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SISTEMICO

En la actualidad la terapia familiar no centra solo en la terapia familiar, sino que también abarca el
tratamiento individual y de parejas.

Interacción diádica y tríadica Ya en sus años antropológicos en Nueva Guinea, Bateson propuso
una forma de clasificar las interacciones entre pares de personas (díadas) que ha seguido siendo
empleada hasta la actualidad, mostrando gran utilidad:

1. La interacción complementaria se basa en la aceptación, y a menudo disfrute, de la diferencia


entre la posición superior (no nos referimos a superioridad en el sentido convencional) de un
miembro y la inferior del otro. Las conductas que intercambian son diferentes pero encajan. Por
ejemplo, uno ordena y el otro obedece, uno pide consejo o ayuda, y el otro la proporciona, uno
cuida y el otro busca ser cuidado, uno toma la iniciativa y el otro le sigue. Pueden darse estos
patrones entre padres e hijos, maestros y alumnos, médicos y enfermos, y en las parejas (entre
otros).

2. En la interacción simétrica, los participantes tienden a situarse en el mismo nivel, a mantenerse


en igualdad. Cualquiera de los dos puede ofrecer consejo, tomar la iniciativa, etc. Generalmente,
estos patrones no son rígidos sino que evolucionan o varían en función de los contextos o el
estadio de desarrollo de los interactuantes. Por ejemplo, la relación entre un jefe y su subordinado
es complementaria en el trabajo, pero puede ser simétrica mientras toman un café y hablan de
fútbol. Asimismo, la relación entre un niño y sus padres empieza siendo muy complementaria (no
podía ser de otra forma, lo alimentan, lo visten, deciden todo en su vida) pero con el tiempo esto
tiene que variar a medida que el niño va creciendo. De tal forma, que cuando los padres son
mayores, el hijo adopta el papel de cuidador y se invierten, progresivamente, los papeles.

El peligro de la complementariedad es que se vuelva rígida. Que la diferencia entre la posición


superior y la inferior no evolucione e impida, así, el desarrollo del que se encuentra “abajo”. En las
relaciones simétricas se puede dar la cooperación e incluso pequeñas alternancias de
interacciones complementarias breves (con alternancia también en la posición de ambos
miembros) pero el peligro de la simetría es la escalada. Si uno de los dos empieza a hacer
movimientos en los que se sitúa “por encima” del otro, por ejemplo dar instrucciones u órdenes,
de forma que no permite cierta alternancia o negociación como sería propio de una situación de
igualdad, ello resulta inaceptable y supone una provocación irresistible para el otro. De hecho,
cada mensaje de este tipo estimula una respuesta similar en el otro, en un patrón que se conoce
como escalada simétrica. Si las consideramos tal cual, las escaladas simétricas son un patrón
interaccional que en sí mismo lleva a la disolución de la díada o su destrucción. En efecto, se dan
algunos casos en los que este tipo de interacción lleva a que un cónyuge mate al otro. En la escena
internacional, 26 es común ver como el intercambio de amenazas termina con la guerra. Pero
también existen muchas díadas que conviven con la escalada simétrica, y el conflicto que conlleva,
durante años. A menudo en la clínica se ven no sólo las situaciones caracterizadas por la rigidez
(escaladas simétricas sangrantes, complementariedades rígidas), sino también otras caracterizadas
por la inestabilidad. Es lo que se conoce como simetría inestable, situación en la que uno suele
imponerse al otro pero el otro no se acaba de conformar y lucha por mantener su posición. Es
decir, un patrón continuado que no cristaliza en una relación simétrica En estas situaciones
conflictivas lo más común es correr en busca de terceros que sirvan de aliados. Por eso,
habitualmente se dice que se precisa de un tercero para formar un sistema. Las díadas
acostumbran a articularse en función de un tercero. Y en una familia los candidatos más probables
son los hijos, pero también puede ser el perro, el televisor, Internet, un amante, el trabajo, la
suegra, etc. En la terminología sistémica, se distingue entre alianzas, las proximidades naturales
entre miembros de la familia (por ej., el padre y el hijo disfrutan viendo el fútbol mientras la
madre no), y coaliciones (asociaciones entre miembros en contra de otro). Éstas suelen ser
negadas a nivel explícito (aunque todos saben que existen) y no son aparentes a los ojos de un
observador. Cuando la coalición implica reclutar a uno de los hijos en contra del otro progenitor,
se conoce como triangulación, y suele tener efectos perjudiciales para el hijo en cuestión puesto
que gran parte de su energía se dedica al conflicto parental, en lugar de dedicarla a afrontar los
retos evolutivos de su propia vida.

