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Versiones de Cecilia Romana
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Cuentos folclóricos de la Argentina
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Versiones de Cecilia Romana
atrás por si los seguían los patrones, aunque nadie los siguió.
Antes de que se hiciera de noche otra vez, el gallo vio a lo lejos
un humito que subía al cielo.
—Ahí debe haber una casa —les dijo a sus compañeros.
Y los tres animales enfilaron derecho hacia donde habían
visto el humito, porque ya tenían hambre y estaban cansados.
Efectivamente, llegaron a una casa con todas las luces de aden-
tro encendidas. El burro se acercó a la ventana como quien no
quiere la cosa y le dijo al gallo:
—Súbase, cumpa, y espíe a ver quién está adentro.
El gallo dio un salto, se trepó al lomo del burro y miró por
la ventana. No vio que hubiera gente dentro de la casa, pero sí la
mesa servida con abundante comida y bebida.
—Ya que hicimos cien, hagamos ciento una —propuso
el gato.
Y entraron nomás.
Era verdad: adentro no había nadie.
Resulta que en esa casa vivían unos bandoleros 6 que te-
nían mucha plata. Eran muy famosos por robar en los cami-
nos a los viajantes desprevenidos y cada dos por tres tenían
que mudarse para que no los atrapara la ley. Y se ve que es-
taban por mudarse, porque cerca de la puerta había dos va-
lijas llenas de monedas de oro y la mesa estaba servida como
para que no perdieran tiempo cuando regresaran de su últi-
ma tropelía.7
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Zapato roto,
lleno de porotos,
que mi mamita
me cuente otro.
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