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Actual Terapias
Actual Terapias
En la actualidad la terapia familiar no centra solo en la terapia familiar, sino que también abarca el
tratamiento individual y de parejas.
Interacción diádica y tríadica Ya en sus años antropológicos en Nueva Guinea, Bateson propuso
una forma de clasificar las interacciones entre pares de personas (díadas) que ha seguido siendo
empleada hasta la actualidad, mostrando gran utilidad:
El ciclo vital de la familia en la psicología tradicional se considera el ciclo vital del individuo, desde
que nace (e incluso como feto) hasta su muerte. Pero el modelo sistémico se centra en la familia
como sistema que se transforma con el tiempo. Desde esta perspectiva, el ciclo vital más allá del
individuo. El ciclo vital de una familia se concibe como una serie de transiciones familiares en las
que ocurre una re-negociación de las reglas interaccionales. Para la familia más típica o normativa
(padre, madre, hijos) se describen las siguientes etapas: Cortejo: en esta etapa se da un ajuste
entre dos pautas de interacción, dos visiones del mundo, la de cada miembro de la pareja, que
representa en cierto modo el sistema de su familia de origen. 27 Primeros años de matrimonio: es
el tiempo en que se forma la alianza conyugal, se establecen las reglas de interacción (distribución
de tareas, roles, etc.), y se regula la relación con familias de origen de ambos cónyuges.
Nacimiento y primeros años de los hijos: se re-organizan las tareas y roles, empiezan a aparecer las
tríadas (alianzas, coaliciones), se re-definen las relaciones con "abuelos". Hijos en edad escolar: es
la etapa de la socialización de la familia, formación de rituales y se estipula la participación de los
hijos en las tareas familiares. Adolescencia y emancipación de los hijos: se requiere una re-
definición de la relación entre los padres y el joven adulto, supone también un cierto re-encuentro
de la pareja, al mismo tiempo que se convierten en cuidadores de sus familias de origen. Retiro y
vejez: una vez los hijos han creado sus propias familias se produce el llamado síndrome de "nido
vacío", los padres deben re-organizar su vida en tareas no laborales, y con la edad pasan de ser
cuidadores a precisar cuidados. Es claro, que estas etapas hablan de generalidades que hay que
ajustar a cada familia en concreto. De hecho, cada día son menos las familias tradicionales y más
variadas las formas de convivencia familiar. Algunas de estas variaciones del ciclo vital normativo
deben tener en cuenta situaciones como el divorcio (y las familias reconstituidas), las familias
monoparentales, la adopción, las parejas inter-étnicas, las parejas homosexuales y, por supuesto,
la muerte, la enfermedad y el duelo. En cualquier caso, lo que debe quedar claro es que el modelo
sistémico intenta contextualizar el problema en el momento del ciclo vital que se produce, e
investigar si cumple alguna función para estabilizar el sistema ante la transición vital que
corresponda. Por ejemplo, un joven adulto que tiene un problema serio (psicosis, drogas, etc.)
puede congelar el ciclo vital y hacer que los padres tengan que seguir haciendo de padres,
impidiendo el avance del ciclo de vida a la fase en la que él sale de casa y forma una nueva familia.
Hoy en día existen algunas escuelas que adoptan el modelo de la terapia sistémica.
Existen algunos estudios que se han realizado para comprobar la eficacia de la terapia sistémica.
En México existen pocos estudios sobre investigación en terapia familiar. En una revisión se
encontró únicamente seis estudios sobre terapia familiar basada en evidencias, que corresponden
al 5% del total de artículos publicados en una década, lo cual contrasta notablemente por los
estudios producidos en el Reino Unido (29%) y los Estados Unidos de América (26%).
Sin embargo, existe una larga tradición de investigación acerca del funcionamiento familiar con
diversas poblaciones, el desarrollo de instrumentos psicométricos de aplicación clínica, aunque no
se relacionan directamente con las tradiciones de estudio para conocer el funcionamiento y la
efectividad de la psicoterapia. Una notable excepción la constitiyen los estudios sobre los equipos
de reflexión, cuyo uso está muy extendido en contextos clínicos, de entrenamiento y supervisión.
En los veinte últimos años ha habido un intento riguroso -el más serio de los emprendidos hasta el
momento- para evaluar la eficacia de las terapias psicológicas. Ya no se trata de determinar la
validez de las psicoterapias en su conjunto o como aplicación a problemas psicológicos
inespecíficos, como se había hecho en las décadas anteriores (por ejemplo, Smith, Glass y Miller,
1980), sino de evaluar tratamientos eficaces para trastornos concretos en muestras clínicas
claramente especificadas (Barlow, 1994; Chambless y Hollon, 1998). Así, cuando alguien afirma
que una terapia es eficaz, hay que preguntarse en qué datos se basa para afirmarlo y cuáles son las
pruebas que lo respaldan, ya que los niveles de evidencia no son siempre iguales.
