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(:írculart5 Jlíplomátíta5

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~llnto kíbío, 230 "234
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Círculares 1.aíplomátícas

BANCO Df: L.\ REPUBliCA


BIBLlOl ECA l u:s - ;;'i,(;rL ;RANGO
C¡'l7-/\.L-~.-~('"- :'::/:=/,1

1!.ima. - 3Jmp. ~mtrit¡UUl


6anto «oribio . .230 . .234
1919
:IND:ICE

PflR'ina

Cin:ular telt:gnHica del :\liuistro de l~elaeiones


Exteriores del Perú a las Legaeioues (leruanas
''u el extranjenl dieiemhre :¿ de 19tH
Cireular del :\Iiuislro de l~elaciol1es Exteriores de 3
Chile a las Legacioues chilenas en el extran-
jero . 6
Cil'eular dcl :\Iinistro de l{claeiones Extt:riores dcl lo
Peni a las L('gaeiolles peruanas cU el ex trall-
jero enero 12
Cin'ulm' telegnítit':' del :\lini._tro de Helaeiones Ex- 1919 31
teriores del P ('rú a In s Legaciones pUUflnas en
el extranjero diei"llIhre :!H l!lll:l 5S
Circula r del :\I illisl 1'0 de l{daeiones Ex teriores de
l'hile a las Legal'iones chilenas en el extrauj,'ro. "lIero 10
:\lelllor(¡lIdulll"itTldar del :\lillisterio de l~claeio- 1919 liO
nes Ex teriores del Perú fi las Legaciones (le-
!'llauas en el extranjero fehrero B
"ota dcl :\linistro de Bolivia en París al :\1inistro 7H
de Negoeios Extranjeros de Franeia _ enero 14-
Cireular del ~1inistro de Relaciones Exteriores de H"
Bolivia a las Legaeioues holivianas "n el eX-
tranjero fehn'ro 24-
Circular del :\Iiuistro de ¡{elaeiones Exteriores 9/1
del Perú a lasLegaeioncs peruallasell el extran-
In tI!~:.t~ : :::: : :..: : : a hl'il 30 t15
]25
Ministerio de Ihlaciones
:Elxteriores

(CIRCULAR TELE(~RÁFICA A L4S LEGACIO~ES DEL P1<:RÚ


E:O; EL EXTRA:'\]ERO)

Lima, 2 de diciembre de 1918.

Cumpliendo deher inelud,\ble, ,impuesto por la dignidad nacip-


nal, el Gohierno del Perú, como he tenido ya oportunidad ~e ip-
formarle, ha ordenado el retiro de sus funcionarias consular~s
acreditados en la República de Chile, de la que retiró, por análo.
gas consideraciones. su reprcsentacit>l1 d iplomá tiea en 1910.
~o son desconocidas, seguramente, por el Gobierno ante el
cUDI está usted acreditado, los antecedentes de las relaciones en.
tre cll'erú y Chile, yel proceso del debate internacional manteni.
do al rededor de la liquic1aci6n de la guerra de ] 879, en que 1::8
armas chilenas.realizaron la conquista de territorios pertenecien-
tes a Bolivia y all'erú, imponie~do a nuestro país, en 1883, un
tratado que el vencedor no ha querido cumplir.
-4,-
El PerÍl fué arrastrado él la desigual contienda, obedeciendo
lealmente las estipulaciones de un pacto de alianza defensiva con
la RepÚblica de Holh-ia, celebrado en 1873, pacto abierto a la ad·
hesión de los demás puehlos de América, con el objeto de mante-
ner el principio de la integridad territorial de estas naciones, pro-
clamado im'ariablel11ente por mi país, desde su independencia. El
PerÚ no tenía fronteras que arreglar con Chile, :r para que la con·
quista de su rico departamento salitrera de Tarapacá pudiera
efectuarse, fué preciso que Chile, que habia acumulado en va_
rios años creciclas armamentos, arrebatara a Bolivia todo su
litoral, convirtiendo en nación mediterránea a esta última I~epú'
blica.
Desde entonces surgió para los Estados americanos un régi.
men inquietante de equilibrio político, fundado en el desarrollo de
los progres: vos a rma men tos, Clue ha esterilizad o tan tas provecho-
sas energias en estos pueblos jóvenes.
An:wzanc1o m{is allil de los límites señalados en el tratado
que dictó con la espada, Chile oCllp6, no sólo el departamento de
Tarapac£¡ y las provincias cie Tacna y Arica, cn las que debió rea·
lizarse un plebiscito en 1894-, sino que extendió su dominio sobre
parte de la pro\'incia de Tnrata, no mencionada en el pacto, sin
que los esfucrzos realizados por el Perú, durante m¡1S de veinte
años, redujeran a su antiguo adyersario, a la honrada solución
de la controversia pendiente.
Entre tanto, los pobladores peruanos de los territorios ocu-
pados por Chile, han experimentado todas las repercusiones del
accidentado lkhate diplomático entre los dos países, habiéndose
desell\'uelto la titulada campaña chilenizadora hasta los extre-
mos de la más inaudita dolencia, clausurÚndose las escuelas ylos
-diarios peruacos, arrojÚnd ose de las provincias cantiyas a los
párrocos ùe nuestra nacionalidad, boycoteandô a los gremios
playeras cn el puerto lie Arica, persiguiendo a los jóvenes para el
enrolamiento militar forzoso y realizando todos los procedimien-
5

tos imaginables para destruir-sin lograrlo para orgullo nuestro


-el sentimiento nacional peruano en esos territorios.
Tales situacioncs de fucrza, periódicnmente acentuarIa, deter-
minaron, en 1901, la primera ruptnra de relaciones ùiplolll:1ticas,
que mantu\'o a ambos países sin representación reeípro~a de ese
carácter hasta 1906, para producirse de nue\'o la misma inter-
dicci6n en lB10, la que se l1l<1ntiene hasta hoy.
El jÎ1bi]() con que el Perú ha recibido el triunfo (le la justicia y
del derecho alcnnzado para el mundo en los c[lmpos <le Europa,
por las Xaciones alia(las y por los Estados ('nidos de América,
con cuya causa se soJidariz6 nuestro país ardienternente, y las
apreciaciones que nquí se han hecho, en el sentido de que las cues-
tiones por reso1\'er en este Continente hahrán de someterse a los
principias enunciados por el Presidente \Vilson, como normas de-
finitivas de jurisprudencia internacional, han tenido la \'Ïrtud de
despertar contra el Perú el enojo chileno, provocando una nueva
crisis en las relacioncs de amhos pueblos, que ha culminado en
los hechos ~in precedentes, <le la expulsión m8IIU militari del Cón-
sul peruano en Iquique, capital de Tarapacá. determinando la
medida dictada por el Gobierno, que moti\'a la presente comuni_
cación.
Paso a ocuparme de estos (¡ltimos acontecimientos que se ha
tratado de desnaturalizar, y que el Gobierno juzg'a que es indis-
pensahle sean (Iebidamellte apreciados por el Gohiemo ante el
cual está usted acreùitaùo,
Debe quedar, ante todo, bien establecido, quelos nue\'os atro-
pellos contra la poblaci(lIl peruana, se han realizado en Pisagua,
y especialmente en Iquique, que son los principales puertos del
antiguo departamento peruano (hoy pro\-inl'Ía chilena) de Tara-
pacá, para evitar la confusión que pudieran producir en el crite-
rio universal, las certificaciones de los agentes consulares residcn-
tes _en Tacna y Arica, que acreditan que ell estas últimas provin-
cias peruanas, también ocupadas por Chile, no ha hahido ataque
-G-
alguno a peruanos. Como en el exterior se habla genéricamente
de Tacna y Arica. al referirse a la cuestión territorial pendiente
entre el Perú y Chile, hay que hacer notar la diferencia entre el te.
rritorio de esas prodncias y el departamento de Tarapaclí, cUJ'á
capital es Iquique, para que no se crea que las certificaciones de
tranquilidad pública en Tacna)" Arica, desautorizan la evidencia
incontrastable de los clamorosos atf?ntados que los peruanos de
Pisagua e Iquique, y aún los residentes en Antofagasta, han sufri-
do en sus personas y bienes, de parte de los pobladores chilenos, sin
que las autoridades que Chile mantiene en esos lugares se dieran
prisa por cumplir el deber de hacer efectivas las garantías que la
constitución y las leyes chilenas, al igual de las de los pueblos ci-
vilizados, conceden a todos los habitante!!' del territorio sometido
a sujurisdicción.
Desde los últimos días de octubre, pudieron advertirse mani-
festaciones de la propélganda antiperuana que se realizaba en el
departamento de Tarapacá y de la que aparecían como dirigen-
tes uno de los diputados por ese departamento. don Anselmo
:J3lanlot Holley, conocido como uno de los más intransigentes co-
laboradores del intendente de Tacna. don 1Hximo R. Lira, en su
campaña de chilenización en las provincias cauti\'as; el ak'alde de
Iquique; el presidente de la Corte de Apelaciones; jefes militares y
otras personas de posición oficial. En esta circunstancia, así co-
mo la notoriedad de los trabajos que lIe\'aban a cabo, era impo-
sible que las autoridades superiores de Iquique lo ignorasen; sin
embargo, nada hicieron para detenerlos o contrarrestarlos, lo
que justifica la suposición, no sólo de que los toleraban, sino aún
de que los apoyaban y estimulaban.
Las agresiones iniciadas el 2 de noviembre en tquique .YPisa-
gua, proseguidas después en Antofagasta .Yque terminaron con el
ápedreamiento de las moradas de muchos peruanos, no fueron si-
no el prólogo de lo que se preparaba activamente en Iquique, y
que hizo crisis en la noche del s¡,íbado.23 yen la mañana del do'
ï-

mingo2-!-delmespróximo pasado, en que el populacho de esepuer.


to, encabezado por conocidos elemcntos maleantes de esa locali.
daù, y excitado por violt:ntas arellgas de \'arios agitadores, sa-
queó los establecimientos comerciales y casas particulares de mu·
chas peruanos, arruin:índolos por completo, y agn:di{¡'y maltrató
él cuantos se pusieron a Sll t1lcancc, sin que la policía, que presen-

ciaba todo, hiciera lo menor pn m impedirlo; .r cuando el Cónsul


del Perú, don Santiag-o Llosa Argüdlcs, salie) de su oficina para
dirigirse a la Intendencia a pedir garantías para nuestros compa-
triotas, fué secuestrado por un grupo de cinco indi\'iduos civiles,
conocidos por su caráctcr agresivo, que, por la fuerza, le hicieron
subir a un automôvil y, después dl.' amordazarle con un paiiuelo,
y con amenazas de muerte, le condujeron al embarcadero y po-
niéndolo dentro de un hate, le llevaron a bordo del \'apor chileno
Palena, que el mismo 24, debía zarpar para el Callao, en viaje a
Panamá. Todo esta ocurriÚ a presencia ùe numerosas personas y
de agentes de polida que l'ontemplaban impasibles los hechos,
obedeciendo, sin duda, a la l.:onsigna que tenían recibida,
l:na \'ez a bordo del Palt'IUl, el seiior Llosa fué noti1icado por
el gobernador marítimo <leIquique, capitÚn de na\'Ío don l~ubén
::\IoraIes, y por el segundo jefe del reg-imiento "Granaderos", ma-
yor don Aníbal Parada, que podía mandar a tierra por su equi-
paje, pero que no se le permitiría desembarcar, porque así lo ha-
bía resuelto el pueblo ell' Iquique. La oficina consular con el ar-
chivo quedaha abandonada, y así quedaban tamhién la esposa y
los tiernos hijos cIel Cónsul.
Actos tan escandalosos 110 pocIían ser silenciados, y en tele-
grama que dirigí al !\linistro de I~claciones Exteriores de Chile, el
día 25, le expresé 10 siguiente:
•• Bajo la más penosa impresiÚn por el atentado sin preceden-
te de que ha sido víctima el Cónsul del Perú en Iquique, expulsa-
do por las turbas al amparo de las autoridades políticas y marí-
timas de ese puerto, formulo la más enérgica protesta por tal he-
-8-

cho, en nombre de mi Gobierno, que ha ordenàdo el retiro de sus


funcionarios consulares en Chile, donde 110 se les otorga la debida
garantía".

En su contestación telegriífica del día siguiente, dice el ~1il1is·


tro de Helaciones Exteriores de Chile, lo siguiente:

" Deploro vivamente que informaciones erróneas hayan indu·


cido al Gobierno del Perú a atribuir a autoridades políticas y ma-
rítimas de Iquique, un desconocimiento de sus dl'ueres en el suce·
so del 23, que no ha existido ni aparece de nntect:dente alguno.
" Cónsul peruano en Iquique se embarcó en acuerdo con sus
amigos, sin conocimiento de las autoridades.
" Rechazo perentoriamente imputación injustificada de ampa·
1'0 a turbas.

" Si en las teuniones p(¡hlicas hahidas, el espíritu pudo ser per-


turbado por elementos extraños desconocidos y recién llegados a
la ciudad, y degenerar en un momento dado en de50rden, éste fué
prontamente reprimido por la autoridad política.
" Los atropellos anteriores a CÔnsuleschilenos en el Perú, pu'
dieron excitar el espíritu chileno en Iquique, y estar relacionados
con la trasmisión de noticias cablegráficéts del CÔnsul peruano en
Iquique, absolutamente inconvenientes e inexactas.
Il Esta actitud indujo a mi Gobierno allamar antes del suceso
al Cónsul General dell'erú en Valparaíso, para pedir la cancela-
ción de las patentes del Cónsul cn Iquique, y lamenta no haber
alcanzado a tomar esta medida antes del 25.
" Los cónsules del Perú encuentmn en Chile todas las garan-
tías que las leyes otorgan a los ciudadanos.
"Los antecedentes expuestos manifiestan que es absoluta-
mente injustificada la protesta del Gobierno del Perú".

La \'ersión contenida en el telegrama dell\l inistro de Helado·


nes Exteriore£: de Chile, que acabo de insertar, sobre la salida in-
-9-

tempestiva del cônsul Llosa, es tan inverosímil, que sMa puede


explicars~ por la manera como cI (Jobiertlo chileno ha sido infor-
mado por las autoridades de Iquique.
El señor Llosa no pocHa abamlonar esc puerto porque no ha-
bía pedido ni recibido ell' este :\Iillisterio autorizaciÓn para hacer-
lo; yes {{lcil comprender que si "oluntariamente hubiera empren-
dido el viaje, no tenía por qué abandonar la oficina consular y
alm su propia familia; y sólo por un irritante e irrespetuoso sar-
casmo, que me resisto a atribuir al :\linistro de l~elaciones Exte-
riores de Chile, y <¡ue no puede Ser sino de las autoridades de
Iquique, ha podido llamarse "amigos del cÓnsul" a los secuestra-
dores que 10 ultrajRron :Yque con amenazas de muerte 10 llevaron
hasta a bordo, domle la actitud del gobernador marítimo :\lora-
les y del mayor Parada, confirm\¡ la complicidad de las autorida-
des en la eonfalJulaci(m criminal contra el Cónsul.
A fin de que no quedara duela alguna de las condiciones en
que el c,'>nsul Llosa fué ¡¡e,'ado a embarcarse, se ordenó que en
euantoel vapor Falena llegase al Callao, se tomara la declaraciÓn
respecth"a dd CapitÚn y <id Contador. Esta diligencia se llevó a
cabo eljueves 2S del mes Último, quedando en ella constancia, sus-
crita ¡.;or el capitÍlI1 de la nan', señor I~. :\Iathias, y por el conta-
dor de la mi!,'ll1a, scÎÏnr Esteban Pérez, en que el primero declara,
con referencia al embarque del seilOr Llosa, "que sólo se lo entre-
gó el Gobernador marítimo y lo eondujo al salón de arriba para
que nadie lo molestara, lle Olden expresa del seÎÏor Gobernador".
Es de ad vertir que el P¿¡leIUl pertenece a la Compañía Sura-
meril'Una de '"apares, sociedad chilena, qne el capitán :\Iathias es
súbdito británico, y el contador Pérez, ciudadano chileno.
Tenemos, pues, la eyidencia material, ya que la moral no nos
faltó nunca, de la participación de las autoridades chilenas en
Iquique, en los vergonzosos atentados contra pacíficos peruanos
y contra el cónsul Llosa.
-to -
El Gohicrno peruano quiere llevar, por intermedio de usted, al
conocimiento del Gobierno de eSt:país la exacta información de
los hechos ocurridos, así como de los antecedentes que los han
motivado.

nias guarde a usted.

F. Tt:DELA.

B.epública de Chile

Ministerio de B.elaeiones
Exteriores

(CIRCVLAR)

Santi8go, 6 de rJiciembre de 1918.

~fe impong-o etl este momento del texto de una nota cable 4

gráfica dirigida por la Cancillería de Lima, en la que, no s6lo se


pretende insistir en la \'ersión anterior absolutamente errada de
los sucesos de Iquique, sino que además se hace una referenda a
los antecedentes de la guerra de 1879, del todo contraria a la ver·
dad histórica, y una apreciaciÓn del tratado de lHï3, que c!ltá en
abierta contradicción con todos los documentos diplomáticos de
'aquella época. Aunque sea hreveI11ente, como lo requiere esta ea·
municación telegráfica, inmediatamente me apresuro a restable·
cer los hechos fundamentales y a rectificar las numerO!5as inexac.
titudes que se contienen en la nota de la Cancillería de Lima, a
que vengo refiriéndome.
Como obligada y necesaria justincaciú.n de la política siempre
franca y sana de la Canci,lIería chilena, yen obsequio del restab,le-
cimiento de la verdad que 8e pretende ~lte~ar, he ùispuesto en
-11-

furma ordenada y completa, una informaci6n de todos los ante-


cedentes rela~'ionados con el tratado secreÜ) de lH73, de donde
aparecerÜ, a luz de abundante documentación emanada de los pro-
pios diplomáticos peruanos, la preparación ùe aquel convenio se-
creto, destinado {lIlica y exclm;lvamcntc contra Chile. Entre tan-
to, procedo a la rectifi~'ación breve que corresponde a la presente
circular.

El retiro de los Cónsules peruanos

1'.' Principia Ia nota dd ~I inistro ùe I~claciones Exteriores


del PerÚ por dcclarar que ha ordenado el retiro de los funcio-
narios consulan's IK'\ll<lI10Sque residían en Chile, en cumplimien-
to ¡Je un deber ineludible, impuesto por la dignidad nacional. ~o
corresponde a mi Col,icrno eutrar a calificar lus motivos que ha-
yan podido inducir:11 <Id PcrÚ a ordenar aquella medida general;
pero sí debo pn:cisar algunos hechos que han de permitir estable-
cer su verdadera fisonomía.
El desordcn ocurrido cn Iquiqul', en la noche del 2~~de noviem-
hre y el cmbal'l:o dl'l Cónsul pl'fU:tIlO dcl 24- fueron actos ahsolu-
tamcnte extraiios a las autoridades de la pnn-Încia. Eljefc polí-
tico reprimiÓ elmo\'imicnto popular desde que tomó proporcio-
nes inquietantes para algunos \"ecinos y desde quI.' pudo disponer
de fuerza militar suficiente. En ese movimient.o del 23, no hubo he.
cho alg;uno l'outra la persona del C6llsul, 1li hasta hoy se ha adu-
cido circunstancia ell contrario. Respecto al embarco del Cónsul
en la maiiana del 24, las autoridades políticas .Y marítimas sólo
tuvieron conocimiento del heeho después que éste se hahía verifi-
cado,'y se apresuraron a dirigirse a bordo, donde se hallaba aquél
a tin de ofrecerle toelas las seguridades debidas para el caso de
que quisiese \"oh-er él ticrra. La autoridaù política no recibió en
todo ese día ninguna reclamación ni protesta del Cónsul peruano.
-12 -

Por 10 demás, debe tenerse en cuenta que las reuniones popu-


lares de Iquique y la excitación de los linimos están relacionadas
íntimamente con los desórdenes habidos en los puertos peruanos
de Paita y Halayerry, en los días 4-y 5 de noviembre, y singu]ari.
zados por atropellos al escuùo y bandera chilenos.
En Iquique, se atribuía con fundaùos antecedentes a I cónsul
Llosa ser el autor de todas las informaciones erradas que se en-
viaban al Perú, y que estaban dirigidas sistemÍlticamente a exci·
tar las pasiones de las multitudes.
En su origen, esos movimientos de opinión de Iquique fueron
la resultante de los acontecimientos de los pueblos peruanos de
Paita y de Salayerry.
El Gobierno de Chile, que no recibió la debida expJicaciÔn por
los atropellos cometidos contra sus cónsules, se limitÓ a autori·
zar a esos funcionarios a retirarse de las respecti vas localidades
si no encontraban la correspondiente seguridad para sus perso-
nas. Pué una mediùa de previsión y de prudencia.
Entre tanto, el Gobierno del Perú dispuso el retiro de sus fun-
cionarios consulares con estrépito, en señal de rompimiento de re-
laciones c.omercia]es y, sin duda, como realización de una de las
partes del programa alarmista que se tiene trazado.

La Guerra del 79

2'! Con una vaga referencia al proceso del dehate internacio-


nal con motivo de la liquidación de la guerra de 1879, se afirma
por la Cancillería de Lima que las armas chilenas realizaron la
conquista de territorios pertenecientes a Bolivia y al Perú.
Habré de considerar este concepto, en cuanto se refiere al Pt"·
rú. La república de Bo]ivia se halla unida a Chile por vínculos de
la más estrecha amistad, por un tratado que tiene definidas sus
relaciones internacionales y por intere2es comerciales y económi.
- 13 -

cos que mantienen entre los dos países un actÎ\-o y constante in-
tercambio. ~o reconozco personería a la Cancillería de Lima pa-
ra traer a este debate a aqne! país amigo lie Chile.
Las n~gociaciones diplomáticas de Arica. realizaùas el año
1880, con la intervención amistosa de los representantes diplo-
máticos de Estados tJnidos, dejaron plenamente estahlecida la
justicia que asistía a Chile para exigir como imlemnizaciún de los
sacrificios realizados y como í1l1ico medio <le consultar su seguri-
dad y su tranquilidad futuras, la cesión ahsoluta e incondicional
del territorio de Tarapacií. Esa exig'encia fué sefinlada en todo
momento como includihle, y la no aceptaci(}¡! en esa ocasiÔn por
el Perú, impuso a Chile el nuevo sacriticio de su campaña a Li·
ma, en 1881. Como consecuencia <le todos estos antecedentes,las
bases que sirvieron para el ajuste dd tmtado de Ancón, debían
necesariamente contcmplar aquella incllHlible transl~rencia de te-
rritorio.
Destle esa primera negociación de paz, aparcel' también for-
mulada una proposiciÓn especial rdnti\'a a la regi(JI1 ele Tacna y
Arica, como garantía positiva y eficaz de la inùemnización en
dinero que, mlemÚs, exigía Chile. Fueron contemplados en esos
momentos dichos territorios con el carácter de obligada reten.
ción, y comprenùían ademÍls la provincia coman:ana de Moque-
gua.
No fué guerra de conquista la que se \'ió obligado a empren-
der Chile en 1R79, en defensa dl' sus derechos y en circunstancias
de que se hallaba absolutamente desprevenido, sm armas y con
todos sus guardias nacionales licenciados.
Fué guerra, sí, verdaderamt'nte nacional en protección de los
intereses fundamentales del país, Hmagadospor un tratado secre-
to que la diplomacia peruana ideÔ en 1873 para aislar a Chile en
esta parte de la .\mérica y para servir su política económica de
monopolio del salitre de Tarnpacá en oposición con la industria
-14· -

lihre que el capital chileno había creaùo en Antofagasta y que


iniciaba en todo el desierto de Atacama.
La guerra deshizo la comhinaciÔn internacional sigilosamen.
te preparada contra la buena fe de Chile; yel triunfo ùe ~us armas
debía asegurar en adelante al capital chileno y a los industriales
chilenos que habían formado la riqueza salitrera de Tarapaeá y
de Antofagasta, que pudiesen contar para su industria libre y
para sus energías ele descubridores y de industriales Call las ga-
rantías eficaces de sus leyes.

Cumplimiento del tratado de Ancón

3.° Se desliza en seguida, como frase incidental, que Chile no


ha querido cumplir el tratado que impuso en aquella época al
PerlÍ.
No deho ofender la memoria de los estadistas del Perú que
consultando los intereses de su patria ajustaron en 1883 el tra·
tado dc Ancón, ni al Congreso que le presté>su aprobación.
Tampoco necesito rememorar todos los períodos de amisto-
sas relaciones, cultintdas entre los dos países por numerosos y
distinguidos políticos del Perú, en cumplimiento honrado de aque-
llas disposiciones internacionales, ni las numerosas pruebas que
ha dado Chile en orden a definir por las disposiciones reglamen-
tarias del plebiscito, la suerte futura ùe las provincias de Tacna
y de Arica. El Gobierno de Chile y sus diplomáticos han extrema-
do su solicitud para arribar a un avenimiento que le permita
solucionar la única dificultad internacional que tiene pendiente.

Chile y la guerra

4." Avanza a continuación el concepto de haber sido arras-


trado el l'ertt a la guerra de 1879, que denomina desigual con·
tienda.
No era esa la opinión que sustentaban entonces los gohernan.
- 15-

tes del Perú, ni fué ese modesto concepto de sus capacidndes mili-
tares el qnc pudo inducir en aqnella época al PerÚ a formar en
contra de Chile una alianza ofensiva y defensinl .r a pro\Tocar en
seguida la guerra en los momentos en que se le considcró com-
prometido en serias dificultades con la H.epúl>lica Argentina.
Es seguro que sns dirigentes y sus militares no habrían arras-
trad o a su pa ís a una gucrra en desfa vora bles condiciones. Los
1Iumcrosos anteeedentcs de aquclla época comprueban, por el
contrario, la confiallza que d Gobierno riel Perú tenía en su poder
militar.r el concepto de dehilidael que ahrigaba respecto de Chile.
De uno ele tantos documentos de aquella época, recojo la si_
guiente apreeiaci(¡n qne se hacía entonces para afirmar al puehlo
ùell'erí¡ cn su eonlianza en la guerra:
"Chile, se decía, ha hecho grnndes progresos en el afianza-
miento ùe la paz interior, ell la consolidaciÓn de sus instituciones,
cn los tra ]¡;ljOS materiales; pero estns mismos progresos han
enervado sn espíritu militar. Cn país que como Chile, se agrega-
ha, gasta mÍls ell el :\linisterio de Instrucción Pública que en el
~Iinisterio (le Guerra, serÚ todo lo que se quiera, pero no un pue_
blo quc pueda hacerse respetar en el extranjero."
Comprobó entonces Chile con su triunfo, lo que se ha estable_
cido en todas las épocas, que los puehlos mejor preparados para
las tareas <le la paz son los ljlle sabcn defender sus derechos con
mayor energía; y que las conjuraciolles secretas caen al fin des.
trazadas por la fuerza Ï1n-encihle que arma al derccho y sostiene
la conciencia de un pueblo laborioso y pacífico.