El ciclo vital de la familia en la psicología tradicional se considera el ciclo vital del individuo, desde
que nace (e incluso como feto) hasta su muerte. Pero el modelo sistémico se centra en la familia
como sistema que se transforma con el tiempo. Desde esta perspectiva, el ciclo vital más allá del
individuo. El ciclo vital de una familia se concibe como una serie de transiciones familiares en las
que ocurre una re-negociación de las reglas interaccionales. Para la familia más típica o normativa
(padre, madre, hijos) se describen las siguientes etapas: Cortejo: en esta etapa se da un ajuste
entre dos pautas de interacción, dos visiones del mundo, la de cada miembro de la pareja, que
representa en cierto modo el sistema de su familia de origen. 27 Primeros años de matrimonio: es
el tiempo en que se forma la alianza conyugal, se establecen las reglas de interacción (distribución
de tareas, roles, etc.), y se regula la relación con familias de origen de ambos cónyuges.
Nacimiento y primeros años de los hijos: se re-organizan las tareas y roles, empiezan a aparecer las
tríadas (alianzas, coaliciones), se re-definen las relaciones con "abuelos". Hijos en edad escolar: es
la etapa de la socialización de la familia, formación de rituales y se estipula la participación de los
hijos en las tareas familiares. Adolescencia y emancipación de los hijos: se requiere una re-
definición de la relación entre los padres y el joven adulto, supone también un cierto re-encuentro
de la pareja, al mismo tiempo que se convierten en cuidadores de sus familias de origen. Retiro y
vejez: una vez los hijos han creado sus propias familias se produce el llamado síndrome de "nido
vacío", los padres deben re-organizar su vida en tareas no laborales, y con la edad pasan de ser
cuidadores a precisar cuidados. Es claro, que estas etapas hablan de generalidades que hay que
ajustar a cada familia en concreto. De hecho, cada día son menos las familias tradicionales y más
variadas las formas de convivencia familiar. Algunas de estas variaciones del ciclo vital normativo
deben tener en cuenta situaciones como el divorcio (y las familias reconstituidas), las familias
monoparentales, la adopción, las parejas inter-étnicas, las parejas homosexuales y, por supuesto,
la muerte, la enfermedad y el duelo. En cualquier caso, lo que debe quedar claro es que el modelo
sistémico intenta contextualizar el problema en el momento del ciclo vital que se produce, e
investigar si cumple alguna función para estabilizar el sistema ante la transición vital que
corresponda. Por ejemplo, un joven adulto que tiene un problema serio (psicosis, drogas, etc.)
puede congelar el ciclo vital y hacer que los padres tengan que seguir haciendo de padres,
impidiendo el avance del ciclo de vida a la fase en la que él sale de casa y forma una nueva familia.

Hoy en día existen algunas escuelas que adoptan el modelo de la terapia sistémica.
Existen algunos estudios que se han realizado para comprobar la eficacia de la terapia sistémica.
En México existen pocos estudios sobre investigación en terapia familiar. En una revisión se
encontró únicamente seis estudios sobre terapia familiar basada en evidencias, que corresponden
al 5% del total de artículos publicados en una década, lo cual contrasta notablemente por los
estudios producidos en el Reino Unido (29%) y los Estados Unidos de América (26%).
Sin embargo, existe una larga tradición de investigación acerca del funcionamiento familiar con
diversas poblaciones, el desarrollo de instrumentos psicométricos de aplicación clínica, aunque no
se relacionan directamente con las tradiciones de estudio para conocer el funcionamiento y la
efectividad de la psicoterapia. Una notable excepción la constitiyen los estudios sobre los equipos
de reflexión, cuyo uso está muy extendido en contextos clínicos, de entrenamiento y supervisión.

