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La Biblia y la estela de Mesha rey de Moab (en tres partes)

Parte II: Descifrado y asombro

Autor: Daniel Vainstub

Finalmente, los trozos rescatados de la estela y la “facsimile” llegaron a Francia, en base a la


copia de papel bastante dañada se reconstruyó la mayoría de las partes perdidas de la estela, y
ésta fue publicada. Algunas partes de la estela se perdieron para siempre porque se perdieron
ambas: 1. La parte original grabada en la piedra. 2. La parte de la copia de papel donde estaba
esa parte de la inscripción, es decir la parte correspondiente = paralela. La pérdida más
destacable es la de un gran pedazo triangular en la esquina inferior derecha cómo podrán
apreciar en las fotografías. Cómo ampliaré en la tercera parte del artículo, muy probablemente
– cual una maldita Ley de Murphy – en esa parte pérdida había información importantísima. La
publicación y los primeros estudios de la estela de Mesha ya en los años 70 del siglo XIX
causaron asombro y revuelo no sólo entre los estudiosos, sino en el público en general. De
repente, reyes mencionados en la Biblia aparecen ahí hablándonos con sus propias palabras sin
la intermediación de copistas y compiladores. De repente ciudades bíblicas en territorios
disputados entre israelitas y moabitas aparecen por sus nombres, y de repente, podemos leer el
idioma moabita. De repente, historias bíblicas que parecían tan lejanas y hasta irreales, cobran
forma y figura y son relatadas por sus propios héroes.

El aporte de la estela de Mesha a nuestros conocimientos es


incalculable. Nombraré los más sobresalientes: 1. El conocimiento del
idioma moabita. Gracias a la estela de Mesha sabemos hoy que el
moabita, y al parecer también el edomita y el amonita, eran idiomas tan
cercanos al hebreo bíblico (sobre todo a los dialectos de las tribus
israelitas del norte), que podían interlocutar. No en vano la cosmovisión
bíblica ve a los tres pueblos de Cisjordania cómo una especie de
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miembros de una gran familia tribal de descendientes de un padre fundador común: los
edomitas descienden de Esaú el hermano de Isaac, y los moabitas y amonitas de Lot, el sobrino
de Abraham. Éstos tres pueblos no desarrollaron una escritura nacional, sino que utilizaban la
escritura del vecino hegemónico de turno para escribir en su propia lengua. Tal es así que la
estela de Mesha está escrita en lengua moabita, pero en escritura israelita, tomada del reino de
Israel (el reino del norte). 2. La estela es una especie de fotografía o grabación del siglo IX
AEC, y ésta se encaja en el relato del libro de Reyes aportando valiosísimos datos adicionales.

Antes de adentrarnos en la estela misma, les pediré que hagan aquí una pausa en la lectura, y
para compenetrarnos un poco con el fondo histórico de la época, lean 1. El primer versículo del
capítulo 1 del libro 2Reyes, y 2. El tercer capítulo del mismo libro. Les pediré además que
acompañen la lectura con el mapa que acompaña ésta nota.

Cómo vimos en el capítulo anterior, la estela fue erigida


por el rey Mesha en un lugar prominente dentro de su
ciudad capital Dibón. La razón de su erección está explícita
ya en la declaración en el comienzo de la escritura: Mesha
erigió la estela y un altar de sacrificios en agradecimiento a
Kemósh, el dios de los moabitas mencionado ocho veces
en la biblia, cómo agradecimiento a éste por haberlo
liberado del yugo opresor de los reyes israelitas de la
dinastía de Omrí. A propósito, Kemósh en la biblia
realmente es el dios de los moabitas, pero adorado no sólo
por ellos, sino también por israelitas pecadores (1Reyes 11:7, 33; 2Reyes 23:13). La inscripción
está escrita en primera persona, de tal manera que está expresada en su totalidad cómo una
declaración “Yo, Mesha hijo de Kemosh[yat] rey de Moab….”. La estilística, el lenguaje y la
sintaxis remembran los de los escribas palaciales hebreos que nos legaron la base del libro de
los Reyes. La herencia cultural común resalta en cada frase de la inscripción, y la realidad
geopolítica de la época se tiñe de colores reales: corría el siglo IX AEC y en el Reino de Israel
gobernaba la dinastía de Omrí (882-842 AEC), la más poderosa en la historia del reino del norte,
y caracterizada entre otras cosas por su alianza con el Reino de Judá (sellada con las bodas
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diplomáticas entre el hijo de Josafat rey de Judá y la hija de Akab el rey de Israel), y por su
poderío económico y militar. Éste poderío llevó a los reinos aliados de Israel y Judá a afianzar
su hegemonía sobre los tres pequeños reinos de la Cisjordania, quienes se vieron obligados a
ser vasallos, Amón y Moab de Israel, y Edóm de Judá. En ése contexto Mesha elevó tributos a
los reyes de la dinastía de Omrí. Por otro lado, éstos se vieron enfrentados en sangrientas
guerras con los arameos, quienes desde el norte pujaban contra el reino de Israel por la
hegemonía regional, y en una de esas guerras fue herido de muerte Akab hijo de Omrí, el más
poderoso entre los cuatro reyes de la dinastía (1Reyes 22).

Ahora veamos algunos pasajes seleccionados de la inscripción. Después de presentarse, Mesha


declara solemnemente que construyó una “bamá de salvación” al dios Kemósh, usando el tan
conocido término bamá que figura infinidad de veces en la biblia indicando un lugar de culto al
aire abierto, compuesto por un altar de sacrificios en un lugar alto, muchas veces con una
piedra conmemorativa a su lado. “porque me salvó de todos los reyes …. Omrí el rey de Israel
subyugó a Moab muchos días..”. Ésta alusión a Omrí es la mención más antigua descubierta
hasta hoy de un rey israelita en un documento extrabíblico. No menos interesante es la razón
por la cual según Mesha los israelitas subyugaron a Moab: “porque Kemosh se enfureció con
su tierra (es decir Moab)”. La misma percepción que conocemos en la biblia con los israelitas:
cuando el pueblo desobedece a su dios, éste castiga al pueblo colectivamente con conquista,
servidumbre o destierro. Luego nos informa Mesha que “el hijo de Omrí”, sin mencionar
explícitamente su nombre, intentó continuar con ésta dominación, pero que él por la gracia de
Kemosh no sólo logró librarse del yugo israelita, sino que destrozó completamente a Israel. Si
tomamos literalmente ese dato cronológico, se contradice con lo descripto en 2Reyes 3:5 donde
dice que Mesha se liberó del yugo israelita después de la muerte de Akab hijo de Omrí, y no
durante su reino. La solución más aceptada a la contradicción es que “el hijo de Omrí” en la
estela no se refiere necesariamente al hijo, sino a uno de sus descendientes, en éste caso
Ocozías, hijo de Akab y nieto de Omrí, de la misma manera que en el hebreo bíblico, un “hijo
de David” puede referirse a cualquiera de los reyes de la dinastía de David. La afirmación
acerca del exterminio de Israel no sorprende. Es el estilo literario acostumbrado en
inscripciones monumentales en el mundo antiguo.
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*Los paréntesis cuadrados [ ] encierran partes no conservadas de una escritura antigua, es decir
una conjetura de los investigadores.

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