Está en la página 1de 2

1.

Del hierro al acero


Francis Pfenniger
El hierro es un mineral que está presente en forma bastante abundante en la corteza terrestre
(aproximadamente un 4,5%), la mayor parte en forma de óxidos. Probablemente esto explique en
parte el desarrollo más tardío de la metalurgia del hierro comparada con la de otros materiales,
como el oro y el cobre que suelen encontrarse en estados de alta pureza más fáciles de explotar
y/o fundir.  Aún así, es sabido que el hierro fue usado ya en la prehistoria, aunque en una muy
reducida escala y, ciertamente, no en la construcción. La pieza de hierro más antigua descubierta
se cree que fue elaborada hacia 4 mil años antes de nuestra era en Egipto. Coincidentemente, la
más antigua referencia al hierro se encuentra en el Capítulo IV del  Libro del Génesis -que se
presume escrita también alrededor de 4 mil años a.C.- y que menciona a “Tubal-Caín; ése es el que
forja toda clase de herramientas de cobre y hierro”. Piezas encontradas que datan de entre 4 mil y
2 mil quinientos aC se han encontrado en diversas regiones del creciente fértil y de Egipto, pero
dan cuenta de un uso muy aislado y esporádico de este metal, muchas veces proveniente de
meteoritos. Esta característica del hierro meteórico acentúa su valor que, en casos como en
América Andina o en Yucatán, superaba al del oro.
No fue hasta aproximadamente el 1.700 aC que se inicia un uso más intensivo del hierro. Durante
el reinado de Ramsés II en Egipto (1.292 a 1125 aC) son frecuentes los usos en armas, llantas de
ruedas, puntas de flecha, anillos y otros elementos elaborados presumiblemente bajo supervisión
de los hititas, que parecen haber sido los poseedores del secreto de su manufactura. Una carta del
rey de los Hititas  Hattusilis III (1.275 a 1250 aC) presumiblemente al rey de los Asirios, en que
lamenta no poder hacerle llegar el hierro solicitado y se excusa ofreciéndole de regalo una daga de
hierro, da cuenta del alto valor asignado a este mineral y a su manufactura. El uso del hierro
también está limitado por a la tecnología aún simple de producción en hornos abiertos a los vientos
que, alcanzando temperaturas relativamente bajas, apenas permitían la formación de una masa
pastosa que era forjada a golpes de martillo. Este hierro forjado a golpes de martillo y de alto
contenido de carbono era de baja dureza y su aplicación en herramientas y armas competía
dificultosamente con el bronce que sí podía ser moldeado. Excepción a lo anterior son los
desarrollos de tecnologías de hierro colado logrados en la India y China que permitieron producir
aleaciones de bajo contenido de carbono (hierro “wootz” en India). Este uso limitado del hierro se
mantuvo hasta que fuera descubierto que manteniendo el hierro calentado largamente al rojo y
combinado con carbón encendido se otorgaba al metal mayor dureza.  Este tipo de hierro tenía,
además, la ventaja de poder ser sometido a tratamientos térmicos (templado) que le otorgaron
mayor dureza. Esta técnica fue conocida de los griegos y es mencionada por Homero en La Odisea.
En los dos o tres últimos siglos aC en la cuenca del Mediterráneo se desarrolla la minería y
metalurgia que deja al futuro conquistador romano economías con empresas metalúrgicas
prósperas. Con el tiempo, la extracción en minas cada vez más profundas se tornó más difícil y
costosa, pese al trabajo de esclavos por lo que la producción se limita a las necesidades de la
guerra hasta el siglo II de nuestra era. La posterior caída del Imperio Romano y la conquista y
control de Europa  por las tribus y hordas germánicas y asiáticas limita el desarrollo de la
metalurgia a artesanías de fabricación de cascos y armaduras. Recién en el siglo XV se produce el
invento de los hornos conocidos como “Stückofen” en Harz, Alemania, permitiendo por primera vez
la licuefacción del metal. Este tipo de hornos se hicieron muy comunes en Europa entre los años
1400 al 1500, siendo el hierro fundido utilizado, entre otras cosa a partir del descubrimiento de la
pólvora, en la fabricación  de las armas de fuego y especialmente, en la fundición de los cañones.
En el siglo XVII se reconoce el acero Blister, en Suecia, que no es propiamente un acero en la
forma en que se define hoy sino, más bien, hierro forjado carburizado. A fines del siglo XVII se
producen en Europa principalmente el hierro forjado maleable de la forja Catalana y el más tenaz
acero alemán (Hartz).
Durante el siglo XVIII la producción de acero se acelera y mejora su tecnología: primero con el uso
del carbón coke en reemplazo de carbón vegetal como combustible propuesto por A. Darby
(posteriormente importante en la construcción del puente sobre el río Severn, el proceso Pudding y
el proceso Blister, antecesores del desarrollo de la tecnología que se inicia en los siglos XIX y XX.
La llamada Revolución Industrial que se instala a mediados del siglo XVIII es el resultado de la
convergencia de una serie de hechos complejos, descubrimientos científicos y técnicos (el papel, la
imprenta, la pólvora, la brújula, etc.), de condiciones sociales, económicas  y políticas, de la
explosión demográfica y la concentración urbana, del desarrollo de una industria incipiente que
reemplaza la fabricación artesanal y da inicio a un proceso en el que, en parte, estamos inmersos
aún hoy. Sin embargo, es opinión de muchos que la Revolución Industrial sólo es posible gracias al
hierro y el acero. El impacto de la producción de acero a menor costo y a mucha mayor velocidad
es notable (se pasa de un plazo de 10 días para transformar 500kg de hierro en acero a 36 horas a
principios del siglo XIX y con el proceso desarrollado por Bessemer, el plazo se reduce a poco más
de 20 minutos). Este impacto, que se expresa en la producción de energía como la máquina a
vapor, en el transporte terrestre y marítimo, en la industria textil, en los posteriores inventos de
motores eléctricos y de explosión, entre tantos largos de enumerar, nos permite afirmar, sin mucho
riesgo de error que la civilización y la cultura actuales son, para bien o para mal, el resultado del
desarrollo de la industria del acero. Hoy, en el siglo XXI, en el mundo globalizado, informatizado y
comunicado, el desafío que enfrenta el planeta es el desarrollo sustentable que permita entregar a
las futuras generaciones un mundo posible, amigable, responsable del medio ambiente: en este
escenario desafiante el acero como material, como industria y como recurso tiene, nuevamente un
gran aporte que hacer, toda vez que es, como se ha dicho, un material cien por ciento e
indefinidamente reciclable, aspecto que lo destaca, especialmente en al universo de los materiales
de construcción.

También podría gustarte