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GUSTAVO GUTIÉRREZ

SITUACIÓN Y TAREAS DE LA TEOLOGÍA


DE LA LIBERACIÓN
Nadie como el padre de la teología de la liberación para hablar de su
futuro. El artículo que presentamos, y que constituye la ponencia pre-
sentada por el propio Gustavo Gutiérrez en el Coloquio Internacio-
nal organizado en su honor en la Universidad de Friburgo (Suiza) del
14 al 16 de abril de 1999, parte del supuesto de que toda teología es
contextual y que, de acuerdo con el Vaticano II, es misión de la Iglesia
escrutar los signos de los tiempos. Hoy el contexto latino-americano y
mundial y la conyuntura en que vivimos plantean a la Iglesia y al
cristianismo unos retos y les exigen unas tareas que ni una ni otro
pueden soslayar. A la relevancia de la reflexión del gran teólogo de la
liberación hay que sumar, como valor añadido, el testimonio del discí-
pulo de Jesús que, como él, ha optado por los pobres.
Situación y tareas de la teología de la liberación, Revista Lationame-
ricana de Teología 50 (2000) 101-116.
Algunas precisiones, antes de de ir perdiendo su mordiente.
entrar en materia: Lo dicho equivale a afirmar
1. Los esfuerzos de inteligen- no sólo la contextualidad, sino
cia de la fe, que llamamos teolo- también la historicidad de toda
gías, se hallan estrechamente liga- teología y, por consiguiente, tam-
dos a las preguntas que vienen de bién de la teología de la libera-
la vida y a las que el testimonio ción. Advirtiendo, por otra parte,
cristiano ha de responder. En que el punto de partida histórico
este sentido, hablar de teología de la teología de la liberación no
contextual resulta tautológico, fue la situación de los países de la
pues toda teología, por el hecho Europa del Este, sino que fue y si-
de serlo, es ya contextual: ha de gue siendo la inhumana pobreza
ser reflexión desde la fe sobre las del continente latinoamericano.
preguntas que surgen de un con- Por consiguiente, aun después de
texto histórico-cultural preciso. los acontecimientos simboliza-
Y por esto también una teología dos por la caída del muro de Ber-
que nace en un marco espacio- lín -por importantes que sean- y
temporal determinado -como es pese a otros cambios más o me-
el caso de la teología de la libera- nos significativos operados en
ción-, aunque en dicho marco nuestro continente, permanece
haya contribuido a la vida de fe -substancialmente- el contexto
de los creyentes y a la misión en el que la teología de la libera-
evangelizadora de la Iglesia, en la ción surgió y en el que, con los
medida en que la situación que le necesarios ajustes, hay que seguir
dio origen ya no es la misma, pue- actuando como cristianos y

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como teólogos. realidad del presente, para vis-
2. Se me ha propuesto que lumbrar las tareas que tiene por
hable sobre el futuro de la teolo- delante. El futuro no llega, sino
gía de la liberación. En esta línea, que se construye.
lo que verdaderamente importa Teniendo presentes estas
es interrogarse sobre la vigencia consideraciones previas, dividi-
y las consecuencias de la Palabra mos nuestra exposición en dos
de Dios revelada que la teología partes. En la primera, siguiendo la
de la liberación ha logrado intro- línea trazada por el Vaticano II de
ducir en la conciencia y en el co- discernir los signos de los tiem-
razón de los creyentes. Desde la pos, plantearemos los tres retos
óptica liberadora se trataría jus- que ha de afrontar hoy la fe cris-
tamente de preguntarse sobre el tiana: el mundo moderno y el de
proceso de liberación, sobre los la llamada postmodernidad, el
pobres de América y, en especial, pluralismo religioso y el consi-
sobre la opción preferencial por guiente diálogo interreligioso, y la
el pobre y oprimido, situaciones pobreza de las dos terceras par-
y temas todos ellos que están en tes de la humanidad. En la segun-
constante evolución. da parte señalaremos algunas ta-
Una buena manera de tratar reas que, dados los retos que se
del futuro de una teología puede nos plantean, ha de emprender la
ser confrontarla con otras pers- reflexión teológica y la acción de
pectivas teológicas actuales, los cristianos.
comparar sus objetivos con la
I. LOS TRES GRANDES RETOS
El mundo moderno y post- en el religioso.
moderno Según esta manera de ver las
cosas, la fe cristiana, de sesgo
Fue del siglo XVIII en adelan- autoritario y lindando con la
te, aunque hundiendo sus raíces superstición, debería desapare-
en los siglos anteriores, que la lla- cer o, en todo caso, quedar re-
mada mentalidad moderna causó cluida en el ámbito privado. La
impacto en las Iglesias cristianas. sociedad entra así en un acele-
Dicha mentalidad se caracteriza rado proceso de secularización
sobre todo por la razón crítica y hace perder a la Iglesia el
que no acepta sino lo que ha sido peso social y la influencia que,
sometido a su examen y juicio, y en otros tiempos, tenía en las
por la afirmación del individuo y personas. En este proceso uno
su derecho a la libertad en los de los factores punta fue el
más diversos campos. Es lo que pensamiento científico. Con el
Kant denominó estado adulto de desarrollo de algunas vertien-
la humanidad. Consecuencia: des- tes de la ciencia, como la bioge-
confianza frente a la autoridad nética, podemos darnos cuenta
tanto en el ámbito social como hoy de la urgencia de los inte-

