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PSICOLOGÍA EVOLUTIVA
Reconociendo que lo que sucede antes del parto es crucial para lo que ocurra después,
los científicos prestan cada vez mayor atención a los aproximadamente 266 días de
desarrollo del feto dentro del seno materno. Aunque no nos vamos a detener en la
descripción de las etapas e hitos más importantes del desarrollo prenatal, sí que
queremos dejar constancia de la importancia que tiene el estilo de vida de la madre y
su comportamiento en todo este proceso.
Por ejemplo, sabemos desde hace más de 50 años que las radiaciones pueden causar
mutaciones genéticas y que los rayos X son más peligrosos antes de las 6 semanas de
gestación, que es el tiempo de mayor desarrollo orgánico. La dieta de una mujer
embarazada puede tener consecuencias importantes para la salud futura de su hijo.
Algunas enfermedades pueden tener serios efectos sobre el desarrollo del feto,
dependiendo del momento en que enferma la madre. La rubeola, antes de la undécima
semana de embarazo, causará, casi con toda seguridad, ceguera y defectos en el
corazón del feto. Es importante controlar mucho el consumo de fármacos. El
descubrimiento durante los años 60 de la correlación entre madres embarazadas que
tomaban el tranquilizante talidomida para aliviar los mareos matutinos al principio del
embarazo y el consiguiente nacimiento de bebés sin brazos ni piernas o con otras
anormalidades aún más graves, desencadenó muchas investigaciones sobre los efectos de
los fármacos y drogas comunes en el desarrollo prenatal. Hoy en día sabemos que las
mujeres fumadoras tienen más posibilidades de tener bebés prematuros o de menor
peso, de tener abortos, más nacimientos de niños muertos y más bebés que mueren
pronto después de nacer. Un pequeño número de mujeres alcohólicas han tenido niños
que sufren una rara enfermedad denominada síndrome alcohólico fetal. Esta
enfermedad se caracteriza por un retraso mental, motor y de crecimiento. Todos estos
ejemplos nos muestran la responsabilidad que supone para una mujer el embarazo y que
todas las precauciones que se tomen son pocas.
Otras investigaciones se han centrado en las implicaciones del orden de nacimiento. Por
ejemplo, numerosos estudios han descubierto que los niños nacidos en primer lugar es
más probable que alcancen un alto nivel de éxito. La explicación más obvia consiste en
que cuanto más tiempo pasan los padres con los hijos, y más esperan de ellos, mayor
nivel alcanzan éstos. Pero también puede haber otras razones. Los hijos nacidos en
primer lugar pueden ser motivados para superar a los “intrusos”, sus hermanos más
jóvenes, quienes, en palabras de Alfred Adler, les han “destronado de su posición inicial
en la familia”.
Hoy en día, en el mundo desarrollado, cada vez hay más parejas que deciden tener un
solo hijo. El hijo único ha tenido generalmente mala prensa; se le considera caprichoso,
egoísta, solitario e inadaptado. ¿Es válida esta descripción? No mucho. De acuerdo con
algunos estudios los hijos únicos tienden a ser brillantes y a alcanzar el éxito, están
seguros de sí mismos, son independientes e ingeniosos, populares entre los otros niños y
con las mismas posibilidades de tener éxito en el trabajo, en el matrimonio y la familia
que los niños que tienen hermanos.
2. LA INFANCIA
Desde tiempos antiguos, los filósofos han sostenido diversas ideas sobre cómo son los
niños y cómo deberían ser criados para causar los menores problemas a sus padres y la
sociedad. Sin embargo, hasta el siglo XVIII no se empezó a considerar a los niños como
algo diferente de versiones en miniatura, débiles y calladas, de los adultos. Ya en el
siglo XIX Y XX numerosas investigaciones nos han permitido comprender un poco el
maravilloso mundo de los niños.