Las investigaciones clínicas, dotadas de gran validez interna, permiten determinar el alcance
terapéutico de un programa de intervención, es decir, su grado de eficacia. De este modo, se
puede saber si los cambios observados en la variable dependiente son atribuibles al tratamiento y
no a otras circunstancias (paso del tiempo, remisión espontánea, etcétera). Otra cosa es, sin
embargo, la efectividad de dicho programa en la práctica clínica habitual, que es lo que le confiere
la validez externa o ecológica. Un tratamiento deja de ser eficaz para convertirse en efectivo
cuando se pueden generalizar los resultados obtenidos en la investigación -sometida a un riguroso
control y en condiciones óptimas- a las situaciones clínicas reales (Becoña, 1999) (tabla 6). La
psicología clínica basada en la evidencia está sujeta a diversas limitaciones: las diferencias de
rendimiento de los terapeutas con una misma terapia, la variación de la gravedad de los pacientes
con un mismo diagnóstico o la inexistencia de pacientes con un único diagnóstico puro (la
comorbilidad es la norma, no la excepción), sin olvidar que distintos tipos de tratamientos pueden
ser igualmente efectivos en un mismo cuadro clínico (sólo que para distintos perfiles de pacientes)
(Bados, et al., 2002; Becoña, 1999; Echeburúa y Corral, 2001).
Los terapeutas conductuales siempre han sido muy abiertos a la experimentación y la inclusión de
técnicas de otros campos, de ahí que la innovación con nuevas tecnologías no haya tardado en
llegar. Entre los ejemplos más conocidos:
En los últimos tiempos se viene notando un renovado interés por la investigación rigurosa de la
eficacia de las intervenciones clínicas (tratamientos psicológicos con apoyo empírico), en algunos
de los principales centros de producción y divulgación tecnológica mundial. En todos los casos, las
pesquisas han mostrado que no todas las terapias existentes en el mercado tienen el mismo grado
de eficacia ni la misma posibilidad de ser científicamente validadas. Asimismo, se advierte una
predominancia cercana al setenta por ciento de los tratamientos conductuales, conductual-
cognitivas o cognitivo-conductuales como ingenierías confiables y recomendables para solucionar
diversos problemas psicológicos. Utilizo aquí la distinción que hace Anicama (1991) entre
intervenciones conductual-cognitivas y cognitivo-conductuales, en razón de su cercanía mayor o
menor con el método y la teoría conductual clásica.
Al presente también hay un movimiento que viene ocupándose de estudiar el impacto de las
relaciones terapéuticas sobre la eficacia de los tratamientos. Todo eso lleva a fijar el foco de
atención sobre los procedimientos que distinguen y cualifican a la ciencia conductual en sus
aplicaciones clínicas, tanto en lo que se refiere a su integración entre el análisis experimental y
funcional como en lo que respecta a su particular concepción de la «alianza terapéutica».
Consecuentemente, en esta comunicación se presenta una idea acerca del estado actual de la
tecnología clínica disponible desde las distintas vertientes conductuales, su metodología estándar
de evaluación y los quehaceres de la labor intraconsulta que son característicos al ejercicio
psicoterapéutico individual.
Para ilustrar lo dicho hay que entender que el entroncamiento fundamental entre las variadas
tecnologías conductuales, conductual-cognitivas y cognitivo-conductuales se dan en función a su
nivel de complejidad, pero sus principios básicos son los mismos, de tal manera que los niveles
pueden ordenarse jerárquicamente. Así, en el nivel más bajo las técnicas de modificación de
conducta operante y respondiente suelen aplicarse a problemas motores, verbales o afectivos de
orden elemental desde una posición ambientalista. En el siguiente plano, las técnicas de
condicionamiento encubierto (también operante y respondiente) se aplican a dificultades de
discurso lingüístico privado y de respuestas sensoriales, desde una posición organocéntrica. Más
arriba en la jerarquía, las técnicas de autorregulación se valen de los mismos principios y
procedimientos anteriores para subsumirlos y articularlos en procedimientos de autocontrol y
manejo de contingencias a cargo del propio individuo.
