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Me preguntas qué es lo que yo quiero, y naturalmente nada de lo que ha pasado es lo que quiero.

Quiero un matrimonio feliz, quiero que las cosas con mi marido no hayan tomado el camino que
tomaron, que fueramos una familia feliz, una pareja feliz, como fuimos alguna vez. Quiero borrar
de mi cabeza los últimos meses (no sé cuántos son).

Me mantiene con él la idea de hacer algo bien por mis hijos, nunca me he dejado de sentir
culpable porque Cris ha tenido que crecer lejos de su papá. Tengo claro que a estos papás yo los
elegí, y lo hice mal, pero esa no es culpa de mis hijos.

En ese contexto los conocí a ustedes, tenemos en común una relación marital terrible, todos nos
mantenemos ahí pensando sobre todo en los niños. Aunque tengo la teoría (y es sólo mi opinión)
de que tu caso es diferente al de él, tú (creo) amas profundamente a tu esposa, no te gusta
reconocerlo, pero tu mayor rencor hacia ella es ése, que todavía, y a pesar de todo, la amas mucho
más de lo que ella jamás te ha amado.

Cuando empezó todo con él fue más incidental que otra cosa, estábamos ahí y necesitábamos
(como te dije) un bote salvavidas. Lo fuimos muchas veces, muchas veces también fuimos lo
contrario, llegamos a tener peleas de matrimonio, somos igual de necios y tenemos ideas muy
contrarias respecto a casi todo en la vida. Él cree en Dios, yo me burlo de la gente que cree en
Dios, por ejemplo.

Justo cuando no quise agregar más drama a mi vida fue cuando decidí terminar la relación, no lo
hice como debí, siempre he sido cobarde, yo sospechaba en le fondo que él había dejado de
verme como una simple relación de paso, lo intuía.

Para mí él también es más de lo que pensé que sería, tenemos la proximidad a nuestro favor,
vernos diario sin duda ha ayudado a fortalecer lo que sea que nos una. Él entiende que lo que más
podría castigarme es su indiferencia.

A ti te encontré y quise conocerte, quise coincidir contigo mas de lo que coincidía. Encontré en ti a
un hombre maravilloso, me has gustado más allá de lo que me gusta. Encontré cualidades que no
pensé encontrar en alguien de carne y hueso. Fue como un bonito sueño, tal cual, tan onírico y tan
efímero. Contigo coincido, pienso lo que piensas, vivo la vida como tú la vives, eres mi alma
gemela perdida, eres esa persona que debí conocer antes de todas las tormentas. Yo hubiera
cuidado de ti y tú hubieras cuidado de mí, hubiéramos sido la pareja del siglo. Pudimos ser todo lo
que merecíamos.

Las cosas ahora son difíciles, entre nosotros se han puesto difíciles por asuntos fuera de nuestras
manos, es como una de esas bromas de mal gusto. Te encontré, te conocí, te quise, te quiero y
quiero seguir queriéndote, pero no sé si puedo con "difícil", no sé si tengo energía para "difícil".
Honestamente, me siento derrotada emocionalmente casi todo el tiempo. No es tu culpa, no tiene
nada que ver contigo, sin embargo, me siento cansada de hacer. Lo difícil requiere siempre hacer.
Vale la pena, no lo dudo, pero también estoy cansada de hacer y no conseguir lo que quisiera.
(Otra vez, nada que ver contigo.)
Él no, él no requiere nada, no debo hacer nada diferente de lo que ya hago. De hecho, él facilita
mis días. Las peleas terminaron cuando empezamos a entendernos, cuando entendimos que
somos diferentes, que no dejaremos de serlo, la necedad termina cuando decides que tener la
razón no es importante, y nosotros ya lo entendimos en nuestra convivencia.

Hoy hablamos un poco, me dijo que me ama más de lo que me imagino y que nos necesitamos, así
en plural, y no se equivoca. Lo que me separa de ti es lo que me acerca a él, todo lo que se sale de
nuestras manos.

No quiero perderlo, ni quiero perderte, y debo tomar una decisión que involucra una de las
posibilidades anteriores. Me molesta pero no puedo evadirlo mucho más.

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