Justo después del nacimiento los recién nacidos pueden hacer más cosas de lo que la
gente cree. Desde que nacen parpadean ante una luz brillante, siguen a un objeto en
movimiento, se giran hacia la luz de una ventana y ven mejor a una distancia de
aproximadamente 20cm, más o menos la distancia a la que se encuentra un niño de la
cara de su madre cuando está en sus brazos. Vuelven sus cabezas hacia un sonido, se
mueven al compás de la conversación humana y responden al dolor tratando de
retirarse. Antes de cumplir la primera semana, prefieren mirar un rostro humano que
Los seres humanos poseemos un amplio arsenal de reflejos, algunos de ellos claros
instrumentos para la supervivencia. Los reflejos primitivos están presentes al nacer y
desaparecen en determinados momentos durante el primer año de vida. Son los
siguientes:
Tanto el crecimiento físico como el desarrollo de las habilidades motoras, tales como
andar y correr, están enormemente influidos por pautas hereditarias, que van
apareciendo con la maduración, por lo cual este proceso es difícil acelerarlo, e incluso a
pesar de las privaciones consiguen esas competencias; por ejemplo es inútil enseñar a un
niño a subir escaleras antes de que esté preparado para hacerlo. Durante el “primer
año” de vida los niños aprenden a cambiar su posición, de estar boca abajo a ponerse de
lado, o de boca abajo a ponerse boca arriba o a la inversa; empiezan a arrastrarse, a
gatear, aprenden a sentarse, a arrodillarse; posteriormente aprenden a levantarse y al
final aprenden a andar.
Las observaciones de Jean Piaget acerca de los niños le convencieron de que la mente
infantil no es una miniatura de la mente adulta. Piaget estableció la teoría de que la
mente se desarrolla formando esquemas que ayudan a las personas a asimilar las
experiencias y que, en ocasiones, requieren una modificación para adaptarlos a las
informaciones nuevas. Distinguió cuatro períodos en el desarrollo cognitivo de las
personas: sensoriomotor, preoperatorio, de las operaciones concretas y de las
operaciones formales.
En el período preoperatorio (2 a 6-7 años) los niños pueden pensar en objetos que no
tienen delante, imitar acciones que no ven, aprender números y usar el lenguaje, el más
extraordinario sistema de símbolos, de un modo más sofisticado. Gracias al lenguaje
pueden reconstruir el pasado y anticipar el futuro. En esta etapa los niños son bastante
egocéntricos, es decir, tienen dificultades para considerar el punto de vista de otra
persona.
En el período de las operaciones concretas los niños pueden clasificar las cosas en
categorías y trabajar con números; son más capaces de ponerse en el lugar de otro, lo
cual reviste suma importancia de cara a su capacidad para entender a otras personas y
realizar juicios morales.
1. Llorar. Los niños lloran por múltiples razones, y la experiencia tanto de los padres
como de los investigadores de laboratorio es a menudo capaz de decirnos si se
hallan hambrientos, sienten miedo, dolor o tienen frustraciones. Los niños que al
llorar consiguen ayuda son, al parecer, capaces de obtener un mayor grado de
confianza en sí mismos, a partir del conocimiento de que pueden influir en sus
propias vidas. Cuanto más ignore, golpee, ordene, regañe y restrinja el cuidador
al niño, más llorará, se irritará y actuará agresivamente.
2. Sonreír. La sonrisa de un niño es otro poderoso e irresistible medio de
comunicación. La probabilidad de que la sonrisa de un niño responda a la de un
adulto irá en aumento, solidificando los lazos de unión entre los niños y las
personas que son importantes en sus vidas.
3. Reír. Aproximadamente a los 3 meses los niños ríen ruidosamente al ser besados
en el estómago, al oír ciertos sonidos o al ver a sus padres hacer cosas poco
usuales.
Mientras determinados niños suelen sonreír y reír casi todo el tiempo, llorando
raramente, otros actúan de forma contraria. Esas diferencias, que aparecen desde el
nacimiento, muestran diversos temperamentos. Algunos investigadores han observado
nueve aspectos innatos del temperamento: nivel de actividad, regularidad en el
funcionamiento biológico (dormir, comer, evacuar), disposición para aceptar personas y
situaciones nuevas, adaptabilidad al cambio, sensibilidad al ruido, la luz y otros
estímulos sensoriales, humor (alegría o disgusto), intensidad en las respuestas,
distracción y persistencia.
Se ha comprobado que es más fácil ser cariñoso con un niño que suele ser alegre y cuyos
deseos se pueden prever y conocer que con un niño que llora constantemente, se resiste
a ser abrazado y a menudo parece imposible de satisfacer. Los padres que salen
adelante mejor con niños difíciles son los que han aprendido a adaptar la forma de
educar al niño a sus necesidades individuales.