Alianza ofensiva contra Chile

5. (.1 I~n dcscargo de responsabilidad, invoca el mensaje tele-


gráfico de la Cancillería peruana, la necesidad en que se encontró
de obedecer a las cstipulaciones del pacto de alianza defensiva
con la Hepública de Bolivia, celebrado en 1873, pacto que, a juicio
-16 -

de esa CancilIería, estaba abierto a la adhesión de los dem~s pue-


blos de América con el objeto de mantener el principio de la inte-
gridad territorial de estas naciones, proclamado invariablemente
por su país desde su independcncia.
'fales expresiones de esa comunicación imponen una doble
rectificaci6n: 1.11- el pacto de 1873 no fué de inocente concierto de-
fensivo, fué de expresa alianza ofensiva contra Chile; 2.¡¡' lejos de
estar abierto a los demás put'blos de América, estuvo expresa-
mente cerrado por el secreto a todas las Cancillerías y cuidadosa-
mente ocultado y negado por el Perú, aún en los propios días de
1879, en que ofreCÍauna mediación imparcial y desinteresada en
nuestras dificultades iniciales con Bolivia.
A fines de 1872, cuando se arreglaba las bases de ese tratado
secreto que debía suscribirse en Lima, el 6 de febrero de 1873, se cre-
yó necesario estimular al Gobierno de Bolida a buscar por ese
procedimiento la manera de solucionar las dificultades que tenía
con Chile, con motivo de nuestra delimitación en el litoral de Ata.
cama y la explotación en común de aquella zona. Por nota de 20
de noviembre de 1872, inducía el Ministro peruano, Riva-Agüero,
al Gobierno boliviano a resolver las dificultades con Chile en ra.
zón de que el Perú podía ejercitar su influencia, "mediante nuestra
preponderancia marítima", como dice a la letra ese documento.
Esta nota correspondía por entero al espíritu y al texto del acta
suscrita en Lima, d19 de noviembre de lS 72, por el Presidente
Pardo y todo su Consejo de Ministros. Se d~jaba allí testimonio
de que las dificultades que Bolivia. tenía pendientes con Chile en
ellitoral. Dice el acta a la letra: "No podrÚn dejar de afectar los
intereses del Perú que se hallan íntimamente ligados con la inde-
pendencia e integridad de Bolivia, además de influir sobremanera
en la supremacía que el Perú tiene y está llamado a conservar en
el Pacífico". Continuando ese documento en establecer la salida.
ridad de I<JS dos países, añade textualmente: "Que el Gobierno de
-17 -

Bolivia, atraído siempre a la política nohle y franca del Perú,


está ahora méÍs que nunca decidido a seguir los sanos consejos
de esta República, y cuenta con su poderosa ayuda". Termina esa
acta, originaria del tratado secreto, consignando el acuerdo en
que se hallahan el Presidente y sus ~linistros "en las razones de
justicia, de política y de conveniencia que asistían al Perú para
no permanecer frío espectadar en las dificultades (le Bolivia con
Chile". Y agrega "que el Gobierno peruano prestará su ayuda al
de Bolivia pam rechawr las exigencias de Chile que considera In-
justas y atentatorias a la independencia de Bolivia."
Todos estos antecedentes, conservados cuidadosamente en
sigilo como el tratado que le sigue y diÓ forma a esos propósitos,
manifiestan el carácter de alianza ofensiva contra Chile que
revestía toda aquella negociaciÓn di}Jlomática .
.Aquel pacto que hoy se dice estaha abierto a todas las nacio-
nes, sÓlo fué llevado al conocimiento reservado del Gobierno ar.
gentino, que en esos propios días dehatía con Chile vivamente su
cuestión de límites. El diplomático peruano encargado de negó-
ciar esa adhesión, hubo de estrellarse ante una sencilla, pero ele-
mental consideración de moral internacional aducidaen el Senado
argentino: Si ese tratado no es contra Chile, debe hacérse1e saber;
si se le mantiene oculto y se le tramita en sigilosa reserva, es en
su contra, y la República Argentina no puede adherirse a él sin
inferir un agravio a Chile.
Para evitar aprehensiones que surgían a la sazón por aque-
llos procedimientos ocultos, y recelosa la Cancillería de Lima de
la tradicional política de amistad del Brasil para con Chile, le
decía a su diplomático en ell'1ata, con fecha 14 de abril de 1874,
que diera plena confianza al Brasil, y precisando el fin del tratado
secreto agregaba que "el Único objeto es dejar aislado a Chile en
todas sus cuestiones y circunscribir la alianza con Argentina y
Bolivia a las cuestiones de límites entre éstos y Chile."
- 18-

Ese pacto que se quiere presentar hoy abierto a la adhesiÓn


de todas las naciones, era tramitado en secreto y llevado con
anhelo por la diplomacia peruana, únicamente a los dos pueblos:
Bolivia y Argentina, que sostenían con Chile ardientes cuestiones
de límites.
De esta suerte, aquel pacto secreto correspondía a su doble
objetivo, defensivo para poder acudir en ayuda de cualquiera de
los vecinos cieChile que mantenía con él cuestiones de mcdianería;
y ofensivo para acndir por derecho propio en cualquier momento
que se considerase propicio.
Pero aquel pacto, así concertado e inspirado en estos deter-
minados objetivos, no era tocla\'Ía suficiente para inhabilitar al
Perú en el carácter de mediador imparcial que pretendió asumir
en esas mismas dificultades a que se deseaba circunscribir su
accción.
Ante la aguda desinteligencia con Boli\'ia, pronunciada en
febrero je 1879, se ofreció por el Perú a Chile su mcdiaci{¡nden-
tro del espíritu de alta imparcialidad y desinterés que debía co-
rresponder a tal in vestid ura.
El diplomático peruano, señor Lavalle, se presentó ante el
Gobierno de Chile con su ofrenda de amistad y de elevados senti-
mientos de americanismo, pero se guardó de decir que su Gobier-
no no era neutral, porque era parte directa; y se guardó eledecir
que la imparcialidad de que se hacía pública manifestación, se
hallaba comprometida y secretamente en contra de nuestro pro-
pio país.
Interrogado desde su llegada a Santiago sobre la existencia
del pacto secreto, de que aún no tenía conocimiento exacto el
Gobierno chileno, expresaba discretamente aquel diplomático de
escuela "que eran díceres destituídos de todo fundamento."
Cuando la acción eficaz de nuestro diplomático en Lima con.
siguió arrancar al Presidente del Perú la existencia del tratado
- 19 -

secreto, :r es de nue\'o int<?rroga<1ù el diplom:í tico pc-rnano en


Santiago, se limita a decir: "así delJ~ ser si Su Ext:e1encia el gene-
ral Praùo lo dice."
Esta era la política que la actual t:olllunit:at:iÚn de Lima calí-
fica de inspirada en sentimientos de americanismo.
Participación activa y directa del Perú en la Guerra
üo'.' Se desea cohonestar CSt<l participat:iÚn activa y directa
del PerÚ cn la ~uerra de 1Sï9 con su desinterés cnlas dificultades
de- aquella época, :r se afirm<1 que el PerÚ no tenía entonces fron-
tera "que arreglar con Chile, y se avanza en seguida la consecuen-
cia descada, cle que. mediante su poder mili lar, Chile se apropiÚ
primeramente dcl litoral llOliyiano ya cOlltinuat:iÚn del territorio
de Tarapadl.
Si en realidad el PertÍ no ven tila ha cuestión de fron teras con
Chile, tenía una mucho m(ts gnn'c relaciona(la con la industria
salitrera, que el capital y los cilHlndanos chilenos habían implan.
tado en el territorio de Tarapacá y comenzahan a desarrollar en
el litoral de Antofagasta, Los dep()sitos salitreros de Tarapacá
eran explotados en su mayor parte por brazos y capitales chile-
nos. Compaiiías de Santiago y de Valparaíso y Bancos de estas
ùos plazas cümert:iales habían establecido en nqueI territorio pe-
ruano grandes elahnmeionl's de nitrnto:¡ pagahan al erario del
Perú considerables derecho;; aduaneros. Si esa pnJ\'incia dependía
administrativamente de Limn, por el nÚmero (le sus hahitantes,
por sus intereses econl>micos y por los esfuerzos allí realizados,
ùependía efecti\-amente de ('hile.
En el litoral de Atacama, Ia energía chilena había descubierto
también depÓsitos salitreros y cI capital chileno echaba los ci-
mientosdela población que allí se iniciaba y que ha constituido la
ciudad de Antofagasta y la grande empresa salitrera chilena de
ese nombre, que ha llevaùo la riqueza, la vida y la prosperidad a
todo aquel litoral. De esta suerte, el problema del salitre que el
Perú acómetió en 1873, con toùas sus proyecciones, afectaba a
-20-

una y otra comarca; yen uno yen otro punto, eran ciudadadanos
chilenos y capitalistas chilenos los que habían formado esa indus-
tria y los que la representaban.
Conjuntamente con la adopción del tratado secreto, empren.
dió el Perú la serie de medidas económicas relacionadas con el sa-
litre que hahía de constituir la causa eficiente del conflicto ar-
mado.
El Gobierno del Perú resolvió apoderarse, por la implanta-
ción de un régimen extraordinario, de todas esas riquezas priva-
das y despojar a título de monopolio fiscal al capital chileno de
sus propiedades. Capitales, hombres, empresas de transporte,
todo era chileno. Por ley especial, de excepción. se vieron priva-
dos·los chilenos repentinamente de todas sus industrias y despo-
jados de los bienes que allí habían acumulado con sus energías.
La ley que estancó el salitre lleva fecha 18 de enero de 1873,
en los mismos días en que se tramitaban las últimas diligencias
del pacto secreto, comenzadas en noviembre de 1872 y finiquita-
das por su ajuste, el 6 de febrero de 1873.
Ese régimen llamado a introducir las mayores perturbaciones
en la industria salitrera, fué todavía agravado por la ley de28 de
mayo de 1875, de fmnca y desembozada expropiación de toda la
propiedad salitrera de Tarapacá. De esta suerte, quedaban defi-
nitivamente despojados los capitalistas chilenos que habían lleva-
do su fortuna y su trabajo a la provincia entonces peruana de
'l'arapacá.
Pero aquellas medidas que envolvieran graves errores econó-
micos, no podían dar re~ultados mientras se desarrollara al am.
paro de la libertad y de un régimen de amplia y vigorosa iniciati-
va particular la industria salitrera del litoral de Antofagasta úni-
camente en poder de capitalistas chilenos.
El tratado de 6 de agosto de 1874había definido la condición
jurídica de aquella comarca en la zona disputada entre Chile y
Bolivia, y a fin de asegurar el desarrollo tranquilo y normal de
- 21-

esa industria chilena, yen amparo de las concesiones de que dis-


frutaban sus descubridores, el Gobierno de Chile hizo en ese pacto
no pocas concesiones, en las que consideraba su derecho territc-
rial. No hizo cuestión de fronteras ni de participación en los im-
puestos de aquella zona disputada; quiso únicamente consultar
para sus connacionales un régimen de seguridad y consagrar de
una manera definitiva la situación de las industrias chilenas en el
desierto de Atacama. Henunció Chile a todo 10 que consideraba
sus legítimos derechos,pero exigió en compensación la gamntía
consignada en el artículo cuarto del Tratado, y por la cual se es-
tablecía que las personas, industrias y capitales chilenos no que-
darán sujetos a más contribución, de cualquiera clase que sea,
que las que al presente existen. El carácter recto y la elevación
de miras del magistrado que entonces gobernaba a Bolivia, per-
mitió consagrar en ese tratado de 1874 condiciones hien concebi-
das para asegurar entre los dos países una paz sólida y duradera.
Aquel Gobierno había logrado sacudirse del espíritu del tratado
secreto y quizá sentía alguna desconfianza respecto a la sinceri-
dad ùe un aliado, como el PerÚ, que había sido el enemigo tradi-
cional de Bolivia.
Esta situación, sin embargo, no fué de larga duración; la res-
petable administración del Presidente Frías cayó en marzo de
1876 ante la re\'olución de cuartel del general Daza, rebelado con
las tropas que el Gobierno le había confiado.
Con el nuevo régimen, no tardaron en desaparecer todas las
garantías del Tratado de 1874, y un soplo de constante inquie-
tud y de persecución se desencadenó sobre aquella región; la polí-
tica salitrera que se desarrollaba por el Perú en Tarapacá. no tar-
dó en recibir positiva cooperación en las diversas medidas, con-
trarias al 'fratado de 1874, que comenzó a desarrollar el Gobier-
no militar del general Daza; que estaban destinadas a abatir la
concurrenda que la industria salitrera libre de Antofagasta hada
al régimen del monopolio del Perú.
- 22-

Xo tardaron en caer los nue\'os impuestos, y sMa rué cuestión


c]f' tiempo la implantación de ese sistema de expropiaciÓn violen.

ta que había de arrastrar a Chile a la ùefensa armada de los inte.


reSeSùe sus connacionales, solemnemente amparados por el Tni-
tad o de ltl74.
De este modo, la política salitrera del Perú, iniciada en enero
de 1873, conjuntamente con el tratado secreto de ese año, venía
a recihir su consagraciÚn en Anto[ügasta, y él producir la confla-
gración prevista, yo para lo cual se había pactado aquella nego-
ciación secreta. ~i el Perú no tenía cuestión de fronteras que arre-
glar con Chile, como se dice en la comunicación actual, tenía este
otro problema del salitre, industria que estaba en manos chile-
nas, y que.el Gobierno se proponía hacer fiscal, contrariando las
condiciones en que se hnbía constituído libremente, y desconocien-
d o los derechos de una población chilena que mantenía florecien-
te aquella comarca, y que había hecho surgir ciudades en medio
del desierto.
El tratado secreto de 6 de febrero de 1873 era el instrumento
adecuado a la realización de estos planes de predominio comer-
cial, y a la consolidaciÓn de la preponderancia política que el Go-
bierno de Lima rcclamaha para su país.
Q
7 i\o considero quc requiera una especial rectificación la
aserción destituída del más ligero fundamento, de que Chile se hu.
biese aprestado para esa guerra de 1879, con la provisión de fuer-
tes armamentos. Es demasiado notorio que tenía en esa época
disueltos los guardias nacionales, que constituían toda la orga-
nización militar elel país, y no es necesario comprobar en este mo-
mento que el Ej¿rcito de Chile se vió obligado a organizarse apre.
suradamente, y estuvo detenido por mu<:hos meses en sus canto-
nes militares en espera de armas, de municiones y de todos los
elementos indispensables'para la campaña. Es demasiado noto-
rio, asimismo, que la falta de preparación de su material naval
no permitió, durante el primer período de las operaciones milita.
- 23 -

res, que la escuadra de Chile asumiese con prontitud y con eñca-


cia la posición que le correspondía en el dominio del mar.

Las provincias de Tacna y Arica

8.° Con referencia a temas de más inmediata consideración,


consigna la nota de la Cancillería peruana la afirmación de haber
avanzado Chile mÚs allá de los límites señalados en el 'rratado
de Ancón, y haber extendido su dominio sobre parte de la provin-
cia de Tacna no mencionada en el pacto.
No puedo imaginar que se haya peetendido sugerir la idea de
que los derechos a las provincias de Tacna y Arica, que Chile ha
sustentado invariablemente, puedan constituir la más ligera tras-
g~esión de las estipulaciones del tratado. Las propias cláusulas
de ese pacto y la discusión sostenida desde tantos años a esta
parte en orden a la forma de resolver sobre la suerte definitiva de
esas provincias, no permiten siquiera suponer,una reversión tan
g-rave de todas las normas de una discusiÓn diplomática. Pero
como los términos incidentales relativos a una parte de esas pro-
vincias aparecen dominados por el concepto fundamental concer-
niente a toda aquella comarca, es útil aclarar el pensamiento y
des\'anecer cualquiera confusión.
El concepto principal, conocido del público, es el que se refiere
en general a las provincias de Tacna y Arica. La idea subalterna,
secundaria, no conocida y que sÚlo puede percibir una persona
que está muy penetrada de esta materia, tiene relación con un
deslinde fronterizo del departamento conlillerano de Tarata, ob-
jetnc10 en alguna época por el Perú.
Dccir claramcnte que Jas territorios de Tacna y Arica no fue-
ron considerados en el Tratado de Ancón y que hoy avanzaba
Chile respecto a ellos una pretensión no sustentada en la época de
aquel Tratado, habría equivalido a un verdadero abuso de con-
- 24-

fianza contra la opinión pública, en que no ha podido incurrirse.


Pero em'olviendo en el concepto sustancial la frase secunda-
ria relativa a una parte de estos territorios, y avanzando, en se-
guida la afirmación de no estar mencionada en el Tratado de
Ancón, se ha corrido por lo menos el riesgo de inducira la opinión
no muy versada en estas sutilezas a caer en el error de que era
una exigencia muy posterior la que sustentaba Chile en orden a
la incorporación definitiva de esos territorios a su soheranía.
Entre tanto, la condición de esas provincias aparece conside-
rada desde el primer momento en la Conferencia de Arica, de 22
de octubre de 1880. Allí se señaló como base ineludible de paz la
cesión absoluta del territorio de Tarapacá y la entrega condicio-
nal de Tacna, Arica y Moquegua hasta tanto se efectuaba el pa-
go de veinte millones de pesos de indemnización.
En la conferencia de Viña del Mar, protocolizada con fecha 1r
de febrero de 1882 y que celebró el Ministrode Relaciones Exterio-
res de Chile y el representante diplomático de los Estados Cnidos,
señor Trescott, en misión especial, se consignaron asimismo las
dos bases conforme a las cuales Chile celebraría la paz: primero,
cesión a Chile de todos los territórios situados al Sur de ln que-
brada de Camarones; segundo, ocupación de la región de Tacna
y Arica por diez años, ùebiendo pagar el Perú veinte millones de
pesos a la conclusión de este plazo. Si expirado este tiempo el
Perú no pagase a Chile los veinte millones, el territorio de Tacna
y Arica queùará ipso facto cedido e incorporado a los territorios
de la República de Chile.
El diplom{ltico elelos Estados Unidos de América, Mr. Logan,
acreditado posteriormente y penetrado de la exacta situación de
este país, procuró con toda solicitud dar término a las negocia-
ciones. En su comunicación de 13 de noviembre de 1882, expre-
saba que Chile, como resultado de esa mediación, consentía en
hacer la paz en los tél"minos siguientes: primero, absoluta cesión
de Tarapacá; segundo, la adquisición de Tacna y Arica por com-
- 25-

pra, por la suma ùe diez millones de pesos, pagaderos en tres


años.
El diplomático americano, con franco lenguaje y sincera con-
vicción, aludiaentonces a diversos antecedentes que abonaban un
procedimiento de este género. "Los Estados Unidos, dice en esa
comunicación Mr. Logan, estipularon pagar a México por el rico
y extenso territorio que abraza California, TexasyNuevo l\léxico
la suma de quince millones de pesos. El distrito de Tacna y Ari-
ca, agrega el diplomático americano, apenas tiene un valor intrín-
seco, ain guano y sin nitrato, sólo puede servir apenas para su
agricultura. Tampoco es importante para el Perú para la defensa
de su territorio." La resistencia del Perú a considerar esta so-
luciÔn en el concepto de venta directa y franca, patrocinada por el
representante americano, indujo a la Cancillería de Chile a estu-
diar la nueva fórmula que habia de constituir una de las hases del
Tratado de Ancón. Se recurrió al arbitrio de deferir la solución
del problema a la propia voluntad de los habitantes de esas pro-
vincias y se adoptó al efecto la estipulación tercera del tratado de
20 de octubre de 1883.
De este modo, la idea de la retención, como garantia, consi-
derada primeramente en Arica, se estudió en 1882 como venta y
se consigna en su forma actual en 1883 como posesión de esos te-
rritorios con dominio y soberania completa hasta que un plebis-
cito determine su condición definitiva.
Por eso pudo afirmar Chile con toda exactitud, en su nota de
1905, que "el Peret cedió a Chile la plena y absoluta soberanía
sobre esas provincias sin limitación alguna en cuanto a su ejerci-
cio y sólo limitada en cuanto a su duración por el evento de que
un plebiscito así 10 declare."
- 26-

La solución de la controversia pendiente

9. o De igual naturaleza es la queja que se introduce en la nota


informativa del Perú en cuanto a no haber obtenido de Chile du-
rante el largo período transcurrido desde la celebración del Tra-
tado de Ancón, la honrada solución de la controversia pendif'nte.
He empleado el propio calificativo que consigna la comunica-
ción; su traducción al lenguaje corriente quiere decir la soludón
que el Gobierno del Perú conceptúa en armonía con su peculiar
criterio y con su conveniencia.
Ka me es permitido dudar y, por el contrario, debo aceptar
que tal es el sentimiento honrado de los políticos del Pet"Ú.¡..pero
de
igual suerte debo afirmar y a nadie le es lícito dudar, de que el
criterio honrado de Chile ha permitido en todo momento a sus
gobernantes sostener una aplicaci6n diversa de la cláusula regu-
ladora de las provincias de Tacna y Arica y que se halla en com-
plcto acuerdo con los antecedentes del tratado, con la letra de sus
disposiciones, con el espíritu que las informó y con los abundan-
tes y numerosos precedentes diplomáticos sobre esta materia de
consultas plebiscitarias.
Por lo demás, sería también muy sencillo enumerar las innu-
merables gestiones iniciadas y proseguidas por Chile con el más
amplio espíritu a fin de obtener la aceptación de bases para aque.
lia consulta popular, que en todo momento ha anhelado realizar
y qne habrá de incorporar definitivame~te a su soberanía aque-
llas poblaciones de corazón y espíritu chilenos y que han recibido
del Gobierno de Chile con los beneficios del orden y de la prosperi-
dad la más amplia protección a sus riquezas y a sus industrias.
La obra del ferrocarril de Arica a La Paz, realizada en cum-
plimiento de compromisos interuacio;Jales que han vinculado es-
- 27

trechamente las relaciones entre Chile y Bolivia, ha señalado


tamhién para aquellos territorios una situación especial de que
se complace muy particularmente el pueblo de Chile.

La situación actual de Tacna y Arica

10. La queja continúa en los párrafos siguientes de la nota


peruana; se habla de conscripción militar impuesta a sus jóvenes
nacidos en aquellos territorios, de escuelas e imprentas cerradas
voluntariamente por una autoridad despótica y de párrrocos
peruanos cruelmente extrañados por esos mismos mandatarios
a trope lIadores.
Tal es el cuadro sombrío en que aparece destacada la figura
de las provincias cautivas, hacia las cuales se trata de atraer una
mirada dolorida de los demás puehlos de América.
Otra muy distinta es, sin emhargo, la situación de aquellos
pobres territorios que hoy han alcanzado bajo la jurisdicción chi.
lena todos los beneficios que las leyes del país tienen asegurados
a ciudadanos y extranjeros.
Porque en aquellas provincias que se hallan bajo la soberanía
de Chile imperan sus leyes como en el resto del territorio y no
existe ningún régimen extraordinario o de excepción que pudiera
permitir el ejercicio de autoridades arbitrarias o irresponsables.
Por el contrario, en todo momento el Gobierno de Chile ha te-
nido especial cuidado de designar como representantes de su au-
toridad a celosos y distinguidos servidores del país, que han ac·
tuado en el Parlamento, en la diplomacia, en la prensa yen las
más altas funciones públicas.
Por esa circunstancia y porque tal es el régimen político del
país, la libertad de imprenta, la libertad de enseñar, la cátedra
sagrada y las industrias han vivido y han poùido mantenerse al
- 28-

amparo de las garantías que la Constitución Política del Estado


otorga a los ciudadanos.
Pero ni en Tacna ni en ninguna provincia de la República es
lícito ponerse en pugna con las leyes o en rebelión abierta con las
autoridades constituídas. En ningún país se habría de permitir
tampoco que maestros de escuelas, sin los requisitos pedagógicos
del caso, extranjeros en su mayor parte, pretendiesen levantar
cátedra permanente contra el sentimiento nacional y contra el ré-
gimen establecido.
La situación de los curas peruanos, dependientes del Obispo
de Arequipa, en oposición constante con las autoridades, J' sin es-
tar sujetos al régimen de patronato que existe en el país para la
Iglesia, no era compatible con la dignidad del Estado y ha sido
materia de una especial negociación ante la Santa Sede, que ha
permitido solucionar el conflicto sin mengua de los derechos del
Estado y con ventajas para los servicios religiosos de esa provin-
cia y que se hallaban en completa falencia.

La ruptura de relaciones

11. La ruptura de relaciones diplomáticas que ha venido


produciéndose en diversas épocas ha sido la consecuencia, en cada
caso, de la resistencia deI Perú para aceptar las diversaosproposi.
ciones de avenimiento sistemáticamente formuladas por Chile
cuando ha creído encontrar en los gobernantes del Perú indicios
de algún propósito de concorùia.
La ineficacia de estas negociaciones no ha sido obstáculo pa-
ra mantener constante en el espíritu del Gùbierno de Chile su de-
seo de buscar siempre una solución adecuada al programa pen-
diente.
- 29-

El concepto del derecho y de la justicia

12. No puedo sino acompañar por entero al señor ~linistro


de Relaciones Exteriores del Perú en cuanto a las esperanzas de
que en el futuro llegue a imperar siempre el concepto del derecho
y de la justicia, y no sea necesario confiar a la fuerza el cumpli-
miento de los tratados y la seguridad de los países. Pero a la vez
he de desconocer la virtud que se pretenùe atribuir al triunfo de
esos principios para levantar el enojo de Chile, y me parece ver-
daderamente pueril querer vincular la apreciaciÔn y el giro de los
asuntos que el Perú discute con Chile con el concepto de solidari-
dad con los principios jurídicos sostenidos por los aliados.
Si hubiera de seguir a la Cancillería peruana en este orden de
consideraciones, podría ocuparme de la vcr~i6n muy acreditada
que parece atribuir a la adhesión platónica prestada por el Perú
a la causa de los aliados unpropósitopremeditadode querer iden-
tificar de esa manera sus disidencias con Chile a las grandes pro-
yecciones que hoy han de ocupar a los estadistas aliados para la
solución de los problemas que ha creado la guerra y que afectan
a los países combatientes.
Pero he de abstenerme de hacerla y me limitaré por el mo-
mento a dejar testimonio de que la conducta de Chile durante la
contienda mundial le fué impuesta por el concepto de sus deberes
de neutral y por no haber tenido motivos para apartarse de esa
línea de conducta.
Cualquiera que sea el criterio que pueda tenerse para apreciar
esta situación, habrá de ser siempre respetable la actitud de un
país que, sin tener ofensas directas que reparar, ha cumplido con
los deberes que le tenía señalado el derecho de las naciones. Ten-
go antecedentes sobrados para afirmar qne este proceder ha sido
- 30-

yes interpretado justamente por los Gobiernos que llevaron a sus


pueblos il los campos de batalla y que han sentido los sacrificios
impuestos por la guerra.
No me extraña que pueda tenerse un concepto distinto por los
que tal vez consideraron que la solidaridad con los pueblos en
guerra no imponía sacrificios efectivos y podía circunscribirse a
una fácil adhesión protocolar. En todo caso, la conducta de Chile
se ha mantenido fiel a las tradiciones de su diplomacia y a los
principios fijos e inmutables del Derecho lnternacional.
13. La última parte de la nota de la Cancillería peruana es.
tá destinada a relatar en extenso y con, el criterio del interesado
informante, el Cónsul Llosa, los sucesos de Iquique.
Creo innecesario volver sobre este punto, después de las recti.
ficaciones que ya anteriormente me he visto obligado a formular
y de lo que dejo confirmado en el primer acá pite de esta comuni-
cación.
Tan pronto como se termine el sumario que se sigue en Iqui-
que, y que, conforme a nuestro derecho procesal, se mantiene en
secreto durante su sustanciación, habré de dirigir una comunica-
ción especial y circunstanciada del mérito que arroje ese proceso.
Antes de terminar, debo rechazar enérgicamente la alusión
que, en la comunicaci6n oficial del Gobierno del Perú, se hace a los
hombres públicos de nuestro país, lo que es insólito en csbs Cu-
sos y permite caracterizar la índole de la campaña sostenida por
el Perú.
La patriótica actitud que en todo momento observó don Má-
ximo Lira, ya sea como representante de Chile en Lima, ya sea
como intendente por muchos años de Tacna, parecía señalarlo al
respeto de sus ad versarios del Perú. Se trae, sin embargo, su re-
cuerdo para exhibido como un sistemático perseguidor de la po-
blación peruana de Tacna.
Más inconveniente es totlavía mezclar en las agitaciones de
Iquique al diputado de Tarapacá, don Anselmo Blanlot Holley,
-31-

quien por sus antecedentes políticos, su nombradía de escritor y


su relevante personalidad, merece una referencia justiciera yen
armonía con la seriedad de una pieza diplomática.
Puede V. S. hacer de esta comunicación el uso que estime con-
veniente, yen todo caso habrá de servirle para las informaciones
que V. S. suministre al Gobierno y a la opinión de ese país.

Lvís BAIUWS BORGOÑO.

Ministerio de B.elaciones
Exteriores

l.it11ll, 12 de enero de f 919.

(CIRCVLAR A LAS LEGACIO:'\ES DEL PERÚ E:il EL EXTRANJERO)

Sólo en los {¡ltimos días nos ha sido conocida, por la puhlica-


ci6n hecha en un diario chilèno, la circular del 6 de diciembre último,
que, con motivo de la informaci6n telegráfica que este Despacho
envió a nuestras Legaciones, el 2 del mismo mes, ha dirigido el
señor :\1inistro de Relaciones Exteriores de Chile a sus agentes di-
plomáticos en el extranjero, con el objeto ostensible de "estable·
cel' los hechos fundamentales y de rectificar las numerosas inexac.
titudes que se contienen en la nota de la Cancillería de Lima";
pero. en realidad, con el propósito de perseverar en la labor mis-
tificaelora en que el Gobierno chileno se encuentra empeñado, no
s610 sobre los recientes y deplorables acontecimientos que tan
aguda crisis han producido en las relaciones de los dos países,
- 32-

sino aún sobre pasados acontecimientos históricos en los que ha


recaída ya el juicio imparcial de las generaciones. Cumpliendo el
deber de velar por los fueros de la verdad, en asuntos que tan di.
rectamente afectan el honor y los intereses del Perú, he creído in.
dispensable rectificar, aunque sea solamente a la ligera, las inexac.
titudes de la circular chilena, siguiendo para ello el mismo plan
que adopta esc documento.

