objetivo principal es inmiscuirse en la privacidad de las personas,
bajo el erróneo concepto de que la intimidad, tratándose de personajes públicos, desaparece. Ha
llegado la hora que los Tribunales peruanos clarifiquen el derecho en comentario, a la luz de la
casuística, estableciendo parámetros que permitan el ejercicio de la libertad de información, pero,
aplicando sanciones ejemplares cuando se violente no sólo el derecho a la intimidad, sino
cualquier otro derecho fundamental.

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