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DRPS UNIVERSITAT D'ALACANT

Biblioteca Universitària
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'U-, f / . ' -,— AL GUSTO DEL DIA,
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DE
URBANIDAD, CORTESIA Y BUEN TONO.
Con las reglas aplicaciones y egemplos del Arte
de presentarse y conducirse en toda clase de
reuniones, visitas, etc,; en el que se enseña
la etiqueta y ceremonial que la sensatez y
la costumbre han establecido; con la Guia del
tocador y un tratado del Arte cisoria.
TRADUCCION DEI, FRANCES AL CASTELLANO

PO R
íWrtrtittío j(<í^mínfiTnt
MADRID:
I m p r e n t a de M o r e n o .
% 1829.
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4 Se hallará en la librería de Cuesta, frente
á las Cobachuelas.
I IIÍ
SUMARIO.

El hombre cíe gusto en su casa.=Entr¿


INTRODUCCION.
sus iguales. =En casa de los superio­
res. =E n la de los artistas. = En una
tertulia. = En el teatro. =E n el bai­
le. = E n una boda.=En la mesa. = Jamás un libro podrá dar el conoci­
En visitas. =E n viaje. = Tocador. — miento perfecto del uso y tono de la
Corbata. = Guantes, etc. = Equita­ que se llama sociedad fina. Sin em­
c ió n . =Reglas y axiomas morales so­ bargo, aquel á quien una timidez na­
bre el espíritu de sociedad. tural puede privar de las preciosas ven­
tajas de que la naturaleza y la educa­
ción le hubiesen dotado , encontrará
en este las nociones principales é in­
dispensables para darse á conocer en la
sociedad. Tendrá pues esta obra un
objeto positivo de utilidad.
París, centro de civilización y de
sociabilidad, de ligereza y de disipa­
ción, de fortuna y de necesidades; Pa­
rís , palacio real de la Francia, adquiere
de dia en dia nueva importancia en esta
materia. Es sabido que cada cual, aun
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sin conocerlo, se apresura á someterse tantemente con los grandes intereses
á los decretos de este tribunal supremo de fortuna y de elevación, llevan á sus
de gusto; que en el dia se viene á esta reuniones de diversion, fórmulas seria*
capital á aprender las delicadezas de la casi diplomáticas , que destierran lo
urbanidad, de las gracias y de la polí­ natural y libre. Las diversiones del pue­
tica, que asi como nuestra lengua y blo , el modo de vestirse , de hacer rega­
nuestra cocina, se va haciendo Euro­ los, de escribir cartas y de hacer un con­
pea. Pertenece, pues, á un parisiense el vite, etc. son usos que tienen fuerza de
reunir en un solo cuerpo de doctrina, leyes y que nadie se atreve á dispensarse
las leyes é imperiosas reglas de la urba­ de ellos. En Pequin hay un tribunal
nidad que á nadie es dado ignorar, y á particular, una de cuyas principales
pocos el quebrantarlas. funciones es la de vigilar en todas estas
Como la finura es la espresion ó prácticas.
imitación de las virtudes sociales, el Todo el talento del mundo no bas­
buen tono depende sobre todo del es­ taria para suplir el conocimiento de las
píritu de observación y de la costum­ teorías delicadas consagradas por el
bre. Con el uno procuramos instruir­ uso. Se han visto hombres dotados de
nos ele las costumbres y los usos; el luces y de ingenio que se han condu­
otro nos los hace familiares. Es preciso cido en una comida como el niño ma*
pues, dedicarse á adquirir el tono de mal criado. En el cuerpo de esta obra
lo que se llama sociedad fina ó buena se verá una anécdota graciosa del aba­
compañía ¿Pero dónde encontrarle? te Cosson, que con ser un hombre lle­
Las clases elevadas, ocupadas cons­ no de conocimiento*, no pudo menos
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VI V V JV V V V V V V V iV 'V W W X iW W W V JV W W JV W W W W Ä JW V W W W
de incurrir en mil ridiculeces en una PRÓLOGO DEL TRADUCTOR.
comida , y que si hubiera tenido un li­
bro como el que ofrecemos ahora al
público, en que se hubiesen consignado L a presente traducción es un com­
los resultados de una larga esperiencia puesto de dos diferentes obras francesas
de mundo, y de un estudio profundo titulada la una-. Código civil, Manual
de lo que exige la sociedad, se hubie­ completo de urbanidad, que contiene
ra libertado sin duda de ser la irrisión las leyes, reglas, aplicaciones y egem-
plos del arte de presentarse y condu­
de aquella concurrencia. cirse en el mundo ; y la otra titulada:
Esperamos, pues, que los jóvenes Manual del hombre de mundo, y Guia
particularmente saquen de su lectura el completa del tocador y el buen tono.
fruto que nos proponemos y que ha Sus respectivos autores se han hecho céle­
bres, el uno por autor del Manual del
sido el resultado de nuestras tareas. gastrónomo y de la Guia del casado, y
el otro por el del Código de los golosos:
y como en ambas se tratan casi unas mis­
mas materias, he procurado que en la pre­
sente traducción se reúna lo preciso y
esencial de cada una de estas produccio­
nes , de tal manera, que me lisongeo
que mi tarea presente las ventajas respec­
tivas de cada una de ellas.
Si la opinion es la reina del mundo,
su hija la moda ha de tener siempre mas
ó menos apasionados ; pero dominará in­
dispensablemente en el munda mientras
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haya sociedad. No se crea que este fru­
tado sea un estimulante del lujo , ni un
catecismo de imitación de los estrangeros.
También la España tuvo época en que PRIMERA PARTE.
domino d las demás naciones, introdu­
ciendo en ellas su lengua, sus usos y mo­ CAPÍTULO I.
das como en el dia sucede d la Francia :
y siempre alguna nación dard el tono d DEL MUNDO O SOCIEDAD.
las demas.
El hombre reflexivo encontrara , en N.o es el mundo un palenque al cual
__
medio de la frivolidad aparente de estas deba cada uno bajar armado de todas
lecciones, un gran conocimiento del cora­ armas , antes bien se huye en él de
zón humano , y envuelta la verdad, si no aquellos que las llevan aceradas, y que
con las vestiduras de la fábula para ha­ penetran y hieren. Mal empleo es el
cerse mas amable , con los caprichos que de un hombre que se hace temible: se
el deseo de agradar inventa entre los.mi­ le mira al principio con desconfian­
serables mortales. Por lo mismo me atre­ za, y se acaba regularmente por huir de
vo d asegurar que los jóvenes me agra­ él. Al contrario, el hombre amable es
decerán el tiempo que he empleado en tra­ buscado con ansia y se considera co­
ducir unas lecciones que les pueden ser mo una felicidad el hacer conocimien­
provechosas para sus progresos en el arte to con él: jamás se vale sino de armas
social; los de edad madura gustarán de legales, nunca hiere, solamente sabe
las reflexiones que en ellas se mezclan, y rechazar los tiros que se le dirigen, te­
el bello sexo me dard un aplauso, sin es- niendo la suerte de hacerlo con tanta
cepcion alguna , pues el espíritu de toclg. prudencia é ingenio, que consigue que
la obra es el respeto, el obsequio y las los mismos que le asaltan se avergüencen.
atenciones que particularmente son debi­ No se pretende aquí enseñar á tener
das d su sexo. talento : esto jamás se aprende: un don
de naturaleza ni se compra ni se vende;
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sin embargo, pueden enseñarse los me­ poco va faltando en tales reuniones la
dios de egercitarlo y de disimular las urbanidad y la dulzura ; y siempre que
propias faltas, con modales finos, y con no tengan un objeto especial, acaban
la aplicación constante de este princi­ por sí mismas de fastidio, ó por mejor
pio, á saber: que lo que debe animar decir, de falta de agrado.
á los hombres mutuamente es un sen­ Hace algun tiempo que se advierte
timiento de benevolencia general. Se da en Francia una falta en la sociedad,
el nombre de mundo particularmente cual es la de las mugeres ancianas. Es
á las sociedades , es decir, á una re­ cierto que al leer esto se sonreirá un jo­
union de hombres que por sus haberes, ven recien salido del colegio. ¡Una mu-
situación, y la naturaleza de sus ocu­ ger anciana ! Sin duda preferiria el que­
paciones , se tributan mutuamente los darse con su aya, y no es este el uso
deberes de la urbanidad, y pueden go­ de la sociedad; pero una muger ancia­
zar entre sí de los encantos de una con na está á cubierto de la murmuración;
versación agradable y sostenida. Las tiene la libertad de recibir bien á las
mu geres ban constituido siempre el gentes de cualquiera clase que sean, y
adorno de la sociedad ; poseen aquel su agasajo particular no puede reputar­
tacto fino de las circunstancias , y aquel se como una declaración. En su boca
sentimiento de todo lo que puede agra­ una alabanza no es una decision , pue­
dar, que necesariamente atrae y hace de animar el mérito tímido, y hacer que
que su trato sea amable. No diremos brille el hombre modesto que no sabe
sin embargo que una sociedad sin mu­ hacerse apreciar. Como está libre de las
jeres es un jardin sin flores, y un año pasiones de la juventud, no se ciega, no
sin primavera; aunque estas compa­ deja que su corazón se arrebate, porque
raciones demasiado comunes no de­ rara vez en su amistad se propasan los
jan de tener exactitud ; pero es induda­ límites , y aun cuando esto sea así, es
ble que una sociedad sin mugeres, bien sin escitar celos ni emociones violentas.
pronto viene á parar en tertulia de po­ No así una muger joven que raramen­
lítica ó en un clubs masónico. Poco á te puede mantener e¿ ascendiente en
4 5
una sociedad, pues se halla espuesta á bajo una estrella feliz, y por lo común
mil seducciones, recibe á su vez las im­ aprendemos á nuestra costa la discre­
presiones que inspira: el incienso dema­ ción, y pagamos cara la esperiencia.
siado fragante la lleva la cabeza , se des­ La obra, pues, que vamos á presentar al
truye el equilibrio, y-padece la socie­ público se compondrá de cuanto perte­
dad. Buenos testigos son de esta ver­ nece al modo de presentarse y de con­
dad Madama Dudefíant y Madama Geo- ducirse en el mundo; de sacar partido
ffrin que en su edad eran mas á pro­ en él de las ventajas que procura una
pósito para cumplir con las gentes que buena educación, unida á lo que pueden
se reunían en sus casas, que la mas producir algunas reflexiones y preceptos.
amable y hermosa joven de su tiempo. Se tratará del modo de comportarse en
La sociedad, pues, de las inugeres de aquellas circunstancias notables que al­
edad tiene su mérito. ternan en la vida social, enseñando las
¡ Feliz aquel que no bien se deja ver etiquetas y ceremonial que la sensatez
en el mundo, cuando tiene la suerte yla eostumbrehan establecido. Se habla­
de encontrar una que interesándose lo rá del juego, de los viages, de la con­
bastante por él, le conduzca y guie en versación, bailes, tertulias, teatros, y
la carrera difícil en que entra, le seña­ lo perteneciente al vestido, cosas en las
le los escollos, le haga estimarse á sí cuales es sumamente fácil incurrir en la
mismo para evitarle las conexiones pe­ ridiculez, ó por un esceso , ó por una
ligrosas y formarle en los modales de­ falta de cuidado. Se procurará, pues,
cientes, inspirándole las virtudes dulces presentar al hombre de mundo en to­
y amables que embellecen y hacen agra­ das las situaciones en que tiene necesi­
dable la vida. Á buen seguro que un hom­ dad de guia según los usos, ó en que
bre semejante no necesitará de esta obra, una falta pudiera ser fatal á su honor
pues se halla en mejor escuela que la según las costumbres establecidas en el
que puede dársele. Pero téngase presen­ mundo. Hablaremos délas reglas de tra­
te que siempre un individuo como este to fino y del buen tono, insistiendo par­
es una escepcion. No todos hau nacido ticularmente sobre la sociedad de las
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mugeres y modo de dirigirse con ellas. frecuentemente se ve á un hombre de
Despues se hablará de la conversación, talento dilatar demasiado una visita por
esponiendo los medios de hacerla agra­ falta de saber saludar ó despedirse, y
dable, ligera é instructiva, y de aquellas á un sabio ó un hombre que con to­
sales con pue debe sazonarse la alaban­ das las disposiciones de un gran genio
za ó la crítica , para no declinar en 1¡- no sabe cómo manejarse en una mesa
songeros ó en censores apasionados. para desplegar su servilleta, partir el
Amenudo hay que tratar en el mundo pan, y pedir el asado. Este tratado evita­
con caracteres llenos de amor propio á rá todos estos inconvenientes, y al mis­
quienes debe contemplarse, y respecto mo tiempo que aproveche infinito, pro­
á los cuales si ha de ser útil una lección, porcionará á los hombres de talento
deberá dulcificarse todo lo posible. En aquellas minuciosidades que pueden muy
fin, manifestaremos también al hombre bien ignorarse, pero que jamás es lícito
fino en su casa, haciendo que partici­ despreciar,
pen cuantos en ella entren no solamen­
te de la inviolabilidad doméstica, sino CAPÍTULO II.
también de aquellos miramientos ama­
bles que se esperimentan en muchas ca­ DE LA. SOCIEDAD DE BUEN TONO.
sas de la capital, y que hacen el encan­
to de cuantos las frecuentan. Difícil es determinar el sentido exac­
Vivimos en un siglo en que el talen­ to de este nombre. Duelos piensa que la
to y el ingenio disputan con la fortuna compañía de buen tono no es sino una
y el nacimiento; y por otra parte hay quimera parecida á una república dis­
gentes que tienen que tratar en el mun­ persa, cuyos miembros se hallan en to­
do, y á quienes su modestia caracterís­ das las clases; y tanto mas espontánea­
tica, ó unos estudios abstractos, ha­ mente adoptarnos esta opinion, cuanto
bían separado de él por mucho tiem­ se acerca bastante á nuestro modo de
po. Las reglas que se den ni les disgus­ concebir, pues que seguramente la so­
tarán, ni dejarán de serles útiles; pues ciedad de buen tono puede hallarse en
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todas las clases tanto en las mas eleva­ das todas las clases, no porque no se dis­
das, como en las mas ínfimas. Una edu­ tinga y honre á cada cual en particular,
cación bien entendida, sentimientos ge­ sino porque aquellos que la forman de­
nerosos, conducta y conocimientos; hé ben considerar que han entrado en ella
aquí lo que puede constituir á cual­ bajo el pie de una igualdad de dignidad,
quiera miembro de una sociedad de esto es, de tener unos para con otros
buen tono. No obstante, debe haber una deferencia respetuosa. Un hombre
también cierta disposición, una gracia rico en semejante sociedad debe olvi­
especial, un cierto tacto particular. El darse de sus riquezas, y no tratar de
conocimiento de algunos estilos es ne­ prevalecer ni por sus trenes, ni por sus
cesario, no precisamente para ser ad­ casas de campo, ni por el poder que le
mitido en la sociedad de buen tono, si­ da el oro que tiene entre manos, pues
no para ser colocado en ella convenien­ que igualar ó humillar á sus semejan­
temente, y brillar cada uno respectiva­ tes con la ostentación de unos bienes
mente. de que ellos carecen, es no solamente
En primer lugar se debe entrar en señal de una alma pequeña, sino tam­
el mundo con un espíritu de benevolen­ bién faltar esencialmente á las leyes de
cia general, el cual no consiste en apro­ la fina civilidad. Examínense si no las
barlo todo indistintamente y no enfa­ personas, y señalemos por ahora las
darse jamás, sino que el enfado no se del sexo femenino que queriendo darse
dirija nunca contra las personas: y si importancia no dejan de repetir: mi ma­
la circunstancia se hiciese por sí mis­ rido el Conde, —mi pariente el Corregi­
ma tan urgente que casi arrastrase á dor, —la familia del señor Marqués,—he
este sentimiento, nazca á lo menos de hablado al Ministro,—estoy viéndole to­
la esencia de las mismas cosas, y no dos los dias, — soy de las primeras que
aparezca como una opinion ya formada, pueden entrar en su audiencia. Semejan­
y que de antemano estaba uno pronto tes personas creen que sus palabras tie­
á producir. En la sociedad de buen to­ nen una importancia diplomática, y si
no quedan, por decirlo así, confundi­ bien lo consideran no se adquieren sino
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envidiosos, criticadores que tendrían versación á otro objeto, y tener el arte
gran gusto en humillar unos humos tan de borrar la impresión que haya hecho.
fuera de propósito. Aveces suele ser esto un favor muy par­
Un hombre fino evita todo lo que ticular hecho á la persona misma que
puede ser brusco en sus discursos, y no no lo olvida jamás. Las señoras lo sue­
procura llamar la atención demasiado. len conocer y tenerlo muy presente.
Lo hemos dicho, que la sociedad no es Como todo el mundo tiene derecho
un palenque para combatir, y que le­ á los miramientos y distinciones de los
jos de abandonarse en él á discusiones demas, es necesario sostener cierta igual­
demasiado prolijas, es indispensable sa­ dad y dominar sus propias impresio­
ber ceder algunas veces. Basta á cual­ nes. Este arte de cubrirse de un barniz
quiera decir su opinion, y manifestar sus semejante al que hace desaparecer en
sentimientos, sin que se empeñe en opri­ nuestros muebles las asperezas ó des­
mir á su interlocutor con el peso de sus igualdades del material, no debe deno­
razones; antes bien ha de procurarse no minarse falsedad, si se reflexiona que
tener demasiada razón: y como no se en el mundo no tanto se vive para sí,
trata de votar despues que se haya ha­ como para los demas. Los arrebatos, las
blado , deben evitarse todas las fórmu­ escenas violentas , el choque de los in­
las parlamentarias. tereses, y todas las tempestades de las
Frecuentemente sucede el hablar li­ pasiones es cierto que se encuentran en
geramente ó aventurar una proposición el mundo, pero en la sociedad de buen
que solo es una chanza y que jamás se tono deben hallarse los hombres, aun
podria sostener con formalidad. Un de caracteres opuestos, como dos egér-
hombre de buen tono no debe precaver­ citos en el momento de una tregua.
se de estas ligerezas, sino juzgarlas, pe­ Con mucha razón, pues, los genios im­
sar lo que valen, y dejarlas caer por sí petuosos y los de imaginaciones melan­
mismas : particularmente cuando una cólicas se alejan de la sociedad y viven
de estas proposiciones se escapa á una voluntariamente aislados ; así se ali­
muger, se debe procurar distraer la con­ mentan de sus pensamientos, encantan
\

12 i3
sa existencia ideal con todos sus re­ que se ama y compromete la felicidad,
cuerdos é imaginaciones de felicidad. haciendo públicas cosas á las que es tan
Los poetas por lo regular son distraí­ conveniente el misterio , y rompe ade­
dos y pensativos : las mugeres jóve­ mas la armonía de la sociedad en que
nes buscan involuntariamente el aisla­ deben aparecer divididos los sentimien­
miento: los amantes se bastan á sí mis­ tos. Adherirse esclusivamente á una mu-
mos; pero el mayor número de gentes ger, es faltar al miramiento respecto á
ignora estos sentimientos reales y no las otras; es establecer una cita en me­
obstante anovelados: y aquellos que sa­ dio de gentes que no deben ser ni sus
ben conocerlos y apreciarlos, están ocu­ terceros, nisus espectadores.
pados por otra parte con el cuidado de CAP Í T UL O III.
su fortuna y de sus adelantamientos.
Los vinculos del parentesco nos ligan
á la sociedad y nos arrojan al mundo, DE 1A URBANIDAD.
en donde nadie gusta de sentimientos Dice Duelos que la urbanidad es la
esclusivos. Sucede ademas que pasada espresion ó la permuta de las virtudes;
la edad de estas ilusiones se halla uno, pero Labruyere da de ella una defini­
sin saber como, en conversaciones lige­ ción mas exacta, al parecer, ymas clara.
ras que se emprenden y se dejan sin Dice que el espíritu de urbanidad es
emoción alguna: no se diga por eso que cierta atención á que nuestras palabras
en la sociedad de buen tono no hay y modales hagan que los demas queden
personas apasionadas, pero reconcen­ contentos de sí mismos y de nosotros.
tran en sí mismas la espresion de sus Difícil es ser urbano, porque para me­
sentimientos, y afectan la indiferencia recer este título es necesario serlo siem­
que no tienen, prueba segura de la de­ pre. Un poeta ha dicho.
licadeza y finura de sus modales. Una
conducta opuesta lleva consigo los mas Así como los vicios son hermanos,
perjudiciales inconvenientes: en primer Séanlo las virtudes entre humanos.
lugar llama la atención hádala persona
i5
*4
El parentesco de los vicios no impide ganar la moral ó la verdad con una con­
el de las virtudes. Todo se enlaza y se ducta opuesta. Nos ha parecido indis­
encadena en el mundo. La urbanidad pensable decir frecuentemente lo que
exige una reunion de cualidades que la entendemos por urbanidad, antes de en­
manifiestan. El ser benévolo, bueno, trar en el pormenor de las leyes y de
natural, sensible, lié aquí las cualida­ los estilos del mundo. Un hombre de
des indispensables. Frecuentemente su­ mérito debe ser urbano, esta palabra lo
cede que el que las aparenta, no por comprende todo; su urbanidad debe ser
eso es urbano, y se le rinde un home- universal porque todo tiene referencia
nage que el vicio tributa por precision con ella; pero al paso que enseñemos
á la virtud. El egoista indiferente, cono­ el arte de reprimir su carácter, y de do­
ce que no será ni buscado ni amado si blegarlo á los deberes y circunstancias
se abandona á su carácter; disimula, de la sociedad, debemos también pro­
pues, y toma como prestadas las apa­ curar que no se nos reconvenga de di­
riencias amables. Por eso se ha dicho simulo y de doblez.
que la urbanidad no era sino una más­
cara engañosa que servia de velo á la C A P Í T U L O IV.
hipocresía y á la disimulación. Conse­
cuencia ilegítima en verdad: porque de DE EA SOCIEDAD DE EAS MUGERES.
que un hombre urbano tome las formas
de la urbanidad para ocultar sus verda­ Ha dicho un filósofo que para escri­
deros sentimientos, no debe inferirse bir acerca de las mugeres era preciso
que sea falso. Jamás la urbanidad se mojar la pluma en los colores del arco
manifiesta mejor que cuando un hom­ iris, y usar en lugar de polvos del de
bre se ve precisado á decir una verdad las alas de las mariposas; pero no se
desagradable, ó á negar una gracia, ó ha­ trata aqui de escribir sobre las señoras
cer un obsequio. En este caso la dul­ particularmente, sino solo con relación á
zura de las frases debe suplir la dureza los hombres. Procuremos, pues, tratar­
de la negativa, y no vemos qué pudiera las con aquella delicadeza que jamas las
i6 *7
hiera, pero sin que por eso dejemos atención de todos sobre su persona.
de decir las maravillas y tesoros que Como las mugeres en general se
encierran. ocupan bastante en su tocador, y con­
La sociedad de las mugeres es dul­ fian mucho en el efecto que produce, de­
ce , pero exige tantas atenciones y mi­ be alabárselas sobre su buen gusto, ya
ramientos, y son necesarias para adqui­ ponderando la elegante caída de un pa­
rir su estimación tantas cualidades, que ñuelo bien puesto, ya la de un rizo he­
no es raro el ver á infinitos hombres cho con delicadeza, sin que jamás pa­
que no pueden doblegarse á todas las rezca que sabemos mas que ellas sobre
circunstancias, y que abandonan el em­ este artículo: y solo para dar á enten­
peño por no tomai’se un poco de traba­ der que no está uno totalmente privado
jo. Los hombres de mundo fácilmente de los conocimientos y gracias de un
vencen estas dificultades y consiguen tocador, é infieran de esto que no han
adquirirse su gracia, haciendo que les malogrado los cuidados que se han to­
hablen y se descubran como son en sí mado para agradar. La indiferencia que
mismas. manifieste un hombre respecto al pren­
El primer cuidado de un hombre dido de una muger la ofende desde lue­
que entra en una tertulia ó sociedad go , pues viene á ser como una sátira
donde hay señoras, ha de ser el tribu­ indirecta de los cuidados que ha pues-
tar sus homenages primeramente á la ^ to en adornarse, y que regularmente mi­
dueña de la casa: se debe adelantar há- ra como una falta de atención.
cia ella, decirla algunas palabras, y re­ Un hombre de mundo debe estar
tirarse pronto, de modo que no parezca siempre sujeto á los mandatos de las
que trata de apoderarse esclusivamente damas, procura adivinar sus deseos, y
de su favor, sino que todos los demas aun se complace en prevenírselos. Es
á la vez disfruten del que les dispen­ verdad que ya no estamos en el tiempo
sa. En seguida debe saludar á las per­ de la caballería en que se rompian lan­
sonas sus conocidas , pero sin dema­ zas por la mayor hermosura de su dama,
siada ostentación, evitando el llamar la y en que un caballero subiendo el pri-
a
iâ f*9
mero á una muralla esclamata: \A h si bien que su esterior puede tener aseen’
mi señora meviesel Ko obstante son siem­ diente, y siempre procura que la gracia»
pre reinas en el mundo social, y cuan­ la instrucción ó el agrado suplan en
do mandan y aun cuando desean, es ella las cualidades físicas que la faltan;
necesario obedecer. Repetimos que no En gene ral las mugeres feas son instrui­
debe jamás darse una preferencia esclu­ das y agradables; suelen procurar que
siva, y que todas las mugeres tienen un su conversación sea animada, variada y
derecho igual á nuestra urbanidad y mi­ chistosa, puesto que no pueden sacar
ramientos. Un hombre de una urbani­ ventaja de la armonia de sus facciones:
dad dudosa satisface su gusto y su de­ no suelen tener aquellos caprichos des­
seo llenando de atenciones á las jóve­ deñosos con que pretenden señalarse las
nes y hermosas ; pero un hombre ver­ hermosas: tampoco afectan el amor, y
daderamente bien educado no hace ja­ sin embargo le inspiran con mucha fre­
más esta distinción grosera; por encan­ cuencia, pero suelen ser heroínas en
tos que tenga para con él la juventud amistad. Esperiroentan y nos hacen es-
y la belleza, no desdeña por eso á una perimentar todos sus hechizos y toda la
muger de edad, no se aleja de una mu- dulzura de esta pasión de las almas sen­
ger fea; al contrario, se desvela á su la­ cillas que^ sin querer calumniar, no la
do y aun considera que en el cumpli­ encontramos de hombre á hombre tan
miento de este deber no deja de hallar­ dulce, sincèra y satisfatoria como la que
se una satisfacción. Nada tienen que ver nos inspira una muger. Una muger fea
las arrugas de una muger que ha pasa­ es la confidente natural de todos lo se­
do su vida en el mundo con su talento, cretos amorosos; se parece á un terreno
que no envejece jamás: pues ha obser­ neutral en donde se va á tratar de la
vado, ha visto mucho, y su conversa­ guerra que se quiere hacer á otro pais.
ción es tan instructiva como divertida. Hemos conocido á una muger fea, pe­
Se ha de considerar, ademas, que una ro llena de talento y gracia que era la
muger fea tiene tanto deseo de agradar confidente de un joven muy enamora­
como la mas hermosa ; conoce muy do de una hermosa, y que aunque no
20
21
esperimentaba todos los rigores posibles,'’ agitada de su joven amigo; el tiempo
tenia que sufrir todos los caprichos y se pasaba en estas conversaciones : su­
antojos de coquetera que es capaz de cedía que los primeros rayos de la auro­
inventar una muger para desesperar á ra les sorprendiesen aún hablando délas
un amante. La tal señora recibió en su facultades flexibles del alma que los sen­
tertulia á entrambos, y con frecuencia tidos conducen á amar, ó no amar. Pocoá
el amante dejaba que se marchase la poco el joven se iba desprendiendo de una
concurrencia, y de silla en silla con la amante caprichosa, y comparaba el des­
dueña de la casa la contaba sus cuitas. velo de su amiga para consolarle con
Caballero, le decía la muger fea; los antojos de una muger exigente que
Vm. tiene la felicidad que embriaga en las parecía no tener otro estudio que el de
pasiones, es pues muy justo que tenga desagradarle. Insensiblemente su belle­
Vm. también sus tormén tos. Si Vm. vivie- za se fue borrando de su imaginación,
se en la calma filosofica de la sabiduría, y cuando hubo ya roto los lazos de esta
tendría menos agitaciones, pero también pasión, no pudo menos de quedar asom­
menos placeres ; en todo hay su com­ brado de hallarse enredado en los de una
pensación, y pues que Vm. es amado, es­ muger fea, pero muy amable y buena.
to le basta y lo escusa todo. = Señora, No hay cosa mas delicada que el ho­
respondía el joven enamorado: ¿Llama nor de una muger; un soplo le altera,
Vm. amar el hacer pasar á uno la vida lina palabra le marchita. Un hombre
dolorosa y atormentada que yo llevo? bien educado evita cuidadosamente
Conque sin duda hay mugeres que nos cuanto pueda comprometerle, y este es
aman para afligirnos. el deber de la honradez que entra tam­
Así se quejaba el joven, y la señora bién en las reglas de urbanidad que
ya escusaba y coloreaba la conducta de nos enseñan á ser dueños de nosotros
una muger á quien tenia sin duda sus mismos, á no abandonarnos jamás á la
razones para aborrecer; ó ya con los en­ violencia de nuestras pasiones, impi­
cantos de una conversación igual y agra­ diéndonos así el cometer faltas en que
dable inspiraba Ja calma en el alma el mas honrado puede incurrir en ua
22 ¿3

momento de enfado. Los equívocos, las én este siglo somos tan viciosos como
proposiciones atrevidas deben desterrar­ en otro tiempo; pero no tenemos la in­
se severamente de la sociedad delasmu- solencia del vicio que tan tristemente
geres; y la falta mas grosera de un hom­ distinguía á nuestros antepasados. No
bre que admitan en su intimidad es la se tienen virtudes; pero al menos se pro­
de ofender su oido delicado ó sacarlas cura cubrirnos con la apariencia, por­
los colores al rostro. Es verdad que hay que siempre es necesario ser virtuoso
mugeres cuya conducta ligera parece para ser estimado.
que autoriza á los ojos de muchos una Por estrechez que se tenga con una
conversación un poco libre; pero con muger, hay momentos del dia en que
estas cabalmente es con quienes debe no conviene presentarse en su casa; de­
haber mas cautela ; porque si creemos biendo siempre considerarse que hay co­
que una muger semejante piensa que sas que el mundo no perdona, sino por­
su secreto se halla en nuestras manos, que las ignora. Una muger tiene debe­
hablar delante de ella sin respeto, es res que cumplir con los suyos, con sus
una bajeza y una traición. En el caso criados, y con los individuos de su ca­
contrario nuestro propio juicio debe sa; y si nos ha confiado su honra y re­
enseñarnos que si ha cometido una fal­ putación , debemos portarnos con ella
ta, ella debe ser mas severa que nadie, caballerosamente, y evitar todo cuanto
y para alejar toda sospecha, exigirá pueda hacer creer que abusamos de su
mas deferencia. bondad y del ascendiente que logramos.
Ninguna cosa se opone mas al buen Sucede también que los hombres lle­
tono que afectarpara con una muger una van á la sociedad la tintura de sus es­
intimidad ó franqueza particular que tudios y conocimientos, ó de sus tareas
puedecomprometerla. El principal deber habituales, sintiéndose muy inclinados
euando se amaá una muger, es el ocul­ á hacer de ellos el texto ordinario de su
tar su pasión, si se quiere su felicidad; conversación. Este es un defecto que de­
y sería una perfidia pretender aparen­ be evitarse particularmente en la socie­
tar una estrechez, que no exista. Tal vez, dad de las mugeres, porque ¿qué gusto
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pueden encontrar en oir hablar de ecua­ mundo jamás debe alargar demasiado
ción, de fisica o de química? Solamen­ una conversación sobre política en se­
te conviene una conversación ligera y mejante sociedad; y si acaso tiene que
adecuada á sus circunstancias, sin espo- referir algo, debe ser corto y esplicarse
nerlas al fastidio de escuchar cosas que con medida, en tales términos, que den
no entienden ; y el secreto está en de­ á entender no es su intención el favo­
jarlas que ellas mismas emprendan la recer opinion alguna con empeño, sin
conversación, y no llevarlas á un terre­ olvidar la clase de su auditorio; y si en­
no que las es desconocido. Cada dia se tra en la disputa una muger, aun debe
van desmintiendo las reconvenciones que aumentar mas su dulzura y circunspec­
se hacen á las mugeres de no hablar si­ ción. Las mugeres merecen todos los
no fruslerías. Se va viendo que ya no miramientos posibles, y á veces es una
les es desconocido ningún ramo de li­ falta el tener razón contra ellas.
teratura, y que conocen las artes y las Decia Fontenelle que si tuviese la
cultivan con acierto ; cosas que propor­ mano llena de verdades, se guardaría
cionan medios ciertos de reanimar una muy bien de abrirla; pero este prover­
conversación tibia, y de dai’la agrado y bio no favorece en nada á la franqueza
encantos. ni claridad de un autor. Con las muge-
También la política constituye gran res está algunas veces fuera de su lugar
parte de las conversaciones, y sucede que la franqueza: sucede que una muger de
las mugeres suelen igualmente tomai- aquella edad media que ni se puede lla­
parte en ellaSj endulzando cuanto pue­ mar juventud ni tampoco vejez (edad
den tener de duros ó de exagerados cier­ que jamás las mugeres confiesan ; pre­
tos puntos opuestos: calman ó retienen gunta con una sonrisa : ¿ qué tal le
las pasiones, ó echan graciosamente un parezco á Vm. hoy? En este caso, si al­
chiste que divierte, y algunas veces ci­ gunas arrugas recientes empiezan á sur­
catriza la llaga que puede haber causa­ car su frente, y si alguna jaqueca tenaz
do en algunos una materia de estas que ha marchitado un poco sus ojos ó des­
les sea incómoda ; pero un hombre de colorado su tez, viene bien, como de-
. '