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rrogantes que plantea a la fe quear por el miedo, han enfrenta-
cristiana. do con libertad evangélica y fide-
Distanciándose de quienes no lidad al mensaje de Jesús las inter-
veían en el mundo moderno sino pelaciones del mundo moderno
una pesadilla que había de pasar, y postmoderno, y no han tenido
el Vaticano II, no sin dificultades dificultad en reconocer todo lo
iniciales, buscó y logró responder que él podía aportar a la fe y a lo
a muchos de estos cuestiona- que no habíamos sido sensibles
mientos. Pero hay todavía un en el pasado.
enorme trabajo por hacer en
este campo. El pluralismo religioso
La postmodernidad ha com-
plicado todavía las cosas. Hace La pluralidad de religiones es
una acerba crítica a la moderni- un hecho milenario. Tanto las
dad, a la que acusa de derivar fá- grandes religiones como las me-
cilmente en totalitarismos (fas- nos extendidas no son de ayer. En
cismo, nazismo, estalinismo) y de el pasado, su existencia estimula-
confinarse en una visión pura- ba más bien la acción misionera
mente instrumental de la razón. de las Iglesias cristianas. Pero en
Por el contrario, ella reivindica la las últimas décadas su presencia
libertad y acentúa todavía más el se ha convertido en un interro-
individualismo propio de la men- gante de envergadura. Pese a ello,
talidad moderna. Pero cae en una la teología de las religiones es re-
actitud desganada frente a las po- lativamente reciente. La cuestión
sibilidades de cambiar las cosas y no deja de ser delicada, pues a la
tiene una enorme desconfianza cantidad de estudios teológicos
frente a las convicciones firmes. al respecto aparecidos estos últi-
De aquí al escepticismo que lo mos años hay que contraponer
relativiza todo y para el que todo textos del magisterio más bien
vale, hay un paso. Con lo que se restrictivos. La existencia de mi-
explica el desinterés por lo social les de millones de seres humanos
y lo político al que asistimos en que encuentran en esas religio-
nuestros días. Con todo, no deja nes su relación con Dios y/o un
de tener aspectos positivos que profundo sentido para sus vidas
habrá que calibrar en el futuro, cuestiona la teología cristiana en
como, por ej., la valoración de la puntos centrales de ella y, a la vez,
diversidad étnica y cultural. le proporciona elementos para
Poco importa que la postmo- volver sobre ella misma y some-
dernidad sea el rechazo de la ter a un nuevo examen la signifi-
modernidad o su prolongación. El cación y los alcances de la salva-
conjunto constituye un gran reto ción en Jesucristo.
para la conciencia cristiana. Y así En una cuestión tan nueva
se ha tomado hasta ahora por como exigente, la tentación es
parte de lo mejor de nuestra replegarse y aferrarse a opciones
teología y de la militancia cristia- consideradas como seguras. De
na, las cuales, sin dejarse blo- ahí que sean bienvenidos gestos