En el nivel superior se hace posible incorporar todos los anteriores escalones de la jerarquía al
servicio de estrategias autoinstruccionales de solución de problemas, de reestructuración
cognitiva y de uso paradójico. Sea que lo reconozcan explícitamente o no, lo cierto es que
principios tales como el reforzamiento (en todas sus modalidades), el castigo, la extinción, el
modelado, el contracondicionamiento, el uso de la práctica dirigida y la exposición a la situación
estimular como métodos de intervención, siguen presentes en los procedimientos más
«cognitivos». Aunque no esté claro cómo operan exactamente dichos principios en los tres últimos
niveles (será cuestión de tiempo esclarecerlo), es evidente la bondad de su práctica terapéutica
Como se puede ver, hay un concurso paralelo de las dos grandes orientaciones ya existentes desde
la década del 70 al 80: la conductual y la cognitiva, pero con un mayor despliegue de modelos
técnicos nuevos a cargo de la segunda de ellas, sobre todo en los últimos años. Debe indicarse que
aquellos desarrollos indicados en las primeras décadas siguen vigentes actualmente, aunque con
evoluciones. Aparte de eso hay otros desarrollos recientes que podrían considerarse «más
híbridos» aun, si cabe el término, porque pretenden integrarse con orientaciones gestálticas y
rogerianas, como la Psicoterapia Vivencial de Greenberg, Rice y Elliot, la Terapia Cognitiva
Interpersonal de Safran y Segal (también considerada en el informe de la APA como una terapia
con apoyo empírico), y la Terapia Centrada en los Esquemas de Young. También se va delineando
la Terapia por Hipnosis Despierta, de Capafons, que tiene que ver más con las secuelas del análisis
conductual aplicado.
La TCC le puede ayudar a cambiar la forma cómo piensa ("cognitivo") y cómo actúa ("conductual")
y estos cambios le pueden ayudar a sentirse mejor. A diferencia de algunas de las otras "terapias
habladas", la TCC se centra en problemas y dificultades del "aquí y ahora". En lugar de centrarse
en las causas de su angustia o síntomas en el pasado, busca maneras de mejorar su estado anímico
ahora
En suma, en la década del 2000-2010 parecen afirmarse los siguientes modelos de trabajo
psicoterapéutico:
1. Modificación de conducta (Análisis conductual aplicado).
2. Terapias conductual-cognitivas y cognitivo-conductuales (incluyendo la multimodal).
3. Terapia paradigmática.
4. Análisis contingencial.
5. Psicoterapia analítica funcional.
6. Terapia contextual (de aceptación y compromiso).
7. Terapia de conducta dialéctica.
8. Terapias constructivistas.
2- Técnicas de exposición
Ante un estímulo que causa temor, como se da en el caso de las fobias, esta clase de técnicas
busca exponer al individuo a ese estímulo problemático y generador de ansiedad de un modo
sistemático y adaptado. De esta forma, el paciente irá controlando sensación de malestar y,
finalmente, hará desaparecer sus miedos. Existen varios tipos de exposición:
- Exposición en vivo.
- Exposición en imaginación.
- Exposición simbólica.
5- Técnicas cognitivas
Este último grupo de técnicas está centrado en modificar el pensamiento del paciente y las
interpretaciones que éste realiza de los posibles estímulos causantes de su malestar o conducta
perjudicial. Las técnicas cognitivas más conocidas son:
- Reestructuración cognitiva.
- Detención o parada del pensamiento.
- Técnicas de distracción.
Existe un amplio abanico de Terapias Cognitivo Conductuales en función de las diversas técnicas
adecuadas a cada problemática. No obstante, los psicólogos suelen llevar a cabo una serie de
procedimientos generales cuando emplean la Terapia Cognitivo Conductual.
En primer lugar, y tras haber realizado las entrevistas correspondientes, los psicoterapeutas
enseñan a los pacientes a reconocer aquellos pensamientos relacionados con la conducta
problema. Son los llamados pensamientos disfuncionales. Para ello, normalmente se le pide al
sujeto un registro diario en el que anote todo lo que piensa antes, durante y después de haber
llevado a cabo las conductas sobre las que vamos a trabajar. Este registro facilita la posterior
reflexión acerca de esos pensamientos típicamente irracionales e invita al paciente a cuestionarse
las creencias perjudiciales que tiene y a detectar cuándo, cómo y porqué están influyendo en su
vida.
El papel del psicoterapeuta es crucial en este punto de la terapia, pues a través de un modelo de
comunicación basado en el diálogo socrático, el profesional ayuda al individuo
dándole feedback del registro, por sí mismo, sea capaz de detectar los esquemas cognitivos que
rigen su pensamiento y que han favorecido la aparición de conductas negativas. El paciente no
llegará a las conclusiones que le harán avanzar en el proceso terapéutico siendo guiado por el
psicólogo. El psicoterapeuta no tiene la función de guía, sino que la evolución terapéutica se
conseguirá a través de preguntas y comentarios enfocados en destacar palabras del propio
paciente que le conducirán, finalmente, a una mayor profundización sobre sus actos.