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cïa Fontenelle el no abrir la mano pa­ nia. Las mugeres no gustan por lo re­
ra dejar escapar la verdad. Debe, pues, gular que se les diga que tienen los ojos
alabarse á tiempo y con medida. Hay chiquitos, al contrario, quieren tener­
alabanzas tan escesivas que por lo mis­ los siempre grandes. =¿ Y no es mas que
mo se declaran á sí mismas, convirtién­ cateYm. á nuestro hombre subien­
do las escaleras de dos en dos y de cua­
c s o ? y

dose en sátiras. Cuéntase que un hom­


bre muy sabio, y que habia consumido tro en cuatro, y volviendo á despedirse
su vida sobre los libros, pero nada cursa­ de la señorita L’ Espinasse que habla­
do en los estilos de mundo, fue introdu­ ba con los últimos que habían quedado
cido por un amigo en casa de la seño­ en la tertulia, diciéndola con la mayor
rita de L’ Espinasse, en donde creyó el amabilidad : =Señorita, yo he cometi­
buen señor convenia usar de galantería; do hoy una falta imperdonable que ven­
pero despues de haber discurrido largo go á reparar. Considero que todavía no­
tiempo algo lisonjero qué decir á la due­ che he dicho áVm. que tenia los ojos pe­
ña de la casa, no encontró otra cosa so­ queños, pero lo cierto es que los tiene
bre que cumplimentarla sino sobre sus Vm. muy grandes, lomismoquelas nari­
ojillos que vibraban llamas, y sobre sus ces, los pies y la boca.
ojillos, cuyo resplandor no se podia to­ Un esterior agradable previene parti­
lerar, y siempre sobre sus ojillos y nada cularmente á las señoras en favor del
mas. Acabada la tertulia, nuestro sabio, hombre que se acerca á ellas; pero tam­
muy pagado de sí mismo, preguntó á bién hay mil medios de reparar los dis­
su introductor al bajar la escalera favores de la naturaleza. Una esmerada
¿Qué tal le parece á Vm. que lo he hecho limpieza, el arte de dar dulzuia y es-
para la vez primera? = Perfectamente, presion á su voz, todo contribuye para
le contestó el otro, fuera de una cosa.= que las mugeres vuelvan de la impre­
¿Y cuál es? = QueVm. no ha dejado de sión desagradable que las inspira un es­
cumplimentar á la señorita de L’ Espi­ terior defectuoso. Se cita un sin núme­
nasse sobre sus ojillos. =¿Y eso es ma- ro de egemplos de hombres muy feos
lo?=No digo que sea, pero ao conve- muy queridos de las mugeres, La ma-
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yor parte de ellas prefieren, como no­ tre la chanza y el epigrama, entre la ele­
sotros á la hermosura, el ingenio y la gancia y el abandono, y de aqui resul­
gloria que no se mudan, pues á aquella se tan mil inconvenientes. Todo el talento
acostumbran los ojos , en lugar que el del hombre de buen tono consiste en
ingenio varía, toma mil formas, y sabe esto, porque es cosa muy común saber
mover habitualmente los mas ocultos re­ como se ha de obrar; pero el arte está
sortes del alma. Había un hombre tan en saber como se debe evitar en un uso
feo, que apenas se acercaba á una mu- continuado una especie de magnetismo
gea, cuando ella cerraba los ojos; pero moral, un tacto que no se adquiere sino
no bien hablaba, cuando encantada de con la buena sociedad, sin la que no se
oir unas palabras tan dulces y lisonje­ puede conciliar esta preciosa cualidad
ras los volvia á abrir: al cabo de un que no nos permite incurrir en defecto
cuarto de hora de conversación se olvi­ alguno, y merece al que la posee el tí­
daba de que tenia á su lado un hombre tulo de hombre perfectamente urbano.
desgraciado por su figura, para no escu­
char sino el encanto de un hombre de C A P Í T U L O V.
tanto talento.
Un hombre, pues, de mundo debe DE IA. SOCIEDAD DE IOS HOMBRES."
buscar ansiosamente la conversación de
las mugeres. Solo ellas pueden darle Si la sociedad de las mugeres es pre­
aquella gracia fácil que procura presen­ ciosa por los agrados y ventajas que se
tarse \entajosamente, hablar con facili­ hallan en ella, y la facilidad de adquirir
dad, y obrar siempre á tiempo. Los hom­ bellos modales, gracia y ligereza en to­
bres hacen las leyes, ha dicho uno de das las acciones, la de los hombres es
nuestros escritores, pero las mugeres notable por otras cualidades no menos
forman las costumbres. importantes. Se ha dicho ya que la so­
Afedia una diferencia muy delicada ciedad de hombres que no tuviese un
entre la urbani lad y la afectación, en­ punto ú objeto especial, perecería por el
tre la familiaridad y benevolencia, en- misino fastidio ó falta de agrado. Esto
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no quita el que no se encuentre esta cir-í muger: la discusión se anima por si mis­
cunstancia en el mundo en una socie­ ma á la frente de un adversario con el
dad de hombres, y que por lo tanto sea que se reputa uno igual; pero jamás de­
indispensable saber como manejarse en be degenerar en disputa, pues las dis­
ciertas ocasiones. > putas no son para las tertulias.
La sociedad de hombres es por sí También sucede que la conversación
grave y séria: se discuten á veces mate-, entre los hombres sea libre, esto es, lo
rias las mas importantes, y rara vez que- que se llama hablar entre hombres; pe­
da impune el que se propasa en hablar ro un hombre bien educado jamás de­
sin haber pensado, ó adelanta con lige-* be tomar parte en esta especie de licen­
reza una opinion que no pueda ó sepa cia. Su lenguage debe ser siempre mo­
sostener. Amenudo se hallan en ellas desto y decente, porque nos parece inne­
hombres profundos que echan una pro­ gable que no se deba decir jamás sino
posición pensada de antemano con toda, aquello que pueda uno confesar sin ru­
madurez. En tal caso no se debe con­ bor. No por eso estableceremos el que
tradecir por solo el gusto de ser de opi­ un hombre bien educado proscriba ri­
nion diferente, sino para mas aclararla gidamente en los demas lo que él mis­
cuestión cuando no se comprende sufi­ mo no hace, ni que deban salirle los co­
cientemente. La sociedad de hombres lores al rostro, por loque estaria bien
no exige ni tantos miramientos, ni tanta visto en una joven; pero le queda el me­
urbanidad, ni tanta finura como la délas dio de que sin aprobar ni vituperar abier­
mugeres. No por eso está exenta de la tamente, puede retirarse de una conver­
civilidad; y todas las atenciones que ter sación que no le conviene, y si se conti­
nemos unos para con otros, nos realzan núa la materia, manejarse en el modo
á nuestros propios ojos, y nos dan aque­ de esplicarse con tal arte, que sea una
lla dignidad de que jamás debe prescin­ reconvención tácita.
dir el hombre bien educado. La sociedad de los hombres instrui­
Es verdad que siempre se cede con dos es útil para formar el juicio, eger-
mas.dificultad á un hombre que á una «itar el ta lento en las cosas sérias, y
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frecuentemente corregir las costumbres: to consiste en manifestar el propio,
porque un hombre de mundo no debe como en hacer brillar el de los de­
contentarse con ser agradable y frivolo, mas. Todo el que salga contento de sí
sino que debe procurar hacerse un ciu­ mismo despues de haber hablado con
dadano recomendable y distinguido. vosotros, lo está de vuestra persona,
Huyase, pues, de la sociedad de los porque nos hemos de hacer cargo de
jóvenes libertinos, pues en ellas se pierde que los hombres no gustan de admirar,
el tiempo, y se gasta la vida sin aprove­ sino que quieren agradar; y no tan­
chamiento y sin placer; las riñas é inco­ to quieren alegrarse é instruirse, como
modidades nacen á veces de una palabra, verse aplaudidos, consistiendo lo mas
y sabido es lo desagradable de sus con­ delicado del placer en proporcionar el
secuencias: paran á veces en odios, ene­ de otros.
mistades y desafíos tan perjudiciales al Por aqui se puede conocer lo difi­
vencido comoal vencedor, y alejan enfin cultoso que es acertar en esta materia,
de las cosas útiles y de los estudios serios. y cuanta aplicación y estudio requiere.
Todas las conversaciones tienen dos par­
CAPÍTULO VI. tes muy diversas ; la del que habla-, y
la de aquel ó aquellos que escuchan.
DE LA CONVERSACION. Es un gran arte en el mundo el de sa­
ber escuchar: y pues que el moralista
No hay cosa mas difícil en el mun­ que acabamos de citar establece funda­
do que sostener convenientemente una damente que los hombres no gustan de
conversación larga y variada: sucede ser admirar, sino que quieren agradar, y no
el escollo donde se estrellan las perso­ tanto procuran instruirse y alegrarse
nas de talento , la piedra de toque de comoverse aplaudidos, se sigue que pa­
los caracteres de cada uno, y en la con­ ra que nos amen y busquen, debemos
versación es en donde se conoce á un procurarles este placer. Hombres ha ha­
hombre bien educado. Labruyere dice bido que han alcanzado reputación de
que el talento de la conversación no tan- juicio y aun de talento con solo el arte
3
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de saber escuchar. Escuche pues el hom­ delinean en el suelo figuras algebráicas.
bre lino con una atención constante, y Nada hay mas inurbano é impolítico, ni
persuádase que asi habrá cumplido con mas contrario á aquella gravedad dulce
la mitad de los deberes de la conversa­ y decente que se debe conservar en la
ción. Al escuchar á cualquiera no deben Sociedad.
divagar los ojos de un lado á otro en Síguense á estos tales aquellos que
examinar los cuadros ó flores de la ta­ no escuchan ó escuchan mal ; los que
picería, o los adornos ele la sala; pues interrumpen una conversación repenti­
si se dirige á otros objetos que á la per­ namente. Hablase de política, de artes,
sona que hablaj ¿qué queréis que ella ó de literatura, y salen esclamando con
piense? Al contrario, debe dirigirse siem­ que hace buen tiempo, ó que llueve, ó
pre la vista al que habla, sin lijarse en el número del dia, del mes, ó el nom­
-él demasiado para no embarazarle, y bre del dia de la semana; preguntan qué
siempre de manera que pueda juzgar de hora es, y acercándose á una señora ad­
la impresión que produce. ISo haciéndo­ miran indiscretamente lo bonito de su
lo así, da uno á entender ó que no quie­ chal ó la elegancia de su vestido. Estos
re oir por cansancio ó fastidio, ó que te­ son los enemigos mortales de toda con­
me que le lean su modo de pensar en versación amable y arreglada. En un mo­
sus miradas, lo que da á entender des­ mento una reunion de personas tiene
confianza ó disimulo. Hay también per­ que ser mártir de su necia fatuidad ó de
sonas que aunque escuchan con aten­ su grosera impolítica; pero no faltan oca­
ción, la vivacidad de su sangre, ó una siones en que un hombre de talento y
impaciencia natural, no les permite es­ juicio interrumpa á tiempo una conver­
tar un solo momento en reposo; ó bien sación que juzga peligrosa ó demasiado
arrugan entre sus dedos la punta de su animada. Cuenta Sterne que hallándo­
corbata , ó ya abotonan y desabotonan se en una reunion de París se trataban
el chaleco ; si estan sentados,, llevan el cuestiones peligrosas en su esplanacion
compás con los pies: si levantados cam­ y resolución. El Conde de C*, uno de
bian á cada instante de posición, ó bien sus amigos era quien con mas ardor se
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entregaba á la discusión y adelantaba yamento que no se exige, mas bien ins­
paradojas que difícilmente hubiera sos­ pira duda que confianza: pues entonces
tenido, ó que se hubiera avergonzado de se asemeja uno á los bribones que nos
quererlas sostener á sangre fría. Sterne engañan y estafan, hablando sin cesar
*e acercó al Conde, y cogiéndole de la de su honradez y probidad.
mano, le dijo; señor Conde, ¿no hecha V. Es verdad que los amantes juran sin
de ver que su sortija está demasiado apre­ cesar, y ponen por testigos á Dios y al
tada y que debiera holgarse mas? A l buen cielo; juran sobre su vida, sobre su for­
entendedor una palabra. Con efecto, una. tuna, sobre la vida de las personas que
palabra de un sabio basta, repuso el Con­ les son mas queridas; pero sabido es lo
de, y la conversación mudó de objeto; que valen estas promesas tan repetidas.
pero rara vez se hallan estas ocasiones: En la sociedad se procede mas franca­
es necesario mucho talento para apro­ mente, y sin embargo las personas hon«
vecharse de ellas, y hay pocos Sternes. radas no por eso cumplen menos su
Ninguna cosa hay mas impropia, palabra.
según Dios, y según la sociedad, dice Hay otros sugetos, dice Labruyere,
otro moralista, que el apoyar en una en quienes lo mismo es hablar que ofen­
conversación aun las cosas mas indi­ der: son por carácter picantes y amar­
ferentes con largos y fastidiosos ju­ gos, y su estilo está lleno de hiel y agen-
ramentos. Un hombre honrado merece jos. La mofa, la injuria, el insulto, pa­
ser creído con el simple si ó el no ; su rece que se destilan de sus labios como
carácter es el que jura por él, concilia su saliva. Mas les valiera haber nacido
el crédito á sus palabras, y le merece mudos ó necios, pues que cuanto tie­
toda especie de confianza. No jureis, nen de viveza de espíritu les daña mas
pues, jamás, ni apoyéis nada sobre vues­ bien qué á otros su necedad. No se con­
tra palabra de honor; esta espresion no tentan con replicar siempre con acrimo­
debe prodigarse, y cuanto se diga debe nia; atacan muchas veces con insolen­
ser la pintura sencilla de lo que se pien­ cia, hieren la reputación de los presen­
sa. Querer afirmar una cosa eon un ju- tes y de los ausentes, y topetean de
38 %
frente y de lado como los carneros. c!Se neis cosas reservadas que comunicar, de­
exigirá de estos animales que no ten­ jadlas para aquellos momentos de una
gan cuernos con que hieran ? Pues no confianza mútua que noquieren testigos.
se espere reformar tampoco con esta pin­ Una zumba moderada constituyeel en­
tura los caracteres duros y feroces que canto de la conversación ; alegra sin he­
llevan consigo una indocilidad invenci­ rir, y la escita sin amargura cuando se
ble. Lo mejor que debe hacerse es huir iba entibiando. Pero los necios estan
de ellos, y viéndolos de lejos, ni aun si­ siempre prontos á enfadarse, y á creer
quiera volver la cabeza para mirarlos. que se burlan de ellos y que se les des­
Guardaos, pues, de pareceres al ori­ precia. No debe por lo tanto arriesgarse
ginal de este retrato, acordándoos siem­ una zumba, aun la mas suave y permi­
pre de que es necesario agradar para tida, sino con gentes urbanas y de ta­
ser amado, y no desagradar para ser to­ lentos. Ha de evitarse en la conversa­
lerado, y que siempre se ha de huir de ción la impetuosidad que se apodera de
hacerse aborrecible. todos los asuntos queriendo hablarlo to­
El célebre Moliere se burla de aque­ do. Gentes hay, que en esto son tan es-
llas personas que tienen siempre un se­ tremadas, que ellas mismas hacen la pre­
creto que deciros, y que este secreto gunta y dan la respuesta, y que dicen á
no es nada. Con efecto, se ven algunas uno ; Vm. me responderá ; Vm. me opon­
que en medio de un corrillo se arriman drá á esto ; puede serque me objete Fm. ; y
bacia su vecino ó vecina y le hablan al yo diré á estos tales: PorDios, dejen Yms.
oido. Suele haber no pocos fatuos que decir; dejen Yms. oponer, y dejen Yms.
que emplean este medio para hacer sos­ objetar, porquedebe haberla mayor fran­
pechar una intimidad que no existe. Se­ queza en las conversaciones; y como di­
mejante aire misterioso y apariencia de ce un gran poeta, aunque todo el mun­
secreto, es siempre insultante para las do no sea un gran hablador, no hay na­
personas que son espectadoras. Hablad die que no guste de echar su cuartito
claramente, no digáis jamás sino cosas á espadas. Guardaos también al escu­
que puedan ser oidas de todos: y si te- char la historia ó relación de un suceso
4o 4»
de decir: eso lo sé yo muy bien; ó cortar ó damaMaintenon, tiene desgraciadamen­
desmentir á la persona que habla po­ te sus imitadores. Evitad con todo cui­
niendo en duda alguna circunstanciá, ó dado el ser de esta secta ruidosa, y lla­
algunos pormenores de poca entidad. mad la atención mas bien con el agra­
Llevad siemqre por delante el contene­ do y dulzura de vuestras palabras, que
ros y tolerar ciertos defectos á los de­ con el grande eco y ruido queproduzcan.
mas , echando una ojeada sobre vos­ No mintáis jamás, pues fuera de que
otros mismos, y conoceréis cada dia mas la mentira es indigna de un hombre de
que todos tenemos necesidad de una re­ honor, se descubre muy fácilmente en el
cíproca indulgencia. Oigo, dice Labru- mundo, y espone á un bochorno yá la re-
yere, hablar áTeodecto: apenas entra en diculez. Todo lo ha leído, Arcas, dice La­
la antesala, cuando á medida que se va bruyere, á quien citamos tan amenudo,
acercando engruesa la voz: ya está den­ porque sabe dar á los preceptos mas sá-
tro: rie, grita, vocea, tienen todos que bios un giro original é ingenioso. Arcas
taparse los oidos porque es un trueno, lo ha visto todo, y lo quiere persuadir
siendo tan temible por las palabras que así: es un hombre universal, y quiere ha­
dice, como por el tono con que las di­ cerse pasar por tal, y prefiere el mentir
ce. Yáse en fin apaciguando este albo­ á estar callando, ó aparentar que ignora
roto para ir ensartando frivolidades y alguna cosa. Si en una mesa se habla
necedades, y tiene tan poco miramiento de un grande de una corte del Norte,
al tiempo, á las personas y al bien pa­ toma inmediatamente la palabra, se la
recer, que cada uno se aplica algo de lo quita á los que iban á decir lo que de
que él ha dicho, sin que él haya tenido él sabían, y se introduce en aquella re­
intención de echar indirecta alguna, y mota region como si fuese natural de
aun antes de sentarse ya ha incomoda­ ella: discurre sobre las costumbres de
do á toda la concurrencia. aquella region, de las mugeres del pais,
Este Teodecto por quien se preten­ sus leyes y usos : cuenta anécdotas allí
de que Labruyere quiso señalar al con­ sucedidas, las da por muy graciosas, y
de Aubigne, hermano de la célebre Ma- él mismo se ríe á carcajada. No falta en'
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la concuiTcncia quien se atreve á des- de la señora N...... ó al contar con un
tirle y probarle claramente que di­ modo irónico la anécdota del dia, se
ce cosas que no son ciertas; pero no por compromete á veces el honor de las fa­
eso se turba Arcas; al contrario. se a S milias: y aunque se consiga hacer son­
nía mas contra el interruptor. Nada di- reír á la malignidad, no se adquiere la
\ nada cllento, dice, que no lo sepa mejor opinion de sí propio. Las muge-
originalmente: losé por M. N. embaja­ res no gustan de que se pongan de ma­
dor de trancia en aquella córte, que ha nifiesto sus debilidades., y que se mire
vuelto hace algunos dias, á quien co­ como juego una cosa en que constitu­
nozco familiarmente, y le he pregunta­ yen ellas la felicidad de su vida. Hablad
do con todo cuidado, y no me ha ocul­ siempre bien de las mugeres, esclusad­
tado circunstancia alguna. Vuelve con las, y pensad que en la sociedad es el
esto a tomar el hilo de la conversación mas bello papel el de ser su caballero.
con mas confianza que la habia empe­ También se tropieza en el mundo con
zado, hasta que alguno de los convida­ gentes que son como bufones de profe­
dos le dice: «pues ese con quien habíais sión y encargados de divertir á los otros.
»es el mismo embajador que acaba de lie- Su memoria está atestada de cuenteci-
»gar de su embajada.” llos, de chistes, de equívocos, y poco á
Es muy difícil hablar á tiempo. Hay poco se hacen los móviles de todas las
materias sobre las que un hombre urba­ chanzas; pero para sostener este papel
no y circunspecto no emprende hablar es indispensable mucho pulso é ingenio,
sino temblando, y tales suelen ser en y á veces no es estimado , porque siendo
cuanto pertenece á las muger.es. Es su un pobre oficio el de hacer reir á los demas,
honor tan delicado, tan tenue el hilo de no se garra con él el aprecio ni conside­
su reputación, que un soplo puede cor­ ración. Sed, pues, alegres sin ser serios,
tarle; y asi es que cuando se ha de ha­ pero guardaos muy bien de haceros gra­
blar de naugeres es preciso dar siete nu­ ciosos de profesión.
dos a la lengua, como suele decirse, an­ Al hablar de vuestra persona haced­
tes de empezar. Al referir la aventura lo poco y con modestia. Estamos siero-
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pre muy prevenidos para no conceder i conocimientos y á la situación de las
otro las cualidades que quiere darse; y personas, pues que hay discursos que
se reconocen con gusto las que él ocul­ pareciendo en sí simples y naturales,
ta y procura disimular. son duros y crueles cuando se dirigen á
Puede dividirse el hablar en hablar ciertos individuos. Por egemplo, es muy
bien, en hablar con facilidad, en hablar cierto que perdido el honor no se reco­
con exactitud, y en hablar á tiempo. Con­ bra jamás ; pero abusaríais de vuestra
tra esto último pecan los que se estien- posición si ostentaseis grandes máximas
den describiendo un banquete magnífi­ y decis que
co delante de gentes de una fortuna me­
diana y que tienen una mesa muy fru­ Una isla es el honor tan escarpada
gal; en decir maravillas de su propia sa­ Que una vez fuera de ella, no hay entrada ,
lud delante de los enfermos; en hablar
de sus riquezas, rentas y muebles á un delante de una muger notada por alguna
hombre que no tiene renta ni domicilio; aventura ruidosa ó delante de un hom­
en una palabra, en hablar de su felici­ bre que ha cometido una falta de que
dad delante de desgraciados. Esta con­ tenga que avergonzarse.
versación es muy fuerte para que pueda Una cosa hay, dice un autor célebre,
ser sostenida, y odiosa la comparación que jamás se ha visto, y que tiene apa­
que necesariamente forma el oyente en­ riencia de no verse nunca, y es un lu­
tre su estado y el vuestro. gar que no esté dividido en partidos, en
No habléis á cada uno sino de aque­ que todas las familias esten unidas, los
llas cosas que puede entender. No ha­ parientes se vean con confianza, en que
bléis de caza á un religioso, ni de ritual un matrimonio no produzca una guer­
á un militar. Guardaos de manifestar ra civil, y en que las etiquetas de clases
vuestros conocimientos en química de­ no se esciten á cada paso. Esto no es
lante de una muger, y de modas y de tan general en las cortes, pero como
tocador á un físico. donde quiera hay hombres, se encuen­
Acomodaos siempre á la edad, á los tran también en las capitales socieda-
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ties que se parecen á las de los lugares. envejeciendo, señora; á otra, Vm. tiene
Jamás entréis en partido alguno de las hoy mal semblante: hablar á un ancia­
familias ; esto no os toca, y si fuereis no de su juventud delante de personas
llamados para intervenir, apaciguad, con quienes pretende rejuvenecerse, es
endulzadlo todo: sed conciliadores, pues cabalmente hacer lo que puede desagra­
no sin razón uno de nuestros autores darles mas, y lo que con mas cuidado
cómicos ha difmido la palabra concilia­ se debe evitar.
dor por la espresión de hombre amable. No llevéis á la sociedad vuestras pe­
No abuséis de la ironía; y si sois su­ sadumbres ni desazones. Si estas os en­
perior á las gentes á quienes habíais, no tristecen é incomodan, quedaos en vues-
os la permitáis jamás, pues vuestra po­ tra casa con vuestras ideas melancólicas;
sición les debe poner á cubierto de vues­ pero si traíais de disiparlas buscando
tros tiros. para el efecto las distracciones de la so­
Se encuentran defectos pequeños que ciedad, no impongáis vuestras penas por
se abandonan con facilidad á la censura castigo á todos sus individuos. Es preci­
de los hombres, y sobre los que no de­ so dejar siempre en la propia casa las
ja nadie de ser zumbado. Esta especie pesadumbres, y no ir á turbar la alegría
de faltas ligeras y poco importantes de­ de los otros: personas hay que llevan á
bemos elegir siempre que queramos una tertulia una figura triste con todas
zumbarnos. las apariencias de unos conjurados que
El reirse de las gentes de talento es conspiran contra la alegría común.
el privilegio esclusivo de los tontos. Si se os pide contad una historia ó
Acordaos constantemente que el afec­ una anécdota, pero sin olvidaros de que
tar desden, el no estimar sino poco ó nada es tan difícil como este empleo.
nada, el darse un aire de superioridad Muchas veces piensa N. que es alegre,
sobre todos, es justamente lo que hace ligero y agudo, y no tiene nada de eso;
que no se nos estime y que se nos colo­ y el imponer en tal caso á la gente
que aun mas abajo de lo que merecemos. que os rodea la obligación de escucha­
El decir á una señora , nos vamos ros por mucho tiempo, es una peni-
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tenda dura. Sed, pues, sobrios en la nar- De tos habladores.
raeion, porque sobre esto nos suele en­
gañar el amor propio. Evitad los equí­ Es media noche y vuelvo de una tertu­
vocos y menudencias que suelen ser pro­ lia en la que, fuera de lo acostumbrado,
pios de los titereros y bufones, pues por el dueño de la casa no ha pueslo mesa
un dicho agudo que por casualidad pue­ de juego. Entro, pues, en mi casa con
da salir de vuestros labios, diréis veinte los duros que llevaba ya sacrificados de
necedades que cansen ó tal vez hieran antemano para lo que exige una mo­
á alguno. derada partida , y que casi tengo pe­
No habléis de vuestra muger ni ni­ sadumbre de no haberlos perdido. Es
ños; no contéis sus travesuras ni conde- verdad que la reunion se componia de
neis á toda una reunion á que admiren hombres de gusto, de artistas y de al­
como golpes de talento, rasgos de ni­ gunas señoras hermosas. Cuando yo lle­
ños que solo pueden interesar al pa­ gué giraba la conversación sobre la lite­
dre, á la madre, ó á los abuelos. Enfin, ratura; se hablaba de ella sin pasión, y
procurad haceros agradables tanto por cada uno daba de buena fé su parecer
lo que digáis, como por el modo con sóbrelas materias que ocurrian; adver­
que lo digáis. Esforzaos á que vuestra tí inmediatamente que no se encontra­
voz salga armoniosa á variar sus infle­ ba en la sala un solo literato, y me ale­
xiones; que el tono no sea monotono: gré pensando que iba á encontrar pla­
pronunciad claramente, no mortifiquéis cer y variedad en donde había ya con­
los oidos de los que os oyen, y les obli­ tado pagar con mi bolsa algunas horas de
guéis á que os vuelvan á preguntar. Es­ fastidio. Poco tiempo hacia, despues de mi
tas atenciones, por pequeñas que os pa­ llegada, cuando vinieron á anunciar un
rezcan, son señales de estimación y de­ tertuliante. Me asombré al observar el
ferencia para con las gentes con quie­ que un nombre pronunciado en alta vo¡$
nes se vive, y constituyen parte de la por el lacayo escitó un gesto en el due­
urbanidad. ño de la casa y en sus mas íntimos ter-
4
lío
tulinntes. Desde luego conoció que no cucharle por fuerza. Si habia alguno
5i
se le aguardaba; ¿pero qué importa si ve­ que empezase alguna conversación con
nia sin ceremonia á tomar parte de un su vecino, se levantaba y apoderándo­
pavo ó de una buena trucha? No era di­ se de él por el cuello de la casaca , con
fícil acertar en qué consistia el descon­ un «iba á decir á Y.” le obliga á no
tento que se manifestaba en algunas fi­ perder una palabra de su inagotable
sonomías; mas me hacia cargo de que ha­ charla.
biendo conversación bastante, y en don­ Muy bien se puede huir de un ha­
de quiera para toda clase de gentes, po­ blador en una tertulia, pero no hallo
niendo por su parte lo que se le exi­ medio para sustraerse de él cuando se
giese, el reeien venido no podria contri­ le encuentra en la calle. Es en vano el
buir sino á la variedad y el interes. fingir no haberle visto, porque si él los
Pronto mudé de opinion. Antes que ha visto, se acerca y os tiene por espa­
se le hubiese presentado, una silla nues­ cio de una hora debajo de una gotera
tro importuno había ya dirigido la pa­ para hablaros ó del gobierno de la Chi­
labra á cada uno, pero con tal volubili­ na, ó del nuevo trage del gran señor Ma-
dad que se me figuraba el redoble de los hamut II. ¿Qué partido se ha de tomar
tambores de la retreta. En un instante en tal caso? Armarse de paciencia, por­
supimos los nombres y aventuras de to­ que la fuga es imposible: á menos de
das las personas á quienes había visto querer dejar por despojo á vuestro ha­
en todo el dia: supimos desde el primer blador el cuello de la capa, ó una vuel­
pedimento hasta la apelación todas las ta, ó un boton de vuestro frac.
circunstancias de un pleito puesto al pri­
mo de la sobrina de su sastre. Ya nos De los semi-literatos.
liabia dicho diez veces que toda la ma­
ñana había llovido, pero que el baró­ ¿Quién no conoce á muchos que aspiran
metro subia, y que sin duda ninguna á literatos y solo han tomado los defectos
á la mañana siguiente baria el mas her­ de aquellos á quienes han querido imi­
moso dia del mundo. Era preciso es­ tar? Semejantes hombres ¿se encuentran

