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Temas / Imperi o Roma no

LA EDAD DE ORO DE ROMA

El siglo II d.C. fue la edad de oro del Imperio Romano. Buena parte del mérito se debe al
emperador Trajano, uno de los más populares de la historia de Roma: llevó al imperio a su máxima
expansión, emprendió un gran programa de obras públicas y reformas sociales, y se hizo célebre
por su sabiduría al gobernar. Todas sus cualidades le valieron el título de "optimus princeps", el
príncipe perfecto.
el emperador enfermó en el curso de una segunda campaña para intentar someter a las
guerrillas que seguían operando en el territorio conquistado, por lo que decidió regresar a
Italia. Nunca volvió a ver Roma: la madrugada del 9 de agosto del 117 d.C. murió en
la ciudad de Selinunte, en Asia Menor, que fue rebautizada como Trajanópolis en su
honor.
para saber más
Historia
El emperador Adriano, un viajero incansable
Dispuesto a inaugurar una época de paz, Adriano pasó más de la mitad de sus veintiún años de reinado
visitando todos los rincones de su Imperio, desde Britania e Hispania hasta las ciudades del oriente griego, su
verdadera patria adoptiva
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Viendo próximo su final, Trajano había adoptado como hijo a Publio Elio Adriano, el
único pariente suyo que tenía suficiente experiencia política y militar para
sucederle y conservar para Roma lo que él había conseguido. Aun así Adriano tuvo que
hacer sacrificios: a los pocos años se dio cuenta de que resultaba muy costoso mantener
el control sobre las extensas tierras de Mesopotamia, por lo que devolvió parte del
territorio conquistado a los partos a cambio de fijar una frontera estable en Siria. El
legado de Trajano permitió a su sucesor disfrutar de un reinado próspero e insólitamente
pacífico.
Sus cenizas fueron colocadas en una urna que se llevó a Roma y fue depositada a los
pies de la Columna Trajana, el monumento que mejor simbolizaba la vida de ese
emperador guerrero. Una buena prueba de la estima y admiración que había despertado
el optimus princeps es que, para permitir la colocación de la urna, fue derogada la norma
que prohibía los enterramientos dentro de los muros de la ciudad y que había estado
vigente desde el nacimiento de Roma. Sin duda, sobre los emperadores sucesivos recaía
una gran responsabilidad cuando, en su momento de gloria, oían las palabras “que seas
más afortunado que Augusto y mejor que Trajano”.
Novela
Trilogía de Trajano
Santiago Posteguillo
Planeta, Barcelona, 2011-2016
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