El retiro de los Cónsules peruanos

La circular chilena pretende hacer aparecer los vergonzosos


acontecimientos de Iquique, del 23 Y 24 de noviembre, contra pa-
cíficos e indefensos peruanos y contra el Cónsul del Perú en ese
puerto, como consecuencia de las manifestaciones patrióticas rea-
lizadas en Paita y Salavcrry, el 4 y 5 de noviembre, respectiva-
mente, omitiendo a sabiendas-pues en ello no cabe olvido invo-
luntario-que el origen de la actual situación se debe a las mani.
festaciones que, sin causa conocida, se produjeron y fomentaron
en Iquique, el 31 de octubre y el 2 de noviembre, yen Pisagua
también el 2 de noviembre, donde las turbas atacaron las casas
de los peruallOS, saqueando y destrozando varias de ellas. Pué
respondiendo a esas manifestaciones ultrajantes contra el Perú y
sus ciudadanos, que se produjeron las protestas colectivas del 3
de noviembre en Paita y del 4 en Trujillo, que fueron de carácter
moderado y sin que hubiera que lamentar atentado alguno con-
tra individuos chilenos, que no existen en esas ciudades; no obs-
tante 10 cual y sólo por no haber impedido que se arrojasen aIgu.
nas piedras contra el cscudo del Consulado en Paita, el Gobierno
destituyó inmediatamente al Subprefecto de esa provincia. Sin
embargo, el señor .:\linistro de Relaciones Exteriores de Chile pre.
tende excusar los inauditos atropellos cometidos en Iquique, pre.
sentándolos como consecuencia de las manifestaciones realizadas
- 33-

en Paita y Trujillo, ocultando pam ello lo sucedido dos días an-


tes en Iquique y Pisagua.
Respecto al embarque del C6nsul peruano en Iquique, realiza-
do en la mañmw elel 24 de novicmbre, por un grupo de foragidos
flue a los gritos injuriosos unían Jas amenazas con las armas de
fuego que blandían en las manos, es singular que las autoridades
chilenas de Iquique aparezcan ignorantes de todo, cuando hacía
varios días que cierta prensa del puerto venía haciendo propa-
ganda en tal sentido, cuando el CÔnsul peruano oflciÔ el 31 de
octubre al Intcndente de Iquique pidiendo garantías para sus
compatriotas, y cuatHlo el hecho se realizó en forma tan aparato-
sa que no podía pasar desapercibido para la policía, que contem-
plÓ impasible el secuestro y la conducción del CÔnsul peruano en
el largo trayecto recorrido en antomÔvil entre su residencia y el
embarcadero. Al mcncionareste a tentado, repugna tener que recha-
zar la desvergonzada invención de que las autoridades políticas y
marítimas del puerto se apresuraron a constituirse n horda para
ofrecer seguridades al CÚnsul peruano, en el caso de que quisiera
volver a tierra. Esas autoridades fueron a horda efectivamente,
pero pam notificar al CÔnsul que no podía desembarcar y para
poner allí una guardia militar que hiciera efecti\'a la prohibición.
Tan cínica tergiversaciÚn de los hechos sólo se explica por el con-
vencimiento del nbuso que perpetraban y por la falta de valor
moral para aceptar ~llS responsabilidades.
Por 10 demás, resulta curioso <[ue se él tribuya al CÔnsul del
Perú, para eohonestar los indignos atropellos cometidos contra
él, las informaciones que se ùice transmitía, a fin de excitar las
pasiones de las multitwles en nuestro país. Los funcionarios con·
sulares peruanos solamente infonnan ùe asuntos políticos al
Ministerio de Relaciones Exteriores, elel que dependen; y mal
podría el C6nsul en Iquique dedicarse a una labor de propa-
ganda tumultuaria, CJue le está prohibida por los reglamentos
nacionales, ni le era dable, lícitamente, a las autoridades chilenas
- 34-

conocer 10 que en comunicaciones oficiales informara al Gobierno


peruano.
Debo aquí dejar constancia de que es inexacto, en absoluto,
que el Gobierno chileno no recibiera explicación por las manifes-
taciones contra sus cónsules. A pesar de que, como queda dicho,
esas manifestaciones sólo fueron de protesta por las que, con aná-
logo carácter, se realizaron antes en Iquique y Pisagua, y por los
saqueos que ya el 2 de noviembre habían perpetrado las turbas
chilenas en este último puerto, es 10 cierto que el Cónsul General
de Chile en el Callao fué llamado al Ministerio de Relaciones Ex-
teriores cuando se tuvo noticia de lo ocurrido con el Consulado
chileno en Paita e informado de la destitución del Subprefecto de
esa provincia. Contrastando con esta actitud hidalga y justicie-
ra, las autoridades chilenas han sido incapaces de prestar el am-
paro de sus leyes a que tenían derecho los residentes peruanos, y
persisten en querer representar la grotesca comedia con que quie-
ren exhibir la expulsión del Cónsul peruano en Iquique, y que to-
davía se extiende a esferas más elevadas para contradecir hechos
de evidencia incontrastable y hasta apelar al infantil reCurso de
negar la recepción de comunicaciones que, como la dirigida el 26
de noviembre, pOT el Cónsul General del Perú en Valparaíso, a la
Cancillería chilena, la víspera de su embarque, fué certificada en
la oficina postal del puerto de origen.

La Guerra del 79

Un espacio tan limitado como el de esta comunicacióllllo per-


mite probar con la abundancia a que se prestan las pruebas exis-
tentes, que Chile hizo en 1879 una guerra deliberadamente expo-
liatoria y de conquista, al PerÚ y a Bolivia, sin que al mencionar
el nombre de esta nación amiga sea nuestro ánimo asumir perso-
- 35-

nería que ella no necesita ni nosotros pretendemos, sino solamen-


te referirnos al hecho histórico en que ambos países hermanos ac-
tuaron conjuntamente y fueron, al propio tiempo, víctimas del
mismo plan de agresiÔn. Contra todas las alegaciones chilenas
respecto al origen y finalidades de la guerra, está el testimonio
imborrable de los hechos;}' una guerra que se emprende como me-
dio de procurarse recursos econÓmicos, de que se carece, y que ter-
mina despojando a los rivales de sus ll1[¡S ricos territorios, es una
guerra de conquista, pese a toda la dialéctica chilena. El tratado
de alianza con Bolivia de 1873, que sÔJo tuvo carácter defensivo
y cuya mejor justificación la diÔ posteriormente Chile al realizar
la agresiÓn, cautelosamente preparada, de lR79, no fué sino un
pretexto, pues no se explica que pueda d{¡rsele otro alcance, tra-
tándose de un país como Chik cuya pobreza no ofrecía compen-
sación para una guerra ofensiva, en la que 110 podían pensar el
Perú y Bolivia, que siempre habían seguido con sus vecinos llna
política fraternal y que gozaban de las grandes ventajas y expec-
tativas que les ofrecía su proverbial riqueza. El secreto en que el
tratado se mantuvo se explica Jlor el mismo carácter de defensiva
que tuvo la alianza y a fin de no despertar recelos, y tiene como
antecedente el tratado de alianza que el Perú y Chile celebraron
el23 de diciembre de 1822, que se mantuvo en secreto diez años,
y que, del mismo carácter defensivo que el celebrado con Bolivia
en 1873, no fué considerado, sin embargo, como amenaza para
ningún país vecino. Pero ni hubo tal secreto en el tratado de
1873, ni caso de existir habría sido ccnsurable.
El coronel prusiano Ekdahl, Director de la Academia de Gue-
rra chilena, dice en su }hSTOHIA :\JILITAR DE LA GUERRA DEL PA·
CÍFICO, que acaba de publicarse: "lIay que reconocercomo pa-
triótica.la actividad diplomática del Perú en BoHvia, que culmi-
nó en el tratado secreto de alianza de 1873. No nQs:çree.m08 con
el derecho moral de censurar su mantenimiento sec;;to" durante
más de cinco años; semejante proceder se considera como un gran
- 36 -

triunfo en la diplomacia de todo el mundo; toca al adversario


aclarar el misterio." (pág. 38).
El historiador boliviano don Alberto Gutiérrez, cuyas opinio-
nes acaba de citar el Cónsul General de Chile en New York, en las
publicaciones que ha hecho sobre la actual crisis peruano-chilena,
dice en su libro LA GUERRA DE 1879 (página 34): "Demostrado
está, con ayuda de documentos oficiales, que el propio historia-
dor chileno (Gonzalo RuInes) ha puesto a nuestra vista, que el
tratado secreto de alianza defensiva, suscrito entre los represen-
tantes de Bolivia y el Perú, en Lima, el 6 de febrero de 1873, fué
conocido por el Gobierno de Chile a partir dell de noviembre del
Q

propio año. Que estuvo igualmente informado de que se proyec-


tó en un momento la adhesión del Gobierno argentino a ese plan
diplomático; que el Ministro Ibáñez,en su correspondencia con su
representante en Lima don Joaquín Godoy, le aconSejaba pacien-
CIa y resignación hasta que llegaran a los mares de Chile los dos
barcos de guerra que con febril actividad estaban terminándose
en Europa. No admite los honores de la discusión la especie, has-
ta ahora sustentada por los publicistas chilenos, de que la alian-
za fué una sorpresa para Chile, una conspiración tenebrosa fra-
guada en la sombra, un plan diabólico tramado entre dos nacio-
nes que se mostraban amigas para atacarle y hcrirle a mansalva.
Ha pasado la época en que se debió emplear esos artificios para
excitar el furor bélico popular. Ya que nos proponemos hacer, a
la luz de la verdad y de documentos y declaraciones sinceras, la
evocación de los hechos pasados, para buscar enseñanzas en los
sucesos que se desarrollaron en aquella época tormentosa, des-
prendámonos de esos recursos pueriles para disfrazar la verdad.
Acaso una exposición sincera y verídica ùe las cosas realzará más,
si cabe, los méritos y sacrificios del vencedor, así como los esfuer-
zos infructuosos de los vencidos."
y en la publicación oficial americana. cuya importancia le da
lugar preferente en las bibliotecas de todas las Cancillerías del
- 37-

mundo, denominada" Papers relating to the Foreign Relations of


the United States", correspondiente al año 1874·, se puede ver, en
la página 74, la nota que dirige el Ministro americano en Río Ja-
neiro al Secretario de Estado en WÚshington, :\Jr. Fish, con fecha
15 de enero de 1874., en la que le informa que el ~\Iillistro de Rela-
ciones Exteriores del Brasil, vizconde de Caravellas, le ha comuni-
cado que el Congreso argentino discutía en esos momentos, en se.
siones secretas, un tratado de alianza con ell'erú y Bolivia.
En la HIS'l'ORL\ DE CHILE publicada en Chicago, en 18S3, por
ci historiador americano I{ancock, se afirma que Chile tenía, des.
de que se celebró, perfecto conocimiento del tratado secreto de
alianza de lS73, entre el Perú y Boli\'ia, :r que el haber negado es.
te hecho podía defenderse en el terreno de la política, pero no en
en el de la moral.
{Jnsimple dato cronológico prueba el cálculo y la premedita-
ción de la agresi(lIl chilena a los dos países aliados, y la desvincu'
lación de ese acto con el trata.Jo de alianza. Chile manclÔ cons-
truir los dos blindados para hilcer la guerra al Perú y Bolivia en
1871; y el tratado s()lo se firmó dos años m¡ís tarde, precisamente
para precaverse, en lo posible, de la agresión y mantener la paz
del Continente.
No hubo, pues, en realidad, ni secreto ni plan alguno de agre-
sión, sino de previsora defensa, en el pado de 1873; y el pretexto
alegado por el Gobierno chileno paru hacer la guerra al Perú y
Bolivia por ese tratado, no tiene más consistencia y seriedad que
la jactanciosa afirmación de la circular chilena a que me refiero,
de que el capi'tal y lus industriales chilenos habían formado la ri-
queza salitrera de Tarapacá y Antofagasta: el salitre es una ri-
queza natural Jd suelo, en cuya formación no interviene la mano
del hombre: y los capitales que han impulsado la industria del ni-
trato son en su mayor parte extranjeros, entrando los capitales
chilenos apenas en una mezquina proporción.
-38-

Cumplimiento del tratado de Ancón

Hay que rendir homenaje a la discreción de la Cancillería chi-


lena al tratar este punto, pues ante la imposibilidad de levantar
el fundado cargo, que acaba de reproducir el distinguido político
chileno don Agustín Hoss, de que Chile no ha querido cumplir el
tratado que impuso en 1883, 10 pasa por alto con patética invo-
cación a la memoria de los estadistas peruanos que 10 ajustaron
y aprobaron, dando por aceptado 10 innecesarío de aducir prue-
bas en contrario. Nosotros, sin contradecir, y antes bien agrade-
ciendo el tributo que rinde la Cancillería chilena a esos esclareci.
dos compatriotas, tenemos queatenernos a los hechos que prue-
ban que Chile no ha querido cumplir, en ninguna época, el tratado
de Ancón.
Sabido es que este pacto estableció como límite septentrional
de las provincias peruanas que Chile debía ocupar temporalmente
el río Sama, desde su nacimiento en las cordilleras limítrofes con
Bolivia hasta su desembocadura en el mar. Interpretando arbi-
trariamente la determinación del curso del Sama, Chile retuvo
sin derecho una parte de la provincia peruana de Tarata, que,
con Jas de Arica y Tacna, formaba el antiguo departamento pe-
ruano de Tacna, considerando para ello como el verdadero río
Sama, 10 que no es sino un afluente secundaría, el Tarata, misti.
ficando así el hecho geográfico del origen deI Sama'que es el río
Estique, el cual por su curso, caudal de aguas, sistema hidrográ-
fico a que obedece y por nacer en las más altas cordilleras del Ba_
rroso, es el río principal. Después de más de tres años de incesan-
tes reclamaciones por parte del PerÚ para que se pusiera término
a tHn clamoroso despojo, el Gobierno chileno convino, hace vein-
tiocho años, en que nombraría una comisión que comprobase el
--- 39 -

fundamento de la rel'lamacÎól1 peruona, comisiórt que, si no S~ ba


ronstituído, puede afirmarse El priori que no ha ~do plJr là. volu11-
tad del Gomemo pc{'uano, iniciador de 1ft gestión einte-resado et1
que·tie reparara el despojo cotnetido, y n qtfÍen no "COmpetía t!1
n(,)tt,¡bramientode la comisión.
Las sucesivas aprohaci6n y reèhaY-ode las bas('l5 gènétal~s
H~ordadM en urna, el 26 de enero de 1894, pOt'los señores J)~
nez y Vial Solar pam la redacción del protocolo definitivo, itgta"
mentario del pleLisl'ito de Tacna y Arica; la suscripci6n del pto-
toco10 Rílhnghurst-Latorre, del 16 de abril de 1898, aprobado
por e;lSenaalg èhileno y re-CIhaZMo pot la Cámara de Dipnt:idos,
a p~snr de los ofrecimientos .~J 'G-of»iéroode Chil~;el añandotlQ df:!
los acuerdoR telegráficos Valera-H uneeus, del 10.22~e novÎt'ttrbte
(le 1912, son hechos concretos, prescindiendo del curso seguido
por las diversas negociaciones, que acreditan con la solemnidal
elelos actos diplomáticos tn que constan,~que Chile se ha resistido
en toda época a cumplir el tratado liIuecon ·sus mismas armas im-
puso. En cambio, todas Ias iniciativas de la Cancillería chilena se
han dirigido invariablemente a apartarse del Tratado de Ancón,
como lo fueron, para no citar sino las más import~ntes. las que
hizo por intermedio de dort Augusto Matte en 1889, del Sêñor
Álamos González en 1890, de don Angel C. Vicuña en 1900, del
cIoctor Puga Borne en 1908, encaminadas a eludir el plebiscito
c011el ingénuo incentivo de aumentat la SUIllaque fija el tratado
como indemnización para el país qUeno resulte favorecido en el
plebiscito.
Para que pueda apreciarse la exactitud qué tiène la enfática
afirmación que Se contiene <!t1 la circular ûltima de la Cancillería
chilena, de que "el Gohierno de Chile y Sus diplomáticos han extre-
mado su solicitud para arribar a un avenimiento", bastá contra.
ponerla a la perentoria decIaraci6n que, tres meSeSantes, hiio el
ex-senador chileno don Agustín Ross, eo el estudio que sobre lá
cuesti'ón-de Tacna y Atica publica en élnûmeroXVi dè láRËvis'Í'Á.
- 4O~-

CHILENA..Allí, en la página 149, se lee: "El plazo ùe los diez


años para practicar el plebiscito estipulado venció en 1893,hace
veinticinco años, y ese acto no se ha realizado. ¿Por qué? En con-
ciencia podemos anrmar que no se ha realizado porque Chile lo
ha estorbado, oponiendo tOdo género de dificultades y de ~pe.
dientes dilatorias. En Chile se ha culpado al Perú por la demora
en los arreglos para el plebiscito; ~ro no parece que se pudiera
comprobar este argumento . .Ala inversa, en el Perú se culpa a
Chile".
No es, pues, solamente una frase incidental, deslizada en la
circular telegráfica de este Ministerio, del 2 de diciembre último,
la que acusa al Gobierno chileno de ño haber querido cumplir el
Tratado de Ancón.

Chile y la Guerra

Que el Perú y Bolivia fueron arrastrados a la guerra por Chi·


le, está comprobado con los numerosos documentos referentes a
las negociaciones diplomáticas que precedieron al õ de abril de
1879, y a la situación militar de los tres paises, pues no es acep~
table suponer que el Perú provocara la guerra hallándose en ma-
nifiestas condiciones de inferioridad militar. En la imposibilidad
de hacer aquí el comentario de esa extensa documentación, me li-
mitaré a citar la opinión del publici6ta chileno don Francisco Val-
dés Vergara. en su comentario a la HISTORIA DE LA GUERRA DEL
PAcfFICO,desu compatriùta don Gonzalo Bulnes; "El Gobierno del
Perú, dice, tampoco estaba preparado para la guerra. Tuvo, en
años anteriores, no s610el pensamiento sino también la resolu-
ción de provocaria,
..
y, al efecto, pact61a- alianza s~creta con
,
,
ijQli~
, --...
- 41-

via. Pero los acontecimientos fueron más poderosos que su vo-


luntad, sus previsiones quedaron entonces sin cumplirse, y ya pa-
recía haber olvidado In alianza de 1873, cuando Daza, en 1879,
hizo necesaria la ocupación chilena de Antofagasta y exigió de su
aliado la ayuda que éste se había obligado a dade". Y agrega el
historiador boliviano Gutiérrez, ya citado: "Los propios docu-
mentos que el señor Bulnes consigna, demuestran que el Perú no
estaba prepamc10 para la guerra, ni la deseaba, ni acaso habña
consentido en declarar el casus [œderis con Bolivia, tal era la exi-
güidad de sus elementos militares, de sus recursos financieros y de
su preparación bélica. El conjunto de hechos que la historia ha
recojido y que el señor Bulnes relata con minuciosidad recomen-
dable, demuestra que la misión Lavalle, enviada por el Gobierno
del Perú a Santiago, con motivo de la ocupación de Antofagasta
por las armas de Chile, tuvo realmente por objeto procurar y
conseguir un arreglo amistoso de la divergencia. Algunas de las
proposiciones del mediador peruano merecieron, según el relato
del señor Bulnes, la acogida del Presidente Pinto; pero los tele-
gramas alarmistas de Godoy, ~1inistro de Chile en Lima, y Ia
tendencia belicosa de cierta corriente en el seno del Ministerio chi-
leno, determinaron y precipitaron la ruptura."
El marino chileno Langlois, en su libro sobre la INFLUENCIA
DEL PODERNAVALEN LA HISTORIADE CHILE, declara que: "Anali-
zando brevemente Jas fuerzas navales de los beligerantes, pode-
mos dejar sentado que Chile poseía práctic~mente la superioridad
de fuerzas, tanto material como en sus tripulaciones. El Cochra-
ne y BInnco eran mu)" superiores al Huáscar e Independencia,
tanto en su artillería como en protección y condiciones generales
de buques de combate." Y el coronel prusiano Ekdahl, antes
mencionado, cuya autoridad desde el punto de vista de la compe-
tencia e imparcialidad no puede ser dudosa para Chile, se expresa
así en su HISTORIAMILITAR DE LA GUERRADEL PACÍFICO: "Como
en Chile, la movilización del ejército peruano fué un proceso de
hnprQvisaçiQnes iucesivalil .. La. guerr~ había sorprendiùQ a.l Go.
l,>iernQ peruanQ; p.:ro apenas la vióvt:llÏ£, d~sarroHó ·1;1na ~~
~y nQtabl~ para. pQ11er comvmejor P\ld.() e~ pie de gtlfHa 8\1 det
{~D$~ \laçionnl." y nWs adelante: ~'TQdOi lo~ buques ~"a.~OIl
~lltaban en. mal estAdo, hasta el grado de que era entemmmt~
iq:1.t:>.~ibl~qqe la escu~Qra pertlanapernlara en entrar inmediata.
tp~nte en ç~mpaña.~ sobre. todo~ necesi~a1mn· sus buques call1biaJ'
ça1cler~s, Uwpiar los. foodos Y1;"ee1tlpl~ar en parte su artillería.".
No s~ desçubre cómo, en presencia d~ estos testimonios abru-
madores, pqeda \a Cancillería. chile.na sostener que el Perú prt>vQ.-
c6la guerra en 1879, \Jorque eontab.açQll la suprewada militar;
y que lo~ éxitos de su país se debieron entences. a la "fuerza. inv~~-
çib.1~quear.ma el derecho y sQstiene.la conciencia de un p~b1Q 1a.-
l,>otiqs~ Y pad\ico".

1(-£\e~ los, J>\lnios anterioFe6 qu~ demoit.rado q.ue eltrataùo


(le.aJianza. de 1,873, Ili tuvo el carÍ\Çt¡c;{ de o_~nsiV'O para nadi~ •
{~~crei;o para Chile que lo ¢o~o~i6Hie:mesesdap\tésd~8U&£rito..
~i muy-O limit~o a ~li\'ia~ ~$to ~ se s.W.1<:itó la adhesión ~
l~ Rt;púbij:ca .A.r~11;~inay-sedw ooDocimle-nt~oñdaJ de él al :Qfflsil.
"A1irma~os en~oJWe8 (en 1896;) q,t;¢eJ tratado geCret0 de aliana.ll
q\1e·Chi}(: 1mbía, e~in,ia~0. como· una ~pi".ación t~nebro~; ~
t{~ su s~tû'id$d y <;o~tra l:A paa del Continen~, h:abîa~-Qpor-
tVQam.e~te~onoçido por su ~()pio~hierno1 I.oa dial'iQ8cl\ik-
Bos,d~ esa época i1)terpelaron a 10e <!iree4¡vres de la poUtica ~. Il
~ ~Qmát~o&.en Sftn¡icio Mt)VO:Cln1873, spb~ $i era; 'K'1"d.a.d
4;tW ~lJ~i~fO\1l:R n~~iaci~ y~l.p$:to. ie~:f~tQ. E1E~ÎI;Qt' ·d~
-43 -
Carloa Walker Martíne~. nominalmente citado para hacer la~ re-
velaciones d~l caso, se encontró en una situación inçÚmoda para
dar su ~_$pue-sta. Si afirmaba, conforme al sentimiento general,
que Cttile ignoró siempre la existencia del pacto secreto, $e le aeu-
~-J"Í~ de falta de habilidad y de perspicacia, pues en eSOS precisos
momentos era Ministro de Chile en Bolivia y l5e epcontrabali'n el
terreno mis.mode 1a supuesta conspiracit1n y del dehate parla.
mentario que perfeccionó la negociación diplom~ tica. ffi declara-
ba que supo l:il existencia de ese tratado de alianza, se le repro-
charía haber mantenido a su Gobiewo privado de ese dato tnt$-
<:endel1-talpara Ùil. orientación de su política. Tuvo, en la lucha.
entre :;imbas hip6tesis, que declarar en una comunicación dirigida
~ EL Po.RVEN1¡lde Santiago (octuhre de 1896} que "no había te-
lílidQ conocimiento cierto del tratado, pero que al~unas informa-
çio¡¡¡:sprivadas le hahían permitido sospechar ~u existencia".
"Otras declaraciones se produjli:ron en idéntico sentido l;1a&ta
que la prensa polític.4\, excitada cou el in~identc, mau.iiest6su des.
c(}n~ntQ por esas reveladones, que atenuaban ell\l-Qtivo fanda-
ment~l por el que el pueblo chileno, sintiéndose víctima de una in-
tci~ secreta y misteriosa, de tina co.nsp-i~ió.n en !JU contra entre
P"í.s~s~~ los que cultivaba amistad y e~treehas relacione~ politi.
-f.9;~.~lanzó frenéticamente a la guerra, en abril de 1879. Un dta .
.rio Ruho, L.~ LEY, de Santiago, ea que colahoraban pl·ttmas so-
bfe$a~ntes de aq\lella época, qne dijo (noviembre de 18a6), qu.e
si el tratado secreto fué cooo.cido pQr el Gobieruo d~ Chi-le, .~~
h8rh~esgañado. a su pueblo llevándol0 a una guerra Í1\j~t'd. y
abominable.
""Sobre t'ste iuci-dente contribuye la obra del SCñ4J.f BtÙnes a
unfll ~ilH~i.dad6n definitiva. ~o sólo conoció opm:tunalllenie ~l
-G<lbàr.nQde Chile el tratado sec"eto de aJian~a condu¡do ~n 1873
entre el Perú y Bolivia, sino que habría siùo absprdQ, jJl<::qJl,cebi-
w.r Cffie ID ~no-r~ra. 'r¡-e$go.biern.osy tres congre$AA eid«ir, a
¡e ~-tR~ient~ pel;SQt)-aS lÇli :ÇOao~Q1í1. 10.- d~c~t~l"qr,\. 10
-44-
exnminaron en todos sus aspectos, lo aprobaron unos o le dieron
otros su voto ad verso. Uno de esos congresos, el de la. República
Argentina, quedó prácticamente desligado del secreto prófesiortitt,.
puesto que no llegó a aprobarse el plan diplomático de su Go\)ier-
no ni el ingreso de ese pais a la alianza" perú-boliviana de 1879¡
Cualqtiierade sus miembros pudo libremente informar a los agen-
tes diplomáticos de Chile, sobre 10 que babía ocurrido y estaba
ocurriendo en los bastidores de las Cancillerías. Así sucedi6, en
efecto, según la interesante documentación revelada por el señor
Bulnes: el primer aviso de la alianza secreta llegó de Buenos AireS
a Santiago, trasmitido por el Ministro'<le Chile-~-dicha- capital,
don Guillermo Blest Ganá. Según lnsreferencia del históriadór
chileno, el señor Blest Gana comunicó a su Gobierno, con f~cha
1Q de noviembre de ] 873, que el Gobierno argentino "habla some-
tido a la consideración dd Congreso la idea de la conveniencia de
celebrar una alianza con las repúblicas de Bolivia y el Perú, para
el caso probable de una guerra con Chile o con el Rrasif'. Agre-
gaba el diplomático informante que la Cámara de Diputados'ha-
bía aprobado el mensaje dé Sarmiento~oti un voto en contra.
"El Ministro de de Relaciones Exteriores de Chile, don Adolfo
Ibáñez, comprendió la gravedad de esa revelación y pidió datos
al respecto a su Ministro en Lima, don Joaquín Godoy, quien cou-
test6: "Comprendiendo la suma gravedad del asunto a que esa
nota se contrae y la importancia que tiene su esclarecimiento, -to-
do mi conato se dirigirá, como estl1 dirigido, a hal1arme en apti-
tud de elevar a US. informes tan complefos y ¡fidedignos cuânto
sea posible."
"El mismo señor Godoy seguía siendo Ministro de Chile,en
Lima, en marzo y abril de 1876 y había continuado hasta enton-
ces dirigiendo sus conatos investigadores a descubrir la existen-
cia del pacto secreto!. .
"También fué puesto sobre aviso el señor Walker Martínez,
Ministro a la sazón de Chile en Bolivia, y aunque su reSpl1esta'Ûl-
- 45-

medinta fué en un todo optimista, es de suponÚ que se empeno


también en continuar la investigaci6n pedida. Ajuzgar por estos
antecedentes, los datos privados y confidenciales que recibió ya
que aludía en su carta a EL PORVENIR de Santiago, de 1896, eran
nada menos que las instrucciones que le envió su gobierno para
encontrar el ovillo cuya hebra había tan sagazmente descubierto
en Buenos Aires don Guillermo Blest Gana.
"Bntre tanto, don Adolfo Ibáñez y el Gobierno de Chile por
entero sabían perfecta y seguramente a qué atenerse, y el mismo
historiador señor RuInes nos proporciona el texto de las comuni-
caciones dirigidas a Godoy en Lima y se expresa en los siguientes
términos, que copiamos tales como están, por temor de alterar o
desfigurar su concepto con un simple extracto de su contenido:
"Poco después el Gobierno de Chile tu\'o confirmación de 10
" que le había comunicaùo Blest Gana, por medio del Brasil, el
" que hizo saher a lháñez en Santiago y a nuestro Ministro en
" Buenos Aires que se había aprohml0 un pacto de alianza entre
" la Argentina, el Perú y Bolivia en contra de Chile."
" Marzo de 1874. La presunta alianza del Perú y Bolivia, le
" decía Ibáñez a Blest Gana, de que US. me habla en sus despa-
" chas confidenciales de 19 de enero, 12 y 26 de febrero últimos .
•. había llegado al conocimiento ùe mi gobierno por di\'ersos con-
" duetos, y ha sido confirmada de una manera confidencial por el
" honorable representante del Bm~il en esta capital. En presencia
" de este hecho cuya gravedad no puede ser mayor, mi Gobierno
" se ve, por ahora, obligado a no tomar resoluciones importantes
" mientras carezca del conocimiento cabal de los propósitos, me·
" dios y fines de la alianza".
"Hay que saber leer en el lenguaje diplomático de Chile. El
tiempo que se reservaba Ibáîiez para indagar "los prop6sitos, m~·
dios y fines de la alianza" era el que necesitaba para hacer zar-
par de Inglaterra los blindados en construcción. Todo el aÜQ 73
el Presidente Errázuriz había vivido en continua zozobra¡y .orde-
i1ado por telégrafo que se tmbajarn en eUos<le día y ttoeftt. Elo.
taba perfmadido de que 1.111 ~ligtlj se dibujaba eTi el horit~t1t. Et
tono de la 'Cancinená de L·iifná ltabfá às1l'!krid6 caractetti de 'IIlaa
arrogancia insólita desde q1le ;ml9cribió el trahrdo secretO,~l:pun.
to de que; en íe}jrero de 181-3, dOll 6ütogio ~ttattlirall@, jri!'JihI
Gabinete, tet1lta por mornelttos la ptoVMa'CÍ'Órl ~l P~r!t.
"POT seis u ocho diastná.s, Je e~bíaa Godoy, ~tguit'éteJien•.
." 'do el honor de ser 'Su jefe fnfuro>ÏAtO. Espetó que eTl eflltetitmpo
" no nos dedarará la guerra.e-'J Perú y oq.ue '0'0 tendré yo :til triste
" 'honor de recibir el ultimátU1'lt.
" Ibáñez, penetrando el secreto de1a situaci6n, decía a Godoy:
" Temen la venid'a 'de nuestros btiridados y se dan ia voz pad.
"buscarnos camorra. Mientras tanto, nosotros necesitarrtO! pão
" ciencia y resignación. Téngala, pues, Ud." .
"Después de estos esclarecimientos prooioios para f<>rD1ar eJ
criterio histórico, no podrá ya subsistir el concepto repetido ell
Chile desde 1879, hasta el extremo de sugestionar a los mismo!,
políticos que tuvieron parte inmediata en las.negocia~ones· coe-
tlÍneas, de que Chile ignoró la. existencia del tratado .de ,aIiaœa,
Dicho Gobierno conoció perkctamenœ el pacto secreto, no e~s:u
texto literal, sino, lo que es más grave todavía. en el supuest:ode
que existía en él una cláusula expresando que el pacto tení~~a~
rácter ofensivo y que iba dirigido oootra Chile. Cuenta-el mislllQ
señor BnInes que, cuando después detm largo mes que duraron
las gestiones de la mediación Lavalle en Santiago, el Presidente
Prado reveló, al tin. la existencia del tratado secreto, Godoy no
creía a sus propios ojos y daba vuel~8 al documento para d~
brir la frase comprometedora y la amenaza siniestra contr~ la se·
.guridad de Chile.
"El Gobie-rno de Chile conoai6, alÚmismo, la gestióu per:.mna.
para incorporar al Gobierno -argentinQ tfnlf12tlian%f1 secreta y;n¡..
po, por el infurmeœxtual de ·BléstGàna·t¡ae'henrdS copiaaett¡_
-47 -

la Cámara de Diputados ]e había prestado su aprobación con tU)


solo voto en contra.
"Sostener que el Gohierno de Chile estuvo, desde 1873, enga-
ñado en la credulidad yen ]a confianza de una amistad fementi-
da, es contrario a estos hechos históricos, a estos documento$
originales recojidos de fuente chilena y a la más vulgar percepción
de la crítica. Estii igualmente averiguado que el presidente ErrÁ_
zuriz, uno de los estadistas de m{is amplia vista, sin duda, que
haya gobernado esa república, había pedido autorización al Con-
greso de 1871 para ordenar en Europa la construcción de los aco.
razados Cochr://Jc y Blanco; de modo que es posible que eSa de-
terminación significativa en las condiciones de la política interna-
cional de aquel tiempo, precipitó y aceleró la negociación del tra-
tado secreto de alianza entree! Perú y Bolivia. He ahí, como con
el examen de los mismos documentos entregados por el señor ·Bul-
nes a la crítica histórica, vamos llegando a la conclusión de que
la guerra fué real y efectivamente preparada y provocada por
Chill-.
"¿Es verosímil que, en el curso de seis años que trascurrieron
entre 1873 en que se pactó y se conoció por Chile el tratado de
alianza entre el Perú y Bolivia, y 1879 en que se produjo la con_
troversia diplomática con Bolivia, se hubiera perdido en los ante-
cedentes de la Cancillería un da to tan precioso y tan funda~ental
para el manejo de las relaciones internacionales? ¿Es posiblestt-
poner que cI Presiùente Ernízuriz, que gobernó al país desde 18'71
hasta 1876, se hubiera llevado consigo tan descomunal secreto
diplomático y huhiera determinado a sus ~1inistros y consejeros,
el señor lbáñez inclusive, a guardarIa en el secreto de sus papeles
privados, o borraria totalmente de su memoria de estadistas ex-
perimentados y responsables?
"Esas suposiciones no resisten al más leve esfuerzo de raci?~_
nio; esbln reñidas con la lógica histórica más elemental. La poU-
-48 -

tica de Chile tuvo, pues, a partir de 1873, una orientaci{¡n fija y


definida, y s610 la prudencia aconsejó, por boca de don Adolfo
IbAñez, paciencia y resignación hasta la llegada de los elementos
na vales pedidos a Europa, y que estuvieron disponihles en 1875".
(Alberto Gutiérrez.-LA GUERRA DE 1879.-París,914).