7¡ ~7-"
5a 53
con algunos que hayan salido de la lí­ bra que suelta, mirando á todoslados con
nea general, ó con quien haya publicado aquel aire que quiere decir: ¿ no es ver­
una obra que se haya merecido la aten­ dad que esto está muy bien dicho? Es­
ción pública? No hay remedio sino que le te hombre es un semi-literato, y se halla
han de abrumar á fuerza de fastidiosos en disposición de disparar un centenar
elogios, y que se han de hallar siempre de requiebros galantes que hubieran pa­
en las sociedades en que se acoge á los sado por comunes aun en tiempo de la
hombres de mérito:porqueaspiran á par­ caballería; pero particularmente saca sus
ticipar del brillo que no tienen, por so­ obsequios del reino vegetal : cada una
lo rozarse con los que lo poseen. de las señoras es una flor, y ya se sa­
Con esta clase de personas no se de­ be de antemano qué papel ha de ha­
be temer el ser impolíticos, y se de­ cer la rosa en esta escuela de galantería
be romper inmediatamente con los que botánica.
espetan cumplimientos ridículos, y os Hubo sin embargo una época en que
descalabran á incensamos. semejantes gentes brillaban en la socie­
Regularmente los semi-literatos os­ dad y aun adquirían una reputación, pe­
tentan todo su saber con las mugeres. ro no es así en nuestros dias. Ya las se­
Como ellas son mas accesibles á la ala­ ñoras tienen demasiado discernimiento
banza que los hombres, encuentran en y modestia para ser presa de estos ne­
sus encantos un texto sobre el cual es- cios cumplimenteros: gustan que se ha­
tan disertando eternamente : pues no ga justicia á sus gracias y atractivos,
puede haber hombre tan poco adverti­ pero ya no quieren que se las compare
do que las saque los colores al rostro á las flores, y sobre todo á la rosa que
al decirlas que son amables ó bonitas. se marchita tan pronto.
Ved aquel corrillo compuesto de muge-
res de todas edades : solo un hombre
está en medio de ellas; su fisonomía in­
dica lo contento que está de sí mismo,
se sonríe con satisfacción á cada pala­
54 55
mient03, sin saber salir del circulo estre­
CAP Í TULO Vi l i . cho que se habían trazado. Esta situa­
ción de la sociedad sirvió de texto á Mo­
D it DESEO INMODERADO DE MANIFESTAR liere para escenas muy graciosas. Así
TALENTO. en el enfermo imaginario, Diaforo y su
hijo Tomas nos dan una escelente lec­
No se perdonan en el mundo preten­ ción del ridículo en que se incurre al
siones superiores á las de los demas; y hablar de cosas que no se entienden.
la mayor concesión que hace el amor Es verdad que el retrato está un poco
propio, es mirar el mérito ageno como recargado, pero un hombre que ostenta
igual al suyo; pero lo que mas hiere ei conocimientos agenos de los que le oyen,
la pretensión de manifestar talento. Di se halla desde luego en el caso de Dia­
tal manera es la naturaleza human; foro poco mas ó menos.
que tiene celos aun de sus propias cua­ No hay cosa mas agradable que el
lidades, y no perdona al talento,, si nc talento que va acompañado de gusto,
cuando conoce que este se ijfnora á sí discernimiento y juicio; cualidades pre­
mismo. Conviene, pues, saber contener­ ciosas que jamás se estimarán lo bastan­
se, y muy amenudo se manifiesta talento te, y que son como un pasaporte con
en el misino procurar no manifestarlo. el cual se viaja por do quiera sin mie­
Nos arrastra demasiado el ardor de querer do y sin trabas. Cuando el talento está
brillar; nos hacemos habladores sin solo, mas bien puede ser dañoso que
echarlo de ver, y se cansa á las gentes útil; cansa y fatiga; es un licor dema­
á quienes se creia divertir. siado fuerte que se sube á la cabeza y
En otro tiempo eran distintas las atolondra , no obstante su volatilidad y
clases, y no estaba la instrucción tan ligereza. Si queréis apreciar el mérito de
difundida como en el dia. Las personas un hombre con acierto, escuchad el jui­
instruidas solo sabían una cosa, que cier­ cio que de él hacen las mugeres. Mu­
tamente sabían bien; pero en general chas veces sucede encontrarnos en una
les eran agenas otras especies de conoci- reunion cerca de dos mugeres á quienes
56 57
no conocemos, oigamos entonces su con­ ce que se está conteniendo por no bos­
versación sin mezclarnos en ella. Ábre­ tezar y él la sigue mirando muy satis­
se la puerta del gabinete, y anuncian fecho y continúa sus demostraciones.
que va á entrar el señor N\=Vedle allí, Apuesto á que la está hablando de las
dice la una, mírele Vm. como anda, co­ aguas de Sacedon ó de Solan de Cabras.
mo se dirige al ama de la casa, se diria Esto es lo que se merecen, y con
que acaba de ganar la batalla de Auster­ mucha razón, los habladores importu­
litz ó de Marengo. No parece sino que nos. Cierto autor célebre habla de los
el suelo es indigno de que él le pise; hombres de talento que brillaban á su
vea Vm. como mira á un lado y á otro con vez, y que por la mañana componían las
aire de protección. Vaya; sea en bora palabras y chistes que debían derramar
buena: se sienta por felicidad lejos de á la noche, y preparaban las preguntas
nosotras=ïiene Vm. mucha razón, dice y respuestas. El uno debía solamente
la segunda, estar cerca de él es la cosa defenderse un dia y triunfar el otro. Evi­
mas enfadosa del mundo; si tuviera que tad siempre estos cálculos preparados que
estar á su lado toda la noche, creo que salen de lo natural. Dos hombres de esta
levantaría inmediatamente la visita, é calaña se parecen á dos gallos de pelea,
iria á oir á lo menos el último acto de que divierten con sus picotazos, y si se
la Donna di il lago. Sin embargo, dicen les tolera es lo mas al principio de una co­
que es un hombre de talento. = jTalen­ mida, porque sus voces cubren álo me­
to ! replica Ja primera que se halla mas nos el ruido desagradable de los platos
cerca, si: talento de aquellos que no ycubiertos El deseo inmoderado dema­
sirven para nada; la otra noche nos la nifestar talento, no solamente nos con­
malogró toda esplicándonos las propie­ duce á hablar de cosas que otros no nos
dades del gas, y la diferencia de las la­ entienden, sino también á tratar de un
nas de España y las de Inglaterra. Re­ arte ó ciencia que no conocemos mas que
pare Vm., señora, á aquella señorita rubia superficialmente delante de aquellos que
que él ha cogido á su lado. ;Ay que fas­ la poseen ó son sus profesores. Gentes
tidiada debe de estar! como se lacono- hay, cuyo furor de hablar les engañado
59
58
tal manera, que se dirigirían á un Miguel tonces Fontenelle quitaba su trompeta,
Angel para hablarle de pintura, á Rosi- acababa la conversación diciendo tran­
rii de música, ó al célebre Alvarez de es­ quilamente: ah tú lodices, mi sobrino.....
cultura; y que hubieran emprendido una En las conversaciones hay un medio
disertación sobre el arte cómico con el igualmente distinto de cierta pereza de
mismo Isidoro Maiquez. Deciden, cor­ hablar ó de un escozor de hablar mu­
tan y trinchan con toda la apariencia, no cho. Conviene, pues, estudiarse para co­
de pedir consejo, sino de dar lecciones. nocerse y vencerse en la ocasión. El es­
Se parecen en esto á un sobrino de Fon- tar infatuado de sí mismo, dice Labru-
tenelle, hombre tan fastidioso y necio, yere, y haberse persuadido íntimamen­
como su tio era agudo y amable, y que te que se tiene talento, es una cosa que
como nos dice agradablemente Roulier no sucede sino aquel que no tiene ó
en su poema de las disputas, era tan que tiene muy poco.
atrevido en apoderarse de la conversa­ Esta máxima siempre presente ahor­
ción, que raría muchos discursos inútiles o poco
convenientes, y baria que juzgásemos
Estando el mismo Richelieu presente, con menos severidad á muchas personas
De Mahon ó de Genes las jornadas á quienes daña el mucho hablar.
Hubiera referido osadamente.
C AP Í T UL O IX.
Este sobrino, pues, de un autor tan dis­ DE LA ALABANZA.
creto atormentaba con sus contradiccio­ Es una falta contra la urbanidad el
nes á Fontenelle , que á pesar de sus alabar en presencia de aquellos que can­
ochenta años, y de una gran sordera, tan ó tocan un instrumento á una per­
conservaba siempre una gran franqueza. sona que tenga la misma habilidad: co­
Si Fontenelle deeia una cosa, inmedia­ mo igualmente el alabar á un poeta de­
tamente tenia pronta la réplica su sobri­ lante de uno que lee sus propios versos;
no; se arrimaba á su tio y le soplaba en pero es igualmente una falta el alabar
la trompeta : y yo tio, digo que...... En­
6o 61
cara á cara y de un modo escesivo: por En efecto, siendo el amor propio y
que una alabanza estremada tiene todo la vanidad los dos grandes resortes de las
el aire de burla, siendo así que la ver­ acciones de los hombres, fácilmente se
dad tjene limites que no es dado traspa­ consigue lo que se desea cogiéndoles el
sar, y que aquellos á quienes alabamos flanco. El alma mas dura se rinde á un
conocen su parte flaca, y estan intima­ elogio discreto, y el carácter mas liero
mente persuadidos de que también los é inflexible se afloja como un arco á
demas los conocen. Si nos escedemos, quien se le quita la cuerda, cuando le
pues, en la verdadera alabanza de un halagan unas palabras lisongeras; pero
modo absoluto, este elogio pierde to­ cuanto mas segura sea esta arma pode­
do su precio, porque no es verdadero. rosa, con tanta mas precaución se debe
Solamente los necios sufren paciente* usar de ella. Las alabanzas interesadas
mente los elogios. son una especie de perfidia, y el hom­
Si teneis que alabar á una muger so­ bre que las usa degrada su carácter y se
bre su belleza, frescura y dulzura de sus envilece , siendo bajos en esta circuns­
miradas, ó sobre el conjunto de sus fac­ tancia ambos papeles, porque se despre­
ciones, no lo hagais jamás á espensas cia al alabado y al alabador. Hay, no
de otra: pues aunque se sabe que las obstante, hombres que merecen toda
mugeres no se aman entre si, el hablar nuestra admiración ; existen virtudes y
mal de las personas de su sexo es un nunca bien alabados talentos que esci-
derecho que se reservan ellas esclusiva- tan con razón un entusiasmo difícil de
mente, y que no permiten que se 1® contener. El alabar la verdad, el mérito
usurpen impunemente. y los talentos, no es sino rendirles un
tributo innegable; pero no lo hagais ja­
El néctar que al gran Jove se presenta» más cara á cara, porque os esponeis á
Y del mundo á los Dioses alimenta,
E s, Filis , la alabanza. avergonzarles y á serles incómodos.
Un hombre se halla en una disposi­
* Ha dicho Lafontaine. ción favorable para alabar á otro, cuan­
do no tiene necesidad de él, cuando no
65
6a
espera ni su protección, ni sus servicios; un adulador el que haga creer que tiene
porque en tal caso se conoce que lo que un carácter elevado, como á un crítico
dice es la verdadera espresion de su pen­ de profesión el no adquirirse enemigos.
samiento; pero si al contrario la alaban­ No obstante, hay una crítica decorosa y
za es interesada ó puede parecerlo, con­ justa que suele emplearse libremente, y
viene abstenerse de ella. que si así no fuese se faltaría á la fran­
También un hombre altamente co­ queza; pero ¿qué necesidad hay de cri­
locado puede alabar; pero ha de ser del ticar el vestido de una señora, ó la figu­
modo mas sencillo y natural; porque si ra de su sombrerillo, ó el color de su
así no lo hace, dará á entender que se chal? ¿Qué nos obliga en ninguna oca­
acuerda del puesto que ocupa, y que siona decir: «señorita, Ym. es rubia y de-
quiere proteger solo de palabra. »bia tener presente que los colores ama-
En el mundo se esperimenta y de­ *rillos y claros no deben convenirla, pues
be esperimentarse muchísima deferen­ »deprimen el color de Vm. en lugar de re-
cia respecto á una infinidad de objetos; »alzarle? Créame Ym., no lleve jamas s¡-
se hace la vista gorda sobre las malas »no colorverde ó azul turquí. Semejantes
costumbres y sobre varios defectos, y es­ observaciones son inútiles y mas bien
to parece como natural, vista la fragili­ incomodan que sirven. Moliere hizo pal­
dad de la naturaleza humana y délas pa­ pables estas ridiculeces en su Misantro­
siones de los hombres. Haced, pues, co­ po con aquella finura artística que le era
mo los demas, pero sin transigir con el propia: dice Filindo
vicio, y no alabando por eso lo que de­ ¿ Cómo dirà Vm. à Andrea
claradamente es malo. Que en su edad no sienta bien
De una bonita el desden,
CA P Í T U L O X. T el colorete la afea?
El Misantropo.
DE LA. CRÍTICA. Sin duda.
Tan permitida es la crítica como la Filindo,
alabanza; pero es una cosa tan-difícil & ¿Y à don Enrique
64 65
Qué es un fastidioso necia
á aquellos que critican con una preven­
Que se acarrea el desprecio f
Si por cierto: respondía el Misantro­ ción apasionada.
po que no quería conocer que en el mun­ «¿Qué dice Ym. del libro de Hermo-
do es necesario pasar por encima de los »doro ? = Que es malo, responde An-
defectos ligeros, y que no se reúnen las ntimio: que es tan malo, que ni siquie­
gentes para decirse unas á otras verda­ ra merece que el mundo hable de él.=
des inútiles y vanas. »¿Pero le ha leido Vm.?=j\;o, responde
Las mugeres son muy sensibles á la »Antimio.” ¿Por qué en lugar de este no
critica, y puede ser que aun lo sean mas absoluto no dice que Fulvia y Melania
que los autores. Decid siempre vuestra le han condenado sin haberle leido, y
opinion con moderación cuando se os que él es amigo de Fulvia y Melania?
pida, y siempre fundándola; endulzad La crítica amaiga, acre y mordaz,
continuamente vuestro juicio; deferid al degenera por lo común en personalida­
amor propio irascible, porque cada uno des, y saca enteramente de la esfera á
tiene derecho á algunos miramientos, y que debe limitarse un hombre de bue­
volviendo á Moliere., acordaos siempre na sociedad, y aun el hombre puramen­
con él que te honrado.
Cuando se critica sin amargura, y
solamente con la mira de ser útil y decir
Un hombre puede muy bien una verdad que se nos lia pedido, se
Ser honrado, y mal poeta.
tiene siempre la atención de alternar sus
Sobre todo guardaos de juzgar cuando observaciones con algunas alabanzas, y
no conozcáis perfectamente la obra de de hacer que lo bueno sobresalga a! la­
que se trata y se os pide vuestro parecer. do de lo malo. De este modo no se des­
Jamás castiguéis al autor de las ofensas anima al autor y se concilia el crédito,
que bajo otro aspecto puede haberos he­ endulzando los bordes del vaso que con­
cho á vosotros mismos. Labruyere sa­ tiene un licor amargo.
cude con el talento que le es particular Criticad siempre con cordura y me­
dida, y evitad sobre todo aquella espa-
5
66 67
cie de menosprecio que es mortal para saber vuestro parecer sobre una obra de
el hombre que se encuentra sometido á un hijo ó de un esposo, y que esto lo
nuestro juicio. El cuadro mas malo, la hagan frecuentemente delante de vein­
estampa mas imperfecta, la obra mas te personas; bien clara es entonces su
prolija, menos original y falta de brillo, intención, y se conoce lo que desean.
lian costado mucho trabajo y fatiga á Acordaos en tal caso que un hombre de
su autor. Indicadle los defectos, criti­ mundo no es un juez severo, y que pue­
cadle en hora buena, pero no le despre­ de á veces omitir una verdad dura ó mal
ciéis. La burla desdeñosa es propiedad empleada ¡
de los necios, y no saben cuan difícil es al La crítica es conveniente cuando se
hombre de genio hacer una cosa perfecta. pide de buena fé, y cuando se aplica á
Sostened vuestro modo de pensar con los jóvenes que pueden aun adquirir
firmeza, y con la seguridad de un hombre adelantamientos y aprovecharse de ellos.
que ha dicho su pensamiento y que ha Fuera de esto es mejor abstenerse de ella.
creído ser exacto ; pero no seáis por eso Evitad sobre todo el adquirir una re­
ni obstinado, ni terco; porque por hábil putación de Aristarco, que generalmen­
que seáis, siempre encontraréis otro su­ te se aborrece. De los que todo lo cen­
perior. En los objetos de artes, que son suran se huye como de un contagio, y
los mas sujetos á la crítica, se encuen­ se teme su roce como el de los apesta­
tran mil relaciones diferentes, mil cosas dos, que pueden comunicar sus enfer­
que se escapan á la primera ojeada y medades con solo el tacto.
de que sin rubor puede uno confesar no
haber conocido el mérito: si, pues, os CAPÍTULO XI.
lo dan á entender y os lo manifiestan,
no temáis el retractaros. Lo contrario I)E EA G E N E R O S I D A D .
indicaria pasión, y no talento ni co­
nocimientos. Considerándose un hombre en la so­
Sucederá frecuentemente que un pa­ ciedad como igual á los demas, debe
dre , una madre, ó una esposa quieran pensar que 110 se le llama á ella para
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distinguirse en generosidad; pero como da cuestan, y así se prodigan. Es tam­
los caractères se desarrollan bajo todos bién costumbre el hacer á las señoras al­
susaspectos, encontrará ocasiones en que gunos regalitos de dulces, de libritosde
pueda manifestar cierta elevación de al­ memoria, de almanaques ó de juguetes
ma , cierto desinterés que llamaremos que la moda ha inventado para enton­
generosidad por falta de otra espresion ces: deben, pues, hacerse estos regalos
adecuada. Esta generosidad es, pues, con gracia y con decoro. Si fuesen de
la que se debe mostrar, ó por me­ mucho valor harían sospechar intencio­
jor decir, tener. Un hombre natural­ nes que turbasen las familias y escita-
mente generoso no teme ponerse á ju­ sen los recelos; pero debe cada uno ha­
gar con un compañero que sabe no es cerlos según sus facultades y situación,
muy hábil en el juego y que le espo­ dándolos siempre con agudeza, y acom­
ne á perder: no juega sino para diver­ pañando el regalo con algunas espresio-
tirse , y no para ganar; y por conse­ nes amables y lisonjeras que den á en­
cuencia es superior á la corta pérdida tender que os tenéis por dichosos en
que pueda sufrir. Propónense á veces en ofrecer aquel pequeño obsequio. La gra­
alguna tertulia ciertos objetos en rifa, y cia con que se da es lo que hermosea
aunque se suponga que el objeto no agra­ siempre el regalo, y agrada aún mas que
de ó no convenga, no es esta una razón el regalo mismo.
para no entrar en la rifa. Estas cortas Los aguinaldos á los criados prueban
contribuciones no son gravosas, y son, también la liberalidad, cuidando siem­
por decirlo así, el medio de recompen­ pre al darlos de no ofender el carácter
sar los beneficios que procura la sociedad. de los amos.
Fatal es para la economia la época Cuando un caballero se encuentra
del dia de año nuevo, y los gastos de él con una señora, jamás debe permitir
entran necesariamente en el libro de me­ que ella abra su bolsillo: dulces, hela­
moria de un hombre de sociedad. El dos.» palco y aguinaldos le toca áél. Es­
primer dia del año se visita y se cum­ te es un uso de urbanidad invariable­
plimenta: los buenos deseos y votos na­ mente introducido en el mundo; y no
71
7o
se oponga que según esta aserción debe cierto, sería necesario hacer que lo fue­
ser necesariamente rico el aue lia de fre- se, y no vacilaríamos un momento en
ementar la sociedad. No es necesario ser
i
proponerlo.
rico, sino que tenga unas facultades re­ Hay otra especie de generosidad en
gulares que permitan estos ligeros gas­ las relaciones que mùtuamente nos unen.
tos: es necesario tener lo que Horacio Consiste esta generosidad en no tener
llama dorada medianía, y á un hacenda­ siempre demasiada razón ; en no hacer
do, á un comerciante, ó á un artista que resalten los yerros de aquellos con
acomodado no puede dañar esto. quienes hablamos. Esto es lo que mas
También se manifiesta la generosi­ se necesita en el mundo, y lo que por
dad en las limosnas que se hacen, y no desgracia se encuentra menos.
rehusando jamás su firma á las suscrip­ CA P Í T U L O X II.
ciones para socorro de los desgraciados.
Hombres haya quienes falta el pan, que
no tienen abrigo ninguno para su cuer­ I)E LA AVARICIA.
po y cabeza, ni vestido, ni asilo: y que En el mismo hecho de recomendar
al paso que nosotros estamos rebosando la generosidad, está visto que hemos vi­
en superfluidades, carecen de lo necesa­ tuperado el defecto opuesto á ella, que
rio. A favor de estos tales es cuando me­ es la avaricia. Es verdad que este vicio
jor se egercita la generosidad. Cuando la no es tan común como en otro tiempo.
triste viuda os tiende una mano descon­ En el dia todos quieren gozar, y se cree
solada, cuando el huérfano llora en vues­ que el ansia de adquirir dinero no nace
tra presencia , cuando el veterano os sino de la necesidad de gastarlo. Pocos
muestra sus cicatrices, desabrochad jóvenes se encuentran, pues, avaros; pe­
vuestro vestido, quitaos el guante, in­ ro llega la edad en que se disipan las
troducid el índice y el pulgar en las fal­ ilusiones de la juventud con los años, y
triqueras de vuestro chaleco, y sacad los cuidados de un porvenir suelen apre­
vuestra bolsita. También es de buen to­ tar las manos mas abiertas. Un hombre
no el ser caritativo, y si esto no fuese
72
de mundo puede pensar muy bien en su avaro, un hombre que calcula los pares
fortuna, pues es natural que á medida de zapatos de su muger, que repasa las
que adelanta en la carrera déla vida, dis­ cuentas de su modista , que regatea
curra en el establecimiento de su fami­ una vara de percal , y que cuenta uno
lia, educación de sus hijos; y en fin, en por uno los real illos que cuesta un pal­
proporcionarse una vejez cómoda y li­ co de opera, es un monstruo, un ente
bre de necesidades; mas no debe esten- peligroso con el cual no se debe comu­
derse el deseo de adquirir hasta las pe­ nicar , y de quien nunca se huirá lo
queneces, y sobre todo deben evitarse bastante.
las riñas domésticas delante de testigos. Evitad pues la avaricia ; si la natu­
Hay padres de familia que no saben con­ raleza os inclina á tan pernicioso de­
tener su disgusto cuando una persona fecto, corregidle y dominadle. La ava­
rompe un mueble: que manifiestan to­ ricia se echa de ver,, por donde quiera,
da su cólera cuando un criado ha que­ pareciéndose al amor y á los celos : ¡se
brado un vaso ó una taza, y alteran la vislumbra por las miradas y por el aire.
alegría y armonía de una concurrencia Un hombre avaro tiene mil espresioues
con el espectáculo de sus reconvencio­ propias que, sin conocerlo, usa para ala­
nes ; evitad siempre estas contiendas es­ bar su sórdida pasión. La vista de un
candalosas que manifiestan una alma gastóle hace temblar, el lujo le irrita. =
pequeña, y aun falta de educación. El Señora, dice á una joven delante de su
detecto que mas perjudica con respec­ marido, es esquisito el punto de ese
to á las muge res es la avaricia. A la lle­ velo, escelente bordado, los guantes
gada de un joven avaro, las señoritas primorosísimos; bien deben de haber
se retiran, las madres abandonan todo costado. Apuesto á que valen lomeríos...
proyecto de establecimiento, y aun La joven se muerde los labios, y el ma­
cuando sea mas hermoso que Adonis, y rido que había hecho aquel regalo en
mas rico que Creso, difícilmente encon­ un momento de amor y de prodigalidad
trará una joven que quiera tomar su echa ya de menos su dinero, y rehúsa á
nombre y dirigir su casa. Un marida su muger una sortija ó un estuche que
74 P
la había prometido. Otra vez se acerca turar una peseta, jamas convida á un
a un caballo de regalo, elogia su alza­ amigo; dinero que ha prestado le pare­
da, su clin y su estampa. Caballero, di­ ce va dinero perdido, y poco á poco va
ce, volviéndose á un hombre de unos apartando de sí á todo el mundo. Lomo
cincuenta años que admira el animal esta pasión es solitaria y nunca está mas
con él : hé aquí un hermoso caballo, es satisfecha que mirando al areon, poco
fino y de raza, pero su hijo de Ym. es un á poco va perdiendo todos los motivos
jóven un poco vivaracho, y á dos ó tres de sociedad que le aleja de el, y el
fatigas este caballo puede abrirse de pe­ hombre mas fino cuando tiene la des­
chos, y vea Vm. cuanto dinero perdido : gracia de abandonarse á este vicio , se
habrá costado á Ym. este animal doscien­ hace estranierò en la sociedad, se aísla,
tos doblones: pues por cincuenta hu­ y el pensamiento que le ocupa le degra­
biera Vm. tenido otro que fuese lo mismo. da y envilece. Huid, pues, de tan odioso
Entonces el hijo que galopaba hasta per­ vicio: estamos muy lejos de aconsejar
derse de vista, ostentando su destreza la prodigalidad, pero puede decirse que
y buen caballo, se muerde los labios de es mil veces preferible á la avaricia que
impaciencia, y el padre queda poco con­ apoca el alma. La avaricia se aumenta
tento de su liberalidad. con la edad, asi como la pasión por el
Los hombres avaros son los que se juego: y nunca sobra la vigilancia para
alteran en el juego por un tanto, los arrancar de nosotros sus primeras se­
que se olvidan siempre de los aguinal­ millas.
dos á los criados, y á quienes el apeti­
to desordenado de dinero hace incurrir
en una infinidad de faltas sociales que
no perdona el mundo.
La avaricia hace al hombre duro
y egoista. Un avaro echa de menos el tra­
ge que da algunas veces á los pobres
por ostentación; tiene miedo de aven-
75
77
V 'V \\V \U m \V \\\V \\\W \YVv\VUv\V\\\UUV lV V El hombre juicioso sigue la moda
sin afectación, y procura que se advier­
SEGUNDA PARTE. ta mas bien en su modo de vestir un
buen gusto, que lo que se llama última
moda. Cuando se advierte á un joven
CAPÍTULO í. lo caprichoso de su modo de vestir, no
tiene otra respuesta que dar sino que es
»E i- A .
moda. En nuestra opinion, esta respues­
moda
ta es la mas ridicula que pueda darse,
no porque se haya de desdeñar la mo­
L a moda es la mas inconstante de las da, sino porque se debe seguir sin ha­
fingidas divinidades, pero es la que tiene cerse notable. Un hombre de sociedad
anas adoradores. Su imperio se estiende se presenta siempre de modo que á na­
por do quiera, y hay cierta especie de sa­ die le ocurra hacerle semejante obser­
biduría en no ir contra ella. Tan grande vación.
es su poder, dice un proverbio, que el Se cree que la moda es caprichosa é
hombre sabio es el primero en seguir la infundada, y es un engaño; siempre es
moda, y el último en dejarla. Hace un muy juiciosa para aquellos que la inven­
siglo que se quejaban todos de la incons­ tan y que tienen habilidad para hacer
tancia de la moda, hace dos que exis­ que se adopte. Algunas veces ha sido
tíala misma queja, y en el venidero se­ recuerdo de una acción brillante.
guirá sin duda ninguna. Cuéntase de un Sígase pues la moda; pero como quien
loco que corria las calles de una capital sabe sacrificarla cuando no conviene.
con una pieza de paño al hombro , y le JNo la inventéis jamas , aunque hay jó­
preguntaron que quería hacer de ella. venes que procuran esta preeminencia,
Aguardo, contestó, á la última moda si puede darse semejante nombre á una
para no perder la hechura de mi vesti­ cosa tan fútil. Acordaos siempre que el
do. En el dia podia estar corriendo este objeto de nuestros deseos ha de ser mas
hombre hasta la estremidad del mundo. sólido, cual es el de una reputacipn
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conveniente ä la dignidad del hombre; Nos parece que esta última reflexion,
y que invente la moda el que no tenga y si el pueblo os mira es tan profunda
otros medios de distinguirse. como juiciosa.
No debe confundirse, dice el autor
CAPÍTULO IL del Código civil (i), el cuidado y esme­
ro regular en el vestirse con la coque­
BEL VESTIDO. teria; y cuántos pueden decir como Se­
Tiempo ha habido en que las clases darne:
de la sociedad se distinguían por el ves­ ¡Qué de gracias te doy, vestido mio!
tido ; pero como este tiempo ha pasado,
ya no tanto distinguen á los individuos Para esto no se necesita mas que un
los träges, como la instrucción , la edu­ poco de memoria y agradecimiento pa­
cación , el ingenio y los talentos acom­ ra con su sastre.
pañados de las gracias y elegancia; de Id siempre vestidos con aseo; que
modo que aunque los vestidos sean igua­ vuestra ropa blanca pruebe el cuidado
les , el modo de llevarlos da á recono­ que teneis de vosotros mismos, que el
cer las personas á la primera ojeada de cepillo corra frecuentemente por vues­
un hombre de mundo que conoce cuan­ tro sombrero y frac, y que nada en ñn
to previene á favor de cada uno el garbo manifieste la negligencia ó desidia.
y el aseo en el modo de vestirse. Sin ser rico puede cualquiera ir bien
En la obra de ¡Miss Enriela Wilson, vestido y ser admitido en la sociedad :
se hallan pormenores que prueban que solo se necesita vigilar las operaciones
el célebre Dandy poseía principios del de sus criados, y sin tener grandes ren­
arte de ataviarse que le adquirieron jus­ tas salir á la calle con un pantalon lim-
tamente la reputación que gozaba. Si
estais ataviado y adonizado á vuestro pa­ (1) No se habla aqui ni del célebre juriscon­
recer, decia, mas se advierte que te- sulto Merlin, ni del segundo Cónsul Cambace-
neis un vestido nuevo y el pueblo os mi­ res; sino del autor del Código civil de urbani­
ra , vais mal puesto. dad, y del Código del goloso ó gastrónomo.
§0 81
pio y el pañuelo bien puesto , observan­ que puedan chocar, y no permitir que la
do en general asi sobre esto, como so­ conversación tome un giro picante ó per­
bre la diferencia de colores, y el tiem­ sonal, disimulando las debilidades de
po en que se ha de llevar, los costum­ los que le favorecen , y aun dando una
bres introducidas en donde quiera que sonrisa de aprobación á algunas ridicu­
uno se encuentre. leces que cometan.
Es una cosa algo difícil el saber re­
CAPÍTULO IIÏ. cibir en su casa, porque se debe el mis­
mo acogimiento al hombre amable que
DEL HOMBRE DE MUNDO EN SU PROPIA CASA. al íátuo : recibir con igual gracia y des­
velo á una señora hermosa que á la que
Cuando un hombre se encuentra en no lo es, y manifestar igual civilidad á
su casa, allí es el rey y señor. Debe pues la que brilla con todas las gracias de la
hacer de ella un lugar de asilo y de fran­ juventud, como á la que oculta sus ar­
queza. Los hogares domésticos son sa­ rugas bajo rubia cabellera, y cuya boca
grados, y esta hospitalidad que los anti­ está guarnecida de treinta y dos dientes
guos concedían á la desgracia, debe ser comprados : lo mismo se ha de obsequiar
una regla para admitir bien á todo el á una muger necia como á una aguda,
mundo. prodigándolas iguales cumplimientos :
Un hombre pues que recibe en su porque el amor propio de la necedad es
casa á otro, debe tener cuidado de que tan fino y sutil como cualquiera otro.
todo el mundo esté còmodamente, y Jamas deis preferencia á no ser á la
nada encuentre en qué reparar, ni en su edad y al sexo: que vuestra esposa, si
conducta ni en sus costumbres. En nues­ la teneis, siga estos principios de urba­
tra opinion esta es la hospitalidad de nidad , y no afecte prodigar sus sonrisas
nuestro siglo, en el que no se imploran y su atención á tales y tales sugetos que
los lares para pedir la vida ó el sustento. la agraden mas que los otros. En una
La habilidad del amo de una casa con­ reunion todo el mundo tiene igual dere­
siste en apartar las cosa§ á proporción cho á los esmeros y atenciones. Procu-
6
$2 83
rad entablar la conversación sobre un to­ modo de producirse es de un hombre
no ligero y gracioso, que permita pasar mal educado; de uno que no ha sido
sin esfuerzo alguno de una materia á nadie, y ya no sabe que hacerse para
otra, y que no pueda dar ocasión á apli­ que todos envidien su riqueza reciente.
caciones directas contra alguno de los Si teneis gusto, si sois rico, fácilmente
presentes. En fin, sabed elegir las per­ se echarán de ver la elegancia y el lujo
sonas que han de componer tal ó tal dia de vuestra habitación, sin que lo digáis
vuestras tertulias, para evitar el cho­ y hagais la esposicion, como hace el
que de las pasiones contrarias no ponién­ cornac que enseña su elefante, ó aquel
dolas en contacto. Estudiad las gentes, que muestra il lutti le mundi. No obs­
y el flaco y el fuerte de aquellos que pi­ tante, es permitido alabar ciertos objetos
sen vuestra casa, y no hagais que se re- de las artes j pues asi manifestais que te­
unan dos que esten litigando, ó de opi­ néis conocimientos, y que honráis y
niones absolutamente opuestas, y de es­ sabéis tributar un justo elogio á las ar­
ta manera evitareis toda incomodidad, tes cuyas producciones poseéis. Puede,
y conseguiréis que vuestra casa sea re­ pues, muy bien ser alabado un cuadro
putada como la reunion mas agradable de un Jordan ó de un Velazquez, ó un
y pacífica. Sobre todo habéis de evitar busto ó estatua de un Canoba; pues así
el hablar de vosotros mismos, ni hacer se vacunan en cierto modo las artes en
que admiren el lujo de los adornos de una nación, y el gusto se va derraman­
vuestra casa. No debe decirse: vea Vm. do de clase en clase.
este mueble; el dibujo ha sido hecho Si teneis hijos, alejadlos de la con­
por el mejor dibujante de la corte ; el currencia, ó no permitáis que aparez­
ebanista es de los que han merecido el can sino por un momento. Las tertulias
premio en el conservatorio de artes; es­ no se han hecho para ellos, ó ellos no
tas lunas tienen tantos pies; este tapiz son para semejantes reuniones, á cuyos
es de los mejores de Flandes: vea Vm. individuos cansan con preguntas, y á
aqui un quinqué hecho con todo el pri­ quienes solamente sufren con pacien­
mor que se puede en París. Semejante cia los padres que los aman ; siendo debí-
\
84 85
do evitar esta incomodidad á los demas. desgracia, semejantes á las cañas que
Evitad, ademas, que vuestros niños se erguien ó doblan según el viento. In­
cuenten ó reciten fábulas en las concur­ ciertos con semejantes artes, y dudan­
rencias que habéis convidado, porque do en acudir al sucesor, prolongaban el
todos sabemos que reino del Ministro próximo á caer. Vos­
otros que teneis la fortuna de disfrutar
Cantando la cigarra de unos bienes medianos y sólidos, aun
Pasó el verano entero: que no seáis Ministros, recibid á los
amigos que no os buscan por vuestro
y la amable ingenuidad de un niño que poder, ni por la esperanza de conseguir
recita su fábula apuntándole cada verso, empleos de que no disponéis ; pero imi­
no agrada sino á sus padres. tad este egemplo, solo por el conoci­
La mayor inurbanidad que puede co­ miento de aquellos que van á vuestra ca­
meterse, es no estar uno en casa á la sa : y cuando alguna pena ó disgusto
liora exacta en que se ha convidado. Es os ataque, disimulad y afectad un sem­
necesario estar pronto yvestido, y presen­ blante risueño, y no turbéis con vues­
tarse á los convidados con un espíritu tra pesadumbre la alegría que debe rei­
libre y abierto. Cuando se tienen cui­ nar en vuestra casa.
dados, dejarlos para otro dia. Mas de un
Ministro ha debido su poder á una son­ CAP Í T UL O V.
risa agradable, con la que disimulaba
sus cuidados interiores, y á su arte en EL HOMBRE DE MUNDO CON SUS IGUAEES.
componer el semblante, acoger las so­
licitudes, y lisonjear el amor propio de No está el tono en ser urbanos en las
cada uno: sin embargo de que se es­ casas de los demas, sino en serlo cual
taba sospechando ya cual era su suce­ conviene. Un hombre fino se presenta y
sor; pero esta discreta conducta rete­ habla según en donde se encuentra. Si
nia en su tertulia á cuantos procuraban pasa la noche con iguales, se porta con
leer en su fisonomía, su fortuna, ó su aquella urbanidad habitual que jamas
86 87
debe abandonarle, con aquella ligereza Por talento qne tengáis, y por cua­
que lo embellece todo, y lo baña con el lidades que os sean propias, no afectéis
barniz de la amistad decente y de la nunca con vuestros iguales ni soberbia
familiaridad que ennoblecen los porme­ ni mal humor. El amor propio aumen­
nores de la vida. Todo debe ser en esta ta á nuestra vista los talentos que cree­
sociedad natural y franco : no porque mos tener, y nos da cualidades que no
convenga en parte ninguna la exageración tenemos. No seáis jamas acres ni causti­
y falsedad , sino porque en otras partes cos; y si por desgracia habéis incurrido
no es permitido á uno ser todo lo que en este defecto, soportad animosamen­
es entre amigos é iguales, y esta es una te una respuesta por viva que sea. Pen­
condición tan agradable como necesaria. sad que el que os contesta egerce un
Entre iguales es donde el corazón se derecho cruel, del que vosotros le ha­
desahoga, en donde se tiene toda liber­ béis dado egemplo.
tad, yen donde un hombre puede mani­ Por conexiones que se tengan con el
festar todos los sentimientos benévolos dueño de una casa, y por igualdad que
de su corazón. ¡ Feliz aquel que vive con haya entre vosotros, guardáos le pre­
sus iguales! En estas reuniones es en sentaros con un peinado descuidado , ó
donde se dice su opinion francamente á horas que sean incomodas por sus ocu­
y sin ninguna reserva, se refiere su vida, paciones. Sería esto faltar al respeto de
sus penas, sus pesadumbres, yen que es instinto que se debe álos mayores ami­
uno el confidente de las penas que afli­ gos , y que se acerca mucho al que ca­
gen á otros, compadeciéndonos de ellas; da uno se debe á sí mismo.
y esto se estiende mas particularmente No temáis manifestar todo el interes
de la intimidad., porque la intimidad na­ que os inspira la familia de quien sois
ce en medio de los hombres. Cuando se recibido familiarmente: preguntad pol­
forma con iguales en fortuna y situación, la salud de los parientes, informaos de
es natural y durable; en vez que la in­ la situación de los negocios, de los pro­
timidad con un superior ó con inferio­ gresos de la educación de los niños, y
res , siempre está sujeta á inconvenientes. déla jaqueca de la señora, i odas estas
88 89
cosíjsque á reces no convienen en ca­ aquellos que las frecuentan. En las de
sa de los superiores, porque pudieran un Consejero , de un Corregidor , de
tomarse á m al, y como una especie de los Directores de oficinas, suele ha­
franqueza, son nobles y debidas entre ber tertulias escitadas por el placer,
nuestros iguales. la política ó el interés. En semejantes
No ha de manifestarse jamas dema­ reuniones es donde el brillo está en su
siada ansia por saber lo interior de los punto, y hay que tratar con el poder,
negocios de familia: y cuando se os dis­ con la opulencia, con las dignidades y
pense alguna confianza, guardad un se­ á veces con los mayores talentos.
creto inviolable, sabiendo que la esti­ Es, pues, necesario en tales socie­
mación que en esto se os manifieste os dades conservar la gracia y dignidad que
impone deberes muy rigurosos; y que son propias de cada uno sin presunción
por algunas circunstancias que puedan ni arrogancia. Hay deberes que egercer,
sobrevenir, algun acontecimiento que os y superioridades á quienes ceder. Lle­
aleje de aquella familia, ó alguna ene­ vad un trage modesto, pero libre y des­
mistad que en lo sucesivo se originase, embarazado; no seáis tímidos ridicula­
no deben estas cosas ser título para que mente, ni cumplimenteros con esceso;
abuséis de la confianza que se os lia el aire bajo y humillado no conviene ni
hecho : conduciéndoos siempre de mane­ aun al pretendiente que corre los mi­
ra que se persuadan todos á que en nin­ nisterios: y asienta mucho peor en una
gún caso seréis capaz de una bajeza. tertulia, cuyo objeto principal debe ser,
á lo menos en apariencia, la diversion.
CAPÍTULO VI. Es no saber manejarse el tomar el mo­
mento de un baile ó de un refresco,
E i HOMBRE DE MUNDO CON SUS SUPERIORES. para pedir una gracia al Ministro, á un
Inspector, ó á un Director general. En
En las casas de un hombre de eleva­ tales horas los personages quieren con­
da clase, es donde fácilmente se cono­ sagrar á la diversion los momentos que
cen los caracteres é inclinaciones da quitan á su descanso, y es un asesinato
9° 91
moral el volverles á recordar sus bufetes
ó negocios: apenas es permitida á una CAPÍ TULO VIL
muger hermosa esta licencia; mas esto
no quita el hacer la partida de Tresillo DEL HOMBRE DE MUNDO ENTKE LOS
á la señora de un Ministro, ó sacar á ARTISTAS.
bailar á su hija.
Cuando en semejantes reuniones se Esta es una situación muy diferente.
tratan asuntos políticos, conviene rea­ Por lo regular en la casa de un artista
sumir mas que nunca la discreción y el se exige mas franqueza, y ninguna re­
juicio: debe tenerse presente que se ha­ serva diplomática; pero siempre reina el
bla á personas que han firmado mas de amor propio que necesita ser contem­
un memorial, servido á mas de un amo, plado con la misma dulzura que el de
y caminado por diferentes sendas: nada una muger hermosa. El amor propio es
debe arriesgarse para no herir á las per­ el alma de los artistas: son sus hechu­
sonas ; pero decid vuestra opinion con ras, y no son artistas sino por él: ala­
dulzura si os la preguntan. La pregunta badles; con ellos es con quien un poco
mas leve suele ser arriesgada, porque las de lisonja no solamente es permitida,
palabras de ciertos sugetos constituyen sino que no envilece.
el cambio del dia. La compañía de los artistas enno­
¿Qué le parece á Vm., dice un ato­ blece el alma, porque ocupados conti­
londrado al que halla en semejantes con­ nuamente de cosas intelectuales, se so­
currencias, de tal orden, sobre tal ó tal breponen á muchas consideraciones hu­
cosa? Yo la tengo por sumamente ridi­ manas, que detienen, y algunas veces
cula. Se me figura á la obra que he vis­ empequeñecen á los hombres; pero como
to hoy anunciada en el Diario ó en el siempre en este mundo los defectos van
Correo literario. Vamos, está tan mal á la par con las buenas cualidades, es­
escrita como mal pensada.=Este hom­ te mismo amor propio produce los ce­
bre que así habla, acaso se dirige al que los y la rivalidad. Jamás intervengáis
ha redactado la orden, ó al autor del libro. en tales disensiones ; son como las ri-
92 93
ñas de familia en las que no conviene debeis saber mejor que otro lo difícil
tomar parte á uno de fuera. No alabéis, del arte.
pues, en casa de una bailarina, á tal ni CAPÍTULO VIII.
tal de su profesión ; en la casa de un
gran actorios talentos de Taima; á una BEL HOMBRE DE MUNDO CON SU FAMILIA.
operista no la recordéis los talentos de ¿Qué importa que un hombre sepa
la Catalani y de la Correa; no porque los hacer los honores de un convite, recibir
artistas no tengan bastante generosidad con gracia y desembarazo, y que en la
para oir los elogios de sus rivales, y que sociedad se admire su talento, subli­
aun ellos mismos no se tributen una mu­ midad y finura ; que los demas envi­
tua justicia; sino porque siempre es po­ dien las cualidades que le distinguen,
co acertado el escitar rivalidades. que las mugeres anhelen por las gracias
Tampoco aventuréis vuestro juicio: de su conversación, y que en general
un artista de talento conoce la parte dé­ se desee ser de aquellos á quienes él se
bil de sus obras, y cuando las ve alaba­ acerca mas, si cuando vuelve á su ca­
das por un ignorante , padece : ni le sa este hombre deja todas sus másca­
agrada tampoco entonces el oir alabar ras engañadoras, y cesan para él los
lo que merece alabanza, porque apre­ deberes de urbanidad y de bondad ape­
cia el juicio según el que lo hace. nas entra en ella, como sino fuera una
Oid mucho, y dejad à los artistas de las primeras necesidades el hacer fe­
hablar del arte que profesan : lo hacen lices á aquellos que le rodean , y como
siempre con placer, y se consigue sor­ si los de su familia no estuviesen á su
prender alguno de sus secretos; su nivel y no fuesen los seres mas queri­
conversación es tan instructiva como dos de su corazón?
divertida. Si conocieseis la pintura, Los deberes de la sociedad no aca­
la música ry las otras artes liberales, ban jamás; empiezan á nuestra entra­
respetad siempre al talento que no so­ da en el mundo, y prosiguen hasta la
bresalga tanto, y animad al genio que salida de él, que es la muerte. El hom­
se ha engañado : pues por lo mismo bre honrado y amable lo es también en
94 q5
su casa : y entre su esposa y sus liijos es un asilo inviolable en que se guarda la
donde debe escederse su dulzura. La fé, en que los desahogos de la amistad
felicidad de una familia no consiste en entran en el corazón para no salir ja­
saber recibir á los de fuera : todo está más de él. Asi es que un ingles en nin­
hecho con ellos, cuando ya se ha cerra­ guna parte es mas amable que en su ca­
do la puerta; entonces empieza otra fun­ sa y rodeado de su muger y sus hijos.
ción respecto al amo de la casa. Dében- Allí parece que depone todo su orgullo,
se alejar para siempre las eternas dis­ y aquella fiera superioridad británica que
putas sobre los gastos de la familia, so­ le hace tan poco accesible á los estran-
bre cuentas, etc., no porque deba au­ geros: y si sus conexiones en el mun­
torizarse el desarreglo que esceda á sus do son frias, vuelven á encontrar entre
facultades; sino porque calculado una su familia la alegría y el mas puro gozo.
■ vez lo que se necesita diariamente, no En su casa es donde cada uno apro­
debe echarse de menos lo que se gas­ vecha el tiempo que tiene: se estudia,
ta. Si por desgracia alguna vez se lia es- procura hacerse mejor reflexionando,
cedido , debe considerarse esto como pasa la vida sin gastarla, y no es uno ver­
una lección para lo sucesivo , y no co­ daderamente feliz, según lo creemos,
mo texto de una recriminación de lo sino cuando sabe reconcentrarse en los
pasado. Grandes hechizos tiene una con­ placeres naturales que se encuentran
versación al lado del fuego: aqui es don­ dentro de su casa ; pero es preciso sa­
de se disfruta de aquel abandono fácil, ber aprovecharse de la soledad del bu­
de aquel desahogo cordial que endulza las fete y de lo interior de una casa como
penas de la vida, y cubre con flores sus un hombre de gusto y juicio; y no mal­
espinas. Los ingleses aprecian mucho gastar el tiempo en visitas continuas é
su propia casa. J t home, dicen ellos, y inútiles.
esta palabra lo espresa todo. Les descri­ «Penoso estilo, dice Labruyere, y
be el poder de un hombre en su casa »sujeción incómoda, la de buscarse in-
porque allí es rey, es en cierto modo un »cesantemente los unos á los otros con
soberano; sus hogares son sagrados; son »la impaciencia de 110 encontrarse, sino
97
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»para decirse frivolidades, y comunicar­ vuestra casa aseados, aunque sin lujo,
li se cosas que cada uno sabe, y que im- por ue aunque no conviene continua­
»porta muy poco el saberlas; entrar en mente el adorno., pero sí la limpieza-,
»un gabinete, precisamente para salir de por ser un deber para con las personas
»él; no salir de su casa despues de co- á quienes se ve, y ausi para consigo mis­
»mer sino para volver á entrar á la no- mos. Evitad en vuestra casa las conver­
»che, muy contento de haber visto en saciones libres; nada enseñan y dañan
»tres horitas á tres porteros, á una mu- mucho ; y si sois padres, será inútil de­
»ger que apenas se conoce y á otra á ciros mas sobre el particular.
»quien no se ama. Quien considere bien
»el precio del tiempo, y cuan irrepara- CAPÍ TULO IX.
»ble es su pérdida, llorará amargamen­
t e tan grandes miserias.” 3L HOMBRE DE MUNDO CON SUS DO­
Se vive en la córte demasiadamente MES! ICOS.
fuera de sí ; se va, se viene, y es la vi­
da semejante al giro de un peon que ro­ Un hombre honrado que sabe el va­
dea en el mismo circulo, y que cae por lor del nombre de hombre, se porta con
sí debilitado el impulso que le ha da­ sus criados con aquella dulzura y digni­
do la cuerda. Conviene saber pasar una dad que conciban el afecto y respeto.
tarde entera en su casa, hacer compa­ Mo estamos ya en aquel tiempo que nos
ñía á su muger, á sus hijos y á su her­ describen las comedias antiguas, en que
mana; acompañar al abuelo á echar una los criados y lacayos manejaban á los
partida de damas ó de ajedrez, y jugar acreedores de sus amos, les hacían per­
también, si es necesario, al toro con los der,á-éstos su dinero, y dirigían sus in­
niños. Los bailes, los espectáculos, son trigas. Ya nuestros jóvenes tratan por sí
cosas que no se deben frecuentar tan de mismos con el señor recurso, y si tienen
continuo, y que no constituyen lo que intermediarios, no son de librea. Tampo­
se llama el fruto de la vida. co yaios criados sirven para los negocios
Acostumbraos, también, á estar en de amor, porque un hombre que se res-
1
PI

