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Ciencia y verdad, en clave

psicoanalítica y decolonial
ÉPSILON - PSICOANÁLISIS DEL OESTE·JUEVES, 23 DE ABRIL DE 2020·9 MINUTOS

por Luis F. Langelotti

- No multipliques los misterios –le dijo-. Estos deben ser simples. Recuerda la
carta robada de Poe, recuerda el cuarto cerrado de Zangwill.

- O complejos –replicó Dunraven-. Recuerda el universo.

Jorge Luis Borges. Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto

¿Cuál es el estatuto del sujeto en el psicoanálisis? En “La ciencia y la verdad”,


Lacan establece que la investigación psicoanalítica llegó a establecer una
estructura que da cuenta del estado de escisión -de Spaltung- en la subjetividad
con la que el analista se encuentra en su práctica. Ahora bien, más allá del hecho
empírico de esta división del sujeto, según el analista francés, es menester cierta
reducción decisiva en el nacimiento de toda ciencia. Reducción que constituye
propiamente su objeto. Acto seguido, en el escrito en cuestión, nos habla de la
constitución de la ciencia moderna en un sentido absoluto. Aquí, a mi entender,
ya tenemos un primer obstáculo de lectura. Un primer problema. ¿Qué quiere
decir el nacimiento de la ciencia “tomado esto en el sentido absoluto”? En
principio, considero que Lacan está hablando allí de un corte con respecto a todo
lo denominado “ciencia” antes de ese momento históricamente definido
inaugurado por Descartes y que se llama cogito:

“Este correlato, como momento, es el desfiladero de un rechazo de todo saber,


pero por ello pretende fundar para el sujeto cierta atadura en el ser, que para
nosotros constituye el sujeto de la ciencia…”[1]

Es decir, el “pienso” cartesiano involucra una afirmación del ser sostenida en una
forclusión del saber (o del sentido) supuesto hasta entonces al Otro (tradiciones,
opiniones, etc.). En palabras del propio Descartes:

“… me era preciso emprender seriamente, una vez en mi vida, la tarea de


deshacerme de todas las opiniones a las que hasta entonces, había dado crédito, y
comenzar todo de nuevo desde los fundamentos, si quería establecer algo firme y
constante en las ciencias.”[2]

Si el Otro, ya sea Dios o la naturaleza, está vacío de sentido, su saber –en ambos
genitivos- se reduce únicamente a una cadena de significantes. Este es el punto
que más le interesa a rescatar Lacan y es en ese sentido que decimos que, el del
psicoanálisis, “es el sujeto de la ciencia”.

Ahora bien, volviendo sobre la pregunta anterior, el “sentido absoluto de la


ciencia moderna” podemos pensarlo como el retorno mismo del saber rechazado
en un primer momento por el sujeto cartesiano, según recién veíamos. De donde
se deduce un ideal cientificista de recubrimiento total de la real por lo simbólico
y se entiende así la definición lacaniana de esa clausura de la ciencia en tanto
“paranoia lograda.”

Acá me voy a detener para realizar una puntuación, antes de proseguir con la
lectura del texto lacaniano. En principio, si seguimos esta idea de la psicosis,
sabemos que el paranoico deposita en el Otro lo que, en rigor, es del orden de su
propio goce (mecanismo que no se reduce a una proyección). En este sentido,
podríamos decir que lo que se afirma con el “pienso” cartesiano, en todo caso es
un pseudo-ser de goce, desprendimiento corporal que la ciencia rechaza (el
objeto a). Y de allí la temible eficacia del cogito en relación a todo lo que carece
de ser y subjetividad, dado que deviene ontológicamente desunido como
“objeto”. Como dice Silvia Amigo:

“Dado que aquello que no piensa carece de ser, el hombre (pensante lenguajero)
podrá avanzar sobre la res extensa, por ejemplo la naturaleza, de forma ilimitada
e irrestricta. Mientras que antes la naturaleza era sagrada, tan criatura de dios
como el hombre. La acción del pensamiento sobre la naturaleza hará surgir las
proezas tan loables como temibles de las ciencias naturales…”[3]

Aquí es donde podemos trazar una vinculación interesante con el pensamiento


crítico decolonial. ¿De qué manera? Pues, situando que dentro de las res extensa
cartesiana cabe incluir también al indio, al aborigen, al negro, en definitiva, a
todas las etnias salvajes y no-blancas. Es decir, para el esquema racional
moderno y su sentido científico absoluto, los pueblos amerindios, africanos, etc.,
aparecen como entes no-pensantes, “subdesarrollados”, “primitivos”, “arcaicos”,
proto-subjetividades explotables, ultrajables, gozables.

Lévi-Strauss acuñó la expresión ilusión arcaica para la perspectiva etnológica


según la cual, por ejemplo, el totemismo sería la manifestación de impulsos
primordiales casi instintivos. También para aludir al prejuicio respecto de la
inferioridad del pensamiento salvaje, concepción que desconoce la profunda
necesidad del primitivo de introducir un orden en el universo, es decir, de hacer
algo frente a la inagotable complejidad de lo real. La ilusión arcaica, en el
terreno del psicoanálisis, es para Lacan “la psicologización del sujeto” (encarnar
al sujeto “en el hombre”, por ejemplo, es decir el humanismo). Por eso la teoría
de los juegos, la lingüística y la lógica resultan referentes epistemológicos que
Lacan pondera.

