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En la Edad Media, la concepción del niño como versión en pequeño del adulto
tuvo durante siglos su plasmación en el arte, pues hasta aproximadamente el siglo
XIII los niños aparecían como adultos en miniatura, con vestimentas y actitudes
típicamente adultas. (Imagen)
Los últimos decenios del siglo XIX supusieron un logro más en el descubrimiento
de la infancia y su consideración especial. El avance fundamental fue en esta
ocasión liberar a los niños de la realización de trabajos pesados.
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Y otra del ciclo vital, que enfatizan sobre todo procesos de desarrollo que tienen
carácter universal, es decir, que se dan en todas las personas de todas las
culturas, porque tienen su raíz en características innatas de la naturaleza humana
(los llamados modelos organísmicos u organicistas).
Aquí el énfasis se pone en procesos internos mucho más que en los estímulos
externos. El desarrollo psicológico es entendido como un proceso determinado
que los sujetos recorren con ciertos puntos en común. Es decir, en todas las
personas, el desarrollo pasa por unos determinados estadios que constituyen
auténticos universales evolutivos de nuestra especie.
Desde los aportes del autor Marchessi, se observa que desde los primeros aportes
de la psicología del desarrollo (1880), autores como Preyer, Stanley Hall, Baldwin,
Binnet centraron sus estudios en la niñez y adolescencia. Luego a partir de los
aportes de Freud se comienza a asociar la infancia con la adultez y con aportes de
otras perspectivas, se irá logrando una visión cada vez más completa del
desarrollo del sujeto. Aunque esa visión tardará varias décadas en completarse.
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de niños de cada una de las edades que interesen.). Posteriormente se han
ideado los diseños secuenciales (estudiar lo mismo, de la misma manera, en
grupos lo más equivalentes posibles pertenecientes a distintas generaciones)
G. Stanley Hall (1816-1904) declaro que los cambios físicos más importantes de
esta etapa producen cambios psicológicos. Los adolescentes para adaptarse a su
cuerpo en proceso de cambio, llevan a un periodo de tormenta y estrés.
Además, este autor prestó atención a esta etapa, como un período único y
especial de la vida.
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En el adolescente, la masturbación tiene como fin la preparación para un alivio
sexual eventual con una pareja.
Ana Freud (1946) los años de adolescencia son los más importantes en la
formación de la personalidad, no así la niñez.
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La identidad de los adolescentes varía según los sexos, la cual implica
compromiso y sacrificio. En el varón la intimidad no puede alcanzar sin tener una
identidad estable. En la mujer se da de manera simultánea éstos dos procesos.
Marcia define crisis como un periodo en el que se toma una decisión consciente y
compromiso como una invención personal en una ocupación o sistemas de
creencias (ideologías).
Carol Gilligan ha concluido que las mujeres se defines así mismas menos en
términos de adquirir una identidad separada que en términos de las relaciones
con otra gente.
Marcia por otra parte, en sus estudios descubrió que los hombres en moratoria se
parecían más a aquellos que habían adquirido la identidad, pero las mujeres que
más se parecían a los hombres con respecto al logro de identidad, estaban
excluidas ya que habían hecho un compromiso pero no habían pasado por una
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crisis personal . Se cree que la identidad y la intimidad se desarrollan juntas en las
mujeres.
Comúnmente, se cree que en esta etapa las emociones presentan llevar a una
“rebelión del adolescente”, rompiendo con los valores de ambos padres y de la
sociedad, pero no es necesariamente así. El conflicto que se desarrolla entre
padres y el adolescente es normal y saludable y se resuelve con menor problema
del que se cree a menudo.
Por otra parte, el adolescente realiza tres duelos: el duelo por el cuerpo infantil
perdido- base biológica, por el rol y las identidades infantiles- renuncia de la
dependencia y aceptación de nuevas responsabilidades. Y el duelo por los padres
de la infancia, a los que sin embargo trata de retener en su personalidad ya que
éstos significan refugio y protección. Muchas veces los padres tienden a dificultar
este proceso de cambio. A su vez se une a estos duelos, el de la bisexualidad
infantil. Todos estos duelos van acompañados de un complejo psicodinámico del
duelo normal y patológico (donde la patología hace referencia al conflicto entre el
individuo con la realidad por medio del interjuego de sus estructuras psíquicas o
del manejo de las mismas frente al mundo exterior). La necesidad de elaborar los
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duelos básicos obliga al adolescente a recurrir normalmente a manejos
psicopáticos de actuación que identifican su conducta.