98
peta á sí mismo, y respeta ó la que ama, C A P Í T U L O X.
99
no los toma ya por confidentes ni por
terceros; no seduce ya á las camareras; DE U S VISITAS.
y aquellas costumbres, no muy conte­
nidas , pasaron para que les sucedie­ Las visitas tienen por objeto el acer­
sen otras mas decentes. carse los hombres unos á otros y esta­
Hay quien tiene costumbre de tutear blecer relaciones mas íntimas que las
¿ sus criados, y no aprobamos semejan­ que los negocios ó el interés pueden pro­
te costumbre, que solo puede pasar con ducir momentáneamente.
los muy jóvenes. Hay mil especies de visitas. Visitas
Nada deben saber vuestros criados de gracias, de digestion, de urbanidad,
de vuestros asuntos, sin que por eso de ceremonia, y de amistad. Estas últi­
afectéis para con ellos un aire misterio­ mas son las mas agradables. ¡Felices
so y reservado que les esche á congetu- los que no tienen que hacer otras! pe­
ras sobre vuestra conducta, y á que for­ ro los deberes y obligaciones de la so­
gen á veces los cuentos mas ridiculos ciedad son frecuentemente otras tantas
con que se sacia la curiosidad de las leyes.
antesalas, y del cuarto del portero. Es En las visitas de ceremonia debe uno
casi imposible evitar el ser objeto de lo atenerse á cierta etiqueta y á una urba­
que vulgarmente se llaman hablillas. Sed nidad que no deja á veces de ser emba­
superiores á todo esto, y si vuestro mo­ razosa. Por fortuna estas visitas son cor­
do de proceder es franco, igual y hon­ tas. Mr. Hofman, cuya pérdida lloran
rado, nada podrá decirse que os perju­ los amigos de la literatura, cita una anéc­
dique, siendo, como lo es por otra par­ dota sobre el ceremonial observado en
te, un mal inevitable. las visitas diplomáticas, y los inconve­
- ________ _____

nientes que hay en dispensarse de ellas.


m Cuando el conde de Avaux fue nom­
là . brado plenipotenciario en el congreso
de Munster para la paz de ★ Westíália,
100
iban tomando îos negocios un buen gi­ damente cuando tolvió la esquina, y
ro , mas una risita recibida de un mo­ Mr. Contarmi le volvió el saludo, por­
do indebido lo trastornó todo y prolon­ que todos estos movimientos se habían
gó la guerra por mas de seis meses. Ha­ estipulado en el ultimatum de Yenecia.
biendo ido Mr. Contarmi, embajador de En el curso estraordinario de la vicia
Yenecia, á bacer su visita diplomática al no hay que temer que una falta contra
conde de Avaux, solamente le acompa­ el ceremonial lleve consigo consecuen­
ñó el embajador de Francia hasta la es­ cias tan fatales. Cuando se ha recibido
calera, sin que el conde bajase un solo una visita de convite y se ha aceptado*
escalón. El orgulloso veneciano se inco­ es la costumbre el hacer una visita en
modó de tal modo por esta falta de mi­ la misma semana; pero si algún obstá­
ramiento, que tomó inmediatamente la culo imprevisto ha hecho que no pueda
posta y fue á dar la queja á su gobierno. asistirse , se debe hacer la visita mucho
Yenecia, aunque debilitada, conservaba mas pronto. No se entra jamás en casa
aun toda su soberbia, y declaró que no ninguna sin que un criado introduzca,
volvería á enviar su embajador sino ó cuando no le hay, se llama á la puer­
cuando se arreglasen los honores que le ta; lo contrario es impolítica.
eran debidos. La-Fra noia estaba cansa­ Hay visitas que son necesariamente
da de guerra, y despues de grandes ne­ eortas, como las que se hacen en las
gociaciones, durante las cuales morían tres épocas señaladas de la vida; visitas
bastantes hombres, y se incendiaban no de bautismo, de boda y de duelo, cono­
pocas ciudades, mandó el Regente al ciéndose fácilmente las razones que hay
conde de Avaux que satisfaciese plena­ para no alargarlas. La multitud de per­
mente la quisquillosa vanidad de Mr. sonas que visitan á la recien casada, im­
Contarmi. Este volvió triunfante y visi­ ponen la obligación de no estar sino un
tó al conde que le acompañó hasta el momento: y los desvelos y cuidados que
pavimento de la puerta cochera, perma­ exige una recien parida, reclaman igua­
neciendo allí hasta que el Yeneciano les atenciones.
subió en bu coche y le saludó profun­ Gyando una señora os visite acom­
102 io3
pañadla urbanamente basta lo último sed finos y agasajadores; manifestad gra­
de la escalera, reconociendo de este mo­ titud por la lisongera atención que se
do el placer que os ha proporcionado. os prodiga; y si por casualidad os inco­
Las visitas mas largas suelen ser re­ modan en vuestras ocupaciones, inter­
gularmente las de los amigos, porque rumpidlas sin mal humor. Esto cuesta á
la conversación de la amistad hechiza y veces y es preciso vencerse; pero el ar­
nos hace olvidar del tiempo que se hu­ te de agradar necesita de algunos es­
ye ; tened, no obstante, presente cuan fuerzos y sacrificios.
precioso es para todo el mundo, y que Hay visitadores pesados y fastidiosos,
jamás se detiene ni vuelve atras. que no sabiendo en qué emplear su tiem­
Nunca visitéis á horas intempestivas; po, le quieren matar en las casas de los
ni la misma amistad gusta ser sorpren­ demas. Estos se apoderan ó de vuestra
dida en medio de los cuidados de su fa­ estufa ó de vuestro, brasero, lo revuel­
milia y de su tocador, ó de sus nego­ ven, admiran vuestro reloj de sobre me­
cios. Si estais convidados á un baile no sa ó vuestras cómodas , hablan sin de­
entréis precisamente en el momento en cir nada de la opera, de la comedia y
que el peluquero arregla el cabello de la del teatro pintoresco. Procurad no pa-
señora de la casa, que puede ser vieja receros á estos seres cansados que lle­
y querer ocultar algo de su edad. En­ van á do quiera que van su incomodi­
trad siempre en las casas agenas y en dad y hacen partícipes á. los demas de
circunstancias felices, con un semblan­ ella. Haced que vuestro criado les co­
te apacible y sereno; animad laconversa- nozca y que diga siempre no estais ea
cion con cosas alegres ó agradables, y disposición de recibir á nadie-.
no os balanceéis sobre la silla, ni so­ Las visitas, por targetas. son la cosa
néis los eliges de la cadena del reloj, ni mas insignificante, y acaso la mas inur­
el lente que cuelgue del cuello, como bana. Las visitas deben, hacerse verda­
un hombre fastidiado, y que quiere li­ deramente en persona, aunque el uso
bertarse de un deber que le es incómodo. instituye ciertas ocasiones en que es per­
Si sois quienes recibe alguna visita, mitido enviar al criado con la targeta de
fo4 io5
cumplimiento, tales como dias prime­ que deja á otro que se desespere aguar­
ros del año, ó dias propios de la perso­ dando ; pues le da motivo de pensar que
na á quien no se puede ó no se quiere su negligencia en asistir a lo prometido
visitar;.pero tales visitas, aúnen perso­ es una consecuencia del desprecio que
na, deben ser las mas cortas de todas. hace de su persona.
:! • ; , ,f Hay varias especies de citas: á las
1 Ç V

C AP Í T UL O XI.
r » ’
que son para negocios de interés, rara
vez se falta, porque tampoco se verifi­
can sino entre individuos que entrega­
BE LAS CITAS.' dos á los cálculos de bolsa, jamás des­
conocen el precio del tiempo: así es que
Faltar á una cita puede echar á per-, un mercader no podrá ser muy criti­
der los negocios mas importantes. En cado sobre semejantes faltas.
las cosas frívolas es un escollo en que Las gentes de mundo se pican de
se estrellan los placeres de un baile pro­ una exactitud semejante, aunque no sea
yectado y los que se contaban en un su objeto sino una comida, ó una partida
dia de campo ó noche de opera á la que de campo, ó un paseo en quesea necesa­
se falta. Antes, pues, de prometer que- rio dar el brazo á una señora que quiera
estareis en tal parte ó á tal hora, pasad emplear este tiempo en correr las tiendas
revista exacta á vuestros negocios, y exa­ de las modistas para sus compras. En este
minad si alguno de ellos os puede lle­ caso se debe ir algunos minutos antes de
var lejos del sitio de la cita, y espone- la hora prefijada*, y dar á entender que
ros á que faltéis á vuestra palabra. Eos* os reputáis felices del empleo que se ha
ingleses no perdonan al hombre que les querido hacer de vuestro tiempo.
hace aguardar; menosprecian al que no Si vuestra vocación os lia llevado á
va al sitio acordado al punto fijado des­ ls carrera de las letras, y los individuos
de la víspera. En este particular pa­ de una academia os citan para oir vues­
rece razonable lo puntuales que son. Es tra comedia ó una opera, sed exactos;
una especie da insulto departe de aquel lo primero por urbanidad , lo segundo
io6 107
por interés propio, pues semejantes re­
uniones de literatos podian también C AP Í T UL O X II.
vengarse sobre la composición de la
falta de atención, del autor. DE LOS BAILES.
Ifay citas en que la escesiva exactitud
puede ser perjudicial. Supongamos que Un convite á un baile debe ha­
un padre ó un tio- generoso os han pro­ cerse á lo menos ocho dias antes, pues
metido entregaros á la mañana siguien­ es indispensable todo este tiempo para
te á tal hora una suma de dinero para que las señoras dispongan sus adornos.
cubrir el déficit de algunas ocurrencias; Regularmente se hacen por medio de
no os- presentéis sino algunos minutos una corta esquela poniendo, en nombre
despues del tiempo que os habían pre­ de los dueños de la casa, que tenga la
fijado, porque la demasiada exactitud bondad de asistir á ella tal dia.
en este caso les pudiera asustar para lo- Al entrar en la sala de baile, no se
porvenir. debe abandonar á las señoras para pa­
Las citas de amorrara vez dejan de: sar á la pieza de juego ; antes bien de­
verificarse. No obstante, los hombres va­ béis pensar que ellas se han calzado
nos suelen gustar de hacerse esperar, aquel dia por vosotros y aun estrechado
con lo que pretenden probar su indife­ sus pies en zapatos de raso. Hacedlas,
rencia , y se lisonjean escitar mas y mas pues, bailar, porque ademas de que es­
á la muger que les ama; pero esta co­ te es un acto de civilidad, se gana por
quetería es impropia de un hombre hon­ otra parte todo el dinero que se perde­
rado que hasta en sus amores debe lle­ ría en la sala inmediata; pero sino sa­
var por delante su franqueza y urbani­ béis las figuras de la contradanza ó son
dad acostumbrada. griegos para vosotros los rigodones, abs­
teneos de bailar y de embrollar las figu­
ras y las parejas. YaYn el dia se valsea
poco, pero en fin se valsea : absteneos
de entrar en este baile sino le conocéis,
loSI 109
j si teneis un oido duro ó falso. Bn Tetarse portas señoras conocidas,ó por
valseador inepto es un supliæio para la aquellas con quienes se acaba de bailar.
bailarína á quien ha eaido en suerte; No todas las mugeres son bonitas ni
porque es un peso que tiene que soste­ todas tienen aquella gracia y belleza
ner al rededor de la sala , y cansada, y que las distinguen particularmente. El
no puliendo- ya mas, suele acabar por dueño de la casa o el bastonero debe
pedir capitulación,.y. volver, tristemente procurar que todas bailen, porque esta
á tomar su silla. es una civilidad necesaria, y á la cual
Es una .gran falta y tiene sus incon­ nadie se rehúsa. Con esta especie de se­
venientes el creerse obligados á dar con­ ñoras hablad siempre y os convencereis
versación á su pareja, y apurarla con de que la fealdad por So común es aguda,
preguntas de cosas insignificantes y á y que una alma noble, y una imagina­
las que sin embargo tiene que respon­ ción brillante y cultivada, pueden ocul­
de r, como las de ¿hace calor?;, ¿le gus­ tarse bajo faecion'es menos hermosas.
ta ci Vni, mucho el baile, señorita? Pero
se puede alabar el buen gusto cíe su to­ CAPÍ TULO X III.
cado; y esta es una atención que siem­
pre agrada á las damas. EL' TEATRO.
Es también incivilidad el convidar
siempre á la misma pareja , ó sentarse Los teatros absorven una gran parte
en el. sitio de una señora mientras está de la población de las capitales. Los ita­
bailando; se debe tomar un asiento lianos , ingleses y franceses estan siem­
que no pertenezca á nadie, ó quedar de pre , respecto á esto, en invierno. 'Un
pie aim cuando los zapatos apretados os buen melodrama, una pieza nueva, ha­
rompan el empeine ó los talones. cen que se coma de priesa, y no po­
Debe cuidar mucho el hombre cor­ cas veces sucede apresurarse por un
tes de que no falten los refrescos á las drama ridiculo; pero entonces no se
damas; pues aun que este es un cargo desea ver la pieza, sino al actor ó à
del bastonero,, no es fuera del caso des« a«tri* que en ¿1 brillan. Si teneis un
111
palco para señoras, estad seguros de que Guando un hombre ocupa la delantera
agradareis si podéis acompañarlas si no de un palco y llegan señoras, sean las que
tienen otro caballero; pero en una cosa, fuesen, debe cederlas su sitio y pasarse
al parecer, tan simple como la de con­ atras, porque aunque esto haga perder á
ducir señoras al teatro, hay ciertas dife­ un aficionado la vista de alguna parte
rencias de hombres : porque un necio de los movimientos de los actores, se
no sabe acompañar á una señora á la debe este corto sacrificio á la belleza y
comedia como un hombre de talento. al sexo.
Si disponéis de la elección de sitio, No se debe hablar jamás en la co­
hacedlo con gusto y discernimiento; y si media demodo que se distraiga la ateh-
estais mano á mano, colocaos de mane­ cion de los espectadores, y se merezcan
ra que podáis ver, mas bien que ser vis­ los chis, chis, de los inmediatos: tampoco
to. Nada se gana en presentarse cara á se debe dar la espalda al público porque
cara al público sino los goces del amor os reputaría por un actor de que estu­
propio. Si conducís á varias señoras jó­ viese descontento.
venes y bonitas, ponedlas á todas por Hay personas que recitan los versos
delante: las mugeres gustan de ser vis­ que va á decir el actor precediéndole en
tas, y el murmullo lisonjero que escita uno ó dos: no hay -cosa mas pesada que
su belleza al presentarse en el palco, es esta; y aunque haya razones para que­
mas agradable á su oido que las conso­ jarse de la mediocridad de los actores,
nancias mas melodiosas de Rosin i, y la se puede apostar ciento contra uno á
cabatina mas graciosa cantada por la Al­ que iguales recitadores lo hacen mucho
bini ó por Galli. peor que ellos. Si lleváis á la comedia
No diremos tampoco que sea preci­ señoras que no hayan visto la pieza que
so dar á las señoras los asientos de de­ se representa, no las espliqueis ni las
lante: esto es sabido; pero sí procurar­ digáis jamás, «ahora va á suceder esto,
les el anuncio de la comedia para que »tal personage entrará en la escena, tal
puedan ver los nombres de los acto­ »actriz va á salir; esta es la intriga ó el
res y papeles de cpie estan encargados. »desenlace de esta manera” esto es ar-
I
112 m 3
rebatarles todo cl placer de la repre­ CAPÍTULO XIV.
sentación, como diciendo; escúchenme
Yms. lo que yo les esplique: porque no REUNIONES LITERARIAS T FILARMONICAS.'
son Vms. capaces de comprenderlo.
En otro tiempo se palmoteaba fran­
camente al actor de talento; pero hoy Bara vez son divertidas las reunio­
el amor propio de estos señores ha to­ nes literarias. Se parecen bastante á un
mado un rumbo muy seguro para ad­ concierto de aficionados; pero si se ha
quirirse los honores sin el trabajo de recibido un convite y no se ha dado una
merecerlo. Los teatros tienen sus apasio­ escusa plausible, es indispensable ir y
nados; éstos se reúnen en los sitios mas tener presente el refrán común; á mal
preferentes y forman una guerra esclusi­ tiempo buena cara.
va, y el artista modesto aguarda pacien­ Colocados ya todos los concurrentes,
temente la tronada de los aplausos para el que ha de liaeer la lectura atraviesa
proseguir su papel; pero aunque este por medio; se pone al lado de una me­
premio lisonjero sea debido al talento, sa en que arden dos bugías y se suena ;
acostumbraos á no palmotear jamas. echa una ojeada en torno de la asamblea,
Bien veo que se me dirá que es muy y empieza. Entonces es cuando vuestro
penoso no manifestar su satisfacción al papel es el mas importante para él: de­
actor que acaba de alegrarnos ó enter­ béis concederle toda vuestra atención.
necernos; pero la falta está, respecto á El autor lee, pero sus ojos preguntan
un hombre sensato, en las intrigas que sin embargo á todas las fisonomías, y
suele haber en el particular para no que­ es preciso que en la vuestra no deje per­
rer confundirse con los aplaudidores cibirse la menor incomodidad. Nada de­
asalariados. be distraeros. Por mas duros y poco ar­
El uso mas fino que el del palmo­ moniosos que sean los versos que reci­
teo es el decir: «bravo, muy b aro, bra- te, flojos ó aprosados, no importa ; es­
»vísimo, y muy bien, grandemente. ^ cuchad con atención, y no os durmáis
porque sería la grosería mayor.
§
u4
En tales ocasiones no os sonéis, por­ pues, que cuando esteis en una socie­
que esto impide que la voz del que re­ dad filarmónica, no es precisamente pa­
cita circule por la sala ; no toméis pol­ ra divertiros, sino para sufrir: debeis
vo, porque hace estornudar; no escupáis escucharlo todo, y no decir nada que
porque esto distrae; no habléis porque disguste.
esto sorprende y asusta al que lee. Pol­ La urbanidad tiene también sus dias
lo demas podéis aplaudir cuanto os de la aciagos, y estos son, como lo decía Azaiz,
gana, y si es una tragedia, procurad no las compensaciones forzadas de los pla­
salir de la sala hasta acabarla: es pre­ ceres que procura la sociedad.
ciso que veáis el asesinato aunque os También suele suceder que en una
murais alli mismo. reunion filarmónica cante alguna joven
No hay en nuestra opinion situación con gusto, exactitud y agradable voz.
mas difícil y meritoria que esta, para sei- Esto se ha visto, y es un fenómeno que
urbano y político; y cuando una ó dos da tanto gusto como un rayo de sol que
veces se ha salido con felicidad, con ra­ penetrase las nubes y viniese á alegrar
zón puede aspirarse al titulo de hombre por un momento la vista en medio de
bien educado. Es una especie de privi­ una tempestad.
legio, á que se tiene un gran derecho con Pero también suele habe reuniones
tal relación de méritos. filarmónicas donde los aficionados se
Los mismos inconvenientes que una apresuran á concurrir. Se ove allí á los
reunion literaria, presenta una reunion artistas mas distinguidos, á los cantores
filarmónica de aficionados. En estas es de la mayor reputación, y las cantarí­
donde se suelen ensayar los que tienen nas de nombradla que cantan el trozo
tres ó cuatro meses de lección , y que favorito ó de moda. Estas reuniones son
se figuran con talentos, desollando á muy diferentes de las que hemos descri­
Rossini, á Mercadante y á Cimarosa. to; pero solo se entra eon billetes, cuyo
Jóvenes bien perfumados cantan solos, precio es bastante alto.
y Señoritas cantan duetos, intercalán­
dose aveces las sonatas. Considerad, *
1 1 7

establece la intimidad, la reserva indi­


i i S

CAPÍTULO XY. vidual va disminuyendo, y por lo co­


mún se introduce la franqueza á la oc­
EL HOMBRE DE SOCIEDAD EN VIAGE.
tava posta. No nos engañamos; esta
confianza tiene su origen en solo el ins­
Ko habléis jamas de política. tinto: se quiere uno libertar del fastidio
Ko afectéis el hablar de vuestra per­ del viagey pasarel tiempo agradablemen­
sona. Un hombre prudente y discreto* te. Así, pues, llegados ai término del
no se franquea delante délos estraños; viage nada se deben unos á otros sino un
alterna en la conversación cuando es in­ saludo urbano, y algunos deseos lison-
diferente, y calla cuando toma un giro geros ; hé aquí el mundo : lié aquí la vi­
demasiado grave ó demasiado libre. La da. Los viageros mueren asi el uno pa­
opinion propia es debida á los amigos ra el otro, del mismo modo como deja­
y conocidos; pero solo se merecen una mos á nuestros amigos y nuestros pa­
politica reservada aquellos de quienes dres para hacer lugar á nuestros hijos y
no se sabe ni la situación ni las cuali­ á nuestros nietos : morimos, ocupan
dades. nuestros asientos; dejamos la diligencia,
Las comidas en las posadas mere­ se muda caballos, llegan otros viageros,
cen la atención de los viageros. Por lo y el postillon chasquea.
regular se baja del coche Con un apeti­ Es un arte difícil el de viajar; y so­
to' estremado, y solo se tiene una me­ bre todo en carruages.públicos se pue­
dia hora para satisfacerle. Conviene no de apostar ciento contra uno á que entre
olvidarse tampoco entonces de la urba­ los compañeros de viage que se encuen­
nidad, y pensar en servir á las señoras tren habrá menos gente bien que mal
cuando se esté cerca de ellas; aunque no educadas, Conviene, pues, aplicarse á
está prohibido el pensar en sí mismo. combinar la urbanidad y el egoismo de
En una diligencia en que está el via- tal manera, que en las relaciones con los
gero condenado á pasar tres ó cuatro compañeros de viage no sea uno ni por
dias y otras tantas noches, pronto se co urbano, ni víctima de su amor propio«
119
u8
Desde que se entra en el carruage sede- cuandoSya está la sopa pronta. El hom­
be echar una ojeada indagadora sobre ca­ bre diestro se anticipa á los viageros, se
da uno de los compañeros. La finura sienta á la izquierda de la persona á
quiere que se ceda el mejor sitio á una quien sirve, y al mismo tiempo que ha­
señora que ocupa uno menos cómodo. ce circular las piezas trinchadas tiene
Los carruages públicos son una es­ también mucho cuidado de proveer su
pecie de república, en la que la severa eti­ plato. En mesas de parador y de viage,
queta pierde algunas veces sus derechos; así como en el teatro, tiene muy pocas
pero la decencia debe mantener siem­ escepciones el cada uno para sí. Se per­
pre los suyos. Hecho ya conocimiento mite á cualquiera beber el buen vino
entre los que la casualidad ha reunido, que paga para sí solo, y solamente exi­
la conversación gira regularmente sobre ge la urbanidad hacer de manera que
algunas materias alegres. La anécdota lo traigan de oculto.
del dia, ó algun cuento referido con sal Es indispensable una gran precau­
y jocosidad, escita en el viagero una ri­ ción en el viage, pues es tan impruden­
sa franca como su apetito. Basta para te el responder á preguntas indiscretas,
hacerse amable en un viage ponerse al como incivil el hacerlas.
/ hacerse
nivel de las gentes con quien se va ; no
aguardar á las horas de montar, CAPÍTULO XVI.
dormir lo menos que se pueda sobre
/ el hombro del que va al lado, dar la ma­ UN DIA DE CAMPO.
no á las señoras cada vez que suban ó La mayor parte de los habitantes
bajen al carruage, y ofrecerlas el brazo de una capital gustan del campo , y se
cuando se irata de subir alguna cuesta. entregan con placer á él despues de las
El escollo en este punto está en la ocupaciones respectivas de cada clase.
mesa. Se sabe muy bien que las sirvien­ No hablaremos aqui de la vida propia­
tas de los posaderos, listas á los chas­ mente aldeana ó del que vive continua­
quidos del postilion, ponen de antemano mente en su granja. Esto nos llevaria
la mesa, y apenas se está en el estrivo
12.0 121
lejos dèi objeto propuesto : solamente ambos vuelven á la hora de comer, el
daremos algunos consejos sobre el mo­ uno con una ó dos truchas, y el otro
do de conducirse en el campo. Cuando con una perdiz ó sin nada.
se raya á pasear un dia ó dos al campo, Hay ciertos juegos usados en el cam­
cuanto mas grande es la libertad, y po , y en los cuales se debe ceder á las
mas fáciles las relaciones en él, mas señoras el gusto de la victoria : sacrificio
cuidado se ha de tener en no abusar. de amor propio que ellas no dejan de
En verdad que no hay cosa mas fácil conocer, y de que jamas se olvidan. Un
que descarriarse con una señora por hombre instruido que participa los co­
un sendero tortuoso de un bosque es­ nocimientos que le adornan, sin pe­
peso; pero es una de aquellas cosas que dantismo, es tan agradable como en la
un hombre honrado procura evitar en población; y los alrededores de una ca­
cuanto le es posible. pital no dejan de estar llenos de recueiv
La libertad del campo no escluye la dos históricos. Se agrada, pues, y se ins­
urbanidad: allí como en todas partes es truye cuando se recuerdan en los sitios
necesario consagrarse á las señoras, en en que se pasa un buen dia los vesti­
cuya sociedad nos encontramos. Es pre­ gios ó memorias de los grandes hombres
ciso acompañarlas en su paseo, llevar­ que alii ban estado. Esta erudición no
las sus chales , su sombrerillo y sus es difícil: todos hemos recibido las pri­
sombrillas, y estar prontos á cuanto in­ meras semillas de ella en nuestra edu­
diquen. No imitéis al hombre poco ur­ cación, y los diccionarios históricos y
bano que no sabe participar del placer geográficos nos pueden surtir de noti­
general, sino que apenas llega á un ar­ cias relativas á cada sitio.
royo ó á un estanque ,• cuando corre á
tomar una caña y un anzuelo, aban­ CAPÍTULO XVII.
dona á las señoras para ir á pescar, 6 UN BAUTISMO.
toma la primera escopeta que encucm
tra, y corre los campos para hacer la Un bautismo es una fiesta para el pa­
guerra á los habitantes de los bosques ; dre, la madre, los abuelos y los niños
> H

122 120
que gustan de la bulla , la algazara y los cristan y demas acólitos: llevad un es-
dulces; pero es una contribución para terior alegre y contento: echad vuestro
el padrino. dinero con la mayor sal del mundo, ar­
Mas si habéis aceptado el padrinazgo, rojándolo como el ¡Nourredin de las mil
1
haced las cosas con grandiosidad, aun­ y mía noches echaba sus sequines, y con
1 que cueste muy caro el imponer su nom­ esto se consiguen dos comadres: aque­
bre á un niño y llamar á una muger bo­ lla con quien se lia tenido el niño en la
nita mi comadre. Suele á veces suceder pila, y la madre. El niño va creciendo,
que esta comadre no sea bonita,, y en­ llegará despues á visitaros en el dia de
tonces es menos agradable sin dejar de vuestro santo y en el dia de año nue­
ser por eso comadre. vo : por pascuas , por carnestolendas,
Un regalo á la parida : su valor de­ por ferias, y tendréis la grandísima sa­
pende de su clase y de su fortuna , y no tisfacción de ser su protector natural y
importa tanto quesea costoso como gra­ forzoso, y el amigo dela casa.
cioso y de gusto , un regalo á la parte­
ra y un ramillete. Si no teneis coche al­ CAPÍTULO XVIII.
quilad dos ó tres simones, pues ya los
lleva hasta un especiero. Comprad dul­ DEL MATRIMONIO.
ces para todo el mundo, porque esto gus­
ta mucho á las mugeres yá los niños, y El dia del matrimonio, el novio se
os dará buena opinion entre las viejas y deja conducir. Este dia, llamado el mas
ascendiente entre los criados que pro­ hermoso de la vida, tiene sus incomodi­
nostican la felicidad del niño por la ma­ dades y embarazos. Solamente tenemos
yor ó menor cantidad de dulces que que dar un precepto, que si se sigue,
les deis. asegura el acierto. Someteos en todo al
Debeis dar también propina á la no­ parecer de los abuelos, consultad al tio
driza, y algunos reales á los criados de mayor respecto de vuestro peinado ; adu­
la casa. lad un poco á la abuela y su hermana,
Hay que dar para el cura, para el sa- satisfaced á todo el mundo, multipli-
125
amor que el tiempo producirá al cabo
1 2 4

caci en el canasto del matrimoniólos bol­


sillos , las sortijas y los recuerdos ; prodi­ en vuestro corazón. INo os pongáis á re­
gad los regalos, y vereis todas las fisono­ gatear como sucede á menudo sobre el
mías alegres, y como os grangeais los vo­ precio de aquella que buscáis, y dejad
tos de toda la concurrencia que lloverán á amigos seguros y discretos el cuida­
como granizo; os augurarán paz , amor, do de las condiciones de vuestro con­
y todo lo que se sigue ; aquel dia no hay trato.
ningún agüero siniestro ; pero como el Firmado ya el contrato, exige el buen
matrimonio es una cadena de mas de tono el llevar cada dia hasta la celebra­
un dia , no os la impongáis con ligere­ ción del matrimonio un ramo de flo­
za y sin reflexion. Se trata de vuestra res á la novia. El componer estos rami­
suerte futura y de la existencia de vues­ lletes nadie lo entiende mejor que las
tros hijos; tomad, pues, consejo de las muge res; pero aunque las flores son de
gentes sensatas y adheridas á vuestros etiqueta, deben ir acompañadas también
intereses; que las cláusulas del contrato de un chal de cachemira, de guantes y
esten claras y terminantes, v si sois bue- vestidos de buenos colores, con un bol­
nos fisonomistas, mirad con atención sillo lleno de oro, diamantes y sortijas.
Ja de vuestra muger; tomadla de una fi­ Si la novia tiene hermanas, se las debe
sonomía dulce, amable, modesta, y enviar algunos regalos de gusto.
preferid mas bien una educación cuida­ Fijado ya el dia para la celebración
dosa , costumbres virtuosas, y paren­ del matrimonio en la iglesia ó en casa,
tesco honrado, que la hermosura ó el os pondréis un trage que una lo respe­
garbo. tuoso á la moda del dia. En la me­
Hay matrimonios de amor y de es­ sa el sitio del novio es entre el suegro
peculación. Si vuestra elección la ha de­ y su propia madre, caía á cara de la
cidido mas bien el dote de una joven novia.
que su hermosura, encubrid cuidado­
samente el motivo de vuestra determi­
nación .; aparentad para con la novia un
126
CAPÍTULO XIX. zas de sus progresos como sucedía en otro
tiempo. Un hombre que hace trampas
DE LOS ENTIERROS. en el juego no es sino un pillo. En otro
tiempo había mas indulgencia en el jue­
Cuando se ha tenido la desgracia de go, y se hacían trampas en el tiempo
perder á alguno de sus parientes, se en­ de Luis XIV, y no era cosa muy segu­
viai) esquelas impresas. Recibida una de ra el jugar con los grandes de aquélla
estas, asistid á la casa mortuoria y se­ corte.
guid el acompañamiento á pie hasta la Hace tiempo que el furor del juego
iglesia. Allí despues de la ceremonia re­ parece que se ha apoderado de todo el
ligiosa se debe saludar con un aire res­ mundo, porque se descansa del baile en
petuoso, y que manifieste sentimiento la pieza de juego. Por enemigos que
á las personas que hacen el duelo, em­ seáis de esta diversion, la urbanidad exi­
pezando por la mas interesada ó cabeza ge que alguna vez toméis parte; por
de él. Se ha de hacer una visita á los in­ egemplo, no es dado el negaros á hacer
teresados durante el novenario, que de­ la partida al amo de la casa; conviene
be ser corta y seria, como lo hemos pues saber manejar los naipes con gra­
apuntado en el capítulo de las visitas. cia y jugarlos medianamente, evitando
sin embargo aquel aire estudiado y de
CAPÍTULO XX. diestro en el juego que no conviene sino
á los que lo profesan.
DEL JUEGO. Jamas conviene un juego fuerte: evi­
tad pues el perder mucho v el ganar
El juego entre gente lina no debe seí­ mucho.
smo el desahogo y la tregua de la con­ Aunque el juego no debiera ser en
versación. la sociedad sino una especie de desaho­
Un hombre de mundo no debe mi­ go y tregua ,á la conversación, por des­
rar jamas el juego como una ocasión de gracia no sucede así ; porque ya no son
ganancia, ni fundar en el las cspeian- las señoras mayores las que se ponen en
129
un gabinete á jugar al mediator, sino toda clase de juego la igualdad de hu­
1 2 5