El propósito de este trabajo es presentar un panorama sobre el desarrollo de la investigación


empírica en la terapia familiar. Por lo cual, se abordan las tradiciones de investigación en
psicoterapia, a saber, los estudios sobre los resultados, los procesos y el progreso. Estas
tradiciones han ido generando nuevas tendencias de indagación, como son los estudios sobre los
factores comunes y específicos, la efectividad y la eficacia de la terapia y el intento de validar
empíricamente los tratamientos. Después de varias décadas de investigación, se ha demostrado
que la terapia familiar es eficaz y efectiva. Sin embargo, los mecanismos mediante los cuales se
produce el cambio son aún fuente de intenso debate e investigación.

Dentro del campo de la investigación en psicoterapia se han clasificado tres tradiciones


principales, que dominaron el panorama durante las décadas de los setentas y ochentas: los
estudios sobre los resultados, los procesos y el progreso en la terapia La investigación sobre los
resultados se define como el grupo de estudios que intentan determinar si los clientes mejoran
significativamente desde el inicio hasta el final de la terapia. Sin embargo, la evaluación precisa de
esta mejoría clínica continúa siendo un área problemática en la indagación sobre los resultados y
el proceso terapéutico. Tradicionalmente la evaluación de los resultados ha involucrado distintas
perspectivas:

1) desde el punto de vista del cliente,


2) desde la perspectiva del terapeuta, o
3) desde el enfoque de un evaluador independiente, entre los que se incluyen a entrevistadores
clínicos, terapeutas en entrenamiento y supervisores clínicos.

Se han considerado diferentes dimensiones (listado de síntomas, aspectos de la personalidad,


funcionamiento social) y medidas generales sobre los resultados. Esta última categoría abarca
indicadores objetivos como las pruebas psicométricas estandarizadas, escalas e informes de datos
epidemiológicos, como por ejemplo: los días de hospitalización. Un cambio importante es el
criterio utilizado para determinar los resultados, que ha pasado de una norma de significancia
estadística a una significancia clínica. La significancia clínica se determina estableciendo un criterio
de referencia basado en la ausencia de síntomas de un grupo de no pacientes. Resulta interesante
que las categorías de significancia clínica son comparables a los resultados obtenidos mediante
escalas que utilizan categorías como: “curado”, “muy mejorado”, “moderamente mejorado” o “sin
cambio”. Usando estas categorías, aproximadamente un tercio de los clientes fueron considerados
curados al final de la psicoterapia en varios estudios que relacionaron los resultados y el proceso
Durante la útima década, las tendencias de la investigación sobre los resultados muestran una
gran diversidad. Se desarrolló una medida génerica multidimensional para evaluar en los clientes
su capacidad de resolver problemas, como un párametro de resultados terapéuticos. Una revisión
meta-analítica más reciente sobre tres estudios sugiere que monitorear formalmente el progreso
del cliente tiene un impacto significativo en los resultados. Otro estudio sugiere que existen varios
factores que favorecen y que obstaculizan la utilización de medidas de resultado en los escenarios
clínicos por parte de los terapeutas. La tendencia en la evaluación de los resultados del
tratamiento con niños y adolescentes ha sido examinar el impacto de la intervención para la
reducción de síntomas o diagnósticos.

En la actualidad, la investigación sobre los resultados de la psicoterapia se halla en una fase de


integración con la tradición de investigación sobre los procesos, la denominada investigación de
resultado-proceso, en particular con los factores comunes. Además existe un cuerpo creciente de
estudios empíricos sobre resultados de modelos integrativos en psicoterapia, entre los que se
incluyen: integración de psicofarmacología con psicoterapia e integración de diversas modalidades
y formatos de tratamiento. También la investigación sobre resultados se centra en el impacto de la
terapia, especialmente en la vida y la personalidad de los clientes. A partir de esta tradicion de
investigación ha surgido un movimiento de validación de las psicoterapias que se ha extendido
más allá del ámbito académico y que ha sido utilizado por lo sistemas de salud en varios países.