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audaces como el de Juan Pablo II pojo y marginación en la que se
cuando convocó en Asís a repre- vive.
sentantes de grandes religiones 1. Releer el mensaje. Medellín
de la humanidad para orar juntos (1968) y Puebla (1979) denuncia-
por la paz en el mundo. En reali- ron la pobreza existente en el
dad, una teología de las religiones continente como «inhumana» y
es inviable sin una praxis de diá- «antievangélica». Se trata de una
logo interreligioso. Y aquí, acaso realidad de extensión universal.Y
con mayor urgencia que en el poco a poco los pobres del mun-
reto anterior, hay un enorme tra- do fueron tomando conciencia
bajo por hacer. de su situación. En los años cin-
Si la mentalidad moderna ha cuenta y sesenta una serie de
sido el motor que ha llevado al acontecimientos históricos -des-
mundo occidental al nivel de vida colonización, nuevas naciones,
que le distancia del resto del pla- movimientos populares, etc.- pu-
neta, la interpelación del pluralis- sieron a la luz pública el «reverso
mo religioso proviene de los de la historia»: todos aquellos se-
pueblos más pobres de la huma- res humanos que habían sido ex-
nidad. De ahí que las preguntas cluidos por una manera de hacer
que vienen de ellos se hayan historia, para la que sólo conta-
planteado a las Iglesias cristianas ban los poderosos y, en todo
precisamente en el momento en caso, los países desarrollados.
que esos pueblos comenzaban a Esta «irrupción del pobre» en la
hacer oír su voz en el ámbito in- historia se halla en pleno proceso
ternacional. Por esto la respuesta y sigue planteando nuevas y per-
a dichas preguntas no puede se- tinentes preguntas.
parar lo religioso de la situación Como el pluralismo religioso,
de pobreza. Esta última observa- la pobreza viene de muy atrás.
ción nos lleva a ahondar en el Cierto que, en el pasado dio lu-
reto de la pobreza. gar a gestos admirables de servi-
cio a los pobres. Pero hoy, tanto
Una pobreza inhumana y an- el conocimiento de su abruma-
tievangélica dora amplitud como la brecha
cada vez más profunda abierta
El reto de la pobreza se le entre los estratos ricos y los po-
planteó con fuerza a la reflexión bres de nuestras sociedades han
teológica inicialmente en Améri- hecho que sólo en la segunda mi-
ca Latina, un continente habitado tad del siglo XX se haya llegado a
por una población a la vez pobre y percibir como un reto para nues-
creyente. Esto significa que se vive tra comprensión de la fe. Aunque
la fe en medio de la pobreza y no del todo, pues no faltan quie-
trae como consecuencia que fe y nes se empeñan tercamente en
pobreza están mutuamente im- ver en la pobreza únicamente un
bricadas: vivir y pensar la fe cris- problema de orden social y eco-
tiana no puede realizarse sin la nómico. No lo es para la Biblia ni
conciencia de la situación de des- lo fue para Juan XXIII, el cual, en

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vísperas del Concilio, situando a de comprender la fe cristiana. Ella
la Iglesia ante la pobreza del mun- conforma un campo hermenéuti-
do, afirmaba que ella debía ser «la co que nos conduce a una relec-
Iglesia de todos y especialmente tura del mensaje bíblico y a una
de los pobres». revisión del camino a emprender
El mensaje del Papa Juan fue como discípulos de Jesús.
escuchado y ulteriormente pro- 2. Un eje de la vida cristiana: la
fundizado en América Latina. «opción preferencial por los po-
Su condición de continente po- bres». Esta expresión surgió en
bre y al mismo tiempo cristiano las comunidades cristianas y en la
lo hacía perticularmente sensible reflexión teológica lationameri-
a la interpelación procedente de cana durante el período que va
la pobreza. Una perspectiva que, de Medellín a Puebla (1968-
en el siglo XVI, habían iniciado fi- 1979). Puebla la recogió y le dio
guras como Bartolomé de las carta de ciudadanía. Pero se ins-
Casas y el indio peruano Guamán pira en experiencias de solidari-
Poma, pero que aún hoy está le- dad con los pobres y en la com-
jos de ser comprendida por to- prensión del sentido de la pobre-
dos. De ahí las dificultades que za en la Biblia a partir de los años
todavía encontramos para hacer sesenta. Hoy la encontramos a
ver el significado de las afirmacio- menudo en el magisterio de Juan
nes básicas de la teología de la li- Pablo II y en documentos eclesia-
beración y del mensaje de Mede- les católicos y de otras confesio-
llín y Puebla. nes cristianas. La opción prefe-
Pese a los obstáculos, el tema rencia es un eje fundamental en
de la pobreza se abre, pues, paso el anuncio del Evangelio, en la
para ser considerado un proble- pastoral y en la espiritualidad
ma de vida cristiana y de re- cristiana.Y lo es, naturalmente en
flexión teológica. En el caso del esa inteligencia de la fe que llama-
pluralismo religioso, es cierto mos teología.
que, aunque no falten recalcitran- En el fondo, esta expresión
tes, el carácter teológico es per- nos ayuda a ver cómo enfocamos
cibido más rápidamente. Por otra en nuestro tiempo un dato fun-
parte, es obvio que el carácter damental de la revelación bíblica
teológico de las preguntas que que, de una u otra forma, ha esta-
suscita la pobreza humana no dis- do siempre presente en el uni-
minuye lo más mínimo su dimen- verso cristiano: el amor de Dios
sión económico-social, sino que por toda persona y en especial
más bien la recalca. Pero la aten- por los más abandonados. Sólo
ción que se le debe prestar no que hoy estamos en condiciones
proviene únicamente de las pre- de constatar que la injusticia, la
ocupaciones por los problemas pobreza y la marginación no son
sociales y políticos. Tal como la hechos fatales, sino que están
conocemos hoy, la pobreza lanza producidas por causas humanas.
un cuestionamiento radical a la Por si fuera poco, estamos so-
conciencia humana y a la manera brecogidos por la inmensidad de