Se dice además que el adolescente aislado no existe, y que esta etapa, es la más
adecuada para sufrir impactos de una realidad frustrante. Esto puede implicar que
al ser un receptáculo de los conflictos externos, asuma las características
negativas que la sociedad proyecta en ellos agravando el desarrollo de la
personalidad y dando como resultado grupos sociales más anormales.
Características:
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que obliga a la modificación del esquema corporal y del conocimiento físico
de sí mismo.
La identidad es la creación de un sentimiento interno de mismidad y
continuidad que es saber quién soy. Es una unidad de personalidad sentida
por el individuo y reconocida por otro.
En la adolescencia se da un proceso de identificación que puede ser con
figuras positivas o negativas. Además se conforman diversas identidades
como la sexual, pseudoidentidades, identidades transitorias, ocasionales y
circunstanciales.
El adolescente, con el fin de preservarse de alteraciones muy temidas se
aferra a precarios estados de identidad.
Los cambios corporales del adolescente son vividos como perturbadores y
despiertan sentimientos de extrañeza y “despersonalización”. La integración
del yo se va producir por la elaboración del duelo de partes de sí mismo y
por sus objetos.
Además la identidad adolescente tiene la particularidad del cambio del
individuo en relación con sus padres, ya que la presencia externa de estos
empieza a hacerse innecesaria. El sujeto puede iniciar un proceso de
individuación en el que las figuras parentales son incorporadas a la
personalidad, ya están internalizadas.
2) La tendencia grupal: en la búsqueda de la identidad adolescente, el
individuo recurre como comportamiento defensivo a la búsqueda de la
uniformidad ya que puede brindar seguridad y estima personal. Es así que
surge el “espíritu del grupo”, donde hay un proceso de sobreidentidad
masiva: todos se identifican con cada uno. El adolescente busca en el
grupo un líder al cual someterse o se constituye en líder el mismo para
ejercer el poder del padre o de la madre.
Las actuaciones del grupo y de sus integrantes representan la oposición de
las figuras parentales, como una forma activa de determinar una identidad
distinta de del medio familiar. En el grupo, el adolescente encuentra un
reforzamiento necesario para los aspectos cambiantes del yo, como
refuerzo para su identidad. Asimismo el fenómeno grupal tiene importancia
transcendental, ya que transfiere al grupo gran parte de la dependencia que
antes se mantenía con la estructura familiar, en especial con los padres.
Después de pasar por la experiencia grupal. El individuo podrá empezar a
separarse del grupo y asumir su identidad adulta.
Por otra parte la utilización de los mecanismos esquizoparanoides es muy
fuerte durante, favoreciendo el “grupo” la instrumentación de los mismos.
Cuando el individuo durante este período de vida sufre un fracaso de
personificación, debido a la necesidad de dejar los atributos infantiles y
asumir obligaciones y responsabilidades, pero que aún no está preparado.
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Por los mecanismos esquizoides, el individuo siente que están ocurriendo
procesos de cambio de los que no puede participar, y por lo tanto el grupo
viene a solucionar gran parte de esos conflictos. En la estructura esquizoide
que caracteriza el fenómeno grupal, la personalidad del individuo queda
fuera de todo que está ocurriendo, en especial del pensamiento y además
se siente irresponsable por lo que ocurre a su alrededor, parecería que no
tuviese nada que ver con lo que hace.
El grupo facilita la conducta psicopática normal en el adolescente. El acto
motor debido al descontrol que se produce por la pérdida del cuerpo infantil;
se une al acto afectivo, que tiende a producirse por el descontrol de la
pérdida de roles infantiles, por lo que aparecen conductas de desafectos,
crueldad, de indiferencia, falta de responsabilidad – frecuente de la
psicopatía pero que a su vez se encuentran en la adolescencia normal. Sin
embargo, en el psicópata esas conductas son permanentes, trata de
mantenerse irrealmente en situación infantil de irresponsabilidad pero con
aparente independencia, mientras que el adolescente normal que tiene
conflictos de dependencia puede reconocer la frustración y someterse a la
rectificación de experiencias, por lo tanto en éste dichas conductas son
transitorias. La imposibilidad de reconocer y aceptar la frustración bloquea
la culpa e induce al grupo a la actuación sedo- masoquista sin participar de
la misma, esto se puede dar porque se disocia el pensamiento del afecto,
utilizando el conocimiento de los demás para llevar a cabo su actuación,
satisfaciendo indiferentemente sus propias ansiedades psicóticas.
