Psicología y educación en la era contemporánea
Psicología y educación en la era contemporánea;
relaciones dialécticas hacia la relevancia
cultural de la ciencia y la práctica
en la construcción de las sociedades
Luego de más de un siglo de institucionalización
científica todavía nos es imposible evocar una
definición que responda a todas las perspectivas
desde las cuales es concebida la psicología. Si
bien para la gran mayoría es una ciencia, esa gran
mayoría se disipa frente a la pregunta por el
objeto de estudio, algunos conciben la psicología
como cercana a una ciencia natural, otros como
una ciencia eminentemente social, y para otros
tantos no es ni siquiera una ciencia. Si bien el
presente escrito no se ocupará de este debate
ontológico, es indispensable situar este aspecto
en términos de su aporte al entendimiento de la
psicología como un espectro disciplinario
ampliamente concebido, permeado por
múltiples perspectivas y saberes, y susceptible a
cambiar su rumbo en función de las dinámicas de
la historia de la humanidad. Para efectos del
presente texto, no adoptaremos una definición
monolítica de psicología, sino que esta será
construida producto de la revisión del
pensamiento de influyentes psicólogos en
distintas épocas del siglo XX y parte del siglo XXI.
En principio, será indispensable considerar como
psicología el estudio de la condición humana en
sus múltiples dimensiones, entendidas ya sea en
términos de las reacciones individuales en
contexto, la interacción entre individuos, y los
códigos asignados a tales formas de interacción
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Iván Guillermo Pérez M
Estudiante de Psicología
Universidad Nacional de Colombia
según las condiciones que brinda el ambiente.
En este reconocimiento de la psicología como
corpus escudriñador de la condición humana, es
inevitable preguntarse acerca de aquello que
diferencia al humano de otras especies, aspecto
analizado de diversas formas según la perspectiva
desde la cual se aborde el fenómeno. En este
sentido, surgen inquietudes con respecto a las
formas en las que el sujeto interactúa con la
realidad que le envuelve, y cómo estas formas de
interacción pueden reproducirse o refinarse en
función de propósitos bien definidos. Es en este
punto en el que se introduce la Educación,
entendida en principio como el conjunto de
prácticas, técnicas y procedimientos
implementados por una comunidad como
determinantes de las formas de interacción del
individuo con su entorno, y a su vez como
escenarios de preparación para interacciones
posteriores. Si se concibe la educación como uno
de los principales mediadores de las relaciones
humanas en el ambiente social, también debe
asumirse la naturaleza psicológica –sea cual
fuere- de la práctica educativa.
El presente texto plantea un recorrido a través de
la historia más reciente de la psicología, y su
dialogo constante con la educación en la
construcción de las sociedades.
Psicología y educación en la era contemporánea
Una relación dialéctica
Abordaremos brevemente el pensamiento de los
representantes de las principales escuelas
psicológicas de siglos pasados, en función de sus
convergencias y divergencias, y el aporte general
que sus teorías hacen a la comprensión de la
educación como proceso formador de las
realidades humanas.