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esa realidad y por el hecho de minar histórico del pueblo de
que la distancia a este respecto Dios. Con esto no disminuimos
entre naciones y en el interior de la aportación de la teología de la
las mismas va en aumento. Bajo liberación, enraizada en el senti-
esta nueva luz nos sentimos obli- do bíblico de la solidaridad con el
gados a examinar las responsabi- pobre, sino que acotamos el ám-
lidades personales y sociales. bito en que se da, en continuidad
Sólo así seremos capaces de des- y ruptura con reflexiones ante-
cubrir el rostro del Señor en el riores y con la experiencia cris-
del pobre y oprimido hasta que tiana para dar testimonio del Rei-
inscribamos la opción por los no.
pobres en el corazón del anuncio Como en los dos anteriores,
del Reino, como expresión del también en este reto se abren
amor gratuito del Dios de Jesu- perspectivas que nos permiten,
cristo. como al discípulo del Reino (Mt
Así, el contenido profundo de 13,52), sacar del tesoro del men-
la «opción preferencial por el po- saje cristiano «lo nuevo y lo vie-
bre» constituye lo más sustanti- jo». Para ello el discernimiento
vo del aporte de las comunidades desde la fe ha de ser lúcido. Em-
latinoamericanas a la vida de la peñarnos obstinadamente en que
Iglesia y de la teología de la libe- la pobreza del mundo de hoy
ración a la Iglesia universal. No se sólo es un problema social sería
trata ciertamente de algo exclu- hacernos sordos a lo que este
sivo de esta teología, ya que la doloroso signo de los tiempos
exigencia y el significado del ges- puede y quiere decirnos. Es nece-
to hacia el pobre, de alguna ma- sario que nosotros, los cristianos,
nera, han formado siempre parte veamos la historia «desde su re-
del mensaje y de la praxis cristia- verso», o sea, desde las víctimas
na. Se trata de un discurso sobre de ella. La cruz de Cristo ilumina
la fe que, en las condiciones ac- esta visión y hace que la com-
tuales, nos permite una relectura prendamos como el paso a la vic-
de algo que -con insistencias, toria definitiva de la vida en el
pero también con paréntesis- en- Resucitado.
contró siempre un lugar en el ca-

II. TAREAS PRESENTES

Lo que acabamos de exponer procurado desde el comienzo no


exige que pongamos manos a la reducir la pobreza al aspecto
obra. Señalemos algunas tareas económico, por importante que
que tenemos por delante. éste sea. Así, se describió al po-
bre como el «insignificante»,
Complejidad del mundo de como aquél que es considerado
los pobres como un «no-persona», a quien,
de hecho, no se le reconocen sus
La teología de la liberación ha derechos como ser humano. Los

