Está en la página 1de 2

6to Gigante: el orgullo y la soberbia

El exceso de estimación hacia uno mismo y hacia los propios méritos por los cuales nos
creemos superiores a los demás, nos hacen caer fácilmente, tal como le paso a Goliat (1
Samuel 17:42-43), él fue soberbio, tuvo un sentimiento de superioridad frente a David, un
trato distante o despreciativo hacia él.

Entender el significado del orgullo puede resultar sencillo, lo que realmente es difícil es
determinar si estamos adoleciendo de este mal. Es fácil detectar el orgullo en otros, pero es
muy difícil detectar el orgullo en nosotros mismos. El orgullo se manifiesta en una jactancia de
los logros personales, en eso se basó Goliat.

Proverbios 16:18 dice: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez
de espíritu” De igual manera, Isaías 2:11 dice: “La altivez de los ojos el hombre será abatida, y
la soberbia de los hombres será humillada; y Jehová solo será exaltado en aquel día.” Es muy
peligroso atesorar orgullo en el corazón. Dios lo aborrece y lo castiga con firmeza, así lo hizo
con Goliat.

Cómo vencer este gigante:

David fue escogido por Dios, pues fue hallado conforme a su corazón (1 Samuel 16:1-12). A
Dios no le impresiona lo externo, la verdadera belleza va más allá de lo que se ve a simple
vista, de lo que pueden ver nuestros ojos, está en el corazón. David se protegió del orgullo y
por eso venció. Cómo protegernos o vencer este gigante que nos puede llevar al fracaso total:

1. Reconociendo la presencia del orgullo en el corazón. Si nuestro orgullo no nos permite


reconocer que somos orgullosos, jamás lograremos dominar a este gigante (Salmo 51:3).

2. Confesando a Dios el orgullo como pecado. Proverbios 21:4 “Altivez de ojos, y orgullo
de corazón, y pensamiento de impíos son pecado.” De modo que no justifiquemos este
pecado, no lo llamemos debilidad o rasgo de carácter. Confesemos nuestra errada actitud
(Salmo 51: 4).

3. Reconociendo que lo que somos y tenemos es por la gracia de Dios, tal como lo hacía
el apóstol Pablo “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para
conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios
conmigo”(1 Corintios 15:10). David tenía muy claro esto (1 Samuel 17:37)

4. Cultivando una comunión íntima con Cristo. La humildad era una característica de
Jesús (Filipenses 2:5-8) y nos invita a cultivarla (Mateo 11: 29). Esta cualidad de Cristo solo se
contagia en la medida que cultivamos la comunión con él. 1 Corintios 3:18 dice: “Por tanto,
nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”
Dejemos que nuestra personalidad entera se transforme de gloria en gloria contemplando la
gloria de nuestro amado Salvador. La vida auténticamente cristiana se caracteriza por la
libertad del orgullo. David era un hombre que día tras día cultivaba esa comunión (Salmo 27:4).

Aplicación teoterápica

Cultivar la humildad y alejarnos del orgullo es nuestro llamado y sólo en la comunión íntima
con Dios podremos hacerlo, dependamos de él y venceremos este gigante que busca
destruirnos totalmente y entonces Dios nos resguardará.

También podría gustarte