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ENSAYO PLAN DE GESTIÓN DE CALIDAD

ASIGNATURA: PLAN DE GESTIÓN DE CALIDAD RHA7123

PROFESOR: VALERIA PLAZA

ALUMNOS: LYA CHÁVEZ M.

GIORGIO INTERDONATO P
INTRODUCCIÓN

Es indudable que el presente año (2020) ha puesto a prueba las capacidades,


conocimientos y competencias que posee el mundo público y privado frente a la
crisis sanitaria que azota al planeta. Ante este escenario, el mundo ha visto sus
falencias florecer y una necesidad imperiosa de sobrevivir a cualquier costo.

Indudablemente, el pensamiento crítico, insta a suponer que la prioridad es cuidar


y preservar la salud de las personas, tomando en consideración que sin el talento
humano la organización deja de tener sentido de existencia. A pesar de ello, hemos
sido espectadores de conductas poco ortodoxas, procurando preservar los
intereses económicos antes que la seguridad de los propios colaboradores.

En Chile, la realidad se percibe cruda y lejana del bien común, entendiendo esta
mirada como la consecuencia de políticas públicas que debiesen procurar un trato
justo, digno y a la altura de los acontecimientos. Sin embargo, eso no ha ocurrido,
las acciones de las empresas ante la emergencia sanitaria he dejado en claro que
existe un sistema que avala la violencia económica y la vejación indiscriminada de
cientos de trabajadores que han sido desvinculados bajo el alero de la Ley de
Protección al Empleo.

El mundo laboral y todos sus componentes se encuentran frente a una “destrucción


creadora”. Que, de acuerdo con Schumpeter, se describe como el "proceso de
mutación industrial que incesantemente revoluciona la estructura económica desde
adentro, destruyendo incesantemente la antigua, creando incesantemente una
nueva" (Schumpeter, 1942). Este proceso de mutación se ha visto acentuado y
acelerado por la Pandemia COVID-19, que de forma violenta ha dejado al
descubierto que el capitalismo instaurado no es sinónimo de progreso colectivo. Al
contrario, se ha visualizado que a pesar del crecimiento económico macro, la
pobreza se encuentran íntimamente ligada a las estructuras sociales, culturales y
políticas. Acentuando aún más la brecha entre quienes se debaten ante el temor de
perder sus trabajos y los empleadores que han visto mermadas sus utilidades.

Se visualiza entonces, una violencia económica ejercida de forma directa y


gubernamentalizada amparada por leyes que velan directamente por intereses
mezquinos, dejando en el aire una gran interrogante: ¿Cuál es el límite del
empleador para ejercer su poder de dirección?

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DESARROLLO

Sabemos que 138 millones de personas en América Latina vivían en 2017 en


pobreza monetaria de acuerdo con la línea de $4.447/día (monto actualizado al 01
de julio de 2020) (Cuadro 2 del texto Lustig y Tommasi 2020).

La ausencia de ingresos es sin duda una privación fundamental que hoy se percibe
en su mayor magnitud, puesto que inhibe múltiples logros y resta libertad de
elección y acción. Pero, lamentablemente, no es la única privación que exhiben
muchos de estos hogares. En efecto, también sabemos que en América Latina y el
Caribe 39 millones de personas (el 7.5% de la población) habita en hogares que
están en pobreza multidimensional aguda, de acuerdo con estimaciones del Índice
de Pobreza Multidimensional Global (IPM-G) (OPHI, 2019). Al igual que lo que
ocurre con la pobreza monetaria, la pobreza multidimensional tiene una mayor
incidencia entre los niños que en el total poblacional. En la región de América Latina
y el Caribe, aproximadamente uno de cada diez niños habita en un hogar en
pobreza multidimensional aguda (OPHI, 2018).