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pobres son personas sin peso so- condición del pobre como
cial, que cuentan poco en la so- «otro» en toda su desafiante rea-
ciedad y en la Iglesia. Es así como lidad. Gracias a que nos hemos
son vistos, o más bien no vistos. comprometido con el mundo de
Pues, como excluidos, resultan la pobreza, en ese proceso nos
invisibles en el mundo actual. Los encontramos con la vivencia -de
motivos son diversos: por su- un modo u otro- de la fe cristia-
puesto los de orden económico, na. La reflexión teológica se nu-
pero además el color de la piel, tre de esa experiencia cotidiana
ser mujer, pertenecer a una cul- y, a su vez, la enriquece.
tura despreciada o apreciada Hoy se está trabajando ardua-
sólo por su exotismo, que viene a mente en algunos aspectos im-
ser lo mismo. Al hablar, desde de- portantes de esa complejidad.
cenios, de los «derechos de los En esta línea se sitúan los esfuer-
pobres» nos referíamos a todas zos por pensar la fe a partir de la
esas dimensiones de la pobreza. situación secular de despojo y
Una segunda perspectiva, pre- marginación de los diversos pue-
sente también desde los comien- blos indígenas de nuestro conti-
zos, fue la de ver al pobre como nente y de la población negra in-
«el otro» de una sociedad que se corporada violentamente a nues-
construye contra sus derechos tra historia desde hace siglos.
más elementales, ajena a sus valo- Hemos sido testigos del vigor
res. Así resulta que la historia leí- que adquiere la voz de estos pue-
da desde ese «otro», por ej. a blos, de la riqueza cultural y hu-
partir de la mujer, se convierte en mana que son capaces de aportar,
otra historia. Pero ese re-leer la así como de las facetas del men-
historia se convertiría en pura saje cristiano que nos permiten
especulación si no incluyese el descubrir. Sin contar con el diálo-
re-hacerla. En ese orden de cosas go con otras concepciones reli-
y pese a los obstáculos y limita- giosas que pudieron sobrevivir y
ciones que se oponen a ello, es que, pese a ser hoy minoritarias,
firme el convencimiento de que son igualmente respetables, pues
son los mismos pobres los que son seres humanos los que están
deben asumir su destino. Al res- comprometidas con ellas y que,
pecto habría que retomar el hilo sin recrearlas artificialmente, las
de la historia desde que un hom- conservan en su propio acerbo
bre y teólogo -Bartolomé de las cultural y religioso.
Casas- se planteaba ver las cosas Son también particularmente
«como si fuese indio». Sólo libe- exigentes y nuevas las reflexio-
rando nuestra mirada de prejui- nes teológicas que provienen de
cios y de inercias podremos des- la inhumana y, por consiguiente,
cubrir al «otro». inaceptable condición de la mu-
No basta, pues, con tener jer en nuestra sociedad, en espe-
conciencia de esa complejidad. cial la que pertenece a los estra-
Hay que advertir su fuerza inter- tos sociales y étnicos a los que
peladora y hay que considerar la acabamos de referirnos. Dichas

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reflexiones son realizadas sobre ción caben bajo el mismo epígra-
todo por mujeres, pero nos cues- fe. Pero los evidentes lazos histó-
tionan a todos, en especial cuan- ricos entre ellas, así como el ho-
do se hace una relectura bíblica rizonte común del complejo
desde la condición femenina. mundo del pobre dentro del que
No se trata, como algunos se mueven, nos permite verlas
acaso piensen, de defender anti- como expresiones fecundas de
guas culturas fijadas en el tiempo las tareas actuales de la reflexión
y que el devenir histórico habría teológica desde los deshereda-
superado. La cultura es creación dos del continente.
permanente. Lo vemos en nues-
tras ciudades, crisol de razas y Globalización y pobreza
culturas en sus niveles más popu-
lares, pero a la vez espacio de Decía Paul Ricoeur: «No es-
crueles y crecientes distancias tamos con los pobres si no esta-
entre los diferentes sectores so- mos contra la pobreza», o sea, si
ciales que las habitan. Este univer- no rechazamos la condición que
so en proceso, que en gran parte abruma a una parte tan impor-
arrastra y transforma los valores tante de la humanidad. No se tra-
de las culturas tradicionales, con- ta de un rechazo meramente
diciona la vivencia de la fe y cons- emocional. Hay que conocer lo
tituye un punto de partida histó- que motiva la pobreza a nivel so-
rico para la reflexión teológica. cial, económico y cultural. Esto
No obstante, el discurso so- no se puede hacer sin los instru-
bre la fe no debe perder de vista mentos de análisis de las ciencias
el terreno común del que parte y humanas. Pero, como toda cien-
en el que discurre nuestra re- cia, ellas trabajan con hipótesis
flexión teológica: el de los «insig- que pretenden explicar la reali-
nificantes», el de su liberación in- dad. Lo cual significa que han de
tegral y el de la buena nueva de cambiar ante fenómenos nuevos.
Jesús dirigida preferentemente a Es lo que hoy sucede con el neo-
ellos. Hay que evitar que la nece- liberalismo que llega aupado por
saria y urgente atención a los su- una economía cada vez más autó-
frimientos y esperanzas de los noma de la política (y, por su-
pobres dé lugar a búsquedas in- puesto, de la ética) gracias al fe-
eficaces de cotos teológicos pri- nómeno de la globalización.
vados, que sería fuente de exclu- Aunque proviene del mundo
sividades y desconfianzas. En lo de la información, la globalización
esencial, se trata del combate co- repercute en el terreno econó-
tidiano por la vida, la justicia y los mico y social, y en otros campos
valores culturales y religiosos de de la actividad humana. El térmi-
los desposeídos. También por su no es engañoso. Nos hace creer
derecho a ser iguales y al mismo que nos encaminamos hacia un
tiempo diferentes. mundo único, cuando en realidad
No todas las corrientes teo- actualmente entraña la exclusión
lógicas que vienen de esa situa- de una parte de la humanidad del