A principios del siglo XX, la ilustración científica se
ha instaurado en las civilizaciones occidentales
como estandarte de la verdad, el positivismo
científico ha dotado a la investigación de
características interesantes, en términos de la
búsqueda de verdades comprobables, e
irrefutables. En la primera mitad del siglo surge el
Análisis Experimental del Comportamiento como
respuesta a esta tendencia desde la psicología. De
esta escuela sobresale la figura de Burrhus
Frederic Skinner (1904-1990), más científico que
psicólogo, dedicó su vida a la exploración
constante de las formas en que (según él) las
ciencias naturales podrían plantear soluciones a
problemáticas sociales determinadas; asegurando
desde el conductismo que los acercamientos al
control de la conducta humana serian
aproximaciones a una sociedad mejor. En su
trayectoria como científico y analista social,
Skinner aborda aspectos relacionados con
instituciones sociales, sobre las cuales se
fundamenta el progreso de la humanidad. La
educación, es entendida por éste como un arreglo
ambiental diseñado para la reproducción, el
aprendizaje y la práctica de comportamientos
establecidos culturalmente. En el marco del
abordaje conductista de la interacción social, el
ambiente educativo y la educación misma
podrían manejarse a través del control de las
contingencias que les constituyen:
“El comportamiento, en cuyos términos debe
definirse en última instancia el pensar humano,
merece por si mismo ser tratado como la meta
sustancial de la educación.”(Skinner,1979; p.41)
Para Skinner, y los exponentes más primitivos del
conductismo, conceptos como crecimiento,
adquisición y construcción son tomados como
metáforas subsidiarias del entendimiento de la
educación como un proceso. Tales contenidos
son metáforas, es decir, no existen en la medida
en que resulta imposible abordarles en función
de los comportamientos que les subyacen. En
esta medida la enseñanza es “simplemente la
disposición de contingencias de refuerzo” (p.20)
frente a contenidos preestablecidos que
provocan que el “organismo” aprenda. Esta
afirmación despoja de cualquier valor intrínseco
a la naturaleza de la interacción humana;
reduciéndola a un conjunto de mecanismos que
se activan en presencia de determinado arreglo
ambiental. Esta noción, también suscita una
reflexión desde el punto de vista metodológico; si
bien el Análisis Experimental del
Comportamiento se caracteriza por un abordaje
objetivo y riguroso de la metodología científica,
Una relación dialéctica
encontrará graves problemas en el control de
variables relacionadas con la interacción humana
en ambientes externos al laboratorio, de manera
que su control del comportamiento de los
“organismos” será restringido o nulo. En puntos
como este el planteamiento Skinneriano pasa de
la implicidad al reduccionismo. Skinner formula
su propuesta tecnológica de la enseñanza como
respuesta a la ineficacia de la educación en su
época y los modelos pedagógicos dominantes.
Desde la simplicidad del AEC propone la
creación e implementación de máquinas de
enseñanza e instrucción programada, siguiendo
la lógica de las contingencias configuradoras del
escenario educativo. Desarrollos posteriores en la
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investigación psicológica discrepan fuertemente
con el pensamiento de Skinner con respecto al
control de la voluntad, hecho visible en la
aplicación de tales ciencias en ramas como la
psicología clínica o la educación misma, en torno
a modelos que pretenden anular la dicotomía
dominador/dominado, proponiendo alternativas
de aprendizaje y desarrollo a través de la
interacción.