Técnicas habituales de la Terapia Sistémica


Para resolver el conflicto que presentan los pacientes, los psicólogos que trabajan con técnicas
de terapia sistémica deben de recrear una especie de mapa familiar y las distintas formas de
interconexión entre los miembros, utilizando una gran variedad de herramientas, entre ellas las
más utilizadas son:

- Sesiones en las que se realizan preguntas circulares para una indagación sistémica sobre la


situación.
- Introducción de nuevas pautas y elementos a través de las preguntas milagro, en las que
se pide a la familia que exprese como sería la relación si de repente se obrara un milagro y
el problema desapareciera.
- Inducción a la búsqueda de excepciones en las que la interacción ha sido positiva, o en las
que las actitudes y reacciones han sido diferentes, para centrar la atención en esas
circunstancias y poder fomentarlas.
- Trabajos de reformulación positiva, transformando la carga negativa con la que han
etiquetado al miembro de la familia que “genera” el problema. De ésta manera, el
problema del hijo rebelde, puede estar generado por la intención de sacar a sus padres de
una situación conflictiva diferente, lo que redefinirá el tipo de relación y anularía la
etiqueta negativa.
- Terapia breve estratégica, centrada en diagnosticar el problema y resolverlo sin modificar
las estructuras familiares. El psicólogo observa el tipo de comunicación que existe entre
los miembros, los grados de jerarquía y otras informaciones necesarias para perfilar un
objetivo, tras lo cual se pasa a la intervención marcando diferentes pautas.

- Díaz Oropeza, Ismael Fernando LA INVESTIGACIÓN EN TERAPIA FAMILIAR En-claves del


Pensamiento, vol. VI, núm. 11, enero-junio, 2012
- EN-CLAVES del pensamiento, año VI, núm. 11, enero-junio 2012,
- De la Torre, G., Di Carlo, E., Florido, A., Opazo, H., Ramírez, C., Rodríguez, P., Sánchez, A.,
&Tirado, J. Teoría Fundamentada o Grounded Theory. Recuperado em 21 de septiembre,
2010
- García Martínez, Felipe E. (comp.) G Terapia sistémica breve. Fundamentos y
aplicaciones / Compilacion: Felipe E. García Martínez. -- Santiago : RIL editores, 2013.
TCC

En los veinte últimos años ha habido un intento riguroso -el más serio de los emprendidos hasta el
momento- para evaluar la eficacia de las terapias psicológicas. Ya no se trata de determinar la
validez de las psicoterapias en su conjunto o como aplicación a problemas psicológicos
inespecíficos, como se había hecho en las décadas anteriores (por ejemplo, Smith, Glass y Miller,
1980), sino de evaluar tratamientos eficaces para trastornos concretos en muestras clínicas
claramente especificadas (Barlow, 1994; Chambless y Hollon, 1998). Así, cuando alguien afirma
que una terapia es eficaz, hay que preguntarse en qué datos se basa para afirmarlo y cuáles son las
pruebas que lo respaldan, ya que los niveles de evidencia no son siempre iguales.

Las investigaciones clínicas, dotadas de gran validez interna, permiten determinar el alcance
terapéutico de un programa de intervención, es decir, su grado de eficacia. De este modo, se
puede saber si los cambios observados en la variable dependiente son atribuibles al tratamiento y
no a otras circunstancias (paso del tiempo, remisión espontánea, etcétera). Otra cosa es, sin
embargo, la efectividad de dicho programa en la práctica clínica habitual, que es lo que le confiere
la validez externa o ecológica. Un tratamiento deja de ser eficaz para convertirse en efectivo
cuando se pueden generalizar los resultados obtenidos en la investigación -sometida a un riguroso
control y en condiciones óptimas- a las situaciones clínicas reales (Becoña, 1999) (tabla 6). La
psicología clínica basada en la evidencia está sujeta a diversas limitaciones: las diferencias de
rendimiento de los terapeutas con una misma terapia, la variación de la gravedad de los pacientes
con un mismo diagnóstico o la inexistencia de pacientes con un único diagnóstico puro (la
comorbilidad es la norma, no la excepción), sin olvidar que distintos tipos de tratamientos pueden
ser igualmente efectivos en un mismo cuadro clínico (sólo que para distintos perfiles de pacientes)
(Bados, et al., 2002; Becoña, 1999; Echeburúa y Corral, 2001).