ü El apego
Si has visto alguna vez a un niño seguir con sus ojos cada uno de los movimientos de su
madre, sonreírle cuando se acerca, hacerle mimos, llorar cuando abandona la habitación
y gritar con alegría cuando vuelve, usted ha visto a un niño que ha formado su primera
relación de apego con otra persona. El apego es una relación cariñosa, activa y
recíproca entre dos personas que se distingue de la relación con otros. Para que se
forme el apego ambas partes han de alargar la mano y responder al otro. Las madres y
otros cuidadores lo hacen siendo sensibles a las necesidades de sus hijos, recogiendo sus
señales, teniéndoles cerca. Los niños cumplen su parte riendo, llorando, asiéndose y
mirando a los ojos de sus cuidadores.
El desarrollo temprano de una fuerte unión entre padres e hijos parece tener efectos de
largo alcance. Por una parte, los niños seguros afectivamente son más sociables con los
extraños, debido probablemente a la confianza con su madre, que les lleva a generalizar
esta confianza con otras personas. A los 3 años y medio, los niños afectivamente seguros
son descritos como “líderes entre sus compañeros, socialmente comprometidos, centro
de atracción, curiosos y activamente relacionados con el ambiente”.
Por otra parte, si has tratado de coger en brazos a un niño de unos 8 meses con el que
tenías poca o ninguna relación y has sido saludado con lamentos de temor o intentos
desesperados por regresar a la seguridad de los brazos familiares, no tienes que
preocuparte creyendo que has hecho algo mal. El niño está tan sólo mostrando una
cautela perfectamente normal ante los extraños.
ü Identificación
¿Cómo desarrollan los niños el sentido de ser quienes son? En parte, observando a las
personas que les rodean y descubriendo a quienes quieren parecerse. A través de la
identificación, los niños adoptan ciertas características, creencias, actitudes, valores y
conductas de otras personas o grupos. La identificación es uno de los aspectos más
importantes del desarrollo de la personalidad en los primeros años de la infancia. Los
teóricos del aprendizaje social consideran la identificación como el resultado de la
imitación de un modelo o varios. Los niños escogen su modelo basándose en dos
características principales, poder e interacción protectora.
ü Cómo los diferentes estilos de educar de los padres afectan a sus hijos
La psicóloga Diana Baumrind trató de descubrir las relaciones existentes entre los
distintos estilos de educar a los niños y la competencia social de éstos.
Los padres con autoridad ejercen un firme control cuando es necesario, pero explican
su posición y animan a sus hijos a que expresen sus opiniones. Se sienten seguros en su
capacidad de guiar a sus hijos, mientras respetan los intereses, opiniones y la
personalidad única de los mismos. Combinan un firme control con apoyo y amor. Los
niños saben lo que se espera de ellos, que se comporten bien, que cumplan sus
compromisos y lleven a cabo sus obligaciones en el ámbito familiar. Son los niños que
muestran más confianza en sí mismos, mayor autocontrol y son los más asertivos,
curiosos y satisfechos.
Los padres autoritarios valoran la obediencia incuestionable y castigan a sus hijos con la
fuerza al no cumplir lo que ellos consideran un nivel adecuado. Son bastante fríos,
controladores y distantes. Sus hijos tienden a estar descontentos, ser recelosos o
introvertidos.
Los padres permisivos piden poco a sus hijos, establecen pocas reglas y raramente los
castigan. A la edad preescolar estos niños son inmaduros y son los que tienen menor
confianza en sí mismos, menor autocontrol y curiosidad.
¿Qué nos dice sobre una persona adulta el conocer su edad? No demasiado, puesto
que la vida de cada uno difiere tan drásticamente de las de los demás que todos
hacemos cosas diferentes a distintas edades. Mientras la biología determina en gran
parte lo que hacemos en la infancia, durante la edad adulta son la cultura y la
Son años de buena salud y gran energía, especialmente de los 20 a los 40 años, con
cambios muy ligeros y graduales que no se percibirán hasta los 50 años.
En esta etapa en la mujer se produce la menopausia. Este evento que consiste en que
la mujer deja de menstruar y ya no puede tener hijos, tiene lugar entre los 38 y los 60
años, normalmente entre los 48 y los 52. El periodo de tiempo de 2 a 5 años, durante el
cual el cuerpo padece una serie de cambios fisiológicos que conducen a la menopausia
se denomina climaterio. Los únicos síntomas que parecen directamente relacionados con
la reducción en la producción de hormonas femeninas, estrógenos, son sofocos,
reducción del flujo y recubrimiento vaginal y trastornos urinarios.