Lo anterior, es tan solo una muestra de que la pobreza no es una problemática


consecuencia de la Pandemia por COVID-19. Por el contrario, permite visualizar
que la brecha e inequidad salarial existen desde hace años, respaldada por un
sistema económico que prima las utilidades concentradas en unos pocos
privilegiados frente al desarrollo de una economía social y por, sobre todo, justa.

Al observar carencias simultáneas de manera directa, las mediciones


multidimensionales de pobreza ponen de manifiesto la complejidad del escenario
en el que la región recibe la pandemia del COVID-19. Primero, porque las personas
en pobreza multidimensional aguda constituyen en buena medida un grupo de alto
riesgo para el COVID-19. Segundo, porque se evidencia la fragilidad de los hogares
multidimensionalmente pobres para cumplir la medida sanitaria de aislamiento
social preventivo, sumado a los complejos sistemas propuestos para acceder a una
ayuda gubernamental. Tercero, porque podemos predecir que las medidas de
aislamiento tendrán un impacto duradero en muchas dimensiones de la pobreza.

Además, en esta época de pandemia, los trabajadores formales e informales, por


temor a perder su medio de sustento, siguen trabajando incluso sin garantías, con
la consiguiente exposición al coronavirus. En consecuencia, las personas tienen
que utilizar el transporte público para ir a trabajar, poniendo en riesgo su propia
salud y la de los demás. Al mismo tiempo, las familias chilenas han aumentado su
deuda y las que tienen acceso a la educación privada, que es de mayor calidad que
la educación pública, están profundizando y perpetuando la brecha económica.

[1]Registro Social de Hogares, Ministerio de Desarrollo Social y Familia; http://www.registrosocial.gob.cl/ 3


[2]Índice Socioeconómico de Emergencia; https://ingresodeemergencia.cl/requisitos
Sin duda, la historia reciente del mundo dio un giro radical el día en que se dio a
conocer la existencia del entonces Coronavirus, luego COVID 19. Y es que desde
diciembre de 2019 este virus no ha hecho más que expandirse por el mundo, siendo
declarada una pandemia por la Organización Mundial de la Salud, que hasta ahora
tiene registradas a más de 10 millones de personas contagiadas en el mundo y más
de 500 mil muertas al 01 de Julio. En este contexto, Chile se encuentra 6º a nivel
mundial en cantidad de contagiados (Figura 1).

Frente a este escenario, no sorprende que la mayor cantidad de contagiados de del


país se encuentre entre el grueso de la fuerza laboral activa (hombres y mujeres
entre 18 y 65 años (Figura 1).

Figura 1: Número total de casos confirmados según tramo de edad. Fuente: Ministerio de Salud

Lo sorprendente, aunque también esperable, es ratificado por el Instituto Nacional


de Estadísticas (INE), donde se dan a conocer las cifras de desempleo del trimestre
afectado por la pandemia; los meses de marzo, abril y mayo, la cual refleja una
desocupación de 11,2%. Siendo esta, la cifra más alta de cesantía en 16 años.
Traducido en cifras, el número de desocupados llegó a 940 mil personas,
equivalente a un alza de 244 mil en relación con el mismo período del año pasado,
reveló el INE. Además, la tasa de participación laboral alcanzó a 53,6% durante el
período, un descenso de 9,2% en 12 meses.

Es impensable un escenario en dónde el común de las personas pueda ganar algo


en estas condiciones. Ganar en el sentido de continuar luchando para sacar
adelante un hogar que antes de la pandemia, ya se encontraba endeudado. Es
indiscutible a la vez, que algunos continúan generando ganancias a pesar de las
condiciones paupérrimas en las que se mantiene a miles de trabajadores.

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De esta manera se subentiende que “algunos” (grandes empresarios) salieron
ganando. En gran medida, se comprende que el actual panorama como una
consecuencia de las nuevas legislaciones que buscan, irónicamente, la protección
del empleo.