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circuito económico y de los be- tificación teológica del neolibera-
neficios de la sociedad del bien- lismo que compara, por ej., las
estar. Millones de personas son multinacionales con el siervo de
convertidas así en inservibles o Yahvé: ellas serían atacadas y vili-
desechables después de uso: to- pendiadas, cuando de ellas ven-
das las que han quedado fuera dría la justicia y la salvación.
del ámbito de la información. Se impone, pues, una re-
Con el agravante de que esta po- flexión teológica a partir de los
larización se produce por el pobres. Si ella ha de tener en
modo como estamos viviendo cuenta la autonomía propia de la
hoy un fenómeno como la globa- disciplina económica, no puede
lización que no tiene por qué to- olvidar su relación con el conjun-
mar necesariamente el curso ac- to de los seres humanos y, por
tual de una desigualdad creciente. consiguiente, las exigencias éti-
Y sabemos que sin igualdad no cas. No hay que perder de vista
hay justicia. que el rechazo más firme a las
El neoliberalismo postula un posiciones neoliberales se da por
mercado sin restricciones, que se razón de los contrasentidos de
regule por sí mismo. Y acusa a la una economía que olvida cínica-
solidaridad social no sólo de in- mente y, a la larga, suicidamente
eficaz frente a la pobreza, sino de al ser humano y, en especial, a los
ser una de sus causas. Nos en- que carecen de defensa en este
contramos ante un rechazo de campo, o sea, a la mayoría de la
principio que deja a la intemperie humanidad. Está en juego la ética
a los desposeídos de la sociedad. que exige descubrir los mecanis-
Una de las más duras consecuen- mos perversos que distorsionan
cias de esa ideología es la deuda desde dentro esa actividad hu-
externa, que tiene maniatadas a mana que llamamos economía y
las naciones pobres y que creció que no tiene por qué causar es-
desmesuradamente gracias a las tragos en la humanidad.
tasas de interés fijadas por los A este capítulo pertenecen
mismos acreedores. La condona- también las perspectivas abiertas
ción de la deuda externa consti- por las corrientes ecológicas
tuye el punto más importante ante la destrucción, suicida tam-
propuesto por Juan Pablo II para bién, del medio ambiente. Ellas
celebrar, en todo su profundo nos han hecho más sensibles a
sentido bíblico, el jubileo del año todas las dimensiones del don de
2000. la vida y nos han ayudado a am-
La deshumanización de la pliar el horizonte de la solidari-
economía que tiende a convertir- dad, que comprende un respec-
lo todo, incluso las personas, en tuoso vínculo con la naturaleza.
mercancías ha sido denunciada
por una teología que señala el ca- Profundización en la espiri-
rácter idolátrico, en sentido bíbli- tualidad
co, de este hecho. Curiosamente
asistimos hoy a un intento de jus- Desde sus primeros pasos, la