3) Necesidad de intelectualizar y fantasear: Es una de las formas más típicas
en el pensamiento del adolescente, funciona como mecanismo defensivo.
Se trata de una necesidad de escapar de la realidad que se impone al
cuerpo, al rol y la relación con los padres.
Para Anna Freud, la función de ascetismo es mantener al ello dentro de
cierto límite por medio de prohibición. La función de la intelectualización
consistirá en ligar los fenómenos instintivos con contenidos ideáticos y
hacerlos accesibles a la consciencia y fácil de controlar.
Tal huida en el mundo interior una especie de reajuste emocional, un
autismo positivo en el que se da “un incremento de la intelectualización”.
Este mundo exterior se va diferenciando cada vez mas del interior, por lo
tanto, sirve también para defenderse el individuo de los cambios
incontrolables que en él ocurren, y del propio cuerpo.
4) Las crisis religiosas: el adolescente puede manifestarse como un ateo
exacerbado o místico como situaciones extremas, reconociéndose
variedades de posiciones religiosas y cambios frecuentes.
El adolescente quiere dudar, quiere buscar, es así que cuando entra en
este período de vida se pregunta quién es, qué es tratando de lograr una
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respuesta adecuada al interrogarse acerca de qué hacer con él, con lo que
supone qué es. La preocupación metafísica se produce con gran intensidad
al igual que las crisis religiosas que son intentos de solución de angustias
que vive el yo en búsqueda de identificaciones positivas, el enfrentamiento
con la muerte de parte de su yo corporal y la aceptación definitiva de los
padres. Debido a lo cual puede llegar a tener tanta necesidad de hacer
identificaciones proyectivas con imágenes idealizadas que le aseguren
continuidad tanto de su existencia como de sus padres infantiles: siendo la
figura de una divinidad la representación para una salida mágica de este
tipo. Asimismo una aparente culminación de un proceso de ateísmo
reivindicatorio puede ser una actitud compensadora y defensiva.
Por otra parte, entre el extremo del misticismo exacerbado y el ateísmo
racionalista, se produce entre los adolescentes una frecuente posición; un
entusiasmo formal en contraposición con una indiferencia frente a los
valores religiosos esenciales.
Para la construcción final de una ideología, de valores éticos o morales, el
individuo debe pasar por algunas idealizaciones persecutorias que pueda
abandonar por objetos idealizados egosintónicos (aquellos que están en
armonía o son aceptables para las necesidades, objetivos del yo, y
coherentes con los ideales de su autoimagen) para sufrir un proceso de
desidealización que permita construir verdaderas y nuevas ideologías de
vida.
5) La desubicación temporal: el adolescente vive con cierta desubicación
temporal, convierte al tiempo en presente y activo como intento de
manejarlo, donde pareciera vivir en un proceso primario (regido por el
placer), siendo las urgencias enormes y las postergaciones irracionales.
Son conductas que desconciertan al adulto.
El individuo se inicia como ser unicelular absolutamente dependiente de un
medio (madre), se desarrolla y diferencia progresivamente. De la
indiferenciación más primitiva va a la discriminación en un medio social con
características determinadas.
Al romperse el equilibrio logrado en la latencia predomina por momentos,
en el adolescente la parte psicótica de la personalidad, es así que la
adolescencia se caracteriza por la irrupción de partes indiscriminadas,
fusionadas de la personalidad en aquellas otras más diferenciadas.
En la dimensión temporal, muchos de los acontecimientos que el adulto
puede delimitar y discriminar son para los adolescentes equiparables sin
mayor dificultad, verdaderas crisis de ambigüedad que pueden
considerarse como unas de las expresiones de conductas más típicas de
este período de vida- el tiempo está datado de indiscriminación. Sin
embargo, es durante la adolescencia donde la dimensión temporal va
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adquiriendo lentamente características discriminativas. En las dificultades
adolescentes, para distinguir pasado- presente y futuro, uniendo al pasado
y al futuro en un presente con características no discriminadas, es así que
éste se centra en el presente y no puede contextualizar pasado ni futuro.
