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Regueiro-Control Social y Criminilogía PDF
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La noción de “cuerpo” implica una triple significación: 1) la de una entidad individual que tiene una
extensión limitada y cualidades propias; 2) la de un conjunto o colectivo de tales entidades y 3) la de
densidad, grosor o espesura, aplicable tanto a la primera como a la segunda acepción.
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existencia, disímiles de aquellas para las cuales hemos sido construídos. En las
Residencias en Salud Mental es conocido el caso de Gerónima, una mapuche de
Trapalco que, junto a sus cuatro hijos, fue internada en Río Negro en agosto de
1976, intentando que cambiara hábitos ancestrales; a los 3 meses, el 14 de
noviembre muere su hijo mayor, el 17 muere su hija y días después su tercer hijo,
poco tiempo pasó y murió la mujer que no tuvo defensas ante el desarraigo de sus
condiciones originarias de vida, a las que respondía su constitución.
La dimensión espacio – temporal en la constitución de los cuerpos se halla en
razón directa a las modalidades de relación establecidas por el orden social en la
época a la que pertenecen. El cuerpo es siempre una constitución en proceso, no
es un ente acabado, ni es un patrón de referencia; los registros antropológicos nos
muestran las cadenas de mutaciones que ha sufrido el cuerpo humano; pero,
además de soma, un cuerpo es sensibilidades, habilidades, horizontes de acción,
sensaciones; y todas ellas padecen significativas transformaciones a lo largo de la
historia.
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La epistemología tradicional caracteriza al campo del conocimiento a partir de tres momentos
instrumentales: sujeto, objeto y representación-conocimiento. De la confrontación de un sujeto con un objeto
externo surge una dimensión de conocimiento que traduce las propiedades del objeto al plano de la
representación. En la Arqueología, Foucault establece el carácter discursivo de todo objeto, no se trataría ya
de un ob-jectum como algo colocado delante del sujeto, sino como un momento lógico de los discursos y de
las prácticas de las cuales emergen. Un objeto discursivo no se constituye a partir de un descubrimiento sino a
partir de ciertas reglas de emergencia que determinan su aparición.
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Foucault Michel – La Verdad y las formas jurídicas- Gedisa – México 1990 – p.133.
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El control se focaliza no sobre lo que se hace, sino sobre lo que se puede hacer, no sobre la acción, sino
sobre la probabilidad de la acción.
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El panóptico es, en sentido estricto, una máquina arquitectónica diseñada por Jeremías Bentham, cuya
finalidad es hacerlo todo visible, tornando invisible al vigilante. El panoptismo es el dominio visual de los
gestos, más, lo importante no es la vigilancia efectiva, sino el efecto duradero en el cuerpo vigilado, de
sentirse permanentemente observado. El que está sometido a un campo de visibilidad, y que lo sabe,
reproduce por su cuenta las coacciones del poder.
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En este marco, así planteado, cobra relieve otro tratamiento de las dimensiones
“espacio” y “tiempo” constitutivas de los ámbitos de ejercicio de las disciplinas.
Con esta refundación operativa y resignificación conceptual aparecen nuevas
formas de tratamiento de los cuerpos. Hay una diversa “especialización” en el uso
del espacio (panoptismo) y del tiempo (taylorismo).
Aparecen con el siglo XVII en Europa una cantidad de Instituciones que se van
extendiendo hasta cubrirlo todo. Lentamente se van diferenciando, en función de
su especialización, en instituciones unitarias centradas en el “secuestro de los
cuerpos”, en el enclaustramiento; tales como la fábrica, la prisión, la escuela, el
hospital, el psiquiátrico, los reformatorios, el hospicio, los cuarteles, etc. Todas
ellas con un objetivo común: el control de las conductas y la construcción de los
cuerpos aunque con la especificidad propia de la implementación de micropolíticas
de poder destinadas a satisfacer el objetivo institucional pertinente7.
Formas políticas del tenor de la medicalización de la población, la educación
estatal, el control de los muertos con el establecimiento de los cementerios
públicos estatales, la planificación urbana, etc., estarán acompañadas por las
instituciones de encierro pertinentes. Se conforma así un eje que funciona como
un haz intermedio de relaciones, en cuyos extremos de encuentran la “anatomía
política”8 y la “bio-política”. La combinación de bio y anatomopolítica conlleva la
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Michel Foucault “UN DIALOGO SOBRE EL PODER” – Poderes y Estrategias- Pp. 82/83 “-que no hay
relaciones de poder sin resistencias, que estas son tanto más reales y eficaces en cuanto se forman en el
lugar exacto en que se ejercen las relaciones de poder; la resistencia al poder no debe venir de afuera
para ser real, no está atrapada por ser la contrapartida del poder. Existe tanto más en la medida en que
está allí donde está el poder; es pues, como él, múltiple e integrable en otras estrategias globales”.