Participación activa y directa del Perú en la Guerra

No se explica razonablemente que, reconociendo la Cancillería


chilena que el Perú no tenía cuestiones de frontera con Chil~ en
1879, se empeñe en desvirtuar la buena fe y el desinterés de )a me-
diaciÔn peruana, buscánùole móviles de conveniencia que cree des·
cubrir en la industria salitrera. que considera implantada en Ta-
rapacâ por el capital y brazos chilenos. Esta especie, vertida así
para explotar su misma imprecisión y vaguedad, no descansa en
fundamento serio de ninguna especie.
Entre el Perú y Chile no podía existir, en realidad, una (:uestión
salitrera, simplemente porque Chile no poseía territorios que con-
tuvieran esa substancia. La cuestión hubiera podido presentarse
entre el Perú y Bolivia que eran 103 únicos dueños de yacimientos
salitre ros, si alguna vez no les hubiera sido posible ponerse de
acuerdo para evitar una competencia ruinosa en la explotación:
7
pero Chile no tenía persone ría alguna en el asunto, ni podía dár-
sela la circunstancia de que tuvieran inversión allí algunos pocos
capitales chilenos, y que unos cuantos peones de esa nacionalidad
huhieran encontrado en las salitreras el trabajo de que carecían
en su propio país.
Con fines que conocemos, sostiene hoy la Cancillería de la Mo-
neda: que, si en realidad, el Perú no ventilaba en 1879 cuesti6nde
fronteras con Chile, "tenía una mucho más grave relacionada con
la industria salitrera que el capital yIos ciudadanos chilenosha-
-49-

bían implantado en el territorio de Tampacá y comenzaban a


desarrollar en el litoral de Antofagasta", que los depósitos sali-
treros de Tarapacá "eran explotados, en su mayor parte, por
brazos.v c:lpitales chilenos"; que "compañías de Santiago y de
Valparaíso y bancos de estas dos plazas comerciales habían esta-
blecido en :,¡c¡uelterritorio peruano grandes elaboraciones de ni-
trato y pagaban al erario dell'erú considerables derechos adua-
neros", y que "si Tampacá dependía administrativamente de Li-
ma, por el nllmero de sus habit¡¡l1tcs, por sus intereses económi-
cos y por los esfuerzos allí realizados, depcndía efectivamente de
Chilc",
La Cancillería de la :\loncda afirma, también, que juntamente
con la celebración del tratado de alianza antes referido, "empren-
diÓ el Perú la serie de medidas econÔmicas relacionada's con el sa-
litre, que habían de constituír la cnllsa eficicnte del conflicto ar-
mado". El Gobierno dell'ení-agrega-"resolvió apoderarse por
la implantación de un régimen extraordinario, de todas esas ri-
quezas privadas y despojar, a título de monopolio fiscal, al capi-
tal chileno de sus propiedades. Capitales, hombres, empresas de
transporte, todo era chileno. Por ley especial de excepción se vie-
ron privados los chilenos de todas sus industrias y despojados de
los bienes que allí habían acumulado con su energía".
Son completamcnte falsas y absurdas las aserciones que deja-
mos transcritas. Ellas constituyeron los fundamentos de la gue-
rra injusta que Chile declarÓ al Perú en 1879. Pudrían explicarse
en aquella época ('sas afirmaciones, por monstruosas que pare-
cieran, a favor de la ignorancia que entonces existía en la América
y en Europa sohre la cuestión sHlitrerri y por el apasionamiento
del heligerante que había preparado aquella guerra de conquista
territorial. Pero repetidas hoy, después de medio siglo de discusio-
nes, en que tanto en Chile como en el resto del mundo se ha escla-
recido la verdad, resulta sencillamente cínico.
- 50 -,-.

Là historia y las estadísticas de 1876:a 1879 desautorizan o


desmien ten, en todas sus partes, las afirmaciones transcritas de lá
Cancillería de Chile.
Según el censo oficial del Perú, levantado en 1876, el número
de habitantes de TarapacÁ, repartido en 187 localidades, ascen-
·día a 42,002, entre los cuales sólo había cerca de 2,000 extran-
jeros de ambos sexos.
En proporción igualmente pequeña estaban ias capitales chi-
lenos empleados en la ind ustria salitrera entre 1870 y 18i9, como
10 comprobó, en aquella época, la connsión técnica que el Perú
designó para que valorizara, no solamente el importe de las 'ofici-
nas de máquinas. sino también de parada. La comi$i6n estimó
los capitales peruanos y extranjeros en las proporciones si-
guientes:

Oficina Oficina Nacionalidad


Porcentaje
de máquina de parada de los propietarios
I
S. 6.675,000 S. 1.3G5,442 Peruana ! 46,647
2.810,000 10,000 Inglesa 1 16,360
2.140,000 2,500 Alemana : 12,430
1.910,000 74,000¡Ita.liana . 11,49~
1.470,000 178,500 Chile:a ! 9,563
300,000 66,000 Espanola ' 2,123
140,000 4,000Francesa 1 0,835

55,000!, Boliviana !I 0,318

40,~00IAustriaCa I 0;232
- 51-

El insignificante porcentaje de 9 %, que colocaba al capital


chileno en la quinta escala de los interesados en la industria sali-
trera de Tarapacá, demuestra cuán infundada es la aseveración
del señor Barros Borgoño.
y prueba de que no fueron daña(los, en todo ni en parte, los
intereses chilenos con las medidas proyectadas por las lej'es pe-
ruanas del18 de enero de 1873 y del 28 de mayo de 1875, es la
falta de reclamaciones de los capitalistas chilenos ante la justicia
peruana por despojo, o del Gobierno de Chile en amparo de sus
nacionales o por denegación de justicia.

Las provincias de Tacna y Arica

El tratado de Anc6n, al permitir en el artículo III, la ocupa-


ción temporal de 'l'aclla y Arica, se refirió fi la circunscripción te-j g
rritorial que comprendían las provincias peruanas de ese nombre; ~ ~ :;!!
de manera que todo lo que quedaba fuera de esas provincia~ en el 5: ~ e
LU L -
departament::> de Tacna, Chile no tenía derecho él ocuparia de 01:: ; ~1
ningún modo, ni por ningún tiempo. Sin embargo, con esa ten- :3
"
< ;:;

dencia al despojo y al abuso que ha caracterizado siempre la nc- LU ,::" ~

titud de Chile en todo lo referente al cumplimicnto del tratado ~ ~ ~


de Ancón, retuvo sin razón ni motivo una parte del distrito de U
Taratn, perteneciente a la provinda del mismo nombre, que con ~ zº I-

~
(,

las de Tacna y Arica formaba el departamento de Tacna.


Es, pues, no un argumento sino una argucia. defender la po-
sesión de Tacna y Arica al contestar el cargo de haber sobrepasa-
do de hecho los límites fijados en el tratado de Ancón, que se re-
'fiere, aunque se aparenta ignorarlo, al distrito de Tarata ..
Por lo demfis, las citas contenidas en la circular chilena sobre
la aspiración cOttstànte de Chile de adq~irir las provincias perua-
nas de Tacna y Arica, sólo sirven para demostrar que jamás COil-
- 52-

vino el Peru en acceder, en ninguna forma, a esas pretensiones.


Desde las conferencias de Arica, de 1880, en que el Plenipoteneia"
rio peruano, doctor Arenas, rechazó por entero las condiciones de
desmembración territorial presentadas por los plenipotenciarios
chilenos, en las que no se comprendían los territorios de Tacna y
Arica, hasta las negociaciones que, por intermedio del Ministro
americano Logan, se desarrollaron en Chile con eI Presidente pro-
visional del Perú, doctor García Calderón, el Perú invariablemen-
te se resistió a todo arreglo que significase la pérdida de esos te-
rritorios. Refiriéndose al memorándum del 17 de septiembre de
1882, entregado a Mr. Logan,· dice el señor García-Calderón:
"En la tercera parte.deI memorándum dije a V. E. que, con res-
pecto a Tacna y Arica, no podía aceptar estipulación de ninguna
clase, ya fuese de venta, ya de ocupat'Íón temporal, y exigí la de-
volución de ese territorio al Perú. Si V. E. se toma la molestia
de revisar ese memorándum y no ha olvidado el tenor de nues-
tras largas conversaciones, hallará que a esta negativa me lleva-
ron elevadas consideraciones de política americana"; y más ade-
lante: "Por estas y otras razones que en la situación actual debí
silenciar, dije siempre a V. E.: la paz, quedando Tacna y Arica
para el Perú, sin condición ninguna, es verdadera paz; y 10 que
Chile pretende es la guerra perpetua de los tres puebl.os belige-
rantes".

La solución de la controversia pendiente

La expulsión sistemática de los habitantes de Tacna y Arica


que realiza actualmente Chile, da un carácter de amarga ironía a
la afirmación del señor Barros Borgoño, del anhelo de ese país
por realizar la consulta a la población de las provincias, estable-
cida en el tratado de Ancón.
- 53-

Chile, que rehuyó celebrar el plebiscito al expirar el plazo de


diez años, señalado en el tratado a su ocupación provisional, por-
que tenía la certidumbre de que su resultado sería favorable al
Perú; que desde hace casi veinte años inició en las provincias ocu-
padas la política llamada de chilenización, cuyo objcto era hosti-
lizar a los peruanos y obligarlos a ahandonar el territorio; y que,
en los actuales momentos, emplea la violencia para expulsar en
masa a los peruanos; pretende ahora engañar la opini6n pública
del mundo, invocando el cumplimiento del tratado de Ancón, vio-
lado por él desde hace veinticinco años, y afirmando su deseo
de que se efectúe el plebiscito que él mismo ha hecho irrealizable.

loJasituación actual de Tacna y Arica

No con el propósito de bosquejar un cuadro sombrío, desde


que es innecesario porque tal apariencia resulta naturalmente de
la contemplación de los manejos empleados por Chile en las pro-
vincias cautivas, sino obligados por la necesidad de hacer conocer
al mundo lo que pasa con relación a las provincias de Tacna y
Arica, hemos hecho referencia a las medidas atrabiliarias que,
disfrazadas bajo el manto de actos legales de administración, ha
querido implantar el Gobierno chileno en 105 últimos años; pero,
en realidad, como medios de hostilizar a la poblaci6n peruana de
esas provincias, a fin de obligarIa a emigrar.
Siendo notorio que por no haberse resuelto definitivamente la
condición de Tacna y Arica, esas provincias no han dejado de ser
peruanas, ¿cómo puede pretender Chile que los nacidos en ellas
estén obligados a prestar servicios militares en el ejército chileno,
cuando esos individuos son peruanos por su origen y por conti-
nuar siendo peruana la tierra en que han nacido? c:Bastaba para
que se considerasen ya chilenas las provincias cautivas y para su-
- 54-

plantar la nacionalidad de los naturales de ellas, que Chile, por


la razón de la fuerza, hubiera prolongado su ocupación veinticin-
co años más de lo debido? Contra esa imposición, queveDía. ~
herir los sentimientos patriótieos de los peruanos -na,ci9OS, eJtl
Tacna y Arica, como contra l~ clausura de las escuelas peruanas
y la expulsión de los sacerdotes de la misma nacionalidad, cab~
observar a los celosos defensores de la soberanía de Chile 10 tar-
dío de su convencimiento respecto a la extensión que debían dar
a la jurisdicción de su país. Hace- treinticinco años que se cele-
bró el tratado de Ancón; y sólo hace nueve que el Gobierno chile-
no cayó en la cuenta de que en Tacna y Arica habían nacido ciu.
dadanos chilenos; que tenía el deber de sostener escuelas que has-
ta entonces sólo haMan existido porque las pagaba el Gobierno
peruano, que no podía conformarse conque sus nacionales care·
cieran de centros de instrucción que la incuria del gobierno chile-
no no les proporcionaba; que el culto se mantenía gracias a loS!
servicios de sacerdotes peruanos que los prestaban gratuítamente
a los feligreses de toda nacionalidad, corriendo el estipendio per-
sonal de esos sacerdotes así como los gastos del culto por cuenta
del Gobierno peruano; y que la Jabor civilizadora de la prensase
ejercía por medio de tres diarios peruanos cuyos importantes set-
vicios no han podido substituir los periódicos chilenos que even-
tualmente aparecen. Durante veintiseis años, el celo patriótico
de los funcionarios chilenos, su contracción abnegada para conse-
guir el adelanto de Jas provincias que administraban y la claro-
videncia con que han llevado a cabo la persecución def elemento
peruano, nada de esto les permitió darse cuenta, en tan Jargo pe-
ríodo, de que no existían los beneficios hasta ahorá desconocidos
que se asegura han alcanZado eSos territorios por obra de laju-
risdicción chilena.
-55-

La ruptura de relaciones

La ruptura de relaciones diplomáticas se ha producido en di-


versas épocas por consecuencia, no de la resistencia del Perú a
aceptar las proposiciones de avenimiento de Chile, sino por efecto
de las medidas de persecuci6n ejercitadas contra nuestros compa-
triotas cada vez que el Gobierno chileno creía que, por este recur-
so de presión y de intimidación, iba:"a obligar a) del Perú a acep-
tar sus proposiciones, sistemáticamente encaminadas a burlar las
justas expecta tivas del tratado de Ancón, en orden a la reincorpo-
ración de Tacna y Arica al Perú, mediante la ejecución de un ple-
biscito irrisorio, cuyo único resultado tenía que ser la anexión de
esas provincias a Chile. Así es que las rupturas sucesivas de re-
laciones se han debido, no a las propuestas de avenimiento de
Chile, sino a los insólitos medios de coacción que ha empleado
cuando creía queel temor podría suplir la obra del convencimiento
justo y razonable.

El concepto del derecho y de la justicia

El Gobierno peruano no abriga una simple esperanza, sino que


tiene formal seguridad, qne cada día confirma más, de que ha
quedado para siempre descartado el dominio de la fuerza en las
relaciones internacionales; y que en la nueva era dejusticía que se
ha abierto a la humanidad, todos los derechos tendrán que ser
respetados, sin temores a resistencias y violencias, vengan de don.
- 56-

de vinieren; y el triunfo de los grandes principios de reparación


histórica que comporta la victoria de los aliados, sea que provo-
que o no el enojo de Chile, es lo cierto que va a influir - está in-
fluyendo ya - de manera decisi~a, en el arreglo de la cuesti6n
pendiente con el Perú.

Interesa a la circunspección de los que tienen el delicado en-


ca.rgo de manejar las relaciones exteriores de un país, no de~cen-
der al terreno esca1;>rosQ de ~as cpnjeturas para desvirtuar oriell:
taciones politicas del mâ~ elevado y trascendente significado ~n-
.. I

ternací~nF\l; por eso me abstengo de aCQ~erversipnesq~pp~~P-


den establecer increíbles relacione~ de solid~ridad conla.,p,<:)lítka,
imperialista de Alemania y de laa que suspicacias de orjgen des-
conocido creían encontrar reve1açiones expresiytls enla$ ~rcuns:
t~ncias del combate naval de Coronel, dell Q denoviemJm: d~
1914, en la neutralidad de Chile y en la actitud de.su Gobierno
respecto de los barcos alemanes. No tenemos interés en. exhibir
como más o menos respetable la política chilena a e3te respcctp; y
el fundamento que para elló se invoca s610 sirve parajusti~car Ia
que ha seguido el Perú ante ofensas injustificadail que n:cibiÔ del
Gobierno Imperial y ante la necesidad de ase~urar par~. SUlt dere-
chos territoriales la sanción que en vano buscara durante un cuar-
to de siglo, apoyado únicamente en la fuerza del derecho que le asis-
tía. Desconozco, por lo mismo el derecho de la Cancillería chile-
na para avanzar suposiciones. respecto a las causas q!!e ban de-
terminado la actitud del Perú frente al conflicto europeo. Hoy,
para bien de la humanidad, por obra de los principios proclama-
dos por el Presidente Wilson y ropustecidQs con el triuJlfo de la
causa aliada, que el Perú hizo suya aun en medio de las incerti-
9umbres de una lucha fragoroia, la justicia internac~onal se ha
l.1echocompulsiva y se ha proclamado igual respeto a los dere<:hOlt
de todos los pueblos, cua.lquiera que sea la fuerza material de que
- 57

ocasionalmente puedan disponer. Las naciones que conservan


sin mancilla sus tradiciones de honor tienen que saludar alboro-
zados el advenimiento de la nueva era yentrar resueltamente en
ella. El Perú se enorgullece de figurar en ese número.

En su (t1timo capítulo, la circular chilena se reserva pronun-


ciarse sobre la expulsiÚn de! Cónsul en Iquique, para cuando ter-
mine el sumario que dice qm' se sigue, y que, por cierto, no ha ne
contradecir las declaraciones tan enfáticas como cínicas de hUI
autoridades chiknas ùe ese 111le,to, y rechaza Ins alusiones que
dice hechas sobre algunos homhres públicos de Chile.
No nos preocupa, poco ni mucho, ni ahora ni después, el pres.
tigio que por circunstancias especiales quiera atribuirse a aquellos
hombres. Por más que podríamos desautorizar ese rechazo con
conocidas revelaciones que en el seno de las cámaras chilenas se
hizo más ùe una vez cC)ntra esos chilenizadores de Tacna y Arica,
la causa del Perú es tan noble y respetahle que ella no podrája-
más vincularse al juicio míís o menos justo, pero siempre peq\leño
en sí, que n'caiga sobre cualquier individuo. Estamos disput'stps
a conceclerles por anticipado los méritos que tengan o les ha-
gan falta a esas personas; pero nunca convendremos en darIes
título que los eleve a la altnra de incluir su personalidad en la
discusiÔn de Ia más grande cuesti{¡n internacional que al Perú ab.
sorhe en estos momentos.
Sírvase Ud. exponer, en la mejor forma, al señor Ministro, de
Relnciones Exteriores del país en que está Fd. acreditado, la.$
-58-
ideas contenidas en esta circular, dejándole copia de ella si lo cree
conveniente; y procure rectificar la opinión pública de ese país, de
conformidad con 10 que expresa esta comunicaci6n.

Dios guarde a rd.

AR'I'URO GARCÍA

_iDIsterlo de B.elaciones
Ihtteriores

Lima, 28 de diciembre de 1918.

(CIRCULAR' TELEGRÁFICA A LAS LEGACIONES DEL PERÚ


EN EL EXTRANJERO)

El Perú ha elevado ya, en anteriores circulares, su protesta


contraIas actos de violencia realizados por Chile con los habi.
tantes peruanos de Tarapacá y contra la expulsión de nuestro
Cónsul en Iquique por las autorid'ades chilenas; hechos que moti·
varon la acción pacificadora del Presidente Wilson, que el Perú
recibió y aceptó con agradecimiento.
La œprobación con que esos atentados fueron recibidos en el
mundo, no ha detenido, sin embargo, al Gobierno de Chile en su
política de persecución sistemática a los habitantes peroanos de
- 59-

las provincias ocupadas, y aún de Antofaga-sta. ne Tacna yAri~


ca, a pesar de Ia censura calY1eg-rftfieay a través del velo impene~
trahIe con que las ftutoridadeschilenas tratan de encubrir1è1s 9uee·
sos que aHí se realizan, comienzan a llegar 105 gritos de angustia
de nuestros conl1acionales perseguidos. Las turbas chilerta-s, de
que formahan parte aún soldados de las guarniciones, há'l'l clau-
surado violentamente todos los edificios y estalHecimíentos co·
mercia'les peruanos y muchos de éstos han Birlo f';aqueados en
Tacna y cn Arica. Los peruanos más distinguídos son obligados
por Ias autoridades chilenas a abandonar las pro\'incias, compe-
liéndoles a firmar dcclaraciones escritas de que lo haccn volunta-
riamente. Lo mismo en Tacna y Arica que en Tarapacá, los ha-
hitantes peruanos son objeto de maltratos y de constantes veja.
ciones, con el objeto eviden te de a temorizarlos y de provocar su
salilla.
Estas medidas se encaminan, sin duda, a preparar la realiza-
ci(¡n de ese plebiscito que, según circular dell\linistro de Relacio-
nes Exteriores de Chile, estaría ese país dispuesto a celebrar. La
intenciÓn del Gobierno chileno, de efectuar la expul..,"ónen ma•.
de la población peruana de Tampacá, está confirtl'w-da por la in.
dicaciÔn hecha por las autoridades de Iquique al Cónsul francés,
encargado de los intereses peruanos en ese puerto, de que el Go-
bierno del Perú debía 'fletar y enviar a Iquique los barcos necesa-
rios para la salida de dieciocho mil peruanos, alegando el pretex-
to de la crisis dd nitrato. Y telegrama posterior del mismo CÔn-
sul hace saber, que el número de pernanos sin trabajo crece en
proporciones tan considerables, que solicita autorización inme-
diata para emharcados.
Chile, que en treinticinco años que ha estaùo en posesi.ón de
las provincias peruanas no ba IOf,Tt'ado mod'¡f'kar en los habitan-
tes el amor a su patria y el deseo de reincorporarse fi ,€U~acude
ahora nI medio de expulsados de un suelo que es el suyo 'Y que
antes 10 rué de s-usmayores, obHgándolos a abandonar .&uaoog&-
- 60 --:

res y sus bienes. El Perú protesta ante el mundo contra esos


atentados que demuestran la necesidad de que las provincias ocu-
padas regresen a la patria a que hist6ricamente pertenecen, y que
se realizan en momentos en que las nacionalidades oprimidas $e
redimen y readquieren sus derechos, y en que la conciencia de la
humanidad condena los abusos de la fuerza y exige el estableci-
miento de la justicia en las relaciones entre los pueblos. El Gobier-
no quiere llevar, por intermedio de usted, el contenido de esta
comunicación a conocimiento del Gobierno de ese país.

Dios guarde a usted,

ARTURO GARciA.

República de Ohile

_misterio de Relacioaes
Exteriores

Valparaíso, 10 de enero de 1919.

(CIRCULAR)

Vuelve otra vez la Cancillería de Lima a dirigirse a los diver-


sos países, en tono de protesta, por actos que supone ejecutados
por Chile y que se da el ingenuo placer de considerar reprobados
por el mundo.
El nuevo Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, señor
García, ha querido repetir las mismas singularidades de su antC"'
-61-

cesar. sobre los abusos de la fuerza y la necesidad de restablecer


ciertos principios de justicia que es menester denunciar como vul-
nerados por Chile, para los efectos de la vocinglería con que se
pretende alarmar la opinión de la América.

La reciente comunicación principia por recordar y dar por es-


tablecidos dos hechos que conoce y sabe que son absolutamente
inexactos. Por el primero se afirma haber existido actos de vio-
lencia realizados por Chile con los habitantes peruanos de Tara-
pacá. Eu esta provincia no ha habido otro suceso de disturbio
callejero. que cI ocurrido el 23 de noviembre. a consecuencia de la
propag-aci6n de la noticia de vejámenes a los consulados de Chile
en el norte del Perú que, si en algún momento pudo producir in-
quietud entre los vecinos de Iquique, no alcanzó en ningún instan-
te a tomar proporción, merced a las medidas severas de represión
adoptadas por la autoridad política de la localidad. Esa noche.
el Cónsul del Perú y su familia estuvieron perfectamente tranqui.
los en su casa, y, en g-eneral, los vecinos peruanos de Iquique no
sufrieron molestias ni vejamen alguno sus personas. A la simple
afirmación en contrario. que se hace en la circular de Lima, opon-
go el más categórico desmentido.

II

De ig-ual naturaleza es el hecho, ya ampliamente explicado en


anteriores comunicaciones de este Ministerio. relativo al retiro
del Cónsul peruano en Iquique, caliticado de expulsión por la Canci-
llería de Lima, en contra de todos los antecedentes abundantemen-
- 6-2 =
te prod\l{:idos. Más injusta y desautorizada es todavía lq parti~
cÎpación que. en la. partida d.el CÔnsul, se sigue atribuJendQ a las
autoridades políticas de Tan~pacá . .Ala afirmad6n de estegéne-
ro, que nuevamente se hace, opongo la más enérgica desautoriza,
dón y me refiero a todas las declaraciones del proceso, que rf>cién
se ha hecho público y a los numerosos antecedentes a que he alu-
dido en mis anteriores circulares.

