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psicoanalítica y decolonial
ÉPSILON - PSICOANÁLISIS DEL OESTE·JUEVES, 23 DE ABRIL DE 2020·9 MINUTOS
- No multipliques los misterios –le dijo-. Estos deben ser simples. Recuerda la
carta robada de Poe, recuerda el cuarto cerrado de Zangwill.
Es decir, el “pienso” cartesiano involucra una afirmación del ser sostenida en una
forclusión del saber (o del sentido) supuesto hasta entonces al Otro (tradiciones,
opiniones, etc.). En palabras del propio Descartes:
Si el Otro, ya sea Dios o la naturaleza, está vacío de sentido, su saber –en ambos
genitivos- se reduce únicamente a una cadena de significantes. Este es el punto
que más le interesa a rescatar Lacan y es en ese sentido que decimos que, el del
psicoanálisis, “es el sujeto de la ciencia”.
Acá me voy a detener para realizar una puntuación, antes de proseguir con la
lectura del texto lacaniano. En principio, si seguimos esta idea de la psicosis,
sabemos que el paranoico deposita en el Otro lo que, en rigor, es del orden de su
propio goce (mecanismo que no se reduce a una proyección). En este sentido,
podríamos decir que lo que se afirma con el “pienso” cartesiano, en todo caso es
un pseudo-ser de goce, desprendimiento corporal que la ciencia rechaza (el
objeto a). Y de allí la temible eficacia del cogito en relación a todo lo que carece
de ser y subjetividad, dado que deviene ontológicamente desunido como
“objeto”. Como dice Silvia Amigo:
“Dado que aquello que no piensa carece de ser, el hombre (pensante lenguajero)
podrá avanzar sobre la res extensa, por ejemplo la naturaleza, de forma ilimitada
e irrestricta. Mientras que antes la naturaleza era sagrada, tan criatura de dios
como el hombre. La acción del pensamiento sobre la naturaleza hará surgir las
proezas tan loables como temibles de las ciencias naturales…”[3]
¿No es esto afirmar a todas luces que el sujeto de la ciencia, es decir, el sujeto del
que nos ocupamos los psicoanalistas, es deliberadamente suturado por el discurso
científico hasta el punto de ser antinómico a él? En buena hora, ese esfuerzo
fracasa. Como fracasa también, en términos históricos, la pretensión del hombre
blanco, colonialista, ilustrado, europeo y patriarcal de suturar la diferencia étnica
de los pueblos no-europeos. Hay algo que no se deja colonizar.
¿Qué nos hace suponer que, en otras pampas diversas a las europeas y en otros
tiempos ajenos a la modernidad, la cuestión del descubrimiento de la falta de
pene en la madre, no sea también causa de la división del sujeto? Se trata de la
cuestión de la falta en el Otro, falta cuya falta imposibilita la organización misma
de todo universo simbólico. Con lo cual, podemos afirmar que esta estructuración
significante no esperó ni necesitó del cogito cartesiano para desplegarse
(caeríamos en la ilusión de un desarrollode la humanidad si supusiésemos un
progreso del hombre primitivo pre-subjetivo al hombre moderno “sujeto con
todas la letras”). Con esto, no estamos negando que, efectivamente, la praxis
analítica sí tuvo que esperar la formalización del sujeto del inconsciente
establecida por Freud para instalarse como práctica y teoría. No hay discusión
respecto de que Freud funda un campo novedoso, dentro de la época cientista
pero en cierta medida a contra pelo de ella misma.
¿No se abre en este punto una hiancia irreductible entre el campo del
psicoanálisis y el así llamado campo de la cientificidad? Además del obstáculo
que representa la terceridad transferencial: ¿Cómo pretender una articulación
unívoca entre psicoanálisis y ciencia en ausencia de todo metalenguaje, en la
medida en que creemos que lo verdadero sobre lo verdadero se encuentra
originariamente reprimido?
[1] Lacan, J.: “La ciencia y la verdad” en Escritos 2. Siglo XXI ed. Buenos Aires.
814.
[2] Descartes, R.: Primera meditación, AT, t. IX, p. 13; trad. cast. de Vidal Peña,
Madrid, Alfaguara, 1977.
[8] Ibíd.
[9] Ibíd.