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El motivo es la unidad mínima con sentido musical que funciona como elemento generador de
elaboraciones. El motivo está construido por una o dos organizaciones rítmico-melódicas
mínimas, llamadas células. Se distingue del tema o sujeto por ser mucho más breve y
generalmente fragmentario
Amos Oz 1939-2018
Sobre el concepto de fanatismo:
● Queridos fanáticos: 2017. Es el libro anterior con algunos añadidos (por ejemplo,
extraídos del libro “Los judíos y las palabras”. Libro: lo plantea como su testamento
político, cultural, histórico y sionista. Lo mandó traducir y regalar en Cisjordania. En
Israel se puede comprar por poco más de una taza de café. Dedicado especialmente
a sus nietos. Secciones: Queridos fanáticos (Kanaím-Zelotes) / Luces, no luz (de
“Los judíos y las palabras”) / Sueños de los que Israel debería liberarse
El fanatismo brota a partir de la convicción de la propia superioridad moral que impide llegar
a cualquier acuerdo con quien piense distinto.
Los fanáticos suelen vivir en un mundo maniqueo, bipolar: blanco o negro, bueno o malo.
Fanatismo y traición: traidor es uno que cambia a ojos del que no cambia. Algunos libros
que abordan este tema: “Una pantera en el sótano”, y “Judas”.
En el deseo de obligar a los demás a cambiar. Por altruismo, bondad o aún por amor
(Fragmento de Judas).
Para un pacifista europeo, el mal supremo sería la guerra. Para el no, ya que fue gracias a
la guerra que se le puso un límite y se liberaron los campos, y si no fuese por la guerra no
habría un estado para los judíos perseguidos, sean europeos u orientales. Para el, el mal
supremo sería la agresión. Cuando uno percibe agresión, hay que luchar contra ella, venga
de donde venga.
Conferencia Oz: la cuenta no está cerrada (retoma la parte final del libro “queridos
fanáticos”).
Una herida infectada, un absceso casi.
Israel lucha también esas guerras: para ser un pueblo libre en su tierra (hatikva) y para
ampliar el territorio del estado. Jekyll y Hyde nuevamente.
Si no hay una solución de dos estados, pronto, habrá un solo estado desde el Jordán hasta
el Mediterráneo: un estado árabe. Un estado binacional es imposible. Y ese único estado es
cuestión de tiempo, sea con una dictadura judía intermedia, o cualquier otra solución
violenta en su etapa intermedia, la demografía no miente. Y eso sería un problema porque
el sionismo es la declaración fuerte de que no los judíos no quieren ser una minoría.
En ningún lugar del mundo.
Las dificultades para definir un proyecto sionista, más allá del deseo de no ser una minoría:
reconstruir el templo de Salomón? Reconstruir el shtetl? O un barrio tipo mélaj, de norte de
África? Crear una democracia ejemplar como en los países escandinavos? O realizar una
réplica del imperio austro húngaro, con casas rojas y gente educada que duerme la siesta?
Aldeas tolstoyanas tipo kibbutzim (Aharon David Gordon)?
“De todo el Rovno judío no quedó con vida casi nadie: sólo aquellos que se
vinieron aquí a tiempo, los pocos que huyeron a América y los que lograron salir
indemnes de los cuchillos de los bolcheviques. Al resto los asesinaron los alemanes, a
excepción de aquéllos a los que asesinó Stalin. No, no me gustaría volver allí: ¿para
qué? ¿Para volver a añorar desde allí un Eretz Israel que ya no existe y que
posiblemente nunca existió salvo en nuestros sueños juveniles? ¿Para condolerme?
Para condolerme no necesito moverme de la calle Wiesel y puede que ni de casa.
Todos los días me paso varias horas condoliéndome en el sillón o mirando por la
ventana. No, no me conduelo por lo que ya no existe sino por lo que nunca existió.
No tengo por qué condolerme por Terlo, han pasado casi setenta años, de todos
modos hoy ya no estaría vivo, habría muerto a manos de Stalin o si no aquí, en una guerra
o en un atentado, y si no de cáncer o diabetes. ¡No! Me conduelo sólo por lo
que nunca existió. Por los bellos cuadros que nos hacíamos y que ya se han borrado.
Sobre la exaltación del espíritu nacional y los “bellos cuadros que nos hacíamos” (p.
290-291)
—La verdad es que en nuestros días casi todos usan el apelativo traidor con
demasiada facilidad, pero ¿quién es traidor? Ciertamente, alguien sin honor. Uno
que a escondidas, por la espalda, a cambio de algún dudoso beneficio, ayuda al
enemigo en contra de su pueblo. O para perjudicar a su familia y a sus amigos.
Es más despreciable que un asesino. Y por favor termínate el huevo. El
periódico dice que en Asia la gente se muere de hambre.
Mi madre arrastró el plato hacia ella y se comió el huevo y el resto de pan
con mermelada, no por hambre sino por amor a la paz. Dijo:
—El que ama no traiciona.