Ambos sexos están sometidos a la importancia que nuestra sociedad da al hecho de ser
joven, aunque las mujeres están especialmente oprimidas por la doble norma existente
acerca del envejecimiento: canas, piel áspera, arrugas y patas de gallo, que son pruebas
atractivas de experiencia y madurez en los varones, constituyen signos indicativos de
que las mujeres están en declive. El atractivo femenino radica en la “suavidad, las
formas redondeadas, el poco vello, la ausencia de arrugas, la dulzura y la falta de
musculatura, o sea el atractivo de las muy jóvenes; las características de debilidad y
vulnerabilidad”.
Durante muchos años se creyó que la actividad intelectual general alcanzaba su cenit
alrededor de los 20 años y que después declinaba. Resulta agradable saber que esto no
es cierto. Existe suficiente evidencia de que ciertas formas de inteligencia continúan
desarrollándose a lo largo de toda la vida. Así, por ejemplo, las habilidades verbales,
un aspecto de la inteligencia cristalizada (desarrollada a través de la práctica), se
incrementa durante la madurez y la senectud. La capacidad de resolver problemas
nuevos, aspecto de la inteligencia fluida, alcanza su punto álgido alrededor de los 20
años y después comienza a declinar; sin embargo, la experiencia acumulada que
acompaña a la madurez puede evitar cualquier disminución, también en estas
habilidades.
Por supuesto, no existe una línea divisoria para determinar cuándo empieza la vejez.
Existen tremendas diferencias entre las personas en sus últimos años, mientras algunos
permanecen física e intelectualmente bien a los 90, otros parecen, sienten y actúan de
forma envejecida a los 50. Las definiciones oficiales acostumbran a fijar el inicio de la
vejez en los 65 años, cuando el individuo puede ser obligado a jubilarse y puede recibir
pensión de la Seguridad Social.
¿Eres una de esas personas que se acuesta cada vez que siente el impulso de hacer
ejercicio hasta que el impulso se te pasa? Reconsidéralo: el ejercicio tiene efectos
beneficiosos a lo largo de toda la vida. Aparte de hacerte sentirte bien, ayuda a
conseguir un buen tono muscular, a mantener tu peso bajo y a protegerte de las
enfermedades del corazón. En la vejez manifestará de nuevo su utilidad. Las personas
mayores que han hecho ejercicio durante la madurez no muestran tantas pérdidas en
velocidad, vitalidad y fuerza y en varias funciones básicas, como la circulación y la
respiración. Muchos de los efectos que asociamos con el envejecimiento son debidos más
a la falta del uso de nuestro cuerpo y a su adaptación a no realizar ejercicios físicos que
al paso de la edad.
La combinación del deterioro físico y mental, que conocemos como senilidad y que es
conocida en medicina por el término de demencia senil, no es inevitable en la vejez, y
de hecho hay muchos ancianos que no lo sufren. Cuando una persona pierde capacidad,
con síntomas como la pérdida de memoria, problemas de atención, disminución general
de la capacidad intelectual y dificultades en responder a otras personas, existe
normalmente algún tipo de explicación fisiológica.
Los años que siguen a los 65 constituyen una etapa normal del desarrollo durante la cual
las personas pueden experimentar tanto crecimiento como crisis. Sin embargo, nuestra
sociedad parece estar predispuesta para impedir que las personas mayores experimenten
positivamente sus últimos años. Rechazamos sus ideas como desfasadas e irrelevantes en
lugar de valorar los conocimientos adquiridos a través de la experiencia y de la relación
con el pasado. Les forzamos al retiro cuando muchos son todavía enérgicos y capaces de
trabajar. Aceptamos la enfermedad y la depresión como una carga inevitable de la vejez
y estereotipamos a las personas mayores de muchas maneras, tratándolas según nuestras
ideas equivocadas sobre su manera de ser, creando así profecías que nosotros mismos
nos encargamos de que se cumplan. Como sociedad, fracasamos en buena medida en
satisfacer sus necesidades de compañía, ingresos, transporte, vivienda, salud, cuidado y
seguridad. Frente a todo esto, es sorprendente que muchas de las personas mayores
envejezcan con éxito.