Antes de Skinner, existió un personaje enigmático
y revolucionario llamado Sigmund Freud (1856-
1939). Este pensador dio inicio a la concepción
metapsicológica de los fenómenos humanos
desde la escuela del Psicoanálisis. Para Freud, las
relaciones entre seres humanos están atravesadas
por las motivaciones inconcientes, y los lazos
afectivos que el sujeto establece con su entorno
desde la infancia más temprana. Entonces, desde
el psicoanálisis entendido como una estructura
global sobre la existencia humana y el malestar
inherente a su esencia (Jolibert, 1993; p.488),
Freud plantea consideraciones que parten del
abordaje del proceso de desarrollo del niño con
respecto a las diferentes dimensiones del medio
que le rodea. Así pues, el Sujeto del psicoanálisis,
es un individuo preso del instinto, que empieza a
crecer a medida que somete sus impulsos a la
disciplina que sobre él ejerce la cultura, que
regula, proporciona y estructura la vida en
comunidad. Es en este punto coyuntural entre
instinto y razón que tiene lugar la educación, la
práctica cultural por antonomasia. Según Jolibert
(1993), una revisión del pensamiento freudiano
comprende la educación como “el conjunto de
prácticas (técnicas, procedimientos, métodos y
contenidos) por las cuales los adultos impondrían
a los niños, con mayor o menor rigor, la renuncia
al placer instintivo, sustituyéndola por obediencia
a la realidad” (p.489). Esta concepción freudiana
del sujeto en la cultura es retomada en buena
1. Concepto relacionado con la elección subjetiva, planteado por Buridan, citado en Núñez, 2007; p.40.
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Psicología y educación en la era contemporánea
parte por la pedagogía social, sobre la cual se
estructura el discurso de la educación actual. En el
proceso pedagógico también existe conciencia de
una regulación social de los impulsos orientada a
la construcción de civilidad; retomando el
concepto de educabilidad en tanto tal proceso
solo ocurre si el sujeto lo permite. Entonces pues
el sujeto de la educación es “aquel humano
dispuesto a adquirir los contenidos culturales que
lo social le ofrece y a la vez le exige, en un
momento dado, para incorporarse a la vida social
en un sentido amplio: acceder, permanecer,
modificar, circular.” (Núñez, 2003;p.39). El
hecho paradigmático (pedagógicamente
hablando) en la construcción subjetiva subyace
en lo que Hegel llama violencia pedagógica; a
través de la cual el ser biológico va
transformándose en un sujeto socialmente
constituido. Tal violencia, más que un maltrato
explícito a la dignidad del sujeto debe entenderse
como un intento por combatir la ignorancia de
éste. Para la pedagogía de hoy el trabajo
educativo no reprime el placer en el sujeto, sino
que lo reorienta en función de las posibles formas
1
en que sus preferencias pueden encontrar vías de
realización cultural. La gobernabilidad, es sin
duda algo distinto al control del comportamiento.
La concepción Skinneriana del control absoluto
ha perdido su vigor; hoy comprendemos que
gobernar la conducta no constituye una solución
a los problemas de la sociedad, y que la esencia
del ser humano no puede ni podrá ser totalmente
controlada; por lo tanto es sencillo entender las
formas en que una educación orientada al control
político genera resistencias automáticas. La
práctica educativa genuina implica poner al
sujeto en contacto con el mundo, y permitirle que
lo interprete según disponga de éste (p.43). En
este punto la violencia pedagógica consiste en
confrontar al individuo con las realidades de su
Psicología y educación en la era contemporánea
cultura, para que establezca con ella las
conexiones que considere. Al margen de las
realidades actuales, tanto para el pensamiento
freudiano como para la pedagogía social la
educación ejerce una función emancipadora
hacia el sujeto y su sociedad; solamente quien
conoce la realidad de su cultura y ha estudiado el
devenir de su historia podrá adquirir los
elementos necesarios para apropiarse de ella. No
obstante, esta función libertaria inherente a la
educación genuina está atravesada de principio a
fin por las condiciones estructurales que rigen y
son regidas por la cultura, lo que torna al sujeto
educativo en un agente de transformación
estructural. Sabemos que el acto educativo es el
punto de partida para que el sujeto tome
conciencia de su derecho de apropiarse del
mundo; frente a esto surge la pregunta de si existe
tal “acto” en la educación colombiana, en un
contexto en el que en pos de la propiedad y lo
privado, realmente muy pocos pueden
considerarse dueños de algo.
El desarrollo biológico del ser humano se ve
afectado en una relación bilateral por el medio
social. La psicología de Jean Piaget (1896-1980),
comprende la perspectiva constructivistagenética
del desarrollo psíquico del individuo. En el
transcurso de la vida profesional de Piaget.
Su trabajo, articulado a la práctica educativa,
empezó a dirigirse hacia la formulación
psicológica. El interés de Piaget por la biología y lo
científico contribuyó a la consolidación de lo que
hoy se considera una escuela epistemológica en
psicología; a través de sus observaciones del
comportamiento y las acciones de niños de
distintas edades, Piaget empieza a dar forma al
estudio de la evolución ontogenética del
individuo humano, en términos del desarrollo
psíquico expresado en la génesis de habilidades
que se desarrollan a través de la maduración
biológica y la experiencia en su interacción con el
mundo que le rodea. En palabras de Munari
(1994; p.322), concebir que “la explicación de
todo fenómeno, sea físico, psicológico o social,
debe buscarse en su propia génesis y no en otra
parte” ha transformado (y transforma) la práctica
pedagógica, y las reflexiones en torno a la
educación. En consonancia con los conceptos
planteados en su teoría, el ajuste constante del
individuo a su entorno está facilitado por dos
herramientas, que se ubican en el centro de la
teoría piagetiana: La asimilación entendida como
la incorporación de los contenidos del mundo a
la actividad mental del sujeto, y la acomodación
como el ajuste de los contenidos asimilados en
función de su utilidad para incorporar nuevos
conceptos e interactuar con otros sujetos, son
procesos psicológicos a través de los cuales el
individuo se apropia del mundo que le rodea. De
manera tal que el continuo de asimilación y
acomodación de los contenidos que rodean al
sujeto facilitan la posterior adaptación del
mismo, en pos del equilibrio (p.19). Ahora bien,
el reconocimiento de las bases ontológicas y
epistemológicas de la teoría de Jean Piaget
introducen al análisis de su visión de la educación
de su época, y las perspectivas que en ese
entonces se levantaban en torno a la educación
de nuestros días, a través de la formulación y
aplicación del conocimiento científico en
psicología y pedagogía. Los postulados de la
psicología genética se ubican en aplicación
directa sobre los principales problemas de la
educación. En su proceso de interacción con el
mundo, las formas más desarrolladas de
pensamiento permiten al niño descentrarse,
situándose en el ambiente en presencia de los
otros. De manera que la maduración neurológica
y la experiencia del niño frente al mundo son la
base genética de las formas más complejas de la
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b.