III

Es inoportuna y de muy dudosa seriedad la alusión que, con


motivo de esos hechos, se hace al mensaje amistoso del Presiden-
te Wilson.
Cabc observar al respecto, g.ue se hallan ampliamente esta.
blecidoa la naturaleza y el significado de esa gestión, en documen-
tos y actos bastante conocidos de todas las Cancillerías, y que
aquella elevada y sincera expresión de política internacional, no
se aviene con la índole agresiva y los propósitos alarmistas de
que hace gala la reciente comunicación peruana. Estoy cierto que
todos los Gohiernos de América tienen formado ya concepto defi.
nitivo sobre aquella amistosa gestión, yel desenvolvimiento que
ella tuvo marca, de una parte el modo severo y recto como Chile
contempla los asuntos de política internacional; y de la otra, el
criterio de inquietud y artificiosa polémica a que subordina la
Cancillería de Lima toda negociación diplomática.
Kas merece más respeto la política de serena comprensión de
los derechos y de los deberes de todos los pueblos de América, en
que se inspira noblemente la Cancillería de Wáshington, para que
pretenùamos mezclarla tan de ligero en estos incidentes menu-
dos de política internad anal, a q-ue~ mue~tra tan pwpenso el
Gobierno de Lima.
- 63-

IV

La circular telegráfica del señor :\Iinistro García tiene entre-


gados d~ antemano a la reprobación del mundo (son sus propios
y no cortos términos), los actos él que vengo aludiendo y que de
nuevo califica de atentados; yen seguida, para mayor escÁndalo
de la América seguramente, anuncia que nada detienc al Gobierno
de Chile en su política de sistcmática persecuciÓn a los habitantes
peruanos de las provincias de Tacna y de Tara]Jacá y aun de An-
tofagasta.
Hasta ahora no tenía noticias de que hubiera trabajadores
peruanos en esta provincia (le Antofagasta, en donde jamás los
ha hahido y hacia donde ha querido llt'gar ell\linistro peruarlOen
su incontenible avance fronterizo. Además del CÔnsul, que allí vi-
vió en tranquila relación con toda nuestra población chilena, y
que al retirarse de orden expresa de su Gobierno, hizo una espe-
cial manifestación de sus sentimientos amistosos, sólo existe un
eentenar de personas de nacionalidad peruana. Estos vecinos pa-
cHicos, de temperamento muy diverso al que se esmera en cultivar
la Cancillería peruana, acahan cie dirigirme la siguiente comuni.
cación telegráfica:

II Antofagasta, 7 Je diciembre de 191R-Tenemos el hOJwr de


" dirigirnos él V. ¡;. para nwnifestarle que los miemhros de la co-
II Ionia peruana residentes en esta, hemos obtenido en todo tiem-
" po y continuamos obteniendo las más amplias garantías de las
,. autoridades de este puerto.-Jorge Larrieu, Torcuato Gonzii]ez.
" Oscar Paulsen, Enrique Larrieu, Alejandro Paulsen, ""alter qo-
II ret, Germán Vargas, Santiago Blackadder, Santiago Ustaríos,
" Gonzalo Sandon, Javier Ostolaza, Antonio .Sûlari, Jorge .~!3,oPk
- 64-

••noza, Mariano Molina Revuelta y Pacheco, Víctor Vidal, Car-


••los Jojaux y Rodriga Ibarra".
Este documento basta para estableœr la verdad, y nos permi-
te localizar, siquiera, las imputaciones desordenadas del Ministro
de Lima, en nuestras provincias de más al norte.
Estos cargos se contienen en los párrafos siguientes; y para
que puedan ser apreciados en toda su significación iré considerân-
dolos en sus peculiares expresiones, de novísima literatura inter-
nacional.

El cuadro, como es necesario para la exhibición, aparece con


sus acostumbrados fuertes toques de sombra.
'l'urbas chilenas convertidas en saqueadoras de callas comer-
ciales peruanas; soldados de las guarniciones militares asociados
a esas obras vandálicas; clausuras de edificios particulares; malos
tratos y constantes vejámenes a fin de atemorizar a los morado-
res peruanos y ohligarlos a salir del territorio chileno; censura te-
legráfica para tender un velo impenetrable sobre aquella región;
y gritos de angustia de esos connacionales, que alcanzan a llegar
a Lima. Tales son las pinceladas con que se ha querido recargar
esa tela de exportación destinada a producir todo el efecto impre-
sionista.
En una época de amplia y diaria inforrnaci6n periodística; en
un régimen de la mayor libertad como el que disfrutan todos los
que pisan el territorio chileno; en un pa{s de orden público sólida-
mente afianzado, se comprenderá fácilmente cuál hubiera sido la
impresión que tales hechos debenan haber producido. Entretanto,
hasta hoy, ni el Gobierno ni las autoridades locales han tenido
conocimiento alguno de ellos.
- 65 -

Lo único que el Gobierno conoce son los numerosos telegra.


mas de audaces agitadores peruanos, que a diario se cruzan entre
las ciudades del norte y Lima, y que llegan tam bién a sus agentes
en Santiago yen los grandes centros industriales del país.
El telégrafo, que se supone en censura, hace circular libremen.
te las instrucciones de esos agitadores extranjeros, que están lle-
vando la voz de orden a sus distintos centros de propaganda y
que no se detienen ante ninguna consideración de respeto a las
autoridades o de obediencia él las leyes de nuestro país.
De la provincia de Tacna he recibido recientemente los nom.
bres y la individualización de los siete cabecillas que tienen en sus
manos todas las maquinaciones que se han urdido a diario con-
tra los intereses chilenos.
La misma intendencia de Tacna, preguntada expresamente
por los extraños denuncias formulados en la circular de Lima,
acaba de contestarme telegr.Hlcamente como sigue: "Ese denun~
" cio carece absolutamente de verdad. Hasta ahora, todos los
_"residentes de toda la provincia gozan de las garantías que dan
" Jas leyes. Es completamente falso que se haya cerrado ninguna
" casa peruana, ni menos saqueado".
No necesito agregar que igual extrañeza han experimentado
los funcionarios administrativos de las provincias de Tarapacá y
de Antofagasta, al imponerse de esos denuncias, de los cuales
nunca tuvieron la menor noticia y que deben suponer acaecidos
en algún otro país.
Estas importantes provincias de la República cuentan con
grandes y numerosas faenas mineras, y sus poblaciones viven por
entero consagradas al trabajo, sin que apenas h~ssea dado bajar
ordinariamente a las ciudades o puertos, ni aún interesarse por co-
nocer las maquinaciones que los agitadores extranjeros fraguan
contra la patria.
En esos espíritus varoniles, forjados en el trabajo, no hallan
eco sino los sentimientos de orden, de sacrificio y de patriotismo;
-66 -

y así como en todo momento están listos para acudir al cumpli-


miento de !'lUS deberes políticós y militares, esos hombres de lá
pampa son absolutamente e~ttaños a la~ ingratas y estérileS:ngi~
taciones callejeras, e incapaceS de ejecutar actos Comolas qÙé 'éè.
les imputan, que repugnarían ti sU's sentimientOs altivos y ente-
ros, de verdaderos conquistadores del desierto.
Las poblaciones eleTarapacá manifestaron en ocasiones an-
teriores su voluntad de sacudirse de los fermentos malsano! qUe
estaban comprometiendo la tranquilidad de la provincia, y qile
no Sè detenían ante las mâsaudaces provocaciones dd sentimien-
to nacional. Cumplidos sus ptop6sito's en una asatnble-a púbHca,
volvieron a la normaliÙad de ia vida diaria y no ha habidootraè
reuniones populares.
}"uera de toda duda, el cuadro dedesólación que se ha qt.eri-
do bosquejar en la circular telegrAfica de Lima,está m~Hül5îcado,
nO se trata aquí de conocer \a eXtensión que hayan podido· tener
tales o cuales sucesos; se trata únicamente de saberdónde han po-
dido ocurrir los hechos que se denuncian, que el Gobierno deSan~
tiago ignora y de los cuales no tienen ·notidas las autoridades de
provlOclas.
Es en realidad penoso tenet que considerar de esta manera si-
tuaciones sobre las cuales se ba pretendido llamar seriamente ta
atención de todas las Cancíl1erías y entregar, como sed-ice, à la
reprobaciÔn del mundo.
El anatema será merecido para los que ocupan su tiempu en
urdir esta clase de madejas; para los que ftaguan conspiraciones
en países donde reciben hOSpitalidad y trabajo; para los consttJes
que, en vez de atender a losi~teresescomerciales qne -les estaban
conflados, se ocupaban ùefraguar planes contra el pa~s ~ue los
trataba como amigos; para lós que, en vez de -orientar la política
de sus Gobiernos dentro de los dictados de la justicia y detdere-
cho,se lanzan por el atajo delas dificultades y algarabías.
Ei Gobierno GeChile, ante aquellas desviaciones depló-rab1es-,
- 67-

ha de limitarse, como lo hace, a exhibirlas por entero y a entre-


garIas a la conciencia, no del mundo que está ocupado en estas
momentos de problemas de grave trascendencia, sino de los hom-
bres de América, que puedan seguir de cerca estas peculiaridades
de lo que ha dado en llamarse el Conflicto del Pad/ko.

VI

Paso a considerar ahora, los ac£tpites en que la circular se per-


mitc afirmar, sin comprouaeión de ning(m género, que distingui-
dos peruanos de Tacna han sido ohligados por la autoridad a sa-
lir de la provincia.
Como se tenía conocimiento en Lima deque algunos peruanos
residentes en Tacna, habían anunciado su propósito de salir de
ese territorio, y varios de ellos lo hacían espontáneamente, se
adelantan objeciones contra el documento que deja testimonio,
precisamente, de este hecho, o sea de la partida voluntaria de
aquellas personas.
Dice a ('ste respecto la circular, que esos distinguidos ciudada-
nos peruallOS, al ser obligados él retirarse de 'l'acna, fueron com-
pelidos a firmar declaraciones en el setlt.ido de que se retiraban
voluntariamente.
Por mi parte, ignoro si los individuos contra quienes la auto.
ridao política superior de Tacna pudo establecer grave responsa-
hilidnd en hechos c1elictuosos contra d orden público y la seguri.
dad del Estado, son o no muy distinguidos ciudadanos del Perú;
lo que sí puede atirmar el Gobierno de Chile es que no permitirá,
por ninguna consideración, que sujetos de cualquiera nacionaH-
dad pncdan tramar dentro del país contra nuestro régimen polí-
tico.
Nuestras leyes amparan ampliamente el ejercicio de todos los
derechos; pero son, al mismo tiempo, severas contra los que pre-
-68-

t_enden,a la sombra de las libertades, fraguar maquinaciones con·


"b"ael Estado.
El hecho de que esos conspiradores sean extrapjetos,' rus'Os;
austríacos o peruanos-lejos de Ser circutlstanciœque pudiera ate-
nuar la responsabilidad, la hare mucho más grave, y presenta a
los conspiradores como doblemente indignos de vivir en un país
que los ha hospedado generosam.e_nte,donde han hallado la tran-
quilidad y el bienestar que no encontraron en su propia patria, y
donde, en no pocas ocasiones, buscaron un asilo que los cubriese
~ las turbulenciás políticas de sus respecti vas naciones.
A este respecto hay antecedentes de la mayor valía y que ma-
ñifiestan que el Gobierno del Perú se halla inhabilitado para re. -
clamar contra el ejercicio, de parte de Chile, de medid-as de seguri-
dad re$pecto a ciudadanos peruanos que pudiesen estar conspi-
rando contra el Estado.
En efecto, aquel Gobierno de L-ima,en ocasiones anteriores,
h.a solicitado de Chile medidas especiales de extrañ~lm1ento de
ciudadanos peruanos que,-asilados'en Tacna, constituían allí cen"--
tro de agitaciÔn política contra el Gobierno establecido en el-
P-erú.
Me bastará recordar el caso más calificado, por referirse a
ciudadanos peruanos verdaderamente distinguidos, a hombres
públicos de gran figuración, a políticos de los cuales, el uno aca-
baba de ser Presidente de la República, yel otro ha sido. yentien-
do !lue es actualmente, uno de los más prestigiosos candidatosa
aquel ekvado cargo.
Esos ciudadanos eran los señore.s Guillermo Bíllinghurst y
Augusto Durand, y, no obstante la situación de la mayor respc'
tabilidad que gozaban en su país, de-SUBvinculaciones en la socie-
dad de 'faena y de Iquique, y de stts relaciones con hombres pú-
blicos de Chile, este Gobierno no vaciló en atender la solicitud del--
Ministerio ùe Relaciones de Lima.
Al fO,rmnlar su petición, con fecha 23 de diciembre de 1914, se
- 69-

hacía presente" que algunos ciudadanos peruano~, radicados RC.

" cidentalmente en Tacna y Arica, conspiran contra la estabili-


".dad deI Gobierno del Perú, procurando allegar elementos des ti-
•• nadas a alterar el orden público en nuestro país, Figuran como
•• agitadores o cabecillas de estos proyectados movimientos-
" agrega esa interesante y significa ti "a comunicación oficial del
" Gobierno del Perii-los señores Guillerrro E, Bíllinghurst y doc-
" tor Augusto Durand ",
El Gobierno de Chile sahí!¡ (jl:e cI hec1:o no era efectivo y que
aquellos distinguidos hombres pí:blicos del Perú-especialmente
el ex-Presidente BíIlinghurst,- a la sazón recientemente derroca-
00 de su alta investidura por un movimiento de cuartel,-habían
negado a Tacna en busca de un asilo seguro y de la franca y
abierta hospitalidad que el territorio de Chile ha ofrecido, en to-
do momento, a 10spersef:,"Uidos en las contiendas políticas del Pe-
rú o a los vencidos de sus no escasas revoluciones.
Para inclinar el {mimo del Gobierno de Chile a adoptar medi-
das de excepción, el representante del Períl, por encargo especial
del señor Ministro de Relaciones Exteriores, expresaba en la for-
ma más insinuante, la confianza que le asistía, y dice a la letra,
" en que el Supremo Gobierno de Chile, consecltente con su políti.
" ca de acercamiento, que ha sido justamente correspondida por
" el Gobierno del Perú, querrá evitar a un Gobierno amigo, a cu-
•• yo reconocimiento él tan hidalgamente contribuyó, las dificul-
" tades que podrían surgirle del mantenimiento en esas ciudades
"de los agitadores políticos nombrados,:y deotros agentes cono-
•• cid os; y, al efecto, le ruega se sirva alejarlos de ellas, a tin de que
" no continúen abusando de la hospitalidad que este país (Chile),
" les ha dispensado ".
¡Cuán distinto el tono y el concepto que inspira esa amistosa
comunicaci6n, de la que emplea hoy aquella Cancillería! Allí no
hay protesta ni reclamos por las provincias cautivas; hayexpre-
so reconocimiento de la soberanía de Chile sobre aquella región
-70 -

de Tacna y de Arica; se deja explícito y pCtblicotestimonio de Ia


hospitalidad que Chile ofrece en esas sus provincias a ciudadanos
peruanos que el Gobierno de su patria denuncia como agitadores;
y se solicita el alejamiento del territorio chileno, de aquellos pe~
ruanos, como una manifestación de la política de acercamiento
que debe existir entre los dos países, y que la expresada comuni-
cación reconoce haber iniciado Chile y ser justamente correspon-
dida ¡Jor el Gobierno amigo del Perú.
y ese hecho de expulsar de Tacna a aquellos conocidísimos
hombres púhlicos del Perú, era una manifestación de acercamien-
to, de amistad hacia aquel país que los denunciaba, aunque sin an-
tecedente alguno, como agitadores políticos; y hoy, el simple he-
cho de hacer anotar en registros especiales a unos cuantos agita-
dores peruanos, que han constituído en aquella ciudad u~ centro
permanente dengitación contra el orden público de Chile, constitu-
ye u·ndelito internacional de tal gravedad quehamovidoa la Can-
cillería de Lima a denunciarIa a la reprobación del mundo.
m Gobierno de Chile, al acoger en aquella época la petición
tan solícita del Peret, dejó testimonio de que lo hada cons.eeuente
Call" la política de franco y amistoso sentimiento q~e ins.pira a
" nuestro Gobierno ".
Entretanto, al presente y desde algunos meses atrás, llegan
a Tacna peligrosos aventureros, peruanos unos y otros que se
fingen tales y que se han con vertido en instigadores de desórdenes,
en difamadores de Chile, ya '".le se consideraban habilitados para
usar de la hospitalidad chilena en términos y forma mucho más
gra ve que la denunciada por el representante del Perú como causal
suficiente para extrañar en 1914a los Sres. BílIinghursty Durand.
No ~podía aceptar cntonces el Gobierno del Perú que estos
distinguidos ciudadanos estuviesen "abusando de la hospitali-
" dad que Chile les ha dispensado "; y hoyes lícito yes tolerable
en el actual concepto del Gobierno del Perú, que agitadores pe-
ruanos conocidos y sus agentes, se mantengan en constante re-
-71-
beld·íacon·tra las leyes del país y abusen a diario de la hospitali-
dad que generosamente se les dispensa.
En aquella épooa, el Gobierno del Perú, sólo por las informa-
ciones que había recibido, se encontraba autorizado para solici-
tar de Chile el extrañamiento de Tacnade los señores BíIlinghurst
y Durand, y se funduba en que pudiesen estar conspirando contra
la estabilidad del Gobierno del Perú; y hoy ese mismo Gobierno
pretende dcsconoœr al propio Gobierno de Chile, a la autoridad
soberana de aquel territorio, a la misma a la cual acudit> en 1914-
para el ejercicio de facultades inherentes a dicha soberanía, que
adopte las med·idas indispensables de defensa, contra los que es-
t{m perturbando el orden pÚblico del país que los ha albergado.
El Gobierno de Chile deja testimonio de estos antecedentes
que por sí solos permiten apreciar la inconsecuencia manifiesta y
fundamental en que viene incurriendo la Cancillería de Lima, y la
perfecta corrección de los actos en que seinspira la política de
Chile.
En el caso presente, debo suponer que los'sujetos llamados en
Tacna a ser identificados conforme a la ley de residencia, sean, có-
mo 10 asevera la circular ùe Lima, distinguidos ciudadé;!.nosdel
Perú, yen tal caso, lus personas de tan esclarecidos servidores de
aquel país deberán hallarse mejor en su propio sueb y podrán en-
contrar allá, seguramente, un amparo más umplio y más ap •.op~.
do para el ejercicio de sus actividade~ políticas.
De todos modos, Chile no necesita de tan valiosos servicios, y
10 menos que puede hacer con los extranjeros que conspiran en su
suelo es invitarlos a regresar a su patria y a no seguir perturban-
do la tranquilidad del país que los alberga.
Pero, ni siquiera se ha llegado a considerar, con respectd alas
personas que la circular de Lima denomina distinguidOs-dudada.
nos peruanos y que nuestras autoridades tienen clasiflcadosëomo
agitadores peligrosos y l'"~calcitrantes,si se debiera apïlCárles o no
- 72-

la medida de defensa que la8 leyes de todos lospnises tienen esta-


blecida y que consigna nuestra reciente ley de residencia, deapli-
caci6n en Santiago como en todo'el t€rritorio de la Rep6bliea.
El intendente de Tncna,~dentro delas prescripeiotÍes que con-
tiene esa ley, ha adoptado la medida precautoria mãs senci11ade
disponer la identificaci6n personal de los diversos extranjeros que
se han colocado en rebeli6n contra las leyes del país. Algunos de
éstos, que no exceden de seis, se han negado a llenar esa simple for-
malidad de su ànotaci6n en los registros y han preferido salir det
territorio.
En los mismos días y por asuntos diversos, relacionados con
neg'ocios particulares, han salido de Tacna varios ciudadanos pe-
ruanos, y a fin de que no se les confundiese con los demás; dirigie-
ron a la intendencia comunicaciones especiales, con especificaci6p
del motivo de su partida. Esas declaraciones, que en copiasIWta-
riales tengo a la vista, dan testimonio de los motivos especiales
que han inducido a esas personas a ausentarse accidentalmente y
de las circunstancias que a otros· les obliga, por vinculaciones co-
merciales de orden privado, a salir del territorio.
El señor C. A. Vaccaro dice, con fecha 26 de diciembre, que se
retirará voluntariamente de Tacna. por asnntos de n~gocios que
SOn urgentes; el señor M. Sóloguren comuniCó a la intendencia
que el dia 2 de enero se retiraria voluntari¿¡mente de Tacnft por
asuntos de negocioyporeltiempo rie tres meses; el señorR. Val-
verde aviS'a,~porsu parte, en la primera combinación de trenes chi-
leno-bolivianos me dirijo a la ciudild de La P8Z como ingeniero.
Hay dos o tres más que hacen referencias a sus negocios persona-
les; y el señor Carlos A. Téllez 'es el único que expresa verse en la
necesidad de retirarse dentro de algunos días de Tucna, en l'ista
de lo. dificil situación politica por que atraviesa la provincia.
Si esta misma hubiera sido. la razón que tuvieron las demiis
personas, no se comprendería por qué PO la expresaban como el
-73 -

señor Téllez. Este señor ha podido decirlo francamente y ha con.


tinuado permaneciendo en Tacna por el tiempo que ha deseado.
sin que el pueblo se haya sentido mortificado, a pesar de que con
su conducta imprudente, ha sido constantemente un elemento de
discordia y de agitación.
Sin embarg-o, este hecho singular y el retiro voluntario de cin-
co o seis personas más, han bastado para que la Cancillería de
Lima denuncie esta situación ante el mundo. como deliberada-
mente encaminada él obtener una consulta popular fa \'orable a
Chile. Las reiteradas e infructuosas tentativns que Chile viene en.
sayando a fin de realizar leal y cumplidamente el acto plebiscita-
rio que no logra llevar a término s610 por la circunstancia de la
perseverante rebeldía en que se mantiene el Perú, manifiestan la
perfecta regularidad de sus procedimientos y la fidelidad de su po.
lítica al paetù internacional que lo regula.

YII

Se refiere, en seguida, la circular a la expulsión en masa que


tcndría el Gobierno chileno la intención de efectuar, de la pobla.
ción peruana de Tarapacá, y se aduce como fundamento de tan
gratuíta imputación, la circunstancia de la posible emigración de
trabajadores de la pampa, provocada por la crisis de trabajo que
habrá de producirse, si se paralizaran las oficinas salitreras.
Este hecho, que ocurrió ya al comenzar la guerra y que impu-
so al Estado la obligaciÔn de trasladar de 'l'arapacá a las provin-
cias centrales sus grandes masas de trabajadores, podrá ocurrir
y tiene justamen te preocupaùa la atenciÓn del Gobierno.
Como es sahido, la población que se acantona en la pampa,
que trabaja en la extracción y explotación del caliche, vive y pros-
pera con el desarrollo de esa industria. La paralización d(' los es-
tableciinientos hace recaer sõbreel Estado- el problema~ere!o-
luci6n inmeâiata-deprove¢r.~ la situación de e80s,wilesdeope-
rarios sin trabajo, y deftaa numeroSftsfamiliasquese ~~ran
repentinamente abandonadas-y en una región -que nop'r~
condiciones para sostener poblaci6n alguna flotanté.
En tales ocasiones, el Gobierno ha necesitado envùu-traspor-
tes e$peciales a fin de trasladar, por cucnta del E.stado"gran par-
te de esas familias a las provincias centrales del país; abrir hospe-
dedas para asilarIas temporalmente e invertir gruesas sumas pa-
ra atender a laalimentadón de toda esa gente mientras encuen-
tra trabajo.
-Una situación semejante- púede presentarse de un momento a
otro; y el Gobierno habrá depreocuparae de solucionarIa endebi~
da forma.
Ahora bien, el Gobierno del Pertl conoce perfectamente est-ee§;o
tado de cosas, y no ignora que en el año de 1914 tuvo que aten-
der, por su parte, a las necesidades de su gente obrera, que había
venido del Perú a buscar trabajo en Tarapacá y que aquí había
ganado su vida, cn confraternidad con la gran masa de trabaja-
dores chilenos, a pesar de que llegaban a disputara éstos el jornal
en su propia patria y en el suelo y en la ind ustria que los chilenos
habíàn formado y desarrollado.
La circular del Perú deja-entrever-alarmante inq~etuda.nteel
œmor de tener que repatriara sus trabajadores, fl~tarnavesy a-
tender a las demásnecesida-desdeesa gente, que emigró de sapais
en búsca de tra-bajo yque,'al· faUar éste, no habrá -de pretender
que la ca-ridad del Gobierno chileno acuda también en su auxilio,
como lo hace con sus propios obreros.
Pero en alivió de esa grave responsabilidad habré de expresar
que los números no son tan pavorosos como 10 afirma la circular
de Lima.
Las diez y ocho mil bocas que parecerían clamar por alimentos
y por na ves para volver al suelo de donde emigraban, no son talcs:
- 75 -

es posible reducirlas generosamente a la mitad: puedo ir 11lucho


más allá, y me adelanto a dar Ia buena informaci6n de que e.sca·
samente alcanzarán al tercio de aquella cifra.
Datos estadísticos, asignan a la poblaci6n obrera que traba·
ja en las oficinas salitreras un total de 30,000. De éstos sólo hay
6,000 peruanos.
Se comprueba con estas cifras que, si la paralización que pu·
diera ocurrir en alguna de las oficinas salitreras de Tarapacá, -es
perjudicial a toda la gente que allí trabaja, sus efectos sólo ~lcan.
zarían al elemento peruano en una proporción inferior a la cuarta
parte.
De todos modos y cualesquiera que pudieran ser las circuns-
tancias de ese hecho, es necesario notar que afccta doblemente a
Chile: primero, por la suspensión de la fuente principal de su ri-
queza, y, en seguida, por la paralización:del trabajo de su nume-
rosa población, no sólo de Tarapacá sino también de Antofagas.
ta. Por lo demás, son de todos conocidas las causas que lo pro.
duccn y la ninguna relación de ellas con la situación de las pro.
vincias de Tacna y Arica, en donde no existe nitrato y donde no
ha habido alteración alguna en la normalidad de la vida.
Es fácil, sin embargo, comprender el juego que conesto se ha.
ce, y la confusión quc se pretende llevar a los espíritus extraños
de hechos de la vida diaria con los sucesos que miran a la política
internacional. Los que carecen de datos suficientes para apreciar
exactamente los hechos con tanto estrépito denunciaùos, no al-
cam:arán a conocer hasta donde se llega con esta forma de presen-
tación intencionada y tendenciosa de los actos más sencillos y nor-
males.
Debo, por lo tanto, insistir en deslindar con perfecta claridad
estas diversas situaciones. Así habrá de formarse, en definitiva.
esa opinión de la América y del mundo, que con tanto ahineo se
persigue por la Cancillería de Lima, y a la cual no se le guardan
los respetos y los fueros que reclaman la verdad y la sinceridad de
-76-

las informaciones oficiales. La tarea de constante e inmediata


rectificación que este Ministerio se ha impuesto, permitirá allegar
en cada momento los medios necesarios rpara establecer deqida-
mente las cosas.
el
Queda, en este punto, perfectamente establecido que proQfe-
ma obre~o que comienza a desarrollarse en la provincia chilenà
de Tarapacá, tiene por causa la suspensión del trabajo de algu-
nas oficinas salitreras y afecta con mucha mayor intensidad a la
numerosa población chilena que alimenta esa industria, que a '109
trabajadores extranjeros, entre ellos peruanos, que han llevado
allí sus brazos en la época de gran producción.
Queda, asimismo, comprobado que de una poblaci6n traba-
jadora de cerca de treinta mil hombres, apenas excede de seis mil
el número de operarios peruanos, que a esa región habían ac~-
dido en busca de una situación mejor que la que tenían eusu pa:-
tria.
Fluye, asimismo, de modo incontrovertible, que ese elemento
nómade, que emigró de su país en busca de trabajo, ha vivido.h~s-
ta el presente en las oficinas de la pampa salitrera en las mismas
condiciones que la población regnícola y sin que ésta haya exigido
en ningún momento del Gobierno o de las compañías, condiciones
especiales de amparo o de preferencia
De igual manera se desprende que, si la paralización de las
faenas dejara sin trabajo a numerosos operarios, no hay conside-
ración alguna de justicia que imponga a Chile la obligación de ex-
tender a los inmigrantes peruanos la protección que dispensa a
las familias de sus propios trabajadores.
No es susceptible de discusión el hecho demasiado público y
notorio de que la crisis que hoy amenaza a la industria salitrera,
tiene caracteres análogos a la que se produjo en 1514, y no es de
extrañar, por lo tanto, que así como en aquella época el Gobier.
no del Perú cuidÓ de repatriar a sus operarios sin trabajo, ~e en-
-77-

cuentra hoy bajo el apremio más o menos molesto de llenar igual


obligación. Los trabajadores peruanos que entonces salieron de
Tarapacá, llevando sumas de importancia acumuladas en las cajas
de ahorros de esa provincia, no tardaron en volver una vez que se
normalizó la situación de la industria salitrera: la circunstancia
de que hoy se repita cI éxodo, sÓlomanifiesta que esos operarios
peruanos habían vuelto a Chile después de 1914, a reanudar un
trabajo que volvía a serles ventajoso: que habían salido nueva-
mente de su patria en demanda de condiciones más favorables de
existencia; y que el espíritu de patriotismo, de que se pretende ha-
cer alarde hoy día, estuvo convenientemente acallado durante el
tiempo que se recibió paga abundante en aquella provincia.
Manifiesta todo esto que anda muy descaminada la Cancille-
ría de Lima cuando pretende mezclar una situaci(¡neconómica,
local y ya conocida, con el problema internacional en que se mue.
ve estérilmente, problema que en este momento no está sujeto a
consideración alguna determinada, que tiene causa y proyecciones
de otro orden y que el Gobierno de Chile sabe muy bien cómo ha-
brá de debatir.
La condición política de las provincias de Tacna y Arica, na.
da tiene que ver con el estado de la industria salitrera de las pro.
vincias de l'arapacá, Antofagasta y Atacama; y la situación de la
población obrera, sometida a las contingencias de la producción
en esasj comarcas, obedece a circunstancias que ninguna relación
tienen con el estado actual ni con la solución definitiva de a,qtie1
problema. Los movimientos ne esos mismos trabajadoresambu~
lantes en nada afectan a los vivientes de Tacnay Arica niasu po_
blación agrícola, que hoy no se afanan por su suerte porq~.sa;--
ben tenerla asegurada dentro del respeto al tratado que la.,h,ade-
finido y de las garantías que las leyes y la autoridad d~ C;~,1e,
otorgan ampliamente ..
- 78-

vin
La reciente circular, comolas anteriores, condüye' con un 'ime.·
vo llamado a los principios de justicia, qtie denuncia tomo' Vulrtt'-'
rados'yeon otra protesta potpt'ocedimientos de fuerza d~eqtl(;Se
dicé víctima el Perú.
Ya he tenido ocasi6n de catacterizar este criterio Peculiar de
la Cancillería peruana, que consiste en arrogarse excIlrisivaniènte
pata su causa todas las ventajas que los principios def dêtech'o y
de lajusticia reconocen por igual a cada 'ngciôn, yen átrlbûiriíe,
en seguida, por derecho de conquista, to(los los bèneficiôs quem
actual guerra habrá (le traer a lOs ptieblos que linn ~êado'Y ven·
cido en ella.
Como ya he tenido la oeasÎófi de expresado, Cñíl~ no neeesi.;.
ta estâr acudiendo constanteitlente al sentimÎéitto ·ae otros P'*~
bIas, para que le asistan en lu solud6n desas tlejtociôSidfemâd6-
nates; conoce sus derechos,est.ã eeguró de iajusticia de! Su ~à_lty
sabe sobradamente que el respeto a los tratados y la~' estiptifá-
da es ley que ha regido y seguirárigiewo para determinar las re·
laciones entre todos los paises civili~ados.