Piensa al tiempo como si fuera no tener una lógica, por tanto lo que tendría
que lograr es la “conceptualización de tiempo”.
Por otra parte, no es casual que el síndrome de difusión de identidad se
incluya en la difusión temporal. El individuo en este período tuvo la
oportunidad de vivenciar parcialmente, separaciones, muerte de objetos
internos y externos de partes del yo, y una cierta limitación de lo temporal.
Con el transcurso del tiempo, éste se va haciendo más conceptual, donde
se adquieren nociones de lapsos cronológicamente ubicados, pudiéndose
hablar de tiempo existencial, vivencial, y conceptual. Aceptar la pérdida de
la niñez significa aceptar la muerte de una parte del yo y ubicarlo en el
pasado, un pasado que puede amenazar con invadir al individuo. Debido a
tal situación como defensa especializa al tiempo para manejarlo como un
objeto.
Al negarse el pasaje del tiempo, se puede conservar al niño adentro del
adolescente como objeto muerto y vivo- relacionado con el sentimiento de
soledad, momentos de soledad suelen ser necesarios para que queden
afuera el tiempo pasado, futuro y presente convirtiéndose en objetos
manejables. La capacidad de estar solo es sino de madurez que se tiende a
lograr cuando se atraviesa dichas experiencias de soledad.
La noción temporal del adolescente es de tipo rítmico y temporal, pero a
medida que se van realizando los duelos de la adolescencia, esta
dimensión adquiere otras características – conceptualización de tiempo.
Los primeros intentos de discriminación temporal se producen en el cuerpo.
Por otra parte, mantenerse en un tiempo experiencial es una manera de
intentar detener el tiempo y los cambios que se van dando en el transcurso
de tal.
La percepción y la discriminación de lo temporal son las tareas más
importantes de la adolescencia en relación a los duelos de esa edad,
permitiendo salir de una ambigüedad característica de la conducta de esta
etapa. Cuando el sujeto puede reconocer el pasado y formular proyectos
para el futuro, con capacidad de espera y elaboración en el presente supera
en gran parte la problemática de la adolescencia por lo que se establece
que la búsqueda de la identidad está ligada a la conceptualización del
tiempo.
6) La evolución sexual desde el autoerotismo hasta la heterosexualidad: Se
puede observar en el adolescente un oscilar permanente entre la actividad
del tipo masturbatorio y los comienzos del ejercicio genital. Se encuentra en
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el periodo en que comienzan los contactos superficiales, las caricias que
complementan la vida sexual del adolescente.
Los cambios biológicos que se van a ir desarrollando en el transcurso de la
pubertad son lo que van a imponer la madurez sexual al adolescente.
En este periodo, también se producen fantasías que en lo masculino tiene
características de lo penetrante y en la mujer de lo penetrado. Son estas
fantasías los modelos del vínculo que se va a mantener durante toda la vida
ulterior del sujeto, como expresión de lo masculino y lo femenino.
Anna Freud ha señalado que la genitalidad determina modificaciones del
Yo que se ven en graves conflictos con el ello, por lo que se debe recurrir a
nuevos y específicos mecanismos de defensa.
Es normal que en la adolescencia aparezcan periodos de predominio de
aspectos femeninos en el varón y masculinos en la niña. Es necesario tener
presente el concepto de bisexualidad y aceptar que la posición
heterosexual adulta exige un proceso de fluctuaciones y de aprendizaje en
ambos roles.
Por otra parte, en la búsqueda de la genitalidad el adolescente suele tener
que pasar por periodos de homosexualidad, que puede ser la expresión de
una proyección de la bisexualidad perdida y anhelada en otro individuo del
mismo sexo. Tanto en la homosexualidad normal y transitoria, como en la
actividad genital previa y preparatoria para la genitalidad procreativa, el
proceso masturbatorio está presente desde la temprana infancia hasta la
adolescencia avanzada.
La genitalidad adulta es el ejercicio de la capacidad libidinal de un sujeto
mediante la puesta en juego de los elementos remanentes de todas las
etapas de maduración psicosexual, con la culminación en el nivel genital
con otro sujeto del sexo opuesto y con la aceptación de la capacidad de
procrear.