Sobre la fuerza
—Eso es lo que usted cree. Eso mismo creen los judíos de Israel, porque no tienen ni idea
de cuáles son los límites de la fuerza. Lo cierto es que toda la fuerza del mundo no podría
convertir a un enemigo en aliado. Se puede convertir a un enemigo en esclavo, pero no en
aliado. Con toda la fuerza del mundo no podría convertir a una persona fanática en una
persona tolerante. Y con toda la fuerza del mundo no podría convertir a quien está sediento
de venganza en un amigo. Y resulta que estos son los problemas actuales del Estado
de Israel: convertir a un enemigo en aliado, a un fanático en moderado, a un
vengativo en amigo.(...) El poder de la fuerza puede evitar de momento nuestra
aniquilación. Siempre y cuando recordemos siempre, a cada instanet, que en nuestro
caso la fuerza solo puede evitar. No arreglar ni solucionar. Solo evitar el desastre por
un tiempo.
Shaltiel Abravanel:
Shaltiel decía una y otra vez que toda aquella guerra era una locura de Ben Gurión y de un
pueblo entero. Que, de hecho, era la locura de dos pueblos. En su opinión, la juventud de
ambos bandos debía deponer las armas y negarse a luchar. Shaltiel viajaba al menos dos
veces por semana para intentar convencer a sus amigos árabes. Incluso después de que
empezara el baño de sangre en el otoño del cuarenta y siete, y los bloqueos de carreteras y
los disparos de francotiradores, no dejó de ir a hablar con sus amigos. Los vecinos lo
llamaban «amigo de los árabes». Lo llamaba el Almuecín. Lo llamaban el Devoto
Musulmán. Yhubo quienes lo llamaron traidor, porque en cierta medida justificaba la
oposición de los árabes al sionismo y tenía buenas relaciones con ellos. Pero, a pesar de
todo, él siempre insistía en llamarse a sí mismo sionista, e incluso opinaba que formaba
parte del pequeño puñado de sionistas auténticos que no estaban ebrios de nacionalismo.
Se denominaba el último discípulo de Ahad Haam. Sabía árabe desde pequeño y le gustaba
mucho rodearse de árabes en los cafés de la Ciudad Vieja y pasarse horas y horas
hablando.
Judas
Judas Iscariote es el fundador de la religión cristiana. Él era un hombre pudiente
de Judea, no como el resto de los Apóstoles, que eran pescadores y campesinos
sencillos de pueblos remotos de Galilea. (...) Por tanto, la casta sacerdotal de Jerusalén
decidió elegir a Judas Iscariote, un hombre acomodado, instruido, sobrio, versado en la Ley
Escrita y en la Ley Oral y cercano a los fariseos y a los sacerdotes, para que se uniese al
puñado de fieles que seguían a ese joven galileo de pueblo en pueblo, se hiciese pasar por
uno de ellos e informase a los sacerdotes de Jerusalén de cómo era el carácter de ese
excéntrico y de si había en él algo especialmente peligroso. (...)
Enseguida consiguió ganarse el afecto de los miembros de la secta, una
comunidad de harapientos que seguía a su profeta de pueblo en pueblo. Judas
también logró el afecto del propio Jesús. Por su mente clara y por su apariencia de
discípulo fiel, pronto se elevó en uno de los favoritos de Jesús, en su confidente, en
parte de su círculo íntimo de devotos, en el tesorero de aquel grupo de indigentes, los
doce Apóstoles. El único de ellos que no era galileo y que no era un campesino o un
pescador pobre.
Sin embargo, en este punto, se produce un giro inesperado en la historia. El
hombre enviado por los sacerdotes de Jerusalén para espiar al galileo impostor y a sus
devotos y para quitarles la máscara de la cara, se transformó en un discípulo fiel. (...) El
más fiel de los Apóstoles. Y más aún: él fue la primera persona del
mundo que creyó con absoluta certeza en la divinidad de Jesús. Creyó que Jesús era
omnipotente. Creyó que muy pronto se abrirían los ojos de todas las personas de un
extremo a otro de los mares y verían la luz, y que la redención llegaría a la tierra.
Pero para ello, decidió Judas, que era un hombre de mundo y entendía bastante de
relaciones públicas y de amplias repercusiones, para ello Jesús tenía que dejar Galilea
y llegar a Jerusalén. Tenía que conquistar el poder allí donde estaba instaurado. Tenía
que realizar en Jerusalén, frente a todo el pueblo y delante del mundo entero, un
milagro sin parangón desde que Dios creara el cielo y la tierra. Jesús, que caminó
sobre las aguas en el mar de Galilea, Jesús, que hizo volver de entre los muertos a la
niña muerta y a Lázaro, Jesús, que convirtió el agua en vino, que expulsó demonios y
curó enfermos con el contacto de su mano y de sus ropas, tenía que ser crucificado
ante toda Jerusalén. Y ante toda Jerusalén él descendería vivo de la cruz y se plantaría
sano y salvo sobre la tierra a los pies de la cruz. El mundo entero, sacerdotes y pueblo
llano, romanos, edomitas y helenizantes, fariseos, saduceos y esenios, samaritanos,
ricos e indigentes, cientos de miles de peregrinos que irían a Jerusalén desde todas
partes y también desde las tierras vecinas para celebrar la fiesta de la Pascua, todos se
postrarían para venerarlo. Así comenzaría el reino de los cielos. En Jerusalén. Ante el
pueblo y ante el mundo. Y precisamente el viernes anterior a la fiesta de la Pascua. La
mayor de las todas las aglomeraciones.