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Su origen se remonta al Virreinato de Nueva España, cuando los virreyes solían frecuentar

Chapultepec como zona de descanso y recreación. Bernardo de Gálvez ordenó el inicio de su


construcción el 16 de agosto de 1785, en cuyo diseño participaron Francisco
Bambitelli y Manuel Agustín Mascaró. No obstante, quedó abandonado durante un par de
décadas hasta su adquisición por el Ayuntamiento de México en 1806. Hasta entonces, la
obra palaciega estaba rodeada de amplios muros de cimentación construidos de andesita. A
principios de los años 1840 el Heroico Colegio Militar estableció su sede en el castillo, período
durante el cual se construyó el torreón «Caballero Alto». Tuvo un significativo rol durante
la batalla de Chapultepec como parte de la intervención estadounidense en México en 1847,
al ser «el último bastión de defensa» nacional, durante la cual sufrió daños considerables en
su estructura. Miguel Miramón lo utilizó por primera vez como residencia presidencial a finales
de los años 1850, hasta la segunda intervención francesa en México. Durante la transición
imperial, Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota habitaron el edificio «cautivados por
las hermosas vistas del Valle de México que se apreciaban desde el lugar», y llevaron a cabo
una serie de adecuaciones inspiradas en el estilo rundbogenstil y neoclásico parisino, que le
proporcionaron una simetría similar a la de los recintos burgueses europeos de esa época.
Tras la restauración de la república, varios presidentes continuaron usándolo como residencia
gubernamental, entre los cuales se encuentran Sebastián Lerdo de Tejada, Porfirio
Díaz, Francisco I. Madero, Venustiano Carranza y Plutarco Elías Calles.

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