La provincia de Tarapacã, que se incorporo al dominic.de


Chile hace treinta y cinco años; como justa y debida indemniza-
ción de la gUerra a qùe fué provocado por el Perú, era desdeàiiteS
chilena por la numerosa poblad6n de esta nacionalidad qUéàllí
trabajaba y por las industrias que allí desarrollaba el capital chi-
leno.
La-s provincias de Taclla j'Aricá, cedida~ iguahnerite a Chile,
como garantia de su sèguTidad,esperan tans610 para su incorpo-
raci6n definitiva, el fallo de sus poblador~s, qtie Clule procUra a
toda costa obtener y que por causas extrañas a su voluntad aún
no ha podido realizarse.
-79 -

Una y otras han logrado, en poder de Chile, el progresojel


bienestar que sabe dar a sus habitantes un país de régimen politi-
co sólidamente establecido y habituado a servir y practicar la li.
bertad.
Conforme rI lo prevenido a V.S. por mi circular telegráfica de
4- del actual, ha quedado habilitado V.H. para desautorizar cate-
gÓricamente las apreciaciones contenidas en la circular del Minis-
terio de Relaciones Exteriores del Perú, y para desmentir los he-
chos inexactos unos, y absolutamente desfigurados otros,:que ella
rela ta.
La presente información permitirá a V.S. presentar al Gobier-
no de ese país los antecedentes necesario", para el restablecimien-
to completo de la verdad y para la justa apreciación de los hechos.

Luís BARROS BORGOÑO.

(Esta circularfué transmitida por telégrafo in extenso a las Le-


gaciones de Chile en Buenos Aires y Río de Janeiro, yen extracto
a las dem,ís Legaciones chilenas en el extranjero).

Ministerio de B.elaGionell
J:xteriores

(ME:\WRANDU:\1 DIRIGIDO A LAS LEGACIONES DEL PERÚ EN EL EX-

TRANJERO)

La circular telegráfica dirigida a las Legaciones peruanas, e128


de diciembre último, motivó la extensa comunicación enviada por
el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, señor Barros Bor-
-80-

goño, a las L-::gacionesde ese país, con fecha 10 de enero próximo


pasado.
Aun cuando el plan y tendencias de esa comunicaci6n no difie.
ren de las de la anterior, de la misma Cancillería chilena, de 6 de
diciembre de 1918, es indispensable refutar Ins afirmaciones en
eUa contenidas y hacer una breve exposición de los atropellos co-
metidos contra los peruanos en los territorios ocupados por Chi-
le, y que ese país se esfuerza en negar aun cuando ellos se han rea-
lizado públicamente y son ya conocidos por el mundo.

Asevera la circular que, en la provincia de Tarapacá, no ha ha-


bido otro disturbio callejero contra los pacíficos habitantes pe·
ruanos que el ocurriùo el 23 de noviembre de 191tl. Las vergon-
zosas persecuciones a los peruanos y el saqueo de sus propieda-
des, realizados en Iquique, el 31 de octubre y el 2 y 24 de noviem-
bre, y en Pisagua el 2 de noviembre, y las hostilidades que en toda
forma se vienen ejercitando diariamente contra los peruanos, con
persistencia, para obligarlos a huir abandonando sus ocupacio-
nes y bienes en un suelo que es y no dejará nunca de ser suyo, por-
que es en el que vieron la luz y por haber sido también de sus ma-
yores, todos esos atentados se ve que para la Cancillería chilcna
no merecen siquiera ser mencionados, no existen. Como a 1a afir-
mación que hizo el Gobierno peruano respecto de esos hechos, opo-
ne el señor Barros Borgoño categórico desmentido, es necesario
oponer a su vez a éste, citas de hechos, o sea, la relación de los
principales atropellos cometidos, relación comprobada pot' la ex-
tensa documentación que forman los expedientes respectivos, or-
ganizados para enta blar en su oportunidad las correspondientes
reclamaciones contra el Gobierno de Chile.
Según-el periódico chileno EL DESPERTAR de Iquique, del 5 de
- 81 -

noviembre de 1918, fueron asaltadas en ese puerto y completa~


mente saqueadas, los días31 de octubre y 2 de noviembre, la som.
brerería de don Miguel Rivera, situada en la calle Barros Arana,
No. 115; una sastrería situada al costado de la anterior sombre.
rería; la sastrería Aysell, de don El.lsebio Zambrano; la de non
Juan Vegas, calle Vivar, ~o. 1685; la joyería de don Mariano Dá·
vila y un gran número de casas particulares que sería cansado e-
numerar. En el disturbio callejero del 23 de noviembre que, según
el señor Barros Borgoiio, no alcanzó en ningún instante a· tomar
proporciones merced a las severas medidas de represión de la au-
toridad política local, gC cometieron los siguientes asaltos y sa-
queos: erClub Iquique, centro social peruano, después de destro-
zados a pedradas los vidrios de puertas y ventanas, fué clausura-
do, remachándose las puertas en presencia de la policía; la zapa-
tería de Pandal, situada en la calJe Thomson, esquina naqueda.
no, frente a la plaza Prat, fué completamente saqueada, viéndose
a los asaltantes salir l1e\Tandounos,dos o tres pares de zapatos, y
otros rollos de cuero, y pasar con estos objetos delante de los po.
licías sin que se les dijera una palabra; también fueron saqueadas
la sastrería de García y otras dos situadas en la misma calle
Thomson; una verdulería en la esquina ùe esa calle; otra verdule.
ría en la calle Patricio Lynch; el despacho de G. Montes, de licor
y mercaderías, de la misma calle Patricio Lynch; el valioso taller
de meCiÍnicade Chirinos; el baratillo de Ferro, enIo. calle Vivar;
la joyería de Dávila y la sastrería" La Moda de Paris", en la mis-
ma calle; la joyería de Castillo; la fotografía Martínez, la botica
"El Sol" de don Luís Gennary; la agencia de fonógrafos de don
Antonio Arce, en la plaza Cóndell; la cantina de la calle Vivar, es-
quina de Latorre alIado del TeatroNacional; el almacén Panamá
de Barredan, en la calle Wilson; la sombrerería y sastrería de la
eaUe Barros Arana, entre Tarapacá y Thomson: la sombrereña
Mendieta, y la sastrería de G.amarra en la calle Vivar; todo_ esto
sin contar los atropellos de menor cuantía, como el destrozo de la
~ 82-

puerta de la casa de don Clodomiro Silva en la calle Gorostiaga,


la rotura de los vidrios de la casa del dentista don Román F. Coz
y de don Arturo Hidalgo en la calle Covadonga, e igualei' de9ma-
nes en los estt1dios de los abogados José Antonio Román, Pastor
Jimênez y Alberto Jiménez Correa, en la calle Baquedano, así co-
mo en la casa particular del segundo de estos señores y mil otros
abusos que sería cansado enumerar. Comentando estos desma-
nes, decía el citado periódico chileno EL DESP1ŒTAR de Iquique:
"Todas nuestras autoridades parece que han estado de acuerdo
para autorizar con su inacción esto!!lactos".
He aquí, pormenorizados, los hechos a cuya realidad opone el-
señor Barros Borgoño su más categ6rico desmentido.

II

Es innecesario insistir en demostrar la forma violenta en que


se realizó la expulsión del Cónsul en Iquique, señor Llosa. Ese ac-
to, agravado por el empecinamiento con que se le quiere desfigu-
rar, ha quedado ya ampliamente demostrado y sobre él se ha Jiro-
nunciado el veredicto imparcial de América.

III

Sena interesante saber en qué consiste el cargo de haber desfi-


gurado la acción amistosa del Presidente de los EstadosUi1idos
de América, al hacer alusión al mensaje telegráfico que dirigi6 el
6 de diciembre último, a los Gobiernos del Perú y Chile. No ha he-
cho otra cosa el Ministerio que da.cle el carácter de acci6n pacifi-
cadora, como efectivamente lo ha sido y sin atribuirle, en ningún
momento, mayor trascendencia delamuy significativa que en rea-
lidad podia tener. Resulta, por lo mismo, insidiosa toda tendeif¡.
- 83 ~

cia a presentar la acción diplomática del Perú como encaminada


a exagerar la significaciÓn y alcance de ]a actitud del Gobierno a-
mericano, cuya disposiciím sinceramente amistosa para el Perú
no necesita ser ùesnaturn]izada a fin de que tenga el gran valor
que efectivamente tU\'O siempre y el inestimable aprecio que me-
rece a los peruanos.

IY

Los nacionales y extranjeros que en Chile conocen ]a pob]a-


ciílll de ese país y las estadísticas oficiales del mismo, no habrán
po(lido segnramente disimular su a:,-;ornbro a] Icer la insólita a-
firmación del sefior Barros Borgoño, de que ignoraba ]a existen-
cia de trahajadores peruanos ell Antofagasta. Ya en 1885, cuan-
do Antofagasta sólo era clasificado en la demarcación chilena co-
mo territorio, constituído en parte con la porción del que pertene-
ció al departamento peruano de Tarapacá comprendida desde el
deslinde entre (¿uillagua y cI volcÚn Miño hasta el pueblo de Cha-
canee, el censo de ese año registraba 415 peruanos residentes, 304
cn Antofagasta yl11 en Tocopilla; y el censo de 1907 anotaba
que de los extranjeros resiùentes en Chile, 1749 peruanos residían
en la provincia de Antofagasta, en esta forma: cn el departamen-
tu de Antofdgasta 184B, en el de TocopilIa 2G6 y en el de Taltal
1~~5. Con el desarrollo econÓmico y comercial de Antofagasta, no
es de sorprender que, en los once años posteriores al censode1907,
la población peruana de Antofagasta aumentara en más de cinco
mil individuos, pues los registros de los Consulados del Perú en
esa provincia inùican que, al pmducirse la persecución desatenta-
da de nuestros compatriotas en Chile, a fines del año último, los
peruanos radicados en Antofagasta ascendían a siete mil, que pa-
ra el señor Barros Borgoño sÔlo SOll un centenar.
-84 -

Carece ya de objeto acumular mayores pruebas para acredi-


tar los vergonzosos atropellos cometidos en Chile contra las per-
sonas y bienes de los peruanos y que aun no han terminado,
pues la expulsión de ellos continúa en la forma'cruel en que la han
realizado en otras ocasiones pueblos que la Historia ha juzgado
con severidad. Los países principales de nuestro Continente y al.
gunos de los de Europa conocen toda hl verdad de lo ocurrido por
medio de las informaciones que solicitaron de sus propios agentes
oficiales y tienen, por consiguiente, formada su opinión al respec-
to. Esos países saben ya qué valor atribuir a los desmentidosca-
tegóricos de las autoridades culpables, a que se refiere la circular
chilena y las declamaciones encaminadas a hacer el elogio del pue.
blo de] que salieron hace tres meses los millares de asaltantes y
saqueadores de las casas de los peruan08 de Pisagl.la, Iquique,
Antofagasta y otros lugares.

VI

Párajustificar laexpulsí6n de peruanos de Tacna, la circular


chilena apela a extraños argumentos, no ya para negar la exaeti-
tud de los hechos, sino para deducir un imaginario e inverogfti1il
reconocimiento de la soberanía de Chile sobre las provincias eau-
tivas. Refiêrese al ped-idode internación que, respecto de algunos
peruanos, se solicitara hace cinco años; en momentos en que la e-
fervescencia de la lucha polftica en el Perú hacía temtr por la es-
tabilidad de la paz pública. Al tratar ùe este ingrato asunto, es
necesario dejar establecido que fué el Gobierno chileno quien irifor-
mó confidencialmente a este :\1inisterio de la existencia de l'os tra-
bajos' subversivos que fundamentaron el pedido de internaeión,
pedidoqùe nunca pudo significar un reconocimiento de la sobera-
nía de Chile, en las provincias cauti\"as, desde que sólo era conse-
cuencia de la situación ele hecho crearla en esas provincias por es-
tar sometidas a las autoridades chilenas. El acto no era distinto,
desde el pU'llto de vista internacional, del que practican diariamen-
te las autoridades marítimas del Perú al despachar los buques
procedentes o destinados a Arica, puerto que consideran de ajena
jurisdicción pam los efectos dél trMico comercial, sin que a nadie
se le hubiera ocurrido hasta ahora la extraña y original deduc-
ción hecha por el señor Barros Borgoiio, de que por eso quedaba
reconocida la soberanía definitiva de Chile sobre las pro\,incias-
cautivas. I~esulta en extremo pueril afectar la creencia de que el
Gobierno peruano, que hace \'eintisiete nños interpreta en todas
las gestiones diplomáticas con Chile la unanimidad del sentimien-
to nacional, trabajando incesantemente por ]a reincorporaci6n de
]asprovincias de Tacna y Arica, sin aceptar sohre ese puntotrün-
saceiones de ninguna especie, pudiera borrar en un instante esos
antecedentes de hOllar y sacrificar el más armigado de Jos anhe.
los del Perú en las interlíneas de una comunicación de uso fl'ecuen-
te entre países vecinos y contraída a asuntos de orden pú-
blico, sólo por cons~gt1ir que fueran alejados de esas provincias
ciudadanos que no eran adictos al régimen político impe'rante en-
tonces en la Hepública. Si para dcsal1torizarporcomplcto esa an-
tojadiza versión no estuvieran ]a naturaleza misma.r el propio
alcance de la gestiÓn, bastaría para ello la austeridad y patriütis-
mo insospechablcs de los miembros del Gobierno que intervinie-
ron en el asunto; pero si alguna duda quedara en los ·que quieran
prestar acogida a esa asen.'ración, sería fHci] Iwrr:trlR por com.
pleto recordando los acuerùos, entonces recientes, qtie acababan
de pasar entre las Cancillerías peruana y chilena para definir de
-86-

modo claro y expreso-no tãcitoni deductivo--Ia situación de las


provincias peruanas de Tacna y Ariea: los convenios telegráfi-
cos de 10 I 22 de noviembre de 1912. para el restablecimiento de
las J"elacionesdiplom4ticas interrumpidas dos años ante$ entre el
Perú y Chile. En esos convenios, se deja constancia del Pf'dido de
Chile para prolongar la ocupación de las provincias peruanas por
veintiún años más, y del asentimiento del Perú a ello, en cambio
de las garantías que se le daban para la realizaci6n del plebiscito;
es decir,:que se consultaba la voluntad del verdadero soberano de
Tacna y Arica. para que el que no lo era pudiese prolongar una o-
cupación cuyo término ya estaba venciùo. ¿No era esto el recono-
cimiento solemne de la soberanía peruana? ¿Podría ésta resultar
anulada porque se había pedido el alejamiento de las personas a
que inlèlizmente se ha referido el señor Barros Borgoño? Todo el
que raciocine con buena fe, creerá resueltamente que no.
Viniendo ahora a la manera como han sido expulsados los pe-
ruanos residentes en Tacna y Arica, ella resulta fielmente copiada
en los siguientes acápites de la exposición que esos peruanos aca-
ban ùe presentar al señor Presidente de República,~yque,:de las in-
formaciones tomadas por el Gobierno, resulta absolutamente ve-
ríd ica:
" Al pisar el territorio libre de nuestra Patria, queremos que
nue~tra primera palabra sea de saludo para el Presidente de la Re-
pública, y de acusación, ante los pueblos. de América, !-Jarlos ul-
trajes que se nos han inferido.
"Sabe Ud. que Chile, no habiendo podido, durante más de 34
años, por mediosHcito.;;y honrados, cambiar el sentimiento de los
peruanos de Tacna y Arica, ni arraigar una población chilena ca-
paz de darle el triunfo, al mismo tiempo que rehuía el plebiscito,
ha hostil izado, por todos los medias imaginables, a los peruanos
de esos territorios.
" Esa hostilidad, sorda unas veces, violenta otras, pero siem-
pre constante, se ha manifestado por el continuo éxodo de tacne-
- 87 -

fios y ariqueños, que no pudiendo ganar el.pan en el lugar-en que


nacieron, han tenido que ir a buscarIo a l~anas tierras. Se cuenta
,por miles, los que empujados por esa presión., viven en Tarapacá,
Antofagasta, Buenos Aires, La Paz, Arequipa.y Lima.
" Esa hostilidad es la que cerró las escuelas dirigidas .por .pe_
ruanos, en 1909; la que c1ausuró los templos y arrojó a los curas
en 1910; la que asaltó y destruyó el Club de la Unión en 1911; la
que dcstroz6 las imprentas de LA Voz I)J~L SUR, EL TACORA y EL
l\10IŒ() lJE _\RICA en el mismo año; la que, por mano delgeneral Vi-

cente del Halar, semhró el pánico en Tacna y Arica, obligando a


salir, por medios indirectos, a lo mejor de la sociedad peruana.
" Pero esas hostilidades, con ser todo 10 violentas yarbitra.
rias que fueron, jamÚs llegaron a asumir la forma ruda y desver-
gonzada de la de hoy. Parece que, aturdidos por el derrumbe vio-
ento e inesperado del Imperio Germánico y la muerte del imperia-
lismoenel mundo, una ola de demencia envolviera al pueblo chileno.
" •••••• o ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ~ •••• o •••••••••••••••••

,. Inicia sus métodos en Tacna y Arica con una violenta cam-


paña de prensa, en la que se falsea la historia, se ataca a nuestro
país en la forma miÍs grosera, y se insulta y se señala alodio del
elemento chileno a determinados peruanos como agitadores y per-
turbadores del orden pÚblico;como si un pueblo, desarmado e in-
defenso, pudiera tener la idea insensata de provocar movimientos
en una ciudad guarnecida con un ejército de más de 5.000 hom-
bres.
" Con el fin de organizar la hostilidad contra los peruanos, se
constituye una "Liga Patriótica'i, que de todo tiene, menos de
patri6tica. en el noble sentido-de la·palabra. Es ella la que orga-
niza los mítines, la que ordena los ataques a la propiedad perua-
na, la que decreta los apalcamientos; en ella se forjan las-amena-
ZaS y demás medios de intimidación; en ella se discute el saqueo,

tal vez hasta el asesinato. Y presidente de esa liga es don Arman-


do Sanhuesa, ex-director de EL PAcíFICO Y actual-secretario de la
- 88-

Intendencia; miembros de su directorio son don Armando Hatley,


tercer alcalde de la ciudad; don J1mn de Dios Degeas, comandan.
te del regimiento O'Higgins; don Manuel Sabugo, director de EL
PAcíFICO y yerno del general Rojas Arancibia, y otras personas
prominentes; a ella pertenecen casi todos los empleados de la ad-
ministración chilena y los jefes, oficiales y soldados del ejército.
" Se realizan mítines, unos de protesta, por supuestas ofen-
sas peruanas, y otros en honor de los pueblos amigos de Chile;
pero en unos y otros se cuida de hacer circular voces de que serán
atacados las casas y almacenes peruanos. Y para tener en cons·
tante alarma a la población, se cuida también de anunciar mani-
festaciones que unas veces se efectúan y otras no; pero que sirven
para mantener en continua zozobra a la población.
" Grupos de empleados y oficiales chilenos recorren de noche
la ciudad, dando vivas a Chile, mueras al Perú, golpeando las
puertas y amenazando a los pacíficos pobladores. Se arrancan
las planchas de profesionales peruanos; se mandan anónimos ame·
nazantes a familias respetables, y se señalan con grandes cruces
las casas de la misma nacionalidad. Se fijan en las calles boleti.
nes impresos en que se notifica a conocidos caballeros tacneños,
para que abandonen la ciudad en un piazo perentorio. Se insultn,
se provoca y se ataca a los peruanos en las calles. Víctimas de
estos atropellos han sido don Manuel J. Be1aúnde,don JorgeChá-
vez, don 'feótilo Flores, don Manuel Eyiaguirre, don José Rueda.
don Manuel Lacunza, don Luís V. Sologuren, don Guillermo Mac
Lean, que milagrosamente escap6 de sus perseguidores, y muchas
otras personas cuyos nombres poreI momento ignoramos .
••La titulada "Liga Patrióticà", secundada por las autorida-
des, ejerce presión sobre las instituciones y casas de comercio, pa-
ra que despidan a los empleados peruanos y tomen en su lugar a
chilenos. Si no se muestran dóciles a sus exigencias, los acusan de
peruanizados, de personas poco gratas, y los amenazan con hos·
tilizarlos en todas las formas posibles.
- 89-

" En el Liceo, el doctor don Luís E. Zúñiga obliga a los niños


a firmar una leclaraciÓn de nacionalidad, insinuando primero, y
después exigiendo con amenazas, que pongan la nacionalidad chi-
lena. A los que se resisten, a los que se mantienen fil'mes en sus
sentimientos patriÓticos, se les l1ama ingrato!', se les insulta y se
les dice que no serÚn admitidos en el establccimiento y que deben
ir a educarse él su patria.
" Ni las instituciones de beneficencia, que aun en tiempo de
guerra son respetadas, se han visto lihres del odio ~hileno. La
sociedad de artesanos "El Porvenir", que cuenta con más de qui-
nientos miembros, y que sólo tiene por objeto auxiliar a sus socios
enfermos, fué c1ausurada de orden del intendente, el 24 de diciem-
bre de 1918. De nada le valió su carácter de instituciÔn de cari-
dad, nada le importÓ dejar en absoluto desamparo a los enfermos
que eran asistidos por el1a.
" El 23 de diciembre, a las 11 de la noche, después de una reu-
nión de la "Liga Patriótica", efectuada en el Teatro ~Iunicipal,
una poblada escoltada por la policía, recorrió la población, dete-
niéndose delante de las casas de algunos peruanos, para insultar-
les y darles un plazo dentro del cual debían abandonar la provin-
cia. Al día siguiente, desde las 9 de la noche, una horda de más
de doscientas personas, compuesta en su mayor parte de solda-
dos y oficiales, entre gritos e insultos clausuró, clavando grandes
tahlas, el "Cine ~lundial", los establecimientos comerciales de los
señores Gerardo Corhacho, Bnrique G. Quijano, Carlos Céspedes,
Guillermo Carlos, Alberto Capellino, Aníbal Marchand, Victor
González y Ghersi Hermanos. Los establecimientos de don Ma-
nuel Sologuren, Manuel Liendo, Daniel Crespo, Manuel Yanula-
que, Vicencio Tara y Enrique Ward y el Teatro ~acional, de don
luan José Vidal, fueron asaltados y, también, clausurados. Las
casas particulares del doctor Carlos Téllez, del ingeniero señor
Carlos Valverde, de don Alberto Díaz, del doctor don Luís O. Díaz,
de don Manuel Belaúnde, fueron apedreadas y clausuradas en la
- 90 -:-

misma forma que los estahlecimientos de comercio. Es dig~o de


notar que, en esa ocasión, no huho poli.da que escoltase a los a~al-
t~n.te5. ni que cuidase el orden público, no obstal)te q\1eel.cuar~el
de policía apenas dist~. dos cua:dras de las ~aIles en q~e ~ ~fectuQ:-
ron los sucesos.
" Los hahitantes de los campos, no pbr estar lejos, se encuel')-
tran libres de Jas hostilidades chilenas. Bandadas de soldados re-
corren Jas chácaras, pisoteando los sembríos, arrancando, por el
solo placer de hacer daño, los frutos verdes y IJevllndose los ma-
duros; y jay de los que se opongan! los insultan, los hartan a des-
vergüenzns, les pegan, y con un cinismo sin nombre, cuando ha-
blan de quejarse, les dicen que "para los cholos no qay justicia".
'CD~orden de la :\Iunicipa]ic1ad, con el beneplácito (leI d~legq-
rIo de aguas, y fingiendo escasez para el servicio de los çuart~lc~,
se ha quitado a los agricult~res la quinta parte del caudal del do
Caplina, medida con la cual se les perjudica enormellJepte, porque,
como es sabido, las aguas de di(;ho río son escasas e ~ns\lficientes
para la,S necesidades del culti\'o.
""iendo que todos estos medio,s de coacción no dÇlban el re-
sultado ~petecido, de hac~r salir a los peruanos, y no animándq-
se a entrar, por temor al es~ándalo o tal v~z 1;>0run resto de yer-
gü~n7.a: en, ei camino del saqueo y del apaleamiento en maS{l, el
intendente suplente y general en ~ef~de ~~ primera división del
ejército, don Víctor Roias Ar~ncibia, teniendo t;n su "mano todo
el pcde~ de la a~torida.d", <:t:e-ró~uC; le h~bí~ ll~~aõo el r;nomcvto
de obrar , .
. ;

"Citó p~r~ eljueves 2,6 de ~ici~mbre, a la~diez qe la m.añana.,


al docto~ ~arlo~ 'l'éJlez, i,n~~ni~t;o~arlo~ Valverde, dori N.herto
'Di~z, ing:eniero Robe.rto,V alv~rde!. õqctor Lpís O. Diaz,don, Justo
Marín, don Carlos V~ççaro!don M.an.qelSologur.cl'),.:rW1P. I?pr unp
les- hizo pasar a s.u despacho. All1,a
... - - ' ..
r~tos p'~rado en la actitud
arrogante de Un pequeño ~aist:r, y otrQ~ p,as,eáQdoj;Ca.gr:and,es y
sonoros
-
pasos,
,~- - - gritó y ~men,az6. "con. todq el peso de sq. ~utor.i--
- 91-

dad" (palabras textuales), exigiéndoles que saliesen de la pro-


vincia de su mando y que firmasen una carta en que expusieran
que lo hacían voluntariamente. Cuando las amenazas no produ-
dan el efecto deseado, este kaiser de opereta bajaba el tono de la
voz, le daba inflcxiones de persuaciún y hasta de afecto, ofrecia
garantías y facilidades y prometía, bajo su palabra de honor, que
la carta que pedía no sería publicada.
"Pero ni las amenazas ni los halagos fueron suficientes para
doblegar la resolución de los que primero entraron. Contrariado
por esta actitud para arrancar a los demás la anhelada declara-
ci(¡n, no vacilÓ en recurrir a un medio indigno, a un t'ngaño, a
una falsía: les aseguró que los anteriores habían firmado la car-
ta, expresando que salían voluntariamente. Sólo así consiguió,
por medio de una mentira indigna, si 110 de él, por lo menos del
alto puesto que ocupaba, que unos cuan tos tirTnasenla cattaen la
forma que quería.
"A estas notificaciones de expulsión, han seguido otrns que
han comprendido a los señores Alejandro (~aribaldi, ;José Félix,
Carlos Pradel, Víctor González, .Juan José Vildoso, Ricardo Té_
llez, Juan .José Vidal, Pedro !lojas, Juan E. Ramírez, Víctor Vera,
Gerardo Corvacho, Jorge Valverde, Amador Cornejo, Juan de
Dios Ulloa, Julio Gómez, Julio Rey, Edilberto Andrade, Lízardo-y
Luís Belaûnde y otros muchos; y, según se dke, hay en prepam-
ción una larga lista, Cf ne alcanza más de trescientas cincuenta
personas.
"y si los notificados se resisten o retardan, aunque sea por un
día o por horas su partida, entonces caed, sobre ellos "todo el
peso de la autoridad" del general Hojas Arallcibia; entonces los
harÚn detener y como a los señores Carlos Yalverde, Roberto Val-
ver£le, Carlos Téllez y Jorge Valverde, custodiados por oficiales del
ejército, los conducirán hasta la frontera de Sama o hasta a bordo
de un vapor en Arica. [A los señores Roberto y Carlos Valver-
de los registmron, quitándoles el reloj, cartera, dineroydemásOb;.
- 92-

jetos que Ile\'aban, los amordazaron y los encerraron eil un ea·


labozo ].
"Ya sabemos que a estas acusaciones la prensacbilena res-
ponderá con su acostumbrado sistema de negativas. Dirá que en
Tacna y Arica nada ha pasado, que extranjeros y nacionales go.
zan de plenas garantías, que esos cargos son imaginarios, que son
el fruto de nuestra fantasía tropical o del deseo de alcanzar gran-
jerías.
"Pero para destruír tales aseveraciones, allí estiln todos los
extranjeros de Tacna y Arica, allí está el testimonio de los mis-
mos chilenos, que cuando se les interroga personalmente, no se
atreven a negar la verdad; allí está, sobre todo, como prueba in-
objetable, el éxodo de peruanos que, en caravana interminable,
salen de la tierra en que nacieron. Nadie que no es molestado, na-
die que goza de garflntías, abandona por puro gusto su empleo,
sus negocios, sus intereses, su hogar, sus comodidades, para co-
rrer, en lugares desconocidos, los a:ares y las penalidades de la
vida. Quienes tal cosa hacen, es porque, materialmente, se les haœ
imposible vivir en el lugar que abandonan".
" ....................................................................................................... "
Entre los cincuenta naturales de 'l'acna y Arica que firmaron
esta exposición, figuran los señores C. A. Vaccaro, M. S. Sologu-
ren y R. Valvenle, citados individualmente en la circular chilena.
Esto es lo que el señor Barros Borgoño llama "el retiro vo-
luntario de cinco o seis personas", fuera de las cuatro que indica
nominalmente.