7) Actitud social reivindicatoria: La constelación familiar es la primera
expresión de sociedad que influye y determina la conducta de los
adolescentes. Las primeras identificaciones son las que se hacen con las
figuras de los padres, sin embargo el medio en el que está inmerso el
individuo ofrecerá nuevas posibilidades de identificación, futuras
aceptaciones de identidades parciales y la incorporación de ciertas pautas.
Por lo tanto la aceptación de la identidad está determinada por un
condicionamiento entre el individuo y su medio.
El adolescente presenta una conducta particular como resultante de la
identificación con las figuras parentales y la búsqueda de superarlas en la
realidad de su existencia. Además, la cultura modifica las características del
proceso. El individuo exterioriza los rasgos sobresalientes de la
adolescencia de acuerdo con los patrones culturales.
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En muchas culturas existen ritos de iniciación en función de la entrada a la
pubertad que exigen limitaciones, ocultaciones, etc. a la conducta
adolescente, que refuerzan sus ansiedades.
La sociedad impone restricciones a la vida del adolescente. Éste, trata de
modificarla por las propias modificaciones intensas que él mismo está
viviendo. Es así que se crea un malestar paranoide en el mundo adulto
que se siente amenazado por los jóvenes que ocuparan esos lugares, por
lo tanto son desplazados.
Las actitudes reivindicatorias y de reforma social del adolescente son la
puesta en acción de lo que ha ocurrido en el pensamiento. Las fantasías
conscientes, intelectualizaciones y el refuerzo del yo fluctuante en el yo
grupal, hacen que se transformen en pensamiento activo.
El adolescente no siente que es él quien cambia sino que son sus padres y
la sociedad quienes le niegan la función de padres infantiles. Por lo tanto
descarga en ellos su odio y desarrolla actitudes destructivas. Finalmente si
elabora bien los duelos y reconoce la sensación de fracaso, se introducirá
al mundo de los adultos con ideas reconstructivas, modificadoras de
manera positiva.
8) Contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta: La
conducta del adolescente está dominada por la acción quien no puede
mantenerla en una línea rígida, permanente y absoluta. Al ser una
personalidad “esponjosa”, permeable presenta enormemente procesos de
proyección e introyección intensos, variables y frecuentes. Se habla de
una”normal anormalidad” por la inestabilidad permanente que presenta el
adolescente. Aquel mentalmente enfermo podrá mostrar rigidez en la
conducta, de lo contrario habrán características estabilizadas de conducta
en un nivel patológico (psicópata).
Un indicio de normalidad en el adolescente se observa en la frágil
organización defensiva que presenta. Estas contradicciones con
variabilidad en la utilización de defensas facilita la elaboración de los duelos
de este periodo de la vida, caracterizando la identidad del adolescente.
9) Separación progresiva de los padres: Uno de los duelos más difíciles de la
adolescencia es la separación de los padres. La intensidad de calidad y
angustias con que se maneja la relación con los padres, y su separación de
estos, estará determinada por la forma en que se ha realizado y elaborado
la fase genital previa.
No son ajenos los padres a las angustias que despierta la genitalidad y el
desprendimiento real, y los celos que esto implica en los hijos y ellos
mismos (ambivalencia dual). Muchas veces los padres niegan el
crecimiento de los hijos y su vez ellos viven a los padres con características
persecutorias más acentuadas.
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10)Constantes fluctuaciones del humor y del estado de ánimo: la cantidad y la
calidad de la elaboración de los duelos de la adolescencia determinan la
mayor o menor intensidad de esta expresión y de estos sentimientos.
En el proceso de fluctuaciones dolorosas permanentes, la realidad no
siempre satisface las aspiraciones del individuo o sus necesidades
instintivas básicas. El yo realiza intentos de conexión placentera o
displacentera que no siempre se logra y la sensación de fracaso frente a
esta búsqueda puede ser muy intensa y obligar al individuo a refugiarse en
sí mismo. El despliegue autista del adolescente que puede dar origen al
sentimiento de soledad de esa situación de frustración, desaliento y
aburrimiento signo distintivo del adolescente. El adolescente se refugia en
sí mismo y en el mundo interno que ha formado durante su infancia
preparándose para la acción.