interacción social de un estadio del desarrollo a
otro.
En lo que atañe a la naturaleza social de la escuela
para la psicoepiestemología genética de Piaget, la
cooperación entre pares favorece el intercambio
de habilidades discursivas y de orden crítico;
entre tanto los modelos pedagógicos deben
c.
estimular los procesos colaborativos de acción y
construcción de la realidad, como un ejercicio
activo hacia la construcción del sujeto moral, que
interioriza y practica comportamientos basados
en la igualdad y la solidaridad (p.207). Así,
educación pertinente según Piaget está
apuntalada al desarrollo del saber científico, a
través de la experimentación y la interacción
directa del sujeto con los objetos de su ambiente
físico y social. Un ser humano realmente educado
está en capacidad de innovar, de comprender y
transformar su realidad.
El planteamiento piagetiano aquí expresado es
comprendido y complementado por la psicología
histórico-cultural del pensador soviético Lev
Semionovich Vygotsky. Concebido en los anales
de la psicología contemporánea como uno de los
pensadores más jóvenes y geniales, afirma los
procesos de constitución del ser humano como
procesos eminentemente culturales en donde la
interacción del hombre con el ambiente está
mediada por símbolos culturales; tal mediación
está dada en términos de la incorporación de
“estímulos artificiales o autogenerados que
denominamos signos” y da como resultado
formas de actuar totalmente nuevas. Para
Vygotsky existen dos tipos de funciones mentales,
de las que resaltaremos las funciones psíquicas
superiores, que se obtienen y complejizan en el
marco de la interacción social. Ya que el individuo
se halla en una sociedad determinada
culturalmente, estas funciones están establecidas
por las normas sociales, lo que pone de manifiesto
-30-
Psicología y educación en la era contemporánea
la mediación cultural sobre tales funciones. El
conocimiento es resultado de la interacción
social; en la interacción con los demás
obtenemos conocimiento de nosotros, el
individuo aprende el uso de los símbolos que, a su
vez, le permiten pensar en formas cada vez más
complejas. De acuerdo con esto, es sujeto
vygotskyano es un ser socio-histórico-cultural.
Para Vygotsky, las funciones mentales superiores
se desarrollan y aparecen en dos períodos. En el
primer periodo las funciones mentales superiores
se presentan en la esfera social y en el segundo
periodo, en la esfera individual. Por lo tanto
"sostiene que en el proceso cultural del niño, toda
función aparece dos veces, primero a escala
social, y más tarde a escala individual. Primero
entre personas (interpsicológica) y después en el
interior del propio niño (intrapsicológica). Afirma
que todas las funciones psicológicas se originan
como relaciones entre seres humanos" (Vygotsky,
1979). Las herramientas psicológicas son el
puente entre las funciones mentales inferiores y
las funciones mentales superiores y, dentro de
estas, el puente entre las habilidades
interpsicológicas (sociales) y las intrapsicológicas
(personales). Las herramientas psicológicas
median nuestros pensamientos, sentimientos y
conductas. Tal vez la herramienta psicológica más
importante es el lenguaje. Al principio, usamos el
lenguaje como medio de comunicación entre los
sujetos en las interacciones sociales. En palabras
de Vygotsky, el postulado central de su psicología
es el de la mediación. El ser humano, en cuanto
sujeto que conoce, no tiene acceso directo a los
objetos; el acceso es mediado a través de las
herramientas psicológicas, de que dispone, y el
conocimiento se adquiere, se construye, a través
de la interacción con los demás mediadas por la
cultura, desarrolladas histórica y socialmente. La
cultura es la que nos proporciona los medios para
Psicología y educación en la era contemporánea
adquirir el conocimiento, nos dice que pensar y
cómo pensar; nos da el conocimiento y la forma
de construir ese conocimiento, por esta razón,
Vygotsky sostiene que el aprendizaje es mediado,
“una forma de apropiación de la herencia cultural
disponible, no sólo es un proceso individual de
asimilación.