VII

Resulta muy pobre excusa, explicar, como pretende hacerla


la circular chilena, por la paralización que sufre la industria sali~
t.rera, la salida de la población p~ruana de esa región.
- 93-

Si bien es innegable la seria crisis que esa industria atraviesa,


resulta demental que si el éxodo de peruanos se debiera a tal cau-
sa, no se habría realizado en las condiciones de simultaneidad y
violencia que en la actualidad reviste. En efecto, la emigración
en tales circunstancias es lenta y progresiva, a medida que ocurre
el paro en las oficinas salitreras; y sólo comprende al personal di-
rectamente dependiente de esa industria, no a los artesanos, co-
merciantes, empleados y profesionales que ninguna relación tienen
con ella; sin embargo, entre los peruanos expulsados figuran de
toda clase de ocupaciones, lo que por sí solo demuestra la in-
exactitud de la versión dada por la Cancillería de Chile.
Siguiendo la misma senda, la circular chilena quiere hacer
creer exagerada la cifra de dieciocho mil peruanos que se ha dado
como existente en el departamento de Tarapacá. Aun cuando el
número no haría cambiar la naturaleza brutal del atropello que
ha comenzado y continúa perpetrftndose con los peruanos. y que
es igual eometiéndose con dieciocho mil o con los seis mil que son
los íll1icos que el señor Barros Borgoño declara existir, es lo cier-
to que las estadísticas oficiales de Chile se encargan de desauto-
rizar las afirmaciones de su propia Cancillería. El CENSO DE LA.
HEPÚnLICA.DE CHILE, levantado el 28 de noviembre de 1907, di.
ce, en la página XIX: "De los 134,524 extranjeros residentes en
Chile, 27,140 son peruanos "; y en la ]J3gina 63 puede ver-
se que. en la población total de la provincia de Tarapacá, que ese
año ascendía a 110,036 individuos, se comprendía 23,574 perua-
nos, o sea, mÚs del 21 por cicnto, lo que es ademÚsde pÚblica no-
toriedad, pues en la región salitrera, los peruanos, que son los
\'erdaderos regnícolas, forman el ílúdeo más considcrable de
trabajadores, que tienc que haberse incrcmentaùo extraordinaria-
mente por el auje que, en los ílltimos años de la guerra mundial,
alcanzó la industria dei nitrato y por la preferencia que siempre
se dió a los peruanos por sus condiciones de sobriedad, disciplina
y laboriosidad.
- 94 ----
Pero, si la crisis del nitrato es invocada como pretexto para
cohonestar la eXpulsión violentá. de los peruanos en Tarapacá y'
Antofagasta, ni siquiera esa pretendida causaexTste e-nraques~
rea1izaen las provincias de Tacna y AriCa, en donne no hay indui-
tria del salitre y que se hallan sometidas actualmente al régimen
más doloroso de violencia y de abuso, con manifiesta. 'Violaci6b
del tratado de paz, de que tan respetuoso se muestra ahora Chile,
despùés de haber eludido su cumplimiento dùrnnte treinticinco
afias.

Lima, 14 de febrero de 1919.


- 95-

:Legación de :Bolivia

104, Avenida :\la1nkoff.

París, 14 de enero de ]919.

Señor ~Iinistro:

Tengo el honor de lle\'ar nI conocimiento de Vuestra Exeelen.


cia y, por su estimable intermedio, al del eminente Gobierno fran-
cés, que el Gobierno de Bolivia cunsidera, respecto de los territo-
rios de Tacna y Arica, actualmente en litigio entre las repúblicas
de Chile y del Perú, que él tiene también derechos superiores so-
hre esas dos provincias. ~e propone,en consecuencia,hacerlos valer
tanto cerca de los países interesados como ante el alto e irrecu-
sable Tribunal de la Liga de las Naciones, que será próximamen.
te organizado bajo la inspiración de las ideas generosas de paz,
de justicia y de libertad, y del cual la Francia, que por sus tradicio-
nes históricas, asume el nohle rol de representante del Derecho,
será uno de sus más calificados miembros.

Sin pretender discutir las razones de orden puramente político


que hacen \'aler los pueblos de Chile y del Perú, con quienes Bali.
via desea mantener sus relaciones de amistad y de buena vecin-
dad, las que e1\a también im'oca emanan del derecho imprescrip.
tible, reconocido a t'¡l(la hombre ya cada pueblo, de utilizar los
recursos ofrecidos por la naturaleza, que son indispensables a su
existencia ya su desenvolvimiento. Estas razones se fundan en
la necesidad vital de tener acceso al mar para ejercer efectivamen_
te el derecho de comunicar con el mundo. Ellas se apoyan en la
historia y la tradición que nos muestran que Arica ha sido en to-
-96 -

do tiempo, como lo es hoy día mismo, el órgano natural de su


expansión comercial y de sus relaciones econÓmicas con las otras
naciones; y ellas se apoyan también en la situación geográfica de
Bolivia que hace de Arica su salida obligatoria hacia el exterior.
Con relación a este último punto, importa anotar que a6n en
la época en que Bolivia poseía puertos propios que fué obligada
a abandonarias más tarde como consecuencia de la guerra del Pa-
cífico, Arica era, más que esos mismos puertos, y por razones geo-
gráficas superiores a las decisiones políticas, el verdadero nudo
de su actividad económica y comercial.
Si no se puede agregar a estas razones, las que podrían ema-
nar de la posesión real y de la administraciÓn efectiva de los te-
rritorios, se puede a lo menos invocar la permanencia ininterrum-
pida del uso, los servicios prestados a Bolivia desde el punto de
vista económico y comercial y el rol que ellos han desempeñado
en la manifestación de su vida exterior.
Ni la república de Chile, que retiene actualmente esos territo-
rios, ni la del Perú que los retenía anteriormente, pueden ignorar
que la naturaleza misma de las cosas y la situación geográfica,
imponen a la república de Bolivia, por una parte, y a los territo-
rios de Tacna y de Arica por otra, una dependencia íntima y mu-
tua, fundada sobre el hecho de que ellos no pueden uno sin otro,
satisfacer sus más vitales necesidades.
Si se considera la situación territorial del Perú y la de Chile,
se ve que Arica no Pllede jugar como puerto marítimo ningún rol
esencial en la actividad económica de esos dos países, y que para
ellos no es sino un punto sobre el mapa sin vínculo alguno con la
economía general. Para Bolivia, por el contrario, es la llave de
su comercio y hasta de su seguridad, y constituye para ella, des-
de este doble punto de vista, un organismo vital.
Estando abierta la era de las justas reivindicaciones, la equi-
dad reclama un tratamiento igual para todos los pueblos y una
- 97-

repartici6n proporcional de los recursos naturales que son nece.


sarios a su existencia. El Gobierno de Bolívia se halla persuadi.
do de que la kal amistad, los elevados sentimientos y el espíritu
de justicia que se complace en reconocer en el PerÚ yen Chile, per-
mitirán satisfacer sus legítimas e incontestahles aspiraciones. Se
halla igualmente persuadido que la Liga de las Xaciones, tribu-
nal irrecusable de los intereses del mundo, velará para garanti-
zar la seguridad de B,>li\'ia, y dictará, si fuera necesario, un fallo
justiciero conforme a los untecedentesjurídicos, históricos y geo-
gnHicos que han sido hrevemente enunciados, implicando la in-
corporación de los territorios de Tacna y Arica a Bolivia, a fin
de asegurar sus progresos sociales como su desenvolvimiento eco-
nómico y garantizar su independencia política y su entidad in-
ternacional.
En frases memorables que recordarán los siglos venideros, el
presidente \ril"on, aludienùo a la noble actitud de las grandes
naciones, que, cm este momento dirigen el mo\'imiento mundial,
declaraba que su tarea !lO se limitaría a los intereses de un solo
pueblo, sino que debería abrazar a toda la humanidad.
Si esto es así, la Liga ùe las ~acíones, fruto de esas nobles
concepciones, no podría considerar corno concluído el papel que
asume, si después de haber reglado las cuestiones emergentes
de la guerra europea, no extendiera su saludable influencia sobre
las aguas del Pacífico para reglar la situación actu;:tlmente pre.
caria de Tacna y de Arica, ofn:cíendo a los tres pueblos que libra-
ron la guerra de 1879, el tesoro inapreciahle de relaciones cordia-
les fundadas sobre las más sanas nociones de justicia.

Rogándole quiera tomar nota de las declaraciones que


forman el objeto de la presente comunicación, tengo el honot" de
ser de Vuestra Exeelencia, muy humilde y muy obediente servidor,

ISàl4EL MONTItS.
- 98-

A S. E. el señor Stéphen Pichón, ;.\Iinistro de ~egocios Extranje-


ros,-París.

ILepública de Dolivi3

Ministerio de ILelaciones Exteriores

Circular N .

La Paz, 24 de febrero de 1919.

Señor:

Este ~linisterio está informado de que el proyecto concebido


por el Presidente ùe los Estados Unidos de la América del Norte y
secundado podos más ilustres estadistas de Europa,de organizar
una ligade las naciones~para el mantenimientode la paz universal,
ha tenido completa y satisfactoria realización. Aunque no son co-
nocidas las bases secundarias y los reglamentos a que aquella ins-
titución sujetará sus actos, basta:alGobiernode Bolivia saberque
esa entidad existe y que pueden adherirse a ella todas las nacio-
nes civilizadas, para trazar a su política actual una orientación
perfectamente detinida. La presente circular tiene por objeto
lIc\'ar a noticia de esa Legación las reflexiones Y determinaciones
que aquel hecho ha inspirado a esta Cancillería.
Las declaraciones que formuló el actual presidente de los Es-
tados Unidos Mr. Wilson al iniciar el estado de guerra con el lm-
- 99-

perio de Alemania el 6 de abril de 1917 demostmban que ese es-


tado ùe cosas no pl<1llteaha, como en otras circuDstancias que
recuerda la historia, cuestiones dinásticas, o competencias de pre-
dominio, o adquisiciÔn de posesioncs coloniales o de zonas de in-
fluencia comercial. Se trataha de la soluciÓn de problemas so-
ciales o políticos que afectaban a la humanidad cntera y de la
supremacía de ideas o propÓsitos que se relncionaban con los des-
tinos esenciales de la civilizaciÓn misma. Dada la magnitud de
las tendencias en pugna, se comprendía que unos y otros belige-
rantes Ilevn.rian a la lucha la integridad de sus fuerzas, de sus
elementos .Yde sus recursos.

A pesar del supremo esfuerzo militar que el Imperio de Alema-


nia'y sus aliados empeñaron en marzo del año pasado, el examen
sereno de las probabilidades materiales permitía ya, a partir del
Illes de junio siguiente, prever la terminación de la guerra con el
fracaso de los intentos avasalladores de la política germiínica.
Aunqne esas previsiones se hacían a cada instante m¡ís próxi-
mas'y mfts \'Chementes, el mundo recibió con sorpresa la noticia
del armisticio firmado cll1 de noviembre último y que importa-
ba prácticamente la victoria detlniti\·a de las armas aliadas so.
bre Jas de los imperios centrales y cJ triunfo consiguiente de las
ideas y de los principios en Ilolllhre de los que se había empeñado
la lucha.

Con el propósito de liquidar un estado de guerra tan prolon-


gado y t<1n agudo, que había perturbado todas las actividades
ele la civilizaeión cont<.>mponínca, reuniÓse desde fines del mes
de enero del presente año una eOllferencia en la ciudad de París,
en la que se han planteado los problemas múltiples de la paz eu-
ropea y de Ji! rcorgalliza<:i{¡n de las nacionalidades sohre bases de
estahilidad y de justicia. El Gobierno de Francia, en representà-
ci(m de las potencias beligerantes y victoriosas, se dignó comuni;.
car a la Legación de Bolivia en París que esta República podría
- 100 -

hacerse representar por medio de un delegado en el referido Con-


greso. Este gobierno designó para desempeñar esas funciones al
actual Ministro de Bolivia en Francia don Ismael :Montes, quien
ha concurrido a las conferencias en virtud de aquella invitación y
conforme a las instrucciones que esta Cancillería le ha trasmi-
tido.
La actitud diplomática que adoptó el Gobierno de Bolivia en
el mes de abril de 1917 con relación a la guerra en que se habían
empeñado los Estados Unidos de América y las más grandes po-
tencias de Europa, importaba dejar constancia de su asentimien-
to a los principios que el presidente Wilson había proclamado y
en nombre de los cuales había pedido a su país el empleo de todas
las energías de la República.
Entre esos principios, metódicamente clasificados en 109 men·
saje~ de 22 de enero de 1917 y 8 de enero de 1918, se encuentran
algunos que fueron en todo tiempo fundamentos incontestados
de toda organización social y política y bases de toda entidad ci.
vilizada.Figura entre ellos la igualdad delas naciones y la identidad
de los derechos que todas ellas tienen de conservar y mantener
su independencia, sin consideraciÔn a la extensión de su territo-
rio, ni a la densidad de su población, ni a la abundancia de sus
riquezas o de sus recursos. Manteníase a la vez el principio de
las nacionalidades fundadas en la homogeneidad de sus elementos
étnicos yen la armonía de sus condiciones geográficas; pero prin-
cipalmente en el libre consentimiento y en la voluntad de los ha.
bitantes para hacer vida èomún. Al analizar el presidente Wil.
son, en su mensaje del 22 de enero de 1917,las condiciones que de-
berían reunir las futuras nacionalidades, expresaba de una ma-
nera concreta que "el mundo' puede -estar en paz s610 en ca~o
de que su vida sea estable, y no puede haber estabilidad donde la
voluntad se encuentra en rebeliÓn, donde no existe tranquilidad
de espíritu y un sentimiento de justicia, de libertad y de derecho.
-- 101 -

Además, todo gran pueblo que lucha por el pleno clescm'olvimien-


to de sus elementos y de sus recursos, debería tener asegurado un
acceso directo hacia los caminos reales del oceano. Con el con-
curso de un arreglo apropiado, no se elehe cerrar a ninguna na·
ción el libre acceso a las rutas abiertas del comercio del mundo y
las vías marítimas deben ser libres, tanto en el derecho como en
la prÚctica."
Dando desarrollo a estos conceptos, señalaba pr{tcticamente
las cntidades políticas europeas que podían y debían acogerse a
esas reglas para constituir organismos politicos capaces de ser
elementos eficaces para el progresO) y para la paz.
U na vez abiertas las conferencias de París cI delcgado de Bo-
livia recibió instrucciones para armonizar sus palabras, sus pro-
cedimientos y sus actos con ese conj\mto de doctrinas que había-
mos aprobado como una norma política conveniente para los in-
tereses comunes y con las cuales se había solidarizado nuestra
diplomacia. Como era natural prever, ese congreso de la paz,
encargado de resolver los problemas complejos de la política eu-
ropea. no tendría una oportunidad propicia, ni suticiente prepa-
ración y rep:)so para que pudieran serle sometidas las reclama-
ciones o controversias de la América latina; pero el clamor de la
conciencia universal, un anhelo vibrante de paz y de justicia, le
ha impuesto Ja creaciÓn de una sociedad que tendría una triple
incumbencia trascendental: trataría por todos los medios de
mantener la paz y la armonh entre Jas naciones; haría 10 necesa-
rio para alejar o suprimir todo moti\"o o pretl"xto de desavenen-
cia y de discordia; una vez producido un desacuerdo internacio·
nal, tomaría a su cargo la solución de la dificultad por medios
concilia torios y justos.
Lo mismo que en el viejo continente, existen en la América lu,
tina problemas de índole diversa, ya sean sociales, económicos o
simplemente geográficos o políticos de múltiple gravedad y tras.
BANCO DE L~ ~:Y'--':" ;CA
Bt6ltOTECA LUIS - _"~_o. ,:c.·u:-, .. :.)

CATALOGÃ~1r.
- 102 -

cendenda. Algunos de ellos se prestan para un debate reposaùo


y para razonables avenimientos; pero hay otros que"pueden per.
turbar la paz internacional y que extravían ya la serenidad de
los hombres de estado. Algunos afectan intereses fundamentales
y las bases mismas de la soberanía y no podrían resolverse, por
lo tanto, sin el concurso de entidades imparciales, empeñosas en
el mantenimiento de la paz}' dotadas de todos los clementos de
sabiduría y de prestigio para hacer respetables sus decisiones. Fi-
guran entre ellos los que han sido consecuencia de guerras inter-
nacionales y los que af~ctan las condiciones esenciales de la so.
beranía.

Después de la emancipación de las colonias españolas a prin-


cipios del siglo pasado, fué prolongado el proceso de su organiza-
ción política, a causa principalmente de la vaguedad en que se
habían mantenido las antiguas delimitaciones administrativas,
tornando discutibles y dudosos los límites geográficos de unas y
otras soberanías. Las primeras querellas que entre las nuevas
nacionalidades surgieron fueron pleitos de linderos, contradiccio-
nes de vecindad internacional. Uno de esos litigios, exacerbado
por el incentivo de riquezas recientemente descubiertas, provocó
la cuestión de límites entre Bolivia y Chile, que abarcó, con múl-
tiples incidencias, un espacio no menor de treinta años, a pesar
de que en esa región nunca fueron nuestros derechos dudosos ni
discutibles. Esa situaciÓn terminó con los tratados definitivos
de límites de 1866 y de 1874, que estaban llamados a crear yes.
tablecer entre los dos países relaciones armónicas y normales.
Incidentes muy conocidos y vulgarizados por la crítica hist6-
rica determinaron una apreciación contradictoria de los alcances
del último tratado; produjeron la explosión de la guerra de ma-
yores proporciones que ha presenciado el suelo sudamericano y
cuyo éxito fué adverso para las armas y para los intereses políti.
cos de Bolivia y el PerÚ, que se habían ligado desde 1873 por un
~ 103 -

tratado de alianza defensiva para la protección de sus respecti-


vos dominios.
[na circular ùiplomática dirigida en fecha reciente por la
Cancillería de Chile a sus Legaciones en el extranjero, ha afirma-
do que el referido pacto hahía tenido por objeto llevar a cabo el
despojo de territorios chilenos y la anulación ùe sus elementos de
trabajo, de industria y ùe riqueza. Esta apreciaciÔn no se en-
cuentra en armonía con los antecedentes históricos, ni con la si-
tuación coetánea ùe Bolivia y del Perú. Ambos países habían
sufrido frecuentes perturbaciones internas que habían detenido
su desarrollo político y social y mantenido en condición estacio-
naria sus elementos de riqueza. Poseedores de vastas heredades,
en su gran parte inexploradas y desconocidas, no parecia natu-
ral que se propusieran buscar una expansión territorial que no
habría poJido avenirse ni con sus instintos nativos, ni con sus
peculiares predilecciones, ni con la escasez de elementos propios
para desenn)lver sus acti\'idades y sus industrias. En cuanto a
los intereses salitreros, a los que se atribuye de parte del Perú
una codicia tradicional, nos cumple afirmar que en Bolivia, esa
industria no ejercía atracciones visibles, ni hahía consumido ca-
pitales que tenían otros campos conocidos de inversión reproduc-
tiva. Por otra parte, el litoral de Atacama, que había sido ob-
jeto de aquella controversia decenaria y de frecuentes excitacio-
nes internacionales, se encontraba separado de los centros acti-
vos de Bolivia por un vasto e inclemente desierto y muy dificil-
mente llegaban hasta allí los elementos necesarios para mante-
ner la soberanía nacional. No es dable concebir que en tales con-
diciones hubiera podido pensar ninguno de los dos gobiernos en
un propósito de expoliación que no justificaban necesidadeS qUe
no existían ni ambiciones de predominio que no podían vislum_
brarse. Por lo que a Bolivia respecta, durante la primera época
y
de su organización de su desenvolvimiento político, tuvo el m-
dado incesante de vigilar y proteger sus fronteras internaciona-
les, defendiendo su territorio de agresiones y de litigios que 'esti-
- 104 -

mulaba la instabilidad de su paz interna. ¿Cómo habría podido


pensar en abandonar la custodia de las heredades propias para
ir en busca de aventuras de conquista y de predominio?
Pasaba en el continente por país militarizado a causa de la
frecuencia y de la intensidad de sus guerras civiles; pero el más su-
perficial examen de ese militarismo incipiente demostraría que ja-
más llegó a for'mar núcleos de fuerza armada capaces de inquie-
tar a los países vecinos. En medio de esa turbulencia de su polí-
tica interna y de esa tendencia de los países vecinos por disputar-
le la integridad de su patrimonio territorial, era nHtural que bus-
cara elementos de mutua cooperación y de defensa y a esa necesi-
dad obedeció el tratado de alianza con el Perú /Irmado en 1873 y
al que fueron invitados a adherirse el gobierno argentino y aun
otros más del continente.
Bolivia aceptó la guerra, porque no existía otro recurso ho-
norable para salvar su decoro nacional después de la ocupación
del territorio de Atacama que había sido materia de incesantes
con traversias.
Al cabo de tres años, durante los cuales habían quedado ago-
tadas las fuerzas milirares y los recursos económicos de las dos
repúblicas, era menester acordar condiciones de paz que crearan
una situación nueva Yque restablecieran la normalidad de la vi-
da en esta parte de América, El gobierno del Perú se avino a sus-
cribir un tratado de paz en octubre de 1883, cediendo a Chile to-
do el departamento de 'farapacá hasta ellîmite meridional del río
Loa. La presencia de la soberanía de Chile en toda la. extensión
de esa costa marítima colocaba el litoral boliviano de Atacama
encerrado dentro de dos porciones de territorio chileno y habría
sido imposible pretender arrancarIo de esecircundamiento militar
y geográfico, a menos de intervenciones extrañas y decisivas. El
gobierno de Bolivia envió a Chile plenipotenciarios para buscar
las condiciones de un avenimiento; pero los representantes de
Chile encontraron y reconocieron que existía una imposibilidad
- 105 -
politien y geográfica para llegar en aquel instante a celehrar un
tratado de paz definitiva. Era que la anexi6n del litoral de Ata-
cama, impuesta por la cesi6n peruana de Tarapacá, dejaría a Bo-
livia privada de toda comunicación con el mar y despojada, pot
lo tanto, de los atributos esenciales de la soberanía. En vista ne
la imposibilidad política de celehrar un pacto que consumaría no
sólo cesiones territoriales, sino la anulación de una nacionalidad
como partícipe de los beneficios del comercio marítimo, con que.
había nacido a la vida independiente, los propios negociadores
chilenos reconocieron que no pod ría verificarse sino un acuerd o
provisional, mientras se obtuvieran los medios de reemplazlIf pa·
ra Bolivia de una manera conveniente la costa por cuya posesión
se había desencadenado la guerra en América. 'raI fué el origen
y explicaciones del pacto de tregua de 4 de abril de 1884. En oca·
siones anteriores y aun en medio mismo de las hostilidades de la
guerra, el gobierno de Chile había hecho proposiciones al de Boli-
via de acuerdos que importahan el canje del litoral de Atacama
con otro, eI de Tacna y Arica, que Chile esperaba obtener a perpe-
tuidad. Estas proposiciones se repitieron con significativa fre-
cuencia, demostrando la verdad indiscutible de que si existe por
desgracia la práctica de derivar ventajas políticas o territoriales
de los éxitos de la victoria, no existe el derecho de privar a ningu.
na soberanía de los órganos naturales ùe su desenvolvimiento.
A pesar de que el derecho de Bolivia a comunicarse directa-
mente y por territorio propio con el oceano, no sólo estaba fun-
dado en las leyes elementales que rigen los organismos políticos,
sino reconocido de manera formal y explícita en diferentes docu-
mentos, dec1aráciones y actos diplomáticos deI Gobierno de Chi-
le, debía ese reconocimiento honer una cOllsagracion jurídica en el
tratado de paz y amistad de 20 de mayo de 1895, en el c9al el
Gobierno de Chile, para contemplar esa necesidad primorgialde
la soberanía boliviana, cedía a Bolivia los derechos expectaticios
que se derivaban del art. III del tratado de Ancón. Cuando llegó
- 106 -

el momento de promulgar y perfeccionar ese pacto, se encontr6 el


obstáculo de carácter político, de no poder acordarse con el Go-
bierno del Perú los procedimientos del plebiscito que debía deter-
minar la posesiÓn definitiva de dichos territorios. Es de notorie-
dad que esas dificultades subsisten todavía y constituyen un mo-
tivo de inquietud y de alarma para la paz del continente ameri-
cano.
La solución natural, a mérito de esos ohstáculos, habría si-
do buscar otros elementos geográficos para sa tisfacer una necesi-
dad de orden superior, que, no s610 diera a Bolivia los medios ne-
cesarios de desarrollo, sino que cimentara la amistad de Bolivia
y de Chile sobre hases de un cordial entendimiento. En vez de
comprenderlo así, el representante diplomático de Chile en Boli-
via señor Abraham Kõnig dirigió a este Gobierno una comuni~
caci6n que lleva fecha 13 de agosto de 1900 en la que se encuen-
tran los siguientes conceptos:
«Es un error muy esparcido y que se repite diariamente en la
prensa yen la calle, el afirmar que Bolivia tiene derecho de exigir
un puerto en compensaci6n de su litoral. No hay tal cosa. Chileha
ocupado el litoral y se ha apoderado de él con el mismo título con
que Alemania anexó alimperio la Alsacia y la Lorena, con el mismo
título con que los Estados Unidos del Norte han tomado a Puerto
Rico. ~uestros derechos nacen de la victoria, la suprema ley de
las naciones. Que el litoral es rico y vale muchos millones, eso ya
lo sabíamos. Lo guardamos porque vale, porque si nada valiera
no habría interés en su conservación. Terminada la guerra, la
nación vencedora impone sus condiciones y exige el pago de los
gastos ocasionados. Bolivia fué vencida; no tenía con que pagar
y entregó el litoral. Esta entrega es indefinida, por tiempo inde-
finido, así lo dice el pacto de tregua indefinida; fué una entrega
absoluta, incondicional, perpétua. En consecuencia, Chile no de-
be nada, no está ohligado a nada, mucho menos a la cesión de
una zona de terreno y de un puerto .•
- 107 -

Aunque un tanto atenuada la crudeza de estas expresiones


por el tenor de la circular diplomática que el Ministro de Relacio-
nes l~xteriores de Chile don Rafael Errázuriz Urmeneta dirigió a
sus Legaciones en el extranjero con fecha 30 de setiembre del mis-
mo año, no era por eso la notificación menos perentoria, cerran-
do el paso a nuevas discusiones, que no podrían ya armonizarse
con las doctrinas generales del derecho y con el respeto a la fe na-
cional.
Entretanto, el pacto de tregua había estipulado, bajo la pre-
sión de circunstancias penosas para Bolivia, no sólo la ocupación
del litoral que poseía, sino la cancelación de su autonomía adua-
nera y esta restricción de su desenvolvimiento financiero era un
obstáculo insalvahle para su existencia misma. Aunque seguro
de los derechos de la nación a tener salida propia al océano, el
Gobierno de Bolivia se viô en el caso de aplazar las gestiones qne
en ese sentido hahía empeñado desde 1884 y se allanó a suscribir
el tratado de paz y amistad de 20 de octu·bre de 1904.
Entretanto, los derechos de Bolivia a comunicarse libremente
con elmar nohancaducado,sino antes bien se han exhibido con la
evidencia de una necesidad ineludible que, no sólo la diplomacia
universal reconoce, sino que la experiencia de treinta años pone
con elocuencia de manifiesto. Los derechos de las naciones fluyen
de diversas fuentes; hay derechos naturales e inmanentes, como
los de independencia, de libre desenvolvimiento y de igualdad; hay
derechos tradicionale~, como el de posesi6n de los actuales domi-
nios y de soberanía sobre las propias herc(lades; hay derechos
convencionales que surgen de los tratados. Pero todos esos de-
rechos son igualmente respetahles y deben ser reconocidos en el
concierto de las naciones. Ellos han sido materia de declaracio.
nes terminantes y concretas en que el presidente de los E8tados
Unidos ha fundado las condiciones de la paz del porvenir,qUe 'ten-
drán consagración positiva en los acuerdos de Iaconfereneia de la
paz y en ,~ofuturo en la liga de las Naciones.
- 108 -