Los terapeutas conductuales siempre han sido muy abiertos a la experimentación y la inclusión de
técnicas de otros campos, de ahí que la innovación con nuevas tecnologías no haya tardado en
llegar. Entre los ejemplos más conocidos:

- Uso de la realidad virtual: en especial para el tratamiento de trastornos de ansiedad como


las fobias específicas. La realidad virtual se ha empleado para construir escenarios que
permitan la aplicación de intervenciones basadas en exposición, una terapia clásica dentro
del conductismo.
- Terapias digitales online: ya hay terapias cognitivo conductuales para trastornos
específicos que están automatizadas en la mayor parte del proceso. Puede parecer
contraproducente en una ciencia tan humanista como la psicología, pero los adelantos
actuales permiten la creación de softwares muy potentes con características como la
monitorización en tiempo real de parámetros de actividad, la posibilidad de incluir
elementos multimedia y la gamificación del proceso, que facilita la entrega de
recompensas.
- Digitalización de los autorregistros conductuales: este instrumento usado para profundizar
en el conocimiento de la conducta, tradicionalmente realizado en lápiz y papel, ha pasado
a poder hacerse a través de aplicaciones diseñadas con ese fin. Esta tecnología ha sido
especialmente útil para la evaluación ecológica momentánea (EMA), que permite al
evaluador solicitar un registro conductual en tiempo real.
- Aplicaciones que permiten una conexión más directa y constante con el terapeuta: hay
trastornos, como la adicción, en que la accesibilidad al terapeuta es clave en momentos de
crisis. Se han creado aplicaciones, como pala-linq, que monitorizan varios parámetros de
actividad de la persona y también facilitan la conexión con el terapeuta y con otros
miembros de la red de apoyo del paciente.

En los últimos tiempos se viene notando un renovado interés por la investigación rigurosa de la
eficacia de las intervenciones clínicas (tratamientos psicológicos con apoyo empírico), en algunos
de los principales centros de producción y divulgación tecnológica mundial. En todos los casos, las
pesquisas han mostrado que no todas las terapias existentes en el mercado tienen el mismo grado
de eficacia ni la misma posibilidad de ser científicamente validadas. Asimismo, se advierte una
predominancia cercana al setenta por ciento de los tratamientos conductuales, conductual-
cognitivas o cognitivo-conductuales como ingenierías confiables y recomendables para solucionar
diversos problemas psicológicos. Utilizo aquí la distinción que hace Anicama (1991) entre
intervenciones conductual-cognitivas y cognitivo-conductuales, en razón de su cercanía mayor o
menor con el método y la teoría conductual clásica.

Al presente también hay un movimiento que viene ocupándose de estudiar el impacto de las
relaciones terapéuticas sobre la eficacia de los tratamientos. Todo eso lleva a fijar el foco de
atención sobre los procedimientos que distinguen y cualifican a la ciencia conductual en sus
aplicaciones clínicas, tanto en lo que se refiere a su integración entre el análisis experimental y
funcional como en lo que respecta a su particular concepción de la «alianza terapéutica».
Consecuentemente, en esta comunicación se presenta una idea acerca del estado actual de la
tecnología clínica disponible desde las distintas vertientes conductuales, su metodología estándar
de evaluación y los quehaceres de la labor intraconsulta que son característicos al ejercicio
psicoterapéutico individual.

Para ilustrar lo dicho hay que entender que el entroncamiento fundamental entre las variadas
tecnologías conductuales, conductual-cognitivas y cognitivo-conductuales se dan en función a su
nivel de complejidad, pero sus principios básicos son los mismos, de tal manera que los niveles
pueden ordenarse jerárquicamente. Así, en el nivel más bajo las técnicas de modificación de
conducta operante y respondiente suelen aplicarse a problemas motores, verbales o afectivos de
orden elemental desde una posición ambientalista. En el siguiente plano, las técnicas de
condicionamiento encubierto (también operante y respondiente) se aplican a dificultades de
discurso lingüístico privado y de respuestas sensoriales, desde una posición organocéntrica. Más
arriba en la jerarquía, las técnicas de autorregulación se valen de los mismos principios y
procedimientos anteriores para subsumirlos y articularlos en procedimientos de autocontrol y
manejo de contingencias a cargo del propio individuo.