La interacción social es el origen y el motor del
aprendizaje"(Vygotsky, 1979). Por otra parte
Vygotsky considera que en cualquier punto del
desarrollo hay problemas que el niño está a punto
de resolver, y para conseguirlo, sólo precisa
obtener cierta estructura, claves, recordatorios,
ayuda con los detalles o pasos del recuerdo,
aliento para seguir esforzándose y cosas por el
estilo, este concepto es denominado Zona de
Desarrollo Próximo, y manifiesta el carácter
eminentemente social y colaborativo de los
procesos en el acto educativo. La educación para
Vygotsky es un arreglo cultural complejo, a través
del cual el individuo adquiere herramientas
básicas que hacen posible la adaptación al medio,
y que van haciéndose cada vez más complejas a
través de la interacción social, y el aprendizaje
mediado por los signos y símbolos que
proporciona la cultura, y que vuelven a ésta con
huellas de la experiencia del sujeto.
Nuestro recorrido parte de la consideración del
pensamiento de un psicólogo estadounidense, y
termina con otro nacido en este mismo país,
aunque con un planteamiento opuesto al de
Skinner. Jerome Bruner (1915-200?) es un
psicólogo neoyorkino, y curiosamente, de los
personajes analizados este fue el único que
estudió psicología de manera tradicional. El
trabajo de Bruner puede considerarse científico y
humanista, lleno de aportes innovadores y una
visión progresista para la disciplina psicológica. En
los años 60's propone una teoría del desarrollo
cognitivo, que difiere notablemente de los
planteamientos de sus antecesores por
características ontológicas y epistemológicas bien
definidas. Pueden observarse diferencias claras
entre la teoría de Bruner y algunos autores
igualmente importantes para la psicología
educativa. La propuesta es innovadora en tanto
resalta la importancia de los factores ambientales
y experienciales sobre el desarrollo del sujeto,
hecho que contrasta con la concepción de Piaget,
y le acerca teóricamente al psicólogo ruso Lev S.
Vygotsky. No obstante, Bruner también critica a
Vygotsky, señalando la falta de interés que la
teoría histórico-cultural vygotskyana dedica a las
realidades políticas de las comunidades.
El articulado del pensamiento de Bruner
involucra conceptos como conocimiento,
educación y cultura en un ciclo de interacción
continua en función de la construcción de sujetos
y comunidades. Según este autor “la mente se
constituye por y a la vez se materializa en el uso
de la cultura humana” (Bruner, 1999; p.19); de
esta afirmación puede suponerse una
consideración crucial en el planteamiento, ya
que no hay individuo sin mente, pero ni el
individuo ni la mente pueden concebirse
abstraídos de un contexto sociocultural. (p.21).
En su abordaje computacional-culturalista,
Bruner hace una aproximación transdisciplinaria
de los fenómenos sociales, vinculando las
perspectivas a propósitos particulares. Frente a la
práctica educativa, este autor hace precisión en
nueve postulados de los cuales mencionaré
aquellos que considero más relevantes. Una
visión perspectivista de la educacion parte del
reconocimiento de la intersubjetividad,
entendiendo la interacción social como vida en
cultura, “un juego mutuo entre las versiones del
mundo que la gente forma bajo su oscilación
institucional, y las versiones que son producto de
sus historias individuales.” (Bruner, 1999; p.33).
-31-

En esta medida la educación contempla el
conocimiento como una construcción y no como
un producto (Smith, 2002), y da un papel
principal a la interacción, como forma de
comunicación y construcción cooperativa de la
realidad social.