El congreso de París, al iniciar sus labores a fines de enero úl-


timo, formuló la siguiente declaración:
ilLas gobiernos están ahora asociados en conferencia para
conseguir la paz duradera entre las naciones.»
Es decir que esa alta corporación tiene el propósito, no sólo
de liquidar la guerra europea que acaba de terminar y de señalar
las condiciones de la paz entre las naciones beligerantes, sino con·
seguir la paz duradera entre todas las naciones del mundo. Aca-
ba de dar una prueba palpable de que es ese su propósito, cuando
ha tomado el acuerdo de fundar una sociedad internacional, que
se llamaría Liga de las Naciones para la paz universal. La fun-
dación de esa sociedad importa uno de los pasos más avanzados
de la civilización moderoa; es el verdadero término de la era de
barbarie y de violencia que no tuvo en la historia humana sino
dos ciclos memorables, el paganismo y el cristianismo. La funda.
ción de una liga internacional de justicia y de paz es, por 10 tan-
to, el suceso más trascendental de la historia r1espués de la im-
plantación de las doctrinas del cristianismo en la civilización hu-
mana. La existencia de un tribunal constituído por la voluntad
de los mismos asociados para juzgar de sus querellas y para dar
a cada uno lo que es suyo, es la institución más noble que pudie-
ra surgir de los estragos de una guerra espantable y pavorosa.
El Presidente Wilson ha señalado, en un mensaje reciente, las
proyecciones de esa sociedad cosmopolita, a la que ha comunica-
do el aliento de su fe y los prestigios de su espíritu superior y Je
marca el rol de evitar las disputas entre naciones, que pudieran
constituír un peligro para la paz internacional.
La demanda que en estos instantes formula Bolivia en favor
de sus tradicionales alegaciones para obtener una salida propia
al mar que le asegure su independencia comercial y política, no
podría, en las presentes condiciones ser satisfecha mediante acuer-
dos convencionales, en razón del estado delicado )' vidrioso de la
política continental. Intentaremos sin embargo, dentro de las
- 109 -

com'eniencias diplomÚticas y de la más perfecta amistad y buen


propósito, llegar a avenimientos con los países vecinos que res-
pondan a nuestras nccesidades primordiales de pueblo autónomo;
mas en el caso de que esos esfuerzos resultaren ineficaces, llevare-
mos nuestra querella ante una entiùad superior, imparcial y pres-
tigiosa, para <Jue reconozca la legitimidad de nuestra reclama-
ción, en nombre del derecho inmanente de las naciones, yen segui-
da indicaríamos, con su elevado concurso, la forma como podría
reinteg¡-arse la costa marítima que antes hemos poseído, cuando
adquirimos los derechos de la soberanía después de una guerra es-
forzada de quincc años y que fué cn la infancia de nuestra autono-
mía, la gnrantía de nuestro desem-oh'imiento comercial y políti-
co. Es entcndido que cualquicra adquisición de territorio pa-
ra satisfacer esa necesidad vital, sería compensada conveniente-
mente y con arreglo él las doctrinas generales del derecho,
Esta situaciÓn anómala y monstruosa de una nacionalidad
exuberante, que posee riquezas naturales ingentes dentro dc una
superficie de un millón ùe kilómetros cuadrados, es motivo justifi.
cado de inquietud y dc peligro para la paz del continente. Es con-
trario a la normalidad de los fenómenos sociales y aun al equili-
brio de las fuerzas físicas, el encierro de ese inmenso volumen den-
tro de murallas que el empuje irresistiblc de las necesidades supre-
mas puede romper, a despecho de las precauciones y de los con_
sejos de la prudencia gubernativa, Es con la evidencia de tales pe_
ligros que el presidente actual de los Estados {'nidos ha dicho, en
el mensaje arriba citado:
«Con la aquiescencia de un arreglo, no ha brá necesidad de
privar a nación alguna del libre acceso a los abiertos caminos del
cOllH:rcio mundiaI.~
y como suhlinenndo estos conceptos, se retiere a la situación
ùe Servia, de Bohemia, ùe Polonia, que deberán completar las
condiciones de su soberanía mediante la adquisición de puertos
propios que les comuniquen con las grandes rutas del océano.
- 110 -

Las soluciones de la guerra han sancionado algunos princi-


pios que en otro tiempo fueron objetados o discutidos, principios
abstractos de equidad, de derecho y dejusticia; pero en ning<m
terreno de las especulaciones políticas ha podido plantearse una
doctrina más concreta y mt1sdefinida que la que se refiere al de-
recho primordial de las naciones de comunicarse por puerta pro-
pia con las demás colectividades del mundo, por cuanto el paso
gigantesco avanzado por la civilización de estos días. tiende a
echar por tierra los vasallajes tradicionales y las opresiones de
los grandes o de los fuertes sobre los pequeños o sobre los débiles,
que había sido la máxima de los tiempos primitivos y la enseña
característica de la Edad Media.
El Gobierno de Bolivia cumple, por 10 tanto, un deber inelu-
dible al anunciar a esa legación, para que se sirva hacerlo saber
al Gobierno ante el cual se encuentra acreditada, que entiende que
la República tiene el derecho de poseer los atributos indispensa-
bles de la soberanía y que los reclamará ante la Liga de tas Na-
ciones, no s610 como satisfacci6n legítima de necesidades primor-
diales, sino como elemento de concordia y de paz en este conti-
nente.
No dudamos de que los países vecinos, en el caso de ser nece-
sario un fallo obligatorio de la Liga de las Kaciones, presta-
rán todas las facilidades necesarias para hacer práctico el ve-
redicto, seguros de que, por nuestra parte, observaremos iguales
deberes de amistad y de respeto a la institución tutelar de las
naciones y perseveraremos en la política abierta, de liberalidad ab-
soluta con que compartimos con ellos las riquezas de nuestro ~ue-
lo, en la armonía fraternal del trabajo y de la industria. Se com-
prende que no pretendemos adquisiciones territoriales antojadi-
zas ni elementos injustificados de expansi6n, sino la reintegraci6n
de nuestro derecho de país ribereño del Pacífico, como condici6n
ineludible de autonomía, de libertad comercial y política.
- 111 -

Conexiones muy estrechas y tradicionales tiene el problema


boliviano con el que los Gobiernos cie Chile y del Perú debaten ac-
tualmente con un ardimiento y una vehemencia que han dado ori-
gen, no sólo a la ruptura diplomática, sino al retiro de agentes
consulares que sirvan los intereses corrientes del comercio inter-
nacional. No puede, por lo tanto, suponerse que estos proble-
mas y estas controversias pudieran localizarse o circunscribirse a
regiones determinadas y a una reducida área geográfica del con-
tinente. Las querellas actuales podrían pro\-ocar incendios más
vastos y originar un conflicto continental de proyecciones incal.
culables. La Liga de las Naciones, conforme a las bases y pro-
pósitos de su organización, no tiene analogía con un tribu-
nal arbitral internacional, que debería ser solicitado por las dos
partes contendientes para atender y definir sus reclamaciones.
Una sociedad encargada del mantenimiento de la paz tiene que
poseer atribuciones más amplias, derivadas de los poderes que
sus mismos asociados le hubierell conferido, de prevenir los con-
flictos, de sugerir espontáneamente soluciones y transacciones, de
definir puntos de derecho y de doctriiIa conforme a los principios
proclamados como justos, y que han sido la razón de la victoria
de las armas en IIna contienda de proporciones gigantescas.
No podría, por lo tanto, ser discutida la competencia de aquel
tribunal para fallar esa clase de litigios, pues en tal caso, su ins-
tituci6n sería inútil y no lograría servir con eficacia el propósito
de mantener en el mundo civilizado la paz entre las naciones.
Este Gobierno, que ha manifestado su decisión por la iniciati-
va formulada en la conferencia de paz de París para la organiza.
ción de la liga de las naciones, dará los pasos que sean necesarios
para someter sus reclamaciones, más arriba enumeradas y ex-
puestas, a esa sociedad de cooperación y de conciliación y se so-
meterá a sus acuerdos, que indudablemente han de coincidir con
los sanos principios que invocamos. Se empeñará en informar e
- 112 -

ilustrar suficientemente su espíritu sobre la índole y antec~dentes


de esa controversia, que tiende a reparar una mutilación injusta
de los órganos de la soberanía nacional, por efecto de aconteci-
mientos bélicos que no fueron obra de Bolivia, y que cay~fon so-
bre su destino nacional como una catástrofe sorpresiva. Este
Ministerio se ha sentido obligado a traer en esta nota recuerdos
ingratos dentro de una amistad internacional que anhela culti-
var con todo el esmero de las comunes conveniencias, para de-
mostrar que el derecho primordial de Bolivia de comunicarse di-
rectamente con el mar, después de haber sido reconocido por los
mismos que fueron nuestros adversarios,:r que fué materia de ne-
gociaciones persi"tentcs desde 1884 hasta 1900, fué súbitamente
negado y contestado, no por efecto de evoluciones imprevistas o
ùe un cambio en el orden de las necesidadcs políticas, sino por
esa oscilación de ideas que reflejan las declaraciones del ministro
de Chile señor Konig copiadas más arriba.
l"a naturaleza y la tradición han trazado con admirable
claridad los destinos de la América- meridional. Dividido este
continente, de sur a norte, por la gran cordillera de los Andes.
los países que quedaban al oœidente de esta especie de espina dor-
sal, se encontraban comunicados con el océano Pacífico y
los que quedaban al oriente eran tributarios del Atlántico.
Aquellos teníém a la vez, por providencial privilegio, la ven-
taja de hallarsc vinculados con el océano oriental por medio
de los grandes sistemas fluviales que ponen en contacto al
Ecuador, Perú y Bolivia con el Amazonas y el Río de la Plata.
Los primeros tuvieron sicmpre y la geografía les marca clara-
mente su destino, comunicaciones propias con el Pacífico y al sur
del istmo ùe Panamá no hay sino las repúblicas de Colombia, del
Ecuador, del Perú y de Chile que mantengan ese contacto marí-
timo, ineludible para su autonomía política y para su armonía
~eogrÚfica. La RepÚblica de Bolivia, que extiende sus domi-
nios mediterráneos entre los paralelos 10° 20' Y 24°, no podría
- 113 -

tener contacto con la costa ecuatoriana, de modo que la salil~a


natural a que tiene derecho, parla tradición y por la naturaleza,
tendría que ubicarse en alguno de los territorios que actualmente
sirven a su comercio y a su acceso marítimo. La demanda boli-
viana tiene que localiznrse necesariamente en esa región del con-
tinente; pero la satisfacción de nuestras reclamaciones no tiende
en manera alguna a lesionar o a perjudicar intereses territoriales
o políticos de países vecinos, con los cuales mantenemos relacio-
nes estrechas de amistad y con los que nos unen \'Ínculos dura-
bles de simpatía y de interés común. Muy lejos está de nuestro
ánimo pretender, como otros pretenciieron en circunstancias di-
versas de la historia americana, las heredades ajenas. Sólo as-
piramos a que se reconozca, por la entidad internacional que se
llama Liga de las Naciones, la legitimidad de nuestro derecho y
se señale, con el alto espíritu de justificación que ha de caracteri-
zaria, la zona por la cual podría verificarse ci contacto de Bolivia
con las grandes vías del océano. Cualquiera que fuere dicha zo-
na, sería debidamente indemnizada. no sólo con compensaciones
adecuadas, sino con ventajas de solidaridad política que se·
rían de indudable provecho para cimcntar sobre bases seguras la
pa7. en el continente. Nos ahstendremos en ahsoluto de llevar a
la Liga de las Naciones, en cuya imparcialidad y justificación COll-
fiamos por completo, ninguna sugestión que pudiera importar Ull
prejuicio para su espíritu justiciero.
Bolivia ha practicado ell todo tiempo el respeto al derecho de
los demás y con esa norma de conducta, fundada sÓlo en el dere-
cho, y Call su adhesión decid ida a la paz, ha hecho sacrificios cons-
tantes para conciliar los ajenos intereses y evitar motivos de
conflicto internacional. 1\'0 se comprendería que en los momen-
tos en que se plantean y se llevan a la práctica las doctrinas más
avanzadas de justicia, pretendiera atentar contra los derechos de
otros países y contra la armonía que debe existir entre las nacio-
nes de este continente.
- 114 -

Por una singular coincidencia, en esta misma región occiden-


tal de la América del Sur, se debaten entre las Repúblicas de Chi-
le y del Perú cuestiones sobre la interpretación del tratado de
Ancón, que han JIegado a apasionar los ánimos y a perturbar la
armonía internacional. El Gobierno de Bolivia se complacerá en
aportar a ese conflicto todos los elementos de conciliación de que
pudiera disponer y llevará a la Liga de las Naciones todos los
esclarecimientos históricos que pudieran guiar su criterio equi-
tativo.
Esta CanciJIerÎa estima de conveniencia política y de lealtad
internacional dar noticia a todos los gobiernos de los países con
los cuales mantiene relaciones de amistad, de estos puntos de vis-
ta relacionados con las necesidades más premiosas y vitales de la
República. Se servirá usted, en consecuencia, llevar el contenido
del presente oficio a conocimiento de ese Gobierno, poniendo a la
vez su empeño en obtener su apoyo y su concurso a fin de alcan-
zar los resultados que perseguimos, en armonía con las doctrinas
victoriosas de derecho y de justicia.

Me repito, con este motivo, su muy atento servidor,

ALBERTO GUTIÉRREZ.
- 11G --

Ministerio de B.elaciones
IIxteriores

(cmCCLAR A us LEGACIO:-\ES DEl. PERÚ E:-< 1îL EXTRANJERO)

Lima, 30 de abril de 1919.

el señor general
l'on fedHl 14,de cneto del corriente nño, diri.t:,>1()
)'lontes, Plenipotenciario de Bolivia eli Frnncia,;ul1a nota al señor
~lil1istro de :\cgocios Extranjeros de ese país, en que le noticia.ba
que el Gobierno de su patria tenía la intenciÔn de presentar ante
la Liga de klS :\nciones, entonces prÔxima a formHrsc) una de.
manda en que haría valer sus derechos a los territorios de TáètH1.
y Arica, derechos que él estima superiores H los representados por
el Perú y Chile.
Posterionnente, la Caucilleria boliviana, aUhque atenuando
los conceptos del gerteral ~,fontes, ha reiterado sus aspiraciones
encaminadas a obtener una salida al océano, sin señalar~ COD1Q
~ 116 -.

ese diplomático, una superioridad de derechos sobre el Perú, que


ante una Discusión serena, documentada y tranquila, no sabría
el infrascrito sobre qué fundamentos se podría apoyar.
Sin petjuicio de la extensa exposición que esta Cancillería pre-
para para impugnar ante la Liga de las :\aciones cualquiera ale-
gación que desconozca la integridad de nuestros derechos en ci
pleito que dejó pendiente la Guerra del Pacífico y la falta de cum-
plimiento, por actos no imputables al Perú, del tratado de An.
eón, este Gobierno juzga necesario hacer llegar a las Cancillerías
amigas una noticia bien clara sobre la actitud del Perú en este in·
cidente y sobre el concepto que le merece la demanda presentada
en París por la LegaciÓn de Bolivia.
Las provincias de Tacna y Arica han formado siempre, desde
los remotos tiempos del virreinato español, parte integrante del
territorio peruano. Después de constituída en nación indepen-
diente (1826), Bolivia ha respetado la propiedad y la posesión
peruanas, que descansaban, no sMa en el título jurídico que sirvió
de base a la organizaci6n de estas Repúblicas, sino en una larga
comunidad de intereses y de afectos, nacidos y arraigados al ca-
lor de una indefinida convivencia. La vida republicana, con to·
das sus alteraciones y vicisitudes, incvitables en un nuevo régi-
men, no hizo sino confirmar esta larga y no interrumpida pose-
sión. Nadie turbó tal estado de cosas, ni pretendió menoscabar-
10, hasta que triunfante Chile en la guerra que nos fué declarada
al Perú y Bolivia, se anexó por la fuerza el departamento de Ta-
rapacá '.i ocupó, por un plazo que no debía exceder de diez años,
las provincias de Tacna y Arica.
Bien saben los estadistas bolivianos firmantes de esos doeu·
mentas, que el Perú se vió comprometido en la guerra cuando
había hecho los mayores esfuerzos por evitaria, y que su papel de
mediador amistoso fué bruscamente interrumpido por la conmi-
nación de Chile-que decorosamente no pocHaaceptar la Hepúhli-
ca-cle permanecer neutral en una contienda en que se hería el de-
- 117 -

n:cho de una nación aliada, amenazándose su integridad territo-


rial. El Perú no desamparÔ a Boli\'Ïa en esa terrible emergencia,
como no la hahía (ll-samparado algunos años antes, según 10 tes-
tifican document.os de reciente di\'ulgacifm, cuaudo la Cancillería
argentina, solicit.ada por nosotros para adherirse al tratado de
alianza defensiva, nwnifest6 su propósito de suscribir inmediata-
mente ese pacto, sicmpre que se eliminase a Bolivia, con quien
mantcnía enojosas diferencias de límites. Con la mayor lealtad,
con esa lealtad que ha sido siempre el norte de su política inter.
nacional, el Perú cumpliÔ su deber hasta el último instante, y
cuando ya era mat.erialmente imposible proseguir la lucha, suscri-
hiÓ, forzado poria durn imposiciím de las circunstancias, un pacto
eu que se consumaba la mutilación de su sucIo, Sill que pueda de-
cirse qué impartÔ para nosotros mayor sacrificio: si el despojo de
Tarapacá, que constituye por su riqueza la más cuantiosa indem-
nizaciÓn de guerra, o el contemplar, no perdida, porque el Perú
ha mantenido siempre la más ardorosa en la justÎl:ia te inmanente
de su causa, pero sí en rehenes la nacionalidad de una poblaeiÔn
nctamente peruana, que ha atestiguado con su sangre y sellado
con su martirio el anhelo (le su reintegraciíl11 al seno (le la patria.
Gra\'e y dolorosa fué tamhién la situaeiÔn que se creÔ a nues-
tra aliada. ya que, según declaracioncs de la Cancillería de La
Paz formulmlas por el señor VilIazón, «el litoral holiyiano (ele que
se apoden) Chile) comprende una superficie de 15~ mil kilómetros
euadra(los, con una poblaciÓn de :~2 mil ha hitantes. Contiene cua-
tro puertos, Tocopill[J, Antofagasta, Cobija y :.Ylejilloues, siete
caletas. oo oo •••• oo., ••••••••••••••• Con tiene abundantes riquezas minera-
les de plata, cobre, oro, bórax, azufre, salit.re y saI,¡. El tratado
de tregua se con\"Îrti6 rlc!'pués cn un pacto de paz, en que Boli\'ia
transfiri(¡ a Chile su litoral mediante di\'ersas compensaciones.
El Perú, consecuC'nte con su tradicional política de amistad
hacia Boliyia, procuró desde el primer momento atenuar los ma-
les producidos por la guerra, dando toùa clase de facilidades pa-
- 118 -

ra el tráfico de productos y ofreciendo su puerto de Mollendo y


sus ferrocarriles hasta la frontera boliviana, a fin de que sirviesen
de intermediarios, no sólo del comercio entre uno y otro país, sino
para su comunicación con el extranjero. Todos los productos que
recibe Bolivia por la vía de Mollendo entran en nuestro territo-
rio exentos de todo gra\Tamen. Nuestros vecinos fiscalizan libre-
mente su contribución aduanera, como si el puerto peruano habi-
litado para su comercio internacional formase parte integrante
de su soberanía. Diversas con\'enciones suscritas en los últimos
años han mejorado la situación del comercio de Bolivia por el
sur del Perú, garantizando, como era lógico, la normalidad del
tránsito y la seguridad de los productos.
La situación geográfica de Bolivia, enclavada en el centro del
Continente, y la mayor expansión de su desarrollo económico, le
permiten hoy hacer su tráfico por diversas vías, todas las que
concurren a su natural desenvolvimiento. A la par que la ruta de
Arica, mirada con tanta predilección por el general Montes, exis-
ten la de Mollendo a Puno y La Paz, la de Antofagasta a Oruro,
la nueva vía-ferroviaria argentina de la Quiaca y las redes fluvia-
les que, por puertos brasileños, sirven a Bolivia para su comunica-
ción internacional.
Nivale alegar que la situadón geográfica de Arica cercana a los
centros más importantes de Bolivia, determina para esta nación un
derecho superior al que poseen sus legítimos dueños, porque aná-
logo derecho podría invocar Alemania sobre Amheres, Suiza so-
bre los lugares en que se efectúa su comercio internacional y la
misma Bolivia sobre los puertos fluviales del Brasil por donde se
comunica con el exterior.
Los derechos superiores que alega el expresidente de Bolivia
para reclamar nuestras prO\'incias de Tacna y Arica, se basan, se-
gún él, en el principio de la necesidad de utilizar 10 que la natura-
leza ha puesto cerca de nosotros para dedicarIo a nuestro servi.
- 119-

cio. ¡Singular teoría con la que pueoen justificarse todas las vio-
lencias y todas las usurpaciones! Xo empleó otros conceptos,
aunque envoldéndolos en la mayor cruoeza de lenguaje que re
gistran los anales diplomáticos, el Plenipotenciario chileno don
Abraham Konig, cuando en una nota recordada muy a propósito
por el señor Gutiérrez, afirmaha que Chile guardaba el litoral bo-
liviano porque lo necesitaba. porque esos territorios valían, por-
que si no ndieran no tendría interés en su conserntciÔn.
l'or fortuna para el buen sentido de la humanidad, ese crite-
rio no puede prevalecer. ,\ntes que el derecho superior de la nece-
sidad, se impone a todas las conciencias rectas el título de una
propiedad secular y e11ibrc consentimiento de los ciudadanos, sin
el cual no cabe disponcr de la sllcrte de los puehlos. Esos títulos
y ese consentimiento pertenecen por entero al Perú. y si hasta
hoy no se ha dejado escuchar en un aeto oficial la voz de sus po-
bladores, débese a la situaciÔn de fuerza qlle mantiene allí Chile,
con "iolaci(m flagrante dd tratado de AncÔn.
Porque es un hecho incuestionable que si el problema de Tae-
nrt y Arica no s: ha rcsu<.>lto aún, en armonía con lo que proclama
la voluntad de sus ciudadanos, ha sido por ohra de los obsti'tcu-
los y dilaciones opuestas por Chile a la eelt:braeiÔn del plebiscito.
El Perú, que tenía el más "ivo interés en restituir il su nacionali-
dad esas dos pnn'incias, ha instado repetidas veces y por largos
años al Gobierno de Santiago para r<.'sol\'(:r élluistosam<.>ntc esta
querella. Seguro de que el "oto de SlIS pobladores, <le los dueños
legítimos del territorio, de los que en él nacieron, es decir, de los
únicos que tienen derecho a disponcr de su suertc, nus era fa yora-
ble, no.hemos rehuído jamÚs la cOH\'ocatoria al plebiscito, siempre
que el país ocupante nos diera garantías de sinceridad en su eje-
cuciÍln y cumplimiento. Claro es que los estímulos de nuestra pro-
pia dignidad, y el respeto y g-ratitm! que nos inspira el patriotis-
mo ejecutoriado de esos pueblos, 110 podían penuitimos el acep-
tar transacciones artificiales que significa ran la inmolación de esos
- 120 -

sentimientos, exteriorizados en más de treinta ailOS de domina-


ción extranjera.
En la reciente circular dirigida a sus Legaciones por la Canci•.
llería boliviana, se declara que esa República "tiene el derecho de
poseer los atributos esenciales de la soberanía, y que los reclama-
rá ante la Liga de las Naciones"; se anuncia que "intentará,
dentro de las conveniencias diplomáticas y de la más perfecta
amistad y buen propósito, llegar a avenimientos con los países
vecinos que respondan a sus necesidades de pueblo autónomo ;
que es entendido que cualquiera adquisición de territorio para sa-
tisfacer esa necesidad vital, será compensada convenientemente,
y con arreglo a las doctrinas generales del Derecho ", y que "no
duda de que los países vecinos, en el caso de ser necesario un fallo
obligatorio de la Liga de las Naciones, darán todas las facilida-
des necesa.rias para hacer práctico el veredicto '
El Gobierno del Perú estima que la mejor diplomacia es la que
se asienta en la sinceridad y la franqueza, y porque así lo cree, se
adelanta a declarar llana 'y concretamente, interpretando el sen-
tir unánime del pueblo a quien rige, que el Perú jamás consentirá
en hacer dejaciÔn de sus derechos sobre esos territorios, que no es-
tá dispuesto a cederlos a ningún precio, que declina cualquiera ten-
tativa de compensación que se pretenda ofrecerle, y que está re-
suelto a presentarse a la Liga de las Naciones, seguro de encon-
trar la m{is amplia garantía para sus derechos.
Cree este Gobierno que cuando una nación ha dado al mundo
el ejemplo de pers!-"veranciay de firmeza para reincorporar den-o
tro de su seno a las provincias que nos arrebató una guerra de
conquista, no hay el derecho, y menos que nadie en quien com-
partió los azares e infortunios de la contienda, de disputarle el
señorío de territorios, cuya población ha mantenido incólume, a
través de varias generaciones, el sentimiento patriótico peruano.
- 121 -

Im'oca la Cancillería de Bolivia los principios en que ha de sus-


tentarse la Liga de las ~aeioncs, llamada a dirimir las dilerencias
de los pueblos y a zanjarlas cn armonía con lajusticia, Pero se·
ría desnaturalizar el concepto de esa instituciÔn, si se pretendiera
arrastrada hasta consumar el (1cspojo de un país qnc alega tra-
diciones seculares de dominio y derechos imprescriptibles que nino
gún tribunal dd mundo podría desconocer. ¿Creeríase afirmar
definitivamente la paz en América y restablecer el imperio de la
justicia, instaurando un estatuto que traspasase a llU tercero, co-
mo res 11l1I1íus, la nacionalidad de dichos pueblos, sin tener en
cuenta su voluntad soberana? ¿Por ventura, con tal procedi-
miento no aumentaría la discordia y crecerían los motivos de in-
quietud? Y por lo que hace al Perú, ¿habría de resignarse jamás
a la mutilación de una parte de su suelo, reclamada con vehemen-
cia por el sentimiento púhlico?
~(); la Liga de las :\acioncs representa la reyolución más tras-
cendental que se ha operado en el criterio de la humanidad. So-
lire los escombros de un dl'rreho público envejecido, que !lO reco-
nocía otro fundamento que la fuerza o el cC]uilibrio de in tereses, ha
levantado la bandera de la igualdad jurídica y del respeto a la
integridad de los pueblos, por débiles que sean, La Liga de las
l\aeiones no se ha fundado pam consagrar la injusticia sino para
extirparIa y ahatirIa donde quiera que se presente, para afirmar
la solidaridad de los pueblos y no para elleonar sus diferencias,
para otorgar a cnda uno lo que es suyo y no para apoderarse de
10 é~jeno. Sería una aberración enorme, Ull monstruoso contra-
sentido, intolerable en esta época en que se han rcnm'ado los va-
lores espirituales de la humanidad, que cI país víctima de una
gran injusticia hist<irica, y ljue dcrram() su sangre y perdió sus
riquezas y entregÓ su territorio por cumplir lealmente sus com-
promisos, recibiera como compensación irónica de la suerte el
premio que quiere otorgamos el diplomÚtieo boli\'Ïano en su de.
- 122 -

manda presentada en París. La Liga de las Naciones, en concep-


to de su autor, el estadista eminente que ha salvado a la huma-
nidad de la catástrofe en que iban a perecer los principios univer-
sales de justicia, es "una asociación general, constituída sobre
convenios definitivos y leales, con el objeto de que los estados
grandes, al igual de los pequeños, se otorguen recíprocamente ga.
rantías para su independencia política y su integridad territo-
rial". Y el mismo Presidente Wilson estableció el4 dejulio de
1918, ante la tumba de Jorge Wáshington, como uno de los fines
por que luchaba la mayor parte de los pueblos del mundo "el
arreglo de toda cuestión, sea territorial, de soberanía, de conve·
niencia económica o de vinculación política, sobre la base de la
libre aceptación de téll arreglo por el pueblo al que afecta más di.
rectamente, y no sobn: la base del interés material o Il} ventaja
de cualquier,'l otrél nación o pueblo que pueda. desear un arreglo
distinto, a causa de su propia influencia o predominio exterior".
Palabras estas últimas que parecen dictadas para el caso especial
que nos ocupa y que invalidan cualquiera pretensión contra el de-
recho peruano.
Establecido con toda claridad el concepto del Perú ante la de·
manda presentada en París por el l'.'linistro Plenipotenciario de
. Bolivia, sólo resta que este último país, si anhela acercarse al
océano y poseer en toda amplitud los atributos de imperio y ju-
risdicción de todo estado ribereño, reivindique ante esa misma
Liga de las Naciones el territorio de que fué desposeído injusta-
mente. Ellitoral boliviano, unido hoy por vías férreas a centros
importantísimos deI desarrollo comercial y minero de dicha Repú-
blica, está en aptitud de prestar señalados servicios a la econo-
mía general de Bolivia, sin que este anhelo, de intensa repercusión
en el patriotismo boliviano, descanse ni en una utópica visión de
la realidad, ni-lo que sería más grave- en una temeraria aspira-
ción contra el derecho de los demás. Algunas declaraciones de la
r~ciente circular del señor Gutiérrez permiten suponer que no ha
- 123 -

estado muy lejos del ánimo de la Cancillería de La Paz este aspec.


to de la cuesti6n, ya que en dicho documento se afirma que Boli-
via •.no pretcnde élllquisiciones antojadizas", sino "la reinte-
gración de su derecho ", y que está muy lejos de su ánimo ambi-
cionar, como otros países" las heredades ajenas".
El Gobierno dcl I 'erû vería call gran satisfacción que el pro-
blema del Pacífico fuese contemplado por los estadistas de Boli-
via con el amplio sentido que acaba de exponer esta Cancillería, y
que es el único que puede dar satisfacción alleg-ítimo anhelo bq1i-
viano de reintegrar a su soberanía, cllitoral que le fué arrebata-
do por el execra hIc imperio de la conquista.
¡";ín'ase usted dar a las ideas expuestas en este documento la
más amplia publicidad ante la ilustrada opinión de ese Gohierno.
Dios g-uarde a ustt.·d,
ARTVRO GAIldA.

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