crue en todos los países se va advirtiendo mor es la primera de las cualidades, y


que los hombres dejan solas á las seño­ un barómetro indefectible de urbani­
ras para ir á la pieza de juego , y que dad y de talento.
como si fuera una bolsa pública se pre­ En aquellos juegos llamados de pren­
fiere el dinero al placer. Pudiera pasar das en que las penitencias son casi siem­
esto, si todos los que se acercan al tapete pre favores, todo el talento consiste en
fuesen unos jugadores generosos; pero jugar al gana pierde. Estos juegos suelen
no sucede asi. El uno no se domina ser indistintamente deliciosos á los estu­
bastante á sí mismo, y la turbación ó diantes, colegiales y enamorados, y abre­
la alegría se pinta en su fisonomía tan vian para ellos la lentitud de aquellas ter­
vivamente, pudiera muy bien abs­ tulias en que no sé baila ni aun con el
piano. Hay juegos que exigen actividad,
q u e

tenerse de echar los naipes, pues la


contracción de sus músculos bastan á in­ movimiento y memoria; otros ingenio y
dicar los que tiene. Gana otro, y sus ri­ finura. En todos debe procurarse mucha,
sas inmoderadas, sus esclamaciones, sus atención, delicadeza y reserva.
dichos tontos, fatigan tanto como lo pu­ Hay hombres instruidos en estos
dieran hacer sus quejas y suspiros si juegos como puede haberlos en litera­
perdiera. tura. En cada reunion se ve uno que
Un tercero revestido de la magistra­ escede en la travesura de los juegos y
tura del juego suscita una dificultad a en la imposición de las penitencias, y
cada jugada. ¿Y qué diremos de los so­ que ponen todo su esmero en hacer un
plones y de aquellos que están echan­ mérito de su habilidad. Aquí también
do en cara toda la noche á un jugador hay un escollo, porque vale mucho mas
una falta que haya cometido, y de aque­ manifestar su talento cuando llega la
llos que..... sería nunca acabar? vez, y por lo demas participar simple­
Por poco aficionado que uno sea al mente de la diversion común.
juego exige á veces la política tomar En cuanto á aquellos que se aprove­
parte en él, teniendo presente que ea chan déla libertad de estos juegos para
9
1 3o 13 1
disparar rasgos satíricos, hacer cum­ ser tan rigorosos en el trage ; en fin, rei­
plimientos fuera del caso, imponer pe­ na menos etiqueta.
nitencias penosas, que mariposean, por El uso de comer tarde se introdujo
decirlo así, cogen á las señoras en la en Francia desde la revolución : se fijó
cinta ó en el ramillete, y se fijan siempre la hora del almuerzo á las once, y se
en una misma á quien en tales juegos sirven manjares fríos , peces fritos y fru­
agasajan, solamente la consecuencia é tas. ¡Nuestros antepasados se desayuna­
ignorancia completa de los usos pueden ban con una taza de café ó lecite, ó con
merecerles perdón, cuando su edad no chocolate; pero para eso comían á las
les sirva de escusa. dos. Hay también almuerzos de impor­
Pertenece siempre á las señoras la tancia, á los que precede una ceremonia
elección de los juegos de prendas, Y el civil ó religiosa, como la celebración de
que los dirige debe cuidar especialmen­ un contrato de matrimonio, ó un bau­
te de variarlos, no bien conozca que van tismo, los que se suelen dilatar hasta
ya cansando. la comida, que en aquel dia se puede
ahorrar.
C A PÍT U L O XXI. ( Los literatos, ministros, calculistas,
DE LOS ALMUERZOS. geómetras y todas las personas, cuya ca­
beza trabaja, deben almorzar poco, y
El almuerzo es una comida de fami­ sobre todo abstenerse entonces del vino,
lia. Un solo criado le sirve, y se retira porque su digestion fatiga y entorpece.
puestos los platos sobre la mesa , para
no volver sino cuando se toma el café CAPÍTULO XXII.
ó el té. Es el momento de las conversa­
ciones íntimas; se cuentan los lances LAS COMIDAS.
de la noche pasada en alguna tertulia ó «El abate Cosson, profesor de bellas
' en el teatro, se proyecta para el dia letras en el colegio-Mazzarino, consu­
inmediato: las señoras estan con un li­ mado en la enseñanza y arte del latin,
gero adorno, y los hombres pueden no griego y literatura, se reputaba por un
i5a
pozo de ciencia, é imaginaba que un mo hizo Vm. para tomar la sopa?=Co-
hombre, á quien eran familiares Persio mo todo el mundo, según creo. Tomé mi
y Horacio, no podia cometer indiscre­ cuchara con una mano y mi tenedor con
ciones , y sobre todo en una mesa ; pe­ la otra— Su tenedor de Vm. ¡Dios mio!
ro bien pronto quedó desengañado de badie toma el tenedor para comer la so­
tal preocupación.” pa ; pero prosigamos: y despues de la
Un dia que habia comido en Versa­ sopa ¿qué comió Vm.? —Un huevo fres­
lles en casa del abate Radonvilleirs en co. =¿ Y qué hizo Vrá. de la cáscara ?=
compañía de genie de palacio, caba­ Lo que todos: la dejé al lacayo que me
lleros de varios órdenes, gentiles hom­ servia.=¿Y sin romperla?=Sin romper­
bres, ect., se alabó de haber manifesta­ la.=Pues bien, amigo mio : ya no se co­
do un esquisito conocimiento de la eti­ me un huevo sin romper despues la cás­
queta y usos recibidos. El abate Dclille cara. Y veamos como pidió Vm. de be­
que se hallaba presente apostó á que ha­ ber—Pedí Burdeos, Champagne á las
bia cometido mil impropiedades—¡Có­ personas delante de quienes estaban los
mo! esclamò Cosson : yo he hecho lo que frascos de estos vinos. = Pues sepa Vm.
todo el mundo— Es presunción , repu­ que se pide vino de Champaña, vino de
so Debile: pronto se convencerá Vm. de Burdeos. Dígame Ahn. ahora algo del
que no ha hecho nada de lo que han modo con que comió el pan—¿Y cómo
hecho los demas ; pero hablemos por do le habia de comer? Cortándole con mi
pronto de la mesa. ¿Qué hizo Vm. en cuchillo— Ay, ay; ya no se corta el pan,
primer lugar de su servilleta al sentar­ sino que se rompe. Abamos adelante: y
se á la mesa? = De mi servilleta, como el café ¿cómo le tomó Vm?=A buen se­
todos los demás. La desplegué, la es­ guro que no discrepé en nada de lo que
tendi por delante y la prendí por un los demas hacían. Estaba abrasando, y
ojalde mi vestido—Pe; fedamente, ami­ yo le derramé poco á poco desde mi ta­
go mio. Vm. fuéei único que hiciese eso. za en el platillo— ¡Grandemente! hizo
Va no se estiende la servilleta, sino que Arm. como nadie lo hace. No se echa
basta ponerla sobre las rodillas. ¿Y có­ ya en el platillo y vé Vm., mi querido
„104
rr f 135
Cosson, que 00 lia dicho Yin. una pa­ ocupados, y desde luego se incomoda
labra ni hecho un movimiento que no á la persona comisionada para recibir.
sea contra la moda. El famoso profesor El llegar demasiado tarde tiene tam­
quedó confundido , y se persuadió de bién otros inconvenientes, porque si
que el latin y el griego no bastan, y os aguardan para ponerse á la mesa, la
que el hombre de mundo debe procu­ comida se pasa , los intermedios se en­
rarse otros conocimientos, que aunque frian, las cremas se vuelven, y veinte
no sean tan severos, no son menos útiles. convidados hambrientos echan pestes
Entonces confesó el abate Delille que contra vuestra negligencia , haciéndoos
había aprendido estos pormenores de responsable de sus dolores de tripas. Si,
una muger de tanto talento y discreción como suele suceder, se empieza sin que
como mundo ; y que sin ella hubiera si­ hayais llegado, sereis un destripa me­
do por mucho tiempo estrangero en su riendas , precisando á desordenar el ser­
propia patria. vicio, y volver á empezar por vos solo,
Los convites á una comida se ha­ é interrumpis acaso también una con­
cen por escrito ó verbalmente. En el pri­ versación interesante, colocándoos en­
mer caso se debe responder en el térmi­ tre una joven y un joven que tenían al­
no de veinte y cuatro horas. Sino se gunas cosas que decirse. En este último
acepta, se debe alegar alguna razón plau­ caso un autor célebre que ha tratado es­
sible y con toda la urbanidad de que tas graves materias aconseja el huir y no
es uno capaz. turbar la alegría del festin, y acomodar­
No debe el convidado presentarse si­ se á comer solitario en la primera fon­
no algunos minutos antes de la hora fi­ da vecina, en donde no se prohibe de­
jada: precepto que es de una obligación jar sepultadas sus pesadumbres en el fon­
severa. Los que llegan una hora ó dos do de una botella.
antes del tiempo prefijado para la comi­ Cuando todos los convidados estan,
da, lo trastornan todo en una casa ; la ya reunidos, y el dueño de la casa los
sala no está enteramente preparada, las ha presentado recíprocamente, solevan­
señoras estan peinándose y los criados ta al anunciarse que está ya pronta la.
13 6 107
comida, y pasa al comedor, adonde En cuanto á los vinos de intermedio
le siguen los demas: cada caballero da y de postres servidos en vasos particu­
la mano á una señora, y sentados que lares se deben aceptar al principio por
sean, nadie debe levantarse sino da urbanidad, y despues se deben reusar,
egemplo el anfitrión, y así como el ha sino se quieren.
entrado en la sala el primero no debe Escusado es decir que no se debe
salir sino el último. El dueño de la ca­ comer con ansia, ni beber sin medida,
sa sirve en platos colocados en monton ni dejar tajadas en el plato, ni roer los
á su izquierda la sopa, que hace cir­ huesos. Estos elementos nadie los igno­
cular, empezando por los inmediatos ra, y es una instrucción solo buena pa­
de su derecha, despues á la izquierda y ra los niños á quienes se pone en las
asi sucesivamente, hasta que todo el manos el catón civil.
mundo esté servido: los criados levan­ Si poseéis el arte útil de trinchar, no
tan los platos vacíos, sobre los que ca­ os apresuréis á manifestarlo, porque es
da uno deja su cuchara. un deber del dueño de la casa y solo
Así como lo hemos dicho en la con­ debeis ayudarle cuando os lo ruegue.
versación de Debile y del abate Cosson Entonces trinchad con gracia, aseo y
al principio de este capitulo se rompe prontitud; no hagais estrenaos de fuer­
el pan, se estiende la servilleta sobre las za, ni toméis jamás una áve en el trin­
rodillas y se hacen pequeños pedazos chante para trincharla al aire ; esto no
las cáscaras de huevo estrujándolas. es de moda. Estos juegos de destreza
El dueño de la casa hace los hono­ son buenos para los que trinchan en
res de la comida; pero un caballero co­ una fonda ó en una posada.
locado al lado de una dama debe ahor­ Hay personas que devoradas de la
rarla todas las incomodidades posibles, gana de hablar ocupan á todos con el
echarla de beber, servirla los manjares ruido de su voz. Solo puede sufrírseles
que son de su gusto, prevenir sus peti­ durante la primera entrada, porque cu­
ciones, y hacerse agradable y útil sin bren así el ruido desagradable de los
importunidad. tenedores, platos y cucharas; pero en
i 5S 109
los postres la conversación toma un gi­ la salud del dueño, y se deseaba con
ro mas animado y alegre, y entonces ya el vaso en la mano un marido á la hi­
no queda al cuidado del amo de la ca­ ja, c hijos á su recien casada. Este ale­
sa sino saberla dirigir para que sea ge­ gre uso se va perdiendo en Francia, pe­
neral. El anfitrión debe olvidarse de sí ro se ha conservado en toda su integri­
mismo para no pensar sino en sus con­ dad en Inglaterra, y vuelve ya á apare­
vidados : mientras que todos los demas cer en nuestras mesas con la diferencia
disfrutan de su mesa, él solo vigila en to­ de haberle dado un tinte politico. Debe
dos y se sacrifica al placer de los de­ observar el dueño de la casa el que to­
mas. Hemos conocido señoras en tales dos sus convidados no serán tal vez de
ocasiones no comer absolutamente en un modo de pensar, y no permitir sino
estos convites de etiqueta; pero ya se los brindis generales y amistosos.
ha remediado este inconveniente, en­ Despues de la comida viene el café
cargando á los criados el servir el vino, que regularmente se toma en otra sala.
y pasar los platos. No es bien visto en Al café sucede una charlatanería alegre
el anfitrión alabar los manjares que es­ y animada, mientras se ponen las mesas
tán presentes, ni el vino, ni las frutas, de juego.
ni los dulces. Debe dejarse este cuida­ Un convidado debe á lo menos una
do á los convidados. Tampoco convie­ hora despues de la comida á la per­
ne escusarse sobre la mala comida, si sona que le ha convidado, y si puede
en efecto se cree ser mala la que se da, disponer de toda la tarde hará muy bien
porque en esto no hay conciliación; ó en pasarla entera en su compañía.
no escusarla, ó darla mejor. Nuestros No acaba aquí la obligación del con­
abuelos que como dice un poeta vidado : le queda todavía otra formali­
dad que cumplir, cual es una visita lla­
Gozaban nna vida placentera mada la visita de digestion y que se ha­
Con muebles y utensilios de madera. ce á los ocho días como una señal de
gratitud y prueba de que se ha aprecia­
tenían el uso de los brindis : se bebía á do lo que vale una buena comida: que
14 o i4 i
las vasijas del que convida estaban bien Madama de Maintenon se la suplicaba
acondicionadas, sus guisados escelen- contase una historia cuando faltaba el
tes, y en lìn , que sus vinos no estaban asado. Posteriormente en las cenas que
adulterados; es decir, que la visita se daba la señorita L’ Espinasse, el plato
va á hacer con el objeto de decir que lo de enmedio era una escribanía , y las
pasa uno bien, que ha digerido perfec­ sales, los dichos agudos y las anécdotas
tamente, y que está uno pronto á di­ del dia hacían los honores de la mesa.
gerir de nuevo. Esta alegre comida tiene aun lugar
entre los artistas, que obligados por su
C A PÍTU LO X X III. profesión á comer temprano cenan á la
noche También se cena en los bailes,
DE LAS CENAS. dando á aquella refacción el nombre de
ambigú. Es muy útil á los bailarines
En otros tiempos se cenaba; pero cansados, y las jóvenes á quienes el vals
eomo ahora se empieza á comer á las y la contradanza han escitado el apeti­
seis, y la mesa lleva a lo menos dos ho­ to; aunque se debe notar que la pasión
ras, ha pasado ya esta costumbre que no del juego ha hecho abandonar el vals
dejaba de tener sus encantos. Desem­ por el tapete, y los ambigus á las tres
barazados ya de todos los negocios, co­ de la mañana se vari haciendo mas raros.
mo de todos los placeres, la cena se ha­ CAPÍTULO XXIV.
cia sin cuidados ni inquietudes: los que­
haceres , para mañana, se decía, y en­
tonces era cuando se veriticaba el pro­ DEL ABTE CISORIA.
verbio de que en la mesa nadie enveje­ El arte de trinchar fue mirado por
ce. Nombradas fueron en Francia las
cenas de Ninon en donde se encontra­ nuestros antepasados como tan esencial
ban un Villar ceaux, Sérigné La Chatre que era entre las personas bien educa­
y Saint-Evremont. Es sabido que en las das una cualidad indispensable. El ulti­
cenas de Madama Scarron, y despues mo maestro que se daba á los jóvenes
14^ 143
era un maestro de trinchar que lo ha­ general que no haya estudiado el tea­
cia diariamente delante de ellos, y que tro de la guerra sino sobre un mapa y
uniendo la práctica al egemplo , no los fjue creyéndose seguro de conocer los
abandonaba sin que acabasen su cur­ bosques, los valles y demas puntos que
so completo en este arte difícil, y se fa­ los tiene en la memoria, al hallarse so­
miliarizasen con todas las articulaciones bre el terreno no encuentra nada de lo
de las piezas de caza mayor y menor. que se ha figurado, todo se confunde á
Ha habido en París maestros en el su vista, y pierde la batalla.
arte cisoria, tan hábiles en egercitarlo Sin que demos pues al arte cisoria
sobre una mesa, como en disponer la tanta importancia cual aparece por es­
materia y consumiría ó venderla, y aun ta comparación, daremos Jos principa­
tal vez en el dia se hallarán piezas de les preceptos de él.
aves, liebres, conejos hechas de made­ El arte de trinchar tiene por objeto
ra con las indicaciones de las junturas, los tres principales reinos, digámoslo así
mediante las cuales se podia con un po­ de una cocina: á saber, los cuadrúpe­
co de egercicio trinchar medianamente; dos, las aves y los peces. Los recorrere­
pero no hay mejor práctica que la que mos por menor uno por uno.
se adquiere en una mesa. Una pieza de
madera, por perfecta que sea, no pue­ Cuadrúpedos.
de enseñar sino imperfectamente: por­
que si la pieza verdadera es mas grue­ Por lo que hace á la disección de la
sa ó delgada, mas grande ó mas pequeña falda se quitan desde luego los huesos
que el modelo, la mano queda dudosa, y los nervios y se reconoce la hebra.
el cuchillo se descamina, el alón ino­ Conocida ésta, se corta en lonjas trans­
cente del ave se hace giras, ó el anca de versales, observando que estén en un
la perdiz no se desprende bien. Enton­ grado conveniente de cocimientos en la
ces queda el trinchador mudo y turba­ vaca. Obsérvese también la hebra al
do delante de la victima, y precisado tiempo de cortarla de manera que el tro­
á recurrir á escusas. Se mira como un zo presente una division transversal.
i 4 S

El lomo asado y aun un poco san­ Carnero.


griento es un bocado esquisito para los
gastrónomos. Se le parte á lo largo de Las partes de este cuadrúpedo, que
la hebra. se aderezan en asador, son el cuarto
formado de las costillas y del solomo,
Ternera. los cuartos traseros y la espaldilla : di­
vidiréis el cuarto como el de la ternera,
Se debe distinguir en la ternera i.' la desprendiendo el riñon y el solomo.
lonja que se divide en cuadros con el La disección de la pierna ó cuartos
riñon: 2.° la cabeza: 5 .° la landrecilla, traseros la mas usada es esta. Se toma el
la tapa, y el hígado. cabo con la mano izquierda, y con la
En primer lugar se desprende el so­ derecha se cortan perpendicularmente
lomo y el riñon y se divide en ¡guales en trozos y con un cuchillo todas las
porciones Despues se va cortando cada partes desde la juntura hasta el hueso,
costilla, dejando prendida en cada una haciendo lo mismo por encima que por
bastante carne. debajo: se vuelve la pieza levantando
La disección de la cabeza de terne­ en tajadas gruesas todas las carnes de
ra merece toda atención, porque egecu- detras, y al continuar vuestra disec­
tándola bien, os puede hacer mucho ho­ ción , cortareis la que se encuentra á
nor para con los comensales. Tened la estremidad del lado del solomo.
bien presentes los preceptos que siguen. Los gastrónomos han mirado como
Las partes mas estimadas de los gas­ la porción mas delicada de la pierna,
trónomos son,las quijadas, las sienes y la comprendida entre la juntura y el
y las orejas, y muy particularmente de­ hueso del solomo.
licados los ojos y los sesos. Los serviréis Hay poca diferencia entre el modo
con una cuchara, dando á cada uno una de cortar la espaldilla y la pierna. Se
pequeña porción con un trozo de otras toma el hueso con la mano izquierda,
partes que hayais partido. se cortan perpendicularmente las car­
nes intermedias, y despues las que ro­
lo
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w r rr^M m L ? . HH
146
dean el hueso. Respecto á las de lo es- pendicular, empezando por el estremo
terior, se forman rebanadas horizonta­ opuesto al mango; despues de haber
les, cortando de igual modo el hueso hincado el cuchillo hasta el medio, se
de la espalda. saca y se vuelve á meter horizontalmen­
Cordero. te por debajo de los trozos formados,
Se trincha del modo siguiente. Se para separarlos unos de otros, y como
le parte en dos cuartos iguales abrién­ cada tajada debe contener lo gordo y
dole desde el principio del pescuezo lo magro, este modo de cortarle es el
hasta la cola ; lo que se hace echando mejor para el efecto. Despues de haber
el cuchillo sobre el espinazo; despues levantado todos los trozos que se nece­
se vuelve á dividir cada cuarto en cos­ sitan, se debe unir el primero al sitio
tillas iguales , sencillas ó dobles, se se­ que se ha partido últimamente del ja­
parandas piernas y se cortan en reba­ món, y para que pueda volver á apare­
cer otra vez sobre la mesa, se cubre es­
nadas. ta abertura con cortezas de tocino.
Del mismo modo se parte el cabri­ Lechoncillo.
to. Las partes mas delicadas son las del
cuarto trasero; en vez de que las del Se le quita desde luego la cabeza , y
cordero son las costillas. se le levanta el pellejo, formando cua­
Marrano. dros : y teniendo cuidado de que quede
pegada alguna carne á cada trozo.
La disección del solomillo del mar­ Liebre y Conejo.
rano es la misma que la del cabrito y
vaca. Estas dos piezas, cuya estructura
El jamón, que ordinariamente se es casi la misma, se sirven asadas y se
sirve frió y adornado en su al rededor, trinchan del mismo modo. Se levanta
se parte del modo siguiente. desde luego el lomo desde la estremi-
Se toma con la mano izquierda el dad anterior hasta las ancas, adelan­
cabo, y se hacen trozos en línea per­ tando el cuchillo por cada lado : en es-

N.
ta»48dirección se desprenden los lados y anca por el mismo lado, y luego el alón
se cortan en diferentes pedazos trans­ y anca opuestos; se ponen las ancas á
versalmente : se quita la parte carnosa parte, despues de haberlas dividido en
de las ancas, asi como se le quita la dos trozos, y los alones se cortan y
cola con porción de carne, que es el hacen tajadas. Hecho esto, se levantan
bocado delicado, llamado tajada del las pechugas, se rompe el caparazón y
cazador. se parte en dos la rabadilla.
Si es un gazapillo tierno, despues El segundo modo consiste en no
de haberle cortado la cabeza, se le di­ trinchar todo el pabo. En consecuencia
vide al traves sin quitarle el lomo, de se levantan las ancas con el caparazón,
manera que este y los lados queden se las desprende y se da una cuchilla­
reunidos. da en el cuerpo por debajo de la raba­
J avali. dilla ; se levanta esta y se forma con
ella lo que se llama una mitra; des­
La cabeza de este animal salvage pues se trincha la parte delantera.
deshuesada y cocida se divide horizon­ Para desprender bien las ancas y los
talmente en dos trozos por encima de alones, es necesario tener cuidado en
los colmillos; despues se hacen lonjas poner bien el cuchillo en las junturas.
ambas partes sea por arriba ó por aba­ Esto se aprende fácilmente con un po­
jo ; luego se unen los dos trozos por co de egercicio.
medio de dos agujas de lardear para Gallina, Capon y Pollo.
conservarlos en estado de aparecer en
la mesa como el jamón. La disección de estas tres piezas es
absolutamente la misma. Consiste en
D ISE C C IO N DE LAS AVES. levantar una despues de otra sus par­
Pabo. tes principales, y despues las pechugas.
Hecho esto, se separa el caparazón y se
Se trincha de dos modos: el prime­ corta horizontalmente.
vo consiste eu levantar un alón y un Se divide cada auca eu dos pedazos,
i
15 o 15 1
cada aloa en tres y el caparazón en lio resbale á lo largo del vientre para
cuatro. coger por dentro la juntura del alón
Si estas piezas son cocidas., se trin­ que está metida en la carne, y el resto
chan fácilmente ; pero siempre se ne­ se trincha como cualquiera otra ave.
cesita un cuchillo muy bien afilado, y En la polla de agua las estremidades
manejado por una mano diestra: los de los alones son las mas delicadas.
pollos se trinchan de la misma manera. La Cerceta.
Ganso y Pato. Si esta ave se presenta cocida, se
Se trincha el ganso por hebras ó ti­ la trincha como una polla; si se pre­
ras desde la parte superior del estóma­ senta asada, en hebras que se bañan
go , cogiendo la carne de los alones y con su mismo jugo y el zumo de limon.
alargándose hasta la rabadilla ; se to­ Pichones.
man cuatro tajadas de cada lado, y si
no bastan, se quitan mas de sobre las Si estas aves se presentan en salsa,
ancas y otras partes carnosas : despues se deben servir con la cuchara; y co­
de haber desprendido el mayor número mo la parte de entre ambas ancas es la
de tajadas que se puedan , se cortan los mas estimada, no debe olvidarse el
huesos en que queda aun carne. ofrecerla á las Señoras. Si los pichones
Por lo que hace al pato, si es do­ son asados, se dividen en dos ó cuatro
méstico y cocido, se le parte por trozos partes según su grueso, reservando
sin levantar las tiras ; y si es silvestre y siempre para el bello sexo la parte que
asado se trincha como el ganso. se ha dicho ; si se parten en dos, debe
Polla de agua ó Gallineta. ser ó á lo largo, de manera que quede
un alón y una anca de cada lado : ó al
Esta ave regularmente se sirve asa­ traves, cíe manera que los alones que­
da. Primero se la divide el pescuezo, y den divididos de las ancas.
despues una anca: se levanta el alón
del mismo lado haciendo que el cuchi-
15 5
mente el anca entera, ó cortada á lo lar­
Faisan. go en dos partes iguales.
Se trincha como la gallina. Se divide el Zorzal, sea levantando
sus cuatro miembros principales , ó sea
La Perdiz. dividiéndolos á lo largo.
La Perdiz se trincha como cual­ La cogujada se sirve sobre una tos­
quiera otra ave; es decir, levantando tada bañada en su pringue.
el alón y el anca de un lado primera­ El hortolano se sirve también entero.
mente, y luego el anca y el alón de la El picafigo, el pluvial y el tordo se
parte opuesta, y no debe olvidarse de sirven del mismo modo.
que si la anca es preferida por los go­ El Avefría, Pardal y Polla cebada
losos, el alón no es menos delicado: y ú Ortega.
que por lo tanto debe ponerse en el El avefría joven, se parte como el
plato destinado á una Señora. pichón, en cuatro partes.
Becada. El pardal del mismo modo.
La ortega se divide y trincha como
Esta ave, que ofrece un asado es- el faisan. *»
celente, se sirve sobre rebanadas de pan
tostado y bañadas con su zumo y li­ DISECCION DE EOS PECES.
mon; se trincha como la gallina, y des­ El Rodaballo.
pues de haber levantado las cuatro par­
tes principales dichas, se corta trans­ La carne de este pez se sirve con la
versalmente el caparazón en partes trulla. Se echa una línea que le divide
iguales. en dos partes hasta la espina y otra
Codorniz, Zorzal, Cogujada transversal: se levantará con la trulla ó
y Ilortolano. con cuchara los trozos comprendidos
entre estas líneas. Despues de haber ser­
De estas aves se sirve ordinaria­ vido el vientre, que es la parte mas de-
i 54 155
licada, se levantan las espinas y se sir­ ticular, se puede presentar á cualquiera
ve el lomo. Las Señoras son muy afi­ de los convidados; despues se levanta­
cionadas á las barbas de este pescado, rá con la trulla el pellejo y las esca­
y no se ha de olvidar el proporcio­ mas , poniéndolas aparte ; se tirará una
nárselas. línea desde la cabeza á la cola y otra
La Trucha. transversal, levantando y sirviendo los
trozos comprendidos entre ellas: se pre­
Una gran trucha asalmonada, es fieren los trozos cercanos á la espalda.
un manjar delicioso. Se sirve también El Sollo.
con la trulla ó cuchara. Con este ins­
trumento se traza una línea desde de­ Al Sollo se le corta en primer lu­
bajo déla cabeza hasta la cola, y des­ gar la cabeza como á la Carpa, pues
pues otra línea transversal, y se levantan es un bocado delicado y digno de ser
los trozos comprendidos entre las divi­ ofrecido á una muger hermosa ; se tira
siones ; luego se vuelve el pez y se sir­ con la trulla ó cuchara una línea pro­
ve esta parte. El vientre en la trucha es funda desde el principio de la cabeza
lo mejor. hasta cerca de la cola: ambos lados
El Barbo. del pez se dividen y parten en lineas
transversales, de manera que cuantos
Se tirará una línea sobre el lomo pedazos se levanten con la trulla parti­
desde la cabeza á la cola, y otra línea cipen del lomo y del vientre. Cuando
transversal ; despues se partirán y servi­ ya los convidados hayan comido un la­
rán los trozos contenidos en estas líneas. do, ó que no baste un lado para el nú­
La lengua de este pez es muy delicada, mero de ellos, se dará vuelta al Sollo,
así como la porción cercana á la cabeza. y se hace por el otro lado lo que se ha
Carpa. hecho con el primero.
En primer lugar se la corta la ca­
beza , que siendo un bocado muy par­
i 56 l5 7
CAPÍTULO XXY. rior de sus casas que no debe discor­
dar de lo que las precede.
»E EA HABITACION. Como el que entra en el mundo se
sujeta á recibir las visitas que se hacen,
una modestia elegante y de buen gus­
Nuestros abuelos vivian en habi­ to, son deberes que impone la sociedad.
taciones estrechas y obscuras: la es­ Es contra toda regla de urbanidad el
calera torcida y mal dispuesta , los recibir á nadie en una casa desordena­
vidrios pequeños y embutidos en plo­ da , en donde no se ha pasado el plu­
mo, no dejaban penetrar en las casas mero. El orden de un aposento anun­
sino una media luz; se ignoraba el ar­ cia el orden del que le ocupa, y jamas
te de entarimar , y la cera no barniza­ podrá escusarse el que presente la ne­
ba los ladrillos groseros que formaban gligencia de un aposento de un criado.
el pavimento de los aposentos. Nos­ Es necesario pensar siempre en no ha­
otros estamos mas adelantados en esta cerse culpable de las faltas que no se
parte : las casas de los mas simples par­ perdonarían en las casas agenas.
ticulares se han hecho cómodas, ele­ Habitación de hombre solo. El hom­
gantes , y sobre todo aseadas. Es muy bre solo puede alojarse en donde quie­
común en París subir por una escale­ ra , y para ellos se construyen habita­
ra, cuyos escalones están restregados, ciones, cuyo alquiler no pasa desde
y cuyo pasamano está hermoseado de 3 oo á 600 francos tan comunes y có­
lustrosa acayaba. A veces contribuye modas. En París un hombre solo pue­
también el cobre á aumentar el lujo del de vivir en un cuarto bajo como en una
pasamano que ordinariamente es de un guardilla ; y aun lo caro de los alquile­
color verde antiguo. Las mesetas de la res ha hecho que los propietarios ha­
entrada suelen estar enladrilladas de yan especulado particularmente, ador­
mármol y adornadas de estatuas. Este nando cuanto puede ser las casas en
lujo y magnificencia obliga á que los que en otro tiempo se alojaban los po­
inquilinos cuiden también de lo inte- bres. Las guardillas se hallan en el dia
159
hacer lo posible por estar bien con la
1 5 8