En el nivel superior se hace posible incorporar todos los anteriores escalones de la jerarquía al
servicio de estrategias autoinstruccionales de solución de problemas, de reestructuración
cognitiva y de uso paradójico. Sea que lo reconozcan explícitamente o no, lo cierto es que
principios tales como el reforzamiento (en todas sus modalidades), el castigo, la extinción, el
modelado, el contracondicionamiento, el uso de la práctica dirigida y la exposición a la situación
estimular como métodos de intervención, siguen presentes en los procedimientos más
«cognitivos». Aunque no esté claro cómo operan exactamente dichos principios en los tres últimos
niveles (será cuestión de tiempo esclarecerlo), es evidente la bondad de su práctica terapéutica
Como se puede ver, hay un concurso paralelo de las dos grandes orientaciones ya existentes desde
la década del 70 al 80: la conductual y la cognitiva, pero con un mayor despliegue de modelos
técnicos nuevos a cargo de la segunda de ellas, sobre todo en los últimos años. Debe indicarse que
aquellos desarrollos indicados en las primeras décadas siguen vigentes actualmente, aunque con
evoluciones. Aparte de eso hay otros desarrollos recientes que podrían considerarse «más
híbridos» aun, si cabe el término, porque pretenden integrarse con orientaciones gestálticas y
rogerianas, como la Psicoterapia Vivencial de Greenberg, Rice y Elliot, la Terapia Cognitiva
Interpersonal de Safran y Segal (también considerada en el informe de la APA como una terapia
con apoyo empírico), y la Terapia Centrada en los Esquemas de Young. También se va delineando
la Terapia por Hipnosis Despierta, de Capafons, que tiene que ver más con las secuelas del análisis
conductual aplicado.

La TCC le puede ayudar a cambiar la forma cómo piensa ("cognitivo") y cómo actúa ("conductual")
y estos cambios le pueden ayudar a sentirse mejor. A diferencia de algunas de las otras "terapias
habladas", la TCC se centra en problemas y dificultades del "aquí y ahora". En lugar de centrarse
en las causas de su angustia o síntomas en el pasado, busca maneras de mejorar su estado anímico
ahora
En suma, en la década del 2000-2010 parecen afirmarse los siguientes modelos de trabajo
psicoterapéutico:
1. Modificación de conducta (Análisis conductual aplicado).
2. Terapias conductual-cognitivas y cognitivo-conductuales (incluyendo la multimodal).
3. Terapia paradigmática.
4. Análisis contingencial.
5. Psicoterapia analítica funcional.
6. Terapia contextual (de aceptación y compromiso).
7. Terapia de conducta dialéctica.
8. Terapias constructivistas.

Cualquier tipo de Terapia Cognitivo Conductual consta de un fundamento básico: tanto lo


emocional como lo conductual no dependen exclusivamente de los estímulos externos que nos
llegan a través del ambiente, sino también de los pensamientos que condicionan nuestra forma de
percibir esos estímulos. Ahora bien, bajo esta premisa pueden aplicarse multitud de técnicas
diferentes.

Actualmente existen diferentes tipos de terapia de intervención psicológica. Dependiendo Veamos


las técnicas de Terapia Cognitivo Conductuales más empleadas:
1- Técnicas operantes
La finalidad de estas técnicas es la modificación de la conducta. Para ello, suministran estímulos de
manera ordenada al paciente, con el objetivo de propiciar el cambio en el comportamiento
problemático. Dentro del mismo encontramos:
- Técnicas operantes para el incremento y el mantenimiento de conductas.
- Técnicas operantes para la adquisición de nuevas conductas.
- Técnicas operantes para la reducción o eliminación de conductas.