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espiritualidad ocupó siempre un del amor gratuito de Dios. El re-
primer plano en la teología de la chazo a la injusticia y a la opre-
liberación. Albergamos la profun- sión está anclada en nuestra fe en
da convicción, alentada por la el Dios de la vida. Por esto no
obra de M.D. Chenu, de que, de- sorprende que esta opción haya
trás de toda inteligencia de la fe, sido rubricada, como en el caso
hay una manera de seguir a Jesús. de Mons. Romero y de muchos
Los Evangelios hablan de seguir a otros cristianos y cristianas en
Jesús y ser discípulos suyos. Es en América Latina, por «el signo
el seguimiento y en el discipulado martirial». En realidad, hay mu-
en lo que consiste la auténtica chas maneras de vivencias de la
espiritualidad. Éste es uno de los cruz que marcan la vida cotidiana
puntos centrales de la compren- del continente.
sión de la teología como re- Es maravilloso el itinerario
flexión sobre la praxis, que es el espiritual de un pueblo que vive
corazón del discipulado. Tiene su fe y mantiene su esperanza, en
imbricadas dos grandes dimen- medio de una vida cotidiana he-
siones: la oración y el compromi- cha de pobreza y exclusiones,
so histórico. Nos lo recuerda el pero también de proyectos y de
Evangelio cuando afirma que no una mayor conciencia de sus de-
basta con decir «Señor, Señor» si rechos. Los pobres de América
no se hace «la voluntad del Pa- Latina han emprendido la ruta de
dre» (Mt 7,21). Cobra así sentido la afirmación de su dignidad de
la afirmación de que «nuestra hijos e hijas de Dios, en la que se
metodología es nuestra espiri- da el encuentro con el Señor,
tualidad». crucificado y resucitado. Estar
Recientemente asistimos a un atento a esa experiencia espiri-
florecimiento de una espirituali- tual, recoger sus versiones orales
dad de la liberación. Es que, en y escritas se convierte en una ta-
medio de un proceso histórico rea primordial de nuestra re-
que sabe de logros y tropiezos, la flexión teológica. Usando una ex-
experiencia espiritual del pueblo presión de San Bernardo, llama-
pobre ha madurado. Esto no sig- mos a ese momento «Beber del
nifica un repliegue respecto a op- propio pozo». Sus aguas nos per-
ciones de orden social, lo cual se- mitirán constatar la profundidad
ría desconocer la radicalidad de de la fe de los pueblos pobres de
ir al fondo de las cosas, allí donde nuestro continente.
se anudan amor a Dios y amor al Esto confirma lo que decía-
prójimo. Es en esa hondura don- mos al comienzo: el pueblo lati-
de se sitúa la espiritualidad. Tenía noamericano es, mayoritaria-
razón Rilke cuando decía que mente, pobre y a la vez creyente.
Dios se encuentra en nuestras En el corazón de una situación
raíces. que los excluye y maltrata y de la
En el núcleo de la opción pre- que quieren liberarse, los pobres
ferencial por el pobre hay un ele- creen en el Dios de la vida.
mento espiritual de experiencia Como decían en nombre de los

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pobres del Perú nuestros amigos za a América Latina y África y el
Víctor (hoy fallecido) e Irene a del pluralismo religioso a Asia.
Juan Pablo II durante su visita al Naturalmente hay énfasis
país (1985): «Con el corazón propios, según las diversas áreas
roto por el dolor, vemos que de la humanidad. Pero, en la ac-
nuestras esposas gestan en la tu- tualidad, estamos llamados a una
berculosis, nuestros niños mue- tarea teológica que emprenda
ren, nuestros hijos crecen débiles nuevas rutas y mantenga con
y sin futuro», y añadían: «pero, a mano firme tanto la particulari-
pesar de todo esto, creemos en dad como la universalidad de la
el Dios de la vida». situación que vivimos. Ese come-
Para concluir: aunque hemos tido no podrá llevarse a cabo sin
puesto el acento en la interpela- una gran sensibilidad a las diver-
ción que viene del mundo de la sas interpelaciones y con un diá-
pobreza, pensamos que la re- logo -respectuoso y abierto- que
flexión teológica del mundo cris- asuma como punto de partida las
tiano tiene que enfrentar los tres condiciones de vida y la dignidad
retos mencionados e incluso ha- de los seres humanos, en particu-
cer ver sus relaciones mutuas. lar, la de los pobres y excluidos.
Para ello hay que evitar la tenta- Ellos son para nosotros, cristia-
ción de encasillarse asignando di- nos, reveladores de la presencia
chos desafíos a los diversos con- de Dios en Jesucristo, en medio
tinentes: el de la modernidad al de un mundo que es fruto del
mundo occidental, el de la pobre- amor de Dios.

Condensó: JORDI CASTILLERO

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