Con respecto a la lógica moderna (3er ejemplo), encontramos una reflexión


fuerte de Lacan, que habría que pensar con cierto detenimiento. Allí dice que
ésta:

“Es innegablemente la consecuencia estrictamente determinada de una tentativa


de suturar al sujeto de la ciencia, y el último teorema de Gödel muestra que
fracasa, lo cual quiere decir que el sujeto en cuestión sigue siendo el correlato de
la ciencia, pero un correlato antinómico puesto que la ciencia se muestra definida
por el no-éxito del esfuerzo para suturarlo.”[4]

¿No es esto afirmar a todas luces que el sujeto de la ciencia, es decir, el sujeto del
que nos ocupamos los psicoanalistas, es deliberadamente suturado por el discurso
científico hasta el punto de ser antinómico a él? En buena hora, ese esfuerzo
fracasa. Como fracasa también, en términos históricos, la pretensión del hombre
blanco, colonialista, ilustrado, europeo y patriarcal de suturar la diferencia étnica
de los pueblos no-europeos. Hay algo que no se deja colonizar.

Respecto de la pregunta sobre la posición del psicoanálisis dentro o fuera del


campo de la cientificidad, Lacan establece que esta cuestión “no podría
resolverse sin que sin duda se modifique en ella la cuestión del objeto en la
ciencia como tal.”[5] Y a partir de esa reflexión, señala que no hay saber del
objeto a. No hay más que esa pequeña letra, que simboliza lo imposible de
simbolizar. Respecto del paradigma positivista, el objeto a es lo más a-científico
que hay, puesto que nada en nuestros sentidos ni en nuestros aparatos clásicos de
medición puede dar cuenta de él, excepto la angustia, su única traducción
subjetiva. Lo cual no significa que se trate de la cosa-en-sí kantiana, puesto que
el objeto del psicoanálisis no deja de articularse a la dimensión de la verdad para
el ser-hablante y, como dice Lacan, “una verdad que habla tiene poco en común
con un noúmeno.”[6]

¿Qué nos hace suponer que, en otras pampas diversas a las europeas y en otros
tiempos ajenos a la modernidad, la cuestión del descubrimiento de la falta de
pene en la madre, no sea también causa de la división del sujeto? Se trata de la
cuestión de la falta en el Otro, falta cuya falta imposibilita la organización misma
de todo universo simbólico. Con lo cual, podemos afirmar que esta estructuración
significante no esperó ni necesitó del cogito cartesiano para desplegarse
(caeríamos en la ilusión de un desarrollode la humanidad si supusiésemos un
progreso del hombre primitivo pre-subjetivo al hombre moderno “sujeto con
todas la letras”). Con esto, no estamos negando que, efectivamente, la praxis
analítica sí tuvo que esperar la formalización del sujeto del inconsciente
establecida por Freud para instalarse como práctica y teoría. No hay discusión
respecto de que Freud funda un campo novedoso, dentro de la época cientista
pero en cierta medida a contra pelo de ella misma.

Para finalizar, quisiera traer a colación unas breves reflexiones de Guy Le


Gaufey, en referencia a la problemática relación del psicoanálisis con la ciencia
en su “sentido absoluto”, es decir, clásico, positivista. Esta autor señala que:

“… la transferencia y su tercera persona constituyen un importante obstáculo


epistemológico para la cientificidad del psicoanálisis, pero quizá también un
obstáculo inmenso que cuestiona de manera fecunda la cientificidad misma.”[7]

Es decir, el analista, en tanto sujeto-supuesto-saber es y no esaquel que la


transferencia señala. En este sentido:

“Este obstáculo es consubstancial al hecho de que la no-repetibilidad de las


experiencias no se debe a una singularidad extrema de los casos, sino al hecho de
que el lugar de tercero no está libre. Repetir una experiencia, es en efecto admitir
de entrada que puede “cambiar de tercero” sin necesariamente cambiar de
resultado.”[8]

Es por eso que:

“Una concepción “fuerte” de la reproductibilidad de las experiencias indica que


una experiencia tiene el derecho al título de científica si y sólo si ofrece la
posibilidad de un cambio completo de observador abriendo así la vía a una
comunidad científica, entendida como el conjunto de individuos aptos para la
observación.”[9]

¿No se abre en este punto una hiancia irreductible entre el campo del
psicoanálisis y el así llamado campo de la cientificidad? Además del obstáculo
que representa la terceridad transferencial: ¿Cómo pretender una articulación
unívoca entre psicoanálisis y ciencia en ausencia de todo metalenguaje, en la
medida en que creemos que lo verdadero sobre lo verdadero se encuentra
originariamente reprimido?

Si el falo es el significante de esa represión primaria que podemos asociar a una


falta inaugural en el campo del Otro y, a la vez, es ese punto de falta que indica
en el sujeto, ¿por qué retroceder ante ese índice cuando, como psicoanalistas, nos
podemos ver por él suscitados? A condición de ser en esa falta y no en la garantía
de un supuesto saber universal.

[1] Lacan, J.: “La ciencia y la verdad” en Escritos 2. Siglo XXI ed. Buenos Aires.
814.

[2] Descartes, R.: Primera meditación, AT, t. IX, p. 13; trad. cast. de Vidal Peña,
Madrid, Alfaguara, 1977.

[3] Amigo, Silvia: “Ciencia y psicoanálisis: ¿es el sujeto de la ciencia el mismo


que el del psicoanálisis? ¿Qué significa investigar, en psicoanálisis?”. VII
Jornadas de carteles de la EFBA. Año 2006.

[4] Lacan, J.: Op. cit. Pág. 818.

[5] Ibíd. Pág. 820.

[6] Ibíd. Pág. 825.


[7] Le Gaufey, Guy: “Un obstáculo importante para la cientificidad del
psicoanálisis: El capitán Freud” en Psicoanálisis, ciencia, locura. Artefacto 7.
Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis. México. Mayo 2000.

[8] Ibíd.

[9] Ibíd.

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