La intensidad y frecuencia de los cambios d proyección e introyección
pueden obligar al adolescente a realizar modificaciones de su estado de
ánimo sumergido en las desesperanzas más profundas o cuando elabora y
supera los duelos.
Los cambios de humor son típicos de la adolescencia, entendidos sobre la
base de los mecanismos de proyección y de duelo por la pérdida de
objetos, y al fallar esos intentos de elaboración los cambios de humor
pueden darse como microcrisis maniacodepresivas.
En las fluctuaciones del estado de ánimo puede darse lo depresivo y
eufórico, la situación depresiva en el adolescente está vinculada al proceso
de duelo, éste puede pasar de lo depresivo a lo eufórico, puede ser que uno
de los dos aspectos este más remarcado dependiendo del proceso
subjetivo.
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demás), destrucción de ídolos, etc. Todo esto daba cuenta de la importancia de
estos cambios y consecuentes pérdidas necesarias para el adolescente.
El estudio de Stone fue el que dio paso al perfil del adolescente postmoderno,
siguiendo esta idea Doltó, que en los adolescente no hay necesidad de rebelión,
sino indiferencia e incomunicación con los adultos (hay una brecha en relación con
los padres). En este caso, se tienden a romper los lazos sociales.
Al igual que el duelo de los padres, no se sufren de manera total, ya que existe
una comunicación entre ambos.
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En lo referido a la búsqueda de la identidad, para Stone y Church se logra a parir
de los buenos cimientos, es decir, que tienen que empezar desde la infancia
(confianza básica) que le va a permitir confiar en sí mismo y poder alcanzar así la
autonomía tan buscada. Para afianzar la personalidad, lo fundamental es la
identificación, cosa que en la actualidad es muy difícil, ya que no es nada fácil
buscar figuras o modelos al que seguir.
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por la culminación del proceso de “emancipación”: el logro de la independencia
económica, autoadministración de los recursos, autonomía personal, y formación
de un hogar propio. Al igual que factores psicológicos, como la responsabilidad
sobre sus acciones y la toma de decisiones por sí mismos.
Por otra parte, es periodo dotado de una entidad singular dentro del ciclo vital
humano, por dos razones: los cambios se producen en una mayor proporción, y se
asiste al desarrollo de una nueva organización psicológica y social. Utiliza
selectivamente sus experiencias anteriores para resolver nuevos problemas.
Espacio pleno de historia y potencialidad”.
Este periodo de la vida es una categoría social, dotada de significados por una
cultura y sociedad particular.
Considerando la evaluación que uno se hace sobre sí mismo, tiene una valoración
- autoestima. Una autoestima positiva está dada por la seguridad y la confianza en
uno mismo y la capacidad para relacionarse adecuadamente con los demás.
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Mientras que la autoestima negativa se manifiesta mostrándose sumiso,
autocriticándose continuamente, evitando el contacto con otros, o también puede
ser que intenta dominar a los demás, exhibe sus méritos.
Hay tres aspectos sobre los que pasa una adolescente: crisis, exploración y
compromiso (La teoría de los estadios de identidad de Marcia).
Marcia elaboro una tipología que incluye cuatro categorías diferentes de estatus
de identidad en la adolescencia: difusión de la identidad; identidad hipotecada;
moratoria; logro de identidad.
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Entre los problemas psicosociales habría distinguirse, en primer lugar entre
dificultades transitorias y normativas por un lado y problemas psicológicos por el
otro. En segundo lugar, entre los problemas con origen y comienzo en la
adolescencia (suelen desaparecer cuando el mismo madura), y aquellos que
hunden sus raíces en la infancia (pueden desembocar en problemas graves). En
tercer lugar, la conducta desadaptada que no es una consecuencia directa de los
cambios normativos de la adolescencia sino de que algo no está funcionando bien.
Parece existir una correlación significativa, pero no necesaria entre estos tipos d
problemas.
Las relaciones entre padres e hijos, clima familiar parece guardar relación con los
logros de la identidad, necesitan autonomía sin dejar de sentirse apoyados por su
entorno, puede ayudar a conocer mejor sus virtudes y defectos, fijarse objetivos
adecuados a sus competencias.
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Cuanto más autoeficaces se sientan los adolescentes, que pueden influir en el
futuro, más altas serán las metas que se propondrán y mayor su compromiso con
ellas. De ese sentimiento dependerá el esfuerzo dedicado a una tarea y la
persistencia ante los obstáculos.