7
“La clausura delimita un espacio adecuado para una empresa de moralización al mismo tiempo que satisface
una triple exigencia de segregación, de punición y terapéutica del descarriado”. Donzelot “Espacio cerrado,
trabajo y moralización” en de Gaudemar Jean y otros ESPACIOS DE PODER- 1991- p.45- La Piqueta-
Madrid.
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Por anatomía política Foucault define al poder individualizante, “una política que hace blanco en los
individuos hasta anatomizarlos, un poder centrado en el cuerpo como máquina: su educación, el aumento de
sus aptitudes, el arrancamiento de sus fuerzas, el crecimiento paralelo de su utilidad y su docilidad, su
integración en sistemas eficaces y económicos, todo ello quedó asegurado por procedimientos de poder
característicos de las disciplinas anatomopolíticas del cuerpo humano. La “bio-política” es la técnica de poder
que tiene por sujeto, no al individuo, sino a la población. Se forma a mediados del siglo XVIII, centrado en el
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cuerpo – especie, el cuerpo atravesado por la mecánica de lo viviente y que sirve de soporte a los procesos
biológicos: proliferación; nacimientos y mortalidad; nivel de vida, su duración y longevidad con sus
condicionantes. Todos estos objetivos a cargo de intervenciones y controles reguladores de una bio-política de
la población.
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personas son motivadas a adherir a las pautas de conducta que son importantes
para el funcionamiento pacífico de un grupo o sociedad”.
El “control social” al enunciar la posibilidad de vivir armónicamente “limitando las
conductas individuales desviadas”, establece una estrecha relación con la noción
de “delito”.
En la controversial relación control / delito, dos vertientes soportan su análisis:
1- la transgresión al contrato social y
2- los quiebres o fallas en el propio sistema sociopolítico.
Cuando Lola Aniyar de Castro da cuenta del control social, apunta al “conjunto de
sistemas normativos ( religión – ética- costumbres – usos- terapéuticas y
derechos) cuyos portadores, a través de procesos selectivos (estereotipia y
criminalización) y mediante estrategias de socialización (primaria y secundaria o
sustitutiva), establecen una red de contenciones que garantizan la fidelidad (o en
su defecto, el sometimiento) de las masas a los valores del sistema de
dominación; lo que por razones inherentes a los potenciales tipos de conductas
discordantes, se hace sobre destinatarios sociales diferencialmente controlados
según pertenencia de clase”9.
En su Diccionario de Sociología, Theodorson define el control social como
“cualquier medio social o cultural utilizado para imponer restricciones sistemáticas
y relativamente consistentes a la conducta individual, y mediante la cual las
personas son motivadas a adherir a las pautas de conducta que son importantes
para el funcionamiento pacífico de un grupo o sociedad”.La reacción del Estado
ante el “delito” se materializa en una Política Criminal y mediante las agencias de
control social. La cárcel es una agencia de este tipo. Tal Política Criminal está
conformada por la Política Social y la Política Penal, en tanto reacción socio-
estatal ante el comportamiento delictivo.
La Política Criminal encontrará su vía de aplicación en los mecanismos del control
social; a su vez, los agentes de Control Social, institucionales o no institucionales,
operan como reguladores de la vida social.
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Cita extraída de “Una mirada alternativa al concepto de control socio-penal” de Silvia Ramírez – Opúsculos
de Derecho Penal y Criminología – Lenier Córdoba 1985.
7
Metzger relata que un antiguo oficial retirado se había encariñado con el hijo de su
patrona; más un día, sin mediar cólera o cualquier otro tipo de fuerte emoción, le
propinó dos fuertes martillazos en la cabeza.
En París, año 1827, una criada de nombre Henriette Corner, insiste a la vecina de
la casa en la que trabajaba, que le permita llevarse a su hija por un rato para que
la acompañe; al ir la mujer a retirar a su niña, se encuentra con que la criada le dio
muerte, le cortó la cabeza y la arrojó por la ventana.
