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Guatemala, la sin primavera...

Guatemala, mi país, mi nación, tan diversa, tan llena de personas con esperanza y
sueños. 
Es la Guatemala que mi abuelo me conto en sus años mozos como chiclero en
Petén el departamento que un día fue rico en flora y fauna lo único que podemos
encontrarnos en esta bella Guatemala es a peteneros de pura cepa aportando en
la construcción de la sociedad guatemalteca.
Un país con gente joven y con un clima excepcional, pero a la vez tan estratificada
porque le falta conocer su historia esa historia que un día mi abuelo me contaba
una y otra vez.
Es tan única y tan distinta, se concentra como un país multicultural la cual se
demuestra en la riqueza de idiomas, costumbres y tradiciones de los pueblos
nativos.
Son 4 pueblos con historias distintas marcadas por la discriminación, la
desigualdad, una guerra interna de 36 años de terror que vivieron los chapines y
de la cual hoy en día se sigue cargando esa pesadilla.
Es una Guatemala con su razón de ser debido a la división geográfica que se
remonta a muchos años atrás, es ahí donde juegan un papel importante la historia.
Guatemala está inmersa en una historia venida de tierras españolas, la historia de
nuestra región va más allá de una fecha de independencia o del descubrimiento
de América, tiene consigo años llenos de altibajos, dolor, discriminación y
desigualdades.
Nos hicieron creer que los mayas no eran un pueblo civilizado. Basta ver sus
edificaciones para saber lo inteligente que eran u observar el calendario maya u
admirarse por su exactitud. . Basta con leer un poco de historia y darse cuenta de
que los mayas fueron una civilización de las más avanzadas. Que su código es
complejo de escribir e interpretar, e impresiona por su alta complejidad. Hicieron
descubrimientos impresionantes en el arte, matemática, astronomía y medicina.
A lo pueblos nativos se les despojó de sus tierras y se les obligó a trabajar para
los conquistadores. Se les separó, se les mató, se les exterminó y se borró su
historia. Mucha sangre corrió por las tierras de Guatemala, hubo sufrimiento y
segregación. Los pueblos fueron divididos y para identificarlos se les impuso un
traje particular.  Lo que hoy mal llamamos “traje típico” que no tiene nada de típico.
Y es que prácticas de represión y discriminación racial aún persisten. Sí,
Guatemala posee una gran riqueza cultural, pero esa misma Guatemala también
es un país que discrimina a su propia gente. La discriminación lastima, hiere y
separa, separa familias, separa ideologías, separa lo más preciado el amor a la
patria.
El problema viene de una raíz muy fuerte. Una razón: el negar la historia, el negar
a nuestros ancestros “los indios”, el avergonzarnos de dónde venimos, el
desvalorizar su cosmovisión. Todo consiste en la falta de apreciación de nuestra
diversidad. El olvido ha servido para la desfragmentación de los lazos de
hermandad a interés de los poderosos. Se ha “ladinizado”.
Si conociéramos la historia, no habría razón de burlarse de alguien por su color de
piel, por usar traje regional/indumentaria maya o por hablar un idioma vernáculo.
“El amor a Guatemala” o a la patria no debería demostrarse sólo para el 15 de
septiembre, debe ser un proceso de acciones diarias desmontando prejuicios para
desnormalizar la discriminación y así lograr la unión de todos los grupos
representados en el país.
Porque somos un país diverso y multicultural pero fuertemente dividido. Donde
solo pocos sectores están representados en los puestos de poder y otros, y otros
como los pueblos indígenas y las mujeres, son excluidos. 
Guatemala necesita políticas públicas encaminadas al desarrollo de los
pueblos, que garanticen la participación de los pueblos indígenas, que promuevan
el respeto a su identidad y velen por el libre ejercicio pleno de sus derechos. Que
promueva su cultura, que se respeten sus territorios y se les incluya en las
decisiones nacionales.
Seguir con prácticas discriminatorias nos hace retroceder como sociedad. Es
necesario desmontar prejuicios que solamente nos separan, que seamos capaces
de reconocer de donde provenimos y que la historia sea de ayuda para
comprender el país en el que vivimos.

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