adornadas con elegancia , con cristales


y chimeneas de mármol; y el gusto del portera para conservar su crédito y ser
papel que las adorna , y que porlo mis­ servido con los recados que dejen pa­
mo exige pocos muebles, constituye otros ra él.
tantos gabinetitos de gusto. Un hombre Habitación de un hombre casado. Un
solo necesita dos piezas: una en que hombre casado con hijos y con preten­
duerme, y la segunda en que recibe. Es­ siones se debe alojar en un tercer piso.
ta última suele ser también su gabine­ No es estraño en las capitales ver en
te. Allí es donde responde á sus corres­ terceros pisos á personas muy acomo­
ponsales, y donde estudia cuando gus­ dadas. Su casa debe de tener una pie­
ta de ello ó tiene gana: debe dar lustre za para dormir, otra para los niños,
á su pavimento á lo menos dos veces á un comedor, un despacho y una sala
la semana; y si consigue que la misma de tertulia. Los criados se alojan en los
portera de la casa sea su ama de gobier­ desvanes. Tampoco se le prohibe el que
no, le irá muy bien: porque una por­ tenga una caballeriza y una calesa, así
tera suele ser un Argos que vigila todas como le es permitido á un joven tener
las acciones de un hombre solo, muy un caballo para pasearse. Pero todo es­
dispuesta á pensar mal de todo y á mur­ to cuesta caro, y así se ha de mirar
murar; pero procurando ganarla con muy bien para tomar un lacayo; ade­
algunos regalillos, todo el mundo en­ mas de que en caso urgente se toma
tonces á su vista es bueno. Don N. mo­ un coche de alquiler, y en el dia las
zo soltero , y libre , descabezado y con­ gentes económicas, y que miran por sus
sumido de deudas, no es entonces en bienes, si tienen que hacer un viajeci-
su opinion sino un bellísimo joven , á 11o, no dejan de encontrar por su dine­
cuyos acreedores hace ella lo posible ro carruages de todas figuras y de todos
por alejar: porque sabido es que esta­ precios.
mos en un siglo de oro, no por las vir­ Nada decimos de la habitación de
tudes que recuerda, sino por los mila­ las personas opulentas, de las operistas
gros que hace. Un hombre solo debe y actrices de nombradla, de los han-
i6o 161
queros, de los grandes empleados y m v v x v v v x v v m w x im v x w w w v v w v m w v v v v v
agentes de negocios, los cuales ni pro­
curan la economía, ni tampoco la tran­
quilidad de espíritu que es su conse­
TERCERA PARTE.
cuencia.
Tampoco insistiremos sobre la ven­ CAPÍTULO I.
taja que tiene una casa de dos puertas,
porque esto nos conduciría á conside­
raciones morales que se alejan de nues­ DE L A S M O D A S .
tro objeto. Solo sí advertiremos que los
palaciegos deben buscar sus habitacio­ Tí algunos años que se va mejo­
nes cerca de palacio; los que aman el JULace
campo cerca de las puertas de la ciudad; rando el gusto público. Los vestidos
los actores cerca de los teatros; y en fin, anchos y cómodos han sucedido á los
cada uno lo mas próximo que pueda ser angostos , estrechos y apretados. La
á los sitios que diariamente asiste , con­ prontitud y constancia con que se ha
sejo tan cómodo, como económico de hecho este cambio son muy notables,
tiempo y de calzado^ porque indican siempre que proviene
de los progresos del gusto público , y
no del de un capricho particular y pa­
sa gero.
Desde luego se observa que los cal­
zones, despues de haber sido por mucho
tiempo parte de nuestro trage, se reem­
plazaron en primer lugar por los pan­
talones mas ó menos estrechos, y lue­
go por los pantalones anchos. Fuimos
tomando, respecto alas piernas, el ves­
tido que distinguía á los Godos y las
ii
162 165
tribus vecinas, antes que hubiesen deja­ En el dia, cuando una mejora deci­
do las orillas del Euxino. dida en el gusto público se verifica con
En las regiones septentrionales es­ respecto á un trage ( como la que ha.
ta pieza del vestido es bella y juntamen­ hecho suceder á los calzones el panta­
te conveniente , y algunas naciones an­ lon cosaco) es raro el que no sea se­
tiguas llevaban calzones debajo de la guida.
túnica. Al presente han parecido tan La causa es aquel sentimiento de
útiles á sus sucesores en las mismas conveniencia, correspondencia, y si­
regiones, que son una parte distintiva metria , que aunque vago en sí, influ­
del vestido de los Cosacos* ye mucho en la costumbre práctica. Es­
El gusto público se ha inclinado de te sentimiento constituye absolutamen­
tal manera á adoptar esta parte mas te en el trage una ley mental ó teórica:
ancha y holgada, que en el dia se ha y en los progresos aun de nuestro anti­
ensanchado este antiguo modelo, y á fin guo trage, por absurdo que fuese, sé
de poderle emplear yendo á caballo, echa de ver siempre la influencia de este
en lugar de fijarle en el zapato como en sentimiento de correspondencia y de si­
otro tiempo, lo que no era ni fácil ni metría.
cómodo, se ha alargado el pantalon Así los pantalones apretados con las
por medio de una correa que abraza el medias botas, el justillo estrecho, el
pie por debajo. Hubo personas que ceñidor casi igualmente apretado, y el
en Inglaterra intentaron el hacer vol­ sombrero en punta, aunque menos có­
ver la media bota apretada debajo del modos y menos graciosos, se correspon­
pantalón ancho, pero esto no tuvo éxi­ dían entre sí, lo mismo que los capoto-
to. Es cosa que no conviene sino á los nes anchos y la capa de hoy ; pero en
jornaleros, ó aquellos que estan espues- las demas relaciones es evidente su in­
tos al barro de las calles, y que no pue­ ferioridad.
den mudar muchos vestidos. El otro La tendencia á un trage ancho n®
calzado distingue convenientemente á ha parado aquí, sino que se ha esten-
las personas de una clase elevada. dido hasta las otras partes del vestido,
164
pareciendo que cada dia se irá fortifi­ 165
cando esta mejora. Las principales mu­ en otros tiempos de mas ó menos barba,
danzas que ha sufrido la figura de los y según esto, parece que muchas perso­
vestidos consisten en lo largo del talle: nas dejan crecer la barba de diferentes
una largura mediana es justamente la modos sobre el labio superior; y no pa­
mas sencilla y la mas hermosa. rece fuera del caso recordar uno de los
Añadiremos en apoyo de todas es­ grandes infortunios y las guerras que
tas variaciones, que cuanto mas ancho la Francia sufrió por el divorcio de
es un vestido, es mas susceptible de ad­ Luis el joven y de Leonor de Guiena,
mitir en sus diversas partes una gran respecto de la moda que este príncipe
diversidad de espresion. quiso introducir de afeitar la barba y
La parte que mas mejoras exige es cortar sus cabellos. La reina que re-
el sombrero. Seguramente que no está unia á una belleza severa una viveza es-
en armonia con este trage mas ancho; traordinaria , le dijo con enfado que
y este conocimiento ha producido to­ pensaba haberse casado con un monar­
das las figuras de sombreros que he­ ca y no con un fraile. La obstinación de
mos visto sucederse en los últimos Luis y el enfado que causaba á Leonor
tiempos, aunque parece que el som­ la vista de un rostro afeitado, fueron
brero redondo con ala corta es el que causa para la Francia de la pérdida de
ha de permanecer. las bellas provincias que formaban el
Esta es la antigua moda de casi to­ dote de esta princesa, y que haciéndo­
da la Europa: es aun la de los Escoce­ las propiedad de la Inglaterra en un se­
ses y Bascos, que arrojados de las lla­ gundo matrimonio , ocasionaron las
nuras, la llevaron á los montes de sus guerras que desolaron la Francia du­
países respectivos y la conservaron. Es rante cuatrocientos años.
de una forma particular, de una sola La moda de llevar barba tiene cier­
pieza, y sus espresiones son muy di­ ta cosa de noble y varonil, y de tal mo­
versas y chocantes. Se ha de observar do, que la naturaleza ha querido hacerla
que esta moda ha estado acompañada como un distintivo entre el hombre y
la muger; y el abandono de esta moda
166
por lo generai lia acarreado periodos de una imitación afectada y ridicula de un
mia afeminación general, y aún de la semblante femenino.
debilidad y caida de los imperios. Los Si queremos subir á la causa que
Ilomanos llevaban barba cuando some­ hace que se ridiculice á veces á las per­
tieron á los Griegos que no la tenían, sonas vestidas de un modo conveniente
y la habían dejado de llevar á su vez en todas las partes de su trage, nos con­
cuando fueron vencidos por los godos venceremos que proviene de las clases
que aún la conservaban. En el dia pre­ inferiores y principalmente de los arte­
sente los Tártaros que la llevan bien lar­ sanos y el bajo comercio, porque el an­
ga, amenazan aun subyugar á los pue­ tiguo vestido ajustado es propiamente
blos desbarbados y afeminados de la el que les conviene, pues por desgracia­
Europa occidental ; debiendo decirse do y ridículo que parezca, como se ajus­
ademas para probar cuanto tiene de ta mas, los espone menos á mancharse
varonil semejante moda, que en los di­ durante su trabajo: y ved aquí porque ha
versos países de la Europa, las guerras prevalecido este trage ajustado en los
la han introducido por algun tiempo. países comerciantes é industriales, co­
La barba hace un efecto mucho me­ mo por egemplo en Inglaterra.
jor cuando no está dispuesta con dema­ Bien conocen los artesanos que si
siada afectación, v. g. cuando se deja el gusto de las clases superiores les em­
una parle sobre cada mitad del labio peña á adoptar los vestidos mas anchos
superior, y otra parte sobre la barba, y y graciosos, las clases y las ocupacio­
acaba en los lados de la boca, de donde nes se conocerán inmediatamente, y
conviene que no pase. quedará declarada la inferioridad.
Es injusto ridiculizar los vigotes co­ Sepamos contentarnos con la con­
mo una necedad. En quienes sería vitu­ dición sobre la cual no podemos elevar­
perable es en los que privándose de to­ nos ni por nuestros talentos, ni por nues­
da su barba, ponen tanto cuidado en im­ tros medios. Y que el artesano y jornale­
pedir que se les considere como hom­ ro se contenten con un trage estrecho y á
bres, y que se creen mas hermosos por propósito para su trabajo, y que los de-
\
168 169
mas se atengan á un trage mas elevado.7 la forma de sus facciones. Así el color
Aquellos que siguen mas estricta­ del vestido es por sí menos importante
mente las modas y para quienes no hay que la forma: por lo que la moda sola
otra distinción que la del vestido, no se impone á veces lo primero mas impe­
olvidarán sin duda de que esta distin­ riosamente á los hombres que á las
ción queda asegurada para siempre con mugeres.
la adoptación del trage ancho , porque En el redingot ó en la corbata, si el
aunque momentáneamente la adopte chaleco es abierto es donde deben apli­
el artesano ó el obrero, jamás podrá carse los colores en contraste en cuan­
ser su vestido permanente: jamás en­ to la moda lo permita.
tre los griegos las clases inferiores lle­ Cuando el color predominante se
vaban el peplum ni entre los romanos la encuentra en el redingot, el contraste
toga. Pasemos ahora á tratar en pocas que admite el trage debe colocarse en
palabras de los colores., y cómo deben la parte inferior; por lo que en tal ca­
aplicarse á los vestidos de hombre. so los pantalones pueden ser de colo­
Respecto á las mu geres es evidente res claros y débiles, de manera que ha­
que los colores bajos convienen á la tez gan contraste mas declarado.
delicada, y los colores mas subidos á En verano ha prevalecido la moda
los rostros encarnados. de llevar el pantalon y el chaleco blan­
Como los hombres en general son co; y no solamente es recomendable á
mas morenos, les convienen también muchos por lo vistoso , sino que sirve
mas estos últimos colores, lo cual con­ también para distinguirlas clases, por­
cuerda con la práctica ordinaria. que no puede convenir á un artesano.,
Sienta también el color negro á los ó á una clase poco elevada.
hombres, porque por lo común son mas
pálidos: y esto está en armonía igual­ LA CORBATA.
mente con el uso común.
Pero siempre el color será de me­ La corbata es la parte mas impor­
nos importancia entre los hombres que tante del vestido del hombre : ella es

1
1 no 1 7 1

respecto al tocio del vestido, lo que los


ojos en una hermosa respecto á toda la Corbata para baile.
cara. Debe, pues, ser el objeto del cui­
dado particular y de la atención mas No se compone sino de dos pliegues
severa. Por la corbata se juzga al hom­ laterales; pero debe abrazar el cuello en
bre, ó permítasenos decir, que la cor­ doble y lijarse delante por medio de un
bata es todo el hombre. alfiler. Debe también cuidarse que su
Cosa superflua es decir que debe tamaño permita sujetarse a cada uno de
siempre ir muy blanca, que lia de mu­ los lados de los tirantes, haciendo que
darse todos los dias, y deben desechar­ tenga dos ó tres vueltas. De este modo
se sin perdón alguno aquellas que se ni violenta los movimientos de la cabe­
lian probado y manejado inútilmente. za ni de los hombros, y aunque fija, se
Hay diferentes modos de ponerse presta muy bien á todas las variaciones
la corbata. Se indicarán aquí los mas y posturas que necesariamente ha de
usados. hacer un individuo que baila ó valsea.
Corbata d la americana. Corbata d lo gastrónomo.
Se dejan pendientes las dos estre- Para ponerse la corbata con este tí­
midades de la corbata delante del cue­ tulo, es necesario tomar cualquiera tela
llo; despues se toma una que se enla­ de seda, algodón o hilo que no este en­
za con la otra, y juntas las dos se le­ gomada ó almidonada, plegada con so­
vanta la primera hecho un nudo á mi­ los dos ó tres dedos á lo mas ancho, y
tad, y la otra punta se fija en lo bajo ajustarla negligentemente en el cuello,
de la camisola, es decir, cerca de la reuniendo las dos puntas por delante y
cintura de los pantalones , dando al fijándolas con un nudo corredizo, dejan­
lazo y punta pequeña la gracia que se do pendiente las dos puntas que no de­
pueda. ben pasar de dos, tres ó cuatro dedo*
de largo.
i Já tyS
En el modo de hacer este nudo, por fija en la camisa de modo que la cu­
muy simple que sea, es en lo que con­ bra toda, y con este género de corbata
siste la perfección de esta corbata. El se puede en caso necesario escusar la
nudo debe ser tan flexible sin que esté camisa.
flojo, que ceda y se preste al menor mo­ Aunque todos los träges parece que
vimiento del cuello y de las mandibu­ se han confundido, en el diala corba­
las , y aun al mas ligero levante de la ta ha conservado sus usos y su gerar-
garganta, sobre todo en los que tengan quia. El oficial parece que se halla des­
la respiración corta ó trabajosa. airado sin corbata, el poeta lleva de me­
dio lado una corbata matemática: solo
Corbata de caza. el hombre de mundo sabe ponerse artís­
ticamente su corbata, variando la gra­
Se forma de dos pliegues paralelos cia de ella de mil maneras y haciéndo­
de izquierda a derecha, que se cruza­ la armoniosa con el aire de su fisono­
rán las mas veces como lo hemos indi­ mia y con el vestido que lleva. La cor­
cado en la corbata de baile. bata, así como todas las cosas terrenas,
ha tenido su época de grandeza y de
Corbata d la Groon. decadencia; pero podrá decirse que en
ningún tiempo ha sido tan universal,
Debe preséntar la figura de una cas­ tan variadas sus formas, y tan grande la
cada, para cuyo efecto se hace un nudo importancia como en el dia. El origen
sencillo de donde salen dos estremida- de la corbata se pierde en la noche de
des pendientes, casi iguales aunque muy los tiempos. Todos los pueblos han
largas. La una de ellas se trae adelan­ gustado de este adorno que acompa­
te de manera que cubra enteramente el ñando á la fisonomía la da un aire de
medio nudo, y luego se la despliega de gracia y de nobleza. Es cierto que es
forma que cubra el que quedó debajo, grande la distancia desde el collarín de
dandola toda la estensiou de que sea sus­ oro y de plata de las edades heroicas á
ceptible su anchura. Su est remi(jad se la batista engomada; pero sy objeto y
174 iy5
resultados son siempre los mismos. La gues ondulantes y bajó lazadas enor­
corbata se lleva tanto por vestido como mes. El arte estaba todavía en su infan­
por adorno, y estamos por decir que de cia ; pero llegó el termino de esta dema­
ella, mas bien que de Júpiter, habló gógica moda , vino el momento de la
Ovidio cuando dijo: edad de oro, y se vió á la corbata co­
mo un nuevo Proteo sujetándose docil­
Os homini sublime deciit, cœlumquo tueri mente á todos los caprichos de una
Jussit, et erectos ad sidera tollere vultus. imaginación vagamunda, y pudo en
fin, recibir y conservar las formas mas
porque sola la corbata es la que obliga puras y variadas. A la verdad, el pri­
al hombre á llevar su cuerpo derecho mero que llegó á plegar una corbata
y la cabeza levantada y con nobleza. engomada adelantó un paso á laslucesé
No se sabia aun apreciar lo bastante la hizo mas servicios que las sectas econo­
corbata c.n los tiempos góticos, conten­ mistas y enciclopedistas juntas, obli­
tándose con embrochai’ al rededor del gando á todos los hombres á entregar­
cuello un pedazo angosto de muselina, se cada mañana á un cuarto de hora de
y solo cuando cayó el reinado de las meditación y combinación de cálculo
terribles pelucas ocurrieron los recur­ para ponerse la corbata, y no puede me­
sos inmensos que presentaba al genio nos de decirse que ha procurado dar
la corbata simple y desprendida de to­ un nuevo empleo al genio ¿Y quién di­
das trabas. Entonces ya no era permi­ ria que el nombre de este grande hom­
tido entrar en el gran mundo y hablar bre está aun todavía oculto á la gratitud
de economía política, sin llevar una va­ pública?
ra de muselina al pescuezo; pero como No solamente es la corbata un ador­
la exageración se entromete por donde no agradable sino también un aderezo
quiera, bien pronto traspasó los limites útil. El dulce calor que mantiene, faci­
del gusto y se vieron aquellas corbatas lita el juego de los órganos, hace la voz
inmensas tituladas d lo increíble, que mas sonora y mas grata y el semblan­
ocultaban la mitad de la cara en plie­ te mas fresco. Su uso facilita mil ac-
i 76 177
ciones diversas: y sin referir aquí el ser­ Nuestros vecinos los ingleses dan
vicio que hizo la suya á Pichegru en la una grande importancia al arte de po­
prisión del Temple, probará la anécdo­ nerse la corbata. Hace unos diez años
ta siguiente que es capaz de acciones que se publicó en Londres un grueso
heroicas. volumen titulado Cravatiana, proban­
Habían echado en cara no hacia un do la superioridad de John Bull sobre
instante, dice el doctor Pezis, al valien­ todos los pueblos que llevan corbata, y
te general Lasalle, entonces joven y víc­ la obra tuvo un suceso piramidal.
tima de la moda, lo enorme de su cor­ Un erudito en punto á corbatas ha
bata. El regimiento que mandaba en­ dado á luz entre nosotros un tratado en
tra á la carga , es rechazado, vuelve á que se enseña la teoría de mas de trein­
cargar de nuevo, dispersa la caballería ta maneras particulares de encorbatar-
enemiga, y viene á descansar á su vi­ se. Los lectores curiosos pueden acudir
vac. Me avisan que el coronel ha reci­ á esta obra original: y en cuanto á nos­
bido un pistoletazo en el pescuezo, cor­ otros nos bastará indicar la composi­
ro, y me enseñan una bala que se le ha­ ción de las principales corbatas que nos
bía detenido en lo espeso de aquella es dado ignorar.
enorme corbata que yo habia vitupera­ En primer lugar diremos que ten­
do tanto. Dos oficiales y algunos húsa­ gáis una corbata. Ninguna labandera,
res habían recibido también sablazos planchadora ó encargada de la ropa
sobre las suyas ; y no pude menos de blanca puede dispensarse de plegarla
convenir que las grandes corbatas ser­ de antemano; pero si la que tenéis ca­
vían para alguna cosa. rece de ciencia y de gusto, plegad vos­
Bajo el aspecto literario la impor­ otros mismos vuestra corbata , que es­
tancia de la corbata es mayor en cierto té bien dividida y engomada ; plegad
modo: es la divisa del genio, y un las esquinas en diversas direcciones; la
ojo observador reconoce en el gusto una de lo bajo á lo alto, y la otra de
de la corbarà á un poeta ó á un quí­ lo alto á lo bajo, á fin de que juntándo­
mico. se debidamente en el cogote, no alteren
la hechura del cuello de vuestro frac.
179
Dispuesta así la corbata, según los prin­ famoso nudo que ha debido costar
cipios del arte, reflexionad detenida­ tantas investigaciones y desvelos á su
mente en lo que vais á emplear el dia, inventor.
porque es preciso que el nudo y el lazo En la perfecta egecucion de este nu­
de la corbata se halle en relación con do consiste todo el punto, pues los otros
las personas, tiempos y lugares. El nu­ métodos no son sino modificativos de­
do gordiano es indispensable para una rivados de él. Jamás se podrá uno apli­
visita de cumplimiento : el nudo de bri­ car demasiado á conocer bien la teoría
da basta al cazador: el nudo á lo balija y práctica del nudo gordiano.
conviene para el paseo, el sentimental Pero no se espere aquí una descrip­
para una cita, ó la americana, á lo Bi­ ción circunstanciada de esta especie
ron, á lo matemático, la oriental, el gas­ de invento. Conviene mas hablar í
trónomo, regulan según la ocasión la los ojos que á los oidos, yen vano di­
debida preferencia: cada uno de ellos ríamos que echada la corbata al rede­
tiene sus ventajas y mérito. dor del cuello, no se trata ya sino de ha­
La corbata blanca lisa es la única cer un nudo y volver las dos estroni ida-
admitida en el trage de ceremonia. To­ des sobre el nudo mismo, bajando des­
da corbata rayada ó en cuadros es de pues á unirle en el punto de conjun­
medio tono. La corbata de color, sea ción con un alfiler. El lector quedaría
cual sea, no se lleva sino en negligé, así tan á obscuras como antes de leernos:
como la corbata negra que solamente por otra parte suponemos que los lec­
un eclesiástico, ó un militar en unifor­ tores de nuestra obra necesariamente
me pueden llevar á una tertulia. han de ser hombres de gusto, que sa­
De todos los modos de poner la cor­ brán ponerse la corbata, que se mira­
bata el mas difícil y el mas común es el rán en el espejo, y que este les instrui­
nudo gordiano. Así como el famoso Mr. rá mucho mejor que nosotros.
Jourdain hacia prosa sin saberlo, todo La corbata á lo oriental debe ser
el mundo compone inocentemente este muy pequeña; los estrenaos muy engo­
mados; se levantan las puntas* hacia los
18o iSi
dos lados y forman una medía luna. En- Jaara describir las corbatas Irlandesa,
corbatado así cualquiera, no hay mas matemática, á la perezosa, á lo nove­
diferencia entre él y un turco .»sino que lesco, á lo Telma, Rusa, diplomática,
éste lleva la media luna en la cabeza y etc., etc., etc , y enseñará mas al lector
,el otro en el cuello. sobre el particular una concurrencia ele
La corbata americana es la mas sen­ grandes bailes por carnabal que un to­
cilla de todas. Echada al cuello, se re- mo en folio. Solo recomendamos la ob­
unen las dos estremidades por delante servación y atrevimiento que valen por
y se las pasa una sobre otra como para muchísima esperiencia ; pero conviene
hacer un nudo; pero no se hace sino sobre todo no perder jamás de vista este
lijarlas por medio de un alfiler. axioma. Una corbata que ál primer gol­
La corbata á lo Biron, cuyas dos es­ pe no se pone bien, debe ser inmediata­
tremidades forman un gran nudo bajo mente vuelta á la planchadora : ya de
la barba, es uno de los escollos en este nada sirve, es como la crema ó arroz
género. Ridicula en una población, es que se ha cortado.
de moda en el campo, y sobre todo pa­
ra los jóvenes. DE ros CABELLOS.
La corbata de baile se dispone con
la ayuda de una docena de alfileres; no Es preciso, dice el arte de peinarse
tiene nudo y las estremidades se plie­ « sí mismo, para estar bien peinado: i.*
gan una sobre otra. que los cabellos esten perfectamente
La corbata á lo gastrónomo, estre­ cortados según la figura de la cabeza:
cha, sin goma y negligentemente soste­ 2 ." que se conserven constantemente
nida con un nudo corredizo, fue por en un estado de aseo por medio del ce­
mucho tiempo de moda fuera de la ho­ pillo y del peine : 3.° que de tiempo en
ra de la comida: los que la dieron esti­ tiempo se les aplique una sustancia un­
mación debían llevarla ahora puesta al tuosa y benéfica: -° que su madura
brazo como lazo de nudo militar.
4
se haga por medio de algunos algodo­
Sería necesario un volumen entero nes: 5.’ que los cabellos, cuando se va
i Sa vS3
uno á acostar se disponga*« convenien­ Suele ser muy commi el echarse
temente bajo el gorro de dormir: Ü.° que constantemente de un mismo lado ; y
la dirección de los que caen sobre las en aquel donde uno se echa es donde
sienes sea horizontal: n,° que se quite y se han de ponerlos algodones. Los que
se ponga el sombrero con precaución: acostumbran á llevar los cabellos le­
y .° que cada vez que se descubra la
8 vantados y muy cortos, están dispensa­
cabeza se asegure uno de si el peinado dos de este cuidado ; pero en cuanto á
se lia descompuesto. los demas que no miran con indiferen­
Los cabellos no son un adorno ver­ cia el estar bien ó mal peinados , me
dadero, sino en tanto que están bien- atrevo á asegurar que sacarán algun fru­
limpios y tengan aquella flexibilidad to de los consejos que presento. Les di­
viva que favorece las undulaciones. Pa­ ré , pues, que para dar una buena di­
ra conservar los cabellos en este estado rección á su cabello no hallarán cosa
se ha de procurar peinarlos y acepillar­ mas útil que los algodones, pero en
los por la mañana y por la noche. Al corto número para que el rizado parez­
acostarse es indispensable envolverlos ca natural. Cada algodón debe abrazar-
en un gorro, tanto para evitar que se una mecha bastante considerable, pa­
enreden y contraigan mala dirección, ra que desenvuelta no forme ganchos.
como preservarlos del polvo y de las Si son demasiados los algodones, el ri­
partículas que se desprenden de las al­ zado general, sucesivamente dividido*
mohadas y sábanas. Antes cíe pasar el dará á la cabeza la apariencia de una
cepillo, si se quiere llegar á la raiz de cabeza de querubín ; y un peinado asi
los cabellos, es muy esencial separar­ no es menos ridiculo que el liso ó eri­
los con el peine, y luego se les untará zado constantemente. Los anillos en­
ligeramente con aceite oloroso ó poma­ vueltos en cada algodón deben ser bas­
da , que se haya liquidado con el ca­ tante anchos.
lor de las manos; pero cuando los ca­
bellos son por si grasicntos, bastará el
untarlos por la noche.
ï84 185
Del gorro de noche. dará á que estén ya frios, porque sino se
tomase esta precaución no se rizarían.
El gorro de dormir debe ser de lien­ Quitados los algodones, se irán desenre­
zo , y al ponerlo se le harán dos plie­ dando con las puntas ralas del peine
gues , de modo que forme triángulo. poco á poco para no arrancar ó romper
Despues, tomando una estremidad en los cabellos ; despues se pasa el peine
cada mano, se le colocará en la cabeza fino que debe ser de madera y bien he­
trayéndole hasta la nuca que se encon­ cho, es decir, que sus dientes tengan
trará de este modo cubierta, y propor­ una fuerza igual. Peinados suficiente­
cionará el ir trayendo los cabellos de mente los cabellos, se acabará de asear­
los lados hacia adelante y bajo el gor­ los con un cepillo de cerdas delgadas,
ro: antes de anudarlo se debe, confor­ ni demasiado blando, ni demasiado du­
me se vaya cubriendo la cabeza, arre­ ro. Para acepillar los cabellos deben
glar los algodones, teniendo cuidado estar divididos por mechas como antes
de que caigan convenientemente para de poner los algodones.
que no contraigan vicio. Si es pañuelo
el que se pone, debe traerse su tercera Precauciones al quitarse y ponerse el
estremidad hácia adelante, y sujetarla sombrero.
bajo el nudo.
Del tocador al levantarse. Lo primero que se ha de procurar
al ponerle el sombrero es evitar que los
Si durante la noche se lia traspira­ cabellos de delante no se bailen agar­
do por la cabeza, y los cabellos estu­ rados y prensados en el borde que cae
viesen húmedos, no se ha de quitar el sobre la frente ; ni es menos esencial
gorro ó el pañuelo sino algunos minu­ el librar de esta prisión á los aladares ó
tos despues de dejada la cama : y de cabellos de los lados; á cuyo fin se les
todas maneras no se han de quitar los levantará metiéndolos de modo que la
algodones inmediatamente. Para sacar figura del sombrero no les baga con­
los cabellos de los algodones se aguar- traer un mal vicio. Son indispensables
186 187
todas estas precauciones cuando se quie­ salud, depende tanto de la mastica­
re conservar bien el peinado. ción como de la cualidad de los alimen­
Como es raro que un sombrero lle­ tos. Unos instantes despues de levan­
vado mucho tiempo no altere el peina­ tarse se ha de enjuagar la boca con agua
do en alguna de sus partes, y que á tibia, blanqueada con algunas gotas de
veces la traspiración ó la presión eger- aguardiente de gayas ó agua de colo­
cida sobre él no le trastorne completa­ nia evitando siempre el hacer uso en
mente, es necesario al quitarse el som­ esto de licores fuertes : se limpiarán los
brero levantar las mechas que se hayan dientes con un cepillito blando , procu­
caído, restablecer los tupés, y en fin, rando hacer esta operación por dentro
dar aire á toda la cabellera. Si los ca­ y por fuera dos veces por semana. Se
bellos están sudados, como sucede des­ frotarán con carbon bien pulverizado y
pues de un rato de paseo, será muy pasado por un tamiz de seda ó con cual­
bueno dejarlos secar antes de tocar á quiera otro polvo preparado para este
ellos : y para acelerar este estado, pue­ efecto ( ).
En los intermedios de los dientes
1
de enjugarse la humedad con un pa­
ñuelo apretando los cabellos sin fro­ no se ha de introducir jamas cuerpo
tarlos. Lo demas lo hace el contacto alguno duro: los mondadientes á la car­
del aire, y los cabellos vuelven á ende­ melita son los únicos de que debe ha­
rezarse sobre sí mismos según los plie­ cerse uso: despues de comer y al acos­
gues que tenían. tarse se enjuagará la boca con agua
Los dientes. clara.
Los dientes hermosos son el ador­ (1) Se compone un dentrífico con partes
no indispensable de un buen rostro, y iguales de polvo de quinquina y carbon mezcla­
do con un poco de cremor de Tártaro, unido to­
son también la señal, y frecuentemen­ do con miel carbonizada, de modo que forme
te la causa de una buena salud. La di­ una pasta de bastante consistencia, la cual se
gestion, cuya función exacta y regular cstiende sobre una eseobillita suave ó sobre la
es indispensablemente necesaria para la yema del dedo.
188
Cosméticos para la boca. Tómese quinquina en polvo poco 189
pulverizada, cremor de tártaro porfi­
los cosméticos son de dos clases: rizado, y lirio de Florencia partes igua­
unos se emplean para limpiar los dien­ les : todo lo cual se mezclará perfecta­
tes, y una parte de su efecto es, por mente. Este polvo es un poco amargo
decirlo así, mecánico : porque quitan pero muy bueno para fortificar las en­
por medio de la frotación el sarro que cías. Aquellos á quienes el olor del li­
se ha criado en los dientes. No obstan­ rio desagrade, podrán sustituir polvos
te, suelen ir acompañados de sustancias de rosa, de clavel ú otro cualquiera.
acidas y sales como el cremor de tár­
taro, el alumbre y otras que tienen ac­ DE IAS MANOS.
ción química : y los polvos formados de
una parte de estos agentes limpian y Pasta de almendras para limpiarse las
blanquean los dientes, pero concluyen manos.
por alterar su esmalte. Los mejores den-
tríficos son el carbon larado con la quin­ Los perfumistas distinguen la pasta
quina pulverizada. Se limpian los dien­ de almendras seca que se hace un pol­
tes con escobillas, esponjas y aun tam­ vo verdadero, y la pasta de almendras
bién con lienzo fino. Si se hace con es­ líquida que es una pasta untuosa y es­
cobillas deben ser suaves para no dañar pesa como una mermelada. La pasta
las encías. Los polvos de rosa para los de almendras seca se compone de lo que
dientes contienen siempre un poco de queda despues de esprimido el aceite
cochinilla, que desliéndose en la saliva de las almendras. Se reduce á polvo fi­
colorea un poco los labios de color de no esta masa y se pasa por un cedazo,
rosa. Se han de preferir siempre los añadiendo un aceite esencial ó cual­
polvos de poco ácido y de un sabor dul­ quier otro aroma simple ó compuesto
ce. Daremos la receta de unos polvos para perfumarla. Cuando las almendras
para los dientes, compuesta con quin­ de que se ha sacado el aceite no han
quina y polvos de rosa. tido mondadas, el polvo sal® rubio, y
igo 191
se le da el nombre de pasta de almen­ sonas delicadas se puede calentar para
dra morena. limpiar el cutis.
Si por el contrario las almendras La leche.
han sido mondadas el polvo es blanco. Hay personas que se lavan la cara,
Para usarla se toma un poco en el hue­ los brazos y pecho con leche para sua­
co de la mano, mezclándola con un vizar la piel y conservar su morbidez.
poco de agua para hacerla pasta, y fro­ Este medio es bastante bueno.
tándose luego en todas direcciones has­ La hierna de huevo tiene las mismas
ta que se haya obtenido el efecto que cualidades que la leche. Con ella se
se desea, ya para quitar todas las deben restregar las mismas partes, y
sustancias adherentes á la piel, como despues se quita lavándose con un poco
cuerpos grasicntos, resinosos, ect., se la­ de agua, y enjugándose con un paño
van despues las manos con agua clara fino. Se ha de procurar no usar jamas
que disipe la pasta y lo que se haya de lienzos demasiado fuertes, y sí fro­
quitado con ella. tarse suavemente para conservar her­
Cosméticos naturales. moso el cutis:
La carne y el jugo del cohombro
Como el uso de los cosméticos na­ refrescan la piel y la limpian perfecta­
turales no presenta ningún peligro, no mente. Su uso en la estación conve­
hay nadie que pueda abusar de ellos, niente no puédemenos de ser ventajosa.
y nos contentaremos con enumerarlos, Jugo ácido de naranjas, limones y gro­
indicando sus propiedades.
El agua es el primero de los cosmé­ sella blanca.
ticos , cuyo uso diario es indispensable El parenquima de estas frutas y su
para el tocador. Se emplea fria ó ca­ jugo limpian muy bien el cutis y des­
liente: las personas robustas deben usar­ prenden el polvo que se le pega; y al­
la fria ó á lo mas templada. En los gunas veces se usa también del jugo de
tiempos de hielo para los niños y per*
192 190
estos frutos , echándolos en un vaso de y que cuando se le resiste, la modifica
agua simple para hacerlos mas refres­ y corrige. Así, pues, no llevará su ves­
cantes y activos. Estos zumos en algu­ tido precisamente con todo el refina­
nos casos pueden venir á ser higiéni­ miento de la moda, cuando esta tenga
cos ó medicinales. algo de afectado que su discreción debe
Flores de habas. no hacer conocer. La moda de los cal­
Esta flor recien cogida se emplea zones cortos ya pasó, y solamente los
para quitar las manchas negras sobre ancianos la conservan. En el dia se ad­
la piel. Para este efecto se estrujan un mite en todas las sociedades con panta­
poco estas flores entre los dedos, y se lon negro por la tarde ; pero este pan­
da con ellas á las manchas al tiempo talon no ha de llegar sino al tobillo á
de acostarse. Se reitera esta operación fin de que se vea la media de seda ne­
durante la estación ; teniendo cuidado gra. Chaleco blanco es de obligación
de lavarsela cara á la mañana siguiente. cuando se va de ceremonia: chaleco
Remolacha roja. por debajo ya no es de moda sino en
las provincias.
La raiz de esta planta se emplea Un hombre fino debe usar sus guan­
para dar á los labios y megillas pálidas tes según la estación. En invierno los
el color de rosa que indica juventud y de castor ó gamo ; en verano los de ba­
buena salud. No tiene inconveniente tista ó percal. En el baile los guantes
su uso, y se prefiere á todas las com­ de color claro que no se deben llevar
posiciones químicas, tan ponderadas y sino una ó dos veces. Esta es una par­
tan caras, te del tocador que se ha de observar
Para encubrir á propios y aun á estraños cuidadosamente. Los guantes blancos
La ofensa irreparable de los años. no se llevan sino á una boda. Los bo­
Chalecos, Pantalones etc. tines son un calzado que ha substitui­
do al borceguí de los antiguos, tenien­
Hemos dicho que el hombre de do la doble ventaja de afirmar el calza­
buen tono, no es esclavo de la moda; do, preservar los pies de humedad.
10
194 193
hacer el andar menos penado que las CAPÍTULO II.
botas y dar al pie y á la pierna mucha
gracia. Se usan en invierno y en vera­ OBJ ETOS DE CAP BICHO.
no. En invierno cuando hiela han de
ser de casimir negro, cubriendo el pie El paraguas, bastón y fusta.'
con una tira de cuero por debajo. Los
botines deben ser abotonados, ya con Una buena caña de indias con pu­
botones de la misma tela, ya con bo­ ño de oro era el bastón de nuestros
tones de pelo de cabra ó de hueso ó abuelos: y mas era un adorno que otra
marfil. Algunos llevan un ribetito de cosa, pues se llevaba demasiado largo
seda negra y se ponen bajo el pantalon. y demasiado alto para que pudiese ofre­
En verano el botin de lienzo crudo cer un apoyo sólido. Sin embargo, en
y aun de batista, se usan muy amenu­ nuestras comedias antiguas se puede
do , y no se enlazan todos los botones. muy bien tolerar que un barba se sir­
Nada puede haber mas fresco que esté va de su caña de indias cuando quiere
calzado bajo un pantalon muy blanco, corregir á sus hijos ó sobrinos traviesos.
particularmente cuando se va al campo Este adorno cae muy bien con las ca­
ó hace buen tiempo ; pero no convie­ sacas bordadas y los chalecos de raso;
ne sino á los jóvenes que tienen un pie pero ya solamente le llevan los hom­
hermoso y delgado de caña. bres de alguna edad que no pueden des­
Para estar bien calzado de esta suer­ prenderse de su pasada juventud.
te es preciso que el bolin sea nuevo, ó Los jóvenes llevan en el dia cañitas
ú lo menos que no se haya lavado. ligeras que les sirven de apoyo cuando
resbalan; pero los hombres bien educa­
dos, y aquellos que por hábito y cui­
dado han dado á sus cuerpos movimiem>
tos fáciles y saben como colocar sus
brazos y manos no tienen necesidad de
semejantes cañas ni las llevan.
196 >97
Se suele decir comunmente que las el Lovelacé de algun café , el cortejo de
inclinaciones de un hombre se conocen las que se dan apariencia de señoritas
por la clase de compañías que frecuen­ sin serlo, ó un cómico de provincia ó
ta, é igualmente se puede decir que su de la legua que representa los pape­
modo de vivir, de andar ó presentarse les de galan en algun melodrama es-
dan á entender quien es. trangero.
Yed sino aquel hombre con unas pa­ Miremos aquel anciano que oculta
tillas espesas que le cubren la mitad de sus arrugas bajo una peluca negra, cu­
la cara, un capote terciado, una cor­ yos cabellos estan cortados, con una
bata negra y que se clarea, y el som­ casaca color de castaña y una gran ca­
brero tirado sobre la oreja : este hom­ dena de acero en su relox , sus antiguos
bre parece que está observando á to­ calzones cortos y el paraguas por bas­
dos, y que quiere pasar sin ser visto, tón, cuidadosamente cubierto con su
pues es algun espia. forro de holandilla ; este es algun ma­
Mirad al otro, cuyo modo de andar gistrado ó curial que aun recuerda á
es precipitado, desigual, y con perio­ Enrique IV.
dos sobre un pie como sobre otro: El paraguas que en un tiempo era
que huele de cien leguas á ambar y un mueble pesado y embarazoso, y
almizcle, y cuyas miradas azoradas gi­ cuya armazón de madera se plegaba
ran por todos lados : este es un fàtuo. difícilmente cubierta de hule, en el dia
El otro joven que anda reposado con es un mueble de lujo , y tan ligero , que
aire contemplativo, ó bien es algun es­ â veces le meten en un bastón; pero
tudiante de medicina, ó de leyes. esta especie de paraguas son de mal to­
Si veo acercarse á un elegante de mal no y de mal gusto. El paraguas se de­
gusto, que tiene todo el aire de desver­ be llevar siempre cogiéndole por en­
gonzado y muy pagado de sí mismo, medio sin apoyarse sobre él ni ponerle
mas bien ridículo que elegantemente la funda. Cuando se acompaña á una
vestido, y que voltea en una mano un señora y sorprende un chaparrón , se
junquillo, este, me digo á mi mismo, es abre de modo que la señora quede en-