2- Técnicas de exposición
Ante un estímulo que causa temor, como se da en el caso de las fobias, esta clase de técnicas
busca exponer al individuo a ese estímulo problemático y generador de ansiedad de un modo
sistemático y adaptado. De esta forma, el paciente irá controlando sensación de malestar y,
finalmente, hará desaparecer sus miedos. Existen varios tipos de exposición:
- Exposición en vivo.
- Exposición en imaginación.
- Exposición simbólica.

3- Técnicas de relajación y desensibilización sistemática


Tanto las técnicas de relajación como las de desensibilización sistemática se utilizan para ayudar al
sujeto a reducir la tensión física y mental, el estrés o la ansiedad que pueda estar sufriendo . Así,
tras numerosas sesiones de práctica, el paciente estará capacitado para alcanzar un estado de
calma en cualquier momento y ante cualquier situación. Los procedimientos más importantes son:
- Relajación progresiva.
- Relajación autógena.
- Técnicas de respiración.

4- Técnicas de habilidades sociales y de afrontamiento


Las habilidades sociales son esenciales en nuestra vida diaria, las necesitamos para comunicarnos
e interactuar de manera óptima con los demás. Luego, es primordial tratar aquellos trastornos que
intefieran en el desarrollo de estas habilidades, como ocurre en el mutismo selectivo. Dado que las
habilidades sociales son conductas aprendidas, el paciente puede rectificar y mejorar su
comportamiento mediante técnicas de aprendizaje como las siguientes:
- Entrenamiento en autoinstrucciones.
- Inoculación de estrés.
- Resolución de problemas.

5- Técnicas cognitivas
Este último grupo de técnicas está centrado en modificar el pensamiento del paciente y las
interpretaciones que éste realiza de los posibles estímulos causantes de su malestar o conducta
perjudicial. Las técnicas cognitivas más conocidas son:
- Reestructuración cognitiva.
- Detención o parada del pensamiento.
- Técnicas de distracción.

Existe un amplio abanico de Terapias Cognitivo Conductuales en función de las diversas técnicas
adecuadas a cada problemática. No obstante, los psicólogos suelen llevar a cabo una serie de
procedimientos generales cuando emplean la Terapia Cognitivo Conductual.
En primer lugar, y tras haber realizado las entrevistas correspondientes, los psicoterapeutas
enseñan a los pacientes a reconocer aquellos pensamientos relacionados con la conducta
problema. Son los llamados pensamientos disfuncionales. Para ello, normalmente se le pide al
sujeto un registro diario en el que anote todo lo que piensa antes, durante y después de haber
llevado a cabo las conductas sobre las que vamos a trabajar. Este registro facilita la posterior
reflexión acerca de esos pensamientos típicamente irracionales e invita al paciente a cuestionarse
las creencias perjudiciales que tiene y a detectar cuándo, cómo y porqué están influyendo en su
vida.

El papel del psicoterapeuta es crucial en este punto de la terapia, pues a través de un modelo de
comunicación basado en el diálogo socrático, el profesional ayuda al individuo
dándole feedback del registro, por sí mismo, sea capaz de detectar los esquemas cognitivos que
rigen su pensamiento y que han favorecido la aparición de conductas negativas. El paciente no
llegará a las conclusiones que le harán avanzar en el proceso terapéutico siendo guiado por el
psicólogo. El psicoterapeuta no tiene la función de guía, sino que la evolución terapéutica se
conseguirá a través de preguntas y comentarios enfocados en destacar palabras del propio
paciente que le conducirán, finalmente, a una mayor profundización sobre sus actos.
Una vez conseguido ese objetivo, pasamos a la segunda parte de la Terapia Cognitivo Conductual.
Durante las próximas sesiones, psicólogo y paciente definirán y establecerán conjuntamiente una
serie de metas. Para alcanzarlas, es necesario que el psicoterapeuta proporcione al cliente ciertas
estrategias, elegidas en función de las características personales del paciente y de su conducta
problema. Luego, sesión tras sesión se hará un seguimiento de los progresos del cliente para que,
en caso de que las estrategias no resulten efectivas, el psicólogo introduzca los cambios
pertinentes en el programa de intervención.