La consideración de estos factores conduce al
análisis de la educación en términos de su
naturaleza instrumental, en tanto los contenidos
impartidos en los escenarios educativos
determinan en buena medida las formas de
pensar de los sujetos “educados”; de ahí que en
algunas épocas de la historia de la humanidad
algunas formas de educación hayan sido
empleadas para adoctrinar al sujeto, o bien, en
muy pocas ocasiones para liberarle. A partir de la
consideración de estos factores, la educación se
instituye como una herramienta política. El
postulado instrumentalista es un ejemplo
ilustrativo de la necesidad de contemplar la
educación como un fenómeno integral; ya que la
condición humana considerada en su extensión
compleja enlaza la política estructural de una
sociedad a los modelos educativos que imperan
sobre esta, diseñados en función del andamiaje
cultural. De la consideración de la educación
como una institución cultural, surge la necesidad
de dar al individuo un lugar en ésta; postulando la
identidad como principio fundamental para la
vida social, que parte del reconocimiento del Yo y
del otro. Este proceso de “situar el Yo” es mediado
por la producción de historias acerca de la
experiencia personal, en un postulado narrativo.
La narración, como extensión de la
intersubjetividad humana, es entonces necesaria
y definitiva tanto para el desarrollo del sujeto,
como para el establecimiento de sistemas
simbólicos que gobiernen la actividad grupal
(Bruner, 1999; p.60). La educación es para
bruner “la entrada a la cultura”, y modela las
2
O por lo menos no en este escrito… por asuntos de complejidad argumentativa claro está.
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Psicología y educación en la era contemporánea
facultades individuales y colectivas para
enfrentarse a ella.
El orden de los factores sin duda ha alterado el
producto en este caso. Si bien los autores
mencionados han sido brevemente expuestos en
términos del orden establecido en la clase, su
orden, desobedece a asuntos cronológicos para
prestar total atención a la complejidad estructural
de su pensamiento. Hemos pasado de la
simplicidad metódica y sistemática de Skinner a la
profundidad analítica de Freud, desde el
estructuralismo genético de Piaget al
planteamiento culturalista de Vygotsky, para
aterrizar nuestro recorrido sobre la psicología
computacionalculturalista de Bruner. No me
atrevo a afirmar si uno de estos psicólogos es
2
mejor que otro . A cambio invito al lector a
considerar los aportes que desde variados
cuerpos del conocimiento hacen los psicólogos al
entramado de la practica educativa
contemporánea, hasta llegar al abordaje
multidimensional que concibe todo ejercicio
intelectual (llámese psicología, pedagogía, etc.)
como un ejercicio de poder sobre otros y sobre sí
mismo, un encuentro moral y político que forma
al sujeto y le sitúa en posición agente frente a las
realidades del mundo que le son propias.
Desde un principio planteé la relación entre
Psicología y Educación como una simbiosis
dinámica, de diálogo continuo entre las partes.
Finalmente no estoy seguro de haber expresado
de manera comprensiva aquello que dije en un
comienzo, sin embargo, considero tal relación
dialéctica en múltiples sentidos; la reciprocidad
entre psicología y educación ha demostrado a lo
largo de la historia que el conocimiento se da en
un proceso de construcción constante,
enmarcado en el procesamiento individual y
colectivo de la realidad que proporciona la
cultura con propósitos definidos. En esta medida
Psicología y educación en la era contemporánea
el conocimiento libera al individuo de su propia
individualidad, y le circunscribe a la cultura,
permitiéndole al mismo tiempo agenciar sobre
ésta.
Mi trabajo concluye con una invitación a
considerar la dimensión macropolítica del
conocimiento, en términos de los códigos morales
que se entretejen en torno a éste. La psicología
educativa será entonces un brazo político de la
psicología social, que aporta un marco relacional
en la comprensión de cómo se concibe el mundo,
y en qué formas podría concebirse en función de
una mejor calidad de vida de individuos y
comunidades. Tanto la psicología como la
educación de hoy han de ser sensibles ante las
realidades estructurales que subyacen a la
formación de la cultura y las prácticas que la
sostienen, consistentes en lo científico, pero
concientes de la naturaleza intersubjetiva de las
relaciones humanas, dotadas de la encantadora
complejidad que aportan los símbolos, y la
asignación constante de significados en la
búsqueda del sentido del ser humano en el
universo. La materialización de este discurso tiene
lugar en la medida en que una escuela realmente
interactiva se haga realidad, una escuela en la que
la aplicación del conocimiento científico esté
realmente a la base del diseño de las técnicas de
enseñanza, que a su vez se implementen en
función de las demandas sociales estructurales,
tomando conciencia de la naturaleza ético-moral
del ejercicio pedagógico.
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