:
i 95 >99
toramente cubierta sin cuidar de sí, ns sion y lleva también algunas maldicio­
obstante que se esponga un frac de pa­ nes en lo interior. Se gastan ya pocos
no de sedan á perder todo su lustre; paraguas; la moda va disminuyendo
pero se cumple con un deber de urba­ cada dia.
nidad, y la señora por muy compla­ Se lleva una fusta que sirve de bas­
ciente que fuese no perdonaría al com­ tón ; pero esto solamente cuando se ha
pañero que lleva si pensase en su som­ de ir á caballo, y fuera de este caso no
brero de castor ó en su frac de paño, debe llevarla nadie que no quiera pare­
cuando ella arriesgaba una esquisita cerse á un montañés ó á un picador de
mantilla ó un pañuelon de dos ó tres on­ un Grande.
zas. En este caso conviene no liarse Fuera las espuelas de las botas, por­
del débil abrigo de un paraguas, y sí que asustan á las señoras, declaran la
tomar un coche de alquiler. guerra à sus guarniciones y aun á los
Un paraguas incomoda y embaraza: mismos vestidos, y aun puede darse ca­
es necesario guardarle en un sitio es­ so en que se atrevan á herir un pie he­
pesamente dedicado en los teatros y cho á torno, que no podia prometerse
en todos los sitios públicos. Un para­ semejante ultrage sino la admiración de
guas es el espanto de los sirvientes, de todos los que le ven.
las criadas y de las dueñas de las casas
que miran con escesivo cariño el aseo Los anteojos, el lente y el anteojo ele
de su pavimento. Con efecto, ¿que se teatro.
ha de decir de un hombre que llega á
una casa con el paraguas chorreando Si os ha dado la naturaleza dos bue­
agua por todas sus goteras , y que man­ nos ojos con niñas negras y demasiado
cha sin compasión un pavimento ence­ salidas que saben disparar miradas pe­
rado por la mañana, ó una alfombra netrantes bajo largas pestañas, no los
estendidael dia anterior? sin duda que cubráis jamas con anteojos : dejad este
no hablan una palabra; pero se piensa adorno para los que no son tan felices
que está mal educado, de poca previ- como vosotros, que tienen la vista in­
ti
200 201
cierta y débil ; á aquellos que en las ca­ para distinguir perfectamente la fisono­
lles y paseos no pueden distinguir bien mía de un actor y ver hasta que pun­
los objetos. En este caso son perdona­ to posee el arte de pintar las pasiones
bles los anteojos ; pero no en ningún sobre su fisonomía. Las señoras se sue­
otro, pues dan una fisonomía insolen­ len servir de este instrumento para exa­
te y atrevida que desagrada. minar los prendidos de las demas, ó
Hay quienes no podiendo aguantar para ver si tal actriz es tan bonita co­
continuamente los anteojos puestos, se mo dice su marido ó su primo, ó si
sirven del lente, que suspendido al tiene tanto mérito como publica el Cor­
cuello con una cinta de seda completa reo literario; pero estos anteojos no de­
el tocador de los petimetres. Pero aun ben servir sino en el teatro, ni deben
el lente es mas impertinente que los an­ usarse demasiadamente en él, porque
teojos, porque señala casi siempre la estos llaman la atención de todos hacia
persona á quien se dirige. Si se mira con la persona á quien se dirigen y debe evi­
él á una muger, es casi como señalar­ tarse en el mundo cuanto marque par­
la con el dedo; procúrese, pues, evi­ ticularmente á uno y le cause algun
tar el mirar de esta suerte, y si la ne­ embarazo.
cesidad os precisa á serviros de lente, Hay otra especie de anteojo que se
hacedlo con tanta reserva y medida que usa algunas veces en el teatro, hecho de
no os tachen ni de impertinencia ni de manera que se dirige de costado opues­
presunción impolítica. En fin, mani­ to á aquel á quien se quiere ver, y el
festad de tal suerte la necesidad en que artificio está en un espejito en el que
os halláis de este instrumento, que en vienen á juntarse los objetos, de modo
vosotros se mire como una desgracia lo que aparece el que lo usa mirando co­
que algunos jóvenes mal educados ha­ mo á la escena, al mismo paso que re­
cen que se mire como ridiculez. gistra el palco de su izquierda ó de su
En el teatro se suelen usar anteojos derecha. Pero sobre esto diremos que
llamados asi, los cuales son necesarios se desconfíe de un hombre que si tiene
cuando está uno lejos del escenario, razones de espiar vuestra conducta no
• * # #
20 2 2o5
os mira jamas cara á cara. Estono es na­ na, y tienen cuidado despues de haber
tura], sino un laxo tendido, y sin duda satisfecho esta necesidad de ocultar sus
es algun envidioso quien se vale de es­ vestigios, lavando su boca con el ma­
tos anteojos pérfidos de que hablamos. yor cuidado. Regla general : no debe
fumarse jamas en la calle.
El cigarro y la pipa. Es preciso haber sido á lo menos
capitan de húsares para fumar en pipa
La costumbre de fumar se ha hecho aunque sea de la mas hermosa espu­
tan general, que ya no se repara en la ma de mar. No debe fumarse sino ci­
delicadeza de las señoras que aborre­ garro.
cen el olor del tabaco. Todos han re­ Siendo el olor del cigarro por sí des­
conocido que el humo que se exala agradable, no debe fumarse sino por
de las hojas de la Habana tiene sus la mañana al levantarse de la cama,
agrados, y no hay quien antes de me­ lavarse despues la boca cuidadosamen­
terse en el tráfago de su escritorio no te y no llevar ninguna de las cosas que
fume un cigarro. Este método saluda­ componen los arreos de un fumador;
ble para la salud que conserva los dien­ como tabaco, bote, pipa, ect.
tes y la boca sana, era desconocido de Por general que sea el gusto de que
nuestros abuelos. Las señoras en Fran­ hablamos, se debe negar siempre el
cia no fuman y dejan este gusto á la tenerle, pues debe hacerse lo mismo que
vivacidad de las españolas y á las sala­ con los favores de una dama : son co­
das andaluzas, ó bien á las viejas esco­ sas que no se deben jamas confesar.
cesas que Walter-Seot nos describe con No se debe fumar por la noche, aun
una pipa en la boca, ocultándose en la cuando se esté en su ventana y no que­
campana de la chimenea para satisfa­ den mas que pocos momentos para
cer su gusto. acostarse.
Los hombres que fuman, y es pre­ Un artista célebre es tan nombrado
ciso confesar que en el dia es la mayor por sus producciones como por el arte
parte, lo hacen solamente por la maña­ con el cual sabe arrollar un cigarrito.
H
%

2o4 2 o5
No le imitéis en esto y ateneos siem­ bolsillo del chaleco, metido en una ca­
pre al cigarro. Sucede algunas veces ir dena de oro echada al cuello bajo del
á la mañana á casa de un banquero, chaleco, y que se introduce entré el
encontrarle en bata y paseándose en su tercero ó cuarto ojal. Ya no se lleva se­
jardin con un chicote en la boca. El llo, sino una llavecita de oro que sirve
primer cuidado es sacar su bote de ci­ para dar cuerda, y que se deja ver ó no.
garros y ofreceros uno. Lazo, escollo, A veces puede ponerse el reloj en el
maquinación contra vuestra reputación bolsillo del calzón , pero esto es cuando
de hombre aseado: vuestros vestidos os es muy chato. En tal caso debe tener
venderán, y no podréis cuidar vuestra hacia fuera una cadena de oro corta y
boca del modo necesario para que no formada de eslabones prolongados, de
se os conozca. No fumeis, pues, sino los que se vean uno ó dos. Un hombre
en vuestra casa (i). de gusto se guarda muy bien de osten­
tar su reloj. Una rica simplicidad debe
Del reloj y de los sellos. brillar sobre todo su tren, por lo cual
es tan ridículo llevar un reloj de plata,
Ya solamente los ancianos y los tra­ como uno guarnecido de diamantes. La
bajadores llevan el reloj en el bolsillo repetición ya no es de moda sino para
de sus calzones : en el dia se lleva en los viages ó las partidas de caza. Nada
hay mas desagradable que hacer sonar
(i) Todos estos pormenores sobre el fumar la repetición en una tertulia ó en me­
son muy impertinentes en España, en donde dio de una conversación. Aquel tin tin
ya no padece ni la reputación de bien criado, á nadie gusta sino á los niños que se
ni la urbanidad siendo tan general esta costum­
bre. Los estrangeros nos critican y nos imitan;
divierten con el ruido, y entretienen su
nos tratan de bárbaros por las corridas de toros, imaginación con un mecanismo que no
y el que una vez ha estado en ellos no deja de pueden concebir.
asistir d ninguna. Dentro de pocos años, tal Anillos, sortijas, alfileres.
vez no criarán nuestras Americas bastante ta­
baco para la Francia. (Diota dei traductor). Abandonad los diamantes álas mu-
2o6 207
geres. Es cierto que ima flor les eae me­ de á un olfato fino como la tabaquera
jor, pero las adornan hasta los mismos y sus resultados. En unos aquel polvo
diamantes; la mano de un hombre de­ sucio causa un gangueo insoportable;
be estar libre de todas estas futilida­ en otros cuyo cerebro escita continua­
des : un anillo de oro es permitido : algu­ mente, se ve que tienen que valerse de
nos llevan sortija de diamantes en el un pañuelo á cada paso, y dejar corta­
dedo meñique , pero esto huele á juga­ do un periodo elocuentemente empe­
dores de manos ó ä empíricos. zado, por la necesidad de estornudar.
Un joven de provincia ajusta su cor­ Es cierto que algunos grandes hom­
bata con cuidado, y la pliega á la mate­ bres han tomado mucho tabaco: testi­
mática ó la cruza á lo oriental * y aca­ go el gran Federico, de quien quiso ser
bado su tocador se pone un gran alfi­ mono Napoleon. En el dia la Francia
ler de diamantes que heredó de su abue­ encierra mas de seis millones de monos
lo, y que está remontado con cuidado de esta especie. No toméis pues tabaco;
y un gusto perfecto; pero envanecido pero si este gusto se os ha hecho una
con esta alhaja de precio se pavonea y necesidad indispensable, ocultaos cuan­
se da tono con pensar que lo advier­ do debáis satisfacerle, y en esto seguid
ten. Lo advierten todos en efecto, pe­ discretamente la costumbre ó el uso de
ro es para criticar su mal gusto : lo aquellos entre quienes os halléis.
mejor que baria en tal caso seria el dar
su diamante á una muger á quien fal­ CAPITULO III.
tase un solitario.
Caja de tabaco. equitación . De la silla.
Desde el tiempo de Moliere se ha­
cia rechifla de las narices sucias con el Se usan dos clases de sillas, la fran­
tabaco, y con razón: porque ni la mis­ cesa y la inglesa: la de picar es propia
ma pipa, de la que las señoras tienen de los que egercitan este arte, y la si­
tanto miedo, ofrece un disgusto tan gran­ lla húsar pertenece á la caballería ligera
2o8 209
La silla inglesa es mas elegante y La silla debe ponerse casi en medio
menos pesada que la francesa ; aunque de la espalda del caballo : muy adelan­
no se está en ella tan cómodamente co­ te perjudicarían á la libertad de los mo­
nio en la silla francesa ; las piernas cuel­ vimientos del caballo, y muy detras el
gan naturalmente, se usa de ellas con peso del ginete fatigaría las ancas del
mas facilidad, y obran mas directamente caballo , y no serían tan vivas sus mar­
sobre el caballo. La silla inglesa tiene no chas.
solo el inconveniente de que sus bas­
tos sean mas largos, sino la de no tener Montar d caballo.
borronas para sostener el muslo: lo que
obliga al ginete á llevar sus piernas há- Puesto el pie izquierdo en el estri­
cia adelante, y apoyarlas en estribos bo, no debe su punta hacer cosquillas
mas cortos. al caballo. La rodilla se pegará al cuar­
La silla francesa es preferible prin­ to de la silla y la pierna estará perpen­
cipalmente para todos, como también dicular: no trayendo la silla, cargán­
para enseñar á un caballo. dose ni haciéndola volver en el instan­
La silla inglesa es mas á propósito te de levantarse.
para paseo. Se procurará antes de pasarla pier­
El caballo enseñado ó maestro, de­ na derecha estendida sobre la grupa
be obedecer igualmente con la silla in­ del caballo sin tocarle, tener la mano
glesa que con la francesa, y el buen izquierda sobre la delantera de la si­
ginete acaso se hallará mas cómoda­ lla, á fin de sostenerse y montar sua­
mente en una silla inglesa. Conformé­ vemente.
monos á la moda. No podrá decirse que Montado ya, debe llevarse la pier­
monta bien á caballo un hombre que no na derecha hácia adelante, é inclinar
sabe montar sino sobre silla en que está el cuerpo hácia atras, para no dejarse
acostumbrado. Haced que vuestro caba­ caer perpendicularmente sobre el ri­
llo haga en silla inglesa lo que le habéis ñon del caballo, sino que resbale obli­
enseñado á ejecutar en silla francesa. cuamente sobre la silla.
210 2 II
Al tiempo de montar no se han de De la posición del hombre d caballo, con­
tomar las riendas ni demasiado cortas siderado relativamente al hombre y al
ni demasiado largas ; demasiado largas,
el caballo echaría á andar: demasiado caballo.
cortas, podria el caballo no prestarse
por un movimiento elástico al asiento La posición del ginete debe ser tal
del gincte. que no violente al caballo.
La mano izquierda tiene á un tiem­ Cada pueblo tiene su modo parti­
po las crines y las riendas iguales. Si cular de montar á caballo. La posición
el caballo se reusa, acortad la rienda del ginete así como está adoptada en­
derecha del bocado, y cuando se le mon­ tre nosotros parece la mejor combina­
te quedará tranquilo : y si el caballo da, porque el hombre que sabe tener­
está embridado, se deberá tener corta se sin contrariar los diferentes movi­
la rienda derecha del bridón, y no la mientos que quiere que haga el caba­
de la brida. llo, se coloca de modo que el caballo,
Puesto ya á caballo tened una rien­ libre en su egercicio, obedezca con fa­
da del bridón en cada mano, ó si está cilidad. Este tal podrá llamarse esee-
embridado, ajustad vuestra rienda, é lente gincte, cualesquiera que sean
inclinad sobre el estribo derecho para por otra parte sus actitudes y los medios
enderezar la silla, si se hubiese ladeado. que emplee para dar á entender al ca­
Que vuestros estribos caigan perpen­ ballo su voluntad.
dicularmente á lo largo de los costados Tanto mejor montado irá cualquie­
de la silla ; calzad el estribo introdu­ ra , cuanto se arregle á la posición da­
ciendo el pie por defuera: nada es mas da en el picadero; procurando sen­
ridiculo y hace formar peor opinion tarse bien, mantener el cuerpo de­
de un ginete, que verle calzar el estribo recho, inclinarle atras, tener los bra­
pasando el pie entre la acción y el cuer­ zos libres, mover la cabeza, abarcar
po del caballo, como también cuando completamente al caballo con los mus­
sus acciones se quedan vueltas. ios , servirse de las piernas, estrecharlas
2 12
mas ó menos liácia atras ó con mas ó a i3
menos fuerza , según la sensibilidad del U \X \V l\X m V \\\X U X \m \\\\vm \m m \V X V V V V
caballo y lo que se quiera hacer de él.
Pero al manifestar la posición que A D IC IO N E S.
parece mejor, no se prescribe no apar­
tarse jamas de ella. Es necesario que el
liombre montado tenga mucha facili­
dad. No hay cosa mas ridicula que un
ginete que ostenta figurar académica­ Vulgaridades.
mente, y no habiendo aún adquirido
bastante firmeza en la silla, el menor Hay personas muy honradas y muy
corcobo le incomoda y le saca de ella. buenas, que visten á sus niños de lan­
Tampoco es necesario ir á caballo ceros, de húsares, etc., les ponen su sa-
con ostentación, sino reconocer lo que blecito al lado, su cartuchera y su gor­
en la posición del ginete tiene mas in­ ra. V ulgaridad.
fluencia sobre los movimientos del ca­ Os halláis en la comedia : el que
ballo, é ir bastante sobre sí para con­ está cercano á vuestra derecha pudiera
ducirle bien. economizar á la compañía cómica el
Acordémonos sobre todo que la afec­ oficio de apuntador, pues va recitando
tación es de lo que mas debemos huir cada papel en voz tan alta como el ac­
en todas las cosas : y que la manifesta­ tor. Os volvéis á la izquierda cubrién­
remos en nuestras posturas estudiadas, doos un oido; pero dais con otro es­
si quisiésemos manifestarnos demasiado collo, pues halláis al inmediato que
buenos ginetes. está tocando el piano en la luneta y
llevando el compas con los pies. Vul­
garidad.
Perdone Vm. que lo he hecho sin que­
rer, dice un señorón que acaba de
aplastaros un pie por introducirse entre
-A
214 mo asunto , ruego á Vms. que para po­
las sillas de la orquesta y la luneta en nerme á cubiei to de toda acusación de
que os bulláis, y que luego os suplica plagio, inserten esta mi relación, en
os apretéis un poco para hacerle mas uno de sus primeros números. Soy su
lugar. Vulgaridad. mas atento, etc. Vulgaridad.
c Hablar de política en la mesa. Vul~ Una muger bien parecida pasa por
garidad. la calle; síguela un caballero dejando
Pulmotear en la comedia. Vulga- la dirección que lleva y aun los asuntos
ridad. que importaban mas; ¿pero que le ha­
Habéis comido en casa de un cono­ ce? Llega delante de la casa donde ella
cido con un caballero á quien no tenéis lia entrado, se detiene un instante, mi­
el honor de conocer, ni á él ni á su ra á la puerta, las ventanas y número,
parentela, pero que él os conoce por y despues se va tan contento como un
autor de una pieza nueva de Teatro. A don Juan de las comedias de Moreto.
la mañana siguiente, el tal señor os es­ Vulgaridad.
cribe una esquelita pidiéndoos billete El tiempo está nublado , y un joven
para él, su muger y su nuera, sus que va delante de nosotros levanta á
cuatro niños y su ayo. Vulgaridad. cada instante hácia el cielo miradas in­
Un alfiler de mil escudos, y grandes quietas; en fin, la obscura nube empie­
¡sellos colgando de la cinta del reloj. za á deshacerse y á llover á cántaros.
V ulgaridad. La inquietud del pobre joven parece
A los señores de tal ó tal periódico: va á cambiarse en pesadumbre. Enton­
«Señores Redactores. He sabido por su ces saca corriendo de la faldriquera un
apreciable periòdico que acaba de pre­ pañuelo de color, lo estiende sobre su
sentarse para su representación una sombrero, coge sus cuatro estremida-
comedia en cinco actos y en verso, cu­ des con los dientes y echa á correr
yo asunto está tomado de la última no­ decididamente. Los que le encuentren
vela de Walter Scott. ¿podrán dejar de decir Vulgaridad?
Y teniendo la intención de hacer Despues de haber llovido es regular
un soliloquio ó monólogo sobre el mis­
217
que haya lodos, y un dia que los hace y mas cuando nadie se los pide. Vul~
tan buenos como son los de Madrid, garidad.
pasa un petimetre ó una petimetra por Los que dan un convite y tienen
la Puerta del Sol, ella levantándose el siempre un refrán en apoyo de aquello
vuelo de la basquina , y él levantándo­ que os presentan, como: dijo la leche
se igualmente la capa que ha estrenado al vino , bien venido seas amigo, y otros
aquel dia, y manifestando ó que no semejantes. Vulgaridad.
tienen mas capa y basquina que aque­ Las madres que en cada joven que
lla , ó que temen infinito el perderlas. concurre á su casa ya ven un yerno
Esta señal de mezquindad no puede próximo; que hacen que canten sus
menos de entrar también en la clase hijas; alaban su talento , su educación,
de Vulgaridades. lo caseras que son , Vulgaridad.
Llevar continuamente en vez de su Acompañar á su muger al baile y
bastón el paraguas, y curiosamente bailar con ella. Vulgaridad.
metido en su forro de percal, Vulga- Los que se precian de políticos y
ridad. leen la gaceta de prestado, y por no
Señorita, ¿quiereVm. hacerme el ho­ hacerse cargo bien de ella desuellan
nor de bailar conmigo esta contrarían- alguna especie ó nota. Vulgaridad.
xa ?=Caballero , estoy comprometida. = Tampoco se deben omitir aquellos
¿Me atreveré á pedir á Ym. este favor pa­ que se paran para ver como desfilan las
ra la inmediata?=Acabo de prometer­ guardias á la hora acostumbrada, y van
la. —i Y para la tercera?=Estoy empe­ marchando y echan el paso con ellas
ñada. = ¿Y para la cuarta? Vulgaridad, al son de la música, Vulgaridad, etc.,
Vulgaridad. etc., ect., y un millón de vulgaridades,
Vamos esta noche al Príncipe; N. porque sería necesario un libro en­
hace la villana, y N. representa el pa­ tero para citarlas todas. Solamente
pel del disfraz: en el baile pantomími­ hemos indicado aquellas que nos han
co es la sobresaliente N. Vulgaridad. ocurrido en el momento en que escri­
Los poetas que recitan sus versos, bimos para dar á entender lo que quie-
218 21¡3
re decir una Vulgaridad. El lector que brir el del vecino! Feliz el hombre de
sabe en esta parte tanto como nosotros, mundo que pudiese deponer el amor
conocerá fácilmente aquellos que in­ propio á la entrada de una sociedad,
curren en vulgaridades pues son tantos. asi como deja la espada ó el bastón á
Evitad el que se pueda colocaros en al­ la puerta de la comedia.
guna de las de su inmensa categoría. No hay quien no tenga amor pro­
El amor propio. pio , con la única diferencia, de que el
hombre de talento y el necio lo mani­
Un autor compara el amor propio fiestan. Oigamos á un sabio. Se ve que
á una pelota de viento : desgraciado tiene mas placer en descubrir los de­
aquel que la da una picadura. Esta fectos , que las bellezas de un libro.
comparación es exactísima. Así nada Dejadle hablar, y sobre todo no ala­
importa mas en la sociedad que co­ béis al autor, porque su elogio le pare­
nocer á fondo todas sus diferencias, cerá un robo que hacéis a su propia
porque regularmente se pica el de los gloria. Un poeta académico, por el
demas con el propio suyo. ¡ Qué de contrario, alabará todo lo que caiga en
cosas tan pequeñas, y qué de cosas su mano, porque se . cree á sí propio
tan grandes no inspira el amor pro­ muy superior a todas las alabanzas y
pio! Nada hay de bueno (i) y nada quiere persuadir que la envidia es age-
hay de malo en donde él no intervenga. na de su corazón. No temáis ser de otro
La Rochefoulcaut no tiene razón sino dictamen que el suyo, al contrario, le
á medias , cuando le constituye el mó­ dais gusto. Véd á otro, conocido de to­
vil de todas nuestras acciones. ¡ Qué da una Corte, pero poco favorecido de
de tacto y de delicadeza no son nece­ los dones de la naturaleza, se consuela
sarios para ocultar el nuestro y descu- afectando que no se viste como los de­
mas. Su sombrero es de ala ancha, su
casaca tiene el cuello estrecho, lleva
( i) Entiéndase esto dicho solamente en el el pelo largo, su corbata ñoja, y toma
sentido de bueno, hablando civilmente. siempre la moda á contra pelo. Si os
220 221
atrevéis á decirle: no se habla de otra que la habla de sí propio, no tiene si­
cosa que de Yin. yen général se dice que no amor propio.
tiene Ym. un carácter ridículo, quedará Respecto á las mugeres, ¡cuán in­
encantado. Si me preguntáis porqué un justas no las hace ! Olvidarán veinte li-
amigo vuestro, y amigo desde la niñez, songeros cumplimientos, para no acor­
os desdeña, é inquirieseis vanamente darse sino de una sola observación so­
la causa de que se aleje de vos, pues bre el mas ligero desús defectos. Menos
le amais, estimais y le elogiáis cuantas descontentas se ven de no ser alabadas,
veces se ofrece, y aun habréis tenido la que de que se alabe á sus rivales. Así
felicidad de hacerle que acepte vues­ es imposible vivir un minuto entre dos
tro dinero; todo esto es verdad, pero mugeres sin herir el amor propio de
no le habéis pedido jamás el suyo, él una de ellas. Entre todas las pasiones
es vuestro deudor; ya conocéis pues en el amor propio es solo el que no cono­
donde le pica el amor propio ; id á pe­ ce diferencia de edades. El niño y el
dirle un favor y volverá á ser vuestro anciano lo poseen en el mismo grado,
amigo. Pero en materia de amor es aunque es muy fácil componerse res­
donde el amor propio se echa mas de pecto a éstos, porque ambos quieren
ver ; pues hay personas que no lian co­ que se les oiga. Si podéis envejecer al
nocido otro amor que este. Desgracia­ uno y rejuvenecer al otro, habréis ya
damente hace mucha mala obra á su dado con el camino de su corazón.
hermano, porque si un hombre ena­ Mirad á este muchachuelo: va cami­
morado ha cometido una indiscreción, nando y sostenido por los andadores
ha sido por amor propio ; y si otro ha de su nodriza: decidle «¡ qué bien anda!
sido discreto, ha sido también por amor ya es un muchacho grande y crecido;»
propio. ¡Cuánto cuidado no debe po­ y desde el mismo momento vereis como
ner una muger en estudiar esta pasión! levanta su cabeza, brillan sus ojos, os
Aquel que en las conversaciones fami­ mira y va echando plantas con sus pie-
liares no habla á la que quiere sino de cecitos. Decid al otro anciano que tie­
sí misma, este tiene amor; pero aquel ne la cutis fresca, admiraos de su mo­
222 223
do de andar tan ligero como un joven. mano inteligente y en un terreno feraz,
Inmediatamente volvereis á su sangre producirá los mas bellos frutos; pero
el calor, y.una actividad que se le iba dirigida por una mano ignorante cu un
escapando. Escuchad á un niño char­ terreno ingrato, no dá sino una pon­
latan, y desde el momento os querrá, zoña que lo abrasa todo.
y llegareis á contentarle: y cuando que­ Del modo de saludar.
ráis hablarle, también por su parte os
escuchará con mucha paciencia. La salutación es la piedra de toque
El viejo que ya nada puede apren­ del buen gusto. Ilay mil maneras de
der, cree que lo sabe todo , y recuerda saludar según las personas á quienes
todo poique está muy cerca de olvidar­ se saluda; pero la salutación puede ser
lo. Cuidad de no decirle jamás que sa­ respetuosa , cordial, afectuosa ó fa­
béis el caso ó historia que el ha empe­ miliar.
zado á contar,, porque sería lo mismo Se ha introducido una moda de ul­
que cerrar la puerta á un importuno, tramar que parece el refinamiento de
cuando ya hubiera quitado su sombre­ urbanidad que se encuentra entre ellos,
ro para hablaros. Esta epoca de la vida y consiste en que cuando se encuentra
es muy digna de respeto y miramiento. á una señora fuera de una tertulia, se
El anciano es digno de compasión por aguarda para saludarla á que ella ma­
haber llegado ya á ella, y por hallarse nifieste haber reparado en uno. La sa­
tan próximo á salir de ella. lutación debe corresponderse en lodo
Evitemos, pues, chocar con el amor caso. Es una letra á la vista á la que
propio de otros; sepamos dominar el no se puede faltar.
nuestro porque en último resultado Cuando en seguida de haber salu­
no es otra cosa sino el orgullo vergon­ dado se emprende conversación con un
zoso de no merecer lo que se quiere superior ó con una señora, se estará
obtener. con el sombrero en la mano, hasta que
El amor propio puede compararse hayan convidado una vez ó dos á cu­
á una plañía, que cultivada por una brirse.
224 225
Las damas saludan á los indiferen­ á quién jamás he conocido, debía á lo
tes con una inclinación de cabeza , á menos no tener tanta familiaridad.
los amigos con la mano solamente: ¡di­ Una de las polillas de la sociedad
choso aquel respecto al cuál usen de son seguramente estas gentes á quie­
una rápida ojeada en vez de otra fór­ nes no se conoce sino por haber estado
mula alguna de urbanidad! cinco ó seis veces en una reunion sin
En cuanto á los saludos de los em­ reparar en ellas; pero que se creen au­
pleados en alto puesto, es necesario torizadas para trataros como á unos
hacerlas según las consideraciones in­ amigos antiguos. Si os encuentran en
dependientes de la urbanidad, y la ma­ la calle, os sacuden reciamente en el
yor ó menor flexibilidad de la columna hombro, se informan de la familia, sin
vertebral del que las hace. Sin embar­ saber siquiera si se tiene, se inquietan
go, hé aquí una regla que no tiene es- por vuestros intereses y negocios mas
cépción. Con el pretendiente el prodi­ secretos, sorprendiéndose de que se re­
gar salutaciones, equivale á una nega­ cate con ellos la confianza: en fin os
tiva ; esto es lo que nuestros abuelos dejan, despues de haberos pedido las se­
llamaban Agua bendita de Corte, ó ja­ ñas de vuestra casa, y podréis teneros
rabe de pico. por muy feliz si no os han pedido algún
Los saludos de protección , no per­ dinero.
tenecen sino á los necios y á los repen­ Al otro dia, cuando vais á sentaros
tinamente elevados : porque un hombre á la mesa, veis llegar á vuestro impor­
que se respeta corresponde una sola vez. tuno del dia anterior; viene sin cere­
monia á pedir de comer ; ha querido
De la familiaridad. sorprenderos porque así le gusta obrar
«Permítame Vm., amigo mio:» y ape­ con sus amigos; y sobre todo no deben
nas he tenido tiempo para mirarle cuan­ gastarse ceremonias con él, porque es­
do ya ha introducido sus dedos en mi to le impediria venir otra vez. Come
caja, los ha sacado y echado 41 suelo por cuatro, censurando siempre el pla­
la mitad del rapé. Este amigo querido, to que se le presenta : entre plato y pía-
32 Ö 227
to se sopla un buen vaso de vino, y n» amigo, y cuantas veces quiera reno­
puede acabar la comida sin café. No varemos este convite. =Pues señor, res­
bien se lian levantado los manteles, pondió el hambriento convidado, vol­
cuando toma su sombrero, ydálas bue­ vámoslo á renovar desde ahora. = Se ig­
nas tardes, tuteando al dueño de la casa. nora como tomó el convidador esta iro­
He conocido un gorron de esta es­ nía, pero se puede apostar que no vol­
pecie, que principalmente perseguia á vió jamás á convidar á Mr. Martainville.
los hombres célebres por sus talentos,
convidándolos á comer á su casa, es­ De los curiosos.
perando por este medio darse alguna ¿Quién es aquel que se pasea solo
reputación. Un dia encontró al agudo en medio de la sala de una tertulia?
Mr. Martainville, á quien muchas vec,es No toma parte alguna en los placeres
había convidado á comer sin haberlo del baile, no arriesga una peseta en la
conseguido. Ahora, le dijo, ya no se mesa del juego, evita el mezclarse en
me escapa Ym. Hace mucho tiempo que la conversación general, se dirige con
me ha prometido el venir á comer con­ preferencia á los sitios en que dos ó
migo : le tengo à Ym. agarrado y le quie­ tres personas hablando en voz baja, ma­
ro para que cumpla hoy su palabra. En nifiestan que no quieren ser oidos. y
vano procuró defenderse Air. Martain­ que el asunto de su conversación debe
ville pretestando un negocio indispen­ ser secreto. ¡Qué listas tiene las orejas!
sable ; el otro no cedía , y fue preciso ¡Cómo procura percibir los sonidos que
aceptar. Se ponen á la mesa, y la comi­ no pueden llegar á ellas! ¡Cómo se
da no duró mucho, porque apenas se ensancha cuando ha podido pillar al­
presentó lo bastante para un enfer­ guna palabra ! ¿Qué interés., pues, ten­
mo que está á media dieta. Acabado el drá en conocer de esta suerte los ne­
postre que se compuso de media do­ gocios de todo el mundo? Ninguno, si­
cena de nueces, vea Vin. dijo el anfi­ no que es un genio curioso. Aquellos
trión á su convidado, vea A'm. aquí mi dos, á quienes estaba escuchando , ha­
comida diaria; le he traído á Ym. como blaban de una especulación de comer-
228
cio; estos otros del matrimonio de sus «9
hijos ; y todo esto está claro que le in­ presumir que esta leccioncita corrigiese
teresaba muy poco, pero ha podido pi­ al criado curioso, mucho mejor que las
llar algunas palabras que le han dado mas graves reprimendas.
á entender de lo que se trataba, y que­ Del espirila de contradicion.
da contento. Este mismo será también
quien se ponga á mirar por encima de Cuando vuestra mala estrella os
■ vuestro hombro si estais escribiendo reúna con uno de estos tales, no pro­
una carta : que leerá las que bayais de­ pongáis conversación alguna: cededles,
jado sobre vuestro bufete : que pregun­ porque aunque tengáis toda la lógica de
tará á los porteros y sirvientes los asun­ Condillac reunida á la elocuencia é ima­
tos de la casa. Es verdad que no pro­ ginación de Chateaubriand , no sería el
curará abusar de las confianzas que ob­ triunfo vuestro. Son hombres cuya feli­
tenga, porque la curiosidad no es un cidad consiste en ser opuestos á los otros,
vicio del corazón; es una manía que á pesar de la razón y la evidencia, y
infesta á hombres, por otra parte esce- muy frecuentemente aun de sus pro­
ientes, y que son mas dignos de lásti­ pias opiniones. He conocido el molde,
ma que de enojo. por decirlo así, de esta necia clase de
El conde A. de P. tenia un criado gentes. Si sacaba yo el reloj , á juicio
estremamente curioso á quien sorpren­ de él, estaba algunos minutos atrasado
dió un dia, mirando desde su ventana, ó adelantado, porque él lo tenia arre­
y vió que iba leyendo una carta que le glado por la mejor meridiana de la Cor­
habia dado. Al dia siguiente le encar­ te. Si se hablaba de una noticia anun­
gó una comisión igual, y puso por pos­ ciada en un periódico, era falsa ; él la
data á su carta. «Puede dar Y. verbal­ había leído en otro mejor informado,
mente la respuesta al portador, porque ó lo sabia por cierto conducto que lo
está enterado del asunto lo mismo que contaba de otra manera; aplaudia siem­
yo, pues ha tenido cuidado de leer en pre á los actores de menos mérito:
el camino la carta que le envio. » Es de no alababa sino las piezas que habían
sido silvadas, ó las obras nuevas que
s'So s5i
ss habían quedado en las tiendas de ración la espresan solo con gestos y
los libreros. contorsiones. Teniendo cuidado de ale­
Si no os es dado libertaros de la con­ jaros á bastante distancia de estos ener­
versación de semejantes gentes, aban­ gúmenos, podéis ir sin riesgo alguno á
donadles : pues como solo el disputar oir el Tancredo ó la Semiramis; pero
es su felicidad , ellos mismos pondrán los entusiastas que es muy gustoso ob­
fin á una conversación que no les ofre­ servar son los amigos y admiradores de
ce permuta alguna de este gusto. los fabricantes de poemas y comedias,
Los entusiastas. que creen manifestar su estimación á un
autor dándole las primicias del fastidio
Hay otra especie de hombres opues­ que reservan mas tarde para el pobre pú­
ta á los del espíritu de contradiction, blico. El autor ha reunido en su casa unos
y no por eso menos insoportables, cua­ treinta de sus conocidos mas íntimos:
les son los entusiastas: y aun se cree quiere saber su parecer sobre una co­
que son peores, porque con los prime­ inedia en cinco actos y en verso, que
ros es mas fácil romper claramente; debe presentarse al otro dia al encarga­
pero siendo el carácter de los entusias­ do del teatro, y empieza. Reparad inme­
tas todo benevolencia y dulzura, se vé diatamente á un entusiasta; solamente
uno obligado, sopeña de pasar por in­ al título se ha reido ya tres veces y ha
urbano, á oir con paciencia y aun con aplaudido el nombre: de cada interlo­
una especie de placer sus locas escla- cutor le complace, cada verso le acar­
maciones. INo hablo aquí de los entu­ rea trasportes convulsivos de admira­
siastas conocidos bajo el nombre de fi­ ción. Al fin del primer acto ya está re­
larmónicos, en quienes el órgano mu­ bosando alegría; y aunque no sepa aun
sical se estiende desde la coronilla sino la esposicion del asunto de la pie­
hasta las uñas de los pies. Ko, seme­ za, ya no duda en afirmar que aparece
jantes entes se abstendrán muy bien un nuevo Moliere, y que el Tartuf pue­
de pronunciar una palabra que les pue­ de marcharse á pasear muy en hora
da hacer perder uu compas, y su admi- buena.
200
¿Qué puede decirse de semejantes es necesario hacer antecámara du­
gentes? Dejadles que se estasíen á su rante una hora, porque un hombre tal
satisfacción , y atribuir su ridiculo en­ debe estar abrumado de negocios. Mien­
tusiasmo á la ciega amistad que tienen tras se le aguarda, se divierte él en su
al autor; porque de otro modo se­ gabinete en calentarse á la chimenea,
ría preciso llevarlos á que ocupasen una ó en componer alguna décima para una
jaula en las gavias. Excelencia, porque á pesar de su nece­
dad, quiere también pasar por un hom­
De los importantes. bre de ingenio. En fin , se abre la puer­
Entre las ridiculeces mas numero­ ta y le encontrareis en un bufete lleno
sas en la tierra, que lo son mas que la3 de papeles, escribe que te escribirás;
estrellas en el firmamento, la que mas no vuelve la cabeza cuando entrais, os
compasión causa á todo hombre sensato escucha sin dejar de escribir, os res­
es la nulidad importante. Son frecuentí­ ponde de la misma manera y os despi­
simos en las corles aquellos que se eri­ de prometiéndoos todo lo que queréis.
gen protectores de todo el mundo, sin Continuais con esta práctica diaria por
tener la voluntad ni poder de proteger algun tiempo; pero llegáis á conocer
á nadie, pasando toda su vida en las con quien las habéis, y no volvéis á
antecámaras de los Ministros y princi­ poner mas los pies en casa de vuestro
pales personages. Reciben en ellas con poderoso protector; mas sin duda nin­
una admirable constancia postes de guna que encontrará otros simples á
horas enteras, de los que se vengan á quienes formar en la misma escuela,
su vez sobre las personas sencillas y porque él ha protegido, protege y pro­
crédulas, que en su tono de seguridad tegerá. Pero este hombre, diréis, ¿es
se persuaden que son hombres de in­ un fàtuo, un hombre sin vergüenza,
finitas relaciones. Siempre llevan tras un tonto ?=No: es un importante.
•si alguno de estos necios, con los cua­ De las mugeres de edad.
les juegan al ministro y á los preten­ Al hablar de las mugeres de edad
dientes. También antes de hablarles
s 34 s 35
en un tratado en que nos proponemos minaciones de un viejo lleno de mal
presentar los escollos que aguardan al liumor, y privado de toda ilusión; sino
hombre en su entrada en el mundo, de una muger amable que nos dá lec­
de ningún modo se crea que una ìnu- ciones dulces, porque las ha sacado
ger de estas es un escollo; todo al con­ de recuerdos llenos de encantos. Su
trario : el trato frecuente con estas mu- moral acierta con la senda de nuestro
geres es el que inspira aquella urbani­ corazón , porque no es precisamente
dad, aquella elegancia de modales, enemigo del placer inocente, y porque
tono y dulzura ; en una palabra , aquel sale de aquel sexo que siempre ha sa­
amor propio bien entendido, únicas bido hacerse oir de nuestro corazón.
cosas que pueden dar al hombre lino Hablo aquí délas mugeres de edad ge­
el renombre de perfecto á que le es neralmente , porque se encuentran
permitido aspirar ; pero las jóvenes ha­ también á veces alguna que otra á quien
ciéndonos contraer, sin quererlo, por su la vejez hace tan mal intencionada y ridi­
influencia sobre nuestra alma, todos cula, que se venga sobre los jóvenes de
aquellos hábitos fáciles que constituyen la pérdida de sus gracias; pero de to­
al hombre amable, deben aprovechar­ das maneras son escepciones que no
se mas tarde de la amabilidad que he­ deben derogar la regla, y se puede de­
mos adquirido á su lado. Es propio de cir claramente que un hombre que se
todas las mugeres en general la bon­ burla de las mugeres de edad, es indig­
dad, las gracias, el talento y la indul­ no de ser amado de las jóvenes.
gencia; así es que á todas ellas debe­ CAPÍTULO VII. ADICIONAL.
mos respetarlas y obsequiarlas á su vez.
¡Cuánto provecho, ¡rúes, no se puede sa­ Conversaciones comunes.
car de una mugeren quien la vejez sola­ Hay una multitud de individuosqueno
mente ha destruido la hermosura ! ¡Cuán dicen una palabra de mas ni de menos
dulces no son en ella los consejos de un dia que otro, y en quienes la conver­
la esperiencia! Seguramente que no se sación se ha hecho estereotípica en su
parecen á las reconvenciones y recri­ memoria.
236 2 oy
Entran en un corrillo numeroso, y ¿Se divierte V. mucho?.... Pero perdo­
despues de haber saludado con poca ne Y., tengo que dejar á Y. , voy á co­
gracia á la señora de la casa, se van á mer, porque es ya muy tarde: y echa á
sentar.en la primera silla vacante: allí correr sin aguardar respuesta á aquel
entablan con su vecino una conversa­ diluvio de necias preguntas. ¡ Necio!
ción que sería muy interesante, si no la ¿Por qué no se contentaba con quitarse
repitiesen tan á menudo. = IIoy lia he­ solamente el sombrero? He aquí un
cho un tiempo primoroso. =S¡ señor.= apéndice á las conversaciones prepara­
¡No obstante, el cielo está un poco cu­ das, y á los aforismos y pensamientos
bierto: puede ser que llueva esfa noche igualmente comunes.
y bastante : hoy habrá mucha gente en Cicerón dehne la urbanidad, una
el coliseo; el frió empieza á apretar: á ciencia que enseña el tiempo oportuno
las cinco señalaba el termómetro tres de lo que debemos decir y hacer.
grados bajo cero : el domingo parece SegunLoke, el talento consiste en dis­
que se estrena una pieza nueva: ¿crée tinguir en qué se diferencian ó parecen los
Y. que salga con lucimiento?.... Pero objetos; y el juicio, en conocer en qué se
Y. no dice nada; ¿está V. malo?= No diferencian los objetos que se parecen.
señor, es que— El pobre oyente pro­ Hay gentes predestinadas que llevan
cura no manifestar el entorpecimiento siempre el fastidio consigo. Solamente
que se va apoderando de él. Confese­ sus discursos y presencia inspiran sue­
mos que la vida es demasiado corta pa­ ño. Se componen de dos clases: los
ra gastarla en estas tonterías. unos comunican este fastidio por la
Pero también hay conversaciones nulidad de su alma y de su cabeza; los
preparadas para aquellos que uno en­ otros, aún peores, cansan á fuerza de
cuentra por la calle. =Muy buenos dias, querer manifestar lo que saben.
caballero: ¿como lo pasa Y. ? Con que Mezclad siempre un poco de orgu­
¿Y. por aquí? ¿No iba V. á Italia? ¡Qué llo que impide á cada uno el olvidar
viage tan precioso será!=Sí.=¿Y cómo lo que se debe á sí mismo, y de sensi­
Ta de salud? ¿y sus negocios de Y. ?.... bilidad que impide el olvidar lo que se
a38 239
debe ú los otros. De estos simples se to en un barquichuelo, que jamas deja
presentará el verdadero compuesto de la costa, y esta mas ocupado en contar
la urbanidad. los naufragios de los navios que bogan
La amistad es respecto al amor co­ en afta mar, que la fortuna de los que
mo una estampa respecto á la pintura. han podido entrar en el puerto.
Solamente la continuación de la felici­ La estremada viveza, y la estrema-
dad, dice el cardenal de Retz , es la que da pereza impiden ser urbanos. Las per­
fija el amor, parte de la amistad: pues no sonas demasiado vivas, arrastradas á
hay nadie que no crea que hace un favor su pesar, descuidan los miramientos
á un desgraciado cuando este le sirve. para con los otros ; y las perezosas los
Es un engaño esforzarse para agra­ reusan por miedo de tomar demasiado
dar y adquirir reputación en una so­ trabajo.
ciedad, ni esperar de los dispensado­ Hay hombres á quienes se necesita
res de este favor la opinion del mérito contener, y hay otros á quienes es
que cada uno tenga. El verdadero me­ preciso animar. Ve aquí la razón por­
dio de obtener buen éxito , es aparecer que una misma persona se presenta ba­
penetrado del mérito de los que en la jo diferentes aspectos: pues si loara
sociedad son principios ciertos de for­ aceptación en una tertulia, se hace in­
tuna , el saber aguardar y fastidiarse. soportable en otra ; y cada uno de ellos
La medianía es la que asegura en no aparece ventajosamente, sino en cir­
todos la felicidad. El hombre mediano, cunstancias en que sea animado ó con­
sea que entre en sí mismo, ó que se tenido.
derrame fuera, está satisfecho. La ima­ La curiosidad y la indiscreción son
ginación no le arrastra y se gloría de inseparables.
no estar sujeto á sus ilusiones : cita con De muchas personas solo el nombre
satisfacción los errores y faltas de las es el que vale alguna cosa. De lejos os
gentes de talento ; la lentitud y frial­ impondrán, pero si los mirais de cerca
dad del suyo son á su parecer juicio, ya no son nada. Estos tres renglones
discreción y razones; es como un pilo- de Labruyere, debían bastar para pre-
24o 241
caver á todos contra las reputaciones tudes sociales. Nuestra imitación y su­
instantáneas. plemento.
La educación enseña y convida i «Acostumbrad á las hijas á no per­
derramarse fuera de sí mismo y á en­ mitir nada de sucio ni desarreglado en
trelazar en algun modo su existencia la casa, y que echen de ver el menor des-*)
con la de la persona conocida en el orden: hacedles observar que nada con­
mundo, para quien parece destinada tribuye mas A la economía y á la lim­
la mayor parte de la felicidad. pieza , que tener cada cosa en su lu­
El número de penas, agitaciones y gar. Y aunque esta regla no aparezca
pesadumbres se aumenta á proporción esencial, sin embargo sirve y fruc­
que se ensancha la esfera de los place­ tifica mucho si se observa exactamen­
res afectos y sentimientos. te. Estos sencillos consejos de Fenelon,
El modo de pensar es el que cons­ debían aprovecharlos todas las madres
tituye el precio de cada cosa. La vida es de familias.
una tela bastante mezquina, cuyo precio Se confunden frecuentemente en
principal le constituye el bordado : y hay el mundo la bondad con la falta de
personas mas adheridas á su costumbre carácter. La bondad es la única cuali­
y modo de vivir que á la vida. dad del corazón, y la otra consiste en
Los enamorados, los ambiciosos, y una facilidad de adoptar costumbres
todos aquellos en fin, á quienes ator­ que hacen al hombre de un trato agra­
menta un deseo dominante, esperi- dable, pero que puede también hallar­
mentan mas fastidio que los demas, se con todos los vicios, y no tiene re­
porque para ellos no hay en todo el dia lación alguna con la virtud. La Fontaine
sino alguna hora de goces. Ocupados poseia la primera; Pirón la segunda.
incesantemente con un mismo objeto, Yed á un rico avaro y necio, egois­
todo lo que no sea él se les hace insí­ ta é insensible: no obstante se le con­
pido y cansado. sidera mas en una reunion que á un
La galantería, es respecto al amor, hombre honrado sin fortuna. No pare­
lo que la urbanidad respecto á las vir- ce sino que se respeta en él un poder
243
de que ño usa , y que la certeza en que ros, y preguntaros én alta voz lo que
se está de que nada tiene que pedir sea deseáis que nadie sepa.
un motivo de acogerle bien. Salidme por fiadores de mis amigos,
Se necesita mucho talento para des­ escribía Gourville cuando estaba des­
cubrir el ridículo en una persona, y terrado y fugitivo , y yo sabré difender-
espresarlo de una manera agradable y me bien de mis enemigos.
que no ofenda. Un viejo no ama á veces en sus ami­
La complacencia fuera de tiempo gos sino los testigos vivientes de los en­
es también una ridiculez: defecto de cantos y agrados de su juventud.
complacencia bien entendida, incivi­ El hombre necesita mas de lo que
lidad. se cree del sentimiento de admiración,
ISo hay carácter mas importuno y á y se entrega á él voluntariamente cuan­
yeces mas impertinente en la sociedad, do no encuentra rivalidad.
que el de preguntador, y desgraciada­ La amistad es el resultado de las
mente es muy coman. Regularmente disposiciones de un corazón sensible,
en el preguntador de costumbre, desti­ y de una alma generosa.
tuido de talento y tino mental, su modo El que lia sido amado de una mu-
de manifestar interes y benevolencia es ger dulce, amable y de talento, ésta
un interrogatorio. Cree obligar muchí­ lia gozado de la felicidad.
simo haciendo mil preguntas embara­ La muger entre los salvages es una
zosas, y si se elude la respuesta, opri­ bestia de carga: entre los orientales un
me, persigue y obliga á mentir: no le mueble: entre nosotros un niño mi­
basta una sola palabra; quiere espira­ mado.
ciones, pormenores, yen vano procu­ Alabad, admirad, asombraos, ex­
rareis hacerle mudar de conversación; tasiaos, no temáis el propasaros en las
solamente la fuga os puede substraer á lisonjas ni el entusiasmo al lado de las
esta especie de declaración indagatoria, mugeres: sereis creídos.
y aun es capaz de echar á correr tras Las mugeres gustan del dominio
de vosotros y ponerse delante, detene­ por un esceso de amor propio, pues mi-
a44' 545
ran en cl, cl arrebato de las pasiones. cuando no aplaca. ¿Qué será pues
Los que entran en el mundo con la cuando agríe y enoja? Puede muy bien
pretension de ser notados y producir tenerse bondad sin dulzura , pero es
efecto, jamás serán admisibles, por cua­ imposible tener una dulzura verdadera
lidades que les asistan , haciéndose sin una gran bondad. El orgullo csclu-
cansados y frecuentemente ridiculos. re siempre la dulzura, porque es dema­
Los jóvenes que entran con estas dis­
3
siado irritable y puntuoso para aliarse
posiciones no pueden formarse, por­ con la indulgencia.
que estan fuera de estado de observar. Se ama en la juventud con toda su
]No queriendo ver otra cosa sino la im­ fuerza; y con toda su debilidad cuan­
presión que producen, aunque rara vez do se ha pasado ya de los cuarenta.
lo consiguen; procurando siempre apo­ La naturalidad es tan preciosa en
derarse de la conversación; haciéndose la sociedad, que aun agrada á los hom­
enredadores y disecadores eternos; no bres poseídos de afectación.
escuchando á los demas sino con im­ La urbanidad de las personas na-
paciencia ó distracción ; haciéndose los ‘turales es muy particularmente seduc­
importantes por esencia, son mas dig­ tora, porque nada tiene de seco ni
nos de compasión que lo que se cree, violento, y presenta todo el encanto de
V llegan á pasar toda su vida en la so­ la benevolencia. La de las personas afec­
ciedad sin conocer sus encantos. tadas es ceremoniosa, erguida y em­
Se cuentan muchas historietas fal­ barazosa. Imposible es ser urbano con
sas sobre las mugeres, que no son otra mucho orgullo y grandes pretensiones:
cosa que una débil compensación de porque hay siempre un gran fondo de ar­
las verdades que se ignoran. tificio que constantemente se descubre.'
Hay personas que no tienen mas Mal carácter es el de cuentista, ha
dulzura que la precisa para hacer rabiar dicho Labruycre. Ko hay cosa mas
á los demas, que sin carecer tampoco cierta en general, respecto á los cuentis­
de ella, tienen bastante franqueza y tas de profesión; pero el saber contar
viveza. La dulzura es siempre fingida con gracia, es un talento encantador,
547
cuando se usa de él con oportunidad. que la flexibilidad y facilidad consti­
Es necesario perdonar á los ancianos tuyen su carácter. Necesita talento , pe­
el ser roas contadores que nunca en este ro superior, solamente en un grado
siglo , porque han visto mas cosas en al de aquellos con quienes vive, porque
sesenta años, que las que antes pro­ debe agradar y escitar mas bien que
ducían doscientos. sorprender. Como el objeto que se pro­
CAPÍTULO IV. ADICIONAL. pone es la diversion, el hombre ama­
ble por carácter y por profesión no de­
A mabilidad. be tener principio fijo. Si le detuviese
Es un hombre amable. Con esto se el temor de marchitar las reputaciones,
cree haberlo dicho todo; pero no obs­ perdería mil ocasiones de lisongear la
tante, las cualidades que constituyen un malignidad. También debe ser suscep­
hombre amable son puramente relati­ tible de interesarse sin apego, detener
vas. El hombre amable de un siglo ó instrucción siu profundidad, y compla­
de un país, no se parece al de otro tiem­ cencia sin benevolencia: que presente
po y al de otro siglo. Alcibiades fué las apariencias de la amistad y los em­
amable á los ojos de un pueblo ligero, bustes del amor, y que todo lo sacrifi­
inconstante y sensible al agrado esterior. que al gusto de brillar. Esto es lo que
El duque de Beaufort, torpe en su len- constituye al hombre á quien se da sin
guage, hermoso sin nobleza como un razón el nombre de amable.
hombre del pueblo, fue también entie El uso de los brindis inventado ba­
nosotros un Alcibiades. Ambos se con­ jo Augusto, ha llegado hasta nosotros
formaban con las costumbres de aque­ con los auspicios regulares de la fran­
llos á quienes querían seducir, y ambos queza y de la lisonja , de la urbanidad y
aspiraban á dirigirlos lisonjeando sus de la mentira. Desusado por algun tiem­
inclinaciones. El hombre amable debe po, vuelve otra vez á renacer. En las so­
ante todo tener un carácter movible que ciedades mas unas se hacen brindis, y
se preste á todos los gustos. Nada de­ por desgracia mas alegres que sinceros.
he hacer en él impresión durable, por-* Se puede fastidiar mucho diciendo
s4S *49
cosas muy buenas. Ceded pues siem­ el Rey ; es necesario Mr. de P.... poner
pre, á menos que la gana de hablar atención en lo que se come y en lo
venza al deseo que se tiene de escuchar. que se dice.
Jamás se os vituperará el no saberlo Hay cierta mala dirección que se
todo, pero incurriréis en ridiculeces ha­ mezcla en las acciones y las quita to­
blando ligeramente de lo que no sepáis. do su valor. Un hombre es cortés,
Luis XYIIl estaba dotado de un ra­ pero hace un servicio fuera de tiempo.
ro espíritu de urbanidad, y así es que Otro es pródigo, y no se le agradece
tenia por muy importante la observa­ porque carece de gusto. La oportuni­
ción rígida de las conveniencias. Casi dad es la que hace el mérito de todo.
todas las mañanas admitía á su desayu­ Hay dias felices, pero no vida feliz,
no á un oficial de guardia , algunos ofi­ porque sería un sueño delicioso que no
ciales y un gentil hombre de servicio. tuviese momento de despertarse. Los
Como tenia costumbre de decir que la hombres, en efecto, pasan porla infan­
exactitud es la urbanidad de los reyes, cia , la juventud y la vejez, y pierden
gustaba de que se asistiese exactamente necesariamente sus facultades. ¿Cómo
á la hora , y no se reusase el convite: podrán hermosear constantemente con
porque á veces daba sobre esto leccio­ los mismos colores un objeto , cuando el
nes bastante maliciosas. principio de acción y calor que les
Un dia el gentil hombre de cámara anima se debilita ó estingue?
llegó algun tiempo despues que el B.ey Por lo demas el modo de sentir cons­
se había sentado á la mesa , y procuró tituye la felicidad: y basta el conocer
escusarse lo mejor que pudo. Era el que se goza, para gozar verdaderamente.
conde Amadeo de P— Su Magestad le MORALIDAD.
hizo servir los mejores platos que se
hallaban aun en la mesa, y le pregun­ EL R I N C O N DE LA C H I M E N E A .
tó si eran de su gusto. Señor, le dijo ¿Qué concluiremos de todo lo dicho?
el gentil hombre , no pongo atención Entre las ciencias la mas difícil, como
en lo que como. Tanto peor, respondió
s5o 201
la mas indispensable es la de conducir­ está desnuda de exigencias y de preten­
se en el mundo. Hemos espuesto el siones.
cuadro lici de las cargas que la socie­ A casi todos los hombres arrastra la
dad impone a cada uno de sus miem­ manía de ir á buscar gustos y diversio­
bros: ahora toca al lector pesar las ven­ nes fuera de su casa. El uno deja su es-
tajas que le proporciona ó las incomo­ celente puchero para tener una mala
didades que puede ocasionarle. En cuan­ comida en una fonda : el otro no tiene
to á nosotros toca, sin querer prevenir por bueno ningún café sino el que to­
el juicio de nadie, juzgaríamos por in­ ma en casa del comerciante N., y ¡cuán­
completa la tarea que nos hemos pro­ tos casados con mugeres hermosísimas
puesto, si al lado de las reglas severas se van detras de una actriz llena de
de la etiqueta y de los placeres cere­ afeite y colorete. ¡ Ah . si todos estos lo­
moniosos de una sociedad, no mani­ cos conociesen las delicias de su casa!
festásemos la felicidad de la vida do­ Biron lo dijo : no hay cosa tan buena
méstica, y las satisfacciones pequeñas, en esta vida como el rincón de casa , y
y fáciles felicidades del rincón del ho­ la conversación doméstica ; y en efecto,
gar propio. entre la familia todo es común ; talen­
Es cierto que es indispensable se­ tos, alegría y buen humor. El amor pro­
guir las prácticas constantes y las leyes pio, tirano de la conversación, pierde to­
de la urbanidad. Esta sola puede co­ do su poder; no se procura brillar á cos­
municar gracia y hechizo. Las palabras ta de nadie; es una partida ó un juego
y las acciones constituyen parte de la en que son iguales los tantos. Las gra­
educación en términos que no hay co­ ves tertulias, las dicusionespolíticas, las
sa que la pueda suplir; pero en el mun­ reuniones literarias, ¿equivalen nunca
do se la esperimenta á veces imperiosa el desahogo alegre de dos antiguos y
y dominante , y solo en el centro de la buenos amigos en cualquiera de las ca­
vida doméstica, y familiaridad de la sas de entrambos?
propia casa es en donde se manifiesta Hay muchos que no pueden comer
franca, natural y seductora: porque allí solos, admiten los convites á troche y
252 253
moche, ó comen en la fonda por na tono: cuando se entra en la propia ca­
saber que hacerse. Estos tales descono­ sa ya cansado de la melodia, fatigado
cen el placer que les aguardaba en su de los saludos y del polvo: cuando des­
propia casa. Allí cerquita de la chime­ pues de haberse desembarazado de to­
nea bagan poner una mesita elegante­ do el aparato de un peinado y vestido
mente servida : y satisfecho ya el primer de ceremonia , se echa uno sobre una
apetito conocerá cualquiera que sus ideas silla poltrona, apoyando las puntas de
se refrescan: bien pronto vendrán á dis­ los pies en los morillos de la chimenea
traerle reflexiones llenas de encantos, ¿no se dá uno por contento de verse
de originalidad y de aquellos pensa­ ya solo? Mil ideas se dan priesa á pre­
mientos que le acercan á las ideas feli­ sentarse y todas agradables. No parece
ces de la juventud: y si su genio pere­ sino que al haber dejado el gentío ha
zoso quiere de todos modos conversa­ descansado uno de un peso que le opri­
ción , coja de su biblioteca un tomo mia , se goza del placer de hacerse com­
de la Fontaine, de La Bruyere ó de pañía á sí propio , y durante esta espe­
Wanton , ¿qué mas amables interlo­ cie de medio sueño, las horas vuelan
cutores podrá encontrar? ¿Preferirá ligeras como las chispas que saltan
acaso la fria charlatanería de las me­ meneando los tizones ; y á veces la
sas , ó las trivialidades que necesaria­ mañana mas bien que el relox es quien
mente ha de escucharen las mesas re­ advierte que es tiempo de tomar al­
dondas ? gun reposo.
Ko hay nadie que no haya echado Nuestros buenos abuelos que sabian
de ver cuan repentinamente se pasan vivir bien, apreciaban mucho el rincón
las horas en el rincón de la chimenea. del fuego. ¿Quién de nosotros viendo
Despues de una brillante ópera de Ros­ en aquellos salones góticos de las gran­
sini: tras un baile magnifico con su jas antiguas, aquellas respetables chi­
abundante ambigú : al volver de una meneas , tan grandes como los aposen­
representación dramática la mas pri­ tos de ahora, no creerá que asiste á una
morosa, ó de una tertulia del mayor de aquellas tertulias del antiguo tiem-
s55
po? El castellano ó la noble clama es­ obligan frecuentemente al hombre á no
cuchaban entonces sin pestañear ale­ ir á ninguno por cumplir con todos.
gres cuentos ó romances: se echaban al Se reconviene á los poetas de que
coleto sendos tragos: un page cantaba cantan sobre todos asuntos. ¿Cómo no
los romances moriscos: y amos, escu­ se lia bailado alguno que celebrase dig-
deros, pages, dueñas y siervos no for­ llámente el rincón del liogíir? Porque si
maban en el rincón de la lumbre sino estos señores adquieren reputación en
una sola familia, olvidando los males la soledad en que trabajan sus obras al
de la víspera, los trabajos del dia, y los rincón del fuego, y una justa gratitud
cuidados del siguiente. debiera ser para ellos la musa que les
Pero como la moda va siempre ro­ inspirará.
dando y cambiando el mundo, ahora 7 Y a la verdad : ¿qué sitio mas inspi-
nos hallamos en el siglo de los contras­ iaoo! que el rincón del fuego? Todos los
tes. Fortuna y pobreza , talento y ne­ pensamientos toman allí un tinte de co­
cedad, filosofía y devoción suelen vivir lor de rosa, y se mira uno contento de
á veces bajo de un mismo techo. Pare­ si y de los otros. ¡Dichoso el autor cu­
ce que una corte se compone de vein­ ya obra se lea junto al fuego! Puede
te naciones diversas que se mezclan y sin duda contar con la indulgencia de
entrelazan para no formar mas que un sus lectores; y respecto á la obra pre­
pueblo particular: y es necesario que sente , no la desearemos mejor destino
un mismo objeto y una misma pasión smo que sea leída en él.
ponga en contacto diariamente estos
elementos heterogéneos. El procurarse
el placer nos renne, y el habito ó la cos­
tumbre nos retienen á despecho del
fastidio. Cada dia son indispensables
nuevos puntos de reunion ; de aquí la
multitud de convites que llueven cada
dia, de bailes', diversiones y teatros que
INDICE.