Una vez conseguido ese objetivo, pasamos a la segunda parte de la Terapia Cognitivo Conductual.
Durante las próximas sesiones, psicólogo y paciente definirán y establecerán conjuntamiente una
serie de metas. Para alcanzarlas, es necesario que el psicoterapeuta proporcione al cliente ciertas
estrategias, elegidas en función de las características personales del paciente y de su conducta
problema. Luego, sesión tras sesión se hará un seguimiento de los progresos del cliente para que,
en caso de que las estrategias no resulten efectivas, el psicólogo introduzca los cambios
pertinentes en el programa de intervención.
Para ser más concisos, las comprobaciones a través del método científico pretenden aclarar que la
mejoría de los individuos que realizan Terapia Cognitivo Conductual se debe, en efecto, a la
aplicación de esta psicoterapia, y no a otras variables. Esto no quiere decir que el 100% de las
personas que reciban tratamiento psicoterapéutico mediante este tipo de terapia consiga resolver
sus problemas, pues existe un cierto margen de error, pero el porcentaje será muy elevado.
Además, el éxito terapéutico puede ser traducido a criterios objetivos y observables, como pudiera
ser, en un caso de adicción al tabaco, haber dejado de fumar o no. La Terapia Cognitivo
Conductual siempre ha prestado especial cuidado a la hora de fijar las metas terapéuticos, las
cuales han de ser claras y precisas para facilitar su medición y poder determinar posteriormente su
eficacia mediante el método científico.
Dentro del paradigma cognitivo-conductual son múltiples los tratamientos, terapias y técnicas que
pueden utilizarse de cara a producir una mejoría al paciente. Muchas de ellas son técnicas surgidas
del conductismo a las cuales se les han añadido elementos cognitivos.
A pesar de la gran eficacia de estas técnicas en el tratamiento de los síntomas de los trastornos y
problemas mentales, las técnicas de tipo cognitivo-conductual tienen una serie de
limitaciones que hace que no siempre sean efectivas.
En primer lugar destaca el hecho de que si bien tienen en cuenta el pasado a la hora de recabar
información para entender la problemática actual, las técnicas cognitivo-conductuales se centran
en el aquí y el ahora no haciendo a nivel terapéutico demasiado hincapié en lo ya ocurrido que
pueda haber provocado la conducta desadaptativa.
Si bien estas técnicas son de gran utilidad para tratar el síntoma actual, en su mayoría detrás de un
trastorno mental se encuentra un profundo sufrimiento producido por bloqueos o eventos
experimentados durante largo tiempo y que puede acabar generando el trastorno. Si el origen de
dicho sufrimiento no es tratado y el paciente no es capaz de hacerle frente, el trastorno podría
llegar a reaparecer.
También destaca el hecho de que estas técnicas por norma general pretenden erradicar lo que
genera malestar, pero en el proceso no es infrecuente que se generen comportamientos rígidos
que a su vez pueden provocar otros problemas de adaptación.
Además, algunos estudios han reflejado que muchos pacientes sienten que este tipo de terapia no
tiene en cuenta su padecimiento, sintiéndose incomprendidos y habiendo casos de poca
adherencia al tratamiento y abandono de éste. Por estos motivos han surgido otras terapias como
las de tercera generación y otras provenientes de otros paradigmas.
- Revista Argentina de Clínica Psicológica, vol. XIX, núm. 3, noviembre, 2010, pp. 247-256
- Travé Martínez, Javier; Pousa Tomàs, Esther EFICACIA DE LA TERAPIA COGNITIVO-
CONDUCTUAL EN PACIENTES CON PSICOSIS DE INICIO RECIENTE: UNA REVISIÓN Papeles
del Psicólogo, vol. 33, núm. 1, enero-abril, 2012
- Beck, A., Rush, A. J., Shaw, B. F., & Emery, G. (2010). Terapia cognitiva de la depresión (19ª
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- Begoña Albalat Peraita, Aplicación de nuevas tecnologías en la terapia conductual,
CIENCIAS DE LA SALUD, 2018
- http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:http://www.terapia-
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juego/clase1/Fundamentos_de_Ter_de_Juego_Cap_17.pdf&gws_rd=cr&ei=55TMWKr8BIq
gjwT3wr7QDA
- http://elpsicoasesor.com/uso-del-juego-en-psicoterapia-cognitivo-conductual/
- Almendro, M.T. (2012). Psicoterapias. Manual CEDE de Preparación PIR, 06. CEDE: Madrid.