Es en este sentido, que nos hemos acostumbrado a que cambia todo para que nada
cambie. Cambian, en teoría, las Leyes y la Justicia, “cambia” el poder ejecutivo, el
legislativo y el judicial... ahora sesionan a distancia. “Cambian” las instituciones
educativas, sus saberes y herramientas. Sin embargo, lo que es impresentable es
que no cambia el peso de la barbarie contra los oprimidos. Sólo se incrementa el
desempleo, el hambre, la insalubridad, la intemperie, la carencia de educación, la
falta de agua, luz, medicamentos... y respeto.

Hoy existe más pobreza y desigualdad. Por alguna razón se hacen esfuerzos para
creer que el mundo será distinto sin tener que modificar el sistema económico
capitalista. Incluso se sostiene que puede mejorarse, hacerse más humano sin
perder los reales intereses. Se ha intentado de forma ininterrumpida sostener que
un cambio es lo mismo que realizar una reforma profunda que pueda solucionar de
raíz los problemas reales de las personas, lo cual ha quedado en evidencia ante la
serie de medidas que ha tomado el Gobierno vía políticas públicas aceleradas,
haciendo vista gorda a los problemas reales instaurando a nivel país una sensación
de incertidumbre.

La evidencia de lo anterior se encuentra presente en uno de los proyectos de ley


más polémicos, injustos y mezquino que ha sido aprobado, de forma absurda, en
favor de los trabajadores. El 1 de abril el Presidente de la República, Sebastián
Piñera, promulgó el proyecto de ley de Protección del Empleo, que debía ir en ayuda
directa de los trabajadores que se han visto afectados debido a las cuarentenas y
medidas sanitarias por la pandemia del COVID-19.

Con esta ley, ante un mandato sanitario que determine la paralización total o parcial
de las actividades laborales o mutuo acuerdo entre las partes se podrá suspender
temporalmente el trabajo en la empresa, pero manteniendo el empleo, el contrato y
todos los derechos laborales, como el pago de las cotizaciones por parte del
empleador. De esta manera, el empleador tiene la facultad de suspender el pago de
las remuneraciones y el trabajador pasaría a recibir ingresos desde el seguro de
cesantía.

Desde esta mirada, se esperaría que las grandes empresas y por sobre todo un
gobierno garante de derechos, velaran por la salud, bienestar económico, psíquico
y físico de las personas. Es incomprensible entonces visualizar a un Chile
resquebrajado por las grandes diferencias que continúan imperando en el diario

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vivir. Para comprenderlo, se debe tener como base que los efectos sociales y
económicos de la emergencia por el Covid-19 están imponiendo a las empresas un
cambio de ritmo necesario para enfrentar una de las "crisis del sistema" más
violentas desde el período de posguerra. Violencia que ha sido transmitida y ejercida
de forma sistemática por instrumentos legales que permiten al empleador presionar,
intimidar y manipular a sus trabajadores con la promesa de mantener su puesto
laboral.

Ahora bien, el problema se transforma cuando los empleadores abusan de sus


facultades amparados por la Ley. Lo cual se ha visto reflejado en casos
emblemáticos, en donde grandes conglomerados se han acogido a la ley de
protección del empleo para luego realizar millonarias reparticiones de utilidades. Es
entonces cuando surgen las soluciones “Parches”, pero sin retroactividad, dejando
en el desamparo a quienes ya fueron perjudicados por este nuevo “beneficio”.

En base a lo anterior, se puede visualizar como los empleadores han cometido


abuso de la facultad del poder de dirección, avalados por leyes que simplemente
presumen de ser una ayuda para el trabajador, cuando en realidad han permitido a
las empresas modificar de forma unilateral las condiciones laborales vigentes.

Hay medidas que son un comienzo, sin embargo, hay otra serie de demandas que
tendrán impacto directo, como licencias por enfermedad remuneradas, apoyo en
salarios para trabajadores dependientes como transferencias directas para
trabajadores informales, independientes y por cuenta propia, alivio en préstamos,
pagos de arriendos o hipotecas, facilidades en servicios básicos, y gratuidad en
cuidados de la salud.

