Oí sus gemidos, sus náuseas, la delicadeza De sus fugas. Soñé con dos pintores que aún no tenían 40 años cuando Colón Descubrió América. (Uno clásico, intemporal, el otro Moderno siempre, Como la mierda.) Soñé con una huella luminosa, La senda de las serpientes Recorrida una y otra vez Por detectives Absolutamente desesperados. Soñé con un caso difícil, Vi los pasillos llenos de policías, Vi los cuestionarios que nadie resuelve, Los archivos ignominiosos, Y luego vi al detective Volver al lugar del crimen Solo y tranquilo Como en las peores pesadillas, Lo vi sentarse en el suelo y fumar En un dormitorio con sangre seca Mientras las agujas del reloj Viajaban encogidas por la noche Interminable.
Los detectives perdidos
Los detectives perdidos en la ciudad oscura.
Oí sus gemidos. Oí sus pasos en el Teatro de la Juventud. Una voz que avanza como una flecha. Sombra de cafés y parques Frecuentados en la adolescencia. Los detectives que observan Sus manos abiertas, El destino manchado con la propia sangre. Y tú no puedes ni siquiera recordar En dónde estuvo la herida, Los rostros que una vez amaste, La mujer que te salvó la vida.
Detectives Helados
Soñé con detectives helados, detectives latinoamericanos
que intentaban mantener los ojos abiertos en medio del sueño. Soñé con crímenes horribles Y con tipos cuidadosos que procuraban no pisar los charcos de sangre y al mismo tiempo abarcar con una sola mirada el escenario del crimen. Soñé con detectives perdidos en el espejo convexo de los Arnolfini: nuestra época, nuestras perspectivas, nuestros modelos del Espanto