PR IM ER A PARTE.

C a p it u l o I.
D el m undo y
so c ie d a d . . ¿. ..Pag.i
C ap. I I . D e la so cieda d d e b u e n to n o .............. 7
C a p . I I I . D e la u r b a n id a d ................................. i
. . . . . iS
5
C a p . I V . D e la so cieda d d e la s m u g e r e s .
C a p . V . D e la so c ie d a d d e los h o m b re s ................... a j
C ap . V I . D e la c o n v e rsa c ió n ................................. . 5 a
C a p . V I I a d i c i o n a l . C o n v ersa cio n es c o m u n e s . . .
C ap . V I I I . D e l deseo in m o d e r a d o d e m a n ife s ta r la -
le n to ............................................. 54.
C ap . I X . D e (a a la b a n z a ........................................... 5 9
C . X . D e la c ritic a ................................................... 62
. X I . D e la g e n e r o s id a d .................................... 6 7
ap
C
. XII, D e la a v a r ic ia ............................. 71
ap
C ap

segunda parte .
De la moda
C a p it ul o I . ................................................................
Del vestido
C ap. I I . .......................... .............................................
Del hombre de mundo en su propia casa.
C ap. I I I .
Amabilidad
C ap . I V . ad icional. ............................................
E l hombre de mundo con sus iguales.
C ap . V . . .
E l hombre de mundo con sus superiores.
C ap. V I .
Del hombre de mundo entre los artistas.
C ap . V I I . 9
Del hombre de mundo con su familia.
C ap. V i l i .
*
9
E l hombre de mundo con sus domesticos.
C ap . I X .
5
97
De las v is ita s .
C ap . X . .............................................. . .
99
De las citas
C ap. X I . ............................. ..... ............................ 104
De los bailes,
C ap. X I I . • ¿ ................................................... 1 0 7
El teatro
C ap, X I I I . ........................ ................................. .... 109
Reuniones literarias y filarmónicas.
C ap. X I V .
E l hombre de sociedad en viage
. . 113
(>
T9
C ap. X V . . . . . 11
Un dia de campo
C ap. X V I . ....................................................
1
■ Cap. XYH. Un bautismo................................................ 12 1
X V III. D e l m a tr im o n is . i »5 E n la lib r e r ía de C uesta , fre n te A la s g r a ­
los e n tie r ro s . . . . . . . . . . 12b
C ap.
C ap. X IX . De d a s da sa n F e lip e e l I ic a l, y en la .de
C ap. X X . D e l ju e g o . ................................................*"• S anchez, c a lle de la, C o n cep cio n , se fia -
X X I . D e los a lm u e r z o s . .................................. 1“°
C ap.
X X I I . L a s c o m id a s. .......................................1
lla r á n los lib r o s sig u ie n te s :
X X I I I . D e la s c e n a s . ................. f . . . .
C ap.
C ap. 14a
X X I V . D e l a r te c iso r ia ...................................... * 4 »
Cartilla de Agentes y pretendientes, ó Manual de m i­
C ap.
C ap. X X V . D o la h a b ita c ió n .......................... , . i 56 nisterios tribunales y oficinas : c o n t i e n e t o d a s l a s d e p e n .
cien cia s d e l G o b i e r n o , y r e ú n e en u n so lo v o l u m e n la
TERCERA PARTE, p r á c tic a d e los tr ib u n a le s , m in iste rios y oficinas s e g ú n
se o b serv a en e l d ia ; obra in d is p e n s a b le à
los a g e n t e s ,
I. D e las m o d a s. . . .............................. p r e t e n d ie n t e s , c u r ia le s y oficin istas. U n to m o e n 4 .°
O b je to s d e c a p r i c h o . ................ .... . . . . lijo
C a p it u lo
á 1 6 r s . e n r ú s t i c a y 20 e n p a s t a .
C ap. II.
e q u i t a c i ó n . —D e la s illa .............................207
Manual y dirección de Alcaldes ordinarios y pedáneos
C ap. III.
A D I C I O N E S ................................................................................................... 2 J^
de las pueblos de España, U n t o m o e n 8 . “ , á 6 r s . e n
ï í o h a l i o a d .................................................................................................... *49 rústica y 8 en p asta.
Comentarios a las leyes de Toro, s e g ú n su e s p í r i t u v
e l d e la l e g i s l a c i ó n d e ' E s p a ñ a , p o r d o n J u a n A l v a r e z
3
P o s a d i l l a , U n t o m o e n 4 .» , á o rs . e n p a s t a .
Colección de discursos forenses p ron u n ciad o s en d e ­
fe n s a d e a lgu n o s in o c e n te s a c u s a d o s , con u n discurso
s o b r e la a d m i n i s t r a c i ó n d e i a j u s t i c i a c r i m i n a l , e s t r a c -
t a d o s d e las o b r a s d e M r . S e r v a n , c é l e b r e A b o g a d o
fr a n c é s . U n t o m o en 8 .“
Ilcincccii Recitationes in e le m e n ta juris civilis s e c u n ­
d u m o rd in e m In stitu tio n u m : ed itio p rim a H is p a n a .
H o s t o m o s e n 8 . ° , á 20 r s . e n p a s t a .
Manual del Cocinero, Cocinera y Repostero, c o n u n
t r a t a d o d e Confitería y Botillería, y u n m é t o d o p a r a
trinchar y servir t o d a c l a s e d e v i a n d a s , y l a c o r t e s a n í a
y u r b a n i d a d q u e s e d e b e u s a r e n la m e s a , a c o m p a ñ a d o
d e u n a lá m in a q u e e s p lic a el m o d o d e tr in c h a r . U n to ­
m o e n S.»
E t Secretario español, ó n u e v o estilo d e e s c r ib ir c a r ­
ta s y sus re s p u e s ta s . U n t o m o e n 8 . " , a 8 r s . e n rú s ti c a
y 10 e n p a s t a .
Romancero de Romances Moriscos, compuesto de to­
dos los de esta clase que contiene el Romancero gene­
ral impreso en 1614, recopilados por don Agustín Du­
ran. Un tomo en 8.° marquida.
Discurso s o b r e e l in flu jo q u e h a te n i d o la c r ític a m o ­
d e r n a e n la d e c a d e n c i a d e l t e a t r o e s p a ñ o l . U n t o m o e n
S ,° , a 5 rs. en rústica.
Química. C o m p e n d i o d e esta c i e n c ia y d e sus a p li­
c a c i o n e s à las A r t e s , e s c r ita e n f r a n c é s p o r M r . D e s m a -
,-e st, y t r a d u c id a al c a s te lla n o p o r d o n Jo se Lu is C a -
s a s e c a . D o s to m o s en 8. » c o n u n a là m in a .
Elementos de Higiene , ó A rte d e c o n s e r v a r la s a lu d
y p r o l o n g a r l a v i d a , p o r T o u r t e lle . D o s to m o s e a b.»,

Lecciones del Doctor Broussais sobre las Flegmasías


¿ S o rs. en p a s ta . . , , '

gástricas , y s o b r e l a s F l e g m a s í a s c u t á n e a s a g u d a s . L a
t o m o e n 4 -° i á 16 r s - eQ r ú s t i c a y 20 e n p a s t a .
Formulario y recetario Médico-quirúrgico , p o r d o n
F e l i x E g u í a . D o s t o m o s e n 8 . “ , á 1 6 rs . en pasta y ia
e n rú s tic a . . , . _ , j
Historia natural , y descripción de la Langosta y modo
de destruirla. U n to m o e n 8 . " , ¿ 5 rs . en rú s tic a . _ _
Tratado económico de la cria de Gallinas , 3' cslincion
de fieras dañosas à los ganados : p o r d o n F ra n c is c o D ie s ­
t e y U n ii. U n to m o e n 4 .» , á 12 rs . e n rú s tic a y ib e n

P a b ÍÍH ia Veterinaria: p o r R u s . C u a t r o t o m o s e n 8 .« , i
^ 4 'l u Galomaquia. P o e m a b u r l e s c o d e l c é l e b r e L o p e de
V e g a . U n t o m o e n 1 2 . " , i 6 rs . e n r ú s t i c a y 8, e n p a s t a .
E l Murciélago alevoso : g r a c i o s a i n v e c t i v a d e l A l a e s -
tro G o n z a l e z , á 6 cu artos.
E l Licorista , ó A r t e d e d e s t i l a r y c o m p o n e r t o d o g e -
n e r o d e l i c o r e s y a g u a r d i e n t e s . U n t o m o e n 8.» a 6 r s .
en rú stica y 8 en p asta. , , . ,
Manual de Señoritas, ó A rte p ara ap render toda cla­
se de c o s tu r a s , b o rd ad o s en h ilo , algo d ón , la n a , sedas,
a l t r a p o , p asad o y ca ñ am a zo , co n el A rte de m od ista
ó c o s t u r e r a . U n t o m o e n 8 .« c o n l a m i n a s , a 12 r s . e n
rústica y
E l nuevo Robinson , a d o r n a d o c o n 1 2 l a m i n a s l i n a s y
i4 en p asta. , . .

u n a c a r i a ó m a p a . D o s t o m o s e n 8 . ° , á 26 rs . e n p a s t a .
E l Veterano: a n é c d o t a s u i z a . U n c u a d e r n o e n 8 . ° , a
a rs. en rú stica. .
E l Oráculo de los Preguntones : j u e g o g r a c i o s o y d i ­
v ertid o de 24 p r e g u n t a s y 12 r e s p u e s t a s c a d a u n o . U a
c u a d e rn o e n 8 .°, á 2 rs . __
Las cinco órdenes de ylrquitcctura de Vignota , p o r d o n
D ie g o d e V illa n u e v a . U n to m o e n f o lio , á 26 rs . e n ras»
t ic a y So enp a s ta h o la n d e s a .

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