El desafío se centrará en cuáles serán los nuevos desafíos para enfrentar y la nueva
cultura organizacional que ha de formar frente a los trabajadores. Se ha vuelto
prioritario comenzar a trabajar en condiciones de protección al empleo reales, que
permitan a los trabajadores contrarrestar el gran retroceso que ha tenido el mundo
laboral a nivel nacional e internacional.

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CONCLUSIÓN

La situación actual se ha convertido en inaceptable, no es posible que situaciones


de tal gravedad y magnitud continúen sucediendo en Chile. Se debe desechar la
idea de que, al no estar presente, normado o especificado en la ley;
automáticamente se acata la existencia de factibilidad para normalizar una conducta
que se utiliza al fin y al cabo en contra de los trabajadores.

Hoy, todo el marco regulador de un país está intentando superar su prueba más
difícil. Sin embargo, al contrario de lo esperado, solo se ha convertido en una prueba
más de que el Chile de hoy debe desaparecer para dar camino a un estado enfocado
en el desarrollo personal y profesional de las personas, incentivando la superación
de la pobreza y no una subsidiariedad dependiente.

Urge entonces una real modernización del Estado, fortalecer la institucionalidad


democrática, educar cívica y políticamente a nuestra población; dejar de improvisar
soluciones cortoplacistas, pensar en Chile y en su población. Contar con un plan
de acción social justo y, por sobre todo equitativo, con enfoque en la paridad de
género.

Las treguas políticas y pactos sociales vuelven a demostrar que la clase política no
está preparada para ejercer el rol último para el cual han sido elegidos, dejando en
manifiesto el repudio e indolencia por lo más necesitados. No se puede construir
patria mientras todo el sistema apunte a la represión, falta de oportunidades y
beneficios que no entregan soluciones duraderas.

No puede existir un país en donde un beneficio que debiese llegar a todas las
familias que se encuentran en situación de vulnerabilidad cubra tan solo al 40% más
vulnerable del RSH[1] (Registro Social de Hogares), lo cual según cifras del gobierno
se acercaría a cerca de 7.000.000 de Chilenos. Aunque las cifras anteriores suenan
alentadoras, además se debe cumplir con un nuevo requisito, estar dentro del 80%
del nuevo ISE[2] (Índice Socioeconómico de Emergencia), lo cual automáticamente
estaría dejando sin la opción de este beneficio a 1.400.000 chilenos que han visto
truncada la posibilidad de continuar trabajando debido a empleadores
inescrupulosos que han encontrado un vacío legal para una vez más ejercer de
forma indebida el poder de dirección.

Hoy Chile debe subsistir con un seguro de cesantía que disminuye cada mes, con
una caja de mercadería anunciada hace meses que tan solo alcanza para un par de
semanas y con políticas que fomentan la desvinculación masiva sin garantías de
poder conservar el puesto laboral.

En Chile no sobra nadie.

[1]Registro Social de Hogares, Ministerio de Desarrollo Social y Familia; http://www.registrosocial.gob.cl/ 7


[2]Índice Socioeconómico de Emergencia; https://ingresodeemergencia.cl/requisitos
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

Lustig, N., & Mariscal, J. (2020). El impacto de la COVID-19 en América Latina: Se


requieren respuestas fuera del libreto. Análisis Carolina, (22), 1.

OPHI. (2019) https://ophi.org.uk/global-multidimensional-poverty-index-2019-


illuminating-inequalities/

OPHI (2018) https://ophi.org.uk/global-multidimensional-poverty-index-2018-the-


most-detailed-picture-to-date-of-the-worlds-poorest-people/

Schumpeter, Joseph A. (1994) [1942]. Capitalism, Socialism and Democracy.


London: Routledge. pp. 82-83. ISBN 978-0-415-10762-4.

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