En Viena, Catherine Ziegler mató a su hijo bastardo. Dijo al tribunal, que había
sido presa de una fuerza irresistible que la obligó a matarlo, por lo que fue
considerada loca y absuelta. Frente a este fallo, la mujer dijo que sería mejor que
la encerraran pues estaba segura que volvería a hacerlo. No fue escuchada y diez
meses más tarde dio a luz a un niño al que mató de inmediato. En el juicio dijo que
se había embarazado con el propósito de matar a su hijo. Fue condenada a
muerte y ejecutada.
A estos y otros casos del mismo tipo, hacen referencia constante los psiquiatras
de la época: Metzger; Hoffbauer; Esquirol; Georget, Williams Ellis y Andrew
Combe. ¿Porqué estos casos han constituído el centro de las discusiones entre
médicos y juristas? Es interesante el modo en que Foucault da cuenta de las
condiciones socioculturales que aplican al fenómeno del crimen-locura expresión
llana de “contranatura”.
“Estos grandes crímenes tienen también en común el hecho de que se desarrollan
en la esfera doméstica. Son crímenes de familia, del hogar o vecindad. Padres
que matan a sus hijos, hijos que matan a sus padres o a sus protectores, criados
que matan a hijos de los señores de sus vecinos................Estas relaciones de
edad, de lugar, de parentesco son en esta época a la vez las relaciones más
sagradas y más naturales, las más inocentes y también aquellas que deben estar
menos cargadas de interés y de pasión. No son tanto pues crímenes contra la
sociedad y sus reglas cuanto crímenes contra la naturaleza, contra las leyes que
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se cree que están inscriptas en el mismo corazón humano, las leyes que rigen los
lazos familiares y generacionales...”10
La nueva psiquiatría junto con los principios de la reforma penal, que se aplica en
toda Europa y América, dan forma a la locura criminal o el crimen patológico, bajo
la paradojal forma de la “monomanía”, esa alineación que tendría como único y
exclusivo síntoma el crimen mismo, desapareciendo tras su ejecución.
¿Pero, cual sería el interés de la psiquiatría por transformar en enfermos a
aquellos a quienes hasta ese momento se los habría considerado criminales?
¿Porqué hechar por tierra la tarea de Pinel llevada a cabo en las instituciones de
internamiento y con la expresa intención de abolir la mezcolanza entre enfermos y
criminales?
Las conclusiones que se pueden extraer al respecto son varias. Que la
intervención de la medicina mental en la institución penal rompe la teoría
tradicional de la irresponsabilidad del demente o del furioso para introducir un
condicionante que traslada el valor del acto al autor y se define como
“peligrosidad”. Esta intervención se debe al encuentro de dos necesidades: el
funcionamiento de la medicina como higiene pública y el funcionamiento de la
punición legal como técnica de transformación individual.
El tema del hombre peligroso se encuentra inscripto en la institución psiquiátrica
así como en la institución judicial. Es esta cuestión del individuo peligroso la que
dio lugar al nacimiento de la antropología criminal elaborada por la escuela
italiana, como la teoría de la defensa representada inicialmente por la escuela
belga.
¿En que consiste la paradoja que se instala a partir de la aceptación de la ficción
de la monomanía? En que cuanto más indeterminado y gratuito sea el acto
cometido, más tendencia se tendrá a eximir de responsabilidad al sujeto del
mismo y por otro lado la libertad jurídica del sujeto se prueba por el carácter
determinado del acto cometido.
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Michel Foucault LA VIDA DE LOS HOMBRES INFAMES – Editorial Altamira – Bs.As. Argentina 1996-
pp.162/163.
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Sigmund Freud –OBRAS COMPLETAS- La peritación forense en el caso Halsmann –Tomo III –
Biblioteca Nueva – Tercera edición – pág.3072.
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Foucault M. “La historia de la sexualidad” – Tomo I La voluntad de Saber – Cap. “Nosotros los
victorianos” – Siglo XXI editores – España 13° edición Año 1986..
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luego explotados. Se considera que cincuenta mil mujeres rusas han formado
parte de este tráfico, de las que estarían quince mil en Alemania, mil quinientas en
Japón y otras miles en EEUU:
Se considera la vulnerabilidad, producto de los sistemas económicos
contemporáneos generadores de marginación, una causa fundamental de
debilidad para resistir al crimen organizado.