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Título:
Introducción
Y en esta noche quiero que miremos lo que nos dice la Palabra del Señor al
respecto:
Desarrollo
1. El versículo 1 nos dice: “No juzguéis para que no seáis juzgados”, La palabra
Juzgar en griego Krino significa distinguir, decidir mental o judicialmente. Ese
distinguir me habla de la capacidad de poder diferenciar entre lo bueno y lo
malo, pero este discernir entre lo bueno y lo malo, va mucho más allá de lo que
yo puedo ver y aun entender, porque generalmente siempre que hacemos un
juicio los hacemos basados en lo que observamos y bajo la óptica en que
nosotros vemos y concebimos la vida y realmente esto no es suficiente para
proporcionar el cuadro completo y poder realizar un juicio certero y justo, pues
hay algo a lo que nosotros no tenemos ni tendremos acceso y es el corazón
del hombre, esta capacidad, esta virtud solo le compete a Dios, por eso él es el
único que puede juzgar, pues él es quien ve las intenciones del corazón y así
puede tener el cuadro completo, es decir, la acción más la intensión, como dice
1 de Samuel 16:7 “Pero el SEÑOR dijo a Samuel: No mires a su
apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; pues Dios
ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior,
pero el SEÑOR mira el corazón”.
Y es por esto que nosotros no podemos juzgar, pues para poder hacerlo
tendríamos que tener acceso al corazón del hombre para así poder saber cuál fue
la intención que tuvo para realizar dicha acción, o para saber porque dijo lo que
dijo, es decir, para poder juzgar hay que tener claridad tanto del hecho como de la
intención.
¿Cuantos de nosotros muchas veces hemos hecho algo con la mejor intención y
obtenemos el resultado contrario?
Por ejemplo cuando tenemos una amiga muy cercana y con la mejor intención le
decimos que debe mejorar ciertos aspectos y como resultado obtenemos que esa
persona se enfurece, nos dice de todo y termina retirándonos su amistad,
¿Y cuantas veces en muchas ocasiones hacemos algo bueno con una mala
intención? Y aquí voy a poner un ejemplo muy de cristianos, cuando llamamos a
alguien y le contamos algo delicado de un hermano de la iglesia para que ore por
él, pero la verdadera intención es difamar al hermano
Cuando Jesús plantea estos cuestionamientos, que parecieran tan duros pero que
son tan confrontadores y profundos, lo que nos está haciendo es una invitación a
algo que normalmente no hacemos, y es a que examinemos nuestras vidas,
nuestras motivaciones y nuestra conducta.
Es una realidad que nosotros solemos ver el pecado en los demás, somos
exigentes con el otro, radicales, pero cuando se trata de nosotros, las cosas son a
otro precio, queremos que nos entiendan, que pasen por alto las cosas, dejando
pasar nuestras faltas, nuestros errores, nuestro pecado.
Entonces si todos somos pecadores, deberíamos trabajar juntos como una familia
para vencer nuestros pecados. Piensen que verdaderamente, los únicos pecados
de los cuales tenemos control son los nuestros, y es por esto que deberíamos
poner toda la atención en resolverlos, en vez de mirar los defectos de los demás.
Conclusión
Hoy Jesús nos invita a que pensemos muy bien antes de juzgar a alguien, pues
este no es el papel que nos corresponde, recordemos que para hacer un juicio se
necesita conocer tanto el hecho, como la intención del corazón, y dictaminar un
castigo si tal es declarado culpable, pero la imposición de ese castigo no nos
corresponde a nosotros, Solo Dios conoce el corazón y tiene la autoridad para
castigar, pero lo que si debemos y podemos hacer es restaurar con mansedumbre
al otro para evitarle el castigo, eso sí, esto debe hacerse después de mirar la viga
en mi ojo y retirarla, para poder así sacar la paja del ojo ajeno, es decir, la
invitación es a conocernos a nosotros mismos, a descubrir lo que realmente hay
en nuestro interior, a mirar cómo nos estamos conduciendo en el camino del
Señor, para así poder ayudar a otros.
Además recordemos que de la manera que juzgamos seremos juzgados, piensa
en esta noche como han sido tus juicios, ¿Llenos de misericordia o de
condenación?, si has sido misericordioso, no dejes de serlo, pero si eres de los
que condenan sin piedad es el momento de redireccionar esa actitud para evitar
sobre nosotros ese mismo juicio condenatorio
Hoy es el día de pedirle al Señor que nos muestre que tipo de jueces somos y nos
ayude, llene nuestro corazón de amor y misericordia, nos permita apartarnos del
mal camino y nos haga instrumentos de restauración para aquel que aprecie y
valore la amonestación del Señor.
Que nunca se nos olvide que con la vara que medimos seremos medidos.