Todo lo expuesto en este apartado hace referencia a un tratamiento individual, pero también


pueden darse intervenciones grupales. Y respecto a la duración, el desarrollo de la Terapia
Cognitivo Conductual suele variar entre 6 semanas y 6 meses, dependiendo de diversos factores.
Por ejemplo, es importante que la persona haya querido acudir a consulta por su propio pie, y no
“obligada” por algún familiar o amigo, pues creer en que la mejoría es posible a través de la
atención terapéutica predispone al paciente a afrontar el tratamiento desde una actitud positiva,
lo que facilitará todo el proceso.

La Terapia Cognitivo Conductual es considerada como la única clase de psicoterapia cuyos


resultados han sido validados por el método científico. Lo que significa que su eficacia cuenta con
la aprobación de abundantes observaciones empíricas en las que numerosos grupos de pacientes
que han sido tratados mediante Terapia Cognitivo Conductual han mejorado significativamente,
más de lo que cabría esperar de no haber asistido a terapia o de haber seguido otro tipo de
programa (como el conocido efecto placebo).

Para ser más concisos, las comprobaciones a través del método científico pretenden aclarar que la
mejoría de los individuos que realizan Terapia Cognitivo Conductual se debe, en efecto, a la
aplicación de esta psicoterapia, y no a otras variables. Esto no quiere decir que el 100% de las
personas que reciban tratamiento psicoterapéutico mediante este tipo de terapia consiga resolver
sus problemas, pues existe un cierto margen de error, pero el porcentaje será muy elevado.

Además, el éxito terapéutico puede ser traducido a criterios objetivos y observables, como pudiera
ser, en un caso de adicción al tabaco, haber dejado de fumar o no. La Terapia Cognitivo
Conductual siempre ha prestado especial cuidado a la hora de fijar las metas terapéuticos, las
cuales han de ser claras y precisas para facilitar su medición y poder determinar posteriormente su
eficacia mediante el método científico.

Dentro del paradigma cognitivo-conductual son múltiples los tratamientos, terapias y técnicas que
pueden utilizarse de cara a producir una mejoría al paciente. Muchas de ellas son técnicas surgidas
del conductismo a las cuales se les han añadido elementos cognitivos.

A pesar de la gran eficacia de estas técnicas en el tratamiento de los síntomas de los trastornos y
problemas mentales, las técnicas de tipo cognitivo-conductual tienen una serie de
limitaciones que hace que no siempre sean efectivas.
En primer lugar destaca el hecho de que si bien tienen en cuenta el pasado a la hora de recabar
información para entender la problemática actual, las técnicas cognitivo-conductuales se centran
en el aquí y el ahora no haciendo a nivel terapéutico demasiado hincapié en lo ya ocurrido que
pueda haber provocado la conducta desadaptativa.

Si bien estas técnicas son de gran utilidad para tratar el síntoma actual, en su mayoría detrás de un
trastorno mental se encuentra un profundo sufrimiento producido por bloqueos o eventos
experimentados durante largo tiempo y que puede acabar generando el trastorno. Si el origen de
dicho sufrimiento no es tratado y el paciente no es capaz de hacerle frente, el trastorno podría
llegar a reaparecer.

También destaca el hecho de que estas técnicas por norma general pretenden erradicar lo que
genera malestar, pero en el proceso no es infrecuente que se generen comportamientos rígidos
que a su vez pueden provocar otros problemas de adaptación.

Además, algunos estudios han reflejado que muchos pacientes sienten que este tipo de terapia no
tiene en cuenta su padecimiento, sintiéndose incomprendidos y habiendo casos de poca
adherencia al tratamiento y abandono de éste. Por estos motivos han surgido otras terapias como
las de tercera generación y otras provenientes de otros paradigmas.

- Revista Argentina de Clínica Psicológica, vol. XIX, núm. 3, noviembre, 2010, pp. 247-256
- Travé Martínez, Javier; Pousa Tomàs, Esther EFICACIA DE LA TERAPIA COGNITIVO-
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- Almendro, M.T. (2012). Psicoterapias. Manual CEDE de Preparación PIR, 06. CEDE: Madrid.

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