Existe más de una forma para envejecer satisfactoriamente, y el camino que cada uno
toma depende de su personalidad, de su pasado y de sus circunstancias presentes.
Algunas personas, en esta etapa de la vida, necesitan gran cantidad de actividad para
sentirse bien, mientras que a otros les ocurre lo contrario, necesitan llevar una vida más
tranquila y sosegada.
ü La jubilación
¿Qué impacto supone abandonar el mundo del trabajo remunerado? Tal como se indicaba
anteriormente depende de cada persona. Las siguientes declaraciones muestran los
puntos de vista más corrientes:
“¡Estar jubilado lo significa todo para mí! ¡Soy tan feliz en todo lo que hago! No
tengo ningún problema en mantenerme ocupado. Los lunes trabajo en el jardín.
Los martes juego al golf. Algunas veces juego a los bolos. Los miércoles trabajo
toda la mañana la tierra. Los sábados voy a pasear. Leo mucho. En invierno voy a
mi club y juego a las cartas. Me han ofrecido diversos empleos, pero no quiero
trabajar.
Años atrás, la muerte formaba parte de la vida cotidiana de muchas personas y, aunque
se temía, se aceptaba su presencia como un evento, eso sí, muy importante de la vida
cotidiana. Con el progreso de la medicina y las nuevas prácticas funerarias, se ha hecho
de la muerte un tabú, algo de lo que no se debe hablar. Sin embargo, en los últimos
tiempos se está estudiando cada vez más la muerte y sus implicaciones emocionales,
morales y políticas.
2. La rebelión contra lo inevitable nace después de que el moribundo, aun sin haberlo
dicho, se ha percatado de su gravedad. En el fondo es una protesta vital, airada y
furiosa al descubrir que ya no existe ninguna salida para su problema. Lo que sucede
es que tal rebeldía se expresa de maneras muy diferentes, proyectándola sobre los
médicos, las instituciones sanitarias, los familiares y hasta sobre la misma sociedad.
El caso es buscar algún culpable de lo que tuvo arreglo, pero ya no tiene ninguna
solución.
Son frases condicionales y con puntos suspensivos que explican porqué ahora se
encuentra en un callejón sin salida. Si lo hubieran operado antes, cuando se quejó
al principio, o lo hubiera visto el médico que él dijo... Si hubiera estado mejor
atendido o se hubieran preocupado un poco más...Si no hubiera tenido que trabajar
tanto para sacar adelante la familia...Si no existieran tantas desigualdades
económicas o la vida no fuera tan injusta con algunos...
Son formas sutiles de protesta, que podrán molestar profundamente a los que se
sienten afectados por tales críticas cuando no saben descubrir su auténtico
significado. Y lo que indican es únicamente rebeldía interior del que todavía no
llega a reconciliarse con su destino.
3. Es normal también una etapa en la que se busca negociar con el destino, para ver
si es posible aún algún tipo de indulto o mejora. Una especie de pacto por el que
uno está dispuesto a todo, a cambio de prolongar un poco la vida. Es el momento en
que Dios suele entrar en escena, ya que es el único capacitado, por su poder
sobrenatural, para ir contra las leyes de la naturaleza y arreglar la situación.
Algunas personas sin fe y sin prácticas religiosas en esos momentos acuden a la
religión como un recurso desesperado. La esperanza de un milagro queda como un
pequeño rescoldo en medio de tanta ceniza.
5. La aceptación aparece como la última fase, que muchos pacientes son capaces de
alcanzar. No es que contemplen ese momento llenos de alegría, como si fuese algo
que esperan con amor e ilusión. La ruptura será siempre dolorosa, el despojo final
será siempre desagradable. Aceptar es una reconciliación pacífica con el destino;
reconocer sencillamente nuestra finitud, que si en la vida ya se había
experimentado de tantas formas, ahora se siente con toda su fuerza y densidad. El
miedo y la angustia de antes dan paso ahora a una sensación de paz y tranquilidad
interior, sin que desaparezcan por completo, como hemos dicho, la pena y la
nostalgia de lo que hay que abandonar y que tanto se había querido.
Por otra parte, la muerte de un ser querido es el origen de un gran sufrimiento para las
personas que le amaban. La aflicción suele seguir una pauta bastante bien predecible,