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Existen dos estructuras que operan en el pensamiento formal del adolescente
para resolver problemas y lograr el equilibrio. Una es el reticulado que consiste en
una serie de elementos y una relación que puede sostenerse entre ellos en las
que dos elementos tienen un mínimo límite superior y un máximo límite inferior.
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Además se habla de los vínculos, principalmente la relación con sus amigos,
padres y hermanos, donde antes solo interactuaban, ahora se hablan de los
vínculos que se generan en esa interacción.
Hay casos en los que existe menos abstracción pero mayor inteligencia practica,
en aquellos adolescentes que no necesitan del ejercicio permanente y cotidiano
de la abstracción, porque la exigencia de la realidad no lo requiere. Por lo tanto
descubre caminos prácticos de resolución de problemas concretos. Esto da
cuentas que la inteligencia necesita de cierta familiaridad con el objeto para poder
interactuar adecuadamente con él.
Además, los adolescentes entren al más alto nivel de desarrollo cognitivo, el cual
se caracteriza por la capacidad para el pensamiento abstracto, la etapa de
operaciones formales. El logro de ésta última da a los adolescentes una nueva
manera para manipular u operar información. Ya pueden trabajar con
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abstracciones, probar hipótesis y ver infinitas posibilidades. Los capacita a para
reconocer que en algunas situaciones no hay respuestas definidas. Por lo tanto, el
adolescente ha desarrollado un nuevo modo de vida, lo posible y lo ideal cautivan
tanto su mente como sus sentimientos.
Por otro lado, los cambios internos y externos en la vida de los adolescentes, se
combinan para lograr la madurez cognitiva; es decir, el cerebro ha madurado y el
ambiente social se ha ampliado dando más oportunidades para la
experimentación. La interacción entre las dos clases de cambios esenciales;
aunque el desarrollo neurológico de los jóvenes es suficiente para permitirles
alcanzar la etapa del razonamiento formal, no lo alcanzara nunca si no son
estimulados cultural y educativamente. Cabe recordar que el razonamiento
formal, no es el único o aun el aspecto más importante del pensamiento maduro.
-Críticas a las figuras de autoridad: los jóvenes tienen una capacidad nueva para
imaginar un mundo ideal. Se dan cuenta de que la gente a la que antes veneraban
se cayó de su pedestal, y se sienten obligados a decirlos con frecuencia
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-Hipocresía aparente: los adolescentes jóvenes generalmente no reconocen la
diferencia entre formular un ideal y trabajar realmente en su persecución. Parte del
crecimiento supone el darse cuenta de que “pensar no es hacer” y de que “los
valores deben convertirse en hechos para producir el cambio”
Mientras más hable el adolescente acerca de sus teorías personales y escuche las
de la otra gente, más pronto llegara a una madurez de pensamiento. A medida
que los adolescentes maduran en sus procesos de pensamientos estarán mejor
equipados para pensar acerca de sus propias identidades, para entablar
relaciones adultas y para determinar cómo y cuándo encajan en la sociedad.
Por otro lado, cuanto mejor sea la comunicación entre padres e hijos más positiva
será la imagen que estos tengan de sí mismo. La buena comunicación parece
reflejar un armonioso funcionamiento del sistema familiar, en el que los
progenitores son capaces de comunicar sus valores, creencias y sentimientos a
sus hijos.
En los últimos años, las prácticas de los padres pueden potenciar o dificultar la
individualización, la confianza en sí mismo y el rendimiento académico. Los
pertenecientes a familias democráticas tenían menos tendencia a los problemas
emocionales durante la adolescencia o usar drogas. Los de familias permisivas
con padres receptivos pero no exigentes, también están individualizados pero
tienen mayor tendencia al consumo de drogas. En cambio, los de familias
autoritarias, cuyos padres no eran receptivos pero si exigentes, están menos
individualizados y eran más proclives a las dificultades emocionales. Aunque
toman menos drogas que los de hogares permisivos y más, de los de hogares
democráticos. Por último, los que tienen padres que rechazan y son negligentes
(ni receptivos, ni exigentes) son los menos individualizados, los más propensos a
los problemas emocionales y de conducta y consumir más drogas